INFLORESCENCIAS DEL ALMA
y NOCTÁMBULA
Poesías de EDUARDO GALINDO DE ARRASCAETA
(1893 – 1918)
INFLORESCENCIAS DEL ALMA
Es mi pasado como un sol hermoso
perdido entre los pliegues de la Nada ...
como una bella y fúlgida alborada
hundida en el abismo tenebroso
de la cruel orfandad ...
De la cúpula altiva de mis sueños,
lo miro en una triste lejanía,
envuelto en una sombra toda fría,
como un astro que borra sus diseños
entre la inmensidad ...
En el confín lejano de la vida
que fue, está la alegría de mis años
como una flor sangrando desengaños ... ,
y a meditar más firme me convida
una escéptica voz ...
Y "en el éxtasis de las noches
enfermas de recuerdo", las furtivas
canciones de mis horas sensitivas
van dejando en mi frente los derroches
de una amargura atroz ...
La febril ansiedad del universo,
no llega a ensordecer la voz del alma,
y en el rincón del corazón se empalma
a la pálida rosa de mi verso
la nota de añoranzas,
que parece pulsara un infinito
de grandiosos volcanes apagados,
para hacerlos arder alborotados
al contacto intangible de mi grito
de locas esperanzas.
Horas de eternidades suspiradas
en el silencio mágico y fecundo
en donde el pensamiento más profundo
alza sus espirales perfumadas
por la recordación:
Dadme una cuerda más para mi lira,
y así podré cantar mis sentimientos
con la ruda expresión que hay en los vientos,
o con la suavidad del que suspira
una tierna oración.
Dadme una cuerda más para mi lira ...
quiero lanzar al insondable azul
la flecha de una nota, que en el tul
de ese cielo abra un tajo ... Mi alma aspira
por volar hasta allí, buscando al hombre,
que se fue para siempre ya ha tres años;
quiero contarle las enormes penas,
que destiló su viaje cuando apenas
comenzaban los rudos desengaños
a hacerme bendecir su sacro nombre!
El jardín de mi casa solariega
parece que se ha muerto de tristeza ... ;
los árboles inclinan la cabeza,
para escuchar la voz que manda y ruega
y los perros esperan al que fue ...
¿Los perros, solo? ¡No! También lo espero,
y lo esperan mi madre y mis hermanos,
porque en todos, la huella de sus manos
derrocha no sé qué de hondo y sincero,
que inciensa la quimera de esa fe.
Me pongo a contemplar la azul esfera
regada de pupilas luminosas,
que parece decirme cariñosas:
es esa vida una continua espera
sumergida en un lago de ansiedad ...
y cuando más te acerques a tu anhelo,
más lejos te hallarás de aprisionarlo ...
El mundo es un erial que hay que regarlo
con el llanto continuo del desvelo.
El dolor lleva en sí fecundidad.
Calla y espera, que esperar es bueno ...
piensa y trabaja que eso es grande y noble ...
Espera que la rosa se desdoble
para aspirar su aroma. Está el verano
de la vida, en la desesperación ...
Y aquí estoy esperando y trabajando
sumergido en un mar de pensamientos,
del recuerdo la flor va elaborando,
para gestar con ella otra ilusión.
NOCTÁMBULA
En las noches tenebrosas de siniestras tempestades
Cuando pienso en lo que fui, en lo que soy y seré
Quedo hundido en las tinieblas insondables de un misterio
Y un silencio pavoroso de nocturno cementerio,
Me circunda ... y unas alas toda bruna
Me aletean, me abanican, me golpean
Y se ríen de mi fe.
Busco entonces en las frondas lujuriantes de los bosques
Los susurros que me digan los misterios del No ser
Y ellos dicen que no saben, que lo ignoran
Que la flor más blanca y bella se convierte en negro lodo
Y sumido entre las sombras solitaria de un mutismo
Más oscuro que un abismo
Nada ... nada, puedo ver.
Busco en tétricos instantes de relámpagos y truenos
El porqué de la esperanza, el porqué de la ilusión
Y los truenos escupiendo todo un mundo de ironías
Se dilatan y se pierden por el seno de la nada
Con la inmensa carcajada
De un mortífero cañón.
En el suave terciopelo de las flores me extasío,
Procurando la fontana de la vida descubrir
Y en los senos palpitantes de albas carnes virginales,
Mas en vano busco todo ... nada encuentro, nada, nada
Que me indique la portada
Del porqué del existir.
En las trombas incendiarias de volcánicas montañas,
Escudriño los hervores más intensos del amor,
Y en sus besos calcinantes, busco llanto; busco risas,
Porque si encuentro en sus desastres de espasmódicas sonrisas
Las ardientes conjunciones de los verbos de la vida
Y me encuentro con la herida
Más profunda del dolor.
Y después de tantas ansias de llegar hasta el principio,
Revolviendo en las tinieblas y en sus gérmenes sin fin
La semilla gestadora, con sus cálidos espasmos,
Que hundido en su abismo, naufragando en los marasmos.
Como flor ya marchitada
Y mi fe siempre argentada
Lanza un llanto de violín.
Fuente:
EL PARMASO GUAIREÑO
Obra de ROMUALDO ALARCÓN MARTÍNEZ
Ediciones INTENTO.
Asunción – Paraguay
1987 (1ª edición – 407 páginas)
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ENLACE A DOCUMENTO RELACIONADO:
ANTOLOGÍA DE LA
LITERATURA PARAGUAYA
Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay 2004
Edición digital:
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IMÁGENES DE NUESTRO HERMOSO PARAGUAY
Fotografía de FERNANDO ALEN