¿EN QUÉ BARRIO VIVO?

Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA

En la Asunción escondida, la que está oculta -pero no perdida- bajo los cementos de nuestra civilización, la gente todavía mantiene viva la idea de que esta ciudad surgió y se ha consolidado sobre siete colinas, igual que Roma.

Pero la expansión urbana ha ido ganando terreno, incorporando más promontorios, alcores, valles y collados, sectores a los que ha ido bautizando con sentido común, según su saber y entender más genuino, conforme a la tradición de sus antepasados.

Pero los gobernantes no precisamente interpretan ese sentir popular e imponen nombres arbitrariamente. La división de Asunción en barrios es un ejemplo de la falta de lógica y de sentido común o de pertenencia.

Quienes viven sobre la legendaria Loma Cachinga dicen que su barrio ha sido denominado “Dr. Francia” por la Municipalidad. Sin embargo, es el nombre que menos utilizan. La gente asegura y cree que vive en Sajonia, en el barrio San Luis, en el barrio del Hospital o en el barrio Clínicas.

En otro sitio los moradores se sienten identificados con el nombre de la antigua colina “Loma Tarumá”, pero no saben muy bien si viven en el barrio General Díaz, en Catedral o San Roque, que son los nombres que confluyen en el lugar según la nomenclatura oficial.

En Villa Morra y Recoleta los pobladores siempre se disputan el nombre y el territorio. Es un sempiterno problema de límites.

“La evolución de la ciudad se confunde con la evolución de la vida social humana. Primero surge la casa aislada; después se agrupan para dar nacimiento a la aldea (poblado o caserío), grupo de habitaciones rústicas; y finalmente, a través de largo y variado proceso, tenemos la ciudad propiamente dicha”, dice Mario Alzamora Valdez en su libro “Derecho Municipal”, al analizar el Origen y Evolución de la Ciudad.

Así surgieron todas las ciudades antiguas y así nació Asunción, como Casa Fuerte, en 1537 en la Loma Kavara, hoy barrio La Encarnación.

Todos los asuncenos van y vienen, entran o salen de lugares que llaman “Centro”, “Varadero”, “Isla de Francia” o “Campo Grande”. Pero todos estos son nombres que no existen en el mapa convencional, en el que dicta el municipio. Por el contrario, son sitios que están en la mente de la gente, en su sentido lógico de ubicación, en la toponimia.

Así también existen nombres legendarios o históricos que han sido borrados como “Mangrullo” o “Piedras de Santa Catalina”. De las calles ni hablar.

Quizás haya nombres que ya no se justifican porque vinieron otros de más fuerte radicación que los reemplazan. Pero muchos deberían mantenerse.

Si preguntáramos a los 600.000 asunceños o a todos los paraguayos dónde queda el Estadio Defensores del Chaco, la respuesta sería unánime: “En Sajonia”. Pero la Comuna ha decidido que quedara en el barrio “Carlos A. López”, donde siquiera está el parque del mismo nombre. El “Parque Carlos A. López” está en el barrio “Dr. Francia”. Un contrasentido.

Los barrios son ciudades en miniatura donde los habitantes están arraigados, como las plantas. Son sitios con identidad propia en donde la gente comparte el sentido común de pertenencia. La nomenclatura también es un patrimonio histórico.

En fin, los nombres de los barrios deben ser los que están en la memoria colectiva y no el que nos impongan los burócratas.

Artículo publicado en el diario ABC COLOR

En fecha Domingo, 9 de Setiembre del 2012

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY