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JOSÉ LUIS APPLEYARD (+)

  MI VOZ, PARA LOS MÍOS y LAS PALABRAS SECRETAS - Poesías de JOSÉ-LUIS APPLEYARD


MI VOZ, PARA LOS MÍOS y LAS PALABRAS SECRETAS - Poesías de JOSÉ-LUIS APPLEYARD

MI VOZ, PARA LOS MÍOS y LAS PALABRAS SECRETAS

Poesías de JOSÉ-LUIS APPLEYARD





POESÍAS de MI VOZ, PARA LOS MÍOS



PARA RUY DÍAZ DE GUZMÁN

algo de cuya sangre me permite escribir


¿Desde qué punto abstracto pudiste haber llegado?

¿Qué formas consintieron en hacerte presente?

Tu apellido en que vibran historias de juglares

adquirió en esta tierra la voz de un continente.

Frecuentador del río, tu mestizaje advierte

que tu patria -la mía- se vuelve hacia el Oriente.

Junto a la piedra callas y con la piedra en agua

buscas la plenitud de un tiempo sin ponientes.


Mi viejo antepasado, mancebo de esta tierra,

entronque de las sangres que hicieron nuestra gesta,

mirándote a tí mismo, con tu figura enhiesta,

sintetizaste en raza la historia y la leyenda.



El mar, tu mar, el mío,

el que llevaba, turbia, la urgencia de los ríos,

fue tu misión, sabiendo que la palabra era

la tierra proyectada hacia el mar que reunía

la morena grandeza del fluvial continente

con la aridez nostálgica, peninsular, bravía...



Erguido adolescente, hecho de espada y pluma,

plantado como un dios, sigues siendo presente

y tu verbo -palabra, con tu cuerpo y tu vida-

es la consigna austera de un pueblo, tu simiente.


En su Asunción, a 27 de agosto de 1980

José-Luis Appleyard



OSCURO AFECTO

 

Para B. S.

Yo ignoro dónde está la esencia misma

de este cariño oscuro que me induce

a tener en tu vida la anhelada

proyección de la mía.



Apareciste cuando ya las sombras

alargaban recuerdos en mi tarde

y fuiste como el latir

azul y ocre

que en llamarada arde.



Algo se transformó.

Se transmutó ese duro metal de mi rutina

y busqué en la soledad

de tu inconsciente compañía

la voz que fue en tus labios

y en ellos se hizo mía.



Y todo el resto fue de horas que venían,

de días que tenían sabor de la aventura,

de un tiempo que nosotros hicimos

para el ambiguo par que concretamos

y que fue en realidad algo más que la duda.

Luego, todo ha quedado de nuevo en lo que era

antes de tu llegada.

Y un cordón de distancia nos une desde lejos

y nos hace mirarnos

en el vértice puro

de algún cielo.



Y yo sigo ignorando

dónde radica la esencia de este afecto

que naciera de pronto

y que a pesar de ti y de mí

no ha muerto.

 



ESTOY EN TI, CIUDAD


Con la misma persistencia con que llegan

los días y vuelven a llegar;

con la misma y tozuda matemática simple

que repite sus fórmulas

sin nunca variar,

así, desde los años que perdieron su nombre

hasta los que hoy responden a un presente y no existen,

estoy en ti, ciudad.

Estoy en ti como tu cielo inmenso de sol, de lluvia y viento,

como tus calles, brazos que te siguen creciendo,

como tu propio rostro

que en las noches me adquieren resonancia de beso,

con tu vida simple o absurda o complicada

que la vengo viviendo.


Estoy en cada esquina que demora sus pasos

para evitar la plúmbea caricia del asfalto

y en cada barrio tuyo en donde todo niño

conscientemente juega con bolitas, en marzo,

y en setiembre adivina, con la frágil pandorga

secretos de espacio.

Estoy en cada siesta de tus múltiples ojos,

cuando enero descarga su sol de plomo y oro

y también en las duras madrugadas de otoño

cuando, al fin campesina, te arrebujas, callada.



Y a pesar de tus cambios,

de tu constante empeño de crecer,

de tu altura,

de las luces que incendian tu perfil y que olvidan

de que hasta ayer, ciudad, fuiste jazmín y luna,

te conozco siempre

porque el hombre que soy, en el fondo es el mismo

que aquel que desde un patio con perfiles de aljibe

descubrió que eres suya y es desde entonces niño.

 


POESÍAS de

LAS PALABRAS SECRETAS

 


LA DIOSA IRRESPETADA

No sé cuándo has nacido.

Nunca llegué hasta el fondo que ocultan tus orígenes.

Fueron los propios hombres quienes dieron tu imagen,

y antropomorfa siguen presidiendo tu solio

con sus gradas de mármol carcomido y manchado.



Tuviste muchos templos y en algunos lugares

mantienes tu prestigio de matrona impoluta.

En ellos te respetan y tu estatua preside,

augusta e inasible, los ricos de tu culto.



Tu túnica ha sido larga y tus formas tan múltiples

como el capricho insano de quienes te crearon.

En unas, apareces como una simple Némesis

sedienta de la sangre de quienes te ignoraron.

En otras, eres triste esclava de tiranos

con quienes no hesitaste compartir lecho y víctimas.



No faltaron aquellos que te hicieron tan débil

que dejaste tu trono para mecer las cunas

de los cachorros ríspidos

que luego devoraron tu corazón vencido.



Y siendo una y tan múltiple,

es difícil llamarte con un nombre preciso.

No sé dónde podría encontrarlo,

en qué viejos santorales miniados por monjes medievales

estará la manera correcta de nombrarte.

Sí, los conozco a todos.

Pero ninguno es válido.

Quiero saber el único, el que tuviste antes

de que fueras violada.

El que te correspondía

cuando aún imperabas en las zonas abstractas de la idea,

en el empíreo estático allende las estrellas.



Y sigues con nosotros. Te llevamos a cuestas porque eres

el aval necesario de todos nuestros actos.

Cuando nos asentamos y fundamos ciudades,

lo primero que hacemos es erigir tu estatua.

Mujer alta y esbelta.



Tus ojos son velados por una venda tenue.

y tu diestra elevada exhibe la balanza

que pesa nuestras culpas y dicta nuestras penas.

¡Qué respetable imagen!



Pero luego... tú sabes.

El proceso de siempre.

La igualdad es un mito y aparecen las castas.

A las más despreciadas reservamos el filo de tu potente espada.

Te arrancamos la venda y aguzamos tu vista

para que nunca toques a los privilegiados.



Tu balanza es un mito donde sólo las culpas de los otros se miden.

Y tu túnica blanca se convierte en harapos.

Siendo nuestra aliada, sólo te despreciamos.

No nos falta razón.

¿Quién respeta a una diosa convertida en criada?



Entonces, tú comprendes:

Quiero llegar al punto primero de tu origen.

Quiero saber la fórmula que pueda devolverte

tu dignidad perdida.

Quiero encontrar la venda que llenamos de fango.

Quiero el lino indestructible y puro

para tejer tu clámide.

¡Quiero que el mármol readquiera su blancura

y que tus manos sean imparciales y justas,

desprestigiada Astrea!

 


CUANDO LLEGA, AMANECE

 

Para PAY

 

Si lo esperas, no viene.

Es el deslumbramiento de una noche sin vísperas.

Cuando llega, amanece.

De pronto tú te encuentras ante una mirada.

Los ojos que tú hallaste

tienen huellas de viejos paisajes familiares,

de gritos que sonaron en una algarabía de niños en el patio.

Tienen reminiscencias.

Y se alzan hacia ti y te miran de frente,

burlones y sinceros.

No debes sorprenderte aunque ellos reflejen tu sorpresa.

Contiene todo gesto...

Deja que la palabra

no musite su asombro y se acoja al silencio.

Sólo entonces podrás, atónito e incrédulo,

bajar a la sonrisa.

Y tendrás que creer.



Una sonrisa puede romper el eje de tus mundos.

En ella puedes ver el sitio donde moran pedazos de tu vida.

En ella puedes ver la memoria sin límites

en donde los recuerdos provienen del futuro.

Y todo en un instante que se te vuelve eterno.



Y aún te falta el conjunto.

Los ojos, la sonrisa y el rostro que mantiene

esa expresión que escapa de pinceles y lienzos.

Aún te falta su voz.

Sólo escucha el sonido que se funde en palabras.

Recordarás la música que tú nunca escuchaste.

Y algo irá renaciendo sin que nunca haya muerto.

Tú creerás, con motivo que es tan sólo un prodigio.

Un delirio de magia que te envuelve y acoge.

Y no estarás errado.

¿Y acaso te interesa?

¿Acaso en esos ojos no está tu realidad?

La boca que sonríe no está sólo en tus ojos.

Existe porque crees.

Mírate en esos ojos. Bebe sueño en sus labios.

No intentes despertar.


Porque tú no esperaste ansioso cada día.

Porque tuviste fe. Porque sabías.

Por eso todo es mágico.

Porque la magia tiene sus juegos imposibles.

Convierte la ceniza en humus fecundante.

Deshace con un soplo las ruinas que te impiden volver a ser ayer.



Más no puedo decirte. Hoy regreso al silencio.

He cumplido con creces la misión que me han dado.

Te he obsequiado un pedazo de realidad ficticia.

De ti depende ahora que le des un espacio

y el soplo que permita, en juego consentido,

hacer de esa ficción tu propia realidad.



Y recuerda, no esperes porque ya está contigo.

Sé tu propio mago, pon las luces a tono,

cuida del decorado, cobra vida en tu sueño,

apártate y contempla la escena preparada.



Ya escucharás la música. Y luego,

leve, pura, levitante y serena, avanzará su imagen.

Sus ojos que te miran, la sonrisa y el rostro.

Ya no es sólo un prodigio.

Es la vida y sus fuentes.

La noche ha terminado; cuando llega, amanece.

No debes despertar.

 


Fuente: JOSÉ-LUIS APPLEYARD. ANTOLOGÍA POÉTICA.

Compilación: FERNANDO PISTILLI

Ilustración de tapa: LUIS ALBERTO BOH

Editorial El Lector, Asunción-Paraguay 1996 (197 páginas).


 

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