PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
LEONARDO GONZÁLEZ

  COGITANDA, 2006 - Obras de LEONARDO GONZÁLEZ


COGITANDA, 2006 - Obras de LEONARDO GONZÁLEZ

COGITANDA, 2006

Obras de LEONARDO GONZÁLEZ

Impresión Editora LITOCOLOR S.R.L.

Asunción – Paraguay

2006 (108 páginas)



“Perdóname, ¡oh Señor!, por tres errores: porque sé y siento que eres onmipresente y todo lo saturas, mas, he recorrido todo el camino hasta aquí para adorarte dentro de los límites de este templo. También sé que hay solamente una verdad no dual, por lo que no hay ninguna diferencia entre tú y yo, pero te alabo como si fueses distinto a mí y te hallares fuera mío. Finalmente, sé que “error” es simplemente un concepto que he creado, y que, aun así, te estoy pidiendo que me perdones.”

Shankara en el templo de Vishvanatha en Benarés,

luego de terminar las oblaciones a Shiva.




I

Sé algo, pero no sé qué es, pero sé que es, ¿qué es? Exactamente. Eso es todo, lo demás es confusión pura. Y en confusión han salido ciertas líneas, palabritas o consejos que, quizá pretendían aleccionarme en algo que no sabía ni qué era, pero que, aun así creía entenderlo, razón por la cual pensaba que podía circunscribirlo, ajustarlo, limitarlo, aplicarlo a la vida, etc, etc. Realmente, todo esto no vale ni sirve para nada, razón justa por la que ha de servir para algo: para entender que no sirve para nada. Ahora puedo decir verdaderamente que no sé lo que es sin equivocarme, porque sé que no sé, y ese ha sido el mayor logro de esta vida. ¡Miren al gusano retorciéndose de dolor en su segmento central, ni cuenta se dio que se extiende infinitamente a los extremos! El infinito nada es y el cero vale todo: lo del medio es tiempo desperdiciado. En verdad, algo tan absurdo como una pregunta, solamente puede surgir cuando le es posible ser arruinada por algo aun más absurdo como una respuesta.


II

La única coincidencia entre este libro y lo que es, es que este muñeco o abstracción lo tipeó. Si hubo intención de compartir algo, ya no más. Como aquel que dijo: “Quiero compartir mi luna con todos”, mas, al ver que la luna ya era de todos, y nunca de él en primer lugar, se echó a reír. Estos escritos son basura, ¡pero aún hay gente que vive hurgando en ella! El que encuentra una palabra, línea o párrafo, que le motive e inspire a hacer lo bueno, y consecuentemente a entender y a ser lo que verdaderamente es, se parece a aquel hombre muy pobre que vivía hurgando en los basureros, mas cuando encontró un exorbitante diamante, vivió feliz sin jamás volver a tocar la basura de nuevo. Esto cabe decir cuando se habla desde dentro de los confines de la causalidad, pero, a decir verdad, es realmente inconcebible que exista causa alguna. Porque lo cierto es que ni el exorbitante diamante, ni el tesoro escondido, ni la perla de gran valor, valen o sirven para algo. Al fin y al cabo, la luna está donde está y es lo que es, aunque se diga que ella es mía, tuya, fea, hermosa, valiosa o inservible.


1

Estos comentarios, de ninguna manera pretenden erigirse en pautas absolutas o irrefutables; son, por así decirlo, tan sólo unas impresiones generales de ciertos aspectos de la realidad, como las percibe el autor. Tal como se intitulan, son meramente cosas para pensar, asuntos de reflexión. En nada importa que se escriban para uno mismo o para los demás, ya que, cuando la verdad (o lo que uno considera de buena fe como tal) es enunciada, esta siempre es de la humanidad para la humanidad, del espíritu para el espíritu. ¿Acaso alguien se quejó de que tal cosa dijo Epicteto, Buda, o Chuang Tsé? ¡Necio en verdad el que lee los nombres antes que las enseñanzas! Estos apuntes son fruto de unas cogitaciones, que siendo de nadie y todos, ojalá sirvan a alguien si es pretenden hacer el bien... porque si no, ¡ay de nosotros! Pero de hecho, es que, a uno, indudablemente le han de ayudar, a seguir eso que tantos nombres (que designan a mujeres y hombres), algunos olvidados en la eternidad, otros recordados en el presente, han buscado en sus vidas. Siendo esto así, ya nada importan estas eternidades, porque, ¡el que intenta hacer lo correcto halla en el universo entero un fiel conspirador! Hecho que prueba que todos somos un único espíritu, una única razón, un único motor, un único objetivo y una única meta... por tanto, yo-nosotros (el que escribe, el que lee, el que existe vagamente en otro y eterna y presentemente en Dios), que soy-somos la humanidad, me enseño y aprendo de mí mismo, que también soy-somos la humanidad... ¡Que llegue, entonces, perfectamente unido e indiferenciado a alabar con todas mis bocas, a trabajar con todas mis manos, a adorar con todas mis mentes a ese único e imperecedero Maestro Universal que nos ha creado! Y que nunca me hiera, insulte, robe, injurie, odie, asesine a mí mismo, sino que me ayude por siempre a cumplir mi-nuestro propósito. Que sepan perdonar, también, todos (incluido el autor) los que hallaren en este pequeño manual personal, algún tinte de sectarismo, dogmatismo o prejuicios... ¡triste en verdad sería ver al que añora hermanarse con la humanidad toda ver sus fronteras replegarse por sobre la medida de sus caprichos y disgustos! Porque el destino individual está irremediablemente intrincado al universal, es decir, que si el objetivo del hombre es su creador, el individuo ha de destruir su sí-mismo egoísta y mezquino para lograr su todo-mismo omniabarcante, interminablemente generoso. Y que esta humanidad deje sus querellas estúpidas y abrace a sus hermanos menores los animales, las plantas y la totalidad de la creación en armonía y amistad infinitas.


2

Por estos tiempos (en verdad, siempre ha sido así), la mente es la intermediaria entre el ser y su esencia o existencia. Por eso cada ser humano es, a su propia manera, un filósofo: porque la vida misma entraña la búsqueda de su propio significado. Es fundamental, por tanto que, no sólo tengamos mucho cuidado con los autoproclamados maestros o expertos, sino con la misma mente nuestra, que por sí sola ya es una barrera descomunal que separa nuestro Ser de la Verdad. En cada ser radica el Absoluto, la clave del universo, la puerta a la Esencia de Todo, y en los seres con discernimiento, se encuentra la misma llave maestra, que abre esa puerta, y por extensión, todas las demás. Por eso declaramos que este camino o emprendimiento le compete a todos los seres, y en especial a los humanos y seres con juicio, individual y colectivamente. Así que, ¡emprendamos la aventura eterna de la Autorrealización del Ser! ¡Lleguemos a la meta! ¡No descansemos hasta desentrañar todos los misterios y descubrir todos los secretos! ¡Que nuestra empresa llegue a buen término y buen puerto! ¡Y que, jamás, jamás tengamos un sólo pensamiento de temor, fracaso o derrota!


3

¡Gracias hombres y mujeres sabios de todos los tiempos! ¡Gracias por haber vivido sus vidas con rectitud, por haber dejado preclaro ejemplo de virtud y por haber muerto en la gloria y sabiduría que han de ser recordados en las puras mentes por siempre jamás! ¡Victoria a los maestros verdaderos! ¡Muerte, desengaño y derrota a los necios! ¡Maldita la iniquidad que se campanea en los pechos de los estúpidos y en sus vacías cabezas! ¡Que los lleve la oscuridad, la confusión y el olvido...!


4

¡Puedan la fortuna y el destino dejarnos tomar la decisión trascendentalísima de intentar ser como los sabios y santos de antaño! ¡Que nuestras mentes y corazones puedan hallar regocijo en escudriñar en sus enseñanzas! ¡Nutrámonos en sus verdades! ¡Y que seamos dignos herederos de toda su majestuosidad humildísima, al no traicionarles y traicionarnos abandonando esta empresa imperecedera!


5

Miren que esta fruta aún no ha madurado. Los que tengan hambre verdadera, saben dónde hay frutos maduros, de agricultores maestros, que han sacado infinita saciedad de terreno bueno. Mi fruta es todavía verde, difícil de oler, dura de masticar, molestosa de tragar, plantada, principalmente para mi propio jardín; mas, si mi vecino asoma su cabeza, ¿le negaré acaso respuestas? El peón no puede ser mejor que el agrónomo, ni el obrero mejor que el constructor, por eso, ¿puede un niño competir con un maratonista? No. Mas, tenemos sed, el viaje es largo, y la vía yace frente a nosotros…


6

El camino, o el viaje que debe emprender el ser para descubrirse a sí mismo, empieza desde el momento en que se percata de la naturaleza teleológica vida, de que ella tiene un sentido, una razón de ser, un motivo, más profundo que la común concepción de nacer-reproducirse-morir. Esta vida tiene un significado, y, a cada uno le toca descubrir cuál es.


III

Cuando Krishnamurti dijo que la verdad es una tierra sin caminos, él se refirió al hecho de que no hay manera de llegar a ella. Pero lo que perdió de vista es que, no solamente no se puede llegar a ella, sino que no se puede salir de ella, ni siquiera saber si se está en ella, puesto que no hay indicios o señales de ella, en ella. Ya que si las hubiere, entonces no se estaría en ella, o no se sería en ella, puesto que en ella no hay caminos, ni para entrar, ni para salir, ni para moverse en ella. Cuando Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, se refirió a algo tan profundo que, ni sus discípulos lograron comprender a cabalidad, ni nadie logrará entender en plenitud, ni siquiera el propio Jesús. Si se entiende esto, es como el que, sentado en una montaña, orgullosamente sostiene una roca diciendo: “¡Já! ¡Hela aquí! ¿No he vencido a todas las rocas? ¿Qué es lo que puede hacer ella conmigo? ¡Mírenme sostenerla! ¿No soy mayor que ella…?”. El que quiere la verdad, busca la verdad y ama la verdad, pero nunca la encuentra. Es la verdad quien lo encuentra a él, y esto es regocijo y gozo, que hace olvidar la verdad. Por eso, no se piensa: “He encontrado la verdad”, o: “Este es el camino que conduce a ella”; puesto que sólo puede encontrarse lo que antes estuvo perdido, oculto, y ella nunca estuvo así. Tampoco puede haber camino, real o imaginario, que lleve a la verdad, o a su circunstancia; porque significaría que ella, entonces, es en determinados momentos y lugares, y no en otros; cuando que ella está y es continua, ininterrumpida, inacabable y perennemente. Aun así, lo de Jesús es lo más cierto que cualquiera haya proferido jamás; y, si Krishnamurti tuvo alguna pizca de verdad, eso es suficiente como para hacerlo indestructible.


7

Es bueno y provechoso investigar acerca de los sabios y santos. Uno debería aprovechar lo que más le convenga con respecto a ellos, tomar algún punto o cualidad y usarla en uno mismo, así como cuando vemos un cesto de frutas, no necesariamente las engullimos todas, sino que cuidadosamente seleccionamos la que nos parece más apetitosa.


8

No sería muy productivo intentar emular en todo, o de manera absoluta a ningún hombre, por más de que lo admiremos o pensemos que él o ella es perfecto/a o está muy cerca de la perfección. La razón de esto es que si encauzamos nuestra fuerza en un esfuerzo que implique ser algo que no somos, abandonamos nuestra naturaleza, en cuya potencialidad ya está de por sí la perfección. Por ejemplo: si uno realmente admira al Buda, uno sabe que no tiene que ser un príncipe rico, un asceta, un monje, ni si quiera un iluminado, pero, podría intentar tener la misma fuerza de determinación o resolución que él tuvo cuando se sentó bajo el árbol Bodhi.


9

Imagínate que el mundo se halla en una gran guerra y todos deben poner su parte. El objetivo, por supuesto, es el mismo para todos: ganar. Mas, las misiones particulares difieren. La marina no hará el trabajo del ejército, y el servicio de inteligencia no puede hacer de fuerza aérea. No pienses en ser igual a Jesús o Buda, si los admiras, porque serás un tonto y no estarás siguiendo sus enseñanzas; pero sí debes intentar ser como ellos, aunque sea en pequeña medida. A fin de cuentas, ¿qué guerra se podrá ganar si todos fuesen generales solamente?


10

Es una actitud muy perezosa la de aceptar todo y conformarse con las cosas que nos ponen sobre la mesa. Un buen gourmet, no solamente saborea la comida con la vista, sino que su apetito está refinado al punto de conocer a profundidad todos los ingredientes que componen su comida; así también, un ávido buscador no solamente no se conforma con las enseñanzas de un sólo maestro, sino que, luego de cierto estudio, reconoce la calidad de todos ellos, haciendo incluso, una enseñanza o filosofía propia aplicable a las particularidades de su propio ser.


11

El fin máximo de la vida es la felicidad o la bienaventuranza, que ha recibido muchos nombres, como el Nirvana, el Reino de los Cielos, Moksha o Liberación, la Iluminación, la Salvación, la Meta, etc. Todos los seres, desde los más pequeños hasta los más gigantes, la buscan, lo sepan o no, afanosamente y sin tregua, sin jamás dar con ella y apagar su sed, como viajeros perpetuos perdidos en las arenas del tiempo. El sabio, iluminado o santo es aquel que ha encontrado el oceánico sosiego del cual ha apagado al fin la sed. Esta calma o bienaventuranza se halla inextricablemente fundida y derretida en cada célula de su cuerpo, como cualidad completamente asimilada. Nada ni nadie puede adueñarse de este bien o conseguirlo por más de que esté con un sabio así y le sea deferente, servicial o adulador, ¡ni aún siendo amenazante o terco se puede lograr nada! ¿Cómo puede un ladrón robar algo, por más valioso que sea, que le sea invisible a los ojos e incomprensible a la mente? En verdad, esta joya tan rara se halla escondida en el corazón de cada ser: es su verdadera naturaleza, lo que debiera ser, lo que tendría que ser. La iluminación simplemente consiste en ser lo que se es.


12

El corazón del ser humano es iluminado por naturaleza, mas su brillo se ofusca por diversos motivos, así como las nubes, los árboles o los hombres, pueden hacer sombra al gran sol, que, no obstante, alumbra por donde puede. La hormiguita que se halla en una pequeña sombra, al ver el cielo entero iluminado, no dirá, presuntuosa: “Vengan aquí, tibios rayos, que no me siento con ganas de ir hacia ustedes”, ¿o sí? Si bien nuestro estado natural es la bienaventuranza, esto no implica que no requiera cierto esfuerzo, que es wu wei o no-acción, el esfuerzo-sin-esfuerzo. Piensa en el Zen, la enseñanza que apunta directo al corazón, y apunta los devastadores cañones de tus reflexiones hacia allí. Indaga, investiga, inquiere en ti mismo y verás que el aire alrededor de la hormiguita se hará más agradable. Luego, al levantar su mirada, sorpresivamente hallará ella, que los rayos solares danzarán su lumínico baile por sobre sí.


13

Los santos, sabios o iluminados no lo son por haberse “esforzado” en serlo. Nadie se “recibe” de iluminado, porque no hay “universidad” que envista ese título. Es algo que nadie puede dar ni quitar, ni otorgar, ni recibir, y, hasta podría decirse que ni buscar… pero está ahí. Por eso, si has de invertir tus esfuerzos en esta dudosa empresa, sabe que no se te revelará lo que te corresponde sino hasta el final. El resultado no está en tus manos, como si fuese algo casi imposible de lograr, por lo que requiere de mucho trabajo. Porque si quisieses un auto, ¿no trabajarías y te esforzarías para conseguirlo? Ahorrarías y, contando tu dinero, te sería posible calcular cuándo lo conseguirías; para, finalmente, comprarlo. Pero, ¿qué acción sería posible para el que, en vez de querer un mero auto, quisiese, para sí, el Reino de los Cielos? Esta tarea es la más importante de tu vida, pero si te obsesionas con ella, la echarás a perder para siempre.


IV

Jesús no respondió a Pilato cuando le preguntó acerca de la verdad, o, al menos, si lo hizo, no se sirvió de palabras para hacerlo. “¿Qué es la verdad?” preguntó… y el silencio. Esto es un koan. Cuando le preguntaron a Maharshi: “¿Cuál es el propósito de la creación?” “Es hacer surgir esa pregunta” contestó. Esto también es un koan. Haciendo atribular las cenizas de los huesos de Gorgias podemos decir que la verdad no puede existir, y si existe, no puede ser entendida, y si existe y puede ser entendida, no puede ser comunicada. Esto realmente es así. No puedo negar que sé algo, pero ese algo no puedo explicarlo porque es inefable, ni siquiera entenderlo conceptualmente porque no es un conocimiento que deba ser entendido, y menos aun comunicado ni explicado; ni a los demás, ni a uno mismo… simplemente es, y, sé que es. No puede ser de otra manera.


V

No hay necesidad exterior ni saciedad interior, de hecho, no hay ni dentro ni fuera. Como las dos caras de las monedas que, aunque opuestas, se miraban mutuamente. Nunca llegará el día en que puedas decir: “¡Ah!, ahora sí que entiendo el propósito del universo. ¡Para esto fui creado!”, sino que, más bien, será algo así como: “¿Cómo pude ser tan tonto?”. Solamente los deseos-miedos y demás sombras proyectadas por el ego empañan la visión de la luz que es el entendimiento real. Como el hombre que cavaba buscando tierra… o las piernas que querían correr de sí mismas… o como los rayos solares que recorrían el sombrío universo, haciéndolo brillar por todos su recovecos, mientras decían: “¿Dónde está la luz, dónde está la luz? Buscamos y buscamos pero sólo vemos oscuridad”. El querer ser lo que no se es, el pretender lograr algo, o comprender, ganar, recibir… en suma: el buscar obtener es lo más absurdo que puede existir. En verdad no existe necesidad alguna, ¡pero no hagas una necesidad el comprenderlo! La felicidad es su propia causa, es decir, no puede tener causa alguna puesto que sería entonces condicionada, limitada, ilusoria, temporal, falsa. Como ya se ha dicho: “La felicidad consiste en dejar de buscar la felicidad”. Cuando nada hay que deba ser deseado, se logra todo, puesto que todo es en un devenir perfecto, en el cual nada jamás puede ser distinto de como pudiera ser, es decir, que todo es como debiera haber sido desde siempre.


14

(En el apócrifo de Nicodemo, se narra este diálogo: “¿Qué es la verdad” “La verdad viene del cielo” “¿No hay, pues, verdad sobre esta tierra?” “Mira cómo los que manifiestan la verdad sobre la tierra son juzgados por los que tienen poder sobre la tierra”.)


15

Los sabios realmente se deleitan en la sabiduría, que trasluce por todo su ser, así como la luz trasluce todos los colores espectrales cuando pasa por un diamante bien tallado y esculpido. Esta sabiduría no se puede comprar así como se compran los libros en la tienda, ¡ni si quiera se consigue leyendo miles de volúmenes de libros sagrados o enseñanzas de iluminados! Pocas veces, en verdad, una persona sabia sabe mucho. Más veces encontramos personas que saben miles de cosas y que citan los libros sagrados o las palabras de sabios, siendo ellas completamente necias o tercas, ¡e incluso violentas!


16

Nunca es vano repetir que la sabiduría consiste en conocerse a uno mismo, y todo lo que se haga que lleve este fin, sea leer libros, hacer prácticas espirituales, servicio o devoción, es lo correcto. Cuando uno entiende que cada cual obra de acuerdo a su necesidad o cualidades particulares, uno sabe que lo que para una persona es correcto, para otra podría muy bien no serlo, sin que necesariamente tenga que haber una contradicción. Por ejemplo: lo que para alguien sería asesinar, para otro sería ajusticiar, lo que para uno sería educar, para otro podría ser violentar, lo que para otro sería robar, para alguien sería tomar lo que le corresponde y así.


17

Así como cuando uno se mira en el espejo y ve sus rasgos faciales, y, se juzga y comprende tal cual es, sin mirar otras cosas en el espejo más que uno mismo, así también, en la vida cotidiana sería bueno mirar todas las cosas con el espejo del discernimiento, con toda naturalidad y paciencia. Sería muy impráctico, pero si todos llevasen un espejo frente a sí en todo momento, difícilmente serían violentos o malos. En verdad, tanto les molestaría su propio reflejo que, ¡difícilmente se atreverían a pronunciar mentira! Pero en el mundo ocurre justamente lo contrario, y es así porque nadie se observa ni juzga a sí mismo, nadie se mira en ese espejo, todos, más bien, prefieren juzgar y criticar a los demás.


18

Muchas veces se ve a las personas ser cautelosas, amables, violentas, tiernas, displicentes, deferentes, groseras, corteses, atacándose y pidiéndose disculpas en un baile que da más vueltas que un trompo que gira volviendo siempre al mismo lugar sin haber avanzado jamás. Pocas veces se ve a las personas ser persistentemente de una misma manera determinada: aun los perversos tienen sus momentos de bondad. Lo ideal sería ser siempre de una determinada manera, es decir, guiarse a través del mundo con la brújula de la sabiduría, que siempre apunta al norte de la verdad. Pero si nosotros mismos, u otras personas actuamos de manera cambiante e inconstante es importante mantener la serenidad y la comprensión, procurando insistentemente no volver a incurrir en círculos viciosos, como un buen caminante o explorador. Así como decía Gandhi, si es que uno mismo es imperfecto y necesita tanto la comprensión de los demás, ¿cómo nosotros hemos de ser intolerantes con alguien?


19

Escuchar es el primer y más importante paso en la sabiduría y en el camino, y es muy bueno escuchar a todos, porque, como se dice de los libros, no hay persona tan mala que no tenga al menos algo bueno en ella, y que lo pueda compartir. Escuchar a nuestros mayores o a los ancianos es particularmente beneficioso porque no solamente confiere, al ser otorgado, respeto, sino que nos previene de males futuros si prestamos la suficiente atención a las enseñanzas y experiencias impartidas. Los niños o necios, si se los observa atentamente, también enseñan infinidad de cosas, de hecho, no hay mal profesor para el buen aprendiz.


20

Muchas veces vemos personas que, en su esfuerzo por aprender e instruirse, terminan desechando la sabiduría en sí por la gramática o la verborrea. Si bien utilizamos las palabras como herramientas para enseñar y aprender, estas no tienen valor intrínseco, y bien sería no caer en confusión por tomarlas demasiado en serio, o darles un valor demasiado trascendente o absoluto, así como el buen ajedrecista entiende que es su mente la que batalla con figuras abstractas, y que las piezas solamente constituyen una representación práctica o mera materialización de su estrategia. Las palabras son objetos portadores de significados, es decir, que, la palabra sólo vale lo que significa, como vehículos que deberían llevarnos a ciertos lugares, pero, ¿de qué sirven estos vehículos si se anda en círculos, o, si ya se ha llegado a donde se quería ir? O, aun peor, ¿si no se quiere mover de donde se está? Muchos, al no conocer o al perderse en el rumbo, convierten a los vehículos en un fin en sí mismos, engatusados y abstraídos como un niño que se aterroriza con la muerte de uno de sus juguetes que él mismo ha sentenciado. ¡Sabio es el niño que juega contento e imperturbable, con o sin juguetes, el juego interminable de mantenerse a sí mismo divertido! Porque, aunque se tenga la capacidad de hablar por diez mil o un millón de años, jamás se llegará a la verdad solamente a través de estos juguetes.


21

Filósofos muy eminentes han perdido el rumbo del conocimiento por seguir las callejuelas gramaticales o retóricas, y en no pocas ocasiones uno puede encontrarse con alguien así, que, en vez de buscar la verdad, busca el significado de la palabra verdad, así como un viajero, no obstante el camino real, baja la cabeza prefiriendo seguir el rumbo que le dicta un mapa. Con las palabras debemos ser cual guerrero, que al serle lanzado múltiples objetos amenazantes, los va cortando a la mitad con la espada del discernimiento, sin ser afectado o dañado en lo más mínimo por ellos. Cada palabra que nos lanzan debe ser diseccionada y analizada en referencia al mensaje que quiere transmitir de acuerdo al contexto, para así poder desentrañar su verdadero significado, así como uno va pelando cuidadosamente una fruta para saborear la dulzura escondida tras la amarga cáscara.


22

Por eso es importante recordar que el camino de la sabiduría es muy distinto a la mera persecución del conocimiento. No hay persona que, por más brillante sea, le falte todavía mucho que aprender, y quien sabe sus limitaciones, naturalmente nada desdeña, y el docto o ignorante le son tan iguales entre sí como él mismo a los dos. Este es el espíritu que llevó a Sócrates a interrogar a todos los hombres de conocimiento de su tiempo sólo para comprobar que realmente no sabían nada, y lo que le impulsó a pronunciar su famosísima frase: “Solo sé que no sé nada”. Porque lo único valedero, o el único conocimiento real es el conocimiento de Dios, lo demás, por sí solo, es difuso, ilusorio, irreal y hasta peligroso. Los árabes también sabían esto, por lo cual decían que: “Todo hombre culto es un teólogo”.


23

El conocimiento de Dios, no obstante, no es una exclusividad de los clérigos, filósofos, teólogos o gramáticos. De hecho, muchas veces sucede que estas son las personas que más lejos están de conocerlo. ¿Puede alguien disfrutar de Bach si no ha estudiado el contrapunto, o de Shakespeare sin saber pronunciar su nombre? O, por ejemplo, ¿entender a Jesús sin conocer arameo antiguo, griego, latín? ¡Todo esto es ciertamente muy necio y ridículo! ¡Cómo nos inflamos la cabeza de sandeces que no sirven para nada, así como se van llenando prontamente los basurales, contaminando y dejando pestilencias por doquier! Como dijo el gran poeta Khayyam, ciertamente que los “eruditos” solamente han de servir para dar uvas maduras… como inmundos cadáveres, ¡pequeñas florecillas en un vasto mar de desperdicios, he ahí al hombre iluminado, surgiendo de la suciedad circundante como el intachable loto, indemne e intacto por la mugre que lo hizo incólume!


24

Nadie que no le entienda a Jesús en su propio idioma puede esperar entenderlo en otro, ¡aun si se aprende todos lo idiomas del mundo! El camino del conocimiento de las ciencias y las artes puede ser muy largo, y la vida demasiado breve para poder abarcarlo, como se dice, por eso, de por sí ya requiere mucha inteligencia abandonar, el aparente conocimiento por la verdadera sabiduría, así como se abandona el deseo de conocer el idioma en que hablaba Jesús, por la sabiduría de entender lo que realmente decía. Además, los conocimientos científicos y las artes o la estética son disciplinas demasiado imperfectas y en constante cambio o evolución, debido a su naturaleza impermanente; mejor sería aprender algo que realmente valga la pena y cuya naturaleza sea menos mudable o permutable, como es el conocimiento de Dios, o de uno mismo, que para el caso son lo mismo. Para quien ha decidido seguir esta senda, ciertamente que los doctos y filósofos le parecen chiquillos tontos, que pelean por juguetes sin valor sin llegar nunca a estar en paz.


25

Aprende a discernir bien la inteligencia de las personas, si es que te interesa el tema. Recuerda que uno que tenga mucho conocimiento de diversas cuestiones no necesariamente es más inteligente que uno que sabe poco. Una esponja de fea calidad pero cargada de agua no es mejor que una esponja de buena calidad que esté a medio llenar; como dirían los hindúes: “En hombres obtusos, los pececillos de los pensamientos causan bastante conmoción, mas en las mentes oceánicas, las ballenas de la inspiración apenas se agitan”. Además, el aprender no es el relleno de un recipiente, como lo puso Sócrates, sino el avivamiento de una llama.


26

Los intelectuales hablan de reformar el mundo, pero cuando se acaba la conferencia, llegan a sus casas, y, en la comodidad de sus casas, prenden sus pipas y leen. ¿De qué sirve inventar diez mil teorías, planes y políticas de alimentación, vivienda, salud, si con el propio estilo de vida se abusa de la comida, del lujo y de las enfermedades? Poco es el beneficio que reporta un “intelectual” gordo, que despilfarra y lleno de podredumbre. El ignorante nada dice, pero puede lo mismo que cualquier otra persona, o incluso más que algún otro que se pasa hablando de hacer algo del mundo, mas nada hace. No hay duda de que estas “conferencias” o “debates” son útiles en algún sentido, ¡pero cuánto más útiles serían las personas que participan en ellos si dedicasen al menos la mitad del tiempo que dedican a esto a ayudar efectivamente a sus prójimos! Al fin de cuentas, los castillos en el aire deberían tener algún acceso desde la tierra…


27

Deja la vanagloria y el falso orgullo que confieren los libros, títulos y nimiedades de ese tipo, que, así como tú puedes aplastar muchos insectos sin aviso previo, si el caprichoso destino te pisotea, te harás añicos más pronto de lo que tardas en dar vuelta de página. ¿Y, dónde irán tus títulos, libros y demás porquerías? No contigo ciertamente, sino que quedarán para que otros lo aprovechen o estropeen. Pero si fueses simple, te beneficiarías más que con biblioteca, porque estarás tranquilo, y no te pesará el tener que cuidar de libros, sino de ti mismo, de tu perfeccionamiento… y con eso tendrás más trabajo que con catalogar miles de volúmenes.


28

En verdad que, incluso de los grandes santos y maestros se puede aprender una y mil cosas, buenas y útiles, pero aun mejor sería aprender menos cosas de uno mismo y ponerlas en práctica, porque esto vale mucho más. ¡Arduo es el esfuerzo que no rinde frutos! Pero es cosa muy común esforzarse en aprender lindas máximas y guardarlas bajo la almohada. ¡Que superior es el analfabeto que intenta seguir a Jesús del teólogo que persiste en el error a pesar de haber memorizado pasajes enteros! Por eso tanto más vale lo que uno ha aprendido de sí mismo, porque, ¿de qué nos serviría encontrar oro en finca ajena?


29

Por eso es fundamental entender a cabalidad y profundamente, aquella frase acuñada por Sócrates. ¿Qué es lo que nos es dado a conocer? Supongamos que tengamos una manzana. Ahora, si la vamos cortando en pedacitos hemos de ver que se divide en partículas, moléculas, átomos, partículas subatómicas, etc. Pero, ¿es realmente posible “ver” una partícula subatómica? Técnicamente, no. La luz, que es una frecuencia vibratoria específica de las ondas electromagnéticas, no alcanza a “atrapar” en su trayecto a un electrón, por ejemplo, a no ser que se manifieste como partícula, gracias a la “dualidad onda-partícula”, como cuantos de luz (esto se conoce como “El efecto fotoeléctrico”). Esta es la razón y el principio del uso de los microscopios electrónicos, que, basándose en esta dualidad onda-partícula, se hace posible “enfocar” un haz de electrones para “alumbrar” otras partículas menos “pequeñas”. Pero en verdad, ¡nuestra mente no está acondicionada para entender el mundo subatómico tan fácilmente! Según el Principio de Incertidumbre de Heisenberg de la Teoría Cuántica, es imposible saber la velocidad y la posición de una partícula subatómica al mismo tiempo, ya que al intentar “medir” cierta partícula o grupo de partículas, estas se “esparcen” por doquier como bolas de billar imposibilitando el proceso. Lo que nos lleva a otra noción llamada la Interpretación de Copenhague, que dice que todo estado cuántico antes de la “medición” es indefinido. En verdad, si nos atenemos estrictamente a los postulados y nociones de esta teoría, en vez de encontrar partículas subatómicas detrás de la manzana, ¡solo hemos de hallar posibilidades de existencias, probabilidades o tendencias semi-concretas que oscilan entre un vacío aparente y una materialidad intangible expresadas en abstractas formulas matemáticas! En otras palabras, al llegar a cierto punto, hemos de ver que nuestra manzana se diluye en un océano de consubstancialidad inesctrutable e ininteligible. Ahora, tiremos lejos de nosotros esta supuesta manzana que parece ser solamente un estado probable-medio-indefinido-pero-posible lejos de nosotros e intentemos otra cosa. Tomemos, por ejemplo, una galaxia. Se ha descubierto, por medio del Desplazamiento al Rojo, que cada galaxia se aleja de las demás a una velocidad creciente constante, siempre por debajo de la velocidad de la luz, y que, por la relatividad, estando “parado” en cualquiera de ellas, se verá que son las demás las que se alejan de la propia; cuando lo que en verdad pasa, es que todas se alejan entre sí. Para entender más fácilmente esto imaginemos lo siguiente: tomemos un globo desinflado y dibujemos puntitos por toda su superficie; a medida que vayamos inflándolo, veremos como todos los puntitos se alejan entre sí y del centro a la misma velocidad. Al percatarse de esto es fácil suponer, matemáticamente, que si el universo está en “crecimiento” o expansión, tuvo que haber un momento en que todas las galaxias, que se alejan entre sí, estuviesen, primero, menos alejadas y cada vez más juntas, y en un espacio menos extenso hasta encontrarse todas en un sólo lugar. Este lugar se llama Singularidad, y su potencialidad equivale a toda la energía del universo (que se suele tomar por infinita, pero, más acertadamente sería “indefinida”), por eso, se cree que una fuerza muy grande, como una explosión, por ejemplo, fue la que hizo esparcir las galaxias por todo el espacio. Ahora, todo esto es muy razonable, pero, deja todavía demasiadas preguntas sin respuesta, como, ¿qué había antes de esta singularidad? ¿Cómo explicar las causas que originaron esta Gran Explosión, es decir, cómo estos elementos se desestabilizaron en cierto momento y no en otro, y por qué? ¿Cómo llegó a formarse esta singularidad y qué había antes que ella? ¡Preguntas que hasta a un niño se le ocurriría pero que ni el mejor de los científicos es todavía capaz de responder satisfactoriamente! Pero digamos que el pasado es imposible medir y que la ciencia no puede acceder a ello por hallarse intrínsecamente inaccesible. ¡De igual manera quedan miles de interrogantes! Como, por ejemplo, ¿qué hay más allá de las galaxias o conformaciones celestes que alcanzamos a ver? ¡No es posible saberlo! Porque solamente podemos “ver” lo que la luz nos permite hacerlo, es decir que, solamente podemos tener por existentes los cuerpos cuya luz, u ondas electromagnéticas, llegan hasta la tierra. ¡Nos hallamos inmersos en un cuarto casi completamente oscuro sin saber todo lo que contiene! ¡Nadie sabe realmente el tamaño del universo, ni si es finito o infinito! Parecería ser que el universo en sí es intrínsecamente incomprensible e inaccesible para la ciencia, puesto que en miles de años no hemos sido capaces de resolver estos enigmas aparentemente tan simples. Y aunque los resolvamos todos, ¿no sentiríamos con Wittgenstein, que los problemas de la vida no habrán sido tocados en absoluto? Hete ahí que miramos hacia abajo y todo se disuelve en una conglomeración de estados cuánticos indefinidos-semi-vacíos… miramos hacia arriba y todo es tan grande que no podemos saber si hay o no algo más allá del universo, ni siquiera hasta dónde se extiende. Es así como, un hombre, luego de mucho estudio, señala hacia abajo o arriba y se percata de que no puede saber lo que hay, ni siquiera si hay. Realmente Pascal estaba en lo cierto cuando monologaba: “¿Qué es el hombre en la naturaleza? Una nada frente al infinito, un todo frente a la nada, un medio entre nada y todo, infinitamente alejado de la comprensión de los extremos… igualmente incapaz de ver la nada de donde ha sido sacado y el infinito donde es absorbido”. ¡Cuán sabias suenan ahora las palabras de Sócrates! Ciertamente que el conocimiento se va incrementando hasta llegar a lo infinito-indefinido de las “puntas” de la creación, que nos es vedada debido a la naturaleza misma del universo. Es decir, ¡un cúmulo de naderías no tan útiles! Pero, esto no necesariamente tiene que ser así. Hete ahí que el Gran Griego, y otros muchos antes y después de él, han descubierto que las llaves del conocimiento universal están en uno mismo, y saber eso, es, verdaderamente, conocimiento.


30

No importa cuán oculto, difícil, oscuro o complejo sea un nuevo conocimiento, no importa cuánto avance la ciencia ni cuánto control se tenga sobre el campo: siempre hemos de rascarnos la cabeza al descubrir que el Creador fue más “listo” que nosotros. El control de las estrellas, de los átomos, del cuerpo y cualquier avance, por más innovador y maravilloso que fuere, no es sino Aquiles persiguiendo a la tortuga: jamás logrará llegar a la meta. Es cierto, la ciencia trae consigo aplicaciones prácticas que sufragan necesidades, pero, aun al hacerlo, crea unas cuántas más, que antes no existían. La informática, por ejemplo, ha allanado el camino a todas las otras ciencias, empujándolas hacia regiones inimaginables, pero, siendo una ciencia en sí misma, ¡no carece de sus propias complicaciones! Por eso es incorrecto e irracional afirmar, y aun con mayor razón en la ciencia, que este u otro descubrimiento es bueno o malo, ya que, desde el principio, los que habitaban las cavernas podían usar las piedras para construir o para arrojársela a sus semejantes. Y aun, los científicos del futuro, se maravillarán y entretendrán al descubrir más leyes, principios, reglas y mecanismos en el universo sin poder agotarlo nunca. Por eso, el día en que la comunidad científica diga: “Bien, muchachos, esto es. Este es el último descubrimiento que hemos de hacer. Ya nada hay en el universo que nos sea desconocido ni que esté oculto a nosotros. Lo sabemos todo” no vendrá jamás.


31

Supón que existe un niño que tiene plastilina en las manos, y, que con los dedos, va armando y destruyendo varias figurillas con los dedos. Este niño terco, malcriado e incontrolable es tu mente, la plastilina tan maleable es el espacio-tiempo y sus habilidosos dedos son la luz. Es cierto, has vislumbrado la causalidad desnuda en un infinito instante y resultó ser una estupidez, pero, ¡ay!, ¡la torpe araña cayó de nuevo atrapada en sus propias redes!


32

Quizás la única frase que justifique la creación de la filosofía la haya acuñado Sócrates, que decía que sólo sabía que no sabía nada. Pero esto es una paradoja lógica, porque, si se sabe que no se sabe nada, ¿cómo no saber nada?, y, si no se sabe nada, ¿cómo saber que no se sabe nada? Indudablemente él sabía esto, razón por la cual lo hace mucho más divertido. Además, ¿no debería decirse “sólo sé que sé nada”? Porque, ¿no hacen dos negaciones una afirmación? Que los gramáticos se distraigan con ello.


33

(Otra frase que podría valer la pena, que no necesariamente es de “la filosofía”, se le atribuye al gran Solón, que supuestamente la hizo grabar en el frontispicio del Templo de Apolo: “Meden agan”, o sea: “Sin excesos”.)


VI

¡Todo esto es realmente absurdo! Razón por la cual realmente es inteligible. Nada hay que deba ser buscado porque nunca nada se perdió. No hay ganancia ni pérdida, sino simplemente aceptación y paz. No importa cuán desarrollada esté la conciencia o la mente, si se es capaz de conversar con Krishna o con Jesús, o si se puede obrar milagros: lo esencial está ahí, siempre estuvo y será siempre así. Como el que, queriendo entender una película, y descontento de su ignorancia, se compraba televisores cada vez más grandes para verla mejor… pero seguía sin entender. Niégalo todo, hasta la negación… y quizá haya algo que llegues a afirmar… ¡aunque sea el hecho de que nada hay que puedas afirmar! Cuando entiendas que nada hay que deba ser visto, verás todo. Eres como el títere que decía a su titiritero: “No me controlas, no eres nada para mí”. ¿Lo entiendes? Cada uno construye la propia cárcel de la que luego intentará salir. El misterio atroz, maravilloso, es que nada hay que preguntar, sin embargo la pregunta surge; es decir, que no puede haber ningún misterio oculto, pero esto mismo es misterioso… y quizá la verdad esté oculta… y, realmente termina huyendo del que la busca, como el niño que jugaba a las escondidas consigo mismo, o el que no entendía lo que es el silencio a pesar de haber escuchado mil definiciones… o el que, queriendo saber lo que era el sol, lo miraba insatisfecho, pensando que tendría que haber “algo oculto” y que finalmente quedó ciego de tanto mirar.


VII

Ni sueños ni esperanzas

Ni miedos ni deseos

Ni pasiones ni lástima

Ni orgullo ni envidia

Ni sufrimiento ni hastío

Ni desidia ni fama

Ni honores ni chisme

Ni ansiedad ni saciedad

Ni dogmas ni credos

Ni vida ni muerte

Ni el infinito ni el vacío

Ni Dios ni la Nada


No hay gran puerta

No hay que cruzar nada

No hay nobles senderos

No hay nada que hacer

Nadie a quien salvar

Nadie a quien seguir

Nadie a quien esperar

No hay nada

No hay nada

No hay nada


34

Muchas veces uno puede comprobar que las personas no quieren escuchar la verdad, y que prefieren ser engañadas, aún cuando pidan que se les diga lo correcto o nuestra opinión sobre algún tema. Esto se debe al terrible deseo de muchos de doblegar a otros no sólo en fuerza, riqueza y demás, sino hasta en pensamiento. Prudente es aquel, cuyas palabras son siempre amables; pero, ni hasta ellos están a salvo de la violencia azarosa de gente inescrupulosa. Probablemente, en la mayoría de los casos, es correcto hacer eso que no va en contra de nuestra verdadera naturaleza, por más de que a veces cueste e incluso sea doloroso.


35

Dios habla, o mejor dicho: grita, a través de la simpleza. Veo en los perros, aves, plantas, en el agua, cielo… una armonía natural que trasunta una sutil pero perceptible alegría, que se adhiere naturalmente a mí, cuando empatizo con ellos. Mas, cuando veo a los seres humanos, se me seca la garganta, se anuda mi estómago, se mojan mis ojos por la tremenda ofuscación y zozobra por las que son poderosamente sujetos. Caras mustias, angustiadas, desahuciadas… tiene que haber algo intrínsecamente errado en la manera de actuar de ese animal ajeno a la euritmia general de la creación. ¿Por qué, oh ser humano, has creado tantas complicaciones? ¿Por qué eres incapaz de ser feliz? Lo más fácil y difícil de hacer… ¡La aparente simplicidad de la simplicidad no es tal! Es lo que gente como Sen no Rikyu u Horacio, intentaban mostrar, al hacer que el “arte debe disimular ser arte”. ¡Imagínate entonces esta obra maestra que es el universo: impecable, de inacabables misterios cuyas leyes operan con infinitesimal exactitud y aun así: sencillo, desnudo! Sin duda, el que creó todo esto, tuvo que haber conocido bien el oficio: haber hecho bastante como para maravillar a los creyentes, y lo suficiente como para que duden los escépticos. Así también suele ser el sabio: alegre, jovial, sosegado y servicial (casi un tonto, un ingenuo); aunque, por dentro esté librando batallas estruendosas consigo mismo, con su naturaleza egótica.


36

Recibe, entonces, al nuevo día como los suaves pétalos reciben el rocío cada mañana. Y estate fresco y vigoroso, para poder seguir arando en el predio que hayas elegido. Si bien no controlas completamente tus energías, procura solícitamente tenerlas prestas desde el momento en que abres los ojos, no sea que te sorprenda lo inesperado. Extingue el fuego soporífero de la modorra con el agua fría del dinamismo y golpéate a mano abierta si tu perezoso cuerpo no responde. Como de la muerte huye de la cama y sal afuera a disfrutar del aire fresco, la claridad brillante, el verdor aromático y de los tintes trazados en el cielo. ¡Difícilmente verás las mismas nubes en dos amaneceres! Piensa así, en tu vida, que ha de variar también como las nubes, no hallando jamás dos días iguales; y de que Dios ya lo ha planeado todo sin que debas preocuparte.


37

Considera cada día como un tesoro y a la noche como un premio. Saluda a las personas como si nunca las viste y despídelas como si fuesen a morir luego. Esfuérzate en tener a todos en igual estima, si eres incapaz de amarles, y subyuga fuertemente tus propensiones. Si aún deseas criticar a los demás, no salga de tu boca palabra de censura que no te la hayas aplicado a ti mismo. Con el tiempo verás que son tantas tus imperfecciones y que necesitas tanta atención y esfuerzo para subsanarlas, que no hay forma ni momento para estar fijándose en las faltas de los demás.


38

No examines a los otros buscando deficiencias ni los juzgues. ¿Qué esperas encontrar, un ser humano perfecto? ¿O serás como esos necios que se ponen a rebuscar defectos en las películas y se enorgullecen de notar detalles perdidos? ¡Bravo, necio, has tirado dos horas de tu vida por dos segundos de equivocación del director! Mejor relájate y disfruta del libro sin querer ponerle acentos ni puntos. Debes decir: “Yo, que tengo muchísimos, cuantiosos, inconmensurables defectos e imperfecciones, que ni tiempo tengo para enumerarlos ni examinarlos todos, ¿cómo hallar ocasión para pensar o hablar acerca de las imperfecciones de los demás?” ¿No sabes que, si pretendes limpiar con tus manos a alguien totalmente embarrado, acabarás ensuciándote tú también? Mejor espera que el barro se seque, que ya saldrá por sí sólo. ¿O irás tú, con tu barro fresco, a pretender quitarle el barro seco a otro? No te cargues con la porquería de los demás, ni con sus chismes, ni con sus cuentos ociosos. Cuando alguien se te haga el pícaro sólo sonríe, no le contestes, no lo tomes a pecho: piensa que la necedad con el necio se queda, por más que sea lo único que algunos desean compartir. Verás que el necio se dará cuenta de su necedad si le dejas con su sandez en la boca. Tampoco menees la cabeza en desaprobación, ni eches miradas, porque tú también eres imperfecto y no estás exento de bochorno. No te des a las risotadas, como lo hacen los borrachos, porque te tendrán por payaso y te irrespetarán, y, llegado el día, tú serás el motivo de risa; mejor es ser compasivo y comprender, ganarse el afecto de alguien, y no su desprecio.


39

A medida que progresamos en el camino de la virtud, hemos de comprobar que hacer lo correcto se va haciendo cada vez más fácil y cuesta menos trabajo, razón por la cual más y mayores pruebas se han de presentar que demanden aun más vehementemente nuestra capacidad, así como se estira más y más una goma, y cada vez que se estira cuesta más fuerza, no obstante crece sin romperse. Ten en mente que nada más vale en el mundo que hacer lo justo y lo correcto, y que vale más equivocarse siendo bueno que lograr objetivos con el engaño. Recuerda a Sócrates, que, presta ya la sentencia mortal a ser aplicada, decía que es mejor padecer la injusticia antes que cometerla, y que a un hombre bueno nada malo le pasará, ni en la vida, ni después de la muerte.


40

Tampoco te envanezcas ni te creas mejor que nadie porque estás en “el camino”. Porque hay hermanos que, sin saberlo, han recorrido mucho más que tú, que te dices a ti mismo caminante. Incluso entre esos que llamamos animales salvajes, hay más buenos y mejores que entre muchos otros que llamamos hombres. Recuerda, asimismo, que los chinos dicen que: “Jamás se desvía uno tan lejos como cuando cree conocer el camino”, y, también Mt. 11:25 y demás, para que aprendas a no tomarte por sabio o maestro jamás. Considera que debes hablar poco de estos temas, ya que, si utilizas desmedido tiempo en tal actividad, pierdes la oportunidad de hacer el bien. La moral, la ética, la amabilidad, la educación, son generalmente bien acogidos entre todos como tema de conversación, pero muy raramente como estilo de vida. ¿Quieres hacer conocer al mundo la infalibilidad del amor? Practícalo. El común fácilmente se impresiona con un par de palabritas rimbombantes, pero hasta el cínico se calla si es testigo de una buena acción. No busques que te escuchen, y huye de la atención siempre, pero nunca, jamás, pospongas ocasión alguna para hacer el bien. Porque si te distraes pensando en el Nirvana, puede que pierdas la oportunidad de entrar en él.


41

Deja en paz a los que se dicen maestros o sabios. Tú tan sólo di que eres tonto. Porque los primeros podrán o no equivocarse si se dicen sabios, pero jamás lo harás tú si te dices tonto. Porque si en verdad eres tonto lo afirmas, y si no lo eres, al decir que lo eres, ¿no obras como el que lo es?


42

Rabí Elimelej se imaginó a sí mismo siendo juzgado por el Tribunal Celestial: “¿Rezaste como tenías que rezar?” “No” “Aprendiste como tenías que aprender?” “No” “Hiciste el bien como era tu deber” “No”. ¿Y luego qué? ¡Pues se imaginó siendo absuelto por su honestidad! Realmente se debe ser como los niños, y admitir mansamente la verdad, aun en nuestra contra, como lo diría Muhammad. Piensa en los chiquillos, cuando cometen alguna falta, ¿te sobrevendrá la ira, acaso, si es que ves que admiten su errores tan valientemente y con esa resignación humilde, como si lo dejasen todo a tu poder y decisión? ¡Más de una vez los habrás “absuelto” tú también al ver este comportamiento. Entonces, sé como ellos, ya que difícilmente encuentres juez tan severo que no te perdone falta si lo admites de esa manera... ¡a no ser que tú seas mucho más severo al juzgar!


43

Este es el verdadero crecimiento exponencial de las cualidades sapienciales. Por ejemplo, si alguien se interesa por el conocimiento, podrá comprobar que mientras más aprende, se da cuenta de que aún queda mucho más por ser aprendido y así hasta el infinito, con el añadido de que siempre habrá alguien más inteligente, sabio, fuerte, rico, o lo que sea, que aún sigue esforzándose. Si uno decide trabajar en su amor, mucho más fácilmente verá que este amor, al salir de las microscópicas y ordinarias fronteras del ego, va creciendo en inmensidad e intensidad abarcando primero a los prójimos, la humanidad, los seres vivos, los objetos inanimados, las galaxias y finalmente la creación entera en toda su enormidad, desde la más tímida célula hasta los vastos reinos cósmicos refulgentes. Este aumento cualitativo y cuantitativo puede ser tan descomunalmente colosal que daría cierta apariencia de infinitud, es decir que, a medida que la cantidad de cierta cualidad aumenta cada vez más y más, pareciera querer ser infinita, pero hete ahí que solamente Dios es infinito, y que ninguna magnitud macro o microscópica aparentemente infinitesimal logra siquiera percibir esa Magnitud Absoluta que es insondable o Infinito-Más-Allá-Del-Infinito.


44

El hecho de que escuchemos que Dios sea más pequeño que los átomos o más grande que los universos significa que él es la Cualidad Suprema, el más grande de los Virtuosos, y en ciertos casos también, el más Perverso entre los malvados, ya que en comparación con su ira, el criminal más peligroso no es más que un bebé inocente e indefenso. Esto significa que somos un pequeño punto, una pausa, una pequeña mota de cuyas direcciones, arriba, abajo, adelante, atrás, derecha, izquierda, pasado, futuro, divergen infinitudes infinitas e inconmensurables, tras las cuales se esconde el Inefable.


45

Al reflexionar así y de otras maneras que sean correctas, inevitablemente se llega a la humildad. Cualidad nobilísima y siempre presente en los sabios, esta joya es de un valor tan inestimable, que muchos necios ríen despreciándola. Es muy difícil que un sabio hable de esta preciosa piedra porque su brillo reluce mejor sus rayos directamente con la práctica y el ejemplo. Es decir, que si uno desea ser humilde, en vez de hablar, escuchar o leer acerca de humildad, debería directamente intentar ser humilde o imitar a un hombre que lo es.


46

Por sobre quienes constantemente llueven las aguas frescas de la humildad, crecen naturalmente las distintas flores de la virtud; mas, en los que potentemente brilla el sol del orgullo, son áridos y secos, albergando en sí interminables kilómetros de esterilidad, por donde se pasean la serpiente de la avidez, los alacranes del odio y los interminables espejismos del sufrimiento. La humildad es la hija consentida, la más querida entre las virtudes, la que se convierte en la más hermosa mujer, y luego, la madre más afectuosa, devota y fiel. La humildad, como la madre de una familia respetada, es la que más resalta en el aromático jardín de las flores de virtud del sabio.


47

No caigas en la necedad de creerte más de lo que eres, porque, hasta el más despreciable de los hombres podría burlarse de ti. ¿No sería mejor, en vez de alabarse, humillarse, para poner en evidencia el hecho de que nadie puede ser más grande que Dios? ¡Qué ternura desgarradora inspira Santa Teresita en sus escritos! Ya apenas uno puede contenerse para amarle sin siquiera conocerle. “Tengo que seguir siendo pequeña, empequeñecerme más y más” dice la joven santa; ahora, ¿quién podría ofrecer objeción alguna a semejantes palabras? Si el microcosmos se presenta igualmente inconmensurable que el macrocosmos, ¿no daría igual saberse el más pequeño de todos, en vez de el más grande? Deja a Dios la tarea del héroe, tú eres solamente su hijo, su niño, su bebé. Si pretendieses ser fuerte, tendrás que solucionar tus problemas con tu propia capacidad, pero si dejas que se ocupe tu Padre, ¿no tendrás un apoyo infinitamente mayor? Mira, simplemente estate atento y con fe, que, el curso de las galaxias y tus problemillas son sabiamente administrados por la misma Persona.


48

Realmente nadie puede enseñarte a ser bueno, sabio o humilde. Porque es imposible que cambien tu naturaleza interior desde afuera: debes hacerlo tú, desde adentro. Ya que la mona vestida de seda mona se queda. Por eso resultaría absurdo que vivas lamentándote por no ser como fulano o mengano, ya que ellos son ellos, y tú eres tú, y ellos no podrían ser tú ni tú ellos. Simplemente debes ser como eres, con virtudes y defectos. El problema surge cuando quieres ser como otro o que alguien sea como tú. También es tonto ir en contra de tu verdadera naturaleza. Si eres docto, sólo te cargarás de ansiedad arrojando tus libros. Si eres tonto, acéptalo, y sé feliz. Como diría Chuang Tsé: “Todo lo que el pez necesita es perderse en el agua. Todo lo que el hombre necesita es perderse en el Tao”. Sumérgete en ti mismo y piérdete en tu naturaleza real. No podrás ser feliz de otra manera.


Los moralistas son todos aquellos que solícitamente practican las diversas virtudes y excelencias del género humano, que son múltiples y muy bellas como las fragantes flores. No es tragedia verlos abusados, encarcelados, violentados y ultrajados, porque lo que el mundo generalmente tiene en estima, vale muy poco para los santos. Por ejemplo, si un niño es humillado o avergonzado por sus compañeritos, ¿acaso será menos amado por su madre? ¡Tanto más y mejor procurará ella en hacerle saber al pequeñuelo su verdadera valía! Así también, Dios entrega su amor y gracia a sus hijos dilectos, aún cuando sus compañeritos lo deprecien, menoscaben y ultrajen.


49

El significado de ser el “elegido” o el “pueblo elegido” de Dios, entendido en su verdadero sentido, no encierra ningún significado elitista o etnocéntrico. Que se diga que Dios tiene “elegidos” o “dilectos” significa simplemente que esa o esas personas deciden servirle. Y servir a Dios es siempre servir a los demás. Además, es también, simplemente una convención o conveniencia el hecho de que nosotros llamemos a Dios “Padre”, ya que la relación de cada uno con Dios puede ser la de Madre, Maestro, Amigo, Amante, Hijo, etc. El talante y la devoción determinan esto, y el conocimiento de que Dios mora en todo y todos.


50

Una vez, el Buda estaba en un bosque con sus discípulos, y, como era otoño, habían miles y miles de hojas por todos lados, en los árboles, en el suelo, sobre las rocas, danzando en el viento, etc. Entonces, el Perfecto, tomó un puñado de las miles de hojas en su mano, y dijo: “En verdad, en verdad que el Buda sabe tantas cosas como hojas hay en este bosque, pero, lo que os ha mostrado, ¡oh monjes!, no supera lo que sostengo ahora en mis manos”. El conocimiento es inconmensurable, e infinito para el hombre de Dios, pero es bien poco lo necesario para salvarse, así como no hace falta ser multimillonario para tener una buena vida. Muchos hombres píos se entristecen y consternan al encontrar personas que saben más que ellos, ¡pero difícilmente han de mortificarse o reprocharse el hecho de que Dios tenga ciencia, conocimientos y sabiduría infinitas! Dejar la idea de las hojas o el bosque y depositar la confianza en la meta se llama devoción. La Meta es Dios. Depositar la confianza significa discernir el camino correcto y luego seguirlo. Por ejemplo, hay estudiosos que se pasan gran parte de su vida analizando, indagando, profundizando las escrituras, para, en su vejez decir: “Luego de años y años de estudio he llegado a la conclusión de que este camino es correcto y debe ser seguido”. ¡Muy absurdo ciertamente! Pero tampoco resulta un espectáculo muy agradable ver a una persona rezar, hacer genuflexiones, sacrificios, y rituales mil, para descubrir que no sabe ni el porqué de todas esas cosas, y que de hecho no entiende nada ni comprende ninguna enseñanza. Es decir, que cuando uno se aboca al estudio de las enseñanzas de Jesús, Krishna, Buda, o quien sea, deberá ser lo suficientemente inteligente, como para entender que todos ellos han trazado un camino verdadero, unas enseñanzas reales, innegables e indiscutibles, y que debería poner su voluntad y fe en el camino y la salvación. Porque, ¿de qué le serviría a un viajero memorizar todos lo mapas del mundo si ni siquiera pretende dar un sólo paso?


51

(No olvides esa importante lección, porque tu necedad te ha costado mucho tiempo. ¿No has tenido que leer a Buda, Krishna, Rama, Lao Tsé, Chuang Tse, Lie Tsé, Confucio, los Patriarcas y Profetas, Muhammad, los Derviches, Zoroastro, Mahavira, Vyasa, los Shastras, Shankara, Jelal-d-din Rumi, Baal Shem Tov, Khayyam, Basho, Ikkyu, Ryokan, Yogananda, Ramakrishna, los Babas, San Francisco de Asís, Don Bosco, Krishnamurti, Sócrates, Parménides, Gorgias, Diógenes, Platón, Jenofonte, Aristóteles, Epicteto, Marco Aurelio, Patanjali, Bodhidharma, Ramana Maharshi, Epicteto, Montaigne, Pascal, Pitágoras, Hesse, etc, etc, etc; sólo para hallar en Jesús, relleno suficiente para tu deficiente recipiente? Esta mente tuya podrá seguir infinitamente (y querrá hacerlo, como diría San Agustín), dadas las circunstancias, pero, ¿con qué fin? ¿No es el agua igual aquí, en China, Holanda y Canadá? ¿Para qué rodear el globo si por todos sus lados amanece exacto?)


VIII

¡Qué tonto resulta ser todo

estudio cuando se encontró la semilla

de la omnisciencia!


La mujer llorando con

El cadáver de su hijito en brazos

¡Claro que el Perfecto pudo haberlo resucitado!


El Hijo del Hombre colgando

Del alto madero

¡Podía haber destruido todo de un pestañeo!


Y Krishna encontrando la excusa

Para no ostentar su inmortalidad ante los hombres

En el dedo gordo de su pie


Los tontos peleando por las migajas de siempre

Los doctos discutiendo sobre todo

Y los pajarillos con su dulce melodía


No pueden sino cumplir

Con el deber que les fue

Prescripto


52

Fe es cuando la creencia en algo se torna rígida e inamovible. Alguien tiene mucha fe, si es que su voluntad es adamantina, y frente a ella la dureza de la roca parece tan blanda como un pastelito. Fe significa no dudar jamás, no hesitar ante nada. Significa que luego de haber discernido que si Jesús, Buda o Krishna o quien fuere, realmente estaban en lo correcto, ya no hay que preocuparse de fallar si seguimos sus enseñanzas. Fe es saber que la salvación esta asegurada si seguimos el camino que nuestro discernimiento ha aprobado.


53

La “fe”, cuando es sin amor, puede ser causa de fanatismos y atrocidades muy crueles. Esto es así porque la voluntad humana es una de las fuerzas más poderosas del universo. Los extremistas o fanáticos, fácilmente revelan la depravación de su fe porque la depositan en bagatelas, tonterías burdas y mundanas, y, porque, intentan vehemente y desesperadamente imponer sus pensamientos y creencias con violencia. Alguien que ha depositado su fe en Dios, por otro lado, sabe que la mejor manera de alabarlo es amando a sus prójimos, ergo, respeta naturalmente a los demás y a sus opiniones sin sentir deseos de socavar sus pensamientos. Si bien la tontería humana se puede manifestar en fanatismo por muchas cosas, así como un criminal puede revelar su pecadora naturaleza a través de muchos vicios, no hay veneno más perverso que el fanatismo religioso. Sabio es el que ve en todas las religiones distintas maneras de llegar al mismo destino, como el explorador que nota que los muchos ríos van al mismo océano.


54

Sé un escéptico de los escépticos, duda de los que dudan y no confíes en los que no confían. Sabe que todas las enseñanzas y maestros fueron inspirados por el mismo Ser. No digas, por ejemplo: “Allah es el único y tiene este profeta”. Mejor di: “Allah es Yahveh, que también es Ishwara, que es Dios; y se profetiza y vivifica a sí mismo en la vida de todos los hombres”. No existe ninguna religión “verdadera”, sino religiosos falsos. ¿O recriminarás, acaso, al camino, tu cansancio, tu sed, tu impotencia y tu ansiedad por llegar al destino? ¡Eres tú, caminante, el falso, el equivocado, el inservible! El camino siempre estará allí, ayudando a los que se quieren ayudar, guiando a los que no se quieren perder y llevando a los que quieren llegar. Tampoco caigas en el error de juzgar a las enseñanzas, viendo a los malos practicantes de ellas. Busca tú mismo el significado de la palabra de los maestros, dejándote guiar por la piedad y la caridad antes que por el lujo, el poder, la moralidad o lo que fuere, de sus sacerdotes o monjes. Ten siempre en cuenta que nadie más que tú, con tu corazón, puedes saber si una persona es o no santa y que los monjes, no por ser monjes solamente se salvarán. ¿Si una esposa agravió a su marido o si un niño desobedeció a su padre, acudirán ellos, a otra persona que no fuese el esposo y padre? ¡Valiente la esposa que no llora a sus amigas o el niño que no pide ayuda a su madre, que enfrentan al afectado directamente! Así también, si nosotros hemos fallado con Dios, o “él con nosotros”, ¿no sería más sensato arreglar cuentas personalmente que dejar a otro tarea tan trascendental? Porque el padre de una novia no llevará a la boda de su hija un criado para que lo represente, sino que irá él mismo a entregarla en el altar; ni el hijo bueno se excusará de concurrir junto a su madre, enviando solamente dinero, cuando ella tiene necesidad de verlo. Y, si en estas cuestiones mundanas y temporales nos proponemos tan estrictamente hacer las cosas por nosotros mismos, ¿cómo relegar a otro la cuestión divina del bienestar eterno? No les faltes al respeto a los religiosos, pero tampoco te congracies en exceso con ellos, no sea que te lleves desagradable sorpresa en esta era de gran depravación. Nunca envidies sus caminos ni te envanezcas por el tuyo, porque lo que los demás digan es como ruido sordo, más el que logra ser puro ante Dios escucha su música absoluta.


55

Presta atención para no caer en el engaño de las palabras, porque desvían y destiñen los colores de la verdad: sé amo de tus convicciones para que no sucumban ante la verborrea de los necios, y serás así como el oso, que es rey de su bosque aun cuando sus cazadores colocan trampas en sus senderos.


56

Hablar es bueno siempre que sirva algún propósito beneficioso, como alegrar, enseñar, consolar. El silencio es siempre preferible antes que insultar, gruñir, vociferar. Cuando se dice poco la mente se halla naturalmente en calma, contemplándose a sí misma, pero, cuando se cuida poco el habla, los pensamientos se tornan rebeldes e incontrolables, así como el agua turbia nada puede reflejar, no así el agua calma, que al mostrar su propia transparencia da brillo incluso a lo que se posa frente a ella.


La naturaleza de la mente es así como el agua, en constante flujo. Nadie nunca vio a un río detener su caudal, porque su propósito es fluir en perpetuidad, eternamente. Así también, constituye un esfuerzo infructuoso pretender detener el caudal de la mente, que es aun más poderoso que el del río. Más bien y mejor sería simplemente contemplar ese río, y, antes de percatarnos, habrá desembocado en el océano de la calma.


57

Es común entre los sabios esta calma. Es realmente asombroso el percatarse que nada externo puede empañar o enturbiar esta virtud ni disminuirla o aumentarla, ni la bondad, ni la maldad; así como la rosa permanece inalterada y hermosa aunque sobre ella se posen el rocío, los rayos del sol, las sucias moscas o las acariciantes abejas o juguetones picaflores. Esto se puede aplicar a cualquier cualidad que el sabio tiene o ha asimilado.


58

Supón que tienes las manos llenas de pegamento, ¿qué cosas podrías tocar sin manchar o sin que se adhieran a ti? Mas, si eres ordenado, solamente sacarás del frasco el pegamento necesario para cada caso, y, con las manos siempre limpias, serás muy habilidoso en el manejo de las cosas que se te pasan, sin mancharlas de pegamento ni ser manchadas por ellas. Por eso la tradición budista se refiere a “no tener la mente en las cosas ni las cosas en la mente”, o sea a “no tener el pegamento en las cosas ni las cosas en el pegamento”.


59

Cultiva el silencio siempre que puedas, y así hallarás una paz siempre disponible a la que podrás asirte. No seas como esos tontos, que parecen canaleta de desperdicios, porque siempre salen cosas de sus bocas. ¿No te cansas de verlos, frenéticos, armando alboroto? Si hablas poco, tanto menos dirás cosas indebidas y poco errarás. Piensa que el necio mucho habla y poco hace, siendo soez, inescrupuloso e impulsivo en cualquier manifestación de su persona. Tú controla tu lengua, al menos, no sea que como la serpiente estúpida, te mueras envenenado con tu propio veneno.


60

¿No encuentras, acaso, muchas veces, más atención, más disposición, más receptividad, en la mirada de muchos animales, no así en los turbios ojos de numerosas personas? ¡Qué andar más estrepitoso, que disposición más alborotadora tienen muchos! Ya nadie parece hablar ni conversar, sino que todo es un creciente griterío apabullante. Lo que antes era diálogo, un intercambio de palabras, hoy no es sino dos tontos escupiéndose en la cara, o dos serpientes con las lenguas enredadas, o dos tambores tratando de sonar uno más fuerte que el otro. Observa severamente el silencio, muérdete la lengua antes de decir cosa, y no lo hagas sino luego de asegurarte que dirás sensatamente y que te escucharán, ¿o quieres acrecentar aun más el ruido insoportable de los hombres? El silencio interior vendrá, entonces, por sí sólo, y verás lo valioso que es. Hallar a alguien violento, estresado o agitado mientras te hallas en ese silencio es como que te peguen, claven e hieran mil demonios distintos, luego de haber estado profundamente sumergido en relajación. Querrás huir de los hombres por su endiablada, frenética y energúmena disposición la mayoría de las veces que hagas el experimento, pero mejor te será que te quedes donde te coloquen los jueces del destino, si no, ¿cómo desarrollarás la tolerancia? Ya verás cómo, si ahora la agitación de los hombres perturba y resquebraja tu tranquilidad, llegará el momento en que tu paz disolverá sus pasiones, así como el viento apaga la nimia vela, pero es devorado por el descomunal incendio.



61

Hay una fuerza centrífuga, incesante y arrolladora que empuja a la humanidad por caminos frenéticos, ciegos y egoístas. Es el movimiento, la agitación de sus egos dentro de sí que no les da un segundo de descanso. Como si alguien dijese: “Mira la nube. Qué hermoso” y otro irrumpiese: “Sí, porque hoy es un día nublado y en el pronóstico se anunció que las condiciones atmosféricas serían propicias bla bla bla bla bla bla porque habrá viento, y quizá lluvia, que podrá ser anormal debido a que los desastres naturales destruyen y matan cada vez más con su violencia por toda la contaminación que hay gracias a los abusos de los que tienen poder y que nadie puede pararlos porque bla bla bla bla bla bla bla…”. Podría parecerte exagerado, pero la mayoría de las veces tú actúas así. La otra fuerza que opera tímida, vacilante y mansamente es centrípeta, pero sumamente frágil, debido a que el menor pensamiento es capaz de hacerla huir sigilosamente, como a un animal pequeñito. Esta fuerza, no lleva a la persona a decir: “Mira la nube”, sino que la lleva a sentir que la nube se mueve dentro de ella. La aparentemente infalible causalidad del universo no es tal si se la mira desde esta óptica. La nube no va de “aquí” hacia “allá” en un lapso determinado, sino que simplemente “es” en un “suceso” que no tiene tiempo ni lugar. Así como si se soltase una piedra en un balde de agua, y las olas se esparcirán hasta el borde del recipiente para volver hacia el centro, así también el universo bulle, cual fuente vertical de agua, de causas interminables en el cerrado espacio de nuestra mente, y, la ley causal vibrará en un vaivén sin final en nuestra estrecha cabeza. No se conoce la primera causa ni se conocerá el último efecto porque se mire donde se mire es regresión infinita pura. El intelecto se ve, por tanto, atrapado en un maremágnum pandemónico de causas y efectos imposibles de rastrear ni discernir en su principio o en su final. Tú mismo eres un mero residuo, remanente, sobrante, “rebote” de estas causas y efectos que se chocan entre sí eternamente; por eso, si logras “ver” que no hay causalidad ni tiempo, lograrás integrarte completamente en el “suceso”, y no tendrás necesidad de hablar de la nube porque serás ella misma, es decir, descubrirás que no hay ni ella ni tú, sino que simplemente es lo que es. Y, como dijo el maestro zen, finalmente, serás como aquel hombre que se cortó la cabeza: nadie hubo que ejecutó la acción de cortar nada. Recuerda, por eso, que debes indagar profundamente en la quietud, porque ya sabes que pronunciando millones de palabras a ningún lugar te conducirá, mas callando, puede que seas llevado a la supresión subjetiva-objetiva de la agitación fenoménica, y podrás ver que en ti convergen el pasado y el futuro y todo lo que contienen. Pero intentar lograr esto con el lenguaje o comprendiéndolo intelectualmente es como si el ladrón se vistiese de policía para atrapar al ladrón, como diría Maharshi. No hay teorías que aprender, no hay dogmas que memorizar, ni prácticas que ejecutar porque no hay ningún “estado” que se deba “alcanzar”: es una simple cuestión de ver o de estar ciegos. Pero, ¡ay!, sigues vomitando palabras esparciendo aun más confusión y desorden. Deja de tocar insistentemente el tambor de tu mente antes que se rompa y simplemente serénate, calla, observa, ve. Con el hablar se aprende, pero con el silencio se aprehende. ¡Todavía hay muchas habitaciones que no has explorado en la mansión del silencio!


62

Si Aristóteles murió tratando de desentrañar las corrientes del agua cerca de la isla Eubea, mejor será que tú (microbio ignorante), dejes de lado la necedad de buscar “mediante el método científico” la Primera Causa, el Primer Principio, puesto que a nada conduce ese camino sino a locura. Él mismo habla acerca de la incausalidad del cosmos y se refiere a la “otra vía” por la cual se debe “alcanzar este conocimiento”. Y esa “otra vía” es la única que deberías transitar, si deseares conocer lo perdurable… lo demás, ya es mármol derrumbado. Magister dixit.


IX

Es importante que sepas que todo lo que puedes ser, solamente puedes serlo ahora. Lo que sabes, lo que hicieres, lo que busques, lo que imagines, y lo que fuere, solamente puede ser ahora. El momento presente realmente es lo único real, la verdadera oportunidad para todo. Quizá ahora mismo no puedas saber todo lo que creas que debes saber, pero lo único que realmente puedes saber, lo debes saber ahora, lo creas o no. Además, si ni siquiera sabes lo que sabes, ¿cómo sabrás lo que no sabes?


63

Verás a muchos, afanosos y prestos a discutir, argumentar y armar escándalos. No les prestes interés, que, el debate es, la mayoría de las veces, infructuoso y cansador; dejando a sus participantes desgastados, fastidiados y sin haber logrado absolutamente nada. A un necio le es muy difícil desprenderse de su necedad, y aun casi imposible si es terco. Pocos, verdaderamente, son los que apuntan a la verdad, y esos, saben que casi nunca se la encuentra en discusiones bizantinas estériles. Tú ten siempre la palabra de los sabios en tu corazón, y que no salga de tu boca sin haberte dolido. ¿O acaso un rico muestra la llave de la bóveda de sus tesoros diciendo a todos que la miren, mientras la zarandea de aquí para allá? Tú, que consideras a la sabiduría el mayor tesoro, más bien procura tenerla guardada y no la compartas con nadie que no haya dado muestras visibles de no ser como estos necios.


64

Supongan que encuentran a un hombre ostensiblemente impresionado por una película que nunca vio, no obstante haber leído y escuchado muchísimas cosas acerca de ella. Digamos también, que el mencionado hombre, gracias a su sobresaliente elocuencia y oratoria, pueda describirle a otra persona vívidamente la película hasta llenarle la cabeza de ilusiones acerca de la misma y hacerle desear fervientemente verla a tal punto de que lo hace. Ahora, si viniere otra persona, ¿quién sería más apto para explicar la película; el hombre de sobresaliente oratoria que jamás la vio, o el otro, mediocre, que la vio?


65

Administra bien el tiempo del que dispusieres. Trabaja o estudia en sus respectivos momentos, que, el hecho de que te preocupes si estudiaste lo suficiente luego de haber dado examen o si te despedirán por tu rendición de cuentas y tonterías similares nada de utilidad contienen, y cargan al cuerpo y a la mente de manera innecesaria. Tu descanso y diversión o relajación que sean livianas y vivificantes, no vayas a ser como esos tontos que, en sus pocas horas libres van a trasnochar, emborracharse y destruirse con vicios, acabando aun más cansados y miserables de lo que estaban al principio. Que tus placeres sean moderados, porque en la mente cualquier cosa se inmiscuye y dificulta el pensar y el trabajo. Si estás dominado por algún hábito o vicio, como el de escuchar buena música o leer, o lo que fuere, proponte hacer estas cosas durante veinticuatro horas continuadas: y ya no querrás hacerlo tan de seguido. Ya vendrá el tiempo en que no pedirás más nada para ti mismo y solamente meditarás en Dios, haciendo todas las cosas como si fueses a adorarlo en todas sus manifestaciones todo el tiempo. Piensa que no escucharás nunca todas las obras clásicas, románticas ni modernas, ni podrás leerle completamente a los romanos, asiáticos o europeos. Si bien no sea apropiado decir que tus gustos, o las cosas que puedes hacer para deleitarte, como el arte, son infinitas, debes saber que el grado de finitud que poseen es inconmensurablemente mayor del que posees tú normalmente. Por eso deja todas esas bagatelas, que te saldrán canas antes de que puedas fatigarlas todas, e invierte tu tiempo libre en la meditación. ¿O serás como el caminante que, en plena sequía, va y chupa las últimas gotas del barro de un pozo, descomponiéndose y muriendo? Mejor será que bebas del manantial fresco, nuevo y delicioso que mora en tu propio interior, el cual mana sin fin. Ya tendrás fuerza luego (mucho, mucho después) para conquistar todo bajo el cielo.


66

Lo que lees, eres. Es un camino pedregoso y estás descalzo, la jornada larga y te levantaste ya cansado. Si estuvieres enfermo, por ventura, y te ofreciesen medicinas igualmente efectivas, ¿no elegirías la que tiene mejor sabor? Puedes encontrar en Schopenhauer, un agudo y perspicaz compañero, pero, ¿no te satura su pesimismo y desesperación? Es cierto, Santa Teresita no citaba en griego, ni en latín, pero, ¿no son sus líneas cual agua fresca que sacia la sed de tus divinas aspiraciones en el desierto de la consternación? “El pensamiento oriental es superior. Quizá hasta sea el único que merezca llamarse filosofía” decía el alemán con mucho tino y un poco de sarcasmo. “En mi enfermedad soy como un auténtico niño: no pienso en nada, estoy contenta de ir al cielo, y eso es todo”, dijo la Santa. Ahora, ¿cuál es tu elección?


67

Hay escritores buenos, concisos, interesantes, que, no obstante ser muy atrayentes, caen en un craso error: escribir demasiado. Ya no hay ser humano que, por más que pase toda su vida leyendo, pueda abarcar lo hasta hoy escrito totalmente. Y aun habiendo, quizá, algún autor que nos guste particularmente, ¿nos conformarían sus escritos solamente, exclusivamente…? Todo buen lector sabe que no. Porque, por más de que alguien disfrute de un plato en particular, ¿no habría de aburrirse algún día de comerlo siempre? Aunque también hay otros que se sacian con pan y agua, pero del panem de caelo verum, y del aquae salientis in vitam aeternam. Mas, se siguen publicando toneladas de naderías absolutamente prescindibles todos los años, o peor aun: necedades de autores que repiten sin saber, lo ya repetido por otros y así. Por eso hay que ser conciso y consistente, lacónico y hasta extraño, en vez de novedoso y brownnouser o comercial. La Biblia, por ejemplo, ¿no se halla justificada y hasta completada en los evangelios de Juan y Mateo, y también, quizás, en el Eclesiastés, Job, el Cantar, etc.? El editor, ciertamente que, al insertar otros ciertos libros, pensaba en rellenar de contenido, para darle consistencia o razón suficiente. Pero quién lo culpa, al fin y al cabo, ¿no es la vida de la mayoría de los hombres el intento de rellenar el tiempo de sus existencias? Por eso hay que leer poco, y ese poco, despacio. La mayoría de las novelas, por eso, no son otra cosa que papel desperdiciado, porque, aunque nos encante una de ellas, ¿no recordamos sino un par de líneas de miles de páginas? Y, en la mayoría de los casos, no nos acordamos de línea alguna, o peor: olvidamos por completo la trama o parte de ella. Esto es especialmente vergonzoso si uno mismo fue el autor, claro. Por eso, esas líneas que subrayas, esas frases que anotas: ésas son las que debes buscar. Dios sabe que hay pocos libros que no tienen desperdicio, pero la tarea de todo lector es encontrarlos y asirse a ellos con toda su mente; lo demás es palabrería, desperdicio y pérdida de tiempo. Empero, al fin, henos aquí, haciendo cualquier cosa excepto lo que tenemos que hacer, o quizá, eso que tenemos que hacer sea, desde luego, cualquier cosa.


68

Suerte tiene el que lleva a cabo un cuarto de lo que planeó en su vida antes de que lo engulla la muerte. ¿Y qué si no leí el “Tratado del primer principio” de Escoto? ¿De qué me sirve saber que a sus discípulos les decían burros por oponerse al estudio de los clásicos…? ¿Apestará menos mi cadáver por eso? ¿Bach no tiene acaso más de mil obras? Recuerdo que intitularon a un libro: “A thousand movies that you must see before you die” o algo parecido. Conocer o hacer todo en este planeta es algo así como que una hormiga recorra el mundo. Yo mismo tengo que lidiar con estos demonios, en un proceso que se podría denominar: “Taking the garbage out”. Esta literatura basura, esotras músicas, que poemas, que dibujos, que lecturas… jamás nadie leyó todos los libros del mundo. No creo que sea tragedia que muera sin haberle leído en su totalidad a Aristóteles, y a las “mejoras” que hicieron Euler, Boole, Whitehead u otros de sus teorías. ¡Qué, qué refunfuñas estúpido! ¡Quieres, acaso cumplir los treinta y seguir hablando de Russell, Voltaire o Antístenes! ¡Necio! ¡Ahora es cuando! ¡Deja todas estas bagatelas a los gusanos y busca tú el verdadero origen! ¿No ves como, generación tras generación, tus congéneres se superponen entre sí en la pira funeraria, capa tras capa de ceniza? ¡Se creen tan a salvo en sus familias cuando lo único que engendran es a quien eche tierra sobre sus tumbas, y así! ¿Todavía no aprendiste que todos serán tragados en la fosa infinita del olvido…? “Pronto, pronto” dices, mas sigues escribiendo y componiendo esas musiquillas y poemillas que nadie ha de recordar… ¿qué ganó Goethe con su Fausto que no haya perdido en sesenta años desperdiciados? Y aunque hubiese sido tan sólo una mala traducción la que leíste (mátenle a todos los traductores), ¿qué, si fuese la mejor pieza literaria de todos los tiempos? ¿Le hace a su autor menos muerto, inexistente, cero, ceniza, nada de lo que es? ¿Dónde están ahora Montaigne, Pascal, Marco Aurelio? Deja todo, deja todo y lánzate a aquella única posibilidad de eternidad u omnisciencia… deja ya estas estupideces…


69

¿Qué es mejor, aprender sánscrito o aprender a ser humilde?


70

Todo el entretenimiento del mundo, todas sus diversiones, pretenden alejar al hombre de una sola cosa: prestar atención a su respirar. Todas las ciencias, las artes y disciplinas lo impiden conocer una sola cosa: a sí mismo. Todas las luces y colores, la oscuridad y los ruidos alienan su mente y le impiden una sola cosa: reposar en la quietud.


71

Lo bueno del arte es que no hace falta saber nada acerca de él para poder disfrutarlo.


72

Cuando alguien se dispone a escalar una gran montaña, como el monte Everest, no puede decir al mirarla desde el suelo: “Há. Helo allí. En ese lugar es adonde quiero llegar yo. En aquel punto exacto he de clavar mi banderín de victoria”. ¿Por qué? Pues porque la vista no alcanza cumbres tan elevadas, y aun nubes y muchos obstáculos cubren la tan alejada cima. De hecho, si alguien pudiese decir aquello, otra persona ubicada en aquel punto exacto, al mirar abajo no podría distinguirla de una hormiga. La Meta o la Salvación, ya hemos dicho, es Dios. Pero ¿cómo saber cuando uno u otra persona ha llegado a la cima? Nadie puede decirlo con seguridad, aunque, según muchos sabios, una señal válida y concreta es el dominio total del estado nirvikalpa samadhi, es decir, la supraconciencia sin diferenciación o ultracognitiva.


73

Pero, ¡ay de nosotros!, el monte Everest no es lo más alto que hay. Siguiendo con la analogía anterior, una persona en la cima de nuestro monte gigante puede mirar al cielo y decir: “¡He llegado a lo más alto de este planeta. Ahora deseo elevarme hasta el cielo!”, y, al fijar su mirada en una celeste porción espacial lejana, se lanza a ella, suponiendo que tenga los medios para desplazarse hasta ahí ¿Qué sucederá, entonces? ¡Pues el mismo cielo tendrá que desaparecer, al salir de la atmósfera, mostrando el espacio sideral infinito con sus planetas, estrellas, galaxias extendiéndose eternamente y vibrando y danzando en el universo sin final! No es posible dar una explicación de la naturaleza de los seres que han trascendido su propia salvación, así como no es posible describirle a un ciego una luz cegadora. En verdad, nosotros, que creemos ver, hemos de saber que hay extensiones más allá de todo espacio y luces más allá de todo brillo. Pero paso a paso hemos de avanzar sin preocuparnos de lo grande o pequeño, y sin abandonar. Esto se llama constancia.


74

¿Puede un lego acaso, en un juicio, adivinar los pensamientos del juez y saber si el acusado será o no absuelto? ¡Pues ese es el papel que tomamos a veces, el de juzgar imperfectamente sobre los demás, o incluso a los Perfectos! Pero, ¿cómo asirnos al mástil de la nave en una noche de tormenta? No hay duda de que los Budas, los Cristos viven, mas, ¿cómo reconocerlos? ¿Existen “señales” o indicaciones “fidedignas”? El Gita (XIII, 8-12) el Dhammapada y los demás textos apuntan a algo similar… pero, en verdad, hay cosas que solamente la intuición puede revelar, o, en las palabras de Pascal, las “razones del corazón” que la razón no entiende. ¿Puede acaso, cualquiera, estando en un jardín lleno de flores, distinguir individualmente las fragancias, y decir qué flores tienen olor y qué otras no, y cuáles arrancará el florista y cuáles dejará?


75

El iluminado es como una piedra que se ha arrojado al océano. ¿Qué importan las ondulaciones que se ven desde la superficie si la piedra ya desapareció de la vista? Pueden venir físicos, matemáticos e ingenieros, y estudiar la dinámica de fluidos, los factores eólicos, termodinámicos, químicos de la estela de agua, mas, esto no significa nada. El océano es uno con todo lo que contiene. Si te preguntas si un Buda vive o no después de la muerte o cosas similares, es como si un insecto inquiriese en psicología. Ni siquiera sabes lo que hay en tu propia cabeza, ¿y pretendes entender el corazón de un jivanmukta (alma liberada)? Simplemente sigue tu camino que, paso a paso, verás que palabras como “Buda”, “necio”, “Nirvana”, “Samsara”, perderán poco a poco su importancia. ¿No dice el Yoga Vasishta: “Para quien ha realizado el Ser por investigación, Brahma, Vishnu y Shiva son objeto de compasión”?


76

Normalmente, eso que se llama “tiempo” fluye desde las causas en el pasado hacia los efectos en el futuro; pero, si se observa con suficiente atención, se ve que esto no necesariamente es así. Cuando los pensamientos cesan, también el tiempo. Por eso, cuando alguien pierde el conocimiento y cae en la inconsciencia, se desmaya, entra en coma o se duerme profundamente, le es imposible percibir el transcurso del tiempo, o incluso saber que existe (o si existe). Cuando se logra ese estado estando consciente, hay una vida que es sin atributos, que se sabe que es, pero que no puede decirse a sí misma qué es. En nirvikalpa samadhi aún quedan atisbos de pensamiento, como el de “Yo soy Todo”, etc. Además, ¿qué importa que la mente pueda acceder a estados sublimes si irremediablemente vuelve a este mismo estado? Esto no condice con la “relatividad del pensamiento”, la cual varía según el observador, mas no cambia la medida absoluta del ser (se salva la paradoja diciendo que cuando uno esta en samadhi, es realmente el Uno Quien está; pero esto es como decir que cuando uno duerme, duerme el universo…). Lo verdadero es morar en samadhi sin samadhi, que es absolutamente ahora-eternamente.


77

En tiempos antiguos, los sabios y santos pocas veces dejaban su reclusión para mezclarse con el pueblo. Pero, cuando lo hacían, la gente ordinaria notaba ciertas cualidades en ellos, y, en su imperfección, se pusieron a imitar estas cualidades en vez de seguir sus enseñanzas. Por ejemplo, cuando vieron que los sabios no perseguían los placeres sexuales, crearon la abstinencia o el voto de castidad, cuando notaron que comúnmente no comían carne, crearon el vegetarianismo, cuando se fijaron que en ocasiones los sabios no ingerían alimentos, crearon el ayuno, y así. Tampoco las palabras de los maestros fueron entendidas, pues en la actualidad, existen organizaciones, iglesias, métodos o sistemas que nada tienen que ver con el espíritu original de la enseñanza. Por eso muchos sabios han resaltado hacer lo que ellos dicen, no porque lo dicen, sino porque uno, luego de haber discernido en su fuero interno, decide hacerlo con pleno entendimiento. Entender a un maestro y aplicar sus enseñanzas a la vida es seguir el camino, hacer ciegamente lo que otros dicen que el maestro dice que se tiene que hacer es dogmatismo o ritualismo, y no comprende el verdadero espíritu de la enseñanza. Así como nadie puede dar paso certero en la oscuridad, consiste un grave error el seguir estas directivas sin la luz del entendimiento. Demás está decir que cuando uno, fanática y ciegamente sigue el ayuno, y demás, sin utilizar adecuadamente la luz del discernimiento, no obtendrá nada de ello, así como nunca se ha de salir de un oscuro bosque a la noche y sin una lámpara o linterna que alumbre el camino, por más empeño, ganas y fuerza que a la tarea se dedique.


78

El sexo no es ningún pecado, pero el hombre sí un pecador. En verdad, esto puede aplicarse a todas las cosas del mundo, que no son ni buenas ni malas en sí mismas, por lo que no nos afectan, no así nuestras impresiones de ellas, como diría Epicteto. Hay personas que “necesitan” más sal, o más azúcar en lo que meten por la boca, mas no son por eso despreciadas ni tachadas. Tú sabes que el condimento para nada nutre, porque es para la boca solamente, sino que es simple aderezo para el que no entiende que el alimento es el que sustenta, porque es para el estómago y los intestinos, que lo reparten así, a todo el cuerpo. ¡Absurdo sería ver a alguien frenéticamente obsesionada con el azúcar o con la sal!, mas, la obsesión por el sexo sofoca esta sociedad, a tal punto de hacerla a veces insoportable. La abstinencia es algo casi imposible de practicar si viene por imposición, debe ser comprendida profundamente y se la debe anhelar, en cierta medida… si es que ya no se nació con el don de nunca siquiera preocuparse de ella. Si tu cuerpo viviese sanamente y tu mente obrare puramente, jamás podrías caer en errores crasos. Por eso, deja a la naturaleza funcionar por sí sola, sin meter tu cuchara viciosa de los extremos, para que tu vida fluya de manera grata. Encima, ¿de qué te será útil hacer abstinencia si, como diría el galileo, ya pecaste en tu corazón?


79

¿Qué más quieres escuchar acerca de esto? ¿Que es gracioso cómo, la puerta que nos trajo a la vida puede llevarnos a la muerte también; y, así como muchos de los hombres que conoces quieren vivir, hay otros tantos que en su manera de actuar, demuestran que desean vehementemente la muerte? ¡Qué, si te causa placer ese pequeño roce, esa húmeda fricción, ese frote mojado! ¿Perderás tu atención por ello? ¿No sabes que la mayoría de estos actos no duran ni cinco minutos, y, aunque persistas en demostrar que puedes estar haciéndolo por horas hasta adolecer a tu compañera, qué beneficio te reporta? ¿Te crees superior por ello? ¿O acaso te creerás superior con más de una mujer? ¡Tonto! Si ya una sola ejerce tal poder sobre ti, ¿qué no harían muchas? ¡Con una basta, necio! ¿O serás como esos derrochadores que comen su comida de distintos platos y con un sinnúmero de cubiertos? Mejor pon toda tu comida en un sólo plato y come con un sólo par de cubiertos limpios, no sea que, de tantos platos y cubiertos, comas de uno que esté contaminado, vomites y te enfermes. ¿Será acaso diferente esta de la otra, o aquélla de esotra? ¡Necio el que busca mujer de tres senos u hombre de tres testículos! Quédate con tu novia, con tu esposa (o con tus esposas, si te tocare), que, además de haber invertido en ella tu tiempo, energía y dinero, le has dado tu confianza y franqueza; y no persigas allá sin haber terminado acá, no sea que te confundan con el mono que cayó al suelo por no saber qué rama agarrar y qué otra soltar. Es mejor dormir en una misma cama siempre, aunque sea humilde y sencilla, que amanecer en una gigante, pero de hospital. ¿Quién, por ventura, derrama leche fresca y nueva en el árido suelo? Mejor es poner la leche en jarrones buenos para que se guarden, conserven, fermenten y sea posible hacer yogur y otras delicias. Así también, concentra tú tus energías en un sólo lugar y en una sola persona, porque el que tiene muchos amigos y amantes termina sólo en su ancianidad, mas no así el que formó pareja digna y familia respetada. Pero, tampoco te devanes los sesos ni llores tu suerte, porque Dios te ha colocado donde debes estar; por eso recuerda siempre que no importa lo que el cuerpo haga con tal de que el corazón esté puro.


80

La interpretación del mito del Génesis de Yukterswarji que Yogananda recuenta en su Autobiografía es la más cercana a lo real, pero, en nuestra opinión, aun peca de error. El “arbol” o el “fruto” que no se debiera tocar no es el sexo, como sugeriría el sentido común de cualquier adulto “maduro”. ¡Cuánto sufrimiento por esa arcaica interpretación! No es el acto sexual, ni el impulso sexual, ni el deseo sexual ni nada sexual, porque o si no, ¿cuál sería el sentido de: “Fructificad y multiplicaos”, y el comentario de: “…dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”?, que Jesús mismo corrobora? Además, si es que algo intrínsecamente malo hay en el sexo, bien debería decirse que hay algo intrínsecamente malo en toda la Creación, y que, ¡lo malo se engendra infinitamente a través de las generaciones gracias a lo malo! Además, ¿cómo tuvo que haber venido al mundo el “santo” que despotrica acerca del “acto pecaminoso”? Bien podría decir este personaje también de paso: “Maten a todas las mujeres, porque nada bueno han aportado ni aportarán al mundo”. Absurdo, absurdo, absurdo. El tan anatematizado fruto prohibido es el “心”, el corazón o la mente, el pensamiento discriminador. Por eso “vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era deseable (o agradable) a los ojos, y árbol de codicia para entender (o alcanzar la sabiduría); y tomó de su fruto”. El hecho de “encontrarse” desnudos, simplemente significa que se vieron separados de Dios y que se hallaron desesperados en sus insignificantes individualidades. El “yo soy” de Adán y Eva separado del “Yo Soy” del que absolutamente es, es lo que maldijo a las generaciones, y no el “acto pecaminoso” del sexo. ¿O, acaso, solamente por ser eunuco se es “ángel en la presencia del Señor”…?


81

(Tanto del Génesis, como de Mateo y de Juan, procuro una interpretación en mi “La lógica paradójica de Jesús”.)


82

¿No parece absurdo que en una misma sociedad existan veterinarias y mataderos? ¿Qué es lo que hace a un animal, merecedor de cariño, cuidados y atenciones, y a otro, de matanza cruel, ordenada y sistemática? ¿No son el chancho y la vaca tan dignos de amor como el perro y el gato? Muchas personas empiezan a adoptar el vegetarianismo como forma de vida debido a que están “tomando conciencia” de ciertas cosas. Pero tú, que conoces la naturaleza profundamente hipócrita del ser humano, no andarás quejándote ni despotricando acerca de nada, además: todos son libres de vivir su vida como les plazca. Por otro lado, ¿de qué sirve no comer carne si el diablo te devora el alma? Porque comer carne no es “malo” para nadie… pero tú, por la investigación científica que has hecho, sabes que no hacerlo reporta ciertas ventajas.


83

Ni la carne, ni la sal, ni el azúcar causan enfermedades, ni impureza, ni muerte. Son la gula, el abuso, la avidez y la ignorancia los que causan estas cosas. ¡Despiértate! ¡Deja de culpar a los demás, a lo exterior por tus faltas, por tus sufrimientos! Si te deshicieses de tu propia necedad, verías la locura con la que se manejan los hombres. No aprenden de su enfermedad, no aprenden de su decrepitud, no aprenden jamás la lección que el dolor debe enseñar, entonces, ¿cómo esperar que dejen de sufrir? Nadie te llamará santo por renegar de tu esposa, ni por negar la comida, ¡serás, mas bien, un necio delirante! Si te concentras constantemente en las cosas sapienciales y espirituales, sin embargo, naturalmente dejas de comer algunos días, y tus energías se encauzan hacia arriba, para variar. Viene el día por sí solo, el momento adecuado y la necesidad de estas cosas. Por eso, no pienses: “Hago ayuno, no comeré bocado” sino di, simplemente: “Hoy he de comer de otro pan, y ese es el hambre que siento hoy”.


84

Si te propusieras, entonces, hacer estas cosas, hazlas con alegría y con resolución jubilosa. Porque los animales no pensarán dos veces en zamparte la carne de la mano, ni en aparearse frente a ti, ni en echarse a dormir en donde sea. Pero tú no eres un mero animal, tú puedes decidir hacer o no estas y otras cosas. Que te ayude, por eso, a prestar atención. ¿No ves cómo, si metieses comida por tu hocico siempre, o tus ojos y tus genitales estuvieren fuera de control, ni siquiera podrás decidir qué hacer, porque la comida, la bebida, el sexo y demás, serán los que te dominarán y decidirán tu destino por ti, y no tú por ti mismo? Bienaventurado es quien tiene para comer y beber todos los días y que se sabe alegre, afortunado y es agradecido por ello; porque todo trabajo, fatiga y ajetreo, solamente tiene por fin asegurar y proveer de los bienes materiales básicos, siendo todo lo demás, como dice el predicador, mera aflicción de espíritu. Pero hay otros, que no pueden probar bocado si ven a algún hambriento, pues consideran que no pueden saciarse si un prójimo está necesitado. ¡Qué generosidad desbordan sus corazones, qué muchas las sonrisas que siembran por sus caminos! Ojalá que Dios se gloríe y regocije al tenerte a ti como uno de esos hijos.


85

¿Aún dudas? ¿Aún no entiendes? “¿Qué es lo correcto, qué lo malo?” dirás. Escucha: todo lo que hagas con amor es bueno, beneficioso, justo, provechoso y agrada a Dios. Lo que haces sin amor es malo, equivocado, errado y conduce al sufrimiento. Cualquier camino que sigas, si es que te alumbra la luz del amor, llevará a buen puerto; mas los que se dejan guiar por el confuso y oscuro ego, van directo a la muerte.


X

¡Eres realmente muy tonto! Como aquel que, apresuradamente se tira debajo de una red, y dice: “¡Deseo liberarme! ¡Deseo liberarme!”. ¿Quién se libera? ¿De qué? No hagas atribular tu cabecita con lo bueno o malo, porque, si no eres omnisciente seguirás haciendo “lo malo”, aunque te empecines en lo bueno. No existen ninguna de esas cosas, son tontos conceptos creados simplemente. Nada es bueno ni malo en principio. Entiéndelo de una buena vez, porque, el hecho de que hagas “lo bueno” o “lo malo” no te convierte ni en bondadoso ni en malvado. Acepta lo que es. No serías capaz de ver si no existiese la luz, pero tampoco si no existiese la opacidad, que hace posible el “cometido” de alumbrar de la luz, y el de “aceptar” la luz, de lo opaco. La superposición de los opuestos hace inteligible su ambivalencia, luz-oscuridad, bien-mal, vida-muerte, nirvana-samsara, etc; pero carece totalmente de absolutidad. El hecho de que esos que llamas Budas o Cristos digan que debes hacer lo bueno y beneficioso, es para que entiendas justamente que la creación es perfecta ya de por sí, para que percibas que el mundo es una invención de ingenio incalculable, justamente porque en él hay guerra, enfermedad, vejez, muerte; porque si sólo hubiese lo “bueno”, no se lo podría conocer, por no tener punto de referencia o comparación. En verdad, es gracias a lo “feo” que se puede apreciar lo “bello”, como diría Lao Tsé.


XI

Ojalá no seas tan necio como para decir: “Bueno, si no existe ni el bien ni el mal, entonces, puedo hacer lo que se me dé la gana”. Hazlo, amigo, pero recuerda que tus acciones sí tienen consecuencias. Como aquel estudiante que dijo que nada existía, ni sufrimiento, ni dolor, ni causa, ni efecto, ni liberación. Entonces el maestro mandó traer un martillo, y, empujándolo en pose amenazadora, volvió a preguntar al estudiante: “¿Seguro que no existe nada?”. Con una reverencia, el joven se retiró. ¡Quizás se dio cuenta de las implicancias de la “no-existencia” de un chichón en su cabeza! Imagínate navegando en un barco en el río. La corriente ya te lleva, por sí sola, hacia la mar; pero, no hay duda de ello, también puedes servirte de la ayuda del viento para llegar más pronto… o quizás el viento se resista ferozmente a que llegues a donde quieres ir. Pero, mejor que preocuparse de llegar tarde o pronto, ¿no sería mejor saber a dónde se va? O, incluso, ¿en dónde uno se encuentra? O quizá te sea aun mejor, en vez de sumirte en ansiedad por esas trivialidades, simplemente relajarte… y disfrutar del paisaje...


86

Aprendiste, entonces, que no hay iglesia, mezquita, sinagoga ni templo alguno que albergue lo que tú ya albergaste por siempre. Limpian, los clérigos y feligreses el polvo y la suciedad de sus altares, sillas, mesas y paredes, mas parecen olvidarse del polvo de sus corazones. Haz tú este trabajo, y el doble o el triple por ellos. ¿No ves que, si no pones empeño en mejorarte, empeoras día a día sin notarlo? No desdeñes a nadie ni te molestes o justifiques alegando que los otros se equivocaron peor, no digas: “Pobre, que lástima siento por ti”, a nadie con palabras, ni a ti en pensamientos. Porque todo el que siente lástima por otros, por él sentirán, el que desprecia, es despreciable. Lucha constantemente, sé fuerte, pone el empeño y verás. Muchos necesitan de muchas cosas, tú sólo necesitas a Dios.


87

Idealmente uno debería ayudar a todos sin hacer ningún tipo discriminación, como de sexo, casta, clase social, raza, etc. Pero, como sabemos, hay muchas personas que se dicen ser ateas o agnósticas, que niegan o ponen en duda la existencia de Dios. Ellas son las que mayor ayuda deberán recibir, ya que si Dios “castiga”, un castigo muy malo y doloroso sería que no creamos en Él. Desde el momento en que alguien se declara creyente, que acepta la existencia de Dios, su vida se hace un poco menos difícil, y, sabiéndolo o no, la persona da su tácito acuerdo a ciertas cláusulas, como alguien que firma un contrato sin leer las letras pequeñas. Es decir, que uno, al decir creo en Dios Todopoderoso, dice creer en algo que es uno, simple, perfecto, inteligente y volente, como lo explica Tomás de Aquino, por citar un ejemplo; y, se obliga con ello, a seguir el camino de la virtud, de lo contrario, ¿de qué le serviría hacer esa concesión? Pero, aun así, vemos que muchos que se dicen creyentes, llevan un estilo de vida desordenado o desenfrenado, y hete ahí que surge la duda de la veracidad de estas aserciones. Cuando vemos a algún inocente niño tomar por figura paternal o modelo a alguien, ¿no nos percatamos acaso de que el infante intenta imitar, seguir y satisfacer en todo lo posible este arquetipo? ¡Cómo no lo hará entonces el devoto que da por sentado la existencia de su Padre Celestial! También podemos hablar inversamente. Por ejemplo, si un hombre admite la paternidad de una criatura, ¿no implica esto que asume las miles de obligaciones de un padre, como la de proveer sustento, cariño, cuidado, educación, disciplina, respeto, amor, etc.? Mas, lo que penosamente sucede muchas veces es que vemos a sujetos que admiten a regañadientes o a padres dudosos que descuidan ruda, inmadura e irresponsablemente su rol y obligaciones. Ser padre o madre no es veleidad, mejor le resultaría a un atolondrado hacer el papel de vago que jugar a ser papá. Por todo esto, si decimos creer en Dios, en ser sus hijos, en que es nuestro Padre, ¡qué pesada es la carga que de ahora en adelante hemos de llevar para cumplir bien nuestro papel!, ya que, ¡Dios se toma muy en serio su papel de Padre!


88

El que se burla de la creencia de otro, por más absurda que fuera, se burla de todas las creencias y de sí mismo, puesto que no hay persona que carezca de creencias, las llame éste como las quiera llamar. Creyente, ateo, agnóstico o lo que fuere, todos se engañan y pretender imponer sus “creencias” engañosas sin realmente haber llevado a cabo una investigación profunda. Ya se ha dicho que no basta chapotear en la playa para decir: “Sé que ahí hay perlas”, o: “Efectivamente, allí abajo nada hay”. Nunca he conocido a alguien que pueda siquiera decirme quién es, ¿y cómo puedo tener esperanza de encontrar persona que me diga: “Mira, amigo, me he colocado en el límite entre la conciencia y la materia, mas, nada he visto”, o: “He presenciado la vida absoluta que mana desde el infinito pozo de la nada”. ¿No recitan todos, frases memorizadas sin haber tenido ni un atisbo de verdad, sustancia, experiencia en ello? ¿No hacen sino repetir lo que otros han dicho? Los hombres así son: recitan el alfabeto de memoria, pero no pueden explicar la letra “a”. Hablan de dioses, duendes, cielos; o de vacíos, absurdos, nadas, mas no pueden decir quiénes son. Y, para colmo, se dicen sabios, creyéndose mejor que los demás; pero en verdad, ningún mérito tienen: porque el loro también puede decir lo que escuchó si se le repite. Hay pocas posibilidades de que, el que dice “no creer en el dolor” no dé un alarido si se le cercena la pierna, como que el sol no se ponga por el que dice que “siempre será de día”. El hecho es que las creencias, casi siempre, de nada sirven y a nada conducen, excepto a los fines de aplacar la mente para los casos particulares. A fin de cuentas, no necesariamente estará más segura al dormir la niña con su osito, que menos seguro el niño que no teme a la oscuridad, aunque probablemente ambos desaprueben al otro. Porque hay unos para los que no rezar es una tentación, pero otros para los que rezar es una vía fácil. Por eso, quizá el no creyente sea escéptico en exceso, pero no tomará la mano de ningún ciego; y, el creyente sea demasiado cándido, pero al menos tiene a quien culpar...


89

El ateo es el que habla de un vaso de agua sin agua. El agnóstico dice que, algunas veces el vaso está lleno y otras no. El creyente está positivamente seguro de que hay agua en el vaso. ¡Dioses de todas las tradiciones y épocas, por qué, entonces, se mueren todos de sed!


90

¿De qué hablas cuando dices Dios? ¿De qué hablan los ateos cuando dicen no creer o que no existe Dios? ¿Saben los unos o los otros lo que dicen o son sólo tontos que no entienden de qué hablan? ¿Qué es Dios? O mejor dicho, ¿qué no es Dios? Es “algo” que es. ¿Qué? Todo ¿Y la nada? No existe, según Gorgias, pero aun así: también es la nada. Pero la mejor respuesta a la pregunta es: Es. Dios es. O mejor aun, simplemente: es. Ni Dios, ni yo, ni universo ni nada puede ser, no siendo Dios, yo o universo conceptualmente, pero todo es; es decir, Dios, yo o universo somos, o mejor dicho es, o soy. Soy, ¿Quién soy? ¿Dios, yo o universo? ¿Dónde está Dios, el yo o el universo? Piensa, porque si es o está en algún lugar, entonces, necesariamente deberá no estar o no ser en algún otro lugar. Por eso es o está absolutamente y sin limitaciones. Dios, yo y universo son, o es total y unívocamente. ¿Quién soy, finalmente? El que soy, el que es, el que está. ¿Y qué es eso? Nada es, simplemente es. Pero es. Así es. Lo que cabe decir entonces es, ni siquiera, “Yo soy el que Soy”, sino simplemente: “Soy”.


91

La imposibilidad de hablar de lo que es, de lo Absoluto, hace asequible su entendimiento. Es cierto que hay “primeras líneas intraducibles” (Tao ke Tao, fei chang Tao o: “El Tao que puede ser expresado no es el verdadero Tao”; En arche kai o Logos o: “En el principio fue la Palabra”; Yoga chitta vritti nirodah o: “El yoga es la cesación de las perturbaciones mentales”; etc.), pero si fueses demasiado purista, ¿cómo siquiera proferir la letra “a”? ¡Claro que la Realidad es indecible, inenarrable, inexpresable! ¿Pero cómo acceder a ella sin entender (sin haber leído, escuchado, sentido que es indecible) lo que es en primer lugar? Lao Tsé dijo: “Quien sabe no habla, quien habla no sabe”, ¡y necesitó cinco mil caracteres para hacerlo acabadamente! Imagina un cometa que se desplaza por el espacio, ladeando al sol y siguiendo su rumbo. El cometa es el momento presente, que nunca se detiene porque es eterno; la estela del cometa es lo que puede decirse, lo que se enuncia y expresa; y el sol es lo Absoluto, ¡que hace que la estela del cometa siempre apunte hacia afuera y no hacia adentro! Por eso nunca se accederá a la Verdad a través de las palabras, sino que siempre se tendrá una mera descripción inexacta, vaga, confusa, grosera; pero, aun, ¡sumamente necesaria!


92

¿A qué se referían Parménides, Lao Tsé, los Shastras, Shankara, los patriarcas zen y todos los otros, cuando hablaban del Ser y del No-Ser? ¿Tenía alguien “razón”, y estaban equivocados los otros, o simplemente desvariaban todos en macana delirante? Si piensas “sí”, a cualquiera de las preguntas, no has comprendido. Sería como decir de alguien que no se puede dar a entender porque no conoces su idioma. Pero eres tú el que no puedes entenderle: él habla de lo que conoce lo mejor que puede. Aprende primero su idioma y luego ve y habla con él… quizás ahí puedas cerciorarte si realmente él “no tenía razón”.


93

Un mantra es la repetición consciente y constante de un sonido. Borges y otros escritores fascinados por el lenguaje, no desvariaban cuando le atribuían un origen mágico. Para que un mantra sea efectivo, éste debe usarse vibratoria, pulsativa e ideativamente; es decir, debe tener ese “encantamiento”, usarse armonizándolo con la respiración y pensando profundamente en su significado. Por ejemplo:


Mi Dios y Yo—somos Uno

Inspiración—Espiración


Mi Dios y Yo—somos Uno—Ahora y Siempre

Inspiración—Retención—Espiración



94

El hecho de que digamos “Mi”, y no directamente “Dios”, implica una cercanía entre la en-ti-dad subjetiva y la objetiva. Si se dijese solamente “Dios”, entonces, ¿a qué cosa, espíritu o elemento nos referimos? ¡No importaría mucho, ya que de antemano ponemos una barrera entre los dos! Por ejemplo, alguien, al referirse a otra persona dice: “Fulano”, o “Mengana”, pero, si esa persona es cara a su afecto, diría: “Mi Sultano”, o “Mi Menganita”. Es así como alejamos deferentemente a las personas que respetamos. Un empleado, si habla públicamente, siempre se refiere al “Sr. Patrón”, o al “Sr. Jefe”; ¡qué distinto del niño que llama a su mascota “Mi Pupy”! Hete ahí que sería una locura considerar a Dios como si fuese un rey o jefe del universo que, en cualquier momento, fuese a lanzarnos una cósmica reprimenda si no somos lo suficientemente cuidadosos. En todas las civilizaciones del mundo, se ha enseñado a los niños el respeto a los mayores, a los padres, a la religión, a la sociedad, etc. ¡Pero esto no implica ningún tipo de temor o aprensión! El niño, luego de ser educado duramente para seguir este precepto, llega a comprender finalmente su verdadero significado al llegar a la adultez. Y, ¡ay!, vuelve a hacer lo mismo con sus hijos y así. Los esposos, por ejemplo, pueden también mostrar frente a los niños un trato sumamente reverente y distanciado entre sí, pero, ¡qué distintas son las cosas en la alcoba matrimonial! El hombre verdaderamente maduro es reverente y respetuoso para con sus padres y mayores, y para con las cosas que generalmente se deberían respetar. ¡Difícil ver a un hombre sabio tirar tan fácilmente todos estos preceptos a la basura! Entonces, decimos “Mi Dios”, ya que Él-Ella (¡qué pena que no usemos un género neutral como en el latín o el sánscrito!) es la persona más allegada a nosotros, la más cara a nuestros afectos y nuestra más íntima naturaleza. El “Mi” también implica que nos referimos al Dios en quien creemos, es decir, al concepto o conjunto de cualidades o características que consideramos que son Dios; es decir, a nuestro Dios personal, y no otro.


95

Dios, por supuesto, es todo lo que podamos imaginar, y lo que no alcancemos a hacerlo. Pero, ¡ay!, ni hasta la más colorida imaginación, o afilada inteligencia puede concebir lo que Dios es en su totalidad. Empero, digamos, acaso que este universo Le conforma, y que todo lo que se halle dentro o fuera de él, incluidos nosotros, Le representa. Algunos, en confusión, aducirán que “eso no es posible”, porque ellos mismos se consideran “distintos a Dios”, o porque “se saben diferentes”, etc. Esto está perfectamente bien, porque, una célula también es un ser viviente completamente autónomo e independiente, no obstante formar parte de tejidos, órganos, sistemas y seres humanos. Por eso también, ella podría señalar sus fronteras y decir: “Esta soy yo. ¡Mírenme! Una célula por derecho propio, perfecta, única e irrepetible” y estaría en lo cierto, pero quizás no se dé cuenta de los sistemas superiores a ella, ni de las propiedades emergentes de estas partes, ni de las relaciones de otras partes superiores con la totalidad. Por eso, si el hombre se quiere declarar una entidad unilateral, unívoca y única, que sepa que hay al menos veinte mil billones de otras entidades que lo conforman, ¡que bien podrían estar haciendo los mismo! De hecho, el que digamos que una célula es un ente independiente, o una minúscula parte en un organismo, tan sólo depende de nuestra propia observación: ambas conclusiones son igualmente válidas, ¡siempre que no se excluyan entre sí! Así vemos que Dios es todo, como también cada uno de nosotros sin que haya paradoja, pero que, algo que no sea Dios, no hay.


96

“Y Yo” quiere decir autoafirmarse en Dios. “Mi Dios y Yo”, es decir, que yo, me deposito totalmente en Dios; que mi identidad individual, que no existiría sin Él, se funde en esa identidad infinita y halla su sentido absoluto al saberse inapartada de Él. “Y Yo” no entraña ninguna separatividad, por el contrario, afirma y sostiene la innegable consubstancialidad de ambas individualidades. Esto por supuesto, no implica que todo ser humano que sepa intelectualmente que esto es cierto ha de dejar de sufrir, o hará milagros o que llegará a ser feliz, ¡ni para nada! Un cubo de hielo en el lago también puede saberse agua, pero para serlo realmente ha de derretir su in-divi-dualidad en ella. Finalmente, esto implica que, si bien Dios es ya de por sí completo e infinito sin mí, yo, que también soy un ser particular, diferenciado y separado, soy indispensable para la concreción de estas infinitudes; así como una gota del océano puede pensarse insignificante, ¡pero es exclusivamente gracias a ella que puede darse una cosa como el océano! Claro que, hay que aplicarlo a todos y a cada uno sin diferenciación.


97

“Somos Uno” lleva la consonancia de identidades al cese de diferenciación. Esta afirmación, en cierto contexto, pareciera ser paradójica, ¿cómo los muchos pueden ser sólo uno, y aun más, ser uno con Dios? Por ejemplo, podemos referirnos a Pedro, Hans o Taro por separado y decir que son diferentes, o decir que ellos, y muchos otros, son iguales, la misma cosa: podemos decir que todos ellos son “humanidad”. Así también, podemos referirnos también a Dios y nosotros con un nombre genérico, y este es: “Ehie asher Ehie”, es decir, “Yo Soy el que Soy” o “Yo Soy el que está”. Verdaderamente, detrás de esta afirmación, está la clave de lo Absoluto. Por tanto, el Ser es lo que nos une a Dios, y al decir “Somos Uno”, no solamente lo recordamos, sino que, al hacerlo de manera adecuada, lo revivimos. ¿Es un hijo, dentro del vientre de su madre, una cosa distinta y diferente de ella? ¿No “come”, se “mueve”, “respira” y vive en y dentro de ella? ¿No moriría acaso, si su madre dejase de vivir? Podría decirse que el bebé es una parte del cuerpo de la madre, y los doctores pueden explicar cómo es que cuando el sistema inmunológico descarta al futuro bebé como un objeto extraño y ajeno al cuerpo, ¡lo destruye completamente como si de cosa indeseable se tratase! Si el feto pudiese razonar, probablemente diría que el mundo está conformado por lo que es su madre. ¡Grande sería su sorpresa al ver que ella no es “el universo”! ¡Ahora sí ya puede ver la verdadera extensión del mundo! Pero, cuando el bebé se haya todavía en el útero, no puede cortar su cordón umbilical y decir: “¡Bah!, mi persona no puede hallarse supeditada a las necesidades o exigencias de otro que no sea yo mismo!”. Ciertamente que hallará la muerte el que haga cosa similar. En verdad, solamente el que no respira puede decirse libre del mundo, e incluso de Dios. Por eso, nosotros, también como el bebé, comemos, nos movemos, respiramos y vivimos dentro de Dios, sabiendo que Él es nuestro universo.


98

“Ahora y siempre” ¿Qué es el tiempo sino la maldición de ocultar la eternidad? Con cada minuto, hora, día que contamos, viviendo rutinariamente y sin Dios, sepultamos la verdadera eternidad que es nuestra verdadera naturaleza. “Ahora y siempre” entonces, significa que, no solamente intentamos romper las cadenas del tiempo prestando atención al ahora, al presente, sino que hacemos ese salto de fe a la eternidad, en la cual nos sumergimos sin miedo para rectificar nuestro ser a la medida de Dios, que, como dice Yogananda, ¡es gozo eterno siempre nuevo! Decir “ahora”, entonces, es una tautología de “siempre”, ya que, para el que encuentra la manera de vivir completamente en el presente, la inmortalidad o vida eterna, carecen de sentido.


99

Usualmente utilizado en la meditación, el mantra, no obstante, puede ser utilizado en cualquier circunstancia que se quiera. Pero, al fin de cuentas, no importa el mantra, la técnica de meditación, el rezo, la creencia, ni cualquier otra cosa, con tal de que se busque de buena fe y con inocencia. Ahora, si algún que otro duendecillo o diablillo hace su aparición, esto se debe a la mente del practicante y no de la técnica, auque, pensándolo mejor, ¿no hay también técnicas para “invocar” a estos personajillos?


100

La mayoría de los hombres opera debido a causas inexistentes objetivamente. Por ejemplo, si a alguien que se dispusiera a ir a algún evento social se le preguntase: “¿Por qué razón irás?”, una respuesta no tan improbable sería: “Pues porque todos estarán allí”. Y, suponiendo que todos los asistentes al evento respondieran de la misma manera, ¿no les convierte esto en seres que obren absurdamente y guiados por el sinsentido? Es decir, si cada uno, individualmente fuera porque todos estarían allí, quiere decir que todos, colectivamente estarían allí porque cada uno, individualmente no estaría en su propia casa. Esto es: subjetivamente la razón para ir es por los otros, pero objetivamente ninguno va porque quiere ir, porque no existe razón alguna para hacerlo. Es como decir que en una reunión de ciegos todos deben ir bien arreglados para que nadie “vea” a alguno desaliñado. Razonamientos así de desquiciados, insensatos y locos son los causantes de suicidios colectivos, conflagraciones y holocaustos. No intentes amasar la masa, no sea que termines tú siendo amasado. La muchedumbre, la turba, el gentío y la multitud son torpes, necias y estúpidas. Si te unes a ellos, abandonas automáticamente tu individualidad, por una colectividad informe, azarosa e incontrolable. Si hubiese tantos países como seres humanos, siempre el número de guerras será mayor que el de asesinatos individuales, porque el individuo, por más necio, pensará dos veces antes de atropellar al prójimo, pero no la multitud. Sé prudente y aléjate de la aglomeración de hombres, que muy pocas veces se reunieron para hacer el bien. Además, si uno solo tiene ya de por sí la capacidad de ser infinitamente malo, ¿querrás averiguar cuán malos pueden ser muchos de ellos juntos?


101

Por otro lado, la ilusión de tu individualidad, es dable justamente porque te crees separado de las cosas. Si vas a la selva, quizás veas miríadas de cosas, árboles, animales, flores, frutas… pero si te ubicas desde lo alto, no verás sino una verde masa uniforme. Por eso debes alejarte para acercarte. Al ver desde la perspectiva adecuada (esto es: sin apego), la vida cobra mejor sentido, haciéndose más fácil sobrellevarla. Todo, realmente, es; pero, ¡cómo te complicas la vida separando, catalogando y relacionando tus imperfectas impresiones! Si miras profundamente en ti mismo y en cualquier cosa del universo, verás al Creador palpitar detrás de ella, por lo que te disociarás de eso que llamas “limitaciones”. Por eso debes acercarte para alejarte. Dios es el lazo que une a las plantas, las estrellas, los animales y a ti y tus hermanos. Así como en el mundo onírico todo el mundo está separado, mas cuando despiertas eras tú solo, así también despertarás del sueño de la ignorancia para descubrir que todo el universo se centra en tu potencialmente omnipresente corazón, y que nada hay fuera de ti.


102

Acerca del aspecto personal o impersonal de Dios se debe dejar en claro que es más fácil adorarlo en alguna de sus personalidades como Jesús, Krishna y otros, que de manera abstracta, como Brahma, Ishwara, Yahveh, etc. Esto es así porque la mente halla mejor concentración en las cosas cuya naturaleza pueda a-similar mejor. En verdad, sea lo que sea que se adore o venere con fe verdadera y devoción potente, ¡ciertamente que allí se encuentra Dios! Muchos devotos han logrado el divino contacto con las personalidades de Dios por su intenso anhelo, adamantina concentración y purísima inocencia. Si muchas veces es difícil concentrarse en un pequeño punto, ¡qué tanto más trabajoso sería concentrarse en el espacio infinito! Mas, si supieses como hacerlo, ya nada queda por decir…


103

Difícilmente en el trajinar cotidiano, la mente de un ser humano se vuelca a algo que no sea sí mismo, o sus propias necesidades o las de sus “allegados”. Este estado de alineación se llama solipsismo, es decir, el que no tengamos en cuenta a los demás como seres asimismo pensantes, sintientes, importantes. Por eso, cuando, por ejemplo, se dice que hay mil quinientos millones de personas en China, u otras miles de millones muriendo de hambre o carenciadas en el mundo, ¿en qué realmente puede esto afectarnos? En nada. Estas y muchas otras elucubraciones son solamente abstracciones artificiosas que nada valen por sí mismas. ¿De qué nos sirve saber que algo anda mal si no está en nuestras manos arreglarlo, o peor aun, si al poder hacer algo no hacemos el menor esfuerzo en contribuir con nuestra ayuda? El servicio nunca será realmente beneficioso mientras haya conciencia de separatividad. Por ejemplo, si plantamos una semilla, y nos pasamos el día entero preocupándonos de su bienestar, dándole agua, abono, cerciorándonos que reciba suficiente luz, etc. ¿No terminaría esta plantita sofocada, ahogada, muerta? Mucho mejor hubiese sido darle un riego todos los días e incluso unas palabras de cariño, y nada más. Los árboles no van a dejar de crecer porque no los reguemos, los ríos no van a pedir nuestra autorización para fluir a tal lugar. ¡La naturaleza opera independientemente de la voluntad humana! Vemos hoy en día a muchos preocuparse en demasía por la ecología, los asuntos internacionales y demás. ¡Nada han de ganar con tanta ansiedad! ¡Ni aunque se organicen entre miles y protesten con trompetas y tambores! Es cierto, el miedo de la gente responsable les puede garantizar momentáneas concesiones, pero, ¡ay!, luego de poco tiempo todo vuelve a ser igual que antes. Es común, por esto, observar a la gente hablar constantemente acerca de estos temas de interés general, ver las noticias y mostrar zozobra e incertidumbre acerca de miles de cosas aparentemente importantes… ¡nada más alejado de la realidad! En verdad, es bien poco lo que aportamos, día a día en la sociedad, pero ¡cuánto nos quejamos de los males ominosos de la ciudad, el país, el mundo! La mayoría de los que se dicen informados, por periódicos o televisión, creen tener la solución a los problemas mundiales de toda índole, ¡pero lo cierto es que son incapaces de poner sus propias vidas en orden! La solución a las pandemias, guerras, catástrofes o conflagraciones no radica en agolparse por los miles y hacer sonar platos o cornetas, sino en vivir correctamente la propia vida. No podemos controlar el clima, pero sí nuestras pasiones, no podemos detener violentos ejércitos, pero sí a nuestros propios actos insuflados de ese veneno, no podemos alimentar a todos los desnutridos del mundo, pero sí compartir lo poco que tenemos, no podemos alejar del sufrimiento a los millones de seres, pero sí dejar de sufrir nosotros mismos, no podemos mostrar a Dios a todos, pero sí esforzarnos nosotros en encontrarlo. Por más de que tarde, un vaso puede llenarse gota a gota, y así también un océano, porque, ¿qué es el tan vasto océano sino muchas gotas juntas? La montaña es tal porque todos y cada uno de sus átomos decidieron conformarle. La hormiga, el ser más fuerte del mundo, trabaja casi inadvertidamente, ¡pero construye pirámides mucho más excelsas que las de Keops! Un hombre podría o no cambiar el mundo todo, pero el mundo reverencia a un iluminado que se domina a sí mismo. ¿Quién ve a las flores perseguir abejas? Ninguna flor se preocupa de esparcir su semilla, su tesoro, y hete aquí que las vemos cada día más hermosas y coloreadas. Las acciones del sabio, esparcen su virtuoso ejemplo como fieles abejas, ¡ya vendrán por sí solos los que anhelen el dulce polen de la sabiduría!


104

Ni aunque nos enlistemos en todas las “organizaciones” del mundo habremos de hacer algo productivo si no nos cambiamos a nosotros mismos. Porque, ¿de qué está hecha una organización? De personas. Y si éstas no funcionan, ¿funcionará acaso la organización? Muchos dirán que se necesita de tales organizaciones para facilitar y efectivizar la ayuda, pero no es así. La mayoría del tiempo, estas organizaciones no hacen nada, o peor, se escinden, apartan, cierran y hacen las cosas peores y más difíciles. Lo que se necesita no son organizaciones, sino personas que ayuden. Las organizaciones limitan el obrar, pero la persona es libre de ayudar. ¿No te cansas, todavía, de ver tantas banderas, emblemas, divisas distintas? ¿Cuándo aprenderás que sólo has de encontrar alegría en la sonrisa, el gesto, las manos abiertas de tus hermanos, y no en pancartas, íconos o símbolos? Concentrémonos, enfoquémonos en nuestros puntos en común, en lo que nos une, no en lo que nos separa. Humanidad, ¿hasta cuándo he de verte antagonizada…?


105

Mira al sufriente mundo… ¡Es terriblemente desgarrador! ¿No te sientes, a veces, cansando, hastiado, impotente, desahuciado y desesperanzado de todo? ¡Cuántas veces has de exclamar como el Buda: “Qué penoso es todo esto”! ¿Y qué podrás hacer? Los sufrientes emergen en cada esquina pidiendo, llorando, buscando... cada vez más… y más. La violencia, la pobreza, la desesperación, como demonios, toman posesión de cada vez más gente. Es inevitable. Y no, no se soluciona con dar moneditas cuando te lo requieran, ni diezmo… ni todas tus pertenencias. El Reino de los Cielos no se compra con dinero. ¿Y ayudando personalmente? Puedes probar, pero, ¿a cuántos podrás albergar en tu casa, o alimentar, o educar, o simplemente escuchar…? No a suficientes. ¡Apenas si puedes sustentar y prestar atención a los tuyos! Lo material no basta. Ni aunque uses poderes sobrenaturales para alimentar a toda la humanidad harás bien. Si no, Jesús (y muchos otros) lo habría hecho. Jamás tendrás los medios suficientes para aliviar el infinito dolor de la humanidad toda, es imposible. Pero tú puedes cambiar. Otros pocos, también, quizá se unan a la empresa, pero tú eres el principal interesado en erradicar el sufrimiento, en calmar la sed, en lograr el Nirvana. ¿No empieza la cabeza a mostrar su edad sino por unas pocas canas? Ningún pelo negro, por ventura, dirá: “Bueno, pues, no pretendo ser el único en tornarme blanco. ¿No habrá otro que quiera hacerlo antes que yo?”, porque cada uno se limita a hacer su trabajo. Y al final, nadie sabrá quién empezó o quién fue el primero. Nunca pienses que la felicidad te estará esperando luego de que, algún día, decidas dejar de ser miserable. Eso no pasará jamás. Si hoy no cambias, si hoy no eres feliz, con mucha probabilidad: no lo serás jamás. La ayuda nunca será fructuosa exteriormente. Humanízate, acércate a la humanidad, aunque tengas que retirarte a ti mismo, como decía Epicuro. A nadie podrás ayudar si no te ayudas a ti mismo, nadie dejará de sufrir si tú aún lo haces. ¿No quieres ver más dolor? Pues deja de embadurnarte en él. Auxíliate a ti mismo y auxiliarás al mundo.


106

¿Aún quieres dar? Pues bien, ésta será tu medida: da, da, da y da; da hasta que te duela, como lo pusiera Teresa de Calcuta, y, cuando no tengas más absolutamente nada que dar, da aun más. Porque eso que das de más, eso que quieres, eso que verdaderamente vale también para ti, eso es lo que realmente vale la pena dar. En verdad, eso es lo único que vale, si pretendes dar. Porque lo otro, las sobras, los restos, lo que no te sirve más, eso es tratar al semejante como a un basurero, como diría Vicente de Paul. Además, las arrugas se irán apoderando de ti cada vez más, y, ¿qué cosa que guardes hará a tus años regresar? ¿Cuántos sonreirán al verte? ¿Cuántos sacudirán la cabeza? Ni aunque construyas el más grande palacio y lo llenes de tesoros, ni aunque te deleites en todos los goces de la tierra hasta hartarte, ni aunque seas el más docto en tu ciencia, ¿detendrá todo esto, por ventura, a la dama que vendrá por ti a la hora postrera? Si no dedicas tu trabajo y su fruto a Dios, serás como un hombre que, lo que duramente ha ganado con su sudor, va a colocarlo en una casa en llamas. ¡Esa casa es tu cuerpo, necio, que se deteriora día a día sin remedio! ¿Qué comida, qué mujer, qué diversión te será dulce cuando, irresistibles, los años te empujen hacia la senectud? ¡Busca afanosamente el bienestar de tu prójimo, amigo, que el amor que generes, aún en tus años mozos, y luego en tu madurez y ancianidad, será como un suave bálsamo que aliviará un poco a tus pies de tanto caminar en este valle de lágrimas. Ni el mozo halla completa diversión en sus placeres, ni el maduro suficiente ocupación en sus quehaceres, ni el viejo bastante redención en sus comodidades, porque fueron necios y renegaron el camino. Eso que le falta a sus vidas es el amor, y difícilmente lo han de recibir de manera incondicional de los suyos, porque están muy ocupados en perderse ellos mismos también en las locuras del mundo. Por eso da y da siempre amor, siempre más, que eso es lo único que vale, que calma, que cura, que agrada y que perdura, seas joven, adulto, viejo o hayas cruzado el umbral de la muerte. Recuerda por lo demás, a Hageo 1:9, el Eclesiastés, mitad del capítulo cinco y el seis, etc.


107

Es cierto que muchos melindrosos eligen la comodidad de mendigar antes que trabajar, aun cuando se les ofrezca la posibilidad de hacerlo. Por eso, dar plata no necesariamente es beneficioso en todos los casos. Nuestra posibilidad es la inversión desapegada e inteligente. Pagar lo que se nos diga que debemos pagar aun sabiendo el precio que corresponde es inversión desapegada. Pagar lo que corresponde justamente sin temor a lo que se nos diga que deberíamos pagar es inversión inteligente. La diana del medio exacto entre estas dos medidas es a lo que el discernimiento debería apuntar siempre que pueda.


108

El diezmo a los necesitados no es una alternativa tan descabellada para ayudarse entre sí, siempre que se cumpla eficientemente y de manera dadivosa. Cumplir eficientemente es ser honesto y responsable; ser dadivoso significa dar y repartir el noventa por ciento de lo que se tiene a los que realmente lo necesitan y dejar el diez por ciento para uno.


109

Si has de agradecer por todo lo que recibes, toda tu vida, día a día, ¡has de necesitar otra vida para hacerlo cada segundo de ella! Lo cual es proporcional pero absurdo. Mejor sería, simplemente, hacerlo provechosa, útil, fructíferamente. Porque, aun sin tener la intención de ello, el “agradecimiento” no deja de ser sino una vacía artimaña, un fino truco, una tenue astucia sin significado verdadero. Porque, ¿de qué le sirve a alguien agradecer efusivamente un regalo si al siguiente momento lo arroja a la basura?


110

Hay que hacer prontamente el esfuerzo por desterrar los terrenales apegos. Éstos, necesarios para ciertos fines, toman el atuendo del deber, del honor, de la obligación que se debe a la familia, amigos, sociedad, etc. ¡Pero si se los analiza concienzudamente chocaremos contra una vacuidad que nos dejará perplejos, parados en un espacio vacío sin saber siquiera donde asirnos! Nadie realmente nos quiere, ama, o se preocupa por nosotros. Es decir, que, el amor que generalmente damos y recibimos de los padres, amigos, cónyuge, es ilusorio y egoísta, teniendo su base en los deseos y propensiones imperfectas. Lo que en verdad amamos, en estos casos, es la proyección de nosotros mismos que asignamos a diversos objetos. Por ejemplo, nadie realmente ama a su mascota, ¿por qué? Porque el amo no piensa realmente en cómo se pueda sentir el animalito, sino que, espera simplemente que le provea de su ración de cariño, obediencia y sumisión, castigándole severamente si no sigue alguno de sus momentáneos caprichos. ¡Pocos son los amos que pensarían dos veces antes de vapulear a un perro si lo encuentran haciendo “lo indebido”, y cuántos los que descargan sus frustraciones a garrotazos por el lomo del inocente! O, por decir, si es que hacemos desfilar a todos nuestros conocidos, y, pensando en sus virtudes y defectos, nos preguntásemos: “¿Por quiénes realmente estaría dispuesto a dar mi vida?”. ¡Veríamos que su número no pasaría de una sola mano! Y hete ahí que, ¿de qué realmente sirve “amar” así a los demás si, en el momento más importante hemos de abandonarlos? Que triste y lúgubre es este egoísmo que damos en llamar amor. Pero, en verdad, este experimento funcionaría mejor si, en vez de preguntar por quiénes daríamos o no nuestras vidas, dijéramos: “¿De entre mis conocidos, quiénes estarían dispuestos a entregar sus vidas por mí?”. ¡Bienaventurado el que, honestamente, descubre que varias personas harían el sacrificio! Los padres, los amantes, los hijos, los parientes… no solamente no darían su vida, sino que, ¡no sacrificarían un pelo de sus cabezas ni por nosotros ni por nadie! Y el que estuviera dispuesto a tal tarea, ¿comprenderá realmente su acción a cabalidad? Porque el suicida no aborrece la vida, sino que, simplemente no soporta las condiciones en que se la presentó, como diría Schopenhauer. Este y otro tipo de razonamientos similares nos llevan a la conclusión de que lo que realmente amamos, no son los demás (como la sociedad y nosotros mismos nos queremos auto-convencer), sino nuestro propio ego proyectado. Por lo tanto, lo apropiado sería desembarazarse de tan molestosa carga, y cultivar, en su lugar, el amor puro, inegoísta y extensivo a la humanidad toda, sin ningún tipo de distinciones. Además: el verdadero amor ya es, de por sí, un sacrificio.


111

La familia, la pareja, los hijos, los amigos, cumplen, con respecto al amor, un significado y objetivo doble en la vida de las personas. Uno porque quien no “ama” ni a sus allegados, ¿merecería siquiera haber nacido hombre? Y dos porque quien ama solamente a sus allegados, ¿no nos parecería un poco sombrío, execrable? El que no considere a todos los hombres sus allegados siempre se debatirá en la duda, en la confusión, y, quiéralo o no, caerá, de tanto en tanto en el error. ¿Nuestro niño merecerá mejor un pedazo de pan que otro andrajoso, desnutrido, cuyos padres son las duras, frías y siniestras calles que lo criaron? Ya nos equivocamos en la primera palabra. Nada realmente puede ser “nuestro”, es decir, que, el hecho de que uno piense que “tiene” una esposa, “tiene” unos hijos, “tiene” un cuerpo, opera en función de una específica necesidad, si bien aceptable y hasta loable en cierto sentido, no deja de ser, a otra luz, nada sino la expresión externa y concreta de la pura codicia y avidez del ego del ser humano. Conflictos, litigios, conflagraciones y demás, tienen como común denominador al ego que se proyecta simplemente en distintos niveles. Porque si bien no es “malo” quererle a la propia familia y luchar por ella, si otra familia nos agravia, ¿no estarán ellos también en su “justo” derecho de luchar por sus propios intereses? Pues qué, entonces. ¿Deberían destruirse las dos familias en su “loable” empresa de reponer el daño, restaurar los agravios? Sí, hasta cierto punto, pero más allá de él: no. Este punto es el que delimita el mero “amor” que se siente por los allegados y la caridad o amor de Jesús, o la compasión del Buda, que deberán extenderse a toda la creación; porque, mientras no se ame a todos los hombres, se tendrá que odiar a algunos, o al menos no amarlos. La apuesta es a todo o nada: o se ama a todos, o no se ama verdaderamente a nadie.


112

No se puede negar que hay mayor desperdicio en las reuniones que en la soledad. Mejor será que no vayas a algún lugar en donde se ha concertado agasajar a las drogas o a las frivolidades. Una copa de vino o un chisme pueden parecer inocuos, pero el torrente irrefrenable que arremete al que va a estas orgiásticas apoteosis del aburrimiento humano, pronto lo van llevando, quiéralo o no, por su corriente. Si dices disfrutar sobriamente del buen vino prepara tu propia bodega, o aprende a sacarlo del agua como lo hizo el galileo; y, si eres tan tonto como para no hallar en ti mismo toda la compañía necesaria, habla con tu esposa, que no le faltarán chismes; si eres casto, adopta una mascota, que por comida serán capaces de aguantarte delirando. No es que la compañía sea mala, no. Es sólo que, si tú mismo no hallas contento en ti mismo, ¿qué crees que hallarás en otros, así tan necios como tú? El cero vale lo mismo estando él solo, o al lado de infinitos “homónimios”.


113

Hay que ser, por estas razones, muy cuidadoso al elegir la compañía en este viaje. Ciertamente que alguien que desee ir al norte buscará los que anhelan similar destino, ¡colmo de la tontería sería verlo con gentes que viajan en sentido contrario! Muchos se las dan de impolutos, y desdeñan este consejo de sabios alegando que nada puede empañar sus principios o manchar su virtud. ¡Habilidoso caminante el que no se hunde al pasar por las arenas movedizas! Porque el borracho empezó con un sólo trago. Es cierto que en la Biblia se dice que Jesús iba a banquetes y a fiestas... ¡pero también se dice que resucitó y subió a los cielos! Estate atento y sé diligente y estricto, pero sin ser malicioso, fanático ni despreciativo. Ya vendrá el tiempo en que asirás sin temor a la serpiente, sin que te infecte su veneno…


114

En cualquier relación que tengamos con carcasas carnales (es decir con otros seres, incluidos nosotros mismos) hemos de mantener el cariño y la disciplina en una constante igualdad. Porque, si es que se abusa de aquello, hemos de hallarnos regodeados; y de lo otro, intransigentes. Lo uno es, por decir, en lo que consiste el disfrute de la vida virtuosa bien vivida; lo otro es, lo que nos capacita para tal disfrute. Cuando el sabio ve a alguien obrar con esta dual rectitud (pues consideramos lo antedicho como tal), claramente ve el amor traslucir sus destellos, como el espectador observador ve que las imágenes de un cine toman forma y aparente realidad sólo mediante los lumínicos rayos y sombras que provienen del proyector. Muy pocos son los que tienen amor solamente para dar, amor que oblitera cualquier otra cosa y que es luz pura y perfecta.


115

Si escuchas que algún extraño habla mal de alguien, no des crédito a sus palabras, pues no sabes si dice verdad. Si alguien en quien confías habla mal de la misma persona, no des crédito a sus palabras, pues no puedes estar seguro de que lo que dice realmente pasó pues no lo presenciaste. Si la persona misma te hace mal, no te des crédito a ti mismo y no la tengas por mala, pues no sabes si esa persona es buena en realidad y solamente cometió un sólo error contigo; y aunque efectivamente la persona sea mala, no podrá cambiar y ser buena en cualquier momento.


116

Tu vida y la de los demás están sujetas a la separación, al adiós, sea por las circunstancias o por la muerte. Vive como si te estuvieses despidiendo, para poder valorar realmente las cosas como son, porque, realmente, todo está de paso. ¿O te hallará lo inesperado, lo trágico? Yacerán bajo tierra muy pronto los que conoces… esto es terrible. Ama a los demás en Dios, y así serás firme y tu amor tendrá oportunidad de perdurar. Considera la vida como un patio de juego, en donde tu madre te ha puesto para que te diviertas con diversos juguetes (o como un marinero que atraca temporalmente en la costa, como lo pondría Epicteto, y que se pone a jugar con las piedras, estrellas del mar…), como la familia, los amigos, el trabajo y demás. Por eso, debes estarte atento a su llamado, para saber dejar todo e ir en pos de ella. ¡No quiera el destino hallar en ti un niño rebelde, que patalee y relinche mientras se te lleva a la fuerza! Mira a otros de los niños, ¿no ves cómo mucho ha que le aburrieron sus juguetitos, y, habiendo llamado a sus madres con vehemencia, fueron dignos de ellas?


117

Piensa que has firmado un contrato por tiempo determinado con una empleadora genial, ¿no irás a ilusionarte con el trabajo y enojarte por no poder quedarte más tiempo del estipulado, verdad?


118

Nunca te creas digno de merecer la divina gracia por pequeños momentos de devoción. Nunca digas: “Yo he llorado por mi Señor, pero él es despiadado, porque no contesta” ni nada similar, porque Dios es perfecto y tú no. ¿Qué pensarías, acaso de tu esposa, si, luego de haberte engañado varias veces y de mil maneras, viene a ti con lágrimas en los ojos pidiendo perdón, pidiendo que la escuches? El más benévolo corazón prestaría, al menos, oído a las súplicas sin dar respuesta inmediata ni definitiva… mas, hete aquí que la esposa va y comete todos sus errores de nuevo y así. Ahora ves que has de llorar todavía mucho para ser digno, porque tus penas y congojas se han reducido al mundo sensorial, material nada más, olvidando al Señor. Persevera, entonces, porque el salado llanto será dulce alegría, y la mustia amargura se trastocará en serena felicidad.


119

Una esposa, se auto-convence firmemente de que su marido no podría estar, siquiera un día sin ella. De que él la necesita aun sin saberlo, y de que ella es indispensable para él. Ella incluso le dice esto, entre risas, pero realmente lo cree. El marido, aunque piense que no sea cierto, lentamente, por el poder de convencimiento de su esposa, ¡ha de terminar creyéndola de todas formas! Es así como debería ser nuestra relación con Dios, debemos decirle: “Dios: Padre, Hermano, Amigo, Hijo mío: Sé que eres Uno, Único, Total, pero, debes saber que estarás triste sin mi devoción. Así es. Puedes ser todo lo infinito que quieras, pero no te puedes llamar verdaderamente Dios si no tienes mi afecto. Dios mío, tu sabes que sin mí no serías nada. Por eso es que soy tan feliz adorándote, porque, esa es la única manera en que ambos podemos realmente darle el verdadero significado y sentido a nuestra existencia.”


120

¡Mírate! ¿Aún persistes en tu necedad? ¿Sigues con la frente altiva, el orgullo inflado, los prejuicios desbordantes? ¡Carga pesadísima que insistes en llevar! Deja lo innecesario prontamente, arrójalo lejos de ti: el odio, la amargura, el desdén, la envidia, los temerarios juicios y prejuicios, la aversión… todo. No queda mucho tiempo, mas tú, ¿seguirás fijándote en los demás, en sus errores? ¿Y los tuyos? La tormenta se viene con todo, mas tú estás a la puerta de tu casa, con tus cosas afuera, y le dices a tu vecino: “Vamos, amigo, endereza tus vigas y cierra fuerte la puerta que se viene el huracán”. Guarda tú, primero, tus cosas y luego, con el mayor de los esmeros avisa a otros… si te sobra tiempo. ¿No lo ves todavía, no lo entiendes? Nadie hará el bien si escuchan meras palabras, a nadie le interesa hacer lo correcto si pretendes indicarles lo que es. Endereza las vigas de tu propia casa para que aguante, y así podrás resguardarte a ti mismo y a otro… si es que así lo desea.


121

Sabes cómo la mente te tiende múltiples trampitas, truquitos y embelequitos. En verdad, el universo es una proyección de tu mente, o una representación, como diría Schopenhauer. “Esta misma mente”, es una de las respuestas al planteamiento Zen de qué es el Buda. Jamás entenderás esto si no vuelves a ese estado sin mente, el cual no es un vacío en absoluto, sino un brillo sin luz. Recuerda a Foyan y Maharshi: así como los ojos, que ven todo, no se pueden ver a sí mismos, así también la mente, que sabe, no puede saberse a sí misma. ¿Cuánto tiempo más seguirás apegado a estas cenizas juntadas, a estos pensamientos inútiles? Todo será destruido, ¿no lo ves? Tu cuerpo, tu mente, tu ego… y todo lo que designes con ese “tu”. Por eso es mejor que destruyas simplemente ese “tu”. Ese es el estado al que debes aspirar, al que debes volver… toda vez que puedas. No permitas que la mente se aferre a nada, ella quiere todo, pero eso es puro sufrimiento. El estado al que aspiras va más allá… hacia algo más… algo mejor… infinitamente mejor. Si no, no tendrías otra que sentir envidia por los animales; porque, ¿no comen y duermen mejor que muchos hombres? Y no van a escuelas ni trabajan, de hecho: sus vidas transcurren en la más perfecta despreocupación. Pero, como se te ha dicho, no estás listo aún para eso. Y la tarea consiste en averiguar justamente el porqué… y enmendarlo.


122

Debes ser riguroso, no rígido; justo, no obsesivo; puro, no puritano; perfeccionador, no perfeccionista. Intenta no descartar las cosas antes de conocerlas por ti mismo, o a las personas sólo por lo que escuchaste de ellas. Es cierto que el ladrón, el asesino o el violador son despreciables, pero debes recordar que, no solamente el ser humano es imperfecto, sino que su vida es la oportunidad de rectificarse. Tu sabrás si eres capaz o no de someterte voluntariamente a vejaciones sin nombre. Porque es muy difícil caminar en el lodo sin embarrarse. Por eso, intenta siempre decidir cada cosa en su momento, con adecuado discernimiento.


123

El camino que sigues es, en general, opuesto al que sigue el mundo. San Francisco de Asís, por ejemplo, ¿no merecería haberse sentado en el trono más grande, alto y lujoso, como el que vio en sueños uno de sus hermanos? Sí, pero merecía hacerlo justamente porque había rechazado toda cosa, signo, o indicación de elevación en este mundo, a tal punto de ordenar a algún hermano que le insultase lo más vilmente posible cuando venía alguien a alabarlo. Porque en su orden, a medida que el monje “ascendía”, era el “servidor” de sus hermanos “menores”. Recuérdalo: el mayor debe ser el menor.


124

Porque el siervo debe recordarse constantemente de que es siervo, para servir más prestamente y con mayor humildad. Pero el amo no necesita recordarse de que es amo, porque todos lo hacen por él.


125

El hombre nace de la repugnancia, es repugnancia y se convertirá en repugnancia. ¿Has visto la nauseabunda menstruación de alguna mujer de cerca, has olido el asqueroso semen del hombre? De lo peor y más bajo surgimos, mas, también está en nosotros, la posibilidad de ser grandiosos, es decir, de justificar o dar razón o motivo suficientemente valedero como para que hayamos venido a la existencia. Porque nuestro estilo de vida (usar combustibles inadecuados, consumir productos no restaurables, acumular mucho dinero, cagar, ¡o simplemente respirar!) es contaminante, pernicioso y dañino para el planeta y todo el que lo habite. Tu vida será una maldición para ti y para todos si no la usases para hacer sola, exclusiva y constantemente el bien, reparando en lo posible todo el daño que estás haciendo al planeta, lo sepas, lo quieras o no.


126

El humor, la disposición jovial y la alegría son ingredientes que sazonan exquisitamente una longeva, sana y buena vida. Los beneficios que reporta ser así, o juntarse con personas que son así, son descomunales. Porque, si bien es cierto, como ya se dijo, que no hay en absoluto evidencia de que la vida sea una cosa demasiado seria, el tomarse todo a la chacota tampoco revela mucha inteligencia. Ahora: si el ser humano tuviese mejor desarrollada la capacidad de reírse de sí mismo, indudablemente viviría mejor y en más armonía con los demás… pero quizás deje a los payasos sin trabajo.


127

La ahimsa, o no-violencia es un estilo de vida dificilísimo de practicar. En rigor, la mente misma debería hallarse libre de tendencias nocivas, y, si bien la filosofía ahimsa es una alternativa atrayente y poderosa, pocos son los que carecen de enemigos en esta tierra. ¿Perdonar? Sí ¿Dar la otra mejilla? Cuantas veces sea necesario. Todos somos imperfectos, todos necesitamos tolerancia. El hombre de mundo dirá: “Sí, sí, todo eso está bien. Pero, ¿qué hacer con el que secuestrare a mi esposa, o con quien violare a mi hija o con quien injuriare a mi madre?” Pues cada uno es el que debe decidir, pero, que antes sepa que nada en este universo sucede sin razón, y que lo que uno hiciese o dejase de hacer, se le hará o dejará de hacer. Esta es la ley universal que mantiene a la creación en equilibrio, si no fuese así, no sería posible la existencia.


128

El uso de la fuerza o del poder, por tanto, si se los posee, ha de ser siempre a favor del indefenso y del justo. ¡Es ciertamente una carga muy pesada que la mayoría de los sabios siempre han prescindido! Asoka, Marco Aurelio, Yudhisthira y otros muy pocos son, lastimosamente, los que han encarnado aquel sueño que consistía en que los filósofos gobernasen. ¡Pero seguramente Platón mismo se daba cuenta que, para los filósofos, los amantes de la sabiduría, hay cosas mejores de qué ocuparse que la política solamente! Asimismo, se puede subyugar a varias personas con la fuerza, por eso, ¡ay del que aplasta al inocente! El que no considera su fuerza como don divino y lo usa a su antojo y capricho, ¡funestamente será exterminado por otra fuerza mayor! Por eso a los niños fascina tanto las historias de superhéroes, ya que, siendo ellos mismos débiles e indefensos, se hallan obligados a creer que sus ídolos han de destruir a los malos o supervillanos. Desde el poderoso Superman hasta el astuto Odiseo, el travieso Gopala o el fortísimo Heracles, todos luchan con sus poderes para vencer al mal sufriendo el cansancio, la locura, la ignominia y sinnúmeros obstáculos. Así también nosotros hemos de hacerlo, entregando a Dios el resultado de todas nuestras batallas. Además, ¿no somos sino niños frente a Dios?


129

¿Cómo saber quién es justo? ¿A quién “castigar”, cómo y por qué? ¿Cómo obrar ante la injusticia? ¿Qué es lo justo? Ni las leyes, ni las instituciones, ni el estado, ni nada ni nadie puede atribuirse a sí y por sí mismo la justicia absoluta, la verdad irrefutable o la razón perfecta. Si no fuese así, este mundo sería un jardín paradisíaco, en el cual todos sus habitantes vivirían en una felicidad sin fin. Las estructuras políticas, jurídicas, sociales y demás, como mucho, solamente sirven para mantener un orden tolerable: únicamente el corazón sabe lo correcto. Por eso, las revoluciones, levantamientos y manifestaciones, casi jamás han estado exentas de violencia, que justifica plenamente su represión, asimismo violenta, en virtud de un orden general y superior. Así es como el despotismo, mal incalculable; será preferible a la anarquía, el caos total. Ya que siempre será preferente la muerte de un alborotador dentro una turba, que la de un ciudadano temerosamente encerrado en su propiedad privada. El gran Gandhi, admitió haber fracasado en su intento de aplicar la no-violencia en masa, porque las represiones, las masacres, los avasallamientos, no discriminan edad, ni profesión, ni razón alguna: la violencia barre con todo. Ya lo dice el Buda: “Todos los seres tiemblan ante la violencia… tú no mates ni seas causa de matanza” (X, Dhmmpd); lo cual, el prudente ha de interpretar: “Tu no alborotes ni seas causa de alboroto”. La libertad, la hermandad y la paz, por las que han “luchado” Gandhi, Luther King, Lennon, y muchos otros, cada cual a su manera y como pudo, lamentablemente ha de terminar casi siempre en tragedia, como las vidas de los citados, puesto que es imposible lograr esos bienes por imposición externa, aun cuando se enseñe con el ejemplo. Porque esto sería como gritar a la gente para que haga silencio, o golpear las aguas que queremos ver calmadas. La revolución jamás logrará nada si externa, la revolución es interna.


130

La corrupción y perversidad humanas no tienen límite. La maldad, terrible enfermedad del corazón, manifiesta sus múltiples síntomas en las torturas, persecuciones, aberraciones, filias, odio, violencia e innumerables otras formas del virulento actuar de la que es capaz el simio pelado. No devuelvas mal por mal, ni violencia por violencia, ni odio por odio; porque, así jamás podrás impedir que se sigan perpetrando atrocidades en el mundo (o a ti mismo, que al fin y al cabo, estás en él), sino que, por el contrario, con tu propio mal, estás contribuyendo a la perdición. Pocos son los que llegan a ver, en toda su plenitud, el hondo abismo de la iniquidad y crueldad: la mayoría, como por su propia vida, chapotea alegremente por la superficie. No tengas curiosidad por ese tipo de cosas: es el consejo de los sabios. Mira que lo único que puedes hacer, es, valientemente, devolver el bien cuando has recibido mal. Eso es todo. Solamente resiste y lucha sin escandalizar, pero jamás cabizbajo. Mira a los que dicen la verdad, ¡cómo son perseguidos! Mira a los humanitarios, ¡cómo son odiados! Mira a los que son honestos, ¡cuánto trabajan! Por cada bueno que hay, cien malos conspiran, directa o indirectamente, contra él. Por eso tienes que esforzarte cien veces más de lo que haría cualquiera, sin acostarte en la colchoneta de la autocomplacencia jamás.


131

Entre los humanos, existen muchas cosas cuyo origen es paradójico. Las leyes, por ejemplo, cuyo objetivo es el bien o la justicia, surgieron justamente de la injusticia o el mal. Aristóteles, en un arrebato de absurdidad, dijo que: “Hacemos la guerra para que podamos vivir en paz”. Pero, ¿para qué alterar el objeto deseado si lo que se quiere es llegar a ese mismo estado de inalterabilidad? Es lo mismo decir que uno va a romper un vaso para volver a construirlo, pedazo a pedazo, y poder tenerlo “intacto”; o que uno se va a dormir para justamente luego poder estar despierto; o que, queriendo estar sano, uno quiera caer enfermo, para poder “curarse”. ¿No fue mucho más sabio y sensato Gandhi al decir: “No hay caminos para la paz: la paz es el camino”? Las leyes o reglamentos que supuestamente persiguen la justicia, se hacen precisamente para los que carecen de ella, ya que, a los poseen en sí la bondad o justicia, ¿qué utilidad les otorga? ¡Ellos ya viven honestamente, no hacen daño a nadie y dan a cada cual lo que les corresponde! Ya dijo Narosky que la nacionalidad puede agrupar hombres, pero sólo la bondad los une. Ahora, ¿hasta cuándo soplaremos las burbujas del estado, las leyes, las razas, las religiones…?


132

No te asustes de jueces, policías, burócratas y demás. Tú da a César lo que le corresponde sin preocuparte por las tonterías del siglo. ¿No han habido, uno tras otro, estados, imperios, países, cada cual con sus leyes, modas y usos, manteniendo siempre la dosis de extravagancia, incongruencia y absurdidad? Por eso es inexcusable que te apoyes en estas estupideces para justificarte, ya que el Juez Verdadero sentenciará de acuerdo a leyes eternas, no por lo que diga un juececito o un policiíta cualquiera, ni tu amiguito, ni tu parientito. Mejor será que te empeñes en descubrir y practicar estas leyes sempiternas, que lo demás se hizo para los necios. Pero recuerda que vas a una gran casa, y que pasarás por un patio, donde quizá hayan perros. No sientas miedo, tírales su hueso que, a quien tú realmente quieres ver es al Amo de la Mansión.


133

No te dejes embaucar por palabras como país, estado, territorio. ¿No ves cómo los animales, que tan poco importantes son para la mayoría, marcan y defienden afanosamente sus territorios? Ellos también se lastiman, matan y sacrifican por esas sandeces, tal cual el humano. La única diferencia resida, quizá, en que ellos tarden menos. ¿No orina el perro donde el hombre tiene que hacer banquetes, discursos, negociaciones, para firmar un pedazo de papel? Y así como tú te aterrorizas al ver a un animal despedazado por otro, no te parecerá menos vituperable el acto si el agresor te dice que “simplemente defendía su territorio”, ¿o sí…? Desengáñate de estas tonterías, que, palabras como “patriotismo”, “honor”, “nobleza”, no significan sino orgullo, venganza y desprecio. Ni la tierra se halla dividida en países ni la savana se halla dividida en territorios, es mera quimera e invención animal.


134

Desconfía, automáticamente, cuando alguien te habla acerca de los infiernos, cielos, purgatorios, limbos o reinos astrales y cuestiones similares. Desconfía aun de ti mismo si experimentases estas cosas, ¿o darás por cierto, acaso, todo lo que la mente crea ser verdad? ¡Muchos espejismos podrá crear en el desierto de la ignorancia mientras siga tomando a la soga por serpiente! ¿No sabes que los artistas habilidosos, con muy pocos colores, son capaces de crear innumerables paisajes, escenas y vistas? ¿O tú mismo, antes de visitar a Morfeo, conoces, por ventura, qué reinos fantásticos, qué mundos exóticos, qué experiencias deslumbrantes y qué sensaciones sublimes sentirás? Y si tu propia mente, que es tan limitada y que no la tienes controlada, es capaz de danzar imitando al infinito, ¿qué cosas no será capaz de imaginar la mente de Dios que todo lo creó? Deja los papiros y plumas, las diapositivas y proyectores, los mundos relativos y absolutos, y busca, más bien, el entendimiento, el ojo y la mente Absolutos, Totales. Y vuela, también, por encima de la conciencia y su principio generador (purusha y prakriti) accede al lo Inefable, lo que trasciende toda trascendencia, lo infinito más allá de lo infinito, que no puede ser más que uno sólo (sin segundo), que es todo y omniabarcante.


135

Por cierto, los maestros que llegan a entender la Realidad, se desprenden totalmente de creencias, dogmas, prácticas, preconceptos, prejuicios, etc. Pero se sirven de ellos para ayudar a sus discípulos o quien fuere. ¡Muy difícil sería ver a una mariposa llorar, velar, y revolotear cerca de su crisálida, de la cáscara que tuvo que dejar para ser libre! Por eso siempre es mejor amainar los fuegos doctrinales, sectarios, y concentrarse en la bondad. Una persona no necesita de documentos y credenciales para pasearse dentro de su propia casa, porque no hace falta que se muestre a sí misma o a su familia esos papeles para cerciorarse de que es ella; pero sí los necesitará ante algún extraño, para cuestiones de seguridad o garantía. Así también, las creencias o dogmas pueden servir para llegar a la gente en un nivel general, pero la Realidad Auténtica carece absolutamente de atributos o etiquetas, y resulta irracional identificarse con ellas, porque nadie las trae consigo al nacer. Así que, al comprender que Dios no tiene raza, ni país, ni religión, ni secta, ni categoría, ni rama, ni denominación, ni concepto, se ve la evidente sobreabundancia de estos, y surge la empatía. ¡Cuánta compasión la del Buda (y la de otros) al haber creado la orden de monjes, con reglas, pautas, ejemplos, normas a seguir, aun a sabiendas de que el Verdadero carece de dirección! Pero eso, evidentemente, no se le puede decir a la masa, que necesitará aún fatigar muchos senderos. Aunque quizá el día llegue en que la hermandad que sienta la humanidad por sí misma sea tan fuerte que extinga automáticamente todas las sectarias, absurdas y artificiosas denominaciones que ha creado…


136

Jesús, Buda o Krishna eran hombres comunes y corrientes como nosotros, ¡nada divinos! Es decir, tan divinos como nosotros. Eso sí: la divinidad en ellos era harto mejor manifestada. ¿Acaso no hay hombres que pueden levantar cientos de kilos o hacer desplazar, con la mera fuerza de sus cuerpos, objetos de varias toneladas? Y nadie considera esto demasiado extraordinario. De hecho, nadie diría: “¡Ah!, miren a ese hombre. Ciertamente que tal es su fuerza que, solamente pudo haber nacido del seno de una fortaleza intrínseca o universal”. Así también, ser tal cual fueron estos seres, no está en lo absoluto vedado a “meros mortales” como nosotros. Es cierto, Jesús, por ejemplo, tenía una fe adamantina en lo que decía, razón por la cual resucitó, he hizo anunciar estos hechos por el mundo, justamente para que todos crean. Pero esto nos parece demasiado extraordinario como para estar cerca de nosotros. “No, no, no—decimos—Jesús era diferente, distinto a nosotros”. ¡Nada más lejos de la realidad! Nosotros también tenemos la capacidad de hacer milagros y resucitar y resucitar a los demás, nosotros también somos dignos Hijos de Dios, nosotros también vinimos a dar cumplimiento de la Ley… solamente que no lo sabemos o no lo creemos lo suficiente. Por eso, si es que no nos sorprende que hayan hombres que levanten toneladas con su fuerza, que tampoco nos sorprendan otros hombres que mueven montañas con su fe.


137

Las masas divinizan a estos hombres para alejarlos de ellos. ¡Qué maldición más nefasta! Dicen: “Jesús era un ser divino, el único Hijo de Dios Padre. Yo no soy nada, soy solamente Fulanito, ¿qué posibilidades tendré de aspirar a algo similar?”. Y así encierran a la divinidad en los templos y libros polvorientos dejando su potencialidad desperdiciada. ¡Ciertamente que se convertirán también en las mismas cenizas polvorientas de las que se han alejado en sus despreciables vidas! Por eso, mejor que deificar a otros hombres, es menester que emprendamos la ardua tarea de divinizarnos nosotros mismos, practicando diariamente las enseñanzas de estos hombres, tan divinos como nosotros, conscientes de sus potencialidades. ¡Bienaventurado el hombre que se sabe potencialmente igual a estos Maestros y que los vivifica!


138

Se ha dicho que la religión es el opio de las masas. ¡Pero veo a muy pocos preocupados y frenéticos por su próxima “dosis”! Mas bien veo a conformistas, supersticiosos y fanáticos enceguecidos que hacen de sus propios egos su religión. Ahora, si eso es a lo que Marx se refería, entonces le doy toda la razón. Pero, lastimosa y comúnmente, lo que “las masas” toman por religión, es la creencia en ciertos rituales diarios, semanales, etc., para los que ponen atención especial. ¡Equivocación! Religión no es ir a misa semanalmente o rezar a cierta hora determinada. La verdadera religión es el espíritu puro (amor, bondad, etc.) que fluye de un corazón espontáneo. Es la atención y el cuidado que requieren estos rituales (nadie iría a misa sucio), pero aplicados a todo, las veinticuatro horas al día. Muchos piensan que la “modalidad religiosa” se activa solamente cuando se van al templo, iglesia, mezquita, sinagoga… cuando que el resto del tiempo son indulgentes consigo mismos. Mucho más importante que visitar templos de ladrillos y madera donde muchas veces hay hipocresía y cháchara chismosa, es reconstruir y reedificar nuestro propio templo de carne y huesos donde moran el espíritu y la divinidad; mejor que escuchar un sermón, prestar atención a nuestros pensamientos; mejor que atender al clérigo, monje o rabí, observar nuestra conducta; mejor que seguir los rituales estrictamente, meditar regularmente; mejor que dar limosnas miserables en el altar, ofrecer a Dios nuestro ser todo. Por eso, mejor que seguir diez mil religiones, es creer inocente, sincera y píamente que hemos de ser salvos, aunque para eso tengamos que crear una nueva religión.


139

Indaga siempre en las razones de las cosas y en su finalidad. La vida, la muerte, la ancianidad, la enfermedad, ¿por qué fueron instauradas estas leyes? ¿Qué secretos esconden tras sus puertas? Busca siempre respuestas y enfoques nuevos para estas y otras cuestiones fundamentales, medita en ellas y hazlas provechosas. De hecho, todo lo que ves y lo que sabes, lo que parece perdurar a través de la historia, no es sino el redescubrimiento perpetuo que hacen siempre las sucesivas generaciones. ¿Qué es la vida sino la oportunidad de mejorarnos a nosotros mismos? La muerte es la sentencia dictada para todo ser humano, pero, ¿deberían todos cumplirla? ¿La ancianidad no será el tiempo de la cosecha, en donde el diligente labriego disfruta de sus frutos y el perezoso sufre su indolencia; y, tendrá el joven pecador suficiente castigo en una achacosa vejez? La enfermedad podría ser la cuota o el impuesto que se debe pagar por el usufructo de este cuerpo, que, habiéndose excedido de los placeres, necesita destilarse dolorosamente de su abuso. Reflexiona así y de maneras similares para que tu mente no se oxide con dogmas petrificados, piensa siempre creativamente y no te engañes, asómbrate y replantéate constantemente para que no te atrofies. Considera tus ideas, opiniones, reflexiones y elucubraciones como simple plastilina, con la cual vas armando figuritas para divertirte y nada más. ¡Qué necio el niño que se enterca con una figura solamente, pudiendo hacer y rehacer miles de veces su diversión con siempre distintas formas!


140

A las opiniones, ideas y pensamientos debes tenerlas como al chicle: masticarlas por un momento, y escupirlas cuando se les acaba el sabor ¿O querrás tenerlas, insípidas, en tu boca-cerebro? ¡Sólo el que quiere pegarse y embrollarse inútilmente! Además, ¡hay tantos sabores ricos como para quedarse con dos o tres prejuicios gastados!


Hay que rebuscase mucho en la arena y el barro para encontrar las pepitas doradas. Pero, naturalmente, al hacerlo nadie prefiere el barro antes que el oro. Pero, aun así, ¡cuántos son los que tiran los áureos tesoros diciendo: “Esto está bien para mí. Yo me conformo con lo que ya tengo”, quedándose sucios y embarrados sin jamás encontrar la verdad! Así también hemos de estudiar las artes y ciencias si así lo deseamos, pero, fundamentalmente, hemos de estudiar la meditación (y practicarla), para poder encontrar lo fundamental, auténtico y divino en ellos.


141

Las enseñanzas de los grandes (Buda, Jesús, Krishna, etc.) son como las frutas de un mismo árbol: tienen básicamente el mismo sabor, sin importar la ubicación de la fruta-enseñanza, su tiempo de maduración y demás características peculiares. El que conoce la enseñanza, sabe de dónde procede, y si es verdadera o no. Pero el que prueba la fruta del árbol de la Realidad, no necesita recorrer inútilmente todo el árbol ni probar de todas su frutas para sentir el sabor Absoluto. Y, cuando los otros, cual micos zarandeándose de aquí para allá en las ramas peleándose por sobras podridas le llamen necio, él simplemente sonreirá.


XII

No hay causalidad acoplante o conectiva entre el requerimiento de una oración y el cumplimiento del deseo expresado. No sucede, pues, la respuesta a la oración porque ésta ha sido enunciada, sino que tuvo que haber sido enunciada porque la respuesta tenía que ser dada. La cuestión del destino o del libre albedrío sólo surge cuando hay aún confusión, la polémica es para los que desconocen su origen, como diría Maharshi; esto se ilustra bien así: Cuando alguien le preguntó al santo si era su destino el convertirse en renunciante, y éste le contesta que si ese fuera su destino, la pregunta no habría surgido. La apariencia nos dice que es el titiritero quien controla a la marioneta que dice: “¡Tú no me controlas!”, la introspección revela que el titiritero es el esclavo de la marioneta, y la visión absoluta confiere risa, alegría y goce sin fin. Así es como, cuando hay total aceptación, el destino se repliega sobre sí mismo y cobra verdadero valor. La lucha, la resistencia o la duda no hacen sino afirmarlo, por consiguiente, lo mejor es sonreír y resignarse activa y positivamente. Éste es el mensaje central del Gita. Hay una piedra que es lanzada contra un espejo al que rompe en mil pedazos… para luego caer y romperse a sí misma. La piedra es el libre albedrío, el espejo el destino y la manera de entender ambos conceptos es considerándolos sinónimos.


142

Vuélvete indiferente para con el placer y el dolor. Deja de perseguir agradables sensaciones y no te turbes en demasía si sufrir te toca. Sé frugal en todos los aspectos de tu vida sin olvidar los detalles. ¿No sabes que la sal en nada alimenta y no sirve sino para la lengua?


143

Si los niños gobernasen el mundo no habría en él injusticia. Lo que hasta ahora hemos llamado educación, no dista mucho de ser una simple represión y reprensión constante para con nuestros pequeñuelos. A Freud le asombraba cómo pueden, personas tan brillantes, creativas y alegres transformarse en mediocres, amargados y miserables seres; refiriéndose, por supuesto, al crecimiento y desarrollo de la niñez a la adultez. Podría hasta decirse que para ser adulto se debe de sufrir una regresión dañina, violenta y destructiva. Los niños no necesitan de tus consejos, adulto, ¡sino que tú el de ellos! Es tan copiosamente visible tu necedad, que no puedo sino asombrarme de cómo los niños te siguen amando; y, aunque los maltrates con tu violencia, te sigan dando siempre y sin nada a cambio, constantes e interminables oportunidades para rectificarte. Lo malo es que deben crecer, y, por tu culpa, su persistente amor, se trocará en tu persistente estupidez.


144

Los jóvenes son más que jóvenes. Son idealistas, visionarios, soñadores, impetuosos y animosos. Desean emprender tareas titánicas, esfuerzos sobrehumanos o acometer empresas imposibles. Tienen la materia prima para cambiar el mundo. Sólo que la mayoría ahoga esos altruistas anhelos con alcohol, tabaco, concupiscencia y otras drogas o vicios. ¡Qué penoso ver a un joven destrozado y decepcionado de la vida tan pronto! Cuando que, deberían haber mantenido un poco esa pureza y honestidad. Muchos de ellos, afanosos y diligentes, terminan avasallados por la corriente envenenada y atosigante del perverso caudal humano. ¿Cómo esperar que los jóvenes anhelen algo importante si se les sigue repitiendo que consigan algún título, para obtener algún puesto para tener, la supuesta “seguridad” en la vida? ¡Claro que gritarán y preferirán alaridos diciendo: “¡No queremos esto! Mírense a ustedes mismos, ¿no lo obtuvieron todo, mas siguen miserables?”! ¡Cómo los padres proyectan sus propias inseguridades, miedos y errores en los cachorros, casi culpándolos del dolor que ellos tuvieron que haber pasado! Dejad, padres, que los jóvenes hagan su propia vida, que no la hay exenta de dolor. ¿No sufrieron también ustedes, a pesar de la advertencia de vuestros propios padres? Lo único que los jóvenes deben hacer es no seguir el consejo de alguien que aún no ha aprendido a ser feliz, y llegarán lejos, animados siempre por el ímpetu soñador, que es el único que realmente puede reformar el mundo. Por eso, si algún joven acude a ti, solamente dale prudencia, pero nunca prefieran tus bocas palabras distintas a éstas: “Joven amigo, sigue a tu corazón”.


145

Hay gente de edad cuyos rostros nunca dejan de estar mustios y avinagrados. Viven en una perpetua zozobra y desasosiego cual animales salvajes recién capturados. Ciertamente que malgastaron su juventud en frivolidades y veleidades sin preocuparse por buscar la sabiduría. “¿Qué esperabais, ancianos, ser jóvenes por siempre? ¡Qué lejanos os parecían vuestros padres y mayores, y qué nimio su sufrimiento! Pues hete aquí que el vuestro se ha de multiplicar por cien, todas esas veces que irrespetaron y desdeñaron sus consejos.” Estos adolescentes canosos no son venerables, porque en la vida nada han hecho que les merezca el verdadero respeto que el sabio alcanza. Aun así, les hemos de mostrar circunspecta deferencia si son nuestros mayores, pero su compañía no es, en lo absoluto, recomendable. Estos ancianos, al encontrarse decepcionados de la vida, exudan ponzoñosa animosidad que apeligra especialmente a los jóvenes e inexpertos, amenazando su delicado entendimiento. ¡Ninguna persona sedienta busca, por ventura, frutas secas y podridas para hacer un fresco jugo! Buscará, sin duda, las frutas más jugosas y dulces, que le han de proveer abundante jugo fresco y sano. Y así como una manzana vieja y putrefacta podría pudrir un cesto entero de manzanas frescas, un viejo malvado e ignorante puede llevar al mal camino a muchos desprevenidos mozalbetes. Pero, ¡qué dichoso es el venerable cuya sonrisa brilla por sobre un rostro arrugado y una barba blanca! ¡O la matriarca dulce y bondadosa por cuyo amor sus jóvenes hijos y nietos disputan! Bienaventurados los ancianos felices porque ellos han encontrado la sabiduría. El estar con ellos, tan sólo un momento, ciertamente que hace aumentar los méritos, el respeto, la sabiduría y la felicidad de cualquier persona. Los venerables son como viajeros que han emprendido un largo y tortuoso viaje por todo el mundo, para al fin llegar de nuevo a casa.


146

Hay hombres que no pueden estarse quietos ni tranquilos. Sus mentes, cual simios inquietos, andan de aquí para allá sin sosegarse jamás. Hablan de fruslerías, tararean alguna música y menean la cabeza como buscando prontamente alguna novedad. De poco sirve hablarles de cosas que no sean las noticias, el clima u obscenidades. Su vida la viven como inmersos en un burdo lodazal de cosas inmundas, desordenadas y desequilibradas. Aborrecen y desprecian todo lo concerniente a la religión y agudizan su poca inteligencia para desarrollar un profundo escepticismo, burlándose de todo lo que los sabios consideran sagrado. No es mucho lo que se puede hacer por este tipo de personas, porque, ¿cómo ayudar al que, en principio, no quiere ser ayudado? Ya la vida, con sus duros golpes, ha de ablandar tan terca tontería: porque muchos santos fueron grandes pecadores. Lo que se debe hacer ante gentes así, es, simplemente sonreír, ser amables, y no darle más de lo que les corresponde ni menos de lo que se merecen.


147

También hay otros, que, sumergidos en la molicie brutal, viven drogados de pereza sin interesarse por mejorarse a sí mismos en ningún aspecto, así como los bueyes, que se mueven a duras penas y siempre bajo los golpes de varilla (creciendo en tamaño, mas no en sabiduría, como diría el Buda). Pueden mostrarse, en ocasiones, incluso, piadosos o aparentemente interesados en seguir el camino, pero, así como las estaciones pasan sin dejar rastro alguno, no obstante brillar y dejar impresionados a los amantes de la naturaleza, así también las dulces palabras pías le conmueven hondamente en su momento para ser olvidadas al día siguiente. No desperdicies saliva con estos, sino que, deja que el destino obre, y que los golpee si así debiera ser, ya que su fusta es mucho más poderosa que cualquier cosa que hagas o digas. Además: ¿no tienes suficientes problemas tratando de enderezar tu propio camino?


148

Si bien es ventajoso averiguar acerca de la vida de los sabios y santos, sus enseñanzas y métodos, nunca será tan provechoso como emprender directamente el camino. De nada le sirve al avecilla calcular su trayectoria o viaje cómodamente desde su nido, sino hasta que se lanza al vacío, despliega sus alas y emprende vuelo. Por eso siempre va a ser mejor practicar la virtud antes que hablar de ella. Así es como debemos realizar todas muestras actividades unívocamente. Pensar, hablar, hacer, escribir, leer, enseñar, aprender, practicar, todo esto debe apuntar al mismo lugar y no a otro, como un láser bien enfocado. Hay que comprender prontamente que el Dhammapada, Los Evangelios, o cualquier texto sagrado, ¡no son sino las migajas que caen de la boca de los sabios! ¡Quién sino un loco, preferiría comer como los perros, las sobras de la mesa en vez de unirse a los comensales! ¡Bienaventurado es quien conoce el origen, la finalidad y el espíritu verdadero de las enseñanzas, como el hábil cazador sigue las huellas y encuentra a su presa! ¡Bien tonto es aquel que queda observando las olas del lago sin buscar en el fondo la piedra preciosa que originó el hecho!


149

El hombre sin ninguna realización espiritual no puede ver a Dios, y se halla, por tanto, como inmerso en una profunda oscuridad en la cual le es imposible distinguir incluso su propio cuerpo. A este hombre, le diríamos que, si es que es incapaz de hacer bien a los demás, por lo menos intente no causar daño o sufrimiento a otros, porque, si él mismo se halla miserable y desdichado, ¿cuál sería el motivo de hacer a los demás sentirse así? El hombre de mediana realización espiritual tampoco puede ver a Dios, pero se percata de la divina naturaleza de las cosas y su funcionamiento providencial, así como cuando el sol se halla bloqueado por unas cuantas nubes y es imposible verlo directamente, no así su claridad que ilumina el cielo y todas las cosas. A este hombre le diremos que preste mejor atención y redoble sus esfuerzos, porque, si bien su fe trepida y hesita cual llama de vela, ¡no puede tapar el sol con un solo dedo! El hombre de completa realización espiritual puede ver y hablar con Dios sin ningún impedimento, así como los amigos, que siempre se hallan cerca de nosotros y accesibles para cualquier cosa. A este hombre, pues, nada hemos de decirle, ¡sino arrojarnos a sus pies y pedirle sus bendiciones!


XIII

No cabe hablar del Ser de Absoluta Realización “espiritual”.


150

Así como el hombre razonable y maduro profesa amor y devoción a sus padres, el hombre sabio y prudente alaba incesantemente al Padre Celestial, sea de manera obvia (lo que nos parecería llana locura) o secreta. Por ejemplo, si un hijo renegase de sus padres, ¿acaso sería menos amado por ellos? ¡Difícilmente! Así también, el necio que negase a Dios, recibirá Su amor en la manera más difícil: la libertad. Ahora, cuando el hijo se va haciendo más conciente de la presencia de sus padres en todos los aspectos de su vida, recibe el amor de manera más cercana, así como el devoto también lo hace percatándose de las múltiples manifestaciones de Dios. Aquí ambos reciben el amor en el nivel medio: el de la protección. Pero llega un momento en la vida del hijo, devoto o amante, en el cual es imposible seguir sin estar cerca o constantemente recordando al amado en todo momento y circunstancia, y es ahí cuando el amor realmente se manifiesta de manera poderosa y concreta que para los amantes es la concreción del acto amatorio, para los hijos la constante reverencia y servicio a los padres, y para el devoto el éxtasis de unión divina, es decir, la fusión total del objeto con el sujeto y la completa fundición o indiferenciación entre ambos. A lo que se refería Jesús cuando dijo: “Mi Padre y yo somos Uno”.


151

¿Crees que no se puede ver sin los ojos, gustar sin la lengua o escuchar sin los oídos? ¿Y qué haces, entonces, mientras duermes? ¿Acaso tiene algo en su nariz el que sueña estar en aromático jardín? ¿O alguien toca al que sintió en su sopor que le estaban lacerando? Dices que conoces la mente y el cerebro, pero no sabes adónde vas en tu sueño sin sueños. Vives una cuarta parte de tu vida en la inconciencia, oscuridad, ignorancia, insensibilidad, como un muerto, ¿y me llamas “insensato”? Domina primero, totalmente tu mente y los estados de tu conciencia, y luego ven y hablemos acerca de lo que es posible o imposible. La clave de la mente no está en ejercitar la pobre y débil inteligencia que no traspasa las fronteras del inconsciente ni del sueño sin sueños, sino en fundir la conciencia en la supraconciencia, o, en otras palabras: lograr la omnisciencia. Ya sabes cómo es eso. Por eso el Buda ha dicho: “El que vela vive para siempre”.


152

Ejercita y fortalece tu mente porque ella te ha aprisionado, y es también la que posee la llave que te dará la libertad. ¿No ves a esos seudo magos o hipnotizadores ejecutar sus truquitos insignificantes, que tanto asombran al populacho? Y si esas cosas baladíes tanto pasman al simplón, ¿qué no serán los verdaderos sabios y maestros? Recuerda a San Franciso de Asís, Teresa Neumann, el padre Pío, ¿no estaban sus mentes a tal punto identificadas con Jesús, que ellos mismos padecieron en carne, para espanto de todos los que lo veían, los estigmas? Sus mentes tenían tal poder, que sus cuerpos sucumbían a la devoción que sentían por el Cristo, recibiendo alegremente el mismo tratamiento que él. Se convertían ellos mismos en el Cristo. Ésta es la verdadera capacidad de la mente, la de cambiar el universo con su voluntad.


153

Observa tus sentimientos y mira cómo nacen, crecen y llegan a desarrollo. ¿Acaso el recién nacido recibe tantas caricias, mimos y besos como el adolescente? ¡Con cuánto regocijo recibimos al primero y con qué enojo reprendemos al segundo! Muchos se rebelarán y dejarán la casa odiando a su padre, otros irrespetarán a su madre y la maltratarán: pocos han de convertirse en verdaderos adultos responsables y devolver el amor luego de haber comprendido. Hasta los apóstoles consideraron “inconveniente” que un hombre se case (Mt. 19:4-12), porque les parecía en extremo difícil la enseñanza. Pero si estás con hombre o mujer, vela por ella, reza por su conversión, que, si tienes por meta amar a toda la humanidad, ¿no sería bueno empezar por la pareja? No te entristezcas si es que te engañan, porque nada malo has hecho; pero, si tú eres el que fornicas y cometes adulterio, entonces mejor te sería ir a las orgías y tertulias y saciar tu avidez, como los perros lo hacen en las calles. No todo soltero es santo, ni deja de serlo el que se casó. Por eso, si eres mujer y ves que tu esposo se esfuerza en seguir el camino, hónrale y respétale como se merece; y, si eres hombre y tienes a una virtuosa por mujer (Prov. 31:10-3), ¡ay de ti si le mintieses!


154

La madurez consiste en actuar como un hombre cuando se debe actuar como hombre, y en actuar como un niño cuando se debe actuar como niño. Recurre al pasado sólo si debes recordarte las lecciones aprendidas, ya que las heridas sufridas en él, podrían abrirse repentinamente y sangrar, si no has cosechado aún tus experiencias. Quizás no puedas sonreír siempre al mirar la galería de tus recuerdos, pero intenta hacerlo si lo haces hacia los horizontes del futuro.


155

Valentía no es abusar de los débiles ni alzar la voz a los ancianos. Tú te crees muy valiente, como muchos otros necios, pero, en verdad, los valientes no temen jamás, ni a los vivos ni a los muertos. Aunque pases la noche en bosques o cementerios, o pretendas suicidarte, eso no prueba tu valentía, solamente muestra que tu mente es poderosa, o que estás insatisfecho con tu vida, o que estás loco. En verdad, pocas veces el valiente usa la violencia. Mira al temerario, ¿crees que algo logrará golpeando su cabeza contra la pared, insultando a todo el mundo, sufriendo para diversión de los demás? Eso es demasiado fácil, hasta cómodo. Pero mira al otro hombre, quieto, dueño de sí mismo, listo para servir. ¿No cuesta más ser así? Suene paradójico o no, valiente es quien teme a Dios, y quien sigue este camino hasta el final. Por eso, aunque quiten la tierra de sus pies, y el cielo, partido en mil pedazos, se vaya desplomando sobre el abismal vacío, el valiente jamás temerá, ni se retractará, ni cederá, ni mirará atrás: porque él sigue solo, lentamente, el camino estrecho; no corre aceleradamente, como la turba, por la ancha calle.


156

No juzgues, sólo aprende.


157

Ama primero, juzga después.


158

Amar incondicionalmente es la más grande hazaña. El que logró esto, logró todo.


159

Si apuntas tu rifle de amor hacia afuera, podrás dar o no con un par de dianas. Pero si lo apuntas hacia dentro, nada escapará a tu alcance. Nadie que no se ame adecuadamente puede hacer bien a su hermano. Ámalos, simplemente, y no escuches sus risas, reproches ni súplicas. Ellos dirán: “Ven con nosotros, haz como hacemos, no te vayas por tu cuenta”, pero tú sabes bien dónde lleva ese camino… mil y una vez lo has visto. ¡Qué lejos parece estar el joven, el rico, el sano, cual gallo orgulloso que pregona indiferencia y hasta desdén hacia todos! Y qué cerca parece estar el decrépito, el pobre, el enfermo, cual animal tullido a la vera del camino buscando que alguien comparta la compasión que siente por sí mismo. Tanto el uno como el otro son incapaces de parar, al menos por un momento, para escuchar, sonreír, respirar… sosegarse. No hay duda: el que quiera amar a sus hermanos, ¡cuánta resistencia encontrará! ¡El mundo entero querrá impedírselo! Le dirá: “Vamos, ¿qué crees que haces? ¿Te crees mejor que los demás? Es mejor que te comportes de la peor manera posible, que seas el primero en agraviar a los otros. Míralos, ¿no ves cómo hacen lo que quieren, y se ufanan ante todos impunemente? ¿No ves que, si nada haces, vendrán a ti a robarte, herirte, ultrajarte y destrozarte? ¡Hazlo tú primero! No les dejes salirse con la suya, ¿o se reirán de ti?”. Pero, hemos de contestarle: “Nada soy sino amor. ¿Cómo es que la nada puede ser destruida, siquiera perturbada, siquiera concebida en primer lugar; o el amor, siendo todo, resquebrajarse pueda como las casitas, los muñequitos, los planetitas que conforman el show de marionetas que es el drama del ser humano? Ciertamente que desde que se sabe, el mundo siguió el camino de la prepotencia, de la avidez y de la devastación, ¡pero las cosas no parecen haber mejorado mucho desde entonces! Ahora: hay otro camino, del que se sabe, que es humildad, generosidad y reparación, que han seguido unos pocos, asesinados, perseguidos y discriminados en su mayoría, que, si bien puede decirse que tampoco han logrado nada, porque, al fin de cuentas todo sigue igual, ¿no sigue siendo, también entonces, el otro camino un desgaste inútil? Al fin de cuentas, ¿para qué tanto poder, tantas cosas materiales, tanta batahola, si el final será el mismo que el del último zángano, miserable e inepto?”. Quizás diga, entonces: “Sí, pero si eres famoso, al menos te admirarán, elogiarán, envidiarán y recordarán”, a lo que diríamos: “¡Seguro que sí! Pero, esto sería tan tonto como que vaya al predio de un extraño y que trabaje sin paga para que él disfrute de las ganancias. Porque si soy famoso, no lo soy para mí mismo, sino para los demás. Puesto que si me admiran y me tienen por ejemplo, esto no me servirá para mejorarme a mí sino a ellos. Y aunque me elogien, ¿me hace esto más o menos de lo que soy por el simple hecho de que otro lo diga o lo piense? Ahora, si me envidian, corre también, a cuenta del que lo hace, porque aunque quisiera, no puedo hacerle a otro como yo soy, es él el que tiene que conseguir lo que envidia o dejar de codiciar lo envidiado para dejar de envenenarse con tan potente ponzoña inservible. Finalmente, si me recuerdan, ¿cómo puede afectarme si ya no estaré ahí para saberlo? Los eruditos que tanto han estudiado, ¿qué saben ahora? Los prósperos que tanto han trabajado, ¿llevaron consigo sus ganancias? Los emperadores, reyes, jefecitos, ¿a quién dominan hoy? Por eso, los que son recordados, ¿qué dicen? Además, si fama es lo que pretendes hacerme codiciar, ¿quién te dijo que sólo siendo necio se la puede conseguir? ¿No conoces acaso a Gandhi, Teresa de Calcuta y muchos más?”. Entonces, furioso, el mundo exclamará: “¡Estúpido! ¿Es que quieres combatirme?”. A lo que será respondido: “Amigo, si ambos estamos destinados a desaparecer, ¿cuál sería el sentido de inflingirnos daño?” “El sentido sería—responderá—que he de destrozarte si pretendes llevar a cabo estas necedades” “Es cierto—responderemos—es innegable que ese será mi destino. Por eso, ¿qué diferencia hay si lo haces tú u otro?”, pero, ante eso ya no habrá contestación verbal, sino la rebeldía del universo cual potro salvaje que hemos de, poco a poco, ir domando.


160

Nacer de nuevo de la burbuja del ego, salir de la profunda y oscura caverna del deseo en que vivimos, encerrados, alienados y miedosos de vivir. La vida “moderna”, con sus televisores, internet y bagatelas similares (si no son usados correctamente) chupa toda el alma, cerebro y amor que hay en nosotros, dejando al final, un cadáver seco e inservible, listo para deshacerse de él o reciclarlo… como la moderna basura o los productos desechables. ¿De qué sirve la educación, el bienestar material y todos los “beneficios” del mundo moderno si se es incapaz de dejar de sentir miedo? El mundo intenta mejorarse, acaso, en estos aspectos, siguiendo los caminos necesarios para tal fin, pero tú, mejor será que no sigas el consejo de alguien que aún no ha logrado ser feliz. Recuérdalo.


161

No el que lee más entiende mejor.


162

El infierno consiste en no pensar en Dios.


163

Cualquier deseo es la muerte.


164

Si un hombre nació para odiar solamente, mejor hubiera sido un abortivo.


165

El malo si da, se le devuelve el duplicado de lo que dio, pero el generoso obtiene cien veces su generosidad. El mandato es “Dad al César...”, no “Recibid del César...”.


166

El que habla mal de alguien, solamente habla mal de sí mismo.


167

El que es bueno por temor al castigo, no es realmente bueno.


168

El que dice que quiere ayudar y no puede, o no tiene oportunidad, está completamente chiflado.


169

El que llora por ti, no te ha comprendido.


170

Lucha contra el que dice que luches.


171

Si no hubieses sabido lo que significa “necio”, no hubieses sabido que eres uno.


172

Nunca digas de nadie: “No tendría que haber nacido, nada bueno ni útil realizará en el mundo”. Porque no hay hombre tan inservible cuyo cadáver no pueda servir de alimento a los gusanos. A fin de cuentas, ellos también tienen que comer… claro, siempre que se prescinda del lujo de la cremación.


173

Los jóvenes van al gimnasio, los adultos a los salones de belleza y los viejos al cirujano… ¡Qué lindo se verá el cadáver en el ataúd!


174

¡Qué difícil ver las faltas propias, cual si se hallasen escondidas en frondoso bosque oscuro, y qué fácil señalar la de los otros cual si se desplegasen a la luz del día en la plaza pública!


175

Qué insoportable sería la vida si sólo hubiese “una sola verdad”. Pero gracias a Dios, son muchos los pajarillos que cantan diversas melodías (una más hermosa que la otra, todas importantes) en las mañanas. La maravilla de la primavera, consiste en que cada color, aroma y sonido, contribuye a una obra mucho más grande y perfecta que lo que cada elemento particular pueda aportar por sí solo: aun así, ese aporte individual es imprescindible e infaltable tal como es, y de la manera en que debe ser. De otra manera, la primavera sería gris, monótona y detestable.


176

Vivimos como si fuésemos inmortales, pero morimos como meros animales.


177

Para el estilo de vida que debe llevarse valgan las palabras de Epicuro: “Dichoso es vivir en honrosa pobreza”. Esto, no obstante, no significa andar andrajoso y famélico innecesariamente, sino, simplemente, descartar el deseo por cosas superfluas y extravagancias. La simpleza de vida es como flotar hacia las nubes, mientras que las muchas deudas y obligaciones contraídas son como cadenas que estiran hacia lo profundo. Lo mejor que puede hacer un hombre es trabajar en sí mismo, invertir en su propio mejoramiento, ocuparse en aplacar sus deseos; en vez de, tontamente, trabajar por bagatelas, invertir en frivolidades y ocuparse en saciar sus deseos, porque son infinitos e inextinguibles; como ciertos gusanos o las estrellas de mar: cuando se piensa haberlos cercenado, realmente se les ha ayudado a multiplicarse.


178

El fin único de la educación es lograr el discernimiento. Es decir, ayudar a construir personas (o ayudar a las personas a que se construyan a sí mismas para) que puedan ser autónomas y autosuficientes en todo sentido. No hacen falta muchos conocimientos para ser desdichado, ni mucha erudición para estar contento; lo importante es que cada cual haga el aporte que puede para el mejoramiento del mundo, sea éste el de barrer las calles, pilotear un avión o escudriñar el átomo. Cada persona, cada tarea, por mínima o por importante que pueda parecer, es igualmente valiosa para el sostenimiento de este universo y sus leyes. Desde los niños, los insectos, los microorganismos hasta los planetas y ballenas, cada cual ocupa un lugar igualmente meritorio en el drama cósmico, y sería una tontería desmerecer a cualquiera por razón alguna. Ni las hormigas tienen nada que envidiar a los elefantes, ni las abejas a las vacas. El que sabe esto, por ignorante que sea, tiene algo de sabio; y, el que desconozca esto y crea saber mucho, se ha llenado la cabeza de ignorancia.


179

La misteriosa y casi indescifrable naturaleza de la vida y de la muerte hace muy difícil la aplicación de reglas auténticas a lo concreto y práctico. Por eso nunca se podrá llegar a una solución satisfactoria para todos en lo concerniente a la eutanasia, el aborto, el suicidio, la pena capital, etc. El ser humano ciertamente que vive poniendo “parches” a su cosmovisión desde que la rueda de la historia empezó a girar, dando siempre soluciones provisorias a problemas de gran envergadura que lo aguijonean constantemente sin dejarlo en paz jamás. Y ojalá nunca lo hagan, puesto que, por más “perfectas” y satisfactorias que parezcan ciertas respuestas y propuestas en determinado momento, bien podrían ser execrables, una generación después. ¿No defendían, las grandes mentes de la antigüedad (¡y algunas modernas!), la esclavitud? Y hasta hoy se mutila, se apedrea, se atormenta, ¡con aval de la ley! Porque ella es tan endeble, tan absurda en muchos casos... ¿Por qué el Estado ha de castigar el asesinato en un lugar, y premiar con medallas en otro? ¿Y quién es el Estado? Soy yo (pero no absolutamente como aquel monarca, sino infinitesimalmente, como un ciudadano en una democracia… o en lo que debería ser una democracia). Pero yo no apruebo el asesinato, sea nativo o foráneo, llámesele homicidio o guerra; de hecho, yo digo que se castigue este crimen sin importar que se le endilgue títulos como “guerra de agresión” o “legítima defensa”. Pero la ley no entiende de estas cosas, ella busca (o extravía) la justicia; mas, hay otra Ley que es Justicia pura, y ella entiende todo. Porque lo correcto hostiga lo errado, lo vivo confluye en lo muerto, lo temporal está anclado en lo eterno y lo relativo pretende lo absoluto. Y en los tribunales no tiene cabida esto, ni en el Estado ni en quimeras similares, sino en el corazón, únicamente en el corazón.


180

Desperdiciar la vida significa preocuparte por estupideces que no corresponden, como la muerte: cómo o cuándo sobrevendrá. Si sigues pensando en tonterías similares, te convertirás en un tonto, y contribuirás a la alienación de la humanidad y a su apoteosis de la idiotez. Sé honesto contigo mismo, humanízate, vuélvete apacible aceptando la presencia de tus pensamientos (porque así te aceptarás a ti mismo totalmente), por más estúpidos que parezcan. Ya verás que, como el niño tonto, se irán luego de haber estando cierto tiempo queriendo llamar tu atención. Recuerda que Schopenhauer se equivocó al creer en la incompatibilidad de la búsqueda de la verdad con el hecho de tener que ganarse la vida, puesto que, como diría Shunryu Suzuki: “Lo más importante es averiguar qué es lo más importante”; y esto, pueden hacerlos todos, sean cual fueren sus circunstancias.


181

Cuando Tales declaraba la igualdad de la vida y la muerte, uno le preguntó si por qué, entonces, no moría. “Porque es lo mismo”, contestó el filósofo. Vivamos nuestra vida, no dejemos que ella nos viva a nosotros. Esto significa enfrentar, decidir, construir; no obrar por miedo, presión u obligación. El que vive adecuadamente, no teme morir, ni desea vivir más ni menos que morir; es decir, “le da igual” ambas cosas. Schopenhauer dice que no hay castigo posible para el suicida puesto que éste ni siquiera teme eso que se considera el mayor de todos los males, es decir, ¿con qué intimidar al que no tiene miedo de morir? Según muchos grandes, el fin de la filosofía es justamente “aprender”, o preparase para morir, pero el que filosofa pensando en esto, es un mero asistente de cátedra. El verdadero filósofo, ya ha muerto; y, así como Tales, puede decir que ambas cosas son lo mismo.


182

¿Cómo pretendes escribir un libro perfecto si eres imperfecto? Pero la paradoja surge cuando sabemos que Dios es perfecto y nosotros imperfectos, ya que, ¿cuál sería el sentido de la creación de seres imperfectos por parte de un ser perfecto? Mas, podría resolverse diciendo que en nuestra naturaleza real, sí somos perfectos, con el universo todo, juntando sufrimiento y muerte y el todo en perfecta armonía.


183

Cuando Gurú Nanak estuvo en la corte de cierto rey, éste, de pura amabilidad habíale ofrecido un poco de opio, mas, el astuto santo replicóle: “Gracias, Su Majestad. ¡Yo ya tengo la religión!”. Cualquiera que haya visto a alguien en trance extático, saltando, gritando, llorando, golpeándose el pecho y la cabeza de alegría o inmóvil como una roca mientras alaba a Dios (o se siente Dios), no ha sino asentir con nosotros en que lo que no sea “ese” gozo, no es sino desperdicio. Por otro lado, los “estados” que proporcionan las distintas drogas, si bien pueden ser similares, jamás satisfarán la siempre renovada sed del pozo de los deseos humanos. Ya sea por su corta duración, por las espantosas secuelas o por lo que sea, los “métodos rápidos”, sólo destruyen al individuo sin mejorarlo en ningún aspecto. Mas, el que se emborracha con el vino celestial, apenas si ha de notar que le abandonó su familia, sus amigos y todo lo que creía “importante”… ¡pequeño precio para entrar en posesión del universo entero! Ni un millón de orgasmos al mismo tiempo, ni trillones de sensaciones agradables superpuestas continuamente pueden dar una noción de lo que estoy hablando al que no lo conoce; pero el que sabe, sólo sacudirá la cabeza ante la insuficiencia de mis palabras. Declaro abiertamente que no sé por qué a algunos le es dada esta experiencia y a otros vedada, pero mentiría si es que dijese que no lo supe alguna vez: Dios es inescrutable. Supongo que, como dice Yogananda: “Al sincero devoto le viene con inevitable naturalidad”, aunque, ¡difícil obsesión de vencer la de la búsqueda y mantenimiento de los “estados superiores” de conciencia! El que anhela esto, no deberá pensar: “Me estoy volviendo loco”, sino: “¿Cómo pueden los demás mantenerse cuerdos?”, para ubicar su brújula en el norte magnético de la explosión omnisciente. Como cuando Ramakrishna, desahuciado y descorazonado en el templo (al no ver sus oraciones contestadas), se dijo que todo terminaría ahí, abalazándose sobre la espada del sacrificio cuando ¡paf!, obtuvo su visión divina, el que no arroje literalmente su vida por la borda, no obtendrá migaja de este banquete. Y todo esto es cierto, amigo: no hay manera alguna en que todos los santos de todos los tiempos y rincones del mundo se hayan puesto de acuerdo para mentirte por miles y miles de años acerca de las mismas y exactas cosas: el que sea inteligente, que entienda. Muchos hasta ponen en duda la existencia histórica de Jesús, Buda o Krishna, alegando que son invenciones ficticias o alegóricas, pero creo que eso es otorgar mucho a la imaginación humana: el mérito de aquellos es la mera repetición de lo que vieron y oyeron. Y aunque fuesen cuentos chinos, no por eso valen menos que un Atahualpa que dice: “Volveré, y seré millones” o un Ovidio que declama: “Viviré en los siglos”.


184

Mantén a raya el cuerpo y controla la imaginación. No te mortifiques sin razón ni te consientas desmesuradamente. Si tu mente bulle incontroladamente de pensamientos, imagina que tu cabeza es una gran campana y golpéala poderosamente, mientras ves cómo las vibraciones, en su expansión, se llevan consigo las energías rebeldes, como un ejército desbandándose.


185

Una vida tranquila es una vida de contemplación. Los sabios se hallan naturalmente contentos estén donde estén: ha descubierto el gran secreto. Los necios, en cambio, ¡cómo revolotean de aquí para allá en sus fiestas, banquetes y fruslerías similares cual moscas que van de un tacho de basura a otro! El silencio deviene a la quietud: el que ha encontrado un tesoro, ¿acaso va detrás de guijarros? El sabio no tiene necesidad de ir a ningún lugar, su humilde choza le es el mejor de los palacios. El necio, aun siendo rico y viviendo en mansión, no halla sosiego en todo el universo. Varios aspirantes espirituales han recorrido el mundo en pos del saber, pero, ¡oh divina sorpresa!, cuando la han encontrado en sí mismos, ¡qué grato es volver al hogar! Como dice Khayyam, siempre vemos trotamundos envanecidos de haber recorrido continentes, pero, ¡cuándo hemos de encontrar caminante contento de haber hecho el mismo trecho!


186

Sabe, que la meditación es la más austera entre las prácticas espirituales, la más beneficiosa de las actividades, la más suprema forma de devoción y la mejor vía del conocimiento. Meditar es mejor que rezar, cantar, escribir alabanzas y practicar ascetismo combinados. La meditación es la visita al templo del Dios Vivo, la Eucaristía, el Fuego Sagrado védico y todos los rituales religiosos, mágicos y ocultos, simbólicos y alegóricos juntos. La meditación posibilita el contacto directo, concreto, auto-divino y universal con la Verdad. Su fuego purifica al ser humano y sus aguas lo llenan de amor y sabiduría, su aire lo sosiega y le es saludable y su éter lo eleva, permitiendo manifestaciones más sutiles en crecientes medidas, para que pueda encarnar a Dios en su ser. Mientras los necios se desperezan y dan vueltas en sus camas, así como los chanchos en su chiquero, los sabios velan, sobrios, y meditan, así como el buen perro guardián que cuida la casa de su amo. Medita tú todos los días y acuérdate de tu disciplina, porque los necios, aunque parecen estar vivos, ya son cadáveres, no obstante tú, que esperas alerta con la espada de la atención bien sujeta. ¿Qué enfermedad, qué dolor, qué sufrimiento, qué senilidad, qué muerte acudirá a tu pórtico sabiendo que han de ser despedazados por tu discernimiento? No hay vecino tan necio que acudirá a tu puerta, para ser herido, si sabe que esperas armado a ladrones. Tu mente estará firmemente sujetada por los brazos potentes de tu voluntad, y tu conciencia tendrá un poderoso brillo inmanente, regalando a tu cuerpo y espíritu una paz inefable.


XIV

Hay algo aún “superior” a la meditación, pero no hay forma de enseñarlo. Es realmente indescriptible, y generalmente es el fin de todas las actividades, el “objetivo”, la “meta”. Aunque verdaderamente carece en si mismo de razón, de sentido o fundamento: es lo que es, porque tiene que serlo, y resulta absurdo intentar explicarlo u obtenerlo. No vale nada porque no tiene precio, y si fugazmente se piensa que es inestimable e inconmensurablemente valioso, es ridículo y no causa sino risa. Por eso, al final, no se le considera como meta u objetivo, sino como algo tonto y despreciable, como el que llega a su casa y pregunta: “¿Cómo tengo que hacer para llegar a mi casa? ¿Cuál es el camino a ella?”; o el tonto que buscaba desesperadamente sus gafas sin saber que siempre las tuvo puestas. Es así que resulta sorprendente cómo el universo entero no devora al estúpido que se sienta a meditar; sería como el tonto de las gafas que, después de haberlas “encontrado”, diga: “Bueno, ahora necesito buscar mis ojos”.


187

El amor es lo único que verdaderamente puede hacer cambiar el corazón de los hombres. Eso es todo. Cultiva en ti ese absoluto amor y no esperes milagros. ¿No es suficiente milagro que hayas abandonado la necedad y que ahora sigas el camino?


188

Que digan de ti, si les place: “No me saludó, no me vio, no me felicitó”, porque la chusma es inconstante y nunca sabe lo que quiere. Pero que nadie jamás pueda decir de ti: “No me amó”.


189

No señales la luna frente a un necio, no sea que te quiera cortar el dedo. Mas bien, ocúpate de contemplarla, y así quizás develarás sus misterios.


190

Si la vida es un viaje hacia la eternidad, ¿por qué te fatigas inútilmente con preparativos, arreglos, deseos e ilusiones? Que tus anhelos no persigan las cosas del siglo ni tu mente se turbe en el día a día. Si has de ingresar en el infinito, ¿acaso necesitarás de otro equipaje que no sea tu sola alma?


191

El único pecado que existe es no amar a Dios.


192

Deja a la humanidad correr tras la muerte, que de sus tumbas manarán las lágrimas de la inexistencia, la mentira y el arrepentimiento. Deja que los cementerios se llenen por sí solos de los perezosos que renegaron la enseñanza y de los que vivían apegados a sus seres queridos, ¡ya pronto estarán todos juntos bajo tierra! (Como diría Napoleón: “El cementerio está lleno de personas imprescindibles…”) Tú más bien, ocúpate de lo esencial. Sigue el camino del despierto, del iluminado, que es el que conduce a la vida. Y así, quizás, obtengas el permiso de unirte a ellos en refulgente gloria. Pero tampoco ansíes eso, que el Juez será por siempre el de la última palabra. Recuerda lo que Franklin dijo del Cielo: “Por mi propia cuenta, no tengo la vanidad de pensar merecerlo, la tontería de esperarlo ni la ambición de desearlo”.


193

Estate resoluto en vigilante en tu camino y no mires hacia atrás. Déjalos en la oscuridad de su ignorancia y busca la sabiduría en la luz. ¿No ves a aquellos animales en lo profundo del mar, vagando sin rumbo, ciegos ya de haber pasado tanto tiempo sin ver los rayos solares? Se tú como los otros animales que veneran y respetan el fuego de las antorchas, acércate y obtén calor y resguardo, ¡pero cuidado con quemarte los ojos! Porque serás tan ciego en medio del día así como en las profundidades del abismo. Recuerda que tú mismo eliges tu sendero y que nadie puede condenarte salvo tú mismo, ¿o serás como esos escépticos y ateos que dicen sandeces por sus propios enojos y frustraciones? ¿No se volvió loco aquel que ha dicho que “Dios ha muerto”? Pero si crees, volverás a ver de nuevo, y los sordos oirán, los mudos hablarán, los tontos entenderán, los dormidos despertarán y los vivos se destruirán y los muertos resucitarán. Busca a Dios y a nada más, y sabe que para Él todo es posible.


194

Mientras seas imperfecto, podrías albergar insistentemente este deseo: el que Dios te revele su voluntad. Porque, si sabes lo que debes hacer, ¿cómo podrías tener miedo, confusión, pereza o duda? Si destruyes tu ego, habrás de comprobar que solucionaste todos los problemas del mundo, y se cumplirá eso que dicen los taoístas: “El hombre que sigue el curso del Tao, encuentra fácil dirigir el universo entero”. Descartes decía que daría todo lo que sabía por conocer la mitad de lo que ignoraba pero tú dirás que entregarías al Señor, si estuviere en tus manos, la creación entera con tal de que, simplemente, te revele su voluntad. Recuerda a Einstein cuando dijo que lo importante es conocer los pensamientos de Dios, el resto es detalle.


195

Mejor será que todo lo que tengas, aun cuando sea tuyo, lo consideres como prestado, al fin y al cabo, no lo tendrás por siempre; y si te acostumbras a compartir, no te lamentarás cuando, inevitablemente, sea sacado de tu poder. Piensa en la gran paradoja que enfrentó Buda, al salir del palacio, que para poder buscar la cura para el dolor y poder evitarlo, creaba, no obstante, más dolor en su familia, conocidos y en el reino. Mas él razonó diciendo: “Incluso si el afecto pudiera impedirme abandonar precisamente ahora y por decisión propia, a su debido tiempo la muerte nos separaría violentamente, y sobre este hecho no podríamos hacer ni decir nada”. Recuerda también a Job, hombre rico, justo y honrado que, tras perderlo todo, se postró para decir: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dio, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito”. Tu propio cuerpo ha de disolver sus elementos constitutivos al lugar de donde hizo el préstamo, recuérdalo, y no te aflijas. Ya que ahora sabes que, el que pierde algo o a alguien, no debería decir: “¡Dios malo! ¿Por qué te llevas aquello que amo?”, sino: “¡Dios bueno! ¡Gracias por haberme dado la oportunidad de amar! Te devuelvo, entonces, lo tuyo, para que cumpla la función que justamente has de otorgarle.”


196

Nunca te apures por hacer lo que no sea tu deber. Pospón todo lo no esencial si no has hecho lo que te toca. ¿Y esto qué es? Tu trabajo, tu estudio, tu amabilidad, tu “caminito”, como diría Teresita. Porque a Dios nunca lo debes olvidar. Si los demás no cumplen con sus obligaciones, cumple tú por ellos; si no hacen sus deberes, hazlo tú; si no se ocupan de nada, ocúpate de todo. Y di siempre: “Dios, sé justo conmigo y haz lo que debes”. No pidas nada porque no sabes lo que te conviene, sino desea que el universo siga su curso por sí solo, que, en su cósmica aritmética, da a cada cual exactamente lo que se merece. Haz las cosas como si no hubieses de disfrutar de ellas, cuida los objetos como si fuesen ajenos, quiere a los seres como si no los conocieses y vive como si tu propia vida dependiese de ello; al fin y al cabo, así es. Como se ha dicho, la consigna es conseguir la inmortalidad o morir en el intento…


197

Quiera Dios que tu vida tenga un buen final. Que no dejes este mundo como un animal impuro o un necio, abandonado, descuartizado en la calle, enfermo de vicio, asesinado brutalmente o accidentado por tu propia negligencia. Cuida de tu vida y vívela rectamente, porque el que mal anda, mal acabará. Por eso vive bien, y Dios hará que las cosas salgan como deberían salir: sin que tengas la oportunidad de decepcionarlo. ¡Ciertamente que no hay mejor final que abandonar el cuerpo voluntariamente en padmasana (postura del loto)! ¡Gloria a aquellos maestros que han vencido ferozmente a esa poderosa enemiga meditando en Dios! ¿Quién puede reírse tan descaradamente así de ti, oh, muerte...? Pero muy pocos acceden a esa altura. Al menos, roguemos incesantemente, que podamos recordar a nuestro Padre antes de entregar el espíritu: porque de Él vino, y corresponde entregarlo a su dueño nuevamente.


198

¡Ve, abeja mía, al jardín fragante de los sabios y liba el néctar de las flores, para volver a casa y disfrutar de la dulce miel! ¡Deléitate en la acaramelada ambrosía, así como el poeta se goza del azucarado vino de su arte! ¡Construye un palacio de sabiduría profusa, secreta, humilde! ¡Plácete de vivir en la simpleza y nunca abandones el camino!


199

Había un hombre famoso por su honestidad, que trabajaba para un rico comerciante. Este hombre, se hallaba inmerso en los preparativos de un importante viaje. Cargaba sus barcas con muchos productos valiosos, raros y útiles. Pero tampoco descuidó comisionar soldados para la protección de semejante dote, pues el camino era largo y se rumoreaba acerca de piratas. Llegado el día, el comerciante rezó así: “Dios generoso y bueno, heme aquí, presto a lanzarme a tierras desconocidas por órdenes de mi amo. Doquiera las olas me lleven, ayúdame a no olvidarte, ni a ti, ni a tus designios, porque, he de hallar regocijo siempre, solamente cumpliéndolos.” Luego de largo viaje, ora tranquilo, ora desasosegado, finalmente llegaron a las tierras lejanas, haciendo innumerables ganancias gracias a la astucia y buen juicio del siervo. Terminado los negocios, el siervo volvió junto a su amo a rendirle cuentas, y, viendo éste que las ganancias eran aún mayores que cualquier expectativa se pronunció así: “Siervo mío, veo que has hecho un buen trabajo, mas, noto que aquí hay más de lo que debería haber. Por ventura, ¿no has incluido tus propios bienes y pertenencias en mis negocios...?” dijo el amo con inusitada seriedad, y el siervo, temeroso, se limitó a bajar su cabeza, esperando severo castigo en su corazón. Volvió a hablar el amo, luego de cierto tiempo de tensión: “¡Siervo bueno y honesto! Por tu lealtad he de centuplicar tus haberes y bienes haciendo lo mío tuyo, así como tu has hecho lo tuyo mío”. Y le puso, en ese mismo momento, a cargo de gran parte de su hacienda sin consultar a sus consejeros, y sin controlarlo más tarde. El siervo, por su lado, desde ese momento redobló sus esfuerzos, y prontamente fue conocido por todos como “El Generoso”, para alegría de los pobres y envidia de los consejeros del amo. Y con el paso del tiempo, la virtud del siervo crecía y era comentada por el pueblo, así como los vicios y holganza de los herederos del amo. Entonces, siendo este justo y ecuánime, y viendo su ya avanzada edad e inminente partida del mundo, mandó llamar a todos sus siervos y parientes para hacer un anuncio. Los herederos y consejeros, como ávidos insectos, se apelotonaban cerca del anciano amo, y en venenosa hipocresía le dirigían halagos. El amo, no obstante, mandó llamar al siervo generoso que, se hallaba en último lugar cerca de la puerta y le llamó su único hijo y legítimo heredero, confiriéndole todas sus haciendas y haberes. Luego echó a sus hijos y consejeros a la calle maldiciéndoles para siempre.


200

Habían dos ovejas descarriadas, la una mala, y buena la otra. La mala, que encontró pronto a las demás, se unió a ellas; y, quedando indiferenciada, nada ganó. Mas la buena, no buscaba a las demás sino al pastor, vagando con dolor por extensos prados hasta encontrarle. Pudiendo gozar felizmente cuando él la alzó, y, entre caricias y besos, la llevó consigo.


201

Había un necio que construyó su choza a la vera del camino y orgullosamente exclamaba a los que pasaban por ahí: “Este es mi camino, ¿qué queréis? Es el mejor, el único, pues lleva a la Gran Ciudad. Por eso, eh, vengan todos por aquí, ya que nadie puede llegar a la Ciudad si no pasa primero por mi casa”. Pero una vez, vinieron unos peregrinos desde muy lejos, y, al escuchar al necio le dijeron: “¡Amigo!, ¿qué cosas dices? Nosotros venimos de la Ciudad, mas, jamás hemos pasado por aquí sino que vinimos por otro camino. ¿Cómo es que afirmas esto?”. El necio contestó: “¡No eres mi amigo, necio! ¿Quién te conoce a ti? ¡Eres mentiroso al decir que vienes de la Ciudad, porque solo yo sé quién va y viene de ella!”, y luego les injurió e hirió. Ellos entonces, notificaron a las autoridades de la Ciudad, que, vinieron y llevaron al necio a conocerla… aunque desde el calabozo.


202

Hacia el final de la primavera, un anciano en la calle empezó a juntar las flores marchitas caídas, para pintarlas y pegarlas de nuevo a las ramas de los árboles. Vino pues, su esposa a increparle: “¿Te has vuelto loco? ¿Qué crees que haces?” “Nada” contestó tranquilamente. “¿Cómo que nada? ¿Qué pretendes pegando esas pobres flores marchitas a esos indefensos árboles?” cuestionó ella. “Pues intento preservar su hermosura pintándoles su color original para que lo sigan ostentando” confesó el anciano. “¡Ya perdió la cabeza!—exclamó la esposa—viejo loco, ¿no ves que estas flores deben marchitar para que vengan los frutos, que caerán, como también las hojas? Si te gusta la belleza de las flores solamente, las volverás a ver en la siguiente primavera, necio, ¿cuál es tu ansiedad?” “Amiga—dijo sonriéndole el anciano—sé todo eso. Aun así, deseo hacerlo. Mas, ¿qué te importa? ¿No eres tú la que se pinta el pelo, se corta y estira la piel y se anda vistiendo como las muchachas? Antes eras muy hermosa y bonita, pero ahora estás vieja, podrida y marchita, mas pretendes insultarme con tu supuesta belleza que no es sino puerqueza. Estas flores secas que recojo y pinto, también eran hermosas como tú, pero ahora necesitan de mi ayuda para seguir siendo bellas, y estoy contento de prestarles el servicio. Por eso, si a ti te gustaba tu belleza y no tienes la suficiente paciencia para esperar otra primavera, ¿por qué yo debería tenerla para seguir viendo estas hermosas flores?” Luego de esto, la esposa comprendió todo, y ayudó a su esposo en su actividad.


203

Una vez, en una hacienda campestre que pertenecía a un gran señor, se presentó una mujer joven, alegando ser la nueva esposa del amo, instando a los siervos a que le recibiesen como tal y con todos los honores correspondientes. Mas estos sospecharon, ante lo cual la mujer les gritó, reprendió, golpeó y amenazó severamente, dejando a los siervos sin otra opción que dejarla entrar como patrona, tratándola tal cual. Otro tiempo después, vino otra mujer, más hermosa que la anterior, y al ser recibida por los siervos en la puerta, les dijo también lo que la primera, ordenándoles con autoridad pero sin violencia; entonces los siervos, no tan convencidos, dejaron entrar a la mujer y le trataron como corresponde a su posición, pero a regañadientes y sin tanto respeto. Luego de mucho tiempo más, vino otra mujer, casta y perfecta, aun más joven y hermosa que las otras, y al ser recibida por los siervos en la puerta, les dijo amable y suavemente lo mismo que las otras. Mas los siervos pensaron así: “Nuestro señor nos ha dejado aquí hace ya muchos años, y por su generosidad siempre vivimos bien con lo que nos dejó. Pero no nos ha visitado más ni se interesa por nosotros. ¿Qué es esto de enviar mujeres a que nos dirijan y manden como si fuesen las verdaderas patronas? ¿Cómo podemos saber que no estamos siendo embaucados por pícaras aprovechadoras?”. Y se confabularon entre sí y violaron, mataron y escondieron el cuerpo de la joven sin decir nada a nadie. Mas un día cualquiera, intempestivamente, se abrieron las puertas y entró el señor con un destacamento expedicionario liviano, pues buscaba descansar y relajarse un tiempo luego de tratar importantes cuestiones en regiones cercanas. Dijo entonces al llegar: “Siervos buenos, heme aquí. Espléndidamente me han servido por largos años y, como veo, la hacienda marcha bien y rinde buen fruto. Llévenme ahora junto a mis esposas, quienes a ustedes he confiado la custodia, que deseo cumplir con mis deberes de marido”. Y los siervos, desesperados, le llevaron al aposento de las dos esposas, para que el esposo gozase de ellas. Luego, frente a todos, el amo se dirigió otra vez a los siervos diciendo: “Veo que al principio no reconocieron a mis mujeres como tales, sino que le dieron un servicio rezongón y un respeto remolón. Pero quiero ser justo con todos, en lo que pueda, y puedo perdonarles eso por vuestra diligencia y comedimiento para con el manejo de la hacienda. Ahora, de seguro que reconocieron instantáneamente y guardaron un lugar honorífico para mi más tierna palomita, mi esposa más joven, más casta, la más querida”. Ante lo cual todos estaban estupefactos, ya que sólo los siervos más malos conocían esto. Entonces, sabiendo ya de antemano que iban a morir, en un acto de locura, los siervos malos llevaron a toda la comitiva al paraje desolado donde habían escondido el cuerpo de la esposa joven. Y el amo, viendo la corrupción ilimitada de sus corazones, ordenó que se desenterrase el cuerpo y dijo: “Siervos inmundos: ya que han gustado de la carne pura y sin mancha sin haberlo merecido, ahora gustarán de la carne putrefacta y repugnante como ustedes. ¿Qué les pasa? ¿No era este cuerpo el que les pareció tan atractivo? ¿No era ese el rostro que les insufló el ardor e impulso de poseerlo? Yo quise amarla y no pude, ustedes lo hicieron, pero no totalmente: es hora de terminar el trabajo”. Y ordenó a sus soldados a que les intimen a hacerlo. Unos comieron, otros se negaron y murieron, otros fueron apartados para sufrir torturas inenarrables, y los que sobraron, fueron atados y puestos en llamas que quemaron toda la hacienda, luego de haber sacado de ella las ganancias y las esposas e hijas todos los siervos, que se unieron a las del amo.


204

Cuando un hombre despertó del sueño y se incorporó, extendió su mirada hacia el frente, pero una blanquísima luz cegadora le impedía entrever el camino. Cuando volvió su cara hacia atrás, una densa oscuridad impedía discernir cosa alguna. Entonces, sacudiendo su cabeza, miró el lugar en donde estaba parado, pudiendo distinguir claramente su cuerpo hecho de luz, y la sombra que estaba fielmente a su lado.


XV

Había una vez un príncipe muy bueno y frugal, que aunque tenía todo, nada añoraba ni le preocupaba. Vivía tan sencillamente, que su aspecto siempre fresco contrastaba grandemente con la turbia corte siempre inmersa en las constantes conspiraciones, desenfrenos y escándalos; razón por la cual, fue apodado “El loto del palacio”. Entonces, cuando le llegó al príncipe loto la edad del casamiento, reyes lejanos enviaban a sus hijas de todos los rincones del mundo, cada vez más hermosas, mejor vestidas y con mayor dote, sólo para ser rechazadas, con amabilidad primero, pero con creciente indiferencia, hasta llegar a ignorar por completo a la princesa más hermosa, vestida más finamente y más millonaria. Pero, cuando la locura estaba por subsumir a la corte, ésta queda paralizada al ver a una extraña mujer desnuda salvo una flor de loto en los rizos: “Príncipe honrado—le dijo—mi nombre es “Loto del bosque”, y he sido enviada para servirte eternamente”. El príncipe loto, que nunca había llorado en su vida, se arrojó al instante a los pies de la perfecta mujer, y en un sollozo dijo: “Soy tuyo para siempre”.


205

No digo que sigas estos autoconsejos, porque, conociéndote, es más probable que los obvies, pero, al menos recuérdalos de ves en cuando: meditar siempre, sí o sí, todos los días, al menos una vez. Preferentemente antes de dormir o al levantarse. Mejor una buena y tranquila meditación de quince o veinte minutos que sentarse en estado de ofuscación por hora y media. Ideal sería acostarse a las siete u ocho para levantarse a las tres o cuatro de la mañana. ¡Hermoso es darse cuenta que al abrir los ojos, luego de la meditación, el cielo se ha iluminado! El agua es el aceite del cuerpo (y que nos perdone Heráclito, ¡pero el alma “mojada” es muy buena y sana!), nunca es malo tomarla. La comida es su gasolina, y se debe cargar cuando se necesite, y de buena calidad. Leche, yogurt, miel, panificados livianos (pan, palito salvados), cereales y ensalada de frutas para el desayuno. Un poco de mate o tereré, aunque mejor agua natural en media mañana. Verduras frescas, ensaladas verdes, sopas (de verduras y paraguaya), soja, gluten, mandioca y panificados pesados (rosquitas, galletas) para el almuerzo. Abundante zumo y jugo natural a media tarde. Pequeñas raciones de frutos a la tardecita dos horas antes de acostarse. ¡Jamás carne, frituras, aderezos (sal, azúcar, condimentos, etc.), comida chatarra, comidas golosas inútiles (helados, chicles, caramelos, etc.) y porquerías semejantes! El que no admita el huevo y el pescado debería dejarlos poco a poco. Aunque no comer cebolla (por ser un elemento muy mutativo para la meditación) es exagerado. El comensal debe perfeccionarse, no volverse un perfeccionista; pureza, no puritanismo. Imprescindible es dar las gracias por la comida antes de proceder a alimentarse, para no ser como el chancho que come y caga en el mismo lugar sin darse cuenta. Nada ostentoso, con una simple oración mental bastará. Decir: “Muchas gracias Dios por los alimentos que hemos de ingerir. Que no sea una expresión de animalidad, sino que ayude a manifestar Tu divinidad en nosotros”. De mucha educación es, por supuesto, levantarse también agradeciendo a los cocineros o comensales. Siempre es mejor que el interior (de uno) esté limpio, aunque muy molestosos son los ruidos excesivos, la suciedad, el aire contaminado y el desmedido desorden. El lugar donde uno reside (y los lugares que uno generalmente frecuenta) deberían ser así para ayudar a la mente a estar calma. ¡Qué lindo sería conseguir un humilde trabajo estable que esté a una caminata o “bicicleteada” razonable del hogar! ¡Nada de contaminar con los autos! ¡Nada de tráfico! ¡Nada de largas esperas en conmutación! Mejor aun sería trabajar en la casa: ¡Ya no habrá ninguna necesidad de ir a cualquier otro lugar! Y se será (ojalá) como dice Lao Tsé: “Sin salir de la casa, se conoce el mundo. Sin mirar por la ventana, se ve el Tao del Cielo… Así, el sabio, sin salir, sabe todo. Sin ver, conoce, sin actuar, logra todo.”


206

Finalmente debes saber esto, que es la respuesta a todos los interrogantes, la cura de todos los males, la primera causa, el destino último y la única verdad verdadera que vale la pena aprender y practicar; la razón de existencia de todas las doctrinas, dogmas, credos, filosofías, seres humanos, planetas, universos, en fin: lo único que hace justificable tu propia existencia y consecuente realización del destino final: El amor-ser. Es lo único real, verdadero, definitivo. Lo demás es ilusorio, confuso e impermanente. ¡Hay universos sobre universos por encima de este universo que danzan por sobre tu cabeza! Y son mantenidos exclusivamente por la ignorancia de los seres con respecto esto, por la ceguera ilusoria que los hace olvidar su verdadero origen y propósito...


207

Muchas reglas, muchas máximas y poca práctica. Hay más vida en la praxis que en la mera lectura o en el escribir. Ya terminaron nuestras cavilaciones, ya no más disquisiciones inútiles sino pura contemplación. La sabiduría es lo único realmente útil o valioso acerca de lo que se puede escribir, por eso, tanto mejor resultaría encarnarla antes que leer o pensar sobre ella simplemente. ¿Acaso una persona enamoradiza disfrutaría más un libro romántico que vivir una aventura amorosa? ¿O se divertiría, acaso, mejor un niño, aprendiendo cómo fabricar juguetes en vez de simplemente jugar con ellos? Por eso nunca te olvides de que siempre va a ser mejor practicar la virtud antes que hablar simplemente de ella. ¿No ves que Jesús, Buda o Sócrates no escribieron línea, mas son magnánimos maestros de la humanidad? No levantes, entonces, la pluma si no hicieres un avance significativo en tu camino, no sea que te conviertas en un fariseo que lleva carga liviana (Mt. 23) mientras exige a otros gran peso. Atarás tus manos, tu lengua, tu mente y tu todo a Dios, y él decidirá por siempre.


208

¿No ves que no hay libro que valga más que la vida, o piedra que valga mejor que pan? ¿Cuántas páginas es suficiente? ¿Diez, cien, mil, un millón? O quizás desees que el mundo todo te gloríe? ¿Y qué te dirán: “Bien, amigo, dices correctamente” o, “Eres un necio y un ignorante”? Mas, ¿de qué servirá esto? De nada si no te atrae el encomio ni la ignominia. Ya lo han dicho todo. ¿Qué ayudante de peón vendrá a mejorar la obra de un talentoso jardinero? Busca lo esencial, ampárate en Dios, sé digno de su gracia... y ahí puede que tengas algo verdaderamente valioso que compartir...


209

No escribas más, entonces, porque muy poco sabes, y aún ese poco es difuso y difícil a veces. Que no te agarren y digan: “Qué buenos escritos. Vale, ¿qué más tienes que decir?”, porque, no por lo que dijeres te salvarás sino por lo que hicieres. ¿O serás como esos hipócritas que se insuflan de palabrería rimbombante mas por dentro chirrían de veneno? Deja al polvo con el polvo en los viejos volúmenes, en las iglesias corroídas, en los dogmas atrofiados, en los humanos secos y podridos.


210

Vive en el presente y olvídate de todo. Recuerda que tu sabiduría es aprender y aprender siempre y maravillarte de las obras de tu Señor. Alégrate y regocíjate en el camino, porque es tu alimento y tu vida. No pienses más en los malditos ni temas a la muerte, sino mira perennemente hacia delante y, entregando toda tu existencia en sus manos, vive para siempre.


XVI

Es difícil entender que realmente nada hay que deba ser entendido. Hay un gran espejo frente a la vida, pero ella insiste en ver a las formas en el espejo en vez de verse a ella misma. La vida es lo que es, el espejo es la mente y las formas son el universo o la creación. Cuando nada haya frente al espejo, nada se podrá ver, y esto es lo que verdaderamente es, lo que debería verse. La confusión surge cuando crees que te ves a ti mismo en ese espejo y la calma cuando te das cuenta que el espejo no es sino un cristal pulido, cuando el veedor es lo visto, cuando el buscador no encuentra otra cosa sino a sí mismo que se buscaba tontamente creyendo que estaba perdido. Si no entiendes esto, querrás explicar lo que es la luz, el espejo, los colores y miles de cosas más a los ciegos; pero si entiendes, no podrás hacer absolutamente nada: y esto es lo más maravilloso que hay. Piénsalo; había una vez un hombre analfabeto e inocente al cual, ciertos personajes, dieron un papel con algo escrito, y le dijeron: “Cuando entiendas, serás libre”. Luego de años en la mazmorra, zarandeándose tragicómicamente y a tientas en la casi total oscuridad de la prisión, el buen hombre descubre que en el papel decía: “No debes entender”. Entonces, ¿fue o no liberado? Debido a la ex e intrínseca capacidad del lenguaje de comunicar la verdad, ella es promiscuamente evidente a pesar de que jamás podrá ser entendida.


XVII

¿Quién ha despertado?

Y ha visto verdaderamente despuntar el cielo

En tantos colores que no podría describir

Su hermosura antes de que desaparezcan


O el rocío, como gentil madre, mecerse

Con todas sus hijas

Para avisarles la llegada del día

¡Con tanta suavidad!


¡Cómo los animalitos, picaflores, cachorros, seres humanos,

inician sus actividades lentamente

cada uno a su manera, cada uno importante

en la variada fauna universal!


Y a medida que avance el día

Habrán hecho su aporte

Absolutamente necesario

Para el equilibrio del cosmos


¿Quién ha despertado

ante la sabiduría de un niño

y ante su mortífera sonrisa

que desarma al más cínico corazón?


O ante el presuroso joven enamorado de la vida

Persiguiendo sus múltiples anhelos

Sus absurdos sueños, sus imposibles empresas

¡Que tan reales parecen ser!


Y cómo el anciano, cúmulo de bondad, pretende

Enseñarnos a ser felices

Aún a sabiendas

¡De que no está en sus manos!


Todos ellos, desde los que viven en el vientre

Hasta los que inhalan por vez última

Tienen algo en común

Que perdurará


¿Quién ha despertado?

Al escuchar una sola palabra

Cuyo origen se remonta

Al origen del origen


Tantos maestros, sabios y eruditos

Han abierto sus bocas

Profiriendo poco más que

Chisme de mercado


Muchos han hablado a las multitudes

Como el loco a la pared

Pero no se necesitan discursos largos, ni orejas grandes

Para lo eternamente inefable


Una palabra sola

Que ha detenido todo

Mostrando la totalidad

En el principio


¿Quién ha despertado

al ver la hermosura

impregnada en algún

objeto de este universo?


Una nota que explota

En cien mil sinfonías

Un trazo que revela

Un reino de luz sin fin


La perfección hecha carne en una mujer

En su cuerpo exquisito, en su corazón opalino

Que recibe sin esperar nada

Que ama sin saber por qué


Realmente toda esta belleza hace

Que estos ojos revienten

Y que la llamarada queme el mundo

Como un delicioso incienso de vainilla


¿Quién ha despertado

teniendo en mano su azada

o su martillo

mientras trabaja por un mundo mejor?


¿Cómo no reírse del pasado esfuerzo

y del sudor y la sangre derramadas

totalmente desperdiciadas

por un ideal que nunca llegó?


Para luego asombrarse

Ante el mayor milagro de todos

Que en los cielos y en los mares

los animales manifiestan y el hombre desconoce


¡Qué generoso es el árbol pródigo de la naturaleza

que regala a todos suficiente alimento!

¡Y qué tonto es el que no toma del fruto

que concede la inmortalidad!


¿Quién ha despertado

y ha salido de los templos

huido de los monjes

corrido de lo sagrado?


Sabiendo que no puede haber

Más glorioso templo que el cuerpo mismo

Ni más glorioso altar que la propia mente

Que alaban sin cesar lo que no necesita alabarse


Que no pueden haber

Diferencias entre un pecador y un santo

Y que la renunciación no sirve para nada

Al que nada desea


Que la mirada no se puede posar

Sobre algo no sagrado

Porque sería entonces mayor

Que aquel que es verdaderamente santo y omniabarcante


¿Quién ha despertado

de un sueño

para ver todas sus preocupaciones

flotar como burbujas en el aire?


Recordando sus pasadas vigilias

Entre el polvo de los libros

Y el pedernal de la meditación

Como insustancial niebla disipada en la brillante mañana


Para ser lanzado sin remedio

Y sin auxilio

A través de las miríadas de sombras

Y cielos de un espacio infinitamente vivo


Como emperador de un

Incandescente reino

Que surge y se disuelve

Entre parpadeo y parpadeo


¿Quién ha despertado

al encontrarse con la muerte

cara a cara

arrancándole sus misterios?


Habiendo antes vencido todos los miedos

Riéndose de los peligros

De las catástrofes, de las calamidades

Disfrutando serenamente su trato con ellos, como con los amigos


Como quien nada desconoce

Mas permanece ignorante

Jugando a placer

Con la vida y la muerte


Cuya leve risa sacude galaxias

Y cuyo soplo destruye universos

Dejando su descomunal sabiduría

Escondida tras una montaña de mansedumbre


¿Quien ha despertado?

Al haber sido tocado por otro

Que ha despertado

Para no volver jamás


Por Krishna, que hacía malabares con

Los planetas

Pero ahora es

Mi títere


Por Buda, cuya compasión

Delimitaba todo lo creado

Pero ahora es más pequeño

Que mi lástima


Por Jesús, que no logró

Amar más que ese a quien él llamaba

Su Padre

Que es mi hijo


¿Quién ha despertado

por razón ninguna

sin ningún porqué

sin haberlo hecho?


Viviendo en un palacio

Lleno de delicias

Bien emplazado

En las nubes


Comiendo manjares

De brisa

Abrazando la nada

Como origen de todo


Que vive como un muerto

Pensando desde el no pensamiento

Sabiendo, que una sola lágrima suya

Apaga el fuego de todos los infiernos



¿Quien ha despertado?

No lo sé

Pues todos son budas

Llenos de luz


Buscando estrellas en el lodo

Era imposible ver la verdad

Pero si ahora el brazo se mueve para mostrarla

Su extensión será nula, pero mayor que la distancia entre la tierra y el cielo


Nada hay que no haya sido

Quemado al rojo vivo

Del dolor

Aun así, todo es gozo perfecto


Todo está colmado de luminiscencia

Estallando eones en deleite sin fin

Lleno de paz, lleno de luz, lleno de pureza, lleno de vida

Sólo mi corazón está marchito como fruta seca

 

 

 

Documento facilitado por el Autor

Registro: Julio 2012






Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA