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VICTOR ENRIQUÉZ

  LA CANTUTA DE TRIFONA, 2012 - Novela de VICTOR ENRIQUÉZ


LA CANTUTA DE TRIFONA, 2012 - Novela de VICTOR ENRIQUÉZ

LA CANTUTA DE TRIFONA

Novela de VICTOR ENRIQUÉZ

 

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PALIBRIO

1663 Liberty Drive, Suite 200

Contacto: ventas@palibrio.com

Printed in the USA

2012 (201 páginas)

 

 

 

PROLOGO

Considero que puede ser una narración cautivante por su gran contenido espiritual, porque traté por todos los medios ser más bien realista en sus aclaraciones, que una simple manifestación que se ve y se lee por todas partes.

Asimismo estaré demostrando como las introducciones antisociales en el seno de las familias, acarrea gran distracción en el futuro de la descendencia, y aún en la misma sociedad.

Espero igualmente que tomen como pura casualidad de la animación, los nombres que se manejan en los relatos.

Y se recomienda a los lectores que lo lean dibujando cada hecho en su mente, para influir de esa manera en el movimiento y la virtud de la aventura, para su provecho y de participar con los autores en los coloreados momentos, juzgando en vuestra imaginación los momentos anémicos y difíciles.

Después quiero que recuerden, que los hechos, muchas veces, superan a la propia realidad de la vida. Por lo tanto está de ante mano avisado y que disfruten la aventura. Además que se encuentre cómodo con la novela, hasta el fin de la leyenda, para satisfacción de todos y de habernos conocido.

El Autor


CAPÍTULO 1

 

La Cantuta es un pueblo enclavado entre varios Arroyuelos, y cuenta con múltiples tajamares con sus encapotados camalotes. En sus alrededores se exponen con sus atracciones diversos esterales, pintados con los colores del arco iris al Sol. Y en su perímetro enumera a dos caudaloso ríos que recorren con su profunda marejada, proporcionando unos paisajes de un bello amanecer.

Es por eso qué a "La Cantuta" la llaman la codiciable de todos, por su gloria y su gran esplendor.

También como un suceso más de los muchos milagros, se cuentan de la vida de una joven mujer que la suerte la acompaño siempre, a mantenerse en los mejores deseos en sus albores.

Hasta que de repente entro la travesura juvenil en su benevolencia adesgraciar su destino con agria consecuencia.

Asimismo el lugar de sus nacimientos se denomina con el nombre de "San Loreto de Asís". Octavo barrio del pueblo.

Cuentan además la gente de pueblo, que el padre de la joven fue siempre el Caporal Municipal del lugar, es por eso que la muchedumbre lo recuerda a la apasionada joven de apelativo Trifona, hija única del caudillo Municipal de La Cantuta.

Pero en una de esas tardes de verano muy caluroso, casi al crepúsculo, imprevistamente le vino en la memoria a la joven patronímica, la vigilia horrible que tubo la noche anterior, estando en su recamara tratando de descansar del que hacer de sociedad.

Pues se hallaba con un clima de verano y de continuo ventarrón penetrante que volteaban vigorosamente en su destartalada ventana. Sin dejarla tan siquiera un segundo de tiempo a descansar.

Porque hacían galas, los truenos amenazadores con su plegaria de relámpagos estridentes, que la tenía en comprometida molestia, con los nervios en puntas, por cuanto que no podía reconciliar el letargo tanto deseado por ella.

Igualmente ella se impacientaba por el significado del sueño, que tanto le traicionó a la media noche. Qué no pudo comprender el horrible sentido de la angustia, y se lleno de expectación que le consumían a cada rato más.

Entonces la joven muy atribulada, se busca algún medio para descubrir el sentido de la pesadilla que padeció. Por el horrible impactó del mal dormir, y del impetuoso temporal que habían hecho pedazo sus ilusiones de caminar sola por las veredas del pueblo de La Cantuta.

Desde entonces la Trifona sufrió una fuerte incertidumbre en su entraña, y más porque en su hogar con sus padres, ella nunca halla repuesta satisfactoria a sus dudas, como joven que era.

Pues se aburría del impasse, aunque igualmente trato de buscar algún panorama nuevo en que discurrir, y salir de la viciada época, que la sociedad de La Cantuta le trazo en sus caminos, para que viviera forzadamente y sin remedio alguno salir de la holgazanería.

Luego llena su mente y corazón con el necesario argumento para resistir la mala experiencia, y caminar por las calles empedradas y desgastadas, por el trajinar de millares de personas ociosas y sin saber ningunos de ellos, que solución tendrá.

Después de este serio acontecer que ella vivió en su habitación y del luctuoso miedo de lo que soñó, y de sus nervios que le traicionaban, porqué siempre se paso pensando en lo peor que le puede suceder en cualquier momento.

La razón ya estaba en su mente, entonces al amanecer del día siguiente, muy anticipado y antes que nada sucediera busca en su intelecto la solución exacta para su mal.

Luego al momento se tira a la búsqueda del entendido, por las calles y por las veredas de su pueblo de La Cantuta lo antes posibles. Porque se sentía enloquecer y ya no podía seguir así por mucho tiempo más.

Por si en caso encontraba algún Sabio en la materia, para que le diera la respuesta exacta de la temporera opresión, que consiguió en su cama desesperándole hasta el desvarío.

Y sin pensar dos veces salías para tal fin, con firme decisión en su corazón y antes que haga estrago en los demás componentes de su hogar tan feliz, y de muy afinada categoría.


CAPÍTULO 2

 

Una vez por los caminos, Trifona se encuentra fastidiada de la vida, y deambulando dobla por la esquina de la calle vieja de El Reten, y desde ahí observa salir a puro tropezón del Banco de la Nación, al contador público, el flaco don Salgado.

Con unos cuantos libros de tapas negras y de impávido números fraudulentos, arraigados en la sociedad de La Cantuta, debajo de sus brazos transpirados y de mal olor.

Además de esto, el aludido contador casi tropieza con la joven con problema, en medio de la calle apestada de perros callejeros y caballo montados por labriegos campesinos, que pululaban a esa hora del día vendiendo su producto a vivo clamor.

Y de pronto el calculador de los números tramposo, se huelga enfrente de la adolescente para observarla malvadamente.

Que le habló airado y muy desorientado y le dijo:

-¿Por dónde anda caminando su padre churumbel, muchacha soñadora y mal encaminada por la vida? -Pero como le parecía poco la introducción al señor, agrego algo más irritante a sus reclamos.

Después de acomodarse sus gruesos y sucio bigotes, con restos de tabaco picado que cubrían sus labios superior. Al rato después y con voz de un arrogante.

Les volvió a decir:

-¡Seguramente que se escondió, el pobre infeliz! El miserable de tú padre, para no pagar su cuenta y como debe ser. ¿Verdad que es así hija de un sinvergüenza? -Después sin pensar dos veces el flamante hombre de los números aniquiladores.

Se fija de nuevo en la joven para intimidarla aún más con su mirada, y sin interesarle que en ese momento la Trifona se encontraba amenazada por lo soñado.

Pero al momento, como un milagro nacido de algún poder oculto, la inocente Trifona observa al acusador de su padre. Y trata de no mirarlo por mucho tiempo, porque le estaba reprochando salvajemente en su corazón.

Por haber convencido a su progenitor, meses atrás, sobre un suculento préstamo bancario de bajo interés, para que arreglara la casa, asimismo pagaran algunas cuentas atrasadas que tenia.

Ante ese percance de los momentos, Trifona exalta el ambiente con su indiferencia idealista, aprendida de su tía la Lic. Nelida del Barro, una ex empleada del Impuesto Interno, y se marcho al santiamén, como si nada hubiera pasado ahí.

Dejando de esta manera al impertinente contador público, con la molestia y sus achaques rutinario de hombre flaco, pertinente y destrozador de gente nobles.

Una vez que se vio burlado el tenaz contador por la joven rebelde y contumaz, según él, también como conto después el afectado profesional, a cuanto persona pasaban por el lugar, y sin mirar a quién decía eso. Y la crítica vertida era muy desagradable y de horrible parecer a los oídos de la pobre Trifona.

Después el aludido contador se marcha con más enojo que antes, caminando alocadamente por el medio de la calzada de La Calavera, y sin mediar a ningún peligro a sus pisadas de un hombre testarudo que era, hasta desaparecer de la vista de Trifona, entre la multitud de personas que iban caminando calles abajo, con el tropel de gente y animales de campo que apestaban con el sudor.

Pero al momento la Trifona siguió su camino, y cuando llego al final del viejo edificio del Banco de Fomento, le vino en la memoria de haber dejado su monedero en casa y volvió de pronto a buscar, porque a su padre siempre le gustaba revisar su bolso.

Apenas pudo pisar la entrada del portón principal de su casa, se paro bruscamente, para escuchar un vocifero acalorado de su padre, que discutía con el Contador público, de la gran mentira en que le obligaron a firmar unos Contratos Falsos y comprometedor, para adquirir el bendito dinero de la salvación.

Aunque la manera de plática ruidosa y de griterío le era tan familiar a ella y en nada le perturbo. Porque también estaba muy acostumbrado a ese régimen de comunicación entre el parentesco y la gente de pueblo con quiénes ella convivía.

Por ese motivo paso de largo por el pasillo lateral de la casa hacia su dormitorio. Sin que también el mismo guardián de la casa el perro llamado Tuki, se enterara de su presencia. La Trifona entra en su habitación por la raída ventana, sin hacer ruido alguno.

Una vez adentro se adueña del bolso, y se cercioro primero si faltaba algo de sus ahorros. Pero una vez que vio que el monedero estaba por suerte intacta, torno a salir por la destartalada ventana para continuar con sus curiosidades y al fin, de hallar a los amigos del bien que ella tanto ansiaba conocer.

Y tener comunicación con ellos, porque ya estaba muy cansada de la viciada vida que estaba llevando, con sus familiares y la gente de las vecindades del viciado pueblo.

Recorrió por las hermosas calles, que estaban forradas de flores primaverales, y colmadas de servidores ocasionales, con su canasto sobre la cabeza, ofreciendo al visitante su producto culinario de chipa de almidón y empanadas de carne.

Mientras que otros personajes, también transitaban con su carrito de artesanía de barros cocidos decoradas con primor.

De la misma manera que ante, sintió ella la gran necesidad de seguir adelante, hasta que llego muy cerca de la vieja Cancha Deportiva del Club Caballero, allá se encontró con un joven que venía caminando por el costado de la ruta sin interés alguno.

Al parecer del distrito de San Rafael, que además dice que se vino por unos consejos de una verdadera dama, buscando mejoría para su porvenir y la de su muy trasquilada familia.

Después de un buen rato de estar charlataneando con el caballero, Trifona le invito a pasar a su casa. Para ver si podían entre los dos, de alguna manera cambiar algunas ideas fructíferas para su futuro.

Qué muy bien vendría al caso las tal metodología, a inventar entre los dos en exclusividad para el futuro.

Y si quizás se fuesen más lejos con sus inquietudes juveniles. Si total ya ambos jóvenes eran desarrollado de edad, y con plena libertad de hacer lo que quieran, por el bien de su porvenir, con tal que los hagan caballerosamente.

Una vez por el camino, el joven visitante se dio a conocer a la también chaval infanta con su nombre propio.

Cuándo muy delicadamente casi a los oídos les dijo:

-¡Mi nombre es Osadito mi amiga! Así me llaman en casa, por cuanto que siempre me antoje ser el primero de las familias. ¿Y cuál es el tuyo si se puede saber? -Describió así ligeramente el atrevido bautizo.

Era el pobre de color morenito, muy curtido por la inclemencia del sol y del mal trato, aguantado desde su niñez. Asimismo tenían unos ojos claro, muy sufrido pero de gran animosidad juvenil.

Aunque aparentaba con cierta seña de campesino terco, y estropeado por el viejo ambiente arrabalero del tiempo vivido allá en su infancia con los suyos. Como frutos del maltrato no deseado.

Pero de igual modo, a Trifona le pareció muy simpático el apuesto caballero, y enseguida ella también le contesta con un tono muy femenil, aprendida de su tía Eloísa del Barrio.

Dándose a conocer por su nombre propio acogedora mentes, y sin dejar duda que a ella también le esta simpatizando el gallardo caballero. Y más aún para entablar una amistad armoniosa con él.


CAPÍTULO 3

 

Luego se les vio a ambos jóvenes, curiosamente caminar por la vereda apestada de personas de negocio y turistas indiscretos de ropa colorinches.

Conversando todos ellos en alta voz, olvidándose de esta manera la penuria que les llevo, a desplazarse por los caminos oscuros de la vida, esperando para encontrar con algo mejor.

Una vez que la Trifona y el recién conocido joven se simpatizaron, creyeron ambos en la casualidad de la vida. Es decir en los destinos de la gente navegante, como se dice vulgar mentes por las calles. Por eso ella enseguida le invita pasar por su hogar.

Más tarde y ya en casa, la Trifona estima de haber tenido el pleno derecho de albergar al San Rafaelino en su propio dormitorio, para que descansara el pobre por un buen rato.

Al momento ella fue de compra, porque vio en el rostro de su inesperado amigo una palidez de mucha hambre, además de mucho tiempo atrasado. Y sin remedio alguno para que deje así como está.

Por eso fue a mercar en la esquina, enfrente de la plaza Central, por dónde pululan los vendedores improvisados, de frutas silvestre v miel de abeja mezclado con zumo de caña de azúcar. Por algunos alimentos de precios módico, para ofrecer al amigo fortuito.

Cuando termina de hacer sus compras de urgencia, regresa a casa y encuentra a su confidente acompañante, sumido en un profundo sueño de apetecido. Qué al parecer traía de largo tiempo, metido en medio de su seso, como una gangrena terminal.

Como se le veía de eso al joven, y dibujado el rostro con unas ojeras tenebrosas, muy horripilante. Entonces la Trifona para no amedrentarle con las preguntas, se fue directamente a la cocina, a preparar algunos nutrientes para su mal, antes que sea demasiado tarde para su lozanía.

Al rato se escucha un sórdido ruido de un abrir de puerta tan ferozmente, de alguien que venía avanzando intrépidamente en la casa, además con zancada de prepotencias.

Ante tal asombro la Trifona se esconde debajo de la mesa, cubriéndose con el mantel de colores, y desde ahí ve a su padre dirigirse a su dormitorio, con pasos copiado de algún soberbio negociante de seguros de vida, de algún pueblo distante.

Fue grande su sorpresa, cuando vio a su progenitor entrar apresuradamente a su recamara. Un silencio sepulcral adentro de su alcoba, dando a entender la enorme indignación de su progenitor.

Pero de pronto se escucho gritar al enojado arbitrador, llamando a su madre que por suerte en ese momento no se encontraba en casa. Ella en ese momento estaba visitando a los vecinos como siempre.

Al instante después la Trifona, cruzo por su mente sí que hará con su amigo que estaba durmiendo plácidamente en su cama. Y más aún si que dirá su padre de ella a su madre y que reacción tendría ambos en el futuro.

De igual modo esta pregunta no se hizo esperar muchos, porque su progenitor salió corriendo y tropezando por el umbral de la vieja puerta. Rompió la punta del lustroso zapato, con la punta de un clavo arcaico que sobresalía al umbral como adorno del pasado.

Y se les escuchaba irse al paso, chiqueando y respirando entrecortado para la calle, sin decir nada más que balbuceo de cólera y miedo a las supersticiones, y a lo que dirán de su hija.

Después la Trifona entra rápidamente al dormitorio y vio al dormilón cubierto de pies a cabeza, con la sabana nueva que su tía Nelida le regalo, por ser el día de su cumpleaños números veinte.

Salió ella de ahí y se fue para ver si donde se encontraba su madre. Para adelantarle algo sobre lo sucedido en su dormitorio, antes de posibles mayores alborotos, que puedan sobrevenir por alguna mala interpretación.

Aunque más grande esta vez fue su asombro, cuando vio y escucho a su padre increpar salvajemente a su madre, tirándole de los brazos en la acera.

Para hacer la molestosa pregunta y les dijo:

-¡Dime y pronto mujer! ¿Porque la Trifona se había cortados la cabellera sin mi consentimiento? -Y se le escucho decir a su madre, que ella no estaba enterada de nada todavía y que además irían los dos primeramente a verla, para luego determinar la cuestión y si quizás amerita en algo la pregunta.

Igualmente antes de retirarse ambos progenitores, se pusieron de acuerdo para no despertar súbitamente a la hija amada, y que recién después se harían las preguntas de rigor.

Para que la Trifona, tuviera más tiempo de despabilarse con la tranquilidad del mundo y que además ella se merecía. Igualmente como era la única hija se meritaba el respeto, por eso callaron ambos en ese momento de curiosa intranquilidad.

Cuando la Trifona escuchó lo convenido se recluyó en su dormitorio para pensar por alguna cortada a las dificultades. Y se puso a pensar si donde terminaría toda esta confusión, porque ya había tantos problemas en su hogar, para que ella traiga una más para la pena de los padres.

Pero más luego este desosiego le causo tristeza en su alma, y se puso a reflexionar lloriqueando. Por qué ella quería mucho a sus progenitores, y jamás eran sus intenciones quebrantarlo de alguna manera.

Aunque de pronto un impávido asecho se escucha, al sentirse chirrear de nuevo la puerta principal de la casa, que se abre violentamente por su enfadado progenitor.

Que venía además estirando salvajemente de lo brazo a su madre. Entonces la Trifona pudo conocer el motivo de la presencia de ambos otra vez, por cuanto que ellos ya no aguantaban más las intrigas de los vecinos, y querían saber el motivo del corte del pelo.

Y eso sucedía por las ridículas arbitrariedades de la gente. Cuando entraron al dormitorio Trifona, ya estaba escondido debajo de la cama con absoluto silencio. Asimismo de repente escucha a su padre que se conducía preocupado, con sus pies metidos dentro de los zapatos de punta rota y paseando muy cerca de la cama adónde ella se encontraba oculta.

Luego le escucho al padre decir:

-¿Cómo puede ser? ¡Que nuestra hija haya desobedecido la orden de no tocar jamás su cabellera! -Después ya no podía respirar el desgraciado progenitor.

Además se le notaba enfuscado buscando ocasión para arremeter en contra de ella. Por eso la madre le contesta:

-¡Jamás pensé que Trifona haría eso viejo! Pero bueno, ya está el hecho y ya nada se puede hacer. -Y la madre se siente muy alarmada, al ver también la cabeza de su hija áspera y sucia.

Y un tanto desolada de cabellera, como si fuera también un insulto a la moda dijo:

-¡Eso será para ti vieja remolona! Porque muy bien sabes tú, que la Trifona se corta la cabellera por rebeldía y para caminar a la par de la moda. -Contesta el descontrolado hombre de casa.

Porque además de esto, el Caporal también estaba muy acalorado por una carta de desalojo del Banco, que recibió horas antes por manos de un policía.

Esto le atraco por completo la paz de su debilitado corazón, y ya nada le parecía beneficioso en el mundo de la Cantuta. Entonces le contesta su mujer y le dice:

-¡Muy bien! ¿Y de que rebeldía me estás hablando Geranio? Si todavía no sabemos la causa, entonces dejemos que nuestra hija se duerma en paz y recobre fuerza y luego sabremos la verdad. -Luego doña Melisa queda un poco inquieta.

Como exigiéndole respeto para con su retoño perturbada, según como estaba pensando así, ellos dos de la desdichada Trifona. Aunque también la curiosidad del momento le estaba matando poco a poco a don Geranio, y en el momento quería saber, impensadamente de todos.

Recién después la Trifona pudo respirar normalmente debajo de la cama, cuando les vio salir y cerrar la puerta detrás de sí con absoluta calma.

Y sin pensar dos veces sale debajo de su alcoba apretándose el cráneo cabelludo, y arreglándose un poco su mentón.

Luego trata ella de interpretar los dichos de sus progenitores porque nada pudo todavía entender sobre la disputa. Aunque igualmente le intrigo mucho el corte de pelo que hablaban y se tocaba varias veces la cabellera y ni aún así pudo conocer algo.

Cuando miro en la alcoba y vio a su amigo Osadito dormido plácidamente con la cabeza descubierta y el rostro metido entre la almohada de plumas de gansos.

Después se puso a reír a carcajada porque decía que al fin pudo descifrar algo del enigma.

Y recordó que sus padres estaban aún hablando del asunto en la sala. Por eso ella calla inmediatamente y espero que el hombre de casa se alejara del hogar, para conseguir explicar a su madre sobre la presencia de un casual amigo durmiendo en su cama.

Además contarle que ella nunca se corta la cabellera y que era solamente la presencia de una cabeza varonil que ellos vieron en su tálamo soñando plácidamente con algo.

Asimismo lo que vieron fueron solamente frutos de una amable amistad enganchada con el caballero de San Rafael, que también terminaba de conocerlo por las calles doradas de ambiciones de vida o de muerte. Por el paseadillo del poblado de la amada La Cantuta.

Pero como la Trifona no vio marcharse a su progenitor, entonces ella se afligió muchos y temerosa fue junto a su muy dormido amigo para advertirle del problema.

Y a los oídos les dijo:

-¡Sss, Sss, Sss, dormilón! Despierta inmediatamente y salga de la cama lo antes posible no sea que vuelvan otra vez mis padres. Trayendo consigo pensamiento negativo sobre mi persona, asimismo se dañaran la amistad con ellos para siempre por causa tuya. -Les

manifestó así la pobre Trifona medio rogándole para que fuera de inmediato al sufrido y recién entablado amigo.

Alarmado Osadito se paro, y en un descuido de su acechador salió por la ventana ganando el pasillo hacia la calle. Pero un vecino muy amigo de las familias que estaba limpiando con un pedazo de garrote a golpe el poncho de lana de torneado de colores.

Este infeliz embustero le vio el gesto tan bochornoso y de mal gusto de parte del caballero Osadito en la vecindad. Inmediatamente después llamaron a grito a don Geranio y a doña Melisa que en eso momento se encontraban discutiendo acaloradamente en la vereda por lo supuesto cortes de pelo de Trifona.

Cuando lo tuvieron cerca les dieron la buena nueva de qué se estaba tramando en el dormitorio de su única hija.

Cuando en alta voz les dijeron:

-¡Oigan los dos ciegos! ¿Cómo puede ser que le den tanta libertad a su hija Trifona? Para que meta hombre en su dormitorio y hacer el amor a vista de todos el mundo. ¡Además de todos, debajo de sus propias narices! -Las instigadoras vecinas censuraban así a voces.

Cuando termina de dar las noticias, se juntaron la vecindad para aplaudir el hallazgo con fuertes chillidos y grande palmoteo y con fervoroso zapateo que dieron por terminado a las venturosas noticias.

Pero doña Melisa desorientada les contesto y dijo:

-¿De qué estás hablando vecina? Porque nada de lo que dice le estoy entendiendo todavía. ¿Y porque ese grito y aplauso alocado también de la gente? -Pregunto la doña, además de estar muy asustada.

Por cuanto que jamás espero de sus allegadas amigas unas noticias semejantes ni el bullicio escandaloso antes el mundo.

Asimismo nunca aguardo nada malo de su hija Trifona por eso se tranquilizo un poco más. Pero la contestación a su postura de insensible fue inmediatamente respondida por sus amigas:

-¡Uyyy Uyyy! ¿Y qué bien se defiende vecina Melisa? ¿Y cómo puede ser que no vio salir por la ventana del dormitorio de su hija al hombre del cual le estamos hablando a Ud. mi señora? ¡Mmm! Qué raro que me huele todo estos querida amiga. -luego don Geranio y su esposa se miraron asombrado y llenos de duda y rabia a la vez. Pero trataron de contenerse ante los acosadores para no desmayarse y cometer alguna locura imperdonable.

Después los vecinos vieron a Osadito corriendo despavorido por la vereda abrochándose la bragueta del raido pantalón que traían. Doblando enloquecido por la calle de La Calavera en dirección a los viejos vagones del ferrocarril nacional, adonde de ante manos tenían su guarida el joven desorientado.

Y pocos minutos después la vecindad se volcó al lugar para saber más sobre el sucedido y enseguida se escucho decir a la gente cosas muy desagradables e hirientes en contra de la Trifona.

Y dijeron:

-¡Yo sabía que la muchacha andaba por mal caminos! Sin que los padres se les opusieran en algo. -De esa manera murmuraban en las presencias impotentes del Caporal don Geranio y de su mujer doña Melisa las amistades más cercana y querida.

Pero de pronto don Geranio cambio de semblante y no podía hablar claramente, porque la indignación le mantuvo por un buen rato inmóvil y alejado de sus facultades mentales. Se retorcía el cuerpo como una serpiente condenada al fuego ardiente.

Más después, la multitud presencio los horribles actos del Caporal Municipal, maltratando a su única hija arrastrándole de la cabellera hasta dejarlo tirada en medio de la calle.

También parecieron que el caballerazo y jefe de la población repentinamente olvida el corte de pelo de su hija.

Y la reventó con unas cuantas certera patadas en la cabeza. Igualmente lo maldijo para que le coman los gusanos en el futuro y más, que volara como un murciélago por los aires de las noches sobre la muchedumbre apesadumbrado.


CAPÍTULO 4

 

Desde ese mismo instante don Geranio se desarregla en su mente por la deuda bancaria y los que hacer en su trabajo.

Asimismo los acosos continuos de amigo por lo sucedido a su única hija en su propia casa con el joven Osadito.

Luego de tanto pensar don Geranio enfermo de resentimiento crónica y se desvelaba la noche entera llorando, y bebiendo como un empedernido en la cabecera de su cama sin motivo alguno. Y hasta daba lástima porque amanecía desvelado y macilento.

Más tarde adoloridos se dio a la bebida etílica y al desastre callejero con el mal viviente que pululaban por la urbe de la ciudad de La Cantuta, adonde vivían estos seres desordenados.

Qué él conocía muy bien a estas personas, porque les vendía cosas sustraídas del Ayuntamiento en horas de la noche, para que nadie descubrieran sus manipulaciones corruptas.

Después se dejaban llevar por los consejos de amigos morbosos y callejeros, para que tramara alguna venganza en contra de su propia hija.

Diciéndole que no despreciara la oportunidad:

-¡Epa, Epa, Don Geranio! ¿Cómo que estas permitiendo que su hija le este humillando, fieramente en su propia casa y bajo sus propia narices hombre? -Mientras que otro también con más fuerza les decía para ver si le convencía para pervertirlos con su propia hija y estos los hacía por venganza.

Por cuanto el Caporal se acordaba siempre de su única hija en las reuniones del Municipio. Por eso les decían:

-¡Mande rápido! Don Geranio un banquete a la venganza. Luego viole a la Trifona para que aprenda las demás mujeres a respetar a sus padres de crianza. -Y de tanto escuchar las voces de reproche la mente del desafortunado.

Poco a poco se desenfundo de las realidades a favor del mundo depravados de los vicios y el placer desenfrenado que después oprimían con esos al indefenso pueblo.

Mas luego diferentes ideas se escucho que les decían:

-¡Y bien! Creo yo también así don Geranio. ¡Qué será un buen escarmiento para las mujeres del país! Porque de esa manera como les hablo los buenos amigos, qué reverenciaran a sus padres las mal criada mujeres. -Les asevero su secretario privado don Borroso, que no era otra cosa que su misma imagen.

Desde aquél momento don Geranio fue trastornado en su razón discutía con cualquiera sin motivo alguno; además sulfurándose se colmaban de cólera sin motivo.

Más aún amenazaba de muerte a sus propios amigos íntimos y sin causa y sin importarle las consecuencias que pudieran arrastrarle en el futuro con todos ellos.

Hasta que un buen día su amigo de crianza de nombre José a quién también en el pueblo lo llamaban como José-alcohol, por lado a la bebida alcohólica.

Este les recordó en aquélla ocasión, diciéndole:

-¡Mire don Geranio! Mejor sería que obedezca el consejo que le dieron en la calle los amigos. Para que saliera del problema en que estas metidos. -Después les miro fijamente al rostro para persuadirle aún más y cometiera el acto lo más pronto posibles.

Y luego les agrego algo peor cuando les afirmó aquellos con uno tonos de autoridad para que se decida de una buena vez, y le dijo:

-¡Vaya también don Geranio! Apronta la venganza para que te sienta mejor y no esté viviendo amargado. ¡Además dale compadre! Y viole repetidas veces a la malcriada de la Trifona, y lo más pronto posible para olvidar los agravios que ella le produjo debajo de su propio techo. -El quejumbroso don Geranio con la cabeza agachada se marcha en casa y de tanto sufrimiento piensa en los dichos de sus amigos de infancia.

Una vez por los caminos a don Geranio le pareció la sugerencia de los amigos como estupendo y acertada, por cuanto que estaba sufriendo muchos indebidamente.

Y no podían convivir en paz bajo un mismo techo con la que le afrento una vez con maldad.

Desde aquél momento juro don Geranio por todos los Santos Milagrosos que vengaría el deshonor que su hija Trifona cometió estando bajo su protección divina. Sin mirar las consecuencias que podrían producir tal desagravio a su persona honorable.

Asimismo por obras de dobles y sugerencia de los amigos el caballerazo honorable se marcha a su hogar aquél tiempo y más aún de haber bebido algunos tragos fuertes con los condiscípulos del mal, para calmar los nervios. Como se decían entre sí.

Para afrentar la nueva realidad de convivencias con las dos mujeres de su hogar, tanto como la hija y de la esposa que ya también la tenía viviendo mal al pobre infeliz.

Qué soportaban afligido y desconsolado la situación tan acuciante del hogar.

Después de eso días se produjo también un milagro engañoso en la vida de don Geranio. Porque forzosamente cambió por completo su carácter de mal criado, hasta su enojo permuto por cariño para con su muy querida hija.

Aunque en el fondo del asunto estaba un secreto. Pues les ofrecían cada mañana presente de flores fresca robada a los vecinos como unos continuos afectos de padre servicial y amoroso que tenia.

Y siempre les daban del mejor augurio cuando se iban al trabajo por la mañana temprano como hija ejemplar.

Y por consecuencias de estos gestos honorable colmo de alegría a doña Melisa y dijo a su amiga intima el suceso milagroso acaecido en su casa.

Conto el sucedido en casa a sus amigas, y les dijo:

-¡Esta a la vista! Qué mi querido marido cambió su furia en misericordia con su hija Trifona, entonces tendré que volver con más frecuencias a la Iglesia a confesarme con el Cura ¡luego aceptar la disciplina del Señor! Y humildemente seguiré entre las demás mujeres. -Después de decir así beso repetidamente el borde perfumado de su mantilla coloreada.

Para demostrar que estaba diciendo la verdad y la pura verdad como una fatal Consagrada mujer. También otra dijo:

-¡Bien dicho vecina Melisa! Porqué mucha falta le hará el perdón de Dios y de la sociedad. Además desde hoy deseo verle con más frecuencias a misa para el fortalecimiento de su espíritu, alma y cuerpo. -después la vecina se cubrió con una mantilla ribeteadas la larga cabellera amarillenta como prueba de santidad. Así quedo a azar los dichos de la gente.

Por eso Melisa contesto y dijo:

-¡Si, así será vecina! Asimismo desde hoy tendré que ser más agradecida con todos los Santos y la Santísima Virgen por los ya favores recibidos. -Se santiguo otra vez, y esta vuelta con su saliva para confirmar que eran veras su dicho.

De pronto otra vecina también opina­

-¡Bueno! Eso creo yo también, y luego por el buen comportamiento de don Geranio ¿verdad que así se hará mi querida vecina? -Contesta la convecina frunciéndose el rostro, por no estar creyendo del todo al pan domina de la beata Melisa.

Entonces la vecina les responde con un agrio desacuerdo, porque en nada estaba creyendo y por eso le contesto también esperando una buena repuesta y les dijo:

-¡Claro que sí! Además por la reconciliación de Geranio con su hija Trifona y de Osadito que ahora conocemos mejor al pobre jovencito. -Al momento callaron.

Pero después de estas conversaciones las dos vecinas se auguraron por los Santos Escapulario, para la buena suerte y la continua amistad saludable en el servicio político y religioso del pueblo de La Cantuta.

Y más aún se chocaron el dedo pulgar de la mano izquierda en aspiración de oro finos y en señal del buen presentimiento y de prospera fortuna, para el bien del pueblo y las familias.


CAPÍTULO 5

 

También apenas pasaron las semanas y la felicidad les sonreían a la Trifona, porque sin ningún recelo se encontraban cada día con su amigo Osadito en la plaza mayor, y aún le invitaba a tomar el mate amargo libremente en su fogón.

También los dos jóvenes trataban siempre de agradar en todo a don Geranio.

Aunque apoco tiempos después las convivencias ya se notaban en el semblante del dueño de casa con algunas intenciones poco común a los que Trifona estaban acostumbrados a recibir de su padre.

También se le veían a don Geranio con más frecuencias hablar de diversos temas secretamente con el depravado del pueblo José-alcohol que venían cada vez más seguidos en casa.

Pero al fin con el poco conocimiento de la vida que tenia la Melisa les pareció aún un excelente la conducta de su marido para con la hija, porque le veían consentirla con dulce palabras salida de sal boca cariñosamente.

Como también que le dejaba que tuviera la libre amistad con el oyen Osadito accediéndola las visita en casa.

Porque siempre le avistaban tratarlas con más cortesía y con presentes de flores de rosas adornadas con diversos colores, luego de los dulces traída desde el extranjero muy especial.

Y de la manera más jovial posible el Caporal municipal se introducía en su hogar con las dos mujeres, dándole el respeto que se merecen hasta que llego a servir en la mesa.

Luego se ofreció cocinar dándoles de franco a la sirvienta aquél día. Cosas que jamás sucedieron en los pasados días, y más aún, ni se sabe si abras pensado alguna vez en su vida hacer eso.

Un puro milagro de las providencias decía la Melisa. Antes estas apreciaciones también le parecieron muy normales a doña Melisa para que se despreocuparan del problema.

Desde entonces cambio sus hábitos de estar pensado mal de su prójimo y más luego también fue muy dadivosa con la gente necesitada del pueblo.

En consecuencias la Melisa después siguió feliz de la vida, visitando la Iglesia de su barrio con todas las demás cofradías de los vecindarios.

Para reafirmar más su fe y las palabras ante dichos con la vecina y amiga intima de que se portarías cada día mejor.


CAPÍTULO 6

 

Hasta que llega el tiempo de la Navidad en la agitadas vida de la gente y como es de costumbre también en todos los hogares.

Ese día don Geranio ordeno hacer al medio día un gran almuerzo en honor de su hija Trifona y de su amigo Osadito.

Porque ambos se estaban portando sabiamente entre los demás. Eso fue el dicho por él, aunque los decían con malicia.

Para más tarde trasladarse todas las familias en la fiesta solemnes a donde todo el pueblo se volcarían en la parroquia de Santa Librada del Potrero para festejar la navidad allá.

Y con algunas casuales fiestas de cumpleaños y de mucho casamientos improvisado, que hacían los pobres feligreses distraído de dinero y bienes, para realizar las fiestas en su preciso tiempo.

También justo de ante manos don Geranio ya tenía preparado un brebaje hechas por manos de brujería para su hija traído por José-alcohol de una Curandera muy renombradas de la población del bajo del río Agrio.

Así es como lo llamaban la gente del lugar, La Santulona Adivina, para que le dieran a beber a Trifona en su brindis de Noche Buenas como recompensa de su buen genio y amistad.

Después en plena fiesta, muy felices estuvieron bebiendo las familias, y dándose también el lujo la Trifona de sorber el brebaje, dado por su padre como un regalo de su buen comportamiento, hasta quedar sorprendida por el efecto del maldito liquido.

No pasan mucho tiempo y el resultado estaba a la vista; porque la Trifona padeció un fuerte dolor de vientre que se retorcía llorando amargamente. "Qué le obligo a guardar cama sin posibilidad de salir en ese momento tan crucial del festejo".

Todo el tiempo después la pobre Trifona se doblaba de dolor gritando de grande molestia que sufría en su estómago. Pues ella no se podía moverse, porque requerían de la ayuda de alguien para levantarse hacer sus necesidades.

Cuando llega la hora para la gran celebración en la parroquia. El lugareño se veía por las calles moverse en gracias de multicolores y matices de fila india, y como muro de interminables senda dando honor a la gran familia del festín.

De la misma manera al rato después llega el ruidoso del alboroto de la gente por las calles a oídos de don Geranio, y por eso en ese mismo instantes doña Melisa fue sobornada por una amiga intima de José-alcohol, para que se fuera con ella en la Iglesia hacer algo de arreglos florales, ante de la hora del festejo.

Dejando a la Trifona a encargo de su admirado padre, para su restablecimiento, si total cuando se repusiera de su mal y pueda caminar bien otra vez.

Seguro que iría más luego a las festividades para estar todas juntas las familias y amigos de la vecindad, festejando la Noche Buena con gran entusiasmo y algarabía.

Al rato Osadito también fue engañado por don Geranio, para que fuera a cuidar a la dueña de casa en la reunión religiosa para su mayor tranquilidad. Que el cuidará de su también amiga.

Mientras tanto don Geranio se encargaría secretamente de la venganza ideada por muchos tiempos en contra de su renuevo. Qué en ese preciso momento estaba muy adolorida todavía, aunque de igual modo él malvado consumaría la violación pensada. Cuando llego la plena noche, Trifona se revolcaba aún de sufrimiento en su lecho. Y el perverso de su padre no aprecio ni escatimo el momento y solo aguardo la ocasión exacta para realizar sus endemoniados deseo carnal.

Pero todavía no se le aclaro muy bien al infernal la situación, porque entraba y salía del dormitorio de su fruto.

Mirándola con ansia de un amor enclenque y sin poder concluir aún con el hecho condenado, que tenía preparado de ante manos en su mente.

También el maligno social se sentía despavorido y más aún no podía respirar claramente y se sofocaba cada momento, apretándose el estómago para absorber los aires, porque se sentía morir de asfixia.

A razón de estos don Geranio se fue una vez más a la cocina y esta vuelta bebió abundantemente de una fuerte mezcla de bebida alcohólica muy añejada traída de Europa.

Que tenía guardada en botellas sellada en un baúl dentro del horno de ladrillos detrás de la casa.

Una vez que bebió abundantemente volvió muy decidido para ejecutar el crimen pasional muy deseado por cierto. Pero antes de entrar al lecho se desvistió por completo y quedó como cuando vino al mundo.

Después avanza junto a su víctima que se revolcaba de dolor de vientre en el lecho, pidiendo auxilio a quien fuera, para que lo aliviara de su angustia lo antes posible.

También sentía mucho miedo, porque ya veías a su padre con un extraño proceder y por eso se inquieto muyo. Entonces la Trifona se armo de coraje para cualquier eventualidad.

Pues vio a su progenitor completamente desprovistos de ropas, se cubrió el rostro con la sabana, para no verlo desnudo.

Aunque para ella parecía que su padre estaba muy bebido, y si quizás por eso la tal conducta agresiva que traía encima. Y nunca jamás la desdichada pensó en las intenciones tan malvadas que maniobraba en su intelecto su confeccionador.

Porque además la Trifona solo esperaba del progenitor regalo como de siempre, pero las circunstancia vislumbraban otras cosas más horribles.

Pero en esos instantes, allá en la parroquia doña Melisa estaban ajenas a todo esto triste suceso y se pasaba rezando a voces dando gracias a Dios y la Virgen María y a todos los Santos, por los milagros acaecido en su casa, es decir. Los Milagros por la bondad ganado con su maravilloso marido.

Mientras tanto la desdichada Trifona ya no podía aguantar el desgraciado hostigamiento de su creador; y del gran dolor que experimentaba en su vientre, por la bebida trágica del líquido obsequiado con gracias, y bondad por su natural.

Aunque la indefensa joven todavía estaba tan incrédula antes los acosos criminales del baboso, por eso se envolvió por completo con las sabanas y frazadas que tenía a su alcance.

Para más luego atinar en ese momento que nada infeliz le estaba sobreviniendo. Igualmente allá en la parroquia Osadito compartían bendiciones con sus amigos casuales con gran alegría. De los augurios de buenas voluntad para los días venideros.

Y de que pase muy feliz el año entrante con sus seres queridos, aún así no se sintió muy feliz. Porque de pronto sintió en su corazón como una premonición, dejando el rezo y las algarabías de estar hablando con Dios.

Y el custodio de doña Melisa a la protección de todos los Santos milagrosos que había en el mundo.

Fue a casa de don Geranio, para indagar como se encontraba de salud su amiga Trifona. Después de haber bebido la tal fluente del bien que le obsequio su progenitor, por su buen comportamientos.

También como recompensa de haberse ganado su confianza y voluntad dentro de los meses que pasaron con felicidad rebosada dentro de la familia. Y más aún con la misma sociedad.

Cuando llego a la casa y encontró que la puerta principal estaba errada con cerrojo. Como no había otra alternativa salto la cerca y paso por el pasillo hacia la ventana de vidrio roto del dormitorio de su amiga. Por si quizás vea algo desde ahí.

Pero apena dio unos pasos hacia la ventana de la recámara de la Trifona, escucho las advertencias a gritos de José-alcohol que le estaba amenazando con un machete de dobles filo, y contarle a don Geranio su acción reprobó y maldito.

Y que se retirara inmediatamente del lugar, antes que sufra algunos daños irreversibles en sus humanidades, y tenga que lamentar después por mucho tiempo.

Inmediatamente sin mediar palabras retrocedió asustado el pobre por las terribles amenazas, y gano prontamente las calles.

Y como nada tenía que hablar con el soplón bastardeado, se fue sin mediar palabras ni dirigir miradas al espía armado del Caporal municipal.

Osadito fue humillado y con la cabeza agachada siguió su camino hacia la parroquia adonde les aguardaban los amigos de las plegarias, y más luego juntarse con los penitentes a rezar de nuevo en alta voz con ellos y pedir a Dios protección para su vida futura y el porvenir de sus seres amados.

En eso momento el joven por prudencia de cometer alguna locura como antes, callo y de nada hablo con doña Melisa. Después se mezclo con los restantes afligidos de corazón a la plegaria religiosa de la Iglesia y esperar mejores tiempos para visitar a su amiga Trifona y sin ninguna impracticabilidad.

 






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