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BERNARDINO CANO RADIL

  LA CRISIS DE LAS INTERNAS DEL PARTIDO COLORADO DESDE 1989 - Por BERNARDINO CANO RADIL


LA CRISIS DE LAS INTERNAS DEL PARTIDO COLORADO DESDE 1989 - Por BERNARDINO CANO RADIL

LA CRISIS DE LAS INTERNAS DEL PARTIDO COLORADO DESDE 1989

Por BERNARDINO CANO RADIL


Publicado en el año 2008, por la editorial ABC-Color

 de Paraguay en el colectivo:

“Las causas de la caída del Partido Colorado”.



I) INTRODUCCIÓN DEL CONTEXTO SOCIO ECONÓMICO


El Partido Colorado se erige como un componente ineludible para interpretar la historia política y económica nacional. Con razón histórica reivindicativa de exclusividad o sin ella, fue la fuerza cívica que encarnó el nacionalismo paraguayo. Una frase fuerte que adolece y expone luces y sombras, como todas las doctrinas y corrientes de pensamiento que circulan por el mundo.

La hecatombe del 70 nos dejó sin Estado, sin capacidad productiva y sin una elite abierta y competitiva. Comenzó la reconstrucción de una elite política, cultural y social en el Paraguay, de escasos recursos formativos, pero con un promisorio futuro. Evolución amputada por el interregno de hegemonía militar Franco-Estigarribia-Morínigo que por azares del destino termina en manos del coloradismo tras la guerra civil del 47. La posterior inestabilidad e incapacidad de los vencedores para estabilizar el poder por medios democráticos trajo la anarquía. Tras años de intolerancia se encuentra un equilibrio bonapartista regresivo (Gramsci) en un maridaje Gobierno/Fuerzas Armadas/Partido Colorado con Stroessner desde 1954 que lo sostiene como aliados hasta el 3 de febrero de 1989.

El stroessnismo fue una dictadura cruel y larga (1954-1989), pero con un consistente apoyo social en lo interno e internacional. Fue un régimen pragmático sin más legitimidad que ser el garante eficaz, y menos costoso para occidente para enfrentar el avance del comunismo. No es casual que la caída del muro de Berlín sea el mismo año que el de la dictadura. Políticamente supuso la supresión del régimen de libertades y la centralización extrema del poder en manos del dictador. Bajo su arbitraje se permitía un limitado juego político entre las elites corporativas pivotes del régimen: Ejército, Iglesia, Partido Colorado y empresariado. En ciertos períodos, incluso, se sumó a la oposición liberal, liberal radical y febrerista, con sus propios empresarios afines al sistema. El Paraguay, cambió, para bien o para mal, bajo la impronta del anciano dictador. Un crecimiento plagado de contradicciones internas, que pronto afloró en sus limitaciones al agotar el desarrollo económico y social. Encadenó fuerzas productivas al inhibirles crecer.

El golpe de 1989 cabalgó sobre estas contradicciones. En particular surgió una burguesía de alto poder financiero sin proyecto de Estado y acostumbrada a crecer con pautas mercantilistas que sabotearon una probable la economía de mercado y la institucionalización de la república. Reflejo de una dictadura que asimiló la sociedad civil al inaugurar el único ciclo real de desarrollo económico de nuestra historia con los Tratados de Itaipú y Yacyretá, la triangulación comercial, el contrabando auspiciado en su origen por Estados Unidos, piratería, exacciones del erario público, la expansión de la frontera agrícola y una descontrolada corrupción. Primer proceso de acumulación de capital que por incapacidad y falta de visión de la incipiente burguesía fracasó en instalar una sociedad capitalista, abierta y con elites competitivas respetando reglas procesuales básicas.

Tras estos logros la economía nacional no creció desde hace 23 años, último año de expansión fue 1983. Apenas se acompaña el crecimiento vegetativo menguado por la desangrante migración al exterior. En otros términos. Acumularon capital, salvo honrosas excepciones, burócratas civiles o militares, políticos y entenados del Estado que fungían de empresarios, pero solo aptos para negociados y “golpes” financieros de escasa incidencia e inserción productiva. Los cuantiosos excedentes de capital se inmovilizaron en inversiones ociosas, no reproductivas o fueron directamente al exterior. Las otras fuentes de ingresos masivos de prestamos externos y donaciones tampoco se reinvirtieron para fructificar. Era una economía signada por: i) Un capital irregular, no exhibido por seguridad a la vista de todos. ii) La acumulación primaria para legal no la realizó una burguesía empresarial funcional al capitalismo. Sucedió por favoritismo político, audacia y coraje para lo ilícito, consciente la elite de la impunidad reinante.

Comprender la transición obliga a aceptar que la actividad política se constituyó en una profesión rentada, dirigida desde la trilogía Gobierno/Partido Colorada/Fuerzas Armadas durante el período (1954/1989) con un régimen de partido dominante; y de partido hegemónico después del 89 o 93 al cooptar la clase política colorada a la opositora. La política era la más lucrativa y menos riesgosa “empresa” nacional. No exigía trabajo productivo, ni disciplina, ni inversión de fondos propios, ni honradez en el posterior ejercicio del cargo. El modelo cerraba con la falta de castigo por los excesos. La clientela electoral feudalizada (más cercana al siervo que al ciudadano) no reaccionaba. La ideología dominante se circunscribía a ocupar como “premio” el Estado, auténtico “botín de guerra”, sin sanción penal por los delitos incurridos. Lo peor que le sucedía a un ministro, funcionario, parlamentario, magistrado o fiscal corrupto era la pérdida del cargo, pero ni soñar con sanciones penales. Incluso, si alguien fue condenado nunca devolvió nada de lo robado.

El tiempo de las vacas gordas dejó un país con mayor asimetría económica y social, con una falsa imagen de expansión económica testimoniada por la crisis financiera de la década del 90 y con una aguda falta de educación para liberar los sectores trabajadores de su sujeción feudal de clientela crónica. En resumen la transición iniciada hace diez y nueve años amplió el estilo político aplicado durante el stroessnismo en el manejo del dinero público y del Estado. Las libertades públicas y las leyes sancionadas no pudieron contra el fenómeno más resaltante de la transición: la democratización de la corrupción. En esta participaron, por supuesto, en diferente escala de acceso y responsabilidad colorados y opositores. ¿Opositores? Complacientes ante las migajas del poder de turno. En la transición, nuevamente, los nuevos sectores dominantes emergen del control del poder político, el trabajo negro y el ilegal. Un desborde de lo para legal acompañado por una siniestra extensión del gasto y el empleo. Acumulación y una renta excluyente de la mayoría de la población, lo diametralmente opuesto a una meritocracia. Males que arrastramos desde Stroessner e inficionaron a las altas autoridades de las Fuerzas Armadas y del Partido Colorado. Pero es una parte de la verdad. La otra, es que no estuvieron ausentes empresarios, comerciantes, jueces, fiscales, ni periodistas amigos del orden dominante, aunque en los últimos tiempos “vieran la luz”.


II) CLAVES CULTURALES

La dinámica política de una sociedad no puede estar muy alejada de su axiología dominante, en especial en sus clases dirigentes. Las internas coloradas, no son una isla, solo adquieren un mayor protagonismo por su calidad de partido dominante/hegemónico. Es decir, estas pujas electorales se enmarcan dentro de pautas culturales más generales, como lo indicara Eligio Ayala, un político liberal de extraordinaria lucidez histórica a principios del siglo XX.

Procurando ilustrar sobre el contexto psico-cultural elaboramos esta lista: Peculiar relación con el trabajo y el tiempo, "viveza criolla" como filosofía del progreso por la línea del menor esfuerzo, ignorando normas y la responsabilidad hacia el Otro, culpar a terceros sobre nuestros problemas, preeminencia del pensamiento mágico, cultura tribal emocional, ausencia de una reflexión racional, tendencia hacia la intolerancia y exclusión, fuerte espíritu burocrático, mediterraneidad, marcada dependencia hacia los países vecinos, pronunciado e imperfecto bilingüismo que disminuye la capacidad de comprensión, larga tradición bélica interna e internacional, incidencia de la Iglesia Católica y una mentalidad militarista, falta de vigencia del principio del "pacta sunt servanda" y de tradición asociativa, amor hacia el "golpe" o solución milagrosa tipo "Cenicienta" como un atajo superador, tendencia a un aislamiento no constructivo de índole depredador y una actitud cercana a la paranoia y hasta el extravío mental en la forma de pensar y actuar el poder político.

Damos un ejemplo para facilitar la explicación. La primera época de Estados Unidos como república independiente fue imantada por el carisma de George Washington, idolatrado hasta la excelsitud. Un fenómeno universal en fundadores de Estados o reinos. A Washington le propusieron ser emperador, presidente vitalicio o monarca. Gozaba de una popularidad natural y un liderazgo bajo el más absoluto y libre consenso. Como cualquier otro líder carismático sufrió las presiones de su entorno que buscaba su continuidad en el poder y medrar a su sombra. Divididos sus sucesores, Hamilton y Jefferson, aceptó un segundo mandato. Al concluirlo, pese al clamor de la nación se retiró a su granja de Mount Vernon (Virginia), gozando aún de estupenda salud, con la acrisolada humildad con que fundó la mayor potencia mundial a la fecha. Falleció en 1799. Durante su retiro no intervino en política, pese a su genio sin par. Este fue su más trascendente aporte al surgir de una nación racional, moderna y democrática. El más grande y carismático líder de Estados Unidos se negó a abusar del don y fundó con su ejemplo un liderazgo racional legal.

En el Paraguay se nos enseña que nuestros más grandes líderes políticos, los padres de la patria, Francia y los dos López murieron en el sillón presidencial. Eran figuras imprescindibles, seres sin par. Naturalmente nuestra relación con el poder, será muy distinta, independientemente de los aciertos o errores de sus gobiernos. Otro tanto sucedió con la larga dictadura de Stroessner, hasta su derrocamiento.


III) EL DRAMA DE LAS INTERNAS COLORADAS EN LA TRANSICIÓN

La transición se inicia con una crisis en el seno del stroessnismo al quedar el dictador sin oxigeno, pero no lo tumbó ni la oposición, ni una insurrección general. Su régimen se quebró al fraccionarse la otrora unidad del trípode de gobierno. Fue el principio del fin. Tradicionalismo - base política del Gral. Rodríguez - y militancia –stroessnismo- dividen el antaño granítico poder. La hegemonía tan trabajosamente urdida estalló. Una burguesía emergente aliada al Gral. Rodríguez y al tradicionalismo colorado fulminó la dictadura gracias a la simpatía de los Estados Unidos.

Se transita hacia la democracia con la peculiaridad de varias tareas inconclusas para instaurar un Estado de derecho democrático, en particular por las denuncias de fraude en las internas del partido de gobierno del 92 (Wasmosy vs. Argaña), la persecución que sufrió el triunfador de la interna del 97 (Gral. Oviedo), el golpe de Estado de marzo de 1999, reinstaurando a los caídos en el 89 aliados a liberales y encuentristas, las denuncias de fraudes en las internas Duarte Frutos vs. Osvaldo Domínguez D. y la también fraudulenta nominación de Blanca Ovelar/Santa Cruz.


a) El poder como botín de guerra

Con la transición democrática se inicia un régimen de libertades públicas que evolucionará en una sociedad democrática con el tiempo. También acontece que se incorporaron a la repartija del “botín de guerra” otros líderes empresariales y políticos opositores, aunque en menor grado. Fue el costo a pagar por pasar de partido político dominante a hegemónico. La imposibilidad de reconvertir el modelo económico en capitalismo, al quedar en simple mercantilismo o "capitalismo corporativo" destaca los mecanismos más relevantes de captura de rentas. La acumulación sucede por medios políticos, no de un mercado competitivo.

Las claves auténticas del poder y sus usos, los políticos colorados las conocían desde dentro. Motivo central que motorizó las feroces internas, las recurrentes violaciones a las reglas de juego y la exclusión alevosa. La puja por el poder estatal, única sacrosanta fuente genuina de ingresos y ascenso social, de carácter discreto, no secreto, sustentaba las pasiones y enardecía los fuegos de la adherencia. El líder percibido con mayor posibilidad de tomar la “lapicera” y distribuir prebendas, naturalmente engrosaba su larga lista de clientes/electores. Llegar lo era todo, no importaban los medios, ni la vigencia de las instituciones, menos aún la Constitución y las leyes. El éxito blanquea las zonas grises, con una justicia sujeta al mandatario de turno.


b) Estado independiente de las clases sociales

El Estado en Paraguay no articula intereses de clases. Es un estamento casi independiente que ocupa un espacio físico, y de poder económico al estar privatizado el espacio público. Somos una nación con gobierno, pero sin Estado, por funcionar al margen del derecho y la ley. El poder político es un instrumento de acumulación privada de capital para funcionarios, contratistas y entenados. Constatamos un Estado y una clase dominante (colorada o no) termitas; comen todo lo que ven y existe. Una sociedad sin economía de mercado abierta y competitiva, sin saber ganar dinero ajustando costos y beneficios, y dependiente en su éxito o fracaso a la cercanía o alejamiento de la sacrosanta “lapicera”.

Obviamente estas características incidieron en el sistema democrático, la transición y las internas coloradas que fueron un epifenómeno dentro del modelo descrito. Como señaló un experto en un informe del PNUD, Joan Prats: “(en Paraguay)...no existe Estado de derecho, apenas un estado de legalidad muy parcial...las instituciones políticas, económicas y sociales vigentes no contienen un sistema positivo de incentivos al comportamiento por que, sin su reforma, se necesitarían héroes, sabios y santos para que el país funcione”.


c) No son simples elecciones que cambian una administración

El partido de gobierno que sostuvo la dictadura trató de adaptarse a la transición democrática, pero fracasó al caer víctima de sus propias contradicciones de liderazgo político y grupos económicos, financieros y mediáticos poderosos procreados durante el stroessnismo. Luchas corporativas de enorme poder que obligó a incursionar directamente en el sistema político, a fin de excluir a sus competidores económicos conscientes del modelo mercatilista legado por la dictadura. Seguía claro ya en transición, el orden de captura de rentas desde el control institucional del poder. La lucha histérica, no histórica entre las elites para conquistar el Estado culminó en una sociedad sin rumbo, anómica, como denunciamos en más de una oportunidad desde la década del 90. Se evidenciaron dificultades estructurales para avanzar hacia la modernidad. La crisis de hegemonía dejó al país sin proyecto nacional; y una inocultable postración imposible de superar sin profundas reformas económicas, políticas, institucionales y culturales. La calidad de los liderazgos, ante las falencias institucionales, marca la distancia ante condiciones similares.


d) El rodriguizmo

El derrocamiento de Stroessner es un ejemplo típico de una transición iniciada desde arriba y detonada por una crisis de descomposición interna en una dictadura tradicional. Triunfó el levantamiento al ser derrotado militarmente por el comandante del Primer Cuerpo de Ejército, Gral. Div. Andrés Rodríguez, por décadas puntal militar número uno del régimen depuesto. Su consuegro, con enorme influencia en las operaciones de acumulación de dinero para-legal y legal. La drástica cirugía militar aplicada por Rodríguez logró descabezar la cúpula castrense leal a Stroessner. Pese a la debilidad intrínseca de los actores principales del 3 de febrero de 1989, por sus lazos con el dictador depuesto, su accionar hace revalorizar la democracia, pero una democracia controlada.

El primer desafío fue quien sustituiría en el sillón de los López al jefe militar triunfante de la revolución de febrero. El núcleo civil fuerte “revolucionario” integrado por el Tradicionalismo se quebró. La sucesión a Rodríguez se convirtió en un problema de Estado, no era una simple elección. La causa, el Dr. Luís María Argaña, finalmente el líder más fuerte del Tradicionalismo se aleja del Gral. Rodríguez e inicia una aproximación táctica con el dictador depuesto. Los hechos aseguran un “drama” por capítulos:

Acto I: Parte de los acuerdos de los responsables del 3 de febrero era un interregno militar de pocos meses, y un llamado a elecciones inmediato. El Dr. Argaña sería el candidato civil.

Acto II: Los generales victoriosos acaudillados por Lino Oviedo, le expusieron a Rodríguez: ¿Por que ceder el poder? Que siga gobernando con el Partido Colorado.

Acto III: Al aceptar Rodríguez la candidatura presidencial quebró la copa de confianza con Argaña. Se rompe su sostén político al fraccionarse el Tradicionalismo en tres: Autónomos, Renovadores y Tradicionalismo Democrático, e inician una feroz competencia interna para la Junta de Gobierno. Finalmente, el Coloradismo Renovador y el TRADEM quedan como sostén de Rodríguez y el movimiento de Argaña “Reconciliación Colorada” fortalece sus lazos con el depuesto, radicado Brasilia.

Acto IV: La militancia combatiente stroessnista, último sostén del dictador, se acerca a los colorados contestatarios, y se alejan rápidamente al detectar su impotencia de acceso al poder por carencia de aparato electoral, estatal, financiero o un liderazgo carismático aglutinante. Cambian de planes y pactan con Argaña. El sector contestatario resistente histórico del coloradismo fue prisionero de los años y los cambios ocurridos en el país tras su extremadamente prolongada ausencia.

Acto V: Interna de fines de 1992 Wasmosy/Seifart vs. Argaña/Ibáñez con padrones defectuosos, trampa en las mesas y fraude post electoral por un tribunal especial, se impone el primer binomio mencionado con beneplácito del gobierno, la oposición, las fuerzas vivas y la comunidad internacional. El “ajuste” electoral fue legitimado por el temor al retorno de los aliados del dictador depuesto. El liderazgo natural y prominente de Argaña se fortalece y resiente simultáneamente. Crece por enfrentar a malos gobiernos, se resiente, por la cultura exitista imperante al saberlo “vetado” por el poder. Fenómeno similar a Oviedo años después. Primera gran herida en el seno del Partido Colorado. Burlar la voluntad popular, aunque se haya pretendido justificar en pos de la libertad y la democracia, alteró drásticamente la evolución de la política republicana y naci onal por lo menos por dos motivos:

1) Se consolidó en la transición el sentimiento de impunidad. Si se puede burlar la voluntad popular, lo máximo en una república, naturalmente, nadie rendirá cuentas ante la justicia por sus delitos, lo menos.

2) Al participar del “festín” casi el conjunto de la clase dirigente nacional, en especial la oposición política, se inauguró un proceso de asimilación cauta hacia las “mieles del poder”. Se callaron, participaron y legitimaron los hechos. Se sentían con derecho de una porción de la torta: El Pacto de Gobernabilidad fue la fórmula que encubrió la decisión política. La primavera democrática empezó a “oler mal”.

 Acto V: Sucede un “abrazo” republicano parcial, que permite la victoria electoral del binomio rodriguista por los siguientes tópicos:

1) Todavía resta “capital político” de la aureola del golpe del 3 de febrero del 89 en las alforjas de los militares y sus aliados civiles.

2) La presencia del Gral. Oviedo moviendo los hilos desde las Fuerzas Armadas, expuso el segundo liderazgo carismático notable de la transición, el primero fue Argaña.

3) Wasmosy-Seifart era políticamente inmensamente superior al anodino e insulso binomio Blanca/Santa Cruz del 2008. El primero representaba, para los cánones nacionales, la imagen de un civil empresario exitoso y modernizante. El segundo, emergía como un líder prominente dentro del coloradismo, aunque se malograre posteriormente.


e) El fin del wasmo-seifarismo

La transición en su primera fase, desde el 3 de Febrero de 1989 al 15 de Agosto del 93, es conducida por un general en actividad: Andrés Rodríguez. Traspasa la administración del Estado a su “digitado” sucesor, el presidente "electo" por el oficialista Partido Colorado, Ing. Juan Carlos Wasmosy, primer civil en cuarenta años, de familia liberal y afiliado al coloradismo para codirigir la represa de Itaipú. Su administración, respaldada por un sector del Partido Colorado y repudiada por influyentes disidentes (Dr. Argaña) transfiere el 15 de agosto de 1998 el gobierno al presidente constitucional electo, Raúl Cubas, no sin serios obstáculos y daños al sistema institucional. Veamos esta nueva tragedia por actos.

Acto I: Desde el comienzo el Ing. Wasmosy tuvo dos delfines con ambiciones presidenciales: el Angel R. Seifart y Lino C. Oviedo. Ambos con suficientes motivos para ambicionar el legado.

Acto II: Ante la falta de eficiencia del gobierno del Ing. Wasmosy la figura del Dr. Argaña crecía irresistiblemente en caudal popular. Gana la Presidencia de la Junta de Gobierno derrotando al aparato electoral oficialista encabezado por Seifart.

Acto III: Oviedo se insubordina a Wasmosy, pasa a retiro con bochorno y honores al mismo tiempo. Se lanza a la palestra electoral para competir por la nominación a la Presidencia de la República por el Partido Colorado.

Acto IV: Se quiebra el “rodriguismo” en varias vertientes:

1) Un sector compite bajo la bandera wasmosista de Facetti.

2) Otro, bajo la insignia de Seifart.

3) Nace el proyecto UNACE de Oviedo, que termina por imponerse en las elecciones internas del 7 de septiembre de 1997.

4) Un sector emergente, emigra hacia el argañismo fortaleciéndole: Duarte Frutos, Galaverna y Morales.

 Acto V: Triunfa en la interna Oviedo, es excluido de la candidatura por fraude judicial instrumentándose la Corte Suprema de Justicia con sus ministros oficialistas y opositores. Puesto en prisión, le sucede en la nominación Cubas. Desde la cárcel ayuda a un falso “abrazo republicano”, el pueblo lo creyó y votó contundentemente la fórmula Cubas/Argaña. Es derrotada la oposición unida en candidatura única con el 54% de votos. Cubas emerge triunfador de un incuestionable proceso electoral en Mayo de 1998, pero contextualizado en el seno de una grave crisis política. Exclusión arbitraria del genuino triunfador de la interna colorada, Gral. Oviedo, una de las cabezas del golpe del 3 de febrero, mano derecha del Gral. Rodríguez y por un tiempo del Ing. Wasmosy. Se inicia un elaborado proceso para derrocar al débil Presidente Cubas. Ni Oviedo, ni la familia presidencial, ni la oposición colaboraron para sostenerlo, por su manifiesta incapacidad y miopía política.

 Acto VI: Asesinato de Argaña, crímenes en la plaza y derrocamiento de un gobierno constitucional por un golpe de estado cruento, esta vez no solo avalado, también protagonizado por la oposición que integra por unos meses un supuesto gobierno de unidad nacional, con notables referentes del depuesto stroessnismo.


f) Marzo de 1999

A Argaña le correspondía sentarse en el sillón, no pudo en 1993. A Oviedo le tocó el turno en el 98, tampoco lo concretó. Al constatarse que las mismas personas le sabotearon a Argaña, Oviedo, Osvaldo Domínguez D. y al Ing. Castiglioni, no es casualidad. A este grupo fáctico en artículos periodísticos lo denominamos "La corporación". Una alianza de sectores de la burguesía empresarial contratista vinculada a las hidroeléctricas y obras públicas, alta burocracia del Estado y de los medios de comunicación social que controlan, en gran medida, magistrados, políticos colorados y opositores, religiosos y militares para imponer sus propias reglas e intereses al margen de la ley.

El pueblo asistió azorado y horrorizado a la lucha despiadada por el poder en marzo de 1999. Se impone un gobierno de coalición nacional conformado por colorados argaño-wasmosistas aliados a opositores para controlar el gobierno. El maridaje dura pocos meses, las peleas por espacios de poder son el orden del día, y los más sensatos se alejan ante la orgía de corrupción de González Macchi. Era la restauración stroessnista, la ideología del anciano dictador, pese al 3 de febrero, estaba más fuerte que nunca. En la etapa se consolida el liderazgo de Duarte Frutos, sin la presencia de Argaña, Oviedo y Seifart, en alianza con Galaverna. Triunfa en la interna contra Osvaldo Domínguez sin grandes obstáculos, pero recurrentemente bajo el fantasma del fraude en las urnas electrónicas. El ejercicio impúdico de un poder arbitrario, la ostentación burlesca e irritante de bienes mal habidos y la jactancia de mostrar “como se manda con plata y palo” expuso la decadencia más notoria de la transición.

La ideología stroessnista se exhibió en su auténtica dimensión. Como fenómeno sociológico fue la victoria, intercambiando nombres, de la vieja militancia. Los activistas y operadores del interior atraparon el poder partidario y nacional por los errores de la dirigencia tradicional que les precedió. Tuvieron como ventaja una enorme dinámica política, empatía con el colorado medio que se sintió con Stroessner, pero en particular, por aprender, sentir y practicar la política sin ningún tipo de escrúpulos. Separar la política de la ética derivó en un estilo maquiavélico, sin pudor, ni límites, como enseñara la praxis de esta disciplina en tiempos de la dictadura. El pueblo cada vez más retraído, apático y alejado, miraba como se peleaban por el “botín” del poder en los pasillos y alrededores del palacio de gobierno.

Duarte Frutos estandarte de una gran ilusión inicial por su calidad oratoria y su origen social y pasantía por el periodismo, por sus demonios internos y concesiones que habrá tenido que hacer para llegar, no se rodeó de un elenco capacitado, salvo honrosas excepciones. Se enorgulleció de sujetar el poder con mediocres, sin mayor novedad, ni autonomía para la toma de decisiones. Los mejores lo fueron abandonando, poco a poco, hasta quedar solo con sus actos para rendir cuentas de sus responsabilidades ante la historia.


g) Ovelar/Santa Cruz enfrenta a Castiglioni/Zacarías Irán

Extraviada la causa “sagrada” de la reelección nicanorista el grupo que detentaba el poder, y en particular su líder, quedó aislado y con dilemas concatenados e incompatibles. Comienzan los pasos del tercer y último drama.

Acto I: La concepción de la política de Nicanor le inhabilitó para impulsar un sucesor con “carrocería” y asociarlo posteriormente. Como él jamás cumplió pactos, ni acuerdos, no confiaba en ningún político de su entorno. Eligió ante la pérdida de la agenda personal una buena señora, pero burócrata y un operador del interior, en lo posible, el menos favorecido por la naturaleza. En su delirio imperial, según sus cálculos seguiría detentando el poder. Como buen populista/demagogo intuía el hartazgo de la gente, pero no lo asoció con su persona, sino con el estamento político y creyó que exhibiendo algo nuevo sortearía el obstáculo. Lo que falló en su ingeniería es que el hartazgo popular lo encabezaba él, y al mostrar candidatos subordinados sólo traería mayor rechazo.

Acto II: Ante tamaño disparates quienes pretendían seguir en carrera y rectificar el rumbo de las cosas, se alejan del poder y deciden enfrentar al oficialismo. Una vez más, se impone en la cantidad real de votantes la disidencia colorada reunida en VANGUARDIA COLORADA, pero un tribunal faccioso proclama el binomio oficialista. Recurrente tragedia en las internas coloradas, que sucedió con Argaña y Oviedo los dos máximos exponentes colorados de la transición. Lamentablemente dotados de temperamentos excluyentes e incompatibles, incapaces de asumir la política como una asociación. Síntoma claro del nivel cívico reinante en las filas republicanas.

Acto III: La oposición, siempre dispuesta a concertar con el poder, también sintiendo la insatisfacción ciudadana decide aliarse en un Gran Frente contra el oficialismo colorado. La solución, dividirlo. Para ello era ineludible liberar a Oviedo y que compita en las presidenciales. El arduamente concebido plan fracasó por:

1) En las crisis anteriores de Argaña (1992) y Oviedo (1997) el Partido Colorado pudo triunfar electoralmente porque en ambas oportunidades, Oviedo apoyó las candidaturas de Wasmosy y Cubas. En el 2008, en libertad y compitiendo con su propio aparato no solo no ayudó al binomio oficialista, le restó votos.

2) El pueblo que votó en la interna por Vanguardia Colorada no lo hizo a favor de los candidatos colorados oficialistas, en un alto porcentaje. Fue crucial para el efecto la posición del binomio Castiglioni/Zacarías Irún.

3) El síndrome de fatiga de poder enmoheció el otrora aceitado accionar electoral del Partido Colorado. La unidad legada por el stroessnismo entre una dirigencia de fuerte poder financiero, altos funcionarios públicos y fuerzas armadas perdió cohesión y disciplina cansados del manejo arbitrario del poder y del bajo nivel en su ejercicio. Mediocridad, vulgaridad y confusión predominaron por doquier.

4) Un hilo conductor poco visible, pero de fuerte impacto se movió detrás de las elecciones: La Iglesia Católica.


h) Conclusiones

En política son escasos los hechos casuales, por lo general, responden a causas controladas o incontroladas, pero siempre son motivados. Si a los candidatos que les correspondía el ejercicio legítimo del poder, los mismos actores e intereses se les opone enfrentamos una regla sociológica. Otros poderes actúan bajo la sombra, al margen de la normativa institucional del Estado, estos, posiblemente, sean los padrinos del Estado de corrupción a desmontar. La lógica de la transición era: Quienes triunfan en las urnas están obligados a negociar con el poder real, de lo contrario no llegan o caen, implosionó el 20 de abril del 2008, por distintas causas que no nos permite el espacio profundizar, pero anticipamos algunos titulares: Iglesia Católica, un candidato de familia colorada, Oviedo, emergencia en las mesas electorales de sectores católicos e izquierda que impidió la carga de votos, ausencia de un liderazgo nacional convocante en el otro partido tradicional que concede espacios a cambio del poder nacional, crisis terminar del modelo de dominación colorada, etc.

Durante la transición se agrando, encareció pero erosionó en sus funciones el poco Estado legado por la dictadura. Si no hay Estado, no hay ley, aún menos Estado de derecho. Sin Estado, ni ley lo que funge como gobierno se convierte en una banda usurpadora de delincuentes (San Agustín). A la fecha la transición colorada se agotó, y vino la alternancia con Fernando Lugo. El antaño abrazo republicano se tornó anti-histórico y poco práctico. Solo le favorecía a un minúsculo grupúsculo enquistado en el gobierno desde hace años. Duarte Frutos fue vice-ministro de educación de Rodríguez, ministro de Wasmosy, su jefe de prensa en la campaña y ministro de González Macchi. Galaverna fue vice-ministro del interior con Rodríguez, diputado, presentador en su campaña electoral; senador influyente con Wasmosy; factotum del acceso al poder de González Macchi y de Duarte Frutos y arquitecto de la justicia sectaria del régimen. El interrogante se generalizó: ¿Por qué seguir votando por ellos?

El 20 de abril del 2008 cae derrotada la ideología stroessnista, consistente en sostener el andamiaje institucional de la república con estos instrumentos: a) Cooptación de una oposición no-colorada, sectores aliados empresariales y las iglesias, entre ellas la católica. b) Corrupción e impunidad como el precio de la paz. c) Al amigo y adversario/amigo todo, al adversario/enemigo nada c) Un disfraz institucional signado por una justicia complaciente al poder de turno para actuar al margen de la ley, pero amparado en la ley.

Las internas coloradas fueron así porque también los colorados adolecen de los mismos caracteres culturales enunciados en páginas anteriores. Evidenció la intolerancia propia de nuestra cultura, el sentido de la exclusión y la lucha por el poder real que se “conoce” debajo de la mesa presidencial. Mientras el Estado sea más relevante que la sociedad civil para acaparar rentas, privilegios y acumular capital, la política seguirá siendo sangrienta. La única solución es ampliar la sociedad civil y someter la economía al mercado y la justicia a las leyes, independizando ambas de la política.

El pueblo paraguayo, independientemente, del éxito o fracaso de Fernando Lugo dio un paso gigantesco para construir el soñado Estado de derecho y una economía social de mercado. Lo determinante fue, es y será que un grupo político fue sancionado por el pueblo en las urnas. Es un precedente histórico e invaluable, basta con señalar que es el inicio del funcionamiento de una sociedad democrática y que no tiene precedentes en doscientos años de vida independiente..

El análisis lo culmina un juicio del Dr. Eligio Ayala (1915), líder histórico del Partido Liberal y severo inquisidor de nuestras elites, para apreciar en contexto las internas coloradas:

“El Paraguay está en la era política. La tradición de nuestro país es puramente política. Nuestro Dios nacional es la pasión por la utilidad política. En el Paraguay no existe la preocupación religiosa, ni la industrial, ni la agrícola, ni la guerrera; en el Paraguay se política y nada más que política.....La actividad política comprende casi toda la actividad social, y divide la sociedad en dos grandes grupos o partidos. El uno que ejercita el poder y excluye al otro de su ejercicio; el otro que se esfuerza por adquirir el poder y estorbar al que lo ejercita; una mayoría y una minoría, un grupo más fuerte y otro débil.....Hay en el Paraguay un arraigado e insensato prejuicio, un prejuicio hereditario que inficiona nuestra política, nuestros partidos, nuestra vida republicana. Los puestos públicos, la presidencia de la República, los ministerios, los cargos de senador y diputado son considerados como títulos de la consideración pública, de prestigio, de distinción social. El prestigio intelectual, el militar, el de la riqueza no existe; no hay privilegios de nacimiento, ni de nobleza. La única aristocracia paraguaya, es la aristocracia de los altos funcionarios públicos. Un elevado cargo público ejerce una fascinación misteriosa en la opinión pública; sugestiona, excita, atrae la admiración, la envidia, cierta mida idolatría. El comerciante que con un brillante talento para los negocios y con su trabajo perseverante e inteligente ha hecho fortuna; el poeta que ha escrito inspirados versos, el catedrático de la Universidad que diserta y escribe con sagaz penetración, el juez probo y recto, el militar, el periodista, todos viven en triste oscuridad, ignorados desdeñados, si no ocupan un elevado puesto político, si no son diputados, senadores o ministros. Bien, por el contrario, cualquier mentecatillo gozará de todas las reputaciones, de la de economista, financista, jurisconsulto, poeta, estratega y geómetra, desde que le caiga en suerte un puesto público. El más torpe de los estudiantes injertado en un ministerio por la gracia de un motín cuartelero eclipsa a su maestro, su protector y amigo. Y este capricho de la suerte bastará para que el amigo, el protector, el maestro se humille ante él, procure interpretar sus gestos, para satisfacer sus deseos, para prodigarle las más serviles adulaciones...De este ridículo prejuicio ha derivado la preocupación de vivir de sueldos. Los puestos públicos son considerados no solamente como títulos de distinción social, sino como fuente de recursos. En otras partes el poder político es un medio para satisfacer otros intereses, para realizar otros fines; en el Paraguay él es un fin en si mismo, es el término de las ambiciones...La política se ha convertido en una profesión lucrativa y honrosa, en una industria así como la medicina o el comercio o una fábrica de cañones en otras partes. Se ingresa en la política, en los partidos políticos, para adquirir puestos públicos, para distinguirse, divertirse y ganar plata...Para fabricar salchichas se requiere aptitudes especiales; para ser legislador o ministro en el Paraguay el talento y los conocimientos son superfluos...En vano se pretenderá abolir estos vicios, sin extirpar el prejuicio que los engendra. No se saneará nuestra política no con nuevos sistemas electorales, no con el voto secreto, la representación proporcional o el feminismo, no con la tolerancia ni con el fanatismo, ni con la indulgencia, ni con severas represiones. No se las corregirá con reformas legales, con aumentar el número de representantes, con rehacer la constitución política. Ese prejuicio pervertirá las mejores instituciones, y sin él cualquier institución será buena y útil. Hay que extirpar el prejuicio de las armas, hay que crear nuevos ideales de vida, hay que reorientar, remoldear la psicología colectiva...de todas las tentativas hechas para higienizar la política, la peor ha sido la llamada política de concordia, de tolerancia. Ester recurso consiste en la práctica en dar nuevos sueldos a los que con sus gritos y amenazas, sus injurias e inventivas molestan a los gobernantes. Es un tráfico en que cada uno cree obtener ventajas. Los gobernantes los compran, los oposicionistas se venden.”

Era preciso rastrear al tortuoso camino que nos conduzco aquí y ahora. El pasado ayuda a comprender el presente, no para indagar sobre héroes y villanos. Nada en la historia de un pueblo es extremo, ni individual. Somos como somos porque en más de una oportunidad al fracaso de una elite le acompañó la culpabilidad de amplios sectores de la sociedad civil, olvidando su entusiasmo por las peores causas, o el abandono de sus deberes cívicos. Sin olvidar, que el grado de responsabilidad siempre será proporcionar al poder detentado y a la capacidad de decisión.


NOTAS

1 - En lo internacional, desde mediados de los años setenta, la dictadura conoce por primera vez una etapa de serias divergencias públicas con la Casa Blanca, a raíz de la política de derechos humanos de la administración Carter con respaldo bipartidista norteamericano

2 - En su sector militaron Nicanor Duarte Frutos, José A. Alderete, Víctor Bernal, Lilian Samaniego, entre otros.

3 - A partir del golpe de marzo de 1999 ocupó el poder sectores vinculados al stroessnismo como Planás, Kike Nogués y Eduardo N. Bo. Políticos, hijos y parientes de ministros y colaboradores muy cercanos del anciano dictador  como González Macchi, Bower, Chiola, Bader Rachich Lichi y Galaverna. Fenómeno percibido también en el campo militar con la recuperación de poder por la infantería y artillería en desmedro de la caballería, arma de Rodríguez y Oviedo y comandara el golpe de 1989. Lamentablemente a partir del golpe de marzo de 1999 volvió la exclusión, la tortura política y hasta el terrorismo de estado aumentando a límites increíbles la corrupción estatal dirigida por el Senador González Macchi.

4 - Ayala, Eligio; Capítulo VIII, La Política, Ensayo escrito en Berna en el año 1915.

 

 

Fuente en Internet: http://www.canoradil.com

(Extraido de Internet en Setiembre del 2014)

 

 

 

 

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