CON PIES DE PLOMO

Por ILDE SILVERO

ilde@abc.com.py

Como país, buscamos superar una situación de inestabilidad política, nuestra economía se ha estancado, la franja de pobreza no se reduce, las inversiones están en pausa y del Gobierno no se esperan grandes cosas. Con este panorama, lo recomendable es caminar con pies de plomo a fin de evitar que en el futuro estemos peor.

El mundo atraviesa un período de estancamiento, de retracción económica y un estate quieto generalizado. El enfrentamiento comercial EE.UU.-China y la desaceleración económica europea tienen consecuencias negativas en el resto del planeta.

Si combinamos economía y política, en América Latina andamos con bastantes problemas. Los países centroamericanos sobreviven entre gobiernos autoritarios y la emigración ilegal hacia el “sueño americano”. Daniel Ortega mantiene bajo opresión y hambre al pueblo nicaragüense. La mitad norte de México sigue bajo control de los cárteles de la droga. Resurgió con fuerza un sector del grupo guerrillero FARC en Colombia. El dictador Maduro se mantiene en el poder con la represión y el asesinato de los opositores así como la huida al exilio de millones de sus compatriotas.

Nuestros dos grandes vecinos tienen sus propios problemas. Brasil metió en la cárcel a dos expresidentes, el escándalo Odebrech manchó a toda la clase política y el presidente Bolsonaro anda diciendo boludeces y peleándose con todo el mundo. Argentina es un volcán a punto de erupción. Macri no pudo controlar la inflación, aumentaron la pobreza y el desempleo, y la gran ayuda del FMI no tuvo buenos resultados. En octubre, los argentinos elegirán nuevo presidente, pero gane Fernández o Macri, la nación entrará en cesación del pago de su enorme deuda interna y externa, y la crisis será aún peor.

No podemos analizar lo que nos sucede sin tener en cuenta este contexto mundial y regional. Tanto nuestras autoridades como nuestros líderes políticos y sociales tendrían que ser muy prudentes y cautelosos antes de adoptar medidas económicas que, a mediano o largo plazo, podrían empeorar nuestra situación. El pensamiento populista, a veces, tiende a conceder fácilmente reajustes salariales a los empleados públicos, subsidios a sectores productivos, asistencia monetaria y equipamientos a grupos necesitados, así como aumentos a quienes de por sí ya gozan de altos montos de remuneración en la función pública.

Hay que tener mucho cuidado con la tentación de satisfacer a todos los que piden incrementos salariales en el sector público porque eso significa que simplemente se está inflando el presupuesto pero no hay una contrapartida de mayores ingresos tributarios, lo cual conduce a un mayor déficit fiscal.

Aunque sea elemental, recordemos que el único generador genuino de una mayor riqueza y de los ingresos fiscales es el sector privado. Los ciudadanos comunes somos quienes aportamos a las arcas de Hacienda. Cuando pagamos el IVA, aranceles aduaneros y los impuestos inmobiliarios, a la renta y los indirectos en casi todo lo que compramos, esos son los fondos que alimentan al Estado. No al despilfarro público, sí a la austeridad en las instituciones estatales.

Fuente: ABC Color

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Sección OPINIÓN

Domingo, 08 de Septiembre de 2019

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