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DELFINA ACOSTA

  ROPAJE - Poesía de DELFINA ACOSTA


ROPAJE - Poesía de DELFINA ACOSTA
ROPAJE

Poesía de DELFINA ACOSTA

 
 
ROPAJE
 
Es el mar mi ropaje: así desnuda
 
como una enorme ola a ti yo llego.
 
Mi ocasión la tormenta y los relámpagos,
 
y es la montura de mi amor el viento.
 
No retorno: yo voy pues son mis pasos
 
como a la hierba la pasión del fuego.
 
Soy la bestia de larga cabellera
 
que lame la otra lengua que es el beso.
 
En la forma de piedra me hallo a gusto
 
porque es así tan duro mi silencio
 
que no lo vencerá el dolor del mundo,
 
ni del odio la gota de veneno.
 
Es el mar mi ropaje: así desnuda
 
como una enorme ola a ti yo llego.
 
Brotaron en mis manos de agua sucia
 
las flores venenosas de estos versos.
.
Delfina Acosta,
 
Paraguaya, La Asunción,
 
 
Registro: Julio 2010.
 
.
 
 
 
OTRAS POESÍAS DE LA AUTORA

LOS POETAS

DELFINA ACOSTA


Somos legión, legión, y nos confunden

con los dementes que sin paz deambulan

por los abandonados parques públicos.

A los poetas nos consume un sueño

de estrellas. Y un rumor de viejas hojas

que el viento de la tarde zarandea

se eleva cada noche de los versos

que en el papel dejamos por si a alguien

le importa todavía nuestro oficio.

Ayer estando el firmamento calmo,

más calmo aún que en otras madrugadas,

me he puesto por ejemplo a transcribir

inútiles noticias sobre un astro.

Me pasan estas cosas. Me sucede

que el cielo yo escudriño y tomo notas

de los luceros y la vía láctea.

¡Señor, Señor, se va mi extraña vida

detrás de versos que la lluvia lee!


 

INSECTOS ENAMORADOS

DELFINA ACOSTA


Era un gusano que en las altas noches

de mí se enamoraba por creer

que yo tendría el fruto de su amor

en mis entrañas y no pudo amarme

pues yo mi corazón confuso di

al viento que entreabría mi ventana.

Y era un murciélago colgado siempre

del techo de mi alcoba que me amaba

por perdonar su vida y nunca supo

que no le tuve asco. Son los hombres

que cortan la cabeza de su prójimo

en esa causa que se llama guerra

los padres del horror y el asco mío.

Y fueron los insectos y un batracio

que en el jardín mi nombre repetían.

Mi corazón entonces di a un cometa.


 

AMOR EXTRAÑO

DELFINA ACOSTA

Entonces me miraste y titilaron

los ojos todos que yo amé en silencio

por mi memoria. Así también pasaron

las noches en que el alma presentía

los pasos acercándose a mi alcoba.

Furiosos los trigales golpeaban

mi pecho cuando tú tus manos tibias

bajabas sobre mi hombro. ¿Acaso puede

la caracola remontar el mar

para alcanzar la boca del lucero?

Y en tanto que me hablabas dulcemente

pensaba triste en las negadas bodas

de alguna errante ola y un grumete,

o de una oscura uva y el tonel

en que se guarda el vino. ¿Acaso existe

amor así de extraño como el mío?

 

ENAMORARSE

DEFINA ACOSTA

Érase una mujer que fue rosal

y los garfios o espinas de su cuerpo

más que doler a su nocturno amante

a ella le dolían y por eso

perder su aroma prefirió una noche,

y sus rosados pétalos abiertos

como una cabellera cuando el pino

bajaba el viento de los astros rojos.

Y se deshizo del capullo último.

Y de sus ramas y el deforme tallo

por el que trajinaban las hormigas.

Era un rosal que se creyó mujer

enamorada y terminó pagando

el precio de un amor que no era suyo,

se cuenta sin embargo. Sólo sé

que amar es darse entera solo al viento.


 

MUCHACHA DE CINQUENTA

DELFINA ACOSTA

Pero tus ojos tienen todavía

la luz de las pupilas de las gatas

que salen al encuentro de la calle.

Y aquel plateado hilo de tu pelo

es delicada joya, acaso sueño

de la tiara aquella que tu amante

te puso porque reina reclinada

sobre su pecho fuiste en triste tarde.

Y hay en tu voz un nido de jazmines

que sueltan cuando el viento las sacude

un beso de rencor y de ternura.

Y sí, estás enamorada y abres

tus brazos, y esta noche, estando fija

la estrella en el oscuro firmamento,

y atentos a un cantar los marineros,

un largo beso morderá tu boca.


 

EL SECRETO

DELFINA ACOSTA


No sé por qué pero el silencio estuvo

metiéndose en mis ojos y caía

igual a alguna herida la llovizna,

la que muy lejos cae, en mis pestañas.

Extraña forma de morir aquella.

Y en el jardín los lirios se contaban

con voz de viento y hierba las historias

de otras muertes mías. Los espectros

de rosas insepultas consultaban

en torno a mis insomnios. No sabían

que yo busqué el secreto de la vida

y Dios en su belleza noche a noche.

Aquel perfume suyo fue la infame

respuesta a mis preguntas dolorosas.

¡Señor, hoy brotan rosas sin embargo

de la fangosa tierra de mis dudas!


 

EL BOSQUE DE LA VIDA

DELFINA ACOSTA


Busqué la guía de los hombres. Fui

por el carril del mundo pero igual

salieron a mi encuentro fogonazos

y lámparas portadas por personas

que erraron el camino y me pedían

la vía exacta hacia la Cruz del Sur.

Volviéronse en mi contra las señales.

Las puertas que buscaba se ausentaron.

Y enfermas de silencio las aldabas

no respondían nunca a mis urgencias.

Pero las garzas me indicaron tibias

pisadas en las playas y los búhos

caída ya la noche con chistidos

al bosque de la vida me llevaron.

Allí sentí el aliento del lucero.

Y el beso de una estrella abrió mi boca.


 

 

Fuente en Internet: delfinaacosta.blogspot.com/

 

 

 

 

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