RETRATO, 1977
Técnica: Pastel y grafito sobre papel,
Obra de BERNARDO KRASNIANSKY
Colección Particular
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ARTE ACTUAL EN EL PARAGUAY 1900-1980
Textos de OLGA BLINDER/ JOSEFINA PLÁ/ TICIO ESCOBAR
Coordinación: OLGA BLINDER
EDICIONES IDAP
(Instituto para el Desarrollo Armónico de la Personalidad),
Asunción-Paraguay. Primera edición 1983
La obra RETRATO también esta catalogada en el
CAPÍTULO V: La consolidación,
página 562, del libro
UNA INTERPRETACIÓN DE LAS ARTES VISUALES EN EL PARAGUAY,
Sección : NUEVAS TENDENCIAS Y CONTENIDOS
(3. LAS TENDENCIAS ANALÍTICAS)
Comentario de la obra: AUTORRETRATO
AUTORRETRATO
Técnica: Xerografía (Fotocopia y Dibujo)
Medida: 21 x 21 cms., Año 1981,
Colección Particular
Comentario sobre la obra y la autora en el
CAPÍTULO V: La consolidación, página 593,
UNA INTERPRETACIÓN DE LAS ARTES VISUALES EN EL PARAGUAY
Autor: Ticio Escobar
Editorial Servilibro,
Asunción-Paraguay 2007
BERNARDO KRASNIANSKY recibió lecciones aisladas de Leonor Cecotto, de Livio Abramo y, en São Paulo, de João Rossi. De ellos aprendió los rudimentos técnicos y formales y asimiló cierto expresionismo básico. A mediados de la década del '60 comienza a desarrollar con más fuerza el dibujo en una dirección satírica; su imagen se acerca a la de Ricardo Migliorisi, con quien empieza a trabajar entonces, e incorpora elementos del pop art con un sentido deliberadamente reminiscente y kitsch. Pero mientras Migliorisi se nutre de la imagen hippie y sicodélica del mundo del circo y el music hall, Krasniansky basa su figuración en la cursilería de ciertos anuncios cinematográficos, así como de los carteles baratos de la década del '40. En los últimos años '60 desarrolla experiencias en una dirección más intelectualizada y crítica utilizando diferentes elementos (chapas de hojalata, espejos, cubos de madera) y, posteriormente, ya instalado en São Paulo -donde ingresa en la Universidad de Comunicación y Arte en 1971- trabaja con audiovisuales, dibujos y chapas de acrílico introduciendo planteamientos geométricos. La incorporación de la fotografía (1972) y de la fotocopia (1974) definen el inicio de su preocupación conceptual: las cosas fotografiadas, fotocopiadas, tienen su propia realidad que les permite enfrentar las cosas reales. A partir de allí, sus fotocopias-dibujos y, más adelante, sus pinturas se constituyen en medios de una severa investigación acerca del proceso de constitución de la imagen. Pero, aun centrada en un análisis riguroso de la lógica visual, la obra de Krasniansky se afirma durante la década sin renunciar a las posibilidades expresivas de la dirección analítica. Por eso, el artista no queda en el mero concepto de la relación cosa/ imagen, en la sola mostración de un proceso o en el puro rigor de un método de trabajo; utiliza esos medios para comunicar los nuevos sentidos que arranca a las cosas al copiarlas; la violencia de las manos crispadas o deformadas, el dramatismo de los papeles arrugados, la amenaza de los rostros incompletos. O bien la inquietud que despiertan los cuartos vacíos, la sugestiva fuerza del erotismo o el sentido siempre inconcluso del tiempo que vuelve a convertir La Gioconda en un boceto.
La progresiva utilización de la fotocopia facilita tanto el manejo de imágenes literales y directas, característico de la re figuración, como la incorporación de diferentes medios de representación (fotografía, copia de objetos reales, collages, dibujos, etc.), así como el sentido metalingüístico de la obra: las formas aparecen como signos; siempre lo real está mediatizado por lenguajes, convenciones culturales e imágenes previas y siempre estamos mirando el objeto a través de esa urdimbre simbólica en la que le fuera enredando la mirada de otros hombres.
El AUTORRETRATO se basa en la fotocopia de la mano del artista sobre un papel cuadriculado y, posteriormente, dibujado. Las cuadrículas dan un sentido de cálculo y medida, de exactitud matemática, que manifiesta cierta dirección racional de la imagen: la realidad es percibida a través del enrejado de construcciones y categorías y representada por medio de escalas y proporciones que convierten la mano en objeto mensurable, en imagen sometida a patrones conceptuales. La mano ha quedado prisionera del lenguaje, encuadrada en un esquema, atrapada por el papel que la sostiene, marcada por las características propias del fotocopiado. Pero los límites entre la realidad y la ficción son siempre provisionales y equívocos; se invierten en el lenguaje, se alteran en la imagen. La mano como metáfora de todo el hombre (como autorretrato del artista) es la creadora de las estructuras matemáticas que sostienen y definen la figura. Por eso, ella misma indica magnitudes, genera cánones, señala espacios y dimensiones. Y el discurso nos remite de nuevo a lo real, pero devolviéndonos a un punto de partida mediado ya por el símbolo, a esa realidad ordenada y organizada en la que "el hombre es la medida de todas las cosas".
TICIO ESCOBAR
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