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OSVALDO BERGONZI (+)

  BERNARDINO CABALLERO EL AUTÉNTICO (EL GUERRERO), 2005 - Por Dr. OSVALDO BERGONZI


BERNARDINO CABALLERO EL AUTÉNTICO (EL GUERRERO), 2005 - Por Dr. OSVALDO BERGONZI

BERNARDINO CABALLERO EL AUTÉNTICO

(EL GUERRERO) - LIBRO PRIMERO.

Por Dr. OSVALDO BERGONZI.

Impreso en Talleres Gráficos Emasa S.R.L.,

Asunción – Paraguay,

Octubre 2005 (305 páginas)

 

 

PRÓLOGO

 

            Debo comenzar diciendo que a lo largo de mi vida he estado envuelto en faenas literarias diversas, he escrito algunos libros, he dicho más de un discurso, pero, nadie nunca, me ha encargado que prologue un libro.

            Pero he aquí que un entrañable amigo, Osvaldo Bergonzi me ha pedido que lo haga. Y ahí surge un doble asunto a ser analizado; lo primero la calidad de la persona que me hace la encomienda y lo segundo: el tema en cuestión. Se trata de prologar un libro que investiga a un personaje emblemático en la historia nacional: Bernardino Caballero.

            Cuando acepté la encomienda, sin haber leído aún el libro, pensé que el abordaje que haría el autor del tema seria más o menos convencional, es decir mucha fantasía, derroche de adjetivo, y poca sustancia. Debo decir que afortunadamente me equivoqué. He encontrado el tema fascinante.

            Me resulta difícil ubicar el trabajo de Bergonzi dentro de un genero determinado: novela, novela histórica, pura historia pletórica de referencias bibliográficas, novela de investigación con diálogos extraídos de documentos, cartas, reseñas, etc., aunque la vida misma del biografiado en verdad parece sacada de una novela.

            He renunciado a partir de esa dificultad a cualquier idea de sistematización que supusiera una rigidez inconveniente al objeto de la misión que me fuera encomendada.

            Pero hay además una razón por la que tampoco podría negarme, o mejor, dos; la primera, los vínculos ancestrales de la familia de mi padre, cuya madre Rosa Isabel Pereira Franco de Torres estaba emparentada con Sebastián Caballero de Añazco y Pereira antepasado de Caballero, y la segunda no menos poderosa, el hecho de haber sentado plaza en el campamento Cerro León a los 24 años, lugar caro a mis recuerdos de adolescencia y sitio histórico que mi padre restauró piedra por piedra con amoroso cuidado, para luego transferirlo al Estado en carácter de donación. Dicho todo lo cual es menester entrar en materia.

            Si analizamos la obra de Bergonzi con una visión amplia, despojándonos de criterios preconcebidos, visiones estrechas y limitadas únicamente al Paraguay, desconociendo que por entonces la globalización existía, y los móviles de la misma eran más o menos los mismos que hoy: La cultura, la difusión de la ideas, el comercio y el control de las rutas del mismo y por supuesto la o las guerras.

            Bergonzi; no sé si lo hace premeditadamente o no, consigue atrapar al lector en una trama de estilo despojado, quizás ligero en el sentido de la facilidad de la lectura y la comprensión, logrando al mismo tiempo desarrollar un análisis psicológico de los principales protagonistas. Pero creo su éxito radica, por lejos, en haber planteado su trabajo con un profundo análisis del poder, la construcción del poder, y una vez conseguido el mismo, conservarlo y acrecentarlo, y más todavía en la circunstancia en que el protagonista principal - López - era el centro de las decisiones, el juez de los tribunales de guerra, el estratega de todas las batallas y el administrador de los cada vez más menguados recursos.

            A lo largo de la obra, los diálogos, los monólogos que se los imagina, por supuesto, pero que, después confrontado con documentos, se ve que sirvieron para fundar decisiones, prueban lo supuesto por el autor.

            A medida que el autor se adentra en los protagonistas principales de la obra: López y Caballero, el primero como maestro, el segundo como aplicado discípulo, confidente a veces, pero ambos, van a lo largo del tiempo construyendo una amistad en medio del fragor de mil batallas y López va conociendo al raro metal de que esta hecho su amigo y sobre todo la profundidad de la lealtad a toda prueba que define la personalidad de Caballero.

            Y describir esa relación que tiene múltiples facetas, a saber: la del subordinado, la del amigo, la del confidente, la de aquel cuya opinión es requerida cuando todo se derrumba, y su espíritu - el de Caballero - no desfallece, como así mismo, su lealtad que es puesta a toda prueba en forma permanente constituye el centro de la obra.

            Creo, sí, llegado el momento, de iniciar el comentario de algunos acontecimientos que en los primeros años de la guerra lo tuvieron como protagonista secundario. Pero a medida que ella se desarrolla, Caballero se va imponiendo como un conductor de tropas con criterio propio, con una templanza sin lugar a dudas y además tratando de interpretar el pensamiento del Mariscal en cuanto a la estrategia global, y las tácticas que debían aplicarse conforme iba variando el teatro de operaciones.

            Su bautismo de fuego lo recibe, cuando con el Coronel Resquín recibe la orden del Mariscal para la toma de Coímbra 26-XII-1864 en el Mato Grosso, marchando paralelo al río Paraguay.

            Debo señalar que para las fuerzas paraguayas, fue aquello un paseo militar ya que no encontramos resistencia, lo cual produjo un cierto desencanto, en el espíritu de aquellos jóvenes ansiosos por chocar con el enemigo. Ahí Caballero asciende a sargento. Luego de aquella campaña de Matto Grosso con la que se inicia la guerra sigue con la campaña de Corrientes y la derrota de Uruguayana y la inexplicable toma de Goya (Corrientes) y la retirada posterior.

            En 1.866 ocurre algo que influirá en la formación castrense de Caballero y es el hecho de haber conocido a José E. Díaz. Se refiere el autor del libro que estamos analizando, a la opinión que se forma el recién ascendido Tte. Coronel y hombre de confianza del Mariscal.

            José E. Díaz; dice de Caballero: que le impresionó "el manejo de la tropa que tenia este, su disciplina, su ánimo para el combate y su devoción a la causa de la patria". Sigue diciendo Bergonzi: "a Caballero solo le quedaba aguardar su ocasión"; la batalla de Estero Bellaco, la primera gran batalla de la guerra tiene, al ya por entonces teniente Caballero, como un destacado oficial de caballería arrollando las fuerzas enemigas.

            Las órdenes que el Mariscal había dado a Caballero las cumplió al pie de la letra: la captura de cuatro cañones Lahitte; que era lo más avanzado en materia de tecnología en el arma de artillería. Caballero tomó los cuatro cañones y los hizo llegar al puesto de Comando del Mariscal. No solo los cañones, sino carros con granadas, cartuchos y espoletas.

            Como premio a su actuación el Mariscal le confiere la orden Nacional del Mérito. La victoria de Boquerón del Sauce también lo tiene como destacado soldado.

            Dice el autor: los tres golpes, el del 2 de mayo, el del 24 y el 18 de julio consiguió el efecto deseado por López de retrasar por 2 meses el inicio de Curupayty que iba a ser la gran batalla, y que podría decidir el curso de la guerra.

            La caída de Curuzú, el retroceso del enemigo, la participación de Caballero en esa operación y la comprobación que tanto el Mariscal como Díaz hacen acerca del liderazgo del joven capitán con la tropa, prueba las expectativas de ambos.

            La batalla de Curupayty lo tiene a Caballero como comandante del ala izquierda, además de combatir no solo como soldado de caballería, sino como infante y artillero, lo cual es reconocido por el Mariscal.

            La muerte de Díaz, después del triunfo resonante de Curupayty, afectó profundamente a jefes y subordinados de nuestro ejército incluyendo al Mariscal y en grado superlativo a Bernardino Caballero.

            Luego Caballero comanda en jefe las batallas de Tayy, y Tatayybá. Medalla de Reconocimiento. Ascenso a Tte. Coronel. El triunfo obtenido en la segunda batalla de Tuyutí es premiado con el ascenso a Coronel; a tan solo 30 días de haber ascendido a Tte. Coronel por las acciones de Tatayybá.

            El sombrío año 1.868 sorprende a Caballero en medio de las conspiraciones que se incuban en el seno de la propia familia del Mariscal Francisco Solano López.

            Caballero es enviado al Chaco, en Timbó, para preparar el escape de nuestro ejército mientras Alén es conminado a defender Humaitá. Este, Caballero y López en San Fernando, son los protagonistas en esa etapa de las operaciones. Apropósito de San Fernando, López hace partícipe a Caballero de la trama de la conspiración que se está gestando en contra del gobierno.

            Acayuazá es otra gran victoria de Caballero, similar a la del Boquerón del Sauce y significa el ascenso a General. Itororó tiene a Caballero como su jefe triunfante. En Abay la suerte le fue adversa a nuestro personaje. La vuelta a Cerro León el 27-XII-1.868, lugar de tantos y tan caros recuerdos para nuestro héroe en especial aquellos vinculados al ya lejano año 1.864.

            Los aliados entran en Asunción el 1º-I-1.869. Según el autor los jefes brasileros dirigen el saqueo. El capitán Julián Ynsfrán, cuñado de Caballero es pasado a degüello por Mena Barreto, lo cual afecta profundamente a nuestro héroe.

            Después de la masacre en La Rosada ordenada por Mena Barreto, el ejército Imperial toma el camino Ybycuí- Sapucai- Ybytymí hasta llegar a Sapucaimi -junio de 1.869 - lugar donde acampa el ejército Imperial y muy cerca Caballero y sus fuerzas. El terreno, un largo desfiladero rodeado por espesos montes, bien conocidos por Caballero, se prestaba para una emboscada a fin de utilizar el factor sorpresa, y capitalizar el desconocimiento tanto del terreno, como de las fuerzas que le restaban al Mariscal.

            Sapucaimi se convirtió en una victoria, que no solamente superó todos los cálculos del ejército Paraguayo sino levantó la moral del pueblo. Además se volvió a paralizar la campaña, ya que el Conde D'Eu planteo relevos en sus fuerzas y la incorporación de nuevos efectivos.

            Luego vienen la campaña de las Cordilleras, la batalla de Piribebuy y el gran encuentro desproporcionado en Acosta Ñu que cubrió la retirada de López hacia Caraguatay.

            A partir de ahí, el Mariscal le pide a Caballero prudencia y evitar caer prisionero a la vez que le ratifica su aprecio y confianza con lo cual se estrecha la relación entre ambos.

            En Lomas Valentinas se extingue el ejército regular, en la campaña de las cordilleras es casi exterminado el 2° ejército. En San Estanislao, el ambiente es de conspiración similar a San Fernando.

            En merito a acciones de guerra en la campaña de las Cordilleras, Caballero es ascendido a General de División (24-VIII-1.869). Decíamos que no solo se acaba el 2° ejército sino el Paraguay ya no cuenta con arsenales, operarios de máquinas, telégrafo, flota, fábrica de azufre, fábrica de papel ni fundición de hierro.

            Solo el espíritu de López permanece intacto y su tesón a toda prueba, el mismo espíritu que poseían sus estrechos colaboradores; Caballero en primer lugar.

            Luego de los sucesos de San Estanislao, el Mariscal comprobó que la lealtad de Caballero era a prueba de cualquier tentación. A partir de la retirada de San Estanislao hacia el norte (Cerro Corá) el Mariscal y Caballero marchaban juntos. El Mariscal declara a los jefes que Caballero es su heredero y lo preserva de todo peligro a fin de que sobreviva a la guerra.

            Las conversaciones con el Mariscal sobre las visitas de Benigno López a Paso de Patria a fin de plantearle a Caballero traicionar a su hermano, el Presidente de la República.

            La respuesta de Caballero no se hizo esperar: Le dijo a Benigno: Doy esta conversación por inexistente y luego despidió a Benigno de mala manera.

            El Mariscal comisiona a Caballero a Miranda (Mato Grosso 14-II-1.870) a fin de buscar ganado para la alimentación de la tropa. En verdad, el Mariscal ya veía el fin muy cercano y creyó necesario salvar la vida a Caballero, a fin de que sea el continuador de su obra, y reivindicador de su memoria.

            El encuentro con Escobar y el relato de las condiciones en que murió Venancio López. El parte de Escobar al Mariscal y las correcciones de forma que le hiciera Caballero al texto, sirven para demostrar el conocimiento que tenía Caballero acerca del Mariscal, y cuanto había avanzado en los intricados recodos de la sicología humana.             Caballero, después de la muerte del Mariscal cae prisionero y es conducido al Brasil donde permanece en tal carácter hasta el 1.871. La etapa guerrera de Caballero había concluido, así como la guerra de exterminio contra Paraguay.

            Caballero regresó a la patria en el 71, maduro para iniciar una nueva etapa, la del político, habiendo en apenas 7 años, desde aquel 1.864, en Cerro León, aprendido a partir de sus terribles experiencias y por el trato cotidiano con un maestro excepcional como lo fue López, en el manejo de los asuntos de Estado.

 

            LAST BUT NOT LEAST.

           

            No sé si Caballero se acercó a la visión de los profetas, pero no por ver más que otros lo que iría a acontecer, sino por ver antes de que sucediera. Y lo último, pertenecía a la estirpe de los grandes que creían no necesario escribir su propia historia. La historia se ocuparía de él

 

            Ingeniero CARLOS ROMERO PEREIRA

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

            La faceta guerrera de Bernardino Caballero constituye el pedestal de su vida. Hasta el momento de su enrolamiento, en marzo de 1864, su nombre no trasponía más allá de su comarca y de los pueblos adyacentes. Una vez finalizada la contienda su figura, casi convertida en leyenda por los medios de comunicación de entonces y por sus propios adversarios, traspasa los límites de su país y del continente americano. Río de Janeiro, la capital carioca, lo recibe con curiosidad a extremos tales de pagar para verlo en la pensión en donde se hospeda a su llegada. Su presencia le resulta imponente al pueblo, sabedor de su protagonismo en primera línea en las batallas más sangrientas de la guerra que junto al hambre y a las enfermedades, han llevado a la tumba a quinientos mil hombres mujeres y niños del Paraguay y a ciento de miles de soldados de la Triple Alianza. Su imagen adquiere relieves surtidores de patria y heroísmo. Pero ahora ya más maduro, desea trasponer las cenagosas aguas del poder.

            Por eso - por motivos propios de la política - nace una cara y una contra cara de Bernardino Caballero. Sus adictos idolatrando sus hazañas y sus adversarios dispuestos, sino a destruir su historia guerrera, por lo menos tratando siempre de minimizarla.

            Este constituye el motivo fundamental de esta obra titulada "Bernardino Caballero. El Autentico" en dos libros. El primero "El Guerrero", lo ponemos a la consideración de los lectores y el segundo, "El Político y El Estadista" de próxima aparición.

            El título de Caballero el autentico, no constituye una pedantería de este autor, sino la búsqueda del personaje real sustraído de tantas adjetivaciones lo cual no es tarea fácil. Del hombre de carne y huesos surgido en la epopeya. De aquel joven arrancado de su hogar en plena juventud, con la sola aspiración hasta entonces del cuidado de sus bienes, de su madre y sus hermanas, quien de pronto es arrastrado a una tormenta de fuego jamás vista en la América del Sur.

            Por otra parte, en todas las obras escritas teniéndole a él como protagonista, ninguna separa muy bien su aspecto guerrero del político, lo cual a nuestro parecer, impide delinear la estampa del personaje en sus reales contornos y en cada etapa de su vida.

            Al mismo tiempo, su carrera militar va unida al Mariscal Francisco Solano López a quien llamamos en este libro "el hombre de cuidado". La historia del subordinado es en buena medida la de su jefe. Ambos realizan un trabajo agotador. La correspondencia en esos álgidos meses desde la evacuación del ejército en su camino a San Fernando es elocuente. Ambos, tratando de impedir al enemigo su avance a costa de sangrientas y victoriosas batallas como en Yuasy y en Acayuazá o buscando nuevamente el abordaje de los acorazados para frenar a la escuadra, tienen sin duda un parecido con los fanáticos sacerdotes orientales custodios de su poder, tan bien ilustrados en las novelas de ciencia ficción. Por eso, esta biografía de Caballero en su libro primero se mezcla con la propia de su mentor y jefe. En cierto modo el hombre de cuidado se constituye en su maestro así como lo fuera antes de su muerte, José Eduvigis Díaz.

            Durante la guerra sucedieron cosas atroces. La patria defendiéndose a través de la gran resistencia de su conductor con sus jefes, oficiales y tropas, mientras en la retaguardia los débiles pugnan por perderla. Los sucesos presenciados por Caballero constituyen para él una escuela de aprendizaje de la conducta humana ante la adversidad.

            Asimismo se descubre la causa por la cual tantos se aferraron en defender la soberanía con tanto ahínco. El propio Mariscal alerta a todos acerca del compromiso de cada uno con los caídos y de la conducta a seguir para que, más tarde, nadie les eche en cara su traición porque no se puede ser héroe contra la patria por más pretextos y argumentos que se opongan con pretensiones de verdad. Por eso le advierte, de no tomar las armas contra él, a José del Rosario Miranda en Caraguatay cuando se ve obligado a dejar a su cuidado enfermos, niños y mujeres. Y qué razón tiene, como se verá en el segundo libro de esta historia titulado "El Político y el Estadista".

            Por otra parte, nos referimos en forma tangencial a los documentos secretos que el Brasil aun no los ha dado a conocer. La correspondencia oculta del Emperador Pedro II con el Duque de Caxias, entonces Marqués, con José María de Silva Parahnos, Barón de Río Branco y con su yerno, Gastón de Orleáns, Conde D'Eu, lo cual probará el genocidio como un hecho premeditado y no como consecuencia de la guerra, el hambre y las enfermedades, al extremo de provocar la renuncia de Caxias por no querer convertirse en "Capiatao do Matto"(Cazador de esclavos.) como le expresa en carta a su camarada el Mariscal Osorio. Solo nos queda aguardar la recepción de esta obra por los lectores quienes en definitiva serán nuestros jueces. La misma está dirigida a todos, sin distingos políticos de ninguna clase porque Bernardino Caballero en su faceta guerrera pertenece a cada uno por igual.

 

            O.B.

 

 

CAPÍTULO I

NACIMIENTO Y JUVENTUD

 

El Supremo y el ambiente en 1839. Don Carlos se refugia en Villa del Rosario. Doña Melchora da a luz un niño. Bernardino se vuelve un jinete. Comienza la era de los López. Paraguarí, nuevo polo de desarrollo. Bernardino forja amistades.

 

EL SUPREMO Y EL AMBIENTE EN 1839

 

            Corre el año 1839. El Supremo se encuentra enfermo y con notoria senectud. Cada vez son menos frecuentes sus paseos vespertinos por la ciudad. Su médico de cabecera, Estigarribia, lo visita periódicamente y observa el inexorable avance de la decadencia general de su paciente y el colosal esfuerzo de éste por parecer fuerte y sano. Cambia una mirada cómplice con Policarpo Patiño, el secretario de Su Excelencia, quien también lo cuida a su patrón con celo y cumple a cabalidad todas las indicaciones del galeno, pero no por amor, sino por desesperación. Cada noche se hace cruces. ¿!Qué será de mí si este señor un buen día se despide de este mundo!?

            El enfermo además es terco y cascarrabias. Trasmite sus dolencias con un trato áspero a quienes le rodean. Cada vez más desconfiado, redobla la guardia de la Casa de los Gobernadores, su palacio personal. A todos mira con sospecha. Se siente un tigre acorralado a punto de ser echado de la manada. Los asuntos del día los despacha a la ligera como se puede apreciar al leerlos. Tres poderes se concentran en un solo cacique que legisla, decreta y juzga a la vez.

            Estigarribia deja las indicaciones, los remedios, y se marcha no sin antes realizar una obligatoria reverencia. Afuera reina una calma chicha. La ciudad de Asunción, otrora con sus calles sinuosas o casi en círculo a la usanza española, presenta una fisonomía distinta desde que José Gaspar de Francia las trazara de nuevo. La vida es cansina pero desde hace un tiempo llama la atención la ausencia del Carai. Se lo ve cada vez con menos frecuencia.

            La prudencia de Patiño y el galeno mantienen el orden en el país. Algunos, supuestamente muy preocupados por la salud del Supremo preguntan, más para hacer correr cualquier novedad de último momento como un reguero de pólvora, que por otra cosa. No existe prensa, de modo que el susurro constituye la única fuente de información. Pero así mismo hay que tener cuidado. Más de uno fue a parar al calabozo por boca suelta. En general el pueblo tiene un mezclado sentimiento de amor y temor hacia su máximo jefe. Para muchos es justo y no se deja llevar así nomás por las habladurías. Coteja los escritos presentados con las pruebas y con sus espías para constatar lo cierto del contenido de cada expediente que le llevan para estampar su firma y el sello de la República que pondrá fin a un entuerto. Eso sí cuando se trata de una conspiración o un intento de ella es implacable como una fiera sedienta de sangre. Sucedió en 1821 y la gente quedó espantada para siempre. Ni el insigne prócer Fulgencio Yegros se salvó de la piqueta de fusilamiento.

 

DON CARLOS SE REFUGIA EN VILLA DEL ROSARIO

 

            En otro lugar de la geografía del Paraguay se halla un abogado estanciero cuidando su ganado pero leyendo en la soledad de un improvisado escritorio diversos libros. Hijo de un sastre, se abrió paso por su propia valía. Se casó más tarde con Juana Pabla Carrillo, una adinerada joven por la herencia recibida de su padrastro, Don Lázaro Rojas, ya fallecido. El hombre se encuentra ahora en Villa del Rosario, no por la necesidad de administrar los cuantiosos bienes dejados por su rico suegro, sino porque cuando ejercía su profesión en la capital El Supremo varias veces preguntó: ¿Mava piko Carlos Antonio López?, arandú etereí ko karai (¿Quién es Carlos Antonio López?, demasiado sabio es este señor) Esto bastó para decidirle a abandonar la Asunción. Con el pretexto de cuidar sus intereses en el interior, solicita un permiso de cambio de domicilio al Supremo, quien lo autoriza inmediatamente, "Como se pide. Francia". Bien sabía él que su suegro y El supremo eran amigos, si se puede ser amigo de alguien como Francia. Pero lo cierto es que Don Lázaro labró su fortuna durante el Gobierno de aquél, seguramente por su irrestricta lealtad desde el comienzo mismo de la dictadura.

            López entendió el picante comentario. No había lugar para otro sabio. Conste que la aureola de tal la venía arrastrando desde la época de sus primeras letras cuando su maestro, un cura, al pasar cerca de él siempre le decía, "esta cabecita vale oro", a la vez que se la acariciaba.

            Ahora más tranquilo en su hogar campesino lleva una existencia monótona como la de todos los paraguayos. Pero el muy ladino leguleyo no ha perdido sus contactos y cualquier ocasión es buena para enviar de tanto en tanto algunos regalos a la capital, especialmente a militares que suelen pasar de ronda por sus dominios con destino al Fuerte Borbón, lugar en donde se defiende nuestra frontera contra el Imperio del Brasil.            Tiene 49 años y ya ha desarrollado tripa. Su hijo mayor, Francisco Solano, cuenta con 13 años. Hizo sus primeras letras con su padre pero éste lo envía por temporadas a la capital a continuar su perfeccionamiento escolar con sus antiguos maestros o con quienes estos lo recomiendan, entre ellos, el famoso educador santafesino Don Pedro Escalada, forjador de varias generaciones de paraguayos ilustres. El niño tiene carácter y una capacidad de estudio poco común. Su padre percibe su potencial y lo alienta. En cambio sus hijos menores Venancio y Benigno aunque más chicos no prestan el mismo interés en aprender que el acreditado por su primogénito cuando éste contaba con la misma edad de ellos. La familia posee varias estancias y sus vecinos lo respetan al jefe de familia. La Villa del Rosario, cercana a uno de sus cascos, permite enviar por las aguas del Río Paraguay algunas cargas de cuero y otros productos a Asunción.

 

DOÑA MELCHORA DA A LUZ UN NIÑO

 

            Más al sur, en el pueblo de Ybycuí, Doña Melchora Melgarejo y Genes de Caballero está dando a luz un niño. Ese día 20 de mayo, su padre festeja alborozado la llegada de su único varón a quien bautiza con el nombre de Bernardino. Sus hermanas María de la Cruz, María Luisa y Basilia lo precedieron y le siguieron Asunción y Juana Isabel. En total 6 mujeres para mimar a un varón.

            Este constituye el ambiente en que viene al mundo un niño campesino destinado a lograr grandes cosas. El padre y su mujer pertenecen a antiguas familias de la época colonial. Descendiente del capitán Juan Caballero de Añazco, que fuera gobernador de Asunción e incluso de Pedro de Valdivia, prócer de Chile. (Henry Pitou. "El General Caballero") Entre sus abuelos se encuentran capitanes y gobernadores de linajudos blasones. (O’Leary, "El Centauro de Ibycuí".) Pero hay un detalle curioso. Tanto el recién nacido como sus hermanas poseen el característico tipo sajón. Sin embargo en la investigación genealógica no aparecen los tales apellidos que sirvan de sustento para probar ese origen. No obstante, sus facciones, el color del pelo y los ojos azules lo delatan sin lugar a ninguna duda. Pudo haber sucedido que la línea la trajeran directamente de Europa y sean de origen visigodo o vizcaíno como sostienen algunos pero con apellidos españoles que los hay hasta hoy en España. Puede también que la carga genética se haya transmitido por vía natural dado que no se encuentran en los archivos los ascendientes antes de 1750. Y tal cosa lo prueba el hecho que ninguno de sus biógrafos traspuso en forma ascendente más allá de la tercera generación. En el Paraguay era común que las mujeres rechazaran anotar a sus hijos con apellidos raros de difícil pronunciación. Tanto una unión permanente como una furtiva daba como resultado la aparición de un niño o una niña con apariencia sajona. A extranjeros residentes o publicistas del siglo XIX, como el norteamericano Charles Washburn, les llama la atención esta característica en no pocos paraguayos.

            Nos detenemos en esta digresión porque 34 años más tarde, nuestro niño recién nacido de Ybycuí se irá a Inglaterra y allá será confundido en un restaurante nada menos que con Bertie, así llamado cariñosamente por sus súbditos el heredero de la corona, Príncipe Alberto de Gales, hijo de Alberto de Sajonia y de la Reina Victoria. Aunque no existen pruebas concluyentes que tal cosa sucedió, el notable parecido parece apoyar lo relatado. Pero no lo será solamente con Bertie Windsor sino con quien más tarde llegará a ser Presidente de Alemania, el Mariscal Paul Hindemburg.

 

BERNARDINO SE VUELVE UN JINETE

 

            La familia Caballero posee campos de pastoreo en la zona y el niño recién nacido crece, se desarrolla y se hace un mocetón elegante. Sobre todo, le gusta montar a caballo en pelo, es decir, sin nada encima, lo cual le permite alivianar peso y ganar en velocidad. En poco tiempo se hace un experto jinete que maneja a los jamelgos como quiere. Es el orgullo de su madre, Doña Melchora, mujer de un carácter de hierro que conduce a su familia con la mirada. La muerte de su esposo le exigió asumir la jefatura del hogar que la ejerce como una gran matrona.

            El hijo heredó ese carácter y se benefició de estar rodeado desde joven por cinco mujeres. Es sabido que el hijo varón único con muchas hermanas a su lado tiene la ventaja o el privilegio de conocer a través de ellas la astucia femenina. Es sabido también que las mujeres maduran mucho antes que el varón y que más tarde perciben ciertas cosas que a los del sexo opuesto se les pasa por alto. La mujer, más desconfiada que el hombre descifra gestos, actitudes y miradas como un telegrafista receptor. Especialmente la intuición o el sexto sentido que posee Doña Melchora. Bernardino las ama entrañablemente a su madre y a sus hermanas. Son una unidad granítica como más tarde se verá.

 

COMIENZA LA ERA DE LOS LÓPEZ

 

            Entre tanto Carlos Antonio López es el Presidente que sustituye al Supremo. Antes de él, luego del suicidio desesperado de Policarpo Patiño tras la muerte de Francia, hubo un interregno sin relevancia alguna. Pero aquellos contactos militares de Don Carlos dieron su fruto como lo fue el teniente Mariano Roque Alonso con quien compartió el poder durante un breve consulado al estilo romano.

            Francisco Solano López, el hijo mayor, viaja a Europa en 1853 con una frondosa delegación. En la misma hay militares de su más entera confianza pero que nunca alcanzarán el grado del mocetón de 13 años que recorre las campiñas de Ybycuí.

            Bernardino hace sus primeras letras en su pueblo natal, las pocas oportunidades que un muchacho puede obtener. Otros jóvenes de su edad fueron a estudiar al viejo mundo como Cándido Bareiro, Juan Crisóstomo Centurión y otros, pero hay algo en él que inspira. Por otra parte, las llamadas familias pudientes se negaron a solventar los estudios de sus hijos lo cual obliga al Estado Paraguayo a hacerse cargo de los gastos de los mejores hijos del país, seleccionados sin distinción de jerarquía social alguna. Caballero no pudo por imperativo de su circunstancia acceder a ello pero es un hombre hecho a sí mismo como dicen los ingleses y americanos. De joven tuvo que asumir responsabilidades con su familia y eso forja un carácter.

            Francisco Solano ni sabe de la existencia de quien muy pronto unirá su nombre al suyo. Bernardino por su parte, cabalga despreocupado, o mejor, solo agitado en la faena de la marca y cuidado del ganado de su familia. Su horizonte, supone, no traspasará como el de su padre y sus vecinos, más allá de los límites de las cordilleras. Trascurren los años felices de la juventud en tales tareas. Se habla ya que muy pronto un caballo de hierro llegará a Paraguarí. Muchos ingenieros, médicos, farmacéuticos, constructores, arquitectos y técnicos diversos son contratados por el gobierno. Se establece una fundición de hierro no muy lejos de su propiedad. En Asunción ya se botan barcos de ultramar. Un mundo nuevo se les abre a esas personas que hasta ese momento solo conocían al buey Cabayú como único medio de transporte de carga, de mercaderías diversas y pasajeros. Pocas son las diligencias u otros transportes más cómodos tirados por caballos. Contadas familias lo poseen.

 

PARAGUARI, NUEVO POLO DE DESARROLLO

 

            Paraguarí es la ciudad más importante del lugar que con Carapeguá, Acahay e Ybycuí forman un cuadrángulo agrícola ganadero. Bernardino, como todos los lugareños, suele ir allí a aprovisionarse de aceite, sal, azúcar, harina y otros productos indispensables. Hasta ahí llega la madera de los montes cercanos para ser aserrada, pero ahora con el ferrocarril es posible que las mejores de ellas vayan a Asunción para ser llevadas en jangadas hasta el Río de la Plata. Nuestra yerba mate es requerida en esos lugares y costaba mucho trabajo exportarla por las dificultades impuestas por Buenos Aires, particularmente debido a la intransigencia del Restaurador, Don Juan Manuel de Rosas, empeñado en no reconocer nuestra independencia y por el contrario, reconstituir el antiguo Virreinato del Río de la Plata bajo la soberanía Argentina. Pero desde 1852, con la derrota de éste en la batalla de Caseros, las cosas cambiaron y el Paraguay se encuentra integrado con las naciones del mundo.

            Bernardino, su madre y hermanas observan el progreso del país. Francisco Solano a su regreso se trajo una rubia irlandesa de mujer. Es la comidilla no solo de la capital sino del interior, cuyos pueblos o ciudades principales como las del norte conforman el pulmón productor de yerba mate, cueros y maderas finas muy requeridas en el mundo.

            Rubicundos muy parecidos al joven ganadero del lugar pero que hablan un idioma extraño y con una ropa tan distinta a la que se acostumbra ver en tales soledades, comienzan a aparecer por La Rosada y Paraguarí para hacer mediciones, cálculos y acumular materiales de construcción. Con la apertura de los puertos vecinos ahora se puede comprar comestibles enlatados, vinos y otras bebidas nunca imaginadas por estas latitudes. Además, todo lo que se produce se vende. El país exporta más de lo que importa.

            Hay familias muy importantes en Paraguarí como los Fernández, Patiño, Molina, Bedoya, Isasi y otro tanto en Acahay, como los Rivarola, Flores, Peña, Olavarrieta. En Ybycuí destacan los Caballero de Añazco, por eso es muy posible que Doña Melchora se encuentre muy bien ligada a este círculo y tenga una relación con el gobierno como se verá. Por otra parte, el hijo más joven del presidente, Benigno López, frecuenta Paraguarí por su amistad con el jefe político Don Gregorio Molina. Todas las familias se conocen.

 

BERNARDINO FORJA AMISTADES

 

            Un joven unos pocos años menor que él vive en Acahay, un pueblo cercano. Miembro de una familia importante, Valois Rivarola, como su amigo de Ybycuí ayuda a su familia en las faenas propias del campo. Ambos ni sueñan lo que les deparará el destino. Por esa época un paseo obligado de todos los lugareños consiste en escalar el famoso cerro que lleva el nombre del primero de los pueblos citados. Aún hoy se encuentran marcas con nombres y fechas entre 1850 y 1860 grabados cerca de la cumbre. El espectáculo desde allí es maravilloso y suponemos cuantas veces habrán ido a parar allí, como otros de su edad, estos dos briosos muchachos.

            Las mozas de Paraguarí se fijan en el de tez rosada, y para más campeón de las carreras cuadreras. Participa con sus hermanas en las ruidosas fiestas campestres, y durante los oficios religiosos sobresale por su estampa y apostura. Es simpático y algo picaresco con las mujeres contra quienes avanza conforme al asesoramiento de sus hermanas igualmente requeridas por los varones por su hermosura. La familia Kibebé (rubia) como le llaman jocosamente sus amigos se destaca. Se parecen tanto a los gringos que ya se encuentran en Paraguarí construyendo la estación del ferrocarril mientras los rieles y las locomotoras aguardan a poca distancia de ésta primera terminal. 70 kilómetros la separa de la capital lo cual le dará en breve una pujanza increíble a la zona. El proyecto consiste en llegar a esta primera etapa para luego continuar hasta Villa Rica del Espíritu Santo, la andariega ciudad del Guairá.

 

 

 

CAPITULO III

SE FORJA UN GUERRERO

 

Cómo cuesta ascender. Desde el comienzo la suerte le sonríe a Caballero. Esperanza y temor. Comienza la debacle. López ataca en el riachuelo. El último mazazo: La rendición de Estigarribia.

 

CÓMO CUESTA ASCENDER

 

            Corre 1865. Nuestro joven sargento muy pronto es destinado al sur. Y vaya sorpresa. Ya amerita, conforme a la lista del ejército a principios del citado año, a ser ascendido a alférez. El último puente que lo separa de las órdenes mayores, al decir de jesuitas y masones. Muy pocos dan ese salto ni lo darán a lo largo de la guerra; se quedarán con las presillas, de las llamadas "clases", es decir, como cabos y sargentos del ejército. Constituyen éstos el puente entre el soldado y el oficial. Muy apreciados por eso, particularmente los más aptos, valientes y de confianza para el cumplimiento de las órdenes, y por tales motivos, tanto más reacios sus jefes a escribir sus nombres en las listas de promociones que de tanto en tanto se presentan para cubrir el claro dejado por los oficiales caídos. Así lo confirman los relatos de numerosos jefes. Lo más difícil de alcanzar no son los galones de capitán sino simplemente llegar a alférez y así colocarse en el camino de los ascensos conforme a la valía de cada uno. No obstante, igualmente penosa resulta la tarea de conseguir ganar un grado inmediato superior. (Benigno Riquelme García. "El Ejército de la Epopeya". Refiere este autor que según comentarios comprobados del General Patricio Escobar la misión casi imposible durante la guerra era convertirse en oficial.)

            Algo debe haber de verdad en ello porque al examinar el cuadro de jefes, oficiales y clases al iniciarse el conflicto se nota una parquedad, por no decir una mezquindad, en conceder altos grados. Solo dos generales, cuatro coroneles, unos pocos mayores y un lote importante de capitanes. El resto son alférez, subtenientes y tenientes. La inmensa mayoría lo constituyen cabos y sargentos. El hombre de cuidado -López - por lo visto, bastante roñoso con las promociones, no se encuentra dispuesto a regalar nada a nadie. El Jefe de Policía, José Eduvigis Díaz, de su máxima confianza, ya incorporado también con su famoso Batallón 40, continúa con su grado de capitán. A este paso es más fácil llegar a obispo que a alférez en el Paraguay.

 

DESDE EL COMIENZO LA SUERTE LE SONRÍE A CABALLERO

 

            La suerte parece sonreírle de entrada al sargento Bernardino Caballero, como diciéndole "eres mi elegido". Así, quizá por bisoño, no es enrolado en el ejército destinado a la invasión de la Argentina y del Imperio para llegar al Uruguay en donde nos esperan nuestros ansiosos aliados del Partido Blanco de ese país, cuyos delegados forzaron a nuestro presidente a lanzarse a la guerra.

            Al principio pareció que su regimiento también iría pero finalmente quedó como un refuerzo a ser tenido en cuenta conforme se libran los primeros combates. Iniciativa pensada y tomada por su comandante en jefe para poner fin a la guerra en forma inmediata. Participó, eso sí, de la campaña del Matto Grosso con la rápida captura de Coimbra, Corumbá y el control de nuestra marina de guerra del Río Paraguay desde su naciente. Gran parte de estas fuerzas regresan a Asunción y más tarde son destinadas al sur, sea en Itapirú, Paso de Patria o Humaitá conforme las distribuye López.

            Caballero, ahora destinado a un regimiento de caballería marcha para Paso de Patria (Confluencia de los ríos Paraná y Paraguay), mientras Corrientes ya se encuentra en manos del Paraguay, y tanto el General Robles como el coronel Juan de la Cruz Estigarribia, se dirigen a Goya y Uruguayana respectivamente.

            Quizá muchos otros jóvenes como él envidian la suerte de aquellos que van camino a cubrirse de gloria en tan fantástica campaña. El Congreso en marzo del citado año, aparte de declararle la guerra a la República Argentina, le ha otorgado al Presidente el grado de Mariscal de sus Ejércitos.

            Los que no fueron más allá del Paraná cumplen faenas de entrenamiento y de apoyo. Pero se mueren de ganas de entrar en acción. Así es la juventud. Para más, la rápida conquista reciente de inmensos territorios al norte les hace suponer que los paraguayos son invencibles. Por su parte desde El Semanario el gobierno no se da tregua en publicar con gran destaque el poderío de nuestras fuerzas. Algunos hablan de la existencia 80.000 hombres bajo las armas. La comunicación con Itapirú es fluida pero muy lenta desde Asunción. Las órdenes impartidas deben trasponer más de 500 kilómetros para llegar al lugar adonde se encuentran los destinatarios de las mismas. El Mariscal Presidente resuelve por ello trasladarse a Humaitá, más cercana al teatro de operaciones. Lo hace a pesar de las súplicas de su mujer y del Obispo Manuel Antonio

Palacios. Más bien debe dirigirse a corrientes para desde allí conducir la guerra con mucha mayor eficacia. Por el momento se combate sin mayores consecuencias. Los argentinos no reaccionan y al principio todo parece un paseo militar salvo la retoma de Corrientes por los aliados pero solo por unos días y sin ocasionar ningún daño.

 

ESPERANZA Y TEMOR

 

            El año 1865 puede considerarse el de la gran esperanza y al mismo tiempo el de la gran tribulación. Esperanza porque todo termine como lo ha previsto el Carai Presidente y vuelva la paz con gloria para la patria. Tribulación porque nos enfrentamos a dos colosos de Sudamérica a quienes siempre se supuso muy fuertes, y más aún ahora coaligados. (Centurión, Memorias. Comentario de alerta del autor en voz baja a Natalicio Talavera ante la euforia del Congreso que declaraba la guerra también a la Argentina.)

            Ante nuestra inesperada demora de marchas y contramarchas, de pretextos y pedidos de refuerzos, la reacción no se hace esperar. Sin duda la conducta del General Robles no es la de un jefe como los habrá más tarde, que resuelven sobre el terreno los problemas y comunican sus iniciativas con argumentos valederos a quien desde la distancia procura impartir las mejores órdenes. Por otra parte, desde el comienzo no existe concierto entre las dos columnas. Robles y Estigarribia parecen actuar como sonámbulos. El primero toma Goya y luego se retira. El segundo inexplicablemente divide sus fuerzas. Lo obliga a marchar a su segundo, el Mayor Pedro Duarte, por la otra costa del Río Uruguay con una fuerza de solo 3.500 hombres, ante los argumentos valederos en contrario y la posterior y justificada protesta de éste. Al parecer, ninguno de los jefes se llevan muy bien. Conste que tal conducta no es exclusiva del ejército de López. Sucedió durante la recién finalizada guerra civil americana entre los generales de Lincoln. En nuestro caso, los desentendimientos ya pasan de claro oscuro. Tienen algo de razón por eso los que suponen que ambos jefes sin proponérselo de antemano o de una forma premeditada terminaron tentados por los argumentos del enemigo a través de cartas y emisarios de los traidores de la Legión Paraguaya comisionados al efecto. Decimos "tentados" por no expresar algo más gráfico. Pero en realidad ambos serán más tarde acusados de traición. En el caso de Robles, con pruebas documentales y testimoniales.

 

COMIENZA LA DEBACLE

 

            Lo cierto es que los desastres se suceden como era de esperarse. Duarte, rodeado por fuerzas muy superiores es masacrado en Yatay. Le pide ayuda con anticipación a Estigarribia y éste se la niega y para colmo de males se encierra en la ciudad de Uruguayana, Brasil, a pesar de serle denegada tal determinación por el Mariscal. Es cosa archisabida el peligro de los sitios naturales como son las ciudades, es decir, concentrar en un punto una masa importante de tropas cuando lo adecuado es moverlas, cambiando continuamente la dirección de la marcha. Más bien debe proseguir de largo y dirigirse al punto en donde puede encontrar las fuerzas de nuestros aliados. En realidad debió hacerlo mucho antes. Ahora más bien lo adecuado es buscar afanosamente encontrarse con Robles y éste hacer lo propio con aquél, desplegando su fuerte columna antes de que sea demasiado tarde. Pero ambos se quedan quietos como dos corderos asustados esperando el hacha del carnicero. En verdad, una actitud sumamente sospechosa.

 

LÓPEZ ATACA EN EL RIACHUELO

 

            López, desesperado, organiza un ataque por agua y tierra en un lugar denominado El Riachuelo, un afluente del Paraná con una especie de bahía natural formada en su desembocadura que se halla a unos kilómetros de Corrientes. La escuadra brasilera de acorazados, monitores y cañoneros se metió ahí como resguardo o vaya a saberse porqué. El plan es magnífico. La flota paraguaya carga cascos viejos y chatas para ser echados a pique a la salida de la pequeña bahía o hundir si es necesario algunos barcos suyos con tal de impedir el escape de la flota enemiga dentro, mientras la artillería del coronel José María Bruguez se acerca sigilosamente al lugar por tierra acompañado de infantes con canoas, bien preparados para el abordaje inminente. El plan consiste en aparecer de sorpresa antes de despuntar el alba, realizar lo programado y asunto acabado. Con una escuadra de ese poder de fuego en nuestras manos quizá no hubiéramos ganado la guerra pero sí una paz honorable. Debemos reconocer y hacer una reverencia al Mariscal. Si errores cometió en esta campaña que los comparte con Robles y Estigarribia, esta idea suya aparentemente descabellada pero perfectamente factible, demuestra un talento y un tesón poco común.

            Pero la fatalidad que será la leal compañera del Paraguay durante toda la contienda, produce lo inesperado. Uno de los barcos de madera que transporta la chatarra se descompone poco después de salir la expedición de las tres bocas, bajo las órdenes del capitán de fragata Ignacio Meza. En lugar de seguir camino aun en tales condiciones, éste trata de reparar a duras penas su viejo bajel perdiendo con ello el factor sorpresa. El hombre debe continuar para lograr la hazaña. No entiende que todos sus buques, salvo el cañonero Tacuary fabricado en Inglaterra, no valen ni el 1 % de la encerrada flota de guerra brasilera que él puede atrapar en unas horas más. Esta decisión puede salvar a su país. Pero a Meza no le entra en la cabeza hundir su propia flota. Con tal motivo, se presenta a plena luz del día, y es avistado con mucha anticipación. Los brasileros al presentir la posibilidad de quedar atrapados calientan sus calderas y comienzan a moverse. Aun así están a punto de sucumbir. Con un poco más de suerte se hubiera logrado la proeza. Bruguez desde la costa no otorga respiro. Una tras otras las andanadas con balas o metrallas hacen estragos en las cubiertas y las escenas de arrojo y valentía se suceden vertiginosamente. Una nube inmensa de pólvora con olor a azufre cubre el improvisado campo de batalla. El espectáculo es formidable. (Relatos de Bruguez a Thompson y Centurión, obras citadas.) Se abordan acorazados y monitores y uno de ellos va a pique tras encallar en una playa mientras otros sufren daños enormes. Pero finalmente Meza no tiene más remedio que retirarse medio maltrecho. Francisco Solano al verlo llegar de vuelta y recibir de Cabral la noticia siente una gran frustración. Meza se comportó como un valiente. Pero no captó la idea. Las explicaciones de su segundo teniente Remigio Cabral acerca de la descompostura del barco fueron escuchadas por su jefe como lo hace un maestro con un niño de 7 años. Con estos recursos humanos no hay caso, habrá pensado López.

 

EL ÚLTIMO MAZAZO: LA RENDICIÓN DE ESTIGARRIBIA

 

            Poco después lo sitian a Estigarribia las fuerzas de la alianza. Por nuestra inacción, tuvieron el tiempo necesario para ir reclutando y organizando divisiones y más divisiones. El propio emperador Pedro II ha llegado para festejar la victoria junto al presidente argentino, Bartolomé Mitre, recientemente nombrado comandante supremo del ejército de la Triple Alianza. El Uruguay ya ha caído y se encuentra en manos de Venancio Flores, su nuevo presidente, bien alineado con el Brasil y la Argentina. Juan de la Cruz Estigarribia, entre tanto, es intimado a la rendición. En un primer momento tiene un arrebato de pundonor y contesta en forma altiva aunque de ridículo contenido su réplica, por ser un plagio descarado de la respuesta que el Rey Leónidas le remitiera a su par persa, Jerges, en las Termópilas 2300 años atrás. "Mejor pelearemos a la sombra ", replica, refiriéndose en su caso, no a las 40.000 flechas del monarca persa, sino al humo de tantos cañones enemigos que oscurecerán el sol al igual que lo hicieron aquellas. Pero no fue Lacú Estigarribia su autor sino un escriba sacerdote de órdenes menores.

            Suponemos la risa que les debe haber causado a sus enemigos leer semejante especie. Pero por las dudas, por si pudiera llegar a ser cierta tal reacción a la espartana, le envían una frondosa delegación de traidores paraguayos que sirven tanto en el ejército argentino como en la legión. (La Legión Paraguaya. Juan Bautista Gill Aguinaga.)

            Lacú pide tiempo y consulta con sus oficiales. Uno de ellos le dice claramente que se debe combatir y hacer honor a nuestro escudo de vencer o morir. Al observar el comandante de la ciudad de Uruguayana tal reacción, realiza varios rodeos. Otros, sin embargo, están tentados como él a poner fin a sus sufrimientos, sobre todo después de escuchar tantas promesas de sus compatriotas traidores.

            Los aliados, con el fin de economizar sus vidas por no decir otra cosa, insisten e insisten con mayores promesas, especialmente para el jefe de la plaza y sus principales colaboradores. Finalmente Lacú, ante tantos ofrecimientos, se olvida de Leónidas y se abraza al Rey Midas. De este modo se rinde sin disparar un solo tiro dejando un jalón ignominioso en la historia guerrera de su país. (Centurión, obra citada. George Thompson. "La guerra del Paraguay". Ambos autores coinciden que esta rendición caló hondo en el espíritu del Mariscal.)

            Para el Mariscal la noticia constituye un mazazo. Durante días no recibe a nadie. Anda como un zombi por el gran cuartel. No saluda ni recibe partes. Su dolor es inmenso.

            Robles ha sido sustituido por Francisco Isidoro Resquín. Su conducta no ha sido mejor que la de Estigarribia. Demasiada correspondencia con el enemigo y visitas de paraguayos traidores. Y además, borracho las 24 horas del día. Sin duda a este jefe o se le subió el copete o el alcohol. Demostró no tener luz alguna para el arte de la guerra. Petulante para peor, nadie sabe cómo lo aguantó el Caraí tanto tiempo hasta el punto de soportar el rechazo de aquél a las condecoraciones otorgadas por el Mariscal Presidente. "Que se las otorgue a mi hermano el Teniente Robles caído en el Riachuelo", replica en forma insolente.

 

SE INICIA LA GRAN RETIRADA

 

            Robles es juzgado y posteriormente fusilado mientras Resquín organiza la retirada. El joven Caballero se encuentra presto para colaborar en tan magna tarea de auxiliar a sus compatriotas que se encuentran allende el Paraná. La Campaña de Corrientes y Uruguayana ha constituido un rotundo fracaso. López furioso a partir de ese momento pierde la chaveta y ve traidores en todas partes. Le han informado para más que Estigarribia y sus oficiales principales han recibido dinero del Imperio y esto lo saca de sus casillas. Pero hay que salvar lo que queda de nuestro ejército en el territorio enemigo. La delegación paraguaya en Corrientes, bajo la jefatura del Canciller José Berges, regresa a Humaitá llevando consigo el gobierno títere de triunviros correntinos allí conformado para independizar a esa provincia de Buenos Aires. Los tres han apostado por la política paraguaya de convertir en república independiente a Corrientes. Ahora, con la retirada, no les queda otro camino que abandonar su provincia con sus protectores los paraguayos, temerosos de ser juzgados y fusilados en la Argentina como traidores. (Centurión, obra citada. Este autor relata que el Mariscal no recibió a la delegación de la cual él formaba parte. Tan solo a Berges por unos minutos, lo cual refleja su estado de ánimo)

            Se inicia la gran retirada. El Paraguay ha perdido por parte baja 20.000 hombres entre caídos, prisioneros y desertores. Los 15.000 hombres que quedan hay que traerlos a todo trance mientras la escuadra del Imperio ya se hace sentir en Itapirú cambiando disparos con nuestras fortificaciones de tierra. Bernardino Caballero que hasta hace poco envidiaba a quienes fueron a cubrirse de gloria, se siente defraudado. Aprendió, eso sí, a guardar silencio y a conducirse con mucha prudencia. Por sí mismo constató lo que cuesta una boca suelta. Los derrotistas, aquellos que desparraman pesimismo, son castigados brutalmente. Rigen las partidas españolas en tiempos de guerra que se aplican en forma implacable. Aquel hombre de cuidado a quien lo conoció en Cerro León no se anda con chicas. El joven está aprendiendo a conocer a esa personalidad que conduce a su pueblo con una energía indomable. No hay lugar para los flojos en el ejército paraguayo.

 

 

CAPÍTULO X

EL MARISCAL TOMA LA INICIATIVA

 

Comienza la circunvalación. Caballero comanda en jefe en la batalla de Tayí. Tatayibá: La consagración de Caballero. Medalla de oro para Caballero: Ascenso a Teniente Coronel. El Mariscal se lanza con todo: Tuyutí, 3 de noviembre de 1867. Caballero asciende a coronel y Florentino Oviedo a teniente 1º.

 

COMIENZA LA CIRCUNVALACIÓN

 

            Corre el año 1867. Caxias bien informado por los conjurados paraguayos a través de la cubierta del ministro americano de los pasos y picadas existentes para efectuar la circunvalación, inicia su marcha hasta Tuyucué y se prepara para atacar el pueblo de San solano, sueño acariciado por Mitre en 1866, pero en aquel momento sin el conocimiento perfecto del terreno como ahora por obra de los traidores paraguayos de retaguardia. Una vez dispuesto su ejército, poco después Caxias se apodera de éste punto tras cortar el hilo telegráfico con Asunción. Así prosigue su marcha para llegar al río al norte de Humaitá. Pero sus líneas se extienden y a cada rato López envía pequeñas fuerzas que se apoderan de las carretas cargadas de pertrechos y alimentos. Se procede a tender otro hilo para el telégrafo pero siempre reparando el que fuera destruido como para dar a entender que constituye la única línea existente con Asunción. Mitre, con su plan original robado por Caxias, sostiene que el rodeo será estéril si al mismo tiempo la flota no fuerza las baterías de Humaitá dado que el río desde allí hasta aguas arriba es del dominio exclusivo de los paraguayos.

            Para mejor ilustración del lector lo colocamos en Humaitá. Al oeste las fuerzas paraguayas de las tres armas defienden sus trincheras. Enfrente al este está atrincherado el enemigo en Tuyutí y ahora también en Tuyucué más a su izquierda. A su espalda, al oeste, corre el Río Paraguay por donde los barcos paraguayos circulan desde Asunción trayendo refuerzos y bastimentos a dicha fortaleza. Al sur se halla bien defendida la trinchera de Curupayty hasta casi el Potrero Sauce y frente a estas fuerzas se encuentra el enemigo. Desde las baterías de Curupayty sobre el río ahora trazamos una línea de oeste a este hasta Tuyuti. De ahí otra de sur a norte hasta Tuyucué y continuando este trazado hasta llegar a Tayí. De ahí o un poco más adelante, Caxias pretende dirigirse de este a oeste para conquistar un punto sobre el rió con lo cual se completará la circunvalación del cuadrilátero. Una vez allí se montarán baterías de grueso calibre para barrer con la flota de madera paraguaya e incluso el de hierro, el Tacuary. Ahora se entiende mejor el propósito de aislar completamente las fuerzas del ejército paraguayo con su capital para vencerlo por hambre. No se anima el Marqués a pasar Humaitá y con tal motivo prefiere el rodeo que a su criterio finalmente provocará igual resultado. (La escuadra pasó Curupayty con considerables pérdidas y se encuentra atrapada entre ésta batería y Humaitá, razón por la cual la aprovisionan por el chaco)

 

CABALLERO COMANDA EN JEFE EN LA BATALLA DE TAYÍ

 

            López se percata del peligro. Toma dos importantes decisiones. Por un lado, en julio ordena construir un camino por el Chaco cruzando el río frente a Humaitá. Una vez en tierra firme deben desbrozar el monte y buscar terreno seco que corra paralelo al río hasta llegar a la desembocadura del Tebicuary. Unos setenta o más kilómetros. Esto le permitirá surtirse de pertrechos y alimentos para mantener en condiciones al ejército aunque ello implique un tremendo sacrificio. Además puede servir de escape en el caso que Humaitá sea traspasada, como desde hace algún tiempo sospecha. La poca eficacia de nuestra artillería contra las corazas comprueba sus temores.

            Por otra parte, decide hacerle la tarea muy penosa al enemigo enviándole permanentes ataques a sus carretas que cubren una respetable distancia sin mayor protección dado el alargamiento de sus líneas con motivo de la maniobra del cerco. Pero sobre todo ordena al mayor Bernardino Caballero a tener en jaque en nuestra extrema izquierda entre San Solano y Tayi a los expedicionarios de la alianza.

            - Usted, Caballero, saldrá de nuestras trincheras todos los días para hacer pastar a su caballada como pretexto pero para hostigar al enemigo en San Solano y Tayí.

            - Sí, señor, así lo haré.

            - No hay que darles respiro porque tratan de llegar al río, insiste López.

            - Estamos controlando sus movimientos, señor.

            - Muy bien, arriesgue y téngalos ocupados.

            El Mayor Caballero al mando de cuatro regimientos de caballería se lanza en cumplimiento de su misión desde mediados de septiembre. El 2 de octubre incursiona más allá de lo acostumbrado haciendo retroceder al enemigo con su sola presencia, con lo cual le impide seguir maniobrando en su empresa de llegar al río.

            El Marqués de Caxias desde hace unos días teme un envolvimiento sorpresa por el acostumbramiento de sus tropas de ver a la caballería paraguaya por dichos lugares en su flanco derecho, (izquierdo de los paraguayos) como algo vuelto rutinario razón por la cual resuelve atacar a esos molestosos jinetes.

            El 3 de octubre con fuerzas muy superiores de caballería e infantería, los brasileros llegan de sorpresa al lugar por donde transitan los paraguayos y se lanzan al ataque pero son repelidos. Sable en mano, Caballero ordena un contraataque fulminante a pesar de su inferioridad numérica lo cual hace retroceder al enemigo tras ver rodar varias cabezas. Los paraguayos son más duchos y rápidos en el entrevero montado. Además se protegen así de la infantería enemiga que en la confusión puede matar a propios y extraños obligándolos a observar resignados e incluso a recibir algunas sableadas. Constituye una táctica con muchos beneficios y satisfacciones. La lucha encarnizada de ambas caballerías en isla Tayí asombra a los espectadores de uno y otro lado por los giros veloces y el cruce del corvo contra la lanza y la espada. Un espectáculo en donde nadie protege su vida sino avanza en un frenesí contagiante por los gritos e imprecaciones. Los brasileros al fin retroceden haciendo lo propio los paraguayos. Caxias no logra su cometido pero tampoco es cierta la crónica del Semanario ahora redactada por el correntino Silvero, que en su afán de inaugurar su pluma por la enfermedad del inolvidable Natalicio Talavera, fallecido poco días después por causa del cólera, sale de los andariveles razonables afirmando que allí sucumbieron 3.000 aliados. Ambas partes tuvieron bajas en el orden de 600 a 700 hombres. Aunque mayor pena produjo en nuestro campo la muerte del célebre periodista paraguayo nacido en 1839, en el mismo año y a solo unas semanas del nacimiento del Jefe de la caballería paraguaya. Ambos labraron una amistad en la guerra y Caballero mucho siente su inesperada y prematura partida. El hombre de cuidado semanas atrás no fue llevado al otro mundo por causa de la misma enfermedad, devoradora de miles y miles de tropas aliadas y paraguayas, gracias a la esmerada atención de Solalinde, su médico. Recibe el parte de Caballero satisfecho pero a la vez muy apenado y sin ganas de hablar. Tanto él como el bravo mayor ven desaparecer a tantos buenos amigos y camaradas que su entrega los obligará a seguir luchando por la causa por la cual los caídos ofrendaron sus vidas en plena juventud. El hombre de cuidado comienza a endurecerse cada día más. Por eso en el gran acto del 16 de octubre, fecha del 5° aniversario de su asunción al poder, tras enumerar parte por parte el camino recorrido, sus propósitos patrióticos, los sacrificios y pérdidas de vidas, renueva su juramento y conmina a sus compatriotas a estar "resueltos a sepultarse bajo los escombros de la patria, antes de ceder un palmo de terreno a los infames enemigos de nuestra prosperidad". Este sentimiento no lo comprende la gente de la retaguardia, ni su familia, más preocupados todos ellos en salvar sus bienes.

            Tayí ha cobrado sus presas y retrasa el operativo aliado pero solo por un tiempo. La decisión de alcanzar la costa del Paraguay ya ha sido tomada mucho antes gracias a los datos de los traidores.

 

TATAYIBÁ: LA CONSAGRACIÓN DE CABALLERO

 

            Caxias defraudado por la inoperancia de sus conducidos, dejándose sorprender por fuerzas inferiores en Tayí, no duerme tranquilo desde aquel día. Para humillación suya, Caballero, aunque sin tal pretensión, continúa pastando con sus regimientos por los mismos lugares por donde acostumbraba hacerlo. Desmonta y desensilla los caballos ante la vista y paciencia del Marqués. A éste tal cosa lo saca de sus casillas. Entonces decide intentar de nuevo. Le comunica a Mitre sus propósitos. Este acepta y aprueba. El plan es trazado cuidadosamente. Cuatro divisiones de caballería con 5.000 jinetes con nada menos que tres generales al frente, Juan Manuel Mena Barreto, Neves y Victorino Monteiro y un coronel, Fernández Lima, bajo el mando supremo de Caxias, empeñarán un combate contra tres regimientos paraguayos de 1.000 hombres en total bajo la conducción de un simple mayor. Esto demuestra que Tayí le dolió al Marqués.

            En aquella ocasión la proporción fue de tres atacantes contra uno y nada se pudo lograr. Ahora para asegurar la victoria se aumenta; cinco contra uno. Con esta nueva proporción es imposible que alguien salga vivo. Además, se hace pasar de noche una división completa para emboscarse. A otra se la destina cerca de Humaitá sin ser vista a los efectos de cerrar la retirada. Todos los detalles son previstos minuciosamente. - Esta vez no se me va escapar la presa, supone el ya popular Cachimbo. La emboscada debe tenderse en un lugar denominado Tatayibá. El ataque sorpresa partirá de tres lugares apenas aparezca el Mayor Caballero, reza la orden de Caxias. Todo un honor para el jefe paraguayo con tantos generales y un marqués con el solo objeto de rodearle y coparle a él.

            Así, el 21 de octubre arranca de sorpresa el ataque previsto. El mayor Bernardino Caballero advierte el peligro por cuyo motivo ordena se mantengan compactos sus regimientos y buscando la lucha cuerpo a cuerpo pero a cada carga paraguaya, los brasileros, que ya se estorban entre sí por su inmenso número, retroceden para dejar al oponente expuesto a los tiros de la fusilería. Aun así Caballero prosigue la pelea hasta salir de aquel infernal fuego enemigo. Nuestro cronista del Semanario afirma que sucumben 4.000 brasileros lo cual nos parece una grosera exageración. "Es un monumental combate" por el tremendo número de aliados, dice Juan Crisóstomo Centurión. El inglés Thompson, muy parco en su relación "se admira que de allí haya salido alguien vivo". Sucumben casi la mitad de las fuerzas paraguayas y caen más de 150 prisioneros pero los brasileros también sufrieron otro tanto y no logran su cometido como desea Caxias: La exterminación de la caballería de extra muros. La misma, al día siguiente en actitud burlona, regresa a pastar con su caballada como si nada hubiera sucedido.  

 

MEDALLA DE ORO PARA CABALLERO: ASCENSO A TENIENTE CORONEL

 

            Cedamos a hora la palabra a don Juan E. O’Leary quien tiene una breve relación de lo que sucedió realmente en Tatayibá. Escrito anterior a su libro "El Centauro de Ibycuí". Tiene importancia este relato porque fue publicado en el diario "La Patria" en 1908 en vida de Caballero, y éste, por su trayectoria de hombre honesto consigo mismo, jamás hubiera permitido una desviación de la verdad.

            Por la narración, tan distinta al estilo ampuloso y lleno de adjetivaciones de O’Leary, suponemos que los hechos de armas contenidos en el comentario referido provienen del propio Caballero. Contra la autoridad de ésta leyenda viviente en ese momento, el autor del artículo de marras no se hubiera atrevido a salirse un milímetro de la reseña obtenida del propio protagonista de la referida batalla. Dice así:

            "Los brasileños habían preparado una celada a Caballero. Una poderosa columna se ocultó en la noche del 20 en un monte, cerca de los lugares que Caballero recorría. Al día siguiente, éste, al frente de seis regimientos, hacía sus exploraciones. Hizo alto cerca de la Laguna Hermosa y destacó al Capitán Castillo para que llegase hasta Tatayibá. Castillo fue sorprendido por el enemigo, acudiendo Caballero en su socorro. La lucha fue terrible. El enemigo rodeó a los paraguayos, que ya parecían perdidos. Caballero al frente de los suyos cargaba en todas direcciones. Cuatro horas hacía que luchaban desesperadamente. Caballero pensó en la retirada. Organizó rápidamente sus tropas, llevó una carga por el frente y cuando el enemigo menos lo esperaba, se escapó por el flanco izquierdo. El invasor no pudo alcanzarle" (La Patria 24 de julio de 1908. Por Juan E. O’Leary.)

            Este relato guarda mayor relación con la verdad.

            El 24 de octubre de 1867, el Mariscal crea una condecoración para los participantes de la batalla con el siguiente encabezamiento:

            El ciudadano Francisco Solano López, Presidente de la república y General en Jefe de sus Ejércitos: Queriendo dar un testimonio de pública ponderación a los regimientos de caballería que se batieron valientemente en Tatayibá el 21 del corriente a las órdenes del ciudadano Mayor Bernardino Caballero con fuerzas muy superiores, Decreta:" (Bernardino Caballero, colección documental. Fulgencio Tomás Santos)           Mayor consideración no puede recibir un conductor. Los jefes conforme al decreto reciben una medalla de oro, los oficiales de plata y la tropa de cobre. Cuatro días después se produce su ascenso a Teniente Coronel, con lo cual la consagración de Caballero ya no ofrece duda alguna a propios y extraños incluido el Marqués que todavía sueña con capturarlo.

 

TUYUTÍ, 3 DE NOVIEMBRE DE 1867

 

            En esta época las sospechas del hombre de cuidado acerca de una posible traición comienzan a confirmarse. Pero nada trasluce en él. Le llegan informaciones de la capital no muy alentadoras. Además el continuo ir y venir de correspondencias ha llamado su atención. El nuevo cónsul francés Cuverville acreditado a principios de octubre le proporcionará datos concluyentes. Ahora pretende darle un escarmiento al Marqués por su osadía. Toma nuevamente la iniciativa como en 1866. Las acciones de Tayi y Tatayibá constituyeron demostraciones muy localizadas. Él, en cambio, aprovechando la extensión de las líneas enemigas, desea dar un nuevo golpe en Tuyutí, no precisamente para ocupar tales posiciones sino para surtirse de pertrechos, alimentos y sobre todo de cañones y municiones lo cual dejará al enemigo expuesto al hambre como lo ha sufrido el ejército paraguayo con la maniobra de circunvalación ya completada con la toma de Tayí sobre el Río Paraguay.

            Lanza 9.000 paraguayos de las tres armas al ataque por los flancos y por el centro, particularmente por su flanco derecho por donde pasa el camino a Paso de patria que queda cortado. Refiere un historiador alemán, Schneider: "La aparición de los paraguayos en las vecindades del Río Paraná causó verdadero pánico entre los negociantes. Todos huyeron a refugiarse en los barcos, llegando algunos a ofrecer abultadas sumas por un bote para llevarlos a Corrientes o en los vapores mercantes". La sorpresa es total. Caballero con su cuerpo rebasa al enemigo y se adentra en su retaguardia capturando numerosos cañones modernos con sus granadas y espoletas, ordenando se las lleven inmediatamente al campo paraguayo, entre tanto la tropa se ocupa de cargar carretas cargadas con alimentos y pertrechos. Los propios soldados llevan en sus brazos pesadas cargas. Lo rápido del desplazamiento hizo que algunos regimientos no atinaran una defensa y se rindieran casi sin combatir como el del mayor Ernesto Da Cuhna Matos. Se cargan todas las carretas disponibles. Lo que no se puede llevar se incendia; depósitos, comisarías, tiendas y el pueblo completo construido de maderas por los comerciantes. Gran cantidad de relojes de oro y libras esterlinas son encontrados en las tiendas y depósitos. Al poco rato todo lo comestible arde en grandes llamaradas. El lugar ha sido arrasado. Las perdidas paraguayas son grandes, casi la mitad de los 9.000 efectivos comprometidos en el ataque. El enemigo reconoce 1.600 bajas pero son mucho más, aunque nunca 9.000 como lo publica el semanario. Ambas partes exageran los números por costumbre como si solo ese detalle numérico puede hacer variar un resultado. Lo cierto es que las pérdidas materiales son incalculables y prácticamente insustituibles por varias semanas lo cual traerá el hambre en la alianza. (Ver El Circulo de San Fernando de este autor)

 

CABALLERO ASCIENDE A CORONEL Y FLORENTINO OVIEDO

A TENIENTE 1°

 

            Esta batalla produjo un doble record. Entre los jefes, Bernardino Caballero asciende a coronel a tan solo 30 días de su última promoción como teniente coronel luego de Tatayibá. Mientras el alférez Florentino Oviedo asciende dos grados en un mismo día. Ambos serán los grandes protagonistas de la dura campaña del porvenir. Caballero y Oviedo atacaron cada uno desde su puesto de combate a cuerpo gentil. Este recibe una bala en la coronilla pero sigue, entre tanto el otro ve caer oficiales y soldados cabalgando a su lado sin recibir un rasguño. (Ver O’Leary obra citada.)

            Ambos toman cañones tan preciados por el Mariscal. El segundo atrapa la pieza mayor, nada menos que el famosos fiu fiu, el Witworth rayado. El primero se apodera de numerosos rayados de 40. El botín más deseado se encuentra ya en manos del Mariscal que va a dar muy buen uso de él al punto de llegar a hacer retroceder a la escuadra fondeada en Curupayty. Esta segunda batalla de Tuyutí, a diferencia de la primera, sí constituye una resonante victoria porque el plan destructivo por un lado y de aprovisionamiento por el otro, se ha cumplido acabadamente.

            Si ahora los paraguayos se encuentran atrapados por la reciente toma de Tayí por el enemigo con el dominio del río al norte y al sur de Humaitá, los aliados se hallan al borde de la inanición dada su imposibilidad de obtener alimentos. En cambio la previsión de López al abrir con anticipación un camino por el Chaco, le permite a los paraguayos aprovisionarse por el Tebicuary desde Monte Lindo.

 

 

CAPÍTULO XIII

LAS GRANDES HAZAÑAS EN EL CHACO Y HUMAITÁ

 

Primera victoria de julio en El Cerco. El último intento de abordaje. Gran descalabro de Caxias en Humaitá. Gran victoria de Caballero en Acayuazá. La medalla de Acayuazá.

 

PRIMERA VICTORIA DE JULIO EN EL CERCO

 

            Corre el tercer trimestre del año 1868. El 3 de julio se libra en el Chaco el combate de El Cerco. Una fuerte avanzada brasilera cercana a Timbó es atraída por tropas paraguayas a las cuales hostigan. Pero más tarde se percatan que han caído en una emboscada. Al frente de las fuerzas paraguayas se encuentra el Mayor Francisco Lino Cabriza a quien se le encomendara el abordaje de los acorazados días atrás y ya trabaja en ello a las órdenes del coronel Bernardino Caballero. La victoria paraguaya es completa. Un oficial brasilero que actuó en el combate y más tarde llegará a general, nos relata el encuentro al que califica el día más nefasto de su vida en toda la guerra. Se trata del Teniente Cerqueira: "El enemigo desde el bosque iniciaba nuevamente la maniobra para envolvernos. Nada se hizo para evitar el franqueamiento. En poco tiempo sentíamos flaquear nuestra retaguardia. Éramos cargados por los flancos a la bayoneta y desde lo alto de las trincheras los bravos adversarios se arrojaban sobre nosotros. Peleábase brazo a brazo y comenzaba la confusión. Los soldados se retiraban desordenados. En balde intentábamos sobrepujar la ola que nos envolvía por todos lados. Luchábamos en retirada". Prosigue relatando la odisea el referido militar: "La retirada ya era plena desbandada. Los oficiales paraban enfrente de los soldados esforzándose para que hiciesen cara al enemigo, pedían y amenazaban con la espada. Todo en vano".

            El Mariscal López queda muy satisfecho con este audaz golpe pero insiste con el abordaje. Su deseo original se convirtió en una cuestión de vida o muerte. Debe demostrarle a Caxias y a sus cómplices paraguayos que es capaz de reaccionar. Al fin y al cabo él pagó en Europa la seña por dos de ellos que finalmente fueron a parar en manos del Imperio. No le queda más remedio que hacerse con ellos sin boleto de compra-venta.

 

EL ÚLTIMO INTENTO DE ABORDAJE

 

            El hombre de cuidado por eso no ceja en su empeño. Le escribe a Caballero quien ya concentró las canoas en Timbó y las envió cerca de la boca del Tebicuary. Me alegro que en Timbó todo esté listo en los términos que avisa". "Que el Dios de los ejércitos quiera bendecir nuestros esfuerzos, son mis votos". Pero los acorazados siempre escurridizos se mueven de lugar el 7 de julio, la fecha prevista. El mayor Lino Cabriza le informa del suceso a López. Este a su vez le trasmite la novedad a Caballero. "Si no es hoy será mañana, lo que aviso a usted para cualquiera de los dos casos".

            Entre tanto el Coronel Alén pide permiso para evacuar la fortaleza de Humaitá debido a la escasez de alimentos, mientras envía a Timbó por grupos a mujeres, ancianos y niños para alivianar su ya escuálida despensa. El Mariscal se lo prohíbe terminantemente pidiéndole un último esfuerzo hasta fines de julio.

            Los bogavantes, por su parte, esperan con 24 canoas la llegada de los buques. Son 240 efectivos y 20 oficiales, incluidos los marinos maquinistas y tripulantes destinados a tomar la conducción de las presas. El 9 de julio se encuentran nuevamente anclados en los lugares previstos. La tensión es grande. Llega la medianoche. Cubiertos de camalotes los argonautas navegan río abajo. Logran abordar el "Río Grande" matando de inmediato a su comandante Antonio Joaquín y a toda la tripulación encontrada en la cubierta pero los encargados de tomar el "Barroso" no tienen igual suerte y son rechazados. Se repite la historia del primer intento de marzo del mismo año. Repelido eficazmente el ataque, el "Barroso" se dirige hasta el "Río Grande" y acribilla a sus ocupantes. Un nuevo intento fallido. López escribe a Caballero. "Así es la guerra. Otro día vendrá mejor..... Pongamos siempre nuestro mayor empeño y que nuestro Dios nos de lo demás. Mucho me alegro que usted haya tomado eficaces medidas para recoger y atender bien nuestros heridos, tanto más que me temo que Cabriza no lo haga tan bien".

            Desde Timbó, Caballero lanza nadadores para traer a los heridos que desfallecen en la corriente. Son rescatados principalmente los venidos del "Barroso" que lograron escapar a tiempo. El ánimo de López anda por el suelo. Para más, al día siguiente bien temprano reúne a todos sus principales jefes y colaboradores para anunciarles la conspiración descubierta, en la que se hallan involucrados numerosos compatriotas y extranjeros.

            Tal estado de ánimo lo denota en su siguiente despacho no tan benévolo como el anterior. "No tiene usted razón de haber excusado de darme este conocimiento". Se refiere al mal desempeño de algunos bogavantes.

            "No comprendo cómo el Comandante Montiel los hubiese largado tan mal. "Cuando recibí el primer aviso  - de Caballero- "participé de su esperanza, que no tardó en disiparse por la expresión de su justo rubor". Esta respuesta obedece a que Caballero asume la responsabilidad por todos los involucrados en la expedición y se avergüenza de algunos que no cumplieron a cabalidad tan delicada misión. (Nota del autor: Lo que viene seguidamente lo extractamos de algunas partes del libro de este autor ya citado, dado que la vida de Bernardino Caballero como guerrero se entremezcla con los hechos descubiertos en San Fernando y, la participación del Marqués de Caxias)

 

GRAN DESCALABRO DE CAXIAS EN HUMAITÁ

 

            Francisco Solano López considera ahora vital demostrar a los cómplices de sus hermanos que el controla la situación. Debe evitar que los mismos avancen sobre el Tebicuary, y lo encierren en San Fernando, como se tenía previsto de acuerdo a las deposiciones de los procesados. Por eso, en esta época idea un plan para asestar dos golpes. Ordena se simule una evacuación en Humaitá, sabiendo de antemano que Caxias debe cumplir su parte en la maquinación; y que llevará un ataque frontal y definitivo cuando se le presente una ocasión favorable, para después lanzarse hacia San Fernando en la fecha prevista de su onomástico (24 de julio), sin perjuicio de alegar más tarde ante la prensa de su país que la fortaleza cayo a viva fuerza, y no por el abandono propiciado por sus cómplices. Así acontece:

            El 15 de julio se simula la evacuación. El 16 de julio, el día del ataque, se produce un gran descalabro, cuando en la creencia que entrarían casi sin oposición, se llevan los atacantes una inesperada sorpresa. La resistencia de los defensores es de hierro, mientras su gestor desde San Fernando escucha el tronar de los cañones. ¿Qué ocurre? ¿No iba a ser acaso un paseo militar? "!Ah! Caxias, viejo zorro, esa no te la esperaste", supone el Mariscal.

            Aun así, el Marqués lleva tres sucesivas cargas. Tal sus ansias para dar las señales fehacientes del cumplimiento de su compromiso, y al mismo tiempo recibirlas de parte de sus cómplices. La bandera blanca en Humaitá se levanta en cualquier momento, supone. No hay otra explicación a su accionar, como se verá. Pero todo en vano. Más de tres mil brasileños muertos quedan en el campo de batalla como testimonio de su fracaso. Los cañones paraguayos, cargados con metralla, barren a las fuerzas atacantes, matando a numerosos jefes, oficiales y tropas. "Curupaytisinho que S.E. el señor Marqués mandó al viejo León Herval (Osorio) hacer en Humaitá. Fue una nueva barbaridad que de solo pensarlo me da escalofrío y no tengo vergüenza de confesarlo ", afirma un sobrino del General Osorio en carta a su madre el 17 de julio de 1868. Una "Cadetada de Caxias" califica Gelly y Obes el asalto en carta a Mitre. Pero Gelly no conoce los entretelones de sus jefes con los traidores de la Asunción. No se expone la vida de tanta tropa si no se tiene una carta ganadora en la manga con el santo y seña previsto. ¿Por qué ordenó tan seguro el Marqués el ataque a una fortaleza que, en unos días más, sucumbirá por hambre y él lo sabe? Ya no ingresaban alimentos desde hacía semanas.

            ¿Por qué tal apresuramiento? Sin lugar a dudas el ataque prueba la conspiración. El hombre de cuidado enterado por los tribunales preparó la trampa. Impartió órdenes como venidas de los propios traidores. Es decir, le hizo creer a Caxias que la fortaleza era abandonada conforme al plan previsto para que la tomara sin mayores contratiempos. Por eso se estrelló como un cadete.

 

GRAN VICTORIA DE CABALLERO EN ACAYUAZÁ

 

            Y como para que no queden dudas que los de la alianza en esta época, sugestivamente, se tragan anzuelos con extrema facilidad, dos días después, el 18 de julio, en Acayuazá, se produce un segundo mazazo. En el territorio del Chaco cerca de Humaitá, transcurre la acción. Allí son los argentinos los que realizan la "cadetada".

            Por instrucciones recibidas de López, el coronel Bernardino Caballero avanza con contingentes hasta seis cuadras de Andaí, en donde se encuentra el grueso de los argentinos y brasileños. En ese lugar acomoda las tropas, como atrincherándolas, mientras por los flancos y protegidos de densa vegetación, se emboscan doscientos Aca Moroti (cascos blancos) bajo el mando del capitán Melitón Taboada, acompañado de dos compañías de infantes que caminan paralelas desde un camino donde no pueden ser vistos por los enemigos. No tardan estos en picar el anzuelo. Bajo las órdenes del brioso coronel Martínez de Hoz, se lanzan por el frente contra las avanzadas paraguayas, mientras estos, siguiendo el plan de Caballero, se van retirando poco a poco hasta atraerlos al lugar convenido, igual que en El Boquerón del Sauce en la misma fecha hace dos años. Una vez allí, los paraguayos ubicados en el frente se abren para dar paso a los ocultos cañones cargados de abundante metralla. Su fuego es aterrador. Paralelamente los emboscados, desde los montes, les cortan la retaguardia a Martínez de Hoz. Dichos efectivos aparecen súbitamente, como fieras, armados con sables y bayonetas caladas. El coronel Martínez de Hoz cae muerto, y su segundo, el comandante Gaspar Campos, es tomado prisionero, así como otros importantes jefes y oficiales argentinos. El entonces sargento primero Esteban Molina del ejército paraguayo, cae herido en la acción y nos comenta el momento vivido por él muchos años más tarde: "El 23 de julio herido de gravedad por un lanzazo en el costado izquierdo, fui transportado por el camino del chaco a Monte Lindo, donde llegué el 23, y donde esperaba un vapor, que me transportó y desembarcó en San Fernando como a las ocho de la noche. Allí supe que se había descubierto en la Asunción una revolución y que el día después (24 de julio) iban a pasar dos acorazados por "EL FORTIN" hasta la capital, que entregarían los conspiradores". Efectivamente, el día señalado pasaron los acorazados bombardeando dicha fortaleza.

            *(Reseñas familiares de Amancio Pampliega, confirmadas por Esteban Molinas en agosto de 1909 y ampliadas en mayo de 1917 en acta firmada ante escribano, siendo testigo Silvano Mosqueira y J.M. Sosa Escalada, con el aval de D. Ramón Isasi, vecino de Paraguarí, cuñado de Esteban)

            Los brasileños, que durante la jornada de Acayuazá se encontraban en la retaguardia, no se animaron o no desearon socorrerlos a sus aliados. Pierden casi mil individuos de tropa. El General Rivas, comandante de las fuerzas aliadas, envía inmediatamente una comunicación del desastre al General Gelly y Obes:

            "Ya usted comprende cómo estará mi alma; ni sé lo que escribo, todo por la rabia que me han hecho tomar los brasileños con su aflojada". Ante esto, Gelly y Obes se traslada al Chaco y luego de comprobar el descalabro, escribe a Mitre:

            "Lo que ha pasado ha sido una de esas cosas escritas en el libro de los altos destinos...fatal el 18 de julio del 66 y del 68". En alusión directa a aquella otra gran victoria paraguaya del "Boquerón del Sauce" del 18 de julio de 1866, que fue calcada en esta oportunidad. Con estos dos violentos golpes en tan solo tres días, se consigue el respiro necesario para ganar tiempo. Al mismo tiempo, el Mariscal pone en evidencia su conocimiento de la acción de los amigos de Caxias en la retaguardia paraguaya.

            Ahora, no es posible avanzar por tierra con los diez mil ó quince mil hombres hacia el Tebicuary.

            Quizás sea otra emboscada. Silvestre Aveiro comenta en sus memorias: "En Humaitá ya no llegan provistas de boca. A más tardar el 25 de julio se la debe evacuar por la laguna Verá. Es decir, que con esperar tan solo doce días más hubieran ahorrado cuatro mil vidas de sus compatriotas".

            Evidentemente que Caxias obra el 16 y 18 de julio conforme a valor entendido. Por eso ataca desesperado Humaitá. Por eso se comete la imprudencia en Acayuazá. El mismo Marqués, aún no se explica cómo el diablo de López desentrañó la madeja. El hombre de cuidado, sabedor del plan de la conspiración por la confesión de los encausados, lanzó la carnada ex profeso, haciendo creer el desalojo de los efectivos de la fortaleza.

            Su captura, era cosa de vida o muerte para la materialización del plan. Por eso Caxias cayó en la celada como un niño. En igual sentido se condujo su socio Gelly, en Acayuazá. De otro modo no se explica que en menos de tres días los aliados hayan cometido dos errores fatales al extremo de perder cuatro mil hombres en ambos combates. ¿A santo de qué? Caxias tiene ahora en sus manos el informe reservado del 21 de julio, encontrado en una de las botellas flotando cercana a la costa al día siguiente por la noche, en donde Caballero conocedor de los más mínimos detalles de la conspiración por los informes pormenorizados que le proporcionara el hombre de cuidado en su reciente conferencia en San Fernando, alerta a los defensores de Humaitá acerca de la conjura para eliminar al Presidente de la República:

            "Reservado Coronel Martínez:

            "Mañana a la noche han de arribar algunas corazas para reunirse a las que están haciendo nuestro cortejo. Estas han de ser las que tienen que reunirse para embarcar gente y pasar a apoyar la conspiración de los infames traidores, pero buen chasco se van a llevar, y que vengan, porque han de caer en nuestro poder. Caxias no sabe que todos sus traidores han expiado su horroroso crimen en San Fernando. Cinco eran los principales, y el dos veces traidor Carreras que se creía seguro en la casa del ministro, ha venido con su secretario Rodríguez a expiar su culpa en el Tebicuary. Dice que ellos han dicho que los negros han de venir porque estos últimos y el canalla Berges lo habían apurado a Caxias para venir a socorrerlos porque estaban descubiertos, y que no faltasen al plazo porque todo estaba preparado. Este infame ha traicionado así también a los negros porque sabiendo que todo estaba disuelto no pensaba sino zafar el bulto con la plata que nos ha robado y para embarcarse ha llamado a las corazas. ¿Qué tal el muchas veces imbécil y canalla? Mande poner mucha atención a las botellas que son seis y no tenga cuidado que por el Tebicuary todo esta prevenido. Su Amigo. Bernardino Caballero". (Esto prueba que durante la conferencia de San Fernando del 24 de Junio de 1868, ya referida, López lo puso al tanto a Caballero de la conspiración en sus más mínimos detalles a los efectos de explotar el hecho en el aspecto puramente militar. De ahí el éxito rotundo en base a un plan desarrollado conforme al conocimiento de ambos acerca de los movimientos a ser dados por el Marqués y sus cómplices paraguayos.)

 

ASCENSO A GENERAL Y MEDALLA CONMEMORATIVA

 

            El General Caballero luego de finalizada la batalla de Acayuazá comunica a López: "Tengo la satisfacción de asegurar a V.E. por mi experiencia y positivos informes, que todos han cumplido con su deber y que solo más ha hecho aquel que más lugar ha tenido. Las tropas victoriosas han considerado el encuentro no como una acción de guerra sino como un preliminar y están dispuestas con el mismo espíritu para cualquier orden que reciban". Esta es la clase de mensajes qué tanto valora el hombre de cuidado quien replica: "Congratulo Acayuazá. Es muy importante la prisión del Teniente Coronel (Gaspar Campos) y otros prisioneros".           El reconocimiento no se hace esperar; Bernardino Caballero, tan solo cuatro días después, recibe su despacho de General el 20 de julio de 1868.

            Así, las dos rotundas victorias paraguayas alivian la situación por unas semanas, tiempo necesario para evacuar a la máxima cantidad de heridos, mujeres, ancianos y niños.

            Caballero ha repetido el 18 de julio la hazaña de El Boquerón del Sauce para convertirla a esta fecha en dos veces gloriosa para las armas de su patria. Poco después, el día de su cumpleaños N° 42, el 24 de julio, el hombre de cuidado acuerda y decreta:

            El ciudadano Francisco Solano López, Mariscal Presidente de la República y General en Jefe de sus Ejércitos:

            Queriendo dar testimonio público y honorable recuerdo a los valientes que combatieron heroica y bizarramente con fuerzas superiores en Acayuazá, el día 18 del corriente, a las órdenes del Coronel ciudadano Bernardino Caballero hasta quedar dueños del campo.

Acuerda y Decreta

            Artículo 1 °.-Acuérdese una cruz conmemorativa a los jefes, oficiales y tropa, que tomaron parte en aquella jornada.

            Artículo 2°.- La cruz será de ocho puntas con un glóbulo en cada una de ellas, de 35 milímetros de diámetro y con la inscripción de: "A la decisión y bravura" en el centro del adverso, circundando una estrella, por el reverso: Acayuazá 18 de julio de 1868 en rededor de otra estrella.

            Artículo 3º.- La cruz será llevada sobre el lado izquierdo del pecho, pendiente de una cinta de 18 milímetros de ancho, de seis listones azules y colorados.

            Artículo 4°.- La cruz para la tropa será de plata y se llamará de tercera clase. Para los oficiales, de plata con estrella, filetes de glóbulos de oro, siendo de segunda clase. La de primera clase será para los jefes debiendo ser de oro con filetes e inscripciones en esmalte azul.

            Artículo 5°.- El Ministro secretario de Estado en el Departamento de Guerra y Marina, queda encargado de la ejecución del presente decreto. Dado en el Cuartel General de San Fernando, 24 de julio de 1868. (Bernardino Caballero, colección documental. Fulgencio Tomás Santos.)

 

            FRANCISCO SOLANO LÓPEZ

            Vicente Barrios, Ministro de Guerra y Marina

 

 

 

EPÍLOGO

 

            Finalizada la guerra, el hambre continúa asechando en cada rincón del país. En la capital, a donde fueron a pedir socorro los más necesitados, se viven escenas terribles lo cual perdurará por algún tiempo. El Paraguay quedó totalmente postrado y devastado. Los sobrevivientes, destruidos espiritualmente y sin fuerzas suficientes, no atinan sino a entregarse a los designios de los aliados.

            Bernardino Caballero imagina los futuros padecimientos de su familia aun cuando antes de embarcarse recibiera garantías suficientes para los suyos. Un estado de ensoñación lo embarga. Repasa cada momento de su vida durante la campaña, sea en combate o en la compañía de su maestro. Comprueba cuánta razón tenía el hombre de cuidado cuando le advertía del peligro con la llegada al país de los hombres pequeños.    Aquellos dispuestos a entregar su honor con tal de acrecentar sus bienes. De su mente centellean los recuerdos como ráfagas. Observa por última vez la Asunción mientras el buque que lo lleva va saliendo de la bahía. Bien tratado durante la travesía, sus captores lo observan con admiración. El guerrero, gracias a ello, repone fuerzas y cuando arriba a Río de Janeiro ha constatado casi su plena recuperación a pesar de sus varios kilos de menos.

            Alquila una pieza de pensión cercana al puerto dado que sus escasos fondos no le permiten algo mejor. Pero poco después comprueba la presencia de personas curiosas dentro de la posada. Una tras otra se van colocando a prudente distancia para solo mirarlo por unos breves minutos tras dar paso al siguiente fisgón. El foco de atención - Caballero - se levanta e investiga el fenómeno. Se sorprende cuando comprueba la existencia de numerosos curiosos pagando entrada al dueño de la pensión y luego haciendo fila para conocerlo tan luego a él, al famoso general paraguayo del que tanto hablan los periódicos.

            La prensa carioca ha tomado partido. No puede entender cómo es posible su calidad de prisionero luego de haberse entregado el mismo una vez finalizada la contienda. Aparte, fustiga el hecho de tenerlo custodiado pero al mismo tiempo desamparado de recursos. Se suceden los comentarios cada vez más subidos de tono en su favor hasta que el gobierno reacciona.

            En lo sucesivo se le reconoce su grado militar y por tanto el pago de los emolumentos correspondientes al rango con efecto retroactivo a partir de su llegada a la capital del Imperio. De este modo cambia la vida del militar paraguayo. Su nueva condición es la de invitado del gobierno del Brasil. La prensa felicita el gesto mientras Caballero pasea su estampa por las calles de la ciudad en compañía de un ayudante de alto rango.

            Se traslada a un hotel confortable aunque de algún modo ya tenía pensado abandonar aquella pensión, molesto con su dueño por la exhibición del que fuera objeto sin su consentimiento.

            De esta forma nace una nueva relación con los brasileros. Lo frecuentan o le envían correspondencias hombres de la talla de José María de Silva Parahnos, Barón de Rió Branco, con quienes entabla amistad. En cierto modo tratan de ganárselo. Todavía no se han ajustados los límites definitivos del Paraguay con el Imperio, y en Asunción, el triunvirato se está disolviendo por renuncia o desaparición de sus integrantes, salvo el caso de Cirilo Antonio Rivarola, mientras se instala una magna Convención Nacional Constituyente para debatir, aprobar, sancionar y promulgar una nueva constitución a la medida de los aliados.

            Pero ahora la relación entre argentinos y brasileros se ha vuelto tirante de modo que los hombres de estado del Imperio buscan nuevas alianzas. Así, la presencia de alguien de prestigio del lado paraguayo entre ellos puede llegar a hacer germinar una amistad sincera. Lo mantienen en la capital carioca a pedido de Rivarola, su hombre del momento, más surgido gracias a la recomendación del Conde D’Eu que del análisis político de los hombres del Emperador. Caballero, por sus pergaminos, deberá surgir en su país algún día. Quizá si lo someten a una cura respecto de sus convicciones en favor de López y a su causa pueda servirles en el futuro. Sin embargo, el afectado, ante tales propuestas siempre contesta de la misma manera. "Mi compromiso es con mi patria y mi pueblo". Pedro II finalmente se decide y lo invita a su palacio. El general paraguayo acude. El monarca lo trata muy afectuosamente reconociendo en él al soldado cumplidor de sus obligaciones. Ambos sostienen una amigable charla.

            Entre atenciones y convites transcurren más de seis meses. En estas circunstancia el gobierno le informa que él puede partir cuando lo desee no sin antes informarle de la inestabilidad política en el Paraguay luego de la designación de Facundo Machaín como presidente provisorio y su posterior remoción al día siguiente. Caballero entiende el mensaje. Parte para Buenos Aires en donde hace un compás de espera para el regreso. Su vida de guerrero ha quedado atrás. De ahora en más debe establecer sus propias reglas para sobrevivir. La sombra del Mariscal Francisco Solano López ya no lo cubre pero le ha dejado una enseñanza. Siempre con la patria y nunca contra ella por más dura que fuere tal decisión. En este caso con un ejército de ocupación extranjero en su tierra decidido a someterla a sus designios. Bernardino Caballero deberá contemplar y analizar estos hechos propios de la realidad que vive su país en ruinas y en adelante cual deberá ser su curso de acción. Una etapa de su vida ha quedado atrás para dar paso a otra no menos excitante pero a la vez penosa. La metamorfosis ha surtido su efecto. El guerrero ya ha sido sustituido por el político. No pocos apostarán por su liderazgo natural. Su familia lo aguarda con ansias. El Paraguay lo espera para labrar su porvenir.

 

 

ÍNDICE

 

Prólogo

CAPÍTULO I

NACIMIENTO Y JUVENTUD

El Supremo y el ambiente en 1839

Don Carlos se refugia en Villa del Rosario

Doña Melchora da a luz un niño

Bernardino se vuelve un jinete

Comienza la era de los López

Paraguarí, nuevo polo de desarrollo

Bernardino forja amistades

CAPÍTULO II

AL LLAMADO DE LA PATRIA

Negros Nubarrones en el plata

Enfrentamiento de dos sistemas

No se debe conocer lo que sucede en el Paraguay

Se conjugan intereses

"Mueran los macacos y el Emperador"

Al llamado de la patria

El encuentro con el futuro Mariscal

Bernardino se despide de su madre

El joven Caballero ha encontrado su destino

El Sargento Caballero en la toma de Coímbra

CAPÍTULO III

SE FORJA UN GUERRERO

Como cuesta ascender

Desde el comienzo la suerte le sonríe a Caballero

Esperanza y temor

Comienza la debacle

López ataca en el riachuelo

El último mazazo: La rendición de Estigarribia

CAPÍTULO IV

COMIENZA LA RESISTENCIA

Las proezas de Fariña y Bruguez

Una propuesta indecente

Repercusión en Europa, en los EE.UU. y en la Argentina

Todo está listo para el desembarco

Sorpresa: Los brasileros desembarcan en la costa del Río Paraguay.

CAPÍTULO V

LA REACCIÓN DE MAYO DE 1866

El enemigo avanza y toma Itapirú

Bernardino tiene su primera oportunidad

El plan de ataque

Comienza la batalla de Estero Bellaco: 2 de mayo de 1866

El Teniente Caballero toma los 4 cañones Lahitte

Los encerrados en el bolsón

La lucha cuerpo a cuerpo

Caballero de la Orden Nacional del Mérito

La mejor prueba de la victoria y sus consecuencias

CAPÍTULO VI

INTENTO PARAGUAYO DE PONER FIN A LA GUERRA

Compás de espera

Se divulga el Tratado de la Triple Alianza

James Manlove y los corsarios

Los aliados se ubican en Tuyutí

La batalla más grande de la América del Sur

24 de Mayo de 1866

CAPÍTULO VII

LÓPEZ DEMUESTRA SUS DOTES DE CONDUCTOR

El Mariscal se reorganiza

Bernardino Caballero asciende a Capitán

"Mitre es un inerte"

Crisis en la alianza

El Boquerón del Sauce: Prolegómenos de una batalla

El primer paso: Se completan las trincheras

Muerden el anzuelo

Caballero participa en forma indirecta

Finalmente caen en la trampa mortal

Victoria del Boquerón del Sauce: Una obra maestra

CAPÍTULO VIII

INTENTO ALIADO DE PONER FIN A LA GUERRA

Desmoralización y compás de espera

Deciden atacar Curupayty y terminar la guerra

Bernardino Caballero participa

Se inicia el combate de Curuzú

El hundimiento del acorazado Río de Janeiro

Cae la trinchera de Curuzú

Bernardino Caballero hace retroceder al enemigo

Castigo a los integrantes del 10° batallón

La reconstrucción de Curupayty

La conferencia de Yataity Corá

Curupayty

Caballero comanda cuatro regimientos de Caballería

Díaz concluye las obras

Espectacular victoria de Curupayty

Elogios para Caballero y el gran festejo

CAPÍTULO IX

LA GUERRA SE PARALIZA

Bernardino Caballero es condecorado

Recriminaciones y protestas

Caballero es testigo de liberación del Padre Maíz

Se instala Cachimbo

Una bomba fatal hiere de muerte a Díaz

Bernardino Caballero asciende a Sargento Mayor

Correspondencia secreta

CAPÍTULO X

EL MARISCAL TOMA LA INICIATIVA

Comienza la circunvalación

Caballero comanda en jefe la batalla de Tayí

Tatayibá: La consagración de Caballero

Medalla de oro para Caballero: Ascenso a Teniente Coronel

El Mariscal se lanza con todo: Tuyutí, 3 de noviembre de 1867

CAPÍTULO XI

PROLEGÓMENOS DE UNA TRAGEDIA

Nueva Medalla para Caballero

El gran drama está por comenzar

Caballero es destinado a Timbó

Expectativa

El pasaje de la escuadra en Humaitá

Abordaje a los acorazados

El Mariscal escapa por el chaco

CAPÍTULO XII

DEFENSA DEL CHACO Y DE HUMAITÁ

Caballero y el Mariscal

La guerra se traslada al chaco

Correspondencia entre López y Caballero

Continúa la pelea en el chaco

Conferencia de San Fernando

Caballero se entera de la conspiración

Bernardino Caballero regresa a Timbó

CAPÍTULO XIII

LAS GRANDES HAZAÑAS EN EL CHACO Y EN HUMAITÁ

Primera victoria de julio en El Cerco

El último intento de abordaje

Gran descalabro de Caxias en Humaitá

Gran victoria de Caballero en Acayuazá

La medalla de Acayuazá

CAPÍTULO XIV

NUEVAS TRINCHERAS EN PYKYSYRY

Comienza la retirada del chaco

Caballero comandante de división

Nuevas fortificaciones en Pykysyry y Angostura

El Mariscal abandona San Fernando

El Mariscal comete un error

Caxias comete otro error

El Mariscal dispone la defensa de Ytororó

Batalla de Ytororó

CAPÍTULO XV

EL EJÉRCITO PARAGUAYO EN SU ÚLTIMO REDUCTO

Caballero marcha a Abay y se designa nueva capital

Una defensa inadecuada

La batalla de Abay

Preámbulo antes de la batalla final

El cuartel general en Yta Ybaté

Primera jornada de la última batalla

Segunda jornada

Tercera jornada

La última jornada

Los documentos secretos

Angostura

CAPÍTULO XVI

Asunción recibe a sus libertadores y protectores

El Mariscal se reorganiza

Caballero visita a su familia

El Emperador desespera

Reanudación de las operaciones

El trío D'Eu, Mena Barreto y Cámara

Rotunda victoria de Caballero en Sapucai mí

Nueva paralización de la campaña

CAPITULO XVII

CAMPAÑA DE LAS CORDILLERAS

La nueva estrategia

Preparativos para la defensa

Batalla de Piribebuy

Caballero cubre la retirada

Batalla de Rubio Ñu

Los últimos episodios y combates de las cordilleras

CAPÍTULO XVIII

UNA RETIRADA ENVUELTA DE TRAICIONES

El General Caballero asciende a General de División

En San Estanislao no existe buen ambiente

Conspiración: Es descubierto otro San Fernando

El Mariscal llama en su socorro a Caballero

El encuentro con el Alférez Aquino

La muerte de Mongelós

Disposiciones de supervivencia

CAPÍTULO XIX

INTENTO DE FUGA Y DE ENVENENAMIENTO

El Mariscal y Caballero cabalgan juntos

López y Caballero reorganizan el ejército

San Joaquín y sus nefastas consecuencias

Se descubre la tercera conspiración

Resolución de Caballero

Juana Pabla Carrillo y sus hijas son denunciadas

Caballero presencia la llegada de Pancha Garmendia

El drama lo conmueve a Caballero

Último acto de la trilogía trágica

CAPÍTULO XX

LAS NUEVAS TRIBULACIONES

La crisis del hambre

Se declara terminada la guerra por segunda vez

Bernardino renueva el compromiso de vencer o morir

Los exterminadores

Comienza el calvario

Influencia de Juan Francisco López Linch

CAPÍTULO XXI

Comienza la marcha hacia el holocausto

El Mariscal se confiesa con Caballero

Caballero confiesa una propuesta indecente

La última algarabía

López alienta a Caballero con intervención de EE.UU.

El ambiente entre los brasileros

Fin de la campaña de Amambay

CAPÍTULO XXII

EL VIA CRUSIS DE CERRO CORÁ

La llegada al sitio del holocausto

Arrecia el hambre

El Mariscal decide salvar la vida de Caballero

Una emotiva despedida

Caballero y Escobar: Un encuentro nocturno

Venció penurias y fatigas

El último discurso

Bernardino Caballero escapa de una emboscada

La resistencia de López consolida la independencia

Doña Melchora de Caballero es llamada por el Mariscal

1 de marzo de 1870

La muerte del Mariscal

Bernardino Caballero es conducido prisionero al Brasil

EPÍLOGO

 

GALERÍA DE IMÁGENES

 

PRESIDENTE ABRAHAM LINCOLN/ CHARLES AMES WASHBURN

 

 ELIHU WASHBURNE/ CONTRALMIRANTE CHARLES DAVIS/

COMODORO SCHUBRICK

 

HERMANOS WASHBURN

 

GRAL. MARTIN Mc. MAHON/ WILLIAM KIRLAND/ CAÑONERA WASP

 

GENERAL BERNARDINO CABALLERO/ GERENRAL JOSÉ EDUVIGIS DÍAZ

 

CORONEL HILARIO MARCÓ/ GREGORIO BENÍTEZ/ JUAN CRISÓSTOMO CENTURIÓN

 

GENERAL FRANCISCO I. RESQUIN/ GENERAL ELIZARDO AQUINO/

PEDRE FIDEL MAÍZ

 

MARISCAL FRANCISCO SOLANO LÓPEZ/ FRANCISCO LÓPEZ LINCH

 

BERNARDINO CABALLERO/ CÁNDIDO BAREIRO

 

FRANCISCO SOLANO LÓPEZ/ FRANCISCA PANCHA GARMENDIA

 

BENIGNO LÓPEZ (HERMANO DEL MARISCAL)/

GENERAL VICENTE BARRIOS (CUÑADO DE LÓPEZ)

 

JUAN ANDRÉS GELLY/ JUAN ANDRÉS GELLY Y OBES

 

FRANCISCO SÁNCHEZ (VICE-PRESIDENTE)/ CORONEL VENANCIO LÓPEZ

 

LUÍS DE ALVES DE LIMA E SILVA, MARQUÉS DE CAXIAS/

MARISCAL OSORIO, CONDE DE HERVAL

 

GENERAL BARTOLOMÉ MITRE (ARGENTINA)/

GASTÓN DE ORLEANS, CONDE D´EU (BRASIL)

 

PANCHITO LÓPEZ/ RETRATO DEL MARISCAL LÓPEZ/

LUIS PEREIRA y OSVALDO BERGONZI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
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