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ANA MONTSERRAT BARRETO VALINOTTI

  ELISA ALICIA LYNCH - Obra de ANA BARRETO VALINOTTI - Año 2011


ELISA ALICIA LYNCH - Obra de ANA BARRETO VALINOTTI - Año 2011

ELISA ALICIA LYNCH

Obra de ANA BARRETO VALINOTTI

COLECCION PROTAGONISTAS Nº 4.

© El Lector

Director General: PABLO LEÓN BURIÁN

Coordinador Editorial: BERNARDO NERI FARINA

Director de la Colección: HERIB CABALLERO CAMPO

Diseño de Tapa: DENIS CONDORETTY

Corrección: RODOLFO INSAURRALDE

Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98

ISBN: 978-999-53-1-131-5

El Lector 1: 25 de Mayo y Antequera.

Tel. 491 966 - 493 908

El Lector II: San Martín c/ Austria.

Tel. 610 639 - 614 258/9

www.ellector.com.py

comercial@ellector.com.py

Asunción - Paraguay 2011

Esta edición consta de 15.000 ejemplares



CONTENIDO

PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

I. AMORES Y PROMESAS PARA ELISA 

1. LA VIDA EN EUROPA

2. UN ROMANCE PARAGUAYO

3. EL PAÍS QUE LA ESPERABA

4. ELISA EN ASUNCIÓN

II. MÁS QUE UNA PRIMERA DAMA

1. A LA MUERTE DE CARLOS A. LÓPEZ

2. LA GUERRA EN EL FRENTE Y EN LA CAPITAL

3. CRÓNICA DE UN DESASTRE ANUNCIADO

4. UN PRIMER FINAL EN CERRO CORÁ

III. DESPEDIDA AL PARAGUAY

1. REGRESO A UNA ASUNCIÓN DESCONOCIDA

2. LOS LITIGIOS POR HERENCIA Y BIENES

3. LAS ÚLTIMAS 48 HORAS EN ASUNCIÓN 

PALABRAS FINALES: UN ACERCAMIENTO DESDE LA LITERATURA A SU VIDA

ANEXO:

EXPOSICIÓN Y PROTESTA QUE HACE ELISA LYNCH EN BUENOS AIRES (1875) 

FUENTES CONSULTADAS 

LA AUTORA



PRÓLOGO

Este libro sobre Madame Lynch escrito por Ana Barreto es un acercamiento a una figura femenina predominante en el período 1854-1872 en el Paraguay. Posiblemente, Elisa Alicia Lynch fue una de las protagonistas más incomprendidas de la historiografía paraguaya, sobre la que se tejieron todo tipo de leyendas e infamias con tal de menospreciarla y por sobre todo ofenderla tanto en vida como tras su muerte. A tal punto llegó el odio, que ni siquiera pudo reposar junto a los restos de su amado y su hijo cuando sus cenizas fueron repatriadas en los años sesenta del pasado siglo.

Ana Barreto, tiene el desafío de configurar el contexto en el cual se produjo la presencia de Elisa Lynch en el Paraguay. Ella tuvo que aguantar el escarnio público y el desprecio de los padres de Francisco Solano, su amado. Mas supo esperar con la esperanza de que algún día él ocuparía la silla presidencial. En ese sentido la autora señala muy acertadamente cuanto sigue "sin embargo, la construcción de la memoria de Lynch -o sea, eso que suponemos que fue- se debate hasta ahora no solamente en el hecho de haber tenido una vida ligera, sino, categóricamente en resultado de lo que pasó entre 1864 y 1870 cuando decidió no abandonar al poderoso hombre a quien había conocido en París".

La autora nos presenta un aspecto muy significativo que fue la alianza hecha por la Lynch con un grupo de mujeres que no sólo tenían una mala fama ante los miembros de la elite, sino que representaban a un sector económico muy relevante: las Kygua Verá. De esa forma podemos entender o comprender porque las señoras de la sociedad despreciaban a la señora Lynch. Ella misma fue una mujer que rompió con los atavismos coloniales de la sociedad asuncena que se despertaba de una modorra secular bajo el influjo progresista del gobierno de don Carlos Antonio López.

La señora Lynch seguirá produciendo odios, rencores y admiración. Este libro no pretende agotar el tema pero si presentar a los lectores datos e interpretación más científica superando a los "fantásticos relatos" que se tejieron en torno a la figura de madame Lynch. En ese sentido hay que mencionar que la autora hace un breve recorrido por las principales obras literarias escritas o inspiradas por la Lynch.

Por último este volumen incluye la Exposición y Protesta de la señora Lynch, que como muy bien lo señala la autora al justificar su inclusión, porque demuestran

"... la rabia mezclada con una desazón la llevan a escribir sobre todos los aspectos de su vida, sino por sobretodo, para entender de qué manera estaba ella ligada a un país: el Paraguay que recordaba, pero que había terminado el 1 de marzo de 1870".

Instamos a Ana Barreto para que siga investigando y nos permita comprender mucho mejor el rol que cumplieron las mujeres en la construcción del Paraguay.

Así nos develará esa mitad oculta de la Historia en nuestro país.

HERIB CABALLERO CAMPOS

Asunción, marzo de 2011



INTRODUCCIÓN

Escribir sobre madame Lynch desde la historia resulta siempre todo un desafío. Hasta las biografías que aseveran categóricamente usar fuentes históricas, terminan imbuidas en relatos literarios sobre construcciones ideales o lisamente ficticias sobre la vida de Elisa.

Hemos cuidado no volver a caer en ese juego -decidirá el lector si se ha logrado- tratando de hacer una separación y selección de fuentes. Como precaución no se han tomado narraciones noveladas y a sus autores para escribir justificadamente su biografía. Para tal razón en la sección "Palabras finales" pretendemos mostrar la evolución que tuvo el nombre de Elisa Lynch desde las novelas que se han escrito acerca de su figura, y que han influido en el imaginario existente sobre ella.

Si bien, la Iglesia católica no permitió en los años de 1960, cuando la guerra cumplía 100 años de finalización, que sus restos traídos de París ingresen al Panteón de los Héroes, (siendo ésta una campaña del dictador Stroessner), no significó que no hayan ingresado al "panteón mental" de muchos que la consideran como una auténtica heroína nacional.

Basta señalar que en la proyección -efecto mapping- sobre el cabildo que usó la Comisión Bicentenario, el 1° de enero de este año, para dar inicio al año del bicentenario de la Independencia, la imagen de Elisa aparece entre las grandes mujeres recordadas del Paraguay. También se podría agregar el interés de varias editoriales de reeditar las novelas LA DAMA DEL PARAGUAY de Héctor Blomberg, y MIADAME LYNCH Y SOLANO LÓPEZ de Concepción Leyes de Chávez, como homenaje, también en la idea del año del bicentenario.

Por otra parte, sobre toda su vida en Europa, antes de venir al Paraguay, se extiende un manto de misterio y unos vacíos difíciles de salvar debido a la ausencia de datos fidedignos. Es en esa ventana, por donde se cuelan como anzuelo la gran mayoría de los fantásticos relatos que se hacen sobre ella. Son éstas suposiciones las que terminan construyendo e idealizando a la única persona que tiene más escritos sobre su vida que el propio Francisco Solano, máximo héroe del Paraguay.

Para nosotros, sin embargo, la construcción de la memoria de Lynch -o sea, eso que suponemos que fue- se debate hasta ahora no solamente en el hecho de haber tenido una vida ligera, sino, categóricamente en el resultado de lo que pasó entre 1864 y 1870 cuando decidió no abandonar al poderoso hombre a quien había conocido en París. Por eso mismo, al estar vinculada a la guerra, lo está indefectiblemente a la memoria del Mariscal, y dada la polaridad todavía hoy existente entre los que se dicen asumir una postura crítica de la guerra y quienes defienden la glorificación de ella y sus hombres, el debate al tener cien años se hace por demás curioso e interesante.

¿Por qué la Guerra de la Triple Alianza -otra vez- ocupa tantas páginas en este relato?

Pues, porque no hay forma de entender a Elisa sino desde su participación al lado de todas las decisiones que López tomó desde el comienzo del conflicto bélico hasta el final en Cerro Corá. Durante toda su vida posterior a 1870, ella trató de recuperar sus bienes, la herencia de López y su buen nombre en una encarnizada y tenaz lucha llena de intrigas, odios, mentiras y ocultamientos con quienes antes habían sido sus antiguos amigos. Las acusaciones contra ella giraban en torno siempre a lo mismo: su condición de adúltera, el robo de las joyas y los ajusticiamientos en San Fernando.

Si eso significaba defenderse o reclamar ante cortes nacionales, internacionales y medios de prensa, ella empleó diversas formas y recursos para hacerlo.

También nos sucedió que para entenderla, y así poder dibujarla en el contexto de la guerra, se presentaba otro problema: como ella casi no había escrito nada, sólo sabemos quién era de la boca de otros; las pocas memorias que existen de los sobrevivientes y que indefectiblemente se matizan hacia el lado de simpatía que les generaba el Mariscal para entender la realidad.

Están luego los informes de los diplomáticos; estas fuentes también dependen en gran medida de la época en que ellos vinieron, no era lo mismo entender al Paraguay en guerra desde 1868, que haberlo conocido antes de 1864. En este sentido los libros que se han publicado con las correspondencias de los cónsules franceses y las del cónsul norteamericano Washburn han sido de valiosa ayuda. En el NAS (siglas en inglés del ''Archivo Nacional de Escocia") se encuentran el legajo del pleito que se suscitó por un problema de dinero entre Elisa y el Dr. William Stewart. Por las referencias que leímos desde la investigación de Mr. Michael Lillis (que se citan en este libro) las hemos encontrado sumamente interesantes, pues al no llegar a un acuerdo, se solicitó un interrogatorio en Asunción, con casi todas las partes involucradas conocidas de ambos y envueltas en la guerra. Lamentamos no exista una copia de acceso público de ello en el Paraguay.

Nos resultaba imprescindible utilizar la vida de las mujeres de esa época en general como contraste para tratar de guiar la vida de Elisa a través de una narración, que siempre escuchamos y leemos de la Guerra Grande, que no sale del enfoque puramente militar y varonil. Para buscar ayuda de las mujeres hemos vuelto al Archivo Nacional de Asunción a releer fuentes citadas en el trabajo más completo que existe sobre ese tema que es el de la Dra. Bárbara Pottash.

Por último, hemos decidido incluir in extenso la Exposición y Protesta que Hace Elisa Lynch en Buenos Aires en 1875, cuando, luego de su última venida a Asunción

para intentar recuperar las extensas propiedades que tenía, fue vilmente engañada por Juan Bautista Gill, en un oscuro episodio que, dada la vida turbulenta del Paraguay de postguerra, bien pudo terminar en asesinato. Creemos que es un documento donde no sólo se la puede leer íntegra: la rabia mezclada con una desazón la llevan a escribir sobre todos los aspectos de su vida, sino por sobretodo, para entender de qué manera estaba ella ligada a un país: el Paraguay que recordaba, pero que había terminado el 1 de marzo de 1870.



II. MÁS QUE UNA PRIMERA DAMA


1. A LA MUERTE DE CARLOS ANTONIO LÓPEZ


Ya desde 1860 la tensión que causaba la presencia de Lynch en la élite de la capital paraguaya, iba atenuándose. En octubre de 1862 la situación cambió de tal forma que de la Elisa que se mantenía siempre al margen del público, al menos en lo que concernía a la vista de la familia López, pasó a ser la figura central de la vida social, económica y política asuncena.

Si bien, el segundo párrafo del Acta de la INDEPENDENCIA decía "que el gobierno de la República no será patrimonio de una familia", el general Francisco Solano fue electo por el Congreso del 16 de octubre de 1862, sucesor presidencial de su padre.

La suntuosidad y la pompa se apoderaron de la -ahora- pareja presidencial, reflejándolas en varios planos públicos. Aunque se debe señalar que Francisco ya estaba construyendo desde 1857 un "palacio" en un terreno que le había regalado su padrino.

De que a Elisa le gustaba mucho el lujo ya era manifiesto desde antes, pero al ir desplazando paulatinamente a Juana Pabla Carrillo de su rol de "señora presidenta", Lynch se convirtió en una de las principales proveedoras de los artículos más finos importados de Londres y París; un negocio bastante beneficioso, ya que no sólo estaba guiando una nueva práctica social, sino lucraba con ello. Vinos, quesos, aperitivos gourmet, telas, vestidos, accesorios de confección como perlas, plumas, encajes y flores de tela, sombrillas, guantes, muebles, cuadros, pianos, tapicería, un sinnúmero de objetos de decoración, papel para las paredes, porcelana, y grandes juegos de cubiertos de plata, hasta trajes de fantasía para sus célebres fiestas de disfraces, sobre todos estos artículos se consultaba a madame Lynch, buscando traer un poco de ese glamour europeo a Asunción. Los cambios en torno a los modos materiales que adquirían las relaciones sociales también se extendieron hacia el interior. El juez de paz de Santa Rosa, Regalado Sorrilla, informó que en ocasión del festejo del cumpleaños en honor al Mariscal en el año 1863 solo se había bebido champaña y jerez.

Un viajero, el inglés Hotham, quien llegó al Paraguay en los años de 1850, había observado las prácticas de etiqueta por parte del viejo López: "en el extremo de la habitación estaba el presidente con su sombrero de tres picos puesto, a su derecha las sillas estaban totalmente vacías, en su izquierda se sentaban varias personas oficiales incluyendo a su hijo, el General López. Cuando se ha tenido en cuenta que el Paraguay durante treinta años ha sido excluido de las relaciones con el mundo, y que el único conocimiento que poseen las autoridades deben de haber sido sacados de los libros ya casi agotados, ya que estas ceremonias formales en Europa han quedado obsoletas".

Para Francisco Solano, las tradiciones coloniales no habían sido heredadas de sus padres, y los anticuados ceremoniales ya tenía fecha de vencimiento.

Madame Lynch se tomó en serio un papel que buscaba hacer relucir a Francisco Solano. Las tertulias de la casa de la calle FÁBRICA DE BALAS pasaron al Club Nacional. Ella se encargó de tener injerencia en la decoración de los lugares de relacionamiento público, hacer la estadía fructífera a los visitantes diplomáticos y encargados de negocios. Además buscó expandir las relaciones de ocio fuera de Asunción: introdujo los paseos cortos en barco por el río; las salidas campestres; así como los juegos de salón y pequeños deportes europeos entre hombres y mujeres.

De las manifestaciones anteriormente citadas de roce social, cabe destacar que el mariscal López y madame Lynch los volvieron sumamente populares. No es precisamente que las celebraciones se hacían en una mezcla total de clases en el mismo lugar físico, sino al mismo tiempo; y cualquier motivo era suficiente para bailar días. Mientras en los salones del Club Nacional el cuerpo diplomático, la clase alta y algunas kyguá verá asistían, el pueblo se divertía con grandes bailes en la nueva estación del ferrocarril o en las grandes plazas. Para ello, normalmente se montaban tarimas para obras de teatro, bandas musicales, e inclusive previendo mal tiempo, se ponían inmensas carpas. Los festejos del carnaval de 1862 en Trinidad fueron descritos por EL SEMANARIO así:"se realizó una presentación de una comedia de Lope de Vega y (...) cuando terminaron los volantines se improvisó un baile en el mismo escenario, habiendo tenido lugar otros en diferentes puntos de aquel contorno -ese día se hicieron los tradicionales juegos ecuestres- y galanes pedáneos, arrojando a las niñas huevos de colores llenos de aguas aromáticas, y otros proyectiles inofensivos".

El famoso baile de trajes organizado por Elisa Lynch, que aparece contado casi de la misma forma en varias memorias, dice, según EL SEMANARIO en su edición del 17 de diciembre de 1863: "La inauguración del baile de trajes en la noche del 7 del corriente ha tenido un éxito brillante y es el comentario. (...) Señora da. Inocencia López de Barrios ha estado muy bien representando a la diosa de la noche, doña Josefina de Haedo de griega de las islas Jónicas. La señora Linche ha representado a la perfección la época de la reina Isabel de Inglaterra. La señorita Eudocia Bedoya, de perfecta gitana, doña Emerenciana Gill estuvo bien con su traje de andaluza y su hermana Carolina de aldeana. La señora de Lamas en el traje de dama del siglo XIII ha estado perfecta. Doña Catalina Machaín estuvo bien con su traje de cantinera. Algunas damas cambiaron de traje en horas ya avanzadas de la noche, y algunas han mejorado considerablemente con el cambio de toillete".

        

El LONDON KARAPÉ se cree es la adaptación de las músicas de salón que Elisa hizo bailar en los salones del Club Nacional. La música que había estado en general relegada, con la venida de maestros como Dupuis adquirió nuevo significado al empezar a formarse bandas con diversos instrumentos. Fue Lynch quien también introduce las grandes cajas de música a cuerda. Una, recientemente restaurada por Luis Szarán, permite escuchar el Himno Nacional, tal como lo habrán escuchado los representantes diplomáticos en una de sus veladas en 1863.

El mariscal López debía encarnar el ideal de la civilización europea y ella más que estar a su lado, se sentía satisfecha siendo su consejera.

También esos años fueron de sosiego por el hecho de no tener la presión de obligarse a entrar y salir por la puerta trasera; se mostraba más en público al lado de su compañero, y cosechó algunas amistades femeninas, casi todas relacionadas al mando militar de López.

Pero algo llama poderosamente la atención; si nunca antes ella fue mencionada en las páginas de los diarios, la situación durante sus primeros años de "primera dama" no cambió en casi nada. Elisa seguía siendo, la “innombrable"

Conviene en este punto recordar que Francisco Solano, al estar muchos años vinculado al ejército y los cuarteles, había desarrollado una relación en que se sentía respaldado por todos sus soldados. Ahí, el guaraní, por más que estaba prohibido en las escuelas, se hacía insustituible en otros lugares. Esa misma relación de respaldo de las mujeres del pueblo, serán citadas por Elisa en 1875 en su documento EXPOSICIÓN Y PROTESTA, que hemos incluido en este trabajo. Aunque si era en verdad así, sobre ese tema habría mucha tela que cortar y varios ejes que trabajar.



IDEAS MONÁRQUICAS EN UN RÉGIMEN REPUBLICANO

Escribió JUAN CRISÓSTOMO CENTURIÓN EN SUS MEMORIAS:


"Nuestro país en la actualidad se parece más a un imperio que a una república. Doquier Vd. vuelve la vista, no verá sino ostentación de fuerzas militares, en los bailes, en los paseos, en todas partes, exactamente lo mismo que en Francia donde Vd. acaba de estar. Vd. tiene que ser muy prudente, porque viene Vd. trayendo las costumbres adquiridas en un país libre, donde uno se manifiesta con total libertad. Entre nosotros sucede todo lo contrario, hay mucha delicadeza. -Si quiere Vd. andar bien, tiene que adular a esa grandísima p--- que acompaña al Presidente. Ahora ya anda con todo su desparpajo. Hasta hace poco no aparecía en público; pero ahora lo hace con todo descaro, hasta pronuncia discursos en los banquetes!"

Semejante cambio llamó inmediatamente la atención de los diplomáticos, muy especialmente a Charles Washburn, encargado de la Legación los Estados Unidos e hijo de una familia con larga trayectoria política norteamericana, cuyas especulaciones generales versaban sobre la posibilidad de que López pensaba crear un imperio sudamericano. Éstas se habían generado más fuertemente luego de compartir una conversación con Francisco Solano y con el ministro de relaciones exteriores José Berges.

En carta oficial remitida el 3 de noviembre de 1863, Washburn escribió:

        

"Desde que el actual presidente ha llegado al gobierno, ha introducido una serie de prácticas que mucho recuerdan a una monarquía, y parece que él quiere suprimir todo los símbolos republicanos en las prácticas. Cuando va por la calle, se paran con la cabeza descubierta en profunda reverencia (...) y en acontecimientos oficiales nadie está autorizado a sentarse, por lo menos mientras él está parado. El aniversario de su elección fue festejado hace poco con una serie de bailes, y la reverencia que se exige a todos, extranjeros y nacionales, es tan cómica como insultante. Ella sobrepasa mucho lo que en esta época se exige en las cortes europeas, así por lo menos lo dicen cónsules extranjeros que han observado aquí el ceremonial de la corte".


Si a ello se sumase que desde 1863 se empezó a utilizar en todas las escuelas de instrucción primaria el CATECISMO DE SAN ALBERTO (una cartilla o manual doctrinario político y social que fue creado en América durante la época colonial para contrarrestar las insurgencias que podrían acarrear la revolución francesa y el levantamiento en el Perú de Tupac Amaru), las sospechas estaban fundadas.

Si bien, el Dr. Francia y Carlos A. López utilizaron diversos doctrinarios o catecismos en las escuelas, Francisco Solano optó por utilizar obligatoriamente el que más ideas monárquicas tenía. San Alberto, su creador, se propuso en 1786 inculcar a toda la niñez americana que un rey, dentro de su reino, no reconoce otro superior que Dios y por lo tanto, no está sujeto al pueblo. La Dra. Margarita Durán, historiadora paraguaya, encontró un ejemplar del que solo se sabía de oído y que se consideraba perdido en el Museo Mitre de Buenos Aires.

En la introducción de la "Instrucción sobre las Obligaciones más Principales de un Verdadero Ciudadano", se hacía el llamado a los maestros, aclarando que en vez de la palabra "Rey" -así fue impreso- se debía usar "Supremo Gobierno". Algunas de sus lecciones y que las leían los niños paraguayos, son muy ilustrativas:

"Lección XIV - Del temor que los súbditos deben tener a su Soberano. Tema maquinar contra su persona o contra su vida, aunque sea en lo más escondido de su casa y en lo más secreto de su corazón; porque escrito está, Que las aves del cielo llevarán su voz y delito hasta los oídos del soberano; y que nada hay oculto que al fin no se revele.


Lección XIX - De la Obligación que tienen los súbditos de asistir al magistrado con sus personas cuando hay    guerra. Las causas que hacen justa una guerra son la defensa propia, vindicar los agravios hechos a su Majestad o a la Patria y recuperar los dominios o derechos usurpados.


P (pregunta): ¿Qué cosa en guerra?


R respuesta): Disensión entre príncipes, ordenada a la pelea con multitud armada.


P: ¿Toca al soldado averiguar si la guerra es justa o no?


R: No le toca sino suponer que lo es y obedecer".


También era una preocupación que llegaba a oídos porteños y paraguayos exiliados en Buenos Aires, siempre prontos a criticar al gobierno monopólico de López. El periódico EL NACIONAL, en su edición del 26 de septiembre de 1862:


"El Paraguay debe ser un pueblo libre y gobernado por instituciones basadas en principios que garantizan la vida y los derechos de los hombres. ¿No hay en estos países quien lo ayude a salvarse? ¿O es que el Paraguay está condenado a pasar por una tercera edición de tiranos sin que la humanidad reclame? ¡Cómo! los himnos a la libertad mientras allá en el fondo de nuestros grandes ríos gime un pueblo oprimido a quien no le es permitido pensar, ser libres, mejorar su condición y cumplir la ley del progreso que la humanidad está obligada a sumir? 2.

        

Una de las explicaciones al respecto, mezclaba a madame Lynch con la ambición de ello; muchas novelas, u observaciones de la gente de la época, apuntaban a que Elisa aspiraba a convertirse en emperatriz. Aunque por otro lado, el historiador Efraím Cardozo citaba una cierta preocupación de ella ante los avances de conversaciones entre Francisco Solano y Don Pedro II, sobre un posible matrimonio con la princesa Isabel, su hija; incluso, cuando el nuncio papal, propuso hacerse él mismo cargo de ayudar a la disolución del matrimonio de Quatrefages con Elisa, López habría contestado que no haría falta, ya que él "estaba planeando un matrimonio dinástico con una de las hijas del Emperador". Si ello era o no posible, y sobretodo práctico, o deseado enteramente por el Mariscal, con ínfulas monárquicas o de algún tipo de gobierno absoluto, se entraría hoy a discutir una especulación, ya que el tiempo no nos dio más pruebas. En noviembre de 1864, la historia se torcería en otra dirección.




2. LA GUERRA EN EL FRENTE Y EN LA CAPITAL


No es la finalidad de este trabajo explicar en detalle las causas, o hacer una cronología de batallas y héroes en la guerra que duró 5 años y que enfrentó a Paraguay contra Argentina, Brasil y Uruguay. Definitivamente, los años de lo que es considerada "la gran epopeya nacional" girarán en torno a la figura de la mujer sobre la que más se ha hablado durante el conflicto.


EL INICIO DE TODO


Desde mediados de 1863, el gobierno del Paraguay se encontraba sumamente preocupado acerca de lo que podría significar las hostilidades de Buenos Aires y el Brasil hacia el gobierno uruguayo, apoyando al caudillo Venancio Flores.

Cuando el Ministro de Relaciones Exteriores paraguayo José Berges, dirigió notas pidiendo explicación a los gobiernos en dos oportunidades, ninguno respondió o se justificó. Teniendo un ejército completamente movilizado y armado, Francisco Solano que recordaba haber mediado con éxito en la guerra civil entre la Buenos Aires de Mitre y la Confederación Argentina de Urquiza en 1859, siendo recibido con flores en la capital porteña, creyó necesario intervenir enérgicamente la cuestión, cuando en agosto de 1864, tropas brasileras invadieron la Banda Oriental y tomaron el pueblo de Villa Melo. En noviembre de ese año la cañonera TACUARÍ obligó al navío brasileño MARQUÉS DE OLINDA -que hacía la carrera de Montevideo a Corumbá-, con el nuevo gobernador del estado de Mato Grosso a bordo, darse por detenido y proceder a una confiscación de su carga en Asunción: 2.000 armas de fuego y un importante monto de dinero en billetes.

Un mes después, con 3.200 hombres bajo las órdenes del coronel Vicente Barrios, y 2.500 bajo las del coronel Resquín se invadieron viejas posiciones consideradas paraguayas en la región norte, las del Mato-Grosso. Como era de esperarse, a un poblado que no estaba preparado las victorias fueron rápidas: una tras otras, las tropas paraguayas no tuvieron reservas con el invadido, lo que pudo ser saqueado, quemado, destrozado y robado se llevó a cabo, y esto, incluyó personas. Fray Mariano de Bagnaia, fue tomado preso junto a dos hermanos más, solo él sobrevivió detenido hasta 1869, fecha en que escapó. En su informe había dicho que aquella vez, lo que Resquín no permitió robar mandó devastar.

Mucho de lo saqueado vino de regalo para varias personas en Asunción, dicen que también madame Lynch terminó con muebles europeos y obras de arte. Laurent Cochelet, cónsul francés informaba que algunas mujeres que se dedicaban al comercio, y otras bajo pretexto de ir a ver a heridos, fueron hasta allá con el fin de apoderarse de esclavos y participar en los saqueos.

Pese a los triunfos en el norte, a la campaña ofensiva del sur no les fue tan bien. Diez meses después de empezar las hostilidades, López ordenaba la retirada de sus diezmados hombres de territorio argentino y con las monumentales obras de defensa que habían mandado a hacer al sur del Ñeembucú, el Paraguay creyó protegerse en sus límites, tras ellas. Las noticias que más se difundían eran las de los logros obtenidos en el Brasil, pero los informes del sur estaban prohibidos. La población paraguaya no sabía a ciencia cierta cómo iba y cuántas bajas había.

Conseguir el apoyo a la causa, de la población paraguaya en un primer momento no fue del todo difícil. Aunque hay pruebas de ciertos "peros" que pusieron miembros de la clase media y extranjeros, el odio que generaba el recuerdo de las épocas de "las bandeiras" era más que suficiente. Igualmente, ni por si acaso, alguno habrá imaginado hacia donde conduciría, de parte de los cuatro países, la obstinación, el capricho y el desprecio por la vida humana.

Las desastrosas campañas del sur, la negativa de un acuerdo de paz en la entrevista de Yataity Corá, y el enrolamiento general de hombres, junto con algunas salvajes batallas ya en territorio paraguayo, todas sucedidas en el año 1866 causaron menos mella en la población paraguaya que la publicación de las cláusulas del TRATADO SECRETO firmado por los aliados un año antes, apenas empezado el conflicto. La indignación se volvió generalizada. Si alguno dudó en primer momento de que las intenciones del mariscal tenían validez, los puntos del tratado secreto, ahora le daban razón. Si al principio parecía que las contribuciones del pueblo eran en parte algo obligatorias, durante 1866, se podría ver que las personas se apuntaban a donar ganado, alimentos y cualquier efecto que sirva para el alivio de sus compatriotas en el frente.

Las mujeres asumieron el rol de los hombres en la economía. Como la movilización era general con respecto a los hombres y conforme pasaban los años, las edades aptas iban bajando: de 18 a 16, de 16 a 14, y finalmente de 14 a 12 años de edad, la gran mayoría de ellas se ocupó en labrar horas extras el campo y organizarse en cuadrillas para la provisión de vestuarios; se convirtieron en agentes de enlace, a través de una red de encomiendas desde los pueblos a los cuarteles.

Algunas mujeres decidieron a acompañar a sus hombres -familiares, marido o hijos- a los campamentos, especialmente en los del sur. Al principio fueron ubicadas en ranchos en la periferia, pero luego fueron incorporadas con el mismo esquema militar. Cada grupo de mujeres tenía a su sargenta, y trabajos bien definidos, limpieza del campamento, cocina, aprovisionamiento de víveres, e incluso luego ayudaron en logística, movilizando los armamentos.

Con el bloqueo desde el año 1866, las telas ya no ingresaron al país, y el algodón fue relegado para la cosecha de alimentos, con lo cual se volvió a la época de la hilanza de fibras de caraguatá, y el aprovechamiento máximo de todas las telas existentes, dice el prusiano Max von Versen con respecto al año 1866: "en aquel entonces todas (las mujeres) estaban vestidas apenas con lo suficiente y todavía espléndidas comparando con más tarde! Ahora se transformaban cortinados y ropas de cama en vestidos para la masa de habitantes del país, que no tenían reservas de ropas al estallido de la guerra y desde hacía dos años no podían cubrir más sus acostumbradas necesidades de algodón europeo. Un año y medio más tarde vi a los ricos ya lucir tapizados, cortinas y alfombras, mientras los pobres confeccionaban a mano capas de las fibras de las palmas de cocoteros y del árbol de Caraguatá. Sólo una dama se movía en esa miseria general siempre elegantemente vestida y rodeada de una corte como una madre de la patria. Madame Lynch". Versen hace una interesante observación como imagen difundida: "madre de la patria"

Elisa acompañó a López desde 1865 en el Cuartel General de Paso de Patria. Los hijos de ambos quedaron en Asunción bajo el cuidado que les prodigaba con cariño Isadora Díaz, hermana del general José E. Díaz y fiel compañera de Elisa.



LAS TIERRAS COMPRADAS DURANTE LA GUERRA


Aunque, madame Lynch había dicho que empezó la compra de propiedades de tierras en 1866, un año antes adquirió susceptiblemente dos propiedades del Estado paraguayo: la primera, lo que hoy es Formosa de 4.500 km2 y 33.000 km2 al norte del río Apa, ambos territorios en disputa, tal como lo cita Carlos Pastore. Francisco autorizó la venta de estas tierras públicas.

Casi todos los bienes que pasaron a engrosar su lista fueron adquiridos muy devaluados de precio, algunos a sus propios dueños; otros de propiedad del Estado. Según ella misma lo explicó, para dar la sensación de normalidad y confianza a las personas, lo cual, en parte, era muy poco creíble, ya que nadie podía vender sus bienes e irse del Paraguay "porque sí", y nadie vino al Paraguay para invertir.

En EXPOSICIÓN Y PROTESTA, se detalla una lista de 32 inmuebles, la mayoría comprados durante la guerra, por un valor de 174.835 pesos, que son 34.967 libras. Dice Rodríguez Alcalá que al tener 5.412.000 hectáreas, "si se tomasen como referencia el precio más bajo que podía pagarse en el mercado -1.800 pesos en ese entonces-, el valor de las 3.105 leguas hubiera ascendido a las 1.117.800 libras esterlinas". La situación actual de las cosas tampoco era la ideal para hacer negocios, muy especialmente para la contraparte, pero aún así, si se justificaba o no, los 29 pesos que ella pagó por legua, tendría que ser visto de otra forma y atendiendo a otros intereses. En caso de derrota, ¿López preveía así que ciertas tierras estatales pasen a sus hijos, en el supuesto caso que el Paraguay desapareciera?

Por otro lado, no se puede dejar de considerar que la situación económica empezaba a volverse asfixiante: Elisa no obligaba a los propietarios privados a despojarse de sus tierras, pero sí que, al entregarlas lo hacían al precio que fijaba la "única persona" que estaba en capacidad de adquisición. De todos modos, ésta era una vieja práctica que la familia López usó numerosas veces: decidir el precio que se compra y que se vende.



LA GUERRA VA TENIENDO ROSTRO Y CUERPO PARAGUAYO


A finales de ese año, el vicepresidente Sánchez se mostró bastante preocupado ya que las cosechas agrícolas no habían alcanzado la cantidad esperada, con lo cual mandó órdenes a todos los jueces de paz para intensificar las faenas en la chacra de las mujeres, los niños y los ancianos de sus pueblos, por medio de disposiciones en las que exaltaba el trabajo en el campo como un segundo frente de batalla.

En los campamentos, las necesidades con respecto a los alimentos se empezaban a sentir de a poco, una botella de aguardiente o un tarro de maíz eran premios luego de las batallas. Los hijos (soldados) escribían a sus padres pidiendo ropas, especialmente ponchos para afrontar el frío, cigarros, y víveres.

También es el año en que entra el quinto integrante de la guerra: las enfermedades. Ellas causaron igual o más bajas que las armas propiamente. El cólera hizo estragos tanto entre paraguayos como entre las tropas aliadas. El mariscal se enfermó pero sobrevivió, el bebé de Elisa, Miguel Marcial falleció a causa de esta afección.

Otra muerte que los tocó de cerca, ese año fue la del general José Eduvigis Díaz, fiel de López, amigo de Elisa y héroe de la batalla de Curupayty.

En Asunción las cosas no pintaban mejor. Los robos u otros actos de delincuencia, pocos hechos antes de la guerra se volvieron frecuentes, especialmente el de comestibles o productos de la chacra. Los alimentos eran difíciles de conseguir y los precios subían sin cesar. Al principio, el Estado pagaba a las enfermeras y a sus esclavas -estatales- lavanderas, pero la necesidad cada vez mayor, llevaba a que se impongan trabajos a todas las mujeres en una u otra cosa, los talleres de confección por ejemplo, o en cualquier responsabilidad de orden público, ya que había muy pocos hombres.

A más de los normales ofrecimientos de las mujeres de su propio trabajo, alimentos varios, ganado, gallinas, escasos caballos, esclavas, esclavos, vestimentas y dinero en efectivo, se sumó el ofrecimiento para "la sagrada causa nacional" de sus alhajas de oro. Aunque las contribuciones anteriores hayan sido abundantes, y al inicio de la guerra, bastante interesantes, las joyas son las que han acaparado la atención de los historiadores.



CONTRIBUCIONES PARA LA SAGRADA CAUSA NACIONAL


         En lo que tiene que ver con respecto á las contribuciones hay varias cuestiones detrás muy poco analizadas. Una de ellas es el grado de sinceridad y espontaneidad que hubo en el ofrecimiento; también está la finalidad inmediata y, por supuesto, el destino de esas joyas.

         En enero de 1867, la señora Escolástica Barrios de Gill y un grupo de damas de la clase alta decidieron donar sus joyas en prueba de confianza hacia la política de López y para cubrir gastos que exijan la defensa de la patria.

         Inmediatamente, se organizaron actos públicos donde las mujeres hacían discursos -especialmente las kyguá verá- y vivas al gobierno y la causa de la guerra. Las reuniones centrales tuvieron lugar en febrero - de ahí que el 24 sea recordado como "Día de la mujer paraguaya"- en Asunción, pero pronto todas las mujeres del interior siguieron los pasos de las de la Capital con el mismo mecanismo: concentraciones públicas, discursos, vítores y donaciones de joyas.

         Una de las acusaciones más fuertes que hicieron a madame Lynch apenas llegó ella a Asunción desde Cerro Corá en 1870 tuvo que ver con haberse apropiado de las joyas, ¿cómo es que ella tomó participación de ello? Una de las explicaciones que dieron las memorias de las mujeres sobrevivientes apuntaba a señalarla como la autora de la colecta. La idea aparentemente era que sirva de propaganda en el exterior, para mostrar que en el Paraguay la guerra era prioridad para todos sus habitantes.

         Si miramos el hecho, hay cosas llamativas derivadas de "las asambleas del bello sexo nacional". La primera es que empieza como una idea de mujeres de élite, pero especialmente de aquellas ligadas al gobierno por medio de sus parientes hombres: Escolástica Barrios estaba ligada al coronel Vicente Barrios, Susana Céspedes de Céspedes lo estaba hacia el tesorero Milleres, etc. Lo segundo, igualmente importante, es que se inicia la colecta a principios de 1867, cuando ya no existía la posibilidad de comprar nada del exterior. ¿Era esto entonces una mera demostración con fines políticos?

         La suscripción de joyas se hizo en todos los pueblos y se tomaron registro de ello mediante recibos que se conservan sueltos en el Archivo Nacional de Asunción. Con los recibos se hizo un primer borrador que asentaba el pueblo, nombre de las mujeres y el peso en oro o plata que había donado; producto de ello son los grandes tomos que también se encuentran en el mismo lugar. Una vez corregida esa lista, se transcribió en el "libro de oro" que hoy está depositado en el Palacio de López. En las primeras páginas, entre quienes encabezan las donaciones, están Elisa Lynch y las mujeres de la familia López.

         Cuando el Mariscal se enteró de las donaciones, aceptó sólo la décima parte -aunque Max von Versen dijo que reclamó luego la otra parte-. Las mujeres solicitaron entonces acuñar una moneda con la efigie de López, que debían llevar una cinta tricolor a modo de medalla; éste no puso objeción a ello. También decidieron luego hacerle de regalo, un gorro triunfal y una faja de oro, adornadas con las piedras preciosas, y aquí sucede algo curioso: al principio de la colecta, el propósito -en papeles- llevaba el encabezado de "donaciones de alhajas para la sagrada causa nacional", sin embargo, como las joyas se entregaron durante la mayor parte del año 1867, desde setiembre la iniciativa cambió para convertirse en "Adhesiones para obsequio al mariscal de una guirnalda y un gorro triunfal". También en ese año, surgió entre los hombres y extranjeros (y algunas mujeres), la iniciativa de hacer otra colecta para regalar a López en su cumpleaños, 24 de julio, una espada trabajada en oro, adornada de brillantes y piedras preciosas.

         El procedimiento observado era el siguiente: en cada pueblo se conformaba una comisión de mujeres encargadas, el juez de paz remitía el informe o ellas mismas, a sus pares de Asunción. Conforme pasaron los primeros meses, se hicieron en imprenta los modelos de las cartas con los discursos, de tal forma a que sólo faltaba completar con el nombre de la donante. Seguidamente, se fijaba un día y se daba inicio a un acto completamente político, con discursos donde pocas líneas se dedicaban al enemigo, y muchas al sacrificio que debía hacerse en nombre de la patria, igualmente, los buenos deseos de salud, confianza y loas al Mariscal. A las que se iban acercando a donar sus joyas, el juez les tomaba los nombres en dos listas que remitía: una, al redactor de EL SEMANARIO, que daba cuenta en sus columnas la cantidad de alhajas y las personas que las donaban; y la otra, al comité de la capital.

         Encarnación Bedoya, una de las señoras de la élite dijo con posteridad que "así fue que cuando el tirano López quiso que las familias entreguen sus alhajas para sostén de la guerra (y era para él nomás todo el oro que se juntaba y las joyas que pedía Doña Fulana) nadie le dio sino anillos de ramales y pendientes antiguos que teníamos (...) Cuando esa Doña Fulana iba a presentar el pedido de las joyas y alhajas, dijo el (ilegible) Sr. que ése pedido era el segundo pensamiento de Doña Fulana de tal pero nadie de nosotras nos engañamos; todas supimos que eran él y ella los que pedían para ellos esas joyas, que nadie dio sino lo que teníamos de más". Esta postura, típica de las de su clase, no fue de hecho, la expresión de todas las demás paraguayas. Sólo leyendo gran parte de las listas de los pueblos y comparando el poder adquisitivo en relación a ese lugar, uno podría hacerse una idea de si alguien dio lo que le sobraba o algo que le faltaba. Por ejemplo, desde setiembre, ya con la idea del gorro y la guirnalda, se labró una lista de todas las indígenas del pueblo de Yaguarón donando monedas, la cantidad era poquísima, pero las hojas con nombres, una tras otra eran numerosas.

         Es probable que sea cierta una observación de Laurent-Cochelet, acerca de lo "intranquilas" que estaban las mujeres, con el miedo de encontrarse culpable o alguien de su familia de traición y de ser enviadas ellas mismas a las trincheras. Hay que tener en cuenta que, primero, las damas de la comisión fueron condecoradas por López, y luego de los sucesos de San Fernando, casi todas fueron halladas culpables finalmente de traición y sentenciadas al destierro, donde la gran mayoría murió.

         De todas las cosas materiales que se dijo se haría con ese oro, la espada forjada con piedras, madame Lynch la llevó del país según inventario del ministro Paranhos en 1870, y el libro "que era la expresión popular de admiración y gratitud por sus virtudes cívicas y militares, realzadas con los relevantes servicios que está prestando a la causa nacional en estos momentos solemnes de la Patria", con otros documentos de la guerra que fueron a parar a Río de Janeiro, hasta que en los años 70 del siglo XX retornó al Paraguay, gracias al esmero de los historiadores Idalia Flores de Zarza e Hipólito Sánchez Quell.

         Ésta, sin embargo, no fue la primera vez que las mujeres dieron joyas en nombre de la defensa, existen antecedentes de mucho antes, y tampoco fue una cosa exclusiva del Paraguay, ya que durante las invasiones inglesas al Río de la Plata, sendas listas de mujeres de todas las provincias del Virreinato fueron remitidas a Buenos Aires en la misma calidad.

         Para poder entender algo más sobre estos actos, es necesario señalar que coincide en meses con la aparición de la prensa de guerra. EL CENTINELA, CABICHUí, CACIQUE LAMBARÉ, LA ESTRELLA, que buscaban ante todo exaltar el temple guerrero del paraguayo, caricaturizar al enemigo, y destacar la figura de conductor: “República del Paraguay - Mariscal López he aquí el foco de nuestra existencia política. Sin ella, sin él no conducimos nuestro pasado, nuestro presente, nuestro porvenir. La vida es un caos para el ciudadano que no se considera engolfado en su Patria y su Gobierno”.3

         La mujer, en años anteriores relegada a circunscripciones puramente domésticas, pasó a convertirse en uno de los temas predilectos de fervor patriótico desde las columnas escritas con fines de aliento a la población. Las páginas no sólo se llenaron, como decíamos, de los nombres y la cantidad de joyas remitidas de cada pueblo con el fin de acercar noticias esperanzadoras a los hombres que estaban en el frente, sino que actuaban como un medio eficaz para canalizar sentimientos nacionales. Así también en este caso, la contribución de las joyas, con el fin de demostrar fidelidad a la conducción del Mariscal, demostraron la gran capacidad de la familia López (madre, hermanas y Elisa como cabezas visibles) de conducir a los no combatientes (hombres y mujeres) en actos demostrativos de obediencia.



LOS BATALLONES DE MUJERES DE LÓPEZ

        

         El otro tipo de mujer que se volvió visible en Asunción y en la prensa, fueron las "mujeres que solicitaron portar las armas". Increíblemente, en el Paraguay la imagen de supuestos batallones de lanceras tenía una idea de altos valores dispuestos en ofrendas a la patria; sin embargo, para la prensa internacional, esto era sólo otro ejemplo de la barbarie de López. Tristán Roca, el editor de EL CENTINELA, compuso una marcha en nombre del BATALLÓN DE MUJERES DE AREGUÁ, que salió publicada en sus ediciones. Según Thompson, madame Lynch fue la autora de esto, hasta el punto de hacerles una gorra escocesa usada con sus trajes blancos y cintas tricolores, y así, lanzas en mano, salían a recorrer las calles de Asunción y Areguá cantando sus himnos patrióticos.

         En una carta del ex becario Gaspar López a José Berges, le informaba que las aregueñas solicitaban permiso para llegar a Asunción "a festejar a la primera dama del Paraguay: Elisa Lynch". En las inéditas cartas del cónsul italiano Lorenzo Chapperon dirigidas a su esposa, él describe a estas mujeres así: "Después de los discursos, muy sentidos (en un baile), aparecen los escuadrones femeninos, cada uno con su banda de música, y bien alineadas se ponen a cantar himnos patrióticos, gritando muy fuerte y con una fuerte ayuda de la nariz."

         Si se tiene en cuenta que en enero de 1868, López rechazó oficialmente el ofrecimiento en armas de estas mujeres a través de EL SEMANARIO usando las siguientes palabras: "¿Qué son una o dos horas de combate en comparación a la ardua dedicación de las hijas de la Patria, a labrar la tierra para mantenerse a sí mismas, mantener su familia y a nosotros mismos? ¿Permitiréis acaso que ellas se crean sin seguridad, y que nosotros no seamos suficientes para contribuir con tan viles esclavos?". El Mariscal jamás armó mujeres para enfrentar deliberadamente una batalla, podría ser entonces, que éstas y sus lanzas fueran utilizadas como propaganda para crear una sensación de que en la guerra, el Paraguay utilizaría hasta el último recurso posible.

 

Según Lorenzo Chapperon, en sus cartas privadas: "Hay que subrayar que en cada escuadrón (de mujeres) hay un oficial -generalmente calzada que es la que toma la palabra. Se elige para eso la que mejor habla el español y no es tan fácil de encontrar- y que sepa leer y escribir -lo que es más normal- le hacen aprender de memoria un discurso de cinco minutos, y ella lo recita en cualquier circunstancia. Así, mi declamadora me recitó, para darme la bienvenida y desearme prosperidad en la parroquia, el mismo speech (discurso) que había pronunciado seis horas antes frente al Vicepresidente para asegurarle el patriotismo y la devoción a la causa de las hijas de la patria (...) Todo el regimiento femenino, con a la cabeza los jueces de los distritos y los funcionarios estaba en formación de batalla delante de la casa, gritando ¡Viva la República! ¡Viva el Mariscal López! ¡Viva el cónsul de Italia! Todas las calles adyacentes estaban llenas de gente y las tiendas ambulantes servían a las bailarinas de galope. Hice pasar a los señores y al estado mayor de esas damas. Les hice una arenga (es la gran moda de aquí, no hay fiesta sin al menos unos cincuenta speechs) en la que las felicitaba por su patriotismo, agregando que un batallón como ese estaría siempre plenamente formado, porque las nuevas reclutas surgirían cada año de su propio seno. Quedé cortado, ¡nadie entendió lo que quise decir! Es cierto que las mujeres que hablan español son muy pocas, y que los funcionarios lo conocen justo lo necesario para leer el Semanario y hacer un brindis".

        

Y si bien, sería poco creíble que madame Lynch sola, haya sido artífice de todo esto, se puede afirmar que sí tuvo una activa participación para llevar adelante este tipo de manifestaciones a favor de la conducción de Francisco Solano.

También es necesario subrayar que a partir de los inicios de 1868, y durante todo 1869, Elisa Lynch aparecerá por primera vez en los diarios nombrada como "la madre de la patria" o como "la bienhechora" en claro icono ideal de lo que se esperaba de una mujer obediente, esposa y madre consoladora. Un hecho destacado se sucede cuando ésta encabeza una procesión hacia la gruta de Santo Tomás en Itauguá, y EL SEMANARIO destaca que la misma pagó todos los gastos y distribuyó pequeños regalos y sumas de dinero entre los peregrinantes pobres.

La historiadora Milda Rivarola quizás acierta mejor, con la definición "reposo del guerrero" sobre lo que la memoria construyó en torno a lo que debió ser una auténtica heroína de guerra.



3. CRÓNICA DE UN DESASTRE ANUNCIADO


         Quizás desde estos años empiece la parte más atroz de la guerra; eso si alguna vez pudiera tener un conflicto, en el fondo, dos partes. La brutalidad de la violencia desde el frente hacia la misma sociedad empezaban a hacerse sentir a manera de represiones políticas realizadas siguiendo un patrón de: persecuciones a las familias de sospechosos de traición; castigos posteriores, y lo mismo para las familias de los desertores; pena de muerte con cualquier pretexto de soldados detenidos; y encarcelamiento de mujeres en los pueblos bajo el crimen de "alta traición a la patria", que bien podía ir desde haber dicho que "se prefería tener a un esposo inválido en la casa que luchando en el frente" (Paulina Villalba de Caazapá), o que las "gacetas que nos leen son todas yapuceras" (Elisa Rodríguez de Acahay) o el caso del matrimonio compuesto por Cayetano Alfonso y su esposa Trifonia Álvarez, engrillados en Yhacanguazu, quienes al enterarse que sus hijos fallecieron en los campamentos a causa de una diarrea, dijeron "que seguro era porque se los hacía pasar hambre".

         La caída del fuerte de Humaitá, el avance de la escuadra aliada remontando el río Paraguay y la orden de evacuar Asunción, según el historiador francés Luc Capdevila, provocaron una crispación del régimen que hizo sufrir a toda la población bajo su autoridad. Ya no era una guerra de "nosotros" contra "ellos", sino también "entre nosotros".

         Un acontecimiento devenido de ello, que tendrá terribles desenlaces para todos los paraguayos en muy diversos órdenes, será la instauración de los Tribunales de San Fernando. En la vida de Elisa estos hechos son la segunda clave central para entender la posición que ella ocupa en los recuerdos de la Guerra Grande.

         Su hermano, John Lynch -Tte. Simplicio Linche, según el Gral. Resquín- fue sentenciado a morir lanceado en diciembre de 1868, y la misma suerte -un tiempo más tarde- corrió Pancha Garmendia, un viejo amor de Solano López y a quien, las acusaciones de celos e intrigas de Lynch, la convirtieron en una suerte de rival entre el honor y el amor. Juliana Insfrán de Martínez, amiga de Elisa y esposa del coronel Martínez quien se había rendido defendiendo la última de las guarniciones de Humaitá, fue torturada de una manera salvaje y muerta por desmembramiento.

         La historiografía paraguaya ha venido tratando de comprender, o al menos verificar, las causas que llevaron al ajusticiamiento por medio de las armas a una cantidad aproximada de 600 implicados en una traición para derrocar a Francisco Solano; tampoco ha sido fácil la labor en torno a identificar la dimensión de la significación de la guerra en la conciencia de las personas de aquí en adelante. Tal labor, como en todo lo que respecta a muchas otras circunstancias de esta misma época está en permanente discusión.

         Desde mediados del año anterior, es decir 1867, hubo intentos para conciliar la paz, especialmente desde los agentes diplomáticos neutrales; por ejemplo, Charles A. Washburn intentó entrevistas y acuerdos que nunca se lograron. Lo mismo sucedió con el secretario de la embajada británica en Buenos Aires en la llamada Misión Gould. Lo que no se logró en Yatayty Corá, tampoco tenía forma de solucionarse en esta altura. López sin embargo no sentía que las cosas estaban perdidas ya que venía resistiendo en el sur, y tenía a miembros diplomáticos en el Paraguay, especialmente al ministro de los EE.UU.

         Por lo que respecta a Elisa, Washburn la cita en sus memorias y cartas como alguien con quien hablaba de todos estos temas, pero quien se guardaba siempre opiniones y nunca se mostraba, mínimamente en contra de López.



EL INICIO DE UN PERÍODO DE TERROR


         El planteamiento abierto que hizo Venancio López si Asunción debía o no, resistir a un ataque por parte de la flota brasileña había originado desiguales posiciones

en el entorno de López y donde también habrían tomado parte algunos agentes diplomáticos.

         ¿Hubo una conspiración real o ficticia? Sabiendo que López no llegaría a acuerdos que tiendan a su renuncia, el plan consistía en llegar a un pacto entre los hermanos de López con el duque de Caxias, comandante del ejército del Brasil. Para ello, ambos, especialmente Benigno ya venía sondeando el tema de una posible sucesión en el poder con los extranjeros. Esta fue la teoría en que se fundaron las acusaciones.

         El Gral. Francisco Isidoro Resquín llevó un cuaderno detallado de todos los muertos bajo su responsabilidad: figuraban 605; de los cuales, ajusticiadas pasaron por armas 438 personas y el resto pereció de fatigas luego de haber sido torturadas durante el camino a Pykysyry. La muerte fue quizás, el término a suplicios que empezaron con desgarradoras sesiones de torturas, bajo las cuales, muchos confesaron cualquier cosa. Los verdugos no siempre eran adultos, ya en ellas participaron los niños soldados de entre 12 y 14 años, matando por medio de lanzazos, degüello y algún otro tipo de arma blanca. Existen diferentes tipos de testimonios hechos por los sobrevivientes, pero quizá, quien mejor ejemplifique haber sobrevivido a ellos, fue el canciller Gustave Bayon de Libertat, quien se volvió loco luego de estar acusado y terminó sus días en un manicomio de París.

         Dicen que en correcta aplicación de las leyes españolas, Solano López actuó como correspondía a un jefe de guerra. En este caso sí. Pero con la oleada de violencia desatada a cualquier estrato dentro del ejército, habría que ensayar otro tipo de explicación.

         Doña Juana Pabla Carrillo fue acusada, igual que sus hermanas Rafaela e Inocencia, algunos dicen que fueron torturadas, otros que sólo se las interrogó y apresó.

Desde Paso Pucú, Elisa ya estaba con sus hijos, y mientras López iba en retirada cruzando una y otra vez el río, e incluso instalándose en San Fernando, su familia fue testigo de todo cuanto pasaba. Dicen que Lynch imploraba por la vida de alguien, pero López tenía su carácter y ella no le contradecía. ¿Cuál era su finalidad, dada la relación sentimental que tenían? Ella lo acompañó en todas sus decisiones junto con sus hijos, no hizo, no podía hacer más que eso, si ello significaba abandonar al amante y padre de sus hijos. Ante las cortes de Escocia diría años después "yo no influí en el presidente, ni traté de hacerlo guiándolo hacia la severidad. Yo no tenía inquina hacia nadie, di una mano, cuando pude, a quienes lo necesitaban". Richard Burton, George F. Masterman, Martin MacMahon, Silvestre Aveiro y otros tantos coinciden siempre en decir que madame Lynch ayudaba a los heridos y a algunos presos con regalos o pequeños favores, lo que hacía resaltar siempre la función de una actitud maternal.

         Creer por otra parte, que en San Fernando terminaron los ajusticiamientos sería erróneo. Recién comenzaban. La masacre ocurrida en Concepción a finales de abril de 1869 donde al menos 139 personas, la mayoría mujeres, fueron muertas de una manera violenta por un grupo de Acá Yboty (lanceros del ejército) con ayuda del vecindario; la pena de azotes y confinamiento para aquellos que eran "sospechosos" en los pueblos; las patrullas del ejército que buscaban eliminar a desertores. El capitán Rómulo Núñez en sus memorias recuerda: "la orden de matar a todos aquellos civiles y oficiales, que ya sea por el hambre y la fatiga obligaban a retardar la marcha".

         Las esposas, hermanas, madres, primas, amigas, de los acusados sufrieron la misma pena de acusación, sólo que no todas fueron pasadas por las armas, la gran

mayoría fueron enviadas a pueblos y parajes distantes en calidad de detenidas. Los números hablan de 3.000 mujeres, atendiendo que las acusadas eran culpables por lazos familiares, no estaría errado un cálculo de 3 o 4 mujeres por cada hombre juzgado. Éstas fueron llamadas "destinadas", y desde el lugar dónde estaban en ése momento, Luque o Itauguá, fueron remitidas en penosas marchas cruzando todo el este del Paraguay, primero hacia Yhú, en Caaguazú y luego hacia Espadín, un lugar al otro lado de la cordillera del Mbaracayú.

         El traslado de estas mujeres se efectuó durante 1868 y gran parte de 1869. Muchas murieron en el camino y otras en el campo de Espadín que era un lugar desolado rodeado de selvas. Cuando el ejército aliado las rescató, algunas perecieron en el trayecto de vuelta y otras, profundamente desnutridas, al ingerir su primera comida en más de un año. Una de las integrantes de la comisión de joyas, doña Carmen Palacios sobrevivió al "destino" y regresó a Asunción tras haberse escapado con otras mujeres sobornando a unos indios que oficiaban de celadores, era la madre del obispo Palacios y tenía 60 años.

         Como la gran mayoría de las destinadas eran mujeres de alta clase social, en el imaginario de ellas, la atribución directa hacia quién era culpable de esa marcha forzada fue Elisa. Todas recordaba los años en que, más que humillarla, la ignoraban en las reuniones y casi todas contribuían a acrecentar los rumores sobre la supuesta vida licenciosa en París. Todas creyeron que así como hasta doña Juana Pabla Carrillo y las hermanas del Mariscal habían planeado poner fin a la guerra, la "Linche" -como la llamaban en su época- hizo poco o nada para aliviar el sufrimiento del pueblo, al contrario, apoyó a López a seguir con la guerra, y por sobretodo, contribuyó a la desatada de violencia hacia quienes se animaban a no obedecerle.

         El 23 de diciembre de 1868, el Mariscal dictó su testamento y lo entregó al ministro Martin MacMahon, junto con un pedido:

 

                                               Pikysyry, 23 de Diciembre.


Distinguido Señor:


         Como representante de una nación amiga, y en salvaguarda de cualquier cosa que pudiera ocurrir, me permito confiar a su cuidado el testamento adjunto, por el cual transfiero a Elisa Lynch todos mis bienes personales, de la naturaleza que fueran.

         Le ruego que tenga la bondad de guardar este documento bajo su custodia hasta que esté usted en posición de entregarlo en forma segura a la mencionada señora, o devolvérmelo en caso de cualquier circunstancia imprevista que podría impedirme el tratar este asunto con usted.

         También me permito solicitarle que a partir de este momento lleve usted a cabo cuanto esté en su poder para ejecutar las disposiciones fijadas en este documento, agradeciéndole de antemano, por todo cuanto pueda usted hacer como servicio a su obediente servidor.



4. UN PRIMER FINAL EN CERRO CORÁ

        

"y ahora quien nos gobierna no es él sino Madama que viendo que ya no íbamos a ganar la guerra actual había mandado echar a pique dos vapores de los nuestros"; palabras por las que la esclava Eulogia Pereira y su hija Saturnina Bargas estaban presas desde 1867.


Los aliados entraron en Asunción en enero de 1869, y como habían hecho anteriormente -Barrios en Matto Grosso y Estigarribia en Uruguayana- los brasileños se

dedicaron al saqueo, de la manera más desvergonzada e impúdica posible, mientras Mitre no permitió que los soldados de la Confederación se sumen a ello; aunque hay que recordar que muchos muebles de madame Lynch estaban en la casa de gobierno argentina luego de 1870, y Buenos Aires se convirtió en un punto de remate de objetos paraguayos. De la casa de Elisa se encargó personalmente, el Cnel. Fortunato Flores, hijo del Gral. Flores. Tomó todo su dormitorio, incluida su ropa íntima, los vestidos que encontró más las ropas de su hijo y del Mariscal y las envió a su casa como trofeo.

No se respetaron iglesias ni legaciones diplomáticas. Por si fuera poco, unos meses más tarde, los oficiales aliados empezaron un tráfico de niños pequeños paraguayos a quienes los cazaban en los alrededores o los tomaban cuando se acercaban por hambre u orfandad a las ciudades controladas por ellos, con el fin de enviarlos como esclavos o criados a estancias brasileras y uruguayas.

En ese momento, el Paraguay seguía teniendo dos frentes de batalla; ambos en permanente éxodo. Por un lado, las armas, conformado por el Mariscal, su familia,

el ministro norteamericano, todos sus soldados, seguidos éstos por sus mujeres y niños que venían desplazándose desde 1868 de Humaitá, y todos los presos políticos. Los números son siempre a riesgos de calcularse, pero podríamos atrevernos a hablar de entre 10.000 a 16.000 personas.

El otro frente de batalla, mucho mayor en número, igualmente efectivo y sacrificado pero nunca mencionado, eran el de las residentas. Si conforme pasaban los años, las edades de enrolamiento bajaban cada día más, es porque sencillamente, ya no habían hombres fuertes y sanos para luchar. Esa falta se hacía notar en los pueblos donde habitaban estas "mujeres soldados agrícolas", encargadas de la provisión de comida no solo al ejército sino a ellas mismas, algunas trabajaban en las plantas de salitre, y muchas de ellas, a falta de algodón, volvieron a la tarea de hilar fibras de caraguatá, usadas tanto como cuerdas y en la confección del chiripá. Masterman había indicado que las mujeres en uno u otro frente, estaban excluidas de las raciones de carne.

El año 1869 fue escenario no sólo de las luchas más encarnizadas dado el estado físico de los paraguayos, sino, atendiendo a eso mismo, la brutalidad cada vez mayor de los aliados. Ese año también fue el de las enfermedades y el hambre. Las mujeres y ancianos tenían la orden del vicepresidente Sánchez de labrar la tierra entre 12 y 16 horas, aprovechando las noches de luna llena inclusive. Así mismo, tenían la responsabilidad de entregar hilos y tejidos. Todo vigilado por unas mujeres, "las sargentas", encargadas de velar por el cumplimiento del trabajo y el orden civil. En los pueblos las mujeres se quejaban, del trabajo, de López, de la muerte de sus hijos; y para todo ello había sólo una forma de controlarlo: los 16 azotes públicos.    

Había razón para vigilarlas; el ejército y los hospitales podían quedar desabastecidos de comida y eso sería fatal para todos. Prueba de ello quizás sería una de las pocas disposiciones desde Piribebuy, bastante encolerizadas del vicepresidente donde casi manda a fusilar a dos jueces de paz porque en sus pueblos no se cosecharon las liñas esperadas. O la carta del encargado del hospital de sangre de Caacupé que pide, se le envíe "por favor, algo más que comer que typyraty". En uno de los recibos de la tesorería, del mes de mayo, se indicaba que los caballos cocheros de madame Lynch (28 en total) tenían la misma asignación de maíz y sal que los 340 hombres de la guarnición de Piribebuy.

López se hallaba en las Cordilleras. En Azcurra estaba el cuartel general, la capital era Piribebuy, y el centro de producción y hospital general de sangre estaba en

Caacupé. Su familia lo acompañaba con los enseres que podían mínimamente permitirse estando en retirada. El vizconde de Taunay señala que en Piribebuy, la provisión de vinos y champagne que López dejó en su casa, eran bastante importante. Podría ser, pero el piano sí fue infaltable toda esta época. Madame Lynch no descuidó las clases de música de sus hijos y las formas de alegrarlos el momento. Sabemos ello, porque las partituras que usaban para tocar y cantar estaban sueltas, motivo por el cual Panchito López escribió la siguiente carta:

        

         "Campamento en la Cordillera de Azcurra Marzo 15 de 1869

        

         Sr. Ministro Falcón


         Tengo la satisfacción de saludar á V.E y V. E tenga la bondad de dispensarme la molestia que le doy, mandándole dos bultos de Solfa de Mamita para que se sirva mandar encuadernar conforme van los bultos y no sirve que los libros no puedan abrirse completamente y sin forzar mucho, favor que espero de V.E.

        

         Su muy atento y S.S Juan F. López


PD. Encima de cada libro desearía Mamita que tuviesen sus iníciales.


         Vale"4.


         Estando en Azcurra -y hasta el tiempo que estuvieron en Piribebuy- la imprenta los acompañaba, así salía el periódico LA ESTRELLA. En sus columnas se leen artículos significativos sobre la importancia de la agricultura para las mujeres y el modo de expresar el patriotismo y honrar la causa a través del arado. Madame Elisa Lynch se refleja como la que aliviana penurias por medio de obsequios, ayuda y visitas. Hay varias notas sobre ella, así como también sobre los aliados (éstos son siempre apodados: "los negros") y artículos para elevar la moral tal como el que cita Efraím Cardozo: "Morir por la patria es vivir". También informaba sobre fiestas realizadas, ya sea el cumpleaños del mariscal, un banquete por el día de la Inmaculada Concepción, etc., todos con el fin de dar una sensación de normalidad. Lo que a éstas alturas y teniendo en cuenta el estado de la población civil debió haber sido grotesco.

         Un golpe fuerte para López llegaría cuando el Departamento de Estado norteamericano hizo regresar al ministro MacMahon. El Mariscal que esperaba tal vez que EE.UU. intervenga o medie una paz, vio cómo se retiraba en junio de 1869 su último y único nexo con el exterior. Cuando cayeron Azcurra y Piribebuy se produjo un corte rotundo en el abastecimiento: con el avance aliado y la retirada de López los campos fecundamente plantados tuvieron que ser abandonados o quemados sin cosecharse.

         Las residentas entonces se dividieron en tres ejes: las que decidieron seguir a López, estas fueron las más pocas; las que decidieron quedarse o internarse más en el campo; y la gran mayoría que decidió volver a Asunción para recuperar sus casas, conseguir comida y trabajo. En cualquiera de los tres casos, la muerte era la compañera más peligrosa de todas.

         De la marcha siguiente de López hacia el norte ya no nos ocuparemos. Para entonces la imprenta ya no existía, el ministro que escribía siempre sus impresiones

ya no estaba, los informes de los jueces y legajos civiles y judiciales se suspendieron; no hay forma de contrastar lo que dicen Aveiro y Centurión cuando ya no se tienen modos ni fuentes. Una pequeña parte del Paraguay había decidido seguir a su líder, otra, mucho mayor se había rendido ante el hambre y la miseria. Pactar una sobrevivencia con los Aliados y volver a sus ciudades a empezar de vuelta era la consigna posible.

         Mientras, en Asunción ya se había conformado un gobierno y se trataba desesperadamente de poner orden no sólo a una capital devastada y abusada, sino la de reorganizar las principales ciudades del interior con hospitales y centros para huérfanos. La situación en la capital era caótica, había que concentrar a la gente que llegaba a rastras buscando qué comer y tratar de reubicarlos; intentar frenar las violaciones a las mujeres; otorgar de vuelta sus bienes a las que los reclamaban siendo que muchas casas estaban confortablemente habitadas por oficiales aliados; frenar el tráfico de niños, en fin, tratar de reorganizarla en el pequeño espacio político que permitían la superioridad brasileña, las intrigas argentinas y todo un circo de mercachifles y hombres de dudosa honestidad que habían venido para hacerse de alguna fortuna.

         En marzo de 1870 un puñado de un poco más de 400 hombres se enfrentaban a la última batalla con la cual se daría finalmente por terminada la guerra, en los papeles, la muerte del mariscal López en Cerro Corá.       

         Francisco Solano sabía que hasta ahí había llegado. Todo había quedado destruido por el camino. Pero Elisa y sus hijos lo acompañaban; ya no estaban el piano,

los vinos, las comidas finas, los muebles, el pequeño Leopoldo estaba enfermo. Lynch se preparaba para cuando sucediera la muerte de López; los niños y ella se ampararían bajo su ciudadanía inglesa. Llevaba consigo un lote de joyas, dinero en efectivo y los documentos de sus propiedades.

         Existen varias versiones de lo ocurrido aquel 1° de marzo de 1870, pero eso no nos ocupa en este trabajo con detalles. Lo principal fue que aparte de morir Francisco

Solano sin rendirse, también fue muerto su hijo, Juan Francisco "Panchito" quien a los 15 años, ya detentaba el grado de Coronel al igual que su padre a la misma edad. En vano gritaba Elisa muchas veces su nombre con el objeto que se rindiera. El hijo mayor de López se enfrascó en una pelea con un oficial y éste terminó disparándole. En la confusión, falleció también José Félix, un niño pequeño que López había tenido con Juana Pesoa, quien había encargado sus hijos a madame Lynch, si es que moría durante la guerra.

         El general Correa da Cámara exhibió luego el cadáver de López para que ella lo reconociera. Inmediatamente se ordenó cavar una tumba, que ella se cercioró de que fuera lo bastante profunda para su compañero y para su hijo. Antes de quedar depositados para siempre, en el suelo del Paraguay, Elisa cortó los cabellos de su hijo y la barba de López para llevársela consigo.

         Cada quien se puso a resguardo a su modo. Lynch lo hizo bajo la bandera británica y exigió respeto de los oficiales brasileños para ella, sus cuatro hijos, Isadora

Díaz y Rosita Carreras, la hija de Francisco. Las hermanas de López que estaban acompañadas de su madre y que también seguían al ejército en calidad de detenidas, fueron acusadas de haber mantenido relaciones íntimas con los brasileños. Rafaela se casó con el coronel Pedra, mientras que Inocencia tuvo un hija con el general Correa da Cámara. Miles de paraguayas también tomaron como esposos a soldados aliados luego de la guerra.

         Elisa escribió al Conde d'Eu, yerno del emperador Don Pedro II y comandante de las fuerzas aliadas, reclamando que se le reconozcan derechos y protección como ciudadana británica para ella y sus bienes. Exigió así mismo ser embarcada en un buque de bandera brasileña que la llevara a Río de Janeiro desde donde retornaría a Europa.

         Después de que recibiera autorización, emprendió la marcha a Concepción desde donde fue subida al buque PRINCESA DE JOINVILLE que debía de llegar a Asunción el 21 de marzo de 1870. Elisa tenía motivos suficientes para temer a Concepción y ni hablar de Asunción.

         La Villa Real de Concepción, celebraba con júbilo la muerte de López, especialmente su jefe político, el capitán Carísimo. En la memoria de todos estaban las escenas de terror vividas por los enviados de López, con Toro Pichaí a la cabeza, quienes hacía un año habían matado a lanzazos a más de cien mujeres a las que habían hecho desnudar primero y de quienes se habían robado todas sus joyas.


NOTAS


2. Citado por Efraím Cardozo.

3. Cabichuí, 10 de Octubre, 1867.

4. Colección Río Blanco, volumen 4954.


FUENTES CONSULTADAS

PRIMARIAS:

Archivo Nacional de Asunción:

Sección Historia; volúmenes: 343 y 355.

Colección Río Branco; volúmenes: 855, 929, 943, 3.777, 4.487, 4.625, 4.685, 4.695, 4.937, 4.938, 4.939,4.944, 4.951,4.955, 4.956, 4.961, 4.956 y 4.973.

Colección Nueva Encuadernación; volumen 3.224.

Colección Carpetas Sueltas: Carpeta n°6, Documentos de compra de tierras por Elisa Lynch 1868-1869.

BIBLIOTECA NACIONAL DE ASUNCIÓN

PERIÓDICOS:

El Semanario, 1866-1867.

La Regeneración, 1869.

La Estrella, 1869.

El Pueblo, 1871.

Colección Enrique Solano López: Notas de evidencia en el caso entre el Dr. Stewart y Antony Gelot. Edimburgo. 1871.

SECUNDARIAS:

Las citas sobre las memorias de Encarnación Bedoya no se encuentran completas en: RESIDENTAS, DESTINADAS Y TRAIDORAS de Guido Rodríguez Alcalá, otra parte se extrajo de: Pottash Jutkeit, Bárbara, PARAÍSO DE MAHOMA o PAÍS DE LAS MUJERES? Asunción, Instituto Cultural Paraguayo Alemán, 1996.

Las citas sobre los problemas judiciales de Lynch contra Stewart ante las cortes de Edimburgo e incluso las cartas personales con Elisa Lynch, provienen de: Lillis, Michael y Fanning, Ronan. CALUMNIA. Asunción, Taurus, 2009.

OTRAS:

-. Aveiro, Silvestre: MEMORIAS MILITARES. Asunción, El Lector, 1998. Asunción

-. Baptista, Fernando: MADAME LYNCH, MUJER DE MUNDO Y DE GUERRA. Buenos Aires, Emecé, 1987.

-. Barret, William Edmund: UNA AMAZONA: LA APASIONANTE BIOGRAFÍA DE MADAME LYNCH SOLANO LOPEZ. Asunción, Servilibro, 2003.

-. Bermejo, Ildefonso: VIDA PARAGUAYA EN TIEMPOS DEL VIEJO LÓPEZ. Buenos Aires, Eudeba, 1973.

-. Blomberg, Héctor: LA DAMA DEL PARAGUAY: BIOGRAFÍA DE MADAMA LYNCH. Buenos Aires, 1942.

-. Boyce, W.D. Illustrated South América. Chicago-New York, Rand McNally & Company, 1912.

-. Bray, Arturo: HOMBRES Y ÉPOCAS DEL PARAGUAY. Bd.II, Buenos Aires, 1957.

-. CABICHUÍ. PERIÓDICO DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA. Asunción, Centro de Documentación e Investigaciones del Centro de Artes Visuales Museo del Barro. 1984.

-. Cardozo, Efraím: HACE 100 Años. Libro 3 y 4. Asunción, El Lector, 2010.

-. Capdevila, Luc: UNA GUERRA TOTAL: PARAGUAY 1864-1870, ENSAYO DE HISTORIA DEL TIEMPO PRESENTE. Buenos Aires, Editorial Sb, 2010.

-. Centurión, Juan Crisóstomo: MEMORIAS o REMINISCENCIA HISTÓRICA SOBRE LA GUERRA DEL PARAGUAY. Asunción, El Lector, 2010.

-. Decoud, Héctor Francisco: ELISA LYNCH DE QUATREFAGES. Asunción, 1939.

-. Dionisi. María Gabriella: LECTURAS Y RE-LECTURAS DE LA MADAMA DEL PARAGUAY, en Estudios Paraguayos, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA, ASUNCIÓN, VOL. XXVI Y XXVII. 2008-2009.

-. Doratioto, Francisco: MALDITA GUERRA, NUEVA HISTORIA DE LA GUERRA DEL PARAGUAY. Buenos Aires, Emecé, 2004.

-. Duran Estragó. Margarita: CATECISMO DE SAN ALBERTO, en ESTUDIOS PARAGUAYOS, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA, Asunción, Vol. XXVI y XXVII. 2008-2009.

-. EL CENTINELA. PERIÓDICO DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA. Asunción, Centro de Documentación e Investigaciones del Centro de Artes Visuales Museo del Barro. 1998.

-. Fano, Marco: CHAPPERON, LORENZO: CARTAS INTIMAS A SU ESPOSA ALICIA. Asunción, Publicadas en el diario ABC en Marzo del 2011.

-. Flores de Zarza, Idalia: LA MUJER PARAGUAYA PROTAGONISTA DE LA HISTORIA (1537-1870). Asunción, El Lector.

- French, Jennifer L: LA HONRA DE LA CASA: MEMORIA Y NACIONALISMO EN TRADICIONES DEL HOGAR DE TERESA LAMAS, en Paraguay: EL NACIONALISMO Y LA GUERRA. Asunción, Servilibro, 2009.

-. Leyes de Chávez, María Concepción: MADAME LYNCH Y SOLANO LÓPEZ. Asunción, El Lector, 1996.

-. Lillis, Michael y Fanning, Ronan: CALUMNIA. Asunción, Taurus, 2009.

Livieres Argaña. Juan L: CON LA RÚBRICA DEL MARISCAL: DOCUMENTOS DE FRANCISCO SOLANO LOPEZ. Asunción, 1970.

-. Lynch, Elisa A: EXPOSICIÓN Y PROTESTA (2da Edición). Asunción, Fundación Cultura Republicana, 1987.

-. Mendoza, Hugo: LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA 1864-1870 2da. PARTE, COLECCIÓN HISTORIA GENERAL DEL PARAGUAY. Asunción, El Lector 2010.

-. Pastore, Carlos: LA LUCHAS POR LA TIERRA EN EL PARAGUAY. Montevideo, 1972.

-. Peña Villamil. Manuel y Quevedo, Roberto: SILVIA. Asunción, Criterio, 1987.

Pottash Jutkeit, Bárbara: PARAÍSO DE MAHOMA o PAÍS DE LAS MUJERES? ASUNCIÓN, Instituto Cultural Paraguayo Alemán, 1996.

-. Resquin, Francisco Isidoro: DATOS HISTÓRICOS DE LA GUERRA DEL PARAGUAY CONTRA LA TRIPLE ALIANZA. Buenos Aires, Compañía Sud Americana de Billetes de Banco.1895.

-. Ribeiro da Silva, Alberto Moby: LA NOCHE DE LAS KYGUÁ VERÁ. Asunción, Intercontinental, 2010.

-. Ríos de Cataldo, Ramona Luisa: DICCIONARIO DE LA MUJER - ASUNCIÓN, GUARANÍ. 1977.

-. Rivarola, Milda. CICLO DE CONFERENCIAS SOBRE EL ROL DE LAS MUJERES. Copias cedidas por la autora. Asunción 1993.

-. Rivarola, Milda: LA POLÉMICA FRANCESA SOBRE LA GUERRA GRANDE. ELISEO RECLUS: LA GUERRA DEL PARAGUAY; LAURENT COCHELET: CORRESPONDENCIA CONSULAR. Asunción, Editorial Histórica 1988.

-. Rodríguez Alcalá, Guido: RESIDENTAS, DESTINADAS Y TRAIDORAS. Asunción, Servilibro, 2003.

-. Salum Flecha, Antonio: FACETAS PÚBLICAS Y PRIVADAS DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA. Asunción, Intercontinental, 2001.

Taunay, Vizconde de: DE CAMPO GRANDE A AQUIDABÁN, DIARIO Do EXÉRCITO, Sao Paulo, 2° vol.

-. Thompson, George: LA GUERRA DEL PARAGUAY. Asunción, RP Ediciones, 2001.

-. Von Versen, Max: HISTÓRIA DA GUERRA DO PARAGUAL Sao Paulo, Universidad de Sao Paulo, 1976.

-. Warren, Harris Gaylor: PARAGUAY Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA. Asunción, Intercontinental, 2009.

-. Whigham, Thomas y Casal, Juan Manuel: LA DIPLOMACIA ESTADOUNIDENSE DURANTE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA. Asunción, Servilibro, 2008.

-. Whigham, Thomas: LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA VOLUMEN 1. Asunción, Taurus, 2010.

 


ARTÍCULOS DE ABC COLOR SOBRE EL LIBRO:


NUEVA VISIÓN SOBRE ELISA LYNCH

Esta es una nueva visión sobre una de las mujeres más polémicas que hayan pasado por el Paraguay.    Sin duda alguna, este texto de Ana Barreto es de los más apasionantes en una serie bibliográfica enormemente atractiva que abarca prácticamente 200 años de la memoria nacional a través de la biografía de personalidades que influyeron de una manera u otra en nuestro país.   

Este libro sobre Madame Lynch escrito por Ana Barreto es un acercamiento a una figura femenina predominante en el período 1854-1872 en el Paraguay.   

En el prólogo del libro a presentarse el próximo domingo, el director de esta colección, Herib Caballero Campos, dice que Elisa Alicia Lynch fue una de las figuras más incomprendidas de la historiografía paraguaya, y sobre ella se tejió todo tipo de leyendas e infamias con tal de menospreciarla y por sobre todo ofenderla tanto en vida como tras su muerte. “A tal punto llegó el odio que ni siquiera pudo reposar junto a los restos de su esposo y su hijo cuando sus cenizas fueron repatriadas en los años sesenta del pasado siglo”, recuerda Herib.   

Añade el prologuista e historiador que Ana Barreto tiene el desafío de configurar el contexto en el cual se produjo la presencia de  Elisa Lynch en el Paraguay. Ella, que tuvo que aguantar el escarnio público y el desprecio de los padres de Francisco Solano, su amado.   

Madama Lynch supo esperar y lo hizo con la esperanza de que algún día Francisco Solano ocuparía la silla presidencial. En ese sentido la autora señala cuanto sigue: “Sin embargo, la construcción de la memoria de Lynch –o sea, eso que suponemos que fue– se debate hasta ahora no solamente en el hecho de haber tenido una vida ligera, sino categóricamente en resultado de lo que pasó entre 1864 y 1870 cuando decidió no abandonar al poderoso hombre a quien había conocido en París”.

La autora nos presenta un aspecto muy significativo que fue la alianza que hizo la Lynch con un grupo de mujeres que no solo tenían una mala fama ante los miembros de   la élite, sino que representaban a un sector económico muy importante, las Kygua Verá. De esa forma podemos entender o comprender por qué las señoras de la sociedad despreciaban a la señora Lynch. Ella misma era una mujer que rompió con los atavismos coloniales de la sociedad asuncena que se despertaba de una larga siesta bajo el influjo progresista de don Carlos Antonio López.   

Elisa Lynch seguirá produciendo odios, rencores y admiración. De acuerdo con Herib Caballero, este libro no pretende agotar el tema pero sí presentar a los lectores datos y una interpretación más científica más allá de los “fantásticos relatos” que se tejieron en torno a la figura de madame Lynch. En ese sentido hay que mencionar que la autora hace un breve recorrido por las principales obras literarias escritas o inspiradas por la Lynch.   

Por último, cierra este volumen la Exposición y Protesta de la señora Lynch, que como muy bien lo señala la autora al justificar su inclusión, manifiesta: “...la rabia mezclada con una desazón la llevan a escribir sobre todos los aspectos de su vida, sino por sobre todo para entender de qué manera estaba ella ligada a un país: el Paraguay, que recordaba, pero que había terminado el 1º de marzo de 1870”.   

Herib Caballero acota además que  “debemos instar a Ana Barreto a que siga investigando y permitiéndonos comprender mucho más el rol que cumplieron las mujeres en la construcción del Paraguay; por sobre todo, que nos devele esa mitad oculta de la historia paraguaya”.

22 de Marzo de 2011

http://www.abc.com.py/nota/nueva-vision-sobre-elisa-lynch/



MADAME LYNCH FUE MUY HÁBIL EN NEGOCIOS Y AMASÓ FORTUNA

En esta segunda parte de la entrevista que mantuvimos con la historiadora Ana Barreto respecto a su libro Alicia Elisa Lynch, nos comenta que ella como la querida del Mariscal López se convirtió a poco de su llegada a Asunción en una próspera comerciante merced a su habilidad en los negocios.


El libro mencionado forma parte de la colección Protagonistas de la Historia, publicada por la editorial El Lector y distribuida domingo tras domingo con el ejemplar de ABC Color.   

-¿A qué negocios se dedicaba la señora Lynch para subsistir?   

-Apenas ella llega al Paraguay, deposita una gruesa suma de libras en la Tesorería del Estado a su nombre. Dada la modesta vida que llevaba, más el hecho de que Francisco compra una casa para su madre, se infiere que el dinero que usó de capital inicial no era suyo. De todos modos, esas 5.000 libras esterlinas se duplicaron y triplicaron cada año cuando ella entró al mismo sistema del monopolio del comercio que la familia López tenía sobre cueros, yerba, tabaco y ganado. Por si fuera poco, al convertirse ella en la dictadora de la moda en Asunción, se volvió la principal proveedora de artículos finos ingleses y franceses. Uno de sus amigos comerciales con el que durante y después de la guerra tuvo un largo litigio sobre estafa fue el Dr. William Stewart. Pienso en que Elisa fue muy hábil en los negocios, aprovechó todas las ventajas que le otorgaba Francisco y amasó ella misma una considerable fortuna propia.   

-Ella lo sigue a López hasta el final de la guerra, entierra un hijo, luego la expulsan con sus hijos menores. ¿Por qué regresó años después?   

-Entierra a tres hijos por problemas de la guerra. Primero fallece Miguel Marcial de una de las grandes pestes en el campamento militar, luego fallece Panchito en Cerro Corá y, finalmente, Leopoldo, al poco tiempo de llegar a Londres. Elisa puso un pie en Europa en julio de 1870 e inmediatamente empezó a movilizar abogados para tratar de cobrar el dinero que ella y López habían remitido durante la guerra a bancos ingleses, eso por un lado; por otro, un problema de casi 40.000 libras por una carga de yerba en 1868 que se quitó del Paraguay a nombre del Dr. Stewart, pero que era en realidad del Mariscal López y, por supuesto, negociar la validez del testamento de Francisco.    

-El Paraguay también entró en el pleito.

-El Paraguay, en bancarrota, también se metía en ese mismo pleito: se declararon patrimonio del Estado las tierras de López y de ella, se congelaron las cuentas a nombre de Francisco en Inglaterra, y se buscó investigar qué monto tenían en su poder los agentes comerciales del Mariscal. Claro, la cosa cambió en 1875, cuando Gill asumió la presidencia y envió sugestivamente a Bernardino Caballero e Higinio Uriarte a probar un acercamiento a madame Lynch.   

-¿Con qué fin el Presidente le garantizó su venida? ¿Cumplió con su palabra? ¿Qué pretendía en realidad con la presencia de la Lynch en Asunción?   

-Elisa se animó a volver a la Asunción que la había expulsado en 1870, porque el Presidente se mostraba negociador con el tema de la legalidad de las tierras de ella. El historiador Warren señala que Gill creía que existía un fabuloso entierro de oro que López había mandado a hacer, y, si era cierto, necesitaba que Lynch confirmara el lugar donde estaba. En las cartas entre ambos hay una cuestión que se lee entrelíneas. Creo que ese motivo por sí solo sería muy inocente. Al llegar Elisa y su hijo Enrique a la Asunción, ella tuvo el tino de poner a resguardo con un capitán inglés todos sus documentos. Y teniendo en cuenta que Gill no la recibió, hubo una presión de mujeres para volver a expulsarla del Paraguay, y también en esa época fue asesinado el agente de ella; habría razones para pensar que se querían apropiar a la fuerza de las cosas que ella sabía.   

-¿Cómo terminó sus días y dónde?
 
-Elisa falleció en París a los 56 años. Vivió de rentas en la casa que tenía en un elegante barrio. Unos años antes se tomó el tiempo para hacer viajes por Europa y el Oriente. Le sobrevivieron tres hijos: Carlos Honorio, Leopoldo y Enrique. Este último es el que tiene descendencia hasta el día de hoy y el que vivió en el Paraguay participando de cuanta revolución había, activando políticamente y ejerciendo cargos públicos.   

-¿Dónde reposan sus restos y por qué motivo?

-Elisa fue enterrada en el cementerio Père Lachaise de París en 1886. Y permaneció allí hasta que en vísperas de los 100 años de la Guerra de la Triple Alianza, y buscando sustentar su régimen autoritario militar, el general Alfredo Stroessner emprende una campaña de glorificación máxima a los hechos, batallas, lugares y personajes que la vivieron. La memoria del Mariscal López ya reposaba desde 1936 en el Panteón de los Héroes, pero no la de Elisa. Se inició una campaña para regresar sus huesos. Se trajo una urna, pero como el panteón también es oratorio de la Virgen, la Iglesia no permitió que sus restos sin otro título que el de concubina del Mariscal.

26 de Marzo de 2011

http://www.abc.com.py/nota/madame-lynch-fue-muy-habil-en-negocios-y-amaso-fortuna/


ELISA LYNCH, COMPLEJA Y DIFÍCIL

Una nueva biografía de Elisa Alicia Lynch, escrita por la historiadora compatriota Ana Barreto Valinotti, aparece hoy, con el ejemplar de ABC Color, en el marco de la colección Protagonistas de la Historia, publicada por la editorial El Lector.   

Este es el volumen número 4 del total de 23 con que cuenta esta nueva serie bibliográfica que lanzan ABC Color y El Lector en homenaje al bicentenario de la independencia nacional.   

   
Madama Lynch es sin lugar a dudas una de las personalidades más complejas de analizar en todas sus características. Ana Barreto, en esta oportunidad, escribió una semblanza biográfica de la querida del Mariscal Francisco Solano López, tras un meticuloso análisis bibliográfico y de documentos existentes acerca de ella, que no son muchos realmente.   

Al preguntársele cómo se puede abordar históricamente una figura como la de Lynch y estudiarla más allá de los mitos y las leyendas que se tejen en torno a ella, Ana Barreto explica que en primer lugar se debe distinguir cuál es el personaje y cuál es la construcción que se hizo de ese personaje a través del tiempo.   
   
La joven historiadora sostiene que Elisa tiene una memoria armada y dibujada hacia tantas direcciones que lo primero que hizo fue tomar solo la literatura para explicar esa construcción, no a ella misma. El otro problema es la ausencia de cartas íntimas con López o un diario que ella haya escrito. La correspondencia sobre ella es posterior a la guerra, con Emiliano, con Stewart o con Alberdi.   
   
¿Cómo se mediría el grado de amor en términos románticos que ella experimentó? o ¿qué pensaba Elisa sobre el Paraguay o sobre la familia López? Entonces, dice Barreto, “me quedaban por leer las memorias de las personas que la conocieron y a estas a su vez se les deben hacer lecturas críticas sobre en qué contexto se escribieron o con qué simpatías de por medio”.   
   
De acuerdo con el criterio de quien escribió esta nueva biografía de la Lynch, es muy importante ubicar al personaje histórico en el ambiente donde vivió, de acuerdo con las ideas religiosas, morales, políticas y económicas de la época. Aunque para glorificarlos no haga falta más que una buena campaña política “patriótica”, para entenderlos es necesario -según su criterio- saber dónde y cómo tuvieron miedos e hicieron desaciertos. “Por ello mismo creo indispensable señalar los vacíos en la vida de la persona y no rellenarlos con hipotéticas ficciones”, afirma Ana.   

Luego de tantos años, la Lynch seguía encendiendo el odio de varios miembros de la sociedad asuncena. Ana Barreto explica eso señalando que fue por el mismo motivo por el que López sigue crispando memorias entre paraguayos.   
   
Fuera de la exaltación guerrera del paraguayo en la guerra, esta generó enfrentamientos y olas de brutalidad y violencia en todos los estratos sociales del Paraguay, es decir, así como el país enfrentó una guerra total contra los invasores, así mismo también el enfrentamiento fue “entre nosotros”.   
   
Mientras la guerra sea una herida abierta dolorosa por el enfrentamiento que se da en el seno de la sociedad paraguaya a título de “lopizmo patriota” o “antilopizmo legionario”, el recuerdo de sus protagonistas estará moviéndose ambivalentemente en uno u otro bando siempre, expresó la historiadora.   
   
La autora del libro sobre Elisa Alicia Lynch, Ana Montserrat Barreto Valinotti, nació en Asunción en 1978. Siguió la carrera de historia en la Universidad Católica de Asunción. Ha participado de cursos y seminarios internacionales de historia en Bolivia (2002), Brasil (2003), Argentina (2004, 2007 y 2009) y Uruguay (2010).   
   
El campo de su interés y trabajo es la historia social y de género. Dio clases en colegios de enseñanza secundaria y centros de formación docente. Ha sido asistente de archivo de historiadores extranjeros y ha investigado para guiones en montajes museográficos. Ha sido expositora y panelista en debates y cursos de historia en su país. Escribe artículos para revistas y diarios.

27 de Marzo de 2011

 http://www.abc.com.py/nota/elisa-lynch-compleja-y-dificil/

 

 

 

 

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