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Mónica González

  LA REFLEXIÓN SOBRE EL GÉNERO Y LA POÉTICA DE LO COTIDIANO EN LAS INSTALACIONES DE MÓNICA GONZÁLEZ - Por MARÍA VICTORIA ECHAURI DE INSFRÁN


LA REFLEXIÓN SOBRE EL GÉNERO Y LA POÉTICA DE LO COTIDIANO EN LAS INSTALACIONES DE MÓNICA GONZÁLEZ - Por MARÍA VICTORIA ECHAURI DE INSFRÁN

LA REFLEXIÓN SOBRE EL GÉNERO Y LA POÉTICA DE LO COTIDIANO

EN LAS INSTALACIONES DE MÓNICA GONZÁLEZ

Por MARÍA VICTORIA ECHAURI DE INSFRÁN

 

 

 

 

 

Desde temprana edad empieza a estudiar pintura con Olga Blinder y grabado con Livio Abramo y Edith Giménez.

-Me enamoré de un paraguas y empecé a pintarlo, más tarde comencé a representar los cie­los- dice la artista al iniciar su relato y su experiencia hacia la Instalación.

Entre las imágenes de su memoria recuerda al escultor Herman Guggiari ( ) quién apunta una cualidad subyacente en los trabajos de la artista, el mismo afirma que siempre se percibe y se siente el espacio en lo que hace y concluye trabajándolo en la tercera dimensión con las instalaciones. Entre los cursos y talleres importantes recuerda los ejercicios de materialización de ideas realizados en el Centro de Estudios Brasileños con el artista José Rezende. También recuerda a Olga Bínder y a Luis Felipe Noé.

Los cursos son como un abono, siempre nos abren ventanas ....Fuí saliendo del papel y empecé a incursionar en la Instalación que consiste en una propuesta tridimensional, en la que se tiene en cuenta el espacio que la rodea. La Instalación interviene el espacio con los elementos, “ready made”, o sea, ya hechos, o encontrados que el artista necesita para ex­presarse. Cuando uno hace una Instalación uno dice algo, tiene un trasfondo de concepto. La intención es más agresiva, se busca que la gente sienta y piense- refiriéndose al nivel semántico de la obra de arte.

En 1987 monta su Instalación “Puntos de Vista” con paraguas reflejados en espejos donde reflexiona sobre el objeto real y su imagen. En 1991 realiza la obra titulada “Replantear, recomponer” (expresiones de Livio Abramo). La misma consiste en una enorme habitación que se transforma en un "paisaje de lo etéreo". Mónica dispone sus cielos pintados al pastel, dispersos en una serie de planchas alrededor de la sala, agrega espejos, donde el espectador se ve reflejado, en medio de las nubes. Empieza a investigar materiales como el acrílico y termina haciendo objetos escultóricos transparentes, a la manera de construc­ciones en el espacio, que forman parte de la misma Instalación, en un proceso de trabaje de un año y medio aproximadamente. Mónica juega con las luces y las sombras y con las nuevas posibilidades que encuentra a la pintura y la escultura, la mezcla de estos géneros artísticos y crea una atmósfera de quietud, de reposo, de transparencia que conduce hacia lo transcendente, dejando percibir en su Instalación "la lejanía", la ausencia y la idea del reflejo. Se puede notar un espacio que denota una intención ideológica en su tratamiento plástico. Dorothee Willert, crítica alemana sostiene que la levedad de las cajas es lamisma que se percibe en las nubes.

Hacia 1993 empieza a seleccionar y encimarlos objetos a la manera del principio de organiza­ción formal de la “Columna sin fin Brancursi”, hecha de numerosos segmentos de madera tallados e idénticos entre sí o como un imponente totem arcaico, cuando se gesta su “Mujer, Pilar, Malabarista” una instalación formada de enseres domésticos que forman estructuras ver­ticales inestables, construidas con latonas, braseros, lechereras, regaderas y otros elementos de hojalata, acompañados de jabones de lavar y en ocasiones de impresiones de prendas de vestir, que atraviesan el espacio. La artista propone el análisis sobre la opresión que sufren las mujeres, rescata momentos de la cotidianeidad y la reflexión sobre el género. Éstos son los objetos-signos capaces de forme objetos-signos simbólicos de la semiótica connotativa. Apuntan hacia la imagen-concepto.

Hoy Mónica González ya no precisa del trabajo manual, se desprende de las exigencias de la técnica y de la expresividad de sus cielos y como el “ready-made” duchampniano, selecciona, utiliza y presenta los objetos cotidianos pre-fabricados, los descontextualiza y hace que mo­difiquen sus significados desplazando sus sentidos funcionales y generando vínculos con la cultura periférica que utiliza estos objetos de baja plusvalía.

Se sabe que el tema de la mujer en la manifestación artística es objeto de distintas interpretaciones simbólicas. Con sus esculturas-construcciones la artista vuelve la mirada a su propio género, haciendo una apología feminista, remitiendo a la condición femenina y a las labores domésticas como una forma de obrar marginal.

-Pilar es una cosa que sostiene, la mujer es como un pilar que se ocupa de esas cosas que parecen no ser importantes y son poco valoradas y en el fondo es la que sostiene la familia, permite que el empleado bancario vaya al trabajo con la camisa limpia, el afecto y las relacio­nes también lo maneja la mujer, ella hace malabarismo constantemente. No es fácil, hoy día mantener el equilibrio en medio de las vacilaciones- medita la artista.

Mónica González reflexiona sobre el multifacético rol que cumple la mujer, lo que inevitable­mente conduce a la narración de un pliegue de la historia, un fragmento de la propia historia paraguaya donde emerge la imagen de aquella valiente mujer-pilar, tras el desastre de la guerra del 70. Si se hojean las páginas en Carlos R. Centurión se encuentra las siguientes expresiones sobre la mujer- pilar paraguaya.

Ni una queja, ni una protesta, ni una actitud de rebeldía contra la suerte adversa. En silencio, con amor, cumplieron el doble deber; el del padre, que guía y sostiene; el de la madre que educa y anima. ¡Benditas sean las mujeres que reconstruyeron la patria!... (1961, 659).

En su serie “Mucho que lavar” dispone sus “ready made” y los carga de significado social, presenta un perchero doméstico de donde cuelgan bolsas de plástico cargadas en parte con agua, “puras esencias” .o “vacíos herméticos” en los discursos del crítico Ticio Escobar, donde la artista juega con la transparencia. Uno de los títulos de esta serie reza así. “Que sepa lavar, que sepa planchar, que sepa abrir la puerta para ir a jugar”, una Instalación donde la artista explora el lenguaje y realiza impresiones sobre papel y las extiende en el espacio simulando camisas en el tendedero. Juega con la escala de los objetos presentado sus jabones de lavar de cuarenta y cinco kilos cada uno, cuyos aromas apelan a los sentidos olfativos del espectador.

Su serie de los espejos-moldes ubicados en las paredes, las balanzas viejas y descompuestas recolectadas en un proceso, dispuestas en el piso junto a los centímetros, recogen ecos de patologías que impone la sociedad. La artista usa signos como objetos del deseo femenino, tomados del campo de la moda. Mónica González integra al espectador con su instalación ¡A la Balanza! cuando éste puede recorrer los espacios e imaginar en ellas el peso ideal aunque estén averiadas y medir también la propia cintura. La artista juega también con la fenome­nología de los espejos como recurso visual y conceptual como reflejo de su propia imagen, elemento que sirve como una forma de recepción de su propio yo o de la propia identidad.

Pero la artista también invita al espector ¡A la mesa! y alude a la realidad de su país disponien­do una mesa en el centro de una habitación en la que puede observarse una jarra con agua y ocho vasos rotos que aguardan la difícil tarea de ser reparados. Los pegamentos que se encuentran alrededor permiten entender la posibilidad de la reconstrucción. Y el agua sigue presente en la Instalación "Arroyito" que reúne dos mil vasos de vidrio que invaden y transfor­man el espacio, dispuestos como el flujo de las mismas aguas del arroyo. También aparece aquí el hilo conductor que guía sus experimentos, el juego con la transparencia y el reflejo. Se incluye el elemento líquido, el agua contenida en los vasos que remite a lo elemental, a una fuente de energía, a la claridad y a la transparencia, material que indica la búsqueda en el ám­bito del significado. La Instalación se presenta en el Festival de Medellín Arte y Cultura en 1997. En Alemania consigue vender una obra a un coleccionista que posee trabajos de Andy Warhol Para mi carrera significó un importante espaldarazo psicológico - apunta la artista.

Pero en las instalaciones de Mónica González, a la manera del escultor norteamericano Ríchard Serra, quién construye sus esculturas en grandes astilleros , ya no parece ser necesario el trabajo individual de la artista que crea encerrada en su taller inspirada por las musas y los pinceles, pues ella afirma que la ciudad de Asunción es su propio taller y que trabaja con artesanos paraguayos. La marca de la artista como individualidad creativa se desplaza a la presencia colectiva.

Lo que hago no requiere que esté pegando, cortando nada, son varias personas incluidas en el trabajo. Una característica es que yo trabajo con la gente, la convenzo y la engancho con mi historia.. Característica de mi obra es que generalmente los objetos que uso son prestados, hago un estímulo cultural en cierta forma - apunta la artista.

Mónica trabaja también el tema de la educación, a la manera de la alemana Rebeca Hom, instala una escuelita pobre Ubicada en un lugar olvidado, el “sitio específico” del sótano de la galería el Aleph, en una actitud crítica a uno de los rubros también insuficientes en el país. Pero en su obra los libros usados, los pizarrones comunes, gastados, pobres y prestados están cargados de un densa significación y son una alusión directa a la realidad local y a las escue­las de las clases medias empobrecidas. La Instalación evidencia la capacidad de envolver al espectador en la citada atmósfera del espacio social que se vive a diario.

En Instalaciones recientes presenta pizarrones interviene textos de Cadogan y actualiza su obra con la inclusión de elementos informáticos como mouse de ordenadores, que pueden hablar de las mutaciones y las ideas acordes al tiempo. Introduce el elemento sonoro, con las canciones en guaraní, en francés y en inglés en las voz significativa de su propia hija y la de su asistente, como mezcla de status sociales y como propuesta del “pastiche” posmoderno. “Los Guarda Espaldas”, es una obra de connotaciones políticas, aunque la artista afirma que no es la política lo que le impacta, sino aquello que a uno le llega como una andanada - en sus términos. Incorpora también la reflexión sobre temas coyunturales que afectan a la sociedad. Y como una andanada parece llegar a la artista la noticia de fenómenos de la naturaleza, re­flejada en la instalación “Adaptación del jardín al fenómeno del niño” que realiza en 1998 con recipientes de hojalata, agua y plantas acuáticas que se extiende en el espacio en módulos, completando seis metros de largo aproximadamente.

También las instalaciones de Mónica González. son interferidas por acciones artísticas. En su instalación “El Paraguay que queremos” de 1998, crea una situación donde las perso­nas ordenan el amontonamiento de objetos seleccionados y los disponen en sus lugares correspondientes. “El Paraguay que queremos nosotros mismos lo debemos hacer, no nos cansemos”- reza el mensaje escrito de la obra. Los objetos que utiliza, como bolsas de arena, ladrillos, palas son destinados a la sala de la construcción, libros y elementos simbólicos de la educación son ordenados en el espacio de la biblioteca, camillas, medicamentos y otros a la sala de la salud. La artista propone construir y ordenar su propio país a través de sus propuestas artísticas poniendo en escena los conflictos de su realidad social.

Las obras de Mónica González se abren a los discursos del universo minimalista cuando entre materiales industriales y ritmos instala su “Zona Lábil” en el espacio de la galería, una cons­telación de chapas de acero inoxidable que devuelven una imagen que critica a la imagen y produce transformaciones en el nivel del sentido. La artista desorienta y deconstruye el com­portamiento del espectador que observa su propia imagen distorsionada capaz de relacionar a otros espacios donde los signos oscilan y cambian de lugar y de sentido.

 

 

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EL "ESPACIO VITAL" EN LAS INSTALACIONES

DE SIETE ARTISTAS PARAGUAYOS

Por MARÍA VICTORIA ECHAURI DE INSFRÁN

Con los auspicios del FONDEC

Asunción - Paraguay

Marzo, 2012 (124 páginas)

 

 

 

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