ITAPÉ POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS
Por ANTONIO RAMÓN BARRETO
Editorial: EL LECTOR
ISBN: 978-99953-1-552-8
Cantidad de Páginas: 150
Año de impresión: 2016
ÍNDICE Pág.
Prólogo…………………………………………………………………13
A manera de introducción……………………………………………..19
1. EL GÉNESIS
1.1. El siglo XVII…………………………………………….…………25
1.2. La fecha fundacional……………………………………………….34
1.3. Distrito de Itapé…………………………………………………….41
1.3.1. Guavicá…………………………………..………………41
1.3. 2. Antecedentes y límites………………………..…………42
1.3.3. Autoridades del municipio de Itapé………….………….44
1.3.4. Actual municipio de Itapé………………….……………46
1.3.5. Compañía de Loma Jhovy………………………………49
1.3.6. Compañía de Potrero Ramírez…………………………..50
1.4. La visita de Félix de Azara……………………………….……….51
1. 5. Crecimiento poblacional de Itapé (1673-1886)………………….57
2. ITAPÉ COMUNAL CONTEMPORÁNEO
2.1. La municipalidad de Itapé……………………………..…………60
2.2. Desmembramiento de Itapé……………………………………...60
2.3. Radio Municipal…………………………………………………63
2.4. Categoría de municipalidad……………………………………..66
2.5. De tercera categoría……………………………………………..67
3 LA IGLESIA MAYOR DE ITAPÉ……………………………..68
3.1. El museo………………………………………………………...74
4- INMIGRANTES EN ITAPÉ…………………………………….79
4.1. Colonos ingleses………………………………………………..…79
5- HEROÍNAS Y HÉROES……………………………………….....83
5.1. Residentas………………………………………………………….83
5.2. Héroes del Chaco………………………………………………….83
5.3. Biografías……………………………………………………..…...85
5.3.1. Gerardo Benítez………………………………………………….85
5.3.2. Mamerto Barreto Ojeda………………………………………….86
5.3.3. Alejandro Benítez Rojas…………………………………..……..88
5.3.4. Justo Elías Benítez Rojas……………………………….………..88
6. EDUCACIÓN E INSTRUCCIÓN EN ITAPÉ……………………90
6.1. Instituciones educativas zonas urbanas……………………………90
6.1.1. Escuela “José María Gorostiaga”………………….…………90
6.1.2. Colegio Nacional “José María Gorostiaga”………………….90
6.1.3. Escuela básica y colegio “Virgen del Paso”…………………93
6.2. Instituciones educativas en las zonas rurales…………..……..96
6.2.1. Escuela “República Argentina”……………………………..96
6.2.2. Colegio Nacional “Loma Jhovy”………………………..….98
6.2.3. Escuela “Perpetuo Socorro”………………………………..99
6.2.4. Colegio Nacional de Itapé Jhuguá………………………..…99
6.2.5. Escuela “Hermana María Felicia Guggiari Echeverría”….101
6.2.6. Escuela “Juan Bautista Galeano”………………………….102
6.2.7. Escuela “Sagrada Familia”………………………………...102
6.2.8. Escuela “Sinforiana Benítez de Alfonso”…………………102
6.2.9. Escuela Básica “Presbítero Vicente Arzamendia”…………103
6.2.10. Escuela “Ignacio Concepción Ramírez”………………….103
6.2.11. Escuela “Teniente Pedro Luis Mieres Cañiza”……….…..103
6.2.12. Escuela “Canuta Benítez”…………………….…………..104
6.3. Docentes del tercer ciclo…………………………….……….104
6.3.1. Algunas biografías de docentes itapeños………………….105
6.3.1.1. Luis Antonio Monges…………………………..………..105
6.3.1.2. Nelson Vega…………………………………….………..107
6.3.1.3. Néstor Mercedes Portillo Vega………………………….109
6.3.1.4. Luis Vera Caballero……………………………………..110
6.3.1.5. Cristian Andino……………………………….………..111
6.3.1.6. Padre Vicente Arzamendia……………………………..114
7-DIGNATARIOS ITAPEÑOS…………………………….….116
7.1. Adolfo Aponte………………………………………………116
7.2. Eusebio Alvarenga Martínez………………………………119
8- ARTISTAS………………………………………………….122
8.1. Carlos Alfonso……………………………………………..123
8.2. Denis Arzamendia…………………………………………124
9. DEPORTES, RESEÑA HISTÓRICA………………..…..125
9.1. Liga Itapeña de Fútbol……………………………….…….125
9.2. Comisión Fundadora……………………………………....125
9.3. Presidentes de la Liga Itapeña de Fútbol……………….…126
9.4. Clubes afiliados a la Liga Itapeña de Fútbol……………...126
9.5. Clubes campeones (2003-2015)………………………..…126
9.6. Deportistas destacados…………………………………….127
9.6.1. Gabriel González………………………………………...127
9.6.2. Luis Neri Caballero Chamorro…………………………..129
9.6.3. Epifanio González Chávez………………………………131
10- RUTA ITAPÉ-VILLARRICA…………………………...133
10.1. La comisión pro-camino…………………………………134
10.2. Gestiones realizadas……………………………………..135
10.3. Trabajos en el terreno……………………………………137
10.4. Culminación de la obra…………………………………..138
11- EPÍLOGO………………………………………………...139
PRÓLOGO
``La originalidad de un libro –dice José Hernández–debe empezar en el prólogo´´. Con este pensamiento, pedí al compueblano (uno de los más eruditos) que me haga estas líneas.
Un libro, una historia
Por Tory Lubeka
¿Uno nace o se hace escritor? Vaya pregunta que de por sí ya pareciera no precisar respuesta alguna a la hora de juzgar la vida de quien hoy asume este oficio con todas sus limitaciones y consecuencias, como Barreto, quien pone en nuestras manos el primer fruto de sus desvelos intelectuales bajo el título de ITAPE. Por los siglos de los siglos. Hablo de limitaciones y consecuencias pues escribir y editar libro o involucrarse activamente en cualquier otra industria cultural en Paraguay implican todo un acto de heroísmo al que las autoridades pertinentes, a menudo, se muestran indiferentes y el común de los mortales, en tanto, se lo ignora en su verdadera dimensión. Por ende, cómo explicar y convencer que sin el hábito de la lectura no es posible acceder libre y personalmente a los beneficios del saber y el conocimiento de las cosas... Es más, cómo instalar el debate (en un país de escasísimos lectores y paupérrima inversión del PIB en educación, ciencias y cultura), en torno a que el cerebro humano, más que nunca, ha sido programado, al fragor de la globalización, en creer en lo que ve y no en lo que lee, lo cual hace que la gente mayoritariamente se mueva por impulsos de placer y espejismo y casi nada por esfuerzos y sacrificios espirituales. “Estrés o y ¡Éxitos ya!” es la consigna del momento, lo que en apariencia no es posible hallarla entre las hojas de un libro (que ilumina apelando a la razón) pero sí a través de la pantalla (que es pura pasión), de TV, video, celular, etc. Es entonces cuando habría que parafrasear que el verbo se hizo para señuelo de la humanidad, mientras que la imagen se hizo droga que induce a la idolatría de masas. A propósito de imagen, en un contexto en el que la juventud, de alguna manera, viene pronunciándose a favor de cambios estructurales para una educación de calidad y para todos, cierto “experto”, empero, ya salió a subrayar en un programa especial por un canal de televisión (el de mayor teleaudiencia, a nivel nacional) que al Estado no le sirve de nada invertir miles de dólares en la capacitación integral de sus hijos si al final éstos van a emigrar en busca de trabajo. En concreto, dejó en claro que la educación de calidad (que incluiría el interés por la lectura y el pensamiento científico) no es la única causa del progreso, del estado de bienestar ni de las personas ni de los gobiernos. Correcto. Pero, nadie le preguntó si la historia registra la existencia de alguna República o algún Imperio hegemónico sin que previamente haya destinado un presupuesto relevante a la educación de su pueblo y el respeto a los cerebros en acción. Lógico, con similar enunciado del experto de marras se podría decir, por ejemplo, que la religión no es la única escalera para llegar al cielo. Pero ¡ojo!, sin religión no hay Dios ni santos ni vírgenes en que guiarse los creyentes.
Para estas cosas
Así es posible reflexionar, brindando como sea cada vez que sale un libro cuyo aporte en estética y contenido ya corresponde al criterio valorativo, primero del lector/a, luego del tiempo. Y esto recalco, tras leer esta obra de Antonio Barreto cuya incursión iniciática en el mundo de la literatura, no ha de sorprender a nadie, habida cuenta de que se trata de alguien que consume libros y periódicos y que usa las redes sociales como fuente y medio de información y comunicación sin fronteras y nunca para formar parte de “voces de un ejército de idiotas” como dijera Umberto Eco. Caramba, por aquí empieza a ponerse en relieve la profecía de McLuhan en cuanto a la muerte o exilio del libro por influjo de los audiovisuales, de la tecnociencia y sus fetiches de vanguardia al alcance de las masas. Acaso, por eso mismo Barreto, en defensa de una especie en peligro de extinción (la de los escritores), recurre a un préstamo y se autofinancia la edición de su trabajo literario, una tradición tan triste que no debería de seguir si pensamos en los billones de guaraníes, en gran medida, volatilizados a través de Fonacide y otras entidades afines creadas para supuestamente apoyar la educación y la cultura. Ya me dirán que “para estas cosas Fonacide no prevé legalmente ningún rubro”. Claro, para ellos, el libro no es cultura y los escritores somos unos fantasmas de feria que no pisamos tierra. Igual retórica me clavaron al oído, cuando por las malogradas radios comunitarias, pedía que nuestra comuna adquiera tractores para facilitar a los campesinos la preparación de sus parcelas agrícolas. Felizmente hoy contamos con tres maquinas que operan, en algunos casos, hasta gratis en favor de quienes quieran trabajar en la chacra en Itapé. Ya ven, empiezo a hablar de mi pueblo, de mi pequeña ciudad cuyas calles están asfaltadas y que cuenta con enlace vial de todo tiempo a la red de carreteras nacionales desde el año pasado. Si bien carece de hoteles, posee hermosas playas sobre el Tebicuarymi, modernos salones multiusos para eventos socioculturales y dos pintorescos cerros: el Cerrito y el Cerro Guazú, este último de considerable conservación en estado natural con una cresta (a casi 700 metros) que culmina con una fantástica plataforma de aproximadamente 500 metros 2 cuadrados a la que se llega con disciplina de alpinista, y, por supuesto, con la guía de los baqueanos, cuya explotación turística continúa siendo un gran desafío a tratarse sobre tablas…
Obligado Paso
Pero, ¿sobre qué trata el material? Habla de personajes, hechos y episodios históricos y, por supuesto, deja cabos sueltos, abriendo picadas para que otros puedan transitar. Fundamentalmente cuestiona la fecha fundacional de Itapé, relata la llegada de Félix de Azara con destino a Villarrica, evidenciando que antiguamente Itapé era una suerte de posta para viajar por tierra a la capital del país, pasando por Ybycuí, Paraguarí, Yaguarón, Itá, Guarambaré y Ypané… Y Paso Achard era el vado por el que se cruzaba el río con más frecuencia. Por ahí pasaron, restos de las tropas de López, en su mayoría mujeres que escaparon de los brasileños, ya a finales de la Guerra Grande, tragedia de la que fue protagonista, siendo aún niño de 12 años, mi tatarabuelo materno Marcos López. Aquella zona en el siglo XVIII ya pertenecía a un estanciero llamado Josef Joaquín Achard, apellido que en la actualidad persiste, en especial en Tebicuarymi. También el libro cuenta cómo y quiénes construyeron la Ruta de la Fe, trae una lista completa de los curas y frailes que estuvieron al frente de la iglesia San Isidro Labrador, de las Residentas, de los jefes comunales que desde la creación de La Junta Económica Administrativaen 1900 nunca formaron o no los dejaron formar clanes políticos, tal como ha ocurrido (aún ocurre) en pueblos vecinos como Cnel. Martínez, Borja, Eugenio A. Garay y otros. En tal sentido, en Itapé, en las últimas elecciones municipales, la ciudadanía eligió a dos concejales independientes, en repudio a los candidatos digitados tan propios de los partidos tradicionales. Otro detalle importante, hace referencia a la increíble historia de cientos de ingleses, Post Guerra del 70, que engañados vinieron a parar en Caaguy Guazú, la compañía itapeña de menor densidad demográfica en la actualidad.
De entre los personajes desconocidos hasta en las aulas, Barreto resalta la figura del Dr. Adolfo de la Cruz Aponte Fleytas, notable ministro de Eligio Ayala, periodista, decano y diplomático. Y hablando de personalidades, me permito nombrar aquí a quien fuera el primer intelectual itapeño por exclencia. Me refiero a Mariano del Rosario Aguiar, ordenado sacerdote en 1862 en el Seminario de Asunción, escribió en La Aurora y fue alumno de Bermejo en el Aula de Filosofía junto a Natalicio Talavera, Crisóstomo Centurión, Cándido Bareiro, etc. (Bernardo Neri Farina, El Periodismo de Guerra. El Lector 2013.) Y ni hablar de los arpistas itapeños, entre ellos el ya legendario Albino Quiñones, con quien compartí jornadas de bohemia en Salto del Guairá; Marcelino Benítez Casco (en la actualidad en Europa), Efraín Ramírez, mi entrañable amigo ( Buenos Aires en 1912), Francisco Ayala ( Cnel. Oviedo 2013) y la genial María Belén Cristaldo. Y también están los grandes acordeonistas y tecladistas como los primos Pedro y Martín González, y los notables vocalistas los hermanos Atanasio y Cecilio Araújo Molas, este último el primer cantante itapeño en grabar un disco de larga duración, precisamente integrando el dúo Molas-Morán con Los Fabulosos Indios Negros. Y para no continuar abusando de este espacio, quiero concluir trayendo a colación lo conversado con Augusto Roa Bastos sobre Hijo de Hombre, novela, que en gran parte se desarrolla en Itapé. En vista de que Miguel Vera, quien escribiendo sus memorias, muere misteriosamente en la comisaría de Itapé, para empezar, se me dio por creer que podría tratarse de un pariente mío. “No, pura ficción. Nadie de carne y hueso, digamos”, me aclaró Roa Bastos a meses de su vuelta del exilio, durante una conversación informal en los pasillos de la Casa de la Cultura de Asunción. Y como aparecen sitios como la Estación de Itapé, el Cerrito con el Cristo Leproso, la Explanada de la Iglesia de Itapé y otras referencias físicas de mi pueblo natal, mi consulta fue en torno al por qué ambientó la novela en Itapé y no en Iturbe, su cuna adoptiva. “Te lo digo que todo ocurre en Iturbe. Lo de Itapé, en particular, es más bien una suerte de reminiscencia faulkneriana”, por lo que me apuré en preguntarle si él admitía la influencia de Horacio Quiroga, especialmente en su narrativa realista. “Mire, para exorcizarme de Quiroga escribí Yo El Supremo, obra que jamás pensé que se me iba a publicar”, confesó, mirando su reloj y se despidió de mí…
Ahora bien, para terminar, confieso que alguna vez un candidato a intendente me propuso que escribiera la Historia de Itapé. Apenas asumió el cargo le recordé lo prometido. Entonces le pedí 12 millones de guaraníes, suma irrisoria si se piensa en el costo real que demanda la producción de un libro. Aquel proyecto hasta allí llegó y punto. De modo que, de pronto, lo que hizo el joven compueblano Antonio Ramón Barreto es Un libro, una historia. ¿O no?.-
Costa Jhu, Itapé, marzo del 2016.
1.2. LA FECHA FUNDACIONAL
Van meses que este torbellino de curiosidad sobre la verdadera fecha fundacional del “villorrio perdido en el corazón de la tierra bermeja del Guairá”, como lo denominara Augusto Roa Bastos a Itapé en su obra “Hijo de Hombre”, se apoderó de mí hasta convertirse en verdadera perturbación de mi ánimo. Me hice de una idea fija que provocó mi actitud de saber primero y contar después.
Empecé a indagar pausada y silenciosamente. Dicen que la lectura fomenta la paciencia.
Me llené del polvo acumulado sobre algunos libros, me mezclé con los ácaros de sus anaqueles; indulgentes amigos me prestaron voluminosos libros de siglos así como curiosos y espiados folletos de los tiempos de las máquinas a vapores.
Seguí los vericuetos abiertos por la historia y los historiadores. Entusiasmado con mis primeros logros, robando horas al sueño, navegué a la deriva por internet, pregunté a desconocidos y recibí sus respuestas. Avancé con ganas así, algunas veces, los rayos del sol filtrando por las rendijas de las ventanas de casa me anunciaban que debía volver a mis tareas cotidianas.
La fecha fundacional de Itapé no es el 2 de mayo de 1672 como consta en algunas placas, algunos libros, en la Municipalidad de Itapé, en los trabajos prácticos de los alumnos, en periódicos, internet, etc. Esa fecha es incorrecta por lo que revelan las cartas, informes y documentos varios guarecidos en los principales archivos y bibliotecas del mundo y que, felizmente, fueron publicadas más de una vez por diversos investigadores reconocidos por el rigor en sus trabajos pero que por razones que escapan a mi conocimiento no llegaron a influir sobre la opinión pública nacional en general y; la de Itapé, en particular por lo que el error persistió.
Según Félix de Azara los inicios de Itapé datan de 1673, cuando dos grupos de guaraníes, compuestos en su mayoría por mujeres ``que se morían de hambre´´ y que habitaban en los bosques cercanos a la naciente del río Tebicuary, pidieron a los españoles que los reunieran en el pueblo.
Miguel Ángel Pangrazio tomó la referencia de Azara y dice: “Itapé nace el 2 de mayo de 1673, por orden del Virrey del Perú para recoger a los guaraníes fugitivos del Guairá”. El doctor Pangrazio se refiere a la gestación del pueblo, no a la fundación propiamente dicha.
El doctor Rafael Eladio Velázquez, en su trabajo “Iglesia y educación en el Paraguay colonial” (“Historia del Paraguay”, Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, Vol. XV, Escuela Técnica Salesiana, Asunción, p. 123) afirma que “en 1686 se fundaba con ellos (los franciscanos) la reducción de Itapé a 30 leguas de Asunción y se la ponía al cuidado de los mismos franciscanos”.
Es interesante y necesario por cierto averiguar las fuentes consultadas por el doctor Velázquez. En la misma obra puntualiza que apeló al Archivo General de Indias aclarando como nota adjunta: “A.G.I., Charcas 150 – marzo 1678: Actuaciones en torno a la posible evangelización de los fieles descubiertos por el P. Villasboas; y Asunción: 8-II-1683: El visitador Franciscano, fray Domingo Carvallo, al Rey: y Charcas, 138 – Asunción, 24-VII-1686: El obispo Casas al Rey”.
Rafael Eladio Velázquez escribió “La población del Paraguay en 1682” en la que se refirió brevemente sobre el obispo Faustino de Casas en la que dice: “en los últimos días de su vida, su acción resultó decisiva para la consolidación del pueblo de indios de Itapé, primera fundación después de más de cincuenta años de retracción y pérdidas territoriales (…) Casas falleció el 2 de agosto de 1686” (pp. 10 y 11).
Para afirmar y refutar cualquier duda sembrada entre los años 1658 y 1677 sobre la fundación de Itapé, mencionaré la obra de Margarita Durán donde escribe de esta forma: ``Hacia 1615, Bolaños dejó las reducciones del Paraguay en manos de sus discípulos y cruzó el Paraná en busca de otros grupos indígenas a quienes adoctrinar y reducir pueblos. Con ayuda de Hernandarias fundó Itatí, a fines de 1615, y Santiago de Baradero, al año siguiente. Desde entonces los franciscanos no fundaron ninguna otra reducción hasta 1678, cuando Fray Buenaventura de Villasboa reunió a los naturales monteses en la reducción de Itapé, en tierra donadas por Caazapá´´.
Ya hubo varias reducciones, creadas por los españoles y por las distintas órdenes religiosas (franciscanas, jesuitas), antes que se fundara Itapé, entre las más cercanas del año de la fundación de este pueblo fueron: Caazapá, San Ignacio, Yuty, Itapúa, Candelaria, San Cosme y Damián, Piribebuy, Capiatá, Santa Clara, Atyrá, entre otros.
Al conocer la fundación y la ubicación geográfica –en los primeros tiempos y de ahora– de las distintas ciudades (otrora tabas o pueblos) que antecedieron a Itapé, debemos ubicar geográficamente, dónde se procedió e inició la fundación de este pueblo, porque como éste y otros, no permanecieron en el lugar de origen, algunos sufrieron traslados por diferentes motivos (perseguidos por los bandeirantes, buscando lugares más aptos para la subsistencia o por orden del gobernador), algunos de ellos como: Villa Rica, Yuty e Itapé.
En el siglo XVII las zonas: sur, este y centro sur del Paraguay (hoy, Región Oriental) había pocas reducciones, hasta que se fundó Caazapá en el año 1607, a este le correspondió una extensión de tierra bastante considerable; hoy, gran parte de ella pertenecen a los departamentos de: Guairá, Paraguarí, Misiones, Itapúa, Alto Paraná y Caaguazú. Cada pueblo reducido estaba a cargo de algún misionero, éste tenía la misión de civilizar y adoctrinar a los originarios.
En el año 1678 a fray Buenaventura de Villasboa le cupo la oportunidad de trabajar como eclesiástico en Caazapá, en el mencionado año el cura susodicho recibió una noticia de sus feligreses, que había a unos cinco kilómetros de Caazapá algunos tupíes. Por insistencia de ellos formó un séquito y salieron a buscarlos con el objetivo de amansarlos. Después de haber recorrido aproximadamente 350 kilómetros encontraron a los “guaraníes monteses” en la región del río Monday. Entonces cumplió a cabalidad la misión el franciscano, que es la de reducir y, los trasladó a un grupo a Caazapá y a otro grupo a Yuty.
El franciscano describió a los naturales: ``tenían las orejas agujereadas y sus barbotes de tembetáes(sic) ni más ni menos que los señores Guaycurús, menos el pintarse las caras. Sus mujeres… desnudas todas…no tenían más que pampillas que las manos… los indios andan todos con sus pampillas de plumas muy galanas que parecen primavera de la diversidad de plumas que se ponen y son las tales pampillas de a geme(sic) y se atan la punta del miembro a su usanza; con sus arcos y diez a ocho flechas muy dispuestas… de muy linda caras, lo más son casi españoles.. Están en sus pueblos con sus chácaras tenían todo, maíz, batata y mandioca, muchos porotos, y otros géneros que llaman los indios caraes(sic), a modo de papa, todos éstos con sus mujeres e hijos y alguno de ellos con quatro (sic) -cuatro- mujeres´´. Villasboa sigue relatando en la carta que solo encontró a los caciques (en total ocho) y guerreros de sexo masculino de 12 a 30 años de edad, en el lugar cada cacique estaba acompañado de algunas decenas de guerreros, totalizando aproximadamente un centenar de personas; los caciques son: Tarayu, Carema, el Capitán Arabe, el Capitán Perú, Arapi, Taveraguá, Guirachacharé y Aguaraca (sic). El franciscano fundador manifiesta:…`` el Cacique Tarayú… me hizo agasajos diciendo que me veía a ver por la noticia que me tenía de mi ida y que estaban muy contentos porque los iba a librar de muchas desdichas que padecían… ´´
Al inicio del años 1681 no se vio el resultado esperado del adoctrinamiento de los “monteses”, muchos de ellos fueron extintos, otros se refugiaron nuevamente hacia la selva, no se adaptaron en los dos lugares; ellos fueron mezclados con los originarios ya domesticados. Las costumbres o la forma de subsistir ciertamente fueron diferentes, por tales razones sucedió la migración de los nuevos.
A raíz de este hecho el obispo Faustino de las Casas y el Gobernador, conjuntamente, resolvieron apartar a los monteses y buscarles un lugar bien apartado donde ellos pudieran vivir con sus congéneres y desenvolverse independientemente, pero, siempre bajo el adoctrinamiento de los franciscanos, en los primeros tiempos. Así entonces los responsables del destino de los monteses; encontraron un lugar ideal para ellos y los trasladaron a la cercanía del río Tebicuarymi, en el año 1682.
El origen de la fundación de Itapé, tuvo lugar en la inmediación del río Monday. En el segunda mitad del siglo XVII. El mencionado río perteneció al pueblo de Caazapá, actualmente al departamento del Alto Paraná.
Ramón I. Cardozo dijo que los villarriqueños fueron a ocupar el pueblo de Itapé en el año 1676. En este año esta población fue perseguida constantemente por los encomenderos y anduvieron buscando lugar donde asentarse, pero nuevamente los villarriqueños dejaron el lugar. Si esta gente hubiese recibido apoyo del gobernador, Villa Rica hubiera estado en la cercanía del río Tebicuarymi, no Itapé, porque éste, en aquel entonces, aún estaba en Caazapá. El pedagogo guaireño habría escrito de esa forma para que el lector puediera comprender bien y rápido el recorrido de la población de la ciudad andariega.
Itapé en el año en mención aún no se trasladaba en dicho lugar.
Podemos afirmar, según como señalamos, que antes se descubriera y se fundara Itapé ya estaba habitada por algunos originarios.
La Capital Espiritual del Guairá, como es ahora, al igual que la ciudad de Villa Rica del Espíritu Santo, capital del mencionado departamento, fue fundada en otra región como ya mencionamos.
En algunas fuentes se lee que el fundador de Itapé fue Fray Luis de Bolaños, por los años 1658 y 1860. Es totalmente falso, porque en los años mencionados este franciscano ya falleció; esto se puede corroborar en el libro de Fray José Luis Salas, donde indica: ``El 11 de octubre de 1629 fallece santamente el apóstol de los guaraníes Fray Luis Bolaños en el Convento de San Francisco, donde se conservan sus restos´´.
Primero conoceremos el verdadero nombre del fundador y, posteriormente, la fecha; con ese propósito transcribiré parte de la carta de Fray Faustino de las Casas, Obispo del Paraguay de aquel entonces, quien escribió en el año 1678 al Rey, afirmando el nombre del fundador.
(…)``Y aunque clérigos, aunque la reducción la hayan hecho los religiosos, por ahora y aún siempre conviene quede en esta uno de los religiosos, con notable riesgo de su vida, pasando muchas necesidades, tolerándolas con amor y valor y edificación de los indios, y después de haberlos sacado se desnudó para vestirlos, como yo que he ayudado aún más de lo que podido, estando ya determinado a vender el pobre pontifical para el efecto, este religioso se llama Fray Buenaventura de Villas-boas(sic), amante de los indios con exceso, porque él ha sido quien los sacó a todos los más y aseguran se volverán a los montes, si les quitasen a dicho religioso. Por esto y porque en este Obispado no hay clérigo capaces como informé (…)”.
Podemos decir, tras cotejar documentos originales y los trabajos de los historiadores más serios cuyos libros estuvieron a nuestro alcance, que Itapé fue fundado el 10 de marzo de 1678 en tierra de Caazapá, en la región del río Monday, trasladándose en el año 1682 -por motivo señalado más arriba- en forma definitiva en el sitio actual.
El historiador paraguayo Dionisio González Torres escribió que la “reducción fundada (Itapé) por el franciscano (venido de Kuruguaty) Fray Buenaventura de Villasboas entre guaraníes monteses y kainguaes en la región del río Monday, en tierras ricas en yerbales, en 10-12 de marzo de 1678 (…)”.
Según Margarita Durán: “La iglesia, la casa del doctrinero, la plaza y la administración, eran la expresión más acabada de la existencia de un pueblo indio; de ahí que Susnik da como fundado Itapé recién en 1682 cuando se iniciaron los trabajos de edificación del pueblo”.
Encontré un libro curioso e interesante en el cual aporta un dato atrayente: “En 1680 el Virrey del Perú otorgó 4.000 pesos para la construcción de la iglesia y casas, tarea que se comenzó por orden del Gobernador Diez Andino, el 21 de junio de 1682” (Ramón Gutiérrez, ”Evolución Urbanística y Arquitectura del Paraguay 1537-1911”, Comuneros, Asunción, pp. 291, 292 y 293).
Con estas fuentes en manos podemos pues afirmar que el fundador de Itapé fue Fray Buenaventura Villasboas.
FUNDACIÓN DE ALGUNAS COMARCAS
COMARCA FUNDADOR AÑO
Paraguay Alejo García 1524
Asunción Juan de Salazar y Espinoza 1537
Ontiveros García Rodríguez de Vergara 1554
Ciudad Real Ruy Díaz Melgarejo 1556
Villa Rica Ruy Díaz Melgarejo 1570
Santiago de Jerez Ruy Díaz de Guzmán 1593
Caazapá Fray Luis de Bolaños 1606/7
San Ignacio Marcial de Lorenzana 1609
Yuty Fray Luis de Bolaños 1611
San Cosme y Damián Adriano Formoso 1634 (32)
Capiatá Martín Ledesma 1640
Itapé Fray Buenaventura Villasboas 1678
Fuente y Autorización: EL AUTOR
Marzo 2017
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