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Federico Caballero

  RETRATO DE CARMEN SOLER - Obra de FEDERICO CABALLERO


RETRATO DE CARMEN SOLER - Obra de FEDERICO CABALLERO

RETRATO DE CARMEN SOLER

Obra de FEDERICO CABALLERO

Año 2011

 

 

 

CARMEN SOLER

Carmen Soler, “Mamacha”, nació el 4 de agosto de 1924, en Asunción, siendo sus padres Carmen Canale y Miguel Ángel Soler. Apenas un año antes, en 1923, había concluido una de las más violentas guerras civiles, la llamada “Revolución de 1922”, que enfrentara a dos facciones del dominante Partido Liberal. El mandato fue concluido por Eusebio Ayala y ese año fue electo para un período constitucional Eligio Ayala.

Sus padres tuvieron cuatro hijos: Dalila, Yoyi. Miguel Ángel y Carmen. Cuando apenas era una niña de 12 años, en febrero de 1936, un golpe de Estado depuso al presidente Eusebio Ayala, asumiendo la Presidencia el coronel Rafael Franco; estaba en marcha la llamada “Revolución Febrerista”, que puso punto final a la hegemonía liberal que se había prolongado por más de 30 años.

El padre de Carmen, Miguel Ángel, era abierto partidario del movimiento, siendo convocado por el coronel Franco para que aportara como embajador ante la República de Argentina, cargo que desempeñó entre febrero de 1936 y setiembre de 1937, cuando se depuso al Gobierno.

Cuando el sector liderado volvió al poder, durante la denominada “primavera democrática”, entre julio de 1946 y enero de 1947, Miguel Ángel Soler ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores.

Al margen de cualquier otra consideración, por los antecedentes familiares era más que evidente que Carmen tenía todos los elementos para desarrollar una especial sensibilidad política, siendo su vida coherente con el pasado familiar. Y nada tiene de llamativo que del Partido Febrerista ella –así como su hermano también de nombre Miguel Ángel– se pasara al Partido Comunista, decisión que se tomara colectivamente en 1951, si bien no todos los integrantes de la izquierda febrerista acompañaron esa decisión.

Carmen contrajo un primer matrimonio siendo muy joven y tuvo con su compañero, Kiná Aponte, una hija, María Eugenia. Separada de su primer esposo, se volvió a casar en 1957, pero en esa oportunidad lo hizo con un compañero con quien compartía sueños e ideales, Carlos Luís Casabianca. Ambos migraron del Partido Febrerista al Comunista y mantendrían por siempre sus posturas revolucionarias con firmeza.

REITERADAS DETENCIONES

El general Alfredo Stroessner había asumido el poder tras el golpe de Estado del 4 de mayo de 1954, que depusiera a Federico Chaves, presidente desde 1949. Por una cuestión de rigor histórico habrá que precisar que desde que terminara la Guerra Civil de 1947, el país soportó diversas dictaduras, estando la persecución de los adversarios políticos en el orden del día.

En ese marco, precisamente, en 1955 se allanó la casa de Carmen Soler y ella terminó siendo recluida en la Cárcel del Buen Pastor.

Pocos años después –y ya casada con Casabianca– se vio forzada a ir al exilio, si bien poco tiempo después estaban ambos participando de las tareas de apoyo a la imponente movilización estudiantil que se diera durante la primera mitad del año 1959.

Por determinación del Partido Comunista, comprometido con la creación de un movimiento guerrillero, el Frente Unido de Liberación Nacional, FULNA, Carmen y Carlos Luís tuvieron que ingresar clandestinamente al país. La misión específica de los mismos era organizar el comando central del movimiento en la capital. En ese marco, el 16 de enero de 1960 fueron detenidos y brutalmente torturados por agentes del Departamento de Investigaciones.

Carlos Luís Casabianca estaba desaparecido, por lo que Carmen se declaró en huelga de hambre y sed, exigiendo su libertad y la aparición con vida de su marido. Carmen fue desterrada, arrojada a la ciudad fronteriza de Clorinda, mientras que a Carlos Luís se lo llevaba al Penal de Tacumbú y se lo sometía a proceso por presunta violación de la ley liberticida 294.

El año 1960 fue particularmente difícil, pues a mediados de año se dieron las incursiones de las columnas guerrilleras, tanto del Movimiento 14 de Mayo, como del Frente Unido de Liberación Nacional, FULNA. Las detenciones, torturas y asesinatos se habían tornado frecuentes.

En 1964 Carmen y su marido volvieron a ingresar clandestinamente al Paraguay, con el propósito de contribuir a las luchas por el derrocamiento del general Alfredo Stroessner. No obstante, se soportaba recientes derrotas, sobre todo por los fracasos simultáneos de los dos movimientos guerrilleros, por lo que las actividades se realizaban en condiciones sumamente precarias.

El jefe comunista Oscar Creydt había lanzado la consigna de “no caer en manos del enemigo vivo”, por lo que varios destacados luchadores murieron abatidos por fuerzas policiales. Las gestiones de Carmen y su marido se centraron en la elaboración y la distribución del periódico “Adelante”, pero como las fuerzas represivas estuvieron a punto de prenderlos, se vieron forzados a refugiarse de nuevo en el extranjero.

En 1968 varios dirigentes comunistas retornaron al Paraguay con la expresa finalidad de reorganizar el Partido Comunista dentro del territorio nacional. Gran parte de los mismos terminaron siendo detenidos. Carmen, quien también había retornado para ayudar fue delatada y terminó siendo apresada en la “Técnica”, donde fue brutalmente torturada.

Narraba Carlos Luís Casabianca, su ex marido, que “para impedir seguir siendo torturada, Carmen se cortó las venas del brazo y desangrándose la internaron en el Policlínico Policial, de donde la encerraron otra vez en un calabozo de “La Técnica”. Allí declaró una huelga de hambre por su libertad que duró 30 días… Luego la desterraron de nuevo”.

Ese intento de reorganización partidaria se dio en momentos especialmente delicados, pues por una parte el Partido Comunista se había dividido desde 1965 en adelante en dos Partidos Comunistas, uno “pro-soviético” y otro “pro-chino”. Sin entrar en detalles, habrá que destacar que el período se caracterizaba por la fragmentación de los partidos comunistas en dos sectores claramente diferenciados, unos con referente en Moscú y otros en Pekín.

Por otra parte –y no solamente en Paraguay, también, sino en todo Occidente– los años 60 fueron el momento en que se crearon las organizaciones de la denominada “nueva izquierda”, sobre todo más radical, y más que sobre todo contestando las experiencias de los partidos comunistas, vistas como incapaces de hacer avanzar la lucha por el socialismo.

Carmen no renegó de sus ideales comunistas en ningún momento y dio testimonios suficientes sobre su coherencia en la lucha contra la dictadura, pues además de soportar varias detenciones, en las que invariablemente era torturada, mostraba fuerza para seguir luchando, ya sea redactando un periódico, ya sea escribiendo poemas comprometidos, ya sea liderando campañas de solidaridad con sus compañeros reprimidos.

VOCACIÓN INTERNACIONALISTA

De vuelta al exilio, a comienzos de los años 70 Carmen y su marido se sintieron seducidos por la idea de apoyar la rica experiencia inaugurada en Chile, tras el triunfo electoral de la Unidad Popular, que llevara al socialista Salvador Allende a la Presidencia de la República. La experiencia se tornó seductora para los dirigentes y activistas de todas las latitudes, pues incorporaba un elemento bastante novedoso: la posibilidad de llegar al poder y realizar transformaciones socialistas en un contexto pacífico.

De hecho, lo que los analistas y estudiosos dio en llamar “la vía chilena al socialismo” básicamente consistió en la posibilidad, aparentemente irrefutable, de tomar el poder y llevar adelante medidas revolucionarias sin apelar a “la violencia revolucionaria”.

Para comprender acabadamente el alcance de este punto hay que tener en cuenta que en el marxismo todo proceso revolucionario implicaba necesariamente empleo, uso de “la violencia revolucionaria”. Si de hecho revolución equivalía a cambio radical, las experiencias en que se basaba la teoría eran la Revolución Francesa de 1798, por una parte, y la Revolución Rusa de 1917, por otra parte.

De ahí es que procesos como el de la Revolución China y mismo de la Revolución Cubana confirmaban la regla, y no a la inversa, que sí pareció darse en Chile, cuando el triunfo de la Unidad Popular llevo a Salvador Allende al poder, abriendo la posibilidad concreta de realizar en el país cambios generalizados y profundos, de claro contenido socialista.

Fidel Castro, una de las leyendas vivas de la izquierda mundial, visitó Chile en 1972 y pudo constatar en directo que “la vía chilena al socialismo” era perfectamente posible. Había juego de fuerzas, por supuesto, pero solamente el imponente recibimiento de que fuera objeto el líder guerrillero cubano lo convenció de que en el país andino se estaba avanzando a pasos firmes en dirección al socialismo. Tal fue el caso, que la visita que se anunciara corta, se prolongó.

Pero paralelamente a los hechos que se daban en Chile, en el país vecino, Argentina, las movilizaciones populares estaban pre-anunciando el fin de la dictadura militar a comienzos de los 70. Las masivas concentraciones eran acompañadas –sin conexión alguna– por acciones armadas, muchas de alta espectacularidad, llevadas adelante por organizaciones de izquierda que sobre todo había atrapado a la militancia juvenil.

En la Argentina, de hecho, se reclamaba el retorno de los militares a los cuarteles, el retorno del general Juan Domingo Perón al país y la realización de profundos cambios socioeconómicos. Es decir, el Cono Sur contaba con dos procesos preocupantes, el de Chile, ya definido, y el de Argentina, a definirse por la izquierda, conforme indicaban las tendencias.

Para más, dos procesos más preocupaban a los conservadores en América Latina:

- El liderado por Velasco Alvarado en el Perú, de claro corte nacionalista, y

- El reclamo panameño de la propiedad del canal, bajo el liderazgo de Torrijos.

En ese conjunto de situaciones habrá que buscar las explicaciones últimas del miserable golpe de Estado que pudo fin abruptamente al proceso político chileno. El general Augusto Pinochet lideró el golpe de Estado de carácter conservador, que se concretó el 11 de setiembre de 1973, y Carmen y Carlos Luís, que se encontraban en Chile en ese momento, se sumaron a las acciones de resistencia, pese a que la misma resultó rápidamente controlada, ya que los militares apelaron a medidas en extremo violentas para “persuadir” a los dirigentes y militantes de izquierda.

El presidente constitucional chileno, Salvador Allende, rechazó la oferta de salir del país con la garantía sobre su integridad física y la de su familia, así como sobre sus bienes. Se puso un casco de combate, tomó una metralleta y dio la consigna:

-¡La guardia muere, pero no se rinde, mierda!

Allende terminó siendo asesinado; más adelante murió también Pablo Neruda. Carmen “Mamacha” Soler participó de la sentida despedida del laureado poeta chileno. En ocasión del entierro de Pablo Neruda, centenares de manifestantes coreaban ante los militares: “Allende Vive, Neruda Vive”.

El 23 de octubre de 1973, a más de un mes del golpe de Pinochet, Carmen y su marido salieron de Chile; sentían dolor por el desenlace, pero un profundo respeto por sí mismos, por haber acompañado de cerca el rico proceso de cambio, con actitud solidaria, como expresión inequívoca del internacionalismo que Carmen siempre reivindicaba.

LA MUERTE DE MIGUEL ÁNGEL

Pero la adversidad no se limitó a la violenta represión que se desatara en Chile, para poner fin a uno de los procesos políticos más prometedores; la adversidad tocaría a sus puertas de manera más directa e inmisericorde dos años después, en 1975.

Fue en el mes de diciembre de 1975 que el hermano de Carmen, Miguel Ángel Soler, Secretario General del Partido Comunista Paraguayo, fue preso en los alrededores de la capital paraguaya y la Policía Política stronista se negaba a dar noticias sobre el mismo.

El Partido Comunista Paraguayo, PCP, se encontraba en el marco del más serio proceso de reorganización desde un tiempo atrás, por lo que muchos de sus más prominentes cuadros políticos se encontraban en el país. El periódico “Adelante” circulaba con cierta regularidad, desde años atrás, por lo que la Policía Política estaba de alguna u otra manera alerta ante lo que presumía era un retorno de los comunistas a la arena política.

La detención de los “técnicos” del partido –del de la Juventud y del de los mayores– llevó a la captura de un gran número de dirigentes y activistas, entre los cuales tres prominentes miembros del Comité Central, máxima instancia de conducción de la organización: Miguel Ángel Soler, el más importante dirigente, Derlis Villagra y Octavio Rubén González.

Los tres dirigentes de mayor peso “desaparecieron”, circulando varias versiones sobre la forma en que habrían sido asesinados. De Miguel Ángel, hermano de Carmen, se dijo, por ejemplo, que le lanzó un escupitajo al poderoso jefe de la Policía Política del general Stroessner.

Cualquiera haya sido el caso, lo cierto y lo concreto es que la “desaparición” de Miguel Ángel fue un golpe doloroso y amargo que alcanzó de lleno a Carmen, su hermana biológica y política.

Poetisa, Carmen dedicó un poema años después al hermano desaparecido, poema titulado “Calabozo de castigo”:

Uniformes, metralletas,

Que morir no es el problema

patio, pasillos estrechos,

y sí vivir con acierto,

puerta de hierro maciza,

centinela de consignas,

cerrojo y candados negros. vigía de nuevos tiempos.

Una boca que se abre Calabozo de castigo,

dos metros por metro y medio;

dos metros por metro y medio,

pisos, techos y paredes

¡Un espacio tan pequeño

desnudos como el desierto…

con un sol rojo en el centro!

“Mamacha”, Carmen Soler, así como sus demás familiares nunca supieron de Miguel Ángel, salvo las versiones que alguno que otro ex preso soltaba, versiones que no necesariamente se ajustaban a la verdad. De todos modos, con orgullo justificado Carmen dejó la vida con pleno conocimiento sobre que su hermano, jefe de los comunistas paraguayos, había caído como un héroe, sin doblarse ante el enemigo.

Tampoco caben dudas, sin embargo, que de todos los embates adversos, la desaparición forzada de Miguel Ángel fue uno de los más fuertes.

EL DOLOR DEL DESTIERRO

Varias veces expulsada del país, Carmen terminó incluso siendo forzada a vivir fuera de su querida región, y más, hasta fuera de América Latina. En los años 70 cayeron dos de los países que hasta entonces presentaban democracias relativamente estables, Uruguay y Chile. Ambos países soportaron golpes militares a comienzos de los 70, por lo que las restricciones para la sobrevivencia de los exiliados se incrementaron.

En Argentina, sin embargo, se vivía a comienzos de los 70 un proceso prometedor: los militares estaban siendo forzados a retornar a sus cuarteles, Perón volvió al país y las libertades públicas posibilitaron la rápida y amplia organización de obreros, campesinos y jóvenes, que presionaban por cambios de fondo en el país.

La muerte de Juan Domingo Perón, en julio de 1974, provocó una nueva situación política, pues la viuda del caudillo, Estela Perón, quedó como primera mandataria, mientras que el poder real ejercían personas sin escrúpulos, sobre todo el “mago” López Rega, fundador de una de las organizaciones represivas de más nefasta trayectoria en el Cono Sur de América: las llamadas triple A (Alianza Anticomunista Argentina).

La inestabilidad favoreció la peor salida, el golpe de Estado de marzo de 1976, que llevó a una Junta Militar al poder, presidida por el general Rafael Videla, que fue responsable principal de lo que se llamó “Guerra Sucia”, experiencia negra en Argentina que costó la vida de más de 30.000 jóvenes.

Carmen Soler, al igual que otros militantes de izquierda, no pudo radicarse en ese “su segundo país” en esas condiciones. Desde 1974 Carmen y su marido estuvieron viviendo durante largos años en Suecia, la Unión Soviética y en Cuba, retornando apenas a la Argentina después de la caída de la dictadura militar.

Carmen se refugió en la poesía para soportar el duro revés del exilio. Incluso hay poemas escritos sobre Suecia, que resultan hasta autobiográficos, como el caso de “Estocolmo”, que dice: “Llegamos un 20 de agosto de 1974/ a Stockholm, Estocolmo/ para nosotros./ Veníamos del Sur de Suecia/ -hoteles, escuelas-/ llamados “campamentos”/ por la modestia sueca/ donde gente como Eva Melin/ nos infundía confianza/ y fuerza./ “Jag cam from Chile”/ Yo vengo de Chile/ fue lo primero/ que aprendimos a decir/ reviviendo cada vez/ su horror de sangre”.

En 1984, en Buenos Aires, Argentina, Carmen escribió uno de sus últimos poemas, que resumía su historia de vida de una manera nítida. El poema se titulaba “1968 - 1984” y decía:

“Mi primer libro/ y ahora los últimos./ Entre tanto/ cuántos años pasaron!/ Y yo sin darme cuenta/ Se fue la juventud,/ se fue la vida./ Entre una prisión y otra/ entre un exilio y otro/ entre luchas conmigo mismo/ y con los demás/ además/ de la lucha con las palabras/ escribiendo siempre/ y rompiendo lo escrito/ y volviendo a escribir”.

Gran parte de la vida de Carmen “Mamacha” Soler transcurrió en el exilio. Y fue en el exilio, concretamente en Buenos Aires, Argentina, “segunda patria de Carmen”, que un 19 de noviembre de 1985 fallecía. No consiguió ver realizado uno de sus sueños, la caída de la dictadura en el Paraguay, pero se fue consciente de que la crisis del régimen colocaba en la agenda el fin inevitable de la larga pesadilla.

Fuente : REBELDES POR LA PATRIA, por ROBERTO PAREDES . SECRETARÍA DE LA MUJER DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA ( www.mujer.gov.py ). Comité de género de la ITAIPU BINACIONAL. COLECCIÓN KUÑA REKO. Editorial SERVILIBRO. E-mail: servilibro@gmail.com / Web: www.servilibro.com.py. Asunción, Paraguay, 2011.

 

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