Portal Guaraní - EL CUATE CRISTÓBAL, OIKO CHUGUI CARDENAL - Por ILDE SILVERO

Corría el año 1984 cuando la cruel dictadura stronista ya no soportó las críticas de la poca prensa independiente que quedaba y clausuró el diario Abc Color. Como decenas de compañeros, quedé en la calle, sin trabajo, pero a los pocos días el entonces Mons. Jorge Livieres Banks me ofreció el desafío de reiniciar y dirigir el semanario “Sendero”, órgano de la Conferencia Episcopal Paraguaya.

Dudé mucho en aceptar la propuesta porque eran tiempos muy difíciles para el periodismo. Livieres me alentaba porque, según decía, varios comunicadores católicos se involucrarían en la osada iniciativa. Consulté sobre el tema al papá guasu del cerrado diario, Acero Zuccolillo, quien, fiel a su estilo, dio su aprobación con un ”métale pata, compañero”.

Poco después de empezar las publicaciones, apareció en la redacción, sobre la calle Alberdi, un joven sacerdote, recién llegado de España, con barbita y lentes de nerd. “Hola, soy el padre Cristóbal, salesiano, y me gustaría colaborar con vosotros” fueron sus palabras de presentación. Allí mismo nació una amistad personal y profesional que duraría casi veinte años.

El joven Cristóbal López llegaba al país como misionero para difundir el mensaje de Cristo y para ello contaba con buenas herramientas para la comunicación oral y escrita. A medida que transcurrían los meses y los años, el pa’i salesiano se fue ganando el cariño de todos quienes lo conocieron, en especial, mucha gente vinculada a los medios de comunicación. Cristóbal se convirtió en un cuate más entre los periodistas que trabajábamos tanto en la Conferencia Episcopal como en las distintas diócesis del país.

Su pinta no era nada refinada ni presuntuosa. Con su eterna barba, su camisa mojada por el calor, un pantalón discreto y sus sandalias de pescador, lucía casi como un hippy de los años 60. Le encantaban el tereré, la chipa y el asado. Pero lo que le faltaba en cuanto al señorío vanidoso, le sobraba en entrega total a su ministerio sacerdotal y un corazón inmenso en cuanto a honradez de conducta, generosidad y amor hacia el prójimo.

Tras unos años de su llegada, contribuyó a fundar la Asociación de Comunicadores Católicos del Paraguay, una organización que nuclea a los periodistas vinculados a la pastoral de la comunicación en todo el país que, hasta el presente, sigue realizando actividades de capacitación y formación de los profesionales del área.

El cuate Cristóbal empezó a destacarse entre los salesianos y en la Iglesia paraguaya; estuvo como directivo de los colegios de la congregación, de Radio Cáritas, de Sendero y de la Pastoral de la Juventud, hasta que fue nombrado superior de sus hermanos religiosos en el país. A esta altura de su vida, ya había adoptado la nacionalidad paraguaya y empezaba a defenderse bastante bien con las expresiones en guaraní.

Como todo misionero de Cristo, la difusión de la palabra divina no tiene fronteras, en el 2002 nos comunicó que, con dolor por la partida, los caminos de la evangelización le marcaban nuevos rumbos. Estuvo un tiempo en Bolivia, luego fue a Roma y, por último, recaló en Marruecos, un destino difícil porque la mayoría de la población marroquí profesa el islamismo. Hace solo un año y medio nos alegramos con el amigo a distancia porque fue nombrado arzobispo de Rabat y, ahora, mirá lo que son las cosas y las sorpresas que te da la vida: el cuate Cristóbal, el paraguayo por adopción, fue nombrado por el papa Francisco como nuevo cardenal, un cargo que en la Edad Media se conocía como un Príncipe de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

En medio de nuestra crisis política, nuestra precariedad económica y la mediocridad de nuestra selección de fútbol, por fin nos alegra una buena noticia: un nacionalizado paraguayo accede a la púrpura de cardenal. Gracias al Señor por la distinción y festejemos todos como si fuera nuestro cumpleaños.

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