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JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO

  ¿PARA QUÉ QUIERES DESTROZAR UNA OBRA SI TIENES UN FILTRO LLAMADO SILENCIO? - Por Adriana Almada - Domingo, 15 de Noviembre de 2020


¿PARA QUÉ QUIERES DESTROZAR UNA OBRA SI TIENES UN FILTRO LLAMADO SILENCIO? -  Por Adriana Almada - Domingo, 15 de Noviembre de 2020

«¿PARA QUÉ QUIERES DESTROZAR UNA OBRA SI TIENES UN FILTRO LLAMADO SILENCIO?»

 

 Por Adriana Almada

 

Sobre la importancia de la crítica en el mundo de las artes escénicas, sus características y sus alcances, así como sobre la ausencia en el país de una crítica articulada, conversamos con el investigador español José Vicente Peiró, quien desde hace una semana dicta un taller online invitado por el Centro Cultural de España Juan de Salazar y la compañía teatral Rara Avis.

José Vicente Peiró es doctor en filología hispánica e investigador por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, España), crítico literario y de artes escénicas en el diario valenciano Las Provincias, presidente de los Premios de la Crítica Literaria Valenciana, vicepresidente de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios, miembro de la Academia de las Artes Escénicas Españolas, del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana y de la Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos. Es especialista en literatura paraguaya, sobre la que ha escrito numerosos ensayos. Respondiendo a una invitación del Centro Cultural de España Juan de Salazar y la compañía teatral Rara Avis, está dictando un taller de crítica de las artes escénicas (“Edda de los Ríos”) desde el 9 de noviembre pasado. La modalidad es on line y las sesiones se extenderán hasta el 7 de diciembre próximo.

Me gustaría que situáramos históricamente el origen de la crítica de artes escénicas.

Crítica tiene un significado etimológico que no debemos olvidar. En griego clásico significa “discernir”, “separar”, “capacidad de analizar”. No significa en estricto sentido “juzgar”, sino “capacidad de juzgar”. Por ello, se trata de destripar el objeto artístico contemplado para mostrar su interioridad y acercarlo al público, lector o espectador. El crítico tampoco es un mediador, sino un escritor de la escritura. Por ello, cualquier crítica debe ser razonada, un juicio con juicio que también puede ser otro objeto artístico fabricado con la palabra.
La crítica ha existido siempre. Platón y Aristóteles nos dieron poéticas que en sí eran crítica, porque analizaban. Hoy en día confundimos juicio de valor con crítica. Cualquiera puede expresar lo que opina de un trabajo. Los blogs nos invaden y algunos son excelentes, pero no son crítica: son escritura personal de opinión. Pero solo el crítico podrá llegar a las estructuras artísticas, abrirlas y establecer claves que enriquecen el objeto artístico. Porque la crítica tiene sus estrategias.

¿Cuáles son esas estrategias?

La brevedad con precisión es norma de la crítica. Y, sobre todo, que predomine el sustantivo sobre el adjetivo y el verbo sobre el adverbio.

Seré sucinto y preciso. Asistir a una representación o leer una obra sin prejuicios. La crítica no es lo que yo prefiera sino lo que pueda gustar al público o a determinado sector de público. Equilibrar la subjetividad en lo posible partiendo de los conocimientos personales. Saber relacionar la obra con sus contextos, sin excederse en la información. Despertar el interés centrándose en los aspectos más relevantes del texto, puesta en escena, interpretación, escenografía, iluminación, vestuario y otros elementos destacables (y sin revelar el final). Evitar el tono dogmático académico optando por el divulgativo. El juicio debe justificarse. Con pocas palabras. La brevedad con precisión es norma de la crítica. Y, sobre todo, que predomine el sustantivo sobre el adjetivo y el verbo sobre el adverbio.

¿Cuáles son los instrumentos de análisis de la crítica escénica?

Por supuesto, la primera necesidad es tener una base teórica. Es necesario conocer las bases retóricas y constitutivas de cualquier género artístico. En el caso de las artes escénicas, hay que disponer de una serie de conocimientos plasmados en los manuales para comenzar. Incluso haber hecho teatro, en todas sus facetas, aunque sea en el plano amateur. De esta forma se conocerá la teoría y la dificultad de crear un montaje para la escena. Estos conocimientos son un punto de partida. Después hemos de saber escribir. Dominar la palabra. Y, finalmente, saber desmenuzar la obra contemplada utilizando los conocimientos teóricos, tanto intrínsecos como históricos, y la expresión para determinar el análisis. El resultado es una combinación de palabra, conocimiento y capacidad de discernir y abrir las estructuras artísticas. Y, por supuesto, la experiencia es importante. Los años enseñan mucho y permiten establecer relaciones entre objetos artísticos. También hay que leer a otros críticos. Releer lo que uno ha escrito. Escuchar a quien critica tu crítica. Y siempre sacar conclusiones de tu trabajo.

¿Es posible hacer una caracterización de las artes escénicas contemporáneas?

Desde mi conocimiento de las artes escénicas actuales, creo que vivimos una época ecléctica y de diversidad. La variedad de tendencias es el signo de hoy en día. Es posible ver un montaje sencillo al lado de otro espectacular y pomposo. Desde la caja negra hasta lo aparatoso y robotizado, pasando por el minimalismo. A partir de las posdramaturgias, vivimos la confluencia de diversas artes. La instrumentalización de elementos como la imagen dentro de una obra de teatro o de danza es frecuente. Los medios técnicos han abierto las posibilidades del teatro. Hoy mismo asistiré a un concierto-teatro. Es un concierto donde se intercalan escenas teatrales. La riqueza estética y temática que se está viviendo va con el signo de estos tiempos donde no se acabaron los discursos artísticos dominantes.

¿Cuál es el rol de las artes escénicas en el campo cultural?

La gente necesita teatro. Está cansada del falso teatro, y prefiere el teatro de verdad porque revela la vida con más sinceridad que la propia vida.

La pandemia, y los confinamientos a su consecuencia, han favorecido la proliferación de contenidos por internet. Pero eso no era teatro: era un sucedáneo. Desde septiembre, los teatros de mi ciudad se han llenado hasta donde permitía la normativa sanitaria, al menos hasta el toque de queda nocturno de estos momentos. Lo pongo como ejemplo: las artes escénicas son un arte vivo. No solo se trata de sentarse a ver un contenido: hay que ir a una sala, encontrarte con un público desconocido que va a viajar en el mismo vehículo que tú, y sentir la emoción del intérprete en el escenario. Eso no lo da la frialdad de la imagen. La gente necesita teatro. Está cansada del falso teatro, y prefiere el teatro de verdad porque revela la vida con más sinceridad que la propia vida. Evidentemente, un montaje es caro. No siempre se cubren gastos. Y eso lo ha de entender la sociedad. De ahí la importancia de que los políticos declaren la cultura como bien esencial. Necesitamos vivir experiencias y mundos, viajar con la mente, y para ello están las artes escénicas.

¿Cómo ves el desarrollo de la crítica de artes escénicas en Paraguay?

Sinceramente, no estoy muy al corriente de lo que se está produciendo en  Paraguay. Y la causa es la carencia de una crítica articulada en el país. No quiero con ello que nadie entienda que no hay críticos, son malos o tienen poco peso. Lo que no hay es un sistema que, por ejemplo, nos permita a los extranjeros acercarnos a la producción paraguaya. Si existiese conoceríamos las obras y tendencias y tendríamos interés en sus trabajos. El taller on line Edda de los Ríos, llamado así en homenaje a la gran investigadora, tiene distintos objetivos y uno es concienciar de la necesidad de establecer vínculos de la crítica paraguaya con el exterior. No se trata de pontificar sino de intercambiar experiencias. Hay que enriquecer, aportar, aprender y aprehender.

¿Hay paradigmas en el pensamiento crítico escénico?

Cayeron los paradigmas ideográficos. Pero tampoco debemos pensar en la subjetividad como paradigma. Desde hace tiempo observo que ese crítico que buscaba el mínimo fallo también se agota.

¿Para qué sirven los paradigmas? No me gustan los modelos. No es lo mismo valorar un trabajo hecho en caja negra con una escenografía de cincuenta mil dólares. Pero debería tener la misma aceptación a priori, sin prejuicios ni gusto personal por delante del modelo escénico presentado. Es el crítico el que ha de ajustarse al trabajo presenciado. No es el trabajo el que se ha de ajustar a un modelo prestablecido. Ni siquiera yo he de tener un modelo establecido. Hoy en día se puede realizar una obra de carácter político o social sin caer en la demagogia, con procedimientos vanguardistas e innovadores. Y seguramente el mensaje llegará mejor al espectador si existe una autoría y un equipo en la puesta en escena de calidad. Cayeron los paradigmas ideográficos. Pero tampoco debemos pensar en la subjetividad como paradigma. Desde hace tiempo observo que ese crítico que buscaba el mínimo fallo también se agota. Digamos que hoy en día predomina una crítica en positivo. ¿Para qué quieres destrozar una obra si tienes un filtro llamado silencio? Mejor no publicar nada sobre una obra que no merezca la pena. Porque es necesario impulsar el interés para que el espectador acuda al teatro. Y lo podemos ahuyentar de los escenarios para siempre. Sin el público no hacemos nada. Y hay que educar al público en la exquisitez, no en lo vulgar ni lo intocable.

¿Cuáles son los nuevos enfoques de aproximación a los fenómenos escénicos?

Los críticos también somos nombres. No salimos en televisión, ni somos influencers, ni tenemos followers: tenemos lectores. En ellos hemos de pensar. ¿Qué puede interesar a un espectador de esta obra? Es mi premisa. Yo sigo a otros críticos. Me interesa lo que cuentan. No leo críticas de una obra anteriores a la que voy a escribir: no quiero que me influyan en mi opinión. Me interesa ver cómo han trabajado el análisis y la exégesis del espectáculo. La crítica, eso sí, está en decadencia. Es cierto que parte de culpa la tiene nuestra propia endogamia. Pero generalmente se debe a que la nota de prensa, las redes sociales, el comentario por internet, la gacetilla o la información de la propia compañía han reemplazado el papel de la crítica, e incluso hay quien la considera crítica. Cuando veo un suplemento de fin de semana de un diario europeo, observo la cantidad de recomendaciones y pienso en que influirán en la decisión de unas personas en la elección de una obra. Influyen más que el crítico muchas veces. Pero eso es información. El crítico valora a posteriori. El estreno ya se ha celebrado. Por eso, a él acude el púbico que ya ha visto el espectáculo y quien duda de ir a verlo. Ese es el lector del crítico. Tu selección de obras sobre las que publicar una reseña y su escritura sí tienen valor porque el espectador comprueba su opinión y la del crítico. Ahí comienza el vínculo intelectual potente. Eso no lo consigue la efímera publicidad. Por eso, la crítica debe estar sistematizada. La prensa no debe obviarla y sustituirla por la crónica o por la propaganda. Estamos en descrédito pero somos el crédito.

Fuente: www.lanacional.com.py

Sección CULTURA

Domingo, 15 de Noviembre de 2020

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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