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ELIGIO AYALA (+)

  INSTITUCIONALIZACIÓN - CARTA DE UN COMANDANTE A SUS SUBORDINADOS (Presidente ELIGIO AYALA)


INSTITUCIONALIZACIÓN - CARTA DE UN COMANDANTE A SUS SUBORDINADOS (Presidente ELIGIO AYALA)

INSTITUCIONALIZACIÓN

CARTA DE UN COMANDANTE A SUS SUBORDINADOS

Presidente ELIGIO AYALA

 


En el año 1924, el entonces Presidente de la República del Paraguay, Dr Eligio Aula, dirige una visionaria carta al Ejército, en donde entre otras cosas expresa su gratitud a los componentes del estamento militar En la misma señala el camino que debe seguir una institución militar; dentro de la abnegación y el sacrificio. Finalmente determina que si el Ejército se consagra austeramente, con dedicación estoica al cumplimiento de los deberes, se asegurará el ejercicio regular de las instituciones republicanas. - 5 de marzo de 1924

 

Señores Oficiales:

 

Desde hace varios meses he deseado hacerles una visita que no he podido realizar por dificultades inherentes a las funciones que desempeño. He querido estar entre ustedes, no solamente para saludarles y desearles buenaventura en el Año Nuevo, sino para cumplir con un deber que me es singularmente grato.

En la revelación de la última sedición y el afianzamiento de nuestras instituciones republicanas, han tenido ustedes participación eficaz, y en la futura estabilidad de las mismas serán ustedes  cooperadores no menos decisivos. Por el deber cumplido con tanta sinceridad e intrepidez, les envío las felicitaciones y la gratitud del Gobierno, y para la acción que en el porvenir exigirán de ustedes los deberes propios de la Institución a que pertenecen, mis estímulos y más exaltada incitación.

La Institución Militar es una de las más nobles y poderosas en la vida de las naciones. Ninguna como ella es condición tan esencial de la existencia nacional.

Algunos trágicos extravíos del ejército en la vida pública del pasado, han empañado un poco la nobleza, la elevación y el altruismo de su misión.

Nosotros queremos que el Paraguay no sea solamente una unidad geográfica, corpórea y material, que exista y asegure su soberanía, y sea no sólo un espléndido legado de los esfuerzos heroicos de nuestros antepasados.

Nosotros queremos además que sea una patria espiritual viviente y humana; que desenvuelva los grandes destinos de que está preñada; que sea un taller resonante y alegre de acción creadora, intenciones progresistas y trabajo fecundo.

** La patria no es sólo pasado; es también el porvenir. No se compone solamente de los deberes cumplidos, sino también de los que debe cumplir, y de los progresos que efectuar.

Y este destino en el futuro de la patria no se podrá realizar sin la cooperación inmediata del ejército. El ejército debe asegurar la existencia del Estado, la soberanía de la Nación, la integridad  viviente, actual y palpitante de las instituciones del Gobierno, que son los antecedentes ineludibles de toda renovación progresista, de todo enriquecimiento cultural.

Primero debemos existir, asegurar la posesión de los medios para pugnar por la existencia mejor, la realización de nuestros ideales de perfección y ensueños patrióticos.

Ya se sabe que no viven las naciones para tener un ejército; sino que tienen un ejército para vivir, asegurar el pleno ejercicio de sus derechos.

Si a los coimeros de la administración pública y los políticos corrompidos les bastara sublevar una zona militar o una guardia pretoriana para abrigar corrupciones, habría que desesperar del porvenir moral de nuestro país. Porque entonces las usurpaciones, las arbitrariedades y los abusos nunca tendrían sanción, la discriminación entre el bien y el mal sería estéril, el único juez del mérito de las acciones sería el éxito y la única ley de la actividad social, el triunfo del más fuerte.

No es menester decirles que esto es imposible. En la anarquía nadie triunfa, todos son igualmente fuertes o igualmente débiles ante el único resultado posible de ella que es la ruina de todos y la vergüenza nacional. Las ventajas efímeras que pueden resultar para unos casos en el ejército, de la confusa rebatiña de intereses mezquinos y de instintos egoístas, no son más que acicate que precipita a todos al despeñadero.

Esta sola consideración destaca la importancia, la necesidad y el valor de la Institución Militar. Deben estar ustedes orgullosos de haber abrazado esta carrera. Al servicio de otras profesiones se pone la inteligencia, el talento, la voluntad y el esfuerzo; al servicio del ejército todo esto y algo que vale más que todo: la vida misma. Un revés en las otras profesiones nos puede privar de la bucea reputación, sumir en el descrédito y la oscuridad. En la profesión militar hace perder la existencia misma, porque en esta profesión, como en ninguna otra, no debe sobrevivir al deshonor.

La vida militar estricta, es la poesía del deber, la abnegación y el sacrificio. La Institución Militar encarna los deberes más imperiosos y más grandes hacia la patria. Ella no es la defensora de gremios particulares de intereses políticos, económicos, ni religiosos. Ella ampara el ejercicio de todos los derechos, a tal punto que del cumplimiento de su misión depende que podamos sentir hasta el orgullo de ser paraguayos.

 Y no es preciso, para cumplir estos deberes simples y claros, la saña ni el rencor; no es necesario inmiscuirse en la Política, el Gobierno, ni en la concurrencia de intereses mercantiles. Basta para ello un poco de desinterés, y estoicismo. Ustedes son componentes del ejército y el ejército está por encima de todo esto.

Si el ejército se consagra austeramente, con abnegación estoica al cumplimiento de estos deberes, se ahorrarían grandes desgracias a nuestro país y se aseguraría el ejercicio regular de las instituciones republicanas. Espero que el ejército actual, así lo hará siempre el] adelante, ya que no han podido hacerlo los anteriores. Esperamos que el ejército sea siempre un factor poderoso de seguridad y bienestar como ha sido con ustedes en los últimos años.

El más grave peligro que puede acechar al ejército es la desmoralización, porque ustedes saben que no puede haber ejército sin moral, no se ganan batallas sin moral, y hasta lo que el azar ha salvado puede ser sacrificado por la indisciplina y la falta de moral.

Hago votos porque el ejército actual oponga a este peligro una voluntad acerada, inflexible, templada en la práctica constante de la lealtad. Y tengan la certeza de que si obran siempre con corrección y lealtad, el Gobierno y el Pueblo contribuirán complacidos a enaltecer la Institución Militar, a prestigiarla, satisfacer sus necesidades y estimular su progreso y perfeccionamiento.

Cumplamos todos con nuestros deberes para que al fin veamos, el resurgimiento de nuestra patria.

ELIGIO AYALA (5 de marzo de 1924)




Documento Fuente:

ELIGIO AYALA - TODO POR LA PATRIA por MARIANO LLANO

© MARIANO LLANO, Asunción-Paraguay (188 páginas)

 

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