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JOSÉ LUIS ARDISONE

  MIRARSE AL ESPEJO - Por JOSÉ LUIS ARDISSONE


MIRARSE AL ESPEJO - Por JOSÉ LUIS ARDISSONE

MIRARSE AL ESPEJO

 

Por JOSÉ LUIS ARDISSONE

 

 

 

 

EL TEATRO PARAGUAYO

-"Para ver teatro, yo me voy a Buenos Aires"

Esta frase la escuché muchas veces en boca de algunos compatriotas que ostentan así su exquisitez y el poder de sus bolsillos.

Lo que no dicen es cuál es el teatro que van a ver. Generalmente los espectáculos más concurridos por ellos son los de la calle Corrientes: Moria Casán, Nito Artaza, Florencia de la V, y de tanto en tanto alguna incursión por el "San Martín", "que allí está Alfredo Alcón".

Hay otra categoría de público paraguayo que también se va al teatro en Buenos Aires, "y en Madrid, claro" que también es muy fino. Son los que hacen gala de sus dotes intelectuales.

Los espectáculos teatrales de Asunción, son de muy bajo nivel, según el concepto de los que mucho saben. Opinan y abominan de él sin haber asistido jamás a representaciones de elencos nacionales. Prejuzgan negativamente con gran seguridad.

Otros son nostálgicos, y recuerdan la "época dorada del Teatro Municipal", con sus compañías de zarzuelas españolas, con las de Mecha Ortíz o Pedro López Lagar.

Es mejor, a veces, dejarlos vivir en ese mundo exquisito y nostálgico. Ese, no es público de teatro.

El público paraguayo corriente, es igual al argentino, al uruguayo o al español. Concurre al teatro en un porcentaje por habitantes, semejante al de esos lugares. La diferencia está en que ellos son millones y aquí apenas somos 6.000.000.

Pero, ¿qué ve ese pequeño porcentaje que va al teatro?

Espectáculos de excelente nivel, buenos, mediocres y malos.

La calidad del montaje de algunas obras, el alto nivel de talento de actores y actrices, la seriedad y profesionalismo que campea en muchas puestas en escena, nada tienen que envidiar a las de otros lugares de nuestra América.

Vi bastante teatro en muchos países; los elencos de "Arlequín", por poner el ejemplo que mejor conozco, participaron y participan en festivales internacionales desde hace 22 años. El público extranjero concurre masivamente a las representaciones y aplaude de pié, la prensa hace elogiosos comentarios y nunca se refieren a nuestros elencos como "los humildes paraguayos que con tanto esfuerzo...etc." Nadie regala nada afuera por ser "humildes y sacrificados".

Es verdad que es muy difícil mantener regularidad y ser constante en esta tarea de hacer teatro. El medio en que nos toca desarrollar este trabajo es duro y a veces hasta hostil. Pero la vocación del teatrista es generalmente muy profunda y abandonar la cancha nos haría más daño a nosotros mismos que a los demás.

Surgen con regularidad grupos nuevos, actores y actrices jóvenes, formados en escuelas de teatro, públicas y privadas, que alimentan el fuego de la escena nacional.

Pagan muchas veces el precio de su inexperiencia, y a veces de su entusiasmo juvenil, algunos desisten y otros persisten con tozudez, pero todos ponen su granito de arena para seguir edificando el teatro paraguayo.

Invito a todos a enterarse de qué ocurre en nuestros teatros por la prensa escrita, radial, televisiva, los invito principalmente a escuchar los comentarios de vecinos y amigos que van al teatro.

-"Yo oía hablar de que se hacían aquí cosas buenas muy buenas, pero nunca me interesé, no les creía. Vine ahora porque está una amiga de visita y ella quería ver la obra. Les aseguro que de ahora en adelante no me pierdo ni una"-

Esto me decía una persona el día del estreno de "La casa de Bernarda Alba".

Las salas de teatro están allí, esperando sentir el calor de la presencia de hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños; están allí nomás, en el centro de la ciudad y en los barrios de moda, aguardando a aquellos que son los destinatarios de una expresión artística que los va a conmover, que va a tocar sus fibras más íntimas, y que no les permitirá permanecer indiferentes. Saldrán más ricos de espíritu, con el corazón lleno de emociones.

-"Yo no entiendo luego, por eso no me voy al teatro"- Al teatro no es necesario entenderlo, es sí, fundamental, sentirlo, emocionarse con la historia que nos cuentan, con el talento de los actores, con la belleza de la escenografía, de las luces y el vestuario. Al teatro se viene a hacer gozar el alma, a reir o a llorar, a cargar las pilas para seguir transitando el camino de la vida, conociéndonos mejor, reflexionando sobre nuestra realidad.

A veces es duro mirarse al espejo, pero si no lo hacemos será difícil que sepamos cómo somos y como nos ven los demás.

Mírese al espejo de tanto en tanto, váyase al teatro.

 

 

Publicado en el diario ULTIMA HORA

Viernes, 23 de Marzo de 2009

Fuente digital: http://www.ultimahora.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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