PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
MONTSERRAT ÁLVAREZ
  FELIZ CUMPLE, MARILYN MONROE - Por MONTSERRAT ÁLVAREZ - Domingo, 31 de Mayo del 2015


FELIZ CUMPLE, MARILYN MONROE - Por MONTSERRAT ÁLVAREZ - Domingo, 31 de Mayo del 2015

«A BEAUTIFUL CHILD»

FELIZ CUMPLE, MARILYN MONROE

Por MONTSERRAT ÁLVAREZ


Un primero de junio, como mañana, pero de 1926, desnuda y sola –tal como pasaría, en el fondo, su vida entera, y tal como la encontraría, en su cama, treinta y seis años más tarde, la muerte–, nació la mujer más deseada por millones de hombres y la más solitaria de todas las mujeres. Hoy, domingo 31 de mayo, víspera de su aniversario, la literatura la recuerda

En «A beautiful child», Capote cuenta todo lo que hacen Marilyn y él un día después de un funeral. Ella quiere ir al muelle, y toman un taxi. «Pasamos el Bowery», cuenta. «Casas de empeño, puestos para donar sangre, cuartos con camas a cincuenta centavos, hoteles de un dólar la noche, bares de blancos, bares de negros, vagos jóvenes, vagos viejos en cuclillas entre vidrios rotos y vómitos, vagos acurrucados como pingüinos en las esquinas. En un semáforo, un espantapájaros de nariz roja, tambaleándose, se acerca y empieza a limpiar el parabrisas con un trapo que aferra con su temblona mano. El taxista le grita obscenidades en italiano.


«Hay algo sorprendente en ella: su absoluta, incurable,

a veces intolerable incapacidad de mentir» (Arthur Miller)/ ABC Color


«M: ¿Qué es esto? ¿Qué pasa?

«TC: Quiere una propina por limpiar el vidrio.

«M (cubriéndose la cara con el bolso): ¡Qué horrible! Dale algo. Apúrate. ¡Por favor! (Pero el taxi ya partía, derribando casi al viejo borracho. Marilyn lloraba.)

«TC: ¿Quieres irte a casa?

«M: Se ha arruinado todo»

Llegan al muelle «y la vista de Brooklyn al otro lado y las gaviotas contra el cielo veteado de nubes pronto tranquilizaron su espíritu. Un hombre con un chow-chow iba hacia el ferry y al pasar junto a nosotros Marilyn se paró a acariciar la cabeza del perro.

«HOMBRE (serio, hostil): No debe tocar perros desconocidos. La pueden morder.

«M: Los perros nunca me muerden. Solo los humanos. ¿Cómo se llama?

«HOMBRE: Fu Manchú.

«M (riendo): Oh, como en el cine. Qué amor.

«HOMBRE: Usted, ¿cómo se llama?

«M: ¿Yo? Marilyn.

«HOMBRE: Ya me parecía. Mi mujer no me lo creerá. ¿Me da su autógrafo? (Sacó un papel y un bolígrafo. Apoyándose en su bolso, ella escribió: Que Dios lo bendiga. Marilyn Monroe).

«EL HOMBRE: Ya verá cuando enseñe esto en la oficina».

Fueron al borde del muelle, sigue contando Capote. Se pusieron a escuchar el agua. «Contra el atardecer malva ilustrado con gaviotas blancas, Marilyn se apoyó en un poste de amarre, miró mar adentro (Galatea oteando lejanías) y me regaló su perfil. Era perfecto, como si Dios no hubiese hecho nada más en toda la Creación. Las nubes parecían toscas ante su pelo de algodón de azúcar. De pronto se volvió a mí con suavidad irreal, como si la brisa la hubiera hecho girar». Y entonces, cuenta Capote, ella le preguntó algo.

«M: Recuerda, te dije que si te preguntaran alguna vez cómo era yo, cómo era Marilyn Monroe de verdad, ¿qué les dirías? (su tono era burlón, pero yo sentí que quería una respuesta sincera). Apuesto a que les dirías que era una estúpida. Una sentimental.

«TC: Por supuesto… Pero también les diría…

«La luz ya se iba. Marilyn parecía irse con ella, perderse en el cielo y las nubes. Quise gritar más alto que los chillidos de las gaviotas, llamarla para que volviese: ¡Marilyn, Marilyn! ¿Por qué todo tuvo que terminar así? ¿Por qué la vida tiene que ser una mierda?

«TC: Yo les diría…

«M: No te oigo…

«TC: …les diría que eras una hermosa niña».


Vidas locas, alegres, trágicas: Marilyn Monroe bailando con Truman Capote.

Beautiful children./ ABC Color



Sabemos que no lo oye, no importa cuánto alce la voz, ni cuánto grite, que lo que necesita siempre le llegará a destiempo, que aun si el mundo entero gritara esas palabras, a Marilyn le llegarían sin el poder del sentido, que hay heridas invisibles y que matan, que hay vacíos en la médula del ser y que esa frase y muchas más podrían sonar en los oídos de Marilyn sin curar la falla que es su misterio, su ananké, su cualidad trágica, el fondo tenebroso de su belleza luminosa, el fondo amargo de la, en el fondo fatal, inconsciencia de su sonrisa, de su risa, de su terrible alegría, el agujero negro detrás de cuanto el mundo vio y celebró en ella. Sabemos que toda felicidad y todo amor siempre llegarán a destiempo a un alma así.

En el caso concreto de Norma Jean Baker, tal vez fue la nada en los ojos de su perturbada y ensimismada madre, que tal vez la miró sin verla a una edad demasiado tierna para que esa distancia no fuera letal. O tal vez la ausencia del padre. O tal vez el abuso de este u otro adulto. O tal vez, tal vez…

«Perhaps, perhaps, perhaps»: en todo caso, ese error fue el –doloroso– precio de su magia. Si se suicidó o la asesinaron, si su muerte tuvo que ver con la soledad o con los Kennedy, si su niñez fue infeliz, su pubertad, traumática y su juventud, desamparada, si su madre murió loca, si fue violada, si sufrió humillaciones y si tuvo que tragarse más de un sapo para ser actriz, son asuntos que, ciertos o no (no tengo el conocimiento de los expertos en la vida de Marilyn Monroe ni en la de otras estrellas de Hollywood), no explican por sí solos la transustanciación de la sustancia normal de un ser humano en la sustancia milagrosa de un símbolo. De ellos, sin embargo, por lo que fuere, se derivó un fenómeno cualitativamente distinto, la metamorfosis de Norma Jean en cifra, en emblema, en representación, viva o muerta, de un misterio antiquísimo.

Como otras deidades y seres prodigiosos lo son: figuras de la mujer como absoluto, con todo el peso de esa carga simbólica para la fantasía de la humanidad. Cabrera Infante lo ha dicho también en cierto modo, al comparar la imagen de Marilyn creada por Wilder en The Seven Year Itch (1955) –«ella camina por una fingida calle de Manhattan y desde una parrilla en la acera un eolo malicioso y solícito sopla una ráfaga vertical de aire tibio o más bien fresco que le levanta las faldas y muestra sus pulidas pantorrillas pálidas para revelar sus muslos arqueados hasta los púdicos pantaloncitos desusados, tan blancos como sus piernas perfectas»– con la imagen de la diosa creada por Botticelli en la Nascita di Venere (1484): «Esa visión», señala con agudeza, «es imperecedera: es idéntica a la reconstrucción ideal que hizo Botticelli del nacimiento de Venus en el mar Egeo: Marilyn es una Afrodita urbana surgiendo sobre el ajetreo del subway, ahora».

Sin un contraste oculto, las dulzuras pueden ser empalagosas, las armonías, monótonas; a los ojos, al sentimiento, al paladar, al oído… Parte de la destreza de todo buen cocinero, pintor, músico, artista es introducir un toque de veneno en lo exquisito. Y del sordo drama (que, en última instancia, concierne a los mecanismos más nucleares de la persona, o sea, a la condición humana como tal), de la íntima e incurable desdicha de la persona concreta que fue Norma Jean Baker, brota el indefinible poder de su imagen atemporal: esa tensión mágica que ha hecho a más de un escritor dedicarle sus palabras. «No otra cosa que una sombra fue y será Marilyn Monroe para todos. Ahora se trata de explicar la fascinación obsesiva y recurrente como la luna, de esa sombra, de esas sombras o de esa sola sombra pálida que dura más de un cuarto de siglo en las reticentes retinas, y su perenne manifestación entre nosotros, sus médium. Esa presencia sobrehumana, más allá de la muerte y del olvido, es el mito manifiesto que ahora llamamos Marilyn Monroe», apuntó Guillermo Cabrera Infante en «Beldad y mentira de Marilyn Monroe» (el texto del que proceden aquí también las otras citas de este autor). Marilyn, escribe en este artículo publicado en 1982 en El País, y con estas palabras indica su cualidad sin tiempo de mito, «es la última rubia radiante, pero también la rubia eterna, la inmortal, el mito de la mujer rubia, la diosa blanca, la luna que nace, que renace y en ella misma cada visión cambia».

Tal vez fue Truman Capote (Nueva Orleans, 1924 - Los Ángeles, 1984) –en «A beautiful child», que tradujimos en parte al comienzo– quien desnudó con más humanidad, con más nobleza y más cuidado, con más poesía y más respeto a su amiga Marilyn. Aunque hay que señalar, por otra parte, que pocos poemas a su muerte tan tristes y tan siniestros hay como el de Sharon Olds (San Francisco, 1942):


The Death of Marilyn Monroe


(Sharon Olds)

The ambulance men touched her cold

body, lifted it, heavy as iron,

onto the stretcher, tried to close the

mouth, closed the eyes, tied the

arms to the sides, moved a caught

strand of hair, as if it mattered,

saw the shape of her breasts, flattened by

gravity, under the sheet

carried her, as if it were she,

down the steps.

These men were never the same. They went out

afterwards, as they always did,

for a drink or two, but they could not meet

each other’s eyes.

Their lives took

a turn –one had nightmares, strange

pains, impotence, depression. One did not

like his work, his wife looked

different, his kids. Even death

seemed different to him –a place where she

would be waiting,

and one found himself standing at night

in the doorway to a room of sleep, listening to a

woman breathing, just an ordinary

woman

breathing.



(«Los enfermeros tocaron su cuerpo/frío, lo subieron, pesado como hierro,/ a la camilla, trataron de cerrarle/ la boca, le cerraron los ojos, ataron/ los brazos a los lados,/ apartaron un mechón/ de pelo enredado, como si importara,/ vieron sus pechos aplastados por/ la gravedad, se la llevaron bajo la sábana,/ como si estuviera allí,/ escalera abajo.

«Esos hombres nunca volvieron después/ a ser los mismos. Al salir del trabajo fueron, como siempre,/ a tomar unas copas, pero no podían/ mirarse a los ojos.

«Sus vidas dieron/ un vuelco –uno tenía pesadillas, dolores/ raros, impotencia, depresión. Otro/ odiaba su trabajo, su mujer le parecía/ cambiada, sus hijos. Incluso la muerte/ se le antojaba distinta –un lugar donde ella/ estaría esperando,

«y otro se encontró a sí mismo de pie en medio de la noche,/ en el umbral de la habitación del sueño, escuchando/ a una mujer que respiraba, tan solo una mujer/ normal/ que respiraba»).


montserrat.alvarez@abc.com.py




Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Publicado en fecha: Domingo, 31 de Mayo del 2015

Fuente en Internet: www.abc.com.py

 

 

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)






Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados
Asunción - Paraguay
Desarollador Ing. Gustavo Lezcano
Contenidos Lic.Rosanna López Vera

  Logros y Reconocimientos del PortalGuarani.com
- Declarado de Interés Cultural Nacional por la Secretaría Nacional de Cultura
- Declarado de Interés Cultural por la Municipalidad de Asunción
- Declarado de Interés Cultural por la Municipalidad de Luque
- Declarado de Interés Lingüístico por la Secretaría de Políticas Lingüísticas
- Declarado de Interés Turístico por la Secretaría Nacional de Turismo
- Doble Ganador de la Premiación del World Summit Award WSA