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OSCAR ALBERTO CABRERA

  KA’ARENDY, VALLE FLORIDO (Polca de : OSCAR ALBERTO CABRERA)


KA’ARENDY, VALLE FLORIDO (Polca de : OSCAR ALBERTO CABRERA)

KA'ARENDY, VALLE FLORIDO

UNA CANCIÓN, A PESAR DE TODO

Polca de : OSCAR ALBERTO CABRERA

Música: CARLOS CABRERA

 

 

Con la globalización marcada por el extraordinario avance en la comunicación               -incluida, obviamente, la cibernética-, suele creerse que ya han desaparecido de la faz de la tierra aquellas formas medio medioevales de la intolerancia tipo Santa Inquisición.

Lo que se relata a continuación, estrechamente vinculado a la creación de una polca que sirve como epílogo y catarsis a la persecución que sufrieron dos jóvenes enamorados, es una prueba, sin embargo, de que todavía hay torquemadas sueltos en el Paraguay.

 

OSCAR ALBERTO CABRERA -nacido en Asunción el 11 de setiembre de 1961-, idealista y soñador (además de locutor, investigador de nuestra cultura y poeta), llegó en el 2006 a KA'ARENDY, bello nombre sustituido por el de JUAN LEÓN MALLORQUÍN, en el departamento de Alto Paraná.

Invitado por la radio comunitaria local Renacer FM, iba para dar clases de locución y periodismo. Al mes de transmitir sus conocimientos, se sumó como alumna la profesora de literatura del colegio Espíritu Santo de aquella comunidad: PELUSIA ANTONIA MARECOS. El amor entre ambos docentes fue casi inmediato.

"Compartíamos afinidades comunes, me ayudó mucho en una investigación que estaba haciendo sobre la vida de AUGUSTO ROA BASTOS para un video y nos enamoramos. Yo tenía proyectado viajar a Alemania donde está mi hermana. Pero la presencia de esa joven cambió mi vida", cuenta Óscar.

Como él es cristiano evangélico y ella católica, aquel amor desató un vendaval de pasiones entrecruzadas en el pueblo, de acuerdo a lo que sigue relatando Cabrera. Desde el inicio del romance, corrían rumores de que las monjas iban a despedir de sus cátedras a la docente si es que se casaba con el arribeño de otra creencia.

"Ella no quería perder su trabajo. Hablamos con el cura párroco de ahí para ver qué salida había porque nos dijeron que si es que el pa'i autorizaba el casamiento, no la iban a dejar sin empleo. Conversamos con el sacerdote. Dijo que podíamos casarnos en la Iglesia Católica, pero que debíamos garantizar que nuestros hijos fuesen educados en la fe católica. Le respondimos que así sería. Aun así, a ella le dejaron en la calle. Los demás profesores fueron incapaces de salir a su favor. Los padres y los alumnos, en cambio, hicieron manifestaciones para pedir que se la reponga. Hasta el intendente Modesto Amarilla nos apoyó, pero no hubo caso", relata Oscar Alberto Cabrera.

"Hicieron correr contra mí todo tipo de mentiras: que yo ya me casé en el exterior, que la Universidad Privada del Este (UPE) -en la que yo enseñaba allí en Mallorquín y en Ciudad del Este- era ilegal y otras cosas más. Yo, en mi programa de radio, cuando el Papa Benedicto XVI vino al Brasil les retruqué indicando que mientras el Papa hacía ecumenismo, allí estaban trabajando para el demonio", prosigue.

"Mientras tanto, nos preparamos para casarnos en la iglesia de Minga Guasú. Sin embargo, grande fue nuestra sorpresa cuando la boda se suspendió porque el cura de Mallorquín no dio la autorización. Tenía que haber un doble casamiento: el nuestro y el del hermano de Pelusia al que sí le permitieron hacer la ceremonia. Entonces, nos casamos en la Iglesia Evangélica de Ciudad del Este".

"Mi novia y mi esposa luego, lloraba todas las noches. A mí me apenaba la injusticia que sufríamos. Por suerte muchos fueron solidarios con nosotros que 'pecamos' por amarnos. No corrimos. Seguimos viviendo allí: yo soy director de la UPE y ella es la coordinadora. También trabajo en el Canal 13 de Ciudad del Este. Yo quiero venir a Asunción, pero la comunidad no nos deja".

"Por todo eso que viví y porque aprendí a querer, a pesar de todo, a los de Mallorquín, en homenaje a mi esposa, escribí la letra de la polca KA'ARENDY, VALLE FLORIDO. Es mi humilde homenaje a ese pueblo encantador. Mi tío, Carlos Cabrera, que grabó el tema con 'LOS TRES SANTOS', le puso la música" cuenta, finalmente, Óscar en uno de sus viajes a Asunción.

 

KA'ARENDY, VALLE FLORIDO

 

RECITADO

 

Ka'arendy, incomparables surcan tus cielos,

azul precioso, bandadas de pykasu.

Riegan tus costas, bañan tus bosques

aguas benditas del Yguazú.

 

CANTADO

 

Ka'arendy, valle florido,

jardín precioso del Paraná

quiero cantarte en este día

pueblito dulce de mi niñez.

 

Trae a mi memoria gratos recuerdos,

mi madrecita, novia y amigos,

los cosecheros y campesinos,

encuentro lindo de los domingos.

 

Ka'arendy tiene su encanto,

gracia y donaire tienen tus niñas

pueblito hermoso del Paraguay

remimbipáva, Ka'arendy.

 

Ko purahéipe ha'éta ndéve

reime che akãme, rohayhuetégui,

ha'éma ndéve ndéicha ipõrãva

ndaiporichéne, Ka'arendy.

 

Letra: OSCAR ALBERTO CABRERA

Música: CARLOS CABRERA

 

*****

Fuente/ Enlace:

LAS VOCES DE LA MEMORIA
HISTORIAS DE CANCIONES POPULARES PARAGUAYAS - TOMO X
Autor y ©: MARIO RUBÉN ÁLVAREZ
Edición del autor y Julián Navarro Vera
Dibujo de tapa: ENZO PERTILE
Diseño de tapa: MANUEL MORÍNIGO
Editora Litocolor S.R.L.
Asunción-Paraguay 2009

 

 

**********

 

LECTURA RECOMENDADA:

 

CUENTOS DE PEPA KOSTIANOVSKY

 

**/**

AZULIA

 

** La carreta se acerca demasiado lenta, la fuerza de los bueyes la va arrancando del lodo que la atrapa. Bajo el alero, la mujer y los niños observan la pulseada mientras agitan las manos y gritan saludando a Nidia que, como siempre, llega para el cumpleaños de su madre. La abuela no sale, está enferma o tal vez esté muerta y el débil y desparejo latido sea mero efecto de la inercia. Tantos años funcionado entre carencias, duelos y pesares, podría ser que el corazón siga no más, andando.

** Esa mañana la hija la limpió con un trapito blanco y agua de lluvia, le puso el vestido azul y jazmín en el cabello. Estrujó unos pétalos del chivato y le dio color en las mejillas y los labios.

** Las hermanas se acercan hasta el catre donde la anciana yace plácida, el amor puesto en su adorno la ha trasformado en una "reina durmiente".

 

** Nimia contrató el carro en la ruta, al bajar del ómnibus. Pensaba quedarse esa noche y partir a la mañana temprano. Pero opta por marcharse lo antes posible. No quiere estar allí y tener que ocuparse de trámites y misas. Reparte las golosinas, le entrega a su hermana unos billetes y las medias abrigadas que había traído para la madre.

** -Vine para llevarle a Azulia.

** -No puedo yo darle, sin permiso de su papá.

** Después de unos minutos de discusión sobre los derechos de aquel padre irresponsable y ausente, la convence.

** Reunir las pertenencias de la niña toma menos tiempo que abrazar a los hermanitos y a la abuela moribunda y recibir la bendición de la madre.

** Azulia sube a la carreta y se va. Sin alegría y sin pena, ni siquiera se pregunta cuál será su destino. Tiene hambre. El caramelo que le tocó en la repartija ha sido su única comida desde el día anterior.

** En el colectivo no quedan asientos, pero el aroma de fritura y comino es delicioso, la mujer tiene en el cesto pasteles tibios y dorados. Azulia disfruta del manjar. Cuando llegan, sigue oliendo sus manos perfumadas por el aceite.

** Nimia lleva muchos años trabajando en esa casa. Es gente buena. La señora Marianita le adiestró para ser una excelente mucama y cocinera. A dejar las ollas y los pisos relucientes, a sazonar los guisos, a tender las camas sin un pliegue, a planchar los cuellos de las camisas como si fueran "de tintorería" y a servir la mesa con premura y discreción.

** El sueldo y el trato son inobjetables. Pero Basilio ya no quiere que trabaje con "cama adentro'', le reclama que vaya a vivir con él.

 

** La señora Marianita la entiende. Pero necesita otra persona, que la ayude y se ocupe de poner la cena a punto, servir la mesa y dejar todo impecable, como de costumbre.

** Aunque Azulia sólo tiene trece años, la tía considera que puede enseñarle el trabajo. Y de paso, sacarla de la miseria.

** Cuando la señora Marianita la recibe cordial y le da un beso, la impregna con un suave perfume de rosas.

** El cuarto que en principio comparte con Nimia es lindo, con una cama amplia y mullida, un ropero, una ventana con cortinas y un ventilador. Azulia ve por primera vez un baño "moderno". No puede creer que aquella ropa es suya, como el cepillo de dientes, el shampoo, el jabón perfumado y la toalla nueva.

** En pocos días aprende sus tareas. Con el retiro de Nimia la habitación es toda para ella. La primera noche en que se queda sola, la patrona le trae un florerito para su cuarto y le recomienda muy seriamente:

** -Mirá, Azulia, en esta casa hay varones. Yo trato de educarles bien a mis hijos, pero con muchachos de 15 y 18 años no se puede poner la mano en el fuego. Vos sos muy jovencita y no quiero tener disgustos. Así es que no te olvides de cerrar con llave la puerta de tu pieza. Sin falta. No te descuides. Y si sentís que alguien toca la manija o golpea, te hacés la dormida, no vayas a abrirle. ¿Me enlendés? ¡Con llave! Te aviso bien que voy a controlar.

** El pacto queda sellado. Y Azulia lo asume con rigor.

** De tanto en tanto, le parece escuchar que alguien mueve el picaporte, o unos suaves toquecitos en la puerta. Y se queda silenciosa, hasta que siente los pasos que se alejan. A veces los golpes se hacen insistentes, pero no responde. Se pregunta quién será.

** Francisco, el mayor, es como su madre, alto, hermoso y amable.

** Diego es serio y de pocas palabras, está siempre leyendo o escribiendo en su cuarto. No deja de decir "gracias" cuando ella entra para guardar la ropa planchada o acercarle una merienda.

** Quizás sea solamente la señora Marianita que controla, como le ha advertido. Es lo más probable. En la calle se encuentra con Francisco que apura el paso para alcanzarla.

** -Hola Azu, ¿De dónde venís?

** -De mi curso.

** -Ah, es cierto que vas a ser peinadora. Coiffeur, como se dice en francés ¿sabías?

** -Si, así dice la profesora.

** -Y cuando pongas tu Salón de Belleza nos vas a abandonar. ¿Qué vamos a hacer sin vos?

** -¡Ay, no es para tanto!.

** -Me vas a tener que enseñar, por lo menos, cómo haces la tortilla de papas y la salsa de los tallarines.

 

** Sirve la mesa evitando la mirada del muchacho que parece buscarla de propósito.

** - ¡Qué rico está esto! Azu, ¿me servís un poco más? Por favor

** Y ella con los ojos bajos, sin poder disimular el rubor.

** Y la señora Marianita:

** - Zuly tiene muy buena mano para la cocina.

** Y de pronto, la voz de Diego:

** - ¿Por qué le ponen apodos tontos? Se llama Azulia, su nombre es hermoso.

** Y tras las gafas, la mirada celeste.

** Se apura a recoger la mesa. La cara le arde. Las manos se aferran a la bandeja.

** Y el ruido de la puerta; y los golpecitos; y ella quieta y silenciosa. Y las miradas. Y la señora Marianita, vigilante. Y el servir la cena que se convierte en un martirio. Y otra vez los toquecitos en la puerta. Y la incógnita. ¿Francisco? ¿Diego? ¿La patrona constatando su obediencia?

** Y su propia sangre que acelera la carrera por el cuerpo adolescente y arde y cosquillea y aturde. Y el miedo que se vuelve deseo y la duda que se trasforma en ansias y la resistencia que se quiebra. Y la noche; y la puerta sin llave.

** Y el picaporte que cede mansamente. Y los pasos. Y la sombra que levanta la manta; y el cuerpo que se acerca; y los labios que le envuelven la boca; y las manos que acarician hasta calmar su urgencia; y el placer que vence los temores y la induce a responder el abrazo; y los pechos de la señora Marianita apretando los suyos; y el perfume de rosas.

Abril, 12, 2006

 

 

**/**

 

 

AMOR FILIAL

 

 

DEL VOLUMEN QUERIDAS MONSTRUOS

 

** Quienes la conocieron, ya saturada de años, no hubieran podido imaginarla como una mujer alguna vez hermosa. Menos aún para los parámetros de la que fuera su época, de doncellas menudas y frágiles.

** Era alta, fornida, de actitud orgullosa. Su rostro excesivamente blanco, su cabello de un negro agresivo, los lentes oscuros y una boca de gesto despectivo en la que el rojo impertinente no conseguía disimular los labios descarnados.

** Imponía, sin embargo, la imagen contundente del poder. Era, a desprecio de su falta de encantos y su ausencia de gracias, una auténtica reina.

** Al menos, se portaba como si lo fuera. Y exigía que la plebe la viera como tal.

** La plebe masculina. A sus congéneres jamás les concedió tan siquiera el trato.

 

** Su casa era escenario de pretenciosas tertulias en las que -lógicamente, como anfitriona - presidía una mesa a la que nunca convidó a mujer alguna. Y en la cual los comensales eran la "crema de la intelectualidad".

** Viuda desde siempre -como correspondía a una personalidad de su talla- iba constantemente acompañada de la menor de sus hijas, la dulce, solteronísima e inofensiva, la única de su prole que no había intentado jamás un vuelo propio. Era la que nunca tuvo, ni osó, otra función que la de humilde escudera.

** Como para asegurar que no se diera competencia alguna - y a pesar de que la muchacha era, además, la menos glamorosa de la familia - la madre, que vestía y se enjoyaba acorde con su condición imperial, cuidó siempre compensar la diferencia de años sometiendo a la hija a la total ausencia de afeites y al más modesto percal.

** Eran -por prestigio o por costumbre - presencias obligadas en cuanta recepción, cocktail y agasajo merecieran ser ponderados. La invitada, demás está decirlo, era la madre, a la que poetas, diplomáticos, ministros y aristócratas consideraban emblemática. La hija era algo así como un bastón.

** Ya al final, y a pesar de su egoísmo, la madre tuvo un gesto de gratitud hacia la impoluta lealtad de su hija.

** Sabedora de que sólo la había hecho hábil para ser su sombra, demoró su muerte en una larguísima agonía.

** Resistió al impacto de algún derrame, infarto, apoplejía o soponcio durante un prolongado y profundo coma. Su corazón siguió latiendo por muchos meses - pueden haber sido años - en los que la hija, por supuesto, la asistió religiosamente y se ocupó de agradecer las espaciadas visitas y los llamados de parientes, amigos y viejos contertulios.

** Hasta que un día - cuando ya muchos pensábamos que sería inmortal - dejó también de respirar. Y se dio por muerta.

** El velorio era magnífico. Como tenía que ser.

** El salón principal de la regia casona, el más suntuoso féretro, la más elegante concurrencia. Los mensajes de pésame llegando desde todos los confines. Las coronas de flores colapsando la capacidad de los enormes corredores. La secuela de rosarios.

** El más solemne de los duelos, interrumpido de pronto por un inexplicable estampido.

** Un sonido sordo y dramático que los dolientes se negaban a reconocer.

** Y la ausencia de la hija fiel.

** Aquella presencia que nunca se llegaba a advertir, era por primera vez la que todos trataban de encontrar. Y no estaba.

** Un instante de quietud. Hasta que alguien se atrevió a aceptar que el ruido había llegado desde su cuarto y a abrir la puerta para hallarla tan yacente y tan muerta como su madre. Con la pistola caída al costado del lecho y el hilo de sangre brotando de su sien.

 

** "No pudo resistir el dolor" dijeron los más simples. Otros, más profundos, entendieron que "ya no le restaba siquiera el rol de sombra".

** La madre quedó en el centro del salón, olvidada. Todos se volcaron a la hija.

** El velorio se transformó en escena de otra tragedia. Y la protagonista fue la sombra. A la madre apenas si le quedó un papel de reparto.

** La había despojado de su vida.

Ella le cobró la muerte.

2003

 

 

******************

FUENTE (ENLACE) :


 

ALDEA DE PENITENTES
Autora: PEPA KOSTIANOVSKY
Editado con el apoyo del FONDEC y
Editorial Servilibro,
Asunción-Paraguay, 2006

 





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
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MÚSICA PARAGUAYA - POLKAS y GUARANIAS (PARA E



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