PAZ Y EL ENSAYO AMERICANO
Por SERGIO CÁCERES MERCADO
Investigador
caceres.sergio@gmail.com
Un paseo por la poesía de Octavio Paz es suficiente para saber que se está ante un consumado en el género. Nadie puede negar que en los versos llegó a la cota más alta de su talento. Pero acá no queremos dejar pasar su centenario sin mencionar su lado ensayístico, aquel que nos llenó de obras que resuman erudición y un estilo cuidadoso en la prosa.
Octavio Paz nos recuerda a toda una generación de escritores latinoamericanos que hacían del ensayo el campo de sus expresiones políticas y estéticas. Pero hablar del ensayo y los ensayistas es también hablar de las revistas que los núcleos culturales lanzaban con la misma necesidad que la de un pirata necesita de un buque para navegar.
El siglo XX latinoamericano, antes de que termine en 1989 (siguiendo a Hobsbawn), conoció centenares de estas revistas donde hacían gala de su pluma escritores como José Luis Borges, Pedro Enríquez Ureña, Alfonso Reyes, Hugo Rodríguez Alcalá, Pedro Cabrera Infante, Ernesto Sabato y otros paradigmáticos autores. Recordamos ese periodo de tiempo, porque el fin de la Guerra Fría, la globalización de los medios de comunicación reforzados por su digitalización fueron elementos que acogotaron esos espacios impresos que se aguardaban con expectación en distintos rincones de América y España.
A cien años de Octavio Paz no podemos evitar sentir una nostalgia por aquellos debates donde el saber enciclopédico era como el oropel obligado en los escudos de los grandes guerreros, pues lo que realmente daba fortaleza a sus armas era el estudio profundo de un tema y su posterior defensa por medio de una fina argumentación y un estilo que hacía inclinar la cabeza a cualquier adversario preparado.
Género medular
Uno no puede menos que maravillarse al leer los trabajos de esa época, pues al tenerse en cuenta el tiempo que significaría redactar un ensayo de esos y las condiciones materiales para su elaboración se los dimensiona con justicia. Eran escritos destilados gota a gota, sostenidos por una investigación bajo el candil y con nemotécnicas que ahora son superadas por cualquier soporte miniaturizado por la tecnología del microchip.
No decimos que el ensayo americano ha muerto, pero sí que se ha transformado. Tampoco cometeremos el juicio conservador de anular lo que existe solo por querer recuperar lo ya cambiado. Solo queremos homenajear a aquellos representantes de un género que fue medular para la circulación del pensamiento latinoamericano.
Octavio Paz fue un representante excelso de este grupo, pues escribió más ensayos que poemarios. Su experiencia como diplomático le daba una visión que otros no tenían, y que le permitía escribir sobre política internacional demostrando gran afán de información y conocimiento de causa. Por supuesto que sus posiciones políticas y sus enjuiciamientos fueron y pueden ser muy discutidos. Pero en eso consiste el quid del género ensayístico que extrañamos.
En Paraguay las revistas existieron también, así como algunos que intentaron el ensayo, aunque lo nuestro fue siempre más el artículo periodístico, de corto aliento y sin vuelo literario. Cuando perdimos a Helio Vera también se nos fue uno de los pocos representantes del ensayo en nuestro país. La pobreza en este género es tal por nuestras tierras, que casi nada podemos encontrar editado y mucho menos concursos que lo promuevan. Al menos, hay unos intentos de revistas literarias que en el esfuerzo de impresión quieren mantener viva una tradición. Veremos cómo les va la vida y quiénes se atreven a llegar sus páginas.
Disparo
A Lasse Söderberg
Salta la palabra
adelante del pensamiento
adelante del sonido
la palabra salta como un caballo
adelante del viento
como un novillo de azufre
adelante de la noche
se pierde por las calles de mi cráneo
en todas partes las huellas de la fiera
en la cara del árbol el tatuaje escarlata
en la frente del torreón el tatuaje de hielo
en el sexo de la iglesia el tatuaje eléctrico
sus uñas en tu cuello
sus patas en tu vientre
la señal violeta
el tornasol que gira hasta el blanco
hasta el grito hasta el basta
el girasol que gira como un ay desollado
la firma del sin nombre a lo largo de tu piel
en todas partes el grito que ciega
la oleada negra que cubre el pensamiento
la campana furiosa que tañe en mi frente
la campana de sangre en mi pecho
la imagen que ríe en lo alto de la torre
la palabra que revienta las palabras
la imagen que incendia todos los puentes
la desaparecida en mitad del abrazo
la vagabunda que asesina a los niños
la idiota la mentirosa la incestuosa
la corza perseguida
la mendiga profética
la muchacha que en mitad de la vida
me despierta y me dice acuérdate.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
www.ultimahora.com
Sección CORREO SEMANAL
Sábado, 29 de marzo de 2014
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