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SERGIO CÁCERES MERCADO

  LA EVOLUCIÓN CULTURAL EN EL SIGLO XIX - Por SERGIO CÁCERES


LA EVOLUCIÓN CULTURAL EN EL SIGLO XIX - Por SERGIO CÁCERES

LA EVOLUCIÓN CULTURAL EN EL SIGLO XIX

Por SERGIO CÁCERES

 

La Universidad de Córdoba, desde su creación a principios de del siglo XVII por el obispo paraguayo Trejo y Sanabria, formó académicamente a muchos de la Provincia del Paraguay, que llegaban hasta sus aulas a falta de una institución similar en la capital. De todos modos, en Asunción se contó durante toda la Colonia con centros educativos superiores a cargo de los jesuitas, Franciscanos y Dominicos. Incluso en el Seminario dirigido por estos últimos se pudo, por ocho años y mediante un permiso especial otorgado por el Papa a las instituciones de la orden, egresar con títulos universitarios.

En 1783 abrió sus puertas el Real Seminario Conciliar de San Carlos, en cuyas aulas ocuparon la cátedra o fueron alumnos figuras que luego se destacarían en la revolución independentista de 1811. Egresados de Córdoba como Gaspar Rodríguez de Francia y Francisco Javier Bogarín fueron profesores ahí.

Todas estas instituciones permitieron que la Revolución de Mayo de 1811 dispusiera de iluminadas mentes que la defendieran doctrinariamente, amén de tomar sabiamente las riendas del nuevo gobierno. Todas las notas, bandos y otros documentos oficiales emanados por los diferentes tipos de administración surgidos -Triunvirato, Junta Superior Gubernativa, Consulado- revelan una profunda preparación intelectual de sus líderes. En este sentido, además de los ya citados Rodríguez de Francia y Bogarín, deben ser mencionados Fernando de la Mora y Mariano Antonio Molas.

 

LA SOCIEDAD PATRIÓTICA LITERARIA

Es harto conocido que estos próceres intelectuales estaban bien al tanto de las ideas políticas de Locke o Rousseau. Su lectura era amplia a pesar de que estos autores, y otros similares como Voltaire, Montesquieu, y en general los enciclopedistas franceses como Diderot y D'Alembert, estaban prohibidos por el gobierno espaòol y por las distintas congregaciones eclesiásticas. En su afán por refutarlas, todos los establecimientos mencionados los incluían y permitían que sus alumnos los conocieran para despreciarlos por sus ideas políticas (soberanía del pueblo) o sus ideas religiosas (anticlericalismo, deísmo). Pero muchas veces el efecto fue contrario. Las nuevas ideas que posibilitaron la Revolución Francesa convencerían a más de un prócer en formación.

Tal es así, que una vez liberados del yugo español y superadas las más inmediatas urgencias, la Junta Superior Gubernativa emitió un bando en enero de 1812 a través del cual proclamaba la importancia de la educación. Se dispuso la creación de una Academia Militar y de una cátedra de matemática, así como la de una biblioteca pública para la cual se mandó traer de Buenos Aires e Inglaterra un total de 145 libros.

Ese mismo mes, la Junta permite la conformación de una Sociedad Patriótica Literaria que tendría a su cargo los delineamientos de la reforma educativa. Integrada por conspicuos maestros como Juan Andrés Gelly y Luis de Zavala, y con el celoso apoyo de Fernando de la Mora desde la junta, se aboca a un plan que incluya los nuevos métodos e ideas de enseñanza a fin de erradicar los heredados desde la Colonia. Las aulas de los seminarios censuraban a los autores que ellos admiraban, y eso debía cambiar para bien de los jóvenes estudiantes.

Al mes siguiente de su creación, la Sociedad Patriótica Literaria ya daba a conocer las Instrucciones para Maestros de Escuela, que constaba de 73 artículos. En ellos se instaba a los maestros a enseñar con el ejemplo y evitar los castigos corporales. Se cuenta que Zavala había conocido en la Universidad de Chile las ideas del pedagogo Pestalozzi, que se hacían evidentes en esta cartilla. Además se instaba a la asistencia obligatoria y la Junta encargaba al Cabildo el control de los padres en el cumplimiento de esta regla. Los revolucionarios tenían una clara conciencia de que la construcción de la nación pasaba necesariamente por la educación del pueblo.

 

LA DICTADURA

Sin embargo, estos planes no se concretarían pues la larga dictadura del Dr. Francia -iniciada en 1814- encarará la política educativa desde otro ángulo. También apostará por la instrucción primaria, donde leer, escribir y contar seguirán siendo las operaciones básicas requeridas. Pero hasta su muerte, en 1840, no habrá propuesto nada que supere esta fase. Al contrario, fue bajo su administración que se clausura el Real Seminario de San Carlos en 1823, cerrando así la última posibilidad de los ciudadanos en cursar estudios superiores.

Además de las escuelas, fueron los maestros privados, quienes sostuvieron la instrucción básica de la población. En la Escuela Central de Primeras Letras, seguirá trabajando -hasta el periodo de Don Carlos Antonio López incluso- el maestro José Gabriel Téllez, institución y figura promovidas ya por la Junta Superior Gubernativa y que Francia dejó continuar. También fue muy conocido en esta labor el argentino Juan Pedro Escalada, que se dedicó a la formación de los niños de las familias acomodadas de la época.

Se sabe que el Dictador al inicio de su mandato, programó la creación de una biblioteca pública e incluso ordenó la importación de los libros, pero este proyecto tampoco se concretó a causa de los vaivenes políticos que se sucedían al inicio de la dictadura. Al final, la biblioteca más importante será la que tenía en su casa y a la que solo él tuvo acceso.

 

LA PRESIDENCIA DE DON CARLOS A. LÓPEZ Y EL PERIODISMO

Al morir el Dr. Francia en 1840, una de las pocas personas con preparación intelectual para gobernar era Don Carlos Antonio López. Este fue parte de un consulado con Mariano Roque Alonso, nombrados ambos por el Congreso reunido en 1841. En 1844 López asume como presidente constitucional y su labor constructiva y reconstructiva en el campo cultural será significativa.

La historia del periodismo en nuestro país se inicia con este gobierno. El 26 de abril de 1845 aparece el primer número de EL PARAGUAYO INDEPENDIENTE, periódico fundado por López con la principal misión de defender la independencia y soberanía del Paraguay. Además de Don Carlos, escribía en sus páginas Juan Andrés Gelly, intelectual compatriota de importante participación en la vida cultural argentina por décadas, así como en nuestra propia revolución de 1811. Se conocen ciento dieciocho números de esta publicación, que dejó de circular el 18 de setiembre de 1852, luego de la muerte del gobernante argentino Juan Manuel de Rosas, cuyos propósitos anexionistas fueron una de las principales razones de que el periódico se creara.

En 1853 aparece el SEMANARIO DE AVISOS Y CONOCIMIENTOS ÚTILES bajo la dirección de Gelly, y luego del español Ildefonso Bermejo. Este último fue invitado por López gracias a sus reconocidas credenciales conseguidas en España en el campo de la dramaturgia y la docencia. Efectivamente, Bermejo dirigiría luego su propio periódico, EL ECO DEL PARAGUAY.

 

LA EDUCACIÓN BAJO DON CARLOS

La preocupación de López por la educación se remonta a su época de cónsul con Mariano Roque Alonso. Ya en 1842 informaban al Congreso del éxito en cuanto a alumnos de la Academia Literaria, fundada un año antes. Por sus aulas pasaría fugazmente Francisco Solano López, hijo del cónsul López.

Muy importante será la Escuela de Matemáticas, que en 1853 empezó a funcionar bajo la dirección del francés Pedro Dupuy. Se enseñaba Aritmética, Algebra y Geometría. La introducción del Sistema Métrico Decimal al Paraguay se debe a su director.

Ildefonso Bermejo fundó una Escuela Normal, de breve vida, y el Aula de Filosofía en 1856. El mismo enseñaba materias como gramática castellana, catecismo político, lógica e historia sagrada, entre varias otras. Incluso animó a sus alumnos a publicar La Aurora, para que plasmasen ahí sus creaciones literarias. Los mejores alumnos incorporados al Aula de Filosofía provinieron de la Escuela de Latinidad del padre Fidel Maíz y Bernardo Ortellado, quienes a su vez fueron alumnos de la Academia Literaria.

Debemos seguir mencionando al incansable Juan Andrés Gelly, quien en 1850 tuvo a su cargo una Escuela de Derecho Civil y Político, área en la cual se había destacado profesionalmente.

También 1859 es un año importante, pues luego de muchos obstáculos es reabierto el Seminario Conciliar, clausurado en los inicios del gobierno del Dr. Francia. Su primer rector fue el padre Fidel Maíz, quien además se desempeñó en las cátedras de Prima de Teología Moral y Vísperas de Cánones.

Se sabe que más de un alumno de estos institutos mencionados luego formarían idénticos establecimientos en el interior, multiplicando de esta manera la labor educadora promovida por el gobierno de Don Carlos.

En este periodo regresaron al país los jesuitas. Fundaron el Instituto de Moral Universal y Matemáticas, que era un establecimiento de nivel secundario. Fue dirigido por el padre Bernardo Parés. Sin embargo, su funcionamiento duró poco tiempo pues no quisieron estar subordinados al Obispado como el presidente López quería. Fue así que decidieron, Parés y sus compañeros, dejar el país nuevamente, aunque esta vez por su propia voluntad.

Por supuesto, ninguna de estas entidades de educación superior no hubiesen tenido éxito sin el apoyo dado a la instrucción primaria. Por ejemplo, el censo de 1857 registra 408 escuelas en todo el país con un total de 16.755 alumnos. No se debe olvidar que la misma Constitución (1844) que consagró Presidente del Paraguay a Carlos Antonio López, tenía varias disposiciones acerca del fomento de la instrucción pública.

 

LA IMPRENTA, LOS SÍMBOLOS PATRIOS

No solo periódicos como El Paraguayo Independiente, La Aurora, El semanario y La Época fueron producto de la imprenta que adquirió el gobierno nacional. Lo primero que se imprimió fue justamente el acta de Reconocimiento de la Independencia, documento fundamental para la existencia del país frente a las demás naciones.

Una serie de libros también fueron publicados gracias a la imprenta. Por ejemplo La Argentina de Ruy Díaz de Guzmán, Curso del arte y de la historia militar de Jaequinot de Presle, Gramática de la Lengua Castellana de la Real Academia Española, Vocabulario en varios idiomas de algunas plantas medicinales del doctor Juan Vicente Estigarribia y Un paraguayo leal de Ildefonso Bermejo, entre otros. Especial mención merece la obra El Paraguay lo que fue, lo que es y lo que será de Juan Andrés Gelly, pues fue el primer libro escrito por un paraguayo en el periodo independiente.

Casi toda la simbología patria fue creada en el periodo de Don Carlos, quien era muy consciente de su importancia para la consolidación de la independencia. La bandera con su escudo, así como los sellos nacionales fueron adoptados por el Congreso de 1842.

La letra del Himno Nacional fue enviada en 1846 desde Uruguay por el poeta Francisco Acuña de Figueroa. En cuanto a la música no se sabe a ciencia cierta si atribuírsele al húngaro Francisco José Debalí o al francés Francisco Sauvageot de Dupuis. Lo cierto es que fue restaurada ya en la posguerra por el italiano Luis Cavedagni. Su actual partitura pertenece a un arreglo hecho en 1933 por el maestro paraguayo Remberto Giménez.

 

FRANCISCO SOLANO LÓPEZ

A diferencia de su padre, Solano López no estará tantos años en el poder. La Guerra contra la Triple Alianza aniquiló las pocas obras que en el campo cultural realizó.

Por ejemplo, luego de ordenar el retorno de los becados a Europa, decide enviar otros de su confianza. Ambos grupos serán contratados en puestos claves del gobierno y la milicia.

Un mérito que se le reconoce al Mariscal López es el haber permitido la elevación del guaraní al dejar que se impriman libros escritos en este idioma, en especial en el género poético. Pero también ordenó la impresión y difusión del Catecismo de San Alberto, donde, entre otras cosas, se enseña al pueblo a obedecer sumisamente al gobernante cuyo poder está legitimado por la divinidad y no por la ciudadanía.

 

EL PERIODISMO DURANTE LA GUERRA GRANDE

Natalicio Talavera será el gran corresponsal de guerra. Además de sus reconocidas dotes de poeta, será el director de El Semanario. En sus páginas describirá el desarrollo de la contienda bélica hasta su muerte, en plena juventud, acaecida en 1867. Pero no solo las páginas de El Semanario contará con su pluma, sino también Cabichuí, periódico en el que escribían el padre Fidel Maíz, el exbecario Juan Crisóstomo Centurión y Víctor Silvero.

También circulaban el Cacique Lambaré del padre Francisco Espinosa y El Centinela del poeta Tristán Roca. Finalmente debe mencionarse a La Estrella, dirigida por Manuel Trifón Rojas y que se imprimía en Piribebuy.

Todas estas publicaciones mezclaban notas serias con jocosas. Sin embargo es su carácter bilingüe uno de su grandes aportes, pues de esta manera permitieron la conservación del idioma guaraní en el papel. Paralelamente, desarrollaron toda una estética del grabado con la que ilustraban sus páginas. De los varios artistas grabadores, el único con formación fue el exbecario Saturio Ríos.

 

LA EDUCACIÓN EN LA POSGUERRA

La Constitución de 1870 daba explícitas instrucciones para la promoción de la instrucción primaria. Tal es así que las escuelas se irán multiplicando en todo el país, entre las que destacaron las dirigidas por las maestras Rosa Peña y Asunción Escalada, respectivamente.

La creación del Colegio Nacional en 1877 es un hito fundamental, pues por décadas en las aulas de esta institución se formó la élite intelectual y política que fue protagonista del siglo XX.

En 1883, una pléyade de intelectuales paraguayos funda el Ateneo Paraguayo, considerada la primera institución cultural privada. Su acta de fundación tiene las rúbricas de Cecilio Báez, Benjamín Aceval -su primer presidente- Ramón Zubizarreta y Alejandro Audibert, entre otros. En esta misma línea debemos mencionar al Centro Paraguayo y el Instituto Paraguayo, este último recordado gratamente por su revista.

Pero el acontecimiento educativo por excelencia de este periodo es la conformación de la Universidad Nacional de Asunción en 1889, entidad de estudios superiores que por fin ve la luz luego de centurias de esfuerzos desde la época colonial, aunque no se puede decir lo mismo del periodo independiente. El primer rector fue el abogado español Ramón Zubizarreta.

 

ALGUNOS PERIÓDICOS

Se considera a LA REGENERACIÓN la primera publicación de prensa no dependiente de ningún gobierno. Apareció en 1869 bajo la dirección de Juan José Decoud. Su oponente será LA VOZ DEL PUEBLO.

Solamente en 1870 aparecen y desaparecen los siguientes órganos de prensa: LA LEY, LA SITUACIÓN, EL DERECHO, LA OPINIÓN, EL PUEBLO y EL PARAGUAY.

En los años siguientes se fundan EL PROGRESO, EL FÉNIX, EL AMIGO DEL PUEBLO, LA NACIÓN PARAGUAYA, LA PATRIA, LOS DEBATES, LA REPÚBLICA, EL PORVENIR, EL IMPARCIAL, EL COMERCIO.

El más destacado fue LA REFORMA, dirigido por José Segundo Decoud.

En 1881 apareció LA DEMOCRACIA.

 

Fuente (Enlace Interno):

HISTORIA CULTURAL DEL PARAGUAY - 1° PARTE

Obra de BARTOMEU MELIÀ y SERGIO CÁCERES

COLECCIÓN LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 14

© Editorial El Lector

Fotografías: Archivo del Padre Bartomeu Meliá y el Ateneo Paraguayo.

El Lector I: 25 de Mayo y Antequera. Tel. 491 966

El Lector II: San Martín c/ Austria. Tel. 610 639 - 614 258/9

www.ellector.com.py

Esta edición consta de 15 mil ejemplares

Asunción – Paraguay (115 páginas).

 

 

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