ITAIPÚ Y GOIBURÚ

POR MARIO RUBÉN ÁLVAREZ

alva@uhora.com.py

No es increíble que ciertos nostálgicos de la tortura,  el pyraguereato,  el exilio, el temor como primera piel,  los oscuros calabozos y otras expresiones de salvajismo extremo aplicadas a seres humanos sigan soltando sus lenguas cada tanto para elogiar al criminal dictador  Stroessner.

Allí está, por ejemplo, el diputado colorado Clemente Barrios, quien, elogiando al Tiranosaurio, dijo que "solamente una obra justifica todo, Itaipú". "Justifica todo" hay que interpretar como incluso lo injustificable: la sistemática violación de los derechos humanos.

Para refrescar la memoria o para conocer —porque hay jóvenes que creen que los relatos de atropellos a la dignidad de las personas son producto de mentes afiebradas o frutos de lecturas parecidas a aquellas que enloquecieron a Alonso Quijano, El Quijote— hay que sumergirse en las páginas del último libro de Alfredo Boccia: Goiburú, la odisea del insumiso.

Conste que Goiburú no era comunista, ni febrerista, ni liberal: era colorado... pero de la línea de los kolo'o insurrectos como Waldino Ramón Lovera, Eduardo San Martín y tantos otros nombres que honraron y honran la vida.

Si bien para La voz del coloradismo, eterno con Stroessner, "el mejor amigo de un colorado era otro colorado", la realidad se invertía en relación a algunos de la Asociación Nacional Republicana (ANR): el peor enemigo de un colorado era otro colorado.

Uno de ellos fue Agustín Goiburú, un médico recién recibido que trabajaba en el Policlínico Rigoberto Caballero que un día —con la doctora Gladys Meilinger de Sannemann— estampó en un certificado de defunción que la muerte de un torturado en dependencias de Investigaciones "se debía a una hemorragia cerebral producida por la golpiza" y no a un "infarto de miocardio", como pretendía el jefe de Policía Ramón Duarte Vera —según cuenta Boccia—, para adosar a su falso informe oficial.

Allí comenzó la trágica odisea del galeno, que tras salir al exilio en la Argentina y ser secuestrado en aguas del río Paraná por los ta'ýra de Stroessner, en una fuga digna de Hollywood, escapó de la terrorífica Comisaría Séptima con la complicidad de su esposa y sus amigos del Movimiento Popular Colorado (Mopoco).

Lo que siguió fue la implacable persecución del temerario colorado que había ridiculizado al sistema de seguridad stroniano.

El meticuloso, lúcido, muy bien escrito y apasionante libro de Mengo Boccia no solo recorre el itinerario de un hombre de coraje hacia la muerte sino que exhibe el contexto de los hechos narrados. Esto eleva los quilates de una obra que muestra la faceta siniestra de la dictadura imposible de justificar ni con 300 itaipús.

Fuente:  ULTIMAHORA.COM (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Vienres, 10 de octubre de 2014

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