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VICTOR ENRIQUÉZ

  EL CASTILLO DE PELAGIO & CATRINA, 2006 - Novela de VICTOR ENRIQUÉZ


EL CASTILLO DE PELAGIO & CATRINA, 2006 - Novela de VICTOR ENRIQUÉZ

EL CASTILLO DE PELAGIO & CATRINA

Novela de VICTOR ENRIQUÉZ

Artwork by REINALDO REMENTERIA

To order additional copies of this book:

Xlibris Corporation.

Contact: Orders@Xlibris.com.

Printed in the United States.

2006 (113 páginas)

 

 

 

 PRÓLOGO 

Como cualquier otra fantasía producida por la fatalidad de la vida, le estoy presentando esta extravagancia, con el sólo objeto de reavivar en la mente del lector, el beneficio de discernir minuciosamente.

Para terminar de informarse del noble contenido de esta narración, de alguna manera estoy también tratando sobre el comportamiento de uno mismo, como persona que es entre los demás. Pues considero primordial el interés en la lectura, para poder descifrar uno por uno el significado del contenido.

Además el propósito de haber presentado a los personajes, que tan valientemente se implantan en esta aventura. Porque desde el principio hasta el fin, las vicisitudes les persiguen y sin lograr destruir a ninguno de ellos.

Y muchas veces representa los ademanes, como parte natural de uno mismo como persona. Pero en este caso quiero recalcar a las figuras, que se encuentran siempre inquietas alrededor nuestro, que desean transmitir su pensamiento.

Para luego desarrollarse libremente y formar un mundo mejor, de lo que están heredando de sus antecesores.

El Autor


CAPÍTULO 1

Desde una vieja ventana de un segundo piso de Puerto Sajonia, un joven capitalino de nombre Pelagio, ve a la gente caminar por la vereda, como una simple bola de billar.

Además fue un día esplendoroso, con brisas de aires fresco, que se encaminaban salpicando, desde el acantilado de la bahía de Asunción. A los minutos después, se escucha la llegada atolondrada de la prima hermana del joven Pelagio, de nombre Catrina, habitante de un lejano pueblo sureño.

Una vez que pasa adentro, ella empieza a contar a su gente, las muchas cosas que le ocurrieron allá con su familia en su pueblo natal; igualmente en el viaje, por haber tenido el gran deseo de pasar con ellos en la capital, su cumpleaños número veintidós, además la llegada de la fiesta Navideña y Año Nuevo.

Más tarde cuando la establecieron, en una habitación con mirada hacia el jardín interior de la casa, se pusieron a cambiar ideas entre los dos parientes, aunque ninguno de ellos podía coincidir en algo que fuera en serió.

Pues parecía que sólo se hacían entender por seña con los dedos de las manos. Mientra que Pelagio pedía insistentemente a ella, para que le escuchara aunque sea por un segundo de tiempo, nada más. Y como nadie cedió, fue inconclusa la conversación.

Y cuando llega la hora de merendar, la madre del joven Pelagio de nombre Lucía le invita ambos a pasar a la cocina, para gustar de un buen mate cocido con leche y algunas arrogantes galletita, hechas con harina de maíz blanco; también con la tan apreciada manteca casera de leche de cabra, para untar.

También antes que terminaran de servirse, la tía le pide que se apresuren y se alisten para una improvisada romería que se realizaría en el Club de mujeres. Asimismo antes de retirarse ella vuelve a recordarles, que se efectuarían dos fiesta en una misma noche.

La primera sería a las nueve de la noche, en casa de su hermano el coronel yuca, adonde también se recaudarían fondos para los lisiados de la guerra.

Una vez que escucharon la explicación de la progenitora, Pelagio con su prima callaron y esperaron acabar de tomar el mate cocido. Aunque ante de terminar, la Catrina pidió prestado el frasco de brillantina para untarse al cabello.

Pues dijo tener el cabello muy seco y descolorido, por causa de la polvareda de tierra colorada en el trayecto. Y muchos culparon de esto al camionero, que traía fardos de alfalfa con alguna animalada soltada entre la gente­

A continuación la doña vuelve a entrar juntos a ellos, palmoteando nerviosamente las manos. Porque estaba pensando mal de ellos dos, porque veía que estaban hablando muy acaramelados, como si fueran novios.

Pero en ese mismo instante suena el teléfono, luego olvidándose de ellos, aunque: después le píde a uno de los dos, para que atendiera el llamado, mientra que ella se iría al tocador a terminar con su arreglo de guapachona.

Y sin perder más el tiempo, Catrina torna el aparato y trata de comunicarse, pero le asusta una alocada voz que le habla, porque se sentía que estaba muy enfurecido, tratando de contar algo que le sucedió y no podía decir nada, solamente gritando se pasaba.

Cuando escucha la doña el vocifero por el teléfono, enseguida nota de quien era la voz, entonces corriendo vino a contestar, antes que se enfermara el pobre hermano Coronel de profesión.

Cuando le respondió:

-¿Bueno que pasa mi Coronel? Por qué tiene tanto nervio y esos gritos que larga como unos lobos feroces, ¡Dios mío! ¿Qué esta pasando en la casa mi hijo, que té estas ahogando en tu propia saliva? -le contestó un poco desconcertada y molesta, por los gritos que profería.

Aunque la amonestación no se hizo esperar:

-¡No me venga con reproche, mi negrita! Porque me estoy muriendo de cólera y ya no aguanto más tanto ultraje que me da los santos días, tu sobrino -le responde el militar gritando cada vez más fuerte, que casi deja sorda a su hermana y sin ganas de seguir hablando con él:

-¡Está bien mi hijo! Calmate antes que te hagas daño al hígado, y como sabes no estoy teniendo la yerba, para esos males en estos momentos -le respondió muy alarmada por la salud del militar y de su propio oído también:

-¿Pero dime que te pasó hermano? Que no estoy entendiendo riada de nada todavía, aguantate por un momento y digame lo que pasó. . . - alcanzó otra vez a decirle ante la voz enloquecida del táctico.

Porque también le espanto a ella:

-¡El desgraciado ... de tu sobrino! Fue que chocó por la columna de la luz eléctrica con mi auto nuevo. Y por eso estoy todo destruido, cuerpo, alma y espíritu -de pronto después, se escuchó que el milico estaba sometiéndose a un gran esfuerzo de respiración artificial, para poder seguir con su gritería acostumbrada:

-¡No sé mi negrita! Si le mato a tiro de revólver a tu querido sobrino, o que ... porque esta destrozada mi alma, y ya no me entiendo muy bien en este momento -pero no se hizo esperar la contestación. Porque ella le contesta con la dulzura de siempre, apaciguándole en su debilidad con tal de ganarle terreno, antes que haga algún absurdo:

-¿Cómo mi querido hermano estas hablando así de tú único hijo varón? Además tu primogénito ... ¡Qué barbaridad estas diciendo Luca! También de tu propia familia -luego trata de calmar un poco el ánimo, si quizás disintiera de hacer el mal.

Además para que terminara felizmente los problemas:

¿Y a ti te parece poco lo que hizo el malcriado? Destruyendo mi auto que acabo de comprar a crédito. ¡Y todavía creo que el pobre auto es también mau! -le contestó.

Seguidamente se puso a estornudar fuertemente, una vez que se sintió más calmado, siguió conversando.

Diciendo:

_¡Bueno eso tiene solución mi Coronel! Pero el mio ... quien puede arreglarlo, para que sean únicamente unos normales, estos desgraciados que tengo aquí viviendo conmigo, y antes mis propio narices-le responde la doña.

Estaba ella demostrando al hermano, de que se hallaba muy preocupada, además le dio a entender, que su aflicción era muy exorbitante para soportar fácilmente, pero el milico no estaba entendiendo. Cuando le preguntó:

_¿De qué me estás hablando mi negrita? Qué clase de demonio te esta ametrallando la mente hija mía. Para que que diga eso en este momento que estoy nervioso y destruido espiritualmente -le contestó muy preocupado el militar, luego temió de escuchar de su hermana, algunas respuestas peor de lo que le esta pasando.

-¡Dime mi negrita! ¿Qué tienes en tu intelecto, que es lo dite te esta perturbando el alma? Para que busquemos alguna solución rápida ... quizás algún consejero espiritual o algún masajista de manos suaves ... Para que te calme la calentura y después puedas respirar tranquila, como siempre . . . -le. respondió.

Antes de que vuelva a hablar con más gritería y diciendo estupideces. Toma ella la iniciativa para no darle la oportunidad a su vocerío. Citando le dice:

-¡Sabe mi Coronel! Tengo un puñal atravesado en el lado izquierdo de mi pecho en este mismo instante, y sabe que eso me está llevando lentamente al cementerio local de la Recoleta. ¡Dónde el sepulturero nunca dice basta! -exorcizando el ambiente, pero el contagio del intento de su desesperación, dejó mal de salud a su hermano.

Aunque trató después de sacar provecho de la situación, la doña se puso a llorar amargamente, por el teléfono.

Entonces el milico desesperado le responde:

-¡Mi hija querida! Por Dios y por todas las vírgenes que existen en el país, pronto, cuenta que tienes ¿O debo de irme a tu casa para decirme al oído el asunto? -habló un poco angustiado.

Ademas queda esperando por la contestación:

-¿Cómo te has olvidado tan pronto de mis penas hermano mio? Para estar tratando livianamente mi dolor, sabiendo muy bien, como son aquí tus parientes -le respondió ella, perturbando aun más la mente del Coronel.

Aunque sin tregua la pregunta:

-¡Cada vez te estoy entendiendo menos Lucía! Parece que son las cosas contigo, como me dijo ayer tu cuñada, que ni vos misma ya te puedes soportar la vejez que tienes encima del hombro. ¡Y que te está encerrando lentamente en tu propia maldad! -le contesta muy enfadado el Coronel. La doña casi al instante reacciona, para responderle con unas palabras más duras que la piedra, y además para darle su merecido. Porque siempre de esa manera acostumbraban las familias, para interpretarse mejor los deseos:

-¡Con razón que nuestra madre también te puso el nombre de Lucatelo! Por reprochador y torpe a la vez que eres. Además ostenta el rótulo de callejero como los demás hombres estúpidos, que existen por las calles -desde luego allí empezó otra vez la escaramuza en la familia, como siempre.

Cuando le contesta:

-¡Epa ... Epa! Acaso no fui yo quién te llama primero, para ponerte mi queja, para no matar a tu sobrino a tiro limpio y termine la maldad en la tierra -contesta el Coronel sorprendido, por la repuesta de su hermana que se enloqueció sin pensar:

-¡Esta bien Lucas! Haz lo que quieras con tu hijo, además ya riada me importa de este mundo cruel, porque como estoy viendo que el problema mío, es mayor que un auto mau destruido en un poste de alumbrado público -le ella, con un acento considerable. Porque sabía el genio de su hermano y el problema de su sobrino.

Luego el milico se limitó a escuchar, lo que respondería la alocada hermana, pues temía que se agrandara el problema. Pero aún así, le intimó por el respeto:

-¡Siempre es la misma terca conmigo Lucía! Aún viendo lo grande de mi tragedia, te atreves a hablarme de esa manera tan cruel ... ¡Yo que soy, tu único hermano! Además también que somos muy correligionarios, y estamos peleando como gatos y perros . . . -le respondió el quejumbroso milico. Pues él estaba esperando una palabra de aliento de los labios de su querida hermana.

Como siempre lo estaba haciendo con él en esos casos:

-¡Está bien Lucas! Ven para aquí y después podremos hablar con más calma de mi sobrino tu primogénito y antes que lo mates a tiros también -le contestó sin perder más tiempos, pues ya no podía soportar también el auricular en su mano.

Además ella estaba muy contrariada, por la mirada de su asombrada sobrina Catrina y de su hijo Pelagio, que se estaban rascando ruidosamente el cuero cabelludo, por escuchar mejor la conversación telefónica, y de pronto preguntó Pelagio:

-¡Mamá! ¿No estará enfermo el tío Lucas? ¿Y por qué también hace esa pregunta tan estúpida por el teléfono y cada vez que habla contigo, es así? -luego empieza la Catrina a inquietarse y no se podía aguantar. Porque ella también opina:

-¡No! No creo en eso Pelagio . . . el tío Luca estará tiendo visiones y por eso el pobre esta loco de remate ,Verdad que es así, tía Lucía? -pero la pobre doña ya tenía la cabeza aguantada con las dos manos, porque temía dar la repuesta equivocada:

-Dejenme tranquila ustedes dos Pares de irracionales, ante que me vuelva loca y me enoje en verdad -luego se puso abuchear, para que se callaran.


CAPÍTULO 2

De tanto soportar el acoso de los dos, la doña se estiraba de los pelos de cólera, además ya se sentía transtornada como si estuviera en verdad chiflada.

Y cuando Pelagio escuchó el reproche y de la rezongona de su prima, se fue a sentarse en el sillón dorado de la sala. Pero al instante la Catrina le salió al encuentro, corriendo más que él, sentándose ella primero como adivinando la intención.

Entonces Pelagio, dijo airado varias palabras en contra de ella, dejando en profunda vacilación a todos en la pieza:

-¡Mamá! Tu sobrina me tiene cansado y no lo puedo soportar más ¡ufa ... también! Porque creo que se enamoró de mí belleza varonil, por eso anda como pegajosa la pobre a mi alma, buscando favores de un placer -aunque la Catrina se hizo la desentendida acariciando el borde de su vestido, y clavaba la vista a los cuatros vientos, después siguió mirando de reojo como en tiempo de media luna.

Y a continuación con suma picardía le contesta a su primo, para sembrar duda y cizaña en los ambientes familiares:

-¡No es así tía! Si no que Pelagio me tiene idea y me dijo al oído, de que yo soy la diosa del Amor y del fuego ardiente ... y otras cosas más también, dijo que si te cuento te excitaras muchos y no podrás tener paz en tu cama -y de pronto se cubre el rostro, con ambas manos, como sintiendo vergüenza de su tía.

-¡Dios mio! ¿Que estas diciendo Catrina? .Por qué no permanecen callados y me ahorran de enfermarme. También va estoy medio loca por culpa de ustedes dos -la tía respondió.

Después la doña ya no resistió más el abuso y bruscamente se sentó en el sillón del finado abuelo Alcaraz, desde allí se paso a reír a carcajadas, con gestos alocados por los problemas, más luego no sabía nada más que decir de la situación.

Y cuando le pasó la tontería a la doña, que fue como un torbellino pasajero, y recién después entendió que se despertó de un sueño profundo. Luego preguntó:

-¿Cómo ... me dijo hija mía? ¡O que es lo que trata de decirme muchacha! Porque estoy sintiendo comezón de oír tal y cual como dijo antes -desorbitadamente le pregunta.

Entonces la Catrina se queda retorciéndose el cuerpo entero, como se hacen en el trapiche con la caña de azúcar, para sacarla el mosto.

Luego como primicia la pobre contó insinuando, cómo el joven primo le estaba acariciando y toqueteándole la hermosura de su cuerpo juvenil:

_¡Por Dios! Qué estas diciendo Catrina, dime que me estas bromeando hija mía. -

-¡Oh sí tía! También me dijo que nada más que yo, era la diosa del fuego caliente para el matrimonio, y en la cama que soy como un perfume de mil olores -cuando Pelagio escuchó, no pudo permanecer más parado.

Pues de miedo y de cobarde disimuló estar muy enfermo de muerte, luego se dejó caer pesadamente al piso, fingiendo que se desmayó en muy mal estado de salud.

Las reacciones de locura de Pelagio, impactan grandemente a su madre, porque enseguida llamó desesperada a su mucama, de nombre Lola:

-¡Lola, Lola! Por favor venga aquí rápido y traiga una manta, para cubrir el cuerpo de mi Hijo, antes que se muera congelado -así gritó desesperadamente, al ver a su hijo desplomarse al embaldosado, dejando ver el rostro de color dudoso como de un finado.

Al segundo la sirvienta, ayuda a su patrona a levantar el cuerpo desfallecido del pobre Pelagio, y ponerlo en el sofá, para que lo atendiera.

Inmediatamente le cobijan con el chaquetón de colores, porque tenía el infeliz el cuerpo helado, como aquel cuerpo que fue sacado de una heladera. Además las uñas de las manos estaban pintadas de azul amoratado, del miedo y del susto que pasó.

Luego de tanta sorpresa que pasaron, olvidaron comunicarse entre sí, por eso la sirvienta trajo por su propia cuenta, una toalla impregnada con alcohol alcanforado, mezclado con polvo de pimienta colorada, para empapar el rostro, porque ella sabía la maldad del joven, porque siempre estaba haciendo lo mismo.

Pero al instante el joven deja de fingir, y se puso a estornudar fuertemente, como un carnero de las montañas.

Más luego recobra forzosamente el conocimiento para decir: -¡Mamá! ¿Quién fue el que me disparó los tres tiro en la cabeza, con el revólver del tío Lucas? Porque veo en mi cuerpo correr la sangre por todas partes. . . -preguntaba el desdichado reavivado.

Nadie le podía responder en aquel momento, aunque después la Catrina, miró desconfiada a su tía, pensando que muy bien podía ser ella el actor de los tres disparo, que hirió mortalmente a su propio hijo. Pero entonces la doña se defendió, diciendo:

-¡Hijo mio! Nadie puede hacer tales cosas en esta casa ¿Además como crees que te pegaron tres tiros de revólver aquí en la casa de tu madre? -después nerviosamente le repetía la misma palabras, para que no hubiere duda alguna.

Luego la doña se paseaba en la sala de un lado a otro, buscando la concordia. Pero al contrario de lo que pensaría la doña, la mucama seguía con la compresa en la cara y cuello del paciente, también de pronto descubrió a la Catrina congelada y metida en una esquina, se fue a su ayuda con la represa de alcohol alcanforado.

Una vez que recobra la Catrina, afirmaba haber escuchado los tres tiros de revólver, y al mismo tiempo ver la chispa relampagueante, que salía de alguna parte en la pieza.

Al segundo después llega el tío Lucas, y se para en el umbral de la puerta principal, haciendo sonar fuertemente el taco del zapato. Luego desde allí pregunta a gritos:

-¿Adónde se metieron mi gente? ¿También por qué ese alboroto dentro de la casa mi negrita? ¿Qué es lo que se huele aquí? Qué es como un fuerte olor de humo, de un tiro de revólver de caño corto destartalado -luego siguió entrando muy desconfiado de todos, porque le tenía intrigado el olor de alcanforado:

-¡Por favor Lola! Atiende a mi hermano Luca antes que se encolerice de vuelta y nos mate a todos. ¡Porque ya tengo miedo hasta de mi propia sombra! -pidió la doña.

También ella ya no podía estar quieta ni un minuto más, ante tan cruel situación, cuando de repente la Catrina hace su pregunta:

-¿Cómo puede ser tía, que mi primo sufra de inquietud juvenil, después de los tres balazos que le dieron? ¿O será que el pobre, no tiene a nadie en este mundo? Quien le cure su pasión, en este momento difícil de la pubertad -luego rastrea el espacio sideral con los ojos atormentado de pasión. Después trata de esconderse detrás de un sofá, temiendo de la tía y del tío Luca, que se encontraba parado y amenazante en el umbral, de donde estaba observando lo que estaba sucediendo allí.

Cuando le contesta la tía:

-¡Catrina! ¿Que tiene que ver el desmayo de Pelagio con los tres tiros de revólver que le dieron en la cabeza y supuestamente con el arma del tío Luca? -ella pregunta.

Además estaba agazapada de miedo por el suceso, hasta llegó a creer, que ella misma fue quién disparo, e hirió mortalmente a su propio hijo:

_¡Claro que sí tía Lucía! Fue con el revólver del tío Luca que le chambearon la cabeza cuadrada al pobre primo, desde la oscuridad ... ¿Ve también tía que no está bien muerto todavía el pobre Pelagio, por cuanto que tienen nueves vidas, como el gato pelón del vecino? -el Coronel Luca estaba escuchando todo y se maravilló de ellos. Aunque no pudo decir nacía, por el temor de que explotara otra demencia más potente.

Entonces la Catrina se hizo dueña de la situación defendiendo a su primo, por cuanto que le quería ver vivo y no muerto, metido en un cajón rumbo al cementerio:

__¡También quien quiere a un primo muerto! Antes de haber cumplido con su deber como hombre, como dijo mi mamá: ¡Que un varón debe de sembrar un árbol! Aunque sea chueca la planta, luego tener un hijo medio tarado aunque sea, para empezar la vida antes la sociedad en este mundo -por lo visto que la cordura tenía muy pocos argumentos con ellos en ese momento, aunque la tía trataba por todos los medios de minimizar la situación:

-¡Callate por favor Catrina! Ya me estás volviendo loca de remate, porque además yo no fui el actor del disparo, con el revólver del tío Luca -dijo la doña.

Luego encarecidamente pidió que se callara, por cuanto que el tío Luca, estaba escuchando la locura que decía y quien sabe lo que sucederá después:

-¿Qué está pasando aquí mi negrita y qué es este loquero del diablo? Dime antes que me enoje en Verdad y empiece a disparar; porque ya no aguanto más este embrollo cruel y despiadado del que soy víctima - pregunto el Coronel sentándose en el sofá al lado de su sobrino Pelagio, que se estaba recobrando de su mal momento.

Aunque el pobre Pelagio permaneció callado, ante la presencia temible del tío, que ni aun un pelo se le movía de miedo. Cuando responde la Catrina al tío:

-¡Preguntale a Pelagio tío! Para que sepa lo dolorido que esta él después del disparo, que le dieron en la cabeza y con el arma de su propiedad privada -después la impotencia flageló al pobre tío, aunque la mirada del milico impregnaba de miedo a la Catrina y ella, para disimular estornuda fuertemente.

Luego se retira sabiamente de la pieza, porque sentía temor de hacer más preguntas a alguien como es el Coronel, por el resto del día: -¿De qué está hablando esta cotorra, hermana Lucía? Porque para decir la verdad, no estoy entendiendo nada todavía de lo que dijo la muchacha -pregunta don Luca.

Después queda asombrado, también pide explicación porque no estaba percibiendo absolutamente nada del asunto.

Pero sorpresivamente Pelagio pregunta:

__¿Tío Lucas, dime a donde guardas el revólver? Porque estoy sintiendo temor otra vez de usted . . . -después el Coronel mañosamente mira a su alrededor y muy sorprendido por la pregunta, tuvo la necesidad de contestar con urgencia al sobrino, antes que prolifere otra controversia peor:

-¡Bueno muchacho! Siempre yo tengo la costumbre de guardarlo en la caja fuerte de mi oficina ¿Y por qué viene esa pregunta sobrino? - después que le contestó, se fijo fríamente al rostro del joven, para ver si con que tontería le respondería:

-¡Oh sí, muy bien! Y muchas gracias tío Luca por su respuesta, y hasta luego entonces . . . -le respondió Pelagio sin pensar en nada más.


CAPÍTULO 3

Desde el jardín, los dos primos se pusieron a hablar de la conducta, que tienen la gente en los vecindarios, además de la propia casa donde estaban viviendo:

__¿Cómo puede ser una buena persona el tío Luca? Si tiene un revólver de seis tiros y listo para matar con el. También siempre se le ve caminar por las calles, muy orgulloso de tener un arma con que matar gente ... -preguntó Catrina en un tono de desconfianza a su primo, luego se miraron pidiendo más explicación para el asunto:

_¡Ya veras Catrina! Nosotros haremos algo por la sociedad desarmada del país ... Porque no podemos permanecer callados ante tantas injusticias -le respondió Pelagio mirando con disimulo a sus alrededor.

Y después de tanta tontería que dijeron, levantaron los brazos impetuosamente al cielo, como el aguila en señal de estar afirmando la verdad, pero de pronto también largaron un risotea vengador, para que le prestara más su atención, porque tenían algo que transmitirle todavía.

También don Luca y su hermana estaban escuchando desde adentro, lo que ellos consistían parloteando de cosas extraña. A consecuencia de eso se miraban entre sí, para sacar alguna conclusión del caso.

Aunque la doña más bien desapareció de allí:

-¿Lucía dónde te has metido mi negrita? ¿Y qué también está pasando con esta bestia indomable? -gritando preguntó el Coronel desde la sala.

Porque ya sentía miedo de lo que estaba escuchando, y sucediendo en la casa:

-¡Aquí estoy! Ya te atiendo mi lujo enseguida. Tampoco en este momento te puedo responder nada de ellos, porque hasta yo misma me encuentro confusa -le respondió desde de la cocina a donde ella fue por un té de tilo, para sus despedazados nervios:

-¿Dime mi negrita? Cómo tu puedes vivir con estos pares de salvajes aquí ... Por qué no le mandan a la estancia para que vivan alla con los animales salvajes -le sugirió, luego se levanta al mismo tiempo del sofá, para respirar mejor:

-¿De qué me estas hablando querido? No estos escuchando nada, por culpa del zumbido de los oídos que tengo y por el gran dolor de cabeza -le respondió como haciéndose un poco de la desentendida del problema de la pubertad. Porque también ya tenía rebalsada la paciencia con eso.

Desde el jardín, Pelagio y Catrina también estaban escuchando lo que decían de ellos, entonces Pelagio toma fuerza como de un tren de carga chispeante, luego se larga al asedio sin piedad, en contra de todos.

Diciendo:

-¡Mamá! ¿Cómo dejas que el tío Luca te haga esa pregunta tan estúpida y a la vez absurda? ¡Sabiendo muy bien que con su revólver le dispararon! -después sin titubeo alguno, esperaba que la madre le contestara.

Además habló así Pelagio, pará  que después pueda manipular la situación, como a ellos se les antoje, también porque tenía en su mente algo secreto que comunicar:

-¡Por Dios calla muchacho! No digas más tonterías de su tío, y mucho menos del tío Lucas en este caso ... Porque si siguen con eso, se puede enojar -al parecer la doña aparentó estar muy disgustada con ellos, por el terror de que se enojara el tío y después no le deje hacer la fiesta en su casa, como estaba previsto.

Pero la locura sigue:

-¡Tía! rimeentonces, porque el tío guarda el arma de fuego en la bota marrón del pie izquierdo? En este mismo instante, lo tiene metido allí con olor a podrido -preguntó la Catrina entrometiéndose en la conversación, para enturbiarlo más aún de lo que estaba:

_¡Que bárbaro! Yo me marcho de aquí mi negrita, me voy a mi casa, creo que allá estaré mejor, aunque sufra la perdida de mi auto mau que se murió. . . -dijo muy molesto, y de un salto se incorpora para salir afuera.

Pues al instante también los jóvenes escucharon lo que estaba diciendo el tío de ellos.

`¿Escucho tía lo que dijo el tío Lucas? ¡Él es un asesino! Él fue quién mata al pobre auto mau a balazo -cuenta la Catrina, alzando la voz, al mismo tiempo que salió corriendo hacia la vereda de enfrente, para sombrar más la situación.

De pronto Pelagio se espantó de lo dicho por su prima, y salió corriendo afuera, temeroso de que lo vuelvan a tirotear con el arma del tío:

-¡Mamá! Corran de ahí pronto, antes que el tío pierda la paciencia y te liquide como hizo con el poste del alumbrado publico, y con el pobre auto mau también -le suplicó Pelagio a su progenitora.

Después corrió con gran espanto para la calle, donde ya se encontraba la Catrina vociferando palabras de horror, a todas las personas que pasaban.

Enseguida después y sin reproche algunos, los dos primos se confundieron en un abracijo de compasión y de puro amor. Luego observaron al tío Luca marcharse hacia su casa y con el rostro muy disgustado, por las afirmaciones de los sobrinos.

Además les murmuraron cuando le vieron caminar, con unos trancos largos de un caballo salvaje, rompiendo las viejas veredas de la ciudad.


CAPÍTULO 4

Más tarde y después del malentendido que pasaron, la doña se puso a pensar en su hijo Pelagio y su sobrina Catrina, por la conducta impropia que tenían y por la manera como estaban llevando las cosas, también las palabras dirigidas a su hermano.

Pero estando ellos todavía en la vereda, la atención de los dos jóvenes era de espiar al tío yuca, y para ver como marchaba con los nervios desenfrenados, por la callejuela de la ciudad y sobre los mosaicos sueltos que habían en la vereda.

Una vez que le vieron alejarse del lugar, Pelagio dijo gritando desde la vereda a su madre, que se encontraba adentro de la casa magullando todavía el enredo:

-¡Mamá! Venga aquí por favor pronto, porque no sé que me pasa y necesito urgente de tu ayuda, antes que suceda algo muy desagradable a mi persona -luego demostraba que no podía respirar libremente y que se asfixiaba.

Enseguida su madre escuchó:

-¿Dios mío que está sucediendo hijo mío? ¿Por qué estas gritando de esa manera, como esos fanáticos futbolistas, que abundan en nuestro país? -y sin darse cuenta de lo que estaba diciendo, corriendo llegó enfrente de su hijo, y olvidando lo que pasó.

Le pregunta:

-¿Qué té pasa hijo mío? Cuéntame rápido ante que algún metiche del barrio, opine diferente del problema -le habla desesperada, aunque un poco escéptica, porque le observaba a los dos, que estaba sentados esperando por una respuesta:

-¡Mamá! ¿Sabe que me dijo la Catrina ahora, estando yo en sus brazos apapachado y calentito aquí en la calle? -acto seguido toma del brazo a su madre.

Pero la doña temía oír otra vez lo peor, por si acaso alguna nueva eclosión por los caminos, y no quiso ser llevada por otra nueva loquería:

-¡Calla hijo mío, por favor! No me cuentes nada aquí afuera, vamos adentro y ahí me contaras todo -le respondió ella con gran temor.

Luego trató de salir del apretón de los abrazos fuertes de ambos:

-¡Espera tía Lucia! Un tantito más, y escucha el romance de esta tarde entre los dos parientes antes de que la rosa roja se desojase fuera de tiempo -le pidió la Catrina y rogó que escuchara con dulzura a su hijo.

La doña muy asustada, trató con más urgencia escapar de la presencia de ellos, y después una tenaz lucha, le convenció a las dos virtuosas ventosas, para que caminaran adentro de la casa, cuando logran entrar se sientan en el banco del jardín.

Pues antes la terrible situación, la doña no sabía que hacer ni pensar hacer con los dos jóvenes perturbados.

Como estaba ya pensado, pero les dijo:

_¡Está muy bien mi hijo todo esto! Pero callen por hoy, mañana me contaran el cuento completo ¿Digan si por favor ... digan que sí? -le pidió encarecidamente con los ojos llenos de lágrimas, además ya se encontraba muy cansada.

A continuación se puso hacer ejercicio de resucitación y respiración artificial, porque sentía en ese instante que su alma que le abandonaba el cuerpo:

-¡Mamá! No te pongas incomprensiva como una vieja celosa de la caverna de antaño, y escucha por favor el relato de autor a tu hijo -le suplicó Pelagio.

Inmediatamente ambos jóvenes se acercaron más a ella, después se sentaron en la rodilla, y muy pronto le dio calambre, por el peso de ambos traviesos encima. Pero Pelagio cambio y se sentó a la derecha de ella, mientras que la Catrina hizo lo mismo, acomodándose a la izquierda. Luego unísono les dijeron:

-¡Un flechazo del amor rondó en la alcoba de nosotros dos! También no sabemos que hacer con eso y necesito que nos ayude, para resolver las diferencias -después se quedaron mirando y esperando la contestación:

-¡Está bien! Pero por favor les ruego, que por hoy ya basta de locura, mañana me contaran todo de nuevo ¿Está bien así mis hijos? -luego la doña se mostró más comprensiva con ellos, para limar aspereza alguna.

Al mismo tiempo trató de safarse, de los fuertes enganches de los dedos de Catrina y de Pelagio, que le estuvo aguantando.

Cuando le dijo:

-¡Espera mamá! Te contaré todo lo que me dijo la Catrina, estando yo en sus brazos todo el santo día, además en plena luz del día y a vista del público -le respondió, luego quiso seguir continuando con las historias.

Pero la Catrina lo interrumpió como un regalo, por su buena conducta, luego le dio un fuerte empujón al pobre Pelagio, haciéndole caer al piso ruidosamente, como un pedazo de tabla podrida.

Y habló a la tía:

-¡Tía, no le reproche más al pobre Pelagio el amor de su vida! Por favor escuchele primero, pues creo que somos iguales como cualquier otra pareja enamorada -después extendió los brazos, para ayudar a levantar al caído Pelagio, además para demostrarle su afecto sincero hacia su persona:

__¡Sí mamá! Te contaré como se siente el amor a primera vista, también como me enseña ella ... ¡Los primero pasos para hacer el inicial resbalón en la vida'. -después se incorpora y se acomoda a lado de su madre, para seguir con sus argumentos:

_¡Está bien Pelagio! Me contaras todo, pero después que hayamos comido algo, y ahora vamos al comedor . . . ¿Oyeron eso chicos? -le respondió a su dos acosadores, poniéndose de pies para marcharse, y trató de marcharse del lugar. Aunque la Catrina la tenía todavía aguantada del brazo, para que se quedara a escuchar a su hijo.

De pronto entra corriendo la mucama, para contarle que el tío Luca quería comunicarse urgentemente por el teléfono con ella.

Pero como nada contestó:

-¡Señora Lucia! Llama por el teléfono el tío, quiere saber si se van a ir al baile esta noche a su casa, después al club de mujeres -luego espero que le contestaba, pero como entendió de la lucha feroz con sus alocados parientes.

Vuelve a decirle gritando:

-¡Señora! Qué le contesto al tío ... ¿Se van o se quedan? O que le digo -y siguió esperando por las repuestas, hasta que de pronto le contesta: -¿Y que le respondió usted al Coronel? ¡Porque imagino que le dijo que sí! -dijo así, porque no estaba pensando que decir en ese momento. Luego siguió tratando de salir de entre los brazos enganchado a su cintura de ambos jóvenes, que además ya le tenían loca.

Cuando la mucama le cuenta:

-¡Yo le dije que sí! También ya tengo preparado el camisón para irme con uds albaile, porque deseo lucirme el traje que acabo de comprarme con el sueldo de tres meses. Asimismo le ajusté algo en el escote, para que me quede bien, y pueda resplandecer como gente decente que soy -a continuación ella hizo unos pases de un baile Catalán. Luego se mofaba de su logro frente a su patrona:

-¡Dios mio Lola! ¿Y para que esa clase de ropa en un baile de galas? No me diga que esta pensando irte vestida con ropa de dormir nada más ¡Y sin la ropa interior puesta también! -le preguntó muy sorprendida.

Y por causa de la observación dejó de danzar y zapatear, luego esperó escuchar de su patrona algo bello que lo aliente a continuar vivir:

-¿Acaso usted señora no me dijo el otro día? Que el baile de la semana pasada, fue una dormidera general, y que todas las mujeres se pusieron a planchar -le respondió anticipándose, antes cualquier respuesta maliciosa: Muy bien ¡Por hoy basta todo el mundo! Y pónganse a limpiarse rápido, antes que empiece otra seria locura, entre los locos sueltos -muy disgustada grita la doña, y cansada de tanta batalla a la vez, con sus dos malentendido allegado

Pero al fin le dio un buen empujón a cada uno, luego se fue caminando al tocador y desde allá ordenó otra vez, para que se preparen antes de veinte minutos y la misma Lola se fue muy molesta a la cocina a cumplir con sus quehaceres, mientra que los primos se fueron solamente a curiosear, como siempre lo hacen.


CAPÍTULO 5

Ya al atardecer y antes que nadie se dispusiera en arreglarse yvestirse, suena el teléfono fuertemente otra vez, que puso a planta de pies a todo el mundo, y fue la mucama quien toma la iniciativa, para atender el llamado:

__¡Doña lucia, llaman desde Santa Clara! Creo que es el capataz Suplicio el que está llamando y desea conversar contigo urgentemente, de algo muy serio -luego le suplica para que atendiera lo más pronto posible, antes que caiga la llamada por el mal tiempo que reinaba en la zona.

Y la tan exaltada doña no pensó que friera en serio. Como acaba de salir de un torbellino de sucesos con la sobrina e hijo. Entonces ella toma el llamado, como una simple broma de parte de su mucama.

Y le responde dudando:

-¿Quién es Lola, el que esta llamando desde allá? Para que yo deje de arreglarme. Porque para decir la verdad no ubico para nadie en estos momentos, además esta es una gran oportunidad, para que converse con el galán de amor, aunque sea hasta que yo termine de arreglarme - así le respondió, porque no le estaba creyendo:

¡Señora el capataz esta preguntando por la patrona! Y no por la sirvienta de turno, aunque soy igual que él en jerarquía, para servir gratis -le respondió muy molesta, porque estaba pensando mal de su vida privada:

-¡Y bien, todo puede suceder en este mundo, mi querida Lola! ¿También como rechazar algo fresco que viene del campo florido, de nuestra patria querida? -le contesta.

Pero para Lola esto fue un gran insulto, por eso le protestó: -¡Creo que se está abusando de mi persona! Porque también mi humildad aflora cuando le estoy sirviendo como un burro domesticado, y por eso me esta tomando el pelo en este momento -fue una rápida repuesta de parte de la sirvienta.

-¿Dime entonces, si quién esta gritando por el teléfono? Porqué no me siento capaz de soportar otro desagrado más -entonces preguntó la doña.

-¡No se preocupe señora! Porque es el capataz Suplicio, el que esta llamando desde la estancia, y quiere hablar contigo urgentemente -le respondió otra vez ella.

Luego le entrega el auricular para que siga hablando con el hombre, que demostraba que se encontraba muy nervioso, y cansado de tanto problemas juntos:

-¡Hola! ¿Quién habla? ¿Que pasa con ese ruido y chirrido que se escucha por el aparato? -le pregunta la doña.

Habló así porque no pudo escuchar muy bien, lo que le estaba diciendo, luego se sienta en el piso para ponerse cómoda, después desde ahí aguardó como siempre, buenas y malas noticias de su hacienda. Cuando el capataz le contesta:

-¡Soy yo señora, el capataz Suplicio! ¿Me escucha? Porque tengo algo muy importante que contarle -le responde desde la estancia en la afuera de Santa Clara:

-¡Sí! Ya sé quien es ¿Pero dime por favor, que esta sucediendo allá? Le estoy escuchando ... Rápido contésteme que es lo que está pasando alla por favor -le pregunta con las manos temblorosas, por si acaso fuera alguna mala noticias que esta en el camino:

-¡Señora! La inundación sé esta llevando la cosecha del año y el ganado para el Lago de Santa Clara. ¿Qué quiere que haga? Porque estoy desesperado. . . -con la respiración entre cortada contestó el capataz.

Unos instantes de silencio, que fueron suficiente tiempo, para que Catrina y Pelagio perdieran también la paciencia, porque ellos estaban muy atentos, escuchando la conversación. Pero cuando notaron a su tía temblequeando de manos y pies.

No le pareció de muy buen augurio esa situación, por eso al rato ellos también se contagiaron con el mal, y tuvieron un fuerte tiritar a los compas del susto de la doña.

Asimismo se apoderó el frío de la mucama, y empezó con su maxilar superior que chocaba con el inferior Haciendo un ruido ensordecedor. Además de los dos primos Hermanos que tarareaban, como galope de caballos con los taqueteos de zapatos.

Luego se pusieron a rogar a Dios, para que no pase a mayor la situación en Santa Clara, pero enseguida se torno otra vez insostenible la situación:

-¡Paren! Con esa musiquita, porque ya no aguanto más. Que ya no puede ser nada normal lo que esta sucediendo aquí y alla en la estancia -gritando dijo la doña.

Derramando lagrima de impotencia, luego buscaba como acomodarse a la situación que ya le tenía Hasta el cuello abogándose de cuerpo y alma.

También la doña olvidó de qué estaba hablando en ese momento, por el teléfono con el capataz. Entonces este pobre hombre se enfureció, por el trato que le estaba dando la patrona, por eso dijo fuertemente a los oídos de ella:

__¡Señora, creo que ud. está loca! Porque no hay diablo en este mundo, quien pueda parar las impetuosas aguas, y usted me está ordenando con descaro. ¡Para que justamente yo sea el que pare la inundación! -le respondió indignado el capataz.

Al escuchar de eso, Pelagio se levantó de su asiento para consolar a su madre, con algo agradable de sus buenas ideas, o quizás con algunas palabras:

-¡Llama rápida al tío Luca! Él puede parar a todos esos rebeldes a balazos. Porque si deja como esta, vamos a perder todo nuestros ganados, y demás intereses que tenernos alla en Santa Clara -le habló con aparente agitación el joven.

Pues el también estaba muy asustado, por las noticias y creyó que se trataba de unos guerrilleros armados, que invadieron el predio de su madre:

-¡Calla hijo mío! No me este interrumpiendo la conversación con el capataz. No ve que es muy delicado lo que esta pasando en la estancia le suplica la madre:

__¡Señora Lucia! Lamento interrumpirla, pero mi deber fue informarle, aunque fuera de mal gusto para usted -hasta allí llega la conversación con el capataz, porque la comunicación fue abruptamente cortada por el mal tiempo, poniendo de esa forma un punto final al problema en Santa Clara.

Entonces la mucama pregunta:

-¿Patrona qué esta sucediendo en la estancia? Cuénteme por favor, para que me prepare a viajar contigo lo más pronto posible -luego hizo un movimiento ingenuo de cuerpo y labios, que la mantenía como una perfecta desenfada, y más quizás también para dejar saber a su patrona de que ella también se inquietaba por la amenaza guerrillera a los bienes de ella.

También la Catrina tenía algo para decir:

-¿Qué poca importancia le está dando tía a la invasión, por los guerrilleros en su estancia? Además le pueden dejar pelada como el gallo pelón, si no hace algo urgente con el problema -le afirmó a regañadientes la Catrina, también porque ya no podía soportar el ultraje de parte de las bandas armadas, en la propiedad de su tía:

-¿Te parece bien, mamá? Que esos mal vivientes entren en nuestra estancia, para llevarse toda nuestras pertenencias y nada piensa hacer - preguntó Pelagio.

Después se mostró que estaba muy decidido, en marcharse para alla cuanto antes, y ponerle el pecho en vivo, como de un hombre fuerte que se creía:

-¡Creo que me estoy volviendo loca con los problemas! Con todos ustedes aquí, ahora váyanse por ahí y déjeme sola, para pensar que hacer -dijo la doña, aprestándose la cabeza amenazante. Luego sé mostro muy irritada con todos ellos, además ella sola ya no podía sobrellevar la cuestión:

__¿Se supone que no se quedara muy tranquila sentada con la situación, señora Lucia? Porque si es así, déjeme que me encargue yo del revoltijo, porque le veo que es incapaz de defenderse tan sola - suspirando le dijo la mucama.

Después de unos minutos de silencio, nadie al parecer quería responder de nada, pero al fin rompió la rutina la misma doña, pero siempre descontrolada, por eso tenía el rostro cubierto con la toalla mojada.

Cuando le habla:

-¡Lola! Rápido preparame la maleta, luego pregunta por el teléfono a la terminal de ómnibus si a que hora sale el primer vehículo, para Santa Clara -muy decidido se mostró.

Luego camina hacia el dormitorio para tomarse su aspirina, porque ya se estaba sintiendo que explotaba de dolor de cabeza ytiritones de músculos:

-¡Mamá! ¿Que haremos yo y la Catrina solitos, en la oscuridad de la pieza? Habiendo tanta tentación carnal para disfrutar, y si cae ella o yo, en uno de esas calañas del pecado ¿Qué le dirá a la Catrina después? -de pronto le pregunta un desesperado Pelagio.

Y luego se fija en su prima y la sirvienta, para ver si ellos pensaban igual que él, o simplemente nada estaban entendiendo:

-¡No te apures mi hijo! Porque estoy pensando que seria mejor, que te quedaras a vivir un` par de semanas en la estancia con la familia del capataz -le respondió la madre, pero también le demostró que estaba muy cansada, de los acosos:

-¡Pero Mamá! ¿Cómo esta pensando de esa manera tan cruel de mí? ¿Y dime también que será de los animales salvajes que querrán destrozarme? -le pregunta el alarmado joven, siempre bajo la mirada de su prima hermana.

De repente salta en los brazos de la mucama, enfrente de su madre y de Catrina, luego se puso a lloriquear en el pecho del ocasional soporte, con el deseo de causar lástima e impresionar a su madre. Para que lo dejara vivir en Asunción.

La observación rápida de la Catrina,- llenó de sed de venganza su corazón y de un salto entró en acción, para defender lo que creía de su propiedad:

-¿Que té pasa Pelagio? ¡Ven ... a mí! Mi clavija de rosa rojas y llora en mi jardín, después desoja lentamente mis flores y goza de su perfume. Pero deja esa vasija usada y seca, antes que te manche las ruanos con el polvo de su herrumbrada gordura -luego se avalancha sobre la mucama para rescatar a su amor, agarrándose fuertemente del brazo.

Pues la Lola resistió al reto y tironeaban al joven, como un pedazo de tela con la alocada pretendiente, porque también ella se ofendió, por la palabra que le dijo con maldad.

Entre tantos forcejeos rompieron la camisa y el pantalón al pobre refrán, dejandolo con su ropa de paño menores en desuso, hasta dejarlo también aplastado en el suelo.

Cuando la doña gritando les dijo:

-¿Qué son esa conducta Catrina y tu también Lola, en mi propia casa con mi hijo? ¿Qué le está sucediendo muchachas a los dos? -le preguntó ruborizada la doña. Además ayudando a levantarse a su hijo del piso de donde estaba pegado.

Pero la sirvienta no quiso quedarse muda por el dicho de la Catrina. Cuando le comparó con una vasija de barro seca, luego con ira le aseguró:

-¡Ven estúpida muchacha! Y toca mi pecho para ver si está seco mi elemento de amor, después no seas más ofensiva e ignorante muchacha con nadie -contestó la Lola.

Luego fue y se paró enfrente del espejo, para observarse a sí misma, también para ver si es verdad, lo que acaba de decir de ella misma a la muchacha.

Pero la Catrina no calla:

-¡Nunca tendrás como mi tía Lucia, alocada mujer! Porque tía si que tiene y tiene muy bien colgada, a la vista de todo el inundo, como una estatua en medio de la plaza publica -y sin titubeo alguno le respondió irónicamente. Después escupió al suelo zapateando de regocijo:

-¡Catrina, no sea tan torpe conmigo! Porque cien veces soy mejor que tú, también tengo lo que necesito, para mis necesidades carnales -le respondió otra vez la Lola.

Y de pronto dio un medio paso para retirarse, pero la patrona le ordena, que viera primero lo que una vez Dios le dio y que no era nada despreciable.

Aunque no fue tanto como dijo la sobrina, pero algo es algo, asimismo dijo que en el tiempo de su juventud, la gente la llamaba la vaca Holandesa.

Después de un buen lapso de meditación espiritual, llega la cordura y todos de vuelta se entendieron como seres racionales que son, luego inmediatamente siguieron hablando como si nada Hubiera pasado allí:

__¡Muy bien! Entonces nada de nada paso aquí tía, aunque creo también, que solamente un reflejo de un amor tardío, que se manifestó en la Lola -volvió a provocar con esa palabra la Catrina, aunque nada pasó.

Pero al periquete, la Catrina con su sonrisa de burla y abusivamente sin pensar en nada, se acomoda en el asiento muy cerca de su don Juan, para ver si él decía algo bueno de ella, porque se encontraba muy vacía. Entonces Pelagio reacciona:

-¡Madre! No ... le crea a la Catrina, porque fue un amor a primera vista, como ya te había dicho aretes. ¿Recuerda de eso mamá? -después da un paso elegantemente elaborado, para acercarse más a la prima Hermana, y besarla en los labios, luego tenerla aguantada de los brazos, como corresponde a un enamorado.

Enseguida revienta la doña, ya no aguantó más tal exhibición en su presencia, y muy ofendida gritó para que dejaran de hacer tontería:

-¡Paren! ¡Paren manga de locos!, o me veré obligada a echarlos a todos a la calle por inmorales que son. Y ahora pónganse a trabajar Holgazanes, para ganarse la vida como corresponde -después siguió con la amenaza, mientra caminaba al dormitorio:

_;Por favor doña Lucia, no me meta en este lío de la locera? Porque cuando yo nací, las flores me cubrieron de pies a. cabeza, y de eso ya hace unos pares de años, también más busto tengo que las dos juntas -luego fijó en ellos su mirada de resentimiento, para mostrarle, de nuevo sin atributo, y que nadie le este confundiendo por nadie en particular.

A continuación camina hacia afuera a aspirar aires frescos, y pensar si como llegaría ser como una de los jóvenes, porque ya se sentía un poco vieja, después se agacha la cabeza y se fue a su dormitorio a reflexionar, sobre su problema que ya son varios.

Pero repentinamente la doña grita diciendo:

-¡Salgan de mi presencia todo el mundo! Antes que les mate de algún certero golpe, porque me siento muy capas de descargar mi revolver, con cualquiera de ustedes -después zapatea de rabieta, después siguió con la amenaza de que pudiera suceder cualesquiera cosa, si no salen rápido de su presencia hostil

CAPÍTULO 6

Al momento Pelagio y Catrina se tomaron de las manos y salieron a la calle, caminando se fueron del lugar sin rumbo conocido.

Cuando la mucama vio que se alejaban de la casa, y se desesperó pensando en lo peor que le pudiera pasar, si la madre no interviniera pronto:

-¡Señora Lucia! Si les deja marcharse enojados, y no se disculpa con ellos, se irán lejos de aquí. ¿Y si se pierden, cómo le encontrara entre tanta gente? -le pregunta la mucama muy atribulada y temerosa por la vida de los dos.

Porque se fueron despechado y sin conocer el camino ni para dónde irse, por culpa de una cruel amenaza de muerte, por su propia progenitora y tía a la vez:

-¡Déjeme usted también tranquila! Y largo de aquí antes que pierda la paciencia y la mate a tiro por loca, largo de aquí estúpida mujer -le respondió con un semblante muy poco acogedor, también se le notaba en el rostro que estaba muy trastornada.

Luego Lola vio a su patrona tomar el frasco de aspirina, y sin contar ese puso a engullir la píldora con la tapa y todo, hasta quedarse tirada en el piso sin signos de vida.

Pues para la sirvienta no fue nada nuevo ver eso, porque siempre en tiempo de abonar el sueldo, la avivada doña se sometía a esa clase de tratamiento, con tal de no pagar el jornal, por eso ella dijo que mejor sería que primero le pague lo que le debe.

Luego que se mate si quiere la gran tramposa:

-¡Acuérdese primero doña Lucía de mi sueldo y pagueme antes de morir! Después tenga la osadía de envenenarse como desea, también de echarme de mi trabajo si quiere hacer-le respondió crujiendo los dientes, también porque ha quedado la pobre Lola ofendida, por el despido y el ultraje a su persona, pero de igual manera actúo con miedo, por si acaso se arrepiente la dolosa.

Segundos después recordó el consejo de su abuela, para abultar más su rabia se puso a golpear con el puño derecho la pared de adobe, hasta sangrar abundantemente la mano y el codo de ambos brazos. Luego esperó por un buen rato, para ver si que sucedía con la patrona tacaña y abusadora.

Hasta que de pronto reconvalece de su intoxicación para decir: -¿Y cuántos son lo que se le deben? Dígame pronto porque estoy aprendiendo a odiar a todo el mundo, a no ser que empiece aquí mismo a matar a alguno. ¿Pero acaso no eres también, mi correligionaria y amiga de cofradía? -le pregunto la doña, con un marcado hipo, que parecía a una culebra que estaba tratando de engullir su presa:

-¡Nada de correligionaria ni de cofradía ni de abuso de patrona, doña Lucia! Porque solo estoy queriendo cobrar mis sueldos de este mes y de los meses atrasados tambien -le contesta. Aunque después se puso más dócil con ella, por si encaso la pijotera de la doña de marcha atrás, cuando vea la sangre en su puño.

Y le pague aunque sea alguno centavos para poder sobrevivir: -¡Está bien ... Lola! Traigame aquí la chequera, para darle su sueldo y luego se ene marcha rápido de mi presencia, antes que la mate ¡Dale pues remolona! -con la orden y las amenaza, la empleada queda a la retaguardia, a la misma vez trató de defenderse con humildad de ella, con tal de cobrar el sueldo atrasado.

Pero también ya se, le estaba acabando a la pobre sirvienta la paciencia y la saltad de tanto esperar; además la pantomima de la mentira:

-¡Oh no! No crea en eso doña Lucia, usted sabe muy bien que el cheque sin fondo y de correligionaria y demás vaina, el Banco de la Nación no recibe. ¿Recuerda también aquel día, cuando me dio esos papeles estirados y famoso aquí en nuestro país? Desde ese día aprendí a servirme únicamente de efectivos -le contestó sin temor de asociarse de nuevo con nada que no sea claro, con la patrona.

Más tarde espero por la contestación, para ver si quizás vuelva a tener fe en la vida y con las patronas en la capital.

Cuando después escuchó:

-¡No sea insolente conmigo desgraciada! Porque al fin soy tu patrona todavía y merezco el respeto de parte de la servidumbre. También, aunque no seamos correligionarias o de la misma cofradía, no por eso no merezco consideración -dijo la impaciente dignataria.

Al minuto después, se vio a una humillada patrona que miraba al piso, como pidiendo ayuda divina, para poder sobrevivir en ese momento difícil. Pero siguió con la protesta.

Entonces aprovechó la sirvienta para decirle:

-¡Oh sí! Pero fue a usted ... a quién se le antojó despedirme de mi trabajo. Porque además yo no vine aquí en su casa como mi pariente suyo, sino como una trabajadora con sueldo, como se dice aquí en la capital -después se sentó en el sofá de la sala.

A continuación la Lola usa la treta aprendida de su abuela, y empezó a pasear de un lado para otro con la zapatilla en manos, haciendo sonar sus desgastado dientes de cólera, para aparentar que se encontraba muy disgustada con ella, además, para que sepa que la sirvienta también merecía respeto.

Enseguida vino la contestación:

-¡Está bien mi hija! Terminemos con esta pelea inútil entre dos vieja amigas, para poder marcharme a la estancia y ver lo que están cediendo allá -le respondió una humilde dama, que además no deseaban seguir con la discusión, porque le hacía muy real. Aunque el fin era claro, para no abonar el sueldo en su totalidad a la pobre sirvienta.

Pero todavía estaban en la mente de Lola las palabras dichas por ella, acunando le dijo, vieja amiga.

Y la furia ya estaba encendida en su mente y corazón:

-¡Vieja sera tu abuela! ¿Y de mi sueldo atrasado qué me dice señora? ¡O está usted pensando que me mantengo del viento solano solamente!.

¿Verdad que sí ... mi querida patrona?-al parecer la doña, todavía estaba creyendo solamente en su porvenir dejando lo demás a las suertes del amén y de los santos rosarios:

-¡Tenga lista la maleta por favor y que nada falte en ella! Porque me voy de viaje por largo tiempo, también espero que cuide bien la casa hasta que vuelva -explica la doña.

Más tarde se movió al tocador, para arreglarse el pelo antes de marcharse para la estancia, además para no estar escuchando más el reclamo de sueldo, pues las quejas ya le tenía llena basta el cuello, entonces trató de no darle mas crédito a los que decía la pobre, mandadera a regañadientes:

-¡Esta gente rica sólo mira, por ella nada más! Dejando así a la suerte a los pobres trabajadores de los servicios -así hacía zumbar la Lola a los oídos de su patrona.

Luego se puso a arreglar el equipaje sin reclamar en nada más. Porque ya también era una vieja costumbre en la capital de convivir de esa manera.

Pero de pronto suena el teléfono e interrumpe la mucama sumeditación, aunque trató, de sobrellevar para no morir de angustia, como decía su abuela alla en el campo a sus queridos nietos, que se iban alejándose del hogar:

-¡Atienda por favor el teléfono Lola! Y dile que no estoy en casa, a quien fuere el que llame, porque  ya estoy cansada de tanta locura -le pidió encarecidamente la patrona

Pues la sirvienta no estaba para hablar con nadie más, todavía tenía el alma llena de la dura prueba anti salario, que le apesadumbraba en lo más profundo. Pero de igual modo humildemente se fue a responder al llamado.

Como lo hacia desde siempre:

-¡Sí . . . mi Coronel! La señora me dijo que diga que ella no se encuentra en la casa, porque esta metida en el bario, haciendo sus cosas íntimas -le respondió jocosamente.

Pero la contradicción de parte del coronel no se hizo esperar, porque respondió con sus acostumbrados gritos:

-¿Cómo tú me estás diciendo que ella no está en casa, cuando también dice que se encuentra en el baño y haciendo sus cosas? ¿En qué quedamos entonces? ¿Además de que cosas íntimas me esta hablando, que ella esta haciendo en el baño? -le preguntó levantando mas la voz, para no perder su costumbre vieja del oficio:

-¡Bueno creo yo que estará haciendo el pupó! ¡Y vaya que pregunta también mi coronel! Creo que ud noestá en su cabal para hacer esa clase de pregunta tan tonta, aunque sean muy familiar las cosas que ella hace -le respondió de esa manera, para que module más sus palabras.

Aunque su aguante ya no le permitía seguir conversando con el militar, por causa de la tentación de reírse, porque le encontró muy chistosos la pregunta que hizo:

-¿Con quién esta hablando por el teléfono Lola? Porque te veo que estas muy chistosa ... ¿Dime porque estas riendo y de quién también? - pregunto la doña desde las puertas del baño, porque estaba escuchando lo que ella dijo, y de la otra parte el grito ensordecedor, que hacía temer al más valiente león.

Todavía la doña no se imaginaba que el voceo venía de su muy querido hermano Luca.

Por eso la sirvienta se jactó un poco más de ella:

-¿Y que piensa señora? Si quién es ... ¡Acaso está pensando que estoy hablando con el zoológico, con algún orangután! ¿También en qué mundo está viviendo la patrona para que no sepa, que clase de animal es su hermano? -después siguió a la expectativa.

Y se puso muy distraída y sin reparo alguno, por el gran fastidio que estaba sufriendo por el sueldo que no le devengó todavía la dueña, y el acoso del almacenero de la esquina, para que le pague la deuda.

Pues don Lucas estaba escuchando, que la sirvienta le estaba tildando de animal de zoológico, y nada meno que un orangután. Y se encendió en cólera, gritando con más fuerzas, queriendo dejar en claro que estaba muy ofendido por esa comparación:

-¡Más animal será tu abuela mujer! Estúpida y con toda tu parentela contigo ¡Qué increíble es la vida! ¡Mire quien dice, que soy un orangután! --siguió protestando el tío:

_¡Dios mio! ¿Qué es eso Lola? ¿Acaso es un rugido de algún león hambriento, lo que estoy escuchando? ¡Cuelga rápido el teléfono, antes que explote el auricular y nos mate aquí a todos! -pidió desesperada la doña.

Y una vez que terminó la comunicación, la voz del Coronel subió tanto que seguía el aparato gruñendo de cólera, como un perro acosado por su adversario:

-¿Lola, por qué el Coronel se irritó tanto contigo? ¿Qué le dijo para que se ponga tan furioso? Porque nunca lo sentí de esa manera, me asustó con su enfado -preguntó la patrona, muy temerosa de que se le esfume la fiesta, en casa de su hermano y quizás también en el club de mujeres.

También a la Lola la paciencia ya le rebalsaba:

-¡Señora! Esa es la costumbre vieja que tiene su hermano, y como todos lo sabemos, porque nada de nuevo hay; para que usted también este: asombrada con el grito. ¿O acaso cree, que el tío esta enajenado, o esta creyendo que es un animal? -le respondió muy ofendida, porque también nada vio del sueldo atrasado.

 

 






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