MANDU'A
Revista de la Construcción
Año XXXV
N° 415
Noviembre 2017
Editorial
Democracia de fachada y corrupción conducen indefectiblemente al abismo
La democracia en nuestro país se va degradando porque cada vez es mayor la cantidad de políticos-escombros (como los designó alguna vez monseñor Ismael Rolón) que ejercen el poder.
En 1989, tras el final de la tiranía, se tejieron muchas esperanzas con respecto al futuro de la Patria. Las medidas que entonces se tomaron desde el Gobierno -la principal fue la redacción de una nueva Carta Magna de 1992- y la calidad humana, intelectual y política de los parlamentarios de aquella primera hora mostraron signos de esperanza.
Hombres de la talla de Evelio Fernández Arévalos, Waldino Ramón Lovera, Domingo Laíno, Juan Manuel Benítez Florentín, Eduardo San Martín, Juan Carlos Zaldívar, Fernando Vera y otros que hicieron del Congreso un recinto de debate calificado y un bastión de probidad, coraje cívico y responsabilidad con el destino de la Nación.
Con el correr del tiempo, fueron desapareciendo de las listas aquellos que eran un reaseguro contra los desbordes de los irracionales y aparecieron los que solo estaban interesados en su propio beneficio. Los partidos se movieron más de acuerdo al dinero, a las ambiciones sectarias y al usufructo del poder en provecho propio antes que por ideales superiores.
Mirando hoy cómo está la clase política –salvo loables excepciones-, en su reflejo grupal más cotidiano como son las cámaras de Senadores y Diputados, se observa que en vez de avanzar hubo un grave retroceso en la calidad de los legisladores. Esa percepción atañe no solo a su preparación académica y su nivel cultural sino sobre todo a su condición ética y a su relación con el ordenamiento jurídico de la República.
Bastará con echar una mirada rápida sobre los diputados y senadores actuales para encontrar que entre ellos hay acusados e imputados por variados delitos así como legisladores con serias objeciones de diversa índole. Entre ellos hay parlamentarios que usaron dinero del Congreso para pagar a su personal de servicio doméstico, estafadores, contrabandistas, narcotraficantes, planilleros, despilfarradores del dinero público, traficantes de influencias, vaciadores de entes estatales, alteradores de la voluntad popular en elecciones y otras transgresiones.
A modo de ejemplo, citemos algunos casos. Víctor Bogado está procesado por su niñera que cobraba salarios de Diputados e Itaipú. José María Ibáñez contrató a caseros de su quinta pagados por la Cámara Baja. Enzo Cardozo está imputado por el desvío de 3.700 millones de guaraníes en el Ministerio de Agricultura y Ganadería. Zulma Gómez está investigada por intento de estafa de 12 millones de dólares en la Fundación Género y Medio Ambiente. Juan Carlos Galaverna confesó que cometió fraude electoral para favorecer a Juan Carlos Wasmosy...
El listado de transgresores de las leyes incluye también a Víctor Ríos, Freddy D’Ecclesiis, Perla de Vázquez, Eusebio Alvarenga, Carlos Núñez Salinas, Oscar González Daher, Milciades Duré, Jorge Oviedo Matto, Dionisio Amarilla y Enrique Salyn Buzarquis, entre otros.
Todos estos casos ilustran cómo ciertos legisladores se constituyeron en logias para delinquir y convertir su inmunidad parlamentaria en coraza de impunidad. Buscaron el poder para protegerse de la ley, cuyos representantes –fiscales, jueces, ministros de la Corte Suprema-, tampoco defienden a los ciudadanos tomando las medidas que corresponden en relación a los corruptos. Con chicanas y otras malas artes, los acusados alargan sus procesos hasta que prescriban. Quedan luego impunes y se burlan de la gente.
Para peor, el Poder Ejecutivo ejerce en el Parlamento un poder omnímodo con bancada propia, integrada por colorados y liberales cartistas a los que suelen sumarse los del Frente Guasú, lo que le permitió en más de una ocasión aprobar proyectos inconstitucionales. A ello se suma un Poder Judicial sumiso sobre el cual pende como espada de Damocles el juicio político de tres de los miembros de la Corte Suprema. Nuestra democracia funciona en lo formal, sin embargo, le falta lo esencial, el contrapeso de la división de poderes, herramienta que permita la construcción del bienestar del país con el ejercicio responsable del poder.
En conclusión, si seguimos transitando este camino con políticos delincuentes impunes y calientabancas, e instituciones débiles, de fachada, mientras los graves problemas del país aumentan, el futuro del Paraguay es poco alentador. Hay que mirar las experiencias de países en los que la corrupción de los políticos hartó a la gente y aparecieron gobiernos populistas que ahondaron los problemas, lejos de solucionarlos. Ojalá no sea ese nuestro final. Estamos a tiempo para impedirlo.
Fuente Digital: Mandua.com.py (Online)
Registro: Julio 2018
Revista MANDUA N 415 - NOVIEMBRE 2017 - Paraguay - PortalGuarani by PortalGuarani3 on Scribd
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