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BENJAMÍN VELILLA (+)

  EN QUÉ SITIO SE FUNDÓ ASUNCIÓN - Por BENJAMÍN VELILLA


EN QUÉ SITIO SE FUNDÓ ASUNCIÓN - Por BENJAMÍN VELILLA

EN QUÉ SITIO SE FUNDÓ ASUNCIÓN

Por BENJAMÍN VELILLA

 

         No hay, parece, documento alguno de la misma época que señale con precisión el sitio de la ribera donde se estableció, el 15 de agosto de 1537, la famosa "casa fuerte" origen de Asunción.

         Pero, a falta del señalamiento con carácter histórico, es posible conjeturarlo de manera bastante fehaciente, al amparo de los indicios que aportan las crónicas contemporáneas, interpretados en la topografía asuncena. Aquel edificio primigenio se alzó en momentos de una de las periódicas crecientes del río Paraguay. Así se deduce de informaciones bien conocidas.

         Cuando Salazar, viajando en procura de Ayolas, con sus dos bergantines y cincuenta y ocho tripulantes, se encontró con Domingo Martínez de Irala en el puerto de la Candelaria (hoy territorio de Coímbra) el 23 de junio de 1537, ambos resolvieron efectuar diligencias positivas en averiguación del paradero, o de la suerte, del Teniente Gobernador, jefe común de los dos capitanes, quien se había lanzado a explorar los confines del Chaco en febrero, dejando a Irala en el indicado puerto, con la orden de esperarles hasta cinco meses.

 

 

         Tales diligencias consistieron en el intento de penetrar tierra adentro por la ruta de Ayolas, y recoger noticias o vestigios de su expedición; pero las tentativas, por diversos sitios, se vieron todas frustradas, a causa de las "aguas llenas" que anegaban toda la tierra en muchas leguas, según la crónica de Francisco de Villalta, publicada en la obra de Ulrich Schmidel, edición, crítica en español de 1903, seguida por los más distinguidos historiadores modernos de aquellas circunstancias, como Domínguez, Moreno, Gandía, Lafuente Machaín y otros de igual categoría en el Río de la Plata.

         Conocemos también hoy, perfectamente, el régimen de las aguas en nuestro río. Una creciente en la zona de la antigua Candelaria llega a Asunción en el término de un mes, o mes y medio, según el aporte de los afluentes ribereños; es decir, según que hubiesen o no lluvias copiosa en el trayecto comprendido. Por consiguiente, las "aguas llenas" de la última semana de junio de 1537 en Candelaria, alcanzarían efectos análogos sobre las costas de Asunción a mediados de agosto, cuando el capitán Juan de Salazar construía la "casa fuerte". Y relacionemos este dato fidedigno con la probable configuración del litoral del siglo XVI donde Asunción nacía.

         Es evidente que la serie de lomas paralelas escalonadas entre la línea de principales alturas, que hoy llamamos parque Carlos Antonio López, siguiendo por las calles Roma (Cuarta Proyectada), el barrio Obrero hasta Pinozá, y la línea que dibuja el curso del río a variadas distancias de aquella, son lomas que desde tiempos antiquísimos habrían sido fraccionadas en diversas porciones por las corrientes pluviales y por las freáticas del subsuelo que manan en numerosos lugares hasta ahora.

         De aquí el dédalo de pequeñas mesetas y hondonadas que caracteriza a la topografía de la ciudad; el resultado de primitivas corrientes de agua, permanentes o accidentales, que serpenteaban entre las lomas marchando a su desagüe en el río, con sus respectivas erosiones.

         Quedan rastros visibles aún de los últimos torrentes de aquel milenario fraccionamiento, que debemos reputar como los existentes en los días de la fundación hispana, pues algunos ostentan denominación histórica, o precisas referencias, de los primeros cronistas de la colonia.

 

 

         Son los más patentes:

         1°) El arroyo Jaén, de larga nombradía asuncena, que formó en su desembocadura una extensa playa de arena, la cual cubre toda la costa actual desde el Puerto Nuevo hasta las "toscas" de San Gerónimo, playa que es indicativa de una sedimentación de larguísima data.

         2°) Brazo del mismo Jaén, o tal vez su más remoto curso, fue, sin duda, un torrente que desde las inmediaciones de la plaza Italia del presente se deslizaba hacia el río, desembocando por los terrenos de la actual Casa de Gobierno. Las laderas occidentales de la meseta de la Encarnación, prolongada ésta, entre las calles 15 de Agosto y Ayolas, hasta el promontorio ribereño donde estuvo la primitiva iglesia de La Encarnación, aportarían caudalosas aguas pluviales para aquel torrente, marcando un sistema de zanjones profundos, alternativamente secos o de impetuosas avenidas.

         3°) Otro arroyo descendió entre las calles Independencia y 25 de Noviembre o Chile, haciéndose afluente del río por un pequeño golfo que se abrió detrás de la Escuela Militar de hoy, comprendiendo el patio interior de la misma Escuela, golfo que fue el puerto de la ciudad en la primera etapa de la colonia y señalado todavía en el plano de Ramón de César, cosmógrafo de Azara, de 1785.

         Por exigencias de la paulatina urbanización comenzada en 1541, cuando Asunción se erigió en efectiva ciudad, este tercer arroyo, con las mismas características hidrográficas del segundo indicado en estas líneas, siendo la contra vertiente oriental de la meseta de la Encarnación, fue poco a poco desviado, logrando una nueva desembocadura por las barrancas cercanas a la Catedral, que señalan su último curso.

         4°) El cuarto arroyuelo reconocible está denunciado por la depresión transversal de los terrenos entre las calles, México y Tacuarí, hoy semi nivelados, cuyo arrastre secular de arenas habrá constituido, como en la boca de Jaén, la barra de sedimentos aluvionales de Chacarita.

         5°) Un quinto riacho correría por nuestra Ciudad Nueva hacia el Parque Caballero, como lo indican todavía los raudales que se precipitan en el famoso "pasito", lugar de luchas y de "rabonas" de los colegiales de hace cuarenta años.

         Estos torrentes que surcaban la superficie de la Asunción de 1537, muy verosímilmente, marcaron en el duro asperón rojo de su litoral fluvial, porciones de barranca de diversa importancia, que podemos imaginar en la visión de los expedicionarios fundadores de la Capital.

         El río Paraguay ceñía con su corriente principal toda la costa, desde el Parque Caballero hasta Itapytá-punta, bifurcándose violentamente su curso de norte a sur, al chocar con el accidente de las rocas asuncenas, para tomar el rumbo este-oeste en el tramo, de unas tres mil varas, de los dos puntos indicados. No había aún banco San Miguel y, por lo tanto, tampoco la bahía formada en consecuencia.

         Cualquier habitante ribereño algo atento sabe la mecánica de la corriente en tales circunstancias.

         En el recodo del Parque Caballero debió producirse un gran remanso, de cuya autenticidad es buena prueba el recuerdo popular de los siniestros pozos del "pasito", terror de los bañistas hasta no hace muchos años. Y el mismo fenómeno se registraría en la ensenada de la barra del arroyo Jaén, ensenada que dibuja una costa cóncava entre el acantilado basáltico del Puerto Nuevo y las "toscas" de San Gerónimo, con cavidad rellenada con las tierras de arrastre del mencionado arroyo.

         Este último remanso se hizo lugar preferido de pesquerías antes y después de la fundación de Asunción, según claras referencias de los primeros pobladores españoles.

         El cacique dominante en la ensenada se llamaba CUPIRATY, evidente apócope guaranítico de la frase CU-PIRA RAITY Don Fulgencio Moreno y Enrique de Gandía lo citan, repitiendo una de las cartas de Juan de Salazar, quien se hizo yerno del cacique.

         Posteriormente el Gobernador Irala, reglamentando la pesca de sus subordinados, dispuso que no debía irse "más allá de donde el gobernador tiende su espinel", cerca de Itacumbú (la primitiva Itapytapunta).

         Los dos grandes remansos de las curvas oriental y occidental del litoral frontera, invalidaban sus respectivas costas para amarre de embarcaciones, dado que en parajes así el movimiento circular de las aguas en remolino, engendra inestabilidad continua de las naves, que los marinos eluden.

         No restaba, pues, a los avezados náuticos hispanos, más espacio de ribera propicia para el asentamiento del "puerto y casa fuerte" que resolvieron hacer, sino el tramo entre los arroyos 2 y 4 de nuestra enumeración (de calle Montevideo a México de hoy), con corriente tranquila, firme en todo momento.

         Pero el Capitán Salazar y sus consejeros (Gonzalo de Mendoza entre ellos de larga experiencia sobre los indígenas), no debieron inspirarse únicamente en las características del río, y sí también principalmente, en la seguridad del lugar contra asaltos del lado de la tierra.

         Y tales extremos favorables le ofrecían el promontorio estrecho que en forma de península, acentuada por la creciente al entrar en los riachos 2 y 3, descendía desde la meseta de la Encarnación (actual) hasta el río. Con más una ventaja muy importante; el promontorio tendría en sus dos flancos un pequeño golfo a cada lado (los bajos de la Casa de Gobierno y los de la Escuela Militar, respectivamente) que brindaban cómodos sitios para anclajes de reparación y astilleros. Sus aguas propicias subirían, entonces hasta nuestra actual calle Presidente Franco, o algo más.

         Todo el paraje del "puerto y casa fuerte" podía defenderse eficazmente con una corta empalizada tendida entre los dos golfos; y así lo hizo de inmediato el primer capitán del histórico fuerte originario, Gonzalo de Mendoza, según alusiones de amplia divulgación historiográfica.

         La tradición popular asuncena ha asignado siempre al sitio que evocamos como el de la fundación de Salazar; pero documentos mal interpretados han hecho a veces, titubeante esa tradición.

         Así la mención del incendio del 4 de febrero de 1543, al consignar que se quemaron como doscientas casas, salvándose unas cincuenta por hallarse al otro lado de un arroyuelo donde se extinguió el fuego, indujo en prestigiosos historiadores la creencia de que la "casa fuerte" se hallaría próxima al arroyo Jaén, solo por ser este arroyo el único ubicable ya en la ciudad contemporánea de dichos autores.

         La referida mención no excluye, sin embargo, la verdad que aquí conjeturamos. Si en vez del Jaén tomamos en cuenta el arroyo tercero de nuestro cómputo, el cual históricamente se llamó por mucho tiempo del coloniaje "arroyo Colorado", documentos y tradición se avienen. Las casas salvadas del incendio de 1543 fueron las que se encontraban en el planalto de la actual plaza del Cabildo, donde después el Adelantado Alvar Núñez reedificó la ciudad y se desarrolló.

         El aserto tiene sólida documentación comprobatoria.

         Nuestro propósito en esta ocasión es solamente sostener la opinión tradicional, como la más valedera para la historia de Asunción. Asunción, agosto de 1953.

 

         (La Tribuna. Asunción, 09 de agosto de 1953)

 

 

 

 

 

ENLACE INTERNO A DOCUMENTO FUENTE DEL DOCUMENTO

 

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APORTES DE BENJAMÍN VELILLA A LA HISTORIA DEL PARAGUAY

Compilación de MARÍA MARGARITA VELILLA TALAVERA

Digitalización: ROSA CAMPUZANO GONZÁLEZ

Diagramación y armado: GILBERTO RIVEROS ARCE

Scaneados: ANÍBAL VELILLA ISNARDI

Impreso en Ediciones y Arte S.R.L.

Mayo 2005 (292 páginas)






Leyenda:
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