Sin título

Dibujo a tinta sobre papel, 70 x 50 cms., Año 1979;

Obra de JENARO PINDÚ

Foto: J.A. Perasso;

Colección Particular.

Sin título

Técnica: Dibujo a tinta sobre papel

Medida: 70 x 50 cms., Año 1980;

Colección Particular.

LOCOMOTORA

Técnica: Grabado en metal

Medida: 59 x 59 cms., Año 1983;

Colección Particular.

LA COMILONA, 1978

Técnica: Experiencia consistente en montaje,

"performance" y participación del público.

EXPOSICIÓN ARTE CATASTRÓFICO

Galería Arte-Sanos

Foto Carlos Cristaldo

Obra: Sin título - Año 1980

Técnica: Dibujo a tinta, 72 x 47 cm.,

Foto José A. Perasso

Colección particular

Obra: Sin título

Técnica: Dibujo a tinta

Obra: Sin título

Técnica: Dibujo a tinta

Pindú comienza trabajando con esculturas; formas orgánicas de texturas ampolladas que ya anuncian el sentido fantástico de su trabajo. Pero su obra principal se define enseguida a través del dibujo; la exposición realizada en la galería Miró en 1970, marca el inicio del apogeo de esa técnica en la década que comenzaba entonces. A partir de allí, su figuración fue creciendo e incorporando nuevos significados y procedimientos, pero sin alterar esencialmente sus contenidos fantásticos y dramáticos.

Aquellas maquinarias semiderruidas de su primera exposición, los relojes atemporales (que recordaban formas arcaicas o anunciaban tiempos por venir), las ruedas inmóviles (o infinitas) enredadas en la maraña de líneas o ya convertidas en otras formas, los símbolos dispersos -restos de naufragios antiguos o simples señales de recuerdos y de sueños- fueron suplantados, en la muestra realizada 10 años después, por las construcciones, las arquitecturas imaginarias, los grandes muros flamígeros: estructuras vacías amenazadas por la destrucción de la naturaleza y el tiempo. "En esta nueva exposición", escribe Josefina Plá, "la rueda ha desaparecido. Se repite el paisaje de un mundo náufrago: pero ahora el símbolo del naufragio no es la máquina, sino el edificio; no la obra simple, sino el mismo habitáculo del hombre. Es un mundo deshabitado hasta de esperanza en el cual las modernas torres de Babel se disgregan, se hunden... Los enormes edificios se doblegan, se humillan, raíces al aire, como enormes muelas roídas por caries monstruosas; se borran regresando hacia el magma primero..." (Plá. 1980, b).

Posteriormente, la imagen de Pindú se refracta, se fragmenta y repite en los collages buscando nuevas posibilidades expresivas. Los grabados presentados en la XVIII Bienal de São Paulo, implican una innovación y suponen un cambio conceptual y técnico: desde los requerimientos del nuevo medio (el artista utiliza el cobre y trabaja en punta seca, aguafuerte y aguatinta), la forma, el color y las gradaciones sutiles pasan a ocupar un lugar cada vez más importante, y aparecen planos densos, nuevos espacios más compactos y complejos y un tratamiento de la figura que refuerza su vigencia y enriquece la expresión.

El dibujo que comentamos recoge el doble aspecto de la poética de Pindú, que parte de estructuras firmes (muros, torres, sólidas construcciones) o de signos de estabilidad, orden y consistencia (locotomotoras, relojes, máquinas, ruedas) y las expone luego al drama de la contradicción y la finitud. En el dibujo, la fortaleza se resquebraja, se deshace barrida por vientos, vapores, humos, ráfagas de polvo; se disuelve en meras líneas que desnudan su esqueleto y la convierten de nuevo en un boceto.

El dibujo supone una depuración de la imagen anterior, tanto en lo referente a los recursos formales como a los símbolos que utiliza. Pero por debajo de estas variaciones encontramos que Jenaro Pindú permanece fiel a sus contenidos originales sobre los que vuelve siempre: el entorno y los signos del hombre marcados por la soledad, por la fatalidad de querer apresar el tiempo inventando máquinas que estarán siempre antes o después del mismo; los límites ante el devenir expresados en la vulnerabilidad de andamiajes crujientes, en la inutilidad de puertas y escaleras sin destino, en la fragilidad de construcciones heridas por incendios ocultos o ciclones invisibles. El hombre (¿extinto?, ¿exiliado?) aparece sólo como el parámetro de su propia ausencia, a través de sus objetos, sus construcciones y sus proyectos para enfrentar el tiempo y su constante amenaza de destrucción y deterioro.

 TICIO ESCOBAR 

Comentario sobre la obra de PINDÚ

en el  CAPÍTULO V: La consolidación, página 582,

UNA INTERPRETACIÓN DE LAS ARTES VISUALES EN EL PARAGUAY

Autor: Ticio Escobar

Editorial Servilibro,

Asunción-Paraguay 2007. 630 pp.