MANDU'A
Revista de la Construcción
Año XXXIV
N° 398
Junio 2016
Editorial
La corrupción nuestra de cada día, ¿en qué estadio estamos?
Este tema ya parecería reiterativo en Mandu’a si no fuera que, cada vez más, se evidencia que en este flagelo está la raíz de todos nuestros males. Prácticamente la sociedad paraguaya en su conjunto se halla inficionada por esta verdadera plaga. No pasa día sin que los medios de prensa nos informen, aunque mejor sería decir nos saturen con noticias sobre hechos de corrupción. En esta edición, en las páginas 60 y 61, publicamos un colage de 23 títulos de artículos publicados en los diarios Abc Color y Última Hora, en un solo día, el miércoles 18 del mes pasado, y conste que no los publicamos todos pues una media docena ya superaban el espacio asignado.
Decíamos que la sociedad toda está corroída por este mal y ello nos trae a la memoria un hecho que nos narrara hace unos días un conocido, quien realiza trabajo de delivery. Fue asaltado, robándosele su moto y medio de vida. Realizó la denuncia en la comisaría al tiempo de prometer recompensa en caso de recuperarla. Pocos días después fue contactado por un policía quien le ofreció informarle la ubicación del biciclo a cambio de 500 mil guaraníes, suma que éste pagó entregándosele, no la moto sino una boleta de la Patrulla Caminera en una de cuyas barreras había sido retenido el vehículo y donde, para devolvérselo, le exigieron pagar la multa de 1.600.000 guaraníes que finalmente redujeron a 550 mil. De nada sirvió explicar que había sido objeto de un asalto ni exhibir la denuncia policial, había que pagar o pagar. No sorprende la conducta del policía, la que hasta consideraríamos normal ya que sin coimas o pagos extras no se moviliza, pero que la Caminera, en un caso como el detallado, exija el pago, es inaudito y si esto no es corrupción querríamos saber cómo llamarlo.
En la página 96 publicamos que 16 centros de experimentación y capacitación, construidos por misiones técnicas extranjeras como Taiwán y Alemania entre otras, que habían quedado a cargo del Ministerio de Agricultura y Ganadería, por desinterés o “falta de presupuesto”, la mayoría, están en la ruina. ¿Cómo puede el MAG argumentar “falta de presupuesto” cuando pagan jugosos sueldos y viáticos y hasta precios exorbitantes por servicios de catering de cuarta, aunque los precios correspondan a hoteles de primera? ¿Esto acaso no sería corrupción?
En estos días tuvimos acceso a dos comentarios acerca del tema. María Isabel Soldevila, periodista y catedrática dominicana, en su artículo El perverso ciclo de la corrupción (las cinco fases de la enfermedad), observa que en la primera fase, “Cuando entra en contacto con el cuerpo y la conciencia, la corrupción comienza escandalizando, la persona no se puede imaginar cómo es posible tanta miseria moral, tanto descaro”. En la fase dos, “Los escándalos siguen molestando, pero lo que en la fase uno era indignación se parece más a frustración. La persona comienza a hacerse agria, a decir que nada sirve, que nada tiene remedio”. Y al pasar a la tercera etapa, la que define como “la indiferencia, ya nada sorprende a esa persona que poco tiempo atrás soñaba con un porvenir de justicia. La cuarta fase es “Cuando la metástasis se ha apoderado de cerebro y corazón en casi su totalidad. La persona mira de lejos la corrupción, no se considera capaz de cometerla y empieza a buscar excusas para no ver lo cerca que la tiene. Se dice a sí mismo: ‘eso son ellos, no yo. Yo no soy corrupto’, pero su silencio de aceptación es un silencio cómplice que corroe, que contagia y que prepara para la fase cinco: la terminal. En esta quinta etapa, ya la corrupción es parte de la vida de aquel joven que luchó en su contra. Ya no es nada recibir sobornos, a los que -por supuesto- no llama sobornos sino ‘finos detalles’. Comprar conciencias, venderse es un acto de cada día”.
Alfredo Acle Tomasini, escritor mexicano, en su libro Retos y riesgos de la calidad total dedica el capítulo final a la Corrupción y sus grados, que en su definición tiene cuatro estadios, el primero, el de la presencia y dice: “Este nivel es de hecho sólo un punto inicial”, que se refiere simplemente a la captación de su existencia; el segundo es el de la impunidad “que puede ser resultado de diversos factores como podrían ser los apoyos personales”. El tercero, el de la ostentación “cuando no sólo se logra permanecer impune sino que además se hace ostentación pública del evidente enriquecimiento ilícito, lo cual de alguna manera es propiciado por la impunidad”. El cuarto es el de la inversión de valores “que es el peor de los grados pues es signo de descomposición social al invertir los valores. Así de manera trastrocada se juzga como inteligente a aquel ‘vivo’ que maquina ingeniosas componendas aprovechando una posición privilegiada, en tanto que al no corrupto se le califica de estúpido”, por dejar escapar las oportunidades que tiene de robar.
Esto nos recuerda nuestra niñez cuando era frecuente escuchar “soy pobre pero honrado”, ya que la honradez era un valor apreciado por la comunidad. Ahora se escucha: “ivýro orekó oportunidá ha ndoaprovechái, máva pikó oreconocéta ichupé” (es zonzo, tiene oportunidad y no la aprovecha, quién se lo va a reconocer)
Fuente Digital: Mandua.com.py (Online)
Registro: Junio 2016
Revista MANDUA N 398 - Junio 2016 - Paraguay - PortalGuarani by PortalGuarani3
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