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JUAN JOSÉ BENÍTEZ RICKMANN

  ESTUDIO SOBRE LOS PARTIDOS POLÍTICOS PARAGUAYOS, 1981 - Por JUAN JOSÉ BENÍTEZ RICKMANN


ESTUDIO SOBRE LOS PARTIDOS POLÍTICOS PARAGUAYOS, 1981 - Por JUAN JOSÉ BENÍTEZ RICKMANN

ESTUDIO SOBRE LOS PARTIDOS POLÍTICOS PARAGUAYOS

Por JUAN JOSÉ BENÍTEZ RICKMANN

Editorial EL FORO

Asunción – Paraguay

1981 (137 páginas)



LOS PARTIDOS POLÍTICOS PARAGUAYOS


I. - INTRODUCCION


         Los partidos políticos constituyen, dentro del sistema democrático representativo y parlamentario, órganos de expresión nacional. Los hombres, conscientes de esa realidad socio-política, se agrupan en torno de un programa concreto y definido que contenga un cuerpo de doctrinas y de ideas claramente expresadas.

         Generalmente, esos programas y postulados se refieren a los complejos problemas nacionales, sean éstos políticos, económicos, administrativos, internos o internacionales.

         Cada partido político tiene, desde su prisma de observación, una forma particular de visualizar esos hechos, por tanto cada uno de ellos presenta el repertorio de soluciones que cree más atinado para solucionar las necesidades públicas.

         Otra de las características fundamentales de los partidos políticos es que aspiran a ocupar el poder político de la Nación. Todos aspiran a gobernar y, a través de dicha premisa, cumplir con los objetivos que se han propuesto, ya que en esa ubicación de conducción nacional, estarán en mejores condiciones y posibilidades de llevar al plano de las realizaciones concretas, los programas, planes y proyectos que sustentan como plataforma de lucha en el medio cívico en que actúan.

         El sistema democrático representativo, que es el nuestro, admite el pluripartidismo, lo cual significa la convivencia de los partidos políticos en el marco estricto de la Ley, de modo que mediante periódicas consultas electorales, pueda determinarse, gracias a la voluntad popular, quién tiene el legítimo derecho a ocupar posiciones rectoras en las altas decisiones políticas de la Nación.

         Sólo de esa manera es posible institucionalizar la diversidad de opiniones de la ciudadanía y encauzar las mismas hacia un pleno de respetuosa competencia.

         El Estado Democrático, por su parte, se afirma y robustece mediante la periódica concurrencia de los partidos políticos en la disputa legal por el ejercicio del Poder, fin supremo de las agrupaciones políticas; pero hay que entender y conviene interpretar a la Democracia como disciplina consciente, como orden en la convivencia y como progreso en el trabajo creador. Las urnas comiciales deben ser el instrumento de la Democracia que practicarnos con la causa del patriotismo y nacionalismo dentro de toda ideología partidaria.

         La Constitución Nacional del año 1967, vigente, con referencia a los partidos políticos, en su artículo 117 expresa textualmente:

         "Todos los paraguayos aptos para votar, tienen el derecho de organizarse en partidos políticos para participar, por métodos democráticos, en la formación de las autoridades electivas y en la orientación de la política nacional".

         "La Ley reglamentará la constitución y el funcionamiento de los partidos políticos, con el fin de asegurar su carácter democrático y garantizar su igualdad ante ella".

         Como vemos, el texto constitucional transcripto es claro y terminante sobre el método democrático de la organización y funcionamiento de los partidos políticos y sobre el derecho que reconoce al ciudadano para participar activamente en la vida política del país.

         Asimismo, podemos apreciar con claridad meridiana que nuestra Ley fundamental contiene también otra clarísima disposición para evitar cualquier confusión o posibles equivocaciones que pudieran surgir sobre los fundamentos democráticos del Estado paraguayo. La misma está en el artículo 118 que, transcripto, dice: "No se admitirá la formación ni funcionamiento de partido político alguno que tuviere por propósito destruir el régimen Republicano y democrático representativo de Gobierno o el pluripartidismo. Queda prohibida la subordinación o la alianza de los partidos políticos paraguayos con organizaciones similares de otros países. Tampoco podrán recibir subvenciones ni directivas del exterior".

         La última parte de esta norma constitucional tiene una oportuna prohibición; especialmente en esta época contemporánea en que las Internacionales políticas, en donde se camufla el totalitarismo, buscan enrolar en sus filas a todas aquellas agrupaciones cívicas nacionales que les puedan servir a sus particulares designios, dividiéndolas, anarquizándolas, con la sutil estrategia de que los partidos políticos divididos y anarquizados debilitan su ejecutoria política, y de esa forma también hacer peligrar las estructuras de la democracia, que con tanto sacrificio se conquistan para el logro de la felicidad de quienes la apoyan y como barrera infranqueable al comunismo apátrida.

         Basta con citar al comunismo internacional, a la Internacional Socialista y a la Democracia Cristiana, que no es democracia, ni es cristiana, e inclusive a ciertos grupos Liberales para darnos cuenta de la sabiduría de los legisladores que redactaron ese cuerpo legal y en particular a la disposición que comentamos.

         Y hablando de doctrinas foráneas, es el momento de recordar un importante documento emitido por la Junta Popular de Afirmación Nacional de los Pueblos Americanos, que dice así: "UNA ALERTA A HISPANOAMÉRICA: Una conjunción internacional de Liberales y Marxistas, postulan un súper gobierno continental con facultades para avasallar a las Naciones Libres....." "El continente americano se halla en estos momentos cubierto por una red internacional de elementos exaltados y subversivos que aspiran a convertir en un súper gobierno, dotado de poder suficiente, para intimidar y extorsionar a las naciones y desatar guerras civiles allí donde hallare resistencia. Se le ha llamado la V (QUINTA INTERNACIONAL) para diferenciarla de sus predecesores; la II (SEGUNDA INTERNACIONAL) que engendró el marxismo democrático; la III (TERCERA INTERNACIONAL) que engendró el marxismo revolucionario y la IV (CUARTA INTERNACIONAL) que engendró el marxismo trotskista, presentado por muchos en Latinoamérica como nacionalismo marxista. Sin embargo, bien puede decirse que esta V (QUINTA INTERNACIONAL), no es sino el resumen y punto de coincidencia de las otras, más los residuos del caduco liberalismo, representado por la GRAN PRENSA MERCANTIL AMARILLA COSMOPOLITA, por los ricos holgazanes en busca de nuevas sensaciones y los intelectuales, "pequeños burgueses", que se definen como progresistas o de izquierdas..." "Si los hispanoamericanos no actuamos con valentía y decisión en la defensa común, nuestras naciones irán cayendo, una tras otra, bajo el poder despótico de esa V (QUINTA INTERNACIONAL) de la mentira libertad y de la falsa democracia, con toda la secuela de terrorismo, entrega económica y miseria en las clases desposeídas, que trae siempre consigo el predominio de las oligarquías jacobinas o extranjerizantes, hasta que al final advendrá el comunismo marxista, natural y fatalmente alentado por el rencor de los pueblos contra los culpables de su condición humillante,"... "Hay que impedir tales desastres, queremos que se restablezcan en América los gobiernos populares de amplia concepción patriótica. No queremos que nuestro Continente caiga en poder de las oligarquías liberales, ni sea el fermento de una revolución marxista que destruya los bienes e instituciones fundamentales de nuestra civilización, los cuales son la nacionalidad, religión, familia, propiedad, ejército, libertad y cultura. Firman esta declaración, entre otros: José María Rosa (H), José Luis Muñoz Aspiri, Marcelo Sánchez Sorondo, Eduardo S. Castilla (Revista Mayoría Nº 106, 30 de abril de 1969)".

         La fecha de este documento debe llamarnos poderosamente la atención, al analizar la problemática política de nuestros tiempos, en donde el terrorismo internacional, solapado en ciertas instituciones políticas intentan socavar nuestra límpida trayectoria Republicana y Nacionalista, a través de la nefasta publicidad de la prensa amarilla, mercenaria de todos los tiempos.

         Luego de todas las consideraciones, entendemos que los partidos políticos deben fundarse y organizarse para desarrollar actividades y aptitudes cívicas de sus afiliados, en un medio político concreto, dentro de los límites de una expresa soberanía territorial y estatal, en atención a la problemática específica de una nación.

         Sólo los totalitarismos, que reducen al hombre a la categoría de instrumentos de sus designios antidemocráticos, no respetan la dignidad humana, ni la soberanía y autodeterminación de las naciones, y procuran, con la ayuda de sus personeros o de sus mercenarios, comprometer a los partidos políticos y a los políticos de otros estados soberanos, usando la psico-política como verdadera arma psicológica, para convertirlos en quinta-columnas contra los sistemas democráticos de sus países.

         Considerando el fundamental valor de la persona humana, la Constitución Nacional, en sus normas, tiene otra previsión para evitar que los partidos políticos, ya movidos por intereses puramente egoístas, sectarios o de otra índole, coaccionen a sus afiliados a la no participación en las periódicas elecciones Nacionales, Municipales o para Constituyentes.

         La pertinente disposición está contenida en el artículo 119, que textualmente, expresa:

         "Ningún Partido Político podrá proclamar la abstención que signifique no participación de los ciudadanos en elecciones".

         Sentadas estas premisas y consideraciones, así como las citas constitucionales, que prueban la eminente vocación democrática del Pueblo Paraguayo, debemos mencionar que el proceso de afirmación institucional de la Democracia Paraguaya, ha conocido de un largo peregrinaje del que hoy, gracias al retorno de la autenticidad nacionalista en la conducción del país, emerge con lozanía y vigor, para dar paso al dinámico resurgimiento de la Nación Paraguaya.

         En el Paraguay, los partidos políticos constituyen expresiones genuinas de opinión y acción nacional en su conjunto. Cada cual ofrece un perfil propio y abreva en las dos fundamentales corrientes de pensamientos paraguayos: la inmensa mayoría, fiel a los mismos orígenes de la nacionalidad, con una alta y objetiva valoración de lo propio, con la aceptación inteligente de los valores foráneos y con una permanente apertura para todos los pueblos de buena voluntad, sobre la base irrenunciable de la autonomía y soberanía nacionales; una ínfima minoría, que se empecina en seguir las huellas de aquellos que, en el pasado, desmerecieron a los auténticos valores paraguayos para dar preeminencia a lo extranjero, hasta el extremo de supeditar toda decisión política a los dictados de las mecas extranjeras.

         En esta realidad se funda la gran controversia política paraguaya, y en torno a estas dos aptitudes forman fila los políticos del país, principalmente los dirigentes, ya que la mayoría de los afiliados, especialmente de los partidos tradicionales, mantienen sus posturas políticas y sectoriales por herencia familiar, por tradición local, etc. Aun los nuevos partidos políticos, tienen contacto con estas dos líneas maestras de la realidad política paraguaya, de alguna manera se ven afectados por ella.

         En el afán de señalar e intentar la interpretación de este hecho peculiar de nuestro país, es que proseguimos nuestro estudio, en la esperanza de alcanzar tan ambicioso como esclarecedor objetivo.



II

BREVE RESEÑA DE LAS TENDENCIAS POLITICAS PREDOMINANTES, DESDE LA FUNDACION DE ASUNCION HASTA LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA EN 1811.


         Sabido es que el 15 de agosto de 1537 fue fundada la ciudad de Asunción, por don Juan de Salazar y Espinoza, en la bahía de los carios, cuando ejercía el cacicazgo de los mismos el famoso Caracará.

         La decisión del jefe hispánico de recalar en la hermosa bahía citada, no fue sólo el resultado de la grata geografía, sino fundamentalmente la gratísima impresión que causó en Salazar la bondad de los aborígenes.

         Al respecto, J. Natalicio González, en su obra: "Proceso y Formación de la Cultura Paraguaya", tomo I, editorial Guarania, 1948, trae una cita de Juan Esteban Guastavino, en los siguientes términos:

         "Profunda impresión dejó en los españoles su primer estrecho contacto con los guaraníes. Clima, fauna, flora, producción y caracteres de hombre y mujeres tenían en aquel edén un mordiente misteriosoque ensalmaba los sentidos con algo dulce y acogedor como el remedo de la mañana del mundo".

         El mismo Natalicio González destaca que, por sobre los factores geográficos, "mucho más valioso que todo eso significó la dulzura y generosidad de las mujeres, así como la serena prestancia de los jefes de familia. Allí estaba la salvación de la conquista. Salazar lo vio, clarividente, y esa es su gloria".

         Muchísima documentación histórica confirma este hecho auspicioso sobre la hombría de bien de los carios, la parte aborigen que sirvió de simiente a la raza paraguaya, mediante la unión hispano-guaraní.

         Los carios tenían en alta estima su libertad y su dignidad de dueños de la tierra que habitaban, y, si bien aceptaron al español, nunca admitieron ser sus dóciles sirvientes. Al respecto, el propio Guastavino, ya citado, afirma:

         "Los carios no aceptaban someterse al trabajo personal, rechazando el esfuerzo físico en servicio del hombre blanco; les dieron todas las facilidades necesarias para que se instalaran cómodamente; alimentos, esteras, "cuña", hogar, pero no quisieron alzar sobre sus hombros o conducir con la fuerza de sus brazos los elementos de construcción. Eran generosos, pero dignos señores de su casa y de sus fueros, en la forma establecida por sus hábitos de hombres libres".

         Con esta gente se unió el conquistador español y dio nacimiento al hombre paraguayo, un conspicuo personaje de la historia sudamericana.

         El compatriota Anastasio Rolón Medina, en su obra "Temple y estirpe", traza el siguiente perfil de este singular experimento étnico:

         "Esta nueva raza, heredera de la nobleza y bizarría castellanas, por un lado, y del espíritu expansivo y social que Caracterizaba al guaraní, por el otro, basamento como primera providencia su propio pueblo, fundó su propia ciudad y luego extendió su acción civilizadora en provecho de la mayor parte de las tierras descubiertas por Castilla. El criollo paraguayo acompañó al conquistador español y colaboró con la autoridad del Rey, hasta llegar él mismo al gobierno de la Colonia, cuando todavía la América hispánica se encontraba en pleno estado de primitividad".

         Amante de su hábitat, de su grata geografía, de su cultura nativa y de la aportación hispánica; confiado en la propia capacidad para enfrentar las contingencias históricas, este hombre paraguayo nunca perdió la perspectiva de su propia dignidad ni estuvo dispuesto a aceptar sumisamente los desplantes foráneos.

         La prueba de esta prestancia e impavidez para defender sus derechos y lo que es propio y querido demostró el Guaraní junto al español cuando, el 25 de abril de 1544, puso término a la prepotencia y conducta despreciativa de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, a quien, luego de hacerlo prisionero, lo envió de vuelta a España. Similar suerte corrió poco después el propio Salazar.

         Volvió así al mando del gobierno de la naciente ciudad y del país Domingo Martínez de Irala, conductor enérgico y astuto dirigente, quien ejercía sus funciones con vigorosa firmeza; fue el lúcido hispano que consolidó definitivamente la simbiosis de las dos razas y fundó pueblos y ciudades, e hizo edificar la iglesia de la Encarnación, hasta su muerte, ocurrida el 3 de octubre de 1556.

         Como antecedente político paraguayo, el alzamiento antialvarista puede catalogarse como el origen de las dos principales tendencias que, con el trascurrir de los siglos, conformarían dos maneras muy específicas de comportamiento cívico.

         Los iralistas o "comuneros" que, exclamando LIBERTAD, LIBERTAD, pusieron término a una hegemonía prepotente y divorciada de la realidad local; que despreciaba y menoscababa a los valores nativos, sin proponérselo, marcaron el rumbo al nacionalismo paraguayo, en defensa de todo lo nuestro.

         Por su parte, los alvaristas que se alinearon al lado del engreído adelantado, iniciaron una conducta que imitarían quienes, a lo largo de toda nuestra historia, tendrían preferencia por los valores extranjerizantes y todo lo que era foráneo.

         El conflicto entre ambas posturas y actitudes se mantuvo durante todo el período del coloniaje, de la dominación española, durante cuyo lapso el sentimiento nacional cobró sus definitivos perfiles.

         Sobre este hecho histórico, de indudable trascendencia en la vicia paraguaya; el Cnel. Luis Vittone, en su obra "Dos siglos de política nacional"', opina así:

         "Durante un prolongado lapso desfilaron por el poder una docena de efímeros rectores, amigos unos y enennigos otros de los criollos levantiscos, hasta que, en junio cae 1721, llegó a Asunción el Dr. José Antequera y Castro, distinguido jurista panameño, quien fuera designado por la Audiencia de Charcas, Juez Pesquisidor en la Provincia insumisa del Paraguay.

         "Antequera predicó aquí el derecho del pueblo, que está sobre las atribuciones del soberano, y el pueblo lo aclamó, como su redentor".

         Es que el pueblo paraguayo tenía una definida vocación libertaria y un elevado concepto de la dignidad personal, razón por la que fue menester buscar su sometimiento a toda costa.

         Por su parte, Rolón Medina -obra ya citada- se ocupa también de este singular período de nuestra historia, en los siguientes términos:

         "Sofocada la larga serie de conflictos generados por la política comunera iniciada por Irala y extinguida con la muerte de Antequera, campaña que podría recibir el nombre de guerra de los doscientos años, el Paraguay vivió una era de relativo sosiego en cuanto a las asonadas revolucionarias, pero permaneció siempre activo y turbulento en el terreno que podríamos llamar de la colonización. Los núcleos autóctonos, en número considerable seguían rebeldes, no dejando de ser lo que eran siempre: un peligro permanente, en acecho constante".

         Ahora bien, la Revolución de los Comuneros es un punto especial del acontecer nacional, que hay que estudiarlo con detenimiento, ya que este acontecimiento, que se prolongó por espacio de casi dos décadas, dejó profundas y definitivas huellas en el alma del hombre paraguayo. Vale la pena, pues, esbozar algunas consideraciones más sobre el tema.

         Una referencia esclarecedora nos viene del Dr. Viriato Díaz Pérez, citado por Sánchez Quell, en "Estructura y Función del Paraguay Colonial", editorial Tupá, Buenos Aires, 1947:

         "El grito de ‘Libertad’ ya representa un precoz sentimiento de autoridad local, de vida autónoma, en el núcleo originario que ensaya oponerse al mandatario del exterior. Podría representar el vasco Irala, en el reducidísimo escenario, un aspecto del característico antagonismo íbero entre pequeñas entidades autónomas del terruño, locales, y los representantes del poder absoluto centralista, contrario a todo fuero".

         El sentimiento nacional, nuestras ideas enfrentadas con el poder foráneo; lo paraguayo frente a la irrupción prepotente del extranjero, que le desconoce todo derecho y quiere imponerle sus arbitrios por todos los medios posibles.

         Un documento que deja al descubierto, en su descarnada realidad, las instituciones servidoras de la potencia colonialista, es el Acta Capitular, del Archivo Nacional, citado por J. Natalicio González y cuyas partes pertinentes rezan:

         "Los religiosos de la Compañía de Jesús tienen y han tenido siempre a esta miserable provincia sujeta, abandonada y arruinada. A costa del sudor, cuidado y desvelo de las armas de los vecinos, usufructúan todo lo pingué de sus riquezas. Avasallan al pueblo con sus amenazas; lo tienen en suma pobreza, cogiéndose las mejores tierras de la Provincia, para ocupar las cuales pagan arrendamiento los propios que la defienden de los salvajes con su sangre y con su vida. Ocupan propiedades ajenas, quemando las casas de los vecinos. De ese modo se apropiaron de las tierras que, partiendo del río, al sur de la ciudad, tienen de largo legua y media, y tres de ancho. A éstas siguen las tierras de San Lorenzo el Viejo y San Lorenzo el Nuevo, hasta dar en el Campo Grande; de modo que por ese lado cogen todo lo mejor de la tierra inmediata a la ciudad. De allí a 4 leguas, en el paraje Guayaiví-ty, tienen otra posesión. En los campos de Pirayú tienen dos posesiones unidas en una, que cada una tiene dos leguas de largo, y de ancho en parte otras dos leguas; las sigue otra que llaman Paraguarí; otra incorporada en la cordillera arriba, que llaman los Naranjos; otra en Yariguá-á-mí, en Tapytanguá en Guazutay, hasta la cabeza del río Caañabé. Todas estas últimas juntas e incorporadas, como lo están, tienen de circunvalación más de 5 leguas, siendo la mejor de toda la Provincia en pastos, aguadas, montañas y abrevaderos, habiendo adquirido todo este dominio por sola su autoridad. Fundado su derecho en una merced, que dicen les hizo don Gregorio Hinestrosa, mudan sus lindes, como hoy lo han hecho, extendiéndose desde el arroyo Ibembiré hasta el Pirayubí, introduciéndose y quitando tierras de su estancia a los indios de Yaguarón, de unas seis leguas de longitud; por otro costado, desde el dicho Ibembiré hasta Ybytimiré, se han apropiado de otras cinco leguas que pretenden de otros vecinos. Todas estas tierras son para un colegio que nunca mantiene más de 5 o 6 sujetos, cuando bien pueden acomodarse en ellas más de 200 familias, que andan vagando, sin tener un palmo de tierra en el real servicio, después de haber conquistado esta tierra a costa de sus vidas. No siendo menos perjudicial esto, por el atajo que hacen de los caminos públicos en todo lo que dicen ser suyo, causando a los vecinos de esta Provincia innumerables trabajos, y pérdidas de hacienda y vidas, por los rodeos que les obliga a hacer por los caminos y arroyos crecidos. No es menos el daño que esta Provincia experimenta de dichos religiosos por el modo con que se tienen abarcado el comercio del río y de la tierra a títulos de Misiones y Bienes Eclesiásticos, sin pagar la Real alcabala, derecho de estanco a la ciudad ni los diezmos a la iglesia, alzándose con los yerbales de que esta ciudad es dueña, enviando a sus indios tapes para que echasen, despojasen y matasen a los beneficiarios españoles de dichos yerbales y a beneficiar grandísimas cantidades cada y cuando quieren, por su propia autoridad, sin licencia ni noticia de los señores Gobernadores, como lo hacen y ejecutan los españoles y los demás pueblos indios de esta Provincia".

         Hipólito Sánchez Quell, en su obra ya citada, remarca esta afligente situación de la población colonial, como sigue:

         "A los vecinos no les han quedado nada, ni tienen más tierras que las de las montañas y fronteras, que están continuamente defendiendo de tanto infiel enemigo, con riesgo de sus vidas, a su costa. Es de ponderar, que aún las más de las tierras que estos soldados españoles ocupan, son también de los padres de dicho Colegio, por los cuales pagan anualmente arrendamiento bien crecido, que cobran los dichos padres con notable rigor".

         Esa conducta de los jesuitas sin despreciar lo bueno que pudieron haber hecho, era igual a la de todos aquellos que no tenían deseos de arraigo en nuestro país; aquellos a quienes solo les interesaba la vil explotación de nuestros habitantes y cuyos intereses estaban muy lejos de aquí, en otro continente.

         Por eso es que Justo Pastor Benítez (padre), en "Formación Social del Pueblo Paraguayo", ediciones Nizza, 1967, puntualiza:

         "Los jesuitas y los comuneros, fueron dos sociedades en lucha, dos organizaciones que chocaron. El Cabildo encarnó los intereses de la provincia contra los gobernadores que secundaban el predominio jesuítico y el absolutismo. Hay en el fondo de esa resistencia un fuerte apego a los fueros municipales, una tendencia a conseguir el predominio civil del Cabildo en la naciente sociedad colonial, como expresión de autonomía, de gobierno propio. La revolución compendiaba las quejas y aspiraciones de la provincia contra el absolutismo, el desamparo, los excesivos gravámenes económicos y la desigualdad de situación frente a la opulenta Misiones; la reivindicación de su tradición jurídica y la primacía de la voluntad del Común".

         Muchos creyeron que con la ejecución de Antequera en Lima Perú, el 5 de Julio de 1731, el espíritu libertario del pueblo paraguayo quedó ahogado, ilusos ellos. Sin embargo, mientras Antequera estuvo recluido en la cárcel de Lima, conoció a don Fernando de Mompox y Zayas, abogado de la Real Audiencia, que posteriormente se fugó de la cárcel peruana y llegó hasta Asunción.

         Mompox decidió correr la suerte de sus compatriotas por adopción y tornó en su diestra la bandera de Antequera alzándose como valeroso caudillo de la paraguayidad del Nacionalismo y con su voz tonante y firme proclamó públicamente:

         "La voluntad de la Comuna es superior a la del mismo Rey, porque la soberanía del pueblo es anterior a toda ley escrita".

         El pueblo paraguayo, integrado por criollos, españoles identificados con el interés nacional y otros que asumieron igual postura respaldó a Mompox y con el grito: ¡Comuna! ¡Libertad!, ganó las calles y luego de exigir la nueva expulsión de los jesuitas, se hizo dueño de la situación.

         La primera medida que tomó Mompox fue regularizar el gobierno con la formación de una Junta encabezada por un funcionario con el título de Presidente de la Provincia del Paraguay, cargo para el que fue elegido José Luis Bareiro, hijo del país, a quien se creía criollo de pura cepa. Sin embargo, no fue así, ya que Bareiro a poco tiempo traicionó a quienes lo encumbraron.

         En ese ínterin ocurrió la ejecución de Antequera en el año 1731 y de Juan de Mena, su Alguacil Mayor en Asunción, siendo ellos los dos primeros mártires de la libertad de los pueblos americanos.

         Esta lucha desigual del pueblo contra el poder colonialista tuvo cambiantes alternativas y costó muchas vidas, y sacrificios, sin embargo en 1735, los jesuitas, encabezaron los festejos de la temporal derrota del pueblo.

         Lo importante de la revolución de los comuneros fue que permitió que el sentimiento nacional cobrase perfiles más definidos, así como para que los extranjerizantes persistieran en la actitud anti-Nacional.

         Pero lo más importante es que el pueblo cobró real conciencia de la justicia de su causa, de esa causa bella y justa que defendía, de que el trono no era obra de la Providencia, ni que debería vivir eternamente dependiente de tan lejano como insensible poder.

         Mientras los grandes caudillos de este primer movimiento libertario de América dormían el sueño de eternidad de sus tumbas, tempranamente abiertas, por las injusticias foráneas, el mensaje de Antequera estaba fresco en la mente de sus compañeros de ideales y estos lo transmitirían hacia el porvenir. Este mensaje repetía en la mente de los paraguayos:

         "Los pueblos no abdican de su soberanía. El acto de delegar sus formas externas y el ejercicio de la facultad de legislar, residentes en él por razones de naturaleza y suprema dispensación de Dios, no implica en manera alguna que renuncie a ejercerla, cuando los procedimientos de los gobiernos le hieren, falseando su deber, lesionan los preceptos eternos de la razón absoluta, que está sobre todas las leyes, y por consiguiente es superior a todas las autoridades".

         La nación, estaba en la conciencia de todos los auténticos paraguayos, la idea de la nacionalidad estaba definida y la determinación de procurar la independencia estaba decidida.

         Si bien, después de diez y ocho años de sostenida y sangrienta lucha contra el poder colonialista, la posibilidad del pueblo fue aparentemente vencida, las esperanzas de la liberación permanecían encendida en el alma de los criollos.

         Treinta y dos años después de este suceso, el 27 de febrero de 1767, los jesuitas fueron expulsados del Paraguay y, también, "de todos los dominios, y ocupando sus temporalidades, archivos, papeles y libros". Se refería a los dominios del Rey de España.

         Con la salida de los jesuitas iba del Paraguay una de las fuerzas contrarias a lo Nacional, de gran poder. Poder que nunca hubiese estado en favor del ideal de independencia. Posteriormente volvieron, pero ya con otros sistemas, con otros comportamientos y puede decirse que prestaron grandes servicios a la nación.

         Otro suceso político destacado fue la creación del Virreinato del Río de la Plata, por Cédula Real del 8 de Agosto de 1776, ubicando a Buenos Aires como capital y como dependiente al Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra y Charcas. El año siguiente al establecerse definitivamente el Virreinato citado, se agregó como dependientes del mismo a Mendoza y San Juan.

         Ya esta medida del poder colonial fue negativa al Paraguay, pues las autoridades de Asunción pasaron a depender directamente de Buenos Aires, la que había sido refundada por la nuestra. Esta situación provocó el disgusto de los connacionales, aún cuando una pequeña minoría celebró esta medida, por que convenía a sus intereses particulares, como veremos más adelante, en otro capítulo.

         En estas circunstancias, ocurre la independencia argentina, el 25 de Mayo de 1810, substituyendo al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, la Junta Gubernativa, cuyo fundamental interés era sujetar a la Provincia del Paraguay dependiente de ella.

         El primer intento cumplido en este sentido, por el Cnel. José de Espínola fracasó, porque la Junta Gubernativa a la que representaba era una creación pura y exclusiva de Buenos Aires, y porque los paraguayos tenían una definida conciencia Nacional.

         La Junta bonaerense no escarmentó con el fracaso de su primer emisario, sino que envalentonada y decidida a someter a su dominio al Paraguay, designa general al abogado Manuel Belgrano y le pone al frente de una expedición armada para disciplinar y domeñar a la Provincia insumisa.

         Ignorante de lo que le esperaba, Belgrano cruzo el Paraná y al no encontrar resistencia se pavoneó extemporáneamente de lo fácil que le estaba saliendo la empresa. En una de sus comunicaciones a sus mandantes decía: "Quiera Dios que sea feliz, para que pueda venir con todos y entrar en la conquista de los salvajes paraguayos, que solo se pueden convencer a fuerzas de balas".

         Poco tiempo después, en Paraguarí, primero, y en Tacuary, después tuvo que morder el acre sabor de la derrota frente al valor, la capacidad y abnegación de los paraguayos comandados por los bravos, Comandantes Manuel Anastasio Cabañas y Juan Manuel Gamarra.

         En esta parte debemos apuntar algo muy importante como es el desbande del gobernador Velasco y las fuerzas españolas, que huyeron hasta las Cordilleras de los Naranjos. Pese a ello, los Comandantes Cabañas y Gamarra en la falda del Mbaey, hoy llamado Cerro Porteño, puso en fuga al engreído jefe porteño. Refugiado, atrincherado en la margen izquierda del Tacuary fue totalmente vencido por los nuestros, lo que para suerte de Belgranó no eran salvajes, pues de lo contrario allí hubiese muerto él y todos los suyos.

         Después de este descalabro guerrero la opinión de Belgrano sobre los paraguayos cambió totalmente. De acuerdo a una cita que hace Sánchez Quell, en obra ya citada, Belgrano escribió lo siguiente:

         "V.E. no puede formar una idea bastante... a qué grado de entusiasmo han llegado, bajo el concepto que oponiéndose a las miras de V.E., defienden la patria, la religión y lo que hay de más sagrado. Así es que han trabajado para venir a atacarme de un modo increíble, venciendo imposibles que solo viéndolos pueden creerse; pantanos formidables, el arroyo a nado, bosques inmensos e impenetrables, todo ha sido nada para ellos, pues su entusiasmo todo lo ha allanado. Que mucho. Si las mujeres, niños, viejos, clérigos y cuantos dicen hijos del Paraguay, están entusiasmados por su patria".

         Observación clara y lúcida la de Belgrano que entendió muy bien como en el Paraguay existía una firme conciencia nacional y una decisión irreductible a defenderla patria de toda agresión foránea extranjerizante.

         Nunca los porteños pudieron imaginarse que las dos tentativas de sometimiento de nuestro país bajo la hegemonía de Buenos Aires, serviría para dar definitiva conformación al espíritu nacional e impulsar el movimiento independentista del Paraguay.

         Después de las dos victorias paraguayas, el 19 de Enero en Paraguarí y el 9 de Marzo del mismo año de 1811, en Tacuary, los paraguayos despejaron toda duda sobre la propia capacidad de conducción; ya que, en la batalla de Paraguarí ya habían actuado solos por la defección de Velasco y las fuerzas españolas.

         Llegamos así a la aurora del 14 de Mayo de 1811 en que el pueblo acompañó a los principales protagonistas: Capitanes Pedro Juan Caballero, Antonio Tomás Yegros, el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia; el Alférez Vicente Ignacio Iturbe, el Capellán José Agustín Molas, etc., en la gesta emancipadora del poder colonial.

         Se puede afirmar fundadamente que el jefe militar del alzamiento libertario fue el Capitán Pedro Juan Caballero y el ideólogo y conductor civil fue el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia. Prueba de ello está al pié del Acta de Constitución del Gobierno Provisorio, firmado el 16 de Mayo de 1811, en el siguiente orden: Pedro Juan Caballero, Dr. José Gaspar de Francia, Juan Valeriano Zeballos, Juan Bautista Rivarola, Carlos Arguello, Vicente Ignacio Iturbe, Juan Bautista Acosta, Juan Manuel Iturbe.

         A partir de ese día auroral de la Independencia Nacional, ya se agruparon las dos principales corrientes políticas que se proyectarían hasta nuestros días. Los auténticos nacionalistas que no solo desearon, sino que plasmaron la patria libre y soberana, esa que ya se intentó establecer con la Revolución de los Comuneros y cuyo germen nos viene desde el alzamiento anti-alvarista que acaudilló el ilustre Domingo Martínez de Irala.

         Frente a estos, se levantaron aquellos que solo deseaban cambiar de tutela, los inconformistas, que querían pasar a ser tributarios y dependientes de Buenos Aires.

         Los Nacionalistas, pronto reconocieron en el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, al cabal intérprete del ser Nacional, del sentimiento Nacional predominante y al irreductible defensor de nuestra Independencia. Los demás se opusieron al ilustre prócer y se prestaron dóciles a todos los intentos por destruir nuestro naciente País.

         Felizmente, la causa del pueblo triunfó y pudimos sortear los reiterados intentos por doblegar el alma Nacional, y aun cuando a través de los tiempos posteriores, se afrontaron muchísimas dificultades y hasta guerras internacionales, el Paraguay sigue siendo una República Libre y soberana, que hoy, bajo el poderoso influjo del recuerdo del nacionalismo francisca, se proyecta hacia el logro de su completa grandeza espiritual y material, como consecuencia lógica del recuerdo y memoria de esos pro-hombres de la Nacionalidad, que desde ya entonces, vislumbraban la realidad Nacional como visionarios, el lugar que les correspondería en el futuro a su querida Patria, pasando primero por grandes sacrificios y casi exterminio de su población.

         Y aquí conviene recordar las palabras del General Alfredo Stroessner el 16 de Agosto de 1954 ante la devolución de los trofeos de guerra por la Argentina, "El Paraguay a través del proceso de su historia, supo responder al ideal americano con ejemplo y celo de su propia libertad, prefiriendo morir, antes que renunciar al concepto de la inalienable soberanía de los pueblos".



III. LA LUCHA ENTRE NACIONALISTAS Y EXTRANJERIZANTES


         La Independencia Nacional había concretado la larga aspiración del pueblo, permitiendo que la conducción del país estuviese en manos de paraguayos, con mentalidad paraguaya.

         Pero no todo fue fácil, sino que fue menester una larga, sistemática y enérgica lucha contra los elementos foraneizantes que seguían actuando en el medio Nacional, incentivados por los personeros de los intereses del Río de la Plata.

         El alma de la resistencia paraguaya a toda forma de dependencia, fue el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, que no titubeó nunca para enfrentar las conspiraciones, insidias y subterfugios de los muchos enemigos de la Patria.

         Firme e incorruptible el Dr. Francia defendió nuestra Independencia con valor y tenacidad y fue el fundador de nuestra República, el más firme sustentador y afirmador del nacionalismo paraguayo.

         Refiriéndose a este gran compatriota, el Dr. Víctor N. Vasconsellos, expresó lo siguiente:

         "Por haber defendido la independencia nacional le combatieron al Dr. Francia los que querían ver al Paraguay convertido en una Provincia extranjera y aquellos que no tuvieron la fuerza espiritual que se precisaba en aquellos tiempos para respaldar las iniciativas de este extraordinario personaje, que no se detuvo ante ningún obstáculo en su empeño de asegurar y consolidar definitivamente la independencia nacional".

         Consecuentemente podemos afirmar que en este periodo singular de nuestra historia, prácticamente se formaron las dos corrientes políticas fundamentales, que en 1887 se institucionalizarían definitivamente.

         En efecto, en torno al Dr. Francia se alinearon los auténticos patriotas, aquellos que, al decir de Belgrano, estaban entusiasmados por su patria, aquellos que preferían un Paraguay libre e independiente, gobernado por paraguayos.

         Oposición a la causa nacional francista hicieron todos aquellos que querían seguir dependientes de la meca rioplatense; aquellos que antes que un país independiente y soberano deseaban nada más que la insignificancia de ser una Provincia argentina.

         El ilustre escritor Dr. Manuel Domínguez, en su peculiar estilo, se ocupó de este hecho paraguayo en una monografía publicada el 1º de Marzo de 1920, en homenaje al cincuentenario de Cerro Corá, El Dr. Domínguez tituló su trabajo así: "El Patriota y el traidor".

         Comienza así: "No se ha hecho todavía la psicología comparada del patriota y del porteñista después llamado Legionario. Entre ellos mediaba un abismo".

         "El patriota -prosigue Domínguez- era el paraguayo con todas las ideas y sentimientos de su raza. En él vivía la tradición y palpitaba el orgullo de sus antepasados. Había ido al extranjero pocas veces o ninguna. Su horizonte era limitado. El Paraguay era su mundo. En él estaban todas las predisposiciones ancestrales que determinan el espíritu nacional. Alma fuerte y honrada, prefería perecer antes que renunciar a la patria de sus sueños".

         Que manera estupenda y formidable la de describir la sensibilidad y el alma del patriota, del nacionalista, del genuino hombre paraguayo, ese que, a lo largo de su historia, probó con creces su tremenda capacidad de sacrificio para defender todo aquello que era su mundo, como dice Domínguez, el Paraguay.

         Luego el gran escritor compatriota traza la personalidad de lo que él llama traidor:

         "¿Y el porteñista? Contrabandista en los últimos tiempos del coloniaje, casi siempre de origen santafecino o bonaerense, estaba enteramente ausente de él la idea de la patria. Perjudicado por el aislamiento del Paraguay en sus correrías de contrabandista, veía las cosas de este país con los ojos del mercader medio extranjero. Le parecía ridículo sacrificar positivos intereses comerciales a una patria que no podía entrar en su cabeza. Casi siempre, en Buenos Aires o en Santa Fe, sordo a la voz de la raza, ignoraban nuestras virtudes, nuestros recursos, no sentía nuestro orgullo. La patria de que oía hablarle parecía locura auténtica. Hay un abismo insalvable entre la fe creadora de cielos y de patrias y la indiferencia estéril como la higuera maldita".

         Aún no podemos dejar al Dr. Domínguez, pues es importante y necesario citar otros párrafos esclarecedores, tales como:

         "Y en el caso, se trataba de algo peor que la indiferencia. El porteñista odiaba profundamente el Paraguay. Veamos cómo o porqué:

         "Creía que los dictadores crearon a la patria paraguaya para uso y abuso de ellos, por egoísmo y porque esos dictadores le perseguían, por antipatriota, confundía en un mismo odio violento a esa patria y a sus supuestos creadores. El Paraguay y el Dr. Francia, el Paraguay y los López, eran idéntica cosa en su concepto formado con sus rencores taciturnos. De allí que, en ocasiones, a los patriotas, les nominase bien como "Lopezguayos", concepto que delata el fondo de su almas.

         "El error, en que todavía caen algunos, era grosero. Cómo un hombre ni dos o tres pueden crear una nación? El sentimiento en que se funda es de una larga evolución, viene de oscuras lejanías, de los confines de la historia, es flor, en fin, de un proceso de siglos".

         Tenemos así la mentalidad, el pensamiento, la actitud, la psicología de los dos conspicuos personajes de la historia cívica paraguaya, las dos modalidades políticas características de nuestro país.

         Estas dos corrientes, que aún hoy existen, determinaron más adelante la institucionalización de sus respectivas filosofías e ideologías en los dos tradicionales partidos políticos nacionales.

         La verdad es que el Paraguay es obra de los paraguayos, de aquellos que vivían en su suelo mucho antes de la aparición del hombre blanco en América y luego, de aquellos criollos nacidos de la simiente guaraní-hispano. Por eso es que la idea de lo nacional podemos observar ya en el movimiento insurreccional contra los jesuitas en 1645, cobrando mayor nitidez y fuerza en la Revolución de los comuneros desde 1717 hasta 1735, hasta culminar en una verdadera eclosión en 1811, cuando nuestros criollos derrotaron dos veces a Belgrano. No hay que olvidar que todas estas manifestaciones de nacionalismo paraguayo fueron expresadas mucho antes de que ni Francia, ni los López, tuviesen responsabilidades políticas alguna.

         Así la lucha entre nacionalistas y extranjerizantes, cuya primera manifestación dramática conocieron las nacientes calles asuncenas ya en ocasión del rechazo de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, mediante la sublevación del 25 de Abril de 1544, ha traspasado los siglos y se ha avecinado en nuestros días, si bien hoy con el total y absolutamente mayoritario predominio del nacionalismo.

         Más, para alcanzar la plenitud de nuestros días, mucho es lo que ha pagado el heroico y sacrificado pueblo paraguayo, en vidas, bienes, dificultades, postergaciones, intromisiones, abusos, guerras internacionales, guerras civiles, invasiones, sublevaciones, etc.

         No obstante, sobre cada paraguayo pesa la herencia de gloria de nuestros próceres y héroes inmarcesibles, la que nos impone con fuerza de un inexcusable imperativo la vivencia de un auténtico nacionalismo como condición para ser verdaderamente paraguayos.



IV. EL DR. JOSE GASPAR RODRIGUEZ DE FRANCIA, LOS LOPEZ Y LOS EXTRANJERIZANTES, POSTERIORMENTE CONOCIDOS COMO "LEGIONARIOS".


         Ya hemos apuntado en capítulos anteriores que la figura central del nacionalismo paraguayo es el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, y que, alrededor de este prócer, se agruparon todos los buenos paraguayos. Igualmente hemos puntualizado que frente al Dr. Francia se organizaron todos aquellos que, antes que una República independiente, querían un Paraguay dependiente con la simple categoría de Provincia y con todos los problemas que ello concitaba.

         Felizmente para nuestro país, el gran compatriota era un estadista sagaz, capaz de comprender toda la intriga que se tejía contra nuestra Patria de modo a desbaratarlas sistemáticamente.

         Con el apoyo de su pueblo superó muchas dificultades y realizó su magna obra, razón por la que hoy figura en primerísimo lugar en la galería de los beneméritos de la nacionalidad.

         Pero, como lo afirma Guillermina Núñez de Báez, en su obra: "Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia": "Tampoco faltaron personajes que sin conocer sus grandes obras de gobierno, o mejor, cegados por su fanatismo político, no quisieron reconocer los valores del Dr. Francia, quién tuvo que desenvolverse en un medio muy difícil, rodeado de enemigos que esperaban la ocasión propicia para sojuzgar al Paraguay, creando a nuestro país todas las trabas posibles, desde el bloqueo económico, los reiterados y ofensivos pedidos de envío de diputados a los Congresos del Río de la Plata, como si nuestro país no fuese libre e independiente, hasta la organización de millones de mbayaes para asolar estancias, de la amplia zona de Villa de Concepción".

         Lo peor de todo es que, inclusive, algunos de los protagonistas de la gesta de la Independencia habían caído víctimas de las intrigas de los enemigos de la Patria, los que de esta manera procuraron destruir la obra del Dr. Francia.

         El pundonor del Dr. Francia en el cumplimiento de la grave misión que le encomendara su pueblo, constituía un obstáculo insalvable para los aventureros que querían seguir mercando con la suerte del país, aquellos que tenían en absoluta prioridad sus actividades mercantiles, sin importarle absolutamente un Paraguay libre e independiente. Por eso difamaron tanto al gran estadista paraguayo.

         Este Coloso del patriotismo que fue el Dr. Francia preservó a nuestra República de los menguados designios de sus enemigos y nos legó una Patria libre, soberana, independiente. He allí su mérito legítimo y el que le mereció perpetua y agradecida memoria entre todos los paraguayos.

         Ya en oportunidad de su muerte, el Presbítero Ciudadano Manuel Antonio Pérez, en la Iglesia de la Encarnación, el 21 de Setiembre de 1840, al pronunciar la Oración Fúnebre, dedicada al Dictador Perpetuo de la República del Paraguay, el Ciudadano doctor don José Gaspar Rodríguez de Francia, entre otras cosas dijo:

         "Que era el Paraguay, cuando nuestro Dictador se hizo cargo de su gobierno? El esqueleto de un gigante, que necesitaba de una mano maestra, que le vistiera de carne, piel, color y le comunicara el impulso de vida, que correspondía a su dignidad. ¿Y quién más a propósito que nuestro Dictador en los tiempos críticos y difíciles, en que tenía que mandar, preservando a su pueblo de las calamidades, que siguen a las revoluciones civiles?.

         "¿Cuantas providencias tomó S.E. para mantener en paz la República y ponerla en un respetable respeto de los extraños? Provisión de armas y formación de soldados ocupaba su primera atención: promete a los introductores de armas que la misma será libre de todo derecho y en su pago exportarán a elección los frutos que les permitan más utilidad. Esta sabia providencia le proporciona la provisión de un armamento respetable, con lo que consigue los dos fines que se había propuesto.

         "Me asombró, cuando contemplo a este hombre grande, dando expediente a tanta ocupación. Se dedica al estudio de la milicia y en breve manda al ejército y evoluciones militares como el más práctico veterano. Cuantas veces he visto S.E. estrecharse a un recluta, enseñándole el modo de poner la puntería y dirigir con acierto el tiro al blanco. Que paraguayo se había de desdeñar de llevar el fusil, cuando su Dictador le enseñaba el modo de gobernarlo.

         "...Se apersonaba a la cabeza de los escuadrones de Caballería y los mandaba con tal energía y destreza que transmitía su espíritu vivo a los que le seguían: era más poderosa su voz, que la del clarín, que hacía las señas para las marchas.

         "Su grandeza y actividad se extendía a todo y proveían a todo, como si todas y cada una de ellas le ocuparan todo".

         "La quietud y seguridad de la República era su primer cuidado y así era necesario tomar providencias eficaces y para conseguirlo. ¿Cuántos perjuicios no reciben los Pueblos de los salteadores de caminos? Violencias, estupor, robos y asesinatos son delitos familiares a esas malas gentes: montañas inaccesibles y campañas, de que abunda la República, le proporcionaba impunidad. Nuestro Dictador descubrió el secreto de aterrarlos de tal modo que desaparecieron, buscando su seguridad en la mudanza de vida: discurrió S.E. de qué modo aplicar la pena y en esto puso su estudio.

         "En breve tiempo quedó la República en estado que un muchacho pudiese transitar con seguridad, desde las costas del Río Paraguay hasta la del Paraná, sin más seguridad que el temor que había inspirado el Supremo Dictador.

         "¡República del Paraguay! ¡Cuánto debes a los cuidados y desvelos de nuestro Dictador difunto! Parece que este hombre singular se multiplicaba para atender a todas tus necesidades; estaba en su gabinete y corría a tus fronteras para ponerte en estado de seguridad. Cuántos perjuicios no recibían de los bárbaros del Chaco los pobladores de Costa abajo?.

         "Las providencias sabias y prudentes que tomó, para rebatir la fuerza y contener los bárbaros situados al norte de la República. Las fortalezas de Olimpo y San Carlos de Apa puestas en mejor estado de defensa: órdenes e instrucciones a la Villa de Concepción, han puesto en seguridad por aquella parte.

         "Esa gran muralla, foso y fortaleza construidos en la costa opuesta -el río Paraná: cuerpo de ejército y piquetes en lo interior al sud de la República han hecho mirar con respeto a los enemigos situados en aquellas partes.

         "Baste Señor para probar que el Excelentísimo Señor Dictador, cuya muerte lloramos, fue el salvador que suscitó el Señor para liberar al Pueblo Paraguayo de sus enemigos. El indicó solo de cuanto obró a favor de nuestra República, no puede reunirse en los estrechos límites de una Oración dedicada a su memoria.

         "Excelentísimo Señor: reconociendo el mérito gigante de nuestro Dictador difunto, habéis exigido en su memoria un sepulcro, que siendo depósito de sus cenizas, perpetúe su nombre; más sabiendo que el tiempo destruye los mármoles más firmes, nombrasteis un Orador que haciendo justicia a su mérito, compusiera una oración en su encomio. Yo, Señor, sin ejercitar mi humildad me juzgo poco digno de nuestro héroe; por tanto os propondré un medio de conseguir nuestros fines. Julio César y Octavio Augusto, no fueron más dignos de la memoria de los Romanos que nuestro Dictador de los Paraguayos".

         Tal la dimensión de nuestro prócer, del que nos viene la honrosa herencia del nacionalismo paraguayo, una manera singular del patriotismo capaz de alcanzar las mayores alturas accesibles al hombre.

         Sobre los restos mortales del Dictador Perpetuo del Paraguay, sepultados a un lado del altar mayor de la Iglesia de la Encarnación se colocó este merecido epitafio:

         "POR MANDATO DE LA EXCMA. JUNTA GUBERNATIVA HOY 20 DE SETIEMBRE DE 1840

         AQUI YACE EL DICTADOR PARA MEMORIA Y CONSTANCIA,

         DE LA PATRIA VIGILANTE Y DEFENSOR

         DOCTOR DON JOSE GASPAR DE FRANCIA".

         Que justo y merecido títulos: DE LA PATRIA VIGILANTE DEFENSOR.

         En verdad fue el valor, la determinación de vencer o morir, lo que permitió al Dr. Francia salvar al Paraguay de sus tenaces enemigos, gracias, también, a que el pueblo apoyaba incondicionalmente a su egregio conductor.

         Como prueba evidente que bajo el gobierno del Dr. Francia fue posible que los hombres de bien y los verdaderos patriotas recibieran debida capacitación, vemos como después de su muerte surge en la vida política nacional un estadista de la talla de don Carlos Antonio López; cuya línea de conducción política no se apartó un ápice de la nacionalista sustentada por el intransigente defensor de nuestra independencia.

         En el acta que ratificaba nuestra independencia se había insertado la expresión de: "El Paraguay es inconquistable". En la Constitución Nacional de 1844 decía: "Pena de muerte contra el traidor" y el primer periódico del país se llamo: "El Paraguayo Independiente" y su lema de hierro era: "Independencia o muerte".

         Todo esto prueba en forma evidente como don Carlos Antonio López era el certero continuador de la obra del Dr. Francia y el genuino intérprete del claro y profundo sentimiento Nacional predominante en el país.

         Por eso es que en una edición de "El Paraguayo Independiente", la Nº 77, se publicó lo que sigue:

         "El Presidente de la República en su marcha política y al sostener con firmeza la Independencia del Paraguay, no hace más que seguir el impulso y la decisión del pueblo paraguayo".

         Posteriormente en la edición Nº 86, del mismo periódico, don Carlos Antonio López volvía sobre el tema, enfatizando:

         "Si el Gobierno de la República renunciara a la Independencia, se pondría en lucha con el sentimiento Nacional".

         Al Dr. Manuel Domínguez debemos una lucida observación sobre este periodo singular de nuestra historia, cuando expresa:

         "...no fueron los dictadores quienes crearon a la Nación Paraguaya y sí esta a aquellos para defenderse contra vecinos y traidores peligrosos".

         Más adelante el ilustre escritor remarcaba:

         "...la multitud en el Paraguay estaba sana, pero tenía qué matar al porteñismo, extirpar este cáncer roedor del organismo nacional, y además defenderse contra los vecinos y respondiendo a esta necesidad hizo surgir a Francia y los dos López".

         Tal la verdad descarnada sobre la que tuvieron que accionar los grandes estadistas citados, y sobre la qué se impusieron para bien de la República.

         Atilio García Mellid, en "Proceso a los falsificadores de la historia del Paraguay", tomo I, pág. 31, escribe sobre este periodo de la vida política nacional:

         "A Francia, el arquitecto, sucedió don Carlos Antonio López, el constructor. Sobre los recios pilares que aquel había hundido profundamente en la tierra guaraní, acumuló materiales y afanes con tanto vigor y dinamismo que la Nación empezó a crecer hacia arriba, como el árbol recto y frondoso de la selva. Un Paraguay transformado por el trabajo, surcado por iniciativas fecundas e impulsado por la certeza de un próspero destino, fue saliendo de las manos febriles de ese profesor de filosofía en la cátedra, que se mudó en obrero de piedras vírgenes en la rústica cantera.

         "Viejo patriarca le llamaron, y en verdad lo era, pues tenía la antigüedad de la sabiduría y el don patriarcal de saber conducir a su pueblo, como a dilatada y numerosa familia. Cultivó los campos y sembró escuelas, levantó palacios y fomentó industrias, acrecentó la riqueza y afianzó la soberanía; la patria que bautizó a su antecesor, salió confirmada de sus manos".

         Esto que bien entiende el ilustrado historiador argentino, no lo entendieron, porque no lo quisieron los "porteñistas" y buscaron por todos los méritos, no solo restar mérito a la obra de tan singulares como grandes estadistas, sino procuraron enemistarlos con los gobiernos del Río de la Plata.

         No se detuvieron ante nada porque para ellos la Patria Paraguaya era inadmisible, ya que solo aspiraban a ser una Provincia dependiente de Buenos Aires.

         Intrigaron, difamaron, calumniaron y tergiversaron de tal manera que a muchas gentes desorientaron, insistiendo en difundir la nefasta leyenda de la tiranía, cuando la realidad era muy otra.

         En su mezquindad no pararon en la maledicencia sino que instigaron, especialmente al gobierno de Rosas en Buenos Aires para invadir al Paraguay.

         De aquella infame acción quedó documento en la obra: "Historia de la Confederación Argentina", del argentino Adolfo Saldías, en la que se reproduce una carta remitida al citado Rosas, por un denominado Comité integrado por Carlos Loizaga, Fernando Iturburu, Manuel Pedro de Peña, Serapio Machaín, Luciano Recalde y Salvador Jovellanos.

         En la aludida carta, datada en el año 1851, el Comité mencionado proponía al Dictador argentino un plan de invasión al Paraguay, que como reza la misiva, de ser aceptado "todos los paraguayos somos ya de Vuestra Excelencia".

         Estos descastados pedían que si se hacía la invasión al Paraguay se les incorporase en el ejército argentino "en cualquier carácter". Tanto era el odio de estos "porteñistas" al Paraguay, a sus defensores inclaudicables que, inclusive, estaban dispuestos a hacer de lacayos si fuere menester, con tal de destruir la República.

         Pues ese era el definido propósito del Comité que nos ocupa, ya que, en la misma carta comentada, decían que la ganancia argentina por la invasión sería: "la reincorporación del Paraguay a la República Argentina, bajo el paternal Gobierno de V.E.".

         Hasta que punto lleva el odio, el sectarismo y la antipatria, pues estos desnaturalizados llaman "paternal Gobierno" al del jefe de la mazorca que cometió tantos atropellos a los Derechos Humanos y que, también, movido por su odio al Paraguay no reconoció nuestra independencia.

         ¿Que tremenda diferencia entre la postura servil, entreguista y traidora de los "porteñistas" y la del grande don Carlos!.

         Mientras los renegados de la raza mendigaban la destrucción de su propia Patria en el extranjero, el gran estadista paraguayo hablaba así a los defensores de la Independencia y Soberanía nacionales:

         "Soldados: La República del Paraguay necesitaba de paz y libertad: He procurado conservar a toda costa estos dos grandes bienes: pero el Dictador de Buenos Aires, ambicioso y pérfido, nos obliga a la guerra; no consiente que seamos independientes y libres; quiere que seamos sus esclavos; no podíamos sin afrenta sujetarnos a sus caprichos y nos ha hecho la guerra sin declararla; nosotros, más nobles y honrados, la hemos declarado, antes de hacerla.

         "Soldados: A vosotros encomienda la Patria esa gloriosa misión: ha llegado el momento de desmentir a ese tirano insolente, que tiene a los paraguayos por incapaces y cobardes; mostrarle lo que vale un Pueblo que quiere ser libre y tiene valor innato".

         Sí, este el lenguaje del patriotismo, la voz del nacionalismo paraguayo, o como dice Manuel Domínguez: es "la voz del ejército invisible de los muertos hablando de la patria en el corazón de los vivos.

         Es el patriotismo militante e íntegro que entiende que el fundamental deber de todo ciudadano es la Patria y todo cuanto tiene que ver con su honor, su integridad, su libertad y su soberanía.

         Los enemigos del Paraguay, especialmente "los porteñistas" tildaban de nuestro ilustre gobierno de dictadura, de tiranía, cuando todo el pueblo participaba con entusiasmo y libertad en la edificación del moderno Estado fundado por los López, en el corazón de la América del Sud, como lo califica el historiador mexicano, Carlos Pereyra.

         Lo cierto es que nuestros grandes gobernantes cumplían a cabalidad su responsabilidad conductiva, no permitiendo que el germen de la anarquía devorase a la naciente República. Es el propio don Carlos el que en memorable documento al Congreso Nacional, prueba la validez de la posición paraguaya en el concierto de las naciones, recientemente independizadas. La parte pertinente del mensaje que nos ocupa dice así:

         "No hay una sola de las nuevas Repúblicas antes españolas, a excepción del Paraguay, que arrastrada de un inmoderado deseo de libertad, que no comprendía, no se haya apresurado a establecer leyes, llamadas fundamentales, y, a organizarse, dándose una Constitución. Todas éstas, teóricamente perfectas, están basadas sobre los principios más luminosos y encierran ideas más elevadas, justa y liberales: todas otorgan al ciudadano amplios e importantes derechos políticos; todas garanten los derechos primordiales del hombre, su libertad, su prosperidad, su seguridad e igualdad ante la ley; todas están marcadas con el sello de permanencia e inmutabilidad; todas han debilitado la autoridad creyendo hacer difícil el despotismo, no han hecho sino facilitar la anarquía. Ninguna de esas nuevas Repúblicas han escapado a un despotismo, más o menos frecuentes; prueba incontestable de que para conservar la paz, el orden público, la libertad, se necesita algo más que constituciones escritas y vaciadas de golpe.

         "Todos los hombres sensatos reconocen hoy, y confiesan, que los pueblos de la América española no estaban preparados ni tenían la educación y cualidades necesarias para gozar, sin perturbaciones, de la libertad y de los derechos a que les empujaron algunas imaginaciones exaltadas e inexpertas. Demócratas fervorosos, confiesan en sus escritos que en América es imposible un completo sistema representativo, porque las masas no lo comprenden y no saben usar de los instrumentos y resortes que hacen funcionar ese hermoso, pero complicado mecanismo político: EL QUE NO SABE USAR UNA COSA, PRECISAMENTE ABUSA DE ELLA".

         A la luz de este lúcido documento, García Mellid no pudo evitar sentenciar: "Tuvo López una firme posición en el plano de las doctrinas políticas, convencido de que éstas deben adaptarse a las modalidades y tendencias de los pueblos y no poner los pueblos al servicio de doctrinas como lo preconizan "algunas imaginaciones exaltadas e inexpertas"'

         Don Carlos Antonio López, era un humanista, un demócrata sincero, por eso ante los representantes del pueblo, aclaró:

         "Entre el despotismo y la tiranía, que detesta todo hombre de corazón bien puesto y de serena cabeza, y una libertad racional, que civiliza, morigera y hace prosperar a los pueblos, hay un abismo: todos los pueblos que han querido salvar ese abismo de un salto, han caído en él. Ese abismo se pasa a pie firme y sin temor de precipitarse en él, si se tiene la precaución de llenarlo, poco a poco, y gradualmente".

         Este párrafo exalta la memoria de don Carlos hasta una ponderación entusiasta, pues, la profundidad de su pensamiento, la sensatez de sus postulados y la sabiduría de sus consejos, demuestra que era versado en la ciencia política y que verdaderamente era un estadista superior.

         Para corroborar este aserto vamos a referirnos a las apreciaciones de un destacado pensador contemporáneo, don José Ortega y Gasset, el que en su obra "Tríptico, Mirabeau o el político, Kant, Goethe". Colección Austral, edición 1952, respecto a su biografiado: Mirabeau, cita el siguiente párrafo del discurso del gran tribuno de la Revolución Francesa:

         "No somos salvajes recién llegados de la ribera del Orinoco para formar una sociedad, somos una nación vieja, tal vez demasiado vieja para nuestra época. Tenemos un Gobierno preexistente, un Rey preexistente, prejuicios preexistentes: Es preciso, en lo posible, acomodar todas estas cosas a la Revolución y salvar la subitaneidad del tránsito".

         Ortega exclama al término de esta cita:

         "la subitaneidad del tránsito. Admirable expresión, que condensa todo el método político: porque al actuar, obtiene lo contrario de lo que se propone. Toda revolución, inexorablemente, provoca una contrarrevolución. El político es el que se anticipa a este resultado, y hace a la vez por sí mismo, la revolución y la contrarrevolución".

         Don Carlos, con la misma clarividencia, se anticipa a los resultados de un experimento posible de abrir sin ningún tipo de barreras las compuertas de la libertad, señalando el peligro cierto de que los han querido salvar de un salto el abismo que media entre la libertad absoluta y una libertad racional, han caído en él. El también quiere salvar la subitaneidad del tránsito.

         Veamos ahora como propone el gran estadista la conducción política, que el pueblo paraguayo le ha confiado. Don Carlos se expresa así:

         "Continuemos en la marcha lenta de tanteamiento y experiencia, pero de mejora y progreso sensible, como hasta aquí, reformemos gradualmente nuestras instituciones y leyes que pidan reformas; establezcamos y reconozcamos los principios que al fin han de entrar en el cuadro de la organización y constitución permanente de la República, pero aplacemos su ejecución y aplicación práctica para el tiempo en que la República tenga capacidad suficiente para saber aplicar esos principios y usar de ellos con discernimiento; proclamemos los derechos civiles, esenciales y primordiales de todo hombre, la libertad, la propiedad, seguridad, igualdad ante la ley, pero excusemos por ahora establecer libertades y derechos políticos, hasta que se entienda y conozca lo que importan y significan esas palabras: la inteligencia de la cosa debe preceder al uso del derecho a esa cosa. Ha sido un absurdo funesto que todos los pueblos y naciones se imiten y copien ciega y servilmente. Cada Nación tiene sus condiciones de existencia y cada una se desarrolla según sus necesidades. En unos países casi todo lo hace el espíritu público de empresa y asociación, ahorrando al gobierno mucho trabajo; en otros hay que esperarlo todo de la acción de los gobiernos, que por lo mismo son jefes y guías de la Nación. Por último, mantengamos un poder fuerte, sin el cual no hay justicia, ni hay libertad civil ni política. Pero un poder fuerte por la ley no es, ni quiere decir un poder arbitrario y tiránico, que nada respeta. Un poder fuerte, ilustrado y prudente, es la primera condición, es el primer elemento de organización y constitución de una República. Inclinémonos, pues, para que el pueblo se incline ante la autoridad suprema y ante todos los que, por sus funciones, participan de ella, pero no en una postura humillante servil, sino respetuosamente, como conviene a hombres verdaderamente libres".

         Brillante compendio del pensamiento político del gran obrero de la grandeza nacional que, junto a su pueblo, se alzó irreductible para aventar y desahuciar todos los intentos de los enemigos de la Patria por someternos a servil dependencia.

         Bajo el influjo de la esclarecida personalidad de Don Carlos, decididamente secundado por su hijo, el Brigadier General don Francisco Solano López, especialmente en el segundo periodo constitucional de su ilustre progenitor fue cuando el Paraguay prosiguió su marcha ascensional, mediante la incorporación en el país de muchísimos técnicos contratados en el exterior, así como la adquisición de equipos, maquinarias, implementos y técnica necesarios para impulsar las diversas actividades nacionales, tanto en la construcción de la infraestructura para el desarrollo como en cuanto se refiere a la industrialización y la educación tecnificada, esto último mediante el envío de numerosos jóvenes a Europa para estudiar y posteriormente adiestrar aquí mismo a nuestros connacionales con sus experiencias adquiridas.

         Que grande obra fue esta de los López, que en tiempo de ellos se acuñó una frase que habla a las claras de la obra cumplida: "Soy paraguayo porque sé leer y escribir".

         A la muerte de Don Carlos le sucedió, como era de esperar, el que ya había gobernado con él, su hijo. Francisco Solano. García Mellid refiere así el hecho:

         "El retoño del roble abatido asumió sus deberes de vigía de la nacionalidad en una hora dramática de su destino, con la visión del estadista consumado, pero dolorosamente convencido de que su magisterio sería el de la espada.

         "Francisco Solano López ascendió a la más alta magistratura cuando eran ya muchos los galardones políticos, diplomáticos y militares que habían conquistado. Veinte años hacía que al lado de su padre, era la mente lúcida y el brazo ejecutor de graves y fecundas labores. No es posible separar, y distinguir lo que fue del uno o del otro; iguales en la pasión de la grandeza, fueron también iguales en la fiebre creadora. No se puede hablar de este Paraguay, como cosa del padre, o de aquel otro, como propiedad del hijo. Hay un Paraguay de los López; en que las líneas del padre y del hijo se confunden".

         El joven estadista siguió la misma ruta política trazada por el nacionalismo paraguayo, cuya expresión más saliente era la alta valoración de todo lo nuestro, en primer término del hombre paraguayo, de nuestra grata geografía, de nuestra historia, de nuestra tradición, de nuestra lengua vernácula, etc.

         En el mismo año de 1862 en que Francisco Solano López subió al gobierno del Paraguay, en Buenos Aires se hacía cargo del gobierno Bartolomé Mitre, uno de los más nefastos enemigos del Paraguay y elevado exponente del liberalismo.

         Especialista en las intrigas y habilidoso tramoyista político a poco tiempo de su hegemonía en Buenos Aires concertó la nefasta triple alianza y junto con el Brasil y el Uruguay hicieron la guerra al Paraguay, al que de acuerdo con las cláusulas del inicuo tratado esperaban borrarlo del mapa sudamericano.

         De todos es conocida la gloriosa epopeya cumplida por el pueblo paraguayo en defensa de su Independencia política y soberanía territorial, y la forma heroica como sucumbieron más de un millón de compatriotas en la defensa nacional y el sacrificio final del héroe de la resistencia, el Mcal. Francisco Solano López, que con el nombre de la Patria en los labios fue ultimado a orillas del Aquidabán Niguí, en Cerro Corá, el 1º de Marzo de 1870.

         Esta guerra fue la ocasión para que la antipatria, personificada por los porteñistas oficiaran de vaqueanos a los ejércitos enemigos del Paraguay, enrolándose como "legionarios". Satisfacían así el propósito ya confesado en 1851 a Rosas.

         Episodio triste de nuestra historia pero que no podemos soslayar cuando estudiamos los orígenes de los partidos políticos paraguayos, ya que desde las carpas de la triple alianza, en la persona de estos "legionarios" vinieron los que en 1887 institucionalizaron en el Partido Liberal esta corriente medularmente antiparaguaya.

         Precisamente uno de los principales fundadores del Partido Liberal en nuestro país, Benigno Ferreyra, que durante la Guerra contra el Paraguay, ofició de ayudante del general argentino Paunero, fue el que ya en 1870 se hizo vocero del liberalismo criollo.

         Sobre estos traidores Manuel Domínguez dice:

         "Porteñistas que se humillaron ante Rosas como perros y le pidieron la conquista del Paraguay, firmaron los tratados que mutilaban nuestro territorio, defendido con tanta entereza por los malditos tiranos. Y algunos de ellos eran tan desinteresados que en tiempo de Carlos Antonio López, en odio a la tiranía, se quedaron con un millón de pesos oro perteneciente al Paraguay".

         Por fortuna para nuestro país, el nacionalismo paraguayo no fue sepultado en Cerro Corá, sino que desde ese altar del patriotismo, en la gallarda figura del Gral. Bernardino Caballero y los demás sobrevivientes leales de la Patria, la llama de esa irreductible lealtad al Paraguay se extendió por todo el territorio paraguayo y ya en 1870 se manifestó ante las mismas barbas de los ejércitos de ocupación y en las narices de los legionarios convertidos en lacayos de los enemigos de la Patria.



V. LA DÉCADA DE 1870


- PUGNA ENTRE NACIONALISTAS Y "LEGIONARIOS"

- PREDOMINIO DE LOS NACIONALISTAS.

- LIDERAZGO DEL GRAL. CABALLERO. Y SUS COMPAÑEROS DE IDEALES


         A lo largo de los siglos: De 1537 a 1870 las paralelas habían sobrado toda su intensidad y se las percibían nítidamente, señalando que por todos los tiempos seguirían equidistantes, sin la más remota posibilidad de que se encuentren. La conciliación era imposible. El delito era execrable. Nadie en el Paraguay se ha atrevido a defender a los extranjerizantes. Estaban condenados para siempre.

         La línea nacional perfectamente definida y clarificada, imposible de ser confundida, más aún cuando, en ese inolvidable año de 1870, con la heroica muerte del Mcal. Francisco Solano López en Cerro Corá, había recibido su inmortalización.

         Los heroicos sobrevivientes: ancianos, mujeres, hombres, jóvenes y niños, los pocos que se salvaron de la vorágine de la guerra que nos trajo la triple alianza, tenían prendido en sus pechos, en sus mentes, en sus corazones, en todas las células vitales del ser, la profunda convicción del ser Nacional, de la paraguayidad.

         Todos ellos se mantendrían fieles y leales a la reciente herencia de gloria, que, desde las estribaciones de la Cordillera del Amambay, les llegaba como un mandato ineludible.

         En frente estaban los descastados, los miserables de la raza, los renegados, los traidores, los que abandonaron el lugar donde nacieron y tristes que llegaron a la vileza de oficiar de vaqueanos a los ejércitos que traían el vil propósito cierto de destruir a la Patria.

         Para ellos resuena el apóstrofe de Víctor Hugo, que dice: "Nadie es héroe contra su Patria".

         El gran Domínguez nos ilustra al respecto, en la siguiente forma: "El motor de su voluntad era simple, el odio y su medio la traición. El "Legionario" transformación del porteñista, se alistó en el ejército enemigo pretextando que la guerra no era a la patria, pero cuando publicado el tratado pérfido se descubrió la patraña ninguno tiró las armas ante el propósito cierto de descuartizar al Paraguay".

         El gran poeta Fariña Núñez, al exaltar al patriota censura al legionario, así:

         ¡Y vives todavía! Tu no has muerto,

         Tú no puedes morir como el villano

         Que tinto en sangre y de baldón cubierto

         Luchó sin altivez contra el hermano.


         Es más aún, los traidores estaban en el gobierno títere que fue instalado por los aliados, el 15 de Agosto de 1869. Lo integraban Carlos Loizaga, aquel que en 1851 se había ofrecido ya a Rosas, José Díaz de Bedoya y Cirilo Antonio Rivarola. Formaban un triunvirato al que certeramente alguien ya los calificó así: "legionarios de raza los dos primeros, baqueanos el último".

         El 17 de agosto de ese mismo año de 1879, el triunvirato títere produjo un documento que los estigmatiza por siempre, un Decreto que entre cosas decía:

         "El primero de los deberes indeclinables de todo buen paraguayo en estos momentos supremos de la patria, es contribuir cuanto esté de su parte para la completa victoria de la República y de los gobiernos aliados acreedores de nuestro cordial agradecimiento".

         Original forma de patriotismo este que pide la traición a la Patria y la gratitud para los verdugos de nuestro pueblo.

         Más adelante el Decreto de los traidores decía:

         "El desnaturalizado paraguayo Francisco Solano López, queda fuera de la ley y, para siempre, arrojado del suelo paraguayo, como asesino de su patria y enemigo del género humano".

         ¡Pobres infelices! Allí está nuestra historia marcándolos con caracteres de fuego con el estigma de la traición.

         Ya lo dijo Manuel Domínguez:

         "No puede darse destino peor que el rodar a través de los siglos, con el rótulo infamante de traidor sobre la frente. El sollozo del héroe poema que en Angostura resumía el sentimiento de la patria, mató a ese villano, remordimiento de la raza".

         Jamás pudieron cumplir la infamia de su infame Decreto, ya que el Mariscal Francisco Solano López, héroe máximo de nuestra nacionalidad, jamás ni en vida, ni después de muerto ha sido arrojado del suelo paraguayo, sino que a medida que la verdad histórica fue restaurada del desquicio de los legionarios, la misma fue cubriendo toda la geografía nacional y su figura de gigante del patriotismo del Mariscal Francisco Solano López se extendió por toda la dimensión de la tierra.

         En 1870 culmina la guerra en los campos de batalla y prosigue en el campo político e ideológico.

         El país ocupado por los vencedores y con un gobierno títere comienza a ser víctima de la deformación histórica. Los enemigos de la Patria exaltados a la categoría de libertadores y los traidores de la nacionalidad elevados al plano de salvadores de la República. Nuestros verdugos, los que mataron, incendiaron, saquearon y destruyeron nuestro hermoso país honrados y la augusta memoria de nuestros héroes, execrados.

         No obstante el predominio prepotente de los vencedores, los llamados por el mismo héroe de Cerro Corá como los reivindicadores y los que debían hacer justicia, estaban presentes ya en el tinglado y dispuestos ya a enfrentar a los enemigos de la Patria y a sus lacayos, los legionarios.

         De esta manera ya en 1870 las simientes de los dos partidos políticos tradicionales estaban ya en el ruedo cívico paraguayo.

         Un documento de real importancia en la apreciación de estos hechos, es la carta que el presidente de la República Argentina, Domingo Faustino Sarmiento, en fecha 9 de Enero de 1869, envió al Brigadier D. Emilio Mitre, General en jefe del Ejército Argentino en al Paraguay. La parte pertinente de la carta dice:

         "Mucho partido pudiera sacarse de los prisioneros tomados a López, como Martínez, Carrillo, Saguier y otros; pero hay un grave riesgo de que contando con las simpatías de los suyos, sean un grande obstáculo al Gobierno de nuestros amigos. Los futuros partidos saldrán de ahí: los vencidos y los emigrados".

         Totalmente cierto, ahí estaban las dos tendencias bien definidas, el germen nutricio de los dos partidos que diez y ocho años después de esta carta, se institucionalizaban en nuestro país.

         Sin embargo poco fue lo que sacaron los enemigos de la Patria de los prisioneros paraguayos, para medir la estatura moral de los cuales basta con citar a Manuel Domínguez, cuando refiere:

         "Cuando en la creencia de que terminaba la guerra, capituló Angostura, el jefe Carrillo, prisionero, quedó triste y se aislaba, inconsolable, y entonces enemigos generosos le rodearon y se empeñaron en consolar al valiente diciéndole que, al fin, terminaron las calamidades de la terrible lucha. Pero Carrillo, con lágrimas en los ojos contestaba: Sí... Y la patria? Mi pobre Paraguay...!".

         "Su acento de tristeza infinita conmovió a argentinos y brasileños, menos a algunos legionarios que estaban allí, los cuales se burlaron del sollozo del héroe".

         No puede pedirse una mejor forma de identificar a las dos actitudes, a los dos sentimientos, a las dos maneras, tremendamente diferentes de sentir la Patria.

         Ya dijimos que los dos partidos estaban ya en lisa política del país al término de la guerra.

         Para entender este hecho singular de nuestra historia debemos recordar que a comienzos del año 1869, llegó de regreso de Europa a Asunción, Cándido Bareiro, antiguo funcionario paraguayo en el extranjero, de la Administración del Mcal. López, venía con la lealtad a la Patria íntegra, sin el menor rastro de erosión ni mengua.

         En torno a Bareiro se agruparían pronto los leales a la nacionalidad, al recuerdo de la Patria libre y harían patentes su desprecio a los legionarios.

         Los lacayos de la triple alianza, empotrados en el gobierno, al darse cuenta de la oposición que se alzaba vigorosamente frente a ellos quisieron ahogarla por vías de incorporación de los nacionalistas a posiciones de privilegio. Más esta maniobra no resultó porque los afectados por las mismas rechazaron con fuerza toda convivencia con los legionarios.

         Ínterin este forcejeo, un mes después de la batalla de Cerro Corá, arriba a Asunción el Gral. Bernardino Caballero, el Rubio Centauro de Ybycuí, el que constituía una figura relevante en el escenario nacional, razón por la que el gobierno títere del triunvirato, en la persona de Cirilo Antonio Rivarola procuró enrolar al héroe hacia su efímera causa, especialmente para propiciar la candidatura presidencial del mismo Rivarola.

         El Gral. Caballero se negó rotundamente a semejante bajeza, razón por la que, por gestiones del mismo Rivarola, fue remitido en calidad de "prisionero de guerra" al Brasil en un buque de guerra.

         Entre tanto en el país, quedaba el abanderado de la causa del pueblo, el continuador de la línea nacionalista, Cándido Bareiro.

         Asunción era un hervidero de encontradas opiniones cívicas ya que era inminente la realización de la Convención Nacional Constituyente y, previo a ella, las elecciones para Delegados Constituyentes. Por un lado, estaba Bareiro al frente del Club del Pueblo y como respuesta a esta organización de los nacionalistas, los legionarios formaron el Gran Club del Pueblo.

         Dados los enconos existentes entre ambos bandos, movido por un afán de unir a todos los paraguayos para trabajar por la reconstrucción nacional, Bareiro convocó a los representantes y seguidores de ambos clubes a un encuentro de unificación en el Teatro Nacional. La respuesta fue entusiasta y concurrieron al acto realizado en la noche del 5 de Mayo de 1870, "lo más representativo de nuestra aniquilada sociedad".

         Indudablemente que los principales exponentes del legionarismo esperaban sacar partido de esta reunión y capitalizar el apoyo de todos, razón por la cual no solo aceptaron participar sino que concurrieron confiados.

         ¡Pero lo inaudito ocurrió! Cándido Bareiro, el líder de la causa nacionalista y antilegionaria, fue proclamado presidente de los dos clubes unidos y en el cuerpo directivo fueron electas en gran mayoría personas de la misma línea patriótica, quedando así los legionarios relegados a una reducidísima participación.

         Esta rotunda derrota, de los que contaban con el abierto apoyo de las propias fuerzas de ocupación, del gobierno títere, por más que fue el resultado legítimo de una asamblea libre, no fue admitida por los legionarios.

         Como era de suponer, Bareiro fue el centro del ataque y al Club del Pueblo, al que pertenecía se le denominó "Petit Club López". Por medio de manifiestos y otras formas de expresión los derrotados descalificaron la Asamblea y señalaron que la pretendida unidad era un equívoco y que en el sucesivo eso ni se intentaría siquiera.

         Si difamó, se tergiversaron los acontecimientos, se acusó falsamente y se procuró disfrazar la derrota estrepitosa bajo el peso de la calumnia.

         Frente a este torrente de mentiras, en fecha 10 de Mayo, Cándido Bareiro, dio publicidad a un pronunciamiento en el que ponía las cosas en su lugar y exponía la verdad con toda objetividad. Como la verdad siempre hiere a los falsarios y réprobos de la propia conciencia, esta postura valiente y leal de Bareiro, hizo perder los estribos al antiguo ayudante del general argentino Paunero en la guerra contra el Paraguay, Benigno Ferreyra.

         Furibundo lanzó un manifiesto a la opinión pública, en cuyo encabezamiento estaba impreso lo siguiente: "El jefe, del Partido Liberal de la República".

         Su texto no tiene desperdicio y por ser un documento que pinta cuerpo entero a la mentalidad entreguista y lacayuna del fundador del Partido Liberal Paraguayo, reproducimos seguidamente:

         "El alarido salvaje de la futura tiranía se ha dejado oír. No os dejéis engañar por sus falaces palabras, son los pretextos fútiles del hambriento lobo que quiere devorar al débil cordero".

         "Bareiro representa a la tiranía, su pasado es negro, sus antecedentes pérfidos. No lo dudéis, amados conciudadanos. En Bareiro está encarnado lo más odioso del despotismo; criado y educado por López, además de ser su pariente, defiende en nuestro país y ha defendido en el extranjero, la muerte y el exterminio del Paraguay.

         "La miseria y el hambre que nos devora, lo debemos en gran parte a Bareiro; el luto, el llanto que nos rodea, por la pérdida de nuestros más queridos deudos, lo debemos a las armas compradas por Bareiro en Londres y París y remitidas al tirano de nuestra Patria para derramar a torrentes la sangre generosa de los paraguayos.

         "¡Paraguayos! Ya estáis avisados: Bareiro os ofrece la horca en su proclama para cuando llegue su dominio. No lo dudéis, ha de cumplir; la sangre que corre por sus venas es la del maldito López. "Compañeros. El triunfo es nuestro. . .

         "Rivarola es nuestro campeón; y la distancia que hay entre él y Bareiro, es la misma que hay entre el juez y el acusado.

         "Vuestro compatriota

         Benigno Ferreyra

         "Asunción, Mayo 12 de 1870".

         Jamás el miserable calumniador de la Patria y de su máximo héroe pudo imaginarse que este manifiesto personal serviría precisamente para elevar a Cándido Bareiro a su legítimo pedestal, el de auténtico heredero y continuador de la causa que encarnó el Mariscal Francisco Solano López, es decir la defensa intransigente de la Patria frente a sus más recalcitrantes enemigos.

         También este documento sirve como prueba irrefutable de que el Partido Liberal es el heredero de los legionarios y vaqueanos que, no solo se armaron para matar a sus propios compatriotas en una guerra internacional, sino sirvieron de guía a los verdugos de la Patria.

         Qué diferente era la expresión de Bareiro:

         "Esos hombres se llaman patriotas; y, asimismo, en los solemnes momentos en que la Patria exige el concurso de todos sus hijos, para la obra grandiosa de la reconstrucción nacional, enarbolan el roído estandarte del insulto y de la diatriba, befando y encarneciendo los simbólicos colores de la bandera que nos legaron nuestras padres, y que hoy siguen ostentando con orgullo la Nación Paraguaya.

         "Valiendo de un arma gastada nos llaman lopiztas, y quieren imponernos su voluntad, cuando no cuentan con otras voluntades que las de vosotros, que en cumplimiento de vuestros deberes, vertisteis vuestra generosa sangre, para contribuir a darles la Patria que hoy quieren para ellos solos.

         "Ellos van a perderse para su país y para el mundo; en cambio, vosotros que queréis fundar la Patria para todos, pues a que nadie rechazáis, vais a conquistar las simpatías del mundo civilizado". Indudablemente Ferreyra dio en el clavo cuando al pretender comparar su "campeón" Rivarola dijo que entre éste y Bareiro había una distancia como la que hay entre el juez y el acusado. Hoy tanto Ferreyra como Rivarola ya están donde merecen: en el lugar destinados a los traidores de su nacionalidad. La historia los ha juzgado.

         A partir de este rompimiento la lucha proseguiría con cambiantes alternativas y en distintas instancias, movilizando en ambas filas a la escasa población, pero no por ello menos vibrante.

         Los legionarios seguirían apoyados firmemente por el ejército de ocupación y por los dirigentes del Río de la Plata, a cuya cabeza se destacaba el propio Bartolomé Mitre.

         El 15 de Agosto de 1870 se instalaba la Convención Nacional Constituyente en Asunción. Su misión era estudiar y aprobar la Constitución Nacional y como punto final, elegir al primer Presidente de la República.

         Componentes de esta Convención Nacional Constituyente, apartándose de su específico cometido, tramaron una intriga política a pocos días de la instalación de tan importante asamblea. Pertenecientes todos al grupo legionario designaron el 31 de Agosto como presidente Provisorio de la República al doctor Facundo Machaín. Apenas ocurrido este acontecimiento, el campeón de Benigno Ferreira dio el primer golpe de estado contra la Convención Nacional Constituyente, y, al día siguiente, 10 de Setiembre se instaló presidente provisorio y a la Convención no le restó otra cosa que legitimar el atraco.

         Seis meses después de su destierro, regresaba al país el general Bernardino Caballero y de inmediato fue acogido en el sector liderado por Cándido Bareiro. En filas del partido popular que agrupaba a la inmensa mayoría del pueblo, muy pronto Caballero concitó el franco y decidido apoyo de sus conciudadanos constituyéndose en formidable líder. No titubeó en lanzarse a la arena política, por tanto inexorablemente debía enfrentarse con los legionarios, como ocurrió.

         Sobre este hecho histórico nos habla Carlos R. Centurión, en los siguientes términos:

         "Por ese tiempo el descontento popular se intensificaba y las esperanzas se encarnaban evidentemente en un caudillo subyacente, nimbado de gloria, de fama legendaria, a cuyo derredor las masas ciudadanas se agrupaban y se agitaban amenazadora. Era el general Bernardino Caballero, recientemente liberado por el gobierno del Brasil, del que fuera prisionero de guerra después de Cerro Corá".

         Figura de tanto prestigio no podía permanecer libre del temor de los gobernantes, más aún cuando este era el propio Cirilo Antonio Rivarola, el que lo había extrañado del país con sus intrigas. Por eso es que en 1871, el general Caballero iba nuevamente camino al ostracismo, esta vez, acompañado de Cándido Bareiro. De vuelta al país siguió ejerciendo el poderoso liderazgo de sus compatriotas. Y es nuevamente Carlos R. Centurión, el que nos informa de lo ocurrido:

         "Esperanzas de mejoramiento, gratitud para los guerreros, afectos amistosos contraídos en los días azarosos de la contienda, en el dolor y en la gloria comunes; ensueños de redenciones prometidas; odio a los que mandaban y no estuvieron con las víctimas en la hora del holocausto inmerecido, todo, en concreción magnífica, creó la fuerza que dio origen, el 22 de Marzo de 1873, a la revolución encabezada por el caudillo popular".

         Anastasio Rolón Medina, en su obra: "El General Bernardino Caballero", Imprenta la Humanidad, 1965, dice al respecto:

         "Efectivamente, el guerrero llameante de la epopeya habíase convertido en el líder favorito del pueblo, y el caudillo, el conductor en plena gestación, iniciaba su marcha ascencial hacia las posiciones de mayor responsabilidad, que próximamente habrán de corresponderle en la dirección superior del Estado".

         De la revolución de 1873, el gobierno de Jovellanos pudo evitar su derrocamiento gracias a que las fuerzas de ocupación intervinieron en su favor.

         En 1874, nuevamente el Gral. Caballero y sus leales, entre los que caben citar a don Cándido Bareiro, a los entonces, Coroneles Patricio Escobar, Germán Serrano y Silvestre Aveiro, los Comandantes Juan Alberto Meza y Zoilo González, el Mayor José Dolores Molas y muchos otros ex-combatientes en los Ejércitos del Mcal. López, tuvieron que recurrir a las armas para enfrentar a los legionarios del gobierno. Resultado de este alzamiento armado fue la derrota de Jovellanos, el que gracias nuevamente a la intervención de las fuerzas de ocupación no cayó, pero si permitió la participación en el gobierno de los principales representantes del nacionalismo, como el General Bernardino Caballero, en la cartera del Interior; en la de Guerra y Marina, el Cnel. Germán Serrano y la de Relaciones Exteriores, don Cándido Bareiro.

         Desde entonces paulatina, pero sistemáticamente los nacionalistas fueron integrando el gobierno, hasta que, luego del retiro de las fuerzas de ocupación, y en las elecciones de 1878, asciende como Presidente de la República, don Cándido Bareiro, asumiendo su cargo el 25 de Noviembre de ese mismo año. El gabinete que acompaña al líder de los nacionalistas era el siguiente:

         Ministerio del Interior. Gral. Bernardino Caballero

         Ministerio de Guerra y Marina, General Patricio Escobar

         Ministerio de Hacienda Juan Antonio Jara

         Ministerio de Relaciones Exteriores, Dr. Benjamín Aceval

         Ministerio de Justicia, Culto e Ins. Pública, José Segundo Decoud

         Llegaba así la hora de la justicia y la reivindicación inicial de la causa paraguaya. El líder elegido ya por aclamación en 1870 como Presidente de los Clubes Unidos, era elevado frente a la conducción nacional, al frente de la Patria misma.

         Antes de proseguir con los sucesos políticos, queremos traer una cita muy valiosa, ya que proviene de un eminente liberal y antilopizta, como lo es el Dr. Cecilio Báez. Es con respecto a la personalidad del General Caballero y a propósito de la revolución de 1874.

         La opinión del Dr. Báez es la siguiente:

         "En febrero de 1870 se encontraron en Campo Grande las fuerzas gubernistas y revolucionarias; las unas comandadas por un militar improvisado, don Francisco Lino Cabriza, y las otras por los veteranos de la guerra del Paraguay, General Caballero, Coroneles Escobar y Serrano, Comandantes Juan Alberto Meza y Zoilo González y Oficiales como Genes, Molas, Goiburú, Avalos, Juan Pablo López y muchos otros. Las primeras eran tropas bisoñas, por el contrario, las segundas eran gentes que habían aspirado el humo de la pólvora en los campamentos".

         Lo único que en honor a la verdad histórica le faltó decir al prohombre liberal era que se habían enfrentado los soldados del Mcal. López, los nacionalistas, con las fuerzas del legionario antipatriótico.

         El Dr. Báez, legionario por adopción, no pudo evitar rendirse ante el mérito del héroe de las cien batallas. Escuchémosle:

         "...estaban comandadas por el prestigioso Cabo de Guerra don Bernardino Caballero, quien había ilustrado su nombre en la campaña del Paraguay contra la Triple Alianza. Se trataba, pues, de un caudillo militar aureolado con la corona cívica de los triunfadores romanos. Vencedor en el Campo Grande de las fuerzas del Gobierno, entró en la Asunción cargado de laureles. Saludaban en él las masas populares al salvador de la República de la ignominia del régimen entonces imperante."

         Lástima que este ilustrado paraguayo se paso en 1902 a filas del legionarismo, desatando un furibundo ataque al Mcal. López, a su ilustre padre don Carlos Antonio López, execrando la memoria de nuestros héroes más puros.

         Pero sigamos leyendo sus opiniones:

         "La población ciudadana -prosigue Báez- desprendiéndose de sus fúnebres crepones -como lo hiciera antes, por un motivo patriótico, la célebre comunera criolla doña Elvira Mena de Llanas- para recibir con vítores y manifestaciones de alborozo al soldado glorioso que acababa de poner término, como Trasíbulo en Atenas, a la orgía de los mandones, decretando luego, la amnistía para todos los desterrados políticos":

         "Finalmente, reproducimos el siguiente párrafo del mismo Báez:

         "...En sus azules ojos se leía la dulzura y la bondad de las grandes almas, y en su semblante la altivez de los de los espíritus varoniles. Así serán los héroes legendarios descriptos en los romances caballerescos de la Edad Media".

         Este genuino prototipo de la raza, paraguayo de pura cepa, por nacimiento y por haberla defendido durante cinco años en los campos de batalla frente a un poderoso enemigo, estaba a punto de alcanzar el cenit de su carrera política.

         En efecto, don Cándido Bareiro, Presidente Constitucional de la República, poco antes de dos años de su mandato de cuatro, falleció el 4 de setiembre de 1780 y para completar su periodo es designado por el Congreso Nacional el Gral. Bernardino Caballero.

         El Presidente Caballero integró su gobierno en la siguiente forma:

         Ministro de Guerra y Marina: Coronel Pedro Duarte

         Ministro de Hacienda: Juan A. Jara

         Ministro de Relaciones Exteriores: José Segundo Decoud

         Ministro de Justicia, Culto e Inst. Publica: José Antonio Bazarás

         Ministro del Interior, se encomendó al titular de Guerra y Marina.

         Cumplido el periodo de Bareiro, el General Bernardino Caballero fue electo para un periodo completo en las elecciones de 1882, y el 25 de Noviembre de ese año inició sus gestiones de cuatro años, culminó en 1886.

         Durante los seis años de mandato, cupo al Gral. Bernardino Caballero la realización de un gobierno de reconstrucción nacional que es reconocido por todos los buenos paraguayos, como demostración fehaciente de lo que es capaz de lograrse cuando en la conducción del país se lleva el auténtico sentir del pueblo y el gobernante es en verdad un intérprete cabal de las genuinas aspiraciones de la raza.

         El General Bernardino Caballero y sus compañeros de ideales sirvieron a la Patria con la lealtad de los auténticos patriotas y hoy está ya en la permanente recordación y respeto de todos sus compatriotas agradecidos.

         Cerramos este capítulo con la opinión de un adversario político, el liberal Dr. Justo Pastor Benítez (padre), extractado de "La Ruta", edición Imprenta Nacional, 1939, en la que respecto al fundador del Partido Colorado dice:

         "Bernardino Caballero no pudo morir en Cerro Corá porque era un héroe epónimo, un trasunto de su pueblo y porque debía cumplir otra misión igualmente grande: reedificar la patria. Su actuación política está librada al juicio de la historia, pero sus hazañas forman parte de la epopeya nacional. Hombre sencillo, hijo amantísimo, soldado sin gran cultura, pero recio de carácter, llegó a la cumbre sin abandonar su modestia y su bondad, consagrado en su larga existencia al bien de su país".



VI. LA FUNDACION DE LOS PARTIDOS POLITICOS TRADICIONALES:

        

         - ASOCIACION NACIONAL REPUBLICANA, PARTIDO COLORADO.

         - CENTRO DEMOCRATICO, PARTIDO LIBERAL.


         A esta altura de nuestros estudios podemos afirmar, con sobrados fundamentos, que en la práctica existían ya los dos partidos políticos tradicionales del Paraguay, y desde hacía mucho tiempo. Esas dos concepciones diametralmente opuestas de lo nuestro y lo extraño, ya se habían adentrado profundamente en el sentimiento nacional.

         Pero sí es verdad que en el año 1870, a poco de terminada la guerra, estos partidos preexistentes en la práctica cobraron contornos más definidos y se manifestaron ya con tendencia de institucionalizarse.      

         Por un lado se agruparon en el Club del Pueblo bajo el liderazgo de don Cándido Bareiro. Por el otro en el Gran Club del Pueblo con el liderazgo de Benigno Ferreira.

         Bareiro y sus seguidores en una nítida e inconfundible militancia nacionalista, y Ferreira y los suyos irreductibles en su legionarismo foraneizante.

         La década de 1870 fue rica en acontecimientos políticos y revoluciones cuarteleras, como resultado la ardorosa pugna entre las dos corrientes de opinión. Los nacionalistas contaban con el decidido apoyo del pueblo y los legionarios con el franco respaldo de las fuerzas extranjeras de ocupación.

         Sabemos que uno de los grandes protagonistas de este periodo de transición, en el que tuvo destacada participación, fue el general Bernardino Caballero. Ya en 1874 integraba el gobierno como Ministro del Poder Ejecutivo. Posteriormente viajó a Europa y luego de su regreso, prosiguió su actividad política en el partido nacionalista.

         Reiteramos aquí, por su importancia política, que apenas se retiraron del país las fuerzas extranjeras de ocupación en 1876, y ya en las elecciones para el periodo constitucional de 1878 ganaron los nacionalistas y asumieron el gobierno de la República. La Patria soberana siempre estaba en las mentes y los corazones de los Paraguayos.

         Ante la inesperada muerte de Cándido Bareiro en 1880, el Congreso Nacional, conforme establecían los preceptos de la Constitución de 1870, fue elegido para completar el periodo del ilustre finado, el Gral. Bernardino Caballero, el que en 1882 fue elegido ya para un periodo completo de cuatro años.

         Tanto durante el gobierno de Bareiro como el del Gral. Caballero las actividades políticas se desarrollaron con toda normalidad, había libertad de Prensa y ambos partidos disponían de sus páginas para predicar sus verdades, sus críticas, sus inquietudes, etc.

         Al Gral. Bernardino Caballero sucedió en 1886, como Presidente de la República, otro gran soldado de nuestra epopeya, el Gral. Patricio Escobar, como prueba irrefutable de que la inmensa mayoría de nuestro pueblo apoyaba a los nacionalistas y rechazaba a los legionarios. La repulsa era unánime.

         El gobierno del Gral. Escobar siguió la misma línea patriótica que sus ilustres antecesores, Bareiro y Caballero, manteniendo la vigencia de todas las libertades, como comprobación de la indesmentida vocación democrática de estos ilustres compatriotas.

         En este clima cívico, propicio arribamos al año 1887, en el que nacionalistas y legionarios ya se institucionalizarían definitivamente en los dos partidos tradicionales del Paraguay: La Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado)       y el Partido liberal.

         Sobre este capítulo de nuestra historia cívica, el Cnel. Luis Vittone; en obra ya citada, dice textualmente:

         "Los legionarios o enemigos de López, eran dirigidos por el mismo general Bartolomé Mitre en los trabajos políticos, y fueron ellos los fundadores del partido liberal, del cual fue primer presidente el legionario Benigno Ferreira".

         Las pruebas de esta afirmación es insertada por el mismo Cnel. Vittone poco más abajo al citar el entredicho ocurrido entre dos ciudadanos argentino Juan Saquí y Ernesto Orrego Saenz. A consecuencia, de ello el señor Orrego Saenz publicó lo siguiente:

         "...Sin esforzarse mucho y con un grano de sentido común, encontraríamos claro de que el Gral. Mitre haya dejado el gobierno del Paraguay a los paraguayos que facilitaron a nuestras tropas la victoria que se nos hacía cuesta arriba en vista de la tenacidad de los soldados de López, en defender con patriotismo ejemplar el suelo nativo. "Es justo, pero poco decente (dice el Sr. Saqui), pero teniendo en cuenta la gratitud que le debíamos a estos paraguayos que ayudaron a nuestro ejército a derrotar a sus compatriotas, no cabía disyuntiva que dejar en manos de ellos las riendas del Gobierno, facilitando de esta manera la paz para muchos años, como efectivamente ha ocurrido". Y continúa diciendo: "El Gral. Mitre, en este sentido tuvo clara visión del porvenir, cosa que no ha ocurrido con los aliados de la Guerra Mundial. Lo que faltó a los vencedores de la Guerra Mundial, a los vencedores de la guerra Europea, le sobró al Gral. argentino. Pues, el Gral. Mitre no dejó a estos paraguayos traidores formar libremente su gobierno, si no hizo más todavía escribiendo los Estatutos para la formación de un partido político, al cual le puso el nombre de Partido Liberal, con cuyo nombre se mantuviese en el poder por muchos años, siendo excluido por breve tiempo por un gobierno popular".

         ¿Más claridad? Imposible!

         Pero sigamos transcribiendo el documento:

         "Esto ocurrió a raíz de la torpeza de que hicieron gala, pudiendo atribuírseles al estigma de traidor que llevan sobre sus espaldas, pero esto se pudo zanjar, gracias a las armas y al dinero que les facilitamos para derrocar al gobierno de su patria por medio de una revolución (1904), cosa prevista en los Estatutos de dicho partido, escrita de puño y letra por el Gral. Mitre y toda vez que no se aparten de una política argentina, encontrarán siempre del pueblo y gobierno argentinos, ayuda para el mismo menester. De manera que al Paraguay gobiernan los Estatutos que aun rigen en todas sus partes, tal como lo dictara el gran conductor del pueblo que fue el Gral. Bartolomé Mitre. Con esto no hago sino poner de relieve la Figura del Gran hombre argentino, tratando de defender la historia nuestra y la de los aliados en los campos de Europa.

         "Como punto final, hago un llamado a la cordura del Sr. Juan Saqui invitándole a posar su vista en el mapa contemplando las realidades geográficas de nuestra amistad con los paraguayos que nos ayudaron a vencer a sus hermanos, y a quienes les repusimos en el Gobierno con dinero y armas argentinas por su fidelidad a las letras dictadas por el jefe de los ejércitos aliados en la guerra del 65 - 70. Ernesto Orego Saenz".

         Pese tan densa y calificada documentación sobre el origen espurio y antinacional del liberalismo paraguayo. Hay todavía quienes incapaces de sacudirse de encima tan nefasta herencia, tratan de tergiversar la historia.

         Pero es imposible, la verdad se ha impuesto definitivamente y ningún esfuerzo por torcerla servirá de nada, sino para hacerla más nítida ante los ojos de las nuevas generaciones que se suceden en nuestro país.

         Sin embargo vamos a tener que recurrir todavía a algunas citas antes de ocuparnos de la fundación del partido liberal.

         El Dr. Luís María Argaña, en su libro: "Perfiles Políticos", editado por Casa América, 1977, en la página 97, afirma:

         "Los liberales, llámense Radicales o Liberales a secas sostienen que su partido fue fundado el 10 de julio de 1887. Sin embargo, este partido data de mucho antes de la guerra y se gestó ya con exiliados antilopiztas en Buenos Aires, como lo hemos visto anteriormente.

         "Lo que nos dicen los documentos, por encima de cualquier apreciación subjetiva que pueda suponerse interesada es que ya el 12 de Mayo de 1870, Benigno Ferreira, lanza su famoso manifiesto rotulado a grandes rasgos de esta forma: "EL JEFE DEL PARTIDO LIBERAL DE LA REPÚBLICA", tal documento ha sido publicado en el libro "La Convención Nacional Constituyente" de Héctor Francisco Decoud, pág. 115".

         Otro documento esclarecedor sobre el verdadero origen del partido liberal local, contiene el segundo tomo de la Obra: "Proceso a los falsificadores de la historia del Paraguay", de Atilio Garcia Mellid, en cuya pág. 448 se lee:

         "Avanzando en el cumplimiento de consignas recibidas desde Buenos Aires, un grupo de prominentes "legionarios" resolvió fundar -el 27 de Marzo de 1870- una institución a la que le pusieron el nombre de "Gran Club del Pueblo". Se destinaba a trabajar "por establecer los principios liberales". Era la sucursal del mitrismo en el viejo solar guaraní. La cartilla aplicada por Mitre en la Argentina, con el arrasamiento de las instituciones, partidos y personas de filiación nacionalista, iba a reproducirse en el Paraguay. Ese era el compromiso y la finalidad de la guerra".

         Este sector de opinión, claramente perfilado ya, en fecha 2 de Julio de 1887, realiza una reunión con todas las garantías del gobierno nacionalista del Gral. Patricio Escobar. Luego de las deliberaciones de circunstancias, redactan la siguiente acta:

         "Nos los abajo firmados, reunidos en la casa de la calle Asunción Nº 1, el día sábado 2 de Julio del año 1887, a las 7 y media de la noche, con el objeto de establecer un centro político, convencidos de la imperiosa necesidad de su existencia, procedimos a una formal declaración de que desde la fecha queda instalado dicho centro, bajo la denominación de "Centro Democrático", con los propósitos y fines que se establecerán en el acta definitiva de constitución.

         "Y para que conste, firmamos la: presente acta, fecha ut-supra. "Cirilo Solalinde, A. Taboada, I. Benegas, Juan A. Aponte, Rafael A. García, José M. Fretes, Emilio Cabañas, A. Zayas, Ignacio Ibarra, Manuel Ávila, D. Candia, R. Soler, Florencio Quintana, M.I. Mora, Vicente F. Espínola, A. Schanique, Juan Cirilo Mendoza, José de la Cruz Ayala, José A. Alfaro y otros".

         Ocho días después de esta reunión, en fecha 10 de julio de 1887, se realiza la asamblea constitutiva del Centro Democrático o Partido Liberal, hecho que fue documentado en el acta siguiente:

         "En la ciudad de Asunción, a los 10 días, de Julio de 1887, por cuanto el Pueblo Paraguayo en su constitución política ha acordado a los ciudadanos, entre otros derechos como el de la libertad de prensa y de la palabra, el de la reunión y declarando así mismo inviolable la ley electoral, a fin de que estos medios que se consideran los más eficaces pueda establecerse para los actos de los gobiernos, no solamente una barra a sus avances posibles, sino también un medio de ilustrar a los mismos en el examen y resolución de las cuestiones de su competencia que afecten los intereses de la comunidad e intervenir espontánea y libremente en la formación de los poderes del Estado que deban encargarse de los destinos de la República.

         "Y considerando que en el derecho de la reunión está comprendida el de la formación de las asociaciones políticas para hacer más eficaz el uso de esos mismos derechos, por cuanto la unidad de acción lleva mayor cooperación de inteligencia en el examen de los negocios del Estado e imprime mayor autoridad moral en el ánimo de los gobernantes, encaminándolos de este modo por el sendero que les señala la verdadera voluntad del pueblo.

         "Y teniendo presente la necesidad sentida de un tiempo a esta parte de una agrupación semejante, nos los abajo firmados nos hemos reunido espontáneamente y constituimos por resolución unánime una sociedad política que denominamos Centro Democrático, para hacer uso de los derechos que nos acuerda la Constitución Nacional y las leyes de la República en la forma que se determinará en los Estatutos respectivos.

         "Cirilo Solalinde, I. Benegas, José de la Cruz Ayala, F. Soteras, O. Rivarola, Pedro J. Alarcón, Florencio Quintana, Juan Filisbert, S. Ibarra Legal, Manuel Paradera, Siguen las firmas".

         De esta manera quedaba institucionalizado el Partido Liberal, cuyo primer presidente en 1870 fue Benigno Ferreira como señalan los documentos citados.

         En el mes de Agosto, el día 24, se realizó otra asamblea liberal para la formulación de la declaración de principios, redactar y aprobar los Estatutos y dignar la primera Comisión Directiva. Lo único documentado de esta asamblea fue la designación de lo que sería el primer directorio liberal. El mismo quedó así:

         Presidente: Antonio Taboada, Vice Presidente: Pedro V. Gill, Secretario: José de la Cruz Ayala, Pro-Secretario: Fabio Queirolo, Tesorero: Bernardo Dávalos, Vocales: Cirilo Solalinde, Mateo Collar, Ildefonso Benegas, Cecilio Báez, José Z. Caminos, Juan A. Aponte, Víctor M. Soler, Francisco Soteras; Antonio Zayas, Avelino Garcete, Felipe Torrents, José J. Goiburú, Ignacio Ibarra.

         La ausencia de una clara definición de principios, de un coherente y manifestado programa de acción, es comentado así por el Dr. Ezequiel González Alsina, en "Bernardino Caballero, el Manifiesto de 1887 y su Proyección Doctrinaria", editorial Casa. América, 1972:

         "Repetimos que esto es todo lo que hay allí, -se refiere al texto del acta de fundación del Centro Democrático- No hablemos ya de una orientación programática, que sería mucho pedir cuando ni siquiera, se mencionan los deberes que la misma Constitución invocada imponía a los ciudadanos. Solamente los derechos, y aún estos con fines exclusivos de proselitismo partidistas".

         Es oportuno aquí señalar que el liberalismo criollo, desde su origen padece de un mal incurable, el de la división de su clase dirigente. Esa desinteligencia ha costado al país cuantiosas pérdidas y el retardamiento de su progreso y desarrollo político, económico y social, como veremos más adelante.

         Vale sí para ver como esta división del liberalismo permitió que se clarificara definitivamente el origen y el verdadero fundador de esta agrupación en el medio nacional.

         Para ello recurriremos a una cita contenida en la obra ya citada del Dr. Luis María Argaña, y es la siguiente:

         "...los hechos posteriores demostraron que el Partido Liberal fue uno solo y que su nacimiento data de 1870. En efecto, cuando luego de la muerte de Eduardo Vera, en la intentona subversiva del 18 de Octubre de 1891, la división liberal era tan profunda que no había posibilidad de conciliación, la Asamblea liberal reunida para la renovación de la Comisión Directiva del Centro Democrático, elige una lista en la cual estaba incluida Benigno Ferreira, que a la sazón vivía en Buenos Aires (desde 1874 a 1894) Así es elegido Ferreira como Presidente del Centro Democrático y Fabio Queirolo como Vice Presidente, quien en tal carácter escribe una carta a Buenos Aires, a Benigno Ferreira, pidiéndole su regreso al país para hacerse cargo del liberalismo unificado. Benigno Ferreira, acepta tal designación, pero condicionando prácticamente su regreso, afirmando, que aceptaba tal designación en la convicción "de que el Centro Democrático, cuya presidencia le ofrecían -que desde luego no le podían ofrecer si no era afiliado- no era sino la continuación histórica del glorioso Partido Liberal del cual fuera Presidente en 1870".

         "Esta carta fue aceptada por todos y publicada en primera plana en "El Pueblo", órgano periodístico del Centro Democrático. "Ferreira vino después a Asunción para hacerse cargo de la Presidencia del Centro Democrático y en una de sus primeras reuniones, realizadas por la Comisión Directiva bajo su presidencia, el Centro Democrático, por influencia o deseo de Ferreira, y por reconocer sus antecedente en 1870 decide modificar el artículo primero de su Estatuto y así sustituye el nombre de Centro Democrático por el de Partido Liberal, lo que implica el reconocimiento de la tesis de Ferreira de que "El Centro Democrático no es sino la continuación histórica del partido del cual fuera presidente en 1870.

         Estos testimonios no dejan ya lugar para ninguna excusa, pues no solamente prueba que el Centro Democrático es la continuación del Partido Liberal que presidió Benigno Ferreira en 1870, al que en momento de grave división, en ausencia, se le designó como Presidente del Centro Democrático unificado, y que bajo su Presidencia en el año 1895, y en una de las primera resoluciones de su directiva, se cambió el nombre de Centro Democrático por el de Partido Liberal.

         Como diría el Dr. Manuel Domínguez: "La cuestión no es con nosotros, es con la historia".

         Además no es solamente lo que las personas dicen de sí mismos lo que realmente sirvan para valorarlas, lo más importante es su conducta, sus obras, sus actitudes, su comportamiento, sus palabras, etc. Y en toda la historia del Partido Liberal, cualquiera sea la facción o fracción a que recurramos, encontraremos siempre una coincidencia con el pensamiento, las actitudes, las palabras, la conducta y el comportamiento antinacional de los legionarios de Benigno Ferreira.

         Ejemplos: el exacerbado antilopizmo, que les llevó siempre a negar toda clase de mérito al héroe máximo de la nacionalidad, Mcal. Francisco Solano López y a la Causa Nacional por él y más de un millón de paraguayos, defendida al costo de la propia vida en una guerra internacional contra tres poderosas naciones aliadas. Tan cierto es esto que, aun después de casi medio siglo de lucha ideológica, doctrinaria y con la verdad histórica contra el legionarismo antinacional, todavía en el año 1925, uno de los fundadores del Partido Liberal, el Dr. Cecilio Báez, hombre ilustrado, razón por la que para él no cabe la excusa de la ignorancia, en su libro "Política Americana", decía estos desatinos:

         "...bajo la dictadura de los López había maíz, mandioca, batatas; tabaco, caña de azúcar y cebollas; y los niños y los paisanos, en general, eran patriarcalmente acariciados con azotes por cualquier motivo; pero no había industrias, ni artes, ni letras, ni justicia, ni instituciones democráticas".

         ¡HASTA DONDE PUEDE LLEVAR EL FANATISMOY EL ODIO!.

         El Dr. Cecilio Báez que mentía y sabía, también, que mentía en daño de la Patria; sabía que sus palabras podrían tener efectos negativos sobre jóvenes que se formaban bajo su magisterio universitario. Sin embargo como hombre de partido, como fundador del partido liberal actuó con la misma moral cívica de Benigno Ferreira, aquel que, al decir de ilustres historiadores argentinos, traicionó a sus compatriotas y ayudó a la triple alianza a derrotar a sus propios hermanos.

         Es indudable que la afirmación del Dr. Domínguez tiene validez, también para el Dr. Cecilio Báez, cuando dice: "Entre el porteñista después llamado "legionario" y el patriota mediaba un abismo".

         Es más todavía, cuándo el Dr. J. Bernardino Gorostiaga en el año 1927, en su carácter de Diputado en representación del Partido Colorado, propuso al Congreso que el día 1º de Marzo fuese declarado feriado nacional en memoria de la gloriosa inmolación del Mcal. López y en recordación al heroico sacrificio de nuestro pueblo en la guerra contra la triple alianza, los diputados liberales en mayoría rechazaron el proyecto porque según ellos ni al Mcal. López, ni a los un millón de compatriotas muertos, ni a nuestra Patria, el Paraguay, les reconocía mérito en sus sacrificios ni justicia en su causa.

         Era la genuina, típica mentalidad legionaria, que como un veneno maldito había quedado prendida en el alma de los liberales. Todo esto es lo que avala la historia: de que el Partido Liberal institucionalizado el 10 de Agosto de 1887, es el mismo que fue fundado en 1870 por los legionarios y cuyo primer Presidente fue el destacado Benigno Ferreira, bajo cuya presidencia en 1895 el Centro Democrático cambió definitivamente su nombre por el de Partido Liberal.


LA FUNDACION DE LA ASOCIACION NACIONAL REPUBLICANA

(PARTIDO COLORADO)


         Los nacionalistas, cuyo indiscutido y acatado líder era el Gral. Bernardino Caballero, no permanecieron ociosas en el quehacer cívico, pues desde 1870, al igual que el liberalismo, estaban presentes en nuestra caldeada arena política, para enfrentar al legionarismo prepotente y evitar sus ya conocidos designios de uncir al Paraguay al yugo de una oprobiosa dependencia, especialmente del mitrismo bonaerense.

         Ya conocemos el álgido proceso que llevó al legítimo predominio de los nacionalistas y como, en el clima de la plena vigencia de la democracia, bajo el gobierno de los gloriosos veteranos de los ejércitos del Mcal. López, el país se encaminaba hacia la afirmación institucional.

         Fundado el Partido Liberal el 10 de Julio de 1887, los nacionalistas, por su parte, dieron los pasos para institucionalizarse en una entidad política legal.

         En la búsqueda de concretar esta inquietud generalizada, en fecha 25 de Agosto de ese año político por excelencia, los nacionalistas realizaron una reunión.

         El Cnel. Vittone comenta esa reunión en los términos siguientes:

         "Los patriotas del antiguo Club del Pueblo, alineados ahora bajo la inspiración del General Bernardino Caballero, sienten la necesidad de reorganizarse, para enfrentar leal y caballerescamente al partido Liberal en el terreno de la democracia, sin sospechar que sus adversarios no bajarían a la arena para medir el poder de sus fuerzas populares en los sufragios libres, sino que preferirían esgrimir las armas y dilapidar el dinero extranjero, para aplastar y acallar el repudio del pueblo".

         Resultado de esta reunión fue la redacción de un acta, cuyo texto transcribimos:

         "En la ciudad de Asunción, a los 25 días del mes de Agosto de mil ochocientos ochenta y siete, reunidos los ciudadanos que suscriben, y a indicación del General D. Bernardino Caballero y proposición del Sr. José Segundo Decoud, resolvieron constituirse en agrupación política con el laudable objeto de ocuparse preferentemente en las cuestiones de interés público que interesen la prosperidad y el engrandecimiento y felicidad de la patria, así como de propender el afianzamiento de las libertades públicas, consagradas por la carta fundamental de la República, y con el fin de dar una forma conveniente a este pensamiento se procedió a nombrar una comisión provisoria encargada de redactar el programa y Estatuto de la Asociación. A moción del S. J.C. Vera, fueron electos por aclamación para componer dicha comisión los señores Bernardino Caballero, Higinio Uriarte, José G. Granados, Santiago Cardozo, Juan G. González, José S. Decoud, Ángel Benítez, Juan Crisóstomo Centurión, Remigio Mazó, Esteban Rojas, Miguel Alfaro, Guillermo de los Ríos, H. Carvallo, Z. Samaniego y Jaime Peña.

         "Enseguida el Sr. H. Uriarte manifestó la necesidad de nombrar un Presidente y Secretario provisorios para dirigir los trabajos conducentes a la organización definitiva de la asociación, quedando electos los señores Bernardino Caballero, para Presidente, y Juan G. González para Secretario.

         "Acto continuo se resolvió por aclamación de los presentes que la asociación lleve el nombre de ASOCIACION NACIONAL REPUBLICANA, con lo que se terminó el acto, firmando a continuación los ciudadanos presentes.

         "Bernardino Caballero, Cantalicio Guerreros, Higinio Uriarte, Lorenzo Ortellado, Zacarías Samaniego, Dionisio Loizaga, Juan E. González, E. Rojas, Ángel Benítez; Constantino B. Valiente, José D. Vera, Juan Crisóstomo Centurión, A. Saldívar, Fernando Riquelme, Calisto Gill, Héctor Carvallo, Félix de los Ríos, P. Ocaris, Manuel Fleitas, M.G. Granadas, Juan E. Silva, Marcos Riquelme, José M. Villamayor, Ángel Avalos, Andrés Escobar, Santiago Cardozo, Remigio Mazó, Sabas Riquelme, L. Bareiro, Benito de J. Villalba, Elíseo Vargas, C. Machaín, M. Carmona, José Segundo Decoud, Juan Egusquiza, Juan Giménez, José Vargas, P. Segovia, J.R. Mazó, J. Moreno, E. Chamorro, Francisco Zorrilla, Félix González, A. Eliseche, M. Morínigo, José G. Granados, Antonio Cabrera, Juan J. Cardozo, Pedro A. González, Juan C. Arrúa, Ángel Martínez, J. Peña, J. Bogarín, P. Zárate, Félix de los Ríos, Gil Ramírez, J.A. Godoy, Pedro Fernández, Francisco Noce, Ramón Encina, Alberto Samaniego, Rolón Troche, M. Viera, Joaquín González, E. Fleitas, Ramón Benítez, J. Andrés González, José Pedrozo, Juan E. Torales, Gregorio Narváez, Lorenzo Pérez, B. Giménez, G. Gómez, To. Alfaro, Blas Aquino, Miguel Alfaro, Higinio Céspedes, V. González, Pedro A. Vera, José D. Espínola, Juan C. Meza, José T. Báez,      varios otros más".

         De las publicaciones realizadas sobre las reuniones preparatorias de ambas entidades se nota algo muy revelador, como es la nómina de asistentes, mucho más numerosas en el sector de la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado), porque eso de que "siguen las firmas" es un recurso que suele usarse, muchas veces para encubrir el escaso número de participantes, como en el Acta del Partido Liberal.

         Otro dato revelador es que la fundación del Partido Liberal se hizo en una casa particular, ubicada en la casa de la calle Asunción Nº 1, dice la crónica y el acta preparatoria ya citada más arriba.

         En cambio la fundación de la Asociación Nacional Republicana, Partido Colorado, tuvo como escenario el Teatro Olimpo, hoy denominado Teatro Municipal, ya que esa era la única manera de poder albergar a la totalidad de los asambleístas.

         En el citado lugar, el 11 de Setiembre de 1887, en medio de entusiasta Asamblea, plena de vibraciones patrióticas, en el que se respiraba el orgullo de ser paraguayo y donde nadie se avergonzaba de su historia y en el que era respetada la memoria de nuestros próceres y héroes gloriosos, se institucionalizó el nacionalismo paraguayo y surgió a la vida cívica nacional la ASOCIACION NACIONAL REPUBLICANA (PARTIDO COLORADO).

         El acta de fundación es la siguiente:

         "En la ciudad de Asunción, a los once días del mes de setiembre de mil ochocientos ochenta y siete, reunidos en Asamblea General los socios y los que se adhieren al patriótico pensamiento de la Asociación Nacional Republicana, a invitación de la Comisión Provisoria nombrada en la primera reunión del 25 de Agosto del mes próximo pasada, con el objeto de discutir y aprobar los Estatutos y el Programa confeccionados por dicha Comisión; abierta la sesión y dada lectura a cada uno de los expresados documentos, fueron aprobados sucesivamente por aclamación y sin modificación alguna.

         "Enseguida y a moción del socio señor Don Carlos Rojas, fueron propuestos y electos para componer la Junta Directiva los ciudadanos siguientes: Presidente: Bernardino Caballero; Vice Presidente 1º José Segundo; Vice Presidente 2º Higinio Uriarte, Secretario: Juan G. González, Pro-Secretario: Remigio Mazó, Tesorero: Santiago Cardozo, Vocales: Miguel Alfaro, Ángel Benítez, José González Granado, Juan Crisóstomo Centurión, Zacarías Samaniego, José R. Mazó, Federico Muñoz, Juan de la Cruz Giménez, Germán Miranda, Cantalicio Guerreros, Esteban Rojas, Miguel Viera, Félix de los Ríos y Jaime Peña.

         "Acto continuo se resolvió por aclamación que todos los socios presentes recorrieran en procesión cívica las calles Palma y Progreso hasta la quinta del General don Bernardino Caballero, como una manifestación de la importancia de esta asociación, y la popular y general aceptación del patriótico pensamiento que le sirve de credo y de norma para sus futuros trabajos políticos.

         "Con lo que terminó el acto firmando a continuación todos los ciudadanos presentes.        

         "Bernardino Caballero, Presidente, José Decoud, Vice-Presidente 1º, Higinio Uriarte, Vice Presidente 2º Juan G. González, Secretario, Remigio Mazó, Pro-Secretario Santiago Cardozo, Tesorero, Vocales: Miguel Alfaro - Ángel Benítez - José González Granado - Juan C. Centurión - Zacarías Samaniego - José R. Mazó - Federico Muñoz - Juan de la Cruz Giménez - Germán Miranda - Cantalicio Guerreros - Esteban Rojas - Miguel Viera - Félix de los Ríos - Jaime Peña y muchas firmas más".

         Y de que hubieran muchísimas firmas más hoy prueba en el mismo texto de la Acta de Fundación, ya que de haber habido poca gente no hubiesen resuelto salir en pública manifestación, recorriendo varias calles hasta el Parque Caballero, precisamente, como dice el mencionado documento: "como manifestación de la importancia de esta Asociación, y la popular y general aceptación del patriótico pensamiento que le sirve de credo y de norma en sus futuros trabajos políticos".

         Los nacionalistas fundadores del Partido Colorado eran mayoría, eran el pueblo todo, por eso salieron en manifestación, para demostrar a todos el decidido apoyo popular que contaba, tal como ya ocurrió en 1870, cuando Cándido Bareiro fue electo como Presidente de los Clubes unificados por aclamación de la Asamblea de entonces.

         Eso prueba de que el pueblo paraguayo siempre fue fiel a sus orígenes y leal a los auténticos servidores de la Patria. Por eso rechazó a los legionarios, porque vieron en ellos a los que como Caín se alzaron contra el hermano como homicidas y veían sus manos tintas en sangre.

         Por eso es que los liberales como lo sostiene el Cnel. Vittone, no bajarían en la leal confrontación electoral, porque en ella quedaría irremediablemente confirmada su absoluta orfandad electoral, y sí, buscarían el auxilio de su mentores del Río de la Plata, para que con la influencia de Mitre y los liberales de Buenos Aires, pudieran venir contra la Patria como ya lo hicieron con la Triple Alianza y derrocar un gobierno democrático y constitucional, para reemplazarlo por la serie de gobiernos de facto con que ahogaron por mucho tiempo toda ansia de progreso y soberanía en nuestro país.

         Volviendo al Partido Colorado, ocupémonos del histórico y singular documento político que constituye el Manifiesto dirigido al pueblo de la República, el mismo día 11 de setiembre de 1887, en cuyo texto puede verse la tremenda diferencia entre las dos agrupaciones, ya que en el pronunciamiento colorado se encuentra la presencia del patriotismo, del estadista, de la ciencia política, de un programa de gobierno, una ratificación del nacionalismo paraguayo y la confirmación plena de que la Asociación Nacional Republicana era, como el liberalismo, una entidad preexistente, y que su origen viene de la hondura de nuestra historia y más concretamente del legado heroico de Cerro Corá. También se encuentra en el texto del manifiesto colorado el principio del cumplimiento del lúcido vaticinio del Mcal. López, en su postrer manifiesto, en la parte que dice "PERO VENDRAN OTRAS GENERACIONES Y NOS HARAN JUSTICIA ACLAMANDO LA GRANDEZA DE NUESTRA INMOLACION".

         Ese documento que es timbre de honor cívico para todos los colorados y auténticos demócratas, literalmente dice así:

         "El Partido Nacional Republicano es una agrupación de ciudadanos, que animados de un sentimiento común, el de la prosperidad y engrandecimiento de la patria, dirigirá todos sus anhelos a hacer efectivos los grandes propósitos consignados en el bello preámbulo de la Constitución de la República.

         "No nace nuestro partido obedeciendo a principios de afección pasajera y personal; ni tampoco data su existencia de ayer, cuando resolvimos constituirnos en asociación política. Los elementos que lo componen han mancomunado más de una vez sus fuerzas dispersas para mantener la bandera de los principios, a cuya sombra se han cobijado los buenos para defender la libertad, la justicia y el derecho. He aquí su gloriosa cuna en el pasado, he ahí su más legítimo timbre en el porvenir para aspirar el aprecio y simpatía sincera del noble y heroico pueblo paraguayo.

         "Vinculados por tradiciones honrosas, confundidos en un solo propósito para levantar al país de su penosa y prolongada postración, consagrados a las arduas tareas de una labor común para asegurar el bienestar general de la comunidad, no hay poder que pueda quebrantar la cadena de unión que nos liga, porque ella está afianzada por los deberes del compañerismo en la persistente lucha por el bien, está alimentada por los sentimientos de una misma fe, y fortificada por los indisolubles lazos de la concordia y fraternidad.

         "Nuestro programa se resume en dos palabras: paz y respeto a nuestras instituciones.

         "El mantenimiento del orden y la tranquilidad pública, que solo puede conseguir mediante el acatamiento al principio de autoridad en la justicia, es la causa más poderosa de los progresos que hemos conquistado en estos últimos tiempos. La paz interna es una necesidad imperiosa para desenvolver el comercio, la industria y la agricultura, como fuentes las más preciosas de nuestra riqueza y prosperidad; la paz es una garantía efectiva para la seguridad, el trabajo, el capital, y es también una de las fuentes de la libertad. Exceptuando los raros casos en que se justifican las revoluciones, las conmociones intestinas siempre serán un peligro permanente para los intereses públicos bien entendidos y una amenaza a las libres instituciones.

         "Al adoptar la forma de gobierno republicano, hemos consagrado, en un sublime código los principios eternos que deben regirnos en nuestra organización política y allí están claramente enumerados los deberes y derechos del ciudadano. La Constitución es el sagrado decálogo de los pueblos libres: venerar este Evangelio político, cumplir estrictamente sus prescripciones, es amar y servir a la causa verdadera de la libertad, es rendir el más señalado servicio al país dando ejemplo elevado de virtud cívica y patriotismo.

         "La soberanía popular es el gran fundamento de la República. El pueblo se ha reservado el derecho de designar los mandatarios que han de dirigir sus destinos elevando a los puestos públicos a ciudadanos honestos e idóneos, capaces de hacer su felicidad y de establecer en el país el reinado de la justicia y la moralidad política.

         "Consecuentemente con este principio democrático que impone a cada ciudadano de velar por la buena marcha de la administración y de defender las libertades públicas nos proponemos llevar a la representación aquellos que respondiendo a las ideas enunciadas, sean la expresión genuina de la voluntad popular, haciendo que predomine la opinión pública, antes que las influencias de elementos ilegítimos ejercidas por círculos de dudosa significación política, sin títulos ni antecedentes a la consideración pública.

         "Para la consecución de estos propósitos mantendremos firme e inviolablemente la libertad del sufragio, de la palabra, de la prensa, de la reunión, como condiciones esenciales para asegurar el ejercicio tranquilo de los derechos políticos, en la esfera de la ley y del orden, para alcanzar la gran divisa-republicana, "el gobierno del pueblo por el pueblo".

         "Asegurar las conquistas del progreso, a que felizmente ha cooperado nuestro partido con decidida constancia y fe en el porvenir, promoviendo todas aquellas medidas que favorezcan al comercio, la agricultura y la inmigración: el planteamiento de nuevas industrias, la construcción de ferrocarriles y telégrafos; el mejoramiento de nuestra campaña por medio de leyes sabias y protectoras; y, finalmente, toda reforma que tienda a operar un cambio benéfico en nuestra situación económica y en el bienestar moral y material del pueblo, serán los objetos preferentes de nuestros trabajos, emprendidos ya con tan buen éxito en obsequio a los intereses públicos y dispuestos ahora más que nunca a proseguirlos con incontrastable voluntad.

         "Agrupemos, pues, nuestras fuerzas para que unidos todos bajo una misma enseña podamos realizar las santas aspiraciones de nuestros programas, en bien del pueblo a cuyas filas nos honramos de permanecer, conservando en nuestra fe, pura e inextinguible, como grandiosa es la excelsa idea de la patria".

         "Asunción, 11 de Setiembre de 1887".


         JUAN G. GONZALEZ           BERNARDINO CABALLERO

                   Secretario                                   Presidente


         El manifiesto transcripto tiene vigencia hoy, pues sus postulados, sus definiciones, su programa de gobierno, siguen siendo los mismos que sustenta el Partido Colorado, y, es más, está realizando en función del ejercicio del legítimo poder político de la Nación, para bien y felicidad de todo el pueblo paraguayo.

         La obra cumplida en el pasado, haciendo el resurgimiento nacional y reedificando la Patria, destruida hasta sus cimientos por la hordas de la triple alianza, y la presente singular ejecutoria, en la que, gracias al gran estadista, el Gral. de Ejército don Alfredo Stroessner, el Paraguay es una nación pujante, un país dinámico y en constante progreso político, económico y social, señalan al Partido Colorado como un servidor del pueblo, como una institución política que merece el bien de la Patria.

         Si en el pasado, además de realizar su obra reconstructora, tuvo que destruir la infamia legionaria y reivindicar la gloriosa memoria de nuestros héroes y restituir nuestra historia como expresión de la verdad objetiva, en el presente sigue siendo el heraldo fervoroso de nuestro pasado singular, promoviendo permanentemente el respeto de la memoria de los prohombres de la nacionalidad y las conmemoraciones patrióticas de todas nuestras efemérides, sin perjuicio de seguir trabajando con la misma dedicación de las grandes construcciones del país, para proyectar aún más la grandeza de nuestro querido Paraguay.



VII. LOS DEMÁS PARTIDOS

PARTIDO REVOLUCIONARIO FEBRERISTA


         En 1904, con ayuda del mitrismo rioplatense, se inició la subversión liberal. Para el efecto los alzados se apoderaron del barco mercante nacional "Sajonia", el que fue astillado, pertrechado y abastecido en parque de guerra bonaerenses. En los primeros días del mes de Agosto de ese año la citada embarcación comenzó a navegar aguas arriba y, luego de enfrentarse con el buque gubernista, que era una embarcación de cabotaje llamado "Villarrica", avanzó hacia Asunción.

         La nave subversiva estaba al mando del Tte. de Fragata don Manuel J. Duarte, que, al decir el Mayor P.A.M., Leandro Aponte, era un "distinguido, inteligente y aprovechado oficial de Marina que había hecho todos sus estudios en la Escuela Naval Argentina y su carrera en la Marina de Guerra de la misma".

         El "Villarrica" estuvo comandado por el entonces, Capitán de Infantería Eugenio Alejandrino Garay, con una dotación de 180 hombres y con unas piezas de artillería del año 1870. El duelo entre los dos barcos ocurrió al sur de Pilar y como era lógico esperar con gran ventaja para los alzados, ya que contaba con un marino de carrera en la conducción de la embarcación, sus armas eran mucho más modernas y su dotación de tropa mayor a las del gobierno.

         Se llegó a la batalla cuerpo a cuerpo, en que "el capitán Garay que espada en mano había participado personalmente en el histórico choque, dando una       prueba más

de su firmeza y valor que llenó de pasmo y admiración a amigos y adversarios, subalternos hasta que cayó herido por 17 impactos, no obstante lo cual no quería rendirse".

         Luego de varias escaramuzas y forcejeos el 12 de Diciembre terminó la lucha y, gracias a la decidida ayuda e intervención argentina, tomó el gobierno el Partido Liberal, el mismo que fuera fundado ya en 1870 por Benigno Ferreira.

         Desde entonces, Diciembre de 1904, se sucedieron en el país una serie de gobiernos de facto y de supuestos gobiernos constitucionales, ya que las supuestas elecciones, que ocurrían entre cuartelazos y asonadas, eran máscaras electorales, en los que se hacían votar hasta a los muertos.

         Con la suma del poder político del país en sus manos, los liberales, con la plena complacencia de su tutores rioplatenses, prosiguieron con inusitado vigor su campaña antinacional, centrando sus diatribas e infamias en la ilustre memoria del Mariscal Francisco Solano López, el desprecio de nuestras más puras tradiciones nacionales, exaltando en sumo grado todo lo foráneo.

         Igualmente en el gobierno de la cosa pública se destacaron por irresponsabilidad, el discrecionalismo y el total abandono de todo cuanto significaba progreso y desarrollo. De la misma manera se comportaron respecto a la defensa Nacional, aún cuando era evidente que la República de Bolivia, desde fines del siglo pasado había iniciado una sistemática penetración en nuestro Chaco.

         Son los mismos liberales los que dan firme respaldo cuando afirmamos que el liberalismo criollo fue la causa principal del atraso nacional y de la indefensión del Chaco.

         Veamos la opinión de eminente liberal. Se trata del Dr. Justo Pastor Benítez, (padre) que en 1937, después de 33 años de gobierno liberal, decía:

         "Antes que a causas económicas, religiosas o históricas, la anarquía que ha devorado tanto tiempo al Paraguay debemos atribuirla principalmente a la falta de educación democrática del pueblo, a la estrechez de la economía nacional, a la carencia de una vigilante opinión pública, a la rivalidad personal que existía entre los jefes del Partido, al personalismo, a las ambiciones y falta de clarividencia de los directores y a la anarquía espiritual que reinaba en el ambiente ("Ensayo sobre el liberalismo paraguayo")

         Efectivamente, fue la anarquía permanente en que se debatió el liberalismo criollo lo que causó tanto daño a nuestro país, ya que sus pleitos domésticos lo convertían en problemas nacionales, para dirimir los cuales comprometían a las instituciones del país, especialmente a las Fuerzas Armadas de la Nación, muchos de cuyos calificados miembros fueron víctimas de las numerosas revoluciones urbanas y campales que realizaron para disputarse el poder político de la nación.

         Otra respetada figura del liberalismo, el Dr. Eusebio Ayala, ya en el año 1935 se había ocupado del rotundo fracaso del liberalismo en las responsabilidades gubernativas, cuando en el seno de la misma convención de su partido expresó:

         "Francamente no tengo duda de que si en vez de promover guerras civiles, golpes de estado, motines, montoneras, hubiésemos trabajado, lenta y tenazmente, para hacer efectiva la verdad institucional, nos encontraríamos en el presente más adelantados de lo que estamos. La violencia es enemiga de la República; estéril es la sangre que se vierte en las revoluciones".

         "Lo que hemos perdido únicamente en las calaveradas políticas habría servido para mejorar la suerte de los ciudadanos haciéndolos más independientes, material y moralmente, y más celosos y más capaces de defender por sí mimos sus derechos y libertades".

         Ante la elocuencia de estas confesiones poco es lo que podemos agregar para probar el rotundo fracaso liberal y su ineludible responsabilidad sobre el atraso del país y la indefensión del Chaco, pero siendo esto último de mayor gravedad por constituir un entreguismo vergonzante, citaremos la propia opinión del conductor victorioso de la guerra contra Bolivia, el Mcal. José Félix Estigarribia.

         En sus memorias, edición Imprenta Nacional. 1972, página 34, leemos:

         En las condiciones precedentes, las más desfavorables en todo sentido para el Paraguay, estaban por chocar dos voluntades. Una Nación de 3.000.000 de habitantes, que disponía de ejército perfectamente armado y equipado con los elementos más modernos, llena de confianza en su poderío y de desdén hacia el adversario, iba a lanzarse sobre un pueblo pequeño de menos de 1.000.000 de almas, desprevenido, sin preparación militar".

         "Pero a la fuerza organizada y arrogante opondríamos la tradición viril de nuestro pueblo y la disciplina de nuestro coraje; para desbaratar el empuje físico, desplegaríamos nuestra habilidad estratégica. Bolivia confiaría su suerte al poder de las fuerzas materiales; el Paraguay confiaría su destino al valor de las fuerzas imponderables de su entereza moral".

         Para entender mejor estas afirmaciones del Mcal. Estigarribia es menester conocer la diferencia en números de hombres y de armamentos de ambos beligerantes, para cumplir lo cual vamos a valernos de los mismos datos contenidos en la mencionada memoria del héroe del Chaco.

         "Efectivos bolivianos: seis divisiones de infantería, con 2.000 hombres cada una; 2.000 jefes y oficiales de armas, entre ellos, 19 generales en servicio activo; 1.000 jefes y oficiales de los servicios; una abundante reserva de jefes y oficiales de todos los grados; y como el país estaba poco menos que totalmente militarizado, Bolivia contaba con una reserva instruida de 10.000 clases, por la parte baja, y 300.000 soldados".

         "Efectivos paraguayos: Una división de infantería (en formación). Las unidades, organizadas precariamente, eran: cuatro regimientos de infantería, un regimiento de caballería y una compañía de ingenieros (zapadores). Los efectivos eran: 355 Jefes y Oficiales de armas, entre ellos tres generales; 146 jefes y oficiales de los servicios; 200 cadetes; 690 clases; 2.635 soldados de las cinco armas. Total 2.325 de tropa".

         Después de más de treinta años de conflictos limítrofes y frente a la sistemática y progresiva penetración boliviana en el Chaco, que amenazaba con la inminente confrontación bélica, este es el panorama desesperante que ofrecía el país en 1932. Pero veamos otra comparación, extraída de la misma obra citada:

         "Instituciones militares (Bolivia). Un Estado Mayor General bien organizado y bien atendido; una Escuela Superior de Guerra, para la preparación de oficiales de Estado Mayor; varias Escuelas de Aplicación o de Armas; una Escuela Militar para la formación de Oficiales; una Escuela de Aviación bien dotada; Arsenales de Guerra perfectamente montados y una Escuela de Sub Oficiales".

         "Instituciones militares (Paraguay). Un Estado Mayor General que funcionaba con extrema precariedad de medios y una dotación muy escasa de oficiales, una Escuela Superior de Guerra dirigida por una Misión Militar argentina que entraba en el segundo año de su funcionamiento; una Escuela Militar de cadetes; una Escuela de Aviación, y una Escuela de Sub Oficiales de reciente creación".

         Otra vez la diferencia es enorme y demuestra como los liberales en el gobierno eran totalmente insensibles al drama que se cernía sobre la Nación, dando prioridad siempre a sus pleitos domésticos, a sus querellas intestinas. Pero sigamos con más datos que nos da el Mcal. Estigarribia.

         "Armamento (Bolivia). 300 cañones modernos de varios modelos; 1.500 ametralladoras; 150.000 fusiles Máuser; 80.000 lanzas; 60 aviones de guerra; equipos y elementos diversos para 150.000 hombres; Había un depósito de municiones de artillería para 80 baterías a 1.000 tiros cada una, y una enorme cantidad de cartuchos para fusil y ametralladoras. Estaban en ejecución la adquisición de armamentos, municiones y equipos para 60.000 hombres, parte de cuyo material ya se había recibido en La Paz".

         "Armamento (Paraguay). 16 cañones de 105 y 16 de 75; 24 morteros Stokes-Brandt; 32 ametralladoras pesadas y 100 ametralladoras livianas; 12.000 fusiles, entre ellos 5.000 en buenas condiciones; 8 aviones de guerra; 1.000 tiros de artillería; y 4.000.000 cartuchos de infantería y ametralladoras".

         Estas cifras son verdaderamente dramáticas al marcar una diferencia que anonada y que sirve para convencernos de la lúcida apreciación del Mcal. Estigarribia cuando dice: "EL PARAGUAY CONFIARIA SU DESTINO AL VALOR DE LAS FUERZAS IMPONDERABLES DE SU ENTEREZA MORAL".

         Cuando los liberales salen con aquello que el país era pobre y no estaba en condiciones de competir con Bolivia en el pertrechamiento bélico y en la preparación militar, etc..., cabe enrostrarle a estos charlatanes de feria, que solamente los liberales son los responsables históricos del estado calamitoso en que se encontró el Paraguay en 1932, ya que ellos son los que dilapidaron, malversaron y esquilmaron la economía nacional con sus "guerras civiles, golpes de estado, motines, montoneras", como confiesa el propio Dr. Eusebio Ayala que fue el Presidente de la República durante la Guerra del Chaco.

         Este mismo prohombre liberal es que dice que "lo que hemos perdido únicamente en las calaveradas políticas habría servido para mejorar la suerte de los ciudadanos..."

         Pero es más todavía: la cantidad de jefes, oficiales y soldados muertos, heridos, desterrados, por culpa de estas guerras civiles, revoluciones, motines y montoneras liberales es incalculable y fueron las razones por la que en 1932 el Paraguay estaba en un estado económico calamitoso y con una falta absoluta de preparación para la defensa nacional.

         En estas condiciones se produjo la Guerra del Chaco, ocasión en que "EL VALOR DE LAS FUERZAS IMPONDERABLES DE LA ENTEREZA MORAL" de nuestro pueblo nos salvó de la mutilación y la deshonra.

         Fue en ese Chaco flamígero, entre el silbar de las balas, entre el tableteo de las ametralladoras y el ronco tronar de los cañones, que el pueblo paraguayo tomó real conciencia de la absoluta esterilidad del liberalismo criollo. De su ineficacia política ya tenía conciencia por los reiterados fracasos desde 1904 en adelante, pero ahora entre los charcos de sangre de nuestros hermanos veían en toda su crudeza la gravedad de esa incapacidad, de esa ineficacia y esterilidad en la conducción política nacional.

         Entre el dolor, la lucha, las privaciones y la tenacidad para defender la heredad chaqueña, hollada por la planta de un atrevido y osado agresor, es que el pueblo paraguayo, sin distinción alguna, decidió poner término al predominio legionario en el Paraguay, para substituirlo por un Gobierno de auténticas palpitaciones paraguayas.

         Este es el origen del movimiento revolucionario nacional que eclosionó el 17 de febrero de 1936 y que resultó con el derrocamiento del Gobierno liberal.

         En el mismo participaron paraguayos de todas las extracciones políticas, inclusive liberales que no comulgaban con los procedimientos de los caudillos, caciques y mandones de su partido. Todos coincidieron en la necesidad de operar un substancial cambio en la conducción política del país, especialmente para restituir el espíritu nacional en el quehacer político y desembarazarnos definitivamente de la mentalidad legionaria, meteca y anti paraguaya que, durante tanto tiempo, había estrangulado toda la enorme ansia de superación de nuestro pueblo.

         Todo el pueblo cifró sus esperanzas en la revolución del 17 de febrero de 1936 y esperaba de ella el retorno a las prácticas democráticas, en un clima de libertad, sin embargo muy pronto fue escamoteada por personeros de un trasnochado totalitarismo que se inspiraba en los que, en ese momento, predominaba en Europa, especialmente en Italia con el fascismo y en Alemania con el nazismo.

         Con el Cnel. Rafael Franco, héroe de la Guerra del Chaco, en la Presidencia de la República, si bien para muchos sin la debida preparación ni suficiente mérito, estos exponentes de una minoría insignificante, ubicados en posiciones estratégicas del Gobierno, torcieron el rumbo democrático y nacionalista del movimiento y decretaron su irremisible fracaso.

         Pero veamos algunas opiniones de uno de los principales exponentes del franquismo. Nos referimos al Dr. Juan Stefanich, el que en su propio libro sobre este acontecimiento político, dice:

         "Nada sin embargo pudo evitar la quiebra del viejo y repudiado régimen. Estaba escrito. La revolución hervía con fuerza incontrastable dentro y fuera del Ejército. Era como una fuerza de la naturaleza pronta a descargarse sobre aquella atmósfera de vicios, de corrupción y de traiciones inveteradas".

         El mismo Cnel. Rafael Franco, después de su derrocamiento y ya en 1940 hizo público un documento en el que opinaba sobre el acontecimiento que nos ocupa. Dice así el líder de los febreristas:

         "El 17 de febrero de 1936 un alzamiento militar y popular puso término al viejo régimen de los Industriales de la Política, que cotizaron en vil moneda los valores morales de la Nación, proclamaron la indefensión de la patria frente a la invasión extranjera y adoptaron el derrotismo histórico como norma de Gobierno frente a todos los atropellos llevados contra los grandes intereses espirituales y materiales del Paraguay".

         En "Perfiles Políticos", de Luis María Argaña, página 147, leemos: "La Revolución de febrero más que un "pro" fue un "anti", era la voz que salía de las entrañas del pueblo paraguayo y decía "BASTA" a tanta incapacidad, a tanta incuria, a tanta oligarquía despótica, a tanto entreguismo. Era la ruptura de las cadenas de la esclavitud".

         Indudablemente había una total coincidencia sobre la imperiosa necesidad de substituir el antiguo y decrépito régimen legionario, para dar término al estancamiento de la República. Pero, infelizmente la revolución fue desnaturalizada y capitalizada por elementos ajenos al sentir popular, a las ansias predominantes, para lanzarla por los vericuetos de un absurdo totalitarismo, pernicioso y de inspiración foránea.

         J. Natalicio González, hace un valioso aporte en el esclarecimiento de este hecho político nacional, cuando en "El Paraguayo y la lucha por su expresión", editorial Guarania, 1945, en la página 48, comenta:

         "Estalla la revolución del 17 de febrero de 1936. Se ha encendido una inextinguible esperanza en los corazones unánimes. Desgraciadamente, los usufructuarios inmediatos de aquel movimiento, se alzan contra la soberanía popular, e incurren en actos irreparables que conducen al fracaso. Se hace suscribir sorpresivamente a la oficialidad inexperta, la llamada Acta Plebiscitaria del Ejército, por el cual el elemento militar usurpa expresamente la soberanía, que reside en el pueblo. En ese singular documento, fechado 17 de febrero de 1936, pero en realidad urdido al siguiente día, se declara que las fuerzas armadas deciden cumplir: "EL DEBER PERENTORIO DE ASUMIR LA SOBERANIA ORIGINARIA DEL PUEBLO, A FIN DE PROVEER VITALES NECESIDADES DE SU ORGANIZACION Y SEGURIDAD COMPROMETIDAS". Sobre esta usurpación, sin antecedentes en la historia paraguaya, fundaron la validez jurídica de sus actos los nuevos gobernantes. Una semana después se dictó el decreto 152, que instituye un partido totalitario, financiado con fondos del Estado, declarando fuera de la legalidad a los partidos democráticos. Imitando a Mussolini, se quiso dar al partido de la Dictadura un carácter netamente corporativo".

         De esta manera se consumó en vil engaño, cuya más trágica consecuencia fue la nueva postergación del pueblo en el logro de su verdadera autonomía, de su libertad y de la ansiada restitución del espíritu nacional frente a los destinos del país.

         Por tratarse de un documento histórico que prueba en forma irrefutable que el febrerismo tuvo un nacimiento totalitario, que al igual que el legionarismo liberal tuvo inspiración foránea, transcribimos a continuación el texto íntegro del infame decreto 152.


         Decreto 152.

         "Asunción, Marzo 10 de 1936

         "El Presidente Provisional de la República:

         "Siendo, perentoriamente necesario establecer el contenido político, jurídico y estatal de la Revolución Libertadora, en forma cierta e inequívoca, que permita al pueblo paraguayo conocer sin reticencias posibles la nueva estructura del Estado y estar

a cubierto de toda incomprensión acerca de la fuerza y del mandato histórico del primer Gobierno de la Revolución, y

         "Considerando:

         "Que el Acta Constitucional de institución del Primer Gobierno de la Revolución, se halla incorporado ya al Derecho Constitucional de la República con la trascendencia de una nueva Carta Magna que dispone sobre la futura organización del Estado y prescribe la convocación de una Asamblea Nacional Constituyente que determinará la "Organización Moderna definitiva de la República", de acuerdo a los móviles de la Revolución Libertadora.

         "Que este acto supremo de soberanía invistió al Gobierno Provisional de un mandato imperativo, que éste no puede eludir y que por el contrario deberá ejercitarlo en toda la plenitud que le acuerdan las facultades expresamente establecidas en el Plebiscito Constitucional del Ejército Libertador, de que emanan sus atribuciones.

         "Que la magnitud del cambio de situación consumado, a la vista de estos antecedentes excusa toda tarea de interpretación por cuanto evidentemente impuso soluciones históricas intergiversables, que demuestran que el advenimiento de la Revolución Libertadora en el Paraguay REVISTE LA MISMA INDOLE DE LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES TOTALITARIAS DE LA EUROPA CONTEMPORÁNEA, en el sentido de que la REVOLUCION y EL ESTADO SON YA UNA MISMA E IDÉNTICA COSA.

         "Que, no obstante la evidencia de tal cambio estructural del país, que ha traído y establecerá en su desarrollo la Revolución, diversos núcleos de tendencias demagógicas vienen manifestándose en el ambiente con miras de introducir en las filas populares gérmenes de desorientación sobre el contenido político, jurídico, social y estatal de la Revolución y de disociar a ésta de su idea matriz, cual es la organización moderna definitiva del nuevo Paraguay, liberado de los males endémicos de la demagogia industrial y sectarista, encarnados en el régimen depuesto.

         "Que para abocarse al estudio y solución integrales de la reorganización constitucional futura de la República y de los problemas de Gobierno que aparejan, el Presidente Provisional está facultado, a fijar las normas necesarias y a conducir a la Nación hacia la efectividad completa del mandato imperativo conferidole:

         "Oído el parecer del Consejo de Ministros,

         "Decreta:

         "Artículo 1º: DECLARASE IDENTIFICADO A LA REVOLUCION LIBERTADORA DEL 17 DE FEBRERO DE 1936, CON EL ESTADO DE LA REPUBLICA DEL PARAGUAY.

         "Artículo 2º: La Revolución Libertadora del 17 de Febrero de 1936 identificada con el Estado, movilizará desde la fecha el concurso voluntario de todos los ciudadanos de la República a los efectos de la realización integral de sus fines permanentes, DIRECTAMENTE POR ORGANOS DEL ESTADO.

         "Artículo 3º: Toda actividad de carácter político, de organización partidista, sindical o de intereses creados o por crear de naturaleza política dentro de la Nación, que no emane explícitamente del Estado o de la Revolución identificada con el Estado, se prohíbe, por el término de un año.

         "Artículo 4º: Quedan bajo la jurisdicción del Ministerio del Interior todas las cuestiones relacionadas con la política social del Estado identificado con la Revolución Libertadora; comprendiéndose entre ellas las relaciones y conflictos entre el trabajo y el capital, las organizaciones y necesidades de obreros y trabajadores, corno igualmente de los patrones, en forma definitiva.

         "Artículo 5º: Créase un Comité de Movilización Civil de la República, a los efectos del cumplimiento del artículo 2º. de este Decreto, cuyo reglamento y organización dictará el P.E.

         "Artículo 6º: Créase un Departamento Nacional de Trabajo, a los efectos prevenidos en el artículo 4º. de este Decreto.

         "Artículo 7º: Encargase al Ministerio del Interior la constitución, reglamentación y funcionamiento del organismo expresado en el artículo 6º. de este Decreto.

         "Artículo 8º: Comuníquese, publíquese y archívese. (firmado): R. Franco - Gómez Freire Esteves - Juan Stefanich - L. Freire Esteves - A. Jóver Peralta - B. Caballero".

         Hasta la fecha los febreristas no han repudiado este decreto, sino que fiel a su inspiración extranjera siguen ligados a la internacional socialista. Pero sobre esto volveremos más adelante.

         Con este adefesio jurídico los febreristas perdieron definitivamente el apoyo popular que había acompañado a la Revolución del 17 de febrero. Pues, traicionaron al pueblo que deseaba libertad y democracia.

         Consecuentemente al año siguiente, el 13 de agosto de 1937, tras un alzamiento militar del Chaco, de inspiración liberal, fue derrocado el totalitarismo franquista, el que sin pena ni gloria, y después de haber cometido varios desaciertos, el peor de los cuales fue la venta del material bélico cuando aún no se habían hecho los ajustes definitivos de límites con Bolivia, así como la devolución al citado país del altiplano 25.000 prisioneros de guerra, entre los que figuraban jefes, oficiales y tropa.

         Arrojado al llano los principales dirigentes del franquismo tuvieron que seguir la ruta inevitable del destierro, yendo sus integrantes a refugiarse, principalmente, en la Argentina y en el Uruguay.

         Los franquistas o febreristas sin constituir un partido político organizado se agruparon en los que ellos mismos dieron en denominar "Concentración Revolucionaria Febrerista". Bajo esta denominación, desde el exterior, se dedicaron a atacar al liberalismo que los había desplazado y luego al Gral. Morínigo que había reemplazado al Mcal. Estigarribia en la Presidencia de la República.

         Sin embargo en 1946, en el periodo de una auspiciosa libertad política, lograda bajo auspicios e influencia del Partido Colorado, luego del desplazamiento de los elementos más recalcitrantes de entonces, se formó un gobierno de coalición en el que participaron elementos moriniguistas, colorados y febreristas.

         Este Gobierno estuvo constituido de la siguiente forma: Presidente, Gral. de Div. Higinio Morínigo Martínez; Ministro del Interior, general Rovira; Defensa Nacional, general Pampliega; Relaciones Exteriores, Miguel Ángel Soler (febrerista); Hacienda, J. Natalicio González (colorado); Educación, Dr. Guillermo Enciso Velloso (colorado); Obras Públicas, don Federico Chaves (colorado); Agricultura, Comercio e Industria, Dr. Arnaldo Valdovinos (febrerista); Salud Pública, Dr. Soljancich (febrerista). En la Intendencia Municipal de Asunción fue designado el Dr. Mario Mallorquín (colorado); como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, se nombró al general Machuca (febrerista); como jefe de Policía, el mayor Rogelio Benítez (colorado).

         Esta fórmula política comenzó a funcionar desde el 25 de junio de 1946, desarrollándose entre sus integrantes las pugnas, especulaciones y forcejeos, propios de semejante acuerdo.

         Este gobierno dispuso derogar todas las disposiciones restrictivas que impedían, el libre juego de los partidos y que fueran dictadas por el Gobierno liberal de 1940. Se derogó el Decreto de disolución del Partido Liberal.

         De común acuerdo se resolvió convocar a la Convención Nacional Constituyente para el 25 de diciembre de 1947. El Partido Colorado, que desde su fundación fue y es medularmente institucional, trabajó para que esta convocatoria se concretara felizmente. Sin embargo los febreristas, que eran absoluta minoría cívica en el país, tenían otros planes y su apoyo a la convocatoria citada era simplemente una cortina de humo para encubrir sus verdaderas intenciones.

         Moviendo una de las piezas claves ubicada en el tablero de la coalición, el Gral. Machuca, los febreristas comenzaron a desarrollar sus inconfesados planes con miras al copamiento, total del poder político.

         En enero de 1947 jugaron la carta decisiva, el día 11 procuraron desalojar a los colorados del gobierno para imponer un supuesto gabinete militar, cuando la verdad era que iban a cubrirlo con hombres del febrerismo.      

         Al día siguiente la Primera División de Caballería con asiento en Campo Grande ocupó la ciudad, y, acto seguido, apresó al general Machuca y a sus cómplices en la conspiración. Consecuentemente el febrerismo fue desplazado del gobierno, ya que había traicionado el pacto de caballeros sobre cuya base se había constituido el gobierno de coalición.

         De esta manera el 13 de enero de 1947, fecha histórica en los anales cívicos del país, el Partido Colorado asumió la responsabilidad de acompañar al general Morínigo, en el Gobierno Nacional y concretar la realización de la Convención Nacional Constituyente, ya convocada por fin de ese año.

         El Consejo de Ministros instalado el 13 de enero fue el siguiente:

         Presidente de la República: Gral. de Div. Higinio Morínigo Martínez.

         Ministro del Interior, Víctor Morínigo.

         Ministro de Relaciones Exteriores, Federico Chaves.

         Ministro de Educación, D. Víctor Boettner.

         Ministro de Hacienda, J. Natalicio González.

         Ministro de Economía, Dr. Guillermo Enciso Velloso.

         Ministro de Salud Pública, Gral. César Gagliardone.

         Ministro de Obras Públicas, Gral. Mushuito Villasboa.

         Ministro de Defensa Nacional, Contralmirante Ramón E. Martino.


         Los febreristas, vuelto al llano por culpa de su propia infidelidad, no se quedaron con los brazos cruzados, sino que continuaron sus conspiraciones en inteligencia con el comunismo, el que ya había participado activamente con ellos para el intento frustrado del 11 de enero. Además, los febreristas, conscientes de su absoluta minoría, tanto así como los comunistas, no titubearon en buscar alianza con los liberales, aquellos a quienes habían llamado "industriales de la política, que cotizaron en vil moneda los valores morales de la Nación, proclamaron la indefensión de la patria frente a la invasión extranjera y adoptaron al derrotismo histórico como norma de gobierno frente a todos los atropellos llevados contra los grandes intereses espirituales y materiales del Paraguay".

         Eso ahora nada importaba con tal de derrocar al Partido Colorado, ya que este se aferraba a realizar la convocatoria para la Constituyente y si eso ocurría el febrerismo iba a desnudarse en su indigencia electoral.      

         Todos saben a qué lamentable extremo llevó este desatino febrerista, que el 7 de marzo de 1947 con sus bandas armadas atropelló la Policía de la Capital, disparando sus armas sin considerar que la citada institución estaba lleno de estudiantes que estaban gestionando su documentación personal, que se les exigía en los colegios.

         Igualmente los febreristas tenían un cuidadoso plan de asesinatos de altos Jefes del Partido Colorado, del Gobierno y de las Fuerzas Armadas, el que no fue consumado para suerte de la Nación.

         Al día siguiente se realizó el alzamiento militar de Concepción, plegándosele las guarniciones del Chaco. Inmediatamente los mentores políticos de la subversión se instalaron en la capital del primer Departamento, hacia donde convergieron tirios y troyanos, es decir la más abigarrada gama de politicastros de antigua y nueva data, todos los cuales al poco tiempo fueron capitalizados por el comunismo internacional, mucho más hábiles que nuestros "estrategas políticos criollos", amenazando así convertir al Paraguay en el primer país sometido al oprobioso totalitarismo moscovita.

         Pero ni los febreristas, ni los comunistas, ni los liberales tuvieron en cuenta al Pynandí Colorado y allí estuvo su definitivo error. En poco tiempo, al llamado de la Junta de Gobierno, los milicianos colorados bajaron hasta el bastión del Coloradismo que es Ypacaraí y, desde ahí, pasaron a integrar las diversas armas de nuestro Ejército y presto fueron a enfrentarse con los subversivos.

         Apoyados por una bien montada campaña de intriga internacional contra el Gobierno nacional y en especial contra el Partido Colorado, y con evidente apoyo extranjero, especialmente de intereses del Río de la Plata, razón por la que las cañoneras "Paraguay" y "Humaitá", fueron pertrechados y permitido la navegación libre por aguas argentinas del Río Paraná para venir contra nosotros, como en 1904 y abrir el segundo frente de operaciones en el sur.

         Otro fallido intento, porque, para desbaratarlo, el Partido Colorado y el Gobierno contaban en sus filas con un esclarecido jefe, que ya en el Chaco había demostrado la estatura de su patriotismo, el entonces Tte. Cnel. Alfredo Stroessner. Con el Destacamento del mismo nombre, en la histórica batalla de Cerrito las cañoneras fueron derrotadas y con ella quedó definitivamente truncada la intentona del segundo frente y la suerte de los subversivos quedó sellada.

         El 21 de agosto de 1947 fue totalmente vencida la sedición, con lo que los comprometidos en tan sangriento alzamiento tuvieron que buscar el amparo extranjero, ya que esa era la única forma de escapar al castigo que merecían por el crimen cometido contra el orden y la legalidad y por haber atentado contra nuestras instituciones democráticas y republicanas.

         El febrerismo volvió a reducirse a una expresión insignificante cuyo eco solo se percibía, de vez en vez, cuando algunos de sus afiliados opinaban o como concentración lanzaba algún denuesto institucional contra el Partido Colorado.

         Al igual que el liberalismo criollo, los febreristas no se apearon de su actividad conspiraticia, embarcándose en cuantos proyectos se tramaban en el exterior, en la esperanza de que sorprenderían al Gobierno y al Partido con la guardia baja. Sin embargo todos esos intentos fracasaron unos tras otros, aún cuando ya más adelante recibieron ayuda del mismo régimen comunista de Fidel Castro.

         Como el Partido Colorado se había mantenido siempre fiel a su vocación institucional, pese a la desleal acción de sus adversarios, procuró normalizar la vida política nacional y hacer realidad la participación legal de todos los partidos políticos paraguayos.

         En este ínterin los febreristas decidieron dar definitiva conformación institucional a su agrupación, hasta entonces denominada siempre con el título de Concentración Revolucionaria Febrerista. De esta manera en la década de 1950, optaron por la denominación que tienen hoy: Partido Revolucionario Febrerista. Con esta denominación decidieron normalizarse, cuando ya vieron que era inútil todo intento subversivo. Con esta denominación el febrerismo está inscripto en la Junta Electoral Central y con ella actúa en nuestro medio.

         Todos saben que el febrerismo participó de las Elecciones Generales y que en las mismas logró una reducida representación en el Congreso. Participó, igualmente, en las Elecciones para Constituyentes de 1967 y su representación también fue escasa debido a que las urnas le sindicaba como una exigua minoría, lo que fue siempre.      

         Debido a esta reiterada demostración de su orfandad electoral, los febreristas decidieron no concurrir más a las elecciones con candidatos propios y, desde hace algunos años, exhorta a sus poquísimos afiliados a votar en blanco, buscando así evitar ser conocido su real potencial, que, no dudamos, sigue siendo el de la absoluta minoría de la misma minoría opositora.

         Finalmente debemos decir que el febrerismo es parte integrante de la internacional socialista, hecho este que le pone en violencia con expresas disposiciones constitucionales, punto sobre el que nos referiremos en el capítulo respectivo.



DEMOCRATAS CRISTIANOS


         La Democracia Cristiana es otra agrupación cívica que, desde hace poco más de 21 años, busca gravitar en el medio político nacional, sin que haya podido penetrar en el interés y en la conciencia de nuestro pueblo. Esta expresión minoritaria del quehacer político nacional continúa sin ser reconocida legalmente, precisamente por no satisfacer la exigencia de la Ley sobre el mínimo de afiliados (10.000).

         Esta es otra agrupación con vinculación internacional y que, en muchos países, ha tenido actuaciones que no conforman totalmente con el ideal que mentan en su ideario y en la enunciación de su doctrina.

         Alguien dijo, con lúcida objetividad, que los demócratas cristianos pretenden afiliar a Cristo a su partido y encasillarlo como un simple caudillo de intereses puramente mundanales, cuando que él mismo ya había advertido que "SU REINO NO ES DE ESTE MUNDO".

         Igualmente, los demócratas cristianos olvidan que el propio Señor Jesucristo, para evitar toda tentación de rebajarlo a la categoría de un simple caudillo partidista, había ilustrado a todos sobre eso de "DAR AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS".

         Bien, respecto a la democracia cristiana en el Paraguay, podemos decir que fue el 15 de mayo de 1960, en que sus mentores decidieron organizarlo como entidad cívica, bajo la denominación de Movimiento Social Demócrata Cristiano, apoyándose en "la doctrina social de la iglesia, especialmente en las Encíclicas Papales como "Rerum Novarum" de León XIII y "Quadragésimo anno" de Pío XI".

         Los promotores del movimiento de la democracia cristiana de nuestro país fueron poderosamente influenciados por el hecho de que los Partidos Demócratas Cristianos de Italia, de Alemania, obtuvieron resonantes triunfos electorales, especialmente con el liderazgo de De Gásperi y Adenauer, respectivamente. Igual efecto causaron en sus mentores los éxitos de este partido en Venezuela y Chile.

         En la esperanza de lograr un entusiasta adhesión, los demócratas cristianos locales, decidieron dar ya una conformación evidentemente política a su movimiento, por eso el 14 de junio de 1965, lo transformaron en el Partido Demócrata Cristiano, datando su fecha de fundación al año de 1960, esperando con ello satisfacer las exigencias legales y obtener un rápido reconocimiento.

         Si bien este dato les favorecía, no pudieron sin embargo, y hasta hoy, satisfacer la otra exigencia, la del número de afiliados como está puntualizado más arriba.

         Los demócratas cristianos en nuestro país, posiblemente por aquello de su inevitable vinculación internacional, lanzan toda clase de ataques contra los partidos políticos tradicionales, sin discriminación. Pareciera que les pesara la existencia, de agrupaciones políticas con historia, con tradición, con eminentes servicios prestados al país, con prohombres y estadistas que honran los blasones políticos del Paraguay.

         Cuando proceden así los demócratas cristianos criollos olvidan que ellos dependen de una institución considerada la más tradicional del país como es el cristianismo. Se contradicen así flagrantemente. Pero nosotros sabemos que esa actitud se debe solo a mezquindad, a intereses creados.

         En la perspectiva de los demócratas cristianos locales todo lo que hasta ahora se ha hecho está mal, precisamente porque no lo hicieron ellos.

         En una inocentada, propio de dilettantes, creyeron que por el solo hecho del apelativo "CRISTIANO" y de que algunos de sus directores eran hombres que habían tenido notoria actuación en instituciones ligadas a la Iglesia Católica, el pueblo los iba a acoger como nuevos redentores políticos.

         Olvidaron que nuestro pueblo no es el mismo de la era estéril del liberalismo pasado sino que ya, la vigorosa acción educativa del Partido Colorado había capacitado a la ciudadanía para discernir con inteligencia frente a las propuestas políticas, especialmente cuando las mismas vienen etiquetadas con membretes muy sonoros y respetables.

         Consecuentemente la cosecha demócrata cristiana, no solamente fue escasa sino que, lo más grave, se estancó de la euforia inicial y no tiene visos de aumentar como para alcanzar el mínimo exigido por la ley.

         Mientras tanto, para poder figurar en la nota y estar "en el ruido", como diría un snobista, se acopla a cuantos "movimientos", "frentes" o "acuerdos" se gestan en el caldero de la minoría opositora, y como si realmente tuviese respaldo multitudinario, pontifican con una osadía digna de mejor suerte. Creemos que con esta impostura flaco favor le hacen al cristianismo, especialmente a la Iglesia Católica, como si los que comulgan esta fe fuesen todos amargados.

         El expediente favorito de los demócratas cristianos nativos es el pronunciamiento, por medio de los cuales, lanza en ristre, embisten contra imaginarios molinos de viento y se yerguen como tremebundos defaceros de entuertos, entuertos que, igualmente, están en su excitada imaginación.

         Actualmente el Partido Demócrata Cristiano, ha perdido tanto su orientación básica de cristianos, que, en muchos países, se ha convertido en antesala del comunismo y el mismo partido con sus votos posibilita triunfos de los comunistas como en: Italia y Chile.

         En la actual coyuntura en que se han embarcado los demócratas cristianos de nuestro país, juntamente con liberales radicales auténticos, febreristas y otro grupúsculo organizado en el exterior como es el Mopoco, con el fin de conspirar contra el orden legalmente constituido, tal como declaró recientemente en Venezuela su ex presidente el Lic. Resck, se están auto marginando y corren el riesgo de ser pasibles de las sanciones legales que nuestra ley penal establece para los subversivos convictos y confesos o sorprendidos en acción conspiraticia para el mismo fin.

         Creemos que los directores responsables de la democracia cristiana deben pronunciarse con absoluta claridad sobre las afirmaciones de un prominente miembro de esa agrupación.

         En fin, el Partido Demócrata Cristiano en nuestro país es un intento más por ampliar el espectro político nacional, pero sin ninguna repercusión en nuestro pueblo.



COMUNISTAS


         Aún cuando el comunismo está fuera de la ley en nuestro país, debemos referirnos a él, ya que desde hace muchos años los jerarcas y comisarios del Soviet Supremo han puesto sus puntos de mira sobre el Paraguay, y sus lacayos y sirvientes de origen nativo, siempre han procurado sembrar en el medio nacional las semillas de sus intrigas.

         Como en todas partes del mundo, y más acentuadamente en el Paraguay, el comunismo es una impresionante minoría. Podemos afirmar con absoluta autoridad de que en nuestro país el comunismo no tiene ni siquiera el 10 por ciento de afiliados, de lo que la Junta Electoral Central exige para ser reconocido como partido político.

         No obstante, como en todas partes del mundo, los pocos elementos nativos que tiene el comunismo en nuestro país, por su febril actividad son peligrosos, desalmados, ateos, apátridas y capaces de llegar a cualquier clase de crimen con tal de cumplir las consignas de sus respectivas centrales.

         Sobre el comunismo en el Paraguay, O. Barcena Echeveste, en su libro: "Concepción 1947", dice:

         "En Paraguay, como en todas partes, el comunismo destruye pero no construye".

         "La única manifestación clara y precisa de su posición, lo hizo su dirigente Oscar Creydt en su discurso del 10 de agosto de 1946".

         Un párrafo de ese discurso, insertado en la página 114 del citado libro, en el que Creydt afirma que:

         "Somos amigos de la Unión Soviética, porque es la potencia que siempre abogó por la Independencia y autodeterminación de todas las naciones que sufren el yugo colonial, porque es el país que exige el retiro de las tropas británicas que han masacrado al noble y legendario pueblo de Grecia, así como el retiro de las tropas inglesas que permanecen en el Irán y en el Cercano Oriente, de los aviadores norteamericanos que han ametrallado al pueblo chino, que lucha incansablemente por la unidad nacional y por su independencia... Porque es el país que apoya y alienta la heroica lucha libertadora de los indonesios y de todos los pueblos de color, ansiosos de sacudir la soberbia dominación anglosajona".

         En todos estos lugares, entonces, año 1946, los rusos trataban a toda costa de imponer regímenes comunistas y lógicamente tanto ingleses como norteamericanos les estorbaba. Prueba de ello que todos los países de la Europa Oriental donde no tuvieron el contrapeso de las fuerzas inglesas y norteamericanas cayeron bajo dominación comunista. Lo más importante es que para los comunistas siempre son más valederos los problemas de Rusia, antes que los nacionales, por eso que en los discursos de los comunistas criollos muy pocas veces se encuentra el nombre Paraguay.

         Pero veamos otro párrafo del discurso de Creydt:

         "…nuestro internacionalismo, lejos de implicar una abdicación de nuestro sentimiento nacional, tiende a cultivar la amistad de aquellas fuerzas mundiales que, con su resistencia a la expansión y dominación del imperialismo, ayudan a nuestro propio pueblo, a nuestra propia patria, en la lucha por la recuperación de su plena independencia política. Por eso mismo, somos amigos del pueblo norteamericano y del pueblo inglés".

         Tal la dialéctica comunista, usada aquí, en Moscú, las Antillas y hasta entre los Lapones.

         Trata de dividir para reinar. Por un lado está el imperialismo norteamericano, el colonialismo inglés y por el otro el pueblo norteamericano y el inglés.

         Pero los comunistas ya a nadie engañan, pues el falso patriotismo de que hablan se desmorona totalmente cuando se comprueba que los dos máximos comisarios del comunismo marxista en nuestro país, Oscar Creydt y Obdulio Barthe, no concurrieron al Chaco a defender nuestra heredad amenazada en la Guerra de 1932 a 1935. Mientras los buenos paraguayos exponían la vida por la Patria, estos mercenarios de Moscú estaban a buen seguro en el extranjero.

         El comunismo marxista actúa en todo el mundo conforme a los dictados de la central, sea esta Moscú o Pekín. El militante comunista no tiene Dios ni Patria, a su vez, no tiene otro camino que cumplir estrictamente la consigna de su respectiva central, aún cuando ésta le ordene denunciar a su padre o matar a su propia madre. Sin Dios, ni conciencia, el comunista es un peligro social permanente.

         En "Perfiles Políticos" de Luis María Argaña, leemos lo que sigue:

         "No existen Partidos Comunistas Nacionales, por lo que no se puede hablar del Partido Comunista Paraguayo, el comunismo no tiene nacionalidad y por lo tanto no se le puede adjetivar con el nombre de los países. Es más, ello es una imposición de la Tercera Internacional, el Partido Comunista es único, los demás son secciones locales de esa única y absorbente ideología, negación de toda nacionalidad. El comunismo es doctrina internacional que no reconoce fronteras nacionales".

         La Sección Paraguaya del comunismo internacional existe con militantes convictos y confesos, con elementos mimetizados y hasta infiltrados, pues, esa es la táctica de esta organización de esclavitud humana. La infiltración comunista no respeta ni a las instituciones religiosas y confesionales.

         Respecto a cómo está organizado la Sección Paraguaya del comunismo internacional y marxista, el Dr. Argaña en la obra citada, nos informa:       

         "Cualquiera sea la tendencia, Rusa o Maoista, la organización estructural comunista en el Paraguay es la misma. Hay un "Comité Central", al cual se halla unido directa y jerárquicamente "Un Secretario Ejecutivo", el que a su vez se conecta institucional y tácticamente a "La Comisión Política", organismo de acción, subdividido en secciones o Consejos nacionales de: Finanzas, Asuntos Campesinos - Prensa y Propaganda - Juveniles - Sindicales - Regionales - Femeninos - Frentistas. Todas estas secciones o departamentos actúan en el ámbito interno y se dividen, cada una de ellas, en CÉLULAS de tres a siete miembros".

         Se tiene conocimiento de que existen secciones de las dos tendencias principales, hoy predominantes en el comunismo A Oscar Creydt se le sindica como máximo dirigente de los maoistas y a Miguel Ángel Soler como líder de la Sección que responde a Rusia.

         El comunismo internacional sigue interesado en el Paraguay, como está siempre interesado en todos los pueblos libres del mundo. Sus dirigentes y los tontos útiles que les sirven de inconscientes instrumentos, siguen cumpliendo expresas consignas de sus respectivas centrales. Por eso es que los que somos conscientes de esta realidad permanecemos alertas, dispuestos a identificar donde aparezca el menor síntoma de acción comunista para desbaratarla de inmediato y sin contemplaciones, porque esa es la única forma de mantener a raya a tan peligrosa organización internacional.



VIII - LAS INTERNACIONALES EN LOS PARTIDOS POLITICOS PARAGUAYOS

COMUNISTAS, FEBRERISTAS, DEMOCRATAS CRISTIANOS


         Existen dos organizaciones internacionales bien conocidas: a) La Internacional Socialista, y b) La Internacional Comunista.

         Internacional Socialista: Recibe este nombre la asociación de los partidos Socialistas del mundo. Según algunos tratadistas de la materia esta organización obedece "al sentido internacionalista del socialismo".

         Como antecedente puede mencionarse que en 1864 Carlos Marx fundó la Asociación Internacional de los Trabajadores, que más adelante se conoció como Primera Internacional. La Internacional de los Trabajadores llegó a contar con algunos miles de afiliados, pero no como Sindicatos, ni como Partidos, sino en forma individual.

         La primera época de esta Primera Internacional estuvo circunscripta a las luchas que en su seno promovieron marxistas y anarquistas, ya que en 1868 se incorporó a la organización que nos ocupa los elementos anarquistas que el ruso Miguel Bakunin había agrupado en la "Alianza Internacional de la Democracia Social".

         Debido a las serias diferencias, a la violencia de los enfrentamientos y a la sistematicidad de las querellas, la Primera Internacional se disolvió en el año 1872.

         Diez y siete años después, en 1889, nuevamente resurgió la Internacional y fue en esta oportunidad que se le incorporaron todos los partidos socialistas del mundo.

         Sus mentores, promotores y animadores consideraron que la Segunda Internacional se constituiría en el poderoso instrumento para realizar la revolución mundial: Sin embargo, otra vez la división entre "Reformistas" y "Revolucionarios". Los reformistas querían la revisión de la teoría marxista, entendiendo que el socialismo podría imponerse gradualmente y en forma evolutiva. En cambio los revolucionarios insistían en que la única forma de triunfar era mediante la revolución.

         En el año 1912 la Internacional Socialista adoptó un programa en el que denunciaba la guerra y amenazaba con un levantamiento de la clase trabajadora si los capitalistas se atrevían a desencadenar una confrontación bélica.

         A sólo dos años de esta amenaza se desató la Primera Guerra Mundial, no ocurrió nada. Los socialistas de todos los países beligerantes se enrolaron bajo sus respectivas banderas movidos por el patriotismo, salvo muy escasas excepciones.

         Los componentes de este grupo, los que se abstuvieron de participar en la guerra, condenaron a sus seguidores y organizaron un nuevo movimiento.

         Ínterin estos acontecimientos en Rusia los comunistas llegaban al poder en 1917 con el liderazgo de Vladimir Ilich Ulianof, llamado Lenin. Por su parte, los socialistas intransigentes de Alemania fundaron la "Liga Espartacus", bajo la dirección de Liebknecht. A esta organización se debe la revolución alemana que determinó la finalización de la guerra en 1918.

         Los socialistas moderados, se hicieron cargo del poder, mientras los radicales, procuraban por todos los medios impulsar la revolución hasta sus últimas consecuencias. La lucha fue tenaz y en la misma murieron Liebknech y Rosa de Luxemburgo. De las subversiones promovidas por la liga Espartacus, sofocadas por el Gobierno, esta organización socialista pasó a ser dirigida por los comunistas.

         De todas estas controversias, disputas, enfrentamientos, resultó el rompimiento de ambos grupos. La separación ocurrió con la creación de la Tercera Internacional en el año 1919, en la ciudad de Moscú.

         A partir de entonces, en la mayor parte de los países europeos se separaron de los partidos socialistas; todas las fracciones comunistas, para integrar la organización internacional que funcionaba digitada desde la capital de los bolcheviques.

         La Internacional Socialista, fijó como sede la ciudad de Ámsterdam, capital de Holanda. Se hicieron muchas gestiones para unificar a la Segunda y Tercera Internacional, pero todos, los esfuerzos fracasaron.

         Por los años 1922 y 1923, ambas organizaciones internacionales fueron protagonistas de luchas terribles por el predominio de su política en el mundo.

         En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, la importancia de la Internacional Socialista, se había reducido muchísimo. Lo más rescatable de esa época, fue la ayuda prestada a los socialistas españoles durante la guerra civil de 1936 a 1939.

         Hoy la Internacional Socialista ha resurgido y procura recuperar su predicamento inicial, enrolando en sus filas a todos los partidos políticos que comulgan su programa y sus ideales.

         En cuanto a la Tercera Internacional, agrupa exclusivamente a los partidos comunistas del mundo. Desde el mes de Mayo de 1919, en que la misma fue fundada, en el Primer Congreso de los Partidos Comunistas bajo la presidencia de Lenin. Su primera acción se concretó en una enérgica oposición a la Segunda Internacional.

         La gran diferencia entre la Segunda Internacional, socialista y la Tercera, comunista, consistía en que dentro de la primera, las distintas secciones nacionales gozaban de completa autonomía en la apreciación de los problemas políticos de sus respectivos países, mientras que, en la Tercera Internacional, los partidos comunistas adheridos a la misma, estaban subordinados a la orientación y a las directrices que les marcaba el Cominter, pues funcionaban de acuerdo con las conveniencias y necesidades de la política exterior de la Unión Soviética.

         Los partidos comunistas incorporados en la Tercera Internacional, recibían el nombre de Secciones nacionales de la Internacional Comunista.

         En el VII Congreso Comunista celebrado en la ciudad de Moscú en 1935, se lanzó la fórmula del "Frente Popular" como medio de lucha contra la reacción, fascista en el mundo. Hasta hoy este método es usado contra las democracias.

         El 22 de mayo de 1943, en plena guerra mundial, el Presidente del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, acordó la disolución de la misma, liberando a sus secciones de toda obligación creada por los Estatutos y Resoluciones de los Congresos. El fundamento de esta decisión decía la Resolución, estaba en la necesidad de posibilitar el desarrollo y fortalecimiento de los partidos obreros nacionales. Esto fue más para la propaganda, ya que los comunistas estaban empeñados con las potencias democráticas en la guerra contra el nazismo.

         La Central comunista, nunca dará autonomía a las secciones de los distintos países, sino que ejercerá siempre el control total y la orientación de las mismas.

         El Comunismo, sigue manteniendo la estructura monolítica a nivel mundial y la Internacional Comunista, sigue operando en gran escala con todo el mundo, adaptando las tácticas locales de conformidad a la gran estrategia trazada en Moscú o en Pekín, pero para el caso da lo mismo.

         Todavía, hoy a 46 años de distancia de la creación del Frente Popular en Moscú, sigue utilizándose este método, algunas veces todavía con esta misma denominación como ocurrió en la década de 1970 en el Uruguay y en la República Chilena. Otras veces, pueden denominarse "acuerdos nacionales", "Frente amplio", "listas abiertas", etc.

         En el año 1976, para ser más preciso, el día 3 de julio, en el Sector comunista de la ciudad de Berlín (R.D.A.) se realizó un importante encuentro comunista, en cuya ocasión los participantes declararon, que todos los partidos comunistas gozaban de independencia e igualdad con relación a Moscú. Era otra estratagema de la Internacional Comunista, para engañar a los desprevenidos.

         Por eso cuando la prensa nacional e internacional, habla de que los comunistas italianos o los comunistas franceses actúan independientemente de Moscú, o que los mismos actúan exclusivamente como italianos y como franceses, es pura demagogia, porque siempre, siempre los comunistas apátridas, seguirán los dictados de la Central de Moscú o Pekín.

         Frente a estas dos conocidas internacionales, la socialista y la comunista, si bien no está declarada como tal, en la práctica, la Democracia Cristiana mantiene una relación entre los diversos partidos nacionales y realizan encuentros en los que intercambian experiencias, programas y seguramente estrategia política.

         De cualquier forma, todas estas organizaciones buscan disminuir la independencia de los Partidos locales y someterlos a una dependencia internacional.



LAS INTERNACIONALES Y LAS ORGANIZACIONES PARAGUAYAS


         Fruto de la aparición en Europa de ciertas doctrinas políticas, las mismas tuvieron también sus continuadores en nuestro país. Así vemos que las doctrinas anarquistas y socialistas ya citadas anteriormente aparecen en el Paraguay allá por los años 1905. Siendo los portavoces de dichas orientaciones doctrinarias extranjeros de procedencia alemana, argentinos, españoles y rusos.

         Al decir de Antonio Campos Alum en Estructura, estrategia y tácticas del Comunismo en el Paraguay, "Estas dos corrientes ideológicas intervinieron activamente en la organización de las primeras asociaciones gremiales, obreras, estudiantiles y profesionales, que fueron las primeras bases de la posterior organización comunista en nuestro país.

         El 26 de abril de 1906, se organiza la primera asociación de los trabajadores en Asunción, bajo la denominación "Federación Obrera del Paraguay" abarcando los primeros gremios de albañiles, zapateros, sastres, carreros, cocheros y pintores. El carácter inicial de esta organización gremial era netamente MUTUALISTA, no alentando ninguna actividad revolucionaria.

         En 1912, esta organización es dominada por elementos socialistas influenciados y formados por extranjeros que imprimen a la misma un carácter clasista, transformándose en grupos de resistencia y acción revolucionaria".

         En el estudio de los antecedentes de esta nefasta doctrina totalitaria vemos que posteriormente en el año 1914, los partidarios de la misma fundan el Partido Obrero, siendo sus principales dirigentes Agustín Ortíz y Rufino Recalde Milessi. Posteriormente en el año 1915, dicho Partido emite un comunicado donde constan sus bases y objetivos, en el mismo como aspectos fundamentales se solicitan reglamentaciones en horas de trabajo, como asimismo a aspectos que guardan relación a la edad y al sexo y algo que ya lo retrataba de cuerpo entero, la cual esta era la separación de la Iglesia y el Estado.

         La primera irrupción en la prensa del citado movimiento, fue con la aparición de un semanario llamado EL SOCIALISTA, el cual salía bajo la dirección de Cayetano Raimundi.

         Citando siempre a Campos Alum, vemos "que en el número aparecido en fecha 23 de enero de 1917, lanzan sus candidaturas para las cámaras, para senador a Agustín Ortiz y para diputado a Rufino Recalde Milessi, Cayetano Raimundi y como Plataforma Electoral:

         1º.) Jornada de 8 horas de trabajo y fijación del salario mínimo para todos los trabajadores del Paraguay.

         2º.) Supresión de todo impuesto aduanero sobre los artículos necesarios para la alimentación, vestido y trabajo del pueblo.

         3º.) Abolición de la pena de muerte.

         En esta elección fracasaron por no contar sino con un reducido número de partidarios.

         Posteriormente los que más tarde abrazarían la causa comunista comenzaron con la lucha abierta, con su campaña de agitación, con las huelgas, del ferrocarril, tranviarios, siendo la más importante la de los trabajadores marítimos, lo cual dio como consecuencia la nacionalización de barcos mercantes. Dicho conflicto acarreó una serie de graves problemas, entre los cuales el más importante fue el hundimiento de un barco de propiedad de la compañía argentina Mihanovich cerca de Buena Vista, en el mes de abril de 1921.

         Los partidarios del anterior Partido Obrero, Rufino Recalde Milessi, Agustín Ortiz, Cayetano Raimundi y otros, en el año 1917 fundan un partido al que denominaron Partido Socialista, luego vemos que los mismos intentaban participar del juego electoral, pero siempre el vacío respondía a sus requerimientos, dado el profundo sentimiento religioso y tradicionalista del pueblo paraguayo y la reducida cantidad de sus afiliados. Posteriormente allá por 1926, aparecen en escena los activos dirigentes estudiantiles Obdulio Barthe, Augusto Cañete, Herib Campos Cervera y Oscar Creydt.

         En los años subsiguientes comienzan una serie de actividades subversivas en Puerto Pinasco, Iturbe, Estación Sosa lo que ocasiona una serie de paros laborales en los lugares citados, hasta desembocar en el 19 de febrero de 1928 en que se funda la organización denominada PARTIDO COMUNISTA, SECCION PARAGUAYA DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA, correspondiéndole el cargo de Secretario General del mismo a Lucas Ibarrola, quien posteriormente fue invitado a participar de la Tercera Internacional en la ciudad de Moscú. Al decir de Campos Alum "integraron el primer comité central: Víctor P. Valenzuela, Juan B. Denis; Felipe Mancuello, Moisés Bernardo Drelichmann Voronoff, Martín Báez, José Rémolo, José Roca, Cayetano Raimundi y el órgano oficial se llamaba "Los Comuneros".

         En su libro Armas y Letras, el Coronel Arturo Bray, cita como algunos afiliados a esa doctrina totalitaria a Oscar Creydt, Obdulio Barthe, Tomás Mayol, Aurelio Alcaraz, Felipe Bosch (zapatero), Juan Orué (albañil), Sinforiano Buzó Gómez (anticlerical furibundo), Albino Galeano, Julio Rojas (maestro normal), José Eidelstein, Santos Ibarrola (zapatero), Augusto Cañete Palacios y Manuel Kalish, este último agente soviético en el Paraguay, seguían otros como Anselmo Jover Peralta, marxista no del todo definido por su natural solapado y un tanto pusilánime, Nicolás Yegros (albañil, jefe del socorro internacional Rojo en el Paraguay), Francisco Gaona, dirigente ferroviario y conocido agitador, Aníbal Codas, Clitofonte Lepretti, Máximo Pereira, el ya citado Cosme Ruiz Díaz, Moisés Bernardo Drelichmann Voronoff, alias Bernardo Pikón y el nombrado Marcos Ñalinsky"... "del sexo femenino" siempre al decir Arturo Bray en su libro Armas y Letras, página 37, "María Viuda de Casatti, italiana, protegida del profesor Ramón Indalecio Cardozo, director general de Escuelas, casada luego con un capitán boliviano prisionero, Rosita Schipper, hija de un tintorero ucraniano con domicilio en Azara No. 20; Elida Ugarriza, nada menos que directora general de Escuelas en un tiempo, que casó más tarde con el mencionado Francisco Gaona y una tal Emilia Escalada, colaboradora cercana de la Ugarriza", hasta aquí la cita de Bray.

         Luego de todas las citas y consideraciones, en la parte práctica vemos que en el Paraguay existe una sección Paraguaya del Comunismo Internacional. Al respecto hemos señalado ya que existe un grupo maoista orientado por Pekín y liderado como Secretario General a Oscar Creydt y teniendo como miembros del Comité Central a Juan Darío Quiroz (h), Efraín Ibáñez, Lorenzo Arrúa, Julio Manuel Mandelik, Dr. Ignacio Benigno Fernández, Julio Vargas, Teódulo Riveros, Justo Ramírez, Roque Ruiz Díaz, Liborio Ramón Alderete (a. Niño Rojo), Arsenio Ibáñez, Dr. Raúl Villalba (que nada tiene que ver con su homónimo destacado joven nacionalista), Presentación Lezcano de Lisboa. Todos estos dirigentes de esta línea del Partido Comunista, se encuentran en el extranjero, recibiendo ayuda económica de las organizaciones extremistas internacionales.

         También tenemos otro grupo que responde a la Central de Moscú, dirigido actualmente por Antonio Maidana e integrado el Comité Central por las siguientes personas: Dr. Miguel Ángel Soler, Obdulio Barthe, Celso Avalos Ocampo, Sebastián Querey, José Chilabert, Adolfo Acosta, Luis Centurión, Calixto Bogado, Emilio Roa Espinoza, Dr. Carlos Luis Casabianca, Carmen Soler de Casabianca, Dalila Soler, Andrés Ramón García Valiente, Efraín Morél, Elvio Romero, Hipólito González, Marciano Villagra, Derlis Villagra Arzamendia.

         Indudablemente el Comunismo en la Sección Paraguaya es una dependencia de la Internacional Comunista y su desenvolvimiento y orientación está en dirección de dependencia de la respectiva Central. Por tanto ningún interés paraguayo, ningún valor patriótico podrá primar en los comunistas cuando de por medio existe una orden de la Central Directiva.

         Por ello, el comunista es un enemigo de la nacionalidad, es un traidor a la Patria, porque supedita las obligaciones y los deberes que todo ciudadano debe tener con su país, al interés y a la obligación que tiene con la internacional Comunista.

         Por su parte, el Partido Revolucionario Febrerista, está ligado a la Internacional Socialista y podemos afirmar que forma parte de ella. Sus delegados y representantes, asisten periódicamente a las reuniones que realiza esta organización central, en las que se imparten las instrucciones respecto a la acción socialista a nivel mundial.

         Si bien es cierto que la Internacional Socialista no mantiene la verticalidad de la Internacional Comunista sobre sus integrantes, sin embargo participar de ese cónclave de partidos socialistas del mundo, crea una cierta dependencia, lo que conspira contra la absoluta independencia del exterior de los partidos políticos nacionales.

         Precisamente por esta circunstancia, es que la Constitución Nacional nuestra, en su artículo 118 establece una clara disposición al respecto. La misma dice: "No se admitirá la formación ni el funcionamiento de partido político alguno que tuviere por propósito destruir el régimen republicano y democrático representativo de Gobierno o el pluripartidismo.

         "Queda prohibida la subordinación o la alianza de los partidos políticos paraguayos con organizaciones similares de otros países. Tampoco podrán recibir subvenciones ni directivas del exterior".

         En este sentido, todas aquellas agrupaciones cívicas vinculadas con las citadas Internacionales u otras organizaciones en el futuro sobre las mismas bases, violan este precepto constitucional y se hacen pasibles de las sanciones previstas, para estos casos.          Finalmente diremos que el Movimiento Demócrata Cristiano, por su vinculación con partidos demócratas cristianos de otros países, se pone igualmente bajo el tenor del artículo constitucional transcripto.

         Queda así, claramente expuesto el origen, desarrollo, situación actual y perspectiva futura de las principales internacionales que accionan en el mundo de hoy.



CONCLUSION:


         Después de concluir este breve estudio sobre el origen y existencia de los Partidos Políticos en el Paraguay, cabe aún hacer algunas consideraciones respecto a algunos acontecimientos cívicos, que de alguna manera se manifestaron y tuvieron incidencia en el acontecer político Paraguayo.

         Uno de esos tópicos fundamentales es el de la división de los partidos políticos que en el Partido Liberal no solo es crónico y de raíces profunda y divergentes, sino que ha costado al pueblo ingentes perjuicios por las derivaciones funestas de las mismas.

         Esta división liberal ocurrió desde el principio entre quiénes se disputaban la preeminencia en la jefatura partidaria.

         A pocos años de la Institucionalización en 1887, los liberales tuvieron que recurrir al verdadero fundador del liberalismo criollo para zanjar la primera y más seria división, nos referimos a Benigno Ferreira. En 1895, Benigno Ferreira, se hizo cargo de la Presidencia de los sectores unificados del Centro Democrático y en una de las primeras disposiciones de su Directiva, cambió la denominación por el de Partido Liberal, que conservan hasta hoy sus herederos políticos.

         La aparente unión se mantuvo hasta que, después del atraco de 1904, dueños del poder político del País, surgieron liderazgos, jefaturas y mandos que repartir. Por eso es que el País tuvo que soportar la seguidilla de revueltas, asonadas y toda clase de abusos, por causa de la ininterrumpida sucesión de caudillejos y mandones de turno.

         Sobre este desquicio institucional y la dilapidación de los bienes nacionales, un prominente liberal, el Dr. Venancio Galeano, en el prólogo al libro del Dr. Justo Pastor Benítez (Padre), "Ideario Político" en el año 1921 afirmó:

         "Y cae el telón para dar lugar a un breve entreacto sangriento que permitirá el comienzo del nuevo drama.

         "Desalojados los desalojadores, no tardará mucho antes de que el peor de los caudillismos, un sensual caudillismo militarista, se perfile sobre todos, como un sombra fatídica que se creerá pasajera y dominable pero que terminará por dominar todo; desde la majestad de la Ley y las fuerzas a su servicio, hasta los puros ideales recién traídos de los llanos opositores.

         "Y ya triunfante el nuevo amo de la situación, de nuevo las ambiciones recíprocas están prontas para acecharse y traicionarse en la primera oportunidad. Y con ello tenemos la sucesión de Presidentes que parecieran no ascender a aquel alto solio sino para escarnecer la República en el grado máximo posible dentro del más breve espacio de tiempo imaginable y algunos especialmente para ofrecer el espectáculo de un latrocinio sin paralelo, como ejemplo de lo que cuestan a los pueblos el caudillaje, el desenfreno moral y el servilismo cortesano",

         Como estas opiniones vienen de un destacado militante liberal, nos libramos de la necesidad de argumentar y probar que la división liberal constituyó toda una tragedia para el País, el que tuvo que pagar un precio muy oneroso por esta causa.

         Desde 1904 hasta 1940, salvo el interregno franquista, los liberales se dividieron en Cívicos, Radicales, Democráticos, Jaristas, Gondristas, Schaeristas, Guggiaristas, sacos pucús, sacos mbykys etc., sin que la tremenda lección del pasado, les haya servido para escarmentar, ya que actualmente los liberales, en la oposición se hallan divididos en seis fracciones; Liberal; Liberal Radical; Liberal Radical Auténtico, Liberal Teeté, Partido Liberal unificado, Benitistas, etc.

         El Partido Colorado también soportó algunas escisiones en sus cuadros cívicos, pero sin que esas desinteligencias hayan ocasionado al País ni remotamente, el daño causado por las divisiones liberales.

         La primera ocurrió a fines del siglo pasado, cuando una fracción se agrupó en torno al General Egusquiza, quienes tomaron la denominación de "verdirrojos", en tanto que la mayoría siguió fiel al liderazgo del fundador, General Bernardino Caballero.   Posteriormente, en época de la llanura política, ya en el segundo cuarto del presente siglo, ocurrió otra escisión que se conoció como "eleccionistas" y "abstencionistas" y, como sus denominaciones lo indican, la desinteligencia ocurrió respecto a la participación o no en las mascaradas electorales del Liberalismo.

         A fines de la Década del 30 se zanjaron las diferencias y en esas condiciones se inició la década de 1940, rica en acontecimientos políticos.



"EL GUION ROJO"


         En el año 1940, el Gobierno Liberal, había decretado la suspensión de las actividades cívicas de los partidos políticos. En fecha 18 de Febrero de 1940, el General Estigarribia, firmó el Decreto que expresa: Decreto No 1: "Yo José Félix Estigarribia, General de Ejército, Presidente de la República del Paraguay... Decreto...//. Artículo 1º) Asumo la plenitud de los Poderes Políticos del Gobierno de la República.- Artículo 2º) Declaro subsistente el capítulo de la Constitución Nacional de 1870, relativa, al Poder Judicial. Artículo 3º) Establécese una tregua en las actividades políticas de los Partidos y agrupaciones.- Artículo 4º) Declaro subsistentes los derechos y garantías consagrados por dicha constitución de 1870, en lo que se opongan a la nueva organización del Estado Paraguayo.- Artículo 5º) Oportunamente y de acuerdo con el Decreto Legislativo de fecha 16 del presente mes, convocaré al pueblo a elecciones para la reunión de una Convención Nacional que deberá dictar la nueva carta política.- Artículo 6º) Créase una Comisión de Juristas integrada por tres Miembros encargados de formular el anteproyecto de la nueva Constitución, que deberá inspirarse en los principios de la Democracia Republicana Representativa.- Artículo 7º) Comuníquese, publíquese y dese al Registro Oficial. Firmado José Félix Estigarribia". Como una saludable reacción ante esa flagrante manifestación de totalitarismo que significaba dicha postura, un destacado grupo de militantes colorados, entre los que figuraban universitarios, estudiantes y obreros, decidieron crear una organización de lucha clandestina contra la arbitrariedad imperante y para procurar las libertades públicas conculcadas tan prepotentemente. Ese organismo fue denominado GUION ROJO, su origen, pues no constituyó ninguna división partidaria, sino un bastión de lucha por la democracia, por la continuación en la arena política de uno de los partidos políticos tradicionales de mayor arraigo Nacional, la reacción lógica contra la dictadura cuarentista.

         De acuerdo a la opinión de su fundador, Juan Manuel Frutos Pane, la Misión del Guión Rojo, era constituirse en la vanguardia de la lucha en defensa de los ideales Republicanos, para restituir en el País, la vigencia del Estado de derecho y de la Democracia Representativa, pluripartidista, que sufrió una seria agresión con los desafueros liberales desde 1904, y cuya institucionalización ya abierta fue impuesta por el malhadado Decreto Febrerista Nº 152, que transcripto en su parte pertinente dice: "Asunción, 10 de Marzo de 1936. El Presidente Provisional de la República Siendo perentoriamente necesario establecer el contenido político jurídico y estatal de la Revolución Libertadora en forma cierta e inequívoca que permita al pueblo Paraguayo conocer sin reticencias posibles la nueva estructura del Estado y estar a cubierto de toda incomprensión acerca de la fuerza y del mandato histórico del primer Gobierno de la Revolución:... Decreta:

Artículo 1º.) Declárase identificada la Revolución Libertadora del 17 de Febrero de 1936 con el estado de la República del Paraguay. Artículo 2º) La Revolución Libertadora del 17 de Febrero de 1936, identificada con el Estado, movilizará desde la fecha el concurso voluntario de todos los Ciudadanos de la República a los efectos de la realización integral de sus fines permanentes DIRECTAMENTE POR ORGANOS DEL ESTADO.- Artículo 3º) Toda actividad de carácter político de organización partidista, sindical o de intereses creados o por crear de naturaleza política dentro de la Nación, que no emane explícitamente del Estado, o de la revolución identificada con el Estado se prohíbe por el término de un año.- Artículo 4º) Quedan bajo la jurisdicción del Ministerio del Interior todas las cuestiones relacionadas con la política social del Estado identificado con la Revolución Libertadora comprendiéndose en ellas las relaciones y conflictos entre el trabajo y el Capital las organizaciones y necesidades de obreros y trabajadores como igualmente de los patrones en forma definitiva.- Artículo 5º) Créase un Comité de Movilización Civil de la República a los efectos del cumplimiento del Art. 2º de este Decreto, cuyo reglamento y organización dictará el P.E. - Artículo 6º) Créase un Departamento Nacional de Trabajadores a los efectos prevenidos en el Art. 4º de este Decreto. Artículo 7º) Encárgase al Ministerio del Interior la Constitución, reglamentación y funcionamiento del organismo expresado en el Art. 6º de éste Decreto.- Artículo 8º) Comuníquese, publíquese y archívese.- Fdo: R. FRANCO -  GOMEZ FREIRE ESTEVES. Juan Stefanich. L. Freire Esteves. Jover Peralta R. Caballero.

         Vemos así que en el año 1940, otra vez, los liberales implantaron otro Decreto de corte similar al 152, ya transcripto antecedentemente. Por todos los acontecimientos ocurridos que cercenaban las libertades públicas, se organizaron los republicanos, bajo el manto del GUION ROJO, usando como distintivo una cintita roja en el ojal de la solapa del saco. Además de Juan Manuel Frutos Pane, otros de sus más conspicuos dirigentes fueron Enrique Volta Gaona y Nicolás Scorza Fuster.

         La misión inicial del GUION ROJO, fue la de contrarrestar la sigilosa y sutil acción del comunismo que empotrado en los estrados estudiantiles y obreros, contaba con el apoyo de los Febreristas, quienes irrumpían en los colegios, en los sindicatos obreros y en las fábricas. Es interesante destacar que los febreristas, ya entonces oficiaban de aliados de los marxistas.

         Para aumentar su contingencia de lucha los primeros miembros del GUION ROJO, tenía la misión de reclutar entre los correligionarios nuevos miembros, que por su coraje, valor, decisión y vocación democrática, fuesen aptos para desempeñarse en las distintas misiones que debían cumplirse en procura de la meta perseguida. Se procuraba siempre buscar los nuevos adeptos entre estudiantes, universitarios, secundarios, y obreros colorados.

         Cada nuevo grupo que era incorporado, era suficientemente instruido, capacitado y adoctrinado sobre la misión reservada que debía cumplir en sus respectivas esferas de influencia, tal es así, que los militantes del Guion Rojo, actuaban en forma aparentemente espontánea, sin responder a instrucciones predeterminadas, sin comprometer para nada a la Junta de Gobierno y mucho menos invocar o manifestar que pertenecían a una organización de lucha determinada. Todo el pueblo colorado, se volcó en el movimiento de lucha, sin conocer la existencia del Guión Rojo (la parte organizativa) Con tanta fidelidad se conservó este secreto juramentado, qué solo se volvió pública la existencia del Guión Rojo después de su disolución el 18 de Enero de 1947, cumplidos sus propósitos con el movimiento cívico-militar triunfante del 13 de enero de 1947, que llevó al Poder al Partido Colorado y en cuya víspera un miembro del Guión Rojo recibió la misión secreta de trasladarse al campo para reclutar correligionarios que estarían dispuestos a marchar sobre la ciudad y ser armados por si hubiere una fuerte resistencia en algunas unidades del Ejército.

         Por tratarse de un movimiento político de mucha importancia y de muchas raíces en la política Nacional, a continuación citaré su organización, al decir de su fundador: "Para incorporarse al Guión Rojo, se debía previamente leer un trabajo mimeografiado y del tamaño de un libro de misa, con el título de EXAMEN DE CONCIENCIA POLITICA. Luego el postulante era sometido a distintas pruebas, que resultando positivas, le habilitaba, previo juramento a incorporarse en la organización. En dicho acto, la regla de oro era: Si Ud. no es capaz de desafiar con la sonrisa en los labios, todos los riesgos para llevar al Partido Colorado al poder, podrá ser un buen y hasta honorable Colorado, pero no podrá tener el honor de pertenecer al Guión Rojo".

         Dicha organización estaba integrada por 35 Jefes de Grupos que contaban con 25 a 30 militantes, distribuidos en los distintos barrios de la capital. Entre ellos, el barrio Obrero contaba con tres grupos y el Barrio Pinozá con dos.

         El Jefe del Guión Rojo era al mismo tiempo Director del Semanario "El Colorado", único órgano de publicidad Republicana. Su administradora era Ada Mallorquín, hija del Presidente del Partido Dr. Juan León Mallorquín, que fue el único jefe partidario que conocía la existencia de dicha organización. El mismo compañero citado, fundó y tuvo a su cargo directo las audiciones radiotelefónicas HABLA EL PARTIDO COLORADO que se propalaba todos los días a las 20 horas desde Radio Nacional, teniendo como animadora a su esposa.

         La marcha de la Victoria, realizada el 7 de setiembre de 1946 compuesta por más de 50.000 colorados provenientes de los más distintos puntos del país, a sus propias expensas, con la sola excepción de la provisión de agua para beber, que les era servida por jóvenes colorados, tuvo un impacto político decisivo, como demostración de fuerza popular.

         En perfecto orden y con avasallador e incontenible entusiasmo, se realizó el desfile por las calles de la Capital, hasta su punto de concentración final frente al Palacio Legislativo, con el lema de lucha voceando sin desmayar: "CUESTE LO QUE CUESTE, EL PARTIDO COLORADO CONQUISTARA EL PODER".

         En esa oportunidad usaron de la palabra, Enrique Volta Gaona, Natalio Pangracio y la Sra. Ana Vaesken de Frutos Pane, en nombre de la mujer colorada, que reclamaba para así la igualdad de los derechos políticos y civiles, que luego conquistaría más tarde con la promulgación de la Ley de Los Derechos Civiles de la Mujer.

         De esa misma manera, la misión política que cumplió el Guión Rojo desde 1943 hasta 1947, a través de la organización Republicana Obrera "ORO" fue terminante para dar término al dominio de los sindicatos obreros denominados a la sazón por los comunistas, quienes fueron barridos y reemplazados por trabajadores colorados.

         Igual trascendencia tuvo la influencia del espíritu de lucha del GUION ROJO, entre estudiantes universitarios y secundarios, quienes insuflados por un nuevo coloradismo valiente y combativo, crearon el Centro Estudiantil "Dr. Blas Garay", que contrarrestó a su vez, la influencia febrerista en los colegios y facultades universitarias y que posteriormente tuvo sus héroes y mártires en la Revolución libertadora frente a la Triple Alianza subversiva neolegionaria libero-franco-comunista de Concepción.

         La acción del Guión Rojo, se extendió al interior mediante contactos con los viejos caudillos partidarios de la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado), con quienes trabajaron para templar el espíritu de lucha Republicana.

         El resultado de esta acción fue que en 1947; símbolo de lucha del Guión Rojo, el Partido Colorado estaba suficientemente motivado para repeler triunfalmente a la agresión tripartita y forjar el triunfo definitivo del coloradismo en su autenticidad histórica, sin ingredientes liberaloides y por lo mismo revolucionario y nacionalista, para los cambios necesarios a la organización de una Sociedad cimentada en la Justicia Social y en la verdadera autonomía Patria, cuyo Liderazgo debía corresponder al Presidente Alfredo Stroessner desde 1954.

         Así el Guión Rojo, a solo y espontáneo titulo de coloradismo "abarcó todos los campos de lucha imaginables en el campo partidario, en defensa de la democracia, del pluripartidismo, del nacionalismo, que son la esencia misma de la Nación Paraguaya, pues privarle al pueblo paraguayo del libre derecho de expresión, era privarle de su libertad primaria, al decir de Frutos Pane en su libro LA REVOLUCION PACIFICA DEL COLORADISMO CON STROESSNER, Página 11" . La política es la Ciencia y el arte de la realización histórica, de la libertad en sus manifestaciones progresivas con hechos concretos, como emanación y producto de su propia creatividad".

         Como conclusión y en síntesis de síntesis, podemos decir que el Guión Rojo, no fue otra cosa que la concreción organizativa de un estado emocional de lucha y coraje del pueblo colorado (Tan es así que contemporáneamente, no es raro escuchar a ciertos correligionarios que queriendo demostrar su coloradismo valiente y combativo, digan "YO SOY GUION PURO".

         Lo que ocurrió después del 47, ya es historia conocida, y esa historia explica la razón de ser del Guión Rojo en su hora y con su correspondiente lección de cosas.

         Ya en las luchas internas del Partido Colorado, quienes pertenecieron al Guión Rojo, optaron libremente por la candidatura presidencial del Dr. Federico Chaves o de J. Natalicio González.

         Felizmente esta división en el Partido Colorado fue definitivamente superada gracias al advenimiento en el Liderazgo Partidario y Nacional, del eminente e ilustre Ciudadano Gral. de Ejército Don Alfredo Stroessner, el que imbuido del mismo espíritu integracionista del Gral. Bernardino Caballero, propició el reencuentro colorado el 27 de Octubre de 1955, en el local de la Junta de Gobierno, sito entonces en la calle España 470 casi Estados Unidos ocasión en que se realizó la integración de todos los colorados bajo la gloriosa y rutilante enseña roja con la estrella blanca.

         Esta conjunción de voluntades, esta unidad bajo los principios y en torno al programa de restauración nacional que encarnaba, entonces el Presidente Gral. de Ejercito Don Alfredo Stroessner, sirvió para fortalecer la amistad, la solidaridad y la armonía entre todos los colorados, hizo posible que el gran conductor y estadista que nos gobierna patrióticamente desde 1954, haya podido cumplir su noble y transcendente empresa de realizar la grandeza nacional.


OTRAS EXPRESIONÉS CIVICAS:


         Además de los partidos políticos reconocidos y los que se han organizado, pero que aún no tienen reconocimiento legal, por no satisfacer las exigencias mínimas de la Ley, hubieron otras agrupaciones que se manifestaron en el quehacer cívico del País y que después, desaparecieron.

         En este trabajo, nos referiremos a dos de ellos por considerarlos más importantes y porque ambos tuvieron alguna actuación cívica de repercusión en algunos periodos de nuestra historia política. Nos referimos a la "Liga Nacional Independiente" y a el "Tiempismo".

         Desde 1904 hasta 1924, los Liberales dueños del poder político convulsionaron la vida del País, en grado tal que parecía que todo se iba a desmoronar sin remedio. En este periodo había corrido mucha sangre y se perdieron muchísimas y preciosas vidas humanas, solamente para dirimir los pleitos domésticos de los herederos de Benigno Ferreira. Especialmente la ultima revolución campal de 1922 a 1923, había causado muchísimos daños al País.

         Esta situación insoportable había sacudido la conciencia de muchos jóvenes que veían disgustados el escarnio que se hacía de nuestras instituciones y la burla a la Constitución Nacional, en cuyo nombre se cometían toda clase de atropellos.

         Un sector de la Juventud Paraguaya, desencantado de la penosa realidad, se organizó y al poco tiempo, el 25 de Noviembre de 1925, publicó un diario con la denominación de "La Nación".

         Sus directores fueron dos distinguidos exponentes de la generación de bachilleres del Colegio Nacional, de la promoción del 1911, del Centenario de la Independencia Nacional, Adriano Irala y Juan Stefanich.

         En su editorial, anunciaba este diario, que su misión sería la defensa de la Paz y del orden público y hacer efectiva la democracia y buscar, a toda costa, la vigencia de la Constitución de 1870, escarnecida por los Liberales.

         Poco tiempo después, en torno a ese Diario, fue agrupándose un calificado número de personas que se perfilaban como una Entidad de inminente actuación en el medio cívico Nacional. Respecto a este hecho el Dr. Luis María Argaña, dice:

         "En torno a este periódico, se refiere a "La Nación", se fundó el 14 de Mayo de 1928, la Liga Nacional Independiente. Agrupaba una pléyade de jóvenes intelectuales de alta calidad: Adriano Irala, Juan Stefanich, Alejandro Dávalos, Juan Vicente Ramírez, Ángel Gorostiaga, Diógenes Ortusar, Rogelio Livieres, Manuel Bedoya, Miguel Bestard, Tomas Ozuna, Germán Soler, Julio Michelagnoli, Julio Teodoro Decoud, José Gómez Brizuela, Juan José Manzoni, Lorenzo Manzoni, José María Galiano, Nicolás Sarubbi, Pedro Fiandro, Luis Romaggera, Gerardo Laguardia, Alejandro Bibolini, Lorenzo Livieres, Linneo Insfrán, Emilio Gardel, Telmo Aquino, Miguel Ángel Manzoni, Ramón Jiménez Gaona.

         "Se trataba de un movimiento político que no era propiamente un partido. Frente a la indefensión del Chaco, La Nación había tomado la bandera de la Defensa Nacional. Denunciaba constantemente la penetración boliviana y la claudicación y entreguismo del gobierno Liberal. Dice el escritor liberal C.R. Centurión": "En el terreno político de 1930, los editoriales de Adriano Irala, valían tanto o más que una división motorizada". (Historia de las Letras Paraguayas. Tomo III).

         La Liga Nacional Independiente, se mantuvo dentro de una línea nacionalista nítida y esclarecida, por lo tanto enemiga acérrima del legionarismo entreguista.

         Luego de una interesante presencia cívica, la Liga Nacional Independiente desapareció y sus integrantes pasaron a integrar otras agrupaciones cívicas, algunos volvieron al Partido Colorado, otros al liberalismo y otros al Febrerismo o mejor al Franquismo de la primera hora.

         Otro grupo interesante que actuó por un tiempo en nuestro civismo, fue el denominado "Tiempismo". Fue el resultado de una reacción frente al totalitarismo Liberal de 1940. Sus principales integrantes eran figuras importantes que ya se había encontrado en torno a un combativo periódico que se llamó: "Tiempo". Su gravitación fue tal que sirvió para descoyuntar al liberalismo y determinar su caída del Gobierno de Estigarribia.

         Prominente líder del "Tiempismo" fue el Dr. Luis A. Argaña, que se enfrentó con el Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno del Gral. Estigarribia, el Dr. Justo P. Prieto, en una ardorosa polémica, cuyo triste epilogo, fue la clausura del periódico "Tiempo" con el consiguiente apresamiento de los dirigentes "Tiempistas".

         Los dirigentes del "Tiempismo" fueron enérgicos en su enfrentamiento a los abusos imperantes y sobre los desaciertos del Gobierno en la venta de algunas tierras, que le valieron la simpatía de muchos sectores especialmente estudiantiles, razón por la que ocurrieron controversias entre la autoridad y los estudiantes, resultando en medidas de fuerza del sector público y huelgas estudiantiles como respuesta.

         En "Perfiles Políticos" se dice:

         "Respecto a la fundación de "El Tiempo", p. 9, "Un grupo de profesionales universitarios, principalmente abogados, fundaron un grupo y un diario. "El Tiempo". Integraron el grupo de "El Tiempo", los abogados Luis A. Argaña, aparentemente el Director Político práctico Carlos Andrada, Director Doctrinario y Líder Intelectual del Grupo., Pedretti, Delmas, Gross Brown, Balmelli, Celso Velázquez y otros". "En General este grupo en la vida pública se mostró como núcleo de funcionarios con conciencia de responsabilidad administrativa.

         En el Gobierno del Gral. Higinio Morínigo, los hombres del "Tiempismo" participaron de las responsabilidades públicas y cumplieron un destacado cometido que les valió respeto público.

         Sin embargo, por falta de arraigo popular, al igual que la anterior entidad, el "Tiempismo", desapareció.



EL COLORADISMO CON STROESSNER


         Nuestro singular y constructivo tiempo, esta época de Paz, de trabajo inusitado y permanente progreso, en que es dable destacar el auto sostenido desarrollo en los cuatro campos del Poder Nacional, es otro de los grandes servicios que presta el Partido Colorado al pueblo.

         Obra de perfiles singulares y honrosos, la realización gubernativa de nuestro tiempo, señala al Gral. Alfredo Stroessner como al estadista capaz, patriota, dinámico y sabio, que ha sabido capear todos los temporales de este difícil tiempo que toca vivir a la humanidad de la era espacial y que ha aglutinado las mejores voluntades e inteligencias de la Nación para ponerlos al servicio del País mediante la instauración de la Paz y su permanente afirmación, nos permite enfatizar lo que ya el pueblo colorado ha calificado como justo título. LA TERCERA EPOCA HISTORICA NACIONAL, expresión que sirve para exaltar el nombre del gran compatriota, como el verdadero artífice de la presente grandeza moral y material de la República. Y para terminar, quiero recordar las palabras de un gran republicano el Senador JUAN MANUEL FRUTOS PANE, en su libro, "La Revolución pacífica del Coloradismo con Stroessner", al decir: "es el pueblo quien actúa en la historia y que al crear una Nación, se da sus propias Instituciones a través del Estado. Y que la Política es la ciencia y el arte que dinamiza dichas Instituciones en función de los fines en que se inspira la realización plena de los derechos del hombre libre en sí mismo y en su medio -substantivación de lo auténticamente paraguayo en su pensar y querer- para llegar a la conclusión que ambas premisas se conjugan, históricamente en la Revolución Pacífica del Coloradismo con su Líder el Presidente Stroessner.




BIBLIOGRAFIA CONSULTADA


1.- La revolución de la independencia del Paraguay, por Blas Garay. Edición Madrid 1897

2.- Breve resumen de la Historia del Paraguay, por Blas Garay. Edición Madrid 1897

3.- Política Americana, por Cecilio Báez, Edición Imprenta Zamphiropolos y Cía Asunción 1925

4.- En Centauro de Ybycuí, por Juan E. O'Leary. Editorial "Le Livre Libre". Paris 1929.

5.- Cincuentenario de Cerro Corá. Editado bajo la Dirección de J. Natalicio González, Talleres de la Prensa. Asunción., 1920

6.- El Paraguay, sus grandezas y sus glorias, de Manuel Domínguez. Editorial Ayacuyo. Buenos Aires 1945

7.- El alma de la raza, de Manuel Domínguez. Editorial Ayacuyo. Buenos Aires. Año 1946

8.- Concepción 1947, por O. Barcena Echeveste. Asunción 1948

9.- Diccionario Político de nuestro Tiempo, por el Dr. Guillermo Díaz Doir. Editorial Mundo Atlántico. Buenos Aires 1948

10.- Proceso y formación de la Cultura Paraguaya, por J. Natalicio González. Editorial Guarania. Asunción 1948

11.- El Paraguayo y la Lucha por su Expresión, por J. Natalicio González. Editorial Guarania. Asunción 1945

12.- Bajo las bombas del Malón, de J. Natalicio González y Víctor González. Editorial Guarania, Asunción 1947

13.-- Estructura y Función del Paraguay Colonial, de Hipólito Sánchez Quell. Editorial Tapá. Buenos Aires 1947

14.- Coronel Eugenio A. Garay, Héroe del Chaco, por el Mayor PAM Leandro Aponte, Editorial Imprenta Militar Asunción 1944

15.- El Dictador del Paraguay. Dr. Francia. Por Guillermo Cabanellas, Editorial Claridad. Buenos Aires 1946

16.- Temple y estirpe por Anastasio Rolón Medina. Editorial Imprenta Militar. Asunción 1953

17.- Paraguay, la Provincia Gigante de las Indias, por Justo Prieto. Editorial El Ateneo. Buenos Aires 1951

18.- La Justificación del Coloradismo en el Poder, por Roberto L. Pettit. Asunción 1953

19.- Fundamentos doctrinarios del Coloradismo, por Bacón Duarte Prado. Editorial El Arte. Asunción 1959

20.- El Solar Guaraní, por Justo Pastor Benítez. Ediciones Nizza. Asunción Buenos Aires 1959

21.- Acuarelas Paraguayas de Carlos Zubizarreta. Ediciones Nizza. Asunción Buenos Aires 1959

22.- El General Bernardino Caballero por Anastasio Rolón Medina. Editorial Imprenta La Humanidad. 1959

23.- Proceso a los falsificadores de la Historia del Paraguay. Dos Tomos por Atilio García Mellid. Ediciones Theoría. Buenos Aires 1963

24.- El Libro de los Héroes, por Juan E. O'Leary. Librería la Mundial. Asunción 1922

25.- El Comunismo de las Misiones, por Blas Garay. Librería la Mundial. Asunción 1921

26.- La Ruta por (Justo Pastor Benítez) Padre. Editorial Imprenta Nacional. Asunción 1939

27.- Los Políticos por Luis Duran y Ventosa. Editorial Juventud S. A. Barcelona 1928

28.- El Paraguay Colonial por Efraím Cardozo. Ediciones Nizza. Asunción. Buenos Aires 1959

29.- Formación Social Pueblo Paraguayo, por Justo Pastor Benítez. (Padre) Ediciones Nizza. Asunción - Buenos Aires 1967

30.- Antología de la Oratoria Paraguaya, por Juan L. Livieres Argaña. Escuela Técnica Salesiana. Asunción 1969

31.- Breve Historia de la Cultura Paraguaya, por Rafael Eladio Velázquez. Asunción 1979

32.- Política y Estrategia del Desarrollo, por Alfredo Stroessner. Biblioteca de Colorados contemporáneos. Asunción 1977

33.- Memorias del Mariscal Estigarribia. Editorial Imprenta Nacional. Asunción 1972.

34.- 23 de Octubre por Enrique Volta Gaona. Editorial el Arte 1957.

35.- El Paraguay de Francia el Supremo a la Guerra de la Triple Alianza!, por Viavian Trías. Cuadernos de Crisis. Buenos Aires 1975

36.- Bernardino Caballero. El Manifiesto de 1887 y su proyección doctrinaria, por Ezequiel González Alsina. Instituto Colorado de Cultura. Asunción 1972

37.- Acta de Fundación del Partido Colorado. Editorial Casa América. 1969

38.- La Dictadura de 1940. Ediciones Cuadernos Republicanos. Asunción

39.- Conferencia sobre el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, por el Dr. Víctor N. Vasconcellos. Impreso por el Ministerio de Educación. Asunción 1971

40.- Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia. por Guillermina Núñez de Báez. Ediciones Ministerio de Educación y Culto. 1972

41.- Dos siglos de Política Nacional, por el Cnel. Luis Vittone. Ediciones Imprenta Militar 1975.

42.- Perfiles Políticos por Luis María Argaña. Ediciones Casa América. Asunción 1977.

43.- Estructuras y estrategias del Comunismo en el Paraguay. Dr. Antonio Campos Alum.

44.- La Revolución Pacífica del Coloradismo con Stroessner. J. Manuel Frutos Pane.

 

 

 

 

 

 

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