PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
Elisabeth Barth

  SUMA DE ECOS - Cuentos de PRINCESA AQUINO AUGSTEN - Ilustraciones: ELIZABETH BARTH


SUMA DE ECOS - Cuentos de PRINCESA AQUINO AUGSTEN - Ilustraciones: ELIZABETH BARTH

SUMA DE ECOS

Cuentos de PRINCESA AQUINO AUGSTEN

Editorial SERVILIBRO

Dirección editorial: VIDALIA SÁNCHEZ

Ilustraciones: ELIZABETH BARTH

Asunción – Paraguay

2012 (111 páginas)

 

 

ENLACE INTERNO RECOMENDADO AL ESPACIO DE LA AUTORA EN PORTALGUARANI

 

(Hacer click sobre la imagen)

 

 

 

PALABRAS DE LA AUTORA

 

         Las historias y las pinturas que están en este libro, por su contenido son universales, como el ser humano. Aluden a personajes, obras y lugares. Son en definitiva el eco de sus voces, de sus culturas. Ecos que provienen de miles de años unos, recientes otros. Ecos intemporales que llegan a mí y golpean mis pensamientos. Ecos de memorias que como todo eco puede estar trastocado.

         Yo no soy la prodigiosa ninfa amante de Zeus, castigada por Hera y condenada a repetir siempre la última frase. Ni la rechazada por Narciso, que la ignora -por estar enamorado de sí mismo- quien se oculta en cañadas solitarias y se consume hasta quedar solo su voz. Ni la descuartizada por el Dios Pan por desdeñar el amor de todos los hombres, incluido el suyo. Y es protegida luego por Gea que recibe sus trozos y conserva su voz.

         No, yo soy la cueva de su memoria, la encargada de repetir aquello que me ha sido dicho a gritos por la invisible ninfa, a quien Némesis la Diosa de la noche y de la venganza le dicta los recuerdos.

         Por lo que me pareció justo denominar al libro "SUMA DE ECOS", haciendo con ello un homenaje al experimento acústico de Hermann Guggiari, cuyo eco me acompañará siempre.

         Quiero destacar el gran aporte de Elizabeth Barth a esta edición, tanto por sus traducciones, como por sus maravillosas pinturas.

 

         LA AUTORA

 

 

 

ÍNDICE

 

Palabras de la Autora

Ella

El coturno azul

El nombre del río

Nunca regreses -al ayer –

El viaje

         Die Reise

El Poeta

         Der poet

Panta Rei

         Panta Rei

La lección de dignidad

         Die Lektion der Würde

El tejido del destino

         Das Schicksalsgewebe

Solipsismo o la cabeza de Goya

         Solipsismus oder Goyas Kopf

 

 

  ELLA

 

 

 EL COTURNO AZUL

  

 EL NOMBRE DEL RÍO

 

 

 

 

NUNCA REGRESES AL AYER

 

         A Elvio Romero

 

         Entró desconcertado al café. ¿Qué había pasado en ese tiempo? No solo el paisaje había variado, los niños y los árboles se hicieron robustos. Hombres y árboles habían crecido y ella habría envejecido.

         Desde la ventana, que no tenía vidrios, sino a la usanza antigua las persianas abiertas, miró largamente a través de las hojas que cubrían la fachada de lo que recordaba como un balcón. Entonces él -el aromático Romero de Alberti- blasfemo contra los muertos, contra los vivos, contra el tirano desterrado y sobre todo contra su regreso del exilio. El suyo, no el del otro. Para terminar blasfemando contra sí mismo.

         La "memoria", esa mujer pícara que se encarga de secar lágrimas del alma, lo había transformado todo.

         La joven era hermosa, virginal. La casona, tenía un balcón en donde su musa apenas se aproximaba tímida para escuchar sus prosas, mientras el pequeño arbolito del frente luchaba contra el viento, arqueando su débil cuerpo, para no terminar convertido en leña.

         Vida, ¿por qué me haces esto? Se decía con dolor. Y viendo tras las hojas que la casona era una casita. El balcón apenas una ventana grande que daba al frente, cubierto hoy por el enorme tajy que había crecido hasta cubrir con sus ramas, la casa, la vereda y hasta la calle toda. Y por fin, ¡el horror!

         La ventana se abrió y vio nítida la imagen que su memoria había trastocado hasta el ensueño.

         Su musa.... No era más que una vieja fea, fea, tan fea como cuando era joven, pero con más años.

         ¡Y lloró! Lloró por haber quebrantado el milagro de los recuerdos mientras se repetía:

         - ¡Te dije bien, no es bueno remover el pasado!

 

 

 

 

EL VIAJE

 

         "Dormía y soñé que la vida era bella, desperté

         y advertí entonces que ella es deber"

        

         Emmanuel Kant

 

         Al Dr. Rodrigo Aquino Zavala, mi padre.

 

         Me desperté sobresaltado, ¿y si no me convalidaban el título de médico?

         La realidad en la que estaba sumido sobrepasaba en mucho sus más terribles pesadillas. Sabía lo que pasaba con quienes lo acompañaban, pero aún así él creía en lo que hacía.

         La tiranía embrutece al pueblo, es el peor látigo que puede azotar a una sociedad; luego de marginarlo, lo empobrece y humilla. Yo no puedo sustraerme, el haber nacido aquí me obliga a tener una postura y sería peor fingir no ver o no hacer nada. No podría con mi conciencia. ¡No tengo opción!

         Esto había pensado, siempre pensé así, sigo pensando lo mismo, pese a que ahora estoy aquí, tirado en los confines de otra Nación, con un catre prestado y trabajando de cajero en la carnicería de este amigo. Cajero de carnicería, qué ironía. ¿Qué pensarán luego mis potenciales pacientes del consultorio, si me llegan a revalidar el título?

         - ¿El doctor es el antiguo carnicero?

         Pero fue lo que me ofrecieron y acepté, tras mi apresamiento y exilio, para callarme. Para que no siguiera financiando ese diario de tres hojas que resumían nuestra posición e ideas. ¿Por qué le habré contado al infeliz del Capellán que yo era uno de los que pagaba, lo que él llamó "Pasquín Comunista"? Para qué perdí entonces todo el resto del día argumentando, que aquel era un pensamiento social -socialista- enumerándole luego las diferencias con los comunistas, que tenían derecho a expresarse libremente. Si ya todo estaba claro. Pero no pude callar.

         ¡Y aquí estoy! Pero no me arrepiento. Otros menos afortunados están muertos o presos -muertos en vida -vivos muertos- Yo al menos estoy libre, vivo y sano. Aunque no del todo. Los tormentos de los otros me persiguen. Sus injusticias me duelen.

         Nunca podré olvidar que luego de ser apresado, durante todos esos días escuchaba los gritos de los otros detenidos. Y cuando pasaban los torturadores frente a mi celda con sus cuerpos destrozados, me mostraban algunos de ellos, unos desconocidos, otros conocidos míos y me decían:

         - Mañana te va a tocar a vos- y se reían.

         Para que negar que jamás lo hicieron, pero el temor a ese "mañana" era peor que la pileta o la picana. Era aún más denigrante. Hoy le llaman tortura psicológica.

         ¡Pero ya pasó! Ahora solo me preocupa que no me convaliden el título de médico en este país. Aunque cuando llegué, me invitaron a fijar residencia. Necesitan médicos. Los que hay no quieren ir a los pueblos del interior, donde no hay luz eléctrica, ni agua corriente, ni los demás elementos de confort y entretenimiento. Yo no tengo problema. Total es solo por un tiempo, hasta que consigamos derrotar a los opresores. Luego podré volver a mi país, a mi vida anterior. Quizás me reincorporen a mi puesto en la Cruz Roja, y el profesor Riveros me vuelva a aceptar en su Cátedra de Cirugía. No en vano me decía lo orgulloso que estaba de mí, su discípulo, como gustaba llamarme. Volvería a mi pequeña clínica, de la cual nada pude rescatar previo al destierro. Pero estoy cansado. Tengo que dejar de atormentarme con estos pensamientos. Tengo que descansar, pensar positivamente. Casi no dormí anoche interpelándome a mí mismo, ¿si me piden otros documentos y yo no los puedo ir a buscar?

         ¡Qué terrible incertidumbre! Tener que estar pendiente de un trámite burocrático, con toda la necesidad de ayuda que veo aquí. Pero debo esperar, no sea cosa que luego me acusen de practicar la medicina sin título habilitante. Estoy impaciente, ansioso, preocupado.

         De un plumazo, con un gesto, el dictador me quitó todo. Mi carrera, mis bienes, lo que con esfuerzos logré. O al menos eso creyó él. Pero no fue así. Y se lo dije al Dr. Insfrán cuando se burlaba de mí y me decía:

         - Ramelli, se te habrán pasado ya las ganas de cambiar el mundo ahora. Tu mundo sí que cambio, ¿verdad?

         - Todo lo que tenés se puede perder, pero lo que sabes, tu ciencia, va contigo adonde vayas. Aquello que atesoraste en tu mente, nadie podrá quitarte. Y eso ha de bastarte. -le respondí sereno. Se puso serio de golpe, No le gustó lo que oyó.

         Otra noche y esos documentos que no llegan. Sumado a mi insomnio esta noche de diluvio. Alguien golpea las manos en el portón. ¿Quién podrá ser a esta hora?

         - Doctor Ramelli, soy Benito Salinas. Usted le atendió a mi prima en Paraguay.

         - Pase, don Salinas. ¿En qué puedo ayudarlo?

         - Mi esposa está por tener (hijo) y no encuentro ningún médico que quiera ir conmigo doctor. Yo pues, vivo del otro lado del río y ninguno se quiere ir con la tormenta.

         - Pero Salinas, a mí todavía no me convalidaron el título aquí. Puede ser peligroso.

         - Doctor, mi esposa está mal, por eso vine hasta aquí a buscar un médico. Yo confío en usted. Me hablaron muy bien.

         - No es que no quiera ayudarlo, Salinas, el problema es que si lo hago y algo no sale bien puede traerme consecuencias aún más graves.

         - Pero, Doctor, ¿va dejar entonces que mi esposa se muera? Todos dicen que usted no es como otros médicos. Mi pariente dijo que a usted le importan las personas.

         - Está bien, Salinas. ¡Vamos! Déjeme buscar mi maletín con los instrumentales y el piloto. ¡Qué barro! ¡Cuánta agua!

         - Venga por acá doctor, el camino está más firme. Aquí cerca nomás tengo la canoa. Tenemos que cruzar el río.

         - ¡Lindo día para nacer! ¿Verdad?- dije y reímos.

         La canoa se inclinaba con el viento, pero llegamos pronto.

         - Bueno doctor, llegamos, esta es mi casa.

         El rancho apenas guarecía de la lluvia, parte del techo goteaba. El perro ladró y se acercó a olfatearme. Yo pedí lo necesario para empezar. Atendiendo a que el trabajo de parto estaba adelantado, pero se vaticinaban complicaciones, decidí utilizar la técnica del hipnotismo para quitarle el temor. Era una primeriza, valiente por lo que se veía. Ayudó en todo. Casi al amanecer pudimos concluir con nuestra tarea, satisfechos de que todo acabara bien.

         - Nació una chancleta- dije, en tono humorístico, mientras la veían cuando la higienizaba. -Una futura paciente mía.

         El padre la tomó en sus brazos y la llevó fuera para que la vieran los demás, dichosos con la niña.

         No sé de dónde empezaron a aparecer empanadas, chipa, sopa paraguaya, chipa guazú, una damajuana de vino, todo lo necesario para el festejo, los vecinos, los parientes, etc....

         - Doctor Ramelli, la verdad es que yo soy pobre, soy un pobre tipo, soy un perdedor. Yo trabajo de carretillero de carga en la frontera. No tengo plata, doctor, no sé cómo voy a pagarle, pero quiero pagarle, doctor.

         - Tranquilo, Salinas, no te preocupes. Yo ya me imaginé todo esto, al igual que mis colegas, pero no me importó. ¡Dejame pensar cómo me vas a pagar! Además, te voy a decir, "todos" somos perdedores, solo depende de cómo se mire. Para algunos es el dinero, para otros el amor, la salud, un deseo insatisfecho, un vicio, en fin, siempre habrá algo en lo que perdemos. Lo último que perdemos es la vida, esta transitoria ficción que hoy vimos llegar a nuestro mundo y otras veces nos toca presenciar su huida, sin explicarnos su esencia.

         - No lo entiendo muy bien, doctor.

         - Que no hay que preocuparse, todos somos perdedores, eso nada más decía. Las palabras que utilicé no importan, estaba filosofando un poco. Se me ocurre una idea para que puedas pagarme, y no me debas nada. Yo, en el transcurso de mi ajetreada vida, ya viajé en carreta, carro, avión, helicóptero, avioneta, auto, moto, también anduve en tranvía como buen febrerista, en tren, en bicicleta, lancha y canoa, pero nunca viajé en carretilla.

         - ¿En carretilla?, no le entiendo.

         - Me dijiste que tu trabajo es llevar bultos con la carretilla, ¿verdad?

         - ¿Usted quiere que yo le lleve algún bulto?

         - Sí, a mí. Me llevás hasta casa en carretilla y estamos a mano.

         - Me está haciendo un chiste ¿verdad? No puedo creer que por llevarle en carretilla ya no tengo que pagarle nada.

         - No es ningún chiste. Me llevás y estoy pagado.

         - ¡Y bueno entonces! Vamos a festejar un poco y después le llevo, doctor.

         Un rato después, alzamos la carretilla a la canoa, y volvimos a cruzar el río.

         - Al fin de cuentas ejercí legalmente. En ese país, soy médico, le dije.

         Al bajar, lo ayudé con la carretilla y nos pusimos en marcha. Los dos ya estábamos alegremente ebrios, mi primer paciente y yo habíamos festejado bastante el nacimiento de su hija. De tanto en tanto la carretilla se deslizaba por el barro y acababan en él mis huesos, pero yo me levantaba y volvía a ella.

         Al llegar a casa, nos despedimos y vi que su rostro estaba radiante.

         - Doctor Ranelli, ¿cumplí, eh? Le cuento, que nunca me tocó llevar un bulto tan liviano.

         - Este bulto era liviano, pero escurridizo- le respondí. Y reímos ambos.

- ¡Estoy bien pagado! -agregué. Cuando necesites, vení nomás a buscarme.

         Me agradeció, con lágrimas en los ojos. Estaba emocionado. Y se fue.

         Hoy llegó la nota, tendré que viajar para retirar la convalidación de mi título de médico y ya podré ejercer mi profesión aquí.

         - Como dije, lo que estudiás, lo que sabés, nadie te lo puede quitar ni siquiera el tirano.

 

 

 

EL POETA 

 

 

PANTA REI 

 

 

LA LECCIÓN DE DIGNIDAD

 

 

EL TEJIDO DEL DESTINO

 

 

SOLIPSISMO O LA CABEZA DE GOYA

 

 

 

 

 

 

 

Para compra del libro debe contactar:

Editorial Servilibro.

25 de Mayo Esq. México Telefax: (595-21) 444 770

E-mail: servilibro@gmail.com

www.servilibro.com.py  

Plaza Uruguaya - Asunción - Paraguay

 

 

Enlace al espacio de la EDITORIAL SERVILIBRO

en PORTALGUARANI.COM

(Hacer click sobre la imagen)

 






Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA