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MONTSERRAT ÁLVAREZ

  «PARAGUAYOS DE BIEN» - Por MONTSERRAT ÁLVAREZ - Domingo, 19 de Mayo de 2019


«PARAGUAYOS DE BIEN» - Por MONTSERRAT ÁLVAREZ - Domingo, 19 de Mayo de 2019

«PARAGUAYOS DE BIEN»

Crítica Social y Cultural

 

Por MONTSERRAT ÁLVAREZ

 

 

montserrat.alvarez@abc.com.py

Me complace escribir «nazionalistas», así, con «z», en este espacio porque he observado que esa «z» tiende a estropearles el día a ciertos sectores sociales más o menos amplios, a ciertos grupos de personas que empiezan a salir del sarcófago en nuestro país y en muchos otros y que por sus valores, prácticas y modos de expresión –clasistas, sexistas, autoritarios, discriminatorios, homófobos, racistas, machistas, aporófobos, xenófobos y, como suelen decir los periodistas, «un largo etcétera»– se merecen, a mi juicio, que se les estropee el día de vez en cuando.

Sin embargo, aunque todo nacionalismo –repito: todo– esconde una z, y aunque la palabra nación facilita aludir al nazismo, el juego con el término «fascismo» sería más oportuno en este contexto. A fin de cuentas, aun pobre, huera, incoherente y mal fundada, Mein Kampf desarrolla una teoría política, una teoría del racismo y el arianismo con posiciones bien definidas, anticristianas y neopaganas, y con nociones claras de la entartete Kunst, el «arte degenerado», la voluntad de potencia y el Superhombre. El fascismo, en cambio, desde Mussolini, básicamente fue una liturgia, un folclore, un estilo cuya grandilocuencia cubría lo impreciso de su corpus teórico, reducible a poco más que ese artículo de la Enciclopedia Treccani firmado por el Duce –e inspirado o escrito (Eco dixit) por Giovanni Gentile– con su vaga noción hegeliana tardía de un «estado ético y absoluto» (1).

Si el nazismo –más allá de la calidad o el nivel de la misma– tuvo una filosofía, el fascismo solo tuvo una retórica. Diría que los grupos y sectores, pequeños o grandes, relevantes o no –todo está fresco aún, y todo cambia–, que, al paradójico amparo de la libertad de expresión que buscan reprimir, comienzan a manifestar urgencias de excluir del espacio democrático voces en desacuerdo con sus ideas –llámense nazionalistas, pro familia, pro vida, etcétera–, y que comienzan a presionar a las instituciones para que respalden tales urgencias –con éxito, en algunos casos (véase lo ocurrido con un performer paraguayo el año pasado en Asunción (2), con una obra teatral pospuesta esta misma semana también en nuestra ciudad (3), con la virgen abortera de una artista plástica argentina hace pocas semanas en Buenos Aires (4), etcétera)– tampoco cuentan con una teoría, si bien tienen, en su lugar, una retórica.

Si la palabra «fascismo», como Eco bien lo expuso en su famosa conferencia de 1995 en la neoyorquina Universidad de Columbia, se volvió sinécdoque, denominación pars pro toto de movimientos totalitarios, no fue porque contuviera los elementos de los diversos totalitarismos «en estado quintaesencial»: fue porque no tenía quintaesencia, y ni siquiera esencia, porque era un totalitarismo fuzzy, de contornos difusos, un «collage de diferentes ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones» (5).

Imprecisión y contradicción, no obstante, nunca han significado tolerancia: a Gramsci, nos recuerda Eco en dicha conferencia, lo metieron en la cárcel hasta su muerte; Matteotti y los hermanos Rosselli fueron asesinados; la prensa libre fue suprimida, los sindicatos fueron desmantelados, los disidentes políticos terminaron confinados en islas remotas. La noción de «fascismo», sigue Eco, es como la noción de «juego» en Wittgenstein: puede ser competitivo o no, se puede jugar a solas o con otros jugadores, se puede o no apostar... En realidad, es una serie de actividades que comparten un «parecido de familia».

Si en el fascismo –o, como quería Eco, el «Ur-Fascismo»– las ideas son débiles, la retórica es potente. Las pasiones que desata, egoístas, excluyentes, brutales, tan cobardes y mezquinas al cabo, pese a todo, también lo son. Culto a la tradición, a la Patria, a la Nación –y los únicos que pueden ofrecer una identidad a la nación, cito una vez más a mi semiólogo italiano favorito, son los enemigos–. Y, contrapartida lógica del culto: odio. Odio a los extranjeros, a los pobres, a las mujeres, a los homosexuales, a los sintierras, a los sintechos, a los percibidos, en suma, ya como débiles, ya como diferentes, ya como ambas cosas a la vez. Intrusos. Intrusos en el espacio que los sectores intolerantes creen suyo –así, los nazionalistas hablan en nombre de «los paraguayos» (a veces añaden: «de bien»), como si no pudieran existir paraguayos con ideas y convicciones internacionalistas, ni paraguayos sencillamente alérgicos a los viejos discursos tradicionales, ni paraguayos críticos del culto a todos esos héroes sucesivamente impuestos por decreto (nada más absurdo, y antiheroico, dicho sea de paso, que un «héroe por decreto») en la historia de los gobiernos de este país–. Así, en nombre de «todos los paraguayos», descalifican productos culturales y artísticos y promueven su censura, así desautorizan incluso a investigadores e historiadores cuyo solo error es intentar ser más rigurosos de lo que «los paraguayos de bien» están dispuestos a aceptar, así presionan incluso a las instituciones para que no se les reconozcan a otros derechos de diversa índole: en nombre de la «voluntad común» que pretenden encarnar.

La importancia de estas manifestaciones es variable. Algunas pueden parecer, y a veces ser, simples alardes de haters y trolls de internet sin consecuencias notables; otras veces pueden tener, en cambio, efectos nocivos de gravedad diversa. No importa. No ver el fenómeno que está detrás de todos estos cabos en apariencia sueltos es quedarse en la mera anécdota. Nuestro deber, ha escrito Eco, es desenmascarar siempre el fascismo y apuntar con el índice cada una de las nuevas formas en las que puede volver, cada día, en cada parte del mundo. Y más en un país como el nuestro, sin garantías elementales y donde los sectores intolerantes consiguen no pocas veces imponerse por el miedo. También los otros «paraguayos de bien» tienen derecho a opinar y a que sus producciones culturales y sus ideas sean conocidas y respetadas, nos gusten o no esas ideas y producciones, que es un tema muy distinto. Este Suplemento no merecería llamarse Cultural si no fuera un espacio de irrestricta libertad de pensamiento y expresión y, por descontado, de denuncia de toda posible limitación o intento de limitación de esas libertades, un espacio con el que puedan contar –como intentamos manifestar siempre, de modos directos e indirectos, desde hace unos años en estas páginas, y como reiteramos ahora más que nunca– quienes lo necesiten.

Notas

(1) «Umberto Eco: Ur-Fascismo (o fascismo eterno)». Conferencia impartida en la Universidad de Columbia, Nueva York, el 25 de abril de 1995. Recogida en el libro del mismo autor Contra el fascismo (Barcelona, Editorial Lumen, 2018, 62 pp.) Disponible en pdf en: https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/ur-fascismo-o-fascismo-eterno.pdf

(2) Silvio Lang: «¿Los niños primero?», en: diario Página 12, 01/06/2018 (https://www.pagina12.com.ar/118254-los-ninos-primero). «Llevado a juicio por bailar», en: Abc Color, 30/11/2018 (http://www.abc.com.py/nacionales/llevado-a-juicio-por-bailar-1764532.html)

(3) Montserrat Álvarez: «Nos vemos ahí de pie, enfrente», en: Suplemento Cultural del diario ABC Color, 12/05/2019 (http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/nos-vemos-ahi-de-pie-enfrente-1813348.html). «Postergan estreno de “Las locuras del Mariscal”», en: diario Abc Color, 16/05/2019 (http://www.abc.com.py/espectaculos/cultura/postergan-estreno-de-las-locuras-del-mariscal-1814423.html).

(4) Antonia Cossio: «Censura en la ex ESMA: ordenaron bajar la estatua de la “Virgen abortera”», en: Minuto Uno, 18/04/2019 (https://www.minutouno.com/notas/5027135-censura-la-ex-esma-ordenaron-bajar-la-estatua-la-virgen-abortera)

(5) Eco, op. cit.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Edición Impresa del Domingo, 19 de Mayo de 2019

Página 4

www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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