POESÍAS DE RUBEN BAREIRO SAGUIER
CONVOCATORIA TRISTE
Ven.
Acércate a este grito.
Es el mismo.
En consumido guarismo de gargantas,
el follaje de voces
se marchitó en sus labios,
ya de piedra.
Solamente existe el musgo:
este grito.
Encadenada sombra,
sólo tiene el latigazo:
sangre y sangre.
Pero es él.
Mírale las manos.
A las cuerdas de los dedos
lleva atado todavía
su atormentado
trigo.
Pero, mírale más.
Ha marchitado sus ojos.
Ha disecado su gesto.
Ha suprimido sus labios.
Equívoco eslabón
entre el cristal
y el hombre,
tuvo un raro destino
de cadena.
Hoy nada le apresura.
Ni tan siquiera es navegante ya.
En fatigado amanecer de palabras
ha arribado a un puerto
de naufragios.
Ya no hay lumbre,
ni agua
para la agostada tierra
de sus pasos.
El sur no lo limita.
Ni el norte.
Ni el este. Ni el oeste.
Ni el cielo.
Sólo el abismo.
El abismo donde habitan
los que, como él,
caminan,
se arrastran
condenados.
Raíz de hoguera seca,
ceniza ya,
aún es él.
El mismo que ayer
dibujó el brote,
el que construyó la fe.
Acércate.
Es todavía un grito.
¡Petrificado grito...!
HUELLAS
Bajo las plantillas gastadas
de mis viejos zapatos
van pasando las calles
torrentosas del mundo: caras
voces extrañas,
manos, copas amigas.
Ausencia.
El frío del camino
se me sube a los huesos
por los hoyos del cuero
que calca en cada suela
la forma exacta
de mi patria.
ISLA SECRETA
1
en medio de la tierra del mapa
hay una porción de tierra
enteramente rodeada de tierra
por todos los costados
una isla debajo de la tierra
un isleo fogoso
o mejor
un escollo violento en las aguas mayores
una tierra de rabia silenciosa
balsa de tierra a la deriva
en una tempestad de tierra
2
la gente vive enterrada en el paraje
a menudo aterrada
desterrada siempre
la gente navega tierra a tierra
los niños comen tierra
y los hombres siguen comiendo tierra
fácilmente
3
tierra de pan llevar oscuro
en realidad tierra de mascar
tierra terregosa de tanto haber sido
tierra vegetal
y manca
4
tierra de tierra rodeada
luna seca
o a veces tarde mojada
de lágrimas en creciente
tierra de nadie
o de pocos
5
sin embargo
por mucho que intentaron
no han conseguido echarte por tierra
aunque te sangre la piel de tierra roja
y el sol te saque heridas
de tierra inútilmente hermosa
6
tierra de tierra adentro
de tristeza adentro
tierra terrible
ni siquiera puedo poner tierra entre nosotros
o echarte tierra encima
porque me estás doliendo siempre
me estás sangrando a mares que no tuve
7
nada
silencio
hay cuervos
hay ortigas
osamentas
hay sequías largas
rogativas para que cesen
hay barros a veces
resbaladizo
no hay nieve
espinas en la lengua
pies en raigones
el calor prensa
isla de sol silencioso
isla de niebla.
LA CIUDAD SUMERGIDA
«... la muy noble y muy ilustre...».
Eloy Fariña Núñez
Hubo aquí una ciudad
capas y más capas la cubren
sin pena alguna ni gloria
bajo el asfalto están
sus vértebras de árboles y niños
su trazado de nubes de recuerdos
sus aguateros muertos
sus veredas de piedras desiguales
cuyas rayas no había que pisar
una memoria de ciudad
sumergida aquí bajo mares de whisky
de bebidas rigurosamente importadas
bajo montañas de delikatessen
en sus vidrieras se exhiben brocados
muchachas
perfumes
hermanos despedazados
sombrillas de seda natural
y hombres con el precio clavado en la solapa
entre las casas pasan ráfagas de miedo
entre las caras
ráfagas de murga
entre los coches último modelo
entre los cohetes que escapan por las ventanas
(dos ángeles tocan música de jazz)
mientras comienzan a desplomarse las paredes
hubo aquí una ciudad
recostada en la silla del río
con pájaros
con adoquines bigotudos de pasto
con perros veinticuatro horas
con hombres y mujeres
una ciudad que se fue quemando sola
inundada de moscas
de babas
de langostas
inundada de azufre
de ceniza caliente
de llamas
sin un pedazo de Lot
extiendo la mano sobre el suelo
extiendo mi tristeza sobre el cuello
y trato de sobrenadar
en esta salobre, sin sal,
caja de ausencias.
(PRISIÓN)
Cronología
1
Entre sombras
oigo los golpes ciegos
del cercano reloj
que lento, inexorable,
me va enterrando el día,
las horas de la rabia,
los interminables minutos de impotencia,
la eternidad transida de bostezo
2
De noche los mosquitos,
por la siesta las moscas,
todo el tiempo las ratas.
¿Sentirán, quizás,
el pedazo de muerte
que aquí nos va creciendo?
ESPEJISMO
De siesta y por la noche
viene una niña a buscar
los restos de comida.
Tiene los ojos tristes
y una sonrisa herida de mujer hecha.
Su presencia frágil, ambigua,
es tan extraña en este sitio,
como una flor abierta
en el desierto.
INCONGRUENCIA
¡Qué ridículo pensar
en el fondo de un calabozo
que el mar existe!
EVIDENCIA
Y de golpe comprendo
que mi patria,
la antigua tierra abierta
de los dueños del viento,
se ha vuelto este pedazo de sombra
entre cuatro paredes
y una reja.
PARÁBOLA DE LA ROSA
Anoche un guardia,
un hombre con el rostro
oculto por una máscara de sombra,
entre las rejas me pasó una rosa
cortada de algún jardín público.
«Viene de afuera», me dijo,
y sentí que un hálito de vida
me invadía.
Supe que en el fondo del pozo,
en el charco de un pecho
puede florecer una rosa.
Aunque la fetidez
la marchitó enseguida,
la rosa existe.
Rubén Bareiro Saguier (1930): «Un poeta crecido», dice de él Josefina Plá, «ahondado, de finas reverberaciones afectivas, de impresiones fugaces pero penetrantes...». Obras: Biografía de ausente, A la víbora de la mar, Estancias, errancias, querencias.
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BIOGRAFÍA DE AUSENTE
Poesías de RUBÉN BAREIRO SAGUIER
Edición e ilustraciones de: CARLOS COLOMBINO
Alcor Poesía, Madrid, Madrid, 1964
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