BIOGRAFÍA DE AUSENTE
Poesías de RUBÉN BAREIRO SAGUIER
Edición e ilustraciones de: CARLOS COLOMBINO
Alcor Poesía, Madrid, Madrid, 1964
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ÍNDICE: DESPERTAR/ LA ORACIÓN/ ANIVERSARIO/ CARTA FILIAL/ SARMIENTOS (I A V)/ TRÍPTICO DE OTOÑO/ CRISTAL DE INVIERNO/PARA INVENTAR LOS ÁRBOLES/ CIUDAD/ CASI ELEGÍA
La promoción de 1950, a que pertenece Rubén Bareiro Saguier, nos nace a la lírica bajo signo contradictorio, en tardía vinculación con la precedente - la austera de 1940 - por la circunstancia impropicia. Su producción, dispersa y esporádica -salvo en algún caso aislado -no permitía arriesgarse en apreciación conjunta ni de trayectoria individual. En los últimos tiempos, sin embargo, entra en un fervor édito que promete incorporarla en breve a contemporaneidad crítica.
La poesía de Rubén Bareiro Saguier, en la cual la influencia de algunos poetas españoles de 1927 era rastreable, dejaba no obstante adivinar, bajo la envoltura formal, pulcra, medida, a veces no del todo exenta de retoricismo, la veta del verídico potencial lírico buscando cimbra en el penoso atesoramiento vivencial, tanteando peldaños hacia la propia y auténtica profundidad. Ahora este primer poemario de Bareiro nos devuelve - cosecha de días jóvenes aún, pero madurando rápidos en luces de cálida humanidad - a un poeta entrañablemente crecido, ahondado, que no desmiente su primigenia línea de finas reverberaciones afectivas, de impresiones fugaces pero penetrantes, que acendran la palabra para fluir suavemente por declives de nostalgia o de melancolía; pero que ha podado adherencias, aguzado el filo sacrificial de la creación, y nos hace sentir una vez más cómo la poesía es acucioso y desgarrado minar en pos de la recuperación del hombre perdido, y también lo instantáneo en perenne proceso de reconstitución sobre el límite del tiempo. Multitud de imágenes acuden desde todas las cardinales sensibles, se congregan al llamado único de cada poema signo, se reconocen entre sí, convergen unánimes, y en ese vértice ascético ente desnudo queda vibrando el mensaje: inquietud pura, sueño olvidado. Así, esta poesía resulta a la vez austera y entrañable, simple y rica en suscitaciones. Estas no quedan siempre al nivel de la melancolía o la nostalgia. Pueden alcanzar marcas más caudalosas, alzarse al tono mayor, en poemas como CERCA DE LA RAIZ, donde se siente en largo retiñir el sagrado temblor de intuirse prolongada en muchedumbre oscura a través del tiempo, o ENTRE EL CRISTAL Y EL VINO, donde late lo que de sacramental encierra el misterio de la aproximación amorosa.
El metafísico quebranto del hombre de hoy, su angustioso reajuste de brújulas ante la Rosa de los Vientos destruida, no es motivo explícito, pero palpita en sordina unificando los poemas con su acompañamiento remoto, y reclama del poeta la presencia de una también implícita fe: el hombre es el punto de partida del dolor, y en éste se justificará - ya que no se explicará -siempre.
Rubén Bareiro Saguier se coloca con este poemario intenso y contenido, a la cabeza de su promoción, por derechos de verbo poético.
JOSEFINA PLA
DESPERTAR
Porque alguien tejió la madrugada
De sereno flamante
Y de limón dormido
Porque alguien fue bordando alternos peces
Sobre el lomo del río
Y desenredando el ovillo de hojas neblinosas
Porque alguien despertó las fibras del rocío
El vaivén del zodíaco
Y aplastó las estrellas como bichos de luz
Porque alguien fue deshojando de silencios la torre
Y poblando de cristal la campana
El ramaje
Porque alguien fue arbolando de ojos la memoria
Levantando las sábanas de lino
Porque alguien tejió la madrugada
Con hilos de pasto húmedo
Porque alguien sonó el cuerno del día
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SARMIENTOS
I
A Louis Molet en Dennevy
"...y todas las familias de la tierra..."
(Gén. 28-14).
El mar es mar y es hoja en los viñedos
Y es hoja y linfa oscura por las venas
Una selva purpúrea en cada flanco
La herrumbre del otoño por las cuestas
Mientras suenan las trompas de plata golpeada
Mi estatua hecha de sal
La sombra como un perro
Y este valle de lágrimas
Lamido por las lenguas del azufre
Simiente cimenterio
El pan de nuestras culpas
El perdón de todos los pecados
La lumbre permanente
Entonces yo pregunto
Por la resurrección del hueso
La joven madre con la sangre seca
Una noche
La vara florecida
Y apagada al instante
El purgatorio existe sin embargo
Y el perdido cielo
Aquí
El velorio de humo
De palabras
Y los aniversarios familiares
El merecido infierno
La misa
Los bautismos
El vino consagrado
El pan que sangra
El aceite y la sal
Por obra y gracia
De mi tronco y la greña
Antes ahora y siempre
El campo y el solar
Los mostos de la parra
Fermentando de abejas
Un solo racimo
Una viña sola
Una única copa
De todas las copas
II
".. como la arena del mar, tan abundante ...”
(Gén. 32-12)
Los álamos temblaron de amarillo
Cuando la escarcha vino en madrugada
La ceniza castaña en los viñedos
Como a través de un vidrio
Porque siempre es otoño
Cuando se engendra el árbol
Follaje espeso de la sangre
Por páginas y páginas y páginas
Los ríos tumultuosos desbordando
El sueño de Jacob junto a la escala
Mayorazgos de dudosa intriga
Pastores vigilando sus silencios
Pesadores de especias
Traficantes de sueños
Segundones de fuste y de neblina
Concubinos del suelo
Caciques del corazón diario
Astas y astillas
Alféreces del sacrificio último
Señores de señoría cordial
Solanos profetas campesinos
Con barbas
Romeros de la piel mordida
Con ojos y ojos por estrellas
Varones de la siega
Caballeros de pólvora y harina
Varones de la siembra
Padres de las doce tribus
El polvo numeroso de la tierra
Sin fondo hacia el boscaje
En la tarde de otoño requemado
Hacia algún alfarero sonámbulo en las rías
O algún señor de sable viñatera
En ribazos del sur mediterráneo
III
"...me ha dado mi salario, porque yo he dado...
(Gén. 30-18)
Dulce higuera asediada por las viñas
Con el año cumplido
Frugífera
Las mujeres de pan sumiso y tierno
De altiva cocedura
De suave arrope
Tonel y caldo fermentando
Tronco alburente mineral
Tallo sangrante
La fibra del horcón
Madera de hilo
La madera de sanjuán
Las vestales del culto masculino
Moneda de mandrágoras
Madre salida de madre
La madre del cordero nuestro
Madre nuestra
La más ancha puerta en este reino
Carne resedácea
Relincho y humareda
La hembra del terrón
El humus permanente
La madre del pelícano
La fuerza del borbote
Las alas del ave cenicienta
El hilo del rosario
Las cuentas y el murmullo
La puerta más estrecha
IV
«...más que el vino...»
(Cantar de los Cantares 1-2/4)
Entre el cristal y el vino
La afelpada garganta
Tú el aroma
El trago interminable
Y el brillo en el trasiego
El cuenco capitoso
junto al sabor terrero
Como una flor o un canto
O un canto rodado entre mis labios
Paloma en la cornisa de ladrillo desnudo
En las petrificadas ranuras de la roca
Moneda de luz entre el follaje
El licor la licorna
La viña florecida
La viña madurando entre el herrumbe
Entre el rubín y el cobre
Y tu dulce presencia de cuévano repleto
Como el abrevadero
Y el nido de la sangre al mismo tiempo
El pañuelo anudado junto al calor del cuello
El largo toque a fuego
Y la paz de la leña
La lanza de agua fresca
La mañana ordeñada
Los labios de la miel
Y el olor del serrín
Pues todo te traía
y todo me llevaba
A la embriaguez del humo
De la lluvia cayendo
Del aromado zumo
Del vino más redondo
V
A José de la Sobera
“ ... para que te conviertas en multitud..."
(Gén.28-3)
Cerca de la raíz
La cepa y su corriente
O la greña primera
O la serpa vacía
La noche en la semilla
El retoño del aire
Y el cántaro que aguarda
Mas la pregunta es otra
Bajo el cielo de arcilla
Engendrarás el hijo
Con el dolor del pecho
Hasta colmar la tierra
Estirarás el brazo
Recogerás el heno
Casi todos los días de la vida
Con el rostro enfundado en sudor
La desnudez del rayo en los cabellos
Sobre el hombro del hombre
Y el hijo del hijo de su hijo
Entonces el lodo se deforma
La oración cobra boca
Las algas se reúnen en el fondo del mar
Y las olas con la alta marea
El tajo sobre el agua
La muralla a izquierda y a derecha
Y el camino seco por delante
El sueño que trepa por las ingles
La señal de la sangre coronando el dintel
Lejos los huesos ancestrales
Sobre la palma ácida Entre los ojos
La arena sembrada por el cielo
Como granos
Como gotas
Como estrellas
Jalonando el sendero
Porque es necesario
Por todos mis sarmientos enterrados
Con mis sienes despiertas
Con mis manos
Con mis dientes
Con el agua ahogando la torre de mi cuello
Al borde de la sangre
Y del barro anterior
Un pájaro o un grito
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TRÍPTICO CON OTOÑO
I
Se me caen las calles amarillas
Me transitan las hojas amarillas
Y en un vaso de aguas amarillas
Lentos peces de asfalto me navegan
Una lluvia intimísima
Ennegrece mis ramas
Inaugura mi mano
Una cuerda rascada
Un puerto sin asilo
II
El vuelo de la noche
Me devuelve los ojos
Y hay un trino de casas
Y hay un río de cielos
En esta mi provincia de mis huesos
Valle del aire triste
Y el azul imposible
III
Veleta para el sueño
Una cigarra estática
Carne tibia y solar
Granero del tiempo más plomizo
Cuando el cielo se achica
Y se achican los días
Tu tibieza me busca
Y una espiga te encuentra
No la cápsula hidrópica
Sino el cántaro henchido
O la pulpa cuajada
La ráfaga del beso
La lengua azul
Y el vino tan reciente
Tú en la cima del viento
En musical resina
Desnuda de cenizas
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CRISTAL DE INVIERNO
Espantapájaros blanco
De los brazos baldíos
Sobre tu corazón desmadejado
Florece el algodón del aire fino
Entre el cristal y el techo repetido
De canicie infinita
Tus castaños bordados
A orillas de este río
De aceite y de paloma
De interminables luces
De manos extinguidas
Junto al reloj caduco
junto al distante espejo
Yo me interrogo acaso
Caracola de oído silencioso
Entre mi corazón y tu presencia
Del borde de mis ojos
A tu bosque inflamado
Llegaré
Llegaremos
Mas ni el cristal ni el río
Ni la calle alargada
Ni la ciudad existen
Ni la nieve
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PARA INVENTAR LOS ÁRBOLES
Porque ningún arbusto aún sobre la tierra
Ninguna yerba del campo había brotado
Hoy escribo tu apodo
Y escribo la sonrisa Y verde
Y piedesnudo
Y de pronto el reverso lustroso de la vieja moneda
Bajo un cielo de yemas
Surge de entre el viento cansado
La eclosión presentida
Por la guitarra sola de la plaza
En la llovizna oscura de las ramas
El mensajero pájaro
Sobrevolando nubes de pizarra
Trae los rostros jóvenes
El violín renacido
La savia temblorosa
Los labios entreabiertos
Con camellos de cansado paso
Con voces infantiles
Con nidos aleteantes
Un río de hojas nuevas
Por las flautas del aire
Por el hilo dorado
Por la lluvia tiernísima
Ha bajado a la calle
Por la sangre surcada de comino y lavanda
Por las manos que estrenas
Por la primera espuma que te nace en los ojos
La mañana de golpe.
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CASI ELEGÍA
A Carlos Colombino
"Hereacx qui comme Ulysse..."
(Du Bellay)
Pero un trasfondo habita bajo el sueño
Como una llaga abierta
Una garrapata de sol
Una soga anudada
Un arco tenso entre el amor y la distancia
De punta a punta recorrido
Una pregunta usada
De la edad de mis pasos
Del color de mis glóbulos
Del olor de su sal
Porque esta marca empecinada
Duele dulcemente
Arde arduamente
Perennemente clama
Repica
Escuece
De la osamenta nace
Por las arterias sube
Hasta embriagar los ojos
Y desgarrar el aire de la boca
Del vaho de la tierra
Del resol crepitante
Del sino de cuchillo
Al ancho río de mi azulada frente
Frente a mí
Detrás y en los costados
Como bolsa sin boca
O inmenso trago de fuego en mis entrañas
El verano en las sienes
La siesta en la garganta
El sudor en la lengua
El caño contra el pecho
Agobiado
Sediento
Bilioso
Cansado prometeo
Talión sin otro ojo
Tonel sin fondo
Así el dolor es cierto
Y es un profundo pozo
En mí mismo cavado
Con sus inciertas luces sofocantes
Con sus sombras seguras
Sus cauces despeñados
Sus coágulos duros
Los esteros de la enterrada sangre
Que escapa por sus poros partidos
Y tinta su pellejo de braza
Neto el corazón
Blanco sobre la palma abierta
Me es posible gritarte
Sacudirte
Vomitarte
Tragarte
Blasfemarte
Llorarte simplemente
Y cerrarte la mano
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Poesías de RUBÉN BAREIRO SAGUIER
Editorial Servilibro,
Dirección editorial: Vidalia Sánchez
www.servilibro.com.py
Asunción-Paraguay, 2007 (pp.99)
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