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FÉLIX DE AZARA (+)

  DESCRIPCION E HISTORIA DEL PARAGUAY Y EL RÍO DE LA PLATA - VOLUMEN I - Por FÉLIX DE AZARA


DESCRIPCION E HISTORIA DEL PARAGUAY Y EL RÍO DE LA PLATA - VOLUMEN I - Por FÉLIX DE AZARA

DESCRIPCIÓN E HISTORIA DEL PARAGUAY Y EL RÍO DE LA PLATA - VOLUMEN I

Autor: FÉLIX DE AZARA

 

Editorial: BABEL, 1945. 352pp.

Buenos Aires-Argentina.

(Versión digital:

BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY)

 

 

TABLA DE CONTENIDOS


ADVERTENCIA DEL EDITOR: DON AGUSTÍN DE AZARA - SOBRINO Y HEREDERO – MADRID 1847.

ADVERTENCIA DE LA EDICIÓN DIGITAL.

ANEXO 1: UNIDADES DE MEDIDA UTILIZADAS.

PRÓLOGO DEL AUTOR: DON FÉLIX DE AZARA.

RETRATO DE D. FÉLIX DE AZARA.

CAPÍTULO I. – DEL CLIMA Y VIENTOS.

CAPÍTULO II. – DISPOSICION Y CALIDAD DEL TERRENO.

CAPÍTULO III– DE LAS SALES Y MINERALES.

CAPÍTULO IV.– DE ALGUNOS RIOS PRINCIPALES, PUERTOS Y PESCADOS.

CAPÍTULO V.– DE LOS VEGETALES SILVESTRES.

CAPÍTULO VI.– DE LOS VEGETALES DE CULTIVO.

CAPÍTULO VII.– DE LOS INSECTOS.

CAPÍTULO VIII.– DE LOS SAPOS, CULEBRAS Y VIVORAS.

CAPÍTULO IX.– DE LOS CUADRÚPEDOS Y PÁJAROS.

CAPÍTULO X.– DE LOS INDIOS SILVESTRES.

CAPÍTULO XI.– ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LOS INDIOS SILVESTRES.

CAPITULO XII.- DE LO QUE PRACTICARON LOS CONQUISTADORES DEL PARAGUAY Y DEL RIO DE LA PLATA PARA SUGETAR Y REDUCIR A LOS INDIOS, Y DEL MODO COMO SE LES HA GOBERNADO.

ANEXO 2: TABLA DE LOS PUEBLOS DE INDIOS FORMADOS POR LOS CONQUISTADORES.

CAPÍTULO XIII– DE LO PRACTICADO POR LOS PADRES JESUITAS PARA REGIR Y GOBERNAR LOS INDIOS.

ANEXO 3: TABLA DE LOS PUEBLOS DE INDIOS FUNDADOS POR LOS JESUITAS.

CAPÍTULO XIV.– DE LOS PARDOS.

CAPÍTULO XV.– DE LOS ESPAÑOLES.

ANEXO 4: TABLA DEL COMERCIO DEL PARAGUAY

CAPÍTULO XVI.– BREVE NOTICIA DE LOS PUEBLOS Y PARROQUIAS EXISTENTES EN EL GOBIERNO DEL PARAGUAY.

ANEXO 5: POBLACIONES DEL GOBIERNO DEL PARAGUAY.

CAPÍTULO XVII.– BREVE NOTICIA DE LOS PUEBLOS Y PARROQUIAS EXISTENTES EN EL GOBIERNO DE BUENOS-AIRES.

ANEXO 6: POBLACIONES DEL GOBIERNO DE BUENOS AIRES.

ANEXO 7: TABLA DE COMERCIO DEL RÍO DE LA PLATA.

 

Enlace externo a la edición digital en la BIBLIOTECA VIRTAL DEL PARAGUAY:

DESCRIPCIÓN E HISTORIA DEL PARAGUAY Y EL RÍO DE LA PLATA - VOLUMEN I

 

 

DESCRIPCION E HISTORIA DEL PARAGUAY Y DEL RÍO DE LA PLATA

V. I

 

Obra póstuma de: Don Félix de Azara, Brigadier de la Real Armada y autor de las obras tituladas "Apuntes para la Historia de los cuadrúpedos y pájaros del Paraguay", y de otras.

LA PUBLICA SU SOBRINO Y HEREDERO

EL SEÑOR DON AGUSTIN DE AZARA,

marqués de Nibbiano, caballero de la órden de Carlos III, &c. &c.

BAJO LA DIRECCIÓN

DE DON BASILIO SEBASTIAN CASTELLANOS DE LOSADA,

Caballero de las órdenes de Isabel la Católica, y de San Genaro, Anticuario de la Biblioteca Nacional, etc. etc. autor de varias obras literarias, de la biografía de dicho autor con que concluye la obra y de las notas que la ilustran.

Buenos Aires: Editorial Babel, 1945

 

Á LOS LECTORES EL EDITOR.

Desde que en 1806 concluyó mi señor tío don Félix de Asara de escribir esta obra, para completar las que había ya publicado en 1802 sobre los pájaros y cuadrúpedos del Paraguay y del río de la Plata, fué su ánimo darla á la prensa, tan pronto como lograse se le remitiese de la Asunción del Paraguay, una copia del plano que regaló á su cabildo y del que se dá noticia en su biografía; copia que se había dejado en aquella población con otros efectos, y la que tenía pedida en repetidas ocasiones a la persona encargada de ellos.

Aun cuando entre los papeles referentes á su comisión de la demarcación de límites de aquel territorio que entregó al gobierno á su llegada á España, había también un plano de aquellos países, éste se refería más a sus trabajos oficiales, que á los que había hecho de esprofeso para su obra y para corresponder al aprecio y distinciones con que le favorecieron aquellos naturales. De todos estos trabajos científicos, sólo conservaba algunos apuntes y dibujos que, en la exactitud con que hacía todas sus cosas, no creyó bastante para hacer un mapa tan exacto como el que había dejado en América.

Viendo, que á pesar de sus muchas reclamaciones, no podía lograr su deseado mapa, se decidió á solicitar del gobierno se le facilitase el que había entregado á su llegada, á fin de rehacer aquél, en vista de los apuntes que conservaba, poniendo notas en los puntos en que tuviese algunas dudas. La gloriosa guerra de la independencia que se inauguró en 1808, y sus consecuencias que duraron hasta 1814, impidieron el que llevase á cabo sus deseos por entonces. Luego que regresó el rey Fernando VII á España, y que se volvió á entrar en el estado normal, pidió don Félix el plano espresado para llevar a cabo el referido trabajo; pero ya no se encontró en las secretarías de Marina ni de Estado.

Después del fallecimiento de D. Félix, he practicado las más esquisitas diligencias en busca de dicho mapa y mis pasos han sido infructuosos hasta el día, si bien conservo la lisongera esperanza de poder conseguir una copia del que existe en el ayuntamiento de la Asunción, en cuyo caso le haré publicar inmediatamente.

Como á pesar del empeño de mi señor tío en publicar su obra con el referido mapa, no le consideré yo indispensable á la misma obra de la que seria más bien un adorno que una cosa necesaria, me he decidido á publicarla en obsequio á su buena memoria, y a fin de que un azar desgraciado no prive al mundo civilizado de un escrito que creo utilísimo para el conocimiento de aquellos países, y que por otra parte completa lo ya publicado sobre ellos por el mismo autor.

A este fin encargué su revisión y publicación á mi amigo el SR. BASILIO SEBASTIAN CASTELLANOS DE LOSADA, Anticuario de la Biblioteca Nacional de Madrid, y bien conocido por las muchas obras científicas y literarias que ha dado á luz, y bajo su dirección la doy al público, creyendo hacer un bien al país, ilustrándola con algunas notas y con la biografía del autor, escritas aquellas y esta por el espresado literato.

En el capítulo 9 del tomo 1º. dá razón mi señor tío de la obra de los Cuadrúpedos del Paraguay, publicada en Francia sin su consentimiento, y falta de noticias é incompleta en lo principal. Refiriéndose en el mismo capítulo al gabinete de Historia natural de París, reforma en mucha parte, su misma opinión sobre algunos de sus esplicados cuadrúpedos, razón por lo que puede considerarse interesantísima esta parte, porque completa sus obras de los cuadrúpedos y aun la de los pájaros del espresado Paraguay.

Es también de gran interés histórica y científicamente esta obra, porque D. Félix descubre y corrige, con sabia crítica y con suma claridad, los errores en que por malicia o por ignorancia incurrieron los autores que describieron estos países antes que él, y en particular los que consignaron en sus obras el adelantado Alvar Núñez, y los historiadores Schimidels, Lozano y Rui Díaz.

No me ha parecido conducente variar la estructura que dió mi señor tío á esta obra ni tan poco su estilo, ortografía y puntuación, por parecerme deber publicarla tal y cual él la dejó escrita y corregida; y la he hecho ejecutar en igual forma tipográfica y tamaño que las obras ya publicadas, a fin de que siga el mismo orden y no desdiga, en lo posible, de ellas.

Creyendo yo que obra de esta clase debe pasar á la posteridad, he preferido, para su impresión, el papel de fábrica antigua española llamado de tina, al de nueva invención que se hace á máquina, porque si bien éste tiene mucha más blancura y hermosura para que luzca la impresión, es al propio tiempo de muchísima menos duración que aquél y se rompe con la mayor facilidad a poco que se use.

Como no ha presidido a esta publicación el espíritu de ganancia, sólo se han tirado 500 ejemplares, con el fin principal de mandarlos gratuitamente a todas las Bibliotecas públicas y establecimientos de ciencias naturales, nacionales y estrangeros, de suerte que sólo el pequeño sobrante que resulte, se espenderá á los españoles que deseen esta obra, en cuyo caso no pagarán más que el coste de impresión, encuadernación y comisiones.

También he creído dar el retrato y facxímile de tan ilustre español al frente de la obra, por parecerme merecer bien, por sus servicios prestados a la patria, el que conozcan sus nobles facciones sus conciudadanos.

Entusiasta de sus virtudes que admiré de cerca en mi juventud, y de su talento que contribuyó a mi educación; agradecido á sus beneficios y creyendo contribuir, al propio tiempo, al bien público por quien tantos sacrificios hizo mi señor tío, no tardaré en dar á la prensa sus demás obras, y si en ellas y en esta publicación logro aumentar la aureola de gloria que circunda ya su venerando nombre, y que se me juzgue agradecido por mis compatriotas, habrá logrado el único fin que se propone.

El Marqués de Nibbiano

 

PRÓLOGO DEL AUTOR

 

1. El año de 1781 me embarqué de orden del rey en Lisboa y arribé al Brasil, de donde pasé luego al Río de la Plata. Allí me encargó el gobierno muchas y grandes comisiones, que no es del caso especificar; bastando decir, que para desempeñarlas tuve que hacer muchos y dilatados viajes, y que hice voluntariamente otros con el objeto de adquirir mayores conocimientos de aquellos vastos países. En todas mis peregrinaciones observé siempre la latitud geográfica al medio día y a la noche por el sol y las estrellas con un buen instrumento de reflexión y horizonte artificial. Y con la proporción de ser el país tan llano, jamás omití el demarcar los rumbos de mis derrotas y los de los puntos notables laterales con una brújula, corrigiéndolos de la variación magnética que averiguaba con frecuencia cotejando su Acimut con el que calculaba por el sol. Con estos fundamentos, sin usar jamás de estima o del poco más o menos, hice el mapa de mis viajes situando en él todos los pueblos, parroquias y puntos notables por latitudes y demarcaciones observadas, y creo que ninguno de ellos tiene error. Tampoco creo lo haya en el mapa de las provincias de Chiquitos y Santa Cruz de la Sierra; porque lo hizo al mismo tiempo que yo el mío, mi compañero el capitán de fragata D. Antonio Alvarez Sotomayor.

2. En cuanto a los rios principales, creí ocioso navegar muchos de ellos, sabiendo que lo habían ya hecho otros facultativos con el mayor cuidado. Así copié las primeras vertientes del Paraná hasta su Salto grande, y del Paraguay hasta el Jaura que están en dominios portugueses, del mapa inédito del brigadier portugués D. José Custodio de Saa y Faria, que anduvo muchos años por aquellas partes. Pero como no era astrónomo sino ingeniero, no merece toda mi confianza, aunque sí mayor que todos los mapas publicados hasta hoy. El curso del Paraná desde el citado Salto grande hasta el pueblo de Candelaria, le copié del que hizo mi compañero el capitán de navío D. Diego Alvear, que lo navegó y reconoció en tiempo de mis tareas; y el resto del Paraná hasta Buenos-Aires, lo hicieron por mi orden navegándole, mis subalternos el capitán de navío D. Martín Boneo, los pilotos D. Pablo Zizur y don Ignacio Pazos y el ingeniero D. Pedro Corbiño. Los mismos navegaron por disposición mía el río Uruguay desde Buenos-Aires hasta su Salto, el Curugnatí, el Jejín, el Tebicuari, y el Paraguay desde los diez y nueve grados de latitud hasta su unión con el Paraná; desde esta latitud hasta la boca del río Tauru, lo he copiado del de los demarcadores del tratado de límites del año 1750.

3. Por lo que hace a los tributarios de los citados rios, como son innumerables y riegan inmensos países despoblados y llenos de bosques, me ha sido imposible reconocerlos, y marcar con acierto su verdadero curso. Así me he limitado a dirigirlos desde sus confluencias con los grandes rios a los puntos donde los he cortado en mis viajes, y los demás por noticias a buen juicio: de modo que en esta parte hay precisamente muchos yerros que no podrán corregirse hasta que pasando bastante siglos, se extienda la población por todos ellos. Entonces se sabría lo que son y el curso de dichos tributarios; y si el río Aracuay o Pihomaio entra en el del Paraguay por dos brazos; uno poco más abajo de la Asunción y el otro en los veinte y cuatro grados y veinte y cuatro minutos de latitud como yo creo; o este último mucho más abajo según lo marca el mapa de D. Juan de la Cruz.

4. Para arreglar mi mapa a un primer meridiano conocido en Europa, hice muchas observaciones en Montevideo, Buenos-Aires, la Asunción y Corrientes de las inmersiones y emersiones de los satélites de Júpiter; que aunque por defecto de sus tablas astronómicas pueden dar errada en cinco leguas la diferencia de meridianos, no por eso lo estarán las posiciones respectivas de los puntos de mi mapa.

5. No se limitó mi atención a hacer dicho mapa; porque hallándose en un país vastísimo, sin libros ni cosas capaces de distraer la ociosidad, me dediqué los veinte años de mi demora por allá a observar los objetos que se ofrecían a mis ojos en aquellos ratos que lo permitían las comisiones del gobierno, los asuntos geográficos, y la fatiga de viajar por despoblados y muchas veces sin camino. Pero como para esto estaba yo sólo, y los objetos que veía eran muchos más de los que podía examinar, me vi precisado a preferir, después de lo dicho, la descripción de los pájaros y cuadrúpedos, quedándome pocos momentos para reflexionar sobre las tierras, piedras, vegetales, pescados, insectos y reptiles. Así mis observaciones sobre estos artículos se hallarán triviales y escasas, como escritas por quien no tenía tiempo ni inteligencia en tales materias. En cuanto a los hechos de toda especie que refiero, he procurado no exagerar nada, sin pretender que las reflexiones que de ellos deduzco se crean, no hallándose fundadas. Muchas de ellas las omití en el primer borrador que hice de esta obra, temiendo a los críticos, y figurándome que ya las habrían hecho otros antes que yo: pero hoy deponiendo estos temores, publico esta obra como la concibe mi mente, con el único fin de que sirva a la instrucción del gobierno y de la historia natural principalmente del hombre.

6. No estaba ocioso cuando me hallaba en las poblaciones; porque leí muchos papeles antiguos de los archivos de las ciudades de la Asunción, Corrientes, Santa Fé, Buenos-Aires, y de los pueblos y parroquias, y consulté la tradición de los ancianos. Leí también algunas historias del país, que en bastantes cosas no estaban acordes con dichos papeles originales; y en todas hallé que sus autores no tuvieron bastantes conocimientos locales ni del número de naciones ni de indios, ni de su situación ni costumbres. Esto me ha determinado a escribir la historia del descubrimiento y conquista, corrigiéndola en cuanto he podido, de los yerros y equivocaciones que han cometido dichos escritores, algunas veces por ignorancia y otras con malicia. Para que esto se comprenda mejor, haré aquí una relación breve del carácter de dichos autores.

7. Uldérico Schimidels fué de soldado a aquella conquista en 1534 y salió de alli en 1552. Libre ya del servicio se fué a su patria Straubingen en Babiera, donde escribió en alemán la historia de los hechos que había presenciado, estropeando, corrompiendo y trocando tanto los nombres de las personas, rios y lugares, que solo las puede entender quien los conozca por otra parte. Su obra se tradujo al latín y de este idioma al castellano sin corregir su nomenclatura. Quitado este defecto es la más exacta que tenemos, la más puntual en las situaciones y distancias de los lugares y naciones, y la más ingenua e imparcial; sin que peque en otra cosa, que en habérsele pasado alguna vez anotar las diferencias entre los que mandaban y algun hecho ocurrido en su ausencia. También tiene el defecto inevitable a un soldado raso, que es abultar el número de enemigos y de muertos en las batallas, y decir que los indios tenían fosos, estacadas y fortalezas para aumentar su gloria en supeditarlos. Alguna vez para dar variedad a su historia, añade que algunos indios tenían bigotes y que criaban aves y animales domésticos, faltando en esto a la verdad que usa en lo demás generalmente.

8. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, fué el año de 1542 a continuar aquella conquista; y disgustó tanto a sus súbditos, que estos lo despacharon preso a España en 1544 juntamente con su confidente el escribano Pedro Hernández. El consejo supremo vio el proceso que le habían formado; y oídos sus descargos, le condenó a privación de empleo sin indemnizarle los gastos que había invertido, y a un presidio en África. Mientras duraba su causa, o poco después escribió unos comentarios del tiempo de su gobierno, que se han impreso poco ha; porque no tuvo él impudencia para hacerlo estando tan fresca su sentencia. Esta obra es a veces tan confusa, que no se entiende, y otras altera y cambia los nombres. Por supuesto que no se queda corto en su apología, y que sabe aplicarse cosas buenas hechas después estando él preso en Madrid. Tampoco es escaso en acriminar a sus contrarios, no perdonando medios ni invectivas y aun achacándoles la avaricia y otros vicios que eran suyos.

9. Al mismo tiempo que Alvar Núñez escribía Antonio Herrera en Madrid, y es de creer que este oyese a aquel o a dicho Hernández o que consultase sus comentarios. Yo no he leído a Herrera; pero creo que no pudo tener suficientes conocimientos locales para escribir con puntualidad.

10. Martín del Barco Centenera, clérigo estremeño, pasó al Río de la Plata el año 1573 y escribió su Argentina (1) desde su descubrimiento hasta el año de 1581 imprimiéndola en Lisboa el de 1602. Los profesores juzgarán su mérito poético; yo en cuanto a historia considero esta obra tan escasa de conocimientos locales, y tan llena de tormentas y batallas, de circunstancias increíbles, a los que conocen aquellos naturales, y de nombres y personas inventados por él, que creo no se debe consultar cuando pueda evitarse. Pero su empeño mayor es desacreditar a los principales y a los naturales, siguiendo en esto el genio característico de todo aventurero y nuevo poblador como él lo era.

11. Ruiz Díaz de Guzmán era sobrino de Álvaro Núñez, según dice. Yo no sé con qué motivo se mudó el apellido y también el de su padre, que era Alonso Riquel, y él le da el de Riquelme: su madre fué Ursula, una de las muchas mestizas que de Indias tuvo Domingo Martínez de Irala. Nació con corta diferencia el año de 1554, y pasó cuasi todo el tiempo que estuvo en el Paraguay en la provincia del Guairá de la que llegó a ser comandante. Con esta autoridad tomó alguna gente, y se fué a fundar la segunda ciudad de Jerez. Estando en ella el 1º de abril de 1593 escribió juntamente con el ayuntamiento que acababa de erigir, al de la Asunción diciéndoles que a petición e instancias de los vecinos de Ciudad Real había fundado a Jerez, y que convidaba a los que de la Asunción quisieran ir a establecerse allí. La contestación fué mandarle restituir los pobladores a Ciudad Real, de donde los había sacado; porque al mismo tiempo se quejaron amargamente los que habían quedado en el Guairá de que Ruiz Díaz había sacado los pobladores para Jerez a fuerza contra sus repetidas protestas y con grave perjuicio de la provincia. Pero Ruiz Díaz no hizo caso del mandato, ni de otros iguales que le repitió el gobernador general, de cuyas resultas se le formó proceso, y él se ausentó del país. Todo esto consta por menor en el archivo de la Asunción. Se fué Ruiz Díaz a Chunquizaca, donde escribió su Argentina y la envió el año de 1612 al duque de Medinasidonia. Aun no se ha impreso esta historia, de la que tengo una copia en la que ofrece segunda parte; pero creo que no la escribió. Lo dicho basta para que no lo tengamos por escrupuloso y para que nos cause novedad si vemos que en vez de verdades cuenta novelas, como son: la de la leona que defendió a la muger: la transmigración de los Chiriguanas: el viaje de Alejo García, el haber conocido a su hijo, y cuanto refiere de las alhajas de plata llevadas del Perú al Paraguay. También altera las fechas cuando lo necesita para intercalar expediciones fingidas. Forja grandes batallas, ejércitos numerosos, fortalezas, flechas envenenadas y otras cosas que inventa para honrar a su padre, abuelo y tío. Con la misma idea acrimina cruelmente a Francisco Ruiz Galán que compitió el mando con su abuelo y nunca fué de su partido, a Felipe de Cáceres, porque trabajó en la deposición de su tío, y a Ruiz Díaz Mugarejo (2) porque le prefirieron a su padre para las comisiones. Finalmente su narración hace conocer que estaba poco impuesto principalmente del curso del río Paraguay y de sus naturales.

12. El P. Jesuita Lozano escribió en el Tuasman la historia del descubrimiento y conquista del río de la Plata, la cual se halló en su colegio manuscrita en un volumen que posee don Julián de Leiva en Buenos-Aires. Tuvo presente a todos los autores citados y otras memorias; pero como ignoró la geografía del país, y la situación de muchas naciones, sus nombres, número y costumbres, no es extraño que las equivoque algunas veces, que no corrija las equivocaciones de sus originales, y que no entienda a Schimidels. Su principal cuidado fué acopiar cuanto han escrito, llenos de acrimonia y de pasión contra los conquistadores Alvar Núñez, Barco y Rui-Díaz; y aun no satisfecho con esto, aumenta, inventa y tergiversa los hechos. No hubo allí en su concepto sino dos hombres buenos y santos que hicieron milagros, a saber: Alvar Núñez y el primer obispo a quienes el consejo condenó justamente por su mala conducta y porque realmente fueron los más ineptos. En fin, presentó el P. Lozano esta su historia a los PP. de su colegio de Córdoba, y estos la hallaron tan cavilosa y mordaz, que no permitieron se publicase, y encargaron al P. Guevara, que la corrigiese según me han informado gentes de verdad que oyeron esto mismo a los PP. de Córdoba.

13. Dicho P. Guevara purgó a Lozano de algunas cavilaciones y maledicencias, añadiendo otras más insulsas; omitiendo cosas sustanciales, pone otras que no lo son, e ingiere sin venir al caso la historia del Tucumán. Esta obra manuscrita se encontró en aquel colegio, y algunos la han copiado figurándose que es la mejor por ser la última.

14. Aunque yo conozca los defectos de los citados autores he tenido que valerme de ellos, porque creo que no hay otros originales; pero los he corregido cuanto he podido por los papeles auténticos que he visto en los archivos, y por los conocimientos del país y de las costumbres de sus naturales. En efecto, sabiendo que estas son en aquellos indios tan fijas e inalterables según deduzco del cotejo de relaciones antiguas con las del día, y no hallándose rastro ni tradición de idolatría, de comer carne humana, de flechas envenenadas, ni de conservar en la guerra cautivos a los varones adultos, quedan destruidas todas estas fábulas con que algunos escritores adornan sus historias. Cuando los he sabido, he aplicado los verdaderos nombres a los parajes y naciones que los autores alteran y equivocan muchas veces; más no debe inferirse de esto que algunas naciones han sido exterminadas, como erradamente lo dice Rui-Díaz de la de Agaces; porque menos dos existen todas las que vieron los conquistadores; y su número de almas, que se verá en el capítulo 10, destruye las ideas que él mismo y otros nos dan de numerosísimos ejércitos. Los padrones que se ven en los archivos hechos en los primeros tiempos de los indios sometidos, no les dan tanta gente como la que hoy tienen sus pueblos; infiriéndose de aquí que no los han exterminado la avaricia y crueldad española, que es la única salida que se da a tantos millares de indios como se han amontonado arbitrariamente en las batallas y repartimiento de encomiendas.

 

ADVERTENCIA DE LA EDICIÓN DIGITAL.

La edición digital de los libros de Azara nos presenta dos tipos de dificultades:

El primero es que encontramos en la grafía del modelo excesiva "variación". Los acentos (a, á; ha, há, también, también, etc. etc.), el uso de la g o la j (gefe, jefe, egercicio, ejercicio, etc., etc.,), la utilización de cs o la x (escepcion, excepción), los criterios para utilizar negritas o bastardillas, mayúsculas o minúsculas, son tan erráticos que nos inducen a pensar que el texto de la edición argentina de 1945, o de otras anteriores que le hubiesen servido de modelo, es códice o copia hecha por varias personas y no una, y alejada, por lo menos en la forma, de la versión original.

La rigurosidad en la estructura de los libros de D. Félix de Azara, la precisión en sus observaciones y su laboriosidad, nos sugieren que tales desvíos no le son atribuibles.

Tampoco esta variación en la grafía favorece las correcciones en serie que permiten las herramientas electrónicas.

La segunda dificultad radica en que uno de los objetivos de la presente biblioteca virtual de esta república bilingüe, que aún en el presente siglo se debate en hablar y escribir correctamente el español y guaraní, es llegar a profesores y alumnos, inclusive de nivel secundario. Por eso una versión original (si estuviéramos seguros de poder contar con ella), de enorme importancia para paleógrafos, historiadores y filólogos, podría causar gran confusión en quienes se interesan en los contenidos de estos libros.

La solución a estos dilemas, creemos, consiste en presentar una versión "copia" de nuestra edición fuente, pero al mismo tiempo otra versión con grafía moderna tanto en castellano como en la numerosa nomenclatura guaraní presente en los libros de D. Félix de Azara, por supuesto, destacando la salvedad.

No olvidemos que las versiones presentadas son "virtuales", es decir, se prestan a una permanente edición y mejoramiento, cosa que sin duda iremos haciendo con la colaboración que esperamos de nuestros lectores nacionales y extranjeros.

Biblioteca Virtual del Paraguay

 

 

ANEXO 1

UNIDADES DE MEDIDA UTILIZADAS 

(Nota de la Edición Digital)

 

Braza: medida de longitud equivalente a 1,6718 metros. Distancia media desde los extremos de los brazos abiertos.

Codo: medida de longitud equivalente a 0,42 metros. Distancia media desde el dedo mayor al codo.

Palmo: aproximadamente 0,20 metros o 20 centímetros. Distancia de la mano extendida desde el extremo del dedo pulgar al extremo del dedo meñique.

Vara: medida de longitud equivalente a 0,8359 metros o ¼ de estadal.

Estadal: medida de longitud equivalente a cuatro varas.

Cuadrada: medida de superficie equivalente a 0,698728 metros cuadrados o a un cuadrado de una vara de lado.

Quintal: Medida de peso utilizada en Castilla equivalente a 46 kilos o 100 libras o cuatro arrobas.

Arroba: Medida de peso equivalente a 11,502 kilos o 25 libras.

Libra: Medida de peso equivalente en Castilla a 460 gramos o 0,460 kilos o 16 onzas.

Onza: Medida de peso equivalente a 28,70 gramos o a 0,0287 kilos.

Onza de oro: moneda española de este metal, de los s. XVI al XIX (trescientos veinte reales).

Longitudinal al Oeste de París: En la ubicación de puntos geográficos D. Félix de Azara utiliza la longitud al Oeste de París. En 1884 se convino en ubicar el 0 en Greenwich – Londres. De ahí la necesidad de restar 2,45º o 2º 27" a las longitudes marcadas por el autor a fin de verlas actualizadas.

 

 

CAPITULO I

DEL CLIMA Y DE LOS VIENTOS

 

1. Tomemos por límites del Norte y Mediodia los paralelos de 16 y de 53 grados: por lindero occidental a las faldas más orientales destacadas de la cordillera de los Andes entre los citados paralelos, y por límite oriental la costa patagónica hasta el Río de la Plata, continuando despues por la línea divisoria del Brasil hasta los 22 grados, y despues al Norte hasta dichos 16 grados. Lo que estos limites encierran es lo que voy a describir; que comprende una superficie larga 740 leguas y ancha de 150 a 200; pues aunque no la haya corrido, todas las noticias que me he procurado bastan para dar una idea general. Pero no hablaré de la provincia de Chiquitos; porque lo quiere hacer don Antonio Alvarez Sotomayor.

2. Como en lo que describo no hay montaña, siguen los climas una graduacion proporcionada a la altura del polo. Asi bastará decir lo que he observado en las dos ciudades más remotas para formar juicio del resto. En la Asuncion que esta en los 25º 16’ 40" (3) de latitud, el mercurio del termómetro de Fahrenheit subia en un cuarto a los 85º en los dias comunes del estío, y a los 100º en los meses calurosos, bajando a los 45º en los más frios del invierno. Pero en años estraordinarios, como el de 1786, y 1789 bajó a los 33º. Son pues sensibles las estaciones, y muchos árboles mudan las hojas. El frio o calor parece no pender tanto de la estacion o del sol como del viento; pues si este es Norte, siempre hace calor aun en invierno, y si es Sur o Sueste hace frio aun en verano. La razon parece ser, que el Norte corre antes la inmediata zona tórrida, y el Sur la zona fria. Los vientos más frecuentes son los del Este y Norte.

Los Sures no soplan la duodécima parte del año; y los Suestes en poco rato no dejan una nube en el cielo. Apenas se conoce el Oeste o Poniente y nunca dura dos horas; como si lo detuviese la cordillera de los Andes.

3. Aunque no tuve termómetro en Buenos-Aires como su latitud es 34º 36’ 28", no hay duda que alli hace menos calor y más frio que en la Asuncion; y se reputa invierno regular, cuando cuentan tres o cuatro dias de helarse un poco el agua; pero si esta se hiela más intensamente o más dias; se gradúa el invierno por escesivo. Los vientos siguen el sistema de la Asuncion, pero con triplicada fuerza, principalmente en la primavera y estío. Los de Poniente soplan algo más, y los Suestes siempre traen lluvia en invierno nunca en verano. Los más duros en todas aquellas partes son los del Sudueste al Sueste, y el otoño es la estacion más apacible. En mi tiempo solo hubo dos huracanes. El del 14 de mayo de 1799 derribó en el Paraguay la mitad del pueblo de Atira matando mucha gente, y llevó muy lejos muchas carretas: y el 8 de setiembre del mismo año arrojó a la playa ocho grandes embarcaciones y muchas menores en el puerto de Montevideo.

4. En todas partes es la atmósfera tan húmeda, que toma los galones y muebles. Principalmente en Buenos-Aires los cuartos que miran al Sur, tienen húmedo el piso, y las paredes espuestas al mismo rumbo estan llenas de musgo. Los tejados que miran a la misma región, se cubren tanto de yerba, que es preciso limpiarlos cada tres años para evitar goteras y peso: más nada de eso perjudica a la salud.

5. Muy rara vez se vé la niebla desde los cuarenta grados hácia el Norte, y el cielo es el más alegre y despejado. Pero aun es más rara la nieve, pues solo he encontrado memoria de haber nevado poco una vez en Buenos-Aires, y causó tanta novedad a sus habitantes, como a los de Lima el ver llover, porque en su ciudad no llueve. Ya se comprende que jamas nieva al Norte del río de la Plata, y que los frios, nieblas y nieves son mayores al Sur de los cuarenta grados. Algunos creen que el hemisferio austral a igual latitud es mucho más frio que el septentrional; pero de lo dicho se deduce que a lo menos nieva más en este que en aquel; y en Buenos-Aires no se usan tantas chimeneas ni braseros como en Cádiz, que esta cuasi en la misma altura de Polo y más reunido y metido en la mar. Sea de esto lo que fuere parece que el frio o calor no pende tanto del lugar del Sol como del viento, y que no estan tanto en la tierra como en la atmósfera o el aire.

6. Aunque los granizos no sean tan frecuentes como en España, una tempestad el dia 7 de octubre de 1789, arrojó piedras hasta de diez pulgadas de diámetro a dos leguas de la Asuncion; y suelen recoger los granizos para beber helados. La señal general más fija de lluvia próxima, es una barra de nubes al Poniente pegada al horizonte cuando se pone el Sol. El viento Norte y recio que ocasiona pesadez a las cabezas, indica lluvias al segundo dia; y los relámpagos al Sudueste al anochecer, y el calor calmoso, anuncian lluvia fija la misma noche. En Buenos-Aires tienen por señal de agua al descubrir la costa opuesta o del Norte del río.

7. En todas aquellas partes llueve en gotas más gordas y espesas que en Europa, y la cantidad anual de agua llovediza creo que es muy notablemente mayor que en España. En todas las estaciones y más en verano, suele llover con muchos relámpagos, a veces tan contínuos que apenas hay intervalo de unos a otros, y parece que esta el cielo ardiendo. En cuanto a rayos caen diez veces más que en España, sobre todo si viene la tormenta del Norueste. Una de estas arrojó treinta y siete rayos dentro del recinto de Buenos-Aires, matando diez y nueve personas el 21 de enero de 1793. Observé en el Paraguay, que todos los rayos seguian de arriba abajo los postes de madera más altos y verticales de los edificios, aunque estaban empotrados o embutidos en las paredes; y si aquellas gentes se hubiesen separado de tales postes, no habrian perecido los muchos que han muerto del rayo en mi tiempo.

8. La mayor abundancia de tempestades, relámpagos, de truenos, de rayos y de aguas pluviales, no puede atribuirse a las serranias que distan centenares de leguas. Tampoco puede ocasionarla la influencia de los bosques, porque cuasi puede decirse que no hay árboles desde el río de la Plata hasta los cuarenta grados y aun más: y los que hay hácia el Norte hasta acercarse al Paraguay se encuentran solo en los rios. A más de que sucede lo mismo donde los hay que donde no. Es pues preciso conjeturar que aquella atmósfera tiene más electricidad, o que posee una cualidad que condensa más vapores y que los precipita más prontamente causando los meteoros citados.

9. Parece deducirse de lo dicho, que el frio, la humedad y la dureza de los vientos van creciendo en razon de la latitud, que es la única causa visible capaz de poderlos alterar; pero no sucede lo mismo de los truenos y rayos que al contrario parecen mayores y más en el Paraguay que en Buenos-Aires. En fin, lo dicho es suficiente para conjeturar lo que sucede de estas cosas en mayores y menores latitudes del pais que describo.

10. Por lo relativo a la salud, puede tenerse por cierto que no hay en el mundo paises más sanos que todos aquellos. Las orillas anegadas y de las albercas no alteran la salud de los que las habitan: bien que puede atribuirse a estas situaciones pantanosas algunas paperas que se notan en las poblaciones de Remolinos y Santa Rosa del Paraguay.

 

 

CAPITULO II

DISPOSICION Y CALIDAD DEL TERRENO.

 

1. De todo el pais que describo, cuasi puede generalmente decirse que es una llanura unida; pues las escepciones que esto tiene se reducen a cerritos o serrezuelas de corta estension, que no tienen 210 varas de elevacion sobre su base, y a quienes no se daria semejantes nombres, sino por la casualidad de estar en llanuras; de modo que juzgo no deberme detener a hablar de cosas de tan poca monta e importancia, en una descripcion tan general como esta. Pero sí debo advertir que los confines del Brasil desde el Río de la Plata hácia el Norte, son unas lomadas suaves, obtusas y estendidas, mezcladas de algunos cerritos que van descendiendo hasta los rios Paraná y Paraguay cuasi insensiblemente.

2. Aunque se conozca a la simple vista, la cuasi horizontalidad de aquellos paises, tambien lo indica en parte el asegurar los navegantes que se introducen las aguas del Río de la Plata setenta leguas por el río Paraná cuando suben las de aquel siete y ocho pies por los vientos del Este y del Sueste. Yo deduje ademas de las alturas del barómetro marcadas por los comisarios de límites del año 1750, que el río Paraguay en su curso de Norte a Sur desde el paralelo de 16º 24’ al de 22º 57, no tiene un pie de pendiente o desnivel por milla marítima de latitud o distancia.

3. Merecen alguna mencion las consecuencias de la planicie de un pais tan grande. La cordillera de los Andes y sus faldas orientales que son el límite occidental de esta descripcion en 740 leguas de longitud, no pueden menos de despedir por innumerables arroyos o canales naturales, sus muchas aguas procedentes de lluvias y fuentes dirigiéndolas hácia el Este a juntarlas con el río Paraguay, y Paraná o caer a la mar. Pero la verdad es, que en tan enorme estension a penas hay cinco o seis riachuelos o arroyos que lleguen a terminar a donde se ha dicho; porque la horizontalidad de los terrenos inmediatos a las citadas faldas de la cordillera, hace que las aguas que bajan por ellas se detengan indecisas en las llanuras, hasta que se van evaporando; lo mismo que las lluvias que caen en las propias llanuras.

4. Otra consecuencia es que nunca el pais podrá ser regado por canales artificiales, ni conocerá molinos y máquinas hidráulicas, ni tendrá una fuente de agua conducida. Las escepciones que esto pueda tener se hallarán en la inmediacion de los límites orientales y occidentales de esa descripcion: esto es al salir las aguas de las faldas de la cordillera y de las cercanias del Brasil, que son más inclinadas o menos horizontales.

5. Tambien son secuelas de la llanura de aquel pais, las muchas albercas que se encuentran en él; el que estas tengan grande superficie y poca profundidad, y el que se agoten con la evaporacion del verano. Porque no pudiendo los terrenos dar suficiente espedicion a las lluvias ni a las aguas que les llegan de otras partes; necesariamente se abalsan en los sitios algo más hondos, los cuales, atendido el estado del pais no pueden ser profundos, sino estendidos. Todo se verifica puntualmente en el pais que describo.

6. El lago de los Taraies se forma de la reunion de las aguas llovidas en grande abundancia por los meses de noviembre, diciembre y enero en la provincia de los Chiquitos, y en todas las sierras que concurren con sus vertientes a formar el río Paraguay hácia la parte de su orígen, porque no pudiendo este río contenerles en su cauce, rebosan por ambas orillas a largas distancias, permitiéndoselo el pais horizontal; y este derrame es lo que se llama lago de los Taraies. Como las lluvias son unos años más abundantes que otros, sigue el lago la misma regla en su estension, y como su contorno pende de la mayor o menor horizontalidad de los terrenos, es tambien muy irregular e imposible de describir puntualmente. Sin embargo daré una idea de este famoso lago, hablando primero de su estension al Oriente del río Paraguay.

7. En los 17 grados de latitud donde principia, tiene como 20 leguas de anchura contadas desde el río Paraguay hácia el Este, y continúa con la misma anchura, ya más ya menos, hasta el paralelo de 22 grados: esto es por más de cien leguas, dejando aislados los cerritos de San Fernando o Pan de azúcar y a otros. Por la parte occidental del mismo río, comienza el lago en los 16 grados y medio de latitud, y sigue hasta los 17 y medio, haciendo una entrada de muchas leguas en la provincia de los Chiquitos. Desde los 17 grados y medio hasta los 19 y medio, se estiende poco al Occidente del citado río, pero continúa hasta el paralelo de 22 grados, introduciéndose mucho en el Chaco, y aun más por la provincia de los Chiquitos. De modo que su longitud de Norte a Sur puede computarse poco más o menos en 110 leguas, y su anchura en 40 sin que su poco fondo permita navegarse sino por el río Paraguay que lo corta a lo largo. Lo singular es que cuasi todo él esta seco y sin agua para beber gran parte del año, aunque lleno de espadañas y plantas acuáticas. Se creyó por algunos que este lago daba principio al río Paraguay y es lo contrario, que se forma el lago de lo que rebosa del río. Otros digeron que dentro de este lago se hallaba el imperio de los Taraies o del Dorado o del Paititi, y adornaron todas estas mentiras con otras aun mayores.

8. Tambien se secan en verano las albercas Aguaracaté hácia los 25 grados; las que hay al Norte y al Sur de la laguna Ipoa en el paralelo de 26 grados; el de Nembuai en el de 27 (las tres al Este del río Paraguay) y una multitud innumerable de todas estensiones en la inmediacion de los rios y arroyos.

9. Aunque las lagunas sean permanentes todo el año, todas tienen poca profundidad. De esta clase son las de Mandihó en los 25º 20’, la Ipacarai hasta los 25º 23’ la Iberá al Sur del río Paraná muy cerca de él, la Miri y la Manguera hácia los 33º con otra multitud innumerable de chicas y grandes que hay en el Chaco y en todas partes. De manera que estas lagunas y los anegadizos indicados en los números precedentes, escluyen del cultivo unas estensiones de pais mayores que muchos reinos de Europa. El trabajo esta en que la horizontalidad se opondrá siempre al desagüe y en que la poca profundidad no permitirá navegacion. La misma horizontalidad se opone aun de otra manera al cultivo y poblacion; pues por ella hay distancias muy grandes sin rios, ni arroyos ni fuentes; como sucede desde el río de la Plata al estrecho de Magallanes y en una gran parte del Chaco.

10. Las peñas que componen los cerritos y serrezuelas son areniscos de diferentes granos y dureza que el tiempo descompone; pero las de las inmediaciones de Montevideo son granitos. En la superficie de las lomas de la frontera del Brasil y sus inmediaciones, suele asomar la peña arenisca, y alguna vez hay descubiertos unos pedruscones de ella, de modo que al parecer el pais oriental de los rios Paraná y Paraguay se compone de un peñasco de una pieza, cubierto de una costra tan delgada muchas veces, que no es suficiente para el cultivo ni para que se arraiguen árboles quizás en una estension de mil leguas cuadradas. No sucede asi en los lugares más horizontales y más bajos como lo es el Chaco o el pais occidental a los citados Paraguay y Paraná y el muy grande desde el río de la Plata hácia el Sur. En estos paises esta la peña más profunda, y a veces a 12 o 16 varas de la superficie; pudiéndose atribuir esto, a que las aguas han bajado más tierra de las cordilleras que la que pueden arrastrar de la parte del Este.

11. En algunas lomas hácia la frontera del Brasil he visto, tal cual vez, asomar vetas de cuarzo muy blanco y en algunos cerritos se ven pizarras azules y amarillazas en hojas muy gruesas. Las piedras de chispa son raras y donde más he encontrado es en un arroyito cerca de Pando a 7 leguas de Montevideo; pero no escasean las de afilar en el Paraguay. En el pueblo de Inti por los 26º 30’ hay una cantera de piedra iman que parece de inferior calidad, y con ella esta empedrado el patio del cura. Caminando de Yapeiú al Salto de Uruguay, se vé la madre de un arroyo llena de piedrezuelas muy claras, cristalinas, amarillas y rojas, que creo sean cornalinas; y tambien las hay en el Valle de Pirain del Paraguay, y por los 32º escasos de latitud en las cercanias al Oeste del río Uruguay. En bastantes parages se encuentra lo que llaman cocos y son unos pedruscones sueltos que encierran dentro cristales con sus facetas apiñados como los granos de una granada. Los hay de varios colores, y los mayores y más bellos estan en la serrezuela de Maldonado. Aseguran alli que por la costra esterior va penetrando el jugo que forma dentro los cristales, y que creciendo estos y faltándoles cavidad, rebienta el coco con un estruendo igual al de una bomba o cañonazo. Los cascajos y guijarros, son muy raros y de los que hay, los más se encuentran en el cauce de las cabeceras de los arroyos y rios: más nunca he visto brechas o peñascos formados de cascajo. Hablando generalmente son tan raros los parages que tengan piedras rodadas y sueltas, como que se pueden caminar muchas leguas sin encontrar una piedra como nuez; y aun presumo que ninguna de las piedras mencionadas en este número se encuentra al Occidente de los rios Paraguay y Paraná ni al Sur del Río de la Plata.

12. No tengo noticias de canteras de piedra de cal sino de las que hay en las barranqueras de los rios Paraná y Uruguay en el paralelo de 32º y otras en algunas de las serrezuelas de Maldonado. Parece que la del Paraná es una piedra compuesta de conchas marinas aun no bien marmolizadas, que tienen arcilla en muchos de sus intermedios, de donde viene ser su cal de inferior calidad. Las piedras de cal del Uruguay no lo parecen a primera vista, ni tienen conchas ni se asemejan al mármol y tampoco dan más que mediana cal. Las que he visto de Maldonado son unos pedruscones, como cántaros y tinajas, de mármol blancuzco con el grano fino y se encuentran sin union unos con otro entre dos muros de pizarra comun dan una cal sobresaliente. Tambien hacen cal de inferior calidad en Buenos-Aires de algunos bancos de conchitas fluviales. Aunque yo no conozca otras caleras, es de esperar que el tiempo y la necesidad las descubrirán. En cuanto al yeso, no se conoce otro que el que hacen de unos pedruscones que encuentran sueltos en el cauce del río Paraguay por los 26’ 17’ de latitud, y en el del Paraná por los 32º.

13. Se dijo en el número 10 que lo interior de aquellos paises parecia ser un peñasco de una pieza, cubierto de una costra más o menos delgada. Esta costra es de arena en aquellas partes donde se han descompuesto las peñas, como en los pueblos de la Emboscada, Altos, Atira, Tobati y otros; pero hablando generalmente es una arcilla algo negrizca en la superficie por los vegetales podridos. Se encuentran en aquellos paises arcillas muy blancas, muy rojas, muy amarillas, negras y de colores medios; aunque parece que abundan más las de colores vivos hácia la frontera del Brasil, y que quizás no las hay de esta especie en el Chaco ni al Sur del río de la Plata. Disolviendo en agua la blanca, como si fuese cal, blanquean las casas campestres, pintando los zócalos o rodapies con la roja y amarilla; purificando o lavando a la última, resulta un bello ocre. Los planteros del Paraguay fabrican sus cristales de una amarillaza parda, y de la negrizca tomada en las cañadas fabrican tinajas y vasijas. Las hacen con la mano, alisándolas con una conchita, porque no conocen el torno del alfarero. Para que no se rajen al cocerlas, mezclan en la pasta polvos de vasijas rotas; les dan por fuera un baño de greda roja o bermellon y las cuecen llenándolas y cubriéndolas de leña pegándola fuego. Esto se entiende en el Paraguay y Misiones; porque en Buenos-Aires hace poco que se han establecido unos alfareros catalanes.

14. Pero en los paises de lomadas, como son la frontera del Brasil desde el río de la Plata hasta los 24 grados con todas sus inmediaciones hácia el Poniente hasta muy largas distancias, que incluyen las Misiones jesuiticas y mucha parte del Paraguay, aquella costra superficial es un compuesto muy duro de limo rojo y arena, que descomponen las lluvias llevándose el limo y quedando la arena, que algunas veces es negra y escelente para polvos de salvadera. esta mezclada con otra blanca de igual grano, pero esta se separa soplando, quedando la negra por más pesada, como que tiene fierro pues la atrae el iman. En la frontera del Sur de Buenos-Aires, esta lo que llaman cerrito colorado, y es compuesto de aquella arenilla de que se hacen las ampolletas o relojes de arena.

 

CAPITULO III.

DE LAS SALES Y MINERALES.

 

1. Para tratar de sales, divido aquel pais en solos dos trozos, sirviendo de separacion el río Paraguay hasta su fin, y desde alli el río Paraná hasta el mar. Todas las lagunas y aguas al Este de los citados rios son tan dulces, que no podrian vivir alli los ganados mayores ni menores sino cuatro meses y los toros algo más, sino supliesen la falta de sal comiendo los huesos secos que encuentran, y principalmente lo que llaman Barrero. Este es una arcilla salada que se encuentra en algunas cañadas poco profundas; pero no la hay en la parte oriental de las provincias del Paraguay y de Misiones jesuiticas, que por esto no pueden criar ganados.

2. El hombre parece poder vivir sin la sal, pues hay muchos en dichos lugares que solo comen carne asada sin sal; y antes de llegar los primeros españoles los habitaban muchos indios. Verdad es que quizá estos encontrarian su equivalente en la mies silvestre, en la caza y los pescados; o acaso comerian el barrero, donde le encontrasen; y donde no, suplirian la sal al modo que los indios Albayas (4) y Guarias. Estos queman unas yerbas, de cuyas cenizas y carbones hacen pelotas, y las echan en la olla porque son saladas; de modo que quien no lo sepa podrá figurarse que comen tierra.

3. Los terrenos occidentales del río Paraguay y en seguida del Paraná, con los que hay al Sur del río de la Plata, tienen una cualidad contraria; porque todos sus pozos, lagunas, arroyos y rios son salobreños, sin esceptuar los rios Pilcomayo y Bermejo, sino tal vez al río Negro de la costa patagónica. Ya se supone que unas aguas son más saladas que otras, y que en invierno cuando los rios y lagos estan llenos, se conoce poco o nada la sal que tienen. Tampoco aquellas sales son de la misma especie, pues en el paralelo de 33º 44’ se encuentra el fuertecillo de Melinené, en cuya inmediacion ví por marzo una superficie de cuasi una legua de travesia, cubierta de dos a cuatro dedos de sal de Epson. A 130 leguas de Buenos-Aires por el rumbo del Oeste-Sudueste, hay una laguna siempre llena de escelente sal comun, a donde la van a buscar en carretas una vez al año; y la prefieren a, la que les llevan de Europa, porque dicen que sala más, y porque no comunica a los guisados un poco de amargura que encuentran en la dicha de Europa. Tambien llevan alguna sal a la misma ciudad y a Montevideo de la boca del río Negro de la costa patagónica, y de otras lagunas del Sur del río de la Plata. La hay igualmente en varias lagunas de las cercanas al río Bermejo. Pero para lograr de esta sal en el Paraguay en las Misiones y en Corrientes, que todos estan en los terrenos dulces de los números 1 y 2, recogen en tiempos secos por las cañadas donde hay barrero las florescencias blancas que aparecen en la superficie, para colarla y hacer hervir la legia basta que deposita la sal. En cuanto a salitre creo le hay en todas partes; pues consta que los conquistadores lo beneficiaban para hacer su pólvora.

4. No es adaptable a la localidad de los terrenos salados y dulces, la idea de que la sal de aquellos procede de la mar; y parece más natural que siendo los terrenos salados horizontales y generalmente incapaces de permitir curso a las aguas, se evaporan estas depositando sus sales. Los terrenos dulces, tienen otra disposicion, porque no les falta la precisa pendiente para que corran las aguas juntamente con sus sales; y donde no pueden correr, como en las cañadas muy anchas de poca o ninguna inclinacion, alli se encuentran los barreros.

5. Sabiendo que aquellos paises son llanos con pocas y no elevadas sierras, se viene en conocimiento que no contienen minerales. Sin embargo, en el pueblo de Concepcion, hácia Maldonado, se encuentran granos de oro de buen quilate entre las arenas del arroyo de san Francisco; pero su escasa cantidad no creo pueda satisfacer los costos del lavadero. Tambien me aseguraron que hácia el pueblo de san Cárlos, se ha encontrado rara vez alguna piedrezuela de cobre; y en el Paraguay creen algunos que el oro del copon de una parroquia de la Asuncion se sacó del cerro de Acaai. En la sierra llamada de Santa Ana por los conquistadores, y de san Fernando en el mapa de Cruz, que esta pegada al río Paraguay en la provincia de los Chiquitos, hay probabilidad de que se encontrarán minas de oro, y quizás de piedras preciosas, porque estan cerca de las que poseen los portugueses en Matogroso y Cuiabá. Lo mismo digo de todas las serrezuelas de dicha provincia de los Chiquitos y de las de los Mojos.

6. Concluyo este capítulo con la noticia de un fenómeno difícil de esplicar. Es un pedazo único de fierro puro, flexible y maleable en la fragua, dócil a la lima, y al mismo tiempo tan duro, que a veces rompe y mella los cinceles al cortarle. Sin duda contiene mucho zinc, cuando no se deteriora con la intemperie. Se le notan algunas desigualdades superficiales, y se conoce que a cincel le han cortado grandes pedazos, quedando su figura irregular. Sin embargo sus medidas principales son de poca diferencia, longitud 13 palmos, anchura media 8, altura 6, y solidez 624 palmos cúbicos. Me valgo de estas medidas que le dan en su diario original, don Miguel Rubin de Celis y don Pedro Cerviño, que por órden del rey le reconocieron el año de 1783. Salieron de Santiago del Estero cuya latitud observaron de 27º 47’ 42" y encontraron el fierro a las sesenta leguas estimadas en línea recta por el rumbo del Norte, 85 grados hasta el Este. Caminaron esta distancia por la llanura del Chaco sin encontrar una piedra, ni tampoco en la escavacion que hicieron bajo del fierro para ver si se internaba en el terreno. Todo lo dicho consta del citado diario, como igualmente que el fierro posa sobre una superficie horizontal arcillosa, sin profundizar nada. A su regreso les mostró el gobernador del citado Santiago, una piedra con bastante oro del peso de una onza, diciéndoles que un indio la habia sacado del pozo de Rumi distante 20 leguas del fierro; y al instante despacharon dos hombres a buscar más de aquellas piedras. En efecto, se las llevaron, pero no tenian indicio de metal; y el mismo Cerviño me ha asegurado que averiguó despues que la piedra de oro vendida al gobernador habia venido del Perú.

7. Vuelto Rubin de Celis a España, se espatrió pero deseando hacer conocer este pedazo de fierro nativo, publicó despues de muchos años en el tomo 78 de las transaciones filosóficas (segun he leido en el estracto de los mejores diarios número 190), que a muy corta profundidad bajo del fierro, habia encontrado cuarzos de muy bello rojo con granos de oro, y cita la piedra del gobernador. No hay duda pues, en que escribió la memoria sin consultar su mismo diario, que le habria hecho ver que se equivocaba. Dice que el tal fierro tiene principio volcánico, pero no reparó en que no es ágrio o quebradizo, ni puso atencion a que esta es una inmensa llanura que no admite volcanes; hallándose el más próximo quizás a 300 leguas, ni a que un peso como aquel, siendo arrojado, no podia estar en la superficie sin profundizar nada. Tampoco ha sido conducido por las aguas pues no hay río cerca, ni mina alguna de fierro en la América meridional de donde poderlo sacar.

8. Aunque la mina de Huantahaia de la cordillera de los Andes esta lejos de los límites de mi descripcion, diré lo que de ella me han informado porque tiene relacion con lo dicho del fierro. esta en un llano de arena pura y suelta; y los que la benefician no hacen sino revolverla, encuentran pedazos de plata pura grandes, y pequeños, aislados entre la arena o sin conexion unos con otros. Esto hace ver que ni el frio, ni el calor, ni las filtraciones, ni ninguna causa de las que llaman segundas puede haber formado tales pedazos de plata; y que es necesario acudir a la causa primera, diciendo que estas las crió cuando al globo, para hacer conocer su infinita fecundidad, variedad y poder en todas las líneas. Lo mismo puede creerse del citado fierro.

 

 

CAPITULO IV.

DE ALGUNOS RIOS PRINCIPALES, PUERTOS Y PESCADOS.

 

1. Siendo absolutamente impracticable la descripcion de todos los rios de aquel pais tan estendido, me limitaré a decir algo de los tres que se unen para formar el río de la Plata. En cuanto a los demas, aunque algunos sean iguales y mayores que los más caudalosos de Europa, me refiero a mi mapa que indica su curso. Pero ante todas cosas advierto que la zona tórrida austral esta más elevada que la zona templada meridional en el continente americano, pues los tres rios más principales que nacen en aquella, y son el Paraguay, Paraná y Uruguay corren de Norte a Sur.

2. Cuando arribaron los primeros españoles, habitaban solo los indios Carios o Guaranís toda la costa oriental del río Paraguay, y la llamaban Paiaguay, aludiendo a que los indios Paiaguas lo navegaban privativamente en todo su curso; pero los españoles le han alterado algo el nombre llamándole Paraguay. No falta quien diga se tomó el nombre de un cacique antiguo llamado Paraguaio; pero esta palabra nada significa en ninguna de aquellas lenguas, ni en ninguna memoria antigua hay tal nombre de cacique, no obstante que conservan el de cuasi todos.

3. Las primeras vertientes del río Paraguay son varios arroyos que principian hácia los 13º 30’ de latitud austral en la sierra llamada del Paraguay, donde los portugueses poseen minas de oro y de diamantes, topacios, beritos y crisolitas (5). Reunidos dichos arroyos, forman al río Paraguay, que corre rectamente al Sur o Mediodia, hasta que finaliza uniéndose al Paraná junto a la ciudad de Corrientes en los 27º 27’ de latitud. Puede navegarse con goletas desde los 16 grados hasta su union referida; porque no tiene arrecifes ni embarazos, y no le falta caudal, aunque su cauce sea en lo general estrecho.

4. Para formar alguna idea de su caudal, estando en la Asuncion, elegí la ocasión, en que nadie del pais le habia visto tan escaso de agua. Medí su anchura de 518 varas (6): la divido en varios trozos, averigué el fondo y la velocidad de cada uno sondeando y observando lo que tardaba en correr una determinada distancia un copo de algodon esponjado y conducido por la corriente, y de estos antecedentes calculé que fluia por hora 156,111 y media varas cúbicas de agua. Suponiendo pues que su caudal medio sea el doble, como efectivamente lo es y aun más; resulta que fluia en cada hora 312,223 varas cúbicas; sin contar las aguas que le entran más abajo que pueden estimarse en dos rios como el Ebro.

5. Nunca sus aguas son en la Asuncion incomodamente turbias, porque las lluvias parciales no bastan para ensuciar tanto caudal, ni aun en las generales arrastran mucha tierra en aquellos paises incultos. Tiene su creciente periódica que principia a conocerse en la Asuncion a fines de febrero, y aumenta con igualdad admirable y pausa hasta fin de junio, que es cuando comienza a bajar por los mismos grados insensibles y tiempo que subió. Algunos años sube esta avenida hasta seis brazas (7) sobre el nivel ordinario en dicha ciudad; pero otros es mucho menor, sin que por eso varie notablemente su principio ni su fin. El lago de los Taraies es el regulador de esta creciente; porque recibiendo segun se dijo en el capítulo 2, número 7 y 8 las aguas que el río Paraguay no puede abarcar impide que bajen amontonadas, y despues se las restituye a proporcion que su cauce lo permite: la calidad del agua es escelente.

6. Las primeras vertientes del Paraná nacen de las sierras donde los portugueses tienen las minas de oro que llaman Goiaces hácia los 17º 30’ y 18" de latitud austral. Por alli se reunen muchas vertientes o arroyos encaminándose al Sur. Despues inclinan mucho al Occidente, y luego corren al Oeste Sudueste hasta que por los 20 grados toma el Paraná otra direccion; que puede verse en mi mapa lo mismo que el número de sus muchos tributarios.

Entre estos los hay iguales y mayores que los primeros de Europa, cuales son el Iguazú, el Paraguay, Uruguay, etc.; de modo que aunque no haya practicado esperiencia para conocer el caudal del Paraná, creo no exagerar diciendo que es mayor diez veces que el Paraguay al juntarse con este. Cuando últimamente se le incorpora el Uruguay tomando el nombre de río de la Plata y un lugar en la lista de los mayores del mundo, tiene tal vez tanta agua como todos los de Europa juntos grandes y chicos. Antes del arribo de los españoles lo llamaban los Guaranís de sus riberas Paraná cuyo significado ignoro. Los primeros españoles le pusieron el nombre de río de Solís por su descubridor Juan Díaz de Solís, pero se lo quitaron luego para darle el de río de la Plata, figurándose que los paises que baña abundaban de plata como se vé en el capítulo 18 número 9. Verdad es que este nombre último esta hoy contraido solamente al pedazo del Paraná que corre desde que se le une el Uruguay hasta el mar.

7. Como el Paraná viene por los paises orientales de mi descripcion, que ya dige eran notablemente más desnivelados, es mucho más violento y atropellado que el del Paraguay, y por lo mismo sus grandes avenidas no le hacen subir tanto. Su anchura media en el pueblo de Candelaria es de 933 varas, y desde alli hácia el Norte es lo general aun más estrecho; pero despues hácia el Sur va ensanchando, de modo que enfrente de Corrientes es ya de 3500. Forma innumerables islas hasta de 30 leguas de longitud. No tiene una avenida única, como el Paraguay, sino muchas en diferentes tiempos, aunque las mayores acaecen por diciembre y duran menos tiempo. Sus aguas pasan por escelentes no obstante que se suelen encontrar en ellas huesos y troncos petrificados.

8. A pesar del grandísimo caudal de este río, no puede navegarse en toda su longitud, porque lo embarazan la violencia de su curso y principalmente sus saltos y arrecifes. Tiene uno al Norte de la boca de Tiete que se le junta en los 20º 35’ de latitud; pero yo solo describiré el que se halla cerca del trópico de Capricornio. Le llaman Salto de Canendiyu por un cacique que encontraron alli los primeros españoles, y Salto de Guairá por la inmediacion a la provincia de este nombre. esta en los 24º 4’ 27" de latitud observada, y es un espantoso despeñadero de agua digno de que le describiesen Virgilio y Homero. Se trata del río Paraná, que tiene alli mucho fondo y 4900 varas de Castilla de anchura medida; esto es una legua, y que seguramente contiene más agua que muchos juntos de los mayores de Europa. La citada anchura se reduce repentinamente a un sólo portillo o canal de 70 varas, por donde entran todas las aguas precipitándose con furia desesperada, como si quisiesen lo que solo ellas podrian intentar con sus enormes masa y velocidad, esto es, dislocar el centro de la tierra y ocasionar la mutacion que observan los astrónomos en su eje. Pero no caen las aguas verticalmente como por un balcón o ventana, sino por un plano inclinado 50 grados al horizonte hasta completar 20 varas, y un palmo de altura perpendicular. Los vapores o rocio que se eleva del choque de las aguas contra los muros de roca tajada, y contra algunos peñascos que hay en la misma canal del precipicio, se ven en forma de columna de muchas leguas, y miradas estando dentro de ellos forman con el Sol muchos arcos iris vivísimos y trepidantes al compás de la tierra, que se siente temblar bajo de los pies. Los mismos vapores y espumas ocasionan una eterna y copiosa lluvia en los contornos. El ruido se oye de seis leguas, y en las inmediaciones no se encuentran ningun pájaro ni cuadrúpedo.

9. El que quiera reconocer este Salto debe caminar 30 leguas desiertas desde la poblacion de Curugnaty hasta el río Guatemi. Alli ha de buscar árboles muy gruesos, para construir algunas canoas. En estas se han de embarcar los que han de ir y los víveres y demas necesario, dejando en el sitio alguna escolta armada con el equipage y caballos, porque hay por alli indios silvestres. Las canoas navegarán 30 leguas hasta salir al Paraná, por dicho Guatemi, siempre con cuidado porque en los bosques de sus orillas suele haber indios que no dan cuartel. Cuando el Guatemi esta bajo es preciso arrastrar las canoas sobre varios arrecifes, y alguna vez cargarlas al hombro. Aunque restan que bajar por el Paraná tres leguas hasta el Salto las que pueden hacerse en las mismas canoas, o a pie por la orilla del grande bosque, aunque se destrozan las botas y zapatos con las puntas de las peñas. En las inmediaciones del Salto hay proporcion para tomar las medidas geométricas que se quiera; y metiéndose por el bosque se puede reconocer lo inferior del Salto; bien que para esto es menester desnudarse totalmente porque llueve mucho.

10. Lo que hace saltar este río es lo que llaman impropiamente cordillera de Maracain, debiéndose notar que solo se ha hablado de lo más violento del Salto pues aun deben considerarse como continuacion suya las 33 leguas en línea recta que hay desde dicho Salto a la boca de Iguazú situada en los 25º 41’ de latitud observada; porque corre el río toda esta distancia por una canal de peñas tajadas a plomo, pero tan estrecha que dos leguas bajo del Salto solo tiene el río 110 varas de anchura, y en la boca del citado Iguazú 443, de manera que con la mucha pendiente y la estrechez corren las aguas furiosamente dando trompadas contra las peñas, y chocando unas con otras, formando innumerables y violentos remolinos y abismos capaces de tragar cuantos barcos navegasen por alli.

11. A propósito de saltos de rios haré mencion de otros dos en aquellas partes. El mencionado Iguazú o Curituba, cuyo caudal puede estimarse igual al de los dos mayores de Europa juntos, tiene su salto dos leguas antes de unirse al Paraná. La longitud total del despeñadero, es de 1531 varas y la altura vertical de 63 1/3. esta dividido este salto por tres gradas principales, y cada una de estas en muchos canales por donde cae el agua muchas veces a plomo hasta de siete varas de altura en el más elevado, bajando en los otros por planos más y menos inclinados. El ruido, espumas, rocio, arco iris, etc., se asemejan a lo dicho del Paraná.

12. El otro salto es de un río comparable al Sena, llamado Aguarai que vierte en el Jejui y los dos juntos en el del Paraguay. El mapa de Cruz no escribe bien su nombre, y le hace juntar equivocadamente al río Ipané. Este salto es a pique o vertical y de 149 1/3 varas de elevacion: se encuentra dentro de un bosque en los 23º 28’ de latitud observada.

13. No estrañaria que me dijesen habia en el antiguo mundo despeñaderos de agua tanto o más empinados, pero no se hallarán comparables a los descritos, atendidas todas sus circunstancias. En la América es donde se han de buscar los términos, si se quiere hacer el cotejo; porque alli las sierras, los valles, llanuras, rios, cataratas y todo, son tan grandes, que en su parangon las mismas cosas en Europa deben reputarse miniaturas y muñecos. En efecto, Monsieur P. F. Tardieu que ha copiado el mapa de los Estados Unidos de América de Orro Sinit, ha traducido tambien del inglés la descripcion del salto del río Niágara, llamado más abajo río de san Lorenzo uno de los mayores del mundo. Se halla el salto en la comúnicacion de los dos grandes lagos Erie y Ontario; la traduccion dice en sustancia, que la anchura del río al despeñarse es de 866 varas; que se precipita con tan maravillosa celeridad, que a muchos les ha parecido que saltaba verticalmente; que la pendiente o desnivel del río en la media milla antes de despeñarse es de 21 varas y medio palmo; que la altura vertical del salto es de 54 18/25 varas, y la profundidad del abismo donde cae el agua se reputa de 23 7/10 varas. Luego suma estas tres partidas que hacen 99 3/5 varas concluyendo, que son la pendiente del río en dos leguas y media de su curso. Esta obscura relacion hace sospechar que el salto no es a pique o vertical como lo da a entender su contesto: pero Rochefaucould Liancour dice terminantemente que lo es y de 62 1/5 varas de elevacion, en el tomo 2 página 12 de su Voiage dans les Etats Unis d’Amérique. Como quiera estas dos relaciones discordan, y la de Tardieu no debió contar por altura del despeño la profundidad del abismo.

14. Comparando las cataratas indicadas, será la primera la de Aguarai en lo vertical, y la última en cantidad de agua. Pero nada es comparable a lo magnífico de la del Paraná, pues aunque el Niagara tuviese tanta o más agua, este se despeña en cascada o Nappe presque égale ancha 866 varas y aquel por un prisma solar de 70.

15. Ya se supone que los citados saltos se hacen sobre peñas durísimas. En ellas se ha abierto el Paraná una zanja de cien millas hasta el Iguazú, y el Niágara otra de siete. A lo que parece, dichas peñas estaban ya formadas cuando el agua principió a correr sobre ellas; pues no es fácil creer que rios de tanto poder, hayan permitido que se consolidasen bajo de ellos; como los rios tuvieron principio cuando la atmósfera o cuando las lluvias y fuentes, esto es, cuando el globo, se puede creer generalmente que las peñas de los saltos de rios y todas las de su clase no han sido formadas, sino criadas cuando el mundo. El citado viajero dice que el Niágara corre sobre ellas desde principio del mundo; pero convendria saber su calidad para considerar a las de su especie como cosas criadas; y no formadas posteriormente de las diferentes sustancias que los químicos encuentran en ellas. Las de mis saltos me parecen granitos; pero mi voto vale poco en este particular. El citado viajero dice que las del Niágara son calcarias sin esplicar si son de mármol compuesto de conchas.

16. Volviendo al Paraná tiene otro arrecife llamado Itú o salto de agua en los 27º 27’ 20" de latitud y 59º de longitud pero permite el paso de embarcaciones menores, y aun a las goletas en las crecientes, de modo que el río es navegable desde poco más arriba de la boca del Iguazú hasta la mar. Cerca de este arrecife esta el lago Iberá que merece mencionarse. Por el Norte tiene treinta leguas paralelamente y cerca de la orilla austral del Paraná con quien no comunica visiblemente. Por el Este o Levante se prolonga otras treinta leguas, formando al fin en la parte del Sur la angostura o garganta Iuquiquá la cual ensancha más abajo, dando orígen al río Miriñai, que es caudaloso y vierte en el Uruguay. La orilla austral del Iberá sigue al Poniente desde Iuquiquá treinta leguas, saliendo de ella los rios de santa Lucía, Corrientes y Bateles, que jamas se vadean y tributan al Paraná. Por último, el lado occidental del lago es igual a los otros, uniendo al del Sur con el del Norte. Apenas se conoce aumento ni disminucion en el Iberá porque no le entra ningun río ni arroyo, entreteniéndole la sola filtracion del Paraná, que es tan grande como que suministra el caudal para los cuatro no pequeños rios y para suplir la enorme evaporacion, que no puede bajar de setenta mil toneles diarios segun las esperiencias de Hallei.

17. He leido en un manuscrito jesuitico que dentro del Iberá habitaba una nacion de indios pigmeos, que describe muy por menor; pero es un cuento falso. El Iberá es una grande estension de fango y agua, de plantas acuáticas y de algunas isletas de árboles, aunque en algunas partes es verdadera laguna limpia: de modo que es imposible reconocer su interior a pie ni a caballo ni embarcado. Su situacion local y todo persuade que el Paraná corria por el medio en lo antiguo, dividiéndose en los cuatro citados rios que salen del lago.

18. El río Uruguay toma a entender su nombre de un pájaro comun en sus bosques llamado Uru, porque Uruguay significa, río del pais del Uru. Principia hácia los 28 grados de latitud en unas sierras al Oeste de la isla de Santa Catalina. Corre desde luego al Poniente, recibiendo tantas aguas que a las 25 leguas de su orígen donde corta el camino de San Pablo a Viamon, es ya caudaloso y lleva el nombre de río de las Canoas. Siguiendo 11 leguas más el citado camino se le une un río considerable llamado Uruguay-mori y río de las Pelotas, llevando juntos el nombre de río Uruguay. Cuando este río sale de las serranias de su orígen corre largo trecho por paises alomados sin árboles; pero se mete despues por entre grandísimos bosques, engrandeciendo con nuevos arroyos, hasta que se le junta el Uruguay-puitá. Mi mapa marca con exactitud el resto de su carrera, hasta unirse al Paraná para formar juntos lo que llamamos hoy río de la Plata, colocándole entre los mayores del mundo.

19. Aunque a la simple vista parezca que su caudal es algo menor que el del río Paraguay, podrá haber en esto equivocacion, porque es más violento y atropellado aun que el Paraná, por venir más oriental, donde los terrenos son menos horizontales. En su cauce, principalmente al pie de sus saltos, se encuentran muchas petrificaciones de huesos y troncos, y sin embargo pasan sus aguas por escelentes, siendo aun más acreditadas las del río Negro su tributario. Sus mayores acrecimientos suelen acontecer desde fin de julio a primeros de noviembre. Aunque desde donde se le junta el Pepirí hasta el río de la Plata tiene más de 50 arrecifes, solo deben llamarse saltos el del paralelo de 27º 9’ 23" y el que hay en la embocadura del Niverni: este tiene dos varas de altura vertical y aquel algo más de once. Asi no debe estrañarse que su navegacion solo esté espedita desde el río de la Plata, hasta el arrecife llamado Salto Chico en los 31º 23’ 5" de latitud. Es verdad que alguna vez se ha vencido este tropiezo con alguna creciente estraordinaria, subiendo hasta el Salto Grande que tiene en los 31º 12’ 0" pero desde aqui a los pueblos de Misiones le navegan siempre con canoas y embarcaciones chatas o sin quilla.

20. No podrá menos de admirarse el que considere la multitud de arrecifes y saltos indicados en los pocos rios descritos, y mucho más al oir que los tienen tambien todos los rios y arroyos grandes y chicos que les tributan desde los 27 grados para el Norte. Si en esto hay alguna escepcion como en el río Paraguay, para eso hay otros como el Tiete, que tiene 14. Esta multitud de saltos en todas partes no obstante que son tan llanas indica una causa general que no se encuentra en el antiguo continente: yo no hallo otra que estar formado lo interior del pais de bancales horizontales de peña como sucede a la cordillera de los Andes, segun dice el señor don Antonio Ulloa en sus noticias americanas. Pero lo que se deduce principalmente es que el perene trabajo de las aguas no ha tenido aun el tiempo necesario para destruir semejantes embarazos.

21. Digamos algo del conjunto de todos aquellos rios: esto es, del río de la Plata: puede considerarse como un golfo del mar, aunque conserva el agua dulce y potable hasta 25 o 30 leguas al Este de Buenos-Aires. No se advierten en él las mareas que son tan fuertes en la costa patagónica; ni el subir ni el bajar de las aguas pende del crecimiento de los rios, sino de los vientos; porque el Este y el Sueste las hacen subir hasta siete o más pies, y los vientos opuestos las bajan a proporcion. Pero el año de 1795 estando yo en el Paraguay bajó tanto el agua un dia de calma, que descubrió en Buenos-Aires tres leguas de playa conservándose asi un dia entero, y despues volvió a su estado natural espaciosamente. Para que esto sucediese debió retirarse mucho la mar hácia el Este o se abrió una caverna en el fondo del río o el del mar alli cerca y no fué por terremoto, pues no se sintió alli ni en otra parte.

23. Mi mapa de este golfo o río de la Plata manifiesta sus bancos de arena, y su sonda por lo relativo a la navegacion. Resta decir que sus orillas aunque bajas, no dejan de proporcionar algun abrigo, y más la del Sur; porque los vientos más duros y peligrosos soplan de aquella parte. Asi se han mantenido al ancla muchos navios sin averias largas temporadas, y el llamado Vigilante nueve años en el amarradero que dista tres leguas al Norte de Buenos-Aires. Su tenedero no puede ser mejor en todas partes.

24. Ocioso seria tratar de los puertos de la costa patagónica cuya descripcion y planos han publicado ya otros viajeros. Los del río de la Plata son la Colonia, Montevideo, Maldonado, Ensenada de Barragan y el Riachuelo: los dos últimos en la costa del Sur, y los otros en la opuesta. El Riachuelo que esta cerca de Buenos-Aires, es un arroyo largo y estrecho que viene de tierra adentro, pero le entran tambien las aguas del río de la Plata. Ya se supone que es seguro, pero no admite sino buques medianos, y aun estos han de esperar a que el viento haga subir las aguas pasar sobre la barra que hay a la entrada.

25. La Ensenada de Barragan, esta 10 leguas más afuera que el puerto precedente, y fondeaban en ella las embarcaciones antes de poblarse Montevideo. La conserva limpia el arroyo de Santiago que corre por enmedio, y es muy segura y de buen tenedero. Su entrada es angosta, y solo tiene dos brazas y media de agua donde más, esto es la superficie para fragatas.

26. El puerto de la Colonia es poco capaz, y no de buen abrigo contra los Suestes y Suduestes, que son los vientos más duros. Verdad es que algo le defienden la isla de san Gabriel y otras menores, como tambien un plater o banco de arena, que todos se prolongan en una línea delante del puerto. La sonda es de seis a siete brazas, porque las aguas vaciantes del río de la Plata corren pegadas a la costa con tal velocidad, que a veces llega a seis millas por hora.

27. El de Montevideo es el más frecuentado: su sonda disminuye tan apriesa, que es de temer se inutilizará antes de mucho tiempo. esta espuesto a los vientos más duros, que levantan en él mucha mar y hacen garrear las embarcaciones, enredar sus cables y caer unas sobre otras. A veces las arrojan a las playas, por que su tenedero es fango suelto, donde no agarran las anclas, y se pudren los cables y las maderas. Tampoco se sale de él cuando se quiere, porque se necesita bastante viento para sacar los buques del fango. Fondean en él fragatas y aun navios de línea, pero estos lo han de hacer muy afuera donde hay poco abrigo.

28. El de Maldonado es grandisimo con buen tenedero y fondo para los mayores navios, pero no es abrigada toda su estensión, sino solamente la parte que esta al socaire de la isla de Gorriti: se entra y sale con todo viento por que tiene dos bocas. La corriente sale siempre por la que llaman del Este; y esta circunstancia hace que oponiéndose a todo viento, menos al del Oeste, alivia siempre a los cables.

29. Antes de nombrar los pescados, diré lo que se me hizo estraño en los cangrejos. Son de la especie de los de Europa, pues tienen las mismas formas, magnitud, color y gusto, pero no se encuentran en las orillas de arroyos, ni en su cercanias que pueden inundarse con las crecientes, sino en los campos arcillosos. Alli hacen sus agujeros redondos y perpendiculares para entrar y salir de noche, y los ensanchan bastante en lo interior, para estar con comodidad y para que contengan bastante agua llovediza, por que no ven otra ni la buscan. Solo habitan dos en cada agujero, y mis cuadrúpedos Micure, Pope y Aguaragazu los buscan y comen mucho. No se puede correr por donde hay cangrejos, por que caen los caballos metiendo los pies en los agujeros, que son hondos media vara. Suelen distar los cangrejos muchas leguas unos de otros, sin que se conciba como hayan podido atravesar tan largas distancias.

30. En el Paraguay pescan los indios Paiaguas y otros a flechazos y con anzuelos, pero los españoles no lo hacen, y sin son campestres, aborrecen el pescado. En Buenos-Aires para pescar, entran dos hombres montados en el río hasta que nadan sus caballos poniéndose en pie sobre ellos. Entonces se separan y tienden la red, sacándola los mismos caballos. Registran al pescado que sale, y si esta flaco o sin gordura lo arrojan a la playa. No se conocen las ostras y otros mariscos que hay en Chile, pero abundan los pescados de buena o a lo menos mediana calidad. En Santa Fé de la Vera Cruz secan algunos del río Paraná y los venden por bacalao: lo propio hacen en Maldonado y en la costa patagónica.

31. No puedo hablar bien de los pescados de aquellos mares, por que apenas conozco uno u otro. Me limito únicamente a los de aquellos rios, cuasi sin poder hacer más que nombrarlos. Hay Mangurnis de más de cien libras; Surubis de treinta; Pacús dorados y negros de veinte; Dorados mayores más bellos y diferentes de los del mar de veinte; y Rayas muy grandes que pican al que las pisa ocasionándole inflamacion y dolores insufribles. Tambien hay Patis, Bogas, Sábalos y Palometas. Estas precisan a estar en continuo movimiento a los que se bañan; por que de estar quietos se exponen a que la Palometa les saque el bocado redondo. Hay igualmente Cazones o Armados, Lenguados, Bagres, Tarariras y Peces reyes los mayores del mundo. Se encuentran ademas Pirarapitas, Viejas, Dentudos, Mojarritas, Anguilas, Tortugas y otros muchos. En la obra de mis cuadrúpedos hablé de las Nutrias, Quiya y Capibará, cuadrúpedos de aquellos rios y tambien del Yacaré o Caiman. Aunque es fabuloso el Yaguaro, ninguno es tan famoso entre el vulgo del Paraguay. Suponen que escarba con prontitud increible por debajo del agua las barrancas de los rios, hasta que las hace derrocar sobre las embarcaciones.

32. Es escusado advertir, que los pescados grandes no se encuentran en poca agua y que no todos los nombrados se hallan en todas partes. Por ejemplo, yo no sé que haya Tarariras, Anguilas, Viejas, Tortugas ni otros en los mayores rios; y son muy comunes en los pequeños y medianos y en las albercas. El citado Yacaré y la Anguila existen en todos los lagos de América, por más separados que se hallen unos de otros. La anguila nadie hasta hoy sabe como se multiplica, no habiéndole jamas encontrado hijos ni huevos en el vientre. Aseguran algunos que encima de los saltos del río, no se encuentran algunas especies de pescado que hay debajo.

 

 

CAPITULO V.

DE LOS VEGETALES SILVESTRES

 

1. No siendo yo botánico, no hay que pedirme las clases, caracteres ni nombres griegos de las vegetales, sino tal cual noticia muy superficial como la puede dar un viajero distraido con otras cosas. Habiendo dicho en el capítulo 2º que aquellos paises son llanos, cuasi siempre arcillosos y alguna vez areniscos, se sigue que su vegetacion debe participar de la misma uniformidad, no habiendo otras causas que la puedan variar, sino la temperatura de la atmoefera, sensibles solo en larguísimas distancias, y en ciertas plantas, y la de tener el suelo más o menos humedad y miga para penetrar las raices. En efecto, he notado constantemente en aquellas campañas incultas, que tienen las mismas plantas, altas de tres a cuatro palmos, tan tupidas que no permiten ver el suelo, sino donde hay caminos, y en los arroyos y canalejas que hacen las lluvias. Las especies de plantas son pocas, pero entre los paralelos de 30 y 31 grados en la frontera del Brasil, donde el pais es más alomado, se encuentran bastantes plantas que no he visto en otras partes. Entre ellas hay algunas cuyos tronquillos, hojas y flores parecen estar llenos de escarchas y una de cuatro hojas anchas largas de tres pulgadas en figura de lanza y pegadas al suelo, da por junio una vara y flor como el Renunculo, áspera y de un rojo naranjado que jamas se pierde aunque esté seca.

2. En las cañadas y parages que se suelen inundar con las lluvias o con crecientes de arroyos, dominan plantas diferentes y más elevadas como espadañas, pajas, cortaderas, alciras, pitas o cardales de varias especies, y otras que no se nombran: llaman pajonales a estas cañadas y bagios. Si la humedad es considerable, se crian entre dichas pitas o caraguatas, cebollas como el puño, que dan flores carmesíes al modo de azucenas, y en algunos lugares anegados del Paraguay recogen los indios silvestres una especie de arroz muy bueno. Al Sur del río de la Plata y donde es pais salitroso, hay varias plantas que lo son, y que tal vez servirian para jabon y tintes.

3. Cuando las plantas estan ya duras y sequizas, las pegan fuego para que retoñen y las coman tiernas los ganados; pero sin duda perecen asi las plantas más delicadas y se queman las semillas disminuyendo las especies. Solo se detienen estas quemazones en los arroyos y caminos estendiéndose tanto en el viento, como que yo caminé más de doscientas leguas muy al Sur de Buenos-Aires sobre una campaña que principiaba a retoñar y habia sido abrasada de una vez. Como las orillas de los bosques son siempre muy cerradas y verdes, tambien detienen el fuego; pero quedan chamuscadas para arder en el incendio siguiente. Perecen igualmente infinitos insectos, reptiles y cuadrúpedos menores, y las águilas y gavilanes acuden a las quemazones para comer estos despojos.

4. Lo dicho hasta aqui de la vegetacion de los campos sin bosques, padece alteracion por el influjo del hombre y de los cuadrúpedos; porque en las estancias o dehesas pobladas algunos años de ganados mayores y de pastores, se esterminan aquellos pastos altos y los pajonales, y nace la grama comun y un abrojo achaparrado de hoja muy menuda. El ganado lanar abrevia el esterminio de toda planta elevada, y fomenta la grama. He observado mil veces, que en cualquiera desierto donde el hombre se establezca, nacen al año, al rededor de su choza, malvas, hortigas, abrojos comunes y otras varias plantas que no habia visto a treinta leguas en contorno. Basta que el hombre frecuente un camino, aunque sea solo a caballo, para que a los lados u orillas nazcan algunas de dichas plantas, que no se notan en los campos inmediatos; y basta que cultive un huerto, para que nazcan verdolagas, hortigas, etc. En la inmediacion de las madrigueras de la Vizcacha, nace la hortiga vizcachera que no se vé en otra parte.

5. Vamos a tratar de árboles. Los hay en las cercanias del estrecho de Magallanes, y desde alli al río de la Plata, se encuentran en raros parages de la campaña, algunas listas o manchas de algarrobos y espinillos claros. En suma, escasea tanto la leña en aquellas partes, que hacen fuego con cardos y viznagas, y con los huesos y sebo de las yeguas silvestres, que se matan muchas veces solo con este obgeto. Aun en los hornos de ladrillo de Buenos-Aires y Montevideo, queman porciones enormes de huesos, bien que se remedian mucho con los duraználes que siembran para aprovechar la leña. Tambien cortan bastante de las orillas de los arroyos que vierten inmediatamente en el río de la Plata, y aun la traen de las islas y orillas de los rios Paraná y Uruguay. Pero toda esta leña se va visiblemente esterminando, y por lo que hace a maderas para edificios, carretas y embarcaciones, cuasi toda se baja del Paraguay y Misiones jesuiticas.

6. En el Chaco o al occidente del río Paraguay, y en seguida del Paraná hasta santa Fé hay más bosques. Los de las orillas de arroyos y rios, son como en todas partes muy tupidos o cerrados, y abundan en troncos; y los de las campañas, estan muchos más claros, componiéndose la mayor parte de Quebrahachos, Cebiles, Espinillos y Algarrobos. Estos son diferentes de los de España; y los indios y gente pobre, comen sus vainas estrechas como las de judias, aunque son poco dulces; pero otros las machacan y ponen en agua para que fermenten, y les resulta la bebida llamada Chicha que no es desagradable y que llega a embriagar bebiéndola con esceso. Otra especie de algarrobo da vainas mucho más gruesas, arredondeadas y negras, que sirven tan bien o mejor que las agallas para hacer tinta de escribir.

7. Todos los bosques que hay desde el río de la Plata hasta Misiones, estan en las orillas de los rios y arroyos, donde la poblacion los va esterminando; pero en las citadas Misiones y en seguida hácia el Norte del Paraguay, se encuentran ya bosques muy grandes con árboles muy diferentes de los citados; y no solo en los arroyos y rios sino tambien en lomas y serrezuelas. La espesura de estos bosques es tanta, que dificultosamente se camina a pie dando rodeos por dentro. El suelo esta siempre cubierto de hojas secas, de ramas y troncos podridos, de Alechos y de Cazaguatas, de modo que es difícil puedan las semillas que caen tocar en tierra, ni ser cubiertas de polvo porque el aire entra sensiblemente. Dentro he visto alguna vez un arbusto cuya forma y las hojas son de pimiento, de figura de cuerno aunque tres o cuatro veces más alto. Creo que llaman Aji cumbari y su fruto es amarillo, naranjado, redondo y del tamaño de la pimienta negra, pero tan cáustico, que su jugo hace mudar la piel. El mismo efecto ocasiona un gusanito que se suele encontrar en este arbusto, solo con dejarle correr sobre el reves de la mano.

8. Se ven en estos bosques muchísimas especies de árboles todas diferentes de las de Europa y tan interpoladas, que para encontrar una docena de la misma es menester registrar a veces un grande trecho. Hay por alli considerables bosques de naranjos, que presumo posteriores a la conquista, porque siempre los he visto cerca de pueblos o donde los ha habitado. Este árbol no admite agaricos ni plantas parasitas, ni sufre debajo ni en su alrededor, otra vegetacion que la suya. Asi estos bosques son limpios y sin más embarazos que sus hijuelos; aunque algunas veces se vé uno u otro arbolon de otra especie, que yo creo anterior a la estension de los naranjos Aunque su fruto sea generalmente agrio, tambien es en algunos agridulce: juzgo que todas en su orígen eran dulces y que les viene el ácido de la falta de cultivo; porque he observado muchas veces que las calabazas comunes que nacen y se crian junto a las chozas abandonadas del campo, dan un fruto más amargo que la hiel, no obstante que en su orígen no lo era.

9. Presumo que en los bosques grandes del Norte habrá árboles de un grueso estraordinario, aunque no los he visto. Hoy se ignora tambien la aplicacion y usos que pueden darse a muchas de aquellas maderas, pero el tiempo los descubrirá. Algunas son más fuertes que otras de la misma especie. Por ejemplo los cedros del monte grande entre los 29 y 30 grados de latitud, aunque criados en tierras alomadas, no tienen la fortaleza y duracion que los cedros del Paraguay. Sin embargo hablando en general, las maderas del Paraguay son más compactas, sólidas y vidriosas que las de Europa; por lo menos se esperimenta que una embarcacion construida de ellas dura triplicado tiempo.

10. La del Tataré se consume sin hacer llama ni brasa y de mal olor. Es muy compacta, suavisima, amarillaza y tan tenaz, que no pueden arrancarse los clavos de ella. La emplean con preferencia para baos, curvas y ligazones de los barcos; y machacando la corteza y poniéndola en agua, resulta tinta. De la del Ybiraro o Lapacho hacen la mejor tablazon, vigas, tigeras, macas, pinas y rayos de carreta: dichas tablas son las que más duran en los forros de las embarcaciones. Emplean la del algarrobo para pinas, barengas etc.; y la del Urundei-puita que es roja, para portes labrándolos cuando estan verdes; por que despues desbocan las herramientas. Esta madera es durísima y cuasi incorruptible bajo de tierra, principalmente si la clavan en sentido contrario o por la parte de las ramas. Tampoco se pudre el Yandubai o Espinillo, pero como sus palos son cortos, tuertos y no gruesos, los emplean solo para hacer corrales de estada y para quemar; por que es la leña mejor del mundo, tanto por la grande actividad de su fuego y duracion de sus brasas, como por la facilidad con que arde tanto verde como seca. La madera del Uruadiirai se emplea en muebles preciosos, porque es durísima de fondo amarillazo con vetas tan vivas, negras rojas y amarillas, que quizás ninguna madera le iguala en esto. Verdad es que se confunden y oscurecen con el tiempo, pero se preservarian con algun barniz. Es árbol de primera magnitud y muy grueso como el otro Yrundeí; pero apesar de su dureza, le persiguen más que a ninguno unos gusanos como el dedo; de modo que pocas veces pueden sacarse tablas que pasen de media vara de anchura. Del Tatáiba o moral silvestre hacen tablas y muebles por su bello color amarillo. El Timbé es un arbolon de primer órden, bastante sólido no pesado, y de madera que jamas se raja; por cuyos motivos la prefieren para canóas y para cajas de escopeta. Del cedro que es muy diverso del del Líbano, asierran muchísima tablazon para todo uso. Tambien la usan para baos y forros de embarcaciones, y aun para remos, por la facilidad con que se trabaja, pero no hay madera tan sensible a lo seco y húmedo, y sus tablas se separan siempre aunque esten bien unidas. Del Apeterebí sacan vigas y tambien palos para embarcaciones; pues aunque no tengan el grueso y longitud de los pinos del Norte, son más sólidos fuertes y pesados. Hay variedad de laureles diferentes de los de España, y los emplean principalmente para zuadernas de embarcaciones. Hacen del Ñandipá cajas de escopeta: del Caimbacá, del Sapiy y del naranjo ejes de carretas: del Palo de lanza varas y lanzas de coche etc., y del Guayacán apenas hacen uso. Aprovechan mucho en tigeras para cubrir los edificios de la palma Caranday que se cria en lugares llanos, bajos y húmedos del Paraguay. Su tronco es duro y se conserva mucho a cubierto del agua. Sus hojas nacen juntas y forman figura de Abames, y sus dátiles valen poco. En los mismos bosques se hallan los que en Madrid llaman Plátano de Oriente y Lauro Real, y habiéndose llevado estos a Europa, no sé como no se han conducido los demas que son más útiles.

11. Me detendré un poco a hablar de la utilidad que puede sacarse de algunos árboles, y de lo que me parece estraño. Hay bosques estendidos de Curiys no muy distantes al Este de los rios Paraná y Uruguay desde Misiones hasta el Norte. Suponen algunos que el Curiy solo tiene una raiz perpendicular: lo cierto es que su tronco es tan recto y largo como el de los pinos del Norte, y tan grueso o más. Su madera es resinosa semejante a la del pino comun, pero sus hojas mucho más cortas y anchas con la figura de moharra de lanza, y la punta aguda. Las ramas nacen en coronas o a la misma altura en direccion horizontal, sin ser muchas ni gruesas: a bastante distancia más arriba nace otra corona, y lo mismo hasta la copa. Sus piñas arredondeadas del tamaño cuasi del de la cabeza de un muchacho, tienen las escamas menos sensibles que nuestros pinos, y cuando estan sazonadas se deshacen totalmente, quedando sólo el palito de enmedio grueso como el dedo. Sus piñones son muy largos del grueso del dedo pulgar en el estremo más abultado, y asados son tan buenos o mejores que castañas. Los indios silvestres los comen mucho y moliéndolos hacen harina para comer tortas. Yo creo que seria su madera escelente para tablazon, y para palos, vergas y masteleros de navio. Los Jesuitas sembraron algunos en los huertos de sus Misiones, y son ya árboles de primera magnitud: podrian prosperar en Europa.

12. El Ybirapepé es un grande árbol de buena madera, por cualquiera parte que se asierre el tronco horizontalmente, resulta una estrella cuyos radios son cuasi tan largos como el diámetro del nucleo. El Ybaró es otro árbol que da mucho fruto en pomos. Es redondo con el cuesco esférico, liso, lustroso y oscuro que sirve de juguete a los muchachos. Entre él y la piel esterior hay una pulgada glutinosa, que algunas indias estrujan y se sirven de ella como de jabon.

13. El Ombú es muy grande y frondoso, que prende de rama gruesa, sin errar jamas, y sin reparar que el suelo sea bueno o malo, húmedo o seco. Crece en la mitad del tiempo que otros, y es bueno para sombra y para paseos y caminos. Su madera se pudre antes de secarse, no arde al fuego, ni sirve para nada. Hay uno en el jardin botánico de Madrid y otro en el Puerto de santa Maria, donde han averiguado que sus hojas limpian y curan las úlceras.

14. El Papamundo es de la mayor corpulencia, de bellas hojas, muy frondoso y de un fruto como ciruelas que comen los de paladar grosero. Hay otro árbol muy comun frondoso y grande en el Paraguay. Su tronco parece compuesto de un haz de muchos que entran y vuelven a salir y hacen alguna vez asas como las de un cántaro.

15. El Higueron es grande y frondoso en estremo, que crece como todos cuando nace aislado en el suelo; pero cuando nace en la horqueta muy alta de otro árbol grueso o sobre un poste o estaca, arroja sus raices rectas, separadas y flotantes al aire, hasta que en llegando al suelo prenden, engruesan y se unen unas con otras formando tronco abrazando y ocultando para siempre el árbol o estaca donde nacieron. Si el higueron nace pegado a una peña, la va abrazando de modo que su tronco tiene a veces una vara o más de ancho pegado a la peña con solo tres o cuatro dedos de grueso.

16. Aunque la familia de NopaIes o Tunales sea la más desproporcionada y mal hecha entre los árboles, yo he visto dos verdaderas tunas, árboles más bien formados del mundo: su tronco alto siete a ocho varas, era liso y tan redondo como si le hubiesen torneado; y solo de lo más alto salian muchas ramas a un tiempo arraquetadas para formar la copa esférica, tupida y compuesta toda de dichas raquetas o palas: las flores tambien se asemejan a las de la tuna o nopal aunque son más pequeñas. Los encontré en dos bosques del pueblo de Atirá, distantes como una legua uno de otro, y no tenian hijos o renuevos; de modo que me figuré que su especie no tiene sino estos dos individuos.

17. Lo que en el Paraguay llaman azucena del bosque es árbol comun, de talla mediana, muy verde y copudo. Se cubre totalmente de flores, que aunque de solos cuatro pétalos hacen bella vista largo tiempo por su muchedumbre y hermoso color morado; el cual degenera en blanco con el sol y los dias. En los jardines del Río Janeiro lo recortaban y criaban como a los bojes y mirtos. En Buenos-Aires y Montevideo llaman plumerito a un matorral comun junto a los arroyos que da unas flores en figura de hisopo o plumero, porque en vez de hojas tienen unas como cerdas gruesas rojas muy vivas de dos a tres pulgadas de largo: las mugeres se adornan con ellas.

18. He oido nombrar en España a la yerba llamada Vergonzosa o sensitiva porque tiene la propiedad de cerrar las hojas al tocarlas, y por aquellos paises hay dos o tres con la misma propiedad. Pero tambien la tiene el Yuquery que es muy comun en lugares húmedos. Es especie de Aromo, y se le parece en hoja, formas y magnitud, aunque las ramas son más horizontales. Da vainas como de judias aplastadas, y muchas juntas que forman grupos cuasi circulares.

19. Por los veinte y cuatro grados de latitud ví matorrales de dos varas de elevacion, cuyos troncos y las hojas parecian a la vista y al tacto un terciopelo, y tambien hallé berengenas silvestres, albahaca y salvia, pero esta es arbusto.

20. No escasean aquellas cañas o taguaras gruesas como el muslo muy fuertes y útiles para andamios y para muchas cosas. El ejército Guarany forró sus cañutos con piel de toro, y se sirvió de ellos como de cañones contra las tropas combinadas de España y Portugal que trataban de efectuar el tratado de límites del año de 1750. Se hallan a la orilla de los arroyos, pero sobresalen a todos los arboles. La raiz es como la de caña comun; aunque mucho más gruesa, y como ella se cria en matorrales, pero dicen que tarda siete años en ser adulta: que entonces se seca, y que vuelve a arrojar al segundo año. El Taguapará se encuentra solo en los arroyos tributarios del Uruguay, es una caña que usan para bastones, por que es llena, fuerte, sólida y bien pintada de negruzco sobre fondo pajizo. De otra tambien sólida y llena se sirven para astas de lanzas y para afianzar los tejados. La Taquapi tiene sus cañutos muy largos y lo que los forma es tan delgado como una piel o corteza. En ellos suelen los viajeros hacer velas de sebo, y van cortando del molde a proporcion que la vela se consume, Aun hay otras cañas llenas y vacias desconocidas en España donde probarian bien.

21. El árbol que da la llamada Yerba del Paraguay se cria entre los demas en todos los bosques de los rios y arroyos tributarios del Paraná y Uruguay, y tambien en los que vierten en el del Paraguay por la banda del Este desde los veinte y cuatro grados de latitud hácia (8) el Norte. Aunque los he visto como naranjos medianos, no sucede asi donde benefician sus hojas porque los chapodan cada dos o tres años que es el tiempo que creen necesario para que esten sazonadas. Pertenece a la familia del laurel a quien en todo se parece, tiene las hojas dentadas en su contorno. La flor es blanca en racimos de treinta a cuarenta con cuatro pétalos y otros tantos pistilos que nacen de los intermedios; y la semilla que es roja morada, como granos de pimienta, encierra cada una tres o cuatro nucleos.

22. Para beneficiar la yerba chamuscan las hojas, pasando la misma rama por la llama. Despues la tuestan, y últimamente la desmenuzan hasta cierto punto, poniéndola asi apretadamente en un depósito, por que recien hecha no tiene buen gusto. Para usarla poner un puñadito en una calabacita que llaman mate con agua caliente, y al instante chupan por un cañutillo o bombilla que tiene en lo inferior agujeros para dar paso al agua deteniendo la yerba. Esta misma sirve tres o cuatro veces echando nueva agua, y algunos ponen azúcar. La toman a todas horas siendo el consumo diario de un vicioso una onza, y la que trabaja o beneficia un jornalero no baja de un quintal o dos. Los indios silvestres del Mondaí y de Maracayú usaban tomar esta yerba, y de ellos lo aprendieron los españoles. Se ha estendido tanto el uso de esta yerba, que se lleva mucho a Potosí, Chile, Perú y Quito: el año de 1726 se estrageron del Paraguay 12.500 quintales de ella, y el de 1798, 50.000.

23. Los padres Jesuitas plantaron estos árboles en sus Misiones y beneficiaban la yerba con toda comodidad. Separaban ademas las puntitas de los palos, desmenuzaban más las hojas y llamaban a esta yerba Caa mirí: más nada de esto influye en la calidad, sino el que esté bien chamuscada, tostada y cogida en sazón no impregnada de humedad. Asi sin consideracion a quitar palitos ni a lo menudo, dividen la yerba en fuerte, y electa o suave.

24. Diré algo de algunos otros usos que hacen de los vegetales. En los lugares húmedos del Norte del Paraguay, abunda una planta que da varitas como de cuatro palmos cuasi tapadas con las hojas bastante grandes que le estan pegadas a lo largo. Tiene muchas y largas raices flexibles muy amarillas por dentro, que sirven de azafran para colorear los guisados. Las cortezas del Cebil y Curupai les sirven para curtir los cueros con más brevedad que con Zumaque, con la del Catiguá hacen un cocimiento en la que empapan la piel o la tela que quieren teñir: luego la estregan con las manos un rato en agua con ceniza poniéndola al sol hasta que se seque. Ultimamente la lavan en agua clara y queda teñida de un rojo fuerte. El Caacangai es una yerba que se estiende por el suelo en el Paraguay: de sus raices encarnadas hacen un cocimiento: empapan en él la tela preparada con agua de alumbre, y resulta un rojo que se aviva lavándola con orines podridos, cuyo olor le quitan enjabonándola. El Urucú es árbol comun en el Paraguay, cuyo fruto se abre y encierra multitud de granitos, que lavados tiñen el agua de un rojo bellísimo, y precipitan (9) el color en poco rato al fondo; más no se que hagan uso de él para tintar telas. Con las astillas del Tatayiba o moral silvestre hacen un cocimiento: en caliente empapan en él la tela preparada con alumbre, y resulta un bello amarillo en la seda y algodon. La lana no le toma tan bien. Aun se sirven de otras plantas para teñir amarillo.

25. Las gomas y resinas de que tengo noticia son las siguientes, todas del Paraguay y Misiones. En las partes septentrionales se encuentra el árbol muy grande llamado Palosanto. Su madera fuerte y olorosa hecha astillas y herbida despide una resina que recogen sobre el agua, y se cuaja enfriándose. Se sirven de ella para sahumerios, porque da muy buen olor. Llaman a un árbol Incienso porque herido destila una resina de olor y color de incienso: por tal le usan en los templos del Paraguay y Misiones, aunque lo recogen impuro o mezclado con arena y corteza. Los indios del pueblo de Corpus encuentran en el cauce o madre del Paraná cuando esta bajo unas bolitas de resina algo transparentes, las mayores como una pequeña nuez. Y no dudo que las destilan los inmensos bosques de más arriba, ni que son un incienso superior al que se quema en España. Dichas bolitas prenden luego en la llama, y a proporcion que se queman se derrite en forma y color de caramelo, otra sustancia que no prende en la llama, pero que poniéndola en brasas despide un humo de muy suave olor, mejor que el que daba cuando ardia.

26. El Mangaisy es un árbol que no se encuentra en aquel pais sino hácia el río Gatemí. Su goma llamada goma elástica, es tan conocida, que en Europa la dan ya muchas aplicaciones.

27. Cuentan del Ñandipá que hiriendo su tronco sale una resina, que mezclada con igual dósis de aguardiente y puesta al sol se convierte en un barníz bueno para maderas y muebles preciosos. De otro árbol sacan por incision la verdadera trementina, y de otro la escelente goma-elemi.

28. En las Misiones abunda el Aguaraibai cuyo tronco es a veces como el cuerpo y las ramas algo desparramadas. En invierno no caen las hojas, que son de un verde más claro que las del sauce, largas pulgada y media a dos, anchas tres líneas, agudas, dentadas, nacen a pares y una en la punta, y estrujadas sueltan una humedad pegajosa que huele a trementina. La flor en racimos blanca y pequeña, produce una cajita con semillas. Me parece haber visto dos arbolitos de estos en el jardin de plantas de Paris. Toman sus hojas, hierven en agua o vino hasta que sueltan la resina: las quitan, continuando el fuego hasta que tiene el caldo punto de jarabe; y a esto llaman Bálsamo de Aguaraibai, o de Misiones: sacan una arroba de cincuenta hojas. Cada pueblo de Misiones, envia más de dos libras anualmente a la botica real de Madrid, sin que hasta hoy se haya publicado relacion de sus virtudes.

29. Se aplica por allá, con buen efecto, a las heridas, ablandándolo con vino tibio si es que se ha endurecido. Creen que fortalece el estómago untándole con él por fuera; y que haciendo lo mismo en las sienes y en lo más alto de la cabeza, alivia su dolor. Suponen que aplicado esteriormente, mitiga los cólicos, el dolor de costado, la dureza del estómago, la opilacion y los flatos, y que tomando con azúcar la dosis de dos almendras mañana y tarde, cura la disenteria, la flaqueza de estómago, y a los que arrojan sangre por la boca. Lo inventó el Jesuita Segismundo Asperger que egerció la medicina y botánica cuarenta años en Misiones. Alli practicó cuantos ensayos le parecieron con los indios, y de resultas, dejó escrito un recetario sólo de los vegetales del pais, que conservan algunos curanderos: si se examinase, tal vez se encontraria algun específico útil a la humanidad.

30. Aseguran que hay en el Paraguay y Misiones, Ruibarbo, Canchalagua, Catorguala, Doradilla, Cabellos de ángel, Ruda, Salvia, Suelda, Consuelda y otras yerbas medicinales. Hay tambien lo que llaman piñones purgantes, porque purgan con violencia en un cuarto de hora comiendo medio piñon, esto es la dosis de media almendra. Suponen que la parte del gérmen hace vomitar; que la otra produce cursos, y que comiéndolo entero se verifican ambos efectos. Paseando yo por donde habia de estos árboles con la Gobernadora y su hija; las espliqué la propiedad de tales piñones, y esto bastó para que quisiesen probarlos, comieron entre las dos poco más de uno y lo hallaron de buen gusto: pero apenas habrian pasado veinte minutos, cuando en ambas principió la funcion por arriba y por abajo, sin dar lugar a melindres. Nada de eso tiene mala resulta, y se corta repentinamente con solo beber vino.

Fr. Miguel y Escriche, cura de Itapua, y que hacia de médico o curandero, me aseguró que las hojas de un árbol comun en los bosques, causaban el mismo efecto que las de jalapa tomadas en la mitad de la dosis, esto es, que tenian doble virtud purgante.

31. Digamos algo de las plantas enredaderas o parasitas. Los Isipos o Rejucos son infinitos en los bosques. Suben y bajan por los mayores árboles, pasan de unos a otros, y puede decirse que son los que ligan y sugetan los bosques para que el viento no los arranque. Los hay muy gruesos, y a veces se enroscan con otros troncos formando espirales, y uniéndose tan intimamente, que parecen ser una pieza. Entre las muchas enredaderas hay algunas que hacen bella vista, cubriendo totalmente a grandes árboles con sus flores amarillas y naranjadas; entre la multitud de plantas parasitas, hay varias especies llamadas flores del aire, recomendables por la estrañeza y hermosura de sus flores o por lo grato de su fragancia.

32. La parásita llamada Guembé, nace en la horqueta alta de los mayores árboles cuando estos principian a podrirse interiormente. Tiene varios troncos del grueso del brazo, largos de una a dos varas, las hojas son de mango muy largo, verdes muy lustrosas, largas tres palmos, anchas la mitad, con su contorno profundamente hondeado, y anualmente se caen algunas de las inferiores. El fruto es una mazorca totalmente parecida a la del maiz en la magnitud, figura y granos, que suelen comer cuando estan maduros porque son algo dulces. Desde su elevacion arroja raices rectas sin nudos del grueso del dedo, que a veces dan vueltas al árbol, y otras bajan derechas y flotantes hasta el suelo donde prenden. Las cortan con un cuchillo atado a una caña; y de su piel, que es delgada y se saca fácilmente con los dedos, tuercen cables o amarras para todas las embarcaciones del Paraguay, y aun para fragatas de guerra, sin más preparacion que la de mojarlas si estan secas. Es menester darles más grueso que a las de cáñamo, porque no tienen tanta fuerza y se rozan más estando secas y dando vueltas, pero son baratas, nunca se pudren en el agua ni en el cieno, y resisten muy bien.

33. Son muchas las plantas llamadas Pitas, cardas, y caraguatas, y las hay entre ellas que nacen lo mismo en el suelo que en los troncos y tejados. Todas conservan en sus cogollos el agua de las lluvias y rocios que a veces recogen los viajeros para beber. Yo solo haré mencion de dos: la una abunda infinito en las orillas de los bosques y tambien a descubierto. Sus hojas o pencas, tienen el color, anchura y grueso que las de la Piña o Ananá; pero son mucho más largas y espinosas, y encierran unas hebras mucho más finas que las de la Pita de España, aunque nadie las aprovecha. Se multiplica por renuevos, y el que de ellos ha de dar fruto, nace con las pencas de color de nácar el más vivo. De entre ellas sale un vástago de una vara escasa grueso lleno de florecitas de cuatro hojas que dan muchos y apretados dátiles largos de dos pulgadas, gruesos una, naranjados estando maduros, que algunos muchachos suelen comer asados.

34. La otra Caraguatá llamada Ibirá da un fruto muy semejante a la famosa Ananá, pero nada vale. No vive a descubierto, sino en lo interior de todos los bosques del Paraguay. Sus pencas son poco espinosas: de poco grueso, largas de una a dos varas y con dos pulgadas de mayor anchura. Las cortan o arrancan las matas; las pudren como el cáñamo, sacan fácilmente con los dedos la piel, y quedan las hebras tan finas como las del cáñamo y del mismo color, a las que llaman estopa de Caraguatá. Sin más beneficio las hilan para coser zapatos; y enredándolas un poco con un rastrillo hecho de seis u ocho clavos comunes, calafatean con ellas las embarcaciones con la ventaja, de que nunca aflojan ni se pudren en el agua. No hay duda que pueden hacerse del Caraguatá lonas, járcias y cables, que resistirian más que los de cáñamo, segun yo he esperimentado en pequeño. Verdad es que presumo no tendrán tanta flexibilidad, y que no admitirán bien el alquitran.

35. Cuentan en el Paraguay tres especies de Guaiabas y más de doce castas de frutas silvestres, ponderándolas mucho, pero para mi ninguna vale lo que las servas, nísperos y madroños. El árbol comun llamado Tarumá, la da en el tronco, y aun en la raiz, si esta descubierta en alguna parte, es morada del tamaño de un ciruela algo larga. Hay zarzas comunes, pero pocas y no dan fruto. Tal vez lo producirán si las podasen o machucasen a palos, como hacen en los rosales en el Paraguay para que den rosas.

 

 

CAPITULO VI

DE LOS VEGETALES DE CULTIVO

 

1. Ya se sabe que la zona tórrida no produce trigo. Aun en lo restante de las provincias del Paraguay y Misiones, se siembra muy poco, y produce cuando mucho tres o cuatro por uno. Consta sin embargo que poco despues de la conquista, se llevaba a vender trigo del Paraguay a Buenos-Aires: lo que no podia suceder si no por la mayor facilidad de sembrarlo, habiendo más indios o brazos.

2. La cosecha media de trigo en Montevideo, es el doce por uno, y en Buenos-Aires el diez y seis. El grano me parece bastante menor que en España, y quizás esto contribuye a que produzca más. Como quiera el pan en aquellos paises es de lo mejor del mundo, sobre todo si el trigo es de la cañada de Moron o de la Costa de San Isidro.

3. Como en los campos al Norte del río de la Plata, se ocupan cuasi en cuidar los ganados y en hacer cueros y salar carnes, siembran poco trigo, y les llevan el que les falta de Buenos-Aires donde computan su media cosecha en cien mil fanegas del pais, que hacen 219,300 de Castilla. El consumo de dicha ciudad se regula en setenta mil fanegas de las suyas, y llevan a vender el resto en el Paraguay, Montevideo, Habana, Brasíl e isla de Mauricio. No se eche cuentas de la poblacion por el consumo de trigo; porque los pastores y campestres no comen pan sino carne: aun los esclavos y pobres de las ciudades apenas lo prueban. En el Paraguay y Misiones suplen su falta con el maiz y mandioca, de que hacen tambien pan.

4. El mejor clima para trigo, seria el del Sur del río de la Plata, pero antes de los cuarenta grados de latitud hasta el estrecho de Magallanes parece salobreño, y capaz en pocas partes de producir trigo. De modo que por esto y por la escasez de aguas potables en muchas leguas a lo largo de la costa, no podrá haber alli mucha poblacion; pero en aproximándose a la falda oriental de la Cordillera de los Andes, es ya el suelo escelente para los frutos de Europa.

5. Consta igualmente que el año de 1602 habia en las cercanias de la capital del Paraguay muy cerca de dos millones de Urbes, y que de alli llevaban vino a vender en Buenos-Aires; pero no hay en el dia alli ni en el pais que describo, sino una u otra parra: y de Mendoza llevan anualmente, en carretas, a vender en Buenos-Aires y Montevideo 7313 barriles de vino, y de san Juan 3942 de aguardiente de uvas, supliendo lo que les falta de ambos licores, con el que llevan de España. Mendoza y san Juan son dos ciudades de la falda de la cordillera de los Andes en la frontera de Chile, cuyos territorios son tal vez los más abundantes del mundo.

6. Quizás se aburrieron de las viñas porque su fruto es muy perseguido de pájaros, cuadrúpedos, hormigas, abispas y otros insectos que abundan infinito, o porque luego que se multiplicaron los ganados, les fué más fácil tener licores a cambio de pieles y sebo. Esto ademas es más conforme a la inercia o flojedad que se atribuye a aquellas gentes; las cuales repugnan ser labradoras, y muchas veces no segarian si el gobierno no las forzare.

7. Desde los veinte y nueve grados de latitud hácia (8) el Norte, cultivaban el tabaco de hoja, y lo llevaban libremente a todas partes, pagando al Erario la sisa y la alcabala, que redituaban sesenta mil pesos fuertes anuales, sin aumentar un empleado a los que habia para otras cosas. En cuanto al de polvo, los comerciantes lo compraban del estanco de Sevilla, y lo llevaban y vendian como podian, pagando sus derechos. Todo eso duró hasta que en 1779 se estancó todo tabaco, cuyas resultas han sido redituar poco o nada al fisco, emplear inútilmente a millares de gentes; fastidiar a la superioridad con recursos y cuentas, dar sujeciones a los viajeros y comerciantes, últimamente aniquilar el cultivo del mismo tabaco, segun se conoce de que con la libertad se estraian del Paraguay quince mil quintales al año, y ya en 1799 no se hallaban medios de asegurar de cinco a seis mil que se venden en aquellos estanquillos. La calidad del tabaco es de poca fuerza aunque de buen gusto.

8. Cultivan la caña dulce y el algodon solo en el Paraguay y Misiones; aunque si ocurren frios tempranos, perjudican mucho a ambas plantas. El azúcar es de buena calidad; pero prefieren muchos reducirla a miel y a aguardiente, que uno y otro tienen muchos apasionados. Llevan el azucar sobrante a Buenos-Aires, cuyo clima no lo produce; pero como no sea en cantidad suficiente, suplen su falta comprándolo de la Habana y del Brasil. La cosecha de algodon es tan escasa que apenas se lleva del Paraguay y Misiones el necesario para pábilo en el río de la Plata. El resto se emplea donde cultivan, en lienzos tan ordinarios, que solo lo usan los esclavos y la gente pobre.

9. El pais del azúcar lo es igualmente de Mandioca o Yuca que es de dos especies. La Mandiocué da muchas y grandes raices; que ralladas y esprimidas, sueltan una agua que mata los cerdos si la beben, y tambien se comen la raiz recien exprimida. El hombre debe temer lo mismo; pero los portugueses del Brasil no comen otro pan que lo que llaman Fariña, y es esta misma raiz rallada, esprimida y tostada. Los españoles solo la cultivan en la cantidad que basta para estraer almidon. La otra especie llamada simplemente Mandioca, se cultiva mucho. Sus raices blancas o blancas amarillazas con la piel rojiza, son muy conocidas en toda la América caliente, consistiendo en ello la felicidad de aquellos paises, porque de ellas hacen pan, y ademas las comen de muchas maneras. Convendria probar su cultivo en Mallorca y en las provincias meridionales de España.

10. Siembran y prueban bien en todas partes las especies conocidas del maiz; pero he visto otra en el Paraguay llamada Albati guaicurie, que sin llevar ventaja a las otras ni diferenciarse de ellas en los granos ni en otra cosa, cada grano esta separadamente envuelto con hojas pequeñas idénticas a las que cubren toda mazorca.

11. Hay especies, de batatas blancas, amarillas y moradas. La llamada Abaiybacue en el Paraguay y Misiones, tiene piel roja y es del grueso de la pantorrilla, larga lo que la pierna, con la carne blanca y de buen gusto. Todas deberian llevarse a España, como tambien ocho o diez especies de calabazas y de judias. Entre estas últimas son escelente la llamada Pallarés y las que da un arbusto que no perece en invierno. En todas partes prueban bien las habas, guisantes, lentejas, arvejas y el maní o mendubí. En España conocen al último por cahues y estraen de él aceite.

12. Tambien la estraia por allá un curioso de la semilla del tártago y hacia jabon. Esta planta es conocida en Europa y la hay en el jardin botánico de Madrid, pero como no la he visto por allá sino junto a las casas, sospecho que es de las producidas por la presencia del hombre como las ortigas.

13. Los almendros y ciruelos crecen mucho y se visten de flor en el río de la Plata; pero hasta hoy no han dado fruto. Los melocotones al contrario dan mucho y bueno, y aun hay alli algunas especies buenas llevadas de Chile y otras partes que quizás no se conocen en Europa. Llaman alli damascos a, los albericoques, cuyo orígen es este: Antonio el Choricero, que era italiano, hizo llevar de su pais un cajoncito con semillas de col y de lechuga, entre la cual encontró dos huesos de albericoque que no conoció, pero las sembró en mi tiempo y de ellos vienen todos los que hay. En el Paraguay no hay almendros ni ciruelas y los melocotones dan rara vez fruto malo y agusanado.

14. Tampoco hay en el Paraguay peras ni guindas; que aun en el río de la Plata valen poco. Las naranjas y sus análogas son abundantes y buenas en el Paraguay; pero uno y otro disminuye al acercarse al río de la Plata. La Pacoba o plátano se cria bien en el Paraguay; pero se yela fácilmente y da poco fruto. La piña o Ananá no requiere tanto calor como la Pacobá, y da regularmente aunque creo no es tan delicado el gusto como la de otras partes. La manzana es buena en Montevideo, no tanto en Buenos-Aires, no fructifica en el Paraguay, y existe silvestre en la falda de la cordillera de Chile. En todas partes hay higos, membrillos, y granadas, que se quedan en mediana calidad y aun no llegan a ella en el Paraguay. En cuanto a olivos, solo hay algunos en Buenos-Aires que dan todos los años.

15. El melon vale poco, y en el Paraguay nada. La zandia es mejor en unas partes que en otras, segun el terreno y sin consideracion a la latitud; pero en las cercanias de la Asuncion suele tener más semillas que carne. La fresa es alli desconocida, pero abundan los fresones que llaman frutillas en el río de la Plata, donde producen bien el cáñamo y el lino, aunque el costo de beneficiarlos es escesivo. Las hortalizas en general crecen más o menos bien, segun crece la latitud, y en el Paraguay y Misiones siembran el arroz que necesitan, en las cañadas sin regarlo.

16. En el Paraguay es comun y silvestre la planta del añil, el que podrian beneficiar, y quizás la seda, si llevasen gusanos, porque hay morales. Lo propio digo del cacao y del café, pero se opone a todo lo caro de los jornales, las pocas necesidades y ambicion de aquellas gentes, la falta de instruccion, y la imperfeccion de los instrumentos de labor. En el Paraguay y Misiones se sirven para azadas, de las paletillas de vaca, acomodándolas en un mango, y sus arados son de un palo punteagudo, que cada uno se hace y se acomoda, sucediendo lo mismo con el yugo y demas aperos. Verdad es que sucede lo mismo en cuasi todos los oficios; el platero hace sus crisoles, el músico su guitarra y las cuerdas, el tegedor los telares y peines, y las mugeres sus usos, las velas, jabon, dulces, remedios y tintes.

17. Poseen algunas flores de Europa, y otras americanas. La diamelo es un matorral que da muchas flores largo tiempo, componiéndose cada una de muchas apiñadas y blancas, del olor más suave del mundo. No dan semilla, y la multiplican por acodos. La peregrina no da olor, y se multiplica por semilla. Da muchas flores bien jaspeadas de rojo y blanco.

 

 

CAPITULO VII

DE LOS INSECTOS

 

1. No es fácil describir puntualmente los insectos, porque sobre ser pequeños y de innumerables especies, obran por lo comun ocultamente, o a distancia que no permite observar sus operaciones. Yo por consiguiente, que los he mirado de paso, y que ignoro lo que otros han escrito, diré tal cual cosa de algunos, nombraré a otros, dejando tal vez olvidada la mayor parte.

2. En el Paraguay distinguen dos familias, una de abejas y otra de abispas, y las diferencian, suponiendo que estas pican y no hacen cera, y que las abejas hacen cera y no pican. Segun esto la abeja de España que pica y hace cera, y lo mismo otra americana que he visto, serian un intermedio entre las dos familias. Sea lo que fuere yo ahora reputaré por abejas, a todas las que no saben o no pueden construir los muros esteriores de sus casas, y los buscan ya hechos en los agujeros de troncos para hacer sus panales: y llamaré abispas a las que fabrican su habitacion interior y esteriormente.

3. He oido de la abispa y de la abeja en España, que en cada panal hay una sola hembra y maestra con una multitud de machos que la fecundan: que el resto de los individuos son neutros o sin sexo y destinados únicamente al trabajo, y que se multiplican las colmenas o familias por los enjambres que salen. Yo ignoro si esto es cierto en Europa, y tampoco se si asi lo practican mis abejas; pero no dudo que nada de lo dicho sucede a mis abispas, sino que todos sus individuos son machos o hembras a lo ordinario, y que se multiplican los panales por parejas, y no por enjambres.

4. Numeran en el Paraguay hasta siete especies de abejas: la mayor el doble que la de España, y la menor ni la cuarta parte que la mosca comun. Ninguna de ellas pica y todas hacen cera y miel. Esta, por lo que yo he visto, tiene la consistencia y el color de almivar fuerte de azúcar blanca, y yo solia por las tardes desleirla en agua, y la bebia, no solo por su buen gusto, sino tambien por que tiene la cualidad de refrescar el agua, o de parecerlo. Pero la miel de la especie mayor de abejas, suele participar del gusto de las hojas de las flores que el insecto conduce, y aun mezcla con ella. La miel de otra, llamada Cabatatú, da intenso dolor de cabeza y al mismo tiempo emborracha como el aguardiente; y la de otra, ocasiona convulsiones y dolores vehementes, hasta que van cediendo a las treinta horas sin otra mala resulta. Una abeja más cuadrúpeda y algo menor que la de España, no deposita su miel en panales, sino en cantarillas esféricas de cera de seis líneas de diámetro. Llevaron del Tucuman a Buenos-Aires, distante 150 leguas, una colmena de esta especie; lo que indica que tal vez esta abeja y otras varias de América, se podrian trasplantar a España. Los indios silvestres comen mucha miel y desliéndola en agua y dejándola fermentar, la beben y se embriagan.

5. En cuanto a la cera; la que he visto es amarillaza, más obscura que la de España, más blanda, y la gastan solo en los templos del campo y de los indios sin saberla blanquear. La que acopia la especie mayor de abejas, es mucho más blanca, y tan consistente, que le mezclan la mitad de sebo los vecinos de Santiago del Estero, los cuales recogen anualmente catorce mil libras en los árboles del Chaco. Si esta especie se domesticase en colmenar, daria una utilidad muy considerable.

6. Nada más puedo decir de aquellas abejas que no pican, por que las he observado poco no siendo facil hacerlo, viviendo como viven todas, dentro de los grandes y cerrados bosques, las más veces a bastante altura de los árboles. Pero tratándose de cera diré aqui que es mejor, más blanca y consistente la que fabrican unos insectillos en bolitas como perlas, pegándolas muy juntas en bastante número, a las ramitas del Guabiramí, que es una matilla alta de tres a cuatro palmos, la cual da una de las mejores frutas silvestres, arredondeada, menor que una zarza, y de la figura y color que la guacaba.

7. Aunque creo no conocer todas las abispas, indicaré a once especies. Solo una vez he visto un tolondron pegado y suspenso a un tronco del grueso del brazo: era esférico, de tres palmos de diámetro, y fué menester una hacha para desprenderle y deshacerlo, por que en partes tenia hasta medio palmo de arcilla bien amasada, componiéndose interiormente de panales de cera con buena miel totalmente cubiertos con dicha arcilla. La abispa era de color negruzco, del tamaño de la de España, aunque más cuadrada, y pica menos. Ignoro si se multiplica por enjambres como la abeja de España, aunque lo presumo.

8. Todas las abispas siguientes pican mucho. La más comun, naranjada, y bastante mayor que la comun de España, fabrica sus panales como ella idénticos aunque mayores y de la misma madera algo podrida, que de madrugada recoge en bolitas como guisantes, royendo la superficie de los maderos secos sin corteza que el rocio de la noche ha ablandado un poco. Solo una pareja o dos abispas principia su panal pegándolo por un pedículo a la viga que sobresale bajo del tejado, o alguna peña: siempre con la advertencia de que esté a cubierto de la lluvia. Comenzada la obra, no la desampara una de ellas, pero no hacen sino más que seis casetillas en las que deposita la hembra un gusanillo, que ignoro con que le alimenta, por que no acopian miel, ni les llevan arañas ni gusanos: los padres comen frutas suculentas y otras cosas. Cuando vuelan los hijos y pueden ya engendrar, aumentan el único panal al rededor con nuevas casillas, y las llenan de hijos mientras los primeros padres hacen lo mismo en sus primitivas casetillas. Asi continuan hasta que siendo el panal algo menor que un plato, se destacan parejas a formar otros algo separados en la inmediacion, y en llenándose de ellos el lugar adecuado, le buscan lejos. Siempre estan de guardia en el panal la mitad de las abispas, mientras las demas buscan lo que han menester.

9. Infiero de lo dicho, que en el panal de esta abispa no hay maestra o gefe que mande ni dirija: que todos los individuos son fecundos; que cada pareja cuida solo del producto de su comun particular reducido a seis hijos, poco más o menos, y que cuando el panal es ya tan grande que se incomodan unas a otras, buscan otros lugares donde fundar nuevas repúblicas. Todo esto creo que se verifica en las demas abispas sociables, inclusa la de España.

10. Otra abispa más pequeña, negrizca con pintas amarillas, busca mayor resguardo; pues no solo hace su panal más abrigado del tejado o de lo más tupido de alguna parra, sino aun con preferencia en el techo de lo interior de un cuarto, si encuentra en el tejado un resquicio por donde entrar. Lo hace de la misma materia y lo pega a una viga o tigera por un pedículo, principiándolo solas dos, segun dicen por que no se lo he visto principiar. El panal, esteriormente, tiene la figura de un gorro alto palmo y medio y ancho dos en lo inferior. Sirve este para abrigar y cubrir los rendondeles de las celdillas de criar, que son pequeños en el fondo del gorro que es la parte alta y van ensanchando puestos unos bajo de otros horizontalmente sin tocarse y pegados a lo interior del gorro. Este nunca se cierra por debajo, por donde con mucha celeridad van añadiendo más panales, y aumentando la prole, sin hacer miel, y sin que yo sepa con que la alimentan. Cada avispero de estos tiene más individuos en mi juicio, que cuatrocientos de la precedente; y en cuanto a lo demas, me figuro que son idénticas en lo dicho en el núm. 9 aunque no lo aseguro.

11. Otra he encontrado al resguardo de alguna peña, y nunca en las casas ni cerca de ellas. Su panal es mucho más estrecho que el de la anterior, aunque construido de la misma materia, con muchos redondeles o panes horizontales sin miel y cubiertos de una costra o gorro. Me aseguran que solas dos principian la obra, y esto basta para que yo crea de esta abispa todo lo dicho de la primera en el número 9.

12. No hice reparo de como se multiplica, ni donde cria otra abispa comun y negrizca del tamaño de la comun en España; no puedo por consiguiente asegurar si es sociable, como las precedentes. Mi vecino empapeló las uvas de su parra, y las libertó un año: hizo lo mismo el siguiente, pero la abispa agujereando los papeles no le dejó una uva.

13. Otras dos abispas, llamadas Lechiguaná y Camoatí, hacen panales algo parecidos a los del número 10 y del propio material. La primera le suspende de las ramitas de algun arbusto a la orilla del bosque, y la segunda de alguna mata grande de paja en campo libre o cañada. La costa que encierra y cubre los panales de la Lechiguaná, es mucho más dura que en la otra y tiene ademas por fuera bastantes desigualdades muy reparables, de las que carece la del Camoatí. Las dos son muy fecundas como que sus gorros de panales llegan a tener media vara de diámetro, y más de altura, con miel abundante, buena y más consistente que la de aquellas abejas: no acopian cera, y en cuanto a lo demas, creo de ellas lo dicho en el núm. 9.

14. Las abispas precedentes son sociables o viven muchas juntas, pero las cuatro siguientes al contrario, son solitarias. Por lo menos yo no he notado jamas que se reunan dos de su especie ni de otra.

15. La primera es negra con algunas manchas amarillas vivas: tiene el cuerpo como dividido en dos, por una cintura larga muy delgada, y me parece haber visto una en un meson de Andalucia. Cria en los cuartos, aunque duerme fuera, trae en la boca una bolita de barro como un guisante, y la estiende en lo alto del marco de la puerta o ventana, o en alguna viga o tigera del techo. Luego, con más bolitas, forma encima un canuto largo como pulgada y media con estuco o barniz por dentro y depositando al hijo en el fondo, conduce del campo una a una arañas muertas a picotazos hasta llenar totalmente de ellas el canuto cerrándolo con barro. En seguida hace otro canuto al lado, otro encima, y en fin hasta cuatro o cinco. Cuando finaliza el último, ya el primer abispillo se halla en estado de volar y parece que la madre le escucha y le abre la puerta por donde se va al instante para no volver más. Suele servir el mismo canuto para nuevo hijo. En mi cuarto del Paraguay nunca faltó en verano una de estas abispas, y observé al desacer los canutillos, que habian perecido los abispillos siempre que alguna de las arañas se habian podrido, o que habia principiado a hacer su tela por no estar bien muerta o envenenada. Suelen los muchachos matar a la abispa; y cortándola por la cintura toman la mitad postrera y la aplican con disimulo a otro muchacho para chasquearle, porque aun asi pica.

16. La segunda es naranjada, la mayor de todas y más del doble que la comun de España. Busca los corredores o lugares cubiertos de la lluvia en las casas campestres, donde haya un suelo de polvo y tierra no muy dura, alli escarba prontamente con las manos todo alrededor un espacio como de un palmo, profundizando dos dedos apartando con la boca las piedrecitas, si las encuentra, dispone en el medio una canal u hondura larguita y marcha luego al campo, de alli trae arrastrando, caminando para atrás, una araña mayor que una avellana con cáscara, muerta a picotazos, y la deposita en dicha canal, de modo que descansando en los bordes, no llegue a tocar en el fondo. Inmediatamente le pega el abispillo en la parte más baja, y lo cubre todo con la tierra que antes habia escarbado hasta emparejar el suelo, y se marcha para no volver más. Yo encontré otra abispa con su araña arrastrando, y la seguí hasta su depósito distante 163 pasos, sin contar los que ya antes habria caminado. La dejó alguna vez y caminó un poco, como si se asegurase de la derrota. Esta se hallaba toda cubierta de pasto a veces tan alto, que la abispa no pudo vencer la dificultad, porque se enredaba la araña con sus patas; pero dando un corto desvio llegó derechamente. El abispillo se va comiendo la araña, y cuando la ha consumido se halla ya en disposicion de desembarazarse de la tierra que le cubria, y de marcharse a volar, sin haber visto a su madre la cual irá naturalmente a criar más hijos en otros lugares, porque yo no he observado que crie más de uno en cada paraje. La especie es muy escasa.

17. La tercera es comun, amarilleja y del tamaño que la de España: con la boca hace unos canutillos penetrando las paredes de tapia y de ladrillo no cocido que estan al abrigo de la lluvia. En el fondo deposita a su abispillo y le alimenta con gusanos verdes, muertos a picotazos introduciéndolos por la cabeza. Se hallan a veces muchos de estos canutos o agujeros inmediatos, y presumo que cada abispa hace muchos, no los cierra, suministra los gusanos cuando son menester.

18. La cuarta, fabrica con barro tres o cuatro cantarillas esféricas menos la parte por donde están pegadas a las ventanas, resguardadas de la lluvia, deposita en el fondo el abispillo, y le va alimentando con los mismos gusanos que la precedente, introduciéndola por el gollete que esta arriba, y tiene la figura de embudo.

19. Para mi es cosa singular el que estas cuatro últimas abispas sean tan solitarias, que nunca he visto dos juntas. Tambien es el ignorar quien las fecunda, y el que no tengan panal o domicilio fijo, si no mientras crian. Aun se nota en estas abispas, que el veneno de sus aguijones, preserva de la corrupcion pues de no ser asi se corromperian en aquellos paises tan cálidos las arañas y gusanos picados con que viven algunos dias los avispillos hasta que son adultos. Si se hallase un medio de recoger o de imitar semejante veneno, podria esperarse que seria un eficaz preservativo contra la gangrena y que podria aplicarse interiormente sin riesgo pues los avispillos lo comen en las arañas y gusanos.

20. Como el Paraguay y Río de la Plata no son paises frios, se puede sospechar que la temporada de criar las hormigas sea más larga que en España; por lo menos por ella salen y trabajan las hormigas todo el año, menos tal cual dia de frio. Por eso no hallo estraño el que haya a mi parecer alli no solo más especies de hormigas, sino que cada una de ellas tenga más hormigueros y más numerosos en individuos. Se comprueba esta idea sabiendo que viven únicamente de hormigas dos especies de cuadrúpedos grandes y forzudos y aun muchos Tatus. Pero tambien creo que las hormigas van a menos, en razon de la cercania al Estrecho de Magallanes.

21. La hormiga llamada Araraa, abunda infinito en el Paraguay; pues no solo estan de ellas llenas los troncos gruesos de los bosques y las maderas cortadas, sino tambien los delgados si tienen la corteza agrietada. Y como las paredes de las casas campestres son de palos clavados en tierra muy juntos y tapados los intermedios con barro que se raja al secarse, los Arararaas entran y salen sin cesar por todas las grietas. La magnitud del Araraa varia bastante en el mismo hormiguero o paraje, y los mayores se acercan en tamaño a las mayores hormigas que he visto en España. Su color pardo obscuro es algo más claro en lo postrero del cuerpo, donde aparenta tener vello. Es la más veloz y camina comunmente a embestidas, deteniéndose como para observar. Corre los troncos, ramas y paredes y tambien por el suelo, para ir a buscar otros, y no he visto que acopie alimento, sino que come lo que encuentra, pero no hojas ni semillas. En las casas no sé que toque sino el azúcar, comunicándole mal gusto y olor. No fabrica hormigueros, ni saca tierra ni madera, y vive en las rendijas. Tampoco forma aquellas procesiones bien ordenadas que otras, ni he visto que tenga alados o aladas; siendo presumible que no las tiene cuando no se la vé acopiar comida.

22. Una de las menores habita dentro de las casas, ya sean estas campestres o esten en las mayores ciudades, aunque ignoro su guarida, y si la tiene fija, como tambien si acopia viveros, y si tiene aladas. Pero lo cierto es, que obran acordes y que van en procesion adonde encuentran carne, azúcar o dulces, que son las cosas que más les gustan, igualmente que las frutas, más no sé que hagan caso de hojas y semillas. En muchas casas es imposible conservar azúcar ni almivar, y para precaverlos, los ponen sobre una mesa, y cada pie de esta dentro de un lebrillo de agua. Comunmente basta esta precaucion; pero tambien he visto que agarrándose unas a otras las hormigas formaban sobre el agua un puente largo un palmo, ancho un dedo y que las demas pasaban por encima a la mesa. Si esta se cuelga, suben las hormigas al techo hasta encontrar las cuerdas y bajan a comer por ellas. Tambien se ha probado, infructuosamente, envolver con lana y orines los pies de la mesa; no pasan por el alquitran mientras esta fresco. Es bueno llevar el dulce a otro cuarto distante por que tardan a encontrarlo; pero si se lleva con él a alguna hormiga, luego van otras.

23. Hay otra hormiga en el Paraguay, no en el Río de la Plata, que estrujada huele mal y por eso la llaman Fairé que significa hormiga hedionda. Nadie sabe a donde reside, ni que es lo que ordinariamente come, por que no se vé sino cuando sale. Lo hace cuasi siempre de noche y anticipando dos dias a una grande revolucion de tiempo, y se desparrama la multitud, ocupando todo el suelo, techo y paredes del cuarto por grande que sea. No dejan cofre, grieta ni agujero que no registren, y en breve rato se comen las arañas, grillos, escarabajos y vichos que encuentran. Si tropiezan con un ratoncito echa a correr; pero sino acierta a salir del cuarto, se le van pegando cuantas hormigas pisa, y sin soltarlo le van comiendo hasta que al fin le sugetan y consumen. Dicen que practica lo mismo con las vívoras, lo cierto es que al hombre le precisan a salir de la cama y del cuarto corriendo. Por fortuna se pasan meses y aun años sin que vuelvan a parecer. Me digeron que para sacarlos del cuarto, bastaba encender en el suelo una cuartilla de papel: lo practiqué y en pocos minutos marcharon sin quedar una. Me ocurrió una vez escupir sobre algunas de las que andaban por el suelo, y huyeron todas en poco tiempo, cosa que repetí despues en dos ocasiones con el mismo efecto. Su figura es regular, negra, de mediana magnitud y su cuerpo no tan duro como el comun de las hormigas. No la he visto acopiar comestibles, ni sé que tenga aladas e ignoro todo lo demas.

24. Una mediana negrizca y blanduja que se estruja fácilmente, habita únicamente los árboles, con preferencia los frutales y parras, donde sin comer uvas las ensucia con sus escrementos. Me persuado que no tiene otros hormigueros o madrigueras, que no acopia comestibles y que carece de aladas. Aun sospecho que engendra a unas orugas que se ven en las hojas dobladas.

25. La mayor, que será, como tres o cuatro de las más grandes de España, es muy escasa, negra, lindamente manchada de rojo vivo, y tan dura, que es menester fuerza para estrujarla. Siempre la he visto ir sola sin conducir comida, y no sé si tiene madriguera comun con otras, ni lo que come, ni si tiene aladas.

26. En los terrenos bajos que a veces se anegan, se encuentran montones de tierra cónicos, poco duros, y como de una vara de altura muy cerca unos de otros. Son obra de una hormiguita negrizca, y creo no sale del hormiguero con motivo de comer vegetales ni otra cosa. Las innundaciones las fuerzan a salir, y las de cada hormiguero forman un pelotón arredondeado como de palmo y medio de diámetro y cuatro dedos de grueso. Asi se sostienen mientras dura la inundacion sobre el agua; y para que la corriente no se las lleve, se agarran algunas a una yerba o palito, hasta que pueden volver a su guarida. Muchas veces las he visto formar puentes como el citado en el número 22. En sus pelotones no se vé una alada, ni es creible se hayan quedado en unas habitaciones inundadas donde las hormigas no han podido permanecer. Creo que solo comen tierra, y que son las que con preferencia busca el Ñurumi para alimentarse de ellas.

27. Otra pequeña rojiza, forma de la tierra que saca un monton redondeado de más de media vara de diámetro y la mitad de altura: creo coma tierra, pues no he notado que salga para comer. Para multiplicar los hormigueros, una colonia de ellas se transfiere de noche por camino subterráneo, fabricado tan superficialmente, que con frecuencia se conoce haberse caido la bóveda. Cuando las huevas o crisálidas estan ya bien formadas, sacan las hormigas de lo interior motas de tierra y las colocan sobre el hormiguero formando una costra o bóveda tal, que fácilmente la penetran los rayos del sol para calentar y vivificar dichas crisálidas que colocan debajo de la costra sin que esta las oprima. Si se observa por la mañana que las crisálidas estan bajo de la bóveda, no hay que temer el agua aquel dia, aunque haya nubes, y creo que la hormiga conoce el tiempo a lo menos con un dia de anticipacion. Deshaciendo estas bóvedas, he notado siempre que las hormigas no pierden un momento en recoger a los hijos, en reparar el destrozo y en acometer al agresor. Al mismo tiempo se observa que las aladas estan como aturdidas sin ausiliar a nadie, ni cuidar de las crisálidas, y que apenas aciertan a ocultarse ellas mismas.

28. La Cupiy es muy numerosa, blanquizca, bastante grande, de piernas más gruesas y más echadas a fuera que todas, y lo más torpe para caminar. Sus madrigueras llamadas Tacurús, tienen diferentes formas, segun donde estan. Si es en árbol (que ha de ser grande, grueso, viejo y algo secarron), lo fabrica el Cupiy en el tronco principal o en el de alguna rama muy gruesa, dándole la figura de un tolondron, negro, redondeado hasta de tres palmos de diámetro, y compuesto, por dentro, de innumerables esfoliaciones que separan la multitud de caminos embarnizados, anchos y bajos de techo. Todo esto se construye con la sustancia del tronco. Desde el Tacurú principian las galerias del grueso de una pluma, sobrepuestas a lo largo del tronco de las ramas y cubiertas con bóveda de engrudo. El insecto no come las hojas, flores ni frutas, ni las ramitas delgadas, sino los troncos o su sustancia hasta que el árbol cae consumido. Si el Cupiy se establece en alguna casa, forma del modo dicho el Tacurú en una viga y taladrando las paredes de tapia y de adobo crudo, busca otras maderas y las consume, sin que se sepa un medio de ahuyentarle o esterminarle totalmente. Si se fija en cañadas arcillosas, hace el Tacurú durísimo de la misma arcilla en media naranja como de tres palmos de diámetro y tan cerca unos de otros, que a veces solo distan tres o cuatro varas en dilatadísimas estensiones de campo. Pero si le edifica en lomada de tierra rojiza, el Tacurú es cónico como de cinco palmos de diámetro y hasta seis u ocho de altura, con sus caminos por dentro barnizados de negro. Los Tatus se introducen escarbando en los Tacurús y se comen los Cupiys.

29. Estos nunca salen al descubierto, ni comen sino tierra o madera: sus aladas tienen seis alas, y son muy negras, mayores que los Cupiys con pies más delgados y derechos. Salen a borbollones de los grandes tacurús por una raja horizontal de un palmo abierta a propósito; y en una ocasion me detuve más de una hora sin ver el fin de la erupcion. Cuasi todos los pájaros, incluyendo halcones y gavilanes, comen estas aladas, y tambien las arañas, grillos etc.

30. No es creible que salgan las aladas a buscar comida, porque alimentándose solo de tierra o madera, no pueden faltarles estas donde estan. Podria presumirse que son echadas a fuerza por los Cupiys a quienes podrian incomodar; pero como se observa que las erupciones preceden siempre a una notable mutacion de tiempo, y que las aladas se unen en el aire luego al salir, parece que no salen descontentas, y que su emigracion tiene alguna otra causa que la motiva. Sea esta la que fuere las tales erupciones de aladas no tienen por obgeto el fabricar otros tacurús, porque son incapaces de semejante operacion, porque perecen luego todas o cuasi todas las aladas, y porque los Cupiys son los que multiplican los Tacurús por minas subterráneas más largas que lo que se debia esperar del insecto; pues una noche noté que salieron minando en mi cuarto a donde no pudieron llegar sin haber minado a lo menos diez y ocho varas.

31. El Cupiy puebla millares de leguas cuadradas y parece imposible que haya podido estenderse tanto por medio de sus minas, especialmente cuando se caminan muchas veces algunas leguas sin encontrarlo. Lo mismo puede decirse de todas las hormigas e insectos, principalmente de las moscas, garrapatas, grillos y otra multitud que son comunes a Europa y América.

32. Volviendo a, las hormigas, hay otra rojiza y grande, que con la tierra que saca forma un monton en segmento de esfera, cuyo círculo tiene de cuatro a cinco varas de diámetro, con una de altura. Aunque de lo dicho puede calcularse la cavidad interior del hormiguero, basta saber que pasando una mula sobre uno que se habia ablandado con las lluvias, se hundió de modo que estando en pie, solo se le veia la cabeza desde la distancia de veinte pasos. En la superficie del hormiguero, hay distribuidos multitud de agujeros que miran a todos vientos, y en cada uno principia una senda limpia, ancha dos pulgadas, y que se estiende rectamente como 200 pasos. Por cada senda va una procesion de hormigas y vuelve cargada de pedacitos de hojas, porque las semillas escasean en paises incultos. Siendo las procesiones tantas como las sendas, y todas estas divergentes, es de presumir que en cada hormiguero hay otras tantas sociedades. Caminando en enero por las cercanias de Santa Fé, donde abunda estraordinariamente esta hormiga, hallé tal erupcion de sus aladas volando que marché tres leguas entre ellas. En dicha Santa Fé suelen hacer tortillas de la parte posterior de su cuerpo que tiene mucha gordura y buen gusto.

33. Solo en las costas de los bosques y entre los matorrales del Paraguay, he notado que otra hormiga saca tierra roja y haciendo un monton que se endurece mucho y que sobre el monton forma uno o dos tubos de tres a cuatro pulgadas de diámetro largos de uno a dos palmos, y verticales, por donde salen entran las hormigas rojizas y grandes que parecen pocas, pues no hacen senda ni forman procesiones. No concibo la utilidad de unos tubos que dificultan la entrada del insecto y facilitan la de la lluvia: ignoro lo demas.

34. Otra tambien rojiza, grande y poderosa, fabrica en los campos un socabon redondo de una vara de diámetro y como la mitad de profundo. Su boca esta en medio de lo alto, redonda de un palmo, y cubierta solo con grande espesura de pajas largas una pulgada, que permiten la entrada de la hormiga, no la del agua. Acopia muchas hojas verdes en pedazos, y creo que comeria semillas y que tiene aladas, aunque no las he notado.

35. Otra mediana y rojiza abunda y hace tales destrozos en las huertas, como que en una sola noche quita todas las hojas de una parra, naranjo u olivo frondoso. Para esto suben unas y despedazando las hojas, las dejan caer al suelo para que otras las lleven al hormiguero. Donde las persiguen mucho como en Buenos-Aires, ocultan tanto su guarida, que se encuentra con dificultad. A veces la disponen bajo del piso de los cuartos, taladrando las paredes de las casas que son de ladrillo y barro; y si lo fabrican en el mismo huerto es siempre de noche, muy hondo donde esté menos espuesto a la vista y no haya labor; alejando y esparciendo tanto la tierra que sacan, que nadie puede conocer haya habido escavacion. Todas estan ocultas de dia, menos una u otra que nada conduce, y abunda mucho en aladas.

36. Aunque creo no haber hablado de todas las hormigas, y aunque mis apuntaciones sobre ellas no esten hechas con el cuidado que las de los cuadrúpedos y pájaros, lo dicho basta a lo menos para entender que su familia merece ser observada, tanto porque sus especies son muchas, cuanto por sus notables diferencias. En efecto las hay que hacen y otras que no hacen hormigueros. Entre estas unas aprovechan las grietas de paredes, y troncos, y otras parecen errantes sin domicilio. Algunas nunca salen de su casa comiendo tierra o madera; y entre las que salen unas acopian comestibles y otras no: aunque muchas tienen aladas las hay que no las tienen.

37. Cuentan de las colmenas de Europa, que cada una tiene una sola hembra llamada Reina o maestra, porque todo lo gobierna y dispone, la cual es fecundada por una multitud de zánganos, y que todos los demas individuos de la colmena son neutros o carecen de sexo; que estan destinados únicamente a los trabajos, y a arrojar fuera los zánganos, luego que han cumplido su único oficio.

38. Lo mismo creen algunos que sucede con las hormigas, y que las aladas son las representantes de la citada maestra y sus zánganos. Pero esta idea no puede aplicarse a las hormigas que no tienen aladas ni a las que acopian provisiones. Ademas que un enjambre que sale de la colmena lleva maestra, operarios y cuanto es menester en el nuevo establecimiento que efectivamente hace; cuando en los de aladas no hay sino individuos inútiles para el trabajo, incapaces de formar un nuevo establecimiento. Asi perecen todos, menos los que tengan la fortuna de introducirse en algun hormiguero sin que se pueda adivinar otro motivo de su erupcion que el instinto de egercitar sus alas.

39. La chinche es desconocida de los indios silvestres, y aun la desconocieron los españoles del Paraguay hasta el año de 1769 en que suponen la condujo de Buenos-Aires un Gobernador en su equipage.

40. En Buenos-Aires abunda infinito la pulga todo el año, no tanto en el verano; pero en el Paraguay solo la he notado en invierno. De aqui deduzco que le es insoportable el escesivo calor, y que quizás no podrá haber pasado de la América del Norte a la del Mediodia.

41. La Nigua y Pique tan conocida en la zona tórrida americana, existe en el Paraguay; pero no pasa los 29 grados de latitud. Yo jamas la he notado en los desiertos ni en los cuadrúpedos silvestres, pero luego que el hombre hace su habitacion en el campo, se ven muchos Piques en la basura; y si en los bosques más lejanos y desiertos establece un beneficio de maderas, se engendran infinitas Niguas entre el aserrin y las astillas.

42. La Vinchuca es una cucaracha o escarabajo nocturno que nunca he visto al Norte del río de la Plata; pero que incomoda mucho a los viajeros desde Mendoza a Buenos-Aires, chupándoles la sangre. Se llena de esta su cuerpo oval y aplantado hasta ponerse como una uva; y despues de haberla digerido, la espele hecha tinta negra que ensucia indeleblemente la ropa blanca: las adultas son largas media pulgada, y vuelan. En todas las campañas se encuentra un insecto o pequeño escarabajo que estrujado hiede como la chinche. Por cuatro noches de enero acudieron tantos escarabajos medianos a las casas de Buenos-Aires, que al abrir las ventanas el dia siguiente se encontraban los balcones llenos de ellos, y era menester limpiarlos con escoba y espuerta. Lo mismo se veia en la calle a lo largo de las paredes donde estaban entorpecidos.

43. En el Paraguay principalmente hay escarabajos de muchas especies de bellos y ordinarios colores, diurnos y nocturnos, de todas magnitudes y algunos grandísimos. No he notado que se tomen la pena que los de España de hacer rodar una bola de escremento, sino que escapan debajo unas cuevas en donde depositan sus huevos, para que los hijos tengan pronta la comida. Suspenden la postura de un huevo hasta que encuentran lugar propio para depositarlos bajo de los escrementos y de los cadáveres; solo las hembras trabajan en proporcionar lecho y alimento a su prole; hecho su depósito se marchan y no le vuelven a ver. Tambien indica esto que todo lo que toca a la generacion y a sus resultas, y quizás a muchas prácticas de los insectos y cuadrúpedos, penden de su organizacion, como el sueño que todos le disfrutan sin aprehenderlo. Su olfato es tan fino, que han acudido muchos escarabajos, antes de levantarse el que hace sus necesidades en el campo. Habia en el postigo de mi casa un ratoncito muerto cuando llegó a reconocerle un grande escarabajo, que volando dió vuelta y encontró entre los ladrillos el lugar más inmediato donde poder escavar. Luego rempujando con la cabeza le condujo; y con prontitud admirable hizo un agujero en que se fué introduciendo el raton por la cabeza sin otro impulso que el de su gravedad, hasta quedar totalmente metido y oculto. El escarabajo se marchó para no volver más dejando su prole pegada al cadáver. Hay dos escarabajos que despiden de noche luz: el menor por lo postrero del cuerpo, avivándola más o menos, y el mayor llamado Alua, por dos agujeros como ojos que tiene sobre el cuerpo. Tomando con la mano al último, da luz para leer una carta de noche.

44. En las casas, árboles y campos se encuentran en mi juicio, no solo todas las especies de araña que en España, sino aun muchas más, principalmente en el Paraguay. Alli hay una velluda, parda, obscura y larga como dos pulgadas que tiene dos uñas o largos colmillos huecos. Habita un agujero que escaba en tierra entre el pasto de los campos, barnizándole con una telita sin hacer telar fuera, Cuando se la sorprende fuera de su cueva, se levanta sobre las piernas poniendo el cuerpo vertical y esperando al agresor. Los Guaranís la llaman Ñandú (avestruz) y aseguran que su mordedura no mata, pero que causa hinchazón y fuertes convulsiones. Otra, del tamaño de un grano de culantro, fabrica en el Paraguay, y hasta los treinta y dos grados, capullos esféricos naranjados de una pulgada; los suelen hilar y teger, porque aun lavados conservan el color. Pero se advierte en las hilanderas, que destilan agua por los ojos y narices, sin que por esto perciban dolor, incomodidad, ni mala resulta. Otra, se pega de noche sin sentir a los labios y los chupa, resultando una postilla al dia siguiente.

45. Aunque las arañas sean generalmente solitarias, hay en el Paraguay una que vive en sociedad de más de ciento. Es negrizca, del grueso de un garbanzo y hace su nido mayor que un sombrero. Se coloca en lo superior de la copa de algun árbol muy grande y frondoso o en el caballete del tejado; siempre con el cuidado de que tenga algun abrigo. De él salen, todo en contorno, muchos hilos blancos, gruesos, fuertes, largos de veinte a veinte y cinco varas; que podrian hilarse, y que estan afianzados en las peñas o yerbas de la vecindad. De unos hilos a otros, pasan nueve hilos muy sutiles horizontales y otros verticales, en donde se enredan las moscas e insectos de que viven, comiendo cada una lo que pilla. Si junto a su domicilio pasa una calle o camino, tiene la araña el cuidado de no embarazarlo con sus hilos levantándolos. Todas perecen a la entrada del invierno, dejando en lo más abrigado del nido los huevos que se vivifican en la primavera.

46. En el suelo inmediato a las paredes o a las peñas, donde hay arena seca muy fina al abrigo de las lluvias, se cria el insecto llamado hormiga leon, segun creo torpísimo para caminar, pero que con una habilidad para mí incomprensible, forma un embudo ancho arriba disponiendo los granos de arena de modo, que si una hormiga u otros insectos tocan el más alto, resbalan todos hasta el fondo, donde reside oculto y solitario el artífice que devora al que resbaló.

47. Hay en el Paraguay un gusano de dos pulgadas, cuya cabeza, de noche, parece una brasa de fuego rojo muy vivo, y que tiene ademas a lo largo de cada costado una fila de agujeros redondos por donde sale otra luz más apagada amarillaza. Tambien hay otro muy grande con el cuerpo matizado de matorrales altos de tres a cuatro líneas, negros y perpendiculares a la piel, componiéndose cada uno de diferentes ramas, y cada una de estas tiene cerdas en vez de hojas. En algunos tunales silvestres, se encuentran otros insectos, cuyos nidos suelen recoger para teñir de rojo.

48. En todas partes abundan más o menos alacranes, grillos, cucarachas, gorgojos, polillas, tábanos y mosquitos de muchas especies, moscardones, moscas, gusanos y vichos. Yo encontré un ciento pies largo de cinco a seis pulgadas, grueso a proporcion, y lo corté por enmedio con el sable, admirándome de ver que las mitades caminaron un palmo separándose, volviendo luego a juntarse sin que se conociese la union, pero no sé si efectivamente se hizo la soldadura. Cuando las garrapatas son muy chicas, estan en racimos colgadas de las plantas y ramas bajas, y se pegan al que pasa, causándole una picazon insufrible sin que se vean hasta que estan llenas de sangre y se caen. El tábano comun que creo vive solo 28 dias, abunda tanto, que suele cubrir totalmente a los caballos y a los hombres; pero un moscardon amarillazo y muy comun que cria en agujeros que hace en la arena, come muchos en poco rato. La mosca que depone gusanitos abunda tanto, que es preciso quitar los gusanos a las terneras y potros recien nacidos a lo menos una vez a la semana, para que no perezcan comidos, por el ombligo, en el Paraguay y Misiones, donde tampoco pueden vivir los perros silvestres, porque como se muerden cuando hay perra en brama, perecen todos agusanados. Yo he visto a más de dos hombres sufrir los más violentos dolores de cabeza algunos dias, hasta que arrojaron por las narices de ochenta a cien gusanos grandes, de los que esta u otra mosca les habian depositado mientras dormian despues de haberles salido sangre por las narices.

49. Las mariposas son muchísimas, bellas y ordinarias, grandes y pequeñas, diurnas y nocturnas. Algunas acuden a la luz con tal abundancia, que no la dejan tener encendida. Otra pardusca grande llamada Ura deposita una bala con gusanitos sobre la carne de los que de noche duermen desnudos sin abrigo, que se introducen sin sentir bajo la piel. De resultas aparece como un granito que pica mucho, se hincha al rededor y comienza a sentirse un dolor regular. La gente del campo que por esperiencia conoce lo que es, masca hojas de tabaco, escupe encima, y comprimiendo fuertemente la parte con los dedos, hace salir de cinco a siete gusanos velludos, obscuros, largos media pulgada, sin que haya mala resulta. Padecen algunos en el Paraguay una especie de sarna, que en cada granito tiene un insecto del tamaño de una pulga; y los estraen uno a uno con un alfiler para que cure el enfermo. De este modo le sacaron una vez sesenta a mi capellan. Parece que este insecto se origina de alguna disposicion particular de los humores del cuerpo, como las lombrices del vientre.

50. Aunque hay muchas especies de langostas, y una que al volar parece suena un pequeño cascabel, solo trataré de la que lo devora todo, sin perdonar los trapos de lienzo, lana, seda o algodon, ni a ninguna planta que yo sepa, sino la del melon y a las naranjas, aunque come las hojas del naranjo. Es rarísima esta plaga en el río de la Plata, y tambien pasan bastantes años sin que la haya en el Paraguay adonde arriba a primeros de octubre en bandadas tan grandes, que una me pareció un nublado de lejos; y tardó dos horas en pasar. Estas bandadas no hacen mayores destrozos, pues aunque cuando se paran en tierra, lo comen todo, como es poco lo que se cultiva, lo salvan ojeándolo con ramas. Cuando se aumentan tales legiones, ya se sabe que no habrá langostas el año siguiente, sino acaso algunas bandadas como las mencionadas; pero si las legiones se paran en terrenos duros, y las hembras hacen con lo postrero del cuerpo unos canutos depositando en cada uno de cuarenta a sesenta huevos, principia entonces la afliccion. Se avivan los huevos por diciembre y nacen los langostines negrizcos, que se reunen en manchas muy apretados y ensanchan cuando crecen. Mudan despues la piel tomando color verdoso con pintas negras, y lo devoran todo sin cesar de comer dia y noche. A fines de febrero quitan otra vez la piel, desaparece lo negro, se visten de pardo, y se fortalecen sus alas, si bien aun no vuelan. Entonces cubren el suelo, a veces en tanta distancia, que yo caminé dos leguas sobre ellos. Finalmente sintiéndose ya con fuerzas, se suben a los árboles y matas cubriéndolas totalmente y estan como inmóviles unos sobre otros sin comer a veces en ocho dias hasta que llega una noche de su gusto, que ha de ser clara, mejor con luna y poco viento, y vuelan y se marchan sin que se sepa donde, aunque se presume hácia el Norte. No vuelven sino a los más en octubre para repetir lo dicho al principio: no creo que el mundo padezca plaga tan mala ni comparable a esta.

 

 

CAPITULO VIII.

DE LOS SAPOS, CULEBRAS Y VÍVORAS.

 

1. Solo he oido cantar a una rana como las de España en una lagunita dentro de la ciudad de la Asuncion. En aquel pais no diferencian los sapos de las ranas, y a todos en general llaman sapos. En el Chaco los hay que pesan algunas libras. Otros grandes no muy torpes ni barrigones, que tienen algo levantadas las orejas al modo de cuernecitos, saltan por aquellos campos bagios cuando hay humedad. Bajo de los troncos tendidos, suele haberlos medianos a quienes atribuyen un veneno que mata a los perros que los muerden. Tambien les atribuyen espelerlo de lejos a los ojos del hombre que les insulta, y que le ocasiona ceguera y grave dolor por algunos dias. Otro, que será de una pulgada de largo, canta sin cesar en todas las albercas y anegadizos en voz fuerte y lastimera equivocable con el llanto de un niño muy pequeño. Otro muy comun, blanquizco, del tamaño de la rana de España y tan ligero como ella, no se encuentra en el agua ni en tierra, por que habita en las ramas de los árboles y matorrales, dentro de las hojas del maiz, bajo de las tejas de las casas o entre la paja que cubre los edificios. Sube saltando y agarrándose con las uñas de las cortezas y escabrosidades de las paredes. Su voz es de una sílaba, no desagradable, algo diferente en los sexos que se contestan, pero no se oyen sino cuando ha de llover.

2. En el Paraguay comprenden bajo el nombre Boi, a, todas las culebras y vívoras, por que las consideran sin duda de una misma familia. En efecto unas y otras son tan sensibles al frio, que cuando lo hace se estan ocultas, entorpecidas o como muertas y cuando el tiempo es abochornado por el viento del norte, salen todas muy espeditas. Ninguna sube a los árboles, sino el Curiyu a las ramas muy bajas; ni se internan en los bosques por que no hallarian que comer; todas habitan los campos principalmente las cañadas donde encuentran más alimento y más facilidad de ocultarse. No obstante yo las tengo a todas por verdaderas anfibias y buenas nadadoras. Para caminar forman curvas horizontales con el cuerpo, y estriban con las escamas de sus costados levantándolas como si fuesen pequeños pies. Se alimentan de huevos, pájaros, ratones, apereas, sapos, pescados, grillos, insectos y tambien unas se comen a otras. Para pillar la presa, no tienen ni emplean otro artificio que la sorpresa y la sagacidad con que se acercan poco a poco sin ruido y sin que las vean por que no saltan. Si la presa es forzuda, despues de hacer presa con la boca, la sugetan enroscándole el cuerpo hasta que la cansan y rinden: entonces principian a tragarlas por la cabeza si tiene pelo para que este no embarace la introduccion. Les cuesta largo rato el disponer la presa del modo más conveniente para tragarla. Para esto van mudando la boca de lugar poco a poco, facilitándoselo el componerse sus cabezas que pueden apretar unas, mientras las otras avanzan un poco adelante o hácia (8) los costados. Cuando han principiado a tragar la presa, siguen su faena sin espantarse ni hacer caso de que nadie se les acerque como sino viesen ni oyesen: despues de tragada si estan satisfechas, se estiran y quedan dormidas. Tal vez ningun animal tiene tantos enemigos como aquellas culebras y vívoras; pues las persiguen de muerte sin cesar todas las águilas, gavilanes y alcones, todas las garzas y cigüeñas, las iguanas, el hombre, los frecuentes incendios de los campos y aun ellas mismas que se comen unas a otras como he dicho antes. Para defenderse, apenas tienen más recursos que el de morder y el de esconderse en los agujeros que encuentran hechos o en el agua o entre los pajonales cerrados. Las garzas y las cigüeñas, no gastan tiempo para pillarlas por la ventaja de lo largo del cuello y del pico. Asi las cogen por junto a la cabeza, se la mastican un poco hasta aturdirlas y las tragan enteras. Los pájaros de rapiña se acercan de costado, llevando por escudo una ala arrastrando, y procuran picar a la vívora o culebra en la cabeza hasta matarla, comiéndosela luego a pedazos.

3. Aunque las culebras y vívoras tengan la propia figura esterior, y les sea comun lo hasta aqui referido, difieren principalmente en que las culebras no muerden al que las irrita, y si lo hacen, es sin más resulta de la que tiene una herida comun; pero las vívoras irritadas, introducen con su mordedura un veneno que mata cuasi siempre. Aseguran algunos que difieren las vívoras de las culebras, en que estas ponen huevos que el calor vivifica, y aquellas paren de cuarenta a sesenta hijos vivos y capaces de subsistir por sí: pero otros dicen que no hay tal diferencia y que las culebras paren como las vívoras. No falta quien afirma, que los hijos de las vívoras destrozan el vientre de su madre abriéndose camino para salir; pero no lo creo, mucho menos asegurándome un hombre de verdad, que habiendo puesto algunas vívoras en un cajon para un enfermo de su casa, parió una Quiririó cuarenta y cinco hijos y vivia como antes. Voy a decir algo en particular de las culebras.

4. El Curuyú es un culebron que asusta, torpe en tierra, no en el agua, bobo, que no muerde, y que habita en los rios y lagos o sus inmediaciones, sin pasar, que yo sepa, al Sur de los 31º grados de latitud. Dicen que sube por el timon a las embarcaciones a comerse las gallinas y la galleta, y que por el olfato sigue los barcos: más lo que yo creo comerá principalmente, son pescados, apereás y acaso pequeñas nutrias, quiyás y capibaras, porque son los manjares que tiene más a la mano. Cuando esta satisfecho, suele subirse a un arbusto, y colgándose por la mitad de cada lado de una rama, toma el sol durmiendo. El mayor que he visto seria del grueso de una pantorrilla delgada y larga como cuatro varas, bien manchado de blanco amarillazo y de negro: los indios silvestres lo matan y comen con gusto. Yo creo que este culebron es de quien han hablado las relaciones antiguas de los conquistadores, y que lo han hecho exagerando sus medidas, formando fábulas y cuentos, como lo son decir que los indios lo adoraban, y que lo alimentaban con hombres que tragaban enteros. Siguiendo estas relaciones escribió un gobernador a la córte, estando yo alli, que esta culebra tragaba entero a un ciervo y a un toro con cuernos y todo, y que los atraia de muy lejos con el aliento. Creo que los ingleses interceptaron esta relacion del gobernador, y es natural que la hayan despreciado.

5. La llamada por su color Boi-hobi es la culebra más flexible y más veloz, larga como una vara, algo delgada a proporcion, de color verde lustroso y tierno, y solo habita los campos secos.

6. En los mismos habita la llamada Nuazo por los Guaranís, que significa gusano del campo. Es algo mayor que la precedente, más gruesa, menos flexible, de mayor cabeza y cuello más delgado, y de color pardo obscuro; es bastante torpe.

7. A otra llaman vívora de dos cabezas y suponen que indiferentemente camina por ambos lados; pero no tiene dos cabezas ni camina para atrás, ni la creo vívora ni aun culebra, sino más bien una especie de lombriz o gusano de la tierra. Será larga palmo y medio, y del grueso del dedo pulgar: la cabeza termina en hocico bastante agudo, y el cuerpo acaba repentinamente sin tener cola. El color es plateado, lustroso y sin las escamas que las demas, ocasionándola este defecto el ser muy torpe. Aseguran y creo que vive en galerias subterráneas que me mostraron, y eran largas, bastante profundas y no más anchas de lo preciso. Sale rara vez, y aunque parece que solo comerá tierra y lombrices comunes, una pilló por el pie a un pollo muy pequeño que casualmente lo habia metido en la boca de su agujero y hacia fuerza para entrarlo. No sé como se multiplicará aunque hay bastantes en el Paraguay, sin pasar los 30 grados. Voy a indicar las vívoras.

8. La mayor y de las más comunes, es la Ñacanina en el Paraguay: su longitud de ocho a nueve palmos, del grueso de la muñeca, la cabeza grande, cuello delgado, color pardo claro. Habita los campos, y es la más activa y tan ligera, que salta a veces a morder el estribo o pierna del que le pasa cerca: para esto se enrosca y se apoya con la cola. Una vez la encontré tragando por la cola a la culebra del número 6, sin que esta la mordiese ni hiciese otra cosa que esforzarse inútilmente a escapar. La Ñacanina es la menos ponzoñosa del pais.

9. La Quiririo es conocida de algunos españoles por Vívora de la Cruz, figurándose que tiene una en la frente. Su cuerpo como de tres palmos, grueso a proporcion, la cabeza abultada, cuello delgado, y la librea bien matizada con labores negras. Es de las más comunes, y no es muy raro introducirse en los cuartos como que al irme a dormir ví que un Quiririo estaba en la cama colgando un pedazo. Algunos creen haber esperimentado que en hallando a un Quiririo, han de encontrar a otro en el mismo sitio antes del tercero dia, porque se siguen los sexos por el olfato; es de los más torpes y ponzoñosos. Hay otra vívora diferente a quien llaman tambien Quiririó atribuyéndola el mismo veneno, pero no la conozco.

10. Solo una he visto de las que los Guaraní llaman Boi chiní y los españoles Vívora de cascabel. La hallé muy torpe y larga más de cuatro palmos, parda clara, amarillaza, manchada de negro, y de cuerpo fornido no bien redondo, sino primático triangular que termina con una especie de sonaja muy conocida, a la que aluden sus dos nombres. Su ponzoña pasa por muy activa; pero en mi tiempo no supe que hubiese mordido a nadie porque es muy escasa.

11. Aunque no la he visto me aseguraron habia otra vívora de una vara, obscura, tan aplastada en su longitud, que parece una correa, a lo que alude su nombre de Boi pé; pero que cuando la irritan se hincha y vuelve redonda. La suponen de las más ponzoñosas.

12. Ningun veneno es tan activo como el de la Ñandurié, no obstante de que solo tiene palmo o poco más, y el grueso de una pluma de escribir. Su librea es pardusca y su velocidad poca. No abunda y vive comunmente en los campos que tienen matorralitos, más no la he visto al Sur de los 28 grados.

13. Los españoles llaman vívora de Coral a la que los Guaranís denominan Boi chumbe que significa vívora de las fajas. No la he visto en el Paraguay y es boba y torpe: en cuanto al veneno, no tengo esperiencia, pero unos dicen que no lo tienen y que es culebra, otros que lo tiene el más activo, y aun hay quien dice inverosímilmente que no muerde sino que clava la punta de la cola. Es larga una vara, redonda y bellamente vestida de fajas, una blanca amarillaza, otra muy negra, y otra roja muy viva: asi sigue al traves de todo el cuerpo y de la cabeza.

14. Aunque creo no haber indicado todas las especies de vívoras, digo en general de ellas que ninguna muerde sino para defenderse estando ostigada o temerosa, sin buscar voluntariamente a nadie: como que muchas veces las encontré debajo de las pieles de vaca tendidas en el campo donde se habian introducido de noche mientras dormian sobre ellas. Tampoco son temibles, estandose uno quieto, cuando de noche se siente pasar sobre el cuerpo. Cotejando el veneno de mis vívoras, creo que su actividad esta en razon inversa de la magnitud, por que el de la Ñacanina que es la mayor, no mata siempre, y nadie escapa del de la Ñandurie que es la menor. La misma actividad ponzoñosa parece estar en razon directa de la torpeza de las vívoras; pues la Quiririó, Chini y Ñandurié son más torpes y ponzoñosas que la Ñacaniná que es la más ligera; como si fuese natural que las más pesadas tuviesen más defensa en la mayor actividad de su ponzoña. Pende tambien esta actividad, y mucho de lo más o menos irritada que esta la vívora, y del calor de la estacion; porque cuando hace frio apenas muerden ni tienen veneno. Aun parece pender la actividad de la ponzoña del sugeto mordido; pues los caballos y los perros perecen a las tres o cuatro horas, y el hombre no muere hasta dos o tres dias: hay quien cree que hace menos estrago en los indios que en los españoles y africanos, añadiendo que mueren rara vez los hombres muy enfermos del gálico.

15. Mis precauciones contra las vívoras, fueron llevar buenas botas, porque aseguran que cuando las pasasen los colmillos no penetraria el veneno. Caminaba ademas a pie lo menos que podia por los campos llenos de pasto. y cuando era preciso apear a comer o dormir, juntaba ante todas cosas mi caballada y vacas, y les hacia dar muchas vueltas pisando el terreno donde me queria fijar para que hiciesen mover y salir las vívoras que hubiese, y las mataba: no conocen alli específico contra tales venenos. Sin embargo a unos hacen beber aceite si lo tienen: a otros aplican fuego en la mordedura, o media cebolla bien caliente cortada horizontalmente: a otros les chupan mucho la herida y a otros les atan lo mordido con una correa de cuero de un ciervo llamado Guazutí. Pero mueren los más, y entre los que sanan quedan algunos con el juicio no cabal. Es de estrañar se críen tantos venenos en un pais que no conoce la rabia o hidrofobia. En cuanto a los lagartos, me refiero a lo que escribí en mi obra de los cuadrúpedos de que hablaré en el capítulo siguiente.

 

 

CAPITULO IX.

DE LOS CUADRÚPEDOS Y PÁJAROS

 

1. Tenia yo escritos bastantes apuntamientos sobre los cuadrúpedos del Paraguay, y río de la Plata, y deseando saber si merecian algun aprecio los envié a Europa, para que sobre ellos diese su dictamen privadamente algun naturalista. Pero prohibí su publicacion, por que no se me ocultaba, que su parte crítica estaba hecha muy de prisa, y por que en los viages que iba a emprender me prometia adquirir nuevos cuadrúpedos, aumentar noticias más esactas de los que ya tenia, y en fin perfeccionar mi obra con nuevos datos y más reflexion. Sin embargo se publicaron en francés mis apuntaciones incompletas y defectuosas como estaban sin mi noticia y contra mi voluntad espresa; por consiguiente no me creo responsable de sus errores. Vuelto a España y antes de leer la citada traduccion francesa, publiqué en español mis apuntamientos para la historia natural de los citados cuadrúpedos aumentada y corregida en dos tomos, pero como despues en el año 1803 ví el gabinete nacional de Paris y traté alli con varios naturalistas célebres, he conocido que la parte critica de mi obra tiene algunas equivocaciones que confesaré aqui francamente, anotando aquellos de mis cuadrúpedos que he reconocido en dicho gabinete. Por lo que hace a mis apuntamientos de los pájaros del Paraguay y río de la Plata que publiqué en tres tomos en castellano, me dicen se ha traducido y publicado en francés ocultando mi nombre, como si quisiese el traductor pasar por autor de ella, o privarme del honor que él mismo me hace, juzgándola digna de merecer lugar entre los libros franceses.

2. En el citado gabinete hay dos cuadrúpedos de mi núm. 1º. con el nombre de Tapir. El del núm. 448 tiene a lo largo del cuello el filo que al otro le han suprimido erradamente. El del núm. 452 es mi núm. 2 que lleva el nombre de Pecarí de Guienne; y el del núm. 453 es mi núm. 3 con el nombre de Pecari. Junto al Daimblanc del núm. 487 se halla en el propio gabinete un ciervo rojo, que me parece ser mi número 6 no adulto.

3. Los varios Tamanoirs del núm. 429 del mismo gabinete son mi núm. 8 ninguno adulto. El Tamanduó del núm. 432 es mi núm. 9 macho cuyos colores han perdido bastante; y el del núm. 431 que lleva el propio nombre, las mismas formas y magnitud siendo todo negro, se puede presumir que sea una variedad que no he visto, o tal vez especie pintada, o diferente en realidad. Yo presumí hablando del núm. 9 que podria ser un no adulto de la misma de Fourmillíer de Buffon: pero habiendo visto algunos de estos en aquel gabinete creo que mi presuncion fué errada.

4. Buffon y Daubentou describen a la pantera, onza y leopardo, notando aquel lo mal que han obrado otros naturalistas confundiendo estas tres fieras africanas entre sí y con otras de América. Pero tambien dichos señores embrollaron a mi Yagüareté del núm. 10 con el Chibignazú del núm. 13: y en el Paraguay hay quien crea haber alli una onza y dos yagüaretés todos diferentes entre si y del negro, y quien no crea haya tal onza ni dos especies de yagüaretés ademas del negro, segun anoté en mi obra. De esta variedad de opiniones infiero la grande dificultad que habrá en conocer y distinguir tales fieras, y mientras los naturalistas aclaran tantas dudas, diré mi parecer. Yo ví tres individuos vivos en la casa de fieras de Paris: uno con el nombre de Panthere male; y otra con el de Leopard male, y el tercero sin nombre que acaba de llegar de América. Los tres me parecieron Yagüaretés menores que el descrito por mi, apesar de algunas diferencias en el colorido. Verdad es que el tener el último los brazos más robustos, me hace temer pueda ser de la especie llamada allá Yagüareté popé y los otros dos de la especie llamada Yaguareté simplemente que tal vez será nueve pulgadas más corto. Tambien creo que la descripcion de la Pantera africana de Buffon, pertenece a mi Yagüareté; y que lo es no adulto, el individuo del citado gabinete núm. 249. Igualmente me lo parece la Panthore de santo Domingue del núm. 253 y no estrañaria lo fuesen las de los números 250 y 251 apesar de sus anillos menores y más juntos.

5. En el mencionado gabinete de Paris número 268, se vé mi núm. 12, con el nombre de Couguar y mi núm. 13 en los números 261 263 y 264 con el de Ozelot. No me admiraria lo fuesen tambien los dos Chatservals del núm. 254 pero lo que no tiene duda es que el núm. 289 es de mi Yaguarundí núm. 16. En mi obra página 165 y siguiente me figuré fuesen mi número 18, el gato silvestre y el Airá de Buffon; pero hoy estoy por la opinion contraria.

6. El núm. 203 del mismo gabinete, tiene dos fieras muy desfiguradas, llamadas Marte Tairá que son la de mi núm. 19. En mi descripcion de esta se vé, que me parecieron de la misma especie el Pekan de Buffon, el Tairá de Barrere, y la Petitte fuinne de Guicime de Buffon; pero hoy me inclino más bien a que no lo son.

7. Mi núm. 20, se vé con el nombre de Marte grisson en el propio gabinete números 201 y 202. La Mouffette du Clulí del núm. 237, solo discrepa de mi núm. 21, en que lo blanco de la frente y cuello es mucho más ancho de lo que yo he visto.

8. En la sala donde se preparan los animales para el gabinete de Paris, ví un buen esqueleto de mi núm. 22, y en el mismo gabinete, números 298 y 299, hay tres llamados Didelphis Manicu, Virginensis que tienen muchas aparentes relaciones con el mismo. Verdad es que los creo diferentes, porque en ellos domina mucho más lo blanco sin amarillo, porque sus caras son mucho más blancas sin notárseles negro en el caballete del hocico, ni entre las orejas, ni en el cogote, ni apenas en el ojo; porque su vestido parece más tupido y menos débil; porque sus pelos blancos son más cortos, corvos y espesos, y porque uno de ellos tiene orejas totalmente negras. Alli mismo creo esta mi núm. 23, sin nombre ni número, y es el décimo contando de la derecha a la izquierda del que mira a la fila de los Didelphos; pero en la sala preparatoria ví otro llegado de Caiena de quien Mr. Geoffroi me aseguró haber visto hembras de su especie que no tenian la bolsa que las de mi núm. 22. El Didelphis crabier del núm. 297 me parece ser mi núm. 24. En la citada fila de Didelphos los dos llamados Tonan que no tiene número, son de mi núm. 26; y los cuatro que le siguen de diferentes edades sin nombre ni número y no contando los de sobre la madre, me parecen mi núm. 27. En verdad que a primera vista los crei mi núm. 25; pero mudé de parecer notando que la mancha sobre el ojo es larga, y no redonda, que no tiene línea obscura vertical en la frente, ni blanco en lo anterior de los brazos, y que la magnitud y proporciones se acercan más a las de mi núm. 27. Habiendo pues visto en dicho gabinete muchos fecundos que no conocia, confieso el error en que estaba figurándome que los conocia cuasi todos o a lo menos las especies grandes: y como en este error, y el de que la hembra de mi núm. 23 tenia bolsa en el vientre, fundé parte de mis críticas sobre los fecundos, confieso igualmente que tales críticas no son muy sólidas, y que será lo mejor que algun naturalista las rectifique.

9. En el mencionado gabinete núm. 278, lleva mi núm. 29, el nombre de Renard tricoleur, y los núm. 197 y 198, son el 30 de mi obra, aunque con el nombre de Raton crabier. Igualmente se encuentran alli muchos Cuatés no adultos y los números 188 y 186, son de la variedad que describí en el mismo núm. 31.

10. Habiendo visto de lejos algunas Nutrias grandes que sacaban la cabeza ladrando en los rios, dudé si eran adultos los ocho individuos menores al parecer, que tuve presente para formar la descripcion de mi núm. 32; porque a todos los tuve por de la misma especie. Despues ví una piel que aunque muy estropeada, manifestaba ser de una nutria mucho mayor que dichos ocho individuos, y entré a dudar si seria de diferente especie que los citados. Ultimamente en el núm. 232 del gabinete de Paris ví a la Saricoviana de Buffon que cotejé con mi descripcion núm. 32, encontrando que aunque tienen identidad de formas, la del autor es mucho mayor; lo pajizo bajo de la cabeza se prolonga anchamente hasta el pecho, y el pelo no es tan perpendicular a la piel ni tan suave, tirando a acanelado, como suelen las pieles viejas. Más no por eso mudé de parecer en cuanto a las nutrias de Barrere, Brison, Gumilla, Thevet y Steller, sino en cuanto a las demas; esto es que todas las que ladran como la de Maregrave, me parecen ser la Saricoviana de Buffon; lo mismo que la mayor de Laborde, y las de Aublet y Olivier: aunque presumo que estos le dan el peso de mi Capivara. En cuanto a la 2ª. de Laborde quizás será mi núm. 33 y la tercera mi núm. 32. Las últimas noticias que refiere Buffon, las creo embrolladas; porque atribuye los ladridos a la Saricoviana; y el vivir en Sabanas y pillarlas el Yaguareté no son cosas de ella sino de mis Zuiya y Capibara.

11. En el número 337 del gabinete de Paris puede verse un individuo joven de mi número 34 que lleva el nombre de Caviai Paca. Alli mismo número 339 hay dos de mis Acutís llamados Caviai Agouti y con el número 341 otro que tambien me lo parece: pero como lleva el nombre de Caviai Acouchi y Buffon los hace especies diferentes, parece prudente suspender el juicio sobre la identidad, sin perjuicio de lo que dige sobre ella en mi número 36. Tambien se halla en el mismo gabinete número 333, con el nombre de Cavia Cobaia un Apereá doméstico.

12. Comparando mi número 41 con el Coendon del número 328 del citado gabinete, encontré que este tenia las espinas más espesas, gruesas, fuertes y largas, los vigotes doblemente largos y gruesos que los del mío. Ademas no le noté pelos entre las puas, y me pareció mayor. Agrega Daubentou al Coendon un dedo más en el pie, cinco pulgadas más de cuerpo y diferente color a las puntas de las puas, resultando de todo el creer que mi Cuy era el citado Coendon. Por consiguiente los dos Histrix de Barrere podrán ser dichos Cuy y Coendon. Lo propio digo de los de Brison, aunque no les conviene la cola delgada y corta que les da. Creo tambien que dichas dos especies existen en Guayana, y que la primera de Laborde es mi número 9.

13. El Geant número 14 del propio gabinete, es mi número 53; pero le faltan las mayores uñas y los colores naturales. El Euconbert del número 415 es mi número 54 pero no adulto, y le faltan orejas, cola y cuatro pies. El Kabasson del número 420 es mi número 55. El Cachicamé número 417, son dos individuos adultos de mi número 57 pero les falta el color natural: y el Apar número 416 es mi número 60 cuyas conchas han perdido el barniz. En el gabinete de Madrid hay algunos de mi número 59.

14. En el número 61 crei con Buffon que su Variná y Alucitá eran una especie, y los tuve por mis Carayás macho y hembra; pero hoy creo que los citados de Buffon son dos especies: esto es el Variná Caraya macho, y el Alucitá otra que podrá ser mi número 62. Estoy pues persuadido de que el Variná de Buffon y de Abbeville, el Guaribá de Brisson y de Maregrave, el Parsitus de Lineo, los de Gentil en la isla de S. Gregorio, los de Oexmelin en el cabo de Gracias a Dios, y los de Laiondamine y Binet son todos Carayás machos: que el Arabatá amarillo de Gumilla era un Albino quizás de la misma especie; y que los Alucitás barbudos de Barrere y Brison, son Carayás hembras, o machos no adultos. Pero hoy dudo mucho que lo sean los que Dampierre pone en Campeche, y creo que el Coaita de Buffon no es un Carayá. Igualmente creo son Carayás el Zuoaita de Barrere, el Mico araña de Edwards, los Barbudos del Marañon de Abbeville y del Panamá de Dampierre. Los que este dice son blancos, pueden ser Carayás o Cays albinos. Aun me inclino a que el Caitaya del Brasil es Carayá, y a que no lo son el Chamek del Perú, y los que segun Brisson tienen blanquizco el pelo en las partes inferiores.

15. Si los Sai y Sajú de los números 8 y 9 y los Saimirís numeros 12, 13 y 14, todos del citado gabinete, son los que describe Buffon, confieso que erré creyéndolos mi número 62, más no por eso dejo de presumir que la nomenclatura de los citados micos esta muy embrollada por Buffon, porque me parece que los sin barbas del Panamá de Dampierre, el Coinasa de Abbeville, los Sajús pardo y cornudo de Brisson y los Llorones de Gentil y Troyer, son todos mi Cay: aunque dudo lo sea el Capucina de Lineo. Los Caitaias de Maregrave parecen mi Cay: pero el primero albino, como el Sapajú amarillo de Brisson. En cuanto al Cay de Leri le tengo por Carayá albino.

16. Habiendo visto al Saki en el citado gabinete número 15 conocí que no era mi número 63 y que tampoco lo es el de Brisson. Pero sin comprender si lo es o no el de Maregrave, me inclino a que es mi Mariquiná el Sakec de Browun. En el propio gabinete número 17 hay un Tití no adulto de mi número 64 con el nombre de Sagouin Ouistiti.

17. He dicho que en castellano habia publicado la descripcion de cuatrocientas cuarenta y ocho especies de pájaros de aquel pais, sin contar trece de murciélagos que uní a mis cuadrúpedos. En la misma obra anoté los descritos por otros, procurando enmendar sus equivocaciones; y refiriéndome a dicha obra diré aqui solo alguna cosa que no se anotó entonces.

18. No faltan pájaros que se encuentran al Mediodia de determinadas latitudes geográficas, y no más al Norte. Tambien hay muchas especies comunes a los dos mundos, o que parecen serlo, por tener identidad de colores, formas y magnitudes, pero muchos de ellos no sufren el frio de las cercanias del polo boreal, donde se presume que estan más próximos los continentes.

 

 

CAPITULO X.

DE LOS INDIOS SILVESTRES.

 

1. Aunque el hombre sea incomprensible y más el indio silvestre, porque no escribe, habla muy poco en idioma desconocido, al que tal vez faltan cien veces más voces de las que tiene, y porque no opera sino lo que le ordenan las pocas necesidades que esperimenta; con todo como el indio por más bárbaro que sea, es la parte principal y más interesante de América, creo deber poner aqui algunas observaciones que hice sobre bastantes naciones de indios silvestres o libres que no estan, ni jamas han estado sugetas a los españoles, ni a ningun imperio. No seré difuso por no fastidiar, y me limitaré a lo que permiten mi poco talento y menor perspicacia.

2. He vivido largas temporadas con algunas de aquellas naciones, y con otras menos: aun hablaré tal cual cosa de algunas que no he visto, valiéndome de las mejores noticias que pude procurarme. De modo que me he propuesto hacer saber el número y la situacion de cuasi todas las naciones que hay y ha habido en aquel pais, para que se puedan entender y corregir las relaciones antiguas. Estas, como hechas por los conquistadores, multiplican el número de naciones y de indios, con la idea de dar esplendor a sus hazañas. Los historiadores que han copiado dichas relaciones, no las han corregido ni se han propuesto describir aquellas naciones. La mayor parte de las relaciones e historias convienen en asegurar, que cuasi todas las citadas naciones eran antropófagas, y que en la guerra usaban de flechas envenenadas; pero uno y otro lo creo falso, puesto que nadie de las mismas naciones come hoy carne humana, ni conoce tal veneno, ni conserva tradicion de uno ni otro, no obstante de estar en el pie de que cuando se descubrió la América, y de que en nada han alterado sus otras costumbres antiguas.

3. Llamaré nacion a cualquiera congregacion de indios que tengan el mismo espíritu, formas y costumbres, con idioma propio tan diferente de los conocidos por allá, como el español del aleman. No haré caso de que la nacion se componga de muchos o pocos individuos; porque esto no es carácter nacional. Para certificarme de la diversidad de idiomas y de naciones, me valí de los mismos indios y de españoles que entendian las lenguas Albaya (4), Payaguá y otras, o que habian tratado con muchas naciones; resultando de sus relaciones, que los idiomas que diré ser diferentes, no tienen una palabra comun, ni pueden los más escribirse con nuestro alfabeto, siendo muchos narigales, guturales y en estremo dificiles.

4. Todas las naciones son más o menos errantes, sin pasar por lo comun al distrito de otras, ni aun al espacio desierto que media entre ellas. Asi cuando se señale el sitio de su habitacion, será para hacer reconocer el centro de su destino.

NACIÓN CHARRUA

5. Tiene idioma muy narigal, gutural y diferente de todos. En tiempo de la conquista corria la costa septentrional del río de la Plata desde Maldonado hasta cerca de la boca del río Uruguay, estendiéndose por los campos como treinta leguas hácia el Norte Yaro, mediando un grande desierto hasta encontrar por el Norte algunas divisiones o pueblos de indios Tapes o Guaranís.

6. Los Charrúas mataron a Juan Diaz de Solis, primer descubridor del río de la Plata, sin comerle como dice equivocadamente Lozano, lib. 2, cap. 1. Con este hecho principiaron una guerra, que aun dura hoy sin haber tenido tregua, y que ha costado innumerables muertes. Desde el principio quisieron los españoles fijarse en su pais, haciendo algunas obras en la colonia del Sacramento, luego un fuertecillo y en seguida una ciudad en la boca del río de S. Juan, y despues otra donde el río de S. Salvador entra en el Uruguay. Pero todo lo destruyeron los Charrúas, quienes aunque no pudieron embarazar el que los portugueses se fijasen el año de 1679, en la isla de S. Gabriel y en la costa inmediata a la colonia del Sacramento, nunca les permitieron salir un paso de sus murallas. Cuarenta y siete años despues se edificó el fuerte y ciudad de Montevideo, cuyos valientes españoles rempujaron a los Charrúas hácia el Norte a costa de mucha sangre.

7. Poco antes del último año citado, esterminaron los Charrúas las dos naciones llamadas Yaros y Bohanes, y tal vez habrian practicado lo mismo con la de Minuanes, pero hicieron alianza y estrecha amistad con ellos para sostenerse y atacar a los españoles que acababan de principiar las obras de Montevideo. Hiciéronlo en efecto muchos con valor y suerte varia, hasta que creciendo mucho los reclutas españoles y teniendo un diestro y valiente caudillo, forzaron a los Charrúas a alejarse hácia el Norte, dejando muchos campos libres que poblaron los de Montevideo con dehesas o estancias de ganados, ganándolas y sosteniéndolas a costa de mucha sangre. Ultimamente una porcion de Charrúas y de Minuanes forzada por los españoles, se ha incorporado a los pueblos más centrales de las Misiones del Uruguay, y otra esta hoy tranquila en la Reduccion de Caiasta. Pero otra porcion que hay libre por los treinta y treinta y un grados de latitud, hace la guerra a sangre y fuego a veces a portugueses y siempre a los españoles; como que de las partidas que yo enviaba de cincuenta y cien hombres, me mataron muchos soldados.

8. El arma de los más, es una lanza de cuatro varas con la moharra de fierro, comprada a los portugueses cuando estan en paz. Otros usan las flechas comunes y cortas que llevan en carcax a la espalda y jamas han conocido las bolas del núm. 43 como dice Barco, Canto 10. Crian yeguas y caballos montando en pelo los varones, y usando freno de fierro, si lo han podido robar o comprar: las mugeres usan enjalma muy sencilla, y montan con las piernas abiertas. A nadie presta su caballo el Charrúa, sino a sus hijos y muger, esto cuando tiene muchos; por que si tiene uno solo, le monta él, y hace le siga a pie toda su familia, y que lleve a cuestas todos sus muebles.

9. Cuando han resuelto una invasión, ocultan las familias en algun bosque, y anticipan seis leguas a los menos algunos bomberos o esploradores bien montados y separados. Estos adelantan con suma precaucion. Se detienen a observar y van siempre echados a la larga sobre los caballos dejándolos comer para que si los ven se crea que los caballos estan sin ginetes. Con esta mira no usan freno, sino que atan la mandíbula inferior con una correa, de la que salen dos que sirven de riendas. Como nos aventajan mucho en la estension y perspicacia de la vista y en el conocimiento de los campos, logran observar nuestros pasos sin ser descubiertos. Cuando llegan a una o dos leguas del obgeto que quieren atacar, traban sus caballos al ponerse el sol, y se aproximan a pie agachados y ocultos con el pasto para imponerse bien de la casa o campamento, de sus avenidas y avanzadas, centinelas, caballada etc. Los mismos reconocimientos y precauciones usan en todos sus viages; aun cuando piensan no atacar, siguen siempre sus bomberos a los españoles, si los hay en campaña: de modo que, aunque no se vea un indio, debe el que manda tener por cierto que le preservan sus precauciones; cuales son estar quieto de dia y marchar de noche. Ademas debe tener partidas avanzadas que observen, si el ganado vacuno principalmente el silvestre huye, o si los caballos cimarrones atacan en columna, por que sucede lo primero cuando se acercan ginetels, y lo segundo cuando se aparecen caballos mansos con pasageros.

10. Bien impuestos de todo los bomberos, vuelven a dar el aviso: pero si han sido descubiertos, escapan con rumbo opuesto del que trae su gente, y no hay que esperar alcanzarlos por que llevan caballos superiores, y en pelo que corren más que con aparejo. Hecha la relacion a su tropa, determinan si les conviene más desviarse de la derrota de los españoles, o atacarlos. En este caso se reparten segun los puntos que se proponen, marchando despacio pero en llegando a tiro, gritan dándose palmadas en la boca, y se arrojan como rayos, matando irremisiblemente cuanto encuentran, menos a las mugeres y a los muchachos menores de como doce años. Los despojos son del que los coge por que nada reparten. El que pilla mugeres o niños, los lleva a su toldo o choza, y los agrega a su familia, para que le sirvan, dándoles de comer hasta que se casan. Entonces si es muger se va con su marido, y si es varon forma familia y casa aparte, quedando tan libre e independiente como si fuese Charrúa, y es reputado por tal. Esta libertad y nueva vida acomoda tanto a los cautivos, que es raro quieran volver a estar con sus padres y parientes. A esto alude Rui Díaz lib. 1 cap. 3 diciendo que son humanos con los cautivos. Aunque los citados ataques son poco antes del alba, tambien los hacen de dia si advierten inferioridad, miedo o mala disposicion en el que manda. No ignoran el hacer ataques falsos, emboscadas oportunas, y fugas fingidas: y como llevan ventaja en lo ginete y en los caballos, no se les escapa ninguno de los que se separan para huir, ni de los que vuelven la espalda en retirada. Por fortuna no continuan la victoria, y se contentan logrado el primer golpe: de no ser asi, quizás las campañas al Norte del río de la Plata no estarian aun pobladas de españoles. Barco, canto 10, dice falsamente, que desollaban la cara a los enemigos muertos, y que por cada uno se daban una cuchillada.

11. La esperiencia ha hecho conocer, que es muy bueno cuando acometen, echar pie a tierra, y esperar bien unidos delante de los caballos del diestro sin disparar sino uno u otro tiro de muy cerca. Solo asi respetan las armas de fuego, y se retiran despues de haber hecho algunas morisquetas, porque si la descarga es general, no dan lugar a segunda, y todo perece. Quizás han derramado los Charrúas hasta hoy más sangre española que los ejércitos del Ynca y de Motezuma, y sin embargo no llegan en el dia a cuatrocientos varones de armas. Para sugetarlos se han despachado muchas veces más de mil soldados veteranos ya unidos ya en diferentes cuerpos; y aunque se les ha dado algunos golpes, ellos existen y nos hacen continua guerra. Nos llevan muchas ventajas, en lo ginete, en la economía, cuidado y descanso que procuran a sus caballos; en montar en pelo, en no llevar equipage ni víveres, comiendo lo que encuentran, en pasar más tiempo sin comer ni beber; en soportar mejor toda especie de fatigas y trabajos, y en no detenerse por embarazos de rios, lagos ni esteros o cenagales Más no son ni han sido tan veloces a pie que pillen a correr los ciervos y avestruces como quiere Barco, canto 10.

12. Regúlo la estatura media de los Charrúas una pulgada superior a la española; pero los individuos son más igualados, derechos y bien proporcionados, sin que entre ellos haya un contrahecho o defectuoso, ni que peque en gordo ni en flaco. Son altivos, soberbios y feroces; llevan la cabeza derecha, la frente erguida, y la fisonomia despejada. Su color se acerca tanto o más al negro que al blanco, participando poco de lo rojo. Las facciones de la cara, varoniles y regulares; pero la nariz poco chata y estrecha entre los ojos. Estos algo pequeños, muy relucientes, negros, nunca de otro color, ni bien abiertos. La vista y el oido doblemente perspicaces que los de los españoles. Los dientes nunca les duelen ni se les caen naturalmente aun en la edad muy avanzada, y siempre son blancos y bien puestos. Las cejas negras y poco vestidas. No tienen barbas, ni pelo en otra parte, sino poco en el pubis y en el sobaco. Su cabello es muy tupido, largo, lacio, grueso, negro, jamas de otro color, ni crespo, ni se le cae: solo encanece a medias en edad muy avanzada. La mano y pie algo pequeños y más bien formados que los nuestros: el pecho de las mugeres no tan abultado como el de otras naciones de indios.

13. No se cortan el cabello, y las mugeres le dejan flotar libremente: pero lo atan los varones, y los adultos ponen en la ligadura plumas blancas verticales. Las Charrúas y todas las indias que conozco, y aun las mulatas del Paraguay, buscan los piojos y las pulgas con aficion y gusto, por el que a ellas les resulta de tenerlos un ratito pataleando en la punta de la lengua sacada de la boca, y de comerlos y masticarlos despues. Los varones no se adornan con pinturas ni las mugeres usan sortijas, arracadas ni adornos, pero el dia que aparece la primera menstruacion, las pintan tres rayas azules obscuras: la una cae verticalmente por la frente desde el cabello a la punta de la nariz siguiendo el caballete de esta, y las otras dos una al través de cada sien. Estas rayas son indelebles; porque las ponen picando la piel y poniendo arcilla negrizca. A pocos dias de haber nacido un varon Charrúa, le agugerea la madre el labio inferior de parte a parte a la raiz de los dientes, y en el agujero le introduce la insignia viril que es el Barbote que no se quita en toda la vida ni para dormir, sino para poner otro si se rompe. Es un palito de más de medio palmo con dos líneas o la sesta parte de una pulgada de grueso hecho de dos piezas. La una tiene cabeza como clavo, ancha y plana en un estremo para que no pueda salir por el agujero en el cual la meten de modo, que la cabeza toque la raiz de los dientes, y la otra estremidad apenas salga fuera del lábio. La otra pieza más larga del Barbote se introduce a fuerza, y se afianza en un agujerito que tiene la primera en la punta esterior.

14. Por allá llaman toldo a la casa o habitacion del indio silvestre, y toldoria al pueblo o conjunto de muchos toldos. El Charrúa o más bien su muger, corta tres o cuatro varas verdes poco más grueso que el dedo pulgar, y las dobla clavando entrambas puntas en tierra. Sobre estos arcos apartados unos de otros, tiende una piel de vaca, y queda hecha la casa o toldo para un matrimonio y algunos hijos; pero si estos no caben, hacen al lado otro. Entran como los conejos y duermen boca arriba sin almohada, como todo indio silvestre, sobre una piel. Es ocioso decir que no conocen sillas, mesas, etc., y que sus muebles son cuasi ningunos: hacen la cocina fuera de casa.

15. Nadie cubre la cabeza y los varones van totalmente desnudos sin ocultar nada; pero para abrigarse cuando hace mucho frio, suelen tener una camiseta muy estrecha de pieles sin mangas ni cuello, que no siempre llega a cubrir el sexo. Los que en la guerra han pillado un Poncho o sombrero se sirven de este contra el sol muy ardiente y de aquel en vez de la camiseta. El Poncho es un pedazo de tela muy ordinario de lana, ancho como siete palmos, largo diez con una raja en medio por la que sacan la cabeza. Las mugeres no hilan, quizás porque su pais no produce algodon, ni crian ovejas. Se envuelven en el citado Poncho, o se ponen una camisa sin mangas de lienzo ordinario de algodon, cuando sus maridos o padres la han podido adquirir o robar. Jamas lavan su vestido, ni las manos ni cara; pero se bañan alguna vez cuando hace calor. Nunca barren el toldo; son muy puercas, huelen muy mal y tambien sus casas.

16. Nada cultivan, ni comen sino algun animal y vacas silvestres. Las mugeres arman y desarman los toldos, y hacen la cocina que se reduce al asado. Para esto ensartan la carne en un palo, cuya punta clavan en tierra de modo que quede algo inclinado: asi le arriman el fuego, y cuando notan que la carne esta asada de un lado, dan vuelta al palo para que se ase del otro. A un mismo tiempo ponen muchos asadores, y cualquiera de la familia que tiene gana saca uno sin avisar a nadie, le clava en tierra aparte y come sentado en sus talones. Aun cuando se congregan padres e hijos nadie habla mientras comen, ni beben hasta haber comido.

17. No tienen juegos, bailes, cantares ni instrumentos músicos, tertulias ni conversaciones ociosas; y les es tan desconocida la amistad particular, como que nunca se avienen dos para cazar, ni para otra cosa que para la comun defensa. Su semblante es inalterable, y tan formal que jamas manifiesta las pasiones del ánimo. Su risa se limita a separar un poco los ángulos de la boca, sin dar la menor carcajada. La voz nunca es gruesa ni sonora, y hablan siempre muy bajo, sin gritar aun para quejarse si los matan: de manera que si camina unos diez pasos delante, no le llama el que le necesita, sino que va a alcanzarle.

18. No hay un Charrúa ni de otra nacion celibato, y se casan luego que advierten la necesidad de este enlace. Como son silenciosos y no conocen riquezas, gerarquías, bailes, lujo, adornos ni otras cosas que entran en la galanteria, los negocios del amor se determinan entre ellos cuasi con la frialdad que entre nosotros el ir a la comedia. Se reduce, pues el matrimonio a pedir la novia a sus padres, y a llevársela con su beneplácito, por que nunca se niega la muger a esto, y se casa siempre con el primero que la pide, aunque sea feo o viejo el pretendiente.

19. En el momento que un soltero se casa, forma familia aparte y trabaja para alimentarla, porque hasta entonces vive a espensas del padre, sin hacer nada ni ir a la guerra. La poligamia es permitida, pero muy raro el que dos hombres se avengan con una muger; y las muchas mugeres dejan al polígamo luego que encuentran marido con quien estar solas. Tambien es libre el divorcio, más se verifica rara vez si hay hijos. La resulta del adulterio es dar el agraviado algunas puñadas o cachetes a los cómplices si los pilla in fraganti; y aun esto cuando es celoso el marido, que es cosa poco comun. Nada mandan, enseñan ni prohiben a sus hijos, ni estos respetan ni obedecen a los padres sino en lo que quieren, haciendo siempre lo que les da la gana sin respeto ni sujecion. A los huérfanos, cuando los hay los recoge algun pariente, o algun indio más compasivo que los otros.

20. Los varones cabezas de familia se juntan todos los dias al anochecer, formando círculo sentados en sus talones, para convenirse en las centinelas que han de apostar y vigilar aquella noche, porque nunca las omiten, aun cuando nada teman. Dan cuenta alli de si en lo que han caminado aquel dia han descubierto indicio de enemigos, y hace cada uno relacion de los campos adonde irá a cazar o a pasearse el dia siguiente para deducir quien le ocasionó la muerte u otra desgracia si le sucede. Si alguno forma un proyecto comun como mudar a otra parte la tolderia, atacar a otra nacion o defenderse de ella, lo propone. La asamblea delibera, y verifican la idea los que la aprueban, sin asistir los que no aprobaron, y muchas veces tampoco algunos de los aprobantes, los cuales no incurren en pena ni estan obligados a cumplir lo que ofrecieron. Las partes interesadas componen las diferencias particulares que rara vez les ocurren, sin que nadie se entrometa en ellas. Pero si no se avienen, se acometen a puñadas ensangrentándose las narices y alguna vez arrancándose o rompiendo algun diente, hasta que cansados vuelve el uno la espalda, y nadie habla más del negocio. En estas cosas nunca intervienen armas ni he visto ni oido que un Charrúa ni otro indio silvestre haya muerto a otro de su misma nacion por ningun motivo.

21. Aunque las mugeres y los hijos de familia solo beban agua, los varones cabezas de familia emborrachan siempre que pueden con aguardiente, y en su defecto con Chicha que preparan desliendo miel en agua y dejándola fermentar. No he notado ni sé que padezcan enfermedad particular ni la de gálico y creo que viven aun más que nosotros. Tienen sin embargo sus médicos que a toda especie de enfermedad aplican el mismo remedio, que es chupar con mucha fuerza el estómago del paciente, persuadiendo que asi estraen los males para que les gratifiquen.

22. Cuando muere alguno, le llevan al cementerio comun, que tienen en un cerrito, y le entierran, matando sobre el sepulcro su caballo de combate (que es lo que más aprecian) si asi lo ha dejado dispuesto, que es lo comun. La familia y parientes lloran, o más bien gritan por los difuntos, y les hacen un duelo bien singular y cruel. Si el muerto es padre, marido o hermano que haga cabeza de familia, se cortan las hijas, la viuda y las hermanas casadas un artejo o coyuntura por cada difunto, principiando por el dedo chico o meñique: se clavan ademas el cuchillo o lanza del muerto repetidas veces de parte a parte por los brazos y por los pechos y costados de medio cuerpo arriba. A esto agregan estar dos lunas tristes y ocultas en su casa comiendo poco. Barco, canto 10. dice que se cortan un dedo por cada pariente muerto, pero es como yo digo.

23. El marido no hace duelo por muerte de su muger, ni el padre por la de sus hijos; pero si estos son adultos cuando fallece su padre, estan desnudos ocultos dos dias en casa comiendo poco, y esto ha de ser Yuambu o perdiz o sus huevos. La tarde segunda de este entierro, les atraviesa otro indio de parte a parte la carne que puede pillar, pellizcando el brazo con un pedazo de caña larga un palmo, de modo que los estremos de la caña salgan igualmente por ambos lados. La primera caña se clava en la muñeca, y se pone otra a cada pulgada de distancia siguiendo lo esterior del brazo hasta la espalda y por esta. Las cañas son astillas de dos o cuatro líneas de anchura sin disminucion sino en la punta que entra. En esta miserable y espantosa disposicion se va sólo y desnudo al bosque o a una loma o altura, llevando un garrote punteagudo con el cual y con las manos escava un pozo que le llegue al pecho. En él pasa de pies el resto de la noche, y a la mañana se va a un toldo o casa, que siempre tienen preparado para los dolientes, donde se quita las cañas y se echa dos dias sin comer ni beber. Al siguiente y en los dias sucesivos hasta diez o doce, le llevan los muchachos de su nacion agua y algunas perdices, y sus huevos ya cocidos, y se los dejan cerca retirándose sin hablarle. No tienen obligacion de hacer tan bárbaras demostraciones de sentimiento, y menos ellos que quizás miran con indiferencia la falta de los que mueren, sin embargo rara vez las dejan de practicar. El que las omite en el todo o en parte, se reputa por flojo, pero esta opinion no le causa pena ni perjuicio en la sociedad con sus camaradas.

24. Los que se figuran que ninguno obra sin motivo, y pretenden averiguar el por qué de todo, pueden egercitar su sagacidad, discurriendo de donde sacaron los Charrúas y otras naciones la idea de unos duelos tan estravagantes y crueles por los padres, maridos y hermanos, a quienes se nota poco que amen ni respeten cuando viven.

INDIOS YARÓS.

25. Cuando descubrieron los españoles el río de la Plata, vivian los Yarós de la pesca y caza en la costa oriental del río Uruguay entre los rios Negro y S. Salvador internándose poco en los campos rasos, y sin acercarse a los que corrian los Charrúas. Son tan escasas las noticias de esta nacion, que apenas se comprende que tenia idioma diferente de todos; que usaba en la guerra garrotes, dardos y las flechas que se describirán en el núm. 60, y que era sumamente diminuta, no componiendo apenas cien familias. Sin embargo tuvieron valor para acometer y matar algunos españoles con su capitan Juan Albarez y Ramon primer descubridor del río Uruguay. En el siglo XVI fueron esterminados los Yarós por los Charrúas; pero estos conservaron segun acostumbraban los indios silvestres a las mugeres y muchachos que estan hoy mezclados sin poderse distinguir.

INDIOS HOANES.

26. Son aun más escasas las noticias de esta nacion que de la precedente con quien confinaba. Yo la creo menos numerosa, y que tenia idioma diferente de todas. Habitaba la costa oriental del río Uruguay al norte de los Yarós: vivia como estos, y una parte de ella creo fué conducida al Paraguay por los españoles que desampararon a S. Salvador, y el resto esterminado por los Charrúas cuando los Yarós y por el mismo tiempo.

INDIOS CHANÁS.

27. Al arribo de los primeros españoles, habitaba una nacion en las islas del río Uruguay enfrente de la boca del río Negro, y cuando despoblaron los españoles la ciudad de S. Salvador, pasaron los Chanás a establecerse en la costa oriental del mismo Uruguay por debajo de la boca del río de S. Salvador. Acosados despues por los Charrúas, volvieron a sus islas, fijándose principalmente en la llamada de los Vizcainos. Pero temiendo padecer el esterminio de los Yarós y Bohanes que era reciente, solicitaron que los españoles de Buenos-Aires los defendiesen, ofreciendo ser cristianos. En efecto el gobernador de dicha ciudad los sacó de las islas, les formó el pueblo de Santo Domingo Soriano, y les dió una guardia dejándoles vivir con la misma libertad que tenian los españoles sin sugetarlos a encomiendas ni al gobierno en comunidad. De esto ha resultado naturalmente que estos indios han vivido contentos, y que se han civilizado a la par de los españoles, perdiendo su idioma, costumbres, etc. y mezclándose con los españoles, de modo que cuasi todos pasan hoy por tales. Existen sin embargo algunos Chanás, y entre ellos uno de más de cien años. Por lo que este y otros cuentan, y por algunos papeles antiguos se sabe que su nacion apenas componia cien familias, que tenian idioma diferente de todos, que usaban canoas y vivian de la pesca, y que no ceden a los Charrúas en la estatura y proporciones. Se ignoran sus antiguas costumbres, porque los viejos nacieron de padres ya cristianos.

INDIOS MINUANES

28. En tiempo del descubrimiento, vivia esta nacion en los campos del Norte del Paraná, sin apartarse de este río sino como treinta leguas, y estendiéndose desde donde el Uruguay se junta al citado río hasta enfrente de la ciudad de Santa Fé de la Vera-Cruz. Por el Mediodia confinaba con los Guaraníes que habitaban las islas de Paraná: por el Norte tenia grandes desiertos; y por el Levante mediaba dicho Uruguay entre los Minuanes y las naciones ya descritas.-

29. Se equivocan Barco canto 24 y Lozano, ib. 3, cap. 11, diciendo que nada valían, pues mataron a Juan de Garay famoso capitan y a muchos que le acompañaban. Cuando los Charrúas se internaron hácia (8) el Norte, ajustaron con ellos la más estrecha alianza y amistad viviendo juntos muchas temporadas, pasando y repasando el río Uruguay y acometiendo acordes a los españoles de Montevideo y sus campañas. De aqui ha nacido el confundirlos comunmente llamándolos indiferentemente ya Charrúas ya Minuanes. En el dia se separan rara vez, y es igual su situacion como lo son sus armas, caballos, color, facciones, ojos, vista, oido, dientes, pelo, vello, carecer de barba, mano, pie, seriedad, no reir, hablar poco y bajo, no gritar ni quejarse, voz y ninguna limpieza. Lo son tambien en la igualdad sin clases, en vestidos, muebles, casas, casamientos, no cultivar, borracheras, modo de comer, precauciones, en no adornarse ni servir uno a otro, y en tener lugar destinado para enterrar los muertos.

30. Lo mismo digo de obsequios, leyes, premios, castigos, honor, amistad particular, bailes, cantares, músicas, juegos y tertulias. Igualmente se juntan en la asamblea al anochecer, y terminan sus diferencias particulares a puñadas. Se diferencian principalmente de los Charrúas en que no son tan numerosos, en su idioma diferente de todos, en parecerme una pulgada más bajos, más descarnados, tristes y sombrios; y menos espirituales, activos, sobervios y poderosos, y que el pecho de las mugeres parece más abultado que el de las Charrúas. Ademas la poligamia y divorcio parecen más raros. Tiene de muy singular el que los padres solo cuidan de los hijos hasta desmamarlos. Entonces los entregan a algun pariente casado o casada, sin volverlos a admitir en su casa ni tratarlos como hijos.

31. En la primera menstruacion se pintan hoy las mozuelas como las Charrúas, aunque algunas omiten las rayas de las sienes, siguiendo en esto su antigua costumbre. A los niños les pintan tres rayas azules indelebles de una mejilla a la otra cortando la nariz por enmedio: muchos adultos se pintan postizamente las quijadas de blanco; pero muchos varones omiten toda pintura imitando en esto a los Charrúas desde que viven juntos. Tambien los imitan en el modo de curar los enfermos; pero difieren porque no todos los médicos son varones, mezclándose en esta farándula algunas mugeres más o menos viejas. Estas egercitan toda su habilidad en persuadir a los viudos y solteros, principalmente que tienen en su arbitrio la vida y la muerte, y metiéndolos miedo consiguen que alguno se case con ellas.

32. Por la muerte del marido se corta la muger una coyuntura de un dedo. Corta tambien la punta de su cabellera, se tapa el rostro con la misma, cubre el pecho con una piel o trapo, o con su mismo vestido, y esta oculta en casa algunos dias. El mismo duelo hacen las hijas adultas por la muerte del que las crió en sus casas; pero no por su verdadero padre. El duelo de los varones solo dura la mitad del tiempo que entre los Charrúas, y es el descrito en el núm. 23; pero en vez de pasarse las cañas, se atraviesan una espina gruesa de pescado, metiéndola y sacándola, como quien cose, por las piernas y muslos interior y esteriormente, y tambien desde la muñeca al codo.

33. El padre Jesuita Francisco García, intentó formar sobre el río Ybicui, la doctrina o pueblo de Jesus Maria fijando a los Minuanes; pero estos volvieron a su vida errante y libre, menos muy pocos que se pudieron agregar al pueblo Guaraní llamado S. Borja. La suerte posterior de algunos Minuanes se ha visto en el núm. 7.

INDIOS PAMPAS

34. Asi llaman los españoles a esta nacion porque vive errante en las Pampas o grandes llanuras entre los treinta seis y treinta y nueve grados de latitud, pero los conquistadores del pais los llamaron Querandis. Ellos mismos se llaman Puelches, y aun de otros modos, por que cada trozo de su nacion lleva su nombre. Cuando arribaron los primeros españoles, habitaban por la costa austral del río de la Plata enfrente de los Charrúas, sin comunicar con ellos, porque no tenian embarcaciones. Solo tenian indios inmediatos a los Guaranís del Monte grande, y del Valle de Santiago que les caian al Poniente, y se llaman hoy S. Isidro y las Conchas.

35. Disputó esta nacion con admirable constancia y valor el terreno a los fundadores de Buenos-Aires, forzándoles a abandonar la empresa y el sitio. Pero habiendo vuelto a fundar segunda vez la misma ciudad, cuarenta y cinco años despues, otros españoles bien provistos de caballos, no pudieron resistirles los Pampas, que aun no los montaban. Entonces se retiraron hácia el Mediodia viviendo de la caza de tatus, liebres, ciervos, avestruces etc. Poco despues se multiplicaron y estendieron mucho los caballos silvestres; los Pampas principiaron a pillar algunos y a comerlos. Las vacas se llevaron mucho despues y aun tardaron en hacerse silvestres; y como los Pampas estaban ya bien surtidos de alimentos con los caballos y la citada caza silvestre, no mataban las vacas para comer, ni aun hoy las comen, sino a los caballos. Asi el ganado vacuno no encontró dificultad para procrear y estenderse a lo menos hasta el río Negro a los cuarenta y un grados de latitud, y de Levante a Poniente, desde la mar hasta las faldas orientales de la cordillera de Chile, habitadas por diferentes naciones de indios silvestres. Estos luego que vieron aparecer las vacas en su pais, principiaron a comerlas, y a vender las sobrantes a los famosos araucanos y a otros indios.

36. Asi se apocaron las vacas hácia aquellos lugares; las que restaban, viéndose perseguidas, corrieron hácia el Oriente concentrándose en el pais que corrian los Pampas, que no las incomodaban. Los indios, que se ha dicho que comian y vendian las vacas, las fueron siguiendo haciendo amistad con los Pampas, que ya tenian buenos y abundantes caballos. Entonces todos juntos acopiaban muchos caballos y vacas, y los iban a vender a otros indios y a los españoles de Chile, pasándolos junto a la Villarica destruída, donde la cordillera de Chile se interrumpe repentinamente dejando un paso llano y ancho una milla. Los españoles de las ciudades de Córdoba, Mendoza y Buenos-Aires tambien hicieron muchos destrozos en los mismos ganados vacunos, para vender sus pieles y sebo.

37. Asi se esterminaron las vacas silvestres de aquellas partes; y como los Pampas y demas naciones coligadas las echaban menos para continuar el comercio de ellas, principiaron, antes de la mitad del siglo diez y ocho, a robar el ganado vacuno manso que tenian en sus dehesas o estancias los españoles de Buenos-Aires y su distrito. No se limitaban a robar, sino que quemaban las casas campestres y mataban a los varones adultos conservando las mugeres y niños para tratarlos segun se dijo en el núm. 10.

38. Con estas hostilidades lograron los citados indios asolar aquellas campañas, y cortar no solo el camino que va de Buenos-Aires al Perú, sino tambien el de carretas que iba a Chile por la Villarica segun dige en el núm. 36. Finalmente pusieron tanto miedo a la ciudad de Buenos-Aires, que la precisaron a cubrir su frontera con once fuertes guarnecidos de artilleria y de setecientos veteranos de caballeria, sin contar las milicias. Lo mismo han hecho las ciudades de Córdoba y Mendoza, que padecian lo mismo de parte de dichos indios. Es cierto que en esta guerra intervinieron varias naciones coaligadas, pero siempre los Pampas entraron en liga como parte principal, y su valor puede colegirse del caso siguiente. Habiendo sorprendido a cinco Pampas, los quisieron llevar a España y los embarcaron en un navio de guerra de setenta y cuatro cañones. Al quinto dia de feliz navegacion, dispuso el capitan sacarlos del cepo, dándoles libertad de pasearse por el navio: ellos resolvieron de repente apoderarse del buque matando a toda la tripulacion. Para esto se hizo uno el distraido para acercarse a un cabo de escuadra; repentinamente le pilló el sable, y mató en pocos momentos a dos pilotos y catorce marineros; pero no pudiendo más se arrojó a la mar. Sus compañeros hicieron lo mismo despues de haber intentado apoderarse de las armas, que la guardia defendió sin dejárselas tomar. Los Padres Jesuitas principiaron una reduccion a los Pampas cerca del arroyo Salado, y otra en el cerrito llamado impropiamente del Volcán, pero nada adelantaron ni existen hoy.

39. Hace como trece años que los Pampas hicieron la paz con los españoles: sin embargo me siguieron contándome los pasos sin presentárseme cuando anduve reconociendo su pais. Compran o permutan con los indios de la costa patagónica y con otros que los caen al Sur, plumas de avestruz y mantas de pieles; y de los indios de la cordillera de Chile, gergas y ponchos de lana. Lo dicho y otros artículos propios, como son bolas, lazos, pieles, sal etc. lo conducen los Pampas y lo venden o permutan en Buenos-Aires por dinero y mejor por aguardiente, azúcar, dulces, yerba del Paraguay, higos secos, pasas, sombreros, espuelas, frenos, cuchillos etc. Aunque entre los indios que hacen este comercio hay muchos que no son Pampas, procuran uniformarse en lo esterior y dicen siempre que lo son: asi no será estraño si algo de lo que digo por informes y por lo que he podido observar en lo que he visto en Buenos-Aires, pertenece a otras naciones.

40. Yo regulo que los Pampas compondrán unos cuatrocientos guerreros o familias: su idioma es diferente de todos y puede escribirse con nuestro alfabeto, pues no le he notado narigal ni gutural. Me parece ademas que su voz es más sonora y entera, y que hablan más unos con otros. Verdad es que tambien hablan bajo en la conversacion, pero cuando su cacique echa su arenga al virrey español, habla él mismo, y más comunmente el orador que lleva, esforzando mucho la voz, haciendo una corta pausa a cada tres o cuatro palabras y cargándose muy reparablemente en la última sílaba, al modo de los militares cuando mandan el egercicio. El obgeto de tales arengas es asegurar la paz, y pedir que les den el regalo acostumbrado, que es al cacique, casaca azul, con vueltas y chupa encarnadas, y un sombrero y baston de puño de plata. No quieren camisa, calzones ni calzado, porque dicen que les dan mucha sujecion: a los demas se les da aguardiente y alguna friolera. Creo que su estatura pasa a la española, y me parece que su totalidad no solo es más membruda que la de todos los demas indios, sino tambien que su cabeza es más redonda y gruesa, la cara más grande y severa, los brazos más cortos, y el color algo menos obscuro. No se pintan, ni cortan el cabello: los varones levantan todas las puntas arriba, sujetándolas con una correa o cuerda que ciñe la cabeza por la frente. Las mugeres dividen el pelo en dos partes iguales, una en cada costado, haciendo una muy gruesa, larga y apretada coleta con una cinta o correa, de modo que parece llevan un cuerno sobre cada oreja, que cae a lo largo de cada brazo. No solo se peinan y lavan, y son las más aseadas entre aquellas naciones, sino tambien me parecen las más vanas, altivas y menos condescendientes.

41. No se pintan las mugeres: usan collares, pendientes y muchas sortijas de poco valor. Dicen que en sus toldos o casas no estan muy tapadas, pero para entrar en Buenos-Aires se ocultan con el poncho sin descubrir el pecho, ni otra cosa que la cara y manos: las casadas con indios ricos y sus hijos, se adornan más y con mejores prendas; cosen en un poncho o manta diez o doce planchas de cobre delgadas, redondas de tres a seis pulgadas de diámetro, a iguales distancias unas de otras. Las mismas llevan botas de piel muy delgada claveteadas de tachuelas de cobre de cabeza cónica y ancha en su base como media pulgada. Montan como los hombres lo mismo que toda india, pero las Pampas ricas llevan las correas de la cabezada del caballo cubiertas de planchuelas de plata y los estribos y espuelas de este metal. Sus maridos y padres usan lo mismos jaeces de caballo, y aunque cuando corren el campo van totalmente desnudos, tienen sombreros, chupa o chamara y poncho con que se abrigan cuando hace frio y cuando entran en Buenos-Aires: ademas se envuelven la cintura con una gerga que baja hasta la rodilla. En ninguna otra nacion silvestre he notado esta desigualdad en riquezas, ni semejante lujo en vestidos y adornos; pero creo que en esto son lo mismo los Aucas o Araucanos y otros que se indicarán en el núm. 45. Quizás se distinguen en lo dicho, porque son las únicas naciones comerciantes.

42. Aunque los caciques o capitanes Pampas heredan de su padre este empleo o dignidad, la pierden tambien si los indios encuentran otro que les dé pruebas de mayor talento, astucia y corage. Por esto suelen hacer lo que el cacique les propone relativo a su seguridad, sin sufrir jamas que exija de ellos servicio ni tributo alguno, ni que los mande, reprenda ni castigue. Cada cacique vive aparte con los que le reconocen, y a este conjunto del cacique y su gente, llaman parcialidad de indios, aunque a, veces se compone de dos o más caciques y sus gentes. Se separan hasta cincuenta y más leguas los de la misma nacion; pero se visitan de tanto en tanto, y por lo comun. Por el número y forma de los humos que hacen, se avisan el dia y paraje donde se han de juntar si hay enemigos, se juntan para hacer la guerra y para lo que y en que lugar etc. Para hacer su toldo o casa, clavan en tierra, apartados como seis palmos y en línea, tres palos como la muñeca; el del medio largo como diez palmos, los otros menos, y todos con horquilla en la punta. A distancia de cuatro a seis varas clavan otros tres palos idénticos; de estos a aquellos ponen en las horquillas tres cañas o palos horizontales y sobre estos tienden pieles de caballo: esta es la casa par una familia; pero si tienen frio acomodan otras pieles verticales en los costados. Tengo entendido que los casados se aman más que entre otras naciones, y que manifiestan más ternura por sus hijos, aunque en nada los instruyen, y los alimentan hasta que se casan. Por lo demas nada cultivan, trabajan, hilan ni tejen: se casan y se emborrachan como los Charrúas.

43. No usan arcos ni flechas, y aunque algunas relaciones dicen que antiguamente las usaban, no dudo que se equivocan creyendo que eran suyas las de los Guaranís que, aliados con los Pampas, hicieron la guerra a los conquistadores; por que ninguna nacion de aquellas ha abandonado sus antiguas costumbres ni su armamento, no obstante que desde que tienen caballos usan la lanza, sin olvidar sus flechas. Como quiera usaban antiguamente de una especie de lanza o dardo hecha de palo puntiagudo, con que herian de cerca, y aun de lejos arrojándolo: hoy usan de la lanza a caballo, y tambien de las bolas que usaban sus antepasados. Esta es una arma tan temible como las de fuego y que quizás se adoptaria en Europa si la conociesen. Es en dos maneras, la una son tres piedras redondas como el puño, forradas separadamente con piel de vaca o caballo, y unidas las tres a un punto o centro comun por cordones de piel gruesos como el dedo, y largos cinco palmos. Toman con la mano la una, que es algo menor, y haciendo girar las dos restantes sobre la cabeza hasta tomar violencia, despiden las tres, llevando su caballo a toda carrera, a más de cien pasos, y matan del golpe o se enredan en las piernas, cuello o cuerpo del hombre o animal sin permitirle escape ni defensa.

44. La otra manera de Bolas, que llaman Bola perdida no es más que una gruesa como las citadas, pero si son de cobre como las llevan muchos Pampas, son mucho menores. Tambien la forran en piel de caballo, pero sale del forro una correa o cordon de cinco palmos cuya punta toman para hacer girar la bola con violencia y dar el golpe mortal sin soltarla, si el obgeto esta, inmediato. Si esta de ciento y cincuenta a doscientos pasos distante sueltan la bola perdida con la violencia que la da el girar del brazo, y la carrera del caballo. Los Pampas llevan siempre muchas de unas y otras bolas a la guerra, y son diestrísimos en manejarlas, por que diariamente se egercitan en pillar caballos y otros animales silvestres. Con ellas, usándolas a pie, mataron en una batalla a muchos españoles; entre estos a D. Diego de Mendoza hermano del fundador de Buenos-Aires, y a otros nueve esforzados capitanes: yo preferiria mandar a una caballeria provista de Bolas, contra otra armada de espadas, o pistolas y corazas. Atando mechones de paja encendidos a las cuerdas de las Bolas perdidas, lograron los Pampas incendiar algunas embarcaciones y muchas casas cuando se fundó Buenos-Aires. Por lo demas su modo de hacer la guerra es como el de los Charrúas descrito en los números 9 y 10, pero como su pais es más llano, sin bosques, ni rios, tienen poco lugar las emboscadas. En cuanto a su resuelto valor, destreza y buenos caballos nadie les aventaja.

INDIOS AUCAS Y OTROS.

45. Hácia la parte del Poniente de los Pampas viven los Aucas y otras naciones de indios silvestres, a quienes dan diferentes nombres en la frontera de la ciudad de Mendoza, las cuales vinieron del Occidente a establecerse alli por el motivo citado en el núm. 36. Ellas han sido la causa de haberse abandonado el camino de carretas que iba de Buenos-Aires a Chile, por que se han fijado en el mismo camino. Los Aucas son de una division o parcialidad de los famosos Araucanos de Chile. Yo no los he visto ni tampoco a las demas citadas naciones, y asi hablaré poco de ellas, y esto por noticias agenas o que me han dado. Todas son más diminutas o más que los Pampas errantes, y usan idiomas totalmente diferentes. A veces se unen con dichos Pampas; juntos han hecho la guerra a Buenos-Aires y han esterminado los ganados segun se dijo en los números 35 y siguientes. Algunas de estas naciones van a recoger la cosecha de manzanas silvestres en las cercanias del río Negro de la costa patagónica, como treinta o cuarenta leguas al Poniente de donde se le junta el río Diamante. Las citadas naciones cultivan poco, pero crian algunos vacas, caballos y ovejas: de su lana tejen gergas y ponchos y las permutan con los Pampas, quienes las llevan a vender en Buenos-Aires. Por lo demas parece que en todo se asemejan a dichos Pampas y a todos los reputo de la clase de indomables, como lo ha hecho ver la esperiencia en los Aucás o Araucanos.

INDIOS BALCHITAS, UHILICHES, TELMELCHIS Y OTROS.

46. Entre los cuarenta y un grados de latitud y el estrecho de Magallanes, desde la Costa patagónica a la cordillera de Chile, habitan errantes al Sur de los Pampas, varias naciones más silvestres que los del número 35. Algunas veces se adelantan hácia el Norte y pasando los rios Negro y Colorado, permutan sus pieles y plumas de avestruz con los Pampas, y tambien se han solido combinar con ellos para hacer guerra a Buenos-Aires. Lo estraño es que ninguna de las naciones que habitan al Mediodia del Río de la Plata, o de los treinta y seis grados de latitud, hace ni ha hecho jamas la guerra, que yo sepa, a otra sinó únicamente a los españoles, cuando las que habitan hácia el Norte del citado paralelo, estan frecuentemente y han estado siempre destrozándose unas a otras: y no es por que aquellas sean inferiores en estatura, armas, fuerzas y talento. Aunque no he visto ni tratado las naciones de que ahora hablo, ni aun sé el número de ellas, no ignoro que son bastantes, ni que las hay de nuestra estatura, otras menores y otras mayores: lo que concilia las noticias de los viajeros que han hecho gigantes a los Telmelchis o Patagones, con las de otros que les conceden estatura regular. Se hace más admirable esta diferencia, sabiendo que todos viven errantes en la misma llanura cuyas producciones son idénticas. Llegaron a Buenos-Aires dos Patagones incorporados con muchos Pampas, y dice quien los midió que el uno tenia seis pies y cuatro pulgadas francesas (10), y el otro dos pulgadas menos. Otros que han visto bastantes, me dicen que su estatura media es de seis pies.

47. Las noticias que he podido adquirir, me persuaden que cada nacion tiene idioma diferente; que nada cultivan ni trabajan; que subsisten de tatús, liebres, ciervos, caballos, guanacos, hurones, yaguares, yagueretés, guazaros, aguarachais, avestruces y perdices; que no crian ovejas ni vacas; que carecen de leyes, juegos y bailes; que se gobiernan por la asamblea citada núm. 20; que tienen pocos y cuidan menos de los caballos, por que viven en paz con sus confinantes, y que sus casas son como las de los Pampas. Se diferencian de estos en no conocer desigualdad de riquezas, y en que su vestido se reduce a una manta cuasi cuadrada de como siete palmos, formando su centro con pieles de Aguarachai, guanaco o liebre, y el contorno o cenefa con las de Yaguarés: las pintan mucho de rojo y negro por el lado opuesto al pelo, y se envuelven con ellas, sin usar otro vestido ambos sexos.

INDIOS GUARANÍS

48. Cuando se descubrió la América, poblaban los Guaranís la costa austral del río de la Plata desde Buenos-Aires a las Conchas, y continuaban por la misma costa, sin pasar a la opuesta, ocupando todas las islas del río Paraná e internándose en el pais unas 16 leguas hasta los veinte y nueve o treinta grados de latitud. Desde este paralelo se estendian por la costa oriental del dicho Paraná y en seguida por la misma del río Paraguay hácia los veinte y un grados de latitud, sin pasar al Occidente de estos rios; pero se prolongaban a sol caliente hasta la mar y ocupaban todo el Brasil, la Cayena y aun más. Tenian tambien pueblos interpolados con los de otras naciones en la provincia de los Chiquitos, y los Chiriguanás del Perú eran tambien Guaranís.

49. Todos los del Brasil fueron cautivados; la mayor parte vendidos por esclavos, y mezclados con los negros de Africa. La misma suerte tuvieron muchos Guaranís libres o silvestres, y los de diez y ocho o veinte pueblos reducidos por los españoles, que los portugueses de S. Pablo, llamados antiguamente Mamalucos se llevaron con violencia internándose en los paises españoles. Los de la provincia de los Chiquitos, fueron reducidos e interpolados en los de otras naciones por los españoles, y aun conservan el nombre de Garaios: los del Paraguay estan reunidos y son cristianos en unos cincuenta pueblos; de modo que no hay más Guaranís libres que conserven sus costumbres antiguas, sino los Chiriguanás y algunos llamados Coaiguás (montesinos) en el Paraguay.

50. A su tiempo hablaré de los Guaranís reducidos o sujetos, y ahora de su nacion silvestre. Para esto no me valdré de las descripciones que hace de ellos Alvar Núñez, cap. 17 y 26, porque la creo falsa y arbitraria; ni me servirán los Chiriguanás porque no los conozco: lo que hablaré será, tomado de historias y papeles antiguos, y de relaciones que me han hecho algunos que han visto a dichos Coaiguas.

51. La nacion Guaraní era la más numerosa y entendida del pais, pero no tenia un gefe, ni formaba un cuerpo político como la megicana; porque cada pueblo era independiente de los demas, y tenia un nombre particular, como son en el Paraguay los de Imbeguás, Caracarás, Timbús, Corondás, Colástinés, Tucagués Calchaquís, Quiloazás, Ohomas, Mongolás, Acaai, Ytatí, Tois, Tarois, Curupaitís, Curumiais, y otros que algunos escritores han olvidado y creido alguna vez que pertenecian a naciones diferentes. Asi sucede a Schimidels capítulo 17, llamando Macuarendas a los Quiloazás y creyéndolos de diferente nacion que los Timbús. El nombre más general de la nacion, fué antiguamente el de Carios y hoy lo son los Guaranís y Tapes.

52. Como si quisiesen ocultar sus pueblos, todos estaban inmediatos y dentro de grandes bosques o a lo largo de rios donde hay siempre mucho bosque: si estaban en campiñas francas era cuando distaban mucho de otra nacion diferente. Todos cultivaban calabaza, judias, maiz, maní, batatas y mandioca: comian la miel y frutas silvestres, y cazaban aves, monos, capibarás, etc. De esto subsistian agregando los de juntos a rios, el pescado que pillan a flechazos y con anzuelo de palo duro, sirviéndose de canoas muy pequeñas. Schimidels cap. 13, se las da con demasiada ponderacion largas 80 pies, y en el cap. 23, dice que los Mongolas criaban gallinas, gansos y ovejas: cosa que no creerá quien conozca la vida errante y descuidada de los indios silvestres, ni quien sepa que no las tienen hoy ni las hubo en América hasta que las llevaron de Europa. Rui Diaz lib. 1, cap. 5, escribe que los Chiriguanás comieron la carne de sus enemigos mientras conquistaron; pero como esta conquista es una fábula, digo lo mismo de comer carne humana.

53. El idioma Guaraní es diferente de todos y pasa por el más abundante, aunque le faltan muchas palabras pues solo cuenta hasta cuatro. El padre franciscano fray Luis Volaños, inventó acentos sencillos para espresar escribiendo lo que tiene de narigal y gutural; tradujo al guaraní nuestro catecismo, y compuso el diccionario y gramática que los padres jesuitas, imprimieron. El guaraní es idioma muy dificil, pero útil para comunicar con las demas naciones silvestres; porque muchas de estas tienen algunos cautivos Guaranís.

54. Cada pueblo se dirige por una asamblea igual a la citada en el núm. 20 en la que suele adoptarse el dictamen del cacique, si este es reputado por sagaz y valiente. El cazi cazgo es una especie de dignidad hereditaria como nuestros mayorazgos, pero muy singular porque el que la posee no difiere de los demas indios en casa, vestido, ni insignia; ni exige tributo, respeto, servicio, ni subordinacion, y se vé precisado a hacer lo que todos para vivir. Tampoco manda en la guerra, y si es tonto le dejan y toman otro. Aunque diga Schimidels cap. 13, que los Guaranís son altos y grandes, y Rui Diaz, lib. 2, cap. 6, que los Timbús eran agigantados, ambos autores se equivocan, puesto que en esto no pudieron diferenciarse los pueblos de que hablan del resto de su nacion, cuya estatura seguramente es más de dos pulgadas inferior a la española. Tambien encuentro su totalidad más carnosa, de color más rojizo y menos obscuro que en mis demas naciones; con semblante más frio, triste y tan abatido, que no miran al obgeto con quien hablan ni la cara del que les mira: no se arrancan las cejas y pestañas, y algunos varones tienen pelos, aunque pocos en la barba y cuerpo.

55. Schimidels cap. 13, dice de un pueblo Guaraní, que los varones embutian en la nariz estrellitas de piedra blanca o azul; en el cap. 16 que llevaban piedrezuelas cerca de la nariz, y en el cap. 17 que las llevaban junto a la nariz. Rui Diaz lib. 1, cap. 4, pone a los mismos una piedrecilla azul o verde en cada falda de la nariz. Pero yo no les creo fundado en la ambiguedad con que se esplican, en que no advirtieron tal adorno en otros muchos pueblos Guaranís que vieron ni le usan hoy los Guaranís silvestres, y en que no he visto más bien dudo haya tales piedras por alli. Aunque nadie haya dicho que tuviesen por insignia viril el Barbote citado núm. 13, yo creo que la usaban; por que lo usan los hoy silvestres; y es de goma transparente, largo medio palmo, del grueso de una pluma de escribir, con una traviesa o muletilla en la cabeza para que no se salga del agujero del labio. Hoy usan los varones una corona en la cabeza al modo que nuestros clérigos, pero mucho mayor; no llevan gorro ni sombrero y van totalmente desnudos.

56. Me dicen que las mugeres de algunos pueblos silvestres no hilan, y que las de otros hilan y tejen del modo que se dirá en el número 112. Añaden que aquellas no usan más vestidos que una piel u otra cosa en la cintura, y los varones un equivalente: que las segundas se visten segun se dirá, núm. 112, y lo mismo los varones. Ninguno corta ni ata el cabello ni lleva sortijas ni adornos; pero al bajar la primera menstruacion, se hacen multitud de líneas obscuras indelebles, del modo que dige en el núm. 13 que bajan verticalmente desde el cabello al orizonte que pasa por lo inferior de la nariz: yo creo que a esto llama heridas en la cara Schimidels cap. 13. En los campos de Caazapá y Yuti se suelen encontrar enterradas tinajas de barro con residuos de Guaranís muertos; pero pocas y apartadas. Ignoro lo que en esto harán hoy, y si practican los duelos de otros indios.

57. Hay quien asegura que sus huesos en los cementerios se convierten en polvo mucho antes que los de Europa, y que vivos nadan naturalmente como los cuadrúpedos. No son celosos, y vemos que entregaban con gusto sus hijas y mugeres a los españoles, ni tienen la fecundidad de estos, pues habiendo examinado muchos padrones o listas de pueblos antiguos y modernos, nunca han correspondido sino a tres y medio o cuatro por familia incluso los padres, no obstante de no haber un celibato o un viudo mucho tiempo, Cotejando los sexos, he advertido que a catorce mugeres corresponde trece hombres, y cuando se redugeron los del pueblo de Ycape, las dos terceras partes eran mugeres. Estas tienen unos labios grandes y abultados con esceso.

58. Estoy persuadido de que todo lo dicho en el número precedente, conviene a todas mis naciones de indios. Tambien se asemejan a ellas los Guaranís en tener sus individuos más igualados que los españoles, sin pecar en gordos ni en flacos con esceso, y sin haber uno defectuoso, ni ciego, ni sordo; los ojos pequeños no muy abiertos, muy relucientes, negros y jamas de otro color; la vista y oido doblemente perspicaz que nosotros; los dientes blancos, bien puestos, y sin doler ni caerse jamas; el cabello tupido, grueso, largo, negro, lacio, nunca de otro color ni crespo, muy arraigado; la mano y pie pequeños.

59. Igualmente se asemejan a todos en no barrer las casas o tiendas, ni lavar el vestido ni las manos y cara; en oler mal; en el semblante severo que ni manifiesta las pasiones del ánimo ni se ríe; en la voz nunca gruesa ni sonora, en hablar bajo y poco, en ser todos iguales, ni servir uno a otro, ni conocer amistad particular; en la frialdad de sus galanteos y casamientos descritos en el núm. 18; en no gritar y quejarse en los dolores; en decidir las partes sus diferencias del modo dicho número 20, y en no instruir ni prohibir nada a los hijos.

60. Los guaranís no hacen más guerra que la inevitable y alguna sorpresa, con macanas o garrotes de una vara con porra en el estremo, y con flechas de siete cuartas con lengüetas de palo duro. El arco cuasi no tiene curvatura; es grueso en medio como la muñeca, y disminuye para que sus agudas puntas sirvan de lanza. No le violentan sino cuando han de disparar. Entonces atan la cuerda de firme a las puntas que llevaban arrolladas a la una y apoyándolo en tierra verticalmente estriban en él, con el pie le violentan cuanto pueden, y disparan la flecha cuasi tan lejos como un fusil la bala, aunque la punteria es incierta, y el aire la desvia. No llevan carcaz, y tambien usan otro arco menor con que despiden bolas de arcilla endurecidas para matar pájaros.

61. La pusilanimidad es el carácter que más resplandece y distingue los Guaranís de las otras naciones. Temen aquellos tanto a estos, que dudo se atrevan diez o doce contra uno; y la esperiencia en aquellos paises ha hecho ver que estos Guaranís son los únicos que se han sometido. Todos los del Brasil y del Río de la Plata quedaron subyugados a la primera aparicion de los europeos, y todos nuestros pueblos de indios alli son de su nacion. Pero ningun europeo ha podido someter a las demas naciones, aunque son muy diminutas, segun se ha visto y veremos. Lo mismo se observa en Méjico y en el Perú. En poco tiempo dominaron los españoles a todos los vasallos del Inca y de Motezuma; pero queriendo estender sus conquistas fuera de los limites de estos dos imperios, encontraron otras naciones tan diminutas y silvestres como las que describo, a quienes no pudieron domar, ni se ha podido hasta hoy. Es cosa admirable y aun increible sino se viese, que las naciones Mejicana, Perulera, y Guaraní hayan sido las únicas dominadas en América, siendo como son las únicas enormemente estendidas e incomparablemente más numerosas que las que no han querido dejarse dominar. Vendria bien hacer aqui un cotejo de las naciones de Méjico y el Perú con la guaraní, las cuales, aunque muy diferentes en idioma y en civilizacion, se han de parecer en otras cosas, cuando se asemejan tanto en la pusilanimidad y poco espíritu. Pero no habiendo yo visto más que unos pocos momentos a tres indios peruleros, solo puedo decir que me pareció su estatura menos rolliza y algo inferior a la guaraní, su cara menos obscura y cuadrada, más despejada, descarnada y estrecha en la parte inferior.

INDIOS TUPÍS.

62. Habita esta nacion, entre los pueblos de S. Angel y S. Javier, los bosques que hay en la costa oriental del río Uruguay, estendiéndose a lo menos hasta los 27 grados y medio de latitud, y sin pasar al occidente del mismo río.

63. Los guaranís de las Misiones o pueblos del Uruguay, tienen terror pánico a los tupís, porque les han muerto muchos en los beneficios de yerba del Paraguay y cuidando de los ganados, y por que tambien han sorprendido y muerto algunos demarcadores de limites. No los he visto, pero en los citados pueblos me informaron que los tupís eran tan errantes, que no tenian domicilio, ni dormian dos noches en el mismo sitio; que no tenian idioma y ahullaban como los perros; por que su labio inferior estaba cortado en dos mitades por un tajo vertical; que comian carne humana; y que habiendo pillado a dos, murieron en los pueblos sin querer comer ni beber. Un manuscrito que leí de un jesuita, copiaba mucho de lo dicho, añadiendo que viven en jaulas que hacen en lo alto de los árboles.

64. Yo creo que el miedo ha inventado estas noticias; lo cierto es que en enero de 1800 salieron del bosque como doscientos tupís, y atravesando a nado el río Uruguay, que a la sazón estaba muy bajo, por un arrecife entre los pueblos de Concepcion y santa Maria la mayor, subieron a la lomada de Mártires. De alli se dirigieron al Norte doce leguas, y destruyendo un pueblo principiado a los Guaranís matando a muchos, siguieron y se internaron en los bosques. Alarmados los pueblos vecinos siguieron de lejos a los tupís y pillaron algunos muchachos estraviados, que se fugaron luego por el descuido que hubo en guardarlos; menos una muger de unos diez y ocho años y otra de doce, que permanecieron un mes en casa del administrador del pueblo de Concepcion, y se escaparon tambien al bosque.

65. Segun me informó dicho administrador, sus huéspedes se bañaban con frecuencia, bailaban alguna vez solas, y buscaban cada una un guaraní para dormir, enfureciéndose contra quien intentaba estorbarlo. Su idioma pareció diferente a todos sin narigal ni gutural: segun se pudo comprender, los tupís tienen pueblos y las casas cubiertas con ojas y esteras de palma; cultivan los frutos y raices del pais, de que viven y de la caza, miel y frutas silvestres; al pan de maiz y de mandioca llaman Ense; los varones no se pintan y van totalmente desnudos, aunque muchos tienen para el frio una camiseta muy corta, estrecha sin mangas ni cuello, tejida del Caraguatá por las mugeres; estas envuelven la cintura con una manta o pedazo de la misma tela, las mismas llevan al cuello sartas de lentejuelas hechas de conchitas, ambos sexos no se arrancan cejas ni pestañas, cortando el cabello a la altura del hombro y el de delante a media frente. Su estatura es algo más alta que la guaraní, el color más claro, el semblante más despejado y alegre, y las facciones mejores. Parece que hacen la guerra a toda nacion, quitando la vida a todos los sexos y edades. He visto sus armas que son el garrote y flechas descritas en el núm. 60; y he tenido unos cestos perfectamente tejidos de caña en que meten la fruta y lo que encuentran, y los llevan suspendidos de una cuerda que ciñe la frente.

INDIOS GUAYANÁS

66. Son muy diferentes de los que en el Paraguay llevan este nombre siendo Guaranís. Habitan los bosques orientales al río Uruguay desde el río Guairai para el Norte, y tambien los orientales de río Paraná mucho más arriba del pueblo de Corpus. Parece que sus pueblos son muy pequeños e independientes unos de otros. Difieren de todos en el idioma; en hablar alta, agria y desentonadamente, en su color muy notablemente más claro; en el semblante más alegre y activo, y en que algunos tienen ojos azules: su estatura peca algo en descarnada, bien proporcionada, sin ceder a la española. No tienen barba, y conservan las cejas y pestañas. Son pacíficos y aun cariñosos con los estrangeros. A los varones se les conocen en brazos y muslos muchas cicatrices, que creo sean resultas de los duelos y fiestas semejantes a las de los Charrúas del núm. 23, y de otras naciones. Los mismos ciñen la frente con una venda de plumas tejidas con hilo de caraguatá, siendo las rojas las que más aprecian, pero van totalmente desnudos, y las mugeres cubren la cintura con un trapo tejido de dicho caraguatá. Parece que temen pasar rios grandes, y se asemejan a los tupís en las armas, en las habitaciones, en ser agricultores, y en no tener animales domésticos.

67. Cuando la conquista se hallaba esta nacion, como las dos precedentes, circundada de Guaranís en la provincia de Ytati o campos de Jerez. La redugeron los españoles formando de ella un pueblo que fué asaltado y destruido por los portugueses, sus indios conducidos al Brasil y vendidos como esclavos. Barco los hace guerreros y les da nombres guaranís, como lo hizo con otras naciones: pero segun lo que deduzco de la relacion misma del que los conquistó, pasaban de quinientas almas en cuatro pueblos: vivian de la agricultura del pais: eran tranquilos y amables, y usaban idioma propio.

INDIOS NALIGUBNAS

68. Ignoraria hasta el nombre de esta nacion, si los indios Albayas que la han visto, no me dijesen, que habita dos jornadas al Levante de los campos de Jerez, como por los 21 grados de latitud, en cuevas subterráneas; que son pocas familias, totalmente desnudos y con idioma diferente de todos; que cultivan las semillas del pais y que se parecen a los Guaranís en la estatura, color y pusilanimidad, aunque defienden la entrada de sus casas con las flechas del número 60.

INDIOS GUASARAPÓS.

69. Este nombre les dan las relaciones antiguas, aunque es muy frecuente llamarlos hoy Guachies. Siempre han vivido en unos lugares bajos y pantanosos inmediatos a las albercas donde principia el río Guasarapó o Guachic que entra por el Este en el del Paraguay en los del 19º 16’ 30" de latitud. Su domicilio no puede reconocerse sino entrando por el mismo río Guasarapó por donde ellos bajan en canoas iguales a las de los Pajaguas hasta el río Paraguay y luego por este buscan a los indios Albayás, de quien son y han sido siempre tan íntimos amigos, como que hacen juntos la guerra a los Ninaquiquilas, a nuestros pueblos de Chiquitos y a otros; y aun suelen los de la una nacion casarse con las mugeres de la otra. Asi es que estando juntos, no se diferencian en el color, ni en la estatura que será de cinco pies y ocho pulgadas (11), ni en la elegancia de sus formas; ni en raparse el pelo cuasi a la navaja, ni en el valor y soberbia, ni en llevar la cabeza sin gorro ni sombrero: su idioma es diferente de todos.

70. Parece que toda la nacion no llega a setenta guerreros, que no cazan ni cultivan y que subsisten del arroz silvestre de sus lagunas, pescando a flechazos y con anzuelos de palo y fierro, comprándolos a los españoles por mano de los Albayas. Estos aseguran que hombres y mugeres Guasarapós van totalmente desnudos; pero vemos que algunos tienen una manta adquirida en la guerra o comprada a los Albayas, a quien se parecen tambien en no tener barbas, en arrancarse las cejas y pestañas, y en usar el Garbote del num. 13. En la guerra usan el garrote sin porra como los Albayas, y las flechas del numero 60, y solo conservan las mugeres y niños como dige número 10, de los que tienen algunos.

INDIOS GUATOS.

71. Han vivido siempre estos indios dentro de una laguna al Occidente del río Paraguay, con quien comunica en los 19º 12’ de latitud, y algunos escritores los han equivocado con los Guasarapós. Jamas salen de su laguna, y la navegan en canoas sumamente pequeñas dos individuos en cada una; pero luego que descubren que alguno les mira, se ocultan entre los juncos y espadañas; de modo que nunca han tratado con indio ni español, ni se han dejado observar de cerca. Se presume que no llegan a treinta familias con idioma diferente de todos.

INDIOS OREJONES.

72. Vivia esta nacion cuando la descubrieron los españoles, en la falda oriental de la sierra de Santa Lucia o S. Fernando, pegada a la orilla occidental del río Paraguay y en la costa de las lagunas Maniore, Yaibá y otras que comunican con dicho río, desde el paralelo de 19 grados hasta la isla que hay cerca de la boca del río Jaurú que tambien ocupaban. Alvar Nuñez cautivó la mayor parte de esta nacion, y por fuerza la llevó a la Asuncion, donde fué repartida en encomiendas y confundida con los Guaranís. Los pocos que se escaparon a Alvar Nuñez, viven en la falda de la citada sierra y orilla del río inmediato en casas cubiertas con esteras de juncos. Los Albayas les llama Agintequedichagas y Alvar Nuñez cap. 32, 53, 54, 55, y 68, les da muchos nombres. Lo mismo hace Schimidels cap. 32, 34 y 35, y todos pertenecen a sus diferentes pueblos. Pescaban y pescan sin tener canoas, y subsistian principalmente de la agricultura; pero no tenian las gallinas que dice Alvar Nuñez, ni las almendras, uvas, etc. que les da Rui Diaz lib. 2, cap. 2. Schimidels cap. 32, cuenta que las mugeres se cubrian de la cintura a la rodilla, y en el capítulo 34, que eran. hermosas y totalmente desnudas. Los Albayas dicen que ambos sexos van desnudos del todo, y que los varones usan Barbote; pero Schimidels lo hace tambien llevar a las mugeres, y dice que es de cristal azul de un dedo. Alvar Nuñez da a los dos sexos las orejas que diré de los Lasguas núm. 128; y SchimideIs viene a decir lo mismo de los varones: pero los Albayas solo agrandan las orejas de las mugeres y cuelgan de las de los varones piedras de varios colores, y se las engastan en la nariz. Estas variedades pueden venir de la diferencia de pueblos; más no puede creerse lo que dice Alvar Nuñez, que se anudaban las orejas al cogote. Los citados Albayas dan a los Orejones mayor estatura que a los Guaranís, aunque el mismo color. Les niegan la barba, les dan idioma propio y desconocido, con flechas y garrotes solo para defenderse.

INDIOS NIUQUIQUILAS.

73. Asi los llaman los Albayas: creo son los Poteteros de Chiquitos y los Simanos, Barcenos y Lathanos de Schimidels cap. 45. Habitan un bosque que principia por los 19 grados de latitud, separado algunas leguas del río Paraguay, y divide el Chaco de la provincia de los Chiquitos. Tiene la nacion muchos pueblos, independientes unos de otros; los más australes estan en amistad con los Albayas, y los demas en guerra con flechas y garrotes, limitándose a la defensiva: subsisten de la agricultura y no conocen animal doméstico. No tienen barbas, ni cortan el cabello, ni se arrancan cejas ni pestañas. En su estatura, color, cabello y formas son como los Guaranís: su idioma propio y desconocido: las mugeres se envuelven en mantas que tejen del Caraguatá, y adornan la garganta con sartas de judias de lindos colores. Los varones adornan la cabeza con coronas de plumas, y aunque lo comun sea ir desnudos, usan de dichas mantas para cuando tienen frio.

INDIOS GUANÁS.

74. Los españoles les dan este nombre; los indios Lenguas el de Apianche, los Enimagas el de Chane y los Machicuis el de Sologuá. Los últimos dividen la nacion Guaná en ocho parcialidades o pueblos principales con los nombres de Layana, Ethelenoe, o Quiniquinao, Chabaraná o Choroaná o Echoaladi, Cainacono o Nigotesibué, Ynmaenó Tay y Yamocó; cuasi cada nacion de sus confinantes, divide los Guanás en más o menos trozos dando a cada uno su nombre diferente, como sucede tambien a SchimideIs cap. 14 y 45, y a otros autores. La confusion y variedad de nombres, puede ocasionar el que los no impuestos en ellos los crean diferentes naciones multiplicándolas, y tambien el que crean haberse esterminado las mencionadas por los escritores y que no se encuentran hoy.

75. Cuando arribaron los primeros españoles, vivian los Guanás entre los paralelos de 20 y 22 grados en el Chaco o al Occidente del río Paraguay, y no pasaron este río hasta el año 1673. Los españoles los dividen en seis parcialidades, que se gobiernan sin dependencias unas de otras por la asamblea citada núm. 54, y cada una tiene uno o más caciques, que en todo son como dige en dicho número. Tienen la costumbre de que el primogénito del cacique, sea reputado por cacique, viviendo el padre, de todos los que nacen algunas lunas antes y despues que él.

76. La parcialidad llamada Laiana o Eguacaachigo, que numera como 1800 almas, habita hoy el sitio llamado Lima, pasó al Norte del río Jejuí que vierte en el del Paraguay por el Este en los 24º 7’ de latitud. La parcialidad Echoaladí o Chabaraná que tendrá unas 2000 almas, se estableció en 1797, en las tierras del pueblo de Caazapa por los 26º 11’ de latitud. La Equiniquinao que será de 600, esta dividida viviendo parte en el paralelo de 21º 16’ al Occidente del río Paraguay, distando de él ocho leguas, y el resto incorporado con los Albayas.

77. La Ethelena compondrá como 3000 individuos, parte de los cuales esta al Poniente del río Paraguay cerca de los Equiniquinaos, y los demas al Levante del mismo río por los 21 grados de latitud en una serrezuela llamada por ellos Echatiyá. La Niquicactemia, que tendrá, como 300 almas con tres caciques, esta por los 21º 32’ de latitud al Poniente del citado río dividida en cuatros pueblos. La última es la Echoroaná que cuenta con 600 individuos, esta incorporada con los Albayas bajo los 21 grados, en unas lomadas al Este del río Paraguay.

78. Las casas de cada uno de sus pueblos, forman una plaza cuadrada, y el plano topográfico de cada casa, se encierra en dos líneas paralelas largas veinte varas, distantes diez, uniendo sus estremos con un semicírculo en cada lado. En ambas paralelas clavan varas y las encorvan, y añadiendo otras bien atadas a sus puntas, llegan a formar arcos a un palmo unos de otros y verticales. A ellos atan a la misma distancia varas horizontales que con los arcos, forman un enrejado. Luego cubren el todo con paja larga bien atadas a las varas, quedando una bóveda cilíndrica de una a otra paralela, que cierran por los costados con bóvedas cónicas hechas con varas y paja unidas a la cilíndrica.

79. No hay más pared que el grueso de la bóveda, ni más agujero que la puerta; sirve la casa para doce familias, que se acomodan sin mámparas ni divisiones. No duermen en el suelo sobre pieles como las demas naciones, sino en camas. Las hacen clavando en tierra cuatro estacas con sus horquillas, en las que afianzan cuatro palos horizontales, que forman un bastidor, sobre el cual ponen varas delgadas, luego pieles y encima paja. Difieren de las demas naciones, en que diariamente barren sus casas, y en el idioma muy gutural narigal y difícil.

80. Regulo su estatura media en cinco pies y tres pulgadas francesas, aunque sus individuos no me parecen tan iguales como en las demas naciones. Tienen de comun con ellas, no tener barba. Tambien se les asemejan en no reír a carcajadas, en lo flemático de sus procedimientos, en lo dicho en los números 57, 58 y 59, y en no usar luz artificial, ni tener juegos, bailes, cantares ni instrumentos músicos.

81. Reciben, alojan y dan de comer a los pasageros algunos dias, acompañándolos hasta el pueblo inmediato (12). Son menos silvestres que las demas naciones; hablan más unos con otros y a veces forman tertulias. Poseen muy pocos caballos, vacas y ovejas, y subsisten principalmente de la agricultura del pais. Se arrancan las cejas y pestañas, llevan los varones el Barbote del núm. 13, cortan el cabello a media frente; se afeitan una grande media luna sobre cada oreja; el pelo restante crece y cae naturalmente. Algunos se rapan la mitad anterior de la cabeza, y otros toda, dejando un mechón en lo alto. Los varones que han estado largas temporadas con los españoles, visten como estos, pero los demas lo hacen como los Paiaguas, y lo mismo las mugeres segun se dirá en el núm. 112, pintándose el cuerpo del mismo modo.

82. El matrimonio lo verifican sin otra ceremonia que hacer un regalito el novio a la novia, precediendo pedirla a los padres que convienen fácilmente, pues no conocen desigualdad de clases ni de fortuna. Antes de todo estipula el pretendiente con la novia, en presencia de sus padres y parientes, el género de vida comun, y las obligaciones de cada contrayente, por que no son las mismas en todos los matrimonios, dependiendo mucho del capricho de las mugeres. Regularmente recae, sobre si la muger ha de hilar y teger una manta al marido; si le ha de ayudar y en qué términos a cultivar la tierra; si ella ha de traer o no la leña y el agua, si lo ha de guisar todo o solo las legumbres; si el marido ha de tener una sola muger y la muger muchos maridos: en este caso, de cuantas noches o dias estarán juntos: finalmente contratan hasta las cosas más mínimas que pueden ocurrir. A pesar de tales contratos, no contraviene en pena el que falta a ellos, ni por eso deja de ser el repudio o separacion tan libres como todas las cosas, y aun más frecuente en esta nacion que en ninguna, cuasi siempre ocasionado por las mugeres.

83. El motivo de esto es, ser muchos más los varones que las mugeres; no por disposicion de la naturaleza, sino por que las madres conservan a sus hijos varones, y entierran vivas luego que las han parido a muchas de sus hijas. No todas las madres practican esta barbaridad y las que lo hacen no es con todas las hijas, sino con la mitad poco más o menos. Tambien las hay que entierran algunos varones, pero con el cuidado de conservar muchos más hijos que hijas, para que asi sean estas más felices y buscadas segun dicen las madres.

84. Efectivamente las mugeres guanás son más apreciadas, limpias y altivas: se casan a los nueve años, dan la ley en los contratos matrimoniales, y aun usan algunas coqueterias. Los varones se casan más tarde, no son tan puercos, se adornan y pintan algo más que en las otras naciones. Pasan por sodomitas; es frecuente robarse las mugeres y escaparse con ellas: apalean los maridos al adúltero, no a la adúltera. La poligamia dura poco, y no es tan frecuente como parece debiera ser.

85. Al arribo de los primeros españoles, iban, como hoy, voluntariamente porciones grandes de guanás a incorporarse con los albaias, para cultivarles la tierra y servirles en traer leña, guisar, armar los toldos o casas, cuidar de los caballos, y en lo que les mandan, sin más estipendio que la comida. Por esto los albaias les llaman sus esclavos; pero esta sujecion la dejan los Guanás cuando les da la gana sin oposicion de los albaias; estos les mandan pocas cosas, nunca con imperio ni precision, y dividen con los guanás cuanto tienen sin esceptuar a sus mugeres. Yo he visto que un albaiá queria abrigarse con su manta, y viendo que se abrigaba con ella su esclavo, ni aun le insinuó que la queria.

86. Tambien van al Paraguay con mucha frecuencia cuadrillas de cincuenta y cien guanás, sin llevar muchachos y cuasi siempre sin mugeres; ya porque estas escasean, y ya porque no quieren viajar sino en buen caballo y con otras comodidades que pocos maridos tienen. Dejan en depósito todas sus armas en la casa del primer alcalde español que encuentran; alquilan sus brazos para la agricultura a los españoles, y aun para servir de marineros en los barcos que van a Buenos-Aires. Trabajan con flema, y para que no los ostiguen, prefieren ajustar lo que han de hacer por un tanto. Algunos hacen su casa, cultivando por su cuenta, y a veces se hacen cristianos casándose con alguna negra o india guaraní de las que hay en las casas españolas. Si no viesen la esclavitud en que tiene a los guaranís de nuestros pueblos su gobierno en comunidad, los guanás se españolizarian luego con mucha utilidad. Por lo comun al cabo de un año o dos, se retiran a su pais las cuadrillas de guanás tomando al paso sus armas, llevando el producto de su trabajo en vestidos y herramientas. Si tardan más en regresar, va a persuadirles la vuelta algun indio acreditado de su pueblo, y se van con él.

87. Los médicos de los guanás son algunas mugeres viejas, que les curan como se dijo número 21. Entierran a los muertos a la puerta de su casa, y los llora la familia. Jamas hacen otra guerra que la defensiva con flechas y garrotes; pero se defienden con valor, y matan a todo varon adulto, conservando las mugeres y muchachos, dándoles el destino dicho en el número 10.

88. Aunque nada enseñan ni prohiben a los hijos, ni estos hacen nada hasta casarse formando familia aparte, les dan alguna vez algun bofetón para contener sus impertinencias. A la edad de unos ocho años, hacen los muchachos una fiesta que no repiten los mismos sino otros los años sucesivos. Consiste en irse juntos de madrugada al campo, y volver, sin haber comido ni bebido, en procesion silenciosa al pueblo. Alli las madres y demas mugeres les calientan la espalda en una hoguera, y las viejas con un hueso puntiagudo les atraviesan los brazos muchas veces, sin que los pacientes den indicio de sentimiento; siendo el postre de la funcion, darles las madres judias y maiz hervidos. Tambien los guanás adultos tienen sus fiestas iguales a las que describiremos de los Paiguas Núms. 115, 116 y 117.

INDIOS ALBAIAS.

89. Los indios Machicuis les llaman Tajuanich; los Enimagas, Guaiquiles; y Schimidels de muchas maneras en los capítulos 25 y 44. Cuando arribaron los españoles, vivian los albaias divididos al Occidente del río Paraguay y por los 20 y 22 grados de latitud: alli se combinaron con los Paiaguas, y mataron a Aiolas y a muchos españoles, segun se verá, cap. 18, núm. 40. Despues en 1661, pasaron los albaias la primera vez el citado río y acometiendo al pueblo de Santa Maria de Fé, que estaba junto al mismo río en los 22º 5’ de latitud, mataron muchos guaranís y precisaron a los demas a transmigrar. En seguida volvieron muchos albaias a su pais, quedándose la mayor parte en el conquistado o al Este del río Paraguay. En 1672, descubrieron el pueblo de Ypané o Pitun, y acercándose de noche, pasaron la zanja que le circundaba sobre un puente que hicieron con sus lanzas pero habiéndoles oido los del pueblo se retiraron.

90. Encontraron al paso, paciendo en el campo, algunos caballos viejos que arrearon para adelante, y fueron los primeros en que se ensayaron a montar. Locos de contentos con esta adquisicion tan nueva para ellos, volvieron pocos meses despues y robaron otros caballos y yeguas. Ufanos con sus ventajas, determinaron destruir al citado pueblo y marcharon contra él en diciembre de 1673; más teniendo el pueblo noticia anticipada del ataque que le amenazaba, lo avisó al de Guarambaré y juntos se dirigieron a la capital del Paraguay incorporándose al paso el pueblo de Atirá.

91. Con esto quedaron los albaias dueños de la provincia de Ytati, que se estendia desde los 24º 7’ de latitud, o desde el río Jejui hasta los 20 grados, sin pasar al Poniente del río Paraguay, y en ella han dado nuevos nombres a todo, dificultando la inteligencia de la historia. Por ejemplo, llaman Guachie, Appa y Aquidaban, a los rios Guasarapó, Corrientes, y Piray, y Agaguigo al distrito de Pitun, Pirai e Ytati, etc.

92. Desde dicha provincia de Ytati hicieron correrias hácia el Mediodia, y con sus repetidos ataques en diferentes tiempos, hicieron muchos destrozos en el pueblo de Tobatí, precisándole a transmigrar en 1699. No satisfechos con esto, venian desde dicha Ytati cuando les daba la gana, y atacaban hasta las quintas de la Asuncion, logrando destruirlas y matar a muchos centenares de españoles, faltando poco para esterminarlos totalmente. Pero oportunamente llegó entonces D. Rafael de la Moneda por nuevo gobernador, quien con sus buenas disposiciones, precavió los ataques y logró, el año de 1746, hacer la paz con los albaias, que habian ya puesto en los mayores apuros a la villa de Curuguati. Despues no siendo conforme a su sistema el vivir en paz, dirigieron la guerra contra los Orejones, Nalicuegas, y Guaranís silvestres, y contra los pueblos de la provincia de Chiquitos, en la que han precisado a transmigrar al del Santo Corazon. Tambien la han hecho por temporada a los portugueses.

93. Los albaias se dividen en cuatro parcialidades principales. Las tres llamadas Echiquebó, Gueteadebó y Beutuebó que juntas compondrán dos mil almas: viven al Este del río Paraguay en las serrezuelas que ellos llaman Noatequidí y Noateliyá, situadas entre los 20º 40’ y los 21º de latitud. La parcialidad Catiquebó, esta dividida en tres pueblos. El uno de trescientas almas, habita las serrezelas llamadas por ellos Nogoná y Nebatena en los 21º de latitud al Este del río Paraguay: el otro de quinientos individuos, esta entre los rios Ypané y Appa o Corrientes, cerca del del Paraguay; y el 3º que no baja de mil almas, esta situado al Occidente del dicho Paraguay por los 21º 5’ de latitud en la orilla de la laguna llamada antiguamente de Aiolas. Este último pueblo tiene por cacique principal a Nabidrigisi o Cambá cuya estatura es de seis pies y dos pulgadas. El año de 1794 le pregunté la edad que tenia, y dijo que la ignoraba: pero que vió principiar la obra de la catedral de la Asuncion, estando ya casado y teniendo un hijo. Dicha obra se hacia en 1689, y suponiendo tuviese entonces quince años, resultaba su edad de ciento veinte. Cuando le pregunté tenia el cuerpo algo agoviado, el cabello por mitad cano, y la vista debilitada segun él decía; pero no le faltaba diente ni muela ni pelo en la cabeza, y montaba a caballo, empuñaba la lanza e iba a la guerra.

94. Los albaias se creen la gente más noble del mundo, la más valerosa, generosa y leal en cumplir su palabra, desdeñando toda otra ocupacion, no hacen sino cazar y pescar para vivir, y la guerra. Para esto tienen bastantes y buenos caballos, que estiman mucho; y los que destinan para las batallas no los enagenarian por nada del mundo. Algunos usan freno de hierro, otros lo hacen con dos palos que sirven de alacranes atravesando otro para bocado; los restantes atan la mandíbula inferior del caballo con una correa, de la cual salen dos para riendas. Montan en pelo cuasi sobre las ancas, aunque sus mugeres lo hacen a piernas abiertas sobre un mal aparejo.

95. No conocen las bolas de los Pampas números 43 y 44, ni el lazo de los españoles, ni se sirven de las flechas sino para cazar y pescar. Sus armas son una lanza muy larga y una Macana o garrote de una vara y cuasi dos pulgadas de diámetro, igual, muy pesado, y capaz de matar un hombre o romperle las piernas cuando lo arrojan de lejos y mejor sin soltarle de la mano.

96. Cuando van a la guerra, montan sus peores caballos, pero para acercarse al enemigo, cada uno conduce por la brida el destinado para la batalla, y le monta soltando el malo luego que estan a punto de obrar. Si no logran sorprender, intentan circundar, y sino lo consigue, se apean tres o cuatro y se acercan mucho a pie arrastrando y sacudiendo pieles de Yaguareté con la idea de espantar y desordenar los caballos enemigos, y para incitar que sobre ellos se haga una descarga general. Si lo consiguen se arrojan todos como rayos, y son raros o ningunos los que se les escapan.

97. Para contener estos ataques, es preciso buscar apoyo en los costados, y poner a pie tres o cuatro hombres en ellos, y en el centro que sean los mejores punteros, para que de muy cerca estropeen o maten alguno de los de las pieles, conservándose los restantes en buena e inmovil formacion. Conseguido el obgeto, se destacan algunos albaias a recoger el muerto, y permitiéndoselo se van todos. Pero si para seguir a alguno que con estudio se separa de los otros, o para recoger los caballos malos que ellos dejaron, se pierde la formacion, vuelven caras y acometen con furor. Tambien saben disponer emboscadas peligrosas, hacer falsos ataques, y en fin, aun con la ventaja de las armas de fuego, no hay que lisongearse tantos a tantos, ni aun con alguna superioridad de número. De contado, si la victoria esta por ellos raro enemigo se les escapa; y si les es contraria, pierden poca gente por la ventaja de los caballos. Matan a todo enemigo adulto, conservando a los muchachos y mugeres tratándolos como a los guanás sus esclavos segun dige núm. 85, de modo que el albaia más pobre, tiene tres o cuatro de estos esclavos habidos en la guerra, y entre ellos algunas españolas, que aunque las cogieron adultas y con hijos, no quieren volver a estar con sus parientes y maridos.

98. Computo la estatura media de los albayas, en cinco pies y ocho pulgadas francesas (13), y creo que sus formas y proporciones son muy superiores a las europeas. Llevan los varones el barbote del núm. 13, y los dos sexos se afeitan la cabeza, dejando las mugeres una cresta o tira ancha una pulgada, alta poco menos, desde la frente a lo más elevado de la cabeza. Nadie deja de arrancarse las cejas y pestañas, y dan por motivo, que no son animales para criar pelos. Miran con más despejo que las naciones precedentes, y hablan más unos con otros, aunque se les parecen en lo dicho en los números 57, 58 y 59.

99. Su idioma es diferente de todos sin narigal ni gutural; me parece pomposo y que sus nombres propios son significativos como entre los vizcainos. Ademas de la particularidad de no conocer nuestra letra F tiene la de terminar las mugeres y los muchachos las palabras de diferente manera que los varones adultos. Sus caciques son como quedan dicho núm. 54, y nadie les manda en paz ni en guerra, gobernándose por la asamblea citada en el núm. 20. Sus casas o toldos son los descritos núm. 42, pero espaciosos, elevados y cubiertos con esteras de juncos no tejidos sino puestos a lo largo y cosidos o pasados con algunos hilos.

100. Schimidels cap. 44 dice, que tenian domésticas gallinas y otras aves y ovejas de Indias; pero seguramente no hubo tal. Modernamente se han provisto algunos de los Albayas de canoas como las de los Payaguas; pescan con anzuelos y a, flechazos; y tambien se han dedicado a criar caballos, ovejas y vacas en cortas cantidades sin ordeñarlas, por que aborrecen la leche como todo indio silvestre. Por lo que hace a vestidos, adornos, pinturas, médicos y modo de curar los enfermos, fiestas y borracheras, todo es lo mismo que diré luego de los Payaguas. Pero las mugeres Albayas, que son francas y algo zalameras, hacen una o dos veces al año su fiesta particular. Dan vueltas al pueblo, llevando en las lanzas de sus maridos las cabelleras y despojos de los enemigos muertos en las batallas, y cada una pondera las hazañas de su esposo. Como todas pretendan que el suyo es el más valiente, se acaba siempre la funcion dándose muchos cachetes y puñadas, hasta que cansadas y ensangrentadas la boca y narices, se va cada una a su casa. Los maridos no toman parte en la fiesta, pero cuando la ven concluida, se emborrachan todos menos las mugeres y muchachos, que nunca beben sino agua.

101. Los varones Albayas son altivos, soberbios e indomables, comen todo manjar, pero sus mugeres casadas, no prueban la vaca, capivara, ni mono, sino la carne de animales pequeños, todos los pescados y las legumbres. Las solteras no comen ninguna carne, sino legumbres y los pescados cuya longitud sea menor de palmo y medio. Ninguna de ellas prueba cosa que tenga o pueda tener gordura estando con su menstruacion; por que dicen salieron cuernos a una que comió pescado gordo estando en dicha situacion.

102. Las mugeres Albayas abortan con violencia a todos sus hijos, y no conserva cada una sino uno. Este es por lo comun el último que conciben, cuando se figuran que no tendrán más segun la edad y robustez con que se sienten. Si equivocadas en este concepto conciben otro del que conservaron abortan al último concebido; y si esperando tener al último no le conciben, se quedan sin ninguno.

103. Reprendiendo yo un dia tan bárbara costumbre, que no es muy antigua entre ellos, afeando el que matasen a sus propios hijos, de que se seguia el esterminio de su nacion, me contestaron los maridos, que ellos no se mezclaban ni les correspondia en negocios de mugeres, y una muger me dijo: "para que nos eviten el trabajo de criarlos y conducirlos en nuestras marchas frecuentes, hemos imaginado abortarlos luego que nos sentimos embarazadas".

104. Abandonan a los enfermos que no pueden seguir cuando el pueblo se transfiere a otra parte, y tambien cuando la enfermedad es muy larga. La familia y parientes lloran a los difuntos, y su luto dura tres o cuatro lunas. Se reduce a que la muger, hijas y esclavas no comen sino vegetales, y guardan tal silencio, que a nada contestan una palabra. Cada pueblo tiene su cementerio: si acaece la muerte tan lejos de él que teman corrupcion, envuelven el cadáver en una estera, le cuelgan de un árbol hasta que se le caen las tripas y queda acartonado, y le llevan al cementerio. Entierran con él sus armas y alhajuelas, matando sobre el sepulcro cuatro o seis de sus mejores caballos. Yo me persuado que entierran las armas etc. por separar todo lo que pueda traerles a la memoria el difunto; cosa que les incomoda tanto que jamas le nombran, ni le miran, ni tocan, y ni lo enterrarian sino lo hiciese alguna vieja o viejo por lo que les pagan mucho.

INDIOS PAYAGUAS.

105. Esta nacion asi hoy como en tiempo de la conquista, era puramente marinera, y dominaba privativamente la navegacion del río Paraguay desde los 20 grados hasta su union con el Paraná. Por esta razon llamaban entonces los Guaranís a este río Paraguay, río de los Payaguas; cuyo nombre alteraron algo los españoles. Estaba la nacion dividida en los trozos Cadiqué y Siacuá que conservan hoy; pero los primeros españoles dieron al primero el nombre de paiguá que era el de toda la nacion, y al segundo el de Agás y Agacé que era el de su cacique principal, cuya memoria se conserva aun. Rui Diaz que ignoró esto, en el libro 1º cap. 6 los hace dos naciones diferentes y supone equivocadamente que los Agaces han sido esterminados. Los españoles del dia llaman Sarigues a los Cadiqués y a los Siacuás Tacumbús.

106. Los cadiqués vivian en los 21º 5’ donde comunica la laguna de Ayolas con el río Paraguay, y los siacuás más abajo de la Asuncion, pero unos y otros mudaban con frecuencia sus domicilios o pueblos. No solo mataron los Paiaguas a muchos de los conquistadores como se verá en el cap. 18, núm. 10, 31 y 40, sino que tambien destruyeron la villa de Talavera y el pueblo de Ohomas, y cuasi verificaron lo mismo en los de Ypané, Ytati y, Santa Lucia. En el archivo de la Asuncion hay una carga de autos en que constan sus innumerables fechurias, crueldades y perfidias contra los españoles, de quienes han sido los enemigos más constantes, y tambien de toda las naciones de indios.

107. Pero como son sumamente astutos, y observaron que se aumentaban los españoles en el Paraguay, y los portugueses en Cuiabá, conocieron que los cogian en medio, y que sus fuerzas no bastaban contra tan poderosos enemigos. Entonces hicieron con los españoles alianza ofensiva y defensiva, reservándose la libertad de hacer la guerra particular a los indios que no fuesen protegidos por el gobierno español, y de poderse fijar, cuando les diese la gana, en la misma capital del Paraguay, sin que nadie se opusiese a su libertad, costumbres y modo de vivir. De resultas se establecieron los Siacuas o tacumbús en la Asuncion de 1740, y los Sarigués o cadiqués en el de 1790, componiendo un total como de mil almas. No es posible distinguir unos de otros; pues aunque los tacumbús hacia cincuenta años que formaban un pueblo con los españoles, conservaban sus vestidos, idioma y costumbres, sin tomar cosa alguna de los españoles. Prestan a estos algunos servicios útiles, vendiéndoles pescado, algunas canoas, vasijas de barro y mantas, etc. y el dinero que adquieren lo emplean luego en aguardiente, dulces, carne, etc. sin atesorar nada. El gobernador del Paraguay, deseando hacer mérito, pensó hacer bautizar a los paiaguas menores de doce años. Con esta mira hizo que los españoles regalasen un vestido a cada uno y otras cosas a sus padres, y consiguió que el 28 de octubre y 3 de noviembre de 1792, se bautizasen ciento cincuenta y tres de los niños; pero al momento vendieron los regalos por aguardientes y dulces y ninguno quiso ser instruido, ni era fácil traducir el catecismo en su lengua. Se pensó entonces en violentarlos; pero amenazaron con la guerra y quedó todo como antes.

108. El idioma payaguá es diferente de todos muy nasal y gutural, y tan difícil que nadie lo ha aprendido. Alvar Nuñez cap. 17, despues de referir de estos indios un cuento ridículo y falso, los hace como gigantes, pero yo regulo su estatura media en cinco pies y cuatro pulgadas francesas: su color no es tan obscuro como el de los Guaranís, su fisonomia muy despejada, sus proporciones bellas y su agilidad y soltura parecen mayores que en los albayas, guanás y otros a quienes se parecen en arrancarse el vello, las cejas y pestañas y en el Barbote del número 13. Tambien se asemejan en lo dicho en los núms. 57, 58, 59.

109. Igualmente se parecen a la mayor parte de todas las naciones, en comer a la hora que tienen gana sin avisar a nadie, y sin usar cuchara ni tenedor, con alguna separacion de la muger y los hijos, sin beber hasta despues de haber comido; en borrecer la leche; en el modo de encender fuego sin pedernal, haciendo girar una vara del grueso del dedo chico metida la punta en el agujero de una tablita, al modo de quien bate el chocolate, hasta que la frotacion violenta desprende un polvillo o aserrin encendido; y en temer que les caigan encima de noche nuestras casas.

110. Sus toldos son lo mismo que dige núm. 99, de los Albayas aunque no son tan espaciosos ni elevados. Las mugeres los arman y desarman, hacen las esteras, las ollas de barro muy pintadas y mal cocidas, guisan las legumbres y alguna vez el pescado, siendo lo comun guisarlo el marido, el cual siempre cocina la carne y trae la leña. Las mugeres jamas comen carne, porque dicen les haria daño, y todos separan con la lengua y depositan en los carrillos las espinas pequeñas de los pescados, y las arrojan todas juntas despues de haber comido.

111. Se gobiernan por la asamblea del núm. 20, y sus caciques son los que se dijo en el núm. 54. Hace poco que se acabó entre los Tucumbás la descendencia del antiguo cacique Agace, y no han elegido otro. El de los Sarigués es el primogénito de Cuatí a quien conocí de 120 años, porque me dió las mismas señales que dige de Navidriquí núm. 93. Conservaba blancos y bien puestos todos sus dientes y cabellos, aunque estos eran canos la tercera parte. Se quejaba de no poder correr y de la cortedad de la vista; pero aun pescaba, remaba y se emborrachaba como los demas.

112. Los Payaguas y todas las indias silvestres que hilan, hacen del algodon una larga salchicha sin torcerla y la envuelven flojamente en el brazo izquierdo. Luego sentadas en tierra con las piernas estiradas, resbalan el uso sobre el muslo desnudo, torciendo poco el hilo, que van recogiendo en la mitad alta del uso, que es largo tres paImos. Cuando han hilado asi, lo envuelto en el brazo, lo devanan en la mano izquierda y lo tuercen segunda vez, recogiéndolo en la mitad inferior del uso. Asi sin doblarlo, disponen el urdido entre dos varas apartadas lo que la manta o tela ha de tener de largo, y sin lanzadera ni peine, pasan el hilo con la mano apretándole con una regla de madera. Las naciones del núm. 45 hilan regularmente y usan telares para teger. Las Payaguas y demas indias, nunca cosen ni cortan sus telas para hacer vestidos limitándose a envolverse en la manta desde el estómago abajo, y alguna vez desde el hombro. Llevan ademas un trapo de palmo y medio en cuadro sostenido por una cuerda que ciñe la cintura. Los varones van totalmente desnudos, pero si hace frio o entran en la ciudad, se echan al hombro su manta tapando lo esencial, otros se ponen una estrechísima camisa sin cuello ni mangas. Tambien los hay que pintan su cuerpo imitando la chupa, calzones y medias y van desnudos.

113. Usan los varones adultos brazaletes de muchas especies en lo grueso del brazo y en los tobillos; cuelgan de las muñecas las pezuñas de ciervos, para que suenen dando unas con otras, y de las orejas, pendientes que ellos fabrican de varias formas y materias: llevan moños de plumas, y tahalies de canutillos de plata y de lentejuelas de concha, y pendiente de ellos una bolsita pequeña que no les sirve porque llevan el dinero en la boca; se pintan la cara y cuerpo con dibujos estraños inesplicables de varios colores. Nada llevan en la cabeza, cortan raso el cabello de delante, y a la altura de la oreja el de los costados, dejando intacto el restante para atarlo detras con una correita de piel con pelo del mono Cay.

114. Tambien cortan las mugeres raso el pelo de delante; no el de las sienes, que como el resto cae libremente sin atarlo jamas. Llevan sortijas de cualquiera cosa; pero no arracadas ni otro adorno. El dia de su primera menstruacion, les pintan indeleblemente un liston muy obscuro que principia en el cabello y baja a la punta de la barba, saltando o dejando libre el labio superior. Ademas caen en cada lado desde el cabello, de siete a nueve líneas verticales, atravesando la frente y el párpado superior: de cada ángulo de la boca salen pintadas dos cadenetas paralelas a la mandíbula inferior, terminando a los dos tercios de la distancia a la oreja: agregan dos eslabones unidos que nacen del ángulo esterior de cada ojo y acaban en lo alto del carrillo: todas se hacen picando la piel; y las demas que llevan en la cara, pechos, brazos y muslos, son postizas como las de los varones. Nadie las asiste en sus partos; pero sino despachan pronto, acuden las vecinas con sartas de cascabeles y sacudiendolos un rato con violencia sobre la cabeza de la paciente, la dejan, y se van repitiendo lo mismo de rato en rato hasta que ha parido. Entonces se situan las vecinas en dos hileras desde la casa al río y ensanchando sus mantas, pasa por en medio la parida y se lava.

115. Todo es permitido a los payaguas y por consiguiente tambien el divorcio, pero sucede rara vez. En este caso se agrega la muger a nuevo esposo o a sus gentes, llevándose todos los hijos, la canoa, la casa y cuanto hay en ella sin quedar al marido, sino las armas y la manta si la tiene. Cuando les nace algun hijo, cuando aparece la primera menstruacion a la hija, y cuando les da la gana se emborrachan. Para esto beben mucho aguardiente sin comer nada porque dicen que la comida les llenaria el vacío que debe ocupar la bebida. Mientras puede el borracho, vá a la ciudad o a pasearse acompañado de la muger o de otro, el cual le conduce a su casa cuando vé que apenas puede tenerse en pie y le hace sentar. Entonces comienza a decir en un tono bajo "¿quien se me pondrá delante? Vengan uno, dos o muchos y los haré pedazos." Repite muchas veces lo mismo dando puñadas al aire como si riñese, hasta que cae dormido. Pero no hay ejemplar que un borracho tome las armas, haga daño, ni riña con otro, ni se descomponga con las mugeres: al contrario estas provocan a sus maridos estando borrachas. Los hijos de familia, que viven, hasta casarse, a espensas de los padres sin hacer nada, nunca beben licor espirituoso, y lo mismo las mugeres, pero si compra el aguardiente con dinero o alhajas de ellas, beben por mitad marido y muger, sin que por eso beba ella del que compra su marido. Estas fiestas o borracheras, sus motivos y resultas son comunes a los albayás, guanás, y a las naciones siguientes.

116. Ademas de dichas fiestas particulares celebran, los Payaguas, y casi todos los indios silvestres, otra solemnísima por el mes de junio. Todos los varones, cabezas de familia se pintan la cara y todo el cuerpo lo mejor que saben, y adornan la cabeza con plumas y cosas que es imposible describir ni dejan de admirarse viéndolas. Tapan con pieles tres o cuatro ollas de barro, y de rato en rato las baten muy despacio con dos palitos como plumas de escribir. Al amanecer del dia siguiente beben mucho aguardiente, y estando todos borrachos, cogen unos a otros la carne que pueden de un pellizco, y la atraviesan de parte a parte con un punzon de palo, o con una gruesa espina de Raya. Lo mismo repiten con intervalos mientras dura el dia, sin quedar uno que no esté atravesado en las piernas, muslos y brazos desde la muñeca al hombro, con intervalo de una pulgada de un agujero al otro. Tambien se atraviesan de parte a parte muchas veces la lengua y el miembro viril, y no se ocultan para estas cosas; pues los Payaguas hacen esta fiesta públicamente en la capital del Paraguay.

117. Reciben en las manos la sangre que les sale de la lengua, y en seguida se frotan con ella la cara. A la que destila el miembro viril, la hacen caer en un agujerito hecho con el dedo en la arena, y no hacen caso de la que fluye por otras partes. He presenciado lo dicho tan de cerca, que veia a los pacientes sin advertir en ellos el menor movimiento que indicase dolor ni incomodidad. Dicen que con esto manifiestan su esfuerzo y corage, sin dar otro motivo de esta fiesta. No aplican remedio a la hinchazón del cuerpo ni a sus heridas; pero las comprimen con los dedos para hacer salir el pus o materia, y las cicatrices duran toda la vida. Como no pueden buscar la comida en los dias inmediatos despues de la fiesta, padecen bastante necesidad las familias; pero la soportan más tiempo que nosotros y comen más en cada vez. Creen algunos en Europa que el beber con esceso licores fuertes, acorta la vida; pero todos los indios son estremadamente borrachos, y sin embargo viven más o tanto como nosotros, sin que en esto les aventajen sus mugeres que apenas beben sino agua.

118. Cuando alguna tempestad desconcierta sus casas, corren un trecho cara a ella, la tiran tizones encendidos, y dan muchas puñadas al aire. Tambien las dan algunos de alegria al descubrir la luna nueva.

119. Los payaguas como todos los indios silvestres son muy robustos, gozan de salud perfecta y no padecen enfermedad particular. Los médicos payaguas curan las enfermedades segun dige núm. 21; pero si el enfermo paga bien, usan de aparato estraordinario. Preparan su pipa y su calabaza: aquella es un palo de palmo y medio, grueso lo que la muñeca, muy dibujado por fuera, barrenado a lo largo y con un corto canutillo en una punta para chupar el humo del tabaco. La calabaza es hueca, larga tres palmos, y compuesta de dos pegadas a lo largo con un agujero en cada punta, el mayor de tres pulgadas y media de diámetro. Se pone el médico una gran corbata de estopa, que le llega a la cintura, y muy pintado todo el cuerpo sin otro vestido, toma la pipa y la calabaza, chupa el humo de aquella, y le sopla en esta por el agujero menor, y en seguida la baña repitiendo lo mismo tres o cuatro veces. Luego aplica el borde del agujero mayor de la calabaza al lado superior junto a la nariz, quedando la boca en medio del agujero; grita sin articular palabras y suena la calabaza con bastante estrañesa y variedad espantando a la enfermedad segun ellos dicen. Asi prosigue a veces horas, golpeando el suelo con el pie a compás, cantoneando el cuerpo inclinado sobre el enfermo, que esta en el suelo boca arriba descubierto y desnudo. Por último se sienta el médico, soba un rato con la mano el estómago del doliente, y se lo chupa con vehemencia estraordinaria, escupiendo en la mano y haciendo ver alguna espina, piedrezuela o sangre que anticipadamente puso en la boca para que crean que la sacó chupando.

120. Los médicos de todas aquellas naciones han logrado persuadirlas, o a lo menos hacerlas dudar que ninguno moriria si ellos quisiesen curarles: asi son siempre médicos los que saben persuadir que tienen esta habilidad. Por lo comun son los más holgazanes y borrachos; sin embargo les pagan bien y les tienen alguna consideracion, hasta permitirles disfrutar las primicias de las doncellas, segun dicen algunos, aunque hay quien niega este hecho. Lo cierto es que si sucede morir muchos de seguida, dan fuertes palizas al médico. No dan a los enfermos sino frutas y legumbres, en corta cantidad; y las resultas son las que entre nosotros, esto es, que los más escapan y los menos mueren.

121. En el momento en que muere el payaguá le envuelve alguna vieja en su manta o camisa con las armas y alhajas, y un alquilado le lleva en la canoa a enterrar en su cementerio. Hasta poco ha los enterraban sentados, dejándoles la cabeza fuera cubierta con una olla o campana de barro cocido; pero porque los tatús y puercos silvestres se comian a muchos, los entierran hoy totalmente y tendidos como a los españoles. Cada familia tiene en el cementerio su lugar destinado, y le cubre con toldo igual al que habitan, barriéndole, arrancándole las yerbas, y poniendo encima muchas campanas de barro boca abajo, y unas dentro de otras. Solo las mugeres lloran dos o tres dias por la muerte del padre y marido; pero si ha sido muerto por enemigos, todas las mugeres dan vueltas dia y noche al pueblo gritando.

122. Los payaguas no cultivan, cazan poco, y viven principalmente de la pesca a flechazos, y más con anzuelos. Sus canoas de una pieza son largas de cuatro a ocho varas, anchas de dos a cuatro palmos donde más, que es a los dos tercios contados de la proa. Esta es agudísima y poco menos la popa. El remo es largo tres varas y media inclusa la pala agudisima. Bogan en pie sobre la estremidad de la popa, y para pescar, se sientan en medio dejándose conducir por la corriente. Si se les vuelca la canoa al meter en ella los pescados grandes, se ponen derechos como en pie sumergidos hasta el pecho (aunque haya diez brazas de agua), sacuden la canoa como si fuese lanzadera de tegedor, y en pocos momentos echan el agua fuera y saltan dentro sin perder la caña, el pescado, el remo ni las flechas.

123. En sus guerras procuran siempre engañar y sorprender, y matan como los charrúas a los adultos conservando las mugeres y los muchachos. No se internan mucho en tierra, y cuando van a atacar, se colocan en pie seis u ocho a lo largo de cada canoa y la hacen volar. El remo les sirve de lanza por lo largo y agudo: usan el garrote y las flechas de los núms. 60 y 95, son diestrísimos en su manejo: y poniendo en la punta de la flecha algo que la embote, dan el golpe al pájaro o animal, le aturden y cogen vivo.

INDIOS GUAICURÚS.

124. Alvar Nuñez cap. 19, 25, 26 y 30, dice que el pueblo que vió de estos indios tenia veinte casas portátiles, de paja, de quinientos pasos cada una; que la nacion componia cuarenta mil guerreros; que pillaban al correr los venados y avestruces; que por costumbre se entregaban esclavos al que los vencia; que cualquier enemigo suyo a quien iban a matar, quedaba libre con solo verle una muger, y que se sentaban sobre un pie. Schimidels cap. 41, añade que eran canoeros, y que colgaban en su templo las cabelleras de sus enemigos, pero todo lo dicho es falso.

125. Lo cierto es que los guaicurús eran soberbios, vengativos, indomables, fuertes y aventajados en valor y estatura, y bastante numerosos. Vivian solo de la caza al Occidente del río Paraguay, cerca de él, casi enfrente de la Asuncion en pueblos o casas como las de los albayas, y tenian idioma diferente de todos. De esta nacion solo existe hoy un varon alto seis pies de Paris (14), y tres mugeres que se han agregado a los tobas. Su esterminio no ha venido tanto de la guerra continuada que han hecho a los españoles y a toda casta de indios, como de haber adoptado sus mugeres (quizás las primeras) la barbaridad de abortar en los términos dichos núms. 102 y 103.

126. Para tener una idea de lo que destruye esta costumbre, basta saber que el producto de ocho matrimonios será ocho hijos, de estos, segun la probabilidad de la vida, morirán cuatro sin cumplir ocho años, y despues dos sin llegar a los treinta y cinco o cuarenta, que es cuando conservarán a su último hijo, y restarán solo dos para unirse y conservar un hijo que será la segunda generacion: y siendo la primera de ocho, resulta que cada uno solo es la octava parte de su precedente, y las naciones que han adoptado tal costumbre desaparecerán luego de la faz de la tierra. No puede verse sin dolor que un capricho mujeril, estermine a las naciones más fuertes, altas, bellas y elegantes que conoce el mundo. Se cree que el amor principalmente de las madres a los hijos, viene de la naturaleza, con tal imperio, que no puede haber madre que no ame a sus hijos tanto como a sí misma. Pero muchas de mis naciones de indios, son la escepcion de esta regla, y hacen ver que un capricho en las mugeres tiene más fuerza que la misma naturaleza.

INDIOS LENGUAS.

127. Esta nacion se denomina a sí misma Juiadgé; los payaguas la llaman Cadalú, los machicuis Quiesmagpipó, los enimagás Cochaboth, los tobas y otros Cocoloth y los españoles Lengua. Cuando llegaron los primeros europeos, vivian solo de la caza como los guaicurús confinando con esta; por cuyo motivo las relaciones antiguas y modernas equivocan la una con la otra, porque ambas eran errantes, respetadas, formidables, altivas. feroces, presuntuosas, vengativas, implacables y tan holgazanes, que no hacian sino cazar y la guerra.

128. Su idioma es diferente de todos, y don Francisco Amanico González que lo entiende un poco, dice que es muy narigal, gutural y difícil en estremo, pero espresivo y elegante. Usan las mismas casas y armas que los albayas, montan tambien en pelo y hacen la guerra como ellos, conservando solo a las mugeres y muchachos. Computo su estatura media en cinco pies y medio de Paris, con las mejores proporciones. Cortan el pelo a media frente, y el resto a la altura del hombro, sin atarle. A los dos sexos cuando nacen, les agugerean las orejas; y poniendo toda la vida palos y ruedecitas cada vez mayores, llegan los agugeros a ser tan grandes, que en la vejez meten en ellos roldanas de más de dos pulgadas de diámetro, llegando las orejas cuasi a tocar los hombros, segun dijimos de los orejones en el núm. 72. Ademas (solo a los varones) al nacer, hacen una cortadura horizontal en el labio inferior que penetra hasta la raiz de los dientes, y les ponen en ella una tablita delgada cada vez mayor de modo que se le va agrandando la cortadura, hasta que la tablita en los viejos es una semielipse o círculo, cuyo diámetro de pulgada y media y algo escotado, ajusta a la raiz de los dientes. La tal cortadura aparenta una segunda boca, y la tablita que sale por ella, una segunda lengua de donde han tomado los españoles el nombre que les dan. Como no puede ajustar el barbote o tablita perfectamente a la cortadura sino en los ángulos o estremos, se les salen continuamente por la cortadura la saliva y las babas, dando asco al mirarlos.

INDIOS SILVESTRES.

129. No tienen médico ni cacique, y se pintan poco. Practican las fiestas o borracheras descritas en los núms. 115, 116 y 117 y se arrancan las cejas pestañas y vello. Se parecen a los guanás en no tener barbas y en lo demas que se dijo en el núm. 80 y tambien en el vestido. Es una atencion, entre ellos, antes de hablarse, aparenta tristeza y aun llanto cuando se encuentran dos despues de una ausencia; las mugeres no comen carne con gordura cuando menstruan, ni hasta tres dias despues de haber parido, en cuyo trance nadie las ausilia.

130. Solo dan a los enfermos agua caliente, alguna fruta y tal cual friolera, y los abandonan si se alarga la enfermedad. No sufren que nadie muera en su casa, y cuando se figuran que no tardará a morir, le toman por las piernas y arrastrando le sacan como cincuenta pasos. Alli le ponen boca arriba con el trasero en un agugero, para que en él haga sus necesidades; le encienden fuego en un lado, y en el otro le ponen una vasija de agua, se van y le dejan. Vuelven de tanto en tanto, no a hablarle ni darle nada, sino a ver desde alguna distancia si ha fallecido. Verificado esto, no pierden tiempo las viejas alquiladas para ir a envolverle con su manta y alhajas, y arrastrando le alejan hasta que se cansan y lo entierran cubriéndole apenas de tierra. Los parientes aparentan tres dias sentimiento; pero ni ellos ni nadie de la nacion nombran jamas al muerto, aun cuando hagan mencion de sus hazañas. Lo raro esta en que cuando muere cualquiera de su nacion a manos de enemigos, mudan todos de nombre, sin que quede uno de los que tenian antes, y la razon que dan es que el que mató a uno tomó los nombres de los que restaban para volver a matarlos, y que mudando los nombres, no encontrará cuando vuelva al que quiera matar.

131. Ha hecho tal destrozo en esta nacion el aborto citado núms. 102 y 103, como que en 1794 solo se componia de veinte y dos individuos, de los cuales cinco se agregaron a la casa del citado don Francisco Amansio, siete a la nacion Pitilaga y los restantes a la Machicui.

INDIOS MACHICUIS.

132. Asi los llaman los españoles; los lenguas los denominan Mascoi, pero ellos se dan a sí mismos el nombre de Cabauataich. Habitan lo interior del Chaco, al Occidente del río Paraguay, en las orillas del arroyo llamado por ellos Lacta y Nelguatá y que se une al río Pilcomaio. Está su nacion dividida en diez y nueve pueblos, cuyos nombres no pueden pronunciarse ni escribirse por nosotros, y los pondré aqui con alguna semejanza a lo que suenan. La primera Cuomoquigmon esta dividida en tres y su cacique principal es Ambuiamadimon. La segunda se llama Cabanatath; la tercera Quienuanapon; la cuarta Quiabanalabá; la quinta Cobaite; la sesta Cobastigel; la sétima Eusegiepop; la octava Quioaice; la novena Quiomomcomel; la décima Quioaoguaina; la undécima Quiaimmanagua; la duodécima Quiabanaelmaiesma; la decimatercera Quiguailieguaipon; la decimacuarta Siquietiya; la decimaquinta Quiabanapuacsie; la decimasesta Yoteaguaienceue; la decimaséptima Painuhunquie; la decimaoctava Sanguotayamoctae; y la decimanovena Apieguhem. Estos nombres persuaden, no solo que su idioma es diferente de todos, sino que tiene razon D. Francisco Amansio Gonzalez para decir que es tan narigal, gutural y de palabras tan largas, sincopadas y dictongadas, que se admira le puedan aprender los hijos de sus mismos padres.

133. Una de las citadas divisiones machicuis es de a pie, y habita en cuevas subterráneas pequeñas y asquerosas, sin otra luz que de la pequeña puerta que jamas cierran. Otros dos pueblos que con el precedente compondrán 200 almas, son igualmente de a pie, y los quince restantes son de a caballo. Todos viven cultivando los frutos del pais, agregando la caza y las pocas ovejas que comienzan a criar. Sus casas portátiles y modo de montar, son como las de los Albayas y Lenguas. Ceden poco a estos en la estatura y formas, como ellos agrandan sus orejas, y tienen todas sus costumbres, inclusa la del aborto, menos el barbote que es el del núm. 13. Pero no hacen más que defenderse y vengar los insultos que les hacen con las armas iguales a las de los lenguas y albayas.

INDIOS CUIMAGAS.

134. Asi los llaman los españoles, y los machicús Esaboste, pero ellos se denominan Cochabot. Conservan estos indios la tradicion de que antiguamente vivian confinantes con los lenguas de quienes era amigos, pero que se separaron para hacer la guerra a todas las naciones menos a la Guentusé, logrando subyugar a los Albayas y hacerlos su esclavos. En sus frecuentes batallas, tuvieron bastantes pérdidas que redujeron mucho su número y notándolo los Albayas, se les escaparon hácia el Norte. En esta situacion, llegaron los primeros españoles al Paraguay, y hallándose los Enimagas reducidos a solo dos pueblos en la ribera austral del río Pilcomaio muy adentro del Chaco y abandonados de los albayás, se acercaron a los lenguas y renovaron su antigua amistad. Más no por eso dejaron de hacer la guerra a toda otra nacion, menos a la Guentusé, hasta que hoy esta reducida su nacion a dos parcialidades: la una de 150 familias, que dejando su antiguo suelo, se ha fijado en la costa del río llamado por ellos Flagmagmegtempela que corta el Chaco y entra en el del Paraguay, en los 24º 24’ de latitud, y yo creo es el brazo más caudaloso del Pilcomaio. La otra parcialidad, compuesta de veinte y dos varones y otras tantas mugeres, se fué en 1794 a la casa de don Francisco Amansio Gonzalez que les da de comer y le sirven.

135. El citado Gonzalez dice que su idioma es muy difícil gutural y diferente de todos, pues aunque se asemeja en las frases y maneras al de los lenguas, no se entienden unos a otros. Son gente altiva, soberbia, feroz y de a caballo; subsiste de la caza, del robo y de la agricultura que hace practicar a sus esclavos, que son las mugeres y los muchachos conservados en la guerra. Su estatura, color, no tener barba, arrancarse las cejas, pestañas y vello, costumbres, armas y modo de hacer la guerra, son como en los lenguas, pero usan los varones el barbote del núm. 13 y las mugeres crian todos sus hijos. No tienen caciques y deben de propender al divorcio, pues he visto uno como de treinta años que habia ya repudiado a seis mugeres y estaba con la séptima.

INDIOS GUENTUSES

136. Componen esta nacion unas trescientas familias en dos pueblos, tan amigos de los enimagas, que siempre han vivido y viene inmediatos, sin mezclarse con ellos en las guerras ni por casamientos. Son de carácter muy opuesto porque viven de su agricultura y alguna caza, no son inquietos ni tienen esclavos, ni hacen más guerra que la defensiva. Su frecuente trato y amistad con lenguas y enimagas, es causa de que su idioma participe del de aquellos, a quienes ademas se asemejan los guentuses en la estatura, color, no tener barba y demas costumbres; pero su barbote es el del núm. 13 y conservan todos sus hijos.

137. En la agricultura de estos y demas indios silvestres no intervienen animales domésticos: se reduce a hacer un agujero en tierra con un palo y meter dentro la semilla. Asi siembran donde quiera que se hallan, sin detener su vida errante; despues vuelven y comen lo que encuentran que ha producido. Si se detienen más en un sitio, usan de una azada que hacen acomodando una paletilla de vaca o caballo a un mango.

INDIOS TOBAS.

138. Asi los llaman los españoles: los enimagas Natecoet y los lenguas Yncanabaité. Son unas quinientas familias que viven errantes entre los rios Pilcomaio y Berbejo o Ypitá. Subsisten principalmente de la caza, y de los ganados que roban a los españoles, pero de muy poco acá han principiado a criar vacas. Su amistad y trato frecuente con los Pitilagas, ha hecho que sus idiomas participen uno de otro en las frases y propiedad, pero ellos los creen diferentes y se consideran naciones distintas. Son gente de a caballo y valiente como los lenguas, a quienes se asemejan en la estatura, formas, costumbres y holgazaneria, pero no agrandan las orejas: usan el barbote del núm. 13, y conservan todos los hijos. Muchos gobernadores jesuitas y eclesiásticos le han formado en reducciones, pero ninguna ha subsistido.

INDIOS PITILAGAS.

139. Se compone esta nacion de unas doscientas familias que comunmente habitan no lejos de los tobas ni del río Pilcomaio, en un distrito que tiene lagunas de sal. Su idioma es diferente de todos, muy nasal y gutural, aunque, segun se ha dicho, participa del de los tobas. Con estos se juntan con frecuencia cuando hay luna y el río Paraguay esta bajo, y le pasan para robar vacas y caballos a los españoles. Lo demas es lo mismo que en los tobas.

INDIOS AQUÍLOT.

140. Este nombre dan los enimagas a unas cien familias desconocidas de los españoles. Habitaban las riberas del río Bermejo; pera el año de 1791, se fueron a incorporar con los pitilagas, y viven juntos. Ellos se creen nacion diferente de todas; pero su idioma parece ser una mezcla del de los tobas y mocobés y puede presumirse sea una rama de la nacion Mocobí, pues tienen la misma estatura, formas y costumbres.

INDIOS MOCOBIS.

141. Esta nacion indomable, altiva, soberbia, holgazana y guerrera, se halla dividida en cuatro parcialidades que compondrán juntas unas dos mil familias, sin contar los de las tres reducciones que existen de ellos. Nada cultivan, y subsisten de la caza, corriendo el Chaco desde el río Ypitá o Bermejo, hasta los confines de la ciudad de Santa Fé; pero agregan algunas ovejas y vacas que comienzan a criar, y las muchas que roban a los españoles de dicha ciudad; de las de Corrientes y del Paraguay. Su idioma es entero, narigal, gutural, diferente de todos y tan difícil, que los padres Jesuitas no pudieron aprenderla para traducir en ella el catecismo, en los veinte y cinco años que vivieron con los mocobis en el pueblo de S. Javier de Santa Fé.

142. Computo su estatura media en cinco pies y medio de Paris y sus proporciones robustas y elegantes. Lozano, lib. 2, cap. 5 y lib. 3, cap. 12, les da nombres diferentes y desconocidos y los hace erradamente canoeros. Schimidels, cap. 18, les pone una pluma en un agujero de la nariz, lo que tambien es error, porque el agujero esta en el labio y la pluma era el barbote que usan, y es el descrito en el número 13: las mugeres pintan su pecho con variedad de dibujos, y conservan todos sus hijos. Son diestrísimos en montar a caballo en pelo como los albayas y lenguas; usan las mismas armas sin cederles en valor, y tampoco sufren vello, cejas ni pestañas; se visten, pintan y adornan como los paiaguas, practican las mismas borracheras y costumbres, y tienen los mismos médicos, caciques y asamblea de gobierno. Ellos destruyeron la ciudad de Concepcion de Buena Esperanza; se han consumido inmensos caudales inútilmente en formarles reducciones de las que solo existen las de S. Javier, S. Pedro y Ynespin, en las que no hay un indio civil ni cristiano.

INDIOS ABIPONES.

143. Los españoles les dan este nombre, los lenguas el de Ecusginá y los enimagas el de Quiabanabaité. Corrian el Chaco al Occidente del río Paraná hácia los 28 grados de latitud, sin tener las canoas ni el número de guerreros que les dan Schimidels cap. 18, y Lozano lib. 2, cap. 5. Hácia (8) la mitad del siglo diez y ocho, se empeñaron en una guerra sangrienta contra los alocobis, a quienes no ceden en orgullo, fuerzas ni estatura; más como eran inferiores en número, se vieron precisados a solicitar la proteccion y una guardia que les acordaron los españoles, formándoles el pueblo de S. Gerónimo, que encargaron a los padres Jesuitas en 1748. En él estuvo 20 años el jesuita aleman, que vuelto a su patria escribió en latin en un tomo en cuarto la historia o descripcion de Abiponibus; pero no pudo entender su idioma lo bastante para traducir en él el catecismo; porque es muy gutural, difícil y diferente de todos. Continuando el fundado temor de los abipones de dicho pueblo, como la mitad de él pasó el río Paraná en 1770, y fundó el pueblo de las Garzas. En ambos pueblos visten mucho las camisas y ponchos que les dan los españoles, sin que haya un cristiano ni civil, y conservan cuasi todos sus antiguas costumbres iguales a las de los mocobis. Usan el barbote del núm. 13, y las mugeres adultas llevan indeleble una cruz en la frente y cuatro líneas horizontales entre las cejas, con otras dos en cada ángulo esterior del ojo.

INDIOS TARAÍES.

144. Dieron su nombre al río Taurú, por que habitaban sus riberas desde donde emboca en el del Paraguay, hasta el arrecife que tiene diez jornadas más arriba. Se internaban cuatro leguas en la provincia de Chiquitos, e ignoro lo que ocupaban en la de Matagroso; cuyos portugueses los han esterminado, a no ser que sean restos suyos los indios que ellos llaman Bororós. Rui Diaz lib. 1, cap. 4, y Barco canto 5, no los conocieron y los describen fabulosamente. Alvar Nuñez cap. 59, da diferentes nombres a sus pueblos, Schimidels cap. 35 y 36, se los altera, les da canoas y los hace vivir de la pesca y caza. Ambos autores les conceden estatura muy aventajada, y dicen que iban los varones totalmente desnudos; pero Schimidels les cuelga de las orejas un redondel, y los pinta desde el cuello a las rodillas con varios dibujos, poniendo en sus labios pedazos de cristal azul; siendo en esto más de creer que Alvar Nuñez que les pone por barbote la cáscara de una fruta grande como un tortero. Pero se equivoca Schimidels dándoles vigotes, y añade que las mugeres eran hermosas. En el cap. 35 dice que se cubrian de la cintura abajo, y en el cap. 36 que les servian de vestido único las labores, diferentes de las de los varones, con que se pintaban del pecho a las rodillas. Alvar Nuñez refiere que se afeaban con las rayas y labores con que labraban el rostro. Su idioma diferente de todos.

INDIOS VILELAS Y CHUMIPIS

145. Solo puedo decir de ellos lo que me informaron los lenguas y enimagas. Son dos naciones con idiomas diferentes de todos, que viven hácia los términos de la ciudad de Salta al Mediodia del río Bermejo, componiendo cada una como cien familias pacíficas, pusilánimes, de baja estatura, agricultores y cazadores.

INDIOS QUILMES Y CALIANOS.

146. Estas dos naciones de idiomas diferentes, pacíficas y agricultoras, que juntas componian setecientas familias, vivian en el valle de los Quilmes hácia Santiago del Estero; en 1618 fueron conducidas por fuerza a las inmediaciones de Buenos-Aires, donde se les formó el pueblo de su nombre, y mezclándose con los europeos se han españolizado perdiendo sus idiomas y costumbres antiguas que ignoro las que serian.

INDIOS CHANÉS, PORRUDOS Y OTROS.

147. La nacion Chané habitaba las orillas del río de su nombre que vierte en el del Paraguay en los 18º 7’ de latitud. Lo creo diferente de la de los Porrudos que vivia más al Oriente del mismo río. Aun parece que habia otra o más naciones al Mediodia de las dos citadas y todas han sido esclavizadas por los portugueses, sin que sepa otra cosa de ellas, sino presumir que eran poco numerosas, pusilánimes, agricultoras y pescadoras. Interpoladas con pueblos guaranís, habia en la provincia de los Chiquitos las naciones llamadas por Alvar Nuñez, cap. 56 Chimenos, Caracaraes, Gorgotoquies, Paizunoes, Estarapecocies, yCanderoes; y por Schimidels cap. 45 Paisenos, Maigenos yCacocies. De lo poco que hablan de estos pueblos o naciones, solo puede congeturarse, que se pintaban y vestian como los Jaraies, que eran poco numerosos, agricultores y que tenian lenguas diferentes. Los fundadores de Santa Cruz de la Sierra, las subyugaron a todas sin dificultad en poco tiempo, e interpolándolas entre sí y con guaranís, formaron de ellas muchos pueblos que despues encargaron a los P.P. Jesuitas. Esta facilidad en someterse y conservarse lo mismo que la nacion guaraní en todas partes, persuade que eran todas de inferior estatura y pusilánimes.

 

CAPITULO XI.

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LOS INDIOS SILVESTRES.

 

1. Me ha parecido anotar aqui algunas reflexiones obvias sobre mis indios silvestres. Como la mayor parte de mis naciones son sumamente diminutas en número de individuos, se puede pensar que en cuanto a su modo de subsistir, no han padecido las alteraciones que engendra la muchedumbre en todas las sociedades. Cuando llegaron los primeros españoles, ninguna de ellas era pastora, ni vivia de los frutos espontáneos de la tierra; por que no conocian animal doméstico, ni el pais da semejantes frutos, si no en corta estacion del año y con mucha escasez, solo en pocos y determinados distritos. Creo por consiguiente que no fueron estos los medios primitivos de subsistir los primeros progenitores de mis naciones, si no la caza, la pesca y la agricultura, que eran las que practicaban aquellas gentes silvestres cuando las descubrieron.

2. Hablando en general, parece que las naciones de la mayor estatura y otras algo menos elevadas, pero todas de bellas proporciones, y las más errantes, holgazanas, fuertes, soberbias e indómitas, eran las cazadoras: que otras algo más bajas pero tambien guerreras, fuertes, indómitas, y más ágiles, astutas, pérfidas y poco menos errantes, eran las pescadoras: que las menos andariegas, las más bondadosas y pacíficas eran agricultoras. Entre estas últimas hay algunas de buena estatura, pero tambien otras que son las más, bajas, feas y en todo las más pusilánimes y despreciables.

3. Se observa que aquellas naciones, conservan por tradicion y sin alteracion sus vestidos y todas sus costumbres, con tal tenacidad, que a lo menos no las han mudado poco ni mucho en los tres últimos siglos, aun los que han nacido y vivido cincuenta años en la misma capital del Paraguay con los españoles.

4. Al tiempo de la conquista, eran estas mucho menos errantes que hoy; por que no tenian caballos ni facilidad de transportar sus armas, casas y muebles. Vivian pues confinadas en determinados y espaciosos distritos, con poquísima comunicacion de unas a otras: la Guaraní encerraba en su distrito a muchas, aislándolas totalmente sin comunicar ni mezclarse con ellas. Habitando todas mis naciones una misma llanura, donde hay los mismos vegetales, pájaros, y cuadrúpedos iguales en formas y magnitudes, es cosa muy estraña la diferencia que hay de unas a otras en los idiomas, estatura, fuerzas y soberbia, siendo las más de ellas indomables y las restantes pusilánimes en estremo. Los guaranís eran idénticos en todas partes por más distantes que estaban unos de otros.

5. Los portugueses en muy pocos años esclavizaron a todos los guaranís del Brasil, y en el mismo corto tiempo los españoles subyugaron a todos los guaranís del pais que describo formando de ellos más de cuarenta pueblos, sin contar los que estuvieron al cuidado de los padres Jesuitas en el Paraná, Uruguay y en la provincia de Chiquitos; y por otro lado a escepcion de algunas pusilánimes naciones indicadas en el capítulo anterior núm. 147, no han podido los mismos europeos domar a ninguna de mis otras naciones diminutas, aunque lo han procurado con eficacia y empeño, con caudales y persuasiones, y con todos los medios violentos desde la conquista hasta hoy.

6. Entre las muchas cosas comunes a todas o cuasi todas mis naciones, hay algunas que pueden considerarse como peculiares suyas, y otras como tomadas del hombre europeo. Las primeras son las crueldades estravagantes en sus grandes fiestas, en sus duelos, en poner el barbote y en agrandar tan enormemente sus orejas. Ellos no dan razon ni saben el obgeto ni el motivo de tales cosas, y yo estoy tan lejos de adivinarlo, como que si no las hubiese visto practicar, me pareceria imposible pudiera ocurrir a nadie tales barbaridades, ni aun un motivo para hacerlas. La facilidad con que paren las indias sin mala resulta, sin que les falte la leche, y sin dejar de hacer el mismo dia lo que las corresponde: los dientes siempre blancos y bien puestos, la plena libertad para todo, sin conocer autoridad ni amistad particular, el dirigirse sin saber porque por unas prácticas como si les fuesen innatas: el no conocer ambicion, juegos, bailes, cantares, instrumentos músicos, la apatia con que soportan sin quejarse la intemperie, la escasez, las enfermedades, dolores, duelos y fiestas, la igualdad de clases, y no servir unos a otros: el no saber la edad que tienen, ni cuidar de lo porvenir aun para hacer provisiones, limitándose a tener para el dia; el comer mucho de una vez, sin avisar ni convidar a nadie, bebiendo antes o despues y nunca a media comida; el no tener hora fija para nada; el no lavarse, barrer ni coser, ni instruir a los hijos, echándolos luego de casa algunos y matándolos otros: el respetarse los indios de la misma nacion, de modo que no se incomodan, roban ni matan y el morir sin inquietud por la muger e hijos que dejan.

7. Lo dicho en el número precedente son tambien diferencias con los hombres europeos, de quienes ademas difieren, en la superior estatura, igualdad de individuos, y elegancia de las formas de muchas naciones, y lo contrario en otras: en el color y no tener barbas; en el poco vello y cabello más espeso, firme, largo, grueso, lacio, nunca crespo, y siempre negro: en los ojos más pequeños nunca bien abiertos, y siempre negros y relucientes: en la vista y oido muy superiores: en los dientes más firmes en un pais donde se les caen mucho a los españoles: en ser más flemáticos, menos risibles e irascible, y manifestar menos sus pasiones al esterior: en no gritar ni tener voz gruesa ni sonora: en la menor sensibilidad y aun fecundidad segun se dijo en el cap. l0, núm. 57, de los Guaranís, debiendo entenderse lo mismo de los otros.

8. En el capítulo precedente se han mencionado treinta y ocho naciones de idiomas diferentes. Creo no exagerar diciendo, que ademas hay otros seis idiomas en los indios que viven al Occidente de los pampas: otros seis en los del Mediodia hasta el cabo de Hornos; y otros ocho entre las antiguas naciones de las provincias de Chiquitos y Moxos segun se insinuó cap. anterior núms. 45, 46 y 147.

 

CAPITULO XII.

DE LO QUE PRACTICARON LOS CONQUISTADORES DEL PARAGUAY

Y RÍO DE LA PLATA PARA SUJETAR Y REDUCIR A LOS INDIOS,

Y DEL MODO CON QUE SE LES HA GOBERNADO.

 

1. Para no confundir las cosas, hablaré aqui de la conducta de los españoles y eclesiásticos seculares, respecto a los indios, reservando para el capítulo siguiente tratar de los padres Jesuitas en sus pueblos del Paraná y Uruguay. Como los españoles llevaron rarísimas mugeres de Europa, y necesitaban muchas, echaron mano de las indias en clase de concubinas. Por este medio se disminuyó bastante el número de indios transformándolos en españoles, porque el rey declaró tales a los mestizos que resultaron.

2. Los conquistadores de aquellos paises hicieron distincion en el modo de tratar a los indios. Si ellos cometian insultos e injusticias contra los españoles, estos despues de vencerlos en alguna batalla, se los repartían, y les obligaban a servir de criados: ademas de otros indios que voluntariamente solicitaron ser admitidos en el mismo servicio. De unos y otros, se formaron las encomiendas llamadas generalmente de Yanaconas y en el Paraguay de indios originarios. Los encomendaderos o los que las poseian, tenian siempre en su casa todos los indios que les pertenecian de ambos sexos y de todas edades, y los ocupaban a su arbitrio en clase de criados. Más no podian venderlos ni maltratarlos, ni despedirlos por malos, inútiles o enfermos: estaban obligados a vestirlos, alimentarlos, medicinarlos e instruirlos en algun arte u oficio y en la religion. De todo esto se hacia cada año una visita y examen prolijo por el gefe principal, oyendo al encomendadero, a los indios, y a su protector que era un español de los más graves y caracterizados. En esta clase de encomiendas, fueron incluidos los Guaranís de san Isidro, los Conchas, los de las islas del Paraná y tambien algunos Pampas, Paiaguas, Albayás, y Guaicurús cogidos en las batallas y los citados en el capítulo 10 núm. 72.

3. Pero si los indios se sometian en paz o por capitulacion en la guerra, el gefe español les forzaba a hacer sus casas, y formar pueblo fijo en el sitio que mejor les pareciese a su pais. Para la justicia y policía, se nombraba corregidor a un cacique, y se formaba un ayuntamiento con dos alcaldes y regidores, todos indios, disponiéndolo todo como si fuere pueblo de españoles. De esta manera formaron aquellos españoles una multitud de pueblos que se nombran en la tabla al fin de este capítulo. Cuando lo dicho estaba ya corriente y establecido, formaba al gefe las encomiendas, componiendo cada una de un cacique y de los indios de quienes él lo era, para que asi estuviesen unidos los parientes y amigos, Se conferian estas encomiendas en juicio formal a los españoles más beneméritos, y las llamaban de Mitayos; pero no eran tan útiles como las de Yanaconas del número precedente, porque solo los varones de diez y ocho a cincuenta años estaban obligados a ir por turno, dos meses al año, a servir al encomendadero, quedando los diez meses restantes tan libres como los españoles. Ademas siempre estaban esentos de todo servicio los mayores y menores de la edad citada, los caciques y sus primogénitos, las mugeres y todos los que en su pueblo egercian cualquiera cargo público. Aunque el encomendadero solo alimentaba a los indios mientras le servian, sin vestirlos, estaba obligado a instruir en la religion a todos los individuos de su encomienda, y los instruyó hasta que hubo párrocos; despues se le precisó a pagar a estos. Sobre todo esto se verificaba la misma visita anual que dije en el número precedente se hacia de las Yanaconas.

4. Como los encargos y órdenes de la córte eran siempre apretantes para adelantar los descubrimientos y conquistas, sin facilitar medios ni caudales, Domingo Martinez de Irala, gefe que arregló todas aquellas cosas, discurrió el medio siguiente de adelantar las conquistas sin el menor costo del erario. Luego que tenia noticia que habia indios silvestres en alguna parte, y que no eran muchos, incitaba a algunos españoles voluntarios para que a su riesgo y espensas los redujesen o precisasen a agregarse a algun pueblo de su lengua donde sirviesen de Mitayos o de Yanaconas llevándolos a sus casas, segun el reparto que los mismos españoles interesados arreglaban. Cuando sabia Irala que habia muchos indios en un distrito, como sucedió en las provincias de Guairá, de Jerez, de Chiquitos, de Santa Cruz del Chaco y de Santa Fé, los hacia reconocer, y luego despachaba una compañia de españoles con órden de fundar una villa o ciudad en medio de los indios, y de repartírselos en encomiendas ya de Yanaconas ya de Mitayos segun dictaban las circunstancias esplicadas en los dos números precedentes.

5. La duracion de todas las encomiendas, se fijó en la de la vida del primer poseedor, y la de su heredero: acabada esta debian quedar abolidas, y los indios en la misma libertad que los españoles, con la sola diferencia de pagar al erario un tributo moderado en frutos del pais. El que medite la formacion de encomiendas y su duracion, conocerá que reunió Irala en este punto cuanta reflexión, prudencia, humanidad y política cabe en un hombre. Estaba precisado a adelantar el descubrimiento y conquista, y le era imposible hacerlo con unos soldados a quienes el rey no daba honores, sueldos, armas ni municiones, ni aun vestuario ni cosa alguna: ni Irala podia proporcionarles nada de eso en un pais que no conocia metales ni fruto precioso. De modo que para estimular y mover a sus gentes, no tuvo otro resorte que el cebo de darles encomiendas, distinguiéndolas en dos especies de Mitayos y Yanaconas para conservar en lo posible justicia con los indios, a quienes libró de malos tratamientos con las citadas visitas. En cuanto a la duracion de las dos vidas de las encomiendas, era el más corto tiempo necesario para civilizar e instruir a los indios bajo la direccion y trato inmediato de los encomendaderos interesados en esto, y para recompensar los costos, fatigas y peligros de los conquistadores.

6. Sin embargo, desde entonces hasta hoy no han faltado gentes, que han declamado contra estas encomiendas, pintando a aquellos españoles con los más negros colores. Pero reflecsionando la historia de las conquistas, no se encontrará otra con tan pocos escesos cometidos, ni que haya producido tantas ventajas a los conquistados con tan poca sangre derramada.

7. Asi estaban las cosas, cuando dispuso la córte que don Francisco de Alfaro, oidor de la audiencia de las Charcas, pasase al Paraguay en clase de visitador con instrucciones competentes y grandes facultades. Este hombre por los años de 1612, mandó, que asi como fuesen muriendo los que tenian encomiendas, quedasen estas agregadas al real erario sin conferirse a nadie; y que los que las poseyesen entre tanto, no exigiesen de sus indios Mitayos servicio personal, sino un corto tributo anual en frutos del pais, y lo mismo de los indios Yanaconas, debiendo dar a estos tierras para cultivar por su cuenta, de donde sacar el citado tributo, el cual deberia entrar en el erario luego que vacasen estas encomiendas. La córte aprobó esta providencia, pero como dejaba a los españoles sin un criado ni criada, no siendo entonces decente alli que un español sirviese a otro y no habiendo esclavos negros, lo representaron al visitador, y este convino en dejar las cosas como estaban antes, insistiendo en que no se confiriese ninguna encomienda de las que vacasen. Asi se verificó con las de los vecinos de Buenos-Aires, de Santa Fé y Corrientes, pero no con los del .Paraguay, cuyos gobernadores continuaron dando todas las que vacaban, conservando el servicio personal. Aun en el año de 1801 sucedia lo mismo; pues aunque como veinte años antes habia mandado el consejo cumplir lo dispuesto por Alfaro, representó el gobernador y el ayuntamiento, y quedó todo como antes. Verdad es que los padres Jesuitas lograron despues de muchos años de las disposiciones de Alfaro, libertar de encomiendas los pueblos citados cap. 13, núm. 11.

8. Mandó el visitador, que no se fundasen en lo sucesivo ninguna encomienda de indios, apoyando esta y todas sus providencias en los supuestos escesos cometidos por los españoles en la caza de indios citada núm. 4, en que no era lícito forzar a ser esclavos a los indios libres, y en que se conseguiria su civilizacion y sumision mucho más fácilmente confiándolas enteramente a los eclesiásticos. Los últimos padres Jesuitas del Paraguay, se jactaban de que los de su sotana habian dictado a Alfaro sus providencias, y contaban esto entre sus grandes servicios hechos a la humanidad y al estado. Pero yo no sé como no reflexionó el visitador, y más la córte, que en un pais tan apartado, donde el rey no tenia un soldado pagado, ni facilitaba el menor ausilio para nada, el cortar la formacion de encomiendas equivalia a estirpar de raiz el único estímulo que podia animar a los españoles particulares, a adelantar los descubrimientos, las conquistas y la civilizacion de los indios, y que nada de esto podria verificarse, ni aun conservar lo conquistado, prohibiendo que ningun español secular tuviese parte en ello.

9. Esta reflexion se hará evidente, al que considere que desde las providencias de Alfaro hasta poco ha no se fundó ningun pueblo español: que muchos de los que habia anteriores, han sido destruidos o abandonados; que bastantes españoles, disgustados del gobierno, se fueron a establecer en S. Pablo y otras partes entre los portugueses, y que el imperio español, lejos de adelantar, fue perdiendo y perdió totalmente las provincias de Vera, de Santa Catalina y Canacea, del Guairá, de Jerez, de Itati, de Cuyabá, de Matagroso, del río grande de San Pedro y del Chaco. El mismo convencimiento sacará el que lea al fin de este capítulo, la tabla de los pueblos de indios fundados por los españoles seculares, si advierte que las fechas de sus fundaciones y sugecion de sus indios son anteriores a Alfaro: pues aunque hay en ella diez de fecha posterior, leyendo sus fundaciones en los capítulos 16 y 17, se encontrará que para formar los cuatro, se despreció lo dispuesto por Alfaro, y que los restantes lejos de estar consolidados, aun no tienen un indio civil ni cristiano, y no se piense que las disposiciones de Alfaro han fundado otros, pues no se mostrará ni uno como luego veremos.

10. El gobierno portugués siguió las máximas contrarias a las de Alfaro, pues sobre incitar por todos medios a los particulares, les daba ausilios, armas y municiones, y les permitia vender por esclavos perpetuos a los indios que pillaban en sus Malocas o incursiones. Con esta conducta libre, atrajeron muchos españoles desertores o malcontentos; buscaron y encontraron muchos indios silvestres, y cuando escasearon, se llevaron los de diez y ocho o veinte pueblos fundados y catequizados antes por los españoles. Con semejantes correrias descubrieron y se apoderaron de las provincias citadas en el número anterior, y de las minas de oro y piedras preciosas de Cuyabá, de Montegroso y de otras.

11. En la formacion de los pueblos de la citada tabla, nadie intervino sino los encomendaderos que por su particular interés sugetaban a los indios, los instruian del modo posible en las artes, oficios y en el catolicismo. Ningun eclesiástico hizo ni pudo hacer nada en aquellos primeros tiempos con los indios, porque solo hubo un clérigo con los primeros conquistadores; y aun cuando veinte años despues llevó el primer obispo canonigos, clérigos y frailes, en todos no eran sino diez y siete. Solo uno de ellos entendia el guaraní o lengua de los indios, más no lo suficiente para traducir nuestro catecismo ni para predicarles. Llegó ya el caso de haber ya fundadas siete u ocho ciudades españolas, y como cuarenta pueblos de indios no siendo los eclesiásticos sino veinte, incluso el señor obispo. Dos únicos entre ellos, que entendian el idioma, corrian continuamente de unos pueblos a otros, y se conoce lo poco que aprovecharian en todas partes. Viéndose la estrema necesidad de eclesiásticos, los solicitaron con las mayores instancias, hasta que el año de 1611 llegaron los padres Jesuitas, a quienes el juez eclesiástico encargó inmediatamente las atenciones parroquiales de toda la provincia de Guairá, que aun no habia tenido párroco alguno, no obstante de haber en ella una ciudad española y trece pueblos numerosos de indios, fundados cuarenta y cuatro años antes. En el propio caso estaban los antiguos pueblos de Tarey, Bomboy y Coaguazú que se encomendaron a otros dos Jesuitas llegados despues en 1632 y el de S. Ignacio-guazú a otro el de 1609.

12. Por las ordenanzas del visitador Alfaro citadas nums. 7 y 8, se prohibieron todos los medios seculares o de la fuerza practicados hasta entonces para reducir y civilizar indios silvestres, y se encargó este tan grave negocio privativamente a los eclesiásticos, franqueándoles con libertad y continuamente abundantes caudales de las tesorerias de bulas y vacantes de obispados. Luego se han buscado eclesiásticos que han convenido en irse a vivir entre los indios Pampas, Minuanes, Mocobis, Abipones, Tobas, Pitilagas, Lenguas, Albayas y Paiaguas, precediendo el beneplácito de los indios, ofreciéndoles dar vestidos, la comida y herramientas. Convenidas estas cosas, se han formado pueblos de chozas en los sitios elegidos por los indios, y los eclesiásticos dotados con buenos sueldos o rentas, se han ido a vivir entre ellos sin tener más ocupacion que la de repartirles lo prometido, sin poder hacer otra cosa, porque los indios no los han podido entender, ni ser entendidos de los eclesiásticos. Yo he visto principiar muchas doctrinas o pueblos de esta manera eclesiástica, y tambien los he visto acabar; ya porque se agotaron los caudales asignados, y ya porque aburridos los curas, los abandonaron. Me consta ademas haber acaecido lo mismo a otros muchos, aunque no se anotan en la tabla al fin de este capítulo por no venir al caso; pero no se mostrará en aquel pais un pueblo existente formado sin la fuerza sino eclesiásticamente, en el que todos sus indios, ni aun uno de ellos sean sumisos civiles y cristianos. Lo único que se ha visto en esto es, que si los eclesiásticos han sido muy constantes y los caudales han dado en manos económicas, se ha prolongado la destruccion de los pueblos. Asi ha sucedido a los seis últimos de la citada tabla, sin que por eso se hayan civilizado, catequizado ni sugetado sus indios, que estan como el primer dia. Si contra esto se dice que el rey envia continuamente de España doctrineros de todas las religiones y que estos tienen formados innumerables doctrinas o pueblos en todas las partes de América, responderemos que tambien los envia al Paraguay, donde he dicho que nada han adelantado, siendo de presumir lo mismo en todas partes, aunque yo solo hablo de lo que he visto.

13. Verdad es que los eclesiásticos, ignorando la historia y más el carácter de las diferentes naciones de indios, han preferido para sus empresas las citadas en el número anterior que son tan indomables, como que ni los heróicos conquistadores pudieron sugetarlas ni adelantar nada con ellas, ni creo posible que nadie lo consiga por otro medio que el de buen trato y comercio, hasta que mezcladas con nosotros, adopten insensiblemente nuestras costumbres, lengua y religion. La fuerza podrá a la larga esterminarlas, más no domarlas ni persuadirlas. Si los eclesiásticos se hubiesen dirigido a los guaranís silvestres más dóciles que las citadas naciones, no habrian encontrado tantas dificultades, sin que por esto crea yo que hubiesen logrado formalizar sus proyectos sin el ausilio de la fuerza secular, porque me consta que ninguna reduccion de indios se ha formalizado sin ella.

14. Aun asi se me hace imposible que se adelante nada con otras naciones por más dóciles y pusilánimes que sean, por la grandísima dificultad de aprender sus idiomas y de traducir en ellos nuestro catecismo, faltando a todos las palabras precisas para espresar todo lo intelectual y espiritual, de que no tienen idea. Los padres Jesuitas a quienes tengo por los más prácticos, diestros y diligentes en materia de reducciones, vivieron más de veinte años en clase de curas doctrineros, entre los Tobas, Pitilayas, Abipones, Mocobis, Albayas, Pampas y Minuanes sin poder formar una gramática ni catecismo en tales lenguas. Cuando hubiesen llegado a entenderlas y hablarlas perfectamente, no era posible transmitir a otros lo que ellos supiesen, por que todos o cuasi todos los citados idiomas usan de sonidos que no pueden escribirse con nuestro alfabeto. Se conocerá más la dificultad sabiendo, que aunque hay en América tantos idiomas diferentísimos y que en grande número de ellos se han intentado traducir nuestro catecismo por los misioneros, creo que no se puedan mostrar sino cuatro traducciones: a saber en las lenguas Aimará, Quichoa, Megicana y Guarani. Aun estos se han formado, por que los españoles criollos han adoptado tales idiomas y les ha sido menos dificil suplir con el español lo que faltaba a los otros: de modo que se puede desconfiar que sean sus catecismos esactos, y más no habiendo yo encontrado sino solo tres curas que se atreviesen a predicar el evangelio en guaraní; no obstante de que era el idioma nativo de todos los curas. Oigo hablar de que los eclesiásticos han catequizado infinidad de indios de innumerables lenguas; más no creo se muestren traducciones del catecismo en más idiomas que los cuatro citados. Por esto quisiera me digesen ¿que instruccion han podido o pueden dar, fuera de los dichos cuatro idiomas, a unos indios que no entienden el de sus predicadores? Se podrá pensar que han principiado enseñándoles nuestra lengua, más no creo que puedan mostrar un solo pueblo donde haya sucedido tal cosa, ni la creerán los que conozcan a los indios silvestres, a quienes solo la fuerza puede hacer que quieran oir, más no que entiendan.

15. Vimos en el núm. 7 que contra las disposiciones de Irala, habian continuado estos indios con la servidumbre de encomiendas; pero en lo demas se les dio plena libertad como a españoles. Asi estuvieron un siglo, hasta que se les aplicó el gobierno en comunidad inventado por los padres Jesuitas, de que se hablará en el capítulo siguiente, y desde entonces han sufrido las vejaciones ya insinuadas. En cuanto a lo demas, estos indios cultivan y pastorean lo mismo que los españoles que los han instruido y aun son los únicos carpinteros y tallistas del pais. Se ignora su capacidad para el comercio, porque no se les ha permitido comerciar sino frioleras a hurtadillas. El trato con sus encomendaderos les ha enseñado a fabricar cada familia su casita con divisiones por dentro, con cocina y algunos muebles, el haberles permitido trabajar para sí dos dias de la semana, y el hacer lo mismo muchos dias de fiesta, ha proporcionado a muchos el tener algunas vacas lecheras, un burro, algunos caballos, gallinas y cerdo. En punto a religion los creo muy atrasados aunque no tanto como a los indios jesuiticos, y lo atribuyo a que como sus curas han sido siempre hijos del pais, cuya lengua nativa es la de los indios, les ha sido más fácil recibir la instruccion.

 

CAPITULO XIII.

DE LO PRACTICADO POR LOS PADRES JESUITAS PARA REDUCIR Y GOBERNAR LOS INDIOS.

 

1. Llegaron los padres Jesuitas al país de mi descripción el año de 1639 y administraron temporal y espiritualmente treinta y tres pueblos de indios guaranís o Tapes que es lo mismo. Tres de ellos que son los últimos de la tabla al fin de este capítulo, estan a la parte del Norte de la provincia del Paraguay, y los treinta restantes componen la provincia de Misiones del Paraná y Uruguay. De los treinta y tres citados pueblos, solo fundaron los padres los veinte y ocho de la citada tabla; porque los cinco restantes son los que hoy existen de los que les encargaron a su arribo, ya formalizados mucho antes, y aun repartidos en encomiendas, segun se dijo en el precedente capítulo núm. 11 y consta de los papeles del archivo de la Asunción, por cuyo motivo se han anotado entre los de dicho capitulo.

2. Segun escriben los mismos padres redugeron los veinte y cinco primeros pueblos de la citada tabla, predicando y soportando trabajos y martirios como misioneros apostólicos. Pero separando los seis que son colonias, porque su fundacion les dió poco que hacer, no puedo menos de notar, que para fundar los diez y ocho primeros, solo emplearon veinte años dejando pasar despues ciento doce desde la fundacion de S. Jorge a la de S. Joaquin, sin fundar otro que el de Jesús, sujetando algunos indios silvestres con otros muchos sacados del de Ytapuá que tenia ya setenta y un años de antigüedad; de modo que Jesus puede decirse colonia de Ytapuá, como lo son los seis que le siguen en la tabla. La circunstancia de haber coincidido los citados veinte años fecundos en formar pueblos con los mismos, en que los portugueses llamados alli entonces Mamalucos, persiguieron con furor por todos lados a los indios guaranís, y en que estos llenos de pavor, huyeron a refugiarse entre los grandísimos rios de Paraná y Uruguay y en sus bosques inmediatos, donde no penetraron, ni era facil, aquellos inhumanos corsarios, digo que esta coincidencia del tiempo fortalece mucho la presuncion de que en la fundacion tan rápida de aquellos primeros pueblos, tuvo tanta parte el miedo de los Mamalucos como la que tuvo el miedo de las armas españolas en la formacion de los del capítulo anterior. El grande mérito de los padres Jesuitas, estuvo en la constancia y habilidad con que dirigieron y libertaron a los indios de tan terrible persecucion a costa de tan largas y trabajosas peregrinaciones, de las cuales puede tomarse alguna idea leyendo lo poco que se dirá de cada pueblo en particular en los capítulos 16 y 17.

3. El modo de formar los padres los tres últimos pueblos de la citada tabla, no solo comprueba mi presuncion anterior, sino que hace ver que nadie conoció mejor que ellos la insuficiencia de los medios eclesiásticos o persuasivos. Instruidos de que habia en el Tarumá guaranís silvestres, les despacharon algunos indios instruidos de los pueblos del Paraná, que eran de la misma lengua, con algunos regalitos diciendo se los remitia un padre jesuita que los amaba mucho, y deseaba llevarles otros con abundancia de vacas para existir sin trabajar, y que aun queria vivir entre ellos. Se repitieron iguales embajadas y reconocimiento del pais, y de resultas marchó el padre el año 1720 con las ofertas, acompañado de bastantes indios escogidos en los pueblos del Paraná, que llevaron el equipaje y ganados, y que se quedaron para cuidarlos, para servir al jesuita y para fabricar las casas o chozas precisas. Comidas las vacas, se llevaron otras y otras por muchos indios de los citados pueblos que se fijaban alli con varios pretestos. La abundancia de comida, la dulzura del padre, la buena conducta de los indios del Paraná, las músicas y fiestas, y el no molestar en nada a los indios silvestres, atrajeron a cuasi todo los de esta especie que habia en la comarca, y se llamó esta reunion pueblo del Rosario. Pero cuando el año de 1724 hubo ya más indios del Paraná que silvestres, reemplazó al primer jesuita otro del carácter que convenia, el cual con su fuerza armada circundó a los indios silvestres, y se los llevó al pueblo de Santa Maria de Fé y en seguida los repartió en otros pueblos de los del Paraná, donde los sugetaron y redugeron, menos a 60 familias que lograron escaparse a su Tarumá el año de 1733.

4. Quedó asi la cosa, hasta que noticiosos el obispo y gobernador del Paraguay de que dichas familias estaban en su pais, instaron mucho a los padres Jesuitas para que les formalizasen un pueblo donde estaban. Comenzó esta nueva negociacion con regalitos como la primera, y fué el padre cura con vacas, indios, etc. cuando tuvo bastante gente escogida para sugetar a los silvestres, los circundó una mañana, intimándoles con buenas razones la necesidad de hilar a las mugeres y de trabajar a los varones. Asi quedó como de repente formado el nuevo pueblo en 1746, con el nombre de San Joaquin en vez del Rosario que tuvo el que se habia abandonado antes; pero se egercitó bien la vigilancia del padre por algun tiempo para que no se les escapasen y tambien su dulzura, contemplacion y suavidad, principalmente con los más díscolos. Concluido este pueblo, pensaron los padres Jesuitas en formar otro hasta comunicar los que tenian en el Paraná, con los de su provincia de los Chiquitos. Con esta mira formalizaron a 13 de noviembre de 1749, el pueblo de S. Estanislao por los mismos medios dichos para el de S. Joaquín. En ambos he visto muchos menos indios de los del Turumá que de los que fueron con las vacas, etc., del Paraná, y todos refieren lo que he dicho de la fundacion de sus pueblos, mereciéndome más crédito que el padre José Más, uno de los primeros curas de S. Joaquin, que dice en un escrito que dejó alli, que solo llevaron doce indios del Paraná. Sin duda quiso ocultar la violencia que hicieron, sin reparar que tambien ocultaba la habilidad, sagacidad, moderacion y prudencia con que la manejaron y que hacia a sus padres tan ignorantes, que no conocian la utilidad de los medios persuasivos o eclesiásticos.

5. Siguiendo la idea de formar una cadena de pueblos hasta los Chiquitos, enviaron los padres sus embajadas y regalitos a los indios albayas: convenidas las cosas como para los dos pueblos precedentes, marchó el padre José Labrador con vacas, etc. y porcion de indios escogidos en el Paraná con los cuales formó el pueblo de Belen, bajo del trópico el año de 1760. Conociendo desde luego que era imposible adelantar persuadiendo, y dar sujecion a los albayas con cuantos guaranís pudiese llevar, escogitó el medio de deshacerse de los más esforzados albayas, figurándosele seria despues más fácil supeditar a los demas. Con esta mira hizo creer a los albayas que los indios de la provincia de los Chiquitos deseaban por su mediacion hacer paz con ellos, y restituirles algunos prisioneros, que les habian cogido en una sorpresa. Asi logró el padre que fuesen con él a los Chiquitos todos los albayas de quienes se queria deshacer, y habiendo llegado al pueblo del Santo Corazon, se celebró su arribo con bailes y torneos; pero habiéndolos separado mañosamente para dormir, al toque de campana a media noche fueron los albayas atados, y los mantuvieron presos hasta la espulsion de los padres. Entonces los nuevos administradores les dieron libertad, y regresaron a su pais donde refieren lo que he copiado. Más nada se adelantó con lo dicho en la reduccion de Belén, que se quedó y existe con solo los guaranís llevados del Paraná.

6. Habiendo hablado de los pueblos fundados por lo padres Jesuitas, y del modo como los fundaron, trataré del gobierno que establecieron en ellos. Pero en cuanto a esto incluiré no solo a los veinte y ocho pueblos de la tabla al fin de este capítulo, sino tambien a los cinco indicados en el núm. 1, porque a los treinta y tres doctrinaron y dieron leyes.

7. Habia en el pueblo de Candelaria un padre, especie de provincial, llamado Superior de las Misiones, quien, con facultad del papa, podia confirmar a los indios y era el gefe de todos los curas o pueblos. En cada uno de estos residian dos padres, cura y sotacura que tenian asignadas sus funciones. Las del sotacura eran todas las espirituales, y las del padre cura las temporales en todos los ramos y sentidos: como estas necesitaban muchos conocimientos y esperiencia, eran siempre los curas, padres muy graves, que habian sido antes provinciales o rectores de sus colegios, importando poco que ignorasen o supiesen el idioma de los indios. Su antecesor le dejaba en un prolijo diario anotado lo que convenia disponer para labores, fábricas, etc., y ellos eran en suma los que todo lo disponian. Aunque habia en cada pueblo un corregidor, alcaldes y regidores indios, que formaban el ayuntamiento al modo que en los pueblos españoles, no egercian jurisdiccion, ni eran más que los ejecutores de las órdenes del cura, el cual civil y criminalmente daba sus disposiciones siempre blandas; pero sin permitir apelacion ante otros jueces o audiencias españolas.

8. No daban los padres curas licencia a nadie para trabajar en utilidad propia, precisando a todos sin distinción de edad ni de sexo, a trabajar para la comunidad del pueblo cuidando el mismo cura de alimentar y vestir igualmente a todos. Para esto almacenaba todos los frutos de la agricultura y los productos de la industria, dando la salida más ventajosa en las ciudades españolas a los sobrantes de algodon, lienzos, tabaco, menestra, cueros al pelo, yerbas del Paraguay y maderas, conduciéndolas en embarcaciones propias por los rios más cercanos, trayendo en retorno herramientas y lo que habian menester.

9. De esto se colige, que los padres curas eran árbitros de los fondos sobrantes de las comunidades de los pueblos, y que ningun indio podia aspirar a tener propiedad particular. Esto quitaba todos los estímulos de ejercitar la razon y los talentos; pues lo mismo, habia de comer, vestir y gozar el más aplicado, habil y virtuoso, que el más malvado, torpe y holgazan. Colígese igualmente, que si por un lado era este gobierno adecuado para enriquecer a las comunidades, por el otro hacia que todo trabajo fuese lánguido no importándole nada al indio, que su comunidad fuese rica. Sin embargo, este gobierno de los indios, mereció los mayores elogios de algunos sabios de Europa, que creyeron ser los indios incapaces de alimentar a sus familias, por su ninguna economia ni prevision para conservar nada para los tiempos de escasez: en suma los creyeron como unos niños, a quienes no podia convenir otra especie de gobierno, y que con él eran felices.

10. Pero ignoraron dichos sabios que los pueblos de indios del capítulo precedente, que eran de la misma nacion que los jesuíticos, ecsistieron un siglo vistiendo y alimentando sus familias particularmente cada uno, sin necesidad de ecónomo que almacenase el fruto de su trabajo que no era completo, porque el de dos meses al año pertenecia a un encomendadero. Tampoco reflexionaron que los indios jesuíticos como todos cuando eran silvestres, trabajaban y tenian prevision y economía bastante; pues que alimentaban cada uno a su familia. No hubo pues tal niñez, e incapacidad en los indios; y cuando quiera suponerse, lo cierto es que el gobierno en comunidad no se las quitó en más de siglo y medio, persuadiendo claramente que semejante conducta embota los talentos.

11. Los pueblos de Loreto, S. Ignacio mirí, Santa Maria de Fee, Santiago, Corpus, Itapúa y S. Ignacio-guazú, estaban sujetos a encomiendas cuando los padres jesuitas se encargaron de ellos y continuaron muchos años despues. Esto no podia menos de incomodar mucho a los padres; porque los encomendaderos les quitaban de sus pueblos la sesta parte de los indios más útiles, llevándolos por turno a más de sesenta leguas de distancia, y privando por consiguiente a las comunidades de los mismos pueblos, del trabajo que utilizaban los encomendaderos. Agregábase que con motivo de visitar las encomiendas, iban anualmente los gobernadores con grandes comitivas y soldadesca costeadas por los pueblos, deteniéndose lo que les daba la gana. Para evitar todo esto, solicitaron los padres la abolicion total de encomiendas en dichos sus pueblos. A la verdad pedian una cosa justa, habiendo terminado ya las vidas de los dos primeros poseedores, segun estaba convenido, y unida a la justicia de su pretensión, el favor que tenian en la córte, lograron los padres abolir las encomiendas en sus citados pueblos, pero es de creer que no seria sin grave sentimiento de los gobernadores que las conferian a sus amigos y de todos los españoles que aspiraban a obtenerlas.

12. Aunque hubo en el Paraguay licencia en punto a mugeres, y poca frecuencia de sacramentos porque faltaban eclesiásticos, segun vimos en el anterior capítulo, no hubo ni pudo haber ningun vicio de los que tanto se ponderaron. No se conocia alli moneda metálica, minas, fábricas, edificios costosos, ni cuasi comercio, ni habia lujo en nada, contentándose, el que más, con una camisa y calzones del peor lienzo del mundo. Todo esto y la suma pobreza del pais, consta de muchos papeles del archivo de la Asuncion. El ponderado trabajo de los indios, se reducia a la agricultura para alimentar un puñado de encomendaderos, y a cuidar de sus animales que eran entonces bien pocos. En cuanto a beneficiar yerba, no llegaba su cantidad a la décima parte que hoy, y no la beneficiaban solo los indios jesuiticos, sino igualmente todos los de los pueblos del capítulo anterior: de modo que creo por mis cálculos, que apenas podrian trabajar en esto doce indios jesuiticos.

13. Los escritores de todas las naciones acriminaron hasta lo sumo la conducta de los españoles respecto a los indios. ¿Pero procedieron mejor los ingleses, holandeses, franceses y portugueses, y los almanes que envió a América su paisano Carlos V? Digan lo que quieran; pero solo los españoles han compuesto un código de leyes que rebosa en humanidad, y que protege tanto a los indios como que les iguala a los españoles, y aun los prefiere en muchas cosas. Dirán que tales leyes no se han observado; pero no es difícil cotejar los padrones o listas de los indios que habia cuando se fundaron los pueblos que existen y he visto en aquellos archivos, con los individuos que tienen en el dia; y se hallará, como yo he hallado, que los indios netos han aumentado, no obstante que innumerables se han convertido en españoles y mulatos por las mezclas. Ademas los españoles conservan hoy muchos millones de indios civiles y silvestres, cuando otras naciones europeas se hallarán quizás embarazadas para mostrar una aldea de indios en sus dominios americanos. Si muestran algunas silvestres, no será en lo interior como nosotros, sino fuera de sus fronteras de donde los van alejando a balazos o suscitando guerras entre las mismas naciones europeas. Aun pudiera añadir más pruebas de lo mismo pero me limito a decir aqui, que lo que más han vituperado los filósofos de Europa, son nuestras encomiendas, y lo que más han aplaudido, es el gobierno en comunidad de los pueblos, no obstante que lo primero limitado a las dos vidas, fué el mayor esfuerzo de la prudencia humana, segun vimos en el capítulo anterior núm. 5, y lo segundo lo peor en materia gubernativa, segun se dijo en los núms. 8, 9 y 10.

14. El haber libertado de encomiendas a los pueblos jesuiticos, fué imponiéndoles la carga de pagar cada uno cien pesos fuertes a título de décimas, y uno de tributo por cada indio varon de 18 a 50 años. Pero como el erario debia rebajar de esto mil y doscientos para sinodo a los dos padres cura y sota-cura, al confrontar el cargo y la data, cuasi venia a salir igual y si habia alguna diferencia en favor de los curas, la condenaron siempre al erario. En suma fueron estos pueblos tan estériles al fisco, como los del capítulo precedente, por que ademas llevaban sus efectos, y los vendian en todas partes libres de derechos.

15. La córte notificó a los padres que despues de siglo y medio empleados en educar a sus indios, debian estos saberse gobernar por sí y tratar con los españoles, saliendo de la sujecion del gobierno en comunidad, y conociendo la propiedad particular. Pero los padres sostuvieron la incapacidad de los indios y los males que resultarian a sus costumbres y religion si trataban con españoles. Propusieron al mismo tiempo que lo mejor era dar a cada indio alguna tierra y libertad dos dias a la semana para su cultivo, para que dejándole usar a su arbitrio de la cosecha, se fuese poco a poco acostumbrando a manejarse por sí y a conocer la dulzura de los derechos de propiedad. Quedó la córte satisfecha, pero no preveyó que no permitiéndose, como no se permitia, al indio vender su sobrante a ningun español, ni a indio de otro pueblo, no podia adelantar otra cosa que comer como suyo lo mismo que le daba la comunidad, sin poder comprar nada sino a lo sumo permutar un alimento por otro. En efecto se vió que todos ellos llevaron sus cosechas al almacén de la comunidad, y que esta se las distribuia como antes.

16. Es menester convenir, en que aunque los padres mandaban alli en un todo, usaron de su autoridad con una suavidad y moderacion que no puede menos de admirarse. A todos daban su vestuario y alimento abundante. Hacian trabajar a los varones sin hostigarlos poco más de la mitad del dia. Aun esto se hacia a modo de fiesta; por que iban siempre en procesion a las labores del campo, llevando músicos y una imagencita en andas, para lo cual ante todas se hacia una enramada, y la música no cesaba hasta regresar al pueblo como habian ido. Les daban muchos dias de fiesta, bailes y torneos, vistiendo a los actores y a los del ayuntamiento de tisú, y con otros trages los más preciosos de Europa, sin permitir que las mugeres fuesen actrices sino espectadoras.

17. Tampoco las permitian coser, cuya ocupacion estaba vinculada en los músicos, sacristanes y monacillos. Pero las hacian hilar algodon, y los lienzos que tejian los indios, reducido el vestuario, los llevaban a vender con el algodon sobrante a las ciudades españolas, lo mismo que el tabaco, menestras, yerba del Paraguay, maderas y cueros al pelo. Los padres curas y compañero o sotacura, tenian sus habitaciones que no pasaban de regulares, y sino es para pasear la grande huerta cerrada de su colegio, jamas salian de ellas ni pisaban las calles del pueblo, ni entraban en casa de ningun indio, ni se dejaban ver de ninguna muger, ni de otros varones que los muy precisos para distribuir sus órdenes. Si algun enfermo necesitaba ausilio espiritual, se le conducia de su casa indecente a un cuarto cerca del colegio destinado con limpieza a solo este fin, y el sotacura llevado en silla de manos con grande aparato, le administraba alli los santos Sacramentos. Cuando se manifestaban en el templo, aunque fuese solo para decir misa rezada, era con una ostentacion que no cabia más, vestidos de lo más precioso, rodeados y asistidos de sacristanes, monacillos y músicos que creo no bajasen de ciento. Todas sus iglesias eran las mayores y más magníficas de aquellas partes, llenas de grandisimos altares, de cuadros y dorados; los ornamentos no podian ser mejores ni más preciosos en Madrid ni en Toledo. Todo esto convence que en templos y sus accesorios, en vestir los dias de fiesta a los actores y ayuntamientos, gastaron los padres los grandísimos caudales que pudieron apropiarse si hubieran sido ambiciosos. Lo mismo digo de otros muebles, como relojes de mesa y de cuarto, de los que habia muchos muy buenos en todos sus colegios; y de contentarse con el poco trabajo que, sin hostigarlos, querian hacer los indios. Verdad es que si por un lado este menos trabajo de los indios acredita la moderacion de los padres, no deja de ser por otro disminucion de la industria y del caudal de la nacion.

18. Sus pueblos tenian calles anchas a cordel, y los edificios al piso, consistian en cuadras largas, una para todos los que pertenecian a un cacicazgo, bien que despues las dividieron en cuartitos de siete varas, uno para cada familia, pero sin ventana ni chimenea, ni otra cocina, reduciéndose sus muebles a una hamaca de algodon para el amo, y los demas dormian sobre pieles en el suelo, sin tabiques que los ocultasen. Muy poco o nada costaba a los padres el alimento de sus indios, pues les sobraba la carne de vaca o toro en el procreo de sus estancias. Daban por vestido a los varones un gorro, una camisa, calzones y poncho, todo de lienzo de algodon grueso, claro y ordinario, les hacian cortar raso el cabello, sin permitirles calzado. Tampoco lo permitian a las mugeres, reduciéndose todo su vestidos al Tipós o camisa sin mangas del citado lienzo, ceñida a la cintura. Las precisaban a hacer de su cabello una coleta como los soldados, y a deshacerla al entrar en el templo para llevar el pelo tendido, sin nada que cubriese la cabeza. Segun he podido juzgar visitando todos los pueblos, ninguno entendia el español, ni leian ni escribían, sino en guaraní los pocos precisos para llevar cuenta de las entradas y salidas de almacenes etc. Ciencia ninguna y de las artes poco, por que solo tejian lienzos para vestirse, y para esclavos o gente muy pobres: por el propio estilo la herreria, plateria, pintura, escultura, música y baile etc., que de todo intentaron enseñarles los jesuitas llevados con este obgeto. Todos estaban bautizados, sabian las oraciones, por que precisaban a todos los muchachos y a las solteras a decirlas altamente en comunidad bajo del pórtico del templo al romper el dia. Sin embargo, dicen los que han reemplazado a los padres que habia poco fondo de religion, y no es estraño cuando dicen los mismos indios que tuvieron pocos curas jesuitas capaces de predicar el Evangelio en guaraní. Aun en el Paraguay donde cuasi no se habla sino el guaraní, solo he hallado dos eclesiásticos que se atreviesen a predicar en dicha lengua, confesando el mucho trabajo que les costaba. Ni bastaba uno o dos padres para pueblos en que habia de seis y ocho mil almas. Para remediar en parte este inconveniente, hicieron los jesuitas que algunos indios ladinos aprendiesen algunas pláticas, y que las predicasen en la plaza despues de alguna fiesta o torneo: yo he oido algunas, y decir en ellas bastantes disparates que el orador metia de su cabeza. Como el caracter del indio es tan grave, tan poco hablador y bullicioso, admira su formalidad y compostura en los templos.

19. El año de 1768, dejaron sus pueblos los padres jesuitas a igual número de frailes; pero solo se fió a estos lo espiritual, encargando lo temporal que antes tenia el jesuita cura a un administrador secular. Se creó tambien un gobernador militar de todas las misiones del Paraná y Uruguay pudiendo decirse, que todo lo de aquellos pueblos no mudó sino de mano; pero como los jesuitas eran más hábiles, moderados y económicos, miraban a sus pueblos como obra suya y como propiedad particular los amaban y procuraban mejorar. Los gobernadores seculares, y los administradores citados puestos por ellos, sobre no tener la inteligencia de los padres jesuitas, han mirado los bienes de las comunidades como una mina que no podian disfrutar sino un corto tiempo. Asi no es estraño que las comunidades hayan empobrecido, y que los indios hayan sido hostigados en las labores, menos vestidos y peor alimentados. En suma el erario tampoco utiliza nada en estos pueblos, que estan hoy en el mismo pie que los del capítulo precedente. Lo único que han logrado algunos indios particulares tratando con los españoles, es tener bienes y bastantes ganados y conveniencias para vestirse y tratarse a la española. Pero como no se tiene el cuidado que tenian los padres jesuitas, ha desertado como la mitad de los indios de cada pueblo, y andan libres mezclados con los españoles viviendo de su trabajo. A esta desercion se debe el haber poblado las campiñas de Montevideo y Maldonado, y la mayor parte de los adelantamientos que se admiran en la agricultura, navegacion, comercio y número de ganados mansos.

20. Pondré aqui algunas cosas que supe y observé visitando todos los pueblos del capítulo anterior y del presente; porque darán alguna idea del carácter tape o guaraní, y del estado de su civilizacion. Aunque a estos indios parece que no les disgustan los empleos con apariencia de mando, no los pretenden, y sin dificultad los dejan para tomar otro cualquiera que sea; porque conocen poco el precio de las dignidades, el honor y la vergüenza. No omiten el robo ratero, porque cuasi lo creen habilidad, ni a esto llaman hurtar, sino tomar; y si son ganados arrear: no hacen robos violentos ni de grandes cantidades, aunque puedan; nada enseñan ni prohiben a sus hijos; se dejan fácilmente seducir para lo malo, y no son celosos. Tal vez no hay ejemplar que la india de diez años arriba, haya dicho que no a ningun solicitante, sea viejo o mozo, libre o esclavo, blanco o negro. El amor y la compasion son en ellos pasiones tan frias, como que muchas veces de órden del administrador azota fuertemente el marido o el padre a la muger o al hijo.

21. Se embriagan siempre que pueden, sin mala resulta, y nunca dejan de ponerse a hacer lo que se les manda, aunque no sepan ni lo entiendan; pero para que no les manden dicen siempre que no saben, cuando se les pregunta si saben hacer alguna cosa. Nunca dicen parémos ni comamos acompañando a un viajero, y si va este delante, jamas le advierten si yerra el camino. Por esto si van de guias, es menester hacerles ir cincuenta pasos adelante. Sufren mucho la intemperie, lluvia, mosquitos y el hambre; pero en llegando a comer lo hacen con mucho esceso. Les gusta ir a caballo corriendo; aman las fiestas, torneos, sortijas y carreras de caballos, pero tienen poco cuidado de estos animales; los maltratan sin lástima con escesos de fatiga, y con los malos aparejos. A los perros y gatos no les dan sino lo que ellos pillan y nunca los matan, dejándoles criar todo lo que paren. Tampoco cuidan ni dan nada a las gallinas y cerdos; en todo son espaciosos, puercos y tan sumamente sufridos en los dolores y enfermedades, que jamas se quejan. No tienen médicos y si algun español o el cura les receta alguna medicina la repugnan mucho; si es lavativa se dejan morir con preferencia. Cuando se conocen muy agravados, piden se les ponga fuego bajo de la hamaca, no toman ningun alimento, ni hablan ni quieren que se les hable, y mueren sin inquietud por lo que dejan ni por lo futuro. Los he visto ir al suplicio de horca con igual serenidad de semblante que a una fiesta. Tambien ven morir y matan sin piedad.

22. Finalizaré este capítulo añadiendo, que los padres jesuitas tambien intentaron someter a los indios silvestres del Chaco y a otros; pero como las fuerzas guaranís, de que podian disponer, eran incapaces de sugetarlos, tomaron el camino inútil de la persuasion mañosa. Asi formaron muchos pueblos mencionados en sus escritos, de los cuales solo existen hácia Santa Fé, el de S. Francisco Javier, S. Gerónimo, S. Pedro y Caiastá, que se han puesto con los del capítulo anterior, porque aunque cuidaron de ellos los padres, su fundacion fue secular; pero aun no hay en ellos segun he visto y me han informado, los que los conocen, ningun indio sugeto civil ni cristiano. ¿Más como es posible otra cosa con unos indios tan libres, valientes e indomables, y por doctrinarios que hasta hoy no han entendido los idiomas de los indios, ni estos los de (los españoles)

 

CAPITULO XIV

DE LOS PARDOS.

 

1. Para mejor inteligencia de lo que iré diciendo, será bueno saber que en los principios todo el pais que describo y mucho más, componia un solo gobierno con un solo obispo que residian en la Asuncion del Paraguay; pero no se tardó mucho en separar de él las provincias de Santa Cruz de la Sierra, de Moxos y Chiquitos, ni los portugueses en apoderarse de la isla de Santa Catalina y de las provincias de la Cananea, de Vera, de S. Pablo y del Guaira que todas pertenecian al mismo gobierno. De lo que restaba en 1620, se formaron dos, el del Paraguay y el de Buenos-Aires, cuyos límites, largo tiempo indeterminados, se fijaron en el curso del río Paraná quedando aun sin asignarse en la parte del Chaco. El del Paraguay perdió mucho con haberle usurpado los portugueses las provincias de Jerez y Cuyabá y luego la de Matagroso.

2. esta poblado aquel pais de tres castas de hombres muy diferentes, que son indios, europeos o blancos, y africanos o negros. Las tres se mezclan francamente resultando los individuos de que voy a hablar llamados con el nombre general de Pardos, aunque bajo el mismo incluyen a los negros.

3. Si el pardo es hijo de indio y blanco, le llaman mestizo, y lo mismo a toda la descendencia de este, con tal que no intervenga en ninguna de sus generaciones quien tenga sangre de negro poca ni mucha. Si el africano se une con blanco o con indio, llama el resultado mulato, y tambien a la descendencia de este, aunque por continuar sus generaciones con blancos llegan a resultar individuos muy blancos y rubios con pelo lacio y largo. En algunas otras partes les dan otros nombres: por ejemplo, si el hijo mulato hijo de negro y blanco se junta con blanco, sale lo que llaman cuarteron por tener solo la cuarta parte de negro; pero si la tal junta o union del mulato es con negro, le llaman salto atrás, porque en vez de salir a blanco, se retira teniendo tres cuartos de negro.

4. Siéndome imposible saber todas las mezclas que han intervenido para formar un mestizo o mulato, hablaré algo de lo físico y moral de ellos con la generalidad que he dicho dan a estos nombres, prescindiendo de su color más o menos claro, de su pelo y de las más o menos generaciones que le hayan formado: ni quiero que en materia tan obscura se tenga mi opinion por cosa demostrada, sino llamar únicamente la atencion para que otros la mediten mejor.

5. Los conquistadores llevaron pocas o ninguna muger al Paraguay, y uniéndose con indias, resultaron una multitud de mestizos a quien la córte declaró entonces por españoles. Hasta estos últimos años puede con verdad decirse que no han ido mugeres de afuera, ni aun cuasi hombres europeos al Paraguay, y los citados mestizos se fueron necesariamente uniendo unos con otros, de modo que cuasi todos los españoles alli, son descendientes directos de aquellos mestizos. Observándolos yo encuentro en lo general, que son muy astutos, sagaces, activos, de luces más claras, de mayor estatura, de formas más elegantes, y aun más blancos, no solo que los criollos o hijos de español y española en América, sino tambien que los españoles de Europa, sin que se les note indicio alguno de que desciendan de india tanto como de español. De aqui puede deducirse, no solo que las especies se mejoran con las mezclas, sino tambien que la europea es más inalterable que la india; pues a la larga desaparece esta y prevalece con ventajas aquella. Verdad es que como dichos vienen de españoles con indias, queda alguna duda de que lo que prevalece puede ser el sexo viril tan bien como la especie. Como al gobierno de Buenos-Aires han arribado siempre embarcaciones con españoles y mugeres de Europa que se combinaron con los mestizos hijos de los conquistadores, la raza de estos se ha ido haciendo más europea, no se ha conservado tan pura ni conseguido las ventajas dichas de los paraguayos; los cuales, en mi juicio, por esto aventajan a los de Buenos-Aires en sagacidad, actividad, estatura y proporciones.

6. Las resultas de africano e indio que se llaman Mulatos, y que por lo general tienen un color obscuro amarillazo, tambien aventajan algo en las formas y sagacidad a sus padres, principalmente a la parte de indio. Pero me parece que estas ventajas no llegan con mucho a las de los mulatos resultantes de africano y europeo; porque tengo a estos por la gente más ágil, activa, robusta, vigorosa, de mayor talento, viveza y travesura. Tal vez harian ya un grande papel por allá, sino fuese porque en llegando a ser pasablemente blancos, mudan muchos de pueblo y diciendo que son españoles pasan por tales, dejando su clase. En cuanto a la moral, noto muy poca diferencia entre mestizos y mulatos, pues aunque entre ellos los hay muy honrados, lo más general es ser inclinado a la embriaguez, al juego de naipes y a las raterias. Las leyes ponen al mulato en la última clase, despues de los europeos y sus hijos, de los indios mestizos y aun negros; pero la opinion comun los gradua iguales a los negros y mestizos y superiores a los indios.

7. En mi tiempo se hizo en el Paraguay el padron o lista del número de españoles y de negros y mulatos, y resultó de él, haber alli cinco de aquellos por cada uno de estas dos clases; y aunque no se haya hecho igual padron en el gobierno de Buenos-Aires, yo creo que aun son más alli o a lo menos tantos los españoles respecto a los negros y mulatos. Estas dos clases se dividen en libres y esclavos y el número de aquellos al de estos es en el Paraguay, segun el citado padron, como 174 a 100: esto es, que por cada cien negros y mulatos esclavos hay 174 de los mismos libres. Esta misma proporcion es generalmente en las colonias no españolas de América como 1 a 35, y la del número de blancos al de negros y mulatos, como 1 a 45. La enorme diferencia entre estas proporciones que hace conocer los pocos esclavos del Paraguay, viene principalmente de que alli no se pone reparo en que los esclavos se casen con indias, cuyos hijos nacen libres. Pero tambien deben muchos su libertad a los generosos paraguayos, quienes ademas los tratan con humanidad poco comun; de modo que la suerte de los esclavos alli, es igual y muchas mejor que la de los blancos del comun del pueblo.

8. En el gobierno de Buenos-Aires, los negros y mulatos libres no pagan tributo al Erario, y viven sin más diferencia con los españoles, que la de no obtener autoridad pública. No es asi en el gobierno del Paraguay, donde dispuso el visitador don Francisco Alfaro que desde la edad de 18 a 50 años pagase cada varon tres pesos de tributo anual; pero como entonces no se conocia alli la moneda ni habia comercio, no podian muchos negros y mulatos pagar tal tributo. Por esto se discurrió lo que llaman Amparo, que es entregarlos a los eclesiásticos y españoles pudientes, para que a su arbitrio y como si fuesen sus esclavos, los hiciesen trabajar pagando el tributo por ellos. No tardaron mucho aquellos gobernadores en entregar dichos Pardos libres a sus favoritos, importándoles poco que pagasen o no el tributo, haciendo lo mismo con las mugeres y con todas las edades. Aun hoy sucede cuasi lo mismo; bien que los más viven libremente sin pagar nada, por ignorarse su paradero en las campañas; y si les hostigan se pasan a otro gobierno. Los pocos que lo pagan, no es al erario, sino a lo que llaman ramo de guerra, que es un fondo de que disponen los gobernadores.

9. Un gobernador que en 1740 se vió muy acosado de los indios albayas, sacó del amparo a muchos negros y mulatos: y libertándolos del tributo, fundó con ellos el pueblo de la Emboscada, obligándoles a hacer el egercicio militar que no habian aprendido hasta entonces.

 

CAPITULO XV.

DE LOS ESPAÑOLES.

 

1. La diferencia en el origen de los españoles indicada en el capítulo anterior núm. 5, ha producido otra en los idiomas de los gobiernos de Buenos-Aires y Paraguay, por que en aquel solo se habla el castellano, y en este solo el guaraní, sucediendo esto mismo en la ciudad de Corrientes por su inmediacion al Paraguay: solo los más cultos entienden y hablan el español. Esto tiene una escepcion en la villa Paraguia de Caruguati, donde los varones hablan siempre entre sí español, y con las mugeres siempre el guaraní. Todos convienen en considerarse iguales, sin conocer aquello de nobles y plebeyos, vínculos y mayorazgos, ni otra distincion que la personal de los empleos, y la que lleva consigo el tener más o menos caudales o reputacion de probidad o talento. Verdad es que algunos quieren distinguirse diciendo que descienden de conquistadores, de gefes y aun de simples europeos; pero nadie les hace más caso por eso, ni ellos dejan de casarse, reparando poco en lo que pueda haber sido antes el contrayente. Tal es la idea de su igualdad. De aqui viene que en las ciudades ni el virrey encuentra un lacayo blanco o español, y es preciso que se sirva de indios, negros o pardos.

2. Pueden llamarse únicas poblaciones españolas alli, las ciudades de Buenos-Aires, Montevideo, Maldonado, Santa Fé, Corrientes y la Asuncion; pues aunque hay otras villas y parroquias o pueblos de españoles, no estan sus pueblos unidos en poblacion, sino muy desparramados por las campañas en casas solas: de modo que solo el párroco con algun herrero, tendero o tabernero viven junto a la capilla o iglesia. Aun cuando algunos otros tengan alli sus casas, se sirven de ellas solo los dias de grande fiesta. En las citadas ciudades, hay tal vez tantos españoles como en el resto de aquel pais, en lo que hay un grave perjuicio pues quitan a las campañas los brazos que necesitan y que realmente son la verdadera riqueza de todo pueblo o nacion. Ademas el habitar en las ciudades o en los campos, ocasiona tan graves diferencias entre aquellos españoles, como que creo deber describirlos con separacion.

3. Como son las ciudades las que engendran la corrupcion de costumbres, alli es donde reina, entre otras pasiones, aquel aborrecimiento que los criollos o españoles nacidos en América profesan a todo europeo y a su metrópoli principalmente: de modo que es frecuente odiar la muger al marido y el hijo al padre. Se distinguen en este odio los quebrados de fortuna, los más inútiles, viciosos, holgazanes, y los que habiendo estado en Europa, regresan sin empleo y aburridos de las sugeciones y molestias de los pretendientes. Con poca reflexion conocerian sus muchas ventajas sobre los europeos; pues su pais les franquea libertad, igualdad, facilidad de ganar dinero de muchos modos, y aun de comer casi sin trabajo ni costo; pues los comestibles son buenos, muy baratos y abundantes. No les dan sujecion las leyes sin vigor dictadas de tan lejos, ni las contribuciones, que son muy poca cosa, ni la precision de servirse de esclavos y pardos a que estan acostumbrados; lo único que alguna vez puede incomodarles, es la pasion o impertinencia de algun gefe.

4. Apenas nacen, los entregan sus padres por precision a negras o pardas, que los cuidan seis o más años, y despues a mulatillos, a quienes no verán ni oirán cosa digna de limitarse, sino aquella falsa idea, de que el dinero es para gastarlo, y que el ser noble y generoso consiste en derrochar, destrozar y en no hacer nada; inclinándolos a esto último la natural inercia, mayor en América que en otras partes. Con tales principios, no es estraño que desdeñen toda sujecion y trabajo, aun los hijos de un marinero u otro artesano, y que no quieran seguir la ocupacion de sus padres. Como ven la dificultad de poder subsistir por sí mismos, toman muchos el partido de seguir aquella carrera u oficio que se les presenta más fácil y espedita. Mas no por eso dejan de tener vanidad, ni de desear de obtener empleos por más que aparentan desdeñarlos y agradecerlos poco.

5. Aunque son inclinados al juego fuerte, la embriaguez solo se nota entre los más despreciables. A mi ver tienen mucho despejo, e ingenio tan claro y sutil, que si se dedicasen con la aplicacion y proporciones que los europeos, creo sobresaldrian mucho en las artes, ciencias y literatura. En Buenos-Aires y la Asuncion, solo les enseñan gramática latina, teología y algo de cánones: ademas el consulado ha establecido escuelas de náutica y de dibujo. No hay fábricas, y las artes y oficios, que se reducen a los indispensables, se ejercen por algun europeo que llegó pobre, y por los pardos indios y negros. Lo general de otras costumbres, de vestidos, modas y muebles es como en España; pero hay más lujo y mejores habitaciones y muebles en Buenos-Aires y Montevideo, porque son más ricas que las demas ciudades, y estan en puertos de mar. Generalmente son las mugeres limpias y se ocupan cosiendo y jugando en sus casas; pero solo hilan las de las ciudades interiores, el algodon que produce su suelo. Todas las ciudades tienen las calles tiradas a cordel menos la Asuncion: la arquitectura no ha hecho progresos, y es rara la casa que tenga alto.

6. Principio a tratar de los españoles campestres, diciendo que me parecen más sencillos y dóciles que los ciudadanos, y que no alimentan aquel ódio terrible que dige contra la Europa. Sus casas, por lo general, son unos ranchos, o chozas desparramadas por los campos, bajas y cubiertas de paja, con las paredes de palos verticales juntos clavados en tierra, y tapados sus clavos con barro. Las más carecen de puertas y ventanas de tabla, y las cierran con pieles cuando les incomoda el aire o el frio. La capilla que en cada distrito les sirve de parroquia, es por lo comun pequeña y fabricada como sus casas. En todas las del Paraguay, hay un maestro que enseña a leer y escribir a los niños, que van cada mañana y regresan por la noche a sus casas, distantes dos y cuatro leguas, sin haber comido sino las raices de mandioca asadas que llevaron. No hay tales maestros en las parroquias del gobierno de Buenos-Aires, y por esto son pocos los que alli saben leer.

7. Como las capillas o parroquias distan algunas veces cuatro, diez, treinta o más leguas, rara vez oyen misa, y muchos que van, la oyen a caballo desde el campo, estando la puerta abierta. Los bautismos se dilatan a veces muchos años; pero jamas omiten el enterrar los muertos en el cementerio. Para esto si la distancia no pasa de veinte leguas, visten al difunto, le ponen a caballo con estribos, etc., le aseguran atado a dos palos en aspa, y asi le llevan a la parroquia; pero si la distancia es mayor o temen corrupcion, dejan podrir al cadáver cubierto de ramas o piedras, o le hacen pedazos descarnando con el cuchillo la carne, y llevan los huesos para que el cura los entierre, metidos en un saco de cuero.

8. Los campestres del gobierno de Buenos-Aires, no conocen más medicina que algun remedio que les aplica alguna vieja o cualquiera otro; pero en cada distrito del Paraguay hay un curandero. Este va, los dias de fiesta a la parroquia, y sentado a la puerta de la iglesia, espera que los enfermos le envien lo que llaman sus aguas, que son unos orines en un cañuto de caña. Luego vierte unas gotas de ellos en las manos las mira contra el sol, y las tira al aire, repitiendo lo mismo dos o tres veces: segun le parece que caen en bolitas o en rocio, dice que la enfermedad es de frio o de calor, y entrega una de las yerbas que lleva para que las tome el enfermo en infusion. Estos curanderos no conocen otras enfermedades que las citadas, ni visitan a los enfermos, ni oyen la relacion de sus dolencias; pero algunos, muy pocos, que han leido a Madama Fauguet o el recetario citado cap. 5, núm. 30, visitan y recetan segun su corta inteligencia. Este punto esta tan descuidado en todo aquel pais, como que solo en Buenos-Aires y Montevideo hay médicos, cirujanos y boticarios que han ido de Europa, y en la Asuncion otros. En los pueblos de indios cristianos, se elige como los alcaldes, el indio que por un año ha de ser médico, pero sirve solo para avisar, al cura que vaya a confesarle o enterrarle.

9. Los españoles campesinos se dividen en agricultores y pastores o estancieros. Estos dicen a aquéllos que son mentecatos, pues si se hiciesen pastores, vivirian sin trabajar y sin necesidad de comer pasto como los caballos, porque asi llaman a la ensalada, legumbres y hortalizas. En efecto solo cultivan la tierra los que no pueden proporcionarse tierras y ganados para ser estancieros o no encuentran otro modo de vivir. En este caso de ser agricultores, esta más de la mitad de los españoles del Paraguay, y los que habitan las cercanias del río de la Plata y de las ciudades. Estos se distinguen de los pastores en que sus casas estan mucho más cerca unas de otras, son más aseadas y con más muebles, y en que sus vestidos son algo mejores. Saben tambien hacer sus guisados de carne y de sus vegetales y comen tambien pan, que son cosas poco conocidas en los pastores. En el capítulo 6 dige lo que es aquella agricultura, y en mi obra de cuadrúpedos, espliqué lo que son alli las ocupaciones pastoriles cuidando de diez y ocho millones de cabezas de ganado vacuno, y tres millones del caballar con bastantes ovejas. A esto ascienden mis cómputos de aquellos ganados: la sesta parte en el gobierno del Paraguay, y el resto en el de Buenos-Aires. Aunque en estos comprendo los ganados de los pueblos de los indios cuidados por estos, no incluyo en dicho número otros dos millones de ganado vacuno silvestre, ni las innumerables yeguadas alzadas o sin dueño.

10. Es de advertir, que cuanto se ha dicho y dirá de la gente campesina, no pertenece solo a la española, porque es de todas las castas de hombres. En las casas pastoriles es general no haber más muebles que un barril para llevar agua, un cuerno para beberla, asadores de palo para la carne y una chocolatera para calentar el agua del mate. Para hacer caldo a un enfermo, he visto poner pedacitos de carne en un cuerno y rodearle de rescoldo, hasta que hervia. No es comun tener alguna olla y un plato grande con alguna silla o banquillo, porque se sientan sobre sus talones o sobre una calavera de vaca. Comunmente duermen en el suelo sobre una piel, aunque otros arman su cama, que se reduce a un bastidor hecho de cuatro palos, atado a cuatro estacas o pies con una piel encima, sin colchon, ni sábanas ni almohada, pero en el Paraguay se ven algunas hamacas. No comen sino carne asada en un palo, y para esto no suelen esperar hora, ni unos a otros, ni beben hasta haber comido. Entonces no teniendo mesa, mantel ni servilleta, se limpian la boca con el mango del cuchillo, y en seguida a este y los dedos en las botas. No gustan de las aves, y poco de la ternera, aun de la vaca apenas comen sino las costillas, la entrepierna y lo que llaman matambre que es la carne que cubre el vientre; arrojan el resto, atrayendo a las cercanias de la casa muchos pájaros y la grande corrupcion que engendra infinitas moscas, escarabajos y mal olor. En el Paraguay donde hay más economía, aprovechan la carne charqueándola, que es cortarla a tiras delgadas como el dedo para secarla al sol y al aire; asi las conservan y comen cuando les acomoda.

11. Los que tienen algunas conveniencias, visten regularmente, pero los jornaleros y criados suelen no tener camisas ni calzones, aunque no les falta nunca el poncho, sombreros, calzoncillos blancos y el chiripá, que es un pedazo de gerga atada a los riñones que les llega a la rodilla. Llevan tambien horas de medio pie, sacadas de una pieza de la piel de las piernas de potros o terneras, sirviéndoles la corva para talon. Nunca tienen ropa de remuda, y cuando llueve, suelen muchos poner la puesta bajo de la piel en que van montados, y acabada el agua se la ponen enjuta. Si llueve y quieren comer en el campo, entre dos estienden un poncho y otro hace fuego, y asa la carne debajo. Llevan la barba bastante larga por que ellos mismos se afeitan, muchas veces con el cuchillo. Sus mugeres son puercas, y van descalzas sin más vestido que el tipos o camisa que dige de las indias en el capítulo 13 núm. 18. Las más no la tienen de remuda, y se la quitan, lavan y tienden al sol, y enjuta vuelven con ella puesta del río a su casa. Sus ocupaciones son por lo comun, barrer, hacer fuego para asar la carne, y calentar el agua para tomar el mate, sin hilar ni coser.

12. Apenas nace un niño entre los campestres, le toma su padre o hermano, y le lleva delante a caballo por el campo, hasta que llora y le vuelven para que le den de mamar. Esto dura hasta que pueden dejarle ir solo en un caballo viejo. Asi se crian, y como no oyen reloj, ni ven medida ni regla en nada, sino largos rios, desiertos, y pocos hombres cuasi desnudos corriendo a caballo tras de fieras y toros, les imitan sin apetecer la sociedad de los pueblos ni conocer el pudor, ni la decencia ni las comodidades. Por supuesto que no tienen otra instruccion que la de montar a caballo, ni sujecion ni amor patriótico; y como se ocupan desde la infancia en degollar reses, no ponen el reparo que en Europa en hacer lo mismo con los hombres, y esto con frialdad y sin enfadarse. Son en general muy robustos: se quejan poco o nada en los mayores dolores; aprecian poco la vida y se embarazan menos por la muerte. Nadie se mezcla en disputas agenas ni pendencias, ni arrestan a ningun delincuente. Miran estas cosas friamente, y aun tienen por maldad descubrir a los reos, y el no ocultarlos y favorecerlos. No ponen reparo en servir en el campo mezclados con indios negros o pardos, y aun a la órden de estos; pero cuando les da la gana, le dejan sin el menor motivo; por que no se les nota aficion a sitio ni a amo, ni hacen más que su antojo presente. Son hospitalarios, y al pasagero dan comida y posada aun sin preguntarle quien es, ni adonde va; nunca le dicen que se vaya aunque se detenga meses, y si pide caballo para continuar, se lo dan. Sin embargo conocen poco la amistad particular.

13. Para jugar a naipes a que son muy aficionados, se sientan sobre los talones, pisando las riendas del caballo para que no se lo roben, y a veces con el cuchillo o puñal clavado a su lado en tierra; prontos a matar al que se figuran que les hace trampas; sin que por esto dejen ellos de hacerlas siempre que pueden. Aprecian poco el dinero, y cuando lo han perdido todo, muchas veces poniéndolo a una sola carta, se juegan la ropa que llevan puesta, siendo frecuente quedarse en cueros, si el que ganó no le da algo de la suya, si es peor que la del que perdió. Las pulperias o tabernas, que hay por los campos, son los parajes de reunion de esta gente. No beben vino sino aguardiente; y es su costumbre llenar un vaso grande y convidar a los presentes pasando de mano en mano, y repitiendo hasta que finaliza el dinero del convidante, tomando a desatencion el no beber siendo convidado. En cada pulperia hay una guitarra, y el que la toca bebe a costa agena. Cantan Yarabis o Tristes que son cantares inventados en el Perú, los más monótonos y siempre tristes, tratando de ingratitudes de amor, y de gentes que lloran desdichas por los desiertos.

14. Son inclinados a robar caballos, y les repugna tanto caminar a pie, que cuasi no lo saben hacer. Aun para pasar una calle montan, y cuasi todo lo hacen a caballo. En sus juntas o tertulias en el campo, estan horas hablando sin apearse. Si necesitan barro, por poco que sea, van y vienen, haciéndolo amasar al caballo. Un egercicio tan continuado no les cansa jamas, y les da una destreza increible en el montar, no obstante que estriban largo y ensanchan mucho los muslos. No reparan montar a cualquier potro, aun de los silvestres, y seguro esta que los derribe, ni que pierdan el equilibrio; no obstante que sus estribos son triangulares de palo, y tan pequeños, que solo meten la punta del dedo pulgar. Cuando cae el caballo, se quedan sin lesion en pie a un lado, con las riendas en la mano, para que no se les escape. Es increible el conocimiento de los caballos: basta ver a doscientos o más por dos minutos paciendo en el campo, para que digan al dia siguiente si falta uno y de que color es. No es menos admirable el tino con que los prácticos Baqueanos conducen al paraje que se les pide por terrenos horizontales, sin caminos, sin árboles, sin señales ni aguja marítima, aunque disten cincuenta y más leguas.

15. Ademas de los dichos hay por aquellos campos principalmente por los de Montevideo y Maldonado, otra casta de gente, llamados más propiamente Gauchos o Gauderios. Todos son por lo comun escapados de las cárceles de España y del Brasil, o de los que por sus atrocidades huyen a los desiertos. Su desnudez, su barba larga, su cabello nunca peinado, y la oscuridad y porqueria de semblante, les hacen espantosos a la vista. Por ningun motivo ni interés quieren servir a nadie, y sobre ser ladrones, roban tambien mugeres. Las llevan a los bosques, y viven con ellas en una choza, alimentándose con vacas silvestres. Cuando tiene alguna necesidad o capricho el gaucho, roba algunos caballos o vacas, las lleva y vende en el Brasil, de donde trae lo que le hace falta. Yo recogí entre otras, a una de tales mugeres española; me contó que hacia diez años que la habia robado un tal Cuenca: que a este le habia muerto otro; que a este habia muerto un tercero; y a este el que la estaba poseyendo.

16. Añadiré despues de haber hablado de todas aquellas especies de gentes, que las gobierna un virey, cuya autoridad se estiende a muchos más paises de los que he descrito y terminaré este capítulo con una breve noticia de su comercio.

17. Como aquel pais no produce oro ni plata, le despreció el comercio de España, pero temiendo que por alli se internasen mercaderias del Perú en perjuicio de las flotas y galeones, logró que al río de la Plata se le prohibiese todo comercio esterior. Clamaron los agraviados, y en 1602 se les concedió, por seis años, estraer en barcos propios y de su cuenta dos mil fanegas de trigo en harina, quinientos quintales de cecina y otros tantos de sebo; conduciéndolo todo al Brasil y a Guinea, y no a otros puertos, y llevando en retorno sus necesidades. Finado este permiso, se solicitó prórroga sin limitar tiempo, ampliándolo sin límite en los granos, ni en los buques propios o fletados, y ademas poderlos conducir a España. Se opusieron mucho a esto los consulados de Lima y Sevilla; pero en 8 de setiembre de 1618, se concedió por tres años al río de la Plata dos registros que no pasasen de cien toneladas cada una bajo ciertas condiciones. Y para que nada se internase en el Perú, se estableció aduana en Córdoba del Tucuman, que cobraba cincuenta por ciento de lo que se introdujere, sin permitir se llevase hácia Buenos-Aires oro ni plata, ni aun el que les resultaba de la venta de mulas. Concluido el tiempo de este permiso, continuó el propio comercio sin limitacion de tiempo por órden de 7 de febrero de 1662. Asi siguió el comercio, aunque una u otra vez se permitió a algun navio cargado, hasta que el 12 de octubre de 1778, se permitió alli todo comercio libre, y tambien la internacion.

18. En el dia el gobierno del Paraguay solo comercia con Buenos-Aires, Santa Fé y Corrientes, y podrá formarse idea de su comercio por la tabla siguiente que formé por el quinquenio de 1788 al de 1792 ambos inclusive. Tambien se formará juicio del de Buenos-Aires y demas puertos del río de la Plata, por la tabla que acompaña formada del quinquenio desde 1792 al de 1796 ambos inclusive.

 

 

CAPITULO XVI.

BREVE NOTICIA DE LOS PUEBLOS Y PARROQUIAS EXISTENTES EN EL GOBIERNO DEL PARAGUAY.

 

1. Cuasi se reducirá a una lista, porque en la tabla que de ellos se pondrá al fin, se espresarán los años de antigüedad, sus posiciones geográficas y el número de almas. Advierto ademas que solo las ciudades y pueblos de indios y pardos estan a manera de pueblos, y las demas parroquias con las casas desparramadas. El año de 1793 habia entre todas las poblaciones y parroquias ciento treinta y cuatro clérigos; cuyas rentas no pasan, ni apenas llegan a lo necesario para vivir.

Asunción.

2. La principió Juan de Ayolas en la orilla oriental del río Paraguay, y en mil quinientos cincuenta y cinco le llegó el primer obispo. Fué capital del imperio español en aquellas partes, hasta que en 1620 se hizo en Buenos-Aires otro gobierno y obispado. De ella salieron los fundadores de las ciudades llamadas Ciudad-Real, Jerez, Santa Cruz de la Sierra, Corrientes, Concepcion del Bermejo, S. Juan, Santa Fé de la Vera Cruz y Buenos-Aires, y las villas de Ontiveros, Villarrica y Talavera. Su piso es inclinado y arenisco, las calles son torcidas no igualmente anchas, los edificios sin segundo piso, y las mejores casas de ladrillo cocido o piedra; trabados con barro, tomadas las juntas con mortero de cal, y los tejados de teja. Su obispo se dice tener seis mil duros de renta alli, y le dan ademas en Potosí mil ochocientos treinta y ocho y dos reales. Su dean tiene ochocientos siete de dichos duros; las tres dignidades y dos canónigos setecientos, con un racionero trescientos. Tiene conventos de franciscos, mercenarios y dominicos, con ciento diez frailes al todo, y un colegio donde enseñan hasta filosofia y teología, con un comisario de la inquisicion.

Villarica del Espíritu Santo.

3. Se fundó en la provincia de Guairá, dos leguas al Este del río Paraná; pero luego se trasladó más al Oriente junto al río Huibi, despues adonde este río se juntan al Curubatí. En 1631, cuando los portugueses se llevaron los indios de aquel distrito, se incorporó a Villarica la Ciudad Real, y juntas se fijaron diez leguas al Norte de la actual villa de Curuguatí. En el de 1634, se situó entre los arroyos Jejuigauzú y Jejuimirí y luego donde existe dicha Curuguatí; pero por haberse llevado los portugueses todos los indios de los pueblos vecinos en 1676, transmigró la Villarica tomando asiento junto a la actual parroquia de los Ajos: desde alli se fijó donde esta hoy, en el año de 1680. El de 1715 parte de sus gentes fundaron la villa de Curuguatí, y antes, estando en el Guairá, otra parte formó la segunda ciudad llamada Jerez. Desde sus antiguos tiempos, tuvo y conserva un conventillo con dos o tres frailes franciscos. Sus habitantes se dedican mucho a beneficiar la yerba del Paraguay.

Curuguatí.

4. Esta villa es colonia de la precedente; sus vecinos se dedican a lo que aquellos y a la agricultura, no permitiendo su distrito formar estancias de ganados por falta del Barrero citado en el cap. 3, núm. 1.

Nota

5. Siguen treinta y cuatro parroquias de españoles, que no ofrecen que decir sino lo que se lee en la tabla al fin del capítulo.

Yta.

6. Se compone de indios guaranís, llamados antiguamente carios, y que fueron los primeros de su nacion vencidos por Juan de Ayolas.

Yaguarón.

7. Sus indios eran tambien carios, y fueron vencidos juntamente con los de Ytá. Vivian entonces en las orillas del arroyo Yaguarí, que vierte en el Tebicuarí: una porcion de ellos dio principio al pueblo de S. Ignacio Guazú.

Yapané.

8. Tambien tuvo el nombre de Pitun cuando se fundó en la provincia de Ytatí en el sitio que le señala la tabla al fin del cap. 12: temiendo a los albayas, transmigraron sus indios que eran guaranís, al sitio que ocupan, a fines de noviembre de 1673. Despues han padecido mucho en los ataques que les han dado los indios del Chaco y los payaguas.

Guarambaré.

9. Tomó el nombre de un cacique. Se fundó no lejos del precedente con indios guaranís donde dice la misma tabla del cap. 12, y por los motivos citados, transmigró junto con el de Ypané al sitio que ocupa.

Atisá (15)

10. Se fundó en la misma provincia cuando los dos precedentes, en el sitio llamado hoy Lima a media legua al Norte del río Jejuí. Sus indios guaranís transmigraron juntamente con los precedentes y se incorporaron a los del pueblo de los Yois.

Aregüa.

11. Creo se fundó con los guaranís llamados entonces Mongolás; pero habiéndolos dado en clase de Yanaconas el visitador Alfaro al convento de mercenarios de la Asuncion, y habiéndolos disfrutado los padres cuasi dos siglos, llegaron a figurarse que eran sus esclavos, hasta en 1783 se declaró formalmente que no lo eran, sino Yanaconas.

Altos.

12. Se llamó tambien Hitirizú y se fundó donde esta. El 7 de noviembre de 1677, se le incorporaron los indios de Arecayá, siendo todos Guaranís. Este último pueblo se fundó por los años de 1632 cerca del río Curuguatí, donde dice la tabla del capítulo 12; pero el gobernador del Paraguay le deshizo en 1600, picado de que le quisieron matar sus indios, y los repartió por las casas de los españoles. El de 1665, se reunió el pueblo en los 25º 11’ 45" de latitud y 59º 54’ 18" de longitud, permaneciendo hasta unirse al de los Altos.

Tobatí.

13. Se fundó con guaranís donde dice la tabla del capítulo 12; pero habiéndole los albayas muerto mucha gente, pasó a donde esta, el dia último de febrero de 1699.

Tabapí o Acaai.

14. Habitan las tierras de este pueblo algunas parcialidades de guaranís que fueron sometidas por Juan Ayolas que les formó el pueblo que Rui Diaz llama muchas veces de Acaai. Despues se dieron sus indios en encomienda a los padres dominicos, y habiéndose mezclado con sus esclavos, no quieren se llame pueblo de Acaai, ni aun pueblo, sino Estancia de Tabapí. Se compone de trescientos treinta y ocho mestizos y mulatos libres que descendientes de los indios del citado pueblo de Acaai, en clase de desamparados, calificaban todas sus tierras juntamente con más de trescientos esclavos arrendando el resto a doscientos españoles. Dicen los padres compraron las tierras en 1553 y 1555, y que les dio otra porcion Martin Suarez de Toledo en 1573.

Caazapá.

15. Se encomendó al P. Fr. Luis Bolaños en donde hoy esta el de Ytapé; cuyo sitio se llamaba Guaibicá: de alli pasó no se cuando adonde esta.

Yutí.

16. Varias espediciones españolas forzaron a estos Guaranís a formar el pueblo a donde hoy esta el de San Cosme, y de alli transmigró al sitio que ocupa en 1673.

Itapé.

17. Dos parcialidades guaranís, cuyas dos terceras partes eran mugeres, que vivian en el bosque de las cabeceras del río Tebicuari precisadas del hambre, solicitaron reducirse, y el gobernador las repartió en los dos pueblos precedentes; pero siete años despues se les formó el pueblo donde esta.

San Ignacio-guazú.

18. D. Hernando Cueva y el P. Marcial de Lorenza, este jesuita y aquel cura de Yaguaron, le fundaron con indios escogidos de dicho Yaguaron en el sitio llamado Ytaquí, que esta en 26º 57’ 53" de latitud y 59’ 20’ 49" de longitud. Luego se retiró el citado cura, y varios espedicionarios españoles forzaron a los guaranís de la comarca a reunirse con los yaguarones. Diez y ocho años estuvo alli el pueblo, y se mudó a donde esta hoy la capilla de San Angel, distante un cuarto de legua por el Este doce grados Sur del pueblo actual al cual se transfirió cuarenta años despues. El de 1640 le agregaron los padres jesuitas como trescientos indios guaranís, de los que por las costas del río Uruguay huian la persecucion de los portugueses.

Santa Maria de Fee

19. El capitan Juan Caballero Bazán con su tropa española formó el año de 1592 en la provincia de Ytati tres pueblos de guaranís que llamó Tarei, Bomboi, y Caaguazú por los veinte y dos grados de latitud al Este del río Paraguay, encargándolos al cura Hernando Cueva. El año de 1632, temiendo a los portugueses, se reunieron los dos primeros tomando el nombre de San Benito, y se encargaron interinamente a dos padres jesuitas, que les mudaron los nombres llamando al de San Benito, Santa Maria de Fee, y al Caaguazú, San Ignacio. Los portugueses los asaltaron en 1649 matando un jesuita y llevándose muchos indios. Los restantes ausiliados de españoles se fijaron en la orilla del río Pirai, hoy Aquidaban, por los 23º 9’ 30" de latitud, cuyo sitio se llamaba Aguaranambi. Pasados siete años volvieron los pueblos a su situacion primera: esto es, el de Santa Maria de Fee a los 22º 4’ de latitud, poco al Sur de donde se junta el río Corrientes o Appas al del Paraguay, y el de San Ignacio alli cerca. El año de 1661, mataron los albayas muchos indios del de Santa Maria de Fee; los que escaparon se unieron a los de San Ignacio y se internaron doce leguas al Este por los 22º 30’ de latitud. Finalmente temiendo a los mismos albayas, transplantaron ambos pueblos los padres jesuitas a las cercanias del río Paraná, donde estan, el año de 1672. Todo consta en el archivo de la Asuncion. Con parte de los indios de Santa Maria de Fee formaron los padres jesuitas el de Santa Rosa el 2 de abril de 1760.

Santiago.

20. Es el que acompañó al precedente con el nombre de S. Ignacio, que dejó por haber ya por alli otro con este nombre.

Santa Rosa

21. Es una colonia de Sta. Maria de Fee.

San Cosme.

22. Le fundó el P. jesuita Formoso en la sierra del Tapé, que hoy pertenece a la capitania portuguesa del Río grande de S. Pedro. De alli en 1638, temiendo a los mamalucos o portugueses, fué a fijarse entre el actual pueblo de Candelaria y al arroyo Aguapei: pasó luego a la orilla septentrional del Paraná, para volver a incorporarse con el citado Candelaria. Se separó en 1718, colocándose una legua al Este; y en 1740 pasó al Norte del Paraná, fijándose a tres cuartos de legua al Norte del sitio que ocupa, que tomó en 1769.

Itapuá.

23. Le formalizaron los padres jesuitas cerca de donde esta, trasladándolo en 1703. Le agregaron los padres 960 almas tambien guaranís, de su pueblo de Santa Teresa del Igai o Yacuí, que fué destruido por los mamalucos en 25 de diciembre de 1637. Tambien le agregaron algunos restos de la Natividad, fundado en 1624 sobre el río Acarai, y destruido poco despues por los portugueses. Una parte de este pueblo pasó a fundar el de Jesus en 1685.

Candelaria.

24. Le fundaron los padres jesuitas hácia el orígen del arroyo Pirain, que vierte en el Piratiní cerca del pueblo de S. Luis; pero temeroso de los portugueses, pasó a fijarse cerca del de Itapua al Norte del Paraná. Volvió a repasar este río, situándose cerca de la boca del Igarupá poco más abajo de donde esta, fijándose alli en 1665. Es el pueblo capital de las Misiones; no porque sea el mayor ni el mejor, sino por estar como en el centro a la orilla del Paraná. Sus alrededores son tan malos para la agricultura, como que solo cultivan tierras en la orilla opuesta, teniendo que pasar el Paraná para hacer sus labores.

Santa Ana.

25. El sitio en que los padres jesuitas fundaron este pueblo de guaranís fue al Este del río Igay o Yacui, que hoy poseen los portugueses del Río grande de san Pedro. Por miedo de los mamalucos en el año de 1636 se situó no lejos del Paraná, como a legua y media del lugar que ocupa desde el año de 1660.

Loreto.

26. Se fundó este pueblo, el siguiente y once más junto al río Paranapané de la provincia del Guairá. Se repartieron sus indios guaranís en Encomiendas, pero no habiendo clérigos para doctrinarlos, se encargaron todos a dos padres jesuitas por abril de 1611; los cuales en diciembre de 1631, salvaron este pueblo y el siguiente de los mamalucos que se llevaron y esclavizaron los once restantes. Huyeron pues dichos dos pueblos fijándose este Loreto a fin de marzo de 1632 sobre el arroyo Yabebiri en el sitio donde le corta el camino que va al de san Ignacio mirí. Luego se mudó un poco más arriba; pero volvió donde antes, hasta que en 1686 se fijó donde esta.

San Ignacio-miri.

27. Todo como el precedente, y ambos huyendo llegaron juntos al Yabebiri estableciéndose este pueblo donde dicho río Yabebiri forma una grande vuelta. De alli se acercó al Paraná, y el 11 de junio de 1659 se fijó donde esta.

Corpus.

28. Lo fundaron los padres jesuitas sobre el arroyo Iniambey al Occidente del Paraná, donde se le incorporaron como la mitad de los indios del pueblo de la Natividad que escaparon de la persecucion portuguesa, y la otra mitad al de Itapisa. En 1647 pasó el río Paraná situándose como tres cuartos de legua del lugar que ocupa donde se fijó el 12 de mayo de 1701.

Trlnidad.

29. Es colonia del de San Cárlos. La establecieron los padres jesuitas en 27º 45’ 2" de latitud y 57º 57’ 4" de longitud, pero el año de 1712 se trasladó adonde esta.

Jesús.

30. Lo fundaron los padres jesuitas sobre el río Monday cerca del Paraná. Luego transmigró al Poniente, y con el ausilio de los indios del pueblo de Ytapuá se situó cerca de dicho Monday sobre el arroyo Ybaroti. De alli pasó al arroyo Mandizobi y luego al Capibarí hácia el camino que va hoy al pueblo de Trinidad. Ultimamente se estableció quinientas varas al Levante en donde hoy existe.

San Joaquín.

31. Se fundó con el nombre del Rosario del modo dicho en el cap. 13, núms. 3 y 4 en los 24º 44’ 49" de latitud y 58º 58’ 55" de longitud: pasó adonde esta en 1753 por miedo a los albayas.

San Estanislao

32. Su fundación esta esplicada en el capítulo 13, núms. 3 y 4.

Belén.

33. Se fundó del modo esplicado en dicho cap. 13, núm. 5.

Emboscada.

34. El gobernador don Rafael de la Moneda sacó de las casas españolas donde estaban en amparo una porción de negros y mulatos; con ellos formó este pueblo para que fuese antemural contra las invasiones de los albayas.

 

 

CAPÍTULO XVII

BREVE NOTICIA DE LOS PUEBLOS Y PARROQUIAS ECSISTENTES EN EL GOBIERNO DE BUENOS-AIRES.

 

1. Como muchos de ellos no ofrecen que añadir a lo que dice la tabla al fin del capítulo, me limitaré a hablar solo de los que lo merezcan por alguna particularidad. Sucede también aquí cuasi lo mismo que en el gobierno del Paraguay: esto es que las parroquias tienen las casas desparramadas por los campos. Y es de notar que el número de almas en muchas se ha puesto a juicio prudente, por no haberse hecho hasta hoy listas de su vecindario. En cuanto al número de eclesiásticos en este gobierno, no hay sino los párrocos precisos y muy pocos más; exceptuando a Buenos-Aires que en 1793 tenía ciento treinta y siete sin contar los frailes.

Buenos-Aires.

2. Se llama ciudad de la Trinidad y puerto de Santa Maria de Buenos-Aires. Se principió su fundación el 2 de febrero del mismo año que se fundó la de Lima, esto es en 1535. Pero se despobló en el de 1539 y se volvió a poblar en 1580 con sesenta paraguayos, siempre en el mismo sitio. Estuvo subordinada a la de la Asunción, hasta que en 1620 se hizo cabeza de un nuevo gobierno y obispado. El de 1665 se erigió en ella una real audiencia, que se suprimió en 1672, y después el de 1776 se elevó a cabeza de un vasto vireinato, dotado con cuarenta mil duros anuales. Al mismo tiempo se erigieron en ella no solo la real audiencia con regente, cinco oidores y dos fiscales, dotados con seis duros el primero, y tres mil cada uno de los otros, sino también un tribunal de cuentas, y un enjambre de empleos y empleados conservando los tres oficiales reales que antes había únicamente. La renta de su señor obispo, se regula en diez y ocho a veinte mil duros, y su catedral, que acaba de hacerse, tiene los mismos prebendados que la del Paraguay, pero cada uno con tanta renta como todos aquellos juntos. Hay en la ciudad cinco parroquias, convento de monjas capuchinas y catalinas y de frailes franciscanos, mercenarios, dominicos y belemnitas. Estos cuidan de un hospital y hay otro de mugeres con casas de espósitos y huérfanas. Sus puertos son la Ensenada y el Riachuelo citados en el cap. 4, núms. 24 y 25. esta la población sobre la barranca austral del río de la Plata en suelo llano, con calles anchas a cordel y como la mitad de ellas empedradas; pero todas tienen las aceras enladrilladas para la gente de a pie. El virrey habita un fuertecillo con cuatro baluartes de ladrillos y barro, que mira al río y domina la plaza mayor. Todos los edificios son de dicho ladrillo cocido y barro, y son muy raros los que tienen segundo piso. En cuanto a la enseñanza es igual a la que hay en el Paraguay, también en un colegio, y no le falta un comisario de la inquisición de Lima.

Montevideo.

3. Asi le llaman aunque al fundar esta ciudad le pusieron el de San Felipe. Se dieron las órdenes para hacer este pueblo el año 1724; pero hasta el de 1726, no llegaron los primeros pobladores llevados de las islas Canarias. Toda la ciudad esta circundada del mar, y de una muy baja y mala muralla sin foso menos por donde hay un fuertecillo de ladrillo y barro con cuatro baluartillos; pero por esta parte se estan construyendo nuevas fortificaciones más sólidas. Las calles son anchas y a cordel sin empedrar, y se hace en ellas muchos barros cuando llueve. Sus edificios como los de Buenos-Aires, tiene una parroquia y un convento de franciscanos. En ella residen un gobernador militar, y el gefe de la marina del río de la Plata.

Maldonado.

4. Se principió al mismo tiempo que Montevideo, pero adelantó muy poco, hasta que por los años de 1780 principiaron a fijarse alli más gentes, y el de 1786 se erigió en ciudad. Su asiento es llano y arenisco, las casas y calles como las de Montevideo; pero como dista una legua del puerto descrito en el cap. 4, núm. 28, es de presumir, que la ciudad se trasladará a la isla de Gorriti o a la punta del Este del mismo puerto, o que se formará alli otra.

Colonia del Sacramento.

5. El gobernador portugués del río Janeiro la fundó en 1679, y el de Buenos-Aires la destruyó el 7 de agosto de 1680; pero el año siguiente se permitió interinamente a los portugueses volverla a poblar. El año de 1705 la tomó segunda vez el gobernador de Buenos-Aires, y se devolvió el de 1715. Otra vez la tomaron los de Buenos-Aires en 1762, y habiéndola restituido se tomó la cuarta vez, y se demolió en 1777. Pero despues han reedificado algunos españoles bastantes casas, que tienen una indecente capilla. esta a la orilla septentrional del río de la Plata, y de su puerto hablé en el cap. 4, núm, 26.

Sta. Fee de la Vera Cruz.

6. Se fundó esta ciudad en el sitio que hoy tiene el pueblo de Caiastá, y en 1651, se trasladó a donde esta: su asiento llano, las calles y casas como en Montevideo, y tiene una parroquia con tres conventos de frailes. Vá en decadencia desde que se ha dado libertad a los vecinos del Paraguay para introducir su yerba por Buenos-Aires al Perú y Chile, cosa que hasta entonces no podían hacer sino por Santa Fé.

Corrientes

7. Su fundador dio a esta ciudad el nombre de San Juan de Vera de los siete corrientes, situándola sobre la barranca oriental del río Paraná. Su piso llano y gredoso; las calles derechas y anchas y los edificios como en Santa Fe. Tambien tiene tres pequeños conventos de frailes con una sola parroquia.

Ybatí

8. Sugetaron a los guaranís de este pueblo los españoles de la ciudad precedente, y algún tiempo después la formaron su pueblo en el sitio, llamado entonces Yaguarí distante diez leguas de la ciudad Paraná arriba. Alli se le incorporaron otros guaranís que vivían cerca; y pasados más de cuarenta años, se trasladó el pueblo a donde esta, en la orilla austral del Paraná, aumentándole con más guaranís que vivían en la isla de Apipé. Estos indios arrojaron a sus curas que eran frailes franciscanos, y llamaron a los padres jesuitas, los cuales al instante le mudaron el nombre en el de Santa Ana: pero les pusieron pleito dichos frailes y se les restituyó el pueblo en 1616. Los payaguas y otros indios de Chaco el año de 1748, mataron muchos indios de este pueblo y de los dos siguientes.

Guacarás.

9. Lo fundaron los españoles de Corrientes con los guaranís que habían llevado del Paraguay sus encomendaderos el mismo año que al precedente y cuasi lo destruyeron los payaguas el de 1748. Entre sus pocos pobladores hoy hay algunos mestizos.

Sta. Lucía.

10. Lo formaron los mismos españoles que al precedente al Norte y pegado al río Santa Lucia con cuatro parcialidades de indios guaranís, los cuales poco a poco han ido desertando, de modo que no hay hoy ni un descendiente de los primeros. Los que le componen son todos desertores de los pueblos jesuiticos y de los del Paraguay que en diferentes tiempos se han fijado voluntariamente alli: siempre ha estado cuidado por frailes franciscanos. En 1748 le mataron muchos indios los del Chaco y los payaguas.

San José.

11. Lo fundaron los padres jesuitas en Ytaguatia, que es un sitio de la sierra del Tapé poseido hoy por los portugueses. Huyendo de estos, cinco años despues, se estableció entre los pueblos de Corpus y San Ignacio mirí, hasta que en 1660 se fijó donde esta.

San Cárlos.

12. Lo principiaron en Caapi, como a otros que fueron destruidos por los portugueses, y de los guaranís que los jesuitas pudieron recoger y salvar de ellos, formaron este pueblo.

Apóstoles.

13. Lo fundaron los jesuitas en la sierra del Tapé llamándole Natividad: cinco años despues huyendo sus guaranís de los portugueses, se fijó donde esta con el nombre que lleva.

Concepcion.

14. Lo fundó, donde esta, el jesuita Roque Gonzalez el 8 de diciembre de 1620. En él se refugiaron las reliquias de los Ybiticari, Caapi, San Miguel, Mártires, Caazapaguazu, Santa Maria la Mayor, y el conjunto de que se formó el de Mártires. Los de Ybiticarai y Caapi se le separaron en 1687 para formar el de San Luis.

Mártires.

15. Fundaron los padres jesuitas en Ybiticarai el pueblo de Jesus Maria, y tres años despues en Caapi, los de San Carlos, San Cristobal, San Joaquin o San Pedro y San Pablo todos guaranís; pero habiéndolos destruido los portugueses en 1638, reunieron los padres a los fugitivos con quienes formaron este pueblo entre Concepcion y Santa Maria la Mayor, cerca de este, de donde subió a la lomada en que esta el año de 1704.

Sta. Maria la mayor.

16. Los padres jesuitas lo fundaron donde se juntan los dos grandísimos rios Yguazú y Paraná; de donde temiendo a los portugueses, se transplantaron en 1633 a donde se ha dicho que estuvo primero el de Mártires. De alli pasó este pueblo Guaranís al sitio que ocupa.

San Javier.

17. Lo fundaron los padres jesuitas con guaranís sobre el arroyo Italin poco al Norte de donde existe.

San Nicolas.

18. Los padres jesuitas lo fundaron sobre el arroyo Piratinimiri, pero huyendo de los portugueses o mamalucos pasó el río Uruguay por enero de 1638, y se estableció sobre el arroyo Aguarapucai entre los dos pueblos precedentes. El año de 1650, se unió este pueblo al de Apóstoles, y en 2 de febrero de 1667 se separó y fijó donde esta.

San Luis.

19. Es el mejor pueblo de las Misiones. Tuvo el nombre de San Joaquín cuando los padres jesuitas lo fundaron sobre el río Ygai o Yacin; pero huyendo de los portugueses, se unió en 1638 al de Concepcion, de quien se apartó el de 1687 para situarse en Caazapámiri en el sitio que antes tuvo el de Candelaria. De alli pasó a un sitio cercano al que hoy tiene agregándosele los indios tambien guaranís que ocuparon de los pueblos siguientes: Jesus Maria fundado al Este del río Yacui en Ybiticarai: la Visitacion de Caapi; y San Pedro y San Pablo de Caaguazu. Estos tres pueblos fueron destruidos por los portugueses que vendieron a sus indios por esclavos como lo hacian con cuantos pillaban.

San Lorenzo.

20. Es colonia del de Santa Maria la Mayor.

San Miguel.

21. Tambien lo fundaron los padres jesuitas en la citada sierra del Tapé; pero huyendo de los portugueses pasó el río Uruguay, a situarse cerca del de Concepcion, de donde en 1687 fué a fijarse donde le vemos hoy.

San Juan.

22. Es colonia del precedente, y tiene de particular estar el colegio o habitacion de los padres edificado sobre un monton artificial de tierra apisonada que domina las cercanias.

San Angel.

23. Es colonia del de Concepcion que situaron los padres jesuitas entre los dos rios Yivi; pero pasando despues al mayor río lo fijaron donde esta.

Sto. Tomé.

24. Lo fundaron los padres jesuitas sobre el arroyo Tebicuarí cerca del río Ybicui; pero huyendo de los portugueses en 1639, se acercó al río Uruguay, y despues lo pasó a tomar el sitio en que esta.

San Borja.

25. Es colonia del precedente.

La Cruz.

26. Los citados padres lo fundaron al Occidente del río Uruguay, donde este confluye con el arroyo Acaraguá. De alli bajó al río Albororé: despues se incorporó al pueblo siguiente, separándose y fijándose donde existe, el año de 1657.

Yapeyú.

27. Lo fundaron los padres mencionados donde esta con los indios guaranís de la comarca al Poniente, pegado al río Uruguay. Fué el más numeroso, pues le dejaron los jesuitas con 8.510 almas.

San Francisco Javier.

28. Una parcialidad de indios mocobis, pidió reduccion al comandante de Santa Fe, quien en 4 de julio de 1743, dió el encargo y los ausilios a los padres jesuitas, y estos formaron el pueblo en el sitio que ocupa el de Caiastá. Pero ni los padres jesuitas, ni hasta hoy se ha logrado civilizar a un sólo indio. Ellos se van y vuelven cuando les da la gana, y se detienen porque se les da de comer.

San Gerónimo.

29. Es de indios abipones, y en todo lo mismo que el precedente.

Las Garzas.

30. Una porcion de indios del pueblo anterior que se separó, quiso formar el presente, que en nada difiere de los dos anteriores.

San Pedro y san Pablo.

31. Téngase aqui por repetido todo lo dicho en el núm. 28.

Caiastá.

32. Una tropa española que sorprendió una porcion de indios charrúas y minuanes, los espatrió y formó con ellos este pueblo, que esta segun se dijo en el núm. 28.

Inespin o Jesus nazareno.

33. Lo formó un comandante de Santa Fe a los indios mocobís, y lo entregó a clérigos; pero esta como los cinco precedentes.

El Baradero.

34. No dudo que lo fundaron los conquistadores con los indios guaranís llamados albeguás; pero como no se le dió el gobierno de comunidad, y se abolieron sus encomiendas con la muerte de sus dos primeros poseedores, han obrado con la libertad de los españoles; y mezclándose con estos, pasan hoy por españoles y mestizos, habiendo desaparecido su idioma y sus costumbres.

Quilmes.

35. En el cap. 10, núm. 146, se habló de la fundacion de este pueblo, cuyos indios se han españolizado como los del precedente.

Santo Domingo Soriano.

36. En el cap. 10, núm. 27, se esplica la fundacion de este pueblo, que fue media legua al Occidente de donde esta, donde se fijó en 1704. Tambien se ha españolizado como los dos anteriores.

 

 

 

 

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DESCRIPCION E HISTORIA DEL PARAGUAY Y EL RÍO DE LA PLATA

VOLUMEN II

Autor: FÉLIX DE AZARA

Editorial: BABEL, 1945. 352pp.

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