YPACARAI...EL MEDICO ÑOÑO

Por GABRIEL RODRÍGUEZ

De aspecto bonachón, con el rostro redondo como la Luna y con el cabello desteñido por el tiempo, el Medico Ñoño tenía un largo y blanquecino copete, que acomodado de manera des-prolija sobre la frente, suplía la ausencia de los pelos del hopo.

Eladio Pérez se había quedado con poco akâ râguè sobre la entendedera, debido al efecto colateral que el “Espiritismo” generaba en su cuerpo, cuya consecuencia es similar a la Quimioterapia, o sea que el contacto con el “más allá” afecta a los que desde el “más acá” interfieren en la dimensión en donde no deben.

Siempre llamo mi atención que Ñoño anduviera descalzo, tiempo después entendería que eso se debía a su permanente conexión con el 4to elemento, El Medico usaba la desnuda palma de su pie como un “Bluetooth”, que de manera umbilical lo unía a la Naturaleza, la tierra era como su Madre, sin ella no podía vivir.

Mas que a menudo se lo veía sudoroso, traspiraba el dolor de sus pacientes y luego de las batallas que libraba con el Mal que genera las enfermedades en el Hombre, quedaba exhausto y bañado en la sal de su transpiración, mientras suspiraba exhalando tufo de alcohol, producto del brindis que compartía con sus rivales Exu-Zepelintra o Pompa Gira, quienes a pesar de ser sus enemigos lo respetaban, pero solo se trataba de respeto profesional, nada de aprecio.

El Diablo no siente aprecio y desconoce el amor, Dios extirpo ese sentimiento del corazón de Lucifer, que luego de ser derrotado por Miguel, fue arrojado a la Tierra y desde entones palpitando amargura por siempre y para siempre, busca vengarse del hombre , a quien Dios presento como su mejor creación, y ante quien ordenó a sus Ángeles arrodillarse, siendo los Arcángeles Gabriel, Miguel y Rafael los primeros en acatar la disposición y doblar rodillas, en una inconmensurable muestra de lealtad y amor al “Yo Soy”.

Mi amigo Eladio Pérez vivía en frente al domicilio de Don Marcelo Ayala, mas conocido como “Marcelo Kamby”, quien tenía en cautiverio un Pájaro Campana al que durante mucho tiempo escuchamos cantar su genuina Paraguayidad.

El “Ka,ka,ka,ka,kànn” de su trino Nacionalista ,al que el Arpa aborigen rinde tributo en sus sones onomatopéyicos nos erizaba la piel, y nos alegraba el día hasta que un día dejamos de oírlo.

No se que habrá pasado con aquel Ave que encarna la identidad Guarani, quizás murió de tristeza lejos de su habitad, o tal vez algún “Gato extranjero, Mitrista o admirador del bárbaro y androgino  Conde D’èu” le haya propinado un zarpazo harto de escuchar su perenne himno de Libertad.

El rancho del Naturalista estaba a escasos 20 metros de la Cancha del Club de sus amores, EL PORVENIR de Ypacarai, cuando los jugadores de la casaca “azabache y esmeralda” no podían hacerse del Campeonato a través de la superioridad atlética, Ñoño intervenía con su poder sobrenatural posibilitando que el “Decano del Fútbol del Interior” se imponga una y otra vez sobre otros Clubes, pero cuando se disputaba un clásico contra el 24 de mayo, ordenaba a sus santos no interferir, pues decía que el Popular Porvenir podía solo contra el Chuchaje.

( Esta acotación lo hizo el, no yo, así es que si se van a enojar, no se enojen conmigo sino con Ñoño, pero es prudente advertirles que ello conllevaría contraer un mal de ojo, conste).

Cuando no estaba luchando contra el mal o alentando a su equipo desde las gradas, el Medico Ñoño se dedicaba a su otra pasión, apoyar al Partido Colorado, del cual era afiliado y en el que militaba siguiendo leal al Caudillo Republicano de Tacuaral: Don Luis Antonio Henry Becker Genes.

Tras la trágica muerte de Ñoño, al Porvenir no le fue tan bien y al Partido Colorado le fue peor, su querido Partido solo pudo ganar una Elección Municipal y luego únicamente supo de derrotas, hasta hoy la Dirigencia es incapaz de lavar en la fuente del honor, el rostro vilipendiado de la local cifra política mayoritaria.

Lastimosamente hoy por hoy, todo indica que esta vergonzosa situación continuara por mucho tiempo, todo ello gracias al chambonismo de los Partido Yàra.

Huérfano de la mágica intercesión del poderoso Medico ,el Partido Colorado fue humillado en sucesivas ocasiones y para colmo de males, el ÚNICO Intendente que fue reelecto hasta ahora en Ypacarai, es un Ingeniero Agrónomo de extracción Liberal que fue jugador fútbol-centro del Porvenir; con esto queda en evidencia que tras la física desaparición de Eladio Pérez, sus dos amores no solo la pasan mal, sino que sus integrantes colisionan entre si defendiendo cada uno su interés.

Ñoño tenia el Don de curar con la imposición de manos, con la oración, era una esponja que adsorbía el dolor ajeno, podía tomar entre sus dedos la negativa energía que produce el sufrimiento en los nervios de la anatomía humana, era capaz de ordenar la expulsión de la lacerante persistencia y del agudo sentir que aqueja la salud del prójimo. El medico era un sanador que se compadecía del afligido, y porque la Fe transporta montañas, creía que el amor de Dios todo lo podía.

Debo ser honesto al afirmar que antes de conocerlo personalmente Yo no creía en el poder de la oración, me parecía ilógico, increíble e inconsistente que alguien pudiera arrancar el dolor de un cuerpo en fracción de segundos solo con balbucear unas sencillas y poco atendibles palabras. A continuación relato una experiencia que cambio para siempre mi creencia sobre este tema.

Cuando era adolescente, las Caries habían carcomido una o dos Muelas, en ese tiempo mi Madre utilizaba un líquido llamado “Qirosoto o Kirosoto” ,que retiraba del IPS de Ypacarai, pues era funcionaria de la Provisional, y tras empapar un pequeño pedazo de algodón, lo introducía en la cavidad formada por la Caríe.

No se si el Kirosoto adormecía o eliminaba los nervios, lo cierto es que el Dolor desaparecía.

Hubo un tiempo en que el líquido estaba en falta en el IPS y debido a eso las muelas me tuvieron muy mal por varios días.

Como ningún medicamento me libraba del dolor y desesperada al verme retorcido y preso del sufrimiento, mi Mama me dijo que iría a llamar al “Medico” (como también se estila llamarle al curandero);sin otra opción e impotente ante el dolor, acepte que el “Medico ÑOÑO” me rezara u Orara ,metiendo parte de su mano en mi boca, no sin antes preguntarme mi nombre y cual diente era el que dolía,para luego situar un dedo sobre la muela que me atormentaba.

Luego de un minuto y tras terminar su corta Oración en la que escuche pedía que “la criatura Gabriel sea sanada”, alejo rápidamente su mano de mi boca y tras decirme en guaraní que no escupiera, bruscamente y como si tratara de un látigo, agito sus dedos hacia la tierra como si quisiera sacudirse algo de la mano.

Como resultado de aquella oración el DOLOR HABÍA DESAPARECIDO EN EL ACTO; la curación fue mérito del “Medico” y de la oración, pues en ese tiempo y como ya lo afirme más arriba, yo como paciente no creía que el me pudiera sanar; antes y durante la Oración NO CREÍA ni tenia Fe en que aquello me libraría del tormento del Dolor de Muelas.

Para mi mismo y para mi incredulidad, mi propia experiencia fue la prueba mas elocuente y fehaciente de que la ORACIÓN TIENE SU PODER, la FE de quien Oraba pudo sanar al enfermo desprovisto de la creencia.

Una obsesión me persiguió desde aquel mismísimo día, quería saber que palabras utilizo Ñoño para hacer desaparecer por completo el agudo dolor de mis muelas en una milésima de segundos.

Años después me convertí en operador Político y como tal, era encargado de hacer llegar a los Dirigentes de base las misivas de la instancia superior, entre esos destinatarios se encontraba el Correligionario Eladio Pérez.

Después de mucho frecuentarlo y tras verme realizar discursos e identificarse conmigo en la misma causa Republicana, Ñoño comenzó a exteriorizar un fraternal sentimiento hacia mí y con el tiempo nos convertimos en amigos, por entonces yo vivía en la casa de la extinta Tía Juanita, pero debo acotar que el hogar de mi Madre estaba situada a escasos 150 metros de la de Pérez, quien cada día pasaba por ahí, recorriendo el camino  que lleva al almacén, desde donde se proveía de la bebida con la que calmaba la espeluznante emoción de contactarse con el más allá.

En una ocasión y tras visitar a mi Madre, le pedí que si veía a Ñoño le dijera que quería hablar con el, el motivo era que había llegado el momento en que la confianza que nos teníamos me otorgaba el coraje y de determinación de solicitarle me revele el secreto que contenía la oración, con la que años atrás me había librado de un insoportable dolor.

Yo sabía que mi amigo  jamás se negaría a contarme lo que quería saber, podía sentirlo, tenía la certeza absoluta y creo que el sabia para que le había mandado llamar.

Recuerdo que en una calurosa tarde de domingo de aquella lejana década del 90, yo 

regresaba de la ciudad veraniega de San Bernardino y al ingresar a Ypacarai decidí visitar a mi Madre y degustar un delicioso “Tallarin ka’aru”.

Tras pasar frente a la sede de la Cooperativa fui divisado por el amigo Eladio, que al verme, dejo su vaso sobre el mostrador del almacén de Ña Tuti y cruzo la calle para saludarme y estrechar mi mano.

Sin mas rodeos abordo el comentario que le hiciera mi Madre y me dijo en guarani:He’i cheve nde Sy eñe’e sê ‘ha chendivè.. (Me dijo tu madre que querías hablar conmigo).

Le dije que si, y que si le parecía bien le esperaría al otro día, lunes de mañana para tomar terere y abordar el tema que me interesaba, convenimos el encuentro y al despedirme, como homenaje a nuestra amistad le agasaje con unos tragos a mi cuenta.

Ñoño nunca acudió a la cita marcada con su amigo para el día siguiente, esa misma noche había sido asesinado de la manera mas cruel.

Al día siguiente acudí al velatorio de mi amigo, no podía creer lo que había ocurrido, Ñoño yacía inerte en su ataúd, quien varias veces había vencido al mal esta vez había caído, el Jinete del Caballo amarillo al que llaman Muerte (Apocalipsis 6:7-8 ) le tendió una celada y en aquella noche le arrebato la vida sin poder apropiarse de su alma, porque todos los espíritus le pertenecen al creador, a Dios.

Luego de cometer el atroz crimen, al autor huyo y hasta hoy aquella barbarie esta impune.

Ñoño se llevó el secreto de su oración a la tumba, la muerte impidió que me lo trasmitiera, pero una noche me visito en sueños para revelarme otro secreto.

Después de algún tiempo soñé que Eladio Pérez venia por un Tapè Po’ì que lo conducía desde el predio de la Escuela San Blas de Ypacarai hasta el domicilio de mi hermano, colindante con el establecimiento educativo.

En ese sueño me encontraba parado en la puerta y al ver al Medico era cociente de que el estaba muerto.

Ñoño se acercó hasta una distancia prudencial y me dijo algo que me eriza la piel hasta hoy.

Revelo que había dado con la ubicación del que acabo con su vida, que el asesino era su yerno, y que el mismo estaba viviendo en Capiatá pero del lado de la ruta 1 y que tarde o temprano pagaría por su crimen.

Como era su costumbre, Ñoño había traspasado nuevamente el umbral que divide a una y otra dimensión, estando vivo se trasportaba al plano de los espíritus, estando muerto volvió a nuestro plano para descifrar el misterio sobre el paradero de quien había acabado con su vida.

Luego de contarme la ubicación del criminal que le arrebato la existencia, dio vueltas para marcharse, antes de alejarse le pregunte en guaraní: “Ñoño me vas a dar la oración con la que se cura el dolor de muelas?” y me dijo: “Claro que si!, y podrás curar también”, luego se alejó perdiéndose en aquel sendero que lleva a lo infinito del mas allá.

Años después, un joven llamado Sahori Ayala me entrego un ejemplar del libro “Corona Mística”, que en su momento perteneciera al respetado Medico Naturalista Italiano Don Juan Guastella.
Demás esta decir que los libros tienen orgullo propio y se los prestan jamas regresan, por ello aunque no me pertenezca, declaro que no devolveré el libro Corona Mistica,que contiene la oración utilizada por Ñoño para expulsar el dolor y con el que tuve la GRAN SATISFACCIÓN de sanar a muchas personas con terribles dolores.

Comparto con ustedes una oración similar a la utilizada por Ñoño, pero me reservo la que fue de su predilección, quienes quieran utilizarla pueden hacerlo, pero les recuerdo que una oración dicha sin fe es como un arma sin balas, hay que creer en lo que se dice, si el hombre no cree en la palabra, ese hombre no vale nada y menos aun vale lo que dice.

 Incluso después de muerto, Ñoño siguió curando a través de la oración, me otorgo lo que le había pedido en sueños y hoy como agradecimiento , a más de 20 años de su muerte retribuyo su gesto publicando lo que me me dijo en ese momento: Que su asesino estaba viviendo en Capiatá, del lado de la ruta 1.

Hoy sentí unas inmensas ganas de escribir sobre aquel Medico que curaba rezando a Dios, el hombre de los pantalones remangados, con el rostro dividido entre aflicción y alegría, el Colorado de humilde cuna pero mas Colorado que los de sangre azul, el hombre sencillo que como el buen Apóstol llevaba la sanación a un hogar, del que se retiraba sin pedir nada a cambio. 

Escribir sobre el amigo que ya no está y con quien se compartió fraternos sentimientos genera reacciones cargadas de penas y alegrías, pero siempre es importante recordar porque la inmortalidad se inicia en la memoria.

Hasta pronto amigo...DIOS te tenga en su Santa Gloria.

Fuente: http://scooby2rodriguez.blogspot.com/

Registro a pedido del Autor: Enero 2015

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