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MARIA GUITALY ARIAS DE MOLINA

  LA HISTORIA VERÍDICA DE UN PUEBLO QUE NUNCA EXISTIÓ (Cuento de GUITALY ARIAS)


LA HISTORIA VERÍDICA DE UN PUEBLO QUE NUNCA EXISTIÓ (Cuento de GUITALY ARIAS)

LA HISTORIA VERÍDICA DE UN PUEBLO QUE NUNCA EXISTIÓ

Cuento de MARIA GUITALY ARIAS DE MOLINA

 

En un lugar del Chaco, donde el calor desvirtúa la mente humana, vivía un hombre alto, moreno, delgado, a quien le encantaba reunir en derredor suyo a cuantas mujeres había en el pueblo, contando sus aventuras y presumiendo de ser oriundo de un lejano país.

Los demás hombres del pueblo, que no lo admiraban precisamente, observaban boquiabiertos cómo este intruso robaba las miradas y los deseos secretos de sus mujeres. El poseía el arte de embrujar al sexo débil. Gordas, flacas, viejas, feas, escuchaban las historias de aventuras y conquistas nunca vividas. Siempre con un libro en una mano y otro bajo el brazo, leía en voz alta poemas de Ludovico Ariosto. Nadie entendía nada, pero era un deleite escucharlo, verlo.

Mientras los hombres laboriosos descansaban en el bar de San Jorge, frente a la plaza, las mujeres apresuraban el lavado de sus ropas, el trabajo en la cocina y en la chacra; todo por escuchar, cada atardecer, los cuentos y los piropos del atractivo intruso. Y ellas sabían que no era sólo por escucharlo o verlo; más bien, para sentirse mujeres dos horas al día. Así fue como cada puesta del sol en la plaza se volvió romántica.

-Así es mis hermosas damas, como dice el gran poeta Ariosto... Este.. ¡sí! ya lo recuerdo, que las mujeres ¡Oh benditas! son las criaturas más bellas creadas por Dios. Y no sé hasta qué punto vendrían a ser sexo débil, tal vez por sus manos, o por sus ojos, o por sus largos cabellos.

Mientras los hombres del pueblo los miraban desde el único bar, uno solo se atrevió a reconquistar a su mujer, con la dulzura no permitida a los pobres trabajadores. Este cruzó la calle de tierra, llegó hasta ellos y. . .

- ¡Todo lo que dice es mentira! Y ustedes son unas burras, ¡que damas ni que ocho cuarto! Este chapucero ni siquiera se anima salir de su casa cuando escucha que el yaguareté anda por el pueblo.

- ¡Callate mal educado! - contestó la mujer- con qué cara le habláis así al marqués, a él que es extranjero.

- ¡¿Y qué si es extranjero?! Yo lo veo igual a nosotros, bueno así vestido -contestó irónico el marido. ¡Pero ya le vamos a mostrar que nuestra raza es de valientes, sí, vencer o morir, al igual que nuestro líder del comandante, doctor y profesor Don González!

- ¡Sí! -replicó otra de las damas- valiente si están entre veinte, pero uno solo, já, chau valentía.

- Bueno, bueno, basta de discusiones -gritó el marqués. A mis hermosas damas os digo que aunque penosas sean las palabras de estos caballeros, no irán a cambiar mi no dudosa hombría, que he nacido para amar, servir a tan hermosas mujeres.

- Mi querido señor marqués -dijo el marido despechado- ya que sos tan valiente, porque no matas el yaguareté que todas las noches se come nuestras gallinas -y dirigiéndose a sus amigos dijo en tono burlón- ¡Hace tiempo que necesitábamos un hombre de verdad!

- ¡Sí, sí! -gritaron los demás hombres- ¡a ver si se anima!

Fue así como el rostro del marqués se transformó lentamente. Y como siempre no le faltaron palabras para arreglar tal situación.

- Tengan calma caballeros: con todo respeto os digo que yo sólo tengo humildes virtudes para deleitar, leyendo cuentos, a vuestras mujeres -hizo una reverencia a los hombres- os aseguro que vuestro líder, Don González, podrá enfrentar al yaguareté con más clase que este servidor.

Una de las mujeres, con cierta inseguridad, dijo:

- ¿Quiere decir que no te animas?

Estas palabras bastaron para despertar la valentía dormida dentro del esbelto cuerpo alargado del marqués.

- ¡Os aseguro que sí! que no hace falta mucha clase para impresionar a mentes torpes. Dadme tiempo, hasta el alba, entonces vuestras gallinas podrán seguir con sus tonterías.

Terminó de hablar, se levantó, se marchó. Al llegar a su casa, a quince metros del bar, dio tal portazo y con el golpe apresuró la caída del sol. Los hombres sentados frente a la plaza, se levantaron silenciosamente con la cabeza gacha, pues no esperaban tal reacción. Pero las mujeres ¡ah! las bellas damas sólo miraron con desprecio a sus hombres faltos de agalla.

Cuando la noche oscureció el pueblo, sus habitantes escondidos en sus casas, esperaban el gran momento. Pero el silencio se apoderó de ellos, abandonaron la vigilia.

A la mañana siguiente, como nunca, los hombres recordaron que tenían que trabajar, las mujeres también. Y sin dirigirse la palabra, se encontraron tropezándose entre sí, casualmente frente a la casa del marqués. Pero la sorpresa fue más grande cuando hallaron un pequeño letrero, clavado en la puerta del valiente caballero:

 

"SE VENDE ESTA CASA"

 

 

Guitaly Arias de Molina.

 

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TALLER CUENTO BREVE
Dirección:
HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
© EDITORIAL DON BOSCO
Tirada: 750 ejemplares
IMPRENTA SALESIANA.
Asunción, Paraguay
1992 (152 páginas)
 
 
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