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SANTIAGO DIMAS ARANDA (+)

  DATOS y PEOSÍAS DE SANTIADO DIMAS ARANDA


DATOS y PEOSÍAS DE SANTIADO DIMAS ARANDA

SANTIAGO DIMAS ARANDA

 

En PERULERO, paraje perdido en las estribaciones de la cordillera del YBYTYRUZU, bello marco azul de Villarrica, hacia el sol naciente. Allí Santiago Dimas Aranda, un día 25 de marzo de 1924, vio la luz. Allí en ese paraje agreste, alimentó su alma de niño, de un promisorio futuro.

Hizo sus estudios primarios y parte de los secundarios en la ciudad cabecera de la región guaireña (Villarrica), para luego trasladarse a Buenos Aires; donde ingresó en la famosa Escuela Industrial "OTTO KRAUSSE", donde eligió la especialidad de Técnica Mecánica, paradojal determinación a su vocación literaria, o, alarde de un talento privilegiado, que da tanto para una cosa, como para otra: tal ocurriera con aquel portento de talento, que fue Hérib Campos Cervera, nuestro malogrado poeta surrealista y nativista, que al par de pulsar la lira, manejaba con la misma destreza, las, Matemáticas.

De vuelta al Paraguay, en 1946, busca proseguir sus estudios humanísticos; pero sobrevino la guerra civil, y una vez más ve, frustrados sus intentos de superación, desde el punto de vista académico.

Sus comienzos literarios datan de esa época. Las primeras noticias de sus obras aparecen en, "INDICE DE LA POESIA PARAGUAYA" de Sinforiano Busó Gomes, revistas de Buenos Aires y "LA TRIBUNA", el principal diario de Asunción de aquel entonces. Su primer libro aparece hacia 1960, "SANGRE DE TIERRA Y LUNA". Lo editó "El Grillo", publicación universitaria de Santa Rosa, ciudad capital de la provincia de La Pampa (República Argentina).

En 1970, aparece "ANTOLOGIA DEL SILENCIO", editado por la editorial "Manuel Ortiz Guerrero", del Patronato de Leprosos del Paraguay.

Luego le sigue "CATORCE TESTIMONIOS DE LA POESIA PARAGUAYA", ensayo que comparte con Edhy González Frutos, intérprete y realizadora de la selección; luego "METAL ES LA FRAGANCIA", poemario editado por Criterio, revista universitaria de cultura, ya desaparecida.

Su último libro: es una novela; "LA PESADILLA", primer premio del concurso Hispanidad, 1976.

 

 

VILLARICA

 

Es ella la reina,

que duerme su hechizo sobre la colina.

Y el cielo se inclina

por rozar sus curvas con un beso azul.

 

Es ella hechicera;

solazan su encanto núbiles doncellas;

que danzan descalzas

a un ritmo que mece sus formas de tul.

 

Culebras dormidas, ebrias de esmeraldas

la guardan tendidas.

Y es rica, muy rica...

Tienen sus doncellas

poblada sonrisa de perlas de Ormuz.. .

 

Es rica, muy rica ...

la mece voluptuosa noche ennegrecida

de místicas nupcias,

mientras las estrellas

exodializan músicas de luz...

 

Su glauca silueta

juguetea el aura de sus mil fontanas,

que en la fronda, quietas,

en verde coloquio murmuran plegarias.

 

Está enamorada

y es toda romances y música indiana.

De albor saturada,

besa embebecida sus senos la luna. . .

 

Aladas orquestas

de ruiseñores con arte desgranan su regia

auroral serenata,

y vestida de áureo sortilegio, amanece la reina

Es ella la musa,

que voluptuosa sobre la colina

su hechizo dormita.

Es ella mi reina: es bella y es rica.

 

 

AUSENCIA

 

¡Adiós!... Esa palabra cortantes pero dulce ...

Acíbar que en mis labios madura su panal...

¡Adiós! Os digo ahora, pero no lloro: canto.

Los niños no comprenden lq pena del que va.

 

No quiero yo dejaros, aunque más breves fueran

las sombras que nacen nido distante del hogar.

¿No visteis, mis hijitos? Oh, ¡quién no lo sintiera!

Vuestra sonrisa ahoga mis ganas de llorar.

 

Vosotros que aprendisteis la acústica del yunque

desde esa humilde cuna que ayuda a no llorar,

sin duda comprendisteis la dicha del que sufre:

¡cantar a los hijitos la música del pan!

 

¡Adiós! Cabellos rubios, tiernos labios de guinda

que al abrirse gorjean dulce canto: pa-pá ...

Ponles, oh, primavera, la miel de tu sonrisa;

bésalos, nueva aurora, si no regreso más, . .

 

 

MENSAJE

 

Ya era tarde y partieron mis palomas enfermas,

el rosal del ensueño ya no daba una flor,

pero a mis pies sangraban pétalos de mi alma,

y en mi mente tu nombre sin querer floreció ...

 

Una tarde cualquiera, de dolor y de sombras,

acallaron los ayes; la esperanza nació...

Y lancé por los aires mis heridas quimeras;

mis palomas enfermas; mis mensajes de amor...

 

Tenues versos con alas que murieron de sombras...

Eran pobres palomas mensajeras... perdón...

Una tarde partieron, esperanzas a cuestas,

y en los picos sangrando, te llevaron mi amor...

 

 

SOMBRAS EN LLAMA

 

Ven; quiero ver si sientes

el palpitar doliente

de esta secreta hora.

Arboles, césped verde

y un cielo azul. Tu nombre

sonoridad extraña.

En lontananza hay sombras;

detrás, el porvenir ...

 

El mundo, mar ambiguo

que nos ahoga en llantos,

costelará tu vida

de nocturnal congoja,

cuando la tarde llore,

cuando estés sola tú.

 

Hermosa es la ribera,

donde descansa el sueño.

No pensemos ser dueños

del porvenir. No hay luz.

Tus ojos se abismaron

en mi abismo nocturno;

dos cruces en el mundo;

dos jornadas: Tú y yo.

 

 

FRAGANCIA DE RAICES

 

Porque viva lo que el sueño forja

me perdura en los ojos

el niño enamorado que te plasmó en la sangre.

 

Yo vengo de un amor eclosionado en tus auroras,

Perulero,

presencia genesial de tierra,

sueño nuevo y pretérito

que timbra en el portal del otoño,

ala rota en el cielo de la infancia,

pez dorado navegándome

desde unas tardes de remansos fragantes,

voz detenida en la raíz del hombre,

libélula paralizada en la orilla del tiempo.

 

Allá quedé

con mi caballo de palo y mi rebenque malva,

atrapando en mi camisa teruterus y calandrias,

junto al mar de pajas rojas

en cuyas playas imprecisas

guiñan ojos de pedernal

viejas luciérnagas,

moradoras de dudas y derrotas,

de agonías con el sol a cuestas

y las noches metidas en las vértebras.

 

Allá mis demorados pasos,

en la inmóvil arena de los caminos truncos,

sin más testigos que los días anónimos,

los días detenidos bajo un turbión de pájaros,

o un mugir de toro triste

tras la recua de cerreras visiones

con sangres y arenas avispadas

en la estampida última.

 

 

SANGRE DE SURCOS

(Éxodo campesino, 1959)

 

I

 

No.

No es permitido verlos

en esa brillante huída de faroles con ruedas.

Sangre de surcos, brillante y roja.

Esa confusa embriaguez de metales

exprimiendo gemidos por la sombra inclinada;

Esa indefinida belleza trasnochada

rodando como monedas ebrias;

Ese festín;

Esas noches que alumbran y esas luces que ciegan...

Todos. Sí., todos beben sangre de surcos!

Y es de noche;

Y hay estatuas que piensan

y hombres sin sentidos;

Y hay ventanas que cantan

y llantos sin ventanas...

Mas, nadie los vio pasar;

La noche transitaba sentimental y sola

rozando estatuas.

Nadie los vio pasar hacia esa oscura soledad sin surcos.

 

II

 

Y en la paz del naranjal

canta la sombra.

Los caminos se quejan

de llevar siempre penas;

Y un cansancio de arados

sin sudor y sin polvos,

habla un idioma antiguo

de trabajos forzados.

Un ranchito aterido,

larga orfandad de lumbres;

-¿Dónde están?

--Se han marchado;

Las monedas de enero

les quemó las espaldas

y las noches de junio

les colmó de luceros ...

y se fueron ... se fueron ...

El camino se queja

de llevar siempre penas

hacia una esperanza

de quién sabe qué rumbos.

 

III

 

No. No es permitido llenar nuevos cartuchos

con los blancos capullos del viejo algodonero;

No es permitido matar la sangre del surco, matando . . .

Es preferible cargar

las esperanzas a cuestas

y dejar esa verde soledad

sola y sin surcos ...

Y esta vez el camino recogió la protesta;

Y esta vez, con las penas,

se marchó la esperanza ...

 

 

¿HOLA, MAESTRA!

A María Serrán.

 

Acaso

debido a simple móvil de cariño

o a secretas ansias de identificación

es que sólo atinábamos a llamarte Maria-í.

 

¿Te acuerdas, maestra?

Fuera, tal vez,

porque mejor encarnabas así

la imagen de nuestra fe.

 

Hoy,

sacudiéndome el polvo de lo andado,

me detengo a mirar atrás:

Vale la pena regresar al niño,

a la magia del guardapolvo blanco.

Vale la pena volver sobre los pasos,

recontar el trajín que cuesta un hombre,

y al cabo del recuento,

cubrir con desusadas monedas de cariño

el déficit rotundo de tus compensaciones.

Quizá podamos todavía

rescatar los quilates de tu perseverancia,

ciencia prístina y alta que,

ya lo sabíamos entonces,

nadie le conocía

(ni reconoce hasta el presente día)

valor cabal.

 

Como nosotros pobre,

eras la madreselva del terrón escolar,

sufriente por más que percibieras

-amén de la migaja estatal-

el ínclito salario de nuestra confianza.

Allá, soledad mía,

libertad de mis lágrimas,

bajo los lapachales,

capital de mi origen trashumante,

con jolgorio de niños en las ramas

y trinos minerales tornando a la simiente.

 

Allá quedó,

las orejas pegadas a la aurora

y los ojos en la última estrella,

exhumando las voces que crearon

mi nombre

de la nada.

 

Como nosotros,

materia elemental de la paciencia.

Por tantas travesuras consentidas

e injusticias tantas perdonadas

ya tu perenne sonrisa se volvía

la indulgencia plenaria.

 

Y un día descubrimos

entre todas las cosas aprendidas

una feliz verdad:

que la escuela eras tú.

Digo feliz

porque así comprobamos cuán dulce era la luz.

 

Y entonces,

la alegría cobró concreta forma;

la sentimos pegársenos al cuerpo,

fragante y nuestra como una ropa nueva.

María,

mi maestra del quinto;

cómo olvidar tu matinal frescura,

la alquimia de tu voz,

tu entero corazón de cada día

y esa vida que dabas

como si fueras Dios ...

 

 

IRREPARABLE DISTANCIA

(a Mamá)

 

La conocíamos, madre,

desdibujada entre sueños y sobresaltos,

a partir de cierta huérfana vastedad

al pie de un cerro,

desde adioses inmensurables y tan pequeños

apretados a la grupa del sollozo,

desde adioses calientes

con ardor de resoles y monturas

y rumbos cabalgados de luna a luna.

 

La conocíamos, madre,

a partir de cierta carreta gris

bajo una aurora tétrica

con los despojos de mi padre dentro,

desde tristes abrazos en madrugadas duras

y susurros alentadores que me decían:

"La distancia no será distancia .. . "

¡Y, por cierto, no lo ha sido nunca!

 

La conocíamos, madre,

cuando a lo lejos

tus ojos y mis ojos se encontraban

y en mis latidos eras lo que yo en los tuyos,

y me decías ven

y yo me iba,

bien que sólo en alas de un insomnio

o entre murmurios de una lluvia mágica,

o andando simplemente,

arrastrando callada soledad entre la gente,

en la enorme distancia de aquel tiempo

en que Buenos Aires era la antípoda.

 

Y pese a tu partida,

a esa distancia tan nuestra y tan extraña

y al adiós inhumado entre tus labios yertos,

yo me veo en tus ojos como otrora,

yo te sigo mirando como eras

entre hilachas de lluvias y de insomnios,

a veces entre nubes de porfiadas lágrimas

que me anegan los párpados

envejecidos de ausencia.

 

 

NIÑO

 

Me digo a veces,

o mejor,            

le digo:

-¡Hermoso el sueño que dejé contigo

cuando la barba me creció en el cuero

y di a mis hambres pantalones largos!

 

Hablo del niño que se aleja lento

en la frutal fragancia del recuerdo.

Lo evoco a veces como al hijo muerto

o alguien que fuera mi mejor amigo:

¡la sucia manga de su astral camisa

y limpias gotas de cristal, sus lágrimas!

 

¡Cuánto lo añoro!

¡Cuánto a mis pupilas asomaron

su cara triste,

sus cabellos magros,

sus grandes ojos de mirada huérfana!

 

Pese al destino,

florecían yuyos en su alma agreste,

no las heridas que nos abre el mundo.

Hoy me despierto,

me sacudo,

y nada ...

¡Nada nos queda cuando el niño ha muerto!

 

Fuente:

EL PARMASO GUAIREÑO

Obra de ROMUALDO ALARCÓN MARTÍNEZ

Ediciones INTENTO.

Asunción – Paraguay

1987 (1ª edición – 407 páginas)

 

 

*****************

 

ENLACE A DOCUMENTO RELACIONADO: 

ANTOLOGÍA DE LA
LITERATURA PARAGUAYA
Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay 2004
Edición digital:

.

 

 

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