DEL HEGEMONISMO PARTIDARIO A BASTIÓN DEL ESTADO DE DERECHO
Por BERNARDINO CANO RADIL
Una democracia demanda la vigencia irrestricta de la Constitución Nacional y del Estado de derecho. Esta es la única alternativa válida para salir del atraso y la pobreza, y es un requisito a ser aplicable al resto del entramado institucional. Es nuestra obligación fortalecer las instituciones, y para la democracia, en particular, será crucial la estabilidad del Partido Colorado y del liberal.
La historia probó, más allá de cualquier duda razonable, que los atajos institucionales siempre han sido un fracaso y terminaron por escamotear las libertades públicas. Restringieron derechos consagrados, cristalizaron liderazgos populistas y autoritarios, o elite oligárquicas.
La libertad y la democracia no solo es un reclamo necesario para sortear las actuales dificultades en el seno del coloradismo, se constituyes en una condición insoslayable para el fortalecimiento del Estado de derecho y la plena vigencia de la Carta Magna.
El desiderátum del coloradismo será su reformulación de ser un Partido Hegemónico, a funcionar como un partido más dentro del espectro nacional. Un paso difícil de resolver, porque si fracasare en esta empresa, simplemente tendrá el destino del PRI mexicano, si lo supera, el del peronismo argentino.
Cuáles serían estas condiciones, es decir, que significa el tránsito del Partido Hegemónico a partido común y corriente, inserto en un sistema más amplio de representación popular.
Para comenzar, definamos un Partido Hegemónico, Es aquel que extiende su capacidad de influencia y decisión sujeto a sus intereses sectoriales más allá del ámbito exclusivo político. En otros términos: tiene condiciones para manipular la justicia, la fiscalía, las fuerzas de seguridad y las gremiales de trabajadores y las organizaciones del campo económico.
El Partido Colorado desde 1947 y hasta 1989 y un poco más tuvo, sin compartir, con otro sujeto político el escenario ampliado descripto. Sumando también la característica de ser un Partido Hegemónico, dentro de un régimen político autoritario, sin libertades públicas.
Después de 1989 se reconvirtió casi exitosamente en un Partido Hegemónico en el seno de una transición democrática con libertades públicas plenas, pero con fragilidad en la aplicación de las reglas del juego democrático. En este contexto el Partido Colorado cometió dos pecados graves, que lo llevó a perder las justas electorales del 20 de abril.
Primero, subordinó la justicia para imponer un régimen de impunidad que impidió el combate a la corrupción, la cual se erigió en sistémica. Segundo, violó sistemáticamente las reglas electorales en sus internas, lo cual erosionó su legitimidad y capacidad para controlar sus electores. Ambos errores, si bien, le permitió prorrogar su dominio casi dos décadas más, fueron causales de su caída desprolija y uno de los motivos más complejos que le impide superar la presente crisis y su reconversión en un partido político moderno y democrático.
Su condición de hegemónico se perdió cuando el oficialismo partidario no pudo imponer su candidata el 20 de abril a toda la población. La inauguración del voto castigo es simultánea a la pérdida de la hegemonía. Un fenómeno que los principales líderes colorados todavía no han dimensionado en su real magnitud, y es el principal obstáculo para superar la actual crisis.
Los actuales sectores internos no piensan todavía en institucionalizar el partido, creen que podrán imponer su voluntad sectorial y hasta sectaria el resto del partido y que la sociedad nacional aceptaría el paso sin discutir, ni castigar tan arbitraria metodología. Nada más errado. Como si el 20 de abril al inaugurarse el voto castigo, no se hubiera iniciado una nueva era política nacional y partidaria.
Los actuales líderes colorados creen que lo de Lugo fue un acto aislado y coyuntural. Que la Alianza Patriótica para el cambio no se presentará unida en el 2013 y que si se imponen en la interna, podrán repetir la “hazaña” en las nacionales. Nada más equivocado.
Todos los sectores del coloradismo deben acompañar un pacto sobre los siguientes puntos: a) Una Convención para elegir un Nuevo Tribunal Electoral de Consenso entre los principales movimientos internos, b) Una depuración de padrones y cronograma electoral pactado, c) Una reforma estatutaria que permita votar en forma simultánea nueva autoridad partidaria y candidatos a las municipales, d) Tomar conciencia que el momento político actual exige candidatos creíbles y aceptados por la ciudadanía, e) Modernizar su doctrina a los tiempos actuales en temas tan relevantes como el rol del Estado, mercado, etc..
Todos los sectores deben acordar sobre estos puntos.
Solo la suma de todos estos factores permitirá al coloradismo superar la actual crisis. Ninguno de ellos puede estar ausente, de lo contrario, la anarquía reinará y el horizonte de acceder nuevamente al poder en el 2013 será más que una Utopía un imposible.
El voto castigo concluye el ciclo del Partido Hegemónico, y esta lección el coloradismo debe aprenderla aunque cueste sangre y fuego, de lo contrario, lo pagará con su futuro y su propia existencia. Humildemente, no vemos otro camino.
(Publicado en El Universitario,
Editorial Pacífico, 15 de octubre del 2008)
Fuente en Internet: http://www.canoradil.com
(Extraido de Internet en Setiembre del 2014)
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