Ypacaraí, el extraño caso del hombre con corazón mecánico
Cuento de GABRIEL RODRÍGUEZ
Un Tacuaraleño a quien se le decía "Jaguá Tele", una vez se arrojó al asfalto para suicidarse por causas pasionales.
Al caer a la ruta un colectivo Pirayú, que iba volando muy bajo, atropello a Jaguá Tele y por el impacto de la colisión su corazón salió disparado del pecho.
Como en el centro de salud no había guardia de médicos, los que lo socorrieron, en acto desesperado, llevaron al semimuerto jaguá tele a la casa de Papi Edwards, quien en ese momento compartía una ronda de tragos con Bubi Goetz.
Como Papi Edwards era un gringo que lo sabía casi todo, los socorristas dejaron a Jagua Tele en su sala, abrigando la esperanza de que el mecánico pueda salvarlo.
De inmediato Papi Edwards y Bubi Goetz le bajaron un fondo blanco para el py'á guazú, y cual Ada Madrina con Pinocho, se dispusieron a poner un nuevo corazón al moribundo Jagua tele.
Bubi Goetz, un técnico electrónico y Papi Edwards mecánico de todo tipo de maquinarias, echaron mano a sus vastos conocimientos, improvisaron un quirógrafo en pleno taller del dueño de casa en donde tuvieron la brillante idea que desarmar la moto Harley Davidson 1.800 cc, propiedad del Capitán Luis Duré, del que extrajeron el motor para implantarlo en el pecho de Jagua Tele, para que le sirva de corazón.
El malherido se recuperó y desde entonces llevó una vida casi normal, el único inconveniente lo representaba el roncador tipo escape al aire que producía un ruido ensordecedor, por lo que tuvo que mudarse a las cercanías de la cantera a vivir solo, pues ni su pareja ni vecinos podían dormir por los ronquidos que emitía.
También se vio obligado que dejar el club el Porvenir en donde era "win - cohete", pues debido a la velocidad que desarrollaba turbinado por el motor 1.800 cc, los frenos no podían pararlo y terminaba estrellado por los eucaliptos de 500 años situados detrás del arco del club, a cuyas hileras tumbó cometiendo un delito ambiental que casi le valió la cárcel.
Jaguá Tele siguió viviendo mucho tiempo en Ypacaraí, cada 5 mil kilómetros recurría a Bubi Goetz o Papi Edwards para realizar el servis.
A menudo se le acababa la batería y era cuando lo veíamos en una arribada esperando que alguien le dé un empujoncito para arrancar sobre segunda.
En los días de frío era común ver a dos o tres personas jadear de cansancio luego de empujar por 4 o 5 cuadras a un jaguá tele cuyo corazón no quería arrancar por las mañanas.
Aún recuerdo aquel inconfundible ruido que delataba la ubicación del único ser en el mundo que tenía un corazón de moto.
El Burumbumbumbunbum - Burumbumbumbunbum, característico ruidoso del motor Harley Davidson anunciaba que jaguá tele recorría las calles del pueblo.
Una vez vinieron a visitarle unos gringos que decían ser de Hollywood, los mismos le hicieron muchas preguntas, se interesaron de su historia y basados en la vida de jaguá tele hicieron una película al que llamaron “Terminator” mba’embó.
La poderosa cilindrada del motor incrustado en el pecho de aquel joven despertaba la pasión y admiración de algunas señoritas, a una de ellas jaguá tele visito en un audaz y arriesgado "Jakaré", pero termino delatado por los elevados decibeles del ronroneo de su corazón mecánico y no tuvo otra que salir corriendo a 300 km por hora, luego de que el padre de la doncella lo corriera a escopetazos.
Poco a poco la parte mecánica de su cuerpo hizo metástasis en las venas de jaguá tele en donde el aceite sustituyó a la sangre, incluso por las noches sus ojos brillaban como ojo de gato en una fosforescencia que a ratos asustaba a quien lo veía.
El joven a quien una vez los técnicos de mi valle salvaron la vida termino sintiéndose más moto que humano, al punto de enamorarse de una hermosa Zanella amarillo 200cc de dos tiempos propiedad de Líder Fernandez, motocicleta con la que se fugó para cumplir el deseo de muchos aventureros: recorrer el mudo sobre dos ruedas.
Desde esa vez ya no supimos del joven con pecho de hierro pero sentimiento humano, él se dedicó a ser feliz, recorriendo el planeta, sintiendo el viento en su rostro, la adrenalina en sus venas y en su corazón el amor de su tierna Zanella amarillo.
Puede que esta historia parezca increíble, pero ocurrió de verdad en Ypacaraí, en donde todo es posible.
Fuente: El Autor
Julio 2016
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