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Joel Hugo Filártiga (+)

  Joel Hugo Filártiga (+)


UNO DE LOS DIBUJOS DE
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE ARTES del
CUANDO YA SE HALLABA MILITANDO EN OPM.
ALGO PREMONITORIO SE NOTA EN EL MISMO
 
 
EL HIJO DE UN REBELDE
** Joelito Filártiga nació el 9 de febrero de 1959 en Asunción. El 30 de marzo de 1976 encontró la muerte, siendo aún adolescente. En aquella última fecha estaba recién iniciando el cuarto curso de la secundaria. Buen deportista, practicaba fútbol y natación, formaba parte de un grupo de exploradores - en el escultismo naval- y su temprano talento lo plasmó en llamativos dibujos a la tinta. En las vacaciones y feriados solía salir a bailar o bien se enfrascaba en largas conversaciones con sus compañeras y compañeros, entre quienes gozaba de popularidad. Tenía una noviecita un poco menor que él, aunque también se lo veía en las fiestas y reuniones sociales con otras estudiantes. Muchacho agradable y tranquilo, era la imagen típica del hijo bien de una familia de clase media acomodada.
** Joelito ayudaba a su padre como auxiliar, llevando y trayendo en la camioneta familiar muebles, materiales e instrumentales para el sanatorio de Ybycuí. Era el único hijo varón de una pareja trabajadora y unida. La madre repartía su tiempo y energía entre la casa de Ybycuí, donde a menudo acompañaba al marido, y la de Asunción donde los hijos quedaban para asistir al colegio. El padre se había ganado bien merecido respeto en la comunidad por su valiosa labor como médico rural. Consagrado por la calidad de sus obras -las que vendía en Paraguay, EE.UU. y Argentina-usaba los fondos resultantes para costear gastos del sanatorio donde muchos pacientes recibían atención e internación gratuitas. En círculos académicos y políticos del exterior, el Dr. Filártiga era considerado un filántropo. Realmente lo era. Solo que en Paraguay la filantropía no se entendía muy bien. El régimen desestimulaba cualquier servicio social que no fuera para favorecer sus particulares y bastardos intereses. De las tres hermanas, Dolly, la mayor, era indudablemente la que marcaba el paso como estudiante y brazo derecho del papá. Ella tenía además responsabilidad sobre las dos hermanas menores cuando sus padres se ausentaban. Ninguno de los hijos del matrimonio Filártiga había tenido problemas de rendimiento escolar, conducta o socialización en su medio. Pero Paraguay era gobernado a la manera de una república banana y no aceptar el estado de cosas imperante implicaba persecución.
** Una anécdota refiere cómo transcurría la vida de esta familia. A los cinco años de edad, Joelito fue secuestrado por personal de la Delegación de Gobierno de Paraguarí. El incidente tuvo lugar una noche. Se lo llevaron de la calle, frente a la casa donde estaba jugando, a la alcaldía policial de Ybycuí donde lo interrogaron sobre las actividades del padre, "ese traidor comunista". Querían saber por boca del niño quiénes visitaban el sanatorio, quiénes eran los "contactos" y "qué clase de armas escondían en la casa". Le preguntaron también si sabía rezar y le ordenaron decir el Padrenuestro. Joelito recitó de memoria el Padrenuestro y el Avemaría que le había enseñado su mamá, católica practicante. No le maltrataron físicamente y, más allá del natural susto de los padres que pasaron la noche en vela, la cosa no pasó a mayores. La inesperada odisea terminó a las 5:00 de la madrugada, hora que abandonaron al pequeño en el mismo sitio donde lo habían secuestrado. No hubo ninguna explicación. Era una advertencia.
** Los apresamientos del Dr. Filártiga fueron menos amables. Como él no cejó en su empeño por servir a los campesinos a la vez que denunciar en conferencias y en obras a Stroessner, los esbirros de éste se le fueron encima a la esposa y las hijas. Los actos de violencia contra ellas escalaron de las amenazas por teléfono a los intentos de violación. Cierta vez que el Dr. Filártiga cayó preso, un agente del Ministerio del Interior trató de forzar a la Sra. Nidia al ir ella a pedir por la libertad de su marido. La horrorizada señora tuvo que salir corriendo para evitar el ultraje. En varias ocasiones Dolly fue abordada por policías, en plena calle, con propuestas de ir a la cama. Los enviados del régimen eran persistentes en tratar de enlodar y quebrar la resistencia familiar. A veces hacían el papel de buenitos que aconsejaban éste o aquél trámite para terminar con la persecución al padre, siempre a la búsqueda de un punto flaco y las más de las veces por acoso sexual.
** La violación o la seducción de mujeres e hijas de opositores y disidentes a cambio de la promesa de favores -dinero, seguridad para el perseguido político o alguna gestión para alivianar su suerte- fueron técnicas refinadas del stronismo para romper la unidad familiar. Esto estaba dirigido a hacer que las víctimas y los parientes cercanos delataran o salieran en contra del "causante de la tragedia", es decir, el perseguido propiamente. La efectividad de tal recurso era proporcional al grado de fortaleza, nivel de estrés, soledad y confusión de las afectadas. En otros casos fueron ellos quienes, sin comprender en toda su dimensión la presión sicológica ejercida, terminaban abandonando a sus vapuleadas compañeras. Así se anulaba o disminuía la combatividad de los luchadores, fin último de esta trampa desmovilizadora de voluntades.
** Como tales técnicas no funcionaron con los Filártiga, Joelito quedó como blanco. La noche del 29 de marzo de 1976 él terminó sus clases en el Colegio Privado Comuneros, se despidió alegremente de sus compañeros y llegó a casa a eso de las 22:30, como de costumbre. Hacía mucho calor. Luego de cenar recibió un llamado por teléfono y salió. A las 4:00 de la madrugada dos policías golpearon a la puerta de los Filártiga y Dolly los atendió. Le dijeron que algo había pasado con su hermano y la invitaron a acompañarlos. En lo del comisario Peña una dotación de policías estaba haciendo guardia. Dolly fue conducida hasta una pieza interior. Ahí vio el cuerpo inerte de Joelito tendido sobre un colchón ensangrentado. La reconstrucción de los hechos, según confidencias recogidas por amigos de los padres en fuentes policiales, es como sigue.
** Poco después de salir de su casa, Joelito fue secuestrado por un escuadrón policial y llevado directamente a la Comisaría Primera del barrio Sajonia, cercana al Hospital de Clínicas. Estaban presentes Domingo Galeano, jefe de la Comisaría, y Américo Peña, quien sin ser de la dotación -él era comisario inspector de Intendencia- participaba del operativo. Desvistieron al secuestrado y lo tiraron a una celda pequeña utilizada como cámara de tormentos. Sin saber qué le esperaba, Joelito estuvo solo por algún tiempo. Pasada la medianoche comenzó la sesión. Varios agentes de civil tuvieron a su cargo el ablandamiento. Un policía entrenado en interrogar a presos políticos se encargó de las preguntas. El interrogatorio fue totalmente grabado, lo que indica el carácter de la detención: era por orden de Pastor Coronel y se enmarcaba en la persecución de Contreras y sus familiares. Las cintas grabadas con las confesiones de los torturados en las comisarías eran enviadas al Departamento de Investigaciones de la Policía de la Capital para ser procesadas.
** Aquella noche Joelito fue la víctima, no por lo que él fuera o hiciera, sino por las actividades de su padre. Le ataron los pies y las manos para que no pudiera levantarse o resistir. Lo golpearon con cachiporras y le patearon por todo el cuerpo, le quemaron con colillas de cigarrillo y le hicieron pasar corriente eléctrica por las partes sensibles. De las heridas y hematomas en los brazos y manos puede deducirse que él trató de defenderse de sus verdugos como pudo. "Yo no sé nada. ¿Por qué me hacen esto?", se escucha repetidamente la voz del joven en la grabación. Fueron más de dos horas de golpiza infernal en medio de los alaridos y pedidos de socorro del muchacho. Las descargas eléctricas aumentaban en frecuencia, que-mando extensas zonas de piel y destruyendo tejidos, pero Joelito no hablaba. Es probable que no hubiera orden de asesinar, pero a los policías se les fue la mano con la electricidad y su víctima tuvo un paro cardíaco. No pudieron reanimarlo.
** El deceso se produjo pasado las 2:00 de la madrugada. Los policías entraron en pánico. Tenían un cadáver y ninguna confesión. El procedimiento policial en casos de muerte por tortura era más o menos rutinario. Se transportaba al occiso al Policlínico Policial y ahí el médico de guardia le preparaba un certificado de defunción, por lo común estableciendo como causa una infección virósica. Con Joelito no hicieron lo mismo. Se lo llevaron a la casa de Américo Peña, telefonearon a Hugo Duarte Arredondo, esposo de Charito Villalba, y montaron un burdo escenario. Hugo pidió permiso para ausentarse de su trabajo nocturno en el Hotel Guaraní, tomó un taxi y llegó a la escena totalmente desprevenido. El y Charito fueron golpeados y amenazados de muerte por Peña y otros policías para contar una historia de arrebato pasional.
** Según el parte policial Hugo encontró a Joelito en cama con Charito. Se puso furioso y comenzó a golpear a los amantes con un cable. Joelito reaccionó, ambos muchachos se trenzaron en una lucha cuerpo a cuerpo -sigue el parte policial- Hugo tomó un cuchillo que estaba encima de la cómoda y aplicó varias puñaladas al intruso, dándole muerte instantáneamente. Varias contradicciones fueron emergiendo en el curso de las semanas siguientes, principalmente por las diferentes versiones del auto-inculpado en declaraciones a la prensa y ante el Juzgado del Crimen. Ellas no coincidían entre sí y mucho menos con lo asentado en el fabricado parte policial. Como se de-tallará en el capítulo siguiente, las pruebas en el juicio que el Dr. Filártiga y Sra. promovieron para esclarecer el crimen permitieron concluir que Joelito murió a consecuencia de la tortura infligida por profesionales.
** Stroessner había asestado otro golpe, esta vez contra el hijo de los Filártiga.
 
Fuente:
 


EL CASO FILARTIGA
© ANIBAL MIRANDA
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
/ ANALY FILÁRTIGA
1992
Portada: JOEL H. FILÁRTIGA
Impresión: Editora Litocolor,
Asunción-Paraguay,
1992 (105 páginas)
CONTENIDO
Prólogo
1.Porqué contamos esta historia
2.Caso 2158
3.Un médico al lado de su pueblo
4.Ligas Agrarias Cristianas y Organización 1°- de Marzo (OPM)
5.El hijo de un rebelde
6.Ante la justicia paraguaya
7.Trabajo de hormiga y fallo definitorio
8.Resultados a nivel internacional
9.Mensaje
Referencias
 
 

Foto: JOELITO FILÁRTIGA
9-II-1959 - 30-III-1976
 
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PRÓLOGO
Esta obra refiere las circunstancias que rodearon la muerte por tortura de un joven estudiante de la secundaria en Asunción, como también las derivaciones que tuvo la prolongada labor de sus familiares por encontrar justicia. Ellos, pese al dolor por la pérdida y las agresiones subsiguientes, no callaron. Persistieron, movidos por esa ley de la naturaleza humana que de la debilidad extrae fortaleza. El mensaje implícito es que toda lucha contra la tiranía es muy dura, ocasiona traumas y produce bajas, pero sirve para mantener encendida la antorcha de la libertad que es guía e ideal de los pueblos.
Las heridas infligidas por el régimen militar paraguayo al tejido social han dejado profundas secuelas: miedo, hundimiento de la jerarquía de valores y ruptura de la solidaridad familiar y grupal. Ante la represión, la sociedad reaccionó por lo general adaptándose -términos como resignación y complicidad son utilizados en tal sentido- o rechazando lo que se le impuso a la fuerza. Cuando ese rechazo se manifestó cual acción política, devino en resistencia. Este fenómeno se operó desde el nivel de denuncias sobre tortura hasta la conspiración dirigida al recambio de las autoridades y, como solución maximalista, el alzamiento en armas de rebeldes.
Sobre la resistencia paraguaya hay más desinformación que- conocimiento veraz. La opinión de que aquí existió complicidad negligente con el stronismo precisa matizarse: hubo asimismo rebelión. Este trabajo expone precisamente sobre una forma de resistencia y su notable resultado en el tiempo. El caso Filártiga es significativo porque a partir de él, las violaciones a los derechos humanos son pasibles de juicio por encima de la territorialidad de la ley. Este dramático avance está siendo incorporado a la jurisprudencia en el campo del derecho internacional. Representa un alejamiento del principio de la soberanía irrestricta bajo el que no pocos dictadores cometieron y ampararon crímenes contra la humanidad.
El extraordinario mérito de los Filártiga radica en que no se rindieron, incluso cuando parecía que ya toda esperanza les había abandonado. Llevaron el caso a los tribunales nacionales, a los de EE.UU. y lo expusieron a la prensa internacional. Pero ellos no estuvieron solos en tan monumental tarea. Aquí en Paraguay algunos sobrevivientes de la dictadura, entre ellos Abelardo Cárdenas, Gladys de Sanneman, Hilario Ortellado, Martín Almada, hicieron significativo aporte con obras testimoniales acerca de sus propias experiencias. Esta literatura, con ser escasa en número, es reveladora acerca de los desenfrenos del poder. Una película rodada en México, LA GUERRA DE UN SOLO HOMBRE (One man's war, protagonistas estelares Anthony Hopkins, Norma Aleandro y Rubén Blades), es cinema-verdad a la vez que homenaje a la dedicación de un luchador obsesionado por traer justicia a esta tierra. Richard Alan White, académico e investigador que publicara una historia sobre el gobierno Francia bajo el título LA PRIMERA REVOLUCION RADICAL DE AMÉRICA, ha escrito últimamente acerca del caso que nos ocupa. Su libro, JUSTICIA PARCIAL (Partial Justice), tiene marcada edición para 1992.
Hoy los Filártiga pueden gratificarse con la certeza del deber cumplido. El pater-familias continúa haciendo medicina comunitaria entre los suyos. Stroessner está derrumbándose en el exilio. Una reivindicación muy pequeña. ¿Qué se merece el déspota por toda la sangre que derramó y el sufrimiento que ocasionó? La justicia de los hombres no le ha condenado, pues se sabe que las brutalidades tan horrendas de las que es responsable no han llegado a producir una sola sentencia. Stroessner ha sido querellado ante la instancia criminal en Paraguay, entre otros por la muerte de Mario Schaerer Prono y Celestina de Almada. En contrapartida, un tribunal de EE.UU. ha sentado significativo precedente condenando a Américo Peña al pago de US$ 10 millones por la muerte de Joelito Filártiga, sentencia que obliga legalmente al Estado Paraguayo como empleador de Peña en su carácter de comisario de policía. La sentencia no ha sido cumplida, todavía.
La opinión pública, pese al meticuloso lavado de cerebro de masas realizado a lo largo de toda la dictadura, ha emitido dictamen. Poemas, ensayos, composiciones musicales, denuncias, artículos de prensa, libros, hablan a las claras de que no habrá olvido y, mientras no se haga justicia, el caso Filártiga seguirá abierto.

 

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