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EDWIN MARINO BRÍTEZ PAREDES

  PARTIDO COLORADO – LAS CAUSAS DE SU CAÍDA - Compiladores: ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE/ EDWIN BRITEZ


PARTIDO COLORADO – LAS CAUSAS DE SU CAÍDA - Compiladores: ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE/ EDWIN BRITEZ

PARTIDO COLORADO – LAS CAUSAS DE SU CAÍDA

Compiladores: ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE/ EDWIN BRITEZ

 

JULIO BENEGAS VIDALLET, EDWIN BRITEZ, BERNARDINO CANO RADIL,

RAMÓN CASCO CARRERAS, BENJAMÍN FERNÁNDEZ BOGADO,

JULIO CÉSAR FRUTOS, ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE, JOSÉ NICOLÁS MORINIGO,

MABEL REHNFELDT, JESÚS RUIZ NESTOSA, ALEJANDRO VIAL

Copyright © Editorial Azeta SA./ Los autores 13 de agosto de 2008

 

Diseño de Tapa: Celeste Prieto

Foto: Martín Crespo

Compiladores: Alcibíades González Delvalle/ Edwin Britez

Edición al cuidado de: Rufo Medina

Diseño y paginación: Daniel Suárez

Corrección: Emilia Piris Galeano

ABC COLOR

Editorial Azeta SA,

Yegros 745 - Asunción Tel.: 021 4151000

azeta@abc.com.py

www.abc.com.py



INDICE

A MANERA DE PRÓLOGO

¿Cuándo cayó el Partido Colorado?/ Enrique B. Bordenave  

CAPÍTULO I

El Estado paraguayo/ Julio Benegas Vidallet 

CAPÍTULO II

Incidencia de la prensa y de la opinión pública/ Edwin Brítez 

CAPÍTULO III

La crisis de las internas del Partido Colorado desde 1989/ Bernardino Cano Radil 

CAPÍTULO IV

Las administraciones coloradas vendieron la patria en Itaipú/ Ramón Casco Carreras

CAPÍTULO V

Stroessner y el Partido Colorado: Un matrimonio de mutua conveniencia/ Benjamín Fernández Bogado   

CAPÍTULO VI

En política los errores cuestan/ Julio César Frutos 

CAPÍTULO VII

El Partido Colorado y los Derechos Humanos/ Alcibíades González Delvalle

CAPÍTULO VIII

La influencia de los movimientos campesinos en la alternancia política electoral/ José   Nicolás Morinigo A. 

CAPÍTULO IX

La corrupción tuvo color: ¡Colorado!/ Mabel Rehnfeldt

CAPÍTULO X

«Viva la muerte. Muera la inteligencia»/ Jesús Ruiz Nestosa  

CAPÍTULO XI

Una cultura política que debe ser superada/ Alejandro Vial



A MANERA DE PRÓLOGO

¿CUÁNDO CAYÓ EL PARTIDO COLORADO?

Este libro, se me dijo, quiere indagar las causas por las que el Partido Colorado cayó del poder con las elecciones del 20 de abril pasado. Bueno, discrepo con tal noción. Creo, sí, que el Partido Colorado ha caído pero que esto no ocurrió con las elecciones mencionadas, sino mucho más tiempo atrás. Lo que cayó el 20 de abril fue solo el grupo -abigarrado, por cierto, y numeroso- que dirigía el partido y el Gobierno, pero que no era propiamente «colorado» o «republicano», sino que se aprovechaba de ambos para ventaja personal de sus integrantes. Fue clientelista, nepotista, prebendarlo, asistencialista quizá, pero no había en él, me parece, sino colorados de fachada; no de fondo.

La Asociación Nacional Republicana, ANR, así como el Partido Liberal, PL, que comenzó llamándose Centro Democrático, se originaron a poco de terminada la Guerra del 70; ambos con ideología liberal. Sus nombres coincidían con los de los dos partidos tradicionales de los Estados Unidos, el Republicano y el Demócrata, ambos ideológicamente liberales, pero el primero con tendencia conservadora, y el otro, progresista; una diferencia de velocidad y de sensibilidades antes que de ideología y principios básicos.

Nuestros dos viejos partidos se desempeñaron en el Gobierno bajo una misma Constitución, la de 1870, de clara orientación liberal. El Dr. Justo Prieto puntualizó que el Partido Liberal se habría fundado con base, entre otros documentos trascendentes, «en los principios expuestos por Jefferson para el Partido Demócrata de los Estados Unidos» (Diccionario del Liberalismo, México 1972, pág. 208).

El Partido Colorado, sin embargo, con el tiempo comenzó a cambiar, y no me extrañaría en absoluto que el hecho de que el Centro Democrático cambiara su nombre por el de Partido Liberal haya sido uno de los motivos por los que la ANR, después de perder el gobierno en 1904, procurara diferenciarse del PL buscando una base ideológica que no fuese tan liberal como la de sus primeros tiempos. Así podría entenderse, quizá, su simpatía hacia el Dr. G. R. de Francia, los López y, en general, al autoritarismo y el dirigismo estatal, así como también que -en ciertos momentos- mirara hacia el PRI mexicano y el APRA peruano o llegara con Duarte Frutos a definirse (de la boca para afuera) como «socialista humanista».

Retornado al poder el 13 de enero de 1947 y tras ganar la Revolución de 1947, pronto se deshizo del dictador Higinio Morínigo e instaló sus propios gobiernos pero con escasa fortuna, sucediéndose varios presidentes (Juan Manuel Frutos, Natalicio González, Gral. Raimundo Rolón, Felipe Molas López, Federico Chaves, Tomás Romero Pereira), lo que me parece que se debió más que nada a la pérdida de su vieja orientación. Seguidamente, aunque no sin serias escisiones, apoyó a Alfredo Stroessner, a quien la mayoría de sus dirigentes se sometió totalmente.

El derrocamiento de Stroessner efectuado por políticos y militares colorados no me resulta fácil de entender. Lo seguro es que la vida útil del dictador llegó a su fin, no solo para la ANR sino acaso también para algún otro factor de poder con gravitación sobre nuestro país. En todo caso, a la ANR, liberada de Stroessner, tampoco le fue muy bien. Tras el general Andrés Rodríguez -jefe del golpe contra Stroessner-, vinieron las presidencias de Juan Carlos Wasmosy (que poco tenía de colorado), de Raúl Cubas Grau (Lino Oviedo con otro nombre), y luego el gobierno de «unidad nacional» de Luis A. González Macchi del que el PLR pronto fue borrado sin que tampoco esto diera lugar a la recuperación de la ANR. Llegó por fin Nicanor Duarte Frutos, bajo el cual la corrupción llegó a extremos y el Partido Colorado, en manos de gente sin ideales políticos, quedó reducido a la nada.

Las elecciones del 20 de abril pasado, en definitiva, no causaron la caída de la ANR. Esta ya estaba caída desde mucho tiempo antes. Las elecciones solamente lo pusieron en evidencia. Creo, sin embargo, que en ese partido hay gente que procurará su recuperación. El viejo PL paraguayo, hoy muy venido a menos como PLRA, también necesita recuperarse, pero no veo señales de que así pueda ocurrir. La democracia paraguaya necesita de los dos antiguos partidos. No se la concibe sin ellos. Ambos deben recuperar su doctrina y su espíritu de servicio a la nación.

Enrique B. Bordenave




CAPÍTULO II

INCIDENCIA DE LA PRENSA Y DE LA OPINIÓN PÚBLICA

EDWIN BRÍTEZ (*)

INTRODUCCIÓN

Las libertades de expresión y de prensa no constituían demandas prioritarias en la agenda de la sociedad cuando el Partido Colorado llegó al poder. En aquella época (1947) las expectativas se centraban en la necesidad de lograr la estabilidad política del país y en pacificar los ánimos frente a la violencia política. Eran tiempos de anarquía, en que la soberanía del pueblo no merecía el respeto de nadie, menos aún el derecho de expresarse con libertad.

El país estaba a poco más de una década del final de una guerra internacional (con Bolivia 1932-35) y la conquista del poder no estaba canalizada por los conductos democráticos. El pueblo estaba completamente divorciado de las elites de poder y muchas veces ni enterado de las decisiones que se tomaban a su nombre. Algunos escasos periódicos de opinión, casi siempre al servicio de una causa política sectaria, no transmitían prácticamente nada de informaciones de interés general.

Tenían libertad de expresión solamente aquellos autorizados a hablar. La intolerancia política se encargaba de poner límite a este derecho fundamental, en especial a todos aquellos opositores al gobierno, sean o no políticos: intelectuales, militares, políticos, sindicalistas, entre otros, sin distinción.

Cuando el coloradismo llegó al poder estaba aún muy abierta la herida de una guerra fratricida, la de 1947, que dejó una sociedad dividida entre fanatizados e impunes miembros del Partido Colorado y adversarios perseguidos y atemorizados. Los medios de comunicación estaban ausentes o se limitaban, con sus escasas audiencias, a pequeñas publicaciones generalmente contaminadas de odio y fanatismo partidarios. Tenían vida limitada, por la impaciencia de los gobernantes de turno y la ausencia de un Estado de derecho y de una justicia ordinaria independiente.

El dictador Stroessner se hizo del poder con la imagen de un líder capaz de poner fin a la anarquía. Pero en su gobierno -al igual que en los anteriores- tampoco existía transparencia ni control institucional al ejercicio del poder; mucho menos había control de la prensa sobre la gestión pública de los gobernantes. El contexto no permitía el desarrollo de un periodismo con los parámetros tradicionales de la independencia sino solo hasta la década del 50; cuando el único diario sólido de la época (La Tribuna) logra romper su vínculo con el Partido Liberal y se declara independiente. Las anteriores eran prensa confesional, testimonial y partidaria, además de la paraestatal.

Con el advenimiento de la dictadura de Stroessner (1954) todas las radios eran controladas, en su administración y línea editorial, por el Estado. No existía canal de televisión, hasta que el avance tecnológico y una nueva concepción del periodismo competitivo permitieron la fundación del diario ABC Color, con el cual prácticamente se instituyó el periodismo profesional y la competencia se trasladó no solamente a los medios, sino también a la profesionalidad de los periodistas, aun cuando la gran mayoría de los medios continuaban bajo control de la dictadura y sus esbirros.

Finalmente, con la caída de la dictadura, se abrió un gran espacio de libertad que hizo crecer la prensa libre de manera desmesurada, lo que repercutió también en la calidad del servicio.

No obstante, pese a la tendencia de los grandes oligarcas de la economía stronista de hacerse del control de los principales medios de comunicación, los medios independientes (del gobierno) lograron incidir en la formación de una opinión pública cada vez más crítica, la que fue construyendo a su vez ciudadanía con una capacidad de incidencia política y un mayor poder de decisión por cuenta propia.

El sistema prebendario y clientelar del coloradismo se fue desgastando y empeoró cuando las figuras del partido decidieron enfrentar a una prensa que a esa altura ya adoptó como política prácticamente corporativa que, para asegurar el apoyo público, debía adoptar una postura crítica, no ser complaciente con el poder. El desafío de Duarte Frutos a la prensa y a la Iglesia católica, al mismo tiempo, facilitó el desenlace. Ambas instituciones estaban consideradas por entonces y desde hacía años, como las más creíbles según la percepción de la gente. Paralelamente, la fama del Partido Colorado habrá llegado a su nivel más bajo en la consideración pública por su directa relación con la violencia política del pasado y la corrupción constante, además de la ineptitud en el manejo de los servicios públicos.

 

¿LA PRENSA ECHÓ AL PARTIDO COLORADO?

¿Pudo haber influido en la caída del Partido Colorado la apertura política con una mayor libertad de expresión y una mayor libertad de prensa?

Aun cuando en la transición, y en especial en el tramo final, los colorados subestimaron la influencia de los medios de comunicación en la modificación de conductas políticas, siempre fue claro el temor de quienes ejercían el poder a la libertad de expresión del pueblo, y manifiesta la necesidad de ejercer control sobre la prensa independiente.

No obstante, en la etapa autoritaria y dictatorial de mandato colorado, la dirigencia partidaria se despreocupó de la influencia en los resultados electorales de la libre expresión y de la prensa, hasta que la ciudadanía fue ejerciendo con mayor insistencia su libertad de expresarse y la prensa encontró también la forma de tomar distancia del poder. Cuando los colorados aprendieron a valorar el ejercicio de las libertades de expresión y de prensa, ya fue demasiado tarde. Estaban llegando a la llanura antes de lo esperado por ellos mismos y, tal vez, por la propia oposición.

Estos dos factores -libertad de expresión y libertad de prensa-, durante el lapso antidemocrático, sólo existían de manera testimonial, y casi siempre quienes se atrevieron a enfrentar el sistema y la modalidad restrictiva tuvieron que pagar las consecuencias. En la primera etapa de libertad política, posgolpe de Estado (1989), el Partido Colorado pudo solucionar el problema de las adversidades que le ocasionó el ejercicio de las libertades públicas y las consecuentes manifestaciones de libertades ciudadanas para elegir autoridades, mediante fraudes electorales, cometidos ampliamente, hasta si se quiere con creatividad frente a una cándida oposición. (1)

El lento desarrollo de una ciudadanía activa frente a un poderoso partido- Estado ha llegado a llamar la atención en la comunidad internacional. Tanto es así que Paraguay aparecía sostenidamente antes, y aparece aún, en todos los estudios e informes como el país más corrupto y con menor convicción democrática. No se podía entender, por consiguiente, cómo la oposición no pudo aprovechar un pasado sangriento de represión y corrupción y un presente de corrupción e ineptitud, pero con libertades, de su adversario para ganar mucho antes el poder.

La prensa se desarrolló con extraordinaria velocidad en la etapa de transición y, salvo algunos medios considerados “prensa amiga” por su tolerancia con el poder colorado de turno, en general fue crítica y trabajó sin censura, hasta que encontraron la forma de atemorizarla y hostigarla a través de un Poder Judicial sometido al capricho político de los líderes partidarios.

La construcción de opinión pública y ciudadanía al parecer requirió más tiempo de lo necesario. No existe memoria democrática; es cierto, no existe gimnasia cívica. La ciudadanía fue construyendo una democracia demasiado formal y electoral, sin llegar a decidirse por la alternancia sino hasta el 20 de abril de 2008.

 

ANTECEDENTES

Antes de que el gobierno cayera en manos del Partido Colorado en 1947, el general Higinio Morínigo ejercía el mando de manera cruel, desde 1940; luego, ya al frente de los colorados, continuó de la misma manera. (2) Morínigo desalentó todo intento de libertad, y fue implacable con sus adversarios políticos, incluidos los militares. No se podía presumir, por tanto, ninguna posibilidad de que el pueblo decidiera su destino por sí mismo cuando sus legítimos dirigentes eran víctimas de una implacable persecución. Entonces, la prensa estaba muy lejos del desarrollo adquirido en los últimos tiempos, y para sobrevivir algunos medios, como El País, tuvieron que aceptar el régimen e inclusive adoptar una línea editorial progermánica (de los nazis) para ubicarse a tono con la tendencia de la dictadura en el contexto internacional (3).

Sin embargo, Morínigo, a partir de 1946, liberaliza su política. Levanta las restricciones contra la libertad de prensa, tolera el regreso de los exiliados y una apertura democrática permite que se formara un gobierno de coalición, aunque Morínigo no demostró interés alguno en abandonar el poder. Estaba ya entonces en una alianza con el Partido Colorado y el grupo paramilitar denominado “Guion Rojo”. El resultado de la denominada “primavera política” fue un fallido golpe de Estado y el comienzo de la sangrienta guerra civil, en marzo de 1947, que dejó un saldo de 30 mil muertos.

En enero de 1947, el Partido Colorado ingresa oficialmente al poder político de la mano de Morínigo y no se retirará del mismo sino oficialmente el 15 de agosto de 2008, para dar lugar al mandato del ex obispo católico Fernando Lugo, quien ganó las elecciones del 20 de abril de 2008, al frente de una Alianza de partidos políticos y movimientos sociales. En ese contexto de guerra civil que se extendió hasta agosto de 1947, y prosiguió con una persecución implacable a los perdedores, durante décadas, era impensable ejercer las libertades públicas, y menos aún las libertades de expresión y de prensa en particular.

Si enfocamos el derecho a la libertad de expresión como un medio para la libre difusión de las ideas, necesariamente debemos reconocer, tal como fue concebido durante la Ilustración, que esta libertad abre la posibilidad del disenso y que éste a su vez fomenta el avance de las artes y las ciencias. En nuestro caso, como país con casi nulo desarrollo de las artes y menos aún de las ciencias, por lo menos debemos admitir que fomenta la participación política, lo cual quedó demostrado en el período 2003-2008 (4).

Este panorama de restricción, persecución y, en algunos casos, hasta de anulación del enemigo se mantiene hasta la llegada al poder del general Alfredo Stroessner en el año 1954, quien se presenta como el potencial salvador y restaurador de la estabilidad política, no solo para los colorados, sino para toda la sociedad, harta entonces de la anarquía permanente y del clima de violencia política reinante en el país (5).

La dictadura de Stroessner fue la más larga de la historia y tampoco durante su prolongada vigencia hubo serios intentos de apertura política, que no sea la simulación para captar incautos y prolongar su poder en el tiempo. La prensa escrita realiza el primer intento de independencia con la distancia que toma el histórico diario La Tribuna del Partido Liberal en la década del 50 (6).

El dictador no hizo mucho esfuerzo para modificar la situación que heredó: una sociedad rural cuyo comercio exterior en un 90% se realizaba por los ríos, sin necesidad aparente de rutas, ferrocarriles ni industrias. No fomentó la industrialización del país y, por el contrario, impulsó la creación de colonias agrarias, sin que la reforma agraria lograra mejorar las condiciones de vida campesina. El despertar campesino sólo sirvió para que la represión cayera sobre el mismo con todo rigor, especialmente en los promotores de las Ligas Agrarias Campesinas y en quienes la alentaron desde la Iglesia católica e intelectuales independientes.

El desarrollo de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS ayuda a consolidar el régimen stronista con su política de “democracia sin comunismo”. Con esta fórmula, el capital económico destinado al continente para el desarrollo de los países, va a parar a las Fuerzas Armadas, que de esa forma se convierten en los garantes del orden social y en uno de los pilares del régimen dictatorial (Gobierno-FF.AA.-Partido Colorado).

Luego, cuando comienza a percibirse el fastidio ciudadano frente al régimen de atropellos y de asfixiante control y persecución, llega la fórmula milagrosa desde el Brasil y enseguida también de la Argentina, pero por sobre todo del primer país nombrado, con la construcción de la represa hidroeléctrica más grande del mundo: Itaipú.

Esta construcción representa para la clase política paraguaya un enriquecimiento fácil y la oportunidad de enriquecer también a la burguesía profesional, con lo cual se aquieta la asfixiante situación económica que comenzaba a manifestarse con signos de malestar en los primeros años de la década del 80. Pero el boom de Itaipú sirve al mismo tiempo de anestesia y facilita el rebrote de la represión contra los contestatarios, situación que pasa desapercibida para la sociedad que durante toda una década permanece obnubilada por la generosa riqueza brasileña, a la cual se une enseguida la de Yacyretá, aunque en mucho menor escala y volumen de divisas.

El país, como nunca, experimentó una prosperidad económica que, de paso, aniquiló todos los intentos e inicios de protestas ciudadanas contra un régimen dictatorial prolongado y sin perspectivas de culminación. Las injustas condiciones establecidas en el Tratado de Itaipú, en perjuicio de Paraguay, fueron apenas percibidas por un sector reducido de la sociedad y todo intento de manifestarse en contra fueron a chocar con la indiferencia de una sociedad ahogada en abundante dinero. Más de treinta años después, la misma bandera de Itaipú que ayudó a consolidar al régimen dictatorial de Stroessner ayudó a la oposición a desprenderse del gobierno colorado.

Frente a este contexto de prolongadas e ininterrumpidas restricciones de las libertades públicas que aniquilan todas las organizaciones populares, inclusive las instituciones democráticas, es fácil entender por qué la caída de Alfredo Stroessner en 1989 no arrastra de inmediato a la misma suerte al Partido Colorado.

Pero resulta intrigante cómo un partido identificado con un pasado de turbulencias, de cruel represión, de privación de las libertades públicas a todo un pueblo, incluido el suyo (colorados contestatarios), de negación al desarrollo; un partido encarnado con los líderes más sanguinarios y corruptos del lapso en que se mantuvo en el poder pudo seguir haciéndolo en un ambiente de plena libertad y de competencia, durante casi veinte años más.

No existían ni libertad de expresión ni libertad de prensa desde 1947 a 1989. Con la caída de la dictadura se abren las compuertas y se inicia una especie de estallido de ejercicio de la libertad. Un destape que incluye a la prensa.

La ciudadanía se expresa en libertad, se organiza en libertad, se moviliza en libertad, excepto aquellos que insisten en conservar la identidad stronista. Esta restricción se inicia con el gobierno irregular del general Andrés Rodríguez y desaparece a través del tiempo con la transición. Los stronistas pasan de nuevo a ocupar sus lugares en el Partido Colorado y, de esa manera, un Stroessner no solamente no encuentra obstáculo para competir en las internas coloradas, sino llega a integrar el Senado de la Nación por la vía de elecciones libres y directas. El nieto del dictador Alfredo Stroessner es hoy día senador electo para el período 2008-2013.

La libertad de prensa durante la transición es ejercida a plenitud, inclusive por los stronistas, quienes pronto interpretan que una forma de blanquearse y reciclarse es a través del ejercicio de la democracia y la libertad de prensa. Adquieren grandes medios de comunicación, formando grupos en algunos casos verdaderamente poderosos, con los cuales tratan de dirigir a la opinión pública. Con las radios comunitarias y la extensión del servicio de energía eléctrica a todo el país -que permite que cada hogar paraguayo, por más humilde que fuere, cuente con un aparato de televisión- las comunicaciones se convirtieron en un instrumento de la ciudadanía para conocer los acontecimientos de manera directa.

La predica de los caciques y líderes políticos, que mantenían informados a sus clientelas políticas de acuerdo con sus particulares e interesados puntos de vista, queda en el olvido. La población se informa directamente por los medios y se expresa a través de los medios, en libertad. Va perdiendo el miedo. Recuerda constantemente lo que pasó y ve, siente y comprueba los escándalos de corrupción. Ya no depende -para ello- de los relatos y explicaciones de sus dirigentes. Comienza a dudar y a desconfiar. Está informada, tiene mayor criterio. En resumen, es opinión pública y está en condiciones de reaccionar, inclusive de tomar una decisión relevante, sin importar que asuma riesgos.

Necesitaba de otra oportunidad, la que llegó finalmente el 20 de abril de 2008, ocasión en que decidió ser más libre aún y demostrar que su voto decide.

Todo esto puede explicar de alguna manera el desarrollo de un proceso encaminado hacia un cambio, pero no explica cómo el Partido Colorado hizo para mantenerse en el poder, luego de subir al carro en plena guerra civil (1947), de sostener gobiernos corruptos y crueles, inclusive luego de que el pueblo celebrara la caída de su líder (Stroessner en 1989), para continuar durante casi veinte años más en el poder, en medio de libertades públicas, hasta completar 61 años ininterrumpidos en la cima.

Finalmente, el ejercicio de las libertades públicas y entre ellas el de la libertad de expresión contribuyeron para que la opinión pública se construya y consolide hasta llegar a representar un factor en la toma de decisiones. Finalmente también la libertad de prensa tuvo una incidencia preponderante en la conducta ciudadana, a pesar de los augurios varias veces repetidos de que los medios de comunicación “no tumban gobiernos ni eligen gobernantes”.

El último presidente colorado de la República subestimó el grado de incidencia de estos factores, mas era poco lo que realmente se podía hacer desde cualquier puesto para detener la caída del Partido Colorado del poder. En el último tramo de la campaña electoral para las elecciones del 20 de abril de 2008 ya era evidente que la tendencia no retrocedía, como ocurría en anteriores elecciones con un casi siempre atemorizado electorado colorado, al cual en el momento de votar se le aparecía el fantasma del hambre y la desocupación. El Partido Colorado siguió confiando hasta casi el último minuto en su estructura y su mística, y en considerar inexistente la influencia de la prensa y de la libertad de expresión en los resultados electorales. Muchos colorados todavía no se dan cuenta de lo ocurrido.

 

DIFERENTES ETAPAS DEL ITINERARIO COLORADO. ENTRE 1947 Y 1954

De la guerra civil a la paz militar. En el lapso que marca el ascenso oficial del Partido Colorado al poder, 1947, y la asunción del general Alfredo Stroessner no existe libertad de expresión y menos de prensa; tampoco autoridad alguna que se preocupe de restaurar esta restricción. La intolerancia política es el sello característico de aquellos tiempos con un contexto nacional que se caracteriza por la reciente finalización de una guerra internacional (Paraguay- Bolivia 1932/35) y una guerra interna que termina dividiendo a la sociedad paraguaya entre vencedores y derrotados, oficialistas y opositores perseguidos con una masa de exiliados que se refugia especialmente en la Argentina. La política nacional pasa por la inestabilidad, y por la incertidumbre en el plano económico. El acceso al poder no sigue los canales democráticos y existe divorcio entre los tomadores de decisiones y el pueblo sometido. Las únicas que podrían poner en peligro la continuidad colorada en el poder son las Fuerzas Armadas.

 

ENTRE 1954 Y 1963

Del asalto al poder a la apertura forzada. El advenimiento del general Alfredo Stroessner al poder de la República crea expectativas falsas de la sociedad hacia el uniforme militar para instaurar la ansiada estabilidad política. Stroessner trata de dar tranquilidad, pero pronto desborda los límites de la racionalidad, la cordura y el respeto a la institucionalidad para establecer un régimen de persecución, inclusive a militares y colorados.

Con la intervención del gobierno norteamericano, se ve obligado a iniciar una fachada democrática “invitando” a la oposición a participar del proceso eleccionario del cual era único participante en los comicios anteriores: 1954 y 1958. La presión externa responde más que nada a la crueldad con que el régimen aniquilo los intentos de guerrilla a fines de los cincuenta e inicios del sesenta.

No hay ningún intento serio de desarrollar la libertad de expresión y menos aún de garantizarla; lo mismo sucedió con los medios de comunicación, que seguían limitados a un periódico importante y algunos intentos -sin éxito- de disputarle la clientela a La Tribuna, la cual sin embargo logra independizarse como antigua vocera del Partido Liberal. No se puede ignorar, por ello, que la década del cincuenta marca el inicio del periodismo independiente en el Paraguay con sus limitaciones.


ENTRE 1963 Y 1967

De la ficción electoral a la ficción constituyente. Hacia el año 1962, en consonancia con el impulso que recibieron las reformas democráticas en América Latina, por la política de la Alianza para el Progreso, Stroessner busca un candidato que le sirviera de opositor en las elecciones. Levanta por algunas horas el estado de sitio, para permitir algunos discursos del virtual oponente, y se hace reelegir por otro periodo de 5 años para el período 1963-68.

Un sector de la oposición entra al juego de la entonces ya declarada dictadura y legaliza desde el Congreso todas las iniciativas y emprendimientos del Ejecutivo, pero Stroessner necesita modificar la Constitución Nacional para continuar en el poder y convoca una Constituyente en 1967, que lo habilita para ser elegido de nuevo y además ser reelecto, es decir que puede continuar hasta 1977.

El ejercicio de la libertad de expresión se centra prácticamente en dos ejes: gobierno y oposición, con limitaciones para ésta y extralimitaciones para el otro. Se dan algunos ensayos de prensa escrita, todas ellas de tinte político, por lo que la Iglesia católica encuentra justificada la aparición de un periódico confesional que ofrezca mayor credibilidad. Así nace “Comunidad” que se distribuye a través de las parroquias y seminarios. Aparece también el primer canal de televisión del gobierno, disfrazado de privado, Canal 9.

 

ENTRE 1967 Y 1977

De la reelección tolerada al vitaliciado dictador. La Convención Nacional Constituyente de 1967 despierta cierta esperanza en la población, a pesar de la desconfianza política hacia Stroessner. Se suman otros sectores de la oposición y un gran sector de la sociedad se convence de buena fe de que el problema político del país se basaba en una deficiente, incompleta y desactualizada Constitución Nacional.

Aun cuando se sabía perfectamente que el motivo principal era la habilitación del general Stroessner a otro período presidencial de cinco años, con posibilidad de ser nuevamente reelecto, no se podía dejar de tener una esperanza en un cambio a partir de un nuevo orden constitucional.

Stroessner finalmente cede para que el Partido Colorado comparta el poder parlamentario con otros sectores de la oposición, ya que los más genuinos representantes de la misma se negaron en principio a colaborar con la dictadura, para finalmente terminar disputándose los puestos parlamentarios con divisiones escandalosas que hasta hacían divertir a sus adversarios.

En esta etapa de la vida nacional, nace el diario ABC Color el 8 de agosto de 1967, y con él un periodismo competitivo y profesional, pero su nacimiento se produce en el contexto de una gran, masiva y violenta represión, que amortigua el impacto propio de una prensa independiente en la opinión pública. La libertad de expresión se ejerce principalmente a través de los movimientos estudiantiles y campesinos, pero con altos costos en materia de atropellos a los derechos humanos, especialmente las grandes redadas registradas en la primera mitad de la década del 70 (7).

 

ENTRE 1977 Y 1987

De la consolidación del stronismo a la exclusión tradicionalista. La oposición finalmente entiende la jugada de Stroessner y decide no acompañar el proceso del dictador aferrado al cargo, que para legalizar su vitaliciado hace convocar a otra Convención Constituyente en 1977. Con elecciones fraudulentas logra incluir en la Constitución una enmienda que le garantiza “reelección irrestricta”, es decir, sin plazo fijo.

Los medios de comunicación son fuertemente presionados por el gobierno, especialmente la radio y la televisión. La autocensura es perceptible en todos los medios, aunque en menor escala en los declaradamente opositores, lo que le garantizaba corta vida y poca tirada.

La clausura de ABC Color en 1984 provoca una fuerte reacción ciudadana con apoyo internacional desde una perspectiva de derechos humanos, alentada por la política exterior sobre el tema que lidera el presidente norteamericano Jimmy Cárter (8). Son suspendidos también los diarios La Tribuna y Última Hora, así como Radio Ñandutí, que soporta hostigamiento constante.

Stroessner quiso aprovechar la tímida resistencia y un brote de descontento al interior de su partido para dar un golpe interno en el Partido Colorado. En 1987 alienta la realización de una convención partidaria donde se instalan los leales (militantes stronistas) y se excluye a los que se opusieron a la continuidad del stronismo (tradicionalistas), a través del hijo del dictador, Gustavo. Se oficializa la escisión colorada y un sector del partido se suma a la masa contestataria que enfrenta riesgos para manifestarse. Las expresiones de oposición son cada vez más frecuentes y extendidas.

 

ENTRE 1987 Y 1989

Del golpe al interior de la ANR al golpe de Estado. Stroessner divide de hecho el Partido Colorado al que vino utilizando durante todo el tiempo. Para el efecto, crea y desarrolla el “ala militante” del coloradismo con el cual impide que la burguesía colorada busque frenar sus planes de vitaliciado o de nombrar reemplazante a su primogénito. Los “tradicionalistas” son marginados de la conducción partidaria y de los cargos nacionales para dar lugar a la lealtad “hasta las últimas consecuencias” de los denominados “militantes”, quienes provocan recelos en unas Fuerzas Armadas también contaminadas a esas alturas por el virus de la división.

El plan de continuismo “irrestricto” contempla la mordaza a la prensa, que a esas alturas ya adquiere la patente de crítica con mayor independencia del poder político, aunque el gobierno alienta al sector privado a “sustituir” al clausurado ABC Color. De esa forma nace “Noticias”, de propiedad del amigo de Stroessner, Nicolás Bo. Esta “prensa amiga” desaparece una vez cumplido su cometido.

Los ciudadanos ejercen sus derechos de expresarse en un ambiente de mayor vigilancia internacional de los derechos humanos, pero la represión no se hace esperar y cae con todo el peso, aunque de ninguna manera comparada con el sistema de décadas anteriores. Los detenidos por tomarse la libertad de expresar sus protestas no duran ya tanto tiempo en las prisiones y tampoco ya son objeto de torturas. La oposición es ejercida a través del Acuerdo Nacional, una alianza de “partidos no reconocidos” por la dictadura (PLRA, PRF, PDC y Mopoco).

La dictadura cede a la presión de la comunidad internacional, especialmente en vísperas y después de la visita del papa Juan Paulo II en el año 1988. La patria stronista representada en un árbol seco, como símbolo del agotamiento de la sociedad en el marco de un régimen tiránico, recorre el mundo a través de fotografías e imágenes de televisión.

Bajo el manto protector de la Iglesia católica paraguaya se expresan los jóvenes, los profesionales, estudiantes, docentes, campesinos, obreros para denunciar el agotamiento del modelo instaurado y sostenido con la bayoneta por el dictador, el cual efectivamente sucumbe en la madrugada del 3 febrero de 1989.

La clausura de ABC, la presencia del Papa en el país y el retorno de los colorados del exilio, luego de más de veinte años, causaron un serio daño a la dictadura. La inevitable apertura política en medio de las restricciones significan al mismo tiempo un mayor espacio de libertad de expresión, que naturalmente alienta al ejercicio de un periodismo más crítico. Las suspensiones y clausuras de medios solo contribuyen a motivar a la ciudadanía a manifestarse en contra de la dictadura.

 

ENTRE 1989 Y 1999

De la caída del stronismo a la caída del oviedismo. La caída de Alfredo Stroessner y su camarilla stronista el 3 de febrero de 1989 significa un verdadero destape para la sociedad paraguaya, que en los últimos tramos se manifiesta en contra del régimen con mayor decisión y coraje. Manifestaciones de auténtica euforia popular es el resultado del golpe de Estado y la consiguiente caída del stronismo.

Las Fuerzas Armadas ejercen el tutelaje político del proceso de apertura pero las libertades públicas son la tónica del nuevo régimen, con excepción para los líderes, operadores y movimientos partidarios muy identificados con el stronismo caído. La politizada justicia ordinaria es incapaz de frenar la continua y gigantesca corrupción, revelada en sus intimidades por un periodismo de investigación emergente en la era de la libertad, con lo que se construye la percepción de que al gobierno corrupto y represivo de Stroessner siguen los gobiernos civiles de colorados igualmente corruptos. Poco a poco (muy lentamente para muchos), se forma la creencia durante la transición de que el Partido Colorado es igual a corrupción, fórmula que arrastra a toda la política nacional hasta que en algunos tramos ya no es perceptible para la ciudadanía la diferencia entre políticos colorados y no colorados.

Un acontecimiento que contribuye poderosamente a concientizar sobre la atrocidad de la dictadura stronista es el descubrimiento de los archivos secretos de la policía política, conocidos luego como los archivos del terror, hoy incorporados al Centro de Documentación del Poder Judicial.

Los documentos hallados en esos archivos son profusamente divulgados a través de la prensa para graficar la crueldad del régimen stronista, aprovechando los nuevos aires de libertad. Especialmente para los jóvenes, los documentos de este archivo son la revelación cruda de los atropellos cometidos por la dictadura y el principal instrumento para la construcción de la memoria colectiva.

 

ENTRE 1999 Y 2008

Del “Marzo Paraguayo” a la llanura colorada. El asesinato del vicepresidente de la República, Luis María Argaña (9) y la muerte de ocho jóvenes en la plaza del Congreso se produce en medio de una crispación que simultáneamente provoca la reacción de la ciudadanía y de la prensa en general. En el centro de la discusión está la polémica figura del general Lino Oviedo (10), quien finalmente huye del país con la caída del poder del entonces presidente Raúl Cubas Grau, quien renuncia ante la inminencia de la aprobación de un Juicio político del Congreso en su contra.

Todos los acontecimientos de la plaza, incluido el asesinato de los jóvenes, son transmitidos en directo por los canales de televisión, lo que excita aún más a la población a expresar su apoyo a la “causa antioviedista” y a sumarse a las manifestaciones de los jóvenes durante varios días en la plaza.

El Partido Colorado no encuentra la forma de poner freno a la libertad de prensa, por los medios tradicionales. Ya no cuenta con su vocero oficial “Patria”, que juntamente con “La Voz del Coloradismo”, durante la era del stronismo fueron instrumentos de amedrentamiento y hostigamiento, tampoco con la prensa amiga el diario “Noticias”. Los medios de comunicación toman distancia discretamente del poder, a pesar de la canalización de millones de dólares en concepto de publicidad en especial a medios con alguna afinidad parcial con el gobierno (11) mientras que otros, como el diario ABC Color, asumen un enfrentamiento frontal a la dirigencia colorada y al gobierno. El stablishment utiliza sus resortes en la justicia para acorralar a la prensa y se abren numerosos procesos por cuestiones muchas veces intrascendentes, al solo efecto de intimidar a los propietarios de medios y a los periodistas. Coincidentemente, los políticos más indiciados de corrupción son los que más emprenden contra la prensa en los tribunales, en algunos casos al solo efecto de sacar provecho económico, amparados en la protección de sus fueros sin riesgo alguno de sanción. Uno de los casos emblemáticos es la condena al director de ABC Color, Aldo Zuccolillo, a quien la justicia obliga a pagar al senador colorado más cuestionado de la transición, Juan Carlos Galaverna, la suma de 750 millones de guaraníes más una cifra igual para la justicia (12).

Paralelamente, se registra un crecimiento inusitado de la ciudadanía electoral que no puede ser absorbida en su gran mayoría por el pulpo hegemónico de la estructura partidaria y la burocracia estatal del coloradismo. De 2.049.449 inscriptos para las elecciones de 1998 pasa a 2.856.785 inscriptos para las elecciones del 2008. El Partido Colorado experimenta una inocultable tendencia al voto decreciente: De 53% que obtiene en las elecciones de 1998, baja a 47% en las elecciones de vicepresidente del 2000; a 46% en las elecciones municipales de 2001; a 37% en las elecciones del 2003, aunque repunta en los comicios municipales del 2006 con 49%.

Los colorados utilizan todos los recursos para tratar de mantenerse en el poder, inclusive el hostigamiento y la intimidación a sus propios correligionarios. Pero, tal vez, el factor decisivo de esa acometida fue el enfrentamiento con la prensa del presidente Nicanor Duarte Frutos, quien buscó por este medio desacreditar la campaña coincidente de medios contra la posibilidad de continuidad del coloradismo en el poder en un contexto ciudadano totalmente diferente al de apenas cinco años atrás cuando su triunfo electoral estuvo cargado de esperanzas populares 13.

 

CONCLUSIÓN

Los sesenta y un años de gobierno ininterrumpido ubican al Partido Colorado entre los partidos del mundo con mayor tiempo en el poder. La libertad de expresión y la libertad de prensa tuvieron, sin duda alguna, su aporte para que en el Paraguay sobreviniera la alternancia luego de décadas de dictadura apoyada por el mismo partido que luego en la democracia siguió por otros 19 años.

Son varios los factores a los cuales se puede atribuir la caída del coloradismo. En política, los humanos somos proclives a buscar culpables, pero el 20 de abril se manifestó un cambio en el comportamiento colectivo de la ciudadanía paraguaya. Esa respuesta esperada pero inesperada al mismo tiempo responde de alguna manera al cansancio acumulado durante tantos años y que, al decir de Aristides Ortiz, el día 20, “tranquilos, callados, con ese dejo de burla propio del mestizo guaraní español, acordaron con el proyecto Lugo, que aún incierto tiene por lo menos posibilidades en el futuro”.

Se agotó el sistema clientelar y prebendarlo y con el apoyo, esta vez mucho más firme de los poderosos medios de comunicación, una ciudadanía más activa y movilizada hacia el logro de sus objetivos, se puso fin a una continuidad irritante. Digo que se puso fin a la continuidad, porque, honestamente, no me atrevo a decir que se puso fin a un sistema.


NOTAS

1. Diario Clarín de Buenos Aires

2. Terrorismo made in USA en las Americas, Enciclopedia Basica

3. La construcción de la opinión publica en el Paraguay, Jose Nicolás Morinigo- Edwin Britez. 2004 Promur Ges. 2004

4. Historia del diario ABC Color (ABC Digital)

5. Informe de Reporteros Sin Fronteras

 

SUB NOTAS

* Edwin Brítez es periodista, egresado de la Universidad Nacional de Asunción. Hizo estudios en Ecuador con una beca de OEA-Ciespal y participó de cursos sobre distintas facetas del periodismo y temas vinculados, en Estados Unidos, Alemania, Portugal, Puerto Rico, Uruguay, Chile, Argentina, Bolivia y otros. Es coautor de La construcción de la opinión pública en Paraguay, Democracia Transparente, El ocaso del jinete y otros. Trabaja en ABC Color desde 1971, es corresponsal de Reporteros sin Fronteras y actualmente se desempeña como editor de Noticias Internacionales.

1. Cantelmi, Marcelo. La historia de fraudes electorales en Paraguay llegarían a abochornar a los más ortodoxos dinosaurios del PRI mexicano. Despacho del diario Clarín, Buenos Aires.

2. Higinio Morínigo asumió el poder a la muerte del presidente José Félix Estigarribia, el 7 de septiembre de 1940; los militares decidieron su sucesión con Higinio Morínigo. Según el capitán Juan Speratti (protagonista de la época), se creó un vacío de poder y se debía decidir al sucesor entre los generales Ántola y Morínigo. Una caja de fósforo fue el elemento de elección y el azar favoreció a Morínigo, quien contaba con la simpatía de un sector militar.

3. Morínigo gobernó con un grupo de nacionalistas, los tiempistas. Luego se apoyó en el autotitulado «Frente de Guerra», conformado por jefes militares muy cercanos al nazifascimo. Ese fue uno de los períodos más represivos y totalitarios de la historia del Paraguay. «Es el tiempo de los campos de concentración en el Chaco, los exilios, la interdicción de varios partidos, las cárceles y deportaciones. Es también la época de la división interna del ejército, con la politización de sus cuadros. Era frecuente el envío de dirigentes obreros y estudiantiles y de intelectuales a los lejanos fortines del inhóspito territorio chaqueño-. (Terrorismo made in USA En las Américas: una enciclopedia básica)

4. Morínigo, José Nicolás- Edwin Brítez. La construcción de la opinión pública en Paraguay. Año 2004. Edición Promu-Ges

5. En mayo de 1954 Stroessner encabeza un golpe de Estado en el cual fue depuesto Federico Chaves. En agosto de 1954 fue electo Presidente. A partir de entonces fue reelecto en 8 períodos, en elecciones fraudulentas, en las que apareció primero como candidato único y luego con candidatos testimoniales: 1958, 1963, 1968, 1973, 1978,1983 y 1988. Durante su gobierno fueron eliminadas unas 3000 personas, empleando la tortura, el secuestro, asesinatos políticos. Siempre demostró simpatía por los nazis Por ejemplo, Josef Méngüele obtuvo la ciudadanía paraguaya; además de dar protección a delincuentes internacionales y dictadores derrocados.

6. La prensa independiente propiamente cobra preponderancia recién en los años 50, cuando el entonces decano del periodismo, el diario La Tribuna, se proclama independiente. En los años 60, los medios de comunicación masiva son objeto de estudios académicos a nivel terciario y en el Paraguay se crean las dos escuelas universitarias de periodismo, en la Universidad Nacional de Asunción y en la Universidad Católica, (De la historia de ABC Color).

7. Con editoriales, comentarios, noticias y campañas de prensa, ABC Color incentivó los valores democráticos, la libertad de expresión, la lucha contra la dictadura stronista imperante en la época y la conciencia cívica de la ciudadanía. Además introdujo el periodismo profesional al exigir a sus periodistas capacidad, dedicación exclusiva, cumplimiento de las normas éticas, la máxima objetividad y una permanente lucha contra la corrupción y el abuso del poder. Estuvo clausurado por la dictadura stronista desde 1984 a 1989.La aparición de ABC representa una verdadera revolución en los aspectos técnicos con el sistema off set de impresión, y gráficos con la impresión a color, así como en su sistema de distribución.

8. El triunfo de James E. Cárter en las elecciones norteamericanas constituyó un revés para la política exterior de la dictadura stronista. Cárter gobernó de 1977 a 1981 y su influencia en el continente y en particular en Paraguay fue decisiva para aliviar la situación de atropello a los derechos humanos. Stroessner tuvo que liberar a la gran mayoría de los detenidos y torturados durante la gran redada de 1976 por presión de los EE.UU

9. Luis María Argaña fue elegido Vicepresidente constitucional en las elecciones de 1998. Fue asesinado el 23 de marzo do 1999 por un comando armado. Murió también en la ocasión el guardaespaldas, mientras que el chofer logró sobrevivir. Fue figura civil de relieve en la dictadura militar de Stroessner y presidió el Partido Colorado después de la caída de la dictadura.

10. Lino Cesar Oviedo Silva fue jefe de las Fuerzas Armadas hasta su pase a retiro, el 22 de abril de 1996. Fue responsabilizado de un intento de golpe de Estado, del magnicidio del vicepresidente Luis M. Argaña, de la masacre de civiles y de haber incitado a un segundo intento de golpe de Estado en el año 2000. Fue condenado por el intento de golpe de estado y posteriormente absuelto. Fue candidato a presidenta en las elecciones generales de 2008.

11. En lo que va de gestión del presidente Nicanor Duarte Frutos (presidente de la República 2003/08) se gastaron 19 millones de dólares de Itaipú en los medios de comunicación, afirma el periodista Luis Bareiro en su blog «El silencio de los inocentes». ABC Color Digital, 25 de noviembre de 2007.

12. La Corte Suprema de Justicia condenó al director de ABC, Aldo Zuccolillo, a pagar la suma de 1.500 millones de guaraníes, de los cuales 750 millones son para el senador wasmoargañista Juan Carlos Galaverna y 750 millones para la máxima instancia judicial. El monto de la pena impuesta al diario equivale al pago de 2 millones de guaraníes por día para Calé y 2 millones de guaraníes para el alto tribunal por día, durante un año (ABC Digital, 23 de enero de 2006).

13. La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) expresó su preocupación por el agravamiento del «clima de intimidacion» a la prensa en Paraguay y condenó las declaraciones del presidente del país, Nicanor Duarte, contra los medios de comunicación críticos con el Partido Colorado. Duarte declaró que «el enemigo de Paraguay no es la oposición, sino el periodismo anticolorado». La organización defensora de la libertad de prensa subrayó que las declaraciones del Presidente paraguayo «caen muy mal en esta precampaña electoral, en la que los periodistas ya están sufriendo presiones y amenazas» Decididamente se ha puesto de moda en la región que un Jefe de Estado hable de conspiración cuando la prensa ejerce su papel de contrapoder afirmó RSF.



CAPITULO III

LA CRISIS DE LAS INTERNAS DEL PARTIDO COLORADO DESDE 1989

BERNARDINO CANO RADIL (*)

 

I) INTRODUCCIÓN DEL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO

El Partido Colorado se erige como un componente ineludible para interpretar la historia política y económica nacional. Con razón histórica reivindicativa de exclusividad o sin ella, fue la fuerza cívica que encarnó el nacionalismo paraguayo. Una frase fuerte que adolece y expone luces y sombras, como todas las doctrinas y corrientes de pensamiento que circulan por el mundo.

La hecatombe del 70 nos dejó sin Estado, sin capacidad productiva y sin una elite abierta y competitiva. Comenzó la reconstrucción de una elite política, cultural y social en el Paraguay, de escasos recursos formativos, pero con un promisorio futuro. Evolución amputada por el interregno de hegemonía militar Franco- Estigarribia-Morínigo que por azares del destino termina en manos del coloradismo tras la guerra civil del 47. La posterior inestabilidad e incapacidad de los vencedores para estabilizar el poder por medios democráticos trajo la anarquía. Tras años de intolerancia se encuentra un equilibrio bonapartista regresivo (Gramsci) en un maridaje Gobierno/Fuerzas Armadas/Partido Colorado con Stroessner desde 1954 que lo sostiene como aliados hasta el 3 de febrero de 1989.

El stroessnismo fue una dictadura cruel y larga (1954-1989), pero con un consistente apoyo social en lo interno e internacional. Fue un régimen pragmático sin más legitimidad que ser el garante eficaz y menos costoso para Occidente para enfrentar el avance del comunismo. No es casual que la caída del Muro de Berlín sea el mismo año que la de la dictadura. Políticamente supuso la supresión del régimen de libertades y la centralización extrema del poder en manos del dictador. Bajo su arbitraje se permitía un limitado juego político entre las elites corporativas pivotes del régimen: Ejército, Iglesia, Partido Colorado y empresariado. En ciertos períodos, incluso, se sumó a la oposición liberal, liberal radical y febrerista, con sus propios empresarios afines al sistema. El Paraguay cambió, para bien o para mal, bajo la impronta del anciano dictador. Un crecimiento plagado de contradicciones internas, que pronto afloró en sus limitaciones al agotar el desarrollo económico y social. Encadenó fuerzas productivas al inhibirles crecer.

El golpe de 1989 cabalgó sobre estas contradicciones. En particular surgió una burguesía de alto poder financiero sin proyecto de Estado y acostumbrada a crecer con pautas mercantilistas que sabotearon una probable economía de mercado y la institucionalización de la República. Reflejo de una dictadura que asimiló la sociedad civil al inaugurar el único ciclo real de desarrollo económico de nuestra historia con los Tratados de Itaipú y Yacyretá, la triangulación comercial, el contrabando auspiciado en su origen por Estados Unidos, piratería, exacciones del erario público, la expansión de la frontera agrícola y una descontrolada corrupción. Primer proceso de acumulación de capital que, por incapacidad y falta de visión de la incipiente burguesía, fracasó en instalar una sociedad capitalista, abierta y con elites competitivas respetando reglas procesuales básicas.

Tras estos logros, la economía nacional no creció desde hace 23 años; el último año de expansión fue 1983. Apenas se acompaña el crecimiento vegetativo menguado por la desangrante migración al exterior. En otros términos: Acumularon capital, salvo honrosas excepciones, burócratas civiles o militares, políticos y entenados del Estado que fungían de empresarios, pero solo aptos para negociados y “golpes” financieros de escasa incidencia e inserción productiva. Los cuantiosos excedentes de capital se inmovilizaron en inversiones ociosas, no reproductivas, o fueron directamente al exterior. Las otras fuentes de ingresos masivos de préstamos externos y donaciones tampoco se reinvirtieron para fructificar. Era una economía signada por: I) Un capital irregular, no exhibido por seguridad a la vista de todos. II) La acumulación primaria paralegal no la realizó una burguesía empresarial funcional al capitalismo. Sucedió por favoritismo político, audacia y coraje para lo ilícito, consciente la elite de la impunidad reinante.

Comprender la transición obliga a aceptar que la actividad política se constituyó en una profesión rentada, dirigida desde la trilogía Gobierno/Partido Colorada/Fuerzas Armadas durante el período (1954/1989), con un régimen de partido dominante; y de partido hegemónico después del 89 o 93 al cooptar la clase política colorada a la opositora. La política era la más lucrativa y menos riesgosa “empresa” nacional. No exigía trabajo productivo, ni disciplina, ni inversión de fondos propios, ni honradez en el posterior ejercicio del cargo. El modelo cerraba con la falta de castigo por los excesos. La clientela electoral feudalizada (más cercana al siervo que al ciudadano) no reaccionaba. La ideología dominante se circunscribía a ocupar como “premio” el Estado, auténtico “botín de guerra”, sin sanción penal por los delitos incurridos. Lo peor que le sucedía a un ministro, funcionario, parlamentario, magistrado o fiscal corrupto era la pérdida del cargo, pero ni soñar con sanciones penales. Incluso, si alguien fue condenado, nunca devolvió nada de lo robado.

El tiempo de las vacas gordas dejó un país con mayor asimetría económica y social, con una falsa imagen de expansión económica testimoniada por la crisis financiera de la década del 90 y con una aguda falta de educación para liberar los sectores trabajadores de su sujeción feudal de clientela crónica. En resumen, la transición iniciada hace diecinueve años amplió el estilo político aplicado durante el stroessnismo en el manejo del dinero público y del Estado. Las libertades públicas y las leyes sancionadas no pudieron contra el fenómeno más resaltante de la transición: la democratización de la corrupción. En esta participaron, por supuesto, en diferente escala de acceso y responsabilidad, colorados y opositores. ¿Opositores? Complacientes ante las migajas del poder de turno. En la transición, nuevamente, los nuevos sectores dominantes emergen del control del poder político, el trabajo negro y el ilegal. Un desborde de lo paralegal acompañado por una siniestra extensión del gasto y el empleo. Acumulación y una renta excluyente de la mayoría de la población, lo diametralmente opuesto a una meritocracia. Males que arrastramos desde Stroessner e inficionaron a las altas autoridades de las Fuerzas Armadas y del Partido Colorado. Pero es una parte de la verdad. La otra es que no estuvieron ausentes empresarios, comerciantes, jueces, fiscales, ni periodistas amigos del orden dominante, aunque en los últimos tiempos “vieran la luz”.

 

II)        CLAVES CULTURALES

La dinámica política de una sociedad no puede estar muy alejada de su axiología dominante, en especial en sus clases dirigentes. Las internas coloradas no son una isla, solo adquieren un mayor protagonismo por su calidad de partido dominante/hegemónico. Es decir, estas pujas electorales se enmarcan dentro de pautas culturales más generales, como lo indicara Eligió Ayala, mi político liberal de extraordinaria lucidez histórica a principios del siglo XX.

Procurando ilustrar sobre el contexto psico-cultural elaboramos esta lista: Peculiar relación con el trabajo y el tiempo; «viveza criolla» como filosofía del progreso por la línea del menor esfuerzo, ignorando normas y la responsabilidad hacia el Otro; culpar a terceros sobre nuestros problemas; preeminencia del pensamiento mágico; cultura tribal emocional; ausencia de una reflexión racional; tendencia hacia la intolerancia y exclusión; fuerte espíritu burocrático; mediterraneidad; marcada dependencia hacia los países vecinos; pronunciado e imperfecto bilingüismo que disminuye la capacidad de comprensión; larga tradición bélica interna e internacional; incidencia de la Iglesia católica y una mentalidad militarista; falta de vigencia del principio del «pacta sunt servanda» y de tradición asociativa; amor hacia el «golpe» o solución milagrosa tipo «Cenicienta» como un atajo superador; tendencia a un aislamiento no constructivo de índole depredador y una actitud cercana a la paranoia y hasta el extravío mental en la forma de pensar y actuar el poder político.

Damos un ejemplo para facilitar la explicación. La primera época de Estados Unidos como república independiente fue imantada por el carisma de George Washington, idolatrado hasta la excelsitud. Un fenómeno universal en fundadores de Estados o reinos. A Washington le propusieron ser emperador, presidente vitalicio o monarca. Gozaba de una popularidad natural y un liderazgo bajo el más absoluto y libre consenso. Como cualquier otro líder carismático, sufrió las presiones de su entorno que buscaba su continuidad en el poder y medrar a su sombra. Divididos sus sucesores, Hamilton y Jefferson, aceptó un segundo mandato. Al concluirlo, pese al clamor de la nación se retiró a su granja de Mount Vernon (Virginia), gozando aún de estupenda salud, con la acrisolada humildad con que fundó la mayor potencia mundial a la fecha. Falleció en 1799. Durante su retiro no intervino en política, pese a su genio sin par. Este fue su más trascendente aporte al surgir de una nación racional, moderna y democrática. El más grande y carismático líder de Estados Unidos se negó a abusar del don y fundó con su ejemplo un liderazgo racional legal.

En el Paraguay se nos enseña que nuestros más grandes líderes políticos, los padres de la patria, Francia y los dos López, murieron en el sillón presidencial. Eran figuras imprescindibles, seres sin par. Naturalmente, nuestra relación con el poder será muy distinta, independientemente de los aciertos o errores de sus gobiernos. Otro tanto sucedió con la larga dictadura de Stroessner, hasta su derrocamiento.


III) EL DRAMA DE LAS INTERNAS COLORADAS EN LA TRANSICIÓN

La transición se inicia con una crisis en el seno del stroessnismo al quedar el dictador sin oxígeno, pero no lo tumbó ni la oposición, ni una insurrección general. Su régimen se quebró al fraccionarse la otrora unidad del trípode de gobierno. Fue el principio del fin. Tradicionalismo -base política del Gral. Rodríguez- y Militancia -stroessnismo- dividen el antaño granítico poder. La hegemonía tan trabajosamente urdida estalló. Una burguesía emergente aliada al Gral. Rodríguez y al tradicionalismo colorado fulminó la dictadura gracias a la simpatía de los Estados Unidos (1).

Se transita hacia la democracia con la peculiaridad de varias tareas inconclusas para instaurar un Estado de derecho democrático, en particular por las denuncias de fraude en las internas del partido de gobierno del 92 (Wasmosy vs. Argaña), la persecución que sufrió el triunfador de la interna del 97 (Gral. Oviedo), el golpe de Estado de marzo de 1999, reinstaurando a los caídos en el 89 aliados a liberales y encuentristas, las denuncias de fraudes en las internas Duarte Frutos vs. Osvaldo Domínguez D. y la también fraudulenta nominación de Blanca Ovelar/Santa Cruz.

 

A)  EL PODER COMO BOTÍN DE GUERRA

Con la transición democrática se inicia un régimen de libertades públicas que evolucionará en una sociedad democrática con el tiempo. También acontece que se incorporaron a la repartija del “botín de guerra” otros líderes empresariales y políticos opositores, aunque en menor grado. Fue el costo a pagar por pasar de partido político dominante a hegemónico. La imposibilidad de reconvertir el modelo económico en capitalismo, al quedar en simple mercantilismo o «capitalismo corporativo» destaca los mecanismos más relevantes de captura de rentas. La acumulación sucede por medios políticos, no de un mercado competitivo.

Las claves auténticas del poder y sus usos, los políticos colorados las conocían desde dentro. Motivo central que motorizó las feroces internas, las recurrentes violaciones a las reglas de juego y la exclusión alevosa. La puja por el poder estatal, única sacrosanta fuente genuina de ingresos y ascenso social, de carácter discreto, no secreto, sustentaba las pasiones y enardecía los fuegos de la adherencia. El líder percibido con mayor posibilidad de tomar la “lapicera” y distribuir prebendas, naturalmente engrosaba su larga lista de clientes/electores. Llegar lo era todo, no importaban los medios, ni la vigencia de las instituciones, menos aún la Constitución y las leyes. El éxito blanquea las zonas grises, con una justicia sujeta al mandatario de turno.

 

B) ESTADO INDEPENDIENTE DE LAS CLASES SOCIALES

El Estado en Paraguay no articula intereses de clases. Es un estamento casi independiente que ocupa un espacio físico, y de poder económico al estar privatizado el espacio público. Somos una nación con gobierno, pero sin Estado, por funcionar al margen del derecho y la ley. El poder político es un instrumento de acumulación privada de capital para funcionarios, contratistas y entenados. Constatamos un Estado y una clase dominante (colorada o no) termitas; comen todo lo que ven y existe. Una sociedad sin economía de mercado abierta y competitiva, sin saber ganar dinero ajustando costos y beneficios, y dependiente en su éxito o fracaso a la cercanía o alejamiento de la sacrosanta “lapicera”.

Obviamente estas características incidieron en el sistema democrático, la transición y las internas coloradas que fueron un epifenómeno dentro del modelo descrito. Como señaló un experto en un informe del PNUD, Joan Prats: “(en Paraguay)...no existe Estado de derecho, apenas un estado de legalidad muy parcial...las instituciones políticas, económicas y sociales vigentes no contienen un sistema positivo de incentivos al comportamiento porque, sin su reforma, se necesitarían héroes, sabios y santos para que el país funcione”.

 

C) NO SON SIMPLES ELECCIONES QUE CAMBIAN UNA ADMINISTRACÍON

El partido de gobierno que sostuvo la dictadura trató de adaptarse a la transición democrática, pero fracasó al caer víctima de sus propias contradicciones de liderazgo político y grupos económicos, financieros y mediáticos poderosos procreados durante el stroessnismo. Luchas corporativas de enorme poder que obligaron a incursionar directamente en el sistema político, a fin de excluir a sus competidores económicos conscientes del modelo mercantilista legado por la dictadura. Seguía claro ya en transición, el orden de captura de rentas desde el control institucional del poder. La lucha histérica, no histórica, entre las elites para conquistar el Estado culminó en una sociedad sin rumbo, anémica, como denunciamos en más de una oportunidad desde la década del 90. Se evidenciaron dificultades estructurales para avanzar hacia la modernidad. La crisis de hegemonía dejó al país sin proyecto nacional; y una inocultable postración imposible de superar sin profundas reformas económicas, políticas, institucionales y culturales. La calidad de los liderazgos, ante las falencias institucionales, marca la distancia ante condiciones similares.

 

D) EL RODRIGUISMO

El derrocamiento de Stroessner es un ejemplo típico de una transición iniciada desde arriba y detonada por una crisis de descomposición interna en una dictadura tradicional. Triunfó el levantamiento al ser derrotado militarmente por el comandante del Primer Cuerpo de Ejército, Gral. Div. Andrés Rodríguez, por décadas puntal militar número uno del régimen depuesto. Su consuegro, con enorme influencia en las operaciones de acumulación de dinero paralegal y legal. La drástica cirugía militar aplicada por Rodríguez logró descabezar la cúpula castrense leal a Stroessner. Pese a la debilidad intrínseca de los actores principales del 3 de febrero de 1989, por sus lazos con el dictador depuesto, su accionar hace revalorizar la democracia, pero una democracia controlada.

El primer desafío fue quién sustituiría en el sillón de los López al jefe militar triunfante de la revolución de febrero. El núcleo civil fuerte “revolucionario” integrado por el Tradicionalismo se quebró. La sucesión a Rodríguez se convirtió en un problema de Estado, no era una simple elección. La causa, el Dr. Luis María Argaña, finalmente el líder más fuerte del Tradicionalismo, se aleja del Gral. Rodríguez e inicia una aproximación táctica con el dictador depuesto. Los hechos aseguran un “drama” por capítulos:

a) Acto I: Parte de los acuerdos de los responsables del 3 de febrero era un interregno militar de pocos meses, y un llamado a elecciones inmediato. El Dr. Argaña sería el candidato civil.

b) Acto II: Los generales victoriosos, acaudillados por Lino Oviedo, le expusieron a Rodríguez: ¿Por qué ceder el poder? Que siga gobernando con el Partido Colorado.

c) Acto III: Al aceptar Rodríguez la candidatura presidencial quebró la copa de confianza con Argaña. Se rompe su sostén político al fraccionarse el Tradicionalismo en tres: Autónomos, Renovadores y Tradicionalismo Democrático, e inician una feroz competencia interna para la Junta de Gobierno. Finalmente, el Coloradismo Renovador y el TRADEM quedan como sostén de Rodríguez y el movimiento de Argaña, “Reconciliación Colorada”, fortalece sus lazos con el depuesto, radicado en Brasilia.

d) Acto IV: La Militancia combatiente stroessnista, último sostén del dictador, se acerca a los colorados contestatarios, y se alejan rápidamente al detectar su impotencia de acceso al poder por carencia de aparato electoral, estatal, financiero o un liderazgo carismático aglutinante. Cambian de planes y pactan con Argaña. El sector contestatario resistente histórico del coloradismo fue prisionero de los años y los cambios ocurridos en el país tras su extremadamente prolongada ausencia.

e) Acto V: Interna de fines de 1992 Wasmosy/Seifart vs. Argaña/Ibáñez con padrones defectuosos, trampa en las mesas y fraude poselectoral por un tribunal especial, se impone el primer binomio mencionado con beneplácito del gobierno, la oposición, las fuerzas vivas y la comunidad internacional. El “ajuste” electoral fue legitimado por el temor al retorno de los aliados del dictador depuesto. El liderazgo natural y prominente de Argaña se fortalece y resiente simultáneamente. Crece por enfrentar a malos gobiernos; se resiente, por la cultura exitista imperante al saberlo “vetado” por el poder. Fenómeno similar a Oviedo años después. Primera gran herida en el seno del Partido Colorado. Burlar la voluntad popular, aunque se haya pretendido justificar en pos de la libertad y la democracia, alteró drásticamente la evolución de la política republicana y nacional por lo menos por dos motivos:

Se consolidó en la transición el sentimiento de impunidad. Si se puede burlar la voluntad popular, lo máximo en una república, naturalmente, nadie rendirá cuentas ante la justicia por sus delitos, lo menos.

Al participar del “festín” casi el conjunto de la clase dirigente nacional, en especial la oposición política, se inauguró un proceso de asimilación cauta hacia las “mieles del poder”. Se callaron, participaron y legitimaron los hechos. Se sentían con derecho de una porción de la torta: El Pacto de Gobernabilidad fue la fórmula que encubrió la decisión política. La primavera democrática empezó a “oler mal”.

Acto VI: Sucede un “abrazo” republicano parcial, que permite la victoria electoral del binomio rodriguista por los siguientes tópicos:

I) Todavía resta “capital político” de la aureola del golpe del 3 de febrero del 89 en las alforjas de los militares y sus aliados civiles.

II) La presencia del Gral. Oviedo moviendo los hilos desde las Fuerzas Armadas expuso el segundo liderazgo carismático notable de la transición; el primero fue Argaña.

III) Wasmosy-Seifart era políticamente inmensamente superior al anodino e insulso binomio Blanca/Santa Cruz del 2008. El primero representaba, para los cánones nacionales, la imagen de un civil empresario exitoso y modernizante. El segundo emergía como un líder prominente dentro del coloradismo, aunque se malograre posteriormente (2).

 

E)        EL FIN DEL WASMO-SEIFARISMO

La transición en su primera fase, desde el 3 de febrero de 1989 al 15 de agosto del 93, es conducida por un general en actividad: Andrés Rodríguez. Traspasa la administración del Estado a su “digitado” sucesor, el presidente «electo» por el oficialista Partido Colorado, Ing. Juan Carlos Wasmosy, primer civil en cuarenta años, de familia liberal y afiliado al coloradismo para codirigir la represa de Itaipú. Su administración, respaldada por un sector del Partido Colorado y repudiada por influyentes disidentes (Dr. Argaña), transfiere el 15 de agosto de 1998 el gobierno al presidente constitucional electo, Raúl Cubas, no sin serios obstáculos y daños al sistema institucional. Veamos esta nueva tragedia por actos.

Acto I): Desde el comienzo, el Ing. Wasmosy tuvo dos delfines con ambiciones presidenciales: Ángel R. Seifart y Lino C. Oviedo. Ambos con suficientes motivos para ambicionar el legado.

Acto II): Ante la falta de eficiencia del gobierno del Ing. Wasmosy, la figura del Dr. Argaña crecía irresistiblemente en caudal popular. Gana la Presidencia de la Junta de Gobierno derrotando al aparato electoral oficialista encabezado por Seifart.

Acto III): Oviedo se insubordina a Wasmosy, pasa a retiro con bochorno y honores al mismo tiempo. Se lanza a la palestra electoral para competir por la nominación a la Presidencia de la República por el Partido Colorado.

Acto IV): Se quiebra el “rodriguismo” en varias vertientes:

I) Un sector compite bajo la bandera wasmosista de Facetti.

II) Otro, bajo la insignia de Seifart.

III) Nace el proyecto Unace de Oviedo, que termina por imponerse en las elecciones internas del 7 de septiembre de 1997.

IV) Un sector emergente emigra hacia el argañismo fortaleciéndole: Duarte Frutos, Galaverna y Morales.

Acto V): Triunfa en la interna Oviedo, es excluido de la candidatura por fraude judicial instrumentándose la Corte Suprema de Justicia con sus ministros oficialistas y opositores. Puesto en prisión, le sucede en la nominación Cubas. Desde la cárcel ayuda a un falso “abrazo republicano”, el pueblo lo creyó y votó contundentemente la fórmula Cubas/Argaña. Es derrotada la oposición unida en candidatura única con el 54% de votos. Cubas emerge triunfador de un incuestionable proceso electoral en mayo de 1998, pero contextualizado en el seno de una grave crisis política. Exclusión arbitraria del genuino triunfador de la interna colorada, Gral. Oviedo, una de las cabezas del golpe del 3 de febrero, mano derecha del Gral. Rodríguez y por un tiempo del Ing. Wasmosy. Se inicia un elaborado proceso para derrocar al débil Presidente Cubas. Ni Oviedo, ni la familia presidencial, ni la oposición colaboraron para sostenerlo, por su manifiesta incapacidad y miopía política.

Acto VI): Asesinato de Argaña, crímenes en la plaza y derrocamiento de un gobierno constitucional por un golpe de Estado cruento, esta vez no solo avalado, también protagonizado por la oposición que integra por unos meses un supuesto gobierno de unidad nacional, con notables referentes del depuesto stroessnismo.

 

F)        MARZO DE 1999

A Argaña le correspondía sentarse en el sillón; no pudo en 1993. A Oviedo le tocó el turno en el 98, tampoco lo concretó. Al constatarse que las mismas personas les sabotearon a Argaña, Oviedo, Osvaldo Domínguez D. y al Ing. Castiglioni, no es casualidad. A este grupo fáctico en artículos periodísticos lo denominamos «La corporación». Una alianza de sectores de la burguesía empresarial contratista vinculada a las hidroeléctricas y obras públicas, alta burocracia del Estado y de los medios de comunicación social que controlan, en gran medida, magistrados, políticos colorados y opositores, religiosos y militares para imponer sus propias reglas e intereses al margen de la ley.

El pueblo asistió azorado y horrorizado a la lucha despiadada por el poder en marzo de 1999. Se impone un gobierno de coalición nacional conformado por colorados argaño-wasmosistas aliados a opositores para controlar el gobierno. El maridaje dura pocos meses, las peleas por espacios de poder son el orden del día, y los más sensatos se alejan ante la orgía de corrupción de González Macchi. Era la restauración stroessnista; la ideología del anciano dictador, pese al 3 de febrero, estaba más fuerte que nunca (3). En la etapa se consolida el liderazgo de Duarte Frutos, sin la presencia de Argaña, Oviedo y Seifart, en alianza con Galaverna. Triunfa en la interna contra Osvaldo Domínguez sin grandes obstáculos, pero recurrentemente bajo el fantasma del fraude en las urnas electrónicas. El ejercicio impúdico de un poder arbitrario, la ostentación burlesca e irritante de bienes mal habidos y la jactancia de mostrar “cómo se manda con plata y palo” expuso la decadencia más notoria de la transición.

La ideología stroessnista se exhibió en su auténtica dimensión. Como fenómeno sociológico fue la victoria, intercambiando nombres, de la vieja militancia. Los activistas y operadores del interior atraparon el poder partidario y nacional por los errores de la dirigencia tradicional que les precedió. Tuvieron como ventaja una enorme dinámica política, empatía con el colorado medio que se sintió con Stroessner, pero en particular, por aprender, sentir y practicar la política sin ningún tipo de escrúpulos. Separar la política de la ética derivó en un estilo maquiavélico, sin pudor ni límites, como enseñara la praxis de esta disciplina en tiempos de la dictadura. El pueblo cada vez más retraído, apático y alejado, miraba cómo se peleaban por el “botín” del poder en los pasillos y alrededores del Palacio de gobierno.

Duarte Frutos, estandarte de una gran ilusión inicial por su calidad oratoria y su origen social y pasantía por el periodismo, por sus demonios internos y concesiones que habrá tenido que hacer para llegar, no se rodeó de un elenco capacitado, salvo honrosas excepciones. Se enorgulleció de sujetar el poder con mediocres, sin mayor novedad ni autonomía para la toma de decisiones. Los mejores lo fueron abandonando, poco a poco, hasta quedar solo con sus actos para rendir cuentas de sus responsabilidades ante la historia.


G) OVELAR/SANTA CRUZ ENFRENTA A CASTIGLIONI/ ZACARÍAS IRÚN

Extraviada la causa “sagrada” de la reelección nicanorista, el grupo que detentaba el poder, y en particular su líder, quedó aislado y con dilemas concatenados e incompatibles. Comienzan los pasos del tercer y último drama.

Acto I): La concepción de la política de Nicanor le inhabilitó para impulsar un sucesor con “carrocería” y asociarlo posteriormente. Como él jamás cumplió pactos ni acuerdos, no confiaba en ningún político de su entorno. Eligió ante la pérdida de la agenda personal una buena señora, pero burócrata, y un operador del interior, en lo posible, el menos favorecido por la naturaleza. En su delirio imperial, según sus cálculos seguiría detentando el poder. Como buen populista/ demagogo intuía el hartazgo de la gente, pero no lo asoció con su persona, sino con el estamento político y creyó que exhibiendo algo nuevo sortearía el obstáculo. Lo que falló en su ingeniería es que el hartazgo popular lo encabezaba él, y al mostrar candidatos subordinados sólo traería mayor rechazo.

Acto II): Ante tamaños disparates, quienes pretendían seguir en carrera y rectificar el rumbo de las cosas, se alejan del poder y deciden enfrentar al oficialismo. Una vez más, se impone en la cantidad real de votantes la disidencia colorada reunida en Vanguardia Colorada, pero un tribunal faccioso proclama el binomio oficialista. Recurrente tragedia en las internas coloradas, que sucedió con Argaña y Oviedo, los dos máximos exponentes colorados de la transición. Lamentablemente, dotados de temperamentos excluyentes e incompatibles, incapaces de asumir la política como una asociación. Síntoma claro del nivel cívico reinante en las filas republicanas.

Acto III): La oposición, siempre dispuesta a concertar con el poder, también sintiendo la insatisfacción ciudadana, decide aliarse en un Gran Frente contra el oficialismo colorado. La solución, dividirlo. Para ello era ineludible liberar a Oviedo y que compita en las presidenciales. El arduamente concebido plan fracasó por:

I) En las crisis anteriores de Argaña (1992) y Oviedo (1997), el Partido Colorado pudo triunfar electoralmente porque en ambas oportunidades, Oviedo apoyo las candidaturas de Wasmosy y Cubas. En el 2008, en libertad y compitiendo con su propio aparato no solo no ayudó al binomio oficialista, le restó votos.

II) El pueblo que votó en la interna por Vanguardia Colorada no lo hizo a favor de los candidatos colorados oficialistas, en un alto porcentaje. Fue crucial para el efecto la posición del binomio Castiglioni/Zacarías Irún.

III) El síndrome de fatiga de poder enmoheció el otrora aceitado accionar electoral del Partido Colorado. La unidad legada por el stroessnismo entre una dirigencia de fuerte poder financiero, altos funcionarios públicos y Fuerzas Armadas perdió cohesión y disciplina cansados estos del manejo arbitrario del poder y del bajo nivel en su ejercicio. Mediocridad, vulgaridad y confusión predominaron por doquier.

IV) Un hilo conductor poco visible, pero de fuerte impacto, se movió detrás de las elecciones: La Iglesia católica.

 

H) CONCLUSIONES

En política son escasos los hechos casuales; por lo general, responden a causas controladas o incontroladas, pero siempre son motivados. Si a los candidatos a quienes les correspondía el ejercicio legítimo del poder, los mismos actores e intereses se les oponen, enfrentamos una regla sociológica. Otros poderes actúan bajo la sombra, al margen de la normativa institucional del Estado, estos, posiblemente, sean los padrinos del Estado; de corrupción a desmontar. La lógica de la transición era: Quienes triunfan en las urnas están obligados a negociar con el poder real, de lo contrario no llegan o caen, implosionó el 20 de abril del 2008, por distintas causas que no nos permite el espacio profundizar, pero anticipamos algunos titulares: Iglesia católica; un candidato de familia colorada, Oviedo; emergencia en las mesas electorales de sectores católicos e izquierda que impidieron la carga de votos; ausencia de un liderazgo nacional convocante en el otro partido tradicional que concede espacios a cambio del poder nacional; crisis terminal del modelo de dominación colorada, etc.

Durante la transición se agrandó, encareció pero erosionó en sus funciones el poco Estado legado por la dictadura. Si no hay Estado, no hay ley, aún menos Estado de derecho. Sin Estado ni ley, lo que funge como gobierno se convierte en una banda usurpadora de delincuentes (San Agustín). A la fecha la transición colorada se agotó, y vino la alternancia con Fernando Lugo. El antaño abrazo republicano se tornó antihistórico y poco práctico. Solo le favorecía a un minúsculo grupúsculo enquistado en el gobierno desde hace años. Duarte Frutos fue viceministro de Educación de Rodríguez, ministro de Wasmosy, su jefe de prensa en la campaña y ministro de González Macchi. Galaverna fue viceministro del Interior con Rodríguez, diputado, presentador en su campaña electoral; senador influyente con Wasmosy; factótum del acceso al poder de González Macchi y de Duarte Frutos y arquitecto de la justicia sectaria del régimen. El interrogante se generalizó: ¿Por qué seguir votando por ellos?

El 20 de abril del 2008 cae derrotada la ideología stroessnista, consistente en sostener el andamiaje institucional de la República con estos instrumentos: a) Cooptación de una oposición no-colorada, sectores aliados empresariales y las Iglesias, entre ellas la católica, b) Corrupción e impunidad como el precio de la paz. c) Al amigo y adversario/amigo todo, al adversario/enemigo nada c) Un disfraz institucional signado por una justicia complaciente al poder de turno para actuar al margen de la ley, pero amparado en la ley.

Las internas coloradas fueron así porque también los colorados adolecen de los mismos caracteres culturales enunciados en páginas anteriores. Evidenció la intolerancia propia de nuestra cultura, el sentido de la exclusión y la lucha por el poder real que se “conoce” debajo de la mesa presidencial. Mientras el Estado sea más relevante que la sociedad civil para acaparar rentas, privilegios y acumular capital, la política seguirá siendo sangrienta. La única solución es ampliar la sociedad civil y someter la economía al mercado, y la justicia a las leyes, independizando ambas de la política.

El pueblo paraguayo, independientemente del éxito o fracaso de Fernando Lugo, dio un paso gigantesco para construir el soñado Estado de derecho y una economía social de mercado. Lo determinante fue, es y será que un grupo político fue sancionado por el pueblo en las urnas. Es un precedente histórico e invaluable, basta con señalar que es el inicio del funcionamiento de una sociedad democrática y que no tiene precedentes en doscientos años de vida independiente.

El análisis lo culmina un juicio del Dr. Eligió Ayala (1915), líder histórico del Partido Liberal y severo inquisidor de nuestras elites, para apreciar en contexto las internas coloradas:

“El Paraguay está en la era política. La tradición de nuestro país es puramente política. Nuestro Dios nacional es la pasión por la utilidad política. En el Paraguay no existe la preocupación religiosa, ni la industrial, ni la agrícola, ni la guerrera; en el Paraguay es política y nada más que política... La actividad política comprende casi toda la actividad social, y divide la sociedad en dos grandes grupos o partidos. El uno que ejercita el poder y excluye al otro de su ejercicio; el otro que se esfuerza por adquirir el poder y estorbar al que lo ejercita; una mayoría y una minoría, un grupo más fuerte y otro débil... Hay en el Paraguay un arraigado e insensato prejuicio, un prejuicio hereditario que inficiona nuestra política, nuestros partidos, nuestra vida republicana. Los puestos públicos, la presidencia de la República, los ministerios, los cargos de senador y diputado son considerados como títulos de la consideración pública, de prestigio, de distinción social. El prestigio intelectual, el militar, el de la riqueza no existe; no hay privilegios de nacimiento, ni de nobleza. La única aristocracia paraguaya, es la aristocracia de los altos funcionarios públicos. Un elevado cargo público ejerce una fascinación misteriosa en la opinión pública; sugestiona, excita, atrae la admiración, la envidia, cierta mida idolatría. El comerciante que con un brillante talento para los negocios y con su trabajo perseverante e inteligente ha hecho fortuna; el poeta que ha escrito inspirados versos, el catedrático de la Universidad que diserta y escribe con sagaz penetración, el juez probo y recto, el militar, el periodista, todos viven en triste oscuridad, ignorados desdeñados, si no ocupan un elevado puesto político, si no son diputados, senadores o ministros. Bien, por el contrario, cualquier mentecatillo gozará de todas las reputaciones, de la de economista, financista, jurisconsulto, poeta, estratega y geómetra, desde que le caiga en suerte un puesto público. El más torpe de los estudiantes injertado en un ministerio por la gracia de un motín cuartelero eclipsa a su maestro, su protector y amigo. Y este capricho de la suerte bastará para que el amigo, el protector, el maestro se humille ante él, procure interpretar sus gestos, para satisfacer sus deseos, para prodigarle las más serviles adulaciones... De este ridículo prejuicio ha derivado la preocupación de vivir de sueldos. Los puestos públicos son considerados no solamente como títulos de distinción social, sino como fuente de recursos. En otras partes el poder político es un medio para satisfacer otros intereses, para realizar otros fines; en el Paraguay él es un fin en sí mismo, es el término de las ambiciones... La política se ha convertido en una profesión lucrativa y honrosa, en una industria así como la medicina o el comercio o una fábrica de cañones en otras partes. Se ingresa en la política, en los partidos políticos, para adquirir puestos públicos, para distinguirse, divertirse y ganar plata... Para fabricar salchichas se requiere aptitudes especiales; para ser legislador o ministro en el Paraguay el talento y los conocimientos son superfluos...En vano se pretenderá abolir estos vicios, sin extirpar el prejuicio que los engendra. No se saneará nuestra política no con nuevos sistemas electorales, no con el voto secreto, la representación proporcional o el feminismo, no con la tolerancia ni con el fanatismo, ni con la indulgencia, ni con severas represiones. No se las corregirá con reformas legales, con aumentar el número de representantes, con rehacer la constitución política. Ese prejuicio pervertirá las mejores instituciones, y sin él cualquier institución será buena y útil. Hay que extirpar el prejuicio de las armas, hay que crear nuevos ideales de vida, hay que reorientar, remoldear la psicología colectiva... de todas las tentativas hechas para higienizar la política, la peor ha sido la llamada política de concordia, de tolerancia. Este recurso consiste en la práctica en dar nuevos sueldos a los que con sus gritos y amenazas, sus injurias e inventivas molestan a los gobernantes. Es un tráfico en que cada uno cree obtener ventajas. Los gobernantes los compran, los oposicionistas se venden” (4).

Era preciso rastrear el tortuoso camino que nos condujo aquí y ahora. El pasado ayuda a comprender el presente, no para indagar sobre héroes y villanos. Nada en la historia de un pueblo es extremo, ni individual. Somos como somos porque en más de una oportunidad al fracaso de una elite le acompañó la culpabilidad de amplios sectores de la sociedad civil, olvidando su entusiasmo por las peores causas, o el abandono de sus deberes cívicos. Sin olvidar que el grado de responsabilidad siempre será proporcional al poder detentado y a la capacidad de decisión.



NOTAS

* Bernardino Cano Radil (1955). Egresado de la Universidad Nacional de Córdoba con el título de abogado en 1980, y con el de licenciado en Comunicación Social en 1983. Cursó estudios de especialización en Criminología y Políticas Gubernamentales en la OIT, Ginebra. Especialidad en Derecho Constitucional en el CIPSED; en Relaciones Laborales en la Univ. Florida, invitado por el Departamento de Justicia, y en Relaciones Cívico- militares por el Departamento de Defensa, ambos de los Estados Unidos. Doctor en Ciencias Jurídicas - Universidad Nacional de Pilar. Diputado Nacional de 1989 a 1998. Profesor de Posgrado en la UNA, Universidad Autónoma y UniNorte. Ejerce la profesión de abogado y codirige el programa radial «Polémica al atardecer» en la 9.70.

1. En lo internacional, desde mediados de los años setenta, la dictadura conoce por primera vez una etapa de serias divergencias públicas con la Casa Blanca, a raíz de la política de derechos humanos de la administración Carter con respaldo bipartidista norteamericano.

2. En su sector militaron Nicanor Duarte Frutos, José A. Alderete, Víctor Bernal, Lilian Samaniego, entre otros.

3. A partir del golpe de marzo de 1999 ocuparon el poder sectores vinculados al stroessnismo como Planás, Kike Nogués y Eduardo N. Bo. Políticos, hijos y parientes de ministros y colaboradores muy cercanos del anciano dictador, como González Macchi, Bower, Chiola, Bader Rachid Lichi y Galaverna. Fenómeno percibido también en el campo militar con la recuperación de poder por la Infantería y Artillería en desmedro de la Caballería, arma de Rodríguez y Oviedo y que comandara el golpe de 1989. Lamentablemente a partir del golpe de marzo de 1999 volvió la exclusión, la tortura política y hasta el terrorismo de Estado, aumentando a límites increíbles la corrupción estatal dirigida por el senador González Macchi.

4. Ayala Eligio. Capítulo VIII, la Política, Ensayo escrito en Berna en el año 1915.

 

 

 

 

 

 

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