DEL OTOÑO A LA PRIMAVERA CON CARLOS MARTINI
Crítica literaria de JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO
Carlos Martini es un personaje mediático de Paraguay. Sociólogo y periodista de garra muy conocido, es uno de los más seguidos y goza de un gran prestigio dentro del círculo literario. Como buen comunicador que es, y buen narrador desde su micrófono de radio, debía adentrarse en el mundo literario. Hace años que se produjo su irrupción con una novela Dónde está mi primavera (2009) que cosecha ya su cuarta edición, a la que siguió una segunda, Tarde de abril (2012). También destaca su compilación de aportaciones de los oyentes de uno de sus programas de Radio Cardinal titulado Domingos contigo. Pasiones y Nostalgias (2009). Sea como sea, junto a Mario Ferreiro, representa uno de los valores del mundo de la radio paraguaya incrustados en la literatura, hecho siempre gratificante cuando vemos que nuestro mundo de la palabra radiada va cerrando el paso cada día más a los escritores en Europa, salvo cuando existan intereses de algún grupo empresarial editorial.
Las dos novelas de Carlos Martini poseen ciertas concomitancias a pesar de las diferencias argumentales. Su esquema es parecido: una muerte (o dos en el caso de Tarde de abril) y un protagonista que se enfrenta a sus causas y a los sucesos que han conducido al fallecimien to. Alrededor suyo giran razones turbias y un grupo de personajes secundarios que irán coadyuvando en la resolución de los casos. Con la pregunta sobre lo ocurrido en vigilia permanente hasta ser un tormento. Finalmente, con desenlaces sorprendentes e inesperados, los protagonistas sienten sus vidas dañadas, carcomidas y el remordimiento permanente, aunque hay una luz en el futuro. Todo ello narrado con un lenguaje dinámico y plenamente narrativo, de puro registro periodístico, donde Martini alterna el discurso, el monólogo, los diálogos y varias formas de presentación de los sucesos del pasado y del presente. En ocasiones, acudirá a lo melodramático en el tratamiento de temas amorosos, pero también al erotismo como medio de representación del deseo, elemento de motivación de los personajes. El autor, por otro lado, juega perfectamente con el tiempo, posiblemente la mejor estrategia textual empleada, llevando de forma retrospectiva y prospectiva la acción, o, como en la primera novela, situando en paralelo las fuentes del pasado (los testimonios de Elena y los recuerdos de Daniel) y del presente (las cartas de reproche de “Verónica”) para reconstruir los motivos del punto inicial donde se sitúa la novela.
Dónde estará mi primavera, título donde añoramos los signos de interrogación (defecto a subsanar en algunas obras paraguayas), es la historia de Daniel y su esposa Elena. El punto inicial susodicho es el suicidio de ella en 1999. A partir de ese momento Daniel rememorará el pasado para indagar en las causas de la muerte, pero se verá invadido por la recepción de cartas firmadas con el nombre de Verónica. Ella removerá su conciencia y acusará de forma tácita a Daniel de la muerte de Elena por haberla hecho infeliz hasta hacer fracasar su matrimonio sin que él adquiera conciencia completa de ello. Al fin y al cabo es un hombre medio y mediocre a la vez, cuya promesa de amor eterno a quien será su esposa acabó diluyéndose hasta caer en el adulterio constante. Serán esas misteriosas cartas las que fustiguen la conciencia de un hombre cuyas aspiraciones no se han cumplido. Fracasado en su actividad empresarial al no pasar de ser propietario de una librería de barrio, y en su matrimonio, acabará enfrentado a la culpa cuando descubra la realidad. Pero también descubrirá que engañó y fue engañado a su vez. De ahí que su vida se haya movido dentro de los campos de la desesperanza y entre el silencio y la incomunicación, a pesar de verse rodeado de mujeres.
Tarde de abril es la historia de Mabel Meza, una abogada soltera de sesenta y un años, lesbiana, que trabaja en un importante estudio jurídico. Ella es triunfadora en la vida pública pero vive atormentada por unos sucesos acaecidos cuarenta años atrás. La novela empieza con un suceso, la muerte de una mujer, Rosa Díaz, tiroteada. En paralelo, poco después, su primo Raúl sale en estampida de la casa de los tíos de Mabel donde se encuentra junto a Laura, hermana de aquel, y es atropellado por un vehículo que le provoca la muerte. Sin embargo, Mabel se encuentra caminando junto a una camioneta Toyota y observa que su primo Raúl está manejándola. Desde ese momento toda la acción discurre alrededor de dos motivos: la relación entre ambas muertes, con Mabel en el centro, y qué ocurrió para que Raúl escapara de la casa de forma rauda. Es ahí donde surge la problemática: la conciencia alterada de Mabel observa cómo las vidas de sus tíos y sus familiares han caminado por la desgracia, como en la primera novela de Martini también sucedió. Raúl seguirá en la conciencia, como una espina clavada. La imagen vista y la camisa azul que portaba son una obsesión difícil de extirpar. Y aunque Mabel acuda a la consulta psicológica, difícilmente podrá escapar de un círculo donde solo Olga, la sirvienta de la casa de sus tíos donde ocurrió el accidente, es conocedora de su grado de culpabilidad.
Sin embargo, ambas novelas desembocan en la problemática del perdón. Daniel es el autor de las cartas que él mismo recibirá para empujar a un acto ante el que se siente un cobarde: la apertura de la misiva que Elena dejó para él antes de suicidarse. Es entonces cuando se revela la historia y que Verónica en realidad es un nombre prestado de otra mujer que trabaja en un taller de reparación de muebles. Él mismo las entregaba a una prostituta, Norma (curioso y simbólico nombre), para que se las depositara por debajo de la puerta de su domicilio. De la misma forma, la caja de zapatos atada que Olga posee, contiene la resolución que desvela a la protagonista. Ella sabía lo ocurrido y al revelarse el contenido, Laura conmina a Mabel a enterrar el pasado rompiendo la nota. Martini sugiere la necesidad de exorcizar los fantasmas de los actos vividos para tomar impulso hacia el futuro. Mabel seguirá en soledad, pero libre de una culpa que la atormenta injustificadamente. No conseguirá superar los complejos de su tendencia sexual oculta ante la dureza de la moral vigente en su juventud, pero ha de asumir con autenticidad su realidad. Daniel trata al final de revivir el momento feliz en que con una nota entregada a Roberto, amigo de ambos y homosexual fallecido en el presente del relato, declaró su amor a Elena. Y descarga con ello su culpa esperando que las nuevas palabras de amor le lleguen en la eternidad.
Por medio de la narración encontramos al detective. En lugar de ser quien resuelva el caso es un ayudante para el desarrollo de la acción. Queda en ambas novelas como personaje secundario, aunque ayude a crear suspense. Porque para Martini lo importante no es el elemento detectivesco más que como ambientación: su preocupación es la revelación de la culpa y su alivio por el perdón. No es precisamente lo policíaco un elemento fundamental, pero sí revelará la presencia de lo delincuencial en la vida paraguaya, donde todo es posible. Añadamos a ello el perfecto dibujo en perspectiva de la capital paraguaya que Martini despliega. De la misma manera que juega con el tiempo, también el espacio es un elemento fundamental, sobre todo en la segunda novela, donde se emplea para diseñar los cambios acaecidos en la capital paraguaya durante los últimos cuarenta años, mientras que en la primera los ambientes son más útiles para la adecuación de las acciones de los personajes. Entre estos ambientes deambula una sucinta pero aguda crítica política, tanto de la sociedad de la dictadura (y decimos sociedad por la rigidez moral frente a lo que consideraba “desviaciones sexuales”, como las de Mabel o Roberto), como de la transición democrática y sus defectos concentrados en aspectos delictivos o negocios oscuros. Ello le permite rendir homenaje a compañeros ilustres de su profesión periodística, sobre todo en Tarde de abril, como elemento de acompañamiento de la realidad en el relato.
Quizá Martini, buscando un lector que no pierda el hilo de la narración, reitera algunas ideas en exceso; por ejemplo, en la redundancia de la manifestación de que la muerte de Raulito “tiró por los aires varias vidas”. No haría falta repetir en tantas ocasiones lo que se le ha contado al lector anteriormente o lo ha presenciado en las reacciones y situaciones. Sin embargo, las dos novelas son dignas de admiración por la perfecta y sincronizada construcción de los discursos y por haberse centrado en el aspecto psicológico, por encima de resoluciones fáciles como las propias de la novela negra o del melodrama. Una primavera perdida, una tarde de abril simbólica, dotan de potencia a unas historias donde el amor, o el desamor más bien, ha provocado la pérdida de la felicidad, hasta el punto de que la muerte es más un efecto psicológico que un hecho físico. La mentalidad de los personajes queda por encima de los sucesos y ahí radica la riqueza de unas narraciones dignas de tener en cuenta.
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DÓNDE ESTARÁ MI PRIMAVERA. Por CARLOS MARTINI
Criterio Ediciones, Asunción-Paraguay, 2009
Librería y Editora INTERCONTINENTAL
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TARDE DE ABRIL. Novela de CARLOS MARTINI
Criterio Ediciones
Asunción – Paraguay, 2012 (168 páginas)
Librería y Editora INTERCONTINENTAL
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SEP DIGITAL - NÚMERO 1 - AÑO 1 - MARZO 2014
SOCIEDAD DE ESCRITORES DEL PARAGUAY/ PORTALGUARANI.COM
Asunción - Paraguay
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