IRENEO OJEDA AQUINO -cuyo nombre, en realidad, es IRINEO OJEDA AQUINO, nacido el 27 de mayo de 1927 en Caraguatay "y malcriado en Barrero Grande" que luego pasaría a ser Eusebio Ayala-, se había quedado solo en Campo Grande, Brasil. Solo es un decir porque le acompañaba su esposa CHINITA YALUF, a quien había conocido en una gira en San Juan Nepomuceno.
Los tres integrantes de su conjunto -llamado inicialmente LOS CORDILLERANOS, luego LOS ZORZALES GUARANÍES- habían encontrado un avión gratis para retornar al Paraguay y así lo habían hecho. El reclamo de la nostalgia pudo más que el compromiso tomado con el grupo musical que integraban. ALBERTO CAÑETE, EULALIO IGLESIAS y LORENZO ROJAS, de este modo, regresaron a su terruño en tanto que la pareja quedó varada en territorio campograndense. Esto ocurría alrededor de 1950.
OJEDA AQUINO -que conocía las aventuras y desventuras de la vida de los músicos-, antes que desanimarse, optó por regresar también al Paraguay a buscar nuevos integrantes para su conjunto. VIRGILIO PÉREZ, guitarrista y cantante, fue contratado en Asunción. Luego, en General Aquino, se sumó al grupo musical que se estaba rearmando el arpista JUAN VILLALBA. Éstos, más Ireneo y Chinita, llenaban de nuevo el cupo requerido.
"Íbamos de pueblo en pueblo, actuando. Nos dirigíamos de nuevo al Brasil porque nuestra meta, en los primeros años de la década de 1950, era San Pablo. Teníamos la certeza de que allí era nuestro destino final y de que allí triunfaríamos como, efectivamente, ocurrió", rememora Ireneo quien residió con su familia allí de 1954 a 1964.
En ese trajinar por pueblos y puertos, una tarde cualquiera, bajaron del barco y anclaron por unos días en Puerto Sastre. Allí Ireneo conoció al poeta Pablo A. -es Augusto, porque cuando llegó al mundo en Asunción el 23 de junio de 1917 su padre, un español, lo comparó con el emperador romano de ese nombre-, TURRÓ ZAYAS.
"Yo era, en Puerto Sastre, donde trabajaba como contador, el representante de los artistas nacionales. Cuando ellos planeaban ir a donde yo estaba, me escribían una carta y yo les organizaba su presentación, organizaba el espectáculo, invitaba a los pobladores. Era como un agente para ellos. Así fue como Ojeda Aquino y sus compañeros llegaron junto a mí y nos conocimos", recuerda a su vez don Pablo en su casa del barrio Sajonia.
"Ireneo y sus acompañantes iban tras el sueño dorado de la fama. Como yo había escrito en 1943 más o menos la poesía ALTO PARAGUAY porque conocía muy bien la zona donde viví 50 años de mi vida, se lo entregué a Ojeda Aquino para que, en su trayecto, lo musicalizara, cosa que así lo hizo. En esa obra cito los puertos que están sobre el río Paraguay, desde Puerto Casado para adelante. También le di PRINCESA NATIVA y otro poema cuyo título no retengo en la memoria", siguió relatando el hombre que a sus 86 años mantiene una admirable y tenaz lucidez.
Puerto Murtinho, frente a Isla Margarita, fue el territorio elegido para pisar de nuevo tierra brasileña. De ahí en más no pararían hasta llegar a San Pablo.
"La primera grabación de Alto Paraguay, que fue mi estreno como compositor, la hicimos, en un paréntesis de LOS ZORZALES GUARANÍES, con el conjunto CALANDRIA ÑU, de ARÍSTIDES VALDEZ. Luego de esa pausa, con JULIO JARA, RUBÉN SANABRIA, FERNANDO GAMARRA, CHINITA y yo, retomamos nuestra agrupación musical y también grabamos la obra de Turró", cuenta Ireneo.
"Después de la primera grabación, en el Alto Paraguay me reclamaron que algunas poblaciones no hubiesen aparecido. Por eso le agregué los dos versos que dicen: Por ti Isla Margarita mi canto tanto se empeña/ al saberte perla norteña dueña de mi inspiración. Y después recién viene el final desplazado por la inclusión de esta parte. Ireneo tuvo la paciencia de hacer la corrección y grabarla de nuevo. Cuando digo Colonia me refiero a San Lázaro, porque tomo lugares de la ribera tanto occidental como oriental", completa Pablo A. Turró Zayas.