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ANTONIO L. CUBILLA

  SE DEBE RETORNAR A LOS CRITERIOS DE FLEXNER - Por Dr ANTONIO L. CUBILLA


SE DEBE RETORNAR A LOS CRITERIOS DE FLEXNER - Por Dr ANTONIO L. CUBILLA

SE DEBE RETORNAR A LOS CRITERIOS DE FLEXNER

Por Dr ANTONIO L. CUBILLA

 

Decíamos en un artículo anterior que, independientemente del extraño y socialmente deletéreo fenómeno de la proliferación de las facultades de Medicina, observamos un deterioro en la calidad institucional de las nuevas y antiguas casas de estudio.

También que el hecho es global, afectando sobre todo a países del Tercer Mundo, donde no existe una población de suficiente nivel de crítica y donde se valora más el certificado, el título, el estatus social y el dinero que el conocimiento. Mencionábamos los criterios del Dr. Flexner, quien provocó la primera gran revolución en la educación médica mundial que transformó a las facultades de Medicina del mundo. Esta revolución, que realizó el cambio de la enseñanza de la medicina empírica a la científica, no ha llegado al Paraguay, y es por eso que nuestro nivel de investigación, práctica médica y excelencia en salud pública son muy limitados, diríamos hasta primarios. Los criterios de excelencia de Flexner se relacionan con los métodos de admisión altamente selectiva de los alumnos, con los métodos modernos pedagógicos ligados a la investigación, con la docencia calificada, los recursos económicos, los ambientes académicos hospitalarios y la propia investigación científica. No hay otra salida posible ante tales exigencias de las que depende la salud de la población y el avance del conocimiento en las patologías locales. Ya nos hemos ocupado de los tres primeros y nos referiremos en este escrito a los tres últimos.
 

 

RECURSOS ECONÓMICOS  

Las facultades de Medicina son costosas y nadie debe aventurarse a crear una sin suficientes recursos, como acá es la regla. Decía Flexner que los recursos económicos deben existir al iniciar el proyecto y no deben provenir solamente de la cuota de los alumnos. Este es el método preferido de los modelos preflexnerianos de hace más de cien años y también el adoptado por las nuevas facultades lucrativas de Medicina. Entonces no habrá suficientes inversiones, no habrá hospitales y bibliotecas adecuadas, laboratorios de investigación, si los dueños de las facultades deben además lucrar. No habrá buena paga para docentes ni investigadores, sometidos por necesidad al poco académico y vergonzoso sistema de pago por hora y su secuela, el profesor taxi. Se deben buscar subsidios para las facultades de Medicina, provenientes de la investigación, del Estado, de las empresas, de donaciones o de otras fuentes, pero no sostener el complejo sistema educativo con las cuotas solamente. Mientras que las públicas se inician con exiguos montos no suficientes para una escuela primaria, sus docentes viven con míseros salarios. Es tal la ignorancia y des actualización que aquellas facultades de Medicina públicas o privadas que pretenden dar muestras de progreso, aunque sea para el marketing, orgullosamente muestran sus nuevos ampulosos edificios, erróneamente denominados de ciencias básicas (ya que allí no se practica ciencia seria), con sus morgues anatómicas y laboratorios de Histología con microscopios. Estas disciplinas estáticas pertenecen a los siglos XIX y XX, y su aprendizaje in situ ha sido reemplazado por imágenes de informática. Tampoco se enseñan como materias separadas en facultades modernas que no requieren ese tipo de inversiones, sino otras, por supuesto ausentes de nuestras facultades desfasadas de la modernidad.   

El país no puede soportar con seriedad los gastos de 20 facultades de Medicina para una población de 6 millones de habitantes. Una facultad de excelencia por cada 2 millones de habitantes ya sería suficiente, de acuerdo a recomendaciones internacionales. Como en la época de Flexner, es perentorio que se produzca el cierre de la mayoría de nuestras facultades de Medicina. Que sobrevivan las más aptas. No deben existir argumentos de autonomía ante tal engaño educacional. La nueva ley de educación superior debe poseer los instrumentos para cerrar las instituciones médicas no calificadas. La superpoblación médica, sabemos, no asegura la cobertura rural, fenómeno socioeconómico y cultural que, por su complejidad, está mas allá de esta presentación.  

 

LA MEDICINA SE ENSEÑA EN HOSPITALES

Flexner encontró que muchas facultades de Medicina, hacia 1900, no tenían hospitales; eran domicilios particulares o edificios inadecuados para la práctica médica, como la mayoría de nuestras facultades de Medicina públicas o privadas. Algunos, en el área rural, llaman hospitales universitarios a precarios centros regionales de salud, mal equipados, insalubres, sin ambientes académicos, sin investigación médica, depósitos de libros viejos donados o folletines de organismos internacionales denominadas  bibliotecas, practicando una medicina elemental y empírica equiparable a la medicina de la primera mitad del siglo pasado. En facultades de Medicina serias, deben existir hospitales y clínicas equipados, donde los alumnos ejercerán supervisados por docentes. No se concibe una facultad de Medicina sin hospital propio que debe ser del tamaño adecuado para producir la variedad de patologías que se requiere para el aprendizaje. En nuestro país, el estudiante debe además rotar en instituciones periféricas de barrios marginales y en centros de medicina rural para conocer esta realidad social. Me pregunto cuántas de las veinte facultades de Medicina del Paraguay tienen hospital propio de, por lo menos, trescientas camas cada uno.

   

INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

La gran revolución flexneriana fue  convertir la enseñanza y práctica de la medicina de un modelo empírico imitativo de tradiciones no demostradas a una visión crítica y cambiante, imbuida de ciencia. Su postulado señero fue el que la educación médica debe estar ligada íntimamente a la investigación científica. Los docentes deben ser investigadores y los alumnos deben tener un estrecho contacto con la investigación. Aunque logísticamente no es posible en la mayoría de las facultades que todos los estudiantes realicen trabajos de investigación, es importante que la mayoría de los docentes sean investigadores y transmitan a sus alumnos los resultados de su investigación y la de sus colegas investigadores. El estado del arte del conocimiento médico es sumamente cambiante y los libros de texto se reeditan con nuevos autores o nuevos enfoques cada cuatro años. Los libros de enseñanza traducidos al español que se utilizan en nuestras facultades de Medicina en general son obsoletos porque, teniendo en cuenta el tiempo de impresión de casi dos años del texto original, que es en inglés, francés o alemán, se le agrega el tiempo de traducción, como seis a siete años en total. En ese periodo, ocurrieron numerosos descubrimientos y nuevas modalidades diagnósticas y de tratar a los pacientes. Se enseña librescamente, de manera desfasada. Tiene que ver con el hecho de que los docentes no son investigadores, quienes están más actualizados y disponen de mayor acceso a la última literatura médica en sus áreas de estudio.

 

Fuente: SUPLEMENTO CULTURAL DEL DIARIO ABC COLOR

Publicación del Domingo, 18 de Diciembre del 2012

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY

 

 

 

 

 

SE DEBE RETORNAR A LOS CRITERIOS DE FLEXNER

Por DR. ANTONIO L. CUBILLA

 

El problema de obsolescencia de las facultades de Medicina del Paraguay es histórico y tiene que ver con el avasallante progreso científico médico en otras culturas y la ausencia de las revoluciones académicas de la universidad que ocurrieron en el mundo e hicieron posible este bravo nuevo mundo intuido por Huxley. De las cuatro principales revoluciones, la humboldtiana en Alemania (1810), la napoleónica en Francia (1810), la flexneriana, en Estados Unidos (1905) y la de Córdoba en Argentina (1918), sola esta última, de alto impacto político pero escasa repercusión académica, afectó a la universidad paraguaya. Para colmo, un nuevo movimiento de alto dinamismo, no calificable como revolucionario, sino de regresión académica, el de la mercantilización o emergencia masiva de universidades lucrativas, sí tiene alta influencia en las nuevas facultades de Medicina que pululan en el país.

Entre los modelos históricos que han sobrevivido, y de cuya excelencia no puede dudarse, es el flexneriano el de mayor influencia. De sus claustros emerge la mayoría de los premios Nobel, indiscutible indicador de excelencia académica en la universidad moderna. Opina el profesor Karle, directivo de la Federación Mundial de Educación Médica (Dinamarca), en una reciente evaluación crítica, que muchas facultades de Medicina, especialmente en el Tercer Mundo, por causa de un mercadismo mal entendido, están retrocediendo a la era preflexneriana. Es decir, en la era de la medicina científica donde teoría, técnica y práctica se imbrican, se regresa a la medicina empírica. Hay que recordar que Flexner fue responsable de la gran revolución en la educación médica que se inició en los Estados Unidos de América hacia 1910 con el modelo de la escuela de Johns Hopkins y que fue seguido por casi todas las grandes universidades norteamericanas y europeas. Se inspiró en las universidades germánicas del siglo XVIII y XIX, especialmente la de Humboldt, en Berlín. En Estados Unidos, antes de Flexner, las facultades eran pequeñas, funcionaban fuera de hospitales en viviendas o garajes, sus docentes no estaban altamente calificados y en realidad eran un engaño a la población. La medicina y su enseñanza eran empíricas o intuitivas y no se basaban en la evidencia científica, que era entonces limitada. Las facultades de Medicina del Paraguay, sin temor a error, podrían hoy categorizarse como preflexnerianas. Los criterios de esa revolución persisten en las universidades modernas de excelencia y son ahora recomendados de nuevo, muy tardíamente, para una nueva re-revolución, para los apóstatas de esta visión o para quienes nunca la han conocido, como es nuestro caso en particular. Es porque los criterios de excelencia académica en medicina siguen siendo mayormente flexnerianos. Algunos de ellos son aplicables a carreras no médicas.

 


LOS CRITERIOS DE EXCELENCIA DE FLEXNER

1. SELECCIÓN DE ESTUDIANTES

Se inicia con la selección rigurosa de los alumnos. No es aconsejable el ingreso irrestricto de alumnos a una facultad de Medicina. Históricamente, en la facultad de Medicina de la UBA, de Buenos Aires, ingresaban todos los que lo deseaban, creando clases gigánticas de más de mil alumnos y una burocracia inmanejable. Solo se graduaba un pequeño porcentaje, creando al Estado un gasto inaceptable. Este modelo es hoy aceptado por ellos mismos como problemático y ha sido corregido. Deben ingresar solamente los alumnos intelectualmente aptos para la disciplina. Esto independientemente de si los sistemas son gratuitos o pagados. No estamos discutiendo este importante aspecto ahora. Solo la excelencia académica es un requisito. Exámenes de ingreso deben ser rigurosos. El objetivo es identificar las mejores mentes para poder comprender la medicina científica, cada vez más compleja y dependiente de los últimos resultados de la investigación. Esta es la justificación principal. Este sistema meritocrático favorece al alumno de escasos recursos económicos, porque es su oportunidad para escalar socialmente y descollar académica o profesionalmente, porque la capacidad y el talento predominan en este estrato social por su mayor número y ganas de progresar. Un estudiante de muchos recursos económicos pero menos dotado tendrá siempre más oportunidades de ubicarse en el mundo de la realización o el trabajo. Eran los criterios de J.F. Revel de la oportunidad del igualitarismo por medio de la educación superior. Existen otras honorables carreras relacionadas con la salud para alumnos dotados con otras habilidades, desde la tecnología médica a la medicina del servicio social, ambas tan importantes. La sabia naturaleza construyó las inteligencias múltiples. Un conocimiento previo de ciencias básicas es ideal: física, química, matemáticas, estadísticas, biología, psicología. Estas materias deberían enseñarse antes, una especie de escuela premédica. A nivel público, que es lo que nos interesa, se puede centralizar en el campus de San Lorenzo la enseñanza de las ciencias básicas para facultades médicas y no médicas relacionadas con las ciencias naturales; se ahorraría mucho dinero y se utilizarían los mejores docentes.

 

2- MÉTODO CIENTÍFICO   

Flexner enfatizó la necesidad en las facultades de Medicina de adherirse al método científico, anticipando la enseñanza de la medicina basada en la evidencia científica. El pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas son elementos esenciales de este pensamiento, que ayudarán a los médicos a formular y resolver problemas diagnósticos, terapéuticos y de investigación, que son similares, y esto no se entiende bien. La inspiración de estos métodos pedagógicos, aun hoy considerados modernos, es en la propia metodología y epistemología de la investigación científica. Es decir, los docentes realizarían en su pedagogía ese mismo proceso de construcción epistemológica súbita o gradual que lleva a los científicos al descubrimiento. Se inicia con una gran experiencia en el área, la formulación de una hipótesis y el análisis deductivo mediante la observación, el test y los experimentos, cotejando la idea con la realidad. Los profesores investigadores germánicos del modelo humboldtiano fueron los inventores de esta manera de enseñar, porque siendo investigadores, les era natural enseñar de la misma manera en que actuaban para descubrir. Por eso (esta idea no es compartida por todos) un profesor investigador, siempre en el límite del conocimiento y contagiando su entusiasmo por descubrir, aunque carezca de talento histriónico, es mejor docente que un profesor no investigador.



3- DOCENCIA CALIFICADA

Los docentes deben ser calificados y suficientes en número, y estar comprometidos con la investigación científica, decía Flexner. Debe existir un modelo de pedagogía médica, donde los estudiantes en clases pequeñas reciban atención preferencial por los docentes, aprendan haciendo y se integren precozmente al manejo de los pacientes y, en lo posible, a proyectos de investigación. Es tradición en la cultura académica de nuestra universidad que lo académico es identificado con lo docente y, en el caso médico, con lo profesional o lo asistencial. Lo que no está intrínsecamente mal, aunque en las sociedades modernas, el máximo prestigio académico está en la investigación científica, en las contribuciones originales de los miembros de una universidad que otorgan el máximo prestigio institucional y contribuyen al mejoramiento del conocimiento y la salud en su país y en el mundo. Entonces, el docente ideal es aquel que también realiza actividad de investigación. Lo académico es lo investigativo. La medicina se está volviendo cada vez más científica y compleja, y requiere de docentes con gran capacidad de razonamiento y discernimiento. Una frecuente confusión y falacia en los países pobres es la creencia de que, en la pobreza, la enseñanza de la medicina debe ser diferente, sui géneris. "Necesitamos crear el perfil del médico paraguayo con las habilidades básicas para manejar nuestras patologías", decía un ya fallecido afamado director de educación médica de la FCM, a quien en parte responsabilizo del atraso inveterado de esa institución. Una especie de nacionalismo monopólico del morbo local. Una creencia en la particularidad del ser nacional en su capacidad para enfermarse, respecto a otros miembros de la raza humana, como si la especiación evolutiva haya afectado al Paraguay de una manera singular y no repetible, haciéndolo único como especie humana. El razonamiento no es científicamente correcto. Las afecciones de los pobres son tan complejas como aquellas de los ricos y requieren del mismo esfuerzo de investigación y, muchas veces, hoy más que nunca, las mismas afecciones están presentes en ambos estratos sociales. El cuerpo humano, construido lentamente en el devenir evolutivo por prueba y error, lastimosamente no dispone de recursos tan variables para reaccionar ante el insulto mórbido y determinar la singularidad del enfermo paraguayo, una gota en el mar planetario. Tampoco respeta el espesor de la billetera de los pacientes para atacarlo; observemos, como ejemplos, el dengue o el hanta virus en el Paraguay. Observen nuestro típico médico de centro sanitario público rural, que deriva pacientes con patologías sencillas por no estar preparado para tratarlas en su lugar de diagnóstico. Las actividades preventivas y la medicina social cada vez más son cubiertas por personal no médico y esto está bien. No es necesario un médico para este tipo de trabajo social. La formación del médico es muy prolongada y costosa y no se debe mal invertir de esa manera. Cada uno a lo que sabe. Así lo recomiendan las grandes organizaciones de educación médica.


Fuente: SUPLEMENTO CULTURAL DEL DIARIO ABC COLOR

Publicación del Domingo, 16 de Octubre del 201

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY

 

 

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