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MARTÍN VENIALGO

  MUÑECA DE TRAPO - Cuento de MARTÍN VENIALGO


MUÑECA DE TRAPO - Cuento de MARTÍN VENIALGO

MUÑECA DE TRAPO

Cuento de MARTÍN VENIALGO


 

El Siam Di Telia, con más de dos millones de kilómetros recorridos, seguía en pie. Me iba transportando por Paseo Colón y tomé Córdoba para llegar al microcentro. Estacioné en el garaje y seguí a mi oficina; antes de entrar, en su kiosco, el Flaco González me transmitió las últimas novedades.

-Detective, para el domingo está confirmado Colombatti, me pasé rezando para que se restableciera.

-Si es así, Flaco, hay esperanza que Racing gane.

-Y si Rubén Paz está inspirado, más aún.

Al frente del edificio de oficinas me estaba esperando José Luis Giobertti, alias Nostradamus, aquel amante de causas perdidas y augur escolacero. Antes de saludarlo, le disparé a quemarropa:

-¿Qué pasó con la mina concheta que te iban a presentar?

-¡Una diosa, Huáscar, una diosa!; nos fuimos a tomar algo a Rond Point. Los tipos quedaban loquitos de sólo verla, pero la verdad, me forzó bastante.

-¿Por qué?

-Porque anda en el mambo filosófico, me consultó mi opinión sobre la posición filosófica de Sócrates.

-¿No te habrá querido insinuar alguna posición sexual?

-No, no, la verdad que le gambeteé como Francescoli pero ahora tengo que ir a la Biblioteca Nacional para tragarme todo sobre Sócrates y poder salir airoso en mi segundo encuentro.

Entramos al hall del edificio de oficinas, en el tablero decía:

Huáscar Soria, detective privado, 3opiso, Of. G.

Mi secretaria, Lourdes Agnetti me abrió la puerta, fuimos a mi escritorio, me desplomé en el diván y le di un sorbo a mi petaca de whisky, el sorbo sabía como un piquito de Sandra Bullock. Nostradamus comenzó con su liturgia escolacera.

-El miércoles tengo un dato en la quinta carrera de San Isidro, Mayorazgo, que no lo conoce nadie; puede dar el batacazo y en la sexta podemos jugarle a la trifecta, si le pegamos, Huáscar, ¡nos vamos para arriba!

Me acerqué sigilosamente hacia Nostradamus y le dije al oído un secreto:

-Mejor que acertemos, Nostradamus, porque si no me cortan la luz del departamento por falta de pago durante dos meses.

Nostradamus se retiró con las alforjas cargadas de ilusión. Miré por los ventanales. Buenos Aires tenía ese tono ceniza de marzo dado por la simbiosis del asfalto y el cemento. Volví a sorber la petaca para alimentar mis neuronas y perjudicar mi hígado; en ese instante mi secretaria me indicó que una persona quería verme, al entrar a mi escritorio, mi respiración se entrecortó por un instante.

-Buenos días, detective, soy Mercedes Alvarenga Amarilla y quiero contratar sus servicios.

La miré detenidamente. Tenía el glamour y los modales de Charlotte Rampling, por un instante me resultó difícil de recordar una mujer tan linda como ella.

-¿Qué se le ofrece, señorita?, ¿o debo decirle señora?

-Señorita, detective, todavía no conozco las mieles del matrimonio -respondió con ironía.

Prendió un Benson & Hedges con un ademán casi aristocrático y comenzó su relato:

-Busco a una persona de Paraguay que se maneja en el bajo fondo, es una investigación personal.

-¿Se dirigió a la Embajada paraguaya?

-No, no serviría para nada, pese a que hubo un cambio de guardia en Paraguay, todavía hay gente que lo protege. Roberto Terminator Espinóla es el máximo torturador y sicario de la ex policía stronista, después del golpe de Estado, huyó para estos lados.

Me levanté y caminé para estirar las piernas y acomodar mis ideas, no privándome de mirar la fisonomía perfecta de aquella mujer.

-Entonces, tenemos que convenir que es un personaje de sumo cuidado.

-De mucho cuidado, es el único sicario que tenía acceso ilimitado a Stroesnner, se le encomendaban misiones hasta en el extranjero.

-¿Por qué está interesada en este personaje?

Ella simplemente extrajo un sobre que contenía una cantidad interesante de dólares, me lo depositó en la mesa y poniendo cara de femme fatale me respondió:

-Eso se lo voy a responder mañana en Sardis, lo invito a una cena a las 21 horas. Acostumbro a ser puntual.

Mercedes se retiró pero su fragancia quedó en el ambiente. Miré hacia los ventanales, unos truenos anticipaban una lluvia, una lluvia que iba a limpiar momentáneamente los pecados, ambiciones y esperanzas de aquella gran ciudad; en mi almanaque figuraba el 20 de marzo de 1989.

Cuando entré al Tortoni, divisé en la mesa del fondo a Silvio Mendoza, un ex integrante de la Triple A que ahora colaboraba con la justicia para desentrañarla actividad delictiva de las fuerzas policiales de la ex dictadura argentina.

-Qué tal, Huáscar, ¡qué lluviecita se largó!

-Sí, había mucha humedad, espero que sirva para atemperar el clima.

Saqué las fotografías de Mercedes Alvarenga Amarilla que fueron obtenidas con una cámara oculta que tenía en el escritorio para estas ocasiones, Silvio las miró y dijo:

-Sí, es ella, una especie de Mata Hari y geisha guaraní, de gran ascendencia entre la dirigencia de ese país, lleva el apodo de Madame Glamour.

-Buen marcante, roza lo sublime.

-Es la dama de compañía más poderosa del país, maneja toda la prostitución de alto nivel del lugar.

Tomé mi petaca e hice un sorbo de bebida espirituosa, sentí un placer tan grande como besar a Julia Roberts, mi confidente siguió con su relato.

-Roberto Terminator Espinóla anda guardado en unos lupanares que tiene en Berazategui, tiene protección de los antiguos torturadores de la ESMA.

-O sea que verdaderamente es peligroso.

-Es de temer, pero estos grupos están bastante diezmados por la acción de la justicia, están en retirada, aquí te dejo un mapa con el lugar donde se esconde.

Mendoza se fue y encendí un Particulares, el humo se confundió con el aroma de café tostado.

Pasé caminando por frente a La Recoleta, los muertos ilustres de la ciudad no acusaron recibo; doblé por Vicente López y me introduje en Sardis, esa sucursal del restaurante neoyorquino. Dejé mi sombrero y mi Perramus en recepción, al final del salón se veía a Mercedes con un vestido Valentino que resaltaba su figura.

-Detective, nada mejor que un sorbo de este champagne Barons de Rothschild para curar las vicisitudes del día.

Llené mi copa con el brut francés y paladeé su consistencia sublime, no había dudas, había un mundo mejor pero era carísimo.

-Seguramente ya averiguó todo sobre mí, ¿o debo creer que no sabe que soy Madame Glamour? -dijo acompañado de un guiño que haría estremecer a cualquier mortal.

-Así es, pero lo mejor es que usted me cuente sobre su vida, así me entero de primera mano.

-Cómo no, pero primero ordenemos algo para la cena, le recomiendo el Truffade, no tiene nada que envidiarle al que se prepara en el Maxim 's de París.

El Cartier de esfera azul relucía en la muñeca de Mercedes acompañando el suave movimiento de ella para ingerir una tartine.

-Nací en una casa de putas de los albañales de Asunción, nunca supe quién fue mi padre, tampoco lo sabía mi madre. Así me fui criando en ese tugurio, pero ya de chica me di cuenta que había un mundo mejor, el dilema era cómo yo podía acceder a ese mundo.

-El eterno dilema de la humanidad -repliqué.

-Saqué la conclusión que tenía que ser la mejor en lo que yo sabía hacer, la prostitución, pero para llegar a la excelencia, tenía que tener una educación superior. De día estudiaba con una maestra campesina y una compañera prostituta australiana me enseñó inglés, pero todo eso no era suficiente.

El mozo volvió a llenar la copa de champagne, ella prosiguió su relato como si se tratara de otra persona.

-Me convertí en amante de un ruso descendiente de aquellos ex militares zaristas que pelearon en el ejército paraguayo durante la guerra del Chaco. Él me enseñó todos los buenos modales de la sociedad y me introdujo en el círculo áulico de la tiranía stronista.

-La famosa claque stronisla.

-Exactamente, allí me di cuenta que los integrantes de la claque no eran más que un montón de rejuntados ordinarios que no tenían la menor idea de lo que era tener clase. Los modales y atuendos de las señoras de los jerarcas no diferían de las de sus empleadas domésticas.

Por un instante no pude contener la risa, tomé otra copa de champagne, de reojo sopesé el busto perfecto de aquella mujer, a mi mente llegaron pensamientos libidinosos.

-Como solía decir mi amante ruso, aquellos integrantes de la claque, antes de tener baños con canillas de oro, defecaban en letrinas sin inodoros.

-¿Dónde aparece en esta historia el sicario Espinóla?

-Tuve una hija con mi amante ruso, pero no podíamos convivir porque él era casado, en ese lapso, él tuvo el infortunio de dar un mal paso, en una operación financiera que fracasó, arrastró a varios jerarcas en las pérdidas, un pecado mortal para ese círculo áulico.

-Seguramente allí aparece Espinóla, tratando de cobrar las deudas contraídas.

-Ni más ni menos, como mi amante huyó del país, Espinóla se llevó a mi hija como prenda de pago y luego del golpe de Estado huyó para Buenos Aires trayéndola a ella.

-Ya lo ubiqué a Espinóla, está en unos burdeles en Berazategui que son de su propiedad, allí está su hija seguramente, ¿cómo se llama ella y qué edad tiene?

-Se llama Marta y tiene catorce años y seguramente ese sicario la introdujo en la prostitución.

-Antes de seguir con ese tema, ¿cómo se urdió el golpe de Estado?

-Para las elecciones fraudulentas de 1987, la Embajada americana le dijo a Stroesnner que dichas elecciones tenían que ser sin proscripciones, que la política de la Casa Blanca había dado un giro en la región; pero Stroesnner no lo entendió así, creyó que él era el poder en Paraguay, cuando en verdad era un ordenanza del Imperio.

-Dios ciega a quien no quiere ver.

-La CIA trasladó al coronel Thierry de Paraguay, éste fue el maestro de los sicarios stronistas y transfirió desde su base en Turquía al mejor agente de Operaciones Especiales, el general Paul Hewitt. El golpe estaba en marcha.

-Me imagino, Mercedes, la preocupación del círculo áulico frente a esos acontecimientos.

-Frente a la evidencia del golpe, la gente se peleaba para traicionar al régimen. En las dependencias oficiales se contaba con la mayor cantidad de traidores por metro cuadrado del mundo. El golpe era un secreto a voces, pero para que no quedara ninguna duda, el general Hewitt reunió a los principales comandos y adláteres del stronismo en una reunión reservada y les dio las instrucciones a seguir.

Mercedes hizo una pausa, ocasión que aproveché para seguir investigando sus senos, el champagne me iba llevando a delirios sexuales.

-Aquellos generales aburguesados del stronismo que hacía rato habían dejado las rigurosidades del cuartel escucharon de la boca de Hewitt la confirmación del golpe. Uno de los presentes se atrevió a preguntar la suerte de ellos si no participaban en el golpe, a lo que éste respondió:

-“Señores, el golpe se va a hacer con o sin ustedes de protagonistas, así que les recomiendo de actúen de héroes o si no les va a tocar el papel de villanos, y créanme, no quisiera estar en los zapatos de ustedes si eso sucede”.

-Detective, me comentaron que los generales obesos y aburguesados sudaban a mares, inclusive un ex ministro de la Corte Suprema stronista se orinó en los pantalones. Las palabras del general Hewitt sonaron como la profecía del adivino Espurina a Julio César sobre los Idus de Marzo.

Quedé pensativo, aquella mujer no perdía sus modales ni su encanto.

-Finalmente el golpe de Estado se dio como estaba programado. Algunos de los golpistas querían hacer un stronismo sin Stroesnner pero la decisión de la Embajada americana es seguir por la vía democrática, también, como diría Julio César, la suerte ya está echada.

De pronto, Mercedes cambió de tema.

-Iremos mañana a la tardecita a Berazategui, yo lo pasaré a buscar a las 17 horas por la plaza Vicente López.

-¿Por qué dice “iremos”?

-Porque usted me va a acompañar, si no, no le puedo pagar sus honorarios, aparte me tomé la libertad de hacer lo siguiente.

Mercedes abrió su bolso Gucci y extrajo un sobre voluminoso y una muñeca de trapo.

-Esto es un testamento por si no salgo con vida, lo he nombrado albacea, también están todos mis bienes para que usted pueda ubicarlos y hacer entrega a mi hija; hay una cláusula suspensiva para donar a instituciones de bien público si también mi hija muere por alguna circunstancia.

-¿Por qué me nombra albacea si apenas me conoce?

-Mi profesión es conocer a la gente, y la conozco tan bien que sé que no puedo confiar en nadie cercano a mí, sin embargo usted es un quijote de la vieja guardia, créame detective, usted se quedó en el tiempo, en el tiempo que una palabra valía más que mil contratos.

Quedé anonadado, tomé una copa de champagne. Mercedes tomó la muñeca de trapo y dijo:

-Esta muñeca de trapo fue lo único que mi madre me pudo regalar cuando cumplí quince años. Guárdelo junto al testamento y haga entrega a mi hija de esta muñeca, porque a partir de esta muñeca de trapo es que decidí salir a triunfar en la vida para poder comprarme una muñeca de verdad.

Mercedes se levantó con un movimiento exquisito, me miró a los ojos para despedirse.

-Tengo otro compromiso, la cuenta ya está saldada, mañana lo paso a buscar por el lugar convenido, acostumbro a ser puntual.

Quedé solitario, le consulté al mozo si me permitían fumar, respondió afirmativamente. Prendí un Particulares, la botella de champagne aún estaba a media asta, decidí terminarla despaciosámente. Ya lo tenía programado, a la mañana temprano me iría a Santos Lugares.

-Este hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado.

La hermana Mónica, aquella lusitana del Estoril, no había perdido su sentido del humor.

-Justamente, hermana Mónica, mi similitud con el hijo pródigo es mi forma dispendiosa de vivir.

El convento de las hermanas dominicas en Santos Lugares era una antigua construcción española con espaciosos corredores y abundante vegetación. Al entrar a la oficina de la hermana Mónica, un halo de luz penetraba por los ventanales.

-Hermana, aquí traigo estos documentos y esta muñeca de trapo que quiero que los guarde, ya le explicaré de qué se trata y voy a hacer ahora un testamento ológrafo para que usted le dé trámite si a mí me pasa algo.

Escribí mi testamento dejando mi único bien, mi Siam Di Telia al convento y le agregué una cláusula adicional de ejecución del testamento de Mercedes Alvarenga Amarilla. Una vez finiquitado el trámite, le puse a la hermana Mónica al tanto de todos los pormenores del caso que estaba llevando adelante, al salir al corredor para emprender la vuelta a Capital Federal, divisé un picaflor libando una Santa Rita.

Iba caminando por la plaza Vicente López por el lado de la calle Montevideo cuando escuché un par de bocinazos, un BMW estacionó y dentro estaba Mercedes. Subí y seguimos camino a Berazategui.

-¿Cómo anda, detective?, este horario es uno de los mejores de Buenos Aires, cuando se mezcla el aturdimiento con las ganas de descansar, ¿está de acuerdo?

-Sin duda prefiero el descanso al aturdimiento de esta hora con toda la gente saliendo de las oficinas. Otra cosa, muy lindo auto, ¿es suyo?

-Lo renté de Hertz, siempre hay que andar bien montado. Le cuento una cosa, el primer BMW que tuve lo robé, pero luego pude comprar varios, ya sabe, en esta vida las cosas van y vienen.

Mientras Mercedes hablaba palpé dentro de mi sobaquera el viejo Smith & Wesson y en el bolsillo de mi Perramus mi petaca de whisky, sentí alivio, mis dos puntales estaban en su lugar.

-Mercedes, ¿cree en el cambio que hubo en Paraguay?

-Creo que lo que va a venir es mejor, porque las circunstancias internacionales han variado, así que el futuro va a ser promisorio, no por estos que actualmente están en el poder, sino porque nueva gente va a ir paulatinamente entrando en escena.

La conversación iba variando de temas, ya era de noche cuando llegamos al lugar indicado. Una calle pobremente iluminada de Berazategui, a mitad de cuadra estaba el tugurio donde debía estar Terminator Espinóla.

-Vamos a entrar por la parte trasera, Mercedes, va a ser más fácil.

-No soy una sirvienta para entrar por detrás, entraremos por la puerta principal.

Una mueca de soberbia se dibujó en su cara, abrió su bolso y sacó una pistola Jericho, luego me dijo:

-Venga detrás de mí a distancia prudencial, solamente si es necesario actúe, ¿trajo arma?

-Por supuesto, pero cuídese, debe haber algunos matones con Espinóla.

-No existen matones cuando existe predisposición, sígame, me olvidaba una cosa, en la guantera está su dinero y tome la llave del auto, usted va a manejar a la vuelta.

Mercedes salió del auto con la pistola en la mano no perdiendo su andar elegante. Un transeúnte salió corriendo al ver el arma, al llegar a la puerta semiabierta le pegó un puntapié y entró, unas chicas con rasgos norteños estaban sentadas en un diván, Mercedes gritó:

-¿Quién es el encargado de este quilombo?

Las chicas salieron corriendo a los gritos, una mujer de más de cien kilogramos se presentó a Mercedes con gesto altanero.

-¿Quién es usted para entrar aquí sin permiso?

-Vengo a buscar a mi hija Marta, quiero inmediatamente que me la traiga.

-Usted no me puede dar órdenes, ¡salga de acá!

Mercedes le apuntó a los ojos y disparó, la mujer cayó al suelo como una bolsa de papas, el griterío fue aterrador, unas pupilas gritaron horrorizadas.

-¡La mató, estaba desarmada!

-Si tiene a mi hija tendría que haber estado armada, ¡vayan a traerla!

Las chicas corrieron para adentro, en ese instante una figura emergió sorpresivamente y disparó contra Mercedes, ésta cayó al suelo, cuando pensaba rematarla, mi Smith & Wesson relampagueó como un cañón partiéndole la carótida; el hombre cayó tomándose el cuello de donde brotaba sangre a chorros. Mercedes se reincorporó y le tomó de los pelos mientras éste gemía como un marrano.

-¡Grandísimo hijo de puta!, ahora vas a ver lo que es sufrir, ahora vas a sentir lo mismo que sentían los que vos torturabas, porque te voy a matar, ¿entendiste?

Roberto Terminator Espinóla estaba desencajado, sabía que le había llegado su hora. Madame Glamour se levantó con dificultad, dio unos pasos para atrás y apuntó a la cabeza del sicario; la bala entró por el ojo derecho destrozándole todo el cráneo, luego se sentó con suma dificultad en el suelo.

-Mercedes, estás sangrando mucho, ¡salgamos de acá!

-Detective, busque a mi hija y llévela, yo me estoy muriendo, no hay nada que hacer, ¡búsquela por favor!

Me desplacé por las habitaciones, al final del corredor las pupilas estaban trayendo a una chica espigada que temblaba de miedo.

Le pregunté si era Marta, me respondió afirmativamente, la tomé del brazo y volvimos a la entrada, ya Mercedes estaba inerme, Marta la abrazó llorando.

-¡Marta, salgamos de aquí, no hay nada que hacer, va a venir la policía!

La agarré de las manos y la llevé a los tirones hacia el auto, puse primera y me dirigí a Santos Lugares.

Ya eran más de las diez de la noche cuando llegamos al convento. Le entregué a Marta a la Hermana Mónica y le dije a ella:

-Marta, tu madre es una de las personas más valientes que conocí, yo voy a conseguir la forma de rescatar su cadáver para darle santa sepultura y luego te explicaré todo lo que ella hizo y dejó para vos, las hermanas te van a cuidar momentáneamente.

Subí al BMW y me dirigí a un lugar desolado. Luego de limpiar todas las huellas que pudiesen haber quedado y retirar el dinero de la gaveta, levanté el capot y rocié el motor con el contenido de mi petaca de whisky, encendí un fósforo y lo tiré. El BMW ardió intensamente, me dirigí caminando a la estación de trenes de Santos Lugares, pensando que la compañía de seguros de Hertz tendría que atender un nuevo siniestro en el día de mañana.

Al llegar a la estación construida por los obstinados ingleses en la época victoriana, esperando el tren que me lleve a Retiro, me dirigí a un kiosco y compré un diario.

-Pibe, dame la sexta de La Razón.

En la portada aparecía Mayorazgo cruzando el disco en San Isidro ganando por varios cuerpos y cumpliendo la predicción de Nostradamus. Al costado, el golazo de Rubén Paz definiendo el clásico, por un instante me sentí feliz.

-Señor, perdone que le moleste, quiero hacerle una consulta.

Bajé el diario por un instante para ver qué quería el chico del kiosco.

-Veo que usa sombrero y Perramus como Philip Marlowe, ¿es usted detective?

-Sí, pibe, soy detective, ¿de dónde lo ubicás a Philip Marlowe?

-Mi padre es fanático de él, tiene todas las novelas y películas que se hicieron, es lo máximo.

Una sonrisa dibujó mi rostro, después de todo, alguien sabía distinguir un detective entre la gente.

-Pero hay algo que siempre me dejó dudas, detective, ¿es posible que haya mujeres tan bonitas como en las novelas de él?

Dejé el diario sobre el mostrador, me vino a la mente la figura de Mercedes Alvarenga Amarilla y simplemente respondí:

-Así es, pibe, mujeres tan lindas solamente pueden existir en las novelas, pero claro, siempre existen excepciones a toda regla.

 

 

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CUENTOS DE AQUÍ Y DE ALLÁ, 2014

Cuentos de MARTÍN VENIALGO

Arandurã Editorial.

Ilustración de tapa: RAQUE ROJAS PEÑA y GUSTAVO ANDINO.

Asunción – Paraguay.

Noviembre 2013 (356 páginas)



 

 

 

 

 

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