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OLINDA MASSARE DE KOSTIANOVSKY (+)

  CUATRO PROTAGONISTAS DE CERRO CORA (OLINDA MASSARE DE KOSTIANOVSKY)


CUATRO PROTAGONISTAS DE CERRO CORA (OLINDA MASSARE DE KOSTIANOVSKY)

CUATRO PROTAGONISTAS DE CERRO CORA

OLINDA MASSARE DE KOSTIANOVSKY

 

 

         Las páginas de nuestra historia registran hechos de suma importancia, que producen natural recogimiento a los lectores, que se ven transportados hacia los protagonistas que actuaron y vivieron el momento histórico por sí mismos.

         Estos aconteceres de la historia de gran magnitud imponen a sus actores grandes sacrificios, que son los que causan a la posteridad el asombro y la reflexión por la maravillosa obra emprendida y por sus extraordinarios hechos hazañosos.

         Cuatro fueron los protagonistas que, terminada la guerra grande, sin pretensiones literarias, cultivaron la historia de carácter militar.

     Estos actores de aquel terrible drama que terminó en Cerro Corá, con aquella resistencia sin esperanza, de aquella última demostración de valor colectivo, sin plan de operaciones, regulado y previsto, sino que más bien era la lenta agonía de una raza... los últimos desangramientos de una nación que, dislocada en grupos dispersos, sin armas, municiones, ni bagajes, se disponía, con estoica resignación a perecer, abrumada por el número de los enemigos, el hambre, y las cruentas penurias.

         Estos actores, valientes soldados defensores de la Patria, bosquejaron sus respectivas actuaciones y legaron a la historia datos de indudable valor documental, para la evocación de esta terrible agonía de su pueblo.

         Cerro Corá es el firme pedestal en que descansa el heroísmo paraguayo en el presente y en el porvenir; es el escenario en que, después de cientos de combates, los últimos soldados de la Patria cayeron envueltos en la bandera nacional, dando al mundo digno ejemplo de patriotismo.

         Éstos protagonistas de Cerro Corá, entre muchísimos otros más, a quienes hoy rendiré homenaje, fueron el General de División Francisco Isidoro Resquín, los Coroneles Crisóstomo Centurión y Silvestre Aveiro y el Tte. Cnel. Víctor Silvero, correntino.

         El 25 de febrero de 1870 el Mariscal reunió a todos los jefes y oficiales sobrevivientes del Ejército, y luego de una arenga patriótica, en que hizo resaltar la abnegación y la gloria de los hombres que habían dado su vida por la Patria, leyó el decreto que confería la medalla de Amambay, "como testimonio público de honor y de justicia a los beneméritos defensores de la Patria, que con abnegación ejemplar y patriótica virtud hicieron esta campaña cruzando dos veces las Sierras del Mbaracayú".

         Silvero, Resquín, Centurión, Aveiro, también fueron condecorados, y todos ellos afirman que esta medida que adoptó el Mcal. produjo animación en toda la tropa, resuelta a mantener la heroica resolución de ser leales a su juramento.

 

JUAN CRISOSTOMO CENTURION Y MARTINEZ:

 

         Nació en Itauguá el 27 de enero de 1840, hijo de don Francisco Antonio Pérez de Centurión y Rosalía Martínez. Cursó estudios en su pueblo natal, y los continuó en la Asunción. Fue alumno de la Escuela de Matemáticas, dirigida por el profesor francés Pedro Dupuy. Realizó sus estudios secundarios en el Instituto dirigido por el literato español Ildefonso Antonio Bermejo. Fue enviado a Europa en 1858 por don Carlos Antonio López en goce de una beca, y después fue destinado a la carrera diplomática. Permaneció en Londres durante 5 años; de allí se trasladó a París, y a su regreso al Paraguay ocupó el cargo de secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores.

         Centurión fue un valiente e inteligente defensor de su patria. La historia registra hechos suyos de suma importancia durante todo el curso de la guerra grande. Su actuación en la guerra fue activa y eficaz.       Su participación en el combate naval de Riachuelo fue excelente. Se le confirió, por su meritorio y correcto comportamiento durante la guerra, la Estrella de Caballero de la Orden Nacional del Mérito.

         También actuó en los encuentros de Itá Ybaté; luego en Ascurra, donde ascendió al Tte. Coronel el 24 de julio de 1869, y, por  último, acompañó al Mariscal durante toda la gloriosa y prolongada campaña de "sangre y lágrimas", hasta el sacrificio de Cerro Corá. Allí recibió una herida que le destrozó la mandíbula, fue tomado prisionero y enviado al Brasil.

         Escribió sus "Memorias" o "Reminiscencias históricas sobre la guerra del Paraguay", en cuatro tomos de gran valor documental.   La obra fue impresa en Buenos Aires de 1894 a 1897. Posteriormente se hizo otra edición, con prólogo de J. Natalicio González.

         Dichas "Memorias", escritas en prosa sencilla, sin mayores pretensiones retórica, constituyen una de las fuentes más ricas en informaciones para la reconstrucción histórica de la época de la guerra, lapso intensamente dramático en la vida del Paraguay, porque este diplomático e historiador de la Guerra Grande, fue conspicuo actor en ella.

         Como periodista, el Coronel Centurión fue asiduo colaborador de "El Semanario". Durante la guerra fundó con el poeta Natalicio Talavera, el semanario bilingüe satírico-jocoso, "Cabichuí". Era editado en Paso Pucú, por los Talleres Gráficos del Ejército.

         Liberado del cautiverio, retornó a Europa, donde permaneció durante varios años, y aprovechó su estada allá para recorrer al Viejo Mundo.

         Vuelto al Paraguay, desempeñó cargos de suma importancia.

         Fue Ministro Interino de Justicia, Culto e Instrucción Pública; miembro del Consejo Nacional de Educación y Senador de la Nación. Fue asiduo colaborador de la

Revista del Ateneo Paraguayo. En el local de esta institución pronunció sabias conferencias de gran interés. Colaboraba en los principales diarios de la Asunción. Desde 1887, Centurión se dedicó intensamente a la vida política y cívica del país.

         Falleció en la Asunción, en el año de 1903, a los 68 años de edad.

 

GENERAL DE DIVISION FRANCISCO ISIDORO RESQUIN:

 

         Nació en la Asunción, en 1823. Siguió sus estudios en su ciudad natal, en la escuela del maestro Téllez. Siendo todavía muy joven, abrazó las carreras de las armas. Se incorporó en el ejército durante el gobierno de don Carlos Antonio López.

         Tuvo brillante actuación en la guerra, y gracias a su elevada posición, pudo reunir datos e impresiones de sumo interés. Su obra tiene por eso inmenso valor documental y sirve de fuente de consulta a los estudiosos e investigadores de nuestra historia, para dilucidar sucesos y pasajes notables de la contienda contra la Triple Alianza.

         Fue colaborador directo del Mariscal. Su comunicación con él era diaria, se puede decir, permanente, debido a su experiencia y corrección. Sus informes, las correspondencias, los telegramas y felicitaciones que el Mariscal López enviaba a Resquín, son conocidos. Así por ejemplo: el plan de ataque en el territorio correntino; el proceso al General Robles; las distintas comunicaciones sobre los incidentes militares entre los mayores Cabral y Díaz, la orden de iniciación del proceso contra el brigadier Robles.

         Se conocen también los distintos comentarios del Mariscal hechos al General Resquín, acerca de la marcha política y militar de la guerra, y las distintas y pormenorizadas instrucciones sobre la forma de efectuar el pasaje del Río Paraná, que lo hizo al General Resquín, no sólo con los soldados y cañones, sino también, con más de cien mil cabezas de ganado que fueron arreadas por su ejército. Se sabe el comentario del mariscal y la indignación que le causó la rendición de Uruguayana el 30 de octubre de 1865. Resquín tuvo actuaciones en que demostró gran valentía. Así, entre muchas otras, aquella en que junto a Bernardino Caballero, el 26 de diciembre de 1868, cuando lograron hacer retroceder a los aliados en Lomas Valentinas.

         Su obra histórica se titula "Datos históricos de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza", dictada por su autor a Ángel Veneroso.

       Fue impresa en Buenos Aires en 1856. El manuscrito de esta obra se guarda en el Archivo Nacional de la Asunción.

         El General Francisco Isidoro Resquín, falleció a los 59 años de edad, en San Pedro de Ycuámandiyú.

         Juan Crisóstomo Centurión afirma que la Relación Histórica de Resquín, en cuanto a los últimos sucesos de Cerro Corá, adolece de inexactitudes incurables e insanables, y que, aparte, esta circunstancia, tiene poco valor, por ser la de un hombre que observó una conducta poco digna del elevado rango que investía, al entregarse, como prisionero de guerra".

 

 

VICTOR SILVERO, nacido en Corrientes; después de haber pasado varios años de su adolescencia y juventud en la Asunción, volvió a su ciudad natal.

         En la guerra de la Triple Alianza tuvo actuación directa a favor del Paraguay, y llegó hasta Cerro Cora,  Crisóstomo Centurión lo llama el "hombre clave de la guerra".

         Inicia su actuación en la política del Paraguay cuando estallada la guerra, José Berges fue comisionado a Corrientes. Llegó a esta ciudad el domingo 16 de abril de 1865. Llevaba la misión de representar directamente al Presidente de la República Mariscal Francisco Solano López, como comisionado civil en la provincia de Corrientes. Era propósito del gobernador paraguayo no traer a Corrientes como a país conquistado, sino como a un pueblo amigo, con el cual el Paraguay podría inclusive establecer una alianza; ya que la guerra declarada no era contra el pueblo argentino, sino contra el gobierno del General Mitre.

         Tenía Berges instrucciones de gestionar la formación de un gobierno civil, con personalidades correntinas, quienes debían tener a su cargo la administración de la provincia. Con dicho gobierno podría pactarse una alianza contra el de Buenos Aires. El Paraguay, había optado por prescindir de la formación de un gobierno netamente militar.

         "El Semanario" publicó un artículo de fondo destinado a preparar ambiente a la misión del Canciller Berges. Decía: "Bien han comprendido los leales correntinos que el Paraguay no pisa su suelo para conquistarlo: su bandera no es la bandera de la absorción que el Brasil levanta y bajo la cual se ha afiliado el gobierno argentino; el Paraguay lleva su estandarte a esas regiones para entrelazarlo con el pabellón argentino que sea sostenido por brazos leales y corazones entusiastas del bien del país, lleva a estrechar con ellos la comunidad de sangre, de lengua, de creencia, con el sostenimiento del interés común que se cifra en la destrucción de los enemigos de la paz, de la tranquilidad y del progreso de estos pueblos".

         "Los correntinos serán los primeros a quienes cabrá la gloria de levantar la bandera argentina que siempre ha flameado sobre el humo de los cañones que sostuvieron inmortales principios; ellos serán los primeros que volverán por el honor, por el nombre argentino, que se ven comprometidos por la negra e infame traición de su gobierno".

         De los ciudadanos que integraron el triunvirato o Junta Gubernativa de Corrientes, el más competente por su ilustración para el desempeño del cargo, fue el periodista don Víctor Silvero.

         Juan Crisóstomo Centurión afirma "que era un hombre formado por sí mismo", un autodidacta de maneras cultas y de palabra fácil.

        Como periodista, escribía con nervio y vigor; sus frases sonoras y vibrantes, manifestaban una profunda convicción en los principios políticos que defendía; fustigaba con energía al Brasil y a sus aliados como enemigos de la concordia, la paz y el progreso de los pueblos del Plata.

         Víctor Silvero defendió la causa de la patria paraguaya, y participó de su destino como un verdadero paraguayo.

         Prestó valiosa colaboración en los periódicos "El Independiente" y "El Progresó" durante la ocupación de Corrientes en 1865, y luego en "El Semanario", y en "Cabichuí", como lo hicieron el P. Fidel Maíz, el deán Eugenio Bogado, el padre Francisco Solano Espinosa y Gerónimo Becchi.

         El último periódico mencionado tenía sus corresponsales en la vanguardia y en todas las divisiones de nuestro ejército en campaña; eran designados con los nombres guaraníes de las avispas más bravas.

         El nombrado correntino fue un auténtico y capacitado periodista, entregado con vocación y firmeza durante cinco años a su tarea profesional en pro de una causa que juzgó digna de su estupenda defensa.

         Juan Silvano Godoy  reproduce una conversación muy interesante habida entre el Mariscal y Víctor Silvero.

         El texto dice así:

         "Llamó López al Coronel Silvero, y le invitó con un cigarro. Hizo fuego en su yesquero de oro, encendió su cigarra y pasó fuego a Silvero. Luego le dijo: Vamos a librar, Coronel, nuestra última batalla. Si llega Ud. a salvar la vida, debe escribir la historia de esta gran guerra. Nadie mejor preparado por el conocimiento de los sucesos y su ilustración personal que Ud. para hacer conocer al mundo los singulares acontecimientos de esta lucha sin igual.

         "Yo llevaré a la tumba el pesar de no haberme sido posible recompensarle sus buenos servicios, de los que he estado siempre satisfecho".

         "Escúcheme Coronel: -Yo no soy el vencido en esta guerra de seis años, porque no he sido rendido ni dominado; es el país entero, mi patria, mi pueblo, el Paraguay, que se ha agotado y consumido. De haber contado con mayores elementos, con nuevos hombres y recursos, con una nación de mayor población, otra suerte cupiera a la Triple Alianza"!

         "En la antigüedad, en aquellos tiempos, de hombres extraordinarios, el que perecía en la contienda luchando, era el vencedor, y no el que quedaba con vida.

        Los hombres del triunfo se discernían al muerto, porque era considerado el primero en la jerarquía de  los héroes".

         "Si la naturaleza no me dotó de genio para dirigir con mayor fortuna las batallas, he tenido en cambio el don de la voluntad que constituye la energía del acto, la proeza objetiva concreta, que avasalla los sucesos y la imaginación humana, y que vale tanto o más que el genio; pues que se sustenta con un sentimiento dominante, más poderoso que el instinto de la conservación: un sentimiento único que exige imperativamente la supresión irrevocable de ese delirio angustioso que se llama muerte".  

         "Y si mis ejércitos diezmados mil y mil veces me han seguido a despecho de tantos contrastes y penurias hasta el postrer extremo, es decir hasta este final momento ha sido precisamente porque sabían que yo, su jefe supremo, había de sucumbir con el último de ellos, sobre este mi último campo de batalla...".

         Las primeras descargas de los rifleros brasileños que se iban aproximando a Cerro Corá, interrumpieron la interesante y sentida exposición del Mariscal López, cuya elocuencia sugestiva se nivela a la de su memorable nota-contestación del 24 de diciembre de 1868 en Lomas Valentinas, a los aliados, al intimarle éstos rendición.

         El Coronel Silvero prometió al Mariscal cumplir sus deseos si sobrevivía, antes de separarse de él para ir a buscar su puesto en la vanguardia.López movió su

caballo e hizo ocupar a su diminuto ejército la posición definitiva en que esperó al enemigo".

         Terminada la guerra, los tribunales argentinos siguieron a Silvero un juicio criminal por  traidor, pero él sin valerse de abogados, hizo una extensa y brillante defensa, con la cual desbarató la acusación fiscal y obtuvo su absolución de toda culpa y pena.

         Cumpliendo el pedido del Mariscal López, escribió dos gruesos volúmenes sobre la guerra de la Triple Alianza, los cuales, como no fueron publicados, se perdieron, por desgracia, al producirse su muerte en 1.902.

         Con motivo de las celebraciones de la victoria de Boquerón, Víctor Silvero improvisó unos versos, impresos luego en hojas volantes.He aquí su texto:

         "Salve, nación Paraguaya!

         Oh, grande Patria, salve!

         La Libertad y el Derecho

         Bendecirán tus edades!

         Ya la espada del gran López

         Marcando grandes victorias

         Te colma de heroicidades,

         Laureles, palmas y glorias.

         Ya tus fieros enemigos:

         Un imperio y dos Repúblicas,

         Bajo el filo de tus armas.

         Se sepultan en sus tumbas.

         Y ya los mundos recorre 

         con el clarín de la fama .

         De la Libertad el triunfo 

         Cual fruto de sus hazañas.

         El diez y ocho de julio

         Será de gloria inmortal

         A la Nación Paraguaya

         Y a los esclavos fatal.

         Viva, viva el Paraguay,

         De la libertad el fruto!

         Viva, viva se repite

         En los ecos de dos mundos!"

 

         Al rendir esta justa honra a Víctor Silvero, correntino por su patria de origen, pero paraguayo por haber militado con dignidad en nuestro ejército durante  la guerra de la Triple Alianza, salvado ya su nombre del olvido, seguiremos investigando la suerte corrida por los dos volúmenes que es fama escribió sobre la guerra de 1964 a 1870. Su preparación intelectual y la circunstancia de haber sido el autor de esos libros, actor de los episodios guerreros que allí habrá narrado, hacen presumir cuán  inestimable seria su valor para el total y verdadero conocimiento de muchos hechos de esa parte de nuestra historia.

         Ojalá que las manos interesadas causantes de la falta que sufrimos, no hayan destruido totalmente y para siempre la mencionada obra, de Víctor Silvero!

        

         El Coronel SILVESTRE AVEIRO nació en Limpio, en 1835. Desde joven sobresalió por su erudición e inteligencia. Siendo aun bastante joven actuó, y por muchos años, como secretario de don Carlos Antonio López, y también lo fue de su hijo el Mariscal López.

         Ocupó cargos de jerarquía, como el de Escribano de Gobierno y Hacienda y el de Archivero de la nación. Formó parte del tribunal militar conocido como "Tribunal de  Sangre", y su figura aparece con tintes sombríos en la historia patria, pues le cupo actuar en luctuosos sucesos como el proceso de San Fernando de 1868, el de Pancha Garmendia, y en los otros muchos más entre los cuales está el de la propia madre del Mariscal: doña Juana Carrillo. Se podría decir de Aveiro lo que dijo el padre Gaona respecto del Padre Maíz, en su libro, "El clero de la guerra de 1964/70. "que le faltó el temple del héroe". Fue un instrumentó servil en la odiosa misión que se le hizo desempeñar".

         Llegó Cerro Corá como Ayudante   de campo del Mariscal.

         Aveiro afirma que toda su actuación al lado del Mariscal, y en el servicio público ha sido obedeciendo órdenes del mismo, pero con fe y convicción y todo ello dentro de la rectitud, la ley y la justicia".

         Fue llevado como prisionero a Río de Janeiro. Es conocida la protesta del Coronel Aveiro contra la manera como le fue arrancada la declaración que hizo a bordo de la Cañonera "Yguatamí" el 23 de marzo de 1870, declaración que fue enviada para su publicación al diario "Jornal de Comercio" de Río de Janeiro, el cual la publicó en julio del mismo año.

         Sus "Memorias" registran los hechos de su actuación, y fueron publicadas en la Revista del Instituto Paraguayo. Uno de los capítulos es el titulado "Cerro Corá", narración hasta entonces inédita.

         El Coronel Aveiro falleció en Luque, en 1919, a los 84 años de edad.

         He bosquejado brevemente a cuatro actores en la Guerra Grande (de 1864/70), que fueron colaboradores cercanos del Mariscal, y testigos por tanto del heroísmo sin paralelo posible de la raza, de las luces y sombras, de los aciertos y errores de la gran tragedia que culminó con el sacrificio de Cerro Corá, donde el Mariscal cumplió su juramento de "vencer o morir", después de estar aniquilado el ejército nacional y cuando la población del Paraguay se hallaba casi exterminada.

         Después de la hecatombe de Cerro Corá hubo el peligro de que surgiera un motivo de división de los paraguayos. Y fue el ilustre don Manuel Gondra quien llamó a la cordura a sus compatriotas y propuso la acertada fórmula que podría traer la concordia y la unión de todos los hijos de esta Patria heroica. Estas son, más o menos, las palabras de Gondra: "Aceptemos el pasado íntegro de nuestra Patria, con sus luces, y sus sombras, sus heroísmos y sus martirios, sus errores y sus glorias, ya que el Mariscal López murió con el nombre del Paraguay en los labios".

         He aquí unos versos de Juan Zorrilla de San Martín, quien a raíz de la enorme impresión que causó en el Uruguay el martirologio de Cerro Corá, los publicó en marzo de 1870. Dice así:

 

         A LA MUERTE DEL MARISCAL LOPEZ

 

         ¡Caíste, al fin! Mortal fue tu caída,

         Intrépido guerrero,

         Porque al caer, un homicida acero

         Te arrebató la vida.

 

         Caíste, como es propio del soldado

         Generoso, y valiente,

         Ceñida de laurel la noble frente

         Vencido y muerto, pero no humillado.

 

         La estrofa final es ésta:

         A la posteridad tu nombre pasa,

         Y, en tanto el día de justicia espera,

         Que quien luchando por su patria muere

         Para la vida de la muerte nace.

 

 

FUENTE - ENLACE INTERNO:

 

ANUARIO DEL

INSTITUTO FEMENINO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS

VOLUMEN Nº 1

ASUNCIÓN – PARAGUAY

1970 – 1971 (175 páginas)

 

 

 






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