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VÍCTOR AYALA QUEIROLO

  LOS CAPELLANES DE LA GUERRA DEL CHACO (Por VÍCTOR AYALA QUEIROLO)


LOS CAPELLANES DE LA GUERRA DEL CHACO (Por VÍCTOR AYALA QUEIROLO)

LOS CAPELLANES DE LA GUERRA DEL CHACO

Por VÍCTOR AYALA QUEIROLO

Separata de la REVISTA DEL ATENEO PARAGUAYO

Director: ADRIANO IRALA BURGOS

Volumen II – Nº 1 – 2 – Setiembre 1965

Asunción – Paraguay



El Coronel Víctor Ayala Queirolo, licenciado en historia, nos ha entregado este trabajo para su publicación, en la REVISTA DEL ATENEO PARAGUAYO. Dedicado en homenaje al primer voluntario de la guerra del Chaco, Presbítero DOMINGO QUEIROLO, Capellán del R. C. 1 Valois Rivarola. Aparece en este número la primera parte.


CAPITULO I

EL PASADO MEDIATO

 

Así como el Estado es la institución permanente creada por la voluntad común para atender las necesidades terrenales del hombre, la Iglesia es la encargada de dirigir, orientar y alimentar sus necesidades espirituales.

Ambas instituciones constituyen las piedras angulares de la sociedad, y se han creado para servir al hombre, en su dualidad de materia y espíritu. El Estado no es sino la faz jurídica de la nación, según la admirable definición del constitucionalista Burgess. América ha nacido a la vida, al calor de las ideas de Dios y Patria.

Consubstanciados el sacerdote y el conquistador con el fin perseguido, han vencido juntos, a la naturaleza y al aborigen, para sembrar el Verbo Divino y esparcir con él las semillas de la cultura, en estas tierras americanas. La cruz y la espada marcharon juntas y juntas sembraron ciudades y crearon civilizaciones, que hoy son orgullo de los Estados americanos.


LA INDEPENDENCIA

 

El sistema autocrático de la colonia fue roto por efecto de la espada y del verbo encendido de los sacerdotes.

El Dr. JERÓNIMO IRALA BURGOS, joven y promisor historiador nacional, en la ponencia presentada en las Jornadas Históricas del Sesquicentenario de la Independencia Nacional, organizadas por el Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas - Sesión del 4/10/61, presentó un trabajo que tituló “LA IGLESIA PARAGUAYA Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL". Esta ponencia fue remitida luego al II Congreso Hispanoamericano de Historia, reunido en Cartagena de Indias, en Noviembre de 1961; la misma fue aprobada con recomendación de publicación.

Con la debida autorización del autor, y con el fin de completar la actuación de la Iglesia y del Clero en los acaeceres nacionales, efectúo una transcripción literal de la citada ponencia. Transcripción que dará realce a este boceto de la actuación del Clero Nacional en la Guerra del Chaco.


"LA IGLESIA CATÓLICA Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL"

 

"La Revolución de Mayo marca para el Paraguay, una reafirmación del Derecho Natural en el plano político, de acuerdo con la más auténtica tradición filosófico-jurídica cristiana, inspirada en el pensamiento vivo de doctrinarios como Vitoria, Suárez, Soto, Molina, Belarmino, Menchaca y otros, que enseñaron las más rectas concepciones políticas sobre soberanía y gobierno de los pueblos, mucho antes de que las teorías de Rousseau fueran concebidas".

"Era aquella, conjuntamente con la de Tomás de Aquino, la ciencia política que la Escolástica cristiana difundió desde las cátedras de Córdoba, Lima, Chuquisaca, Santa Fe de Bogotá, Real Colegio Seminario de San Carlos de Asunción y cuantos centros de cultura superior fueran fundados en estas tierras. Y era también esta manifestación de Derecho Natural, la lógica culminación de una larga trayectoria política libertaria y democrática, como fue la del Cabildo comunal en Hispanoamérica".

"También en el Paraguay, al igual que en las demás Provincias del Imperio español, a la luz del Derecho Natural se afirmaron los grandes principios que plasmaron la nueva República. Como las grandes empresas de nuestra historia, la emancipación surgió bajo el signo de Dios y con el noble anhelo de patria y libertad. Próceres civiles, militares y eclesiásticos estuvieron conjurados al calor de esta mística suprema. Es que los más fecundos acaeceres de nuestra historia, obra conjunta de nuestros hombres más preclaros, llevan, como señal de su autenticidad, junto a la fe religiosa, el amor no menos santo a la patria y a la libertad".

"Fueron estos ideales los que plasmaron en nuestro país, su vocación de pueblo libre, no sólo de España, sino sobre todo del poder centralizador de Buenos Aires, cuyo viejo sueño virreinal, renacido una y otra vez, se vió frustrado siempre, al chocar sus ambiciones contra una voluntad invencible de autonomía y supervivencia".

"Ya en los albores de la emancipación, al día siguiente de la victoria de Tacuarí, el Capellán del Ejército paraguayo, Padre JOSÉ AGUSTÍN MOLAS, mantuvo una histórica conferencia con el Jefe del Ejército vencido, General Manuel Belgrano. A las afirmaciones de Belgrano de que no había venido a conquistar el Paraguay sino a auxiliarlo para que sus hijos recobraran sus derechos, contesta el sacerdote paraguayo: "También hay en mi Patria sujetos de luces y dirección que puedan discernir esa ilusión y esclavitud que supone V. E.".

"Cuando Belgrano pregunta a Molas por qué el Paraguay no quiere reconocer a Buenos Aires, recibe del Capellán paraguayo, una respuesta tan clara como firme: "PORQUE BUENOS AIRES NO TIENE AUTORIDAD SOBRE LAS DEMÁS PROVINCIAS, NO PUDO HEREDAR LA AUTORIDAD DEL VIRREY Y SU JURISDICCIÓN, NO PUEDE ASÍ EXTENDERSE A LAS DEMÁS PROVINCIAS".

En esta manifestación terminante y precisa del sacerdote de Tacuarí, se puede apreciar la línea que seguirá más tarde la Revolución de Mayo, en su anhelo de autodeterminación nacional con respecto a la Junta de Buenos Aires (1).

"En este punto, cabe hacer una rectificación a un error en que han incurrido la mayor parte de nuestros historiadores, siguiendo al P. Fidel Maíz, sobre una supuesta participación del Padre AMANCIO GONZÁLEZ Y ESCOBAR, en esos mismos días de la victoria de Tacuarí. Documentos existentes en el Archivo Nacional y en el Archivo de la Curia Eclesiástica demuestran que aquel ilustre clérigo - a quien llamaría el BARTOLOMÉ DE LAS CASAS DEL PARAGUAY colonial por el celo apostólico que puso al servicio del indígena - falleció en 1806". (2)

"En la agitación política que siguió a aquella campaña militar y culminó dos meses después en la Revolución, los más preclaros exponentes del Clero Paraguayo tuvieron activa participación. En la plana mayor de la Revolución, junto a civiles ilustres como José Gaspar de Francia, Mariano Antonio Molas y Fernando de la Mora, a pundonorosos militares como Fulgencio Yegros, Pedro Juan Cavallero, Mauricio José Troche, Juan Bautista Rivarola y Vicente Ignacio Iturbe, encontramos a sacerdotes doctos y probos, como el Pbro. Dr. Francisco Javier Bogarín, compañero de Francia en la Universidad de Córdoba y Vocal de la Primera Junta; el Pbro. JUAN BAUTISTA QUIN DE VALDOVINOS de familia patricia, revolucionario como sus cuatro hermanos, formado también en las aulas de Córdoba y Curial prominente de nuestra Diócesis, de la que llegó a ser Provisor Vicario General; el ya citado Presbítero JOSÉ AGUSTÍN MOLAS, hermano de Mariano Antonio, orador sagrado de firme estructura filosófica y jurídica; el Cura Párroco de la Catedral, Pbro. VICENTE MORALES, quien a las diez de la noche del 14 de Mayo hizo sonar las campanas de esta Iglesia Primada del Río de la Plata, para congregar a los conjurados; el Pbro. JOSÉ FERMÍN SARMIENTO, Cura de la Villa Real de Concepción, a quien el Gobernador Velazco había hecho detener, a causa de su propaganda separatista; el Pbro. Dr. AMARILLA, canónigo de la Catedral".

"Merecen un párrafo de consagración especial, los Religiosos que abrazaron la causa nacional. Los Franciscanos, miembros de una Congregación tan identificada con los sentimientos populares, ocuparon un puesto de avanzada, llevando a su cabeza a Fray FERNANDO CAVALLERO, ilustre teólogo, consejero de próceres y orientador espiritual de la generación de Mayo. Su figura es todo un símbolo moral de aquella Revolución sin mancha. Avaló con su prestigio, la designación de su sobrino, José Gaspar de Francia, como miembro del Gobierno revolucionario. Años después, al iniciarse la Dictadura, llegó hasta el Supremo a pedirle que no se lanzara por los caminos del despotismo. El Dr. Francia lo hizo recluir en su Convento, de donde ya no salió nunca más. Así terminó su vida Fray FERNANDO CAVALLERO, cuyo espíritu místico supo elevarse por encima de los muros de su celda, hacia la libertad sin límites de los mundos de Dios".

"Integran también este selecto grupo de Franciscanos, el astrónomo Suárez, el P. OTAZÚ y Fray MANUEL CUMÁ, símbolo de una empresa evangelizadora que superó todas las discriminaciones en su espíritu ecuménico, pues era, por su nombre y por su sangre, un auténtico aborigen, elevado por la Gracia a la excelsa dignidad sacerdotal". (3)

"No menos decidida fue la actuación de la ilustre Orden de la Merced en el proceso de la emancipación paraguaya. Ya con anterioridad, en plena Revolución Comunera, Fray MIGUEL DE VARGAS MACHUCA y Fray ALEJO DE VALDIVIA Y BRIZUELA SE habían pronunciado en favor de la causa popular. La noche del 14 de Mayo, Fray Inocencio Cañete, que tenía fama de santidad, hizo de mediador entre el Gobernador y el Cuartel sublevado. En el Congreso de junio de 1811, participaron Fray HILARIO GÓMEZ, Regente de Estudios y MANUEL TADEO DE LA O, Comendador. La acción de los Mercedarios en la formación de nuestra nacionalidad está magníficamente estudiada por el joven investigador José Colnago Valdovinos, en una Ponencia que será presentada en estas mismas Jornadas".

"Cuando, después de producida la Revolución y luego del posterior desplazamiento de Velazco, se reunió el Primer Congreso Nacional del 17 al 20 de Junio de 1811, con la asistencia de unos 300 Diputados, 27 Sacerdotes del Clero Secular y Regular invistieron, desde sus bancas, la representación de una Patria que estaba naciendo".

"Las Actas de aquel Congreso son otros tantos testimonios de la opinión de doctos clérigos sobre nuestra emancipación, en un momento todavía difícil y nebuloso, cuando se entrechocaban tendencias diversas. Los Sacerdotes congresistas emiten sus votos, fundamentándolos con firmeza y concisión. No solamente aceptan en línea general la moción de Mariano Antonio Molas, tributo de la emancipación paraguaya, sino que le dan un contenido moral y una más exacta argumentación jurídica. Así el Pbro. SEBASTIÁN PATIÑO formula una fuerte crítica al régimen hispánico de administración de estos pueblos; el Pbro. MANUEL ANTONIO CORVALÁN proclama abiertamente la independencia con respecto a Buenos Aires y el Chantre Provisor y Vicario General de la Diócesis, Ilmo. Don JOSÉ BALTASAR DE CASAJÚS, que fuera el segundo Rector del Real Colegio Seminario de San Carlos, interpreta los motivos de orden moral y jurídico por los cuales esta Provincia se veía relevada del juramento de fidelidad tanto al Consejo de Regencia como a las Cortes de León.


(1) La versión completa de esta entrevista ha sido publicada por Efraím Cardozo, en el Volumen I del Anuario de Historia Paraguaya.

(2) El principal de estos documentos es la Testamentación del P. Amancio González y Escobar, abierta en el año 1806, que se halla en el Archivo Nacional, donde fue encontrada por José Colnago Valdovinos.

(3) Véase: "El Clero Nacional: su acción en la Independencia Patria y amor constante a la libertad", del P. Fidel Maíz, dedicado al periódico "Los Principios", en ocasión del Primer Centenario de la Independencia, 1911. Carlos R. Centurión: "Historia de las letras paraguayas", Tomo I, 1947. Pbro. Tomás Aveiro: "Índice de la Diócesis del Paraguay". Mons. Luis Duprat: "La idea religiosa y la independencia americana", con Carlos R. Centurión: "El Clero en la gesta de la Independencia". Mons. Dr. Santiago Benítez: "Evocación de Mayo", Asunción, 4 de Mayo de 1961", Mons. Aníbal Mena Porta: "Pastoral del Arzobispo de Asunción", 8 Setiembre de 1961. Investigaciones del Pbro. Silvio Gaona, Cura Rector de la Catedral de Asunción.


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"Se puede concluir pues, de las Sesiones del Primer Congreso Nacional, que los miembros del Clero que allí actuaron, dieron categoría moral y solvencia intelectual a aquella Asamblea fundacional de la República.

"Como expresión de la mentalidad cristiana de los hombres que integraron el primer Gobierno totalmente paraguayo, surgido de aquel Congreso, recordemos la "Instrucción de los puntos más esenciales que deberá observar el Maestro de primeras letras", promulgada el 15 de Febrero de 1812, con las firmas de Fulgencio Yegros, Pedro Juan Cavallero, Fernando de la Mora, y el Secretario Mariano Larios Galván, y que podemos considerar como una primera Ley nacional de Enseñanza. De sus 73 artículos, 12 se refieren a la moral cristiana, a las virtudes, a la Doctrina y Dogmas de la Religión y a la frecuencia de los Sacramentos, como los mejores medios para educar a los jóvenes, "pues así serán útiles a Dios y a la Patria y ocuparán todas las dignidades y empleos de la República". En nota del 10 de Marzo de 1812, los mismos firmantes, al transmitir dichas Instrucciones para su cumplimiento en los Conventos, Escuelas de la Provincia y la Sociedad Patriótica Literaria, dicen que con ello se logrará en nuestros jóvenes "toda la instrucción que necesitan para ser buenos cristianos y buenos ciudadanos útiles a Dios y a la Patria", agregando que así se propenderá "a la felicidad de unos niños que con el correr de los días serán miembros de importancia en la sociedad, que sabrán unir los sagrados deberes del hombre para con Dios, con la Patria, consigo mismos y con sus semejantes" (4).

"Y si decidida fue la participación del Clero en favor de la Independencia, no menos resuelto fue el apoyo brindado por la Jerarquía Eclesiástica del Paraguay al primer Gobierno nacional, luego de su instalación. Debo a la generosa colaboración de Monseñor Brujaki, el acceso a documentos hasta hoy inéditos, que se guardan en los Archivos de la Curia Metropolitana y que prueban este aserto.

"El 6 de enero de 1812, con las firmas de Fulgencio Yegros, Pedro Juan Cavallero, Fernando de la Mora, la Junta Superior Gubernativa se dirige al Ilmo. Obispo Fray PEDRO GARCÍA DE PANÉS y le dice: "Creeríamos que llegábamos a tocar en los confines de una temeridad inexcusable, si confiada en nuestros alcances, no mendigásemos el auxilio de los que por sus luces pueden contribuir al acrecentamiento de la pública felicidad y que giren con la mejor orden y armonía todas las ruedas de la República. Dios nos ha constituido de manera que unos hombres hemos de depender de otros y que nuestro vivir haya de ser sociable; la razón dicta, que pues debemos emplear nuestra autoridad en beneficio de pueblo, procure también éste prestarnos el socorro de sus vigilias y meditaciones, para que minoren los males y crezcan los bienes; para que V.S.Y. se sirva interponer su celo pastoral y cooperar con el Clero secular y regular, para que consagre sus tareas con la palabra y doctrina, a la mejora de las costumbres morales y civiles y que se perfeccione el gobierno político y económico de la República". La Junta termina pidiendo, junto a la asistencia moral e intelectual de la Iglesia, las oraciones "al Dios de la Patria y de la libertad para que derrame sobre nosotros las luces que necesitamos para el acierto". (5)

"En otro Oficio del 11 de Enero de 1812, la misma Junta Superior Gubernativa pide al Obispo que se predique obediencia a la autoridad. La nota trae eruditas disquisiciones sobre la ley eterna y la ley natural, la sociedad y el origen de la autoridad civil, con referencias a los Proverbios y a las Leyes de Partidas, a Santo Tomás de Aquino y a San Pablo, al Profeta Isaías y a Alfonso el Sabio, a Salomón y a Trajano. Defiende la existencia de una ley eterna y critica acerbamente a los atestas, a los deístas y entre ellos "al filósofo de Ginebra", Juan Jacobo Rousseau. Termina pidiendo la leal colaboración de la Iglesia para preservar la paz y la unidad en torno al gobierno nacional". (6)

"En Oficios dirigidos a los Curas y Teniente-Curas de esta Diócesis, el 14 de Enero y el 19 de Febrero de 1812, el Sr. Obispo del Paraguay no sólo manda difundir por medio de aquéllos, las Proclamas de la Junta Superior Gubernativa, sino que ordena "inspirar a sus feligreses con la palabra y el ejemplo, la debida obediencia y adhesión las máximas al Gobierno, y exhortarles a mantener la paz y unión y a propender unánimes a la común prosperidad". El Obispo proclama el respeto a las autoridades de la Junta constituida y pide a los Sacerdotes exhortar al pueblo a obedecer y cumplir exactamente las órdenes y providencias del gobierno, al efecto de preservar la paz con todo celo que exige un cargo tan importante al servicio de Dios y del interés público". (7)

"Si se observa la circunstancia de que Fray PEDRO GARCÍA DE PANÉS, Obispo del Paraguay, era de nacionalidad española, se apreciará aún más, la sinceridad valiente de su actitud. El Prelado, acallando los impulsos de su sangre, se identificaba con los afanes e ideales de un pueblo, que, en la Iglesia de Cristo, deba conducir como Padre y Pastor".

"Así como lo había hecho durante los tres siglos de gobierno colonial, así como lo hará en el siglo y medio que lleva como pueblo independiente, la Iglesia Católica, forjadora ejemplar del alma paraguaya, cumplió un papel decisivo en el proceso de nuestra emancipación política. La inspiración de sus ideólogos, la tradición de su enseñanza, el influjo de su cultura y de su moral, la actuación militante de sus sacerdotes más preclaros y la adhesión leal e inestimable de su alta Jerarquía, orientaron, estimularon, fundamentaron y consolidaron nuestra gesta emancipadora".

"Las campanas de la Catedral, lanzadas al viento en aquella noche memorable del 14 de Mayo de 1811, marcaron la Navidad de un pueblo libre. No olvide nunca el pueblo paraguayo, que en esta República, la libertad nació cristiana".


(4) Archivo Nacional. Junta Superior Gubernativa. Vol. 4 No 29.

(5) Archivo de la Curia Metropolitana. Casilla No 107 - Vol. II.

(6) Idem. (7) Idem.



LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

 

En la hecatombe de 1864 - 1870, un grupo de ilustres sacerdotes sufrieron penurias y vencieron miserias en defensa de la sagrada heredad.

A continuación reproducimos la interesante opinión de Benigno Riquelme García, publicada en LA TRIBUNA bajo el título de "Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, objetiva contribución del Clero paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza 1864/1870".

"Y antes de adentrarnos en los disímiles aspectos de esta vida admirable, creemos imprescindible efectuar una recapacitación sobre el martirologio del clero nacional en la guerra del 70, en la que le cupiera desempeñar un papel grandioso, rayano en lo epopéyico, y al que nuestros historiadores, salvo rarísimas excepciones, no le han asignado la función de preponderancia que en la misma tuviera junto a sus adoctrinados, como así  también, la consubstanciación con los destinos patrios que tuviera, sacrificio llevado hasta límites que no son humanos y que la pluma diserta del sacerdote Silvio Gaona, hace poco, con mérito y valentía poco comunes, pusiera al refresco de la memoración nuestra".

"Ex profeso, con objetividad fría de hoja clínica, damos a continuación esas listas en las que revistan todos los heroísmos. Historial opulento de ese clero que no llegaba siquiera a la centena y que esto aportó hasta Cerro Corá: 17 murieron en los campos de batalla que fueron JUAN MANUEL IDOYAGA, JOSÉ DEL CARMEN MORENO, FRANCISCO HERMÓGENES FLORES, ELÍAS AGUIAR, FRANCISCO IGNACIO MAÍZ, JUAN GALIANO, EUSTAQUIO ESTIGARRIBIA, JOSÉ RAMÓN GONZÁLEZ, FRANCISCO SOLANO ESPINOZA, JOSÉ DEL ROSARIO MEDINA, MANUEL ANTONIO ADORNO, JOSÉ FÉLIX GONZÁLEZ, JUSTO CARMELO ROMÁN, FRANCISCO C. CÁNDIDO HERMOSILLA, RAMÓN YAHARÍ y JUAN DE LA CRUZ ORTIGOZA; 25 entre los que se incluye el Jefe de la Iglesia paraguaya, Obispo MANUEL ANTONIO PALACIOS, fueron ajusticiados de resultas de una supuesta conspiración que constituyó uno de los pocos baldones de nuestra historia de imposible defensa, y son ellos el diocesano ya citado, EUGENIO BOGADO, FAUSTINO RODRÍGUEZ, VICENTE ANTONIO BAZÁN, ELISEO PATIÑO, POLICARPO VALDOVINOS, JOSÉ JOAQUÍN TALAVERA, JUAN NEPOMUCENO ARZA, MARTÍN SERAPIO SERVÍN, JUAN EVANGELISTA BARRIOS, JAIME ANTONIO CORVALÁN, SANTIAGO ESTEBAN NARVÁEZ, JOSÉ LEÓN GAVILÁN, PEDRO LEÓN CABALLERO, CARLOS ANTONIO VÁZQUEZ, JUAN DE MATA ORTELLADO, JOSÉ RAMÓN FERRIOL, BASILIANO LANDINI, ANTONIO MEDINA, GASPAR JACQUET, PEDRO JOSÉ ACOSTA BENÍTEZ, el capuchino ANGEL MARAMICO y el clérigo JUAN BAUTISTA ZALDUONDO; 39 fueron considerados desaparecidos, porque de ellos nada se supo y son: OLEGARIO BORJA, JOSÉ MARÍA VELÁZQUEZ, JUSTO DAVID BUENO, ADONÍAS AURELIO URBIETA, RUDINO INSFRÁN, DOMINGO TOMÁS CANDIA, ANGEL TORRES, ANGEL MARÍA CÉSPEDES, JUAN BAUTISTA VILLASBOA, ROQUE A. CAMPOS, JUAN BAUTISTA CÉSPEDES, BLAS ANTONIO NÚÑEZ, JOSÉ TEODORO ESCOBAR, NICOLÁS DE ISASI, FELIPE SANTIAGO LEÓN, JOSÉ GASPAR TÉLLEZ, JUAN MANUEL AQUINO, PEDRO NOLASCO AQUINO, JOSÉ DONATO AVAHAY, SEBASTIÁN RAMÓN BENEGAS, JOSÉ INOCENCIO GAUTO, JOSÉ DOMINGO GUAIRARÉ, HILARIO HAEDO, LEONARDO MOLINAS, PEDRO BALTASAR ORTIGOZA, MARTÍN JOSÉ ROMÁN, FERMÍN VALDOVINOS, FRANCISCO DEL ROSARIO CHUCHÍ, JUAN FRANCISCO VÁZQUEZ, FRANCISCO JAVIER VELASTIQUÍ, JOSÉ ANTONIO ORTIZ, JOSÉ GREGORIO MORENO, FELIPE SANTIAGO CARIAY, NAZARIO DE JESÚS SÁNCHEZ, JUAN FRANCISCO ZAYAS, RAFAEL RÍOS, PEDRO P. AZUAGA, ANDRÉS ARANDA y el diácono DONATO GAMARRA; 23 sobrevivieron -cepa de la que bien o mal el sagrado ministerio reproduciría-, y son: MANUEL VICENTE MORENO, FIDEL MAÍZ, CLAUDIO ARRÚA, DIONISIO RIVEROS, PEDRO JUAN APONTE, BLAS IGNACIO DUARTE, DANIEL SOSA, MARIANO DEL ROSARIO AGUIAR, JUAN CARLOS CASCO, TOMÁS  ANTONIO CASTELVÍ, JERÓNIMO BECCHIS, BERNARDINO SANDOVAL, JUAN FACUNDO GILL, JOSÉ IGNACIO ACOSTA, CECILIO ROMÁN, JOSÉ DEL PILAR GIMÉNEZ, PEDRO PABLO BENÍTEZ, JOSÉ DEL CARMEN ARZAMENDIA, MIGUEL DE DIOS PINTOS, PEDRO FELIZ CAZAL, ELISEO DÍAZ CANTERO, POLICARPO PÁEZ, JERÓNIMO DOLORES ORTIZ, JUAN ISIDRO INSAURRALDE, CLAUDIO ASTIGARRAGA, ELEUTERIO BENÍTEZ, FRANCISCO AGUILERA, BARTOLOMÉ AGUIRRE, FELICIANO ELIZECHE, RUFINO JARA, JOSÉ MARÍA NÚÑEZ, ALEJANDRO SOSA y JUAN IGNACIO CORVALÁN".

"Paraguayos hasta los tuétanos eran aquellos sacerdotes de Dios, sobre cuyas espaldas cayeron responsabilidades inauditas y que cumplieron con la Patria hasta el límite que el frío raciocinio se resiste a aceptar. Blasón autóctono como no conocemos par, ofrenda aquella exigua pero decidida legión. Van como pruebas RAMÓN YAHARÍ, hijo de INOCENCIO YAHARÍ y de MARIA AGUAÍ; JOSÉ DONATO AVAHAY, hijo de ISIDRO AVAHAY y de MARÍA CHUCHI; JOSÉ DOMINGO GUAIRARÉ, hijo de INOCENCIO GUAIRARÉ y de FRANCISCA MBAYURÍ; FRANCISCO DEL ROSARIO CHUCHI; SANTIAGO CARIAY, hijo de BORJA CARIAY y de FRANCISCA URÚ, por no citar sino a algunos. ¡Cuánto dicen a quienes quieren oír estos nombres..."

"¡Curas machos aquellos... ! que no supieron de debilidad en horas crueles y supremas. Identificados con la patria misma, bien llevaban asistencia espiritual al moribundo que enfrentara al enemigo, como en Lomas Valentinas y Piribebuy, o blanqueaban con sus huesos, pereciendo de hambre, la ruta de la residenta y Cerro Cera, cita postrera donde, cinco de ellos, aportaron sus sacrificios al centenar de muertos con que selláramos el juramento grandioso. Deplorablemente, nada hemos hecho por reivindicar la memoria de aquellos paraguayos olvidados que, incluso, juzgados conforme a la estricta ortodoxia con que hacemos hasta ahora historia, no tuvo desertores, ni uno solo, lo que no se puede afirmar de todas las demás tendencias y los consabidos estados, verdad?".

"Hayan sido los ordenados con el modesto boato de la época en la Capital, o los que integraron aquellas promociones apresuradas de la Iglesia de Humaitá, o de las Capillas de Paso de Patria y Paso Pucú, puede asegurarse la cabalidad de que nobilísimo fue el metal de aquellas improvisadas fraguas. En agraz debe andar la pluma que, en justos y preciosos trazos, describa esa epopeya nuestra, imperdonablemente preterida". Esta síntesis dá una idea del esfuerzo de los representantes de la Iglesia, en la evolución histórica de nuestra vida de Nación.


 

CAPITULO II

EL SOLDADO Y EL SACERDOTE


El sacerdote y el soldado han unido sus esfuerzos en la lucha del bien contra el mal, ya en forma de antorcha para la conquista, ya proclamando la idea de la libertad, ya en forma de amor hacia Dios y hacia la Patria.

Ambos sirven a Dios y a la Patria, pues ambos ponen al servicio de su idea o de la causa que defienden toda la pasión de que son capaces. El sacerdote es soldado de Dios en el ejercicio de su sagrado ministerio, y el soldado es sacerdote de la Patria en el altar de sus símbolos. El primero oficia su rito ante el altar de Dios, y se inspira en el Verbo del Divino Maestro, y el soldado es el cultor del patriotismo ante los símbolos sagrados de la Patria, su bandera y sus héroes, y es por eso por lo que rindo el culto de mi homenaje a los sacerdotes que hicieron llegar en las estepas chaqueñas el hálito de paz a los espíritus y la resignación en el alma de aquellos que por necesidad mataban para no ser muertos.

El Paraguay es un pueblo de sentimientos eminentemente cristianos, tanto en el orden colectivo como en el individual. Este sentimiento cristiano engendró otro, también peculiar a nuestro pueblo, su acendrado pacifismo. Nuestra vida nacional se desarrollaba y se desarrolla en este ambiente de religiosidad y pacifismo. El hombre y los grupos -sociales alternaban su vida en el trabajo y en la práctica de la religión de sus mayores, cuando la vorágine de la guerra absorbió la atención de gobierno y pueblo. La clarinada del alerta de Pitiantuta, nos llamó a la realidad. Iglesia y pueblo, al escuchar el llamamiento de la Patria a través de su gobierno, concurrieron a defender la justa causa del momento. ERA LA GUERRA, el encuentro brutal y violento de dos grupos sociales, que trataban de imponerse por medio del aniquilamiento de la voluntad de vencer del enemigo.

La guerra es un fenómeno social tan antiguo como la humanidad misma. En un sentido laico, podemos afirmar que la guerra surgió entre nuestros prehistóricos antecesores como una necesidad vital, la lucha por la vida; y en un sentido evangélico, la hallamos en la secular lucha entre Can y Abel, es decir, entre el bien y el mal.

La guerra del Chaco es un ejemplo de guerra no querida, pero sí aceptada por el imperio de la realidad.


 

CAPITULO III

SE VISLUMBRA LA GUERRA


La vida nacional se desenvolvía, el país en paz, con nuestros sueños de emancipación económica, social y política, sufriendo todavía los lastres que nos agobiaban como consecuencia del desastre causado por la Guerra Grande. Esta vida, la de nuestro pueblo, sencilla, sin prisas, pero sí real y efectiva, era sacudida sólo de vez en cuando por el huracán de las pasiones desatadas, en que prevalecían los intereses particulares o de grupos, antes que los sagrados de la Nación.

Como consecuencia de aquellos desbordes, la Patria, madre común de todos los que nos cobijamos bajo su tutela, sufría en su estructura social y económica conmociones graves que la dejaban sumida en la discordia y en la miseria; siempre necesitada de una convalecencia larga y penosa, para recuperar sus valiosas energías perdidas.

Esta dura y triste realidad hizo que se descuidaran los apartados rincones, la parte occidental de nuestra heredad territorial; no se la ocupó oportunamente con los puestos militares necesarios, que fueran los ojos y los oídos de la soberanía nacional, allá por nuestros límites arcifinios del Parapití, y ello constituía un acicate a la codicia del vecino, por lo aparentemente fácil de la conquista.

Cuando la puerta de la casa ajena se halla abierta, no falta quien se introduzca en ella, y si la ocupación es productiva, la idea de la propiedad es definitiva. Eso fue lo que nos aconteció.

De común acuerdo, el poder político y el mando militar boliviano, desarrollaron un vasto plan de "bolivianización" del territorio nacional. Penetraban hacia el este empecinadamente, cual mitológica hidra, a lo largo del Pilcomayo primero, por el norte y por el oeste después. Cuando una de las cabezas se cortaba a la penetración, le nacían otras siete; necesario era, pues, separarla del tronco de un solo golpe para detenerla, y ese golpe significaba la guerra.

Negar este aserto, es negar la historia, y la prueba de ello es el "Plan de Penetración y Ocupación Militar en el Chaco y sus bases generales (fechado en La Paz, 2 de Mayo 1931 - EMG. B - Sec. Op. Secreto. Fdo. por el General Osorio), que entre otras cosas dice:


1.- La necesidad manifiesta de realizar un avance de penetración y ocupación del Chaco, no debe dejarse esperar más tiempo y agrega "La topografía del Gran Chaco hasta hace poco constituía una incógnita......... y de muy difícil exploración para conocimientos, empero, la incesante actividad y el esfuerzo inmediato que se ha puesto en nuestro Chaco para la clase militar, ha hecho que hoy él sea conocido en todos sus aspectos".

Desarrollar las vías de penetración, no es mi objetivo; es por ello por lo que solo diré que en dicho plan se prevean cuatro direcciones principales:

a) Desde el vértice del camino Ballivián-Arce, hacia el Norte.

b) De Ravelo hacia el Sud.

c) De Carandayty hacia el Este.

d) De Ñacunday sobre el Parapití, en Yzozog hacia el S.E.


Fue así como en cumplimiento de este Plan, se destacó al Cnel. Angel Ayoroa, que partiendo de RAVELO debía ocupar "la serranía elevada en el corazón mismo del Chaco" se refería a Cerro León y "siendo, agrega, de imprescindible necesidad y urgencia ocupar militarmente aquellas posiciones y fortificarlas debidamente, haciendo que constituyan los baluartes más firmes de nuestra soberanía en el centro del Chaco, dotándolas también de una base principal de aviación para operar ventajosamente, en caso dado, sobre las posiciones enemigas del Norte, en el Río Paraguay". (Sec. Op. 259-31; Personal y Muy Reservado; EMG. B - La Paz 27 de julio de 1931).

A esta comisión se asignó aviones de la L.A.B., llevando como Pilotos al Tte. Belmonte y Ernest, para efectuar los reconocimientos aéreos necesarios, con la recomendación de: "La importancia militar que tiene esa región y que en poco tiempo más quedará consolidada por las labores de esa Comisión es de una trascendencia indiscutible, en especial si se toma en cuenta, como base para discutir nuestros derechos de posesión sobre el Chaco, con proyecciones de aproximarnos militarmente a una buena zona sobre el Río Paraguay". (EMG. B - Sec. Op. 384-31 - Personal y Muy Reservado - La Paz 9 de Octubre 1931. Fdo. Osorio).

En cumplimiento de las instrucciones anteriores, el Tte. Belmonte sobrevoló una importante laguna (Pitiantuta) y en consecuencia se instó al Cnel. Ayoroa, a que efectúe vuelo de "reconocimiento aéreo, en la extensión de 80 o 100 kilómetros, para constatar y ubicar de inmediato al E. de la Serrana ZAMUCOS, la existencia ele la laguna"........ Asimismo, si existe o nó penetración y ocupación paraguayas en dicha región. Caso no existir aproximación paraguaya, la comisión debe instalar de inmediato el fortín "BAPTISTA" en la margen más apropiada de dicha laguna, tomando las siguientes medidas de precaución, elementos de defensa, de enlace y seguridad". (EMG. B - Eec. Op. Nº Op. 417-31. Reservado. La Paz 27 Oct. 1931 - Fdo. Osorio. Cnel. Jefe E.M.G. - B.).

El Cnel. Ayoroa, informó:

"El día 3 de Nov. a las 08.45... .. salimos en el TUNARI, los TCneles. Ayoroa y Rivera y Tte. Belmonte a efectuar el vuelo de exploración....."

"Alcanzamos a las 10.50 una laguna, descendimos para observarla hasta 40 metros sobre ella, es grande (600 x 200) agua limpia, tiene playa de arena, etc.

El TCnel. Felipe Rivera, destacó al Cap. Ichazo para fundar un fortín, el Mariscal Sucre, y simultáneamente apoyado por vuelos de reconocimientos para orientar a la expedición, fue así como el día 9 de Enero de 1932, reconoció la existencia de "un galpón grande y dos pequeños, cubiertos con techo de palmeras", al parecer un fortín paraguayo. (Informe del TCnel. Rivera al EMG. - Fortín Ingavi 16 de Enero de 1932. Muy Reservado. Fdo. R. Rivera. Jefe Comisión EMG. en el Oriente).

Simultáneamente, a las expediciones del Oriente, la 4a Div., destaca vuelos de reconocimiento al mando del Mayor Jorge Jordán y una expedición terrestre al mando del Capitán Víctor Ustares, del R.I. 4 Loa, saliendo de Camacho el 8 de abril de 1932, acompañado del Subteniente Mercado y del Cap. San. A. Hoyos, quién después de 19 días de reconocimiento no pudo ubicar la laguna (Inf. Cap. Ustares al Cmdte. R.I. 4 Loa)

Pero, la ubicación y reocupación de Pitiantuta estaba reservada por el destino al Mayor Oscar Moscoso, "quien salió de CAMACHO por CAÑADA CRISTINA, para explorar la laguna y despejar el enigma de los galpones", para ocuparla por la fuerza el día 15 de junio de 1932, pues ingenuamente creían, que los galpones observados eran tolderías de indios.

El Fortín CARLOS ANTONIO LÓPEZ, (PITIANTUTA) fue explorado por el general ruso Belaieff y el Cap. de Caballería Einstein, y la ocupación militar fue hecha por el Capitán Rogelio Chenú Bordón, en junio de 1932.

Pitiantuta, que en idioma de los chamacocos quiere decir "lugar del hormiguero muerto", es un gran lago en pleno corazón del Chaco paraguayo, verdadero oasis coronado por una floresta verde. Escenario de bravías luchas entre los montaraces naturales, una verdadera Troya indígena, al decir de su primer explorador, el Gral. Juan Belaieff ruso blanco de origen, paraguayo de corazón.

El egoísmo del hombre blanco despojó al lugar de su poético y legendario nombre. En sus orillas se asentaron los fortines Carlos Antonio López para el Paraguay, el de "Mariscal Santa Cruz" para Bolivia. Esta rebautizó a la laguna con el nombre de Laguna Chuquisaca. Para la historia será siempre Pitiantuta.

El 15 de junio de 1932, el Mayor Oscar Moscoso, en un acto inamistoso ocupó por la fuerza el fortín, con la intención de hacer uso de su aguada para ulteriores operaciones. Su objetivo era salir en Fuerte Olimpo.

El primer mártir de aquella selvática Troya fue el cabo LIBORIO TALAVERA, quien no llegó a comprender el significado del grito de "Viva Bolivia" en aquel aciago 15 de junio, y fue así el primero en abonar con su sangre joven, la tierra amada, en su doble condición de conscripto y comandante del fortín.

La chispa que originó la guerra no fue obra del azar, sino el resultado de un minucioso y bien meditado plan político-militar, de penetración con la intención de salir al rumoroso Río Paraguay.

La conquista boliviana del fortín colmó la medida, y el cántaro de la paciencia rebozó. El Gobierno ordenó la reconquista de Pitiantuta. El entonces Tte. Cnel. Estigarribia, comandante de la 1a Div. de Inf., despachó el Destacamento del Tte. ERNESTO SCARONE, quien, con 50 infantes y un pelotón de Caballería, intentó la reconquista el día 29, pero el mayor OSCAR MOSCOSO no había perdido tiempo, y bien fortificado en ese reducto, rechazó el ataque. El intento costó la vida del conscripto ESTANISLAO DOMÍNGUEZ.

La intención de la reconquista permaneció viva, se sabía que con ello se iba a la guerra, y el pensamiento colectivo fue el de que más vale morir con honor que vivir de rodillas.

El TCnel. Estigarribia ordenó entonces que un batallón del R.I. 2 Ytororó al mando del Cap. ABDÓN PALACIOS cumpliese la orden de recuperar por la fuerza a Pitiantuta, "a costa de cualquier sacrificio". La orden fue cumplida, porque en ella estaba comprometido el honor nacional. El cruce de las espadas fue duro, y con él terminó el ciclo de nuestras humillaciones, transformándose Pitiantuta en el trampolín que nos lanzó hasta Charagua. Por eso, la llama que avive el recuerdo de esta memorable jornada, nunca deberá extinguirse, porque ella representa en el calendario de nuestras gestas históricas, la liberación .y el abandono del camino de nuestras voluntarias humillaciones.

Este hecho histórico nos legó una dura lección, que espero la hayamos aprendido, y ella es que si cara fue la obligación que teníamos de preservar nuestra heredad territorial, más cara nos costó la necesidad de recuperarla.


CAPITULO IV

 

a) LA VOZ DEL OBISPO DE CONCEPCIÓN

 

Por aquella misma fecha, en el mismo escenario agreste del Chaco, pero en otro sector también codiciado por el enemigo de occidente, un ilustre Obispo se hallaba en marcha hacia la lejana Nanawa. En efecto, el Obispo de Concepción y Chaco, Monseñor EMILIO SOSA GAONA, en cumplimiento de una invitación que se le cursara y en ejercicio de su sagrado ministerio, era portador de la voz de aliento y de su mensaje de caridad a los que servían a la patria en aquel lejano fortín.

La fortuna quiso que hallase en los archivos de la Sección Historia a mi cargo, un documento que por su trascendencia lo público, esperando que su autor sepa comprender, que no se trata de violar una correspondencia privada, pues pasó a la categoría de un documento histórico, dado hoy a publicidad, libre de la destrucción y de la pérdida.

Se trata de una carta escrita por el ilustre Obispo citado, y dirigida al Presidente de la República, Dr. JOSÉ P. GUGGIARI.

Dice así: "Particular" Concepción, 19 de julio de 1932

"Excmo. Sr. Presidente de la República, "Dr. José P. Guggiari.

"Excmo. Señor:

"No puedo menos que participarle que, con motivo de la inspección médica llevada "a cabo por los doctores Boggino y Peña, comisionados por el Departamento de N. de "Higiene y Asistencia Pública, para constatar la aparición de la fiebre amarilla y viruela "entre las tropas que guarnecen el fortín Nanawa, a invitación de los dichos doctores y "tratándose de un caso tan grave, acepté complacido la invitación en la persuasión que "cumpliría con un deber patriótico y con la misión de Obispo".

"Al mismo tiempo, por medio de ésta, deseo hacer llegar hasta V. E. impresiones "personales recibidas en la excursión; y para mayor claridad procederé por partes":

"1º ESTADO DE LA TROPA: He visto y palpado un espíritu excelente en la oficialidad y "tropa; son tal vez pocos los 150 hombres, que están en el fortín, pero actualmente están "en marcha otros 122 que van a reforzarlos, con los que podrán cubrir las trincheras que "rodean al fortín. Están bien alimentados y vestidos; están provistos de zapatones, capotes "y frazadas. Estos días les llegarán tricotas enviadas por la comisión de damas Pro-Patria. "No he constatado ninguna queja; en los depósitos tienen la provisión de agosto intacta. "Las armas muy bien tenidas y limpias y una vigilancia que llama la atención. El colmo! "No he encontrado a ningún castigado. Esta tropa es merecedora de que se le visite de "cuando en cuando para hacer resaltar el espíritu que posee y para remediar ciertos `inconvenientes a que no es merecedora, y que más adelante los iré apuntando a V. E."

"2º FALLAS URGENTES QUE REMEDIAR:

a) La caballería del Tte. Brusquetti está sin montados y, por consiguiente no está en disposición de hacer efectiva su finalidad, ya sea "en caso de cubrir una retirada, como en caso de una persecución. Los pocos elementos "que posee son mulas flacas y que en total serán cinco por lo que me consta".

"b) El aprovisionamiento del fortín se hace sin medios de protección, especialmente "cuando se llega a la zona en que podría ser sorprendida por una patrulla de caballería "boliviana; el convoy Nº 2 que lleva los víveres de Orihuela a Nanawa no tiene bueyes "de repuesto, y los que tiene son tan flacos que me temo que no pasen agosto; no tienen "piquetes para descanso y relevo de los mismos y debería guiarlos una persona experta y no ser confiados a un clase y simples soldados, que poco interés muestran por su "conservación y potencia".

"c) El aprovisionamiento de los fortines Gondra y Faltón y los chasques que se envían "a los mismos puestos van por un camino muy expuesto y podrían ser capturados con "facilidad, pues que casi se ponen en contacto con las líneas bolivianas. Estos servicios no "debieran hacerse desde Nanawa, sino desde el fortín Figari, que se haya abandonado, "no se sabe por qué, y se halla situado a retaguardia y a la misma distancia de los "mencionados fortines. Creo que el fortín Figari debiera ser el asiento de la caballería; y "abriendo caminos previos desde Gondra y Faltón a Figari ser desde este vituallados y "unidos por teléfono a la costa del Río Paraguay".

"d) Cuanto antes hay que impedir los posibles casos de espionaje, e impedir a toda "costa el tránsito de indios de nuestras líneas a las bolivianas y viceversa. Un caso que "pasó a la inspección médica: En la Misión Inglesa sabían nuestro viaje y que iba el "Obispo; tanto es así que me saludaron con mi título, a pesar de que no sería posible "reconocerme por la falta de insignias y porque no me han conocido anteriormente; los "estancieros de las inmediaciones ignoraban nuestro viaje; a nuestra vuelta supimos la "salida de la Compañía que iba a reforzar Nanawa, el número de soldados y los jefes "que los conducían. He observado que, a nuestra vuelta de Nanawa, una línea de fuego "paralela a nuestro trayecto se internaba hacia el Oeste, en dirección opuesta a la nuestra, esto me pareció muy sintomático; no podía ser espontáneo, porque no era época de "quemar los campos y, además, no hacía una semana que había caído abundante lluvia, "por lo que nuestro viaje de ida fue muy penoso por la excesiva agua en el camino y "fuera de él... Los indios andan alborotados con la viruela que los ha invadido y lo natural "es que ellos se concentren hacia los puntos en que pueden hallar protección, y no se "dispersen fuera de caminos y veredas. Por esto se impone la movilidad de la caballería "situada en Figari, la que podría constatar la causa de tales fuegos, e inspeccionar a los "indios que por ahí transitan sin ningún control. La inspección y secreto telefónico y "telegráfico se impone como primera medida impostergable".

"Caminos. Ha sido un grave error en mi concepto llevar auto-camiones a la línea "Concepción - Nanawa, porque los caminos no dan para tales medios de movilidad; con "una pequeña lluvia quedan ya inservibles por un trayecto de 50 leguas, esto es, desde "la costa del Río Paraguay hasta su sitio llamado TOLDO YOSÉ. Desde este punto a Nanava en todo momento pueden usarse automóviles, son caminos buenos y duros. De la "costa al lugar indicado, el terreno naturalmente no da para autos; la carreta es el "medio más seguro y único puede decirse, y para que sea rápido, es menester tener piquetes para descanso y relevo de los bueyes, lo que no hay. Al presente, campo afuera hay un solo piquete que lleva vías de ser terminado, situado en un paraje llamado "RANCHO DEL MONTE". El señor Olof Gustafson tiene una idea estupenda y que se la propongo: "Un camino que partiendo de Villa Hayes, vaya recorriendo la línea de fortines financiada con un impuesto exclusivo a las tierras del Chaco, cuyos dueños se verían beneficiados por el camino y por la valorización de sus terrenos, con lo que se compensaría "lo gastado en concepto de impuestos".

"Al hacer presente a V.E. estas manifestaciones, no es mi intención criticar lo hecho, ni siquiera juzgarlo, es tan solo la expresión de lo que la experiencia del Chaco me ha dictado, juntamente con lo que el patriotismo me sugiere. Nada de lo que le apunto es imposible, ni siquiera dificultoso; se necesita dedicación y desinterés, y el ojo vigilante y continuo de los jefes superiores. He notado que los soldados que no son fiscalizados engañan y no trabajan debidamente; en cambio los que son vigilados cumplen a maravilla. Esto es una perogrullada, pero es lo que sucede en Nanawa, y en Orihuela,... y en Concepción,... y en la Asunción".

"Con cuanto placer vería tornarse interés por las cosas del Estado y no oír expresiones como éstas que mis oídos oyeron: Hetava reheguá; La Patria paga; José P. mba-é!

"Y esto se oye a menudo, y se hace chiste, y se hace carne entre los soldados, y luego se forma una conciencia que llevará al derroche. Si hay algo que reformar, que la reforma comience desde arriba".

"Soy paraguayo, y he jurado defender los intereses de la Patria y de la Religión, y creería un cargo de conciencia ocultar a quien debe y puede poner remedio a los males.

Aprovecho esta ocasión para saludar al Sr. Presidente con la consideración que se debe a su alta investidura".

"Firmado: EMILIO SOSA GAONA, Obispo de Concepción y Chaco".


Huelga todo comentario; el documento en sí es suficientemente explícito. Hallamos sí a un Obispo, que no sólo tenía preocupaciones castrenses, sino patrióticas, que opina como un táctico consumado. Sus apreciaciones y recomendaciones en este campo, son atinadas y correctas. El hecho de hallarse esta carta en los archivos de la Sección Historia, hace presumir que el Presidente de la República, creyó conveniente dar curso a las informaciones en él contenidas, y pasó la carta al Estado Mayor General, para así resolver las deficiencias en ella señaladas por medio de los órganos competentes para ello.


b) EL INFORME DE LA CAPELLANÍA (2)

 

El conflicto, al decir del Capellán General de nuestras FF. AA. Pbro. TOMÁS VALDÉS VERDÚN, (de cuyo informe oficial sacamos este resumen), "conmovió a nuestro pueblo. Sintióse en todas partes la sensación y el efecto de una guerra, más que inminente, empezada", y agrega: "Los males de la guerra los conocíamos no ya en sueños. De ahí seguramente en aquellos días, el pánico, la confusión, la zozobra y la angustia que se apoderó de todo el pueblo, ante tan funestas perspectivas".

La sencilla y bella evocación encierra una verdad, pues sólo "conocíamos los males de la guerra en sueños", en sueños trágicos que nos los trasmitieron los pocos veteranos lúcidos que quedaban de la hecatombe del 1864-1870. Por más fecunda que fuere la imaginación del historiador, nunca jamás podrá traducir en el papel la vivencia de la guerra, con todos sus horrores, como pueden hacerlo quienes tuvieron el privilegio o la tragedia, entiéndase como se quiera, de participar en la dantesca danza de la muerte y de la desolación de las batallas.

1) Archivo de la Sección Historia del E. M. G.

2) Archivo de la Sección historia del E. M. G. (copia facilitada por el Clero Nacional).

 

 

 

DOCUMENTO SOBRE LA GUERRA DEL CHACO

 

Jefes y Oficiales del Destacamento Cazal a la altura del Km. 28

del camino Ingavi-Raveto el 12 de Junio de 1935

 

BATALLA DE INGAVI: ÚLTIMO CERCO DE LA GUERRA (4 AL 8 DE JUNIO DE 1935).



Un 07 de junio como hoy pero de 1.935 se libra en INGAVI la última gran batalla de la Guerra del Chaco con el triunfo del Ejército Paraguayo.

A fines de abril de 1935, la 6ª División boliviana, comandada por el coronel Ángel Ayoroa, integrada por los regimientos RI 14 "Florida", y el RC 2 "Ballivián" inició su aproximación a Ingavi. El plan del Tercer Cuerpo de Ejército boliviano consistía en tomar primero INGAVI y desde allí avanzar hacia Aroma al este o "24 de Noviembre" al suroeste.

El destacamento paraguayo que defendía el sector estaba a cargo del teniente coronel José María CAZAL Rivarola, enviado allí con urgencia por el general Estigarribia dada la inminente ofensiva boliviana. Sus órdenes eran que INGAVI no debía caer en manos enemigas dadas las conversaciones diplomáticas en curso y el cumplimiento del objetivo estratégico de mantener a Bolivia lo más lejos del Alto río Paraguay. La fuerza paraguaya estaba compuesta por los Regimientos N° 3 “Corrales”, “Batallón 40” y N° 11 “Avay”, con dotación incompleta pero integrados por veteranos con años de combate, como era el caso del "Batallón 40" que había encabezado las maniobras en El Carmen e Yrendagüé a fines de 1934.

CAZAL reforzó las defensas de INGAVI con el mínimo indispensable de soldados y mantuvo por afuera de ella una reserva móvil para realizar maniobras sobre el enemigo.

El primer objetivo boliviano fue Pozo del Tigre, una posición adelantada a 9 km. del fortín INGAVI. Las fuerzas paraguayas que defendían esa posición fueron presionadas frontalmente por el RC 2 “Ballivián” y al sentir el ataque lateral del RI 14 “Florida” decidieron retroceder hacia INGAVI. A fines de mayo, los regimientos bolivianos siguieron su avance y atacaron el fortín pero fueron rechazados sufriendo unas 100 bajas. Ayoroa decidió atrincherarse en Pozo del Tigre a la espera de más refuerzos para un nuevo intento. La situación de la 6ta División boliviana no era del todo buena por estar a 200 km. de Roboré, su base de operaciones y comando, y depender de un solo camino para el aprovisionamiento de agua y víveres pero el jefe de Estado Mayor de la División, teniente coronel Alfredo Sánchez, había planificado atraer a las fuerzas enemigas hasta Pozo del Tigre y rodearlas allí con la ayuda de los refuerzos que se habían solicitado. Mientras se producía el cambio del jefe divisionario, coronel Ayoroa, por el coronel Arrieta, el Teniente Coronel CAZAL RIVAROLA, con no más de 850 hombres, comenzó a rodear al RI 14 “Florida” en Pozo del Tigre. Las fuerzas paraguayas se movieron con gran seguridad y rapidez debido al preciso conocimiento del terreno que habían explorado desde muchos meses antes. El 5 de junio las fuerzas paraguayas cortaron el camino INGAVI-RAVELO, en la retaguardia del RI 14 completando el cerco. Arrieta envió al RC 2 “Ballivián” para que abriera una brecha desde afuera y facilitara la retirada del regimiento cercado pero esta ayuda, por falta de comunicación entre las unidades, se realizó desincronizadamente. Tampoco sirvió el apoyo de la 5ª División que debía defender la posición en “km.15” para permitir el escurrimiento de la 6ª División. Entre el 7 y el 8 de junio la batalla de INGAVI terminó con la captura del teniente coronel Bretel (en ese momento comandante de la 6ª División cercada), de los mayores Marcial Menacho Páez y Humberto Berndt Vivanco, mercenario chileno que fuera contratado por el ejército boliviano cinco meses antes, en enero de 1935, y que al caer prisionero comandaba el regimiento "Ballivián". Se capturaron 2 jefes, 7 oficiales y 361 soldados. Los días siguientes, las fuerzas de CAZAL RIVAROLA aceleraron su avance por el camino INGAVI-RAVELO persiguiendo a las fuerzas dispersas y desmoralizadas que pertenecían al resto de la 6ª División que no habían sido cercadas, de la 5ª División que acudió en su auxilio y de varios refuerzos que habían llegado, no dándoles tiempo para detenerse en una posición defensiva por lo que debían continuar su agotador repliegue hacia Ravelo.

La velocidad del avance impidió que las fuerzas bolivianas pudieran sostenerse en el km. 25 ni en el km. 35 o "Pozo del bárbaro" donde existía una importante fortificación. En el avance se capturaron prisioneros, camiones, armas y provisiones.

En ese mismo momento, en Buenos Aires (Argentina), se llegaba al acuerdo de firmar, el día 12 de junio, un protocolo de paz. Ese día las tropas de Cazal Rivarola ya habían avanzado 32 kilómetros desde Ingavi y estaban a solo 15 kilómetros de su nuevo objetivo: Ravelo y las instalaciones petrolíferas bolivianas.

La duración, los malos resultados y la lista de bajas acrecentaron el descontento del pueblo boliviano ante la guerra. Solo los militares sostenían que con tiempo y recursos todavía se podía alcanzar la victoria. Pero esta actitud era solo para salvar las apariencias. En plena ofensiva boliviana sobre el Parapiti, el coronel Ángel Rodríguez expuso que se necesitaban 50.000 hombres, 500 camiones, gran cantidad de municiones y recursos monetarios suficientes para sostener el aprovisionamiento del ejército por largo tiempo para alcanzarla. Su conclusión fue que:

"Si no disponemos de estos elementos, que son indispensables, la paz debería ser aceptada ahora que ambos ejércitos están equilibrados" (Coronel boliviano Ángel Rodríguez, en Querejazu Calvo, 1981, pág.464)

Estos hechos influyeron en la decisión del comando boliviano de exigir a sus diplomáticos de que aceptaran la propuesta paraguaya y firmaran el protocolo de paz.

*Gracias por el texto mi Gral. LELIN FERREIRA COSTA

(Fuente: espacio en Internet de Ruth Alison)





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
ATENEO
ATENEO PARAGUAYO (1883)
LA
LA GUERRA DEL CHACO (PARAGUAY - BOLIVIA) AÑOS



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