PODER BICÉFALO Y LA GOBERNABILIDAD

Por ALBERTO ACOSTA GARBARINO

Muchas personas se sintieron decepcionadas por el giro político que tuvo Mario Abdo Benítez después de su triunfo en las internas del Partido Colorado.

Marito, en una lucha que parecía entre David y Goliat, derrotó a Cartes en dos ocasiones, primero frenando su ilegal intento de reelección y luego venciendo a su candidato Santiago Peña.

De ambas batallas salió con un enorme capital político, pero todos sabíamos que el realismo iba a exigirle realizar un peligroso giro para obtener la unidad del Partido Colorado, imprescindible para triunfar en las elecciones nacionales.

Esa unidad exigía el "abrazo republicano" donde Marito tenía que encontrar la distancia justa, mostrándose cerca de Cartes para que la unidad sea creíble, pero no tan cerca y que parezca cooptado por un presidente impopular.

El budismo dice que el camino de la virtud es el "camino del medio", similar a la idea de Aristóteles del "justo término medio" donde dice que "toda virtud es un término medio entre dos extremos, cada uno de los cuales es un vicio".

Marito no pudo encontrar el "justo medio" y durante toda la campaña electoral pareció un candidato demasiado cerca de Cartes, demasiado parecido a Santiago Peña.

Ahora viene una nueva etapa, que es la de gobernar, etapa donde el problema del nuevo presidente será la construcción de una mayoría en el Congreso que le permita llevar adelante las propuestas formuladas durante la campaña electoral.

Ahora viene el problema de la "gobernabilidad", que es un término relativamente nuevo y que tiene las más variadas definiciones; desde la más liberal y republicana, donde se define como el normal funcionamiento de las instituciones dentro del Estado de derecho, hasta la más tecnocrática y autoritaria donde se define como la capacidad del Ejecutivo de impulsar sus políticas y propuestas.

Una persona ideológicamente liberal como Gonzalo Quintana afirmaba que "en el Paraguay nunca, durante la transición, hubo problemas de gobernabilidad. Porque el primer ratio de gobernabilidad se da cuando cada institución puede cumplir o ejercer las facultades que le confiere la Constitución".

Con ese criterio, el hecho de que el Congreso rechace una propuesta del presidente o el Ejecutivo vete una ley aprobada por el Congreso, no es sinónimo de ingobernabilidad, sino todo lo contrario, según Gonzalo Quintana.

Comparto esta opinión, pero creo que en el Paraguay, debido al atraso económico y social que tenemos, no podemos manejar un concepto de gobernabilidad meramente institucionalista. También necesitamos que el concepto de gobernabilidad contemple la "eficiencia", es decir, la posibilidad de un gobierno de llevar adelante sus planes y proyectos.

Bajo ese concepto Marito va a necesitar de Cartes –quien es senador activo, controla un importante bloque colorado en el Congreso y tiene grandes recursos económicos– para tener gobernabilidad durante su gestión.

Pero en este nuevo acercamiento a Cartes, Marito tiene que encontrar el "imprescindible camino del medio", es decir, estar cerca pero.... no tan cerca.

Sería nefasto para la institucionalidad de nuestra República que tengamos una presidencia con un poder bicéfalo, similar al que tuvimos durante el corto gobierno de Cubas Grau.

Necesitamos desesperadamente gobernabilidad en ambos sentidos, respetando la institucionalidad de un sistema republicano pero al mismo tiempo teniendo la eficiencia en la gestión gubernamental que nos permita avanzar por la senda del desarrollo.

Tenemos que aceptar que en democracia, esa gobernabilidad solo se logra por medio del diálogo, las negociaciones y los acuerdos políticos.

Pero todo dentro de la ley y nada fuera de ella.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Domingo, 13 de Mayo de 2018

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