PENSAMIENTO ALDEANO
Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA
pgomez@abc.com.py
El asunceno no deja de ser aldeano para convertirse en capitalino. La ciudad quedó estancada en el tiempo y predomina aún el culto a la chapucería. La Capital paraguaya de hoy es el reflejo de su “civilización”, de sus gobernantes y gobernados.
“La evolución de la ciudad se confunde con la evolución de la vida social humana. Primero surge la casa aislada; después se agrupan las casas para dar nacimiento a la aldea (poblado o caserío), grupo de habitaciones rústicas; y finalmente, a través de largo y variado proceso, la ciudad propiamente dicha que reviste tantas modalidades”, dice Mario Alzamora Valdez en el libro Derecho Municipal.
Luego puntualiza que: “La aldea pertenece al campo; es el grupo rural nacido de las necesidades de cooperación y defensa (…) El aldeano es el hombre eterno. Vive independiente de toda cultura. La cultura, que es historia, anida en las ciudades. El aldeano carece de historia”.
Al vivir Asunción ¿estamos en una urbe o en una aldea?
Si bien las protestas en las redes sociales están a la orden del día no pasan de reacciones pasionales efímeras y siempre terminamos tropezando con la misma piedra y cayendo en los mismos baches.
Es paradógico ver que Asunción crece de forma exuberante con un nuevo eje corporativo y de desarrollo, con hoteles de lujo y grandes centros comerciales que no tienen nada que envidiar a otras capitales del mundo. Sin embargo, en los portales dan la bienvenida un albañal de aguas servidas. No hay infraestructura.
La ensalada vehicular aumenta cada vez más bajo la maraña de cables entretejidos que poluyen la visual y se desplaza sobre barquinazos. El cablerío enredado no molesta, pero sí los árboles que son extirpados de las fachadas.
Las veredas son depósitos de mercaderías y cachivaches o lugares donde se ubican obstáculos y hasta muros de contención para “evitar el paso” porque hay que dar prioridad a los autos que entran a un centro comercial lujoso.
Las principales esquinas están copadas por limpiavidrios y cuidacoches que se mueven en avalancha.
Los edificios patrimoniales del Centro Históricos son tumbados sin ton ni son en lugar de revalorizarlos y enaltecerlos.
El hombre no puede vivir solo. Es el único entre todos los seres de la naturaleza –dice Aristóteles– que tienen la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades morales y que posee el don del lenguaje, que lo lleva a la comunidad y participación en estas cosas, en la familia y en la ciudad”, parafrasea Alzamora.
En Asunción no hay diálogo ni armonía en la sociedad que usufructúa la ciudad. Cada uno hace lo que quiere y lo que le viene en gana.
Los concejales y el intendente, mientras, aumentan el presupuesto para gastos en personal.
Pareciera que la ciudad se nos va de las manos cada vez más. Que no ha recuperado el rumbo hace tiempo extraviado.
Asunción se parece más bien a una aldea donde el infierno es grande. O por lo menos nadie se despoja de esa mentalidad aldeana que hizo sucumbir a la Madre de Ciudades.
Fuente: ABC Color
www.abc.com.py
Sección: OPINIÓN
Domingo, 10 de Julio de 2016
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