BIBLIOTECAS PÚBLICAS

Por DELFINA ACOSTA

Hay personas buenas, sensibles, de corazón muy generoso, que saben mantener la amistad y la confianza que les damos y con quienes se comparten momentos de alegría, de satisfacción, y también, por qué no, de pena.

Cómo no valorarlas en su justa dimensión, alentarlas y darles cariño mientras están vivas.

Cómo no saludarlas con simpatía, amabilidad y cortesía cuando las vemos por las calles o cuando las encontramos en algún sitio.

Es tan grato ciertamente para el ánimo compartir una charla relajada y amena con ellas.

También es positivo y gratificante para el alma recordar con esas gentes los buenos tiempos, los instantes de alegría, pasar por alto aquellos malos recuerdos que solamente entristecen y nos hacen sentir mal.

Desde luego, se sabe que no se puede contar todas las personas pues hay algunas que son egoístas, o como se encuentran ocupadas en múltiples compromisos no tienen ya el tiempo necesario ni siquiera para sí mismas.

Vivimos tiempos que nos apremian bastante. Demasiado diría.

Tomando conciencia de la situación que nos toca vivir es cuando deberíamos empezar a apreciar, salvo que seamos necios, desde este momento la familia, el hogar y cuidar de ellos.

Hay mucha inseguridad en las calles de Asunción y del interior de la República.

Salta a la vista la carencia de seguridad. Paraguay ya no es el país que era antes. Los asaltantes, los que roban los vehículos, aquellos que por un celular son capaces de quitar la vida a su prójimo, están en muchos sitios.

¿Quién puede atreverse, salvo que tenga un guardaespaldas, o se encuentre en situación de urgencia, a ir de su hogar cuando cae la noche?

¿Cómo salir en horario nocturno para brindar, para celebrar con los amigos en torno a un grato acontecimiento, un cumpleaños, un premio obtenido en un concurso literario, si no existen las mínimas condiciones de seguridad?

Lástima grande que las autoridades, los gobernantes, los políticos no tienen (ni tendrán) en su agenda un programa serio, confiable, donde se analice cómo poner fin a tanta inseguridad.

Los paraguayos que trabajamos honrada y honestamente cada día de nuestra vida para ganar nuestro sustento exigimos condiciones dignas, pero ellos solamente están para prometer, engañar a los ingenuos, a los ignorantes. Compran a los individuos que no tienen dignidad.

La ignorancia, el lamentable hecho de no leer libros que proporcionen no solamente educación sino además cultura, hace que muchas personas caigan en las trampas de los políticos.

Mientras tanto las bibliotecas públicas, las librerías aguardan la llegada de los lectores que en los tiempos actuales son cada vez menos.

Hay tan buenos textos literarios que proporcionan una sólida formación cultural. Por ejemplo Don Quijote de la Mancha del genial escritor español Miguel de Cervantes Saavedra, o “Yo El Supremo” de nuestro máximo escritor Augusto Roa Bastos.

El caso es que son cada vez más pocas las personas que muestran interés en los libros. Y la ignorancia, la falta de formación cultural o instrucción van contra quienes no leen.